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EL FANTASMA EN LA NEUROSIS OBSESIVA
Hay una utilización funcional del fantasma en el neurótico, nos dice Lacan, allí cuando se trata de la satisfacción de su deseo, que tendrá que ver con el intercambio del sujeto con su mundo, en la relación con los otros reales. Pero esta relación está marcada por una pulsión reprimida, por una interdicción (Seminario 6. El deseo y su interpretación). El fantasma articula la relación del sujeto barrado al objeto y es en este objeto, en tanto significante, donde el sujeto podrá sostenerse como resultado de la operación castración, en tanto corte operado desde el significante paterno. El fantasma articula el deseo a la pulsión, estabilizando el deseo. El fantasma tendrá relación con un amplio abanico de manifestaciones, desde el ensueño diurno, hasta el delirio, también el delirio es un objeto del cual agarrarse. Al fantasma nos acercamos por interpretación, y el analista podrá interpretar en tanto forma parte de ese fantasma. En el contexto del análisis, el fantasma es eso que se presenta en los bordes, en los márgenes, eso que es de otra textura, diferente a la que el sujeto viene tejiendo. De pronto algo dice, ese dicho se recorta como distinto, desconectado de todo el sentido anterior. El fantasma es de la dirección de la cura su norte, nos dice Lacan. Freud, en Pegan a un niño ya señala el carácter de fijación, de relato diferente, como “aparte” de lo que el sujeto viene desarrollando y de vergüenza o reticencia para entregarlo al análisis. Se trata de una fantasía, no de un hecho traumático. Y fundamentalmente también señala este carácter de construcción que se realiza en el análisis, de frases que se van sucediendo y articulando. Me parece interesante resaltar que también plantea estas fantasías, de paliza, perversas e infantiles, como el resultado, pero en el sentido de resto, “precipitados” “cicatrices que el proceso deja tras su expiración” del Edipo, es decir que ¿se las podría pensar como marca del recorrido pulsional del sujeto en sus atravesamientos por lo femenino y lo masculino y sus distintos posicionamientos en relación al objeto y al Otro? En ese sentido esas fantasías masoquista y sádica, incestuosas, además de acompañar la satisfacción masturbatoria, podemos pensarlas como una estructura que constituye al sujeto y que será de acuerdo a su destino, que de ello derive un neurótico o un perverso. Y si son un resto de Edipo, la represión y la interdicción han actuado ya allí. Es decir ponen en juego la relación entre la pulsión y el deseo en tanto atravesado este por la prohibición. Escenifican el goce del Otro en relación a un otro semejante, partenaire. Allí el sujeto estaría como voyeur, pulsión escópica en juego. Pero también la escena del sujeto puesto allí en el lugar de objeto, forma pasiva de la operación, en su búsqueda del amor del padre, escena reprimida. En la tercera escena Freud nos dice, ese otro es el propio sujeto, en posición masoquista en relación al padre, se ha agregado la culpa. 1) Un niño es pegado 2) Yo soy pegado por el padre (La que se construye en el análisis, porque estaría radicalmente reprimida). 3) Muchos niños son pegados, que Freud interpreta como el sujeto mismo en posición masoquista. Sigue siendo un modo de vérselas con el deseo del Otro. Lacan plantea en el Seminario 8, en relación al estadio anal un reflejo del fantasma sádico oral: en el fantasma sadomasoquista, dice, hay un sufrimiento esperado del otro. La suspensión del otro imaginario sobre el abismo del sufrimiento es lo que constituye el extremo y el eje de la erotización sadomasoquista. Se instituye en el plano anal el
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partenaire sexual ofrecido a la hiancia del Otro. Lo que constituye el estadio anal como estructura es sádica o sado masoquista, es una pura oblatividad anal El deseo en su plenitud normal se relaciona con aquella teoría sádica de la sexualidad. Miller nos señala que una cosa es el fantasma o fantasías como recorrido y referencias en el análisis, como un modo de ser del sujeto y otra el fantasma fundamental, aquel que se da en el punto limite del análisis, como construcción y “residuo” de ese análisis, nos dice “como residuo de la interpretación del síntoma”, como no alcanzado por el significante y por lo tanto no interpretable. Por eso se trata de un atravesamiento, de un recorrido que permitirá, en el final, un cambio en la posición del sujeto. Se trata de un trabajo de reducción en el análisis, de la profusión fantasmática, a su decantamiento en forma de unas pocas palabras, de una frase simple, donde el yo queda al final. Esta formula última es el fantasma en lo real. Miller nos dice que podría pensarse en relación a la represión primordial, lo reprimido que nunca fue consciente, o como las menciona Freud y tal vez, a las que todo fantasma fundamental podría ser reducido, con las fantasías primordiales: seducción por un adulto, coito entre los padres, castración, fantasías que sostienen una determinada relación de un sujeto con el objeto, que volvamos a decirlo, no está, se trata siempre de lo alucinado. Lacan fue planteando el fantasma en un recorrido: en relación al objeto, vertiente imaginaria, allí todavía el a´ es el otro imaginario, después el a es los distintos objetos de la pulsión, el fantasma como gramática, lo que representaría el plano simbólico, y en tanto lógica el plano real, y como tal imposible. Volvamos al punto de inicio. Se trata de deseo del deseo del Otro, del reconocimiento del Otro, reconocerse en ese campo. Falta en el Otro a nivel del significante y falta que lo constituye como Otro deseante y por lo tanto también barrado. Pero también de un freno al goce del Otro, a quedar como objeto de goce del Otro, devorado, cagado, ojeado. Como modo de vérselas con ese deseo,modo defensivo,el neurótico apela a estrategias distintas:objeto fobígeno, sostenimiento de la insatisfacción, anulación. La histérica está pendiente del Otro deseante, para que el deseo quede allí, suspendido. El obsesivo se retira, no está allí donde de su deseo se trata. Lacan lo dice así, en el seminario 6, comparando ambas modalidades de la neurosis para entenderlo mejor: “El objeto del fantasma en tanto que desemboca sobre ese deseo del Otro, se trata de no aproximarlo demasiado y para esto hay evidentemente, muchas soluciones… el sujeto histérico; en las situaciones que ella trama su función es impedir llegar a término al deseo para quedar ella misma como lo que se juega… La histérica esta ella misma en el juego bajo la forma de lo que al fin de cuentas es la apuesta… El obsesivo tiene una posición diferente… es quedar él fuera del juego. Es su verdadero deseo… El obsesivo es alguien que no está jamás verdaderamente allí en el lugar donde esta en juego algo que podría ser calificado su deseo…volviendo a dejar siempre para mañana su compromiso con el deseo. Esto no quiere decir que esperando ese término no comprometa nada, él hace pruebas”.
Si bien en los inicios recorreremos los síntomas, al mismo tiempo irá presentándose aquello sobre lo que los síntomas se construyen. El síntoma como verdad, pero también su vertiente de goce, lo autoerótico: las fantasías, lo fantasmático. En muchas ocasiones un paciente continúa su análisis pero sólo hasta el punto donde los síntomas, inhibiciones, angustia desbordante, fueron desapareciendo. Es el tramo en que un análisis coincide con lo terapéutico. No siempre es posible que un paciente continúe
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más allá de este recorrido, lo que pone a prueba, muchas veces, la puesta en juego del deseo del analista. Es por el deseo del analista que el paciente va más allá. Deseo del analista que involucra una ética. Se trata de una responsabilidad. Se trata en el analista del pasaje del sujeto supuesto saber al a como resto. Si el sujeto obsesivo, se identifica a ese objeto que es el más degradado, el más despreciado, en lo que hace al armado fantasmático, es en ese mismo lugar donde lo vamos a encontrar. Reconocerse como objeto de su deseo es siempre masoquista nos dice Lacan. “Soy una mierda, soy una mierda” declamaba los otros días un paciente. En el doble sentido de la frase. Ese objeto a la vez tan valioso, desprendimiento narcisista, resignación de un algo, con la esperanza de lograr un todo, aunque eso no sea posible. Demanda en la que queda capturado, por la que esta dispuesto a hacer los más grandes sacrificios, nunca un sacrificio cualquiera. Primero en la carrera, el más, el único, de algo que nunca deseó. Presión que lo angustia, que lo tortura, debe llegar a esa cima, a la cima de esa montaña, que resulta siempre de mierda. Para volver a empezar. Eso si, no se le puede acusar de no perseverancia. Tenaz e insistente en cumplir con lo que el otro en un susurro le solicita, hacedor de su propio vaticinio, porque es él mismo quien ciega el brillo seductor de un deseo que de ningún modo debe presentarse. Muchas veces cuando este lugar tan funesto se le hace intolerable, viene a análisis. Cuando se da cuenta que de todos modos, aunque esté allá, en la cúspide, ha fracasado, y eso no lo tolera. Su máximo ideal, lograr un discurso en el cual los pronombres personales no existan, todo general, todo impersonal, vaciado de toda subjetividad, de todo deseo. Que no se acuse a nadie de nada, el único culpable es él, tan es así, que a veces pareciera que los demás no existen, tan nada pueden llegar a ser, ante ese Otro, que suele llevar faldas, que le exige sin cesar. Simultáneamente la agresividad lo rebasa, a veces, es casi lo único que si hay de él, ahí está, ahí existe. Pero se queda solo. Desalojado de sus propias palabras, habla, pero es como si no estuviera allí. El otro día un paciente para decir que algo no le había gustado y que sentía mucha bronca, dijo: “Es como si se sintiera una especie de sensación desagradable, un cierto fastidio” Pero sufre, en este narcisismo que lo consume, en este aislamiento al que recurre para reparar, repararse de su propia violencia, en este vacío que de pronto lo embarga. En el seminario 8 Lacan nos dice, en el fantasma obsesivo se trata de la Demanda del Otro. El deseo queda bajo la dependencia de esta Demanda. Dice, “ahí esta el punto cero de una aphanisis del deseo”, también “el deseo sufre el eclipse de una contrademanda”, al deseo de expulsar, se opone la demanda de retener, pero además hay que expulsar a determinada hora. Ya Freud en Transmutaciones del la Pulsión, nos muestra el recorrido fantasmático: caca, regalo, eso que hay que dar. Campo de la oblatividad, es ya un fantasma del obsesivo, todo para el otro. El deseo le es arrebatado, se va a la mierda. Esta dialéctica de expulsión-retensión pasa también a la palabra, hay sesiones en que el obsesivo “cierra el culo”. El ritual esta allí para sostener el fantasma, el aislamiento, como los mismos pacientes lo dicen “para rearmarme”. También les da vergüenza hablar de sus rituales, muchas veces tardan en comentarlos, o no los comentan directamente nunca. Los otros días un paciente dijo al entrar: ¿puedo ir al baño? En diez años de tratamiento era la primera vez que solicitaba pasar al baño.
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Después de recostarse en el diván, dijo, “Tuve una de esas reuniones que son para reventar vejigas”…Me olvido de todo. Es como que solo estoy en lo que pasa allí, como si yo y el resto fuéramos uno. De chico también me pasaba, cuando jugaba… encontraba después en el calzoncillo más de una palomita… Una vez estábamos en Mar del Plata, pescando. De repente dicen vamos, vamos. Subimos al auto y alguien dijo: le damos de corrido ¿no?, si sí, dijeron. ¡Una baranda cuando me movía!... Decían debe ser algo del baúl… eso era un tereso atravesado… No pude decir que quería ir al baño, no podía decir que pararan, estaban mis tíos, yo era el hijo de Blanca, tenía que hacerla quedar bien. Hay veces como si traspasara el limite, y después es como sin tope, para adelante… (¡5 horas con “tereso”1 ahí!, si parece traspasar cierto límite) Sigue. El otro día estaba en la quinta juntando unas ramas, ordenando, limpiando, vino Susy a decirme algo y la saque corriendo, quería terminar, estaba concentrado en lo que hacía, me molestó que me interrumpiera, me meto en eso y es como si desapareciera, todo yo soy eso que estoy haciendo. Una vez en una fiesta me subí a una mesa y de pronto estaba con mi sleep color piel, ahí me pasé, fui mas allá, no sabia lo que hacía, sentía que todo lo que me rodeaba era yo. Si no fuera por la mirada de Susy… como diciendo “¿qué estas haciendo?”, recién entonces me di cuenta de lo que hacía. Nunca había hablado de estas cosas, y sobre todo, nunca de esta manera. Lacan plantea el deseo en el obsesivo, como un deseo en forma negativa, deseo de no deseo. Estructura radical del fantasma fundamental, el obsesivo se identifica al objeto excremencial, es esa mierda. Se trata de una imagen. Imágenes ideales a las que debe responder. Puesta en juego de la pulsión escópica. Dice, el obsesivo arma una escena donde el evacuado es él, arroja de si todo el juego de la dialéctica erótica, dando una fachada de dominio. En su anticipación siempre se trata del rechazo. Queda afuera, y ese es su escondite. Un paciente relató las siguientes situaciones en su recorrido respecto a las mujeres: -En los inicios de la adolescencia, le gustaba mucho una chica, lo fascinaba, pero andaba con otra. La primera le dijo, a qué no le das unos besos. El acepta el desafío, realiza la hazaña. Cuando le cuenta que lo había hecho, esta se pone triste, y no la ve nunca más. -Unos años después, siendo más grande, se enamora de una chica que es muy linda, le gusta un montón. Pero la absorbe mucho, le esta encima, tiene miedo que se vaya con otro, la cela. Un buen día le cuenta que él había salido con otra en el tiempo en que ellos se habían separado. Ella se enoja y lo deja. ¿Y por qué le contó?, porque sentía mucha culpa, no podía con eso. Pensó que ella le iba a decir no importa, que bien que lo dijiste, ahora somos mejores. Es su ideal, que cada uno disfrute y el amor por encima de todas las cosas. Después me quedo solo, pensando en ella, soñándola, buscándola por la calle. Le digo que parece muy obediente
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“tereso”, (sorete al revés) es un modo de aludir a la barra fecal, diciendo en forma invertida una palabra que no sería de muy buena educación decir, suelen usarla mucho los chicos. Pero además aquí la pensaría como el masculino de Teresa.
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-Al momento de la consulta, con su esposa habían decidido incluir en las relaciones sexuales un tercero. Desde los inicios los excitaba contarse mutuamente las relaciones sexuales con parejas anteriores. Así comenzaron a pensarlo, como una realización del deseo. La que primero presentó a alguien fue ella, un hombre. En la primera entrevista estaba ansioso, el encuentro no había sido posible, él tenía mucho miedo de que ella lo deje, mucho miedo a perder todo. Siempre pensó que él no era suficiente para una mujer, aunque sabe que no, pero es lo que piensa. Hasta aquí se trata de lo fantasmático, que considero, tiene conexión con el fantasma fundamental, pero que aún no se presenta. Tal vez una paciente que ha traído una o dos frases que la angustian mucho, me permita ilustrarlo un poco más. Se trata de frases fijas, lacónicas, escuetas. Son frases que se le imponen; “que pueda pasar algo” y “lo de Juan”. En algún momento era “que pueda pasar algo con Juan”. Hace algunos meses, como al pasar comentó un pensamiento que no había dicho, se refería al padre “uh!, ahora puede pasar algo”. Ninguna de estas frases tiene que ver con su modo de ser, son absolutamente contrarias y opuestas a su modo de ser. Anticipan la emergencia del deseo, aparece la angustia como señal, el objetivo es desactivar ese deseo. Hay un nodeseo todo el tiempo, porque no se trata de una desaparición del deseo, el deseo esta bajo ese modo de “no-deseo”, siempre al acecho, al borde de perder ese “no”. Alguna vez refirió como fantasía acompañante de la masturbación, “el ser una puta”. Este ser una puta no es algo angustiante, es algo que la excita, que acompaña la satisfacción sexual. Pareciera que en las frases que se le imponen, algo de esto se presenta, pero ahora como acusación. El ser una puta es un modo de ubicar el goce del Otro en relación a ese objeto “a”, “esa mierda” que sería ella misma, pero que en verdad es otra, escena que permite allí la relación de un sujeto escindido a un objeto al que se vinculará de una determinada manera, en una posición masoquista, pero satisfaciendo a su vez la pulsión sádica. Buenos Aires, Agosto de 2009
María Cristina Bacchetta
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