El Estado en crisis; Carlos Malamud

Historia contemporánea de América Latina (1920-1950). Período de entreguerras. Política. Economía. Sociedad. Relaciones internacionales. Populismo. Intervencionismo económico

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HISTORIA DE AMERICA 2ª prueba de evaluación a distancia Comentario de El estado en crisis de C. Malamud El tÃ-tulo del libro del profesor Malamud hace referencia al término crisis en su acepción de cambio, no se refiere a un deterioro de los estados, ya que en este periodo de tiempo los estados se centralizaran y potenciaran, si no a la transformación que sufrirán y que básicamente sigue una lÃ-nea que va del mercantilismo a la industrialización protegida y del liberalismo polÃ-tico al autoritarismo mas o menos paternal. Explicar como fue posible que estados que se independizaron bajo la influencia del liberalismo acabaran, en menos de 50 años, siendo autoritarios polÃ-ticamente y económicamente dependientes, es el objetivo del texto. La explicación de esta trayectoria sudamericana la estructura el autor en cuatro temas; economÃ-a, sociedad, sistema polÃ-tico y relaciones internacionales, tratados con una visión global de todo el subcontinente, a lo que añade una sÃ-ntesis de la evolución particular de cada paÃ-s en los dos últimos capÃ-tulos. El principio de la evolución económica lo sitúa alrededor de la 1ª GM, a diferencia de otros autores que sitúan el punto de inflexión en la crisis del 29. Para Malamud, el 29 solo agudizó elementos como la industrialización y el proteccionismo, que comenzaron a aparecer años antes. A principios del XX Sudamérica mantenÃ-a una economÃ-a en expansión gracias al permanente aumento de las exportaciones en un marco de libre comercio, escenario que cambia ya con los prolegómenos de la 1ª GM, y que con el estallido del conflicto se transforma totalmente. Los mercados se reducen y las inversiones extranjeras, primordialmente europeas, ( francesas, alemanas y británicas ) de las que básicamente se mantenÃ-a la economÃ-a, caen drásticamente. Esto llevo a que, ya durante la guerra, los gobiernos comenzaran a aplicar medidas para sustituir las importaciones por producciones nacionales, en un intento de independizar sus economÃ-as, pero se encontraron con que la falta de capitales propios y el escaso desarrollo de la demanda interior no permitió evolucionar correctamente estas polÃ-ticas sustitutivas. Al mismo tiempo esta progresiva industrialización generó fenómenos nuevos, el desplazamiento poblacional de las zonas rurales a las urbanas, que generó un urbanismo de Ã-nfima calidad y que llenó de suburbios las crecientes capitales, la aparición de la nueva clase obrera y el aumento de las clases medias que poco tenÃ-an que ver con la oligarquÃ-a postcolonial. Estas nuevas clases emergentes acabaron por demandar un protagonismo polÃ-tico que, en el marco de la crisis del 29, generaron posturas polÃ-ticas que iban desde la represión de la disidencia, a la adopción de medidas al estilo del New Deal norteamericano. Las clases obreras, aunque poco numerosas dada la baja industrialización, pronto supusieron una amenaza a los sistemas tradicionales dado su nivel de organización en sindicatos, que incluso se organizaron regionalmente, y en partidos polÃ-ticos ligados a las internacionales socialistas. Estas organizaciones fueron duramente reprimidas. Las organizaciones obreras que mantuvieron actividad legal, incluso bajo coberturas gubernamentales, fueron las de inspiración socialcristiana inspiradas por la Rerum Novarum, ideologÃ-a que también inspiro las polÃ-ticas, meramente paliativas; que distintos gobiernos adoptaron para mitigar la 1

situación de las clases desfavorecidas, y evitar asÃ- los estallidos sociales. La crisis, además de las ideologÃ-as marxistas, y también exportadas de Europa, generó la implantación de ideologÃ-as corporativas o directamente fascistas y nazis. No tuvieron excesivo desarrollo, aunque si influyeron en la postura de algunos paÃ-ses en la 2ªGM, como Uruguay o Argentina. Estas ideologÃ-as retroalimentaban las sentimientos nacionalistas que favorecÃ-an los conflictos regionales, y que posteriormente favorecerÃ-an los sistemas populistas. Todo ello en un marco de progresiva influencia de los Estados Unidos en la economÃ-a, en sustitución de Gran Bretaña, como en la polÃ-tica, en la que Sudamérica era considerada como el patio de atrás de EE.UU. Por ello potenciando o desestabilizando, los Estados Unidos incluyeron en su orbita, primero a Centroamérica y el caribe para pasar después a los paÃ-ses con productos de interés a la propia industria y finalmente acaparando los mercados financieros y de infraestructuras de prácticamente el continente entero, lo que era favorecido por el cambio de patrón del oro al dólar. Este aumento de influencia generó en muchos de los paÃ-ses sudamericanos un sentimiento antiimperialista que se identificaba con antiyanquismo, y que impregno tanto las ideologÃ-as de izquierdas como a las que servirÃ-an de sostén al posterior populismo. Este sentimiento nacionalista no fue ajeno a la inestable incorporación de los paÃ-ses Sudamericanos en la Sociedad de Naciones, de la que nunca formaron parte todas las republicas americanas. Y cuando la economÃ-a, en las condiciones de dependencia exterior ya comentadas, empezaba a despegar, estalló la 2ª GM, y volvió a reconducir la realidad sociopolÃ-tica sudamericana. El alineamiento mayoritario en el bando aliado, supuso que EE.UU. inyectara gran cantidad de financiación, sobre todo en los sectores que le eran estratégicos y en los paÃ-ses, como Brasil, de mayor utilidad bélica. Como consecuencia de la Guerra, y de la alianza de los USA con la Unión Soviética, la represión de las organizaciones de izquierda cesó, para dar paso a una situación de colaboración ante el enemigo común. Esta polÃ-tica venÃ-a avalada, desde la URSS, con la estrategia de Frentes Populares previa a la 2ª GM. Ello implicó la participación polÃ-tica e incluso la formación de gobiernos de izquierda que desarrollaron legislaciones contra los intereses patronales y oligárquicos. Esta nueva situación permitió aliviar la perdida de mercados europeos, mediante la sustitución de importaciones un aumento significativo de las obras publicas, tanto nacionales como transamericanas, asÃcomo el aumento del proteccionismo y sobre todo con una mayor presencia del estado en la dirección económica tanto planificando como invirtiendo. Esta mayor intervención estatal supuso asÃ- mismo una polÃ-tica de nacionalizaciones en los sectores energéticos y de las comunicaciones. La situación polÃ-tica volvió a cambiar radicalmente con el fin de la guerra y la aparición de los bloques en la Guerra FrÃ-a. Para Estados Unidos era primordial que toda América estuviera excluida de la zona de influencia de la URSS. La represión de los movimientos de izquierda se reanudó y se favoreció la formación de gobiernos de carácter derechista y de corte fascista, bien mediante elecciones o mediante golpes de estado. Económicamente se reforzó la dependencia de la economÃ-a norteamericana mediante el aumento de la financiación, asÃ- como la absorción de buena parte de la producción sudamericana en los propios USA y su área de influencia, pese a lo cual no se estableció para América del sur ningún plan económico 2

comparable al Marshall para Europa. El control norteamericano se reforzó con instituciones como la OEA y organizaciones y tratados de apoyo militar y económico, en los que, si bien se establecÃ-a la igualdad de las republicas, muy pocas pudieron actuar con cierta independencia. A pesar de ese control que generó varias dictaduras militares de obediencia a los intereses de Estados Unidos, la cultura de un estado intervencionista, los sustratos ideológicos nacionalistas, en cierto modo antiyanquis, y los presupuestos socialcatolicos de superación de la lucha de clases y del liberalismo, dieron nacimiento a uno de los fenómenos polÃ-ticos mas genuinamente sudamericanos; el populismo. En prácticamente todas las repúblicas surgieron movimientos de este tipo, pero sobre todo sobresalieron por su éxito electoral y perduración los de Argentina, Brasil y Venezuela. Los movimientos populistas partÃ-an de un liderazgo fuerte, autoritario, unipersonal, paternalista y su polÃ-tica era de carácter reformista. En lo económico eran sistemas intervencionistas con tendencia a la autarquÃ-a, en lo polÃ-tico autoritarios y con bases muy amplias, sobre todo en las clases populares, con apoyos y control de las organizaciones sindicales. Socialmente abogaban por la paz social, garantizada con medidas suavizadoras de las diferencias sociales, sin atacar a la raÃ-z de los problemas. Se caracterizaban también por su nacionalismo que servia para amalgamar bajo el lÃ-der a la heterogénea ideologÃ-a que lo sustentaba. En conclusión las repúblicas que en 1920 estaban dominadas por las oligarquÃ-as postcoloniales, con economÃ-as florecientes basadas en el mercantilismo, con un fuerte sector primario y una población creciente abierta a los flujos migratorios y con sistemas polÃ-ticos liberales, se han transformado, en treinta años en paÃ-ses controlados por las clases medias, el ejercito y la iglesia católica, con unas economÃ-as dependientes del exterior, con escaso margen de maniobra en su polÃ-tica exterior, y con sistemas polÃ-ticos populistas y autoritarios cuando no directamente dictatoriales.

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