El federalismo importa, pero explica? Un análisis de relaciones multinivel en el caso argentino

El federalismo importa, ¿pero explica? Un análisis de relaciones multinivel en el caso argentino. Lanzini, Erica Consejo Nac. de Inv. Científicas y Té
Author:  Eugenia Cano Ortiz

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El federalismo importa, ¿pero explica? Un análisis de relaciones multinivel en el caso argentino. Lanzini, Erica Consejo Nac. de Inv. Científicas y Técnicas (Argentina) Univ. Nac. del Centro de la Pcia. de Bs.As. Univ. Nac. de San Martín [email protected]

Varetto, Carlos Consejo Nac. de Inv. Científicas y Técnicas (Argentina) Univ. Nac. de San Martín [email protected]

Resumen El retorno a la democracia en las democracias latinoamericanas, y particularmente en la Argentina, se vio envuelto en un doble proceso: ampliación de los derechos políticos y la retirada del Estado. Este último estuvo fuertemente influenciado por las necesidades del flujo financiero internacional e implico entre otros procesos la descentralización administrativa y financiera. Este aspecto es especialmente central a los intereses de nuestro trabajo, concentrado en el contexto federal argentino. Siguiendo a Cox (1999) es posible afirmar que si las instituciones provinciales tienen capacidades de decisión política, administrativa y financiera real, es probable que tanto políticos como electorado otorguen cada vez más importancia al escenario local. Existe una amplia bibliografía orientada a demostrar la territorialización del voto en la política argentina (Cavarozzi 2006, Calvo y Escolar 2005, Leiras 2007). Este trabajo se propone construir un análisis comparado de sistemas políticos subnacionales y su inter-conexión con las coaliciones nacionales. Más concretamente, trataremos de analizar cuál ha sido la capacidad de las unidades provinciales para poder “cerrar sus fronteras” (Gibson, 2005) respecto a las coaliciones nacionales que tratan de participar o influir en los juegos políticos provinciales, durante el periodo 1983/2007. Para ello hemos seleccionado Buenos Aires y Córdoba, dos provincias de carácter central económica y demográficamente; por lo que deberíamos esperar que ambas provincias posean una importante de autonomía política. Sin embargo, creemos que los juegos políticos al interior de los espacios provinciales -sus dimensiones territoriales, partidarias, institucionales y los 1 juegos herestéticos (Riker: 1986)- como su lugar en el juego político nacional, pueden generar modificaciones vitales en la interrelación que se establezca entre las provincias y la nación y la posibilidad de “cerrar las fronteras”.

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El arte de la manipulación de las situaciones para producir desenlaces favorables.

El federalismo importa, ¿pero explica? Un análisis de relaciones multinivel en el caso argentino. Presentación El pasado 30 de octubre la sociedad argentina celebró el haberse cumplido 25 años del retorno a la democracia. La comunidad académica, y en particular los cientistas sociales violentamente acallados durante la larga dictadura militar, festejaron entonces haber alcanzado veinticinco ininterrumpidos años de un desarrollo científico expansivo. El año 1983 significó el inicio de una nueva etapa para la ciencia política argentina que centró su interés, sobre todo, en el estudio del proceso democrático y su consolidación, como así también en una serie de estudios sobre el tipo de régimen político, el funcionamiento de las instituciones democráticas y los actores políticos. Numerosos trabajos fueron desarrollados en torno a determinar aquellos aspectos que favorecen la estabilidad y continuidad de la democracia. Varios de ellos consideraron fuertes asociaciones positivas entre la institucionalización del sistema de partidos y la calidad de la democracia, entendiendo que las “buenas” democracias sólo son posibles cuando los partidos son considerados legítimos por la ciudadanía y los patrones de competencia electoral son estables (Mainwaring y Torcal, 2005; Tommasi et.al., 2006). La evolución más reciente del sistema de partidos en la Argentina, empero, muestra condiciones que merecen nuestra atención: una creciente desnacionalización del sistema partidario viene dándose en forma simultánea a un fuerte proceso de des institucionalización del mismo. Una serie de destacados trabajos como los de Torre (2003), Calvo y Murillo (2004), Gibson (2005), Calvo y Escolar (2005), Leiras (2007), han realizado importantes aportes en pos de comprender estos procesos, en los que una característica que sobresale es la progresiva territorialización de la competencia partidaria. En el contexto de este proceso de descentralización, uno de los campos que ha despertado mayor interés ha sido el estudio de las interacciones que crea el sistema político-electoral entre el nivel nacional y subnacional y las implicancias que esto posee en las configuraciones políticas subnacionales. Estudiar el impacto de las instituciones federales se vuelve clave, entonces, para entender la formación de estructuras de incentivos múltiples que surgen de la coexistencia y vinculaciones entre arenas políticas independientes. El presente trabajo explora esta territorialización procurando determinar su incidencia en la generación de una mayor heterogeneidad de los escenarios de competencia partidaria a partir de un análisis comparado de sistemas políticos sub-nacionales y su inter-conexión con las coaliciones nacionales. Más concretamente, trataremos de analizar cuál ha sido la capacidad de las unidades provinciales para poder “cerrar sus fronteras” (Gibson, 2005) respecto a las coaliciones nacionales que tratan de participar o influir en los juegos políticos provinciales, durante el periodo 1983/2007, partiendo de considerar que los juegos políticos al interior de los espacios provinciales -sus dimensiones territoriales, partidarias, institucionales y los juegos 2 herestéticos (Riker: 1986)- como su lugar en el juego político nacional, pueden generar modificaciones definitorias en la interrelación que se establezca entre las provincias y la nación y por lo tanto de la posibilidad de “cerrar las fronteras”. Entendemos que cada provincia constituye un campo específico de poder donde se actúa en el marco de determinadas reglas de juego, donde participan actores de diversas arenas y se juegan recursos específicos. Siguiendo este razonamiento hemos elegido dos provincias Buenos Aires y Córdoba- que constituyen la primera y la segunda en importancia de la Argentina. Estas provincias son analizadas comparativamente con el objeto de mostrar las similitudes y diferencias en la modalidad de interrelación que establecen con la política nacional y su capacidad para cerrar las fronteras. El trabajo se estructura en cinco partes. En la primera sección discutimos brevemente las contribuciones de la literatura especializada en la materia. La segunda sección desarrolla las principales características de ambos subsistemas políticos provinciales en dos planos: por un lado, se presentan sintéticamente las reglas institucionales que regulan la competencia partidaria y el acceso a los cargos de gobierno; por el otro, se da cuenta de la trayectoria seguida por cada subsistema desde 1983 a la fecha. Seguidamente, en la tercera sección, describimos el comportamiento político territorial al interior de cada unidad subnacional. En la 2

El arte de la manipulación de las situaciones para producir desenlaces favorables.

cuarta sección se analiza en forma comparada las trayectorias electorales de ambas provincias en relación al desempeño nacional, para cargos ejecutivos y legislativos provinciales. En la quinta sección describimos las principales carreras políticas, incluyendo las trayectorias de gobernadores y vice gobernadores de ambas provincias, así como la presencia política de las provincias en los principales cargos nacionales. Finalmente, la última sección presenta las conclusiones a las que arribamos y traza algunas líneas orientadas hacia futuras indagaciones.

SECCION PRIMERA. Aproximaciones teóricas a la territorialización de la política electoral. Como señalan Gibson y Suárez-Cao (2007) la literatura sobre competencia partidaria ofrece escasas herramientas para los estudios de la política subnacional debido a que en la tradición teórica los sistemas de partidos son concebidos y medidos nacionalmente. En su mayoría, la generación de teorías y las conceptualizaciones desarrolladas han sufrido un “sesgo nacional” que se extiende a los índices e indicadores usualmente utilizados. La atención que los académicos han brindado a la competencia partidaria se ha centrado en el nivel nacional de gobierno, casi con exclusividad. En un esfuerzo por superar estas limitaciones, en los últimos años varios académicos han desarrollado definiciones, medidas y argumentos teóricos para explicar la distribución territorial de los partidos y sistemas de partidos. Las presentaciones de Cox (1997), Cox & Knoll (2003), Jones & Mainwaring (2003), Morgensten & Swindle (2005) coinciden en señalar la relación existente entre las decisiones de los votantes, el nivel de gobierno que está a cargo de las políticas de mayor impacto para su bienestar y el nivel de nacionalización de los partidos. Estos autores parten del supuesto según el cual los votantes prestarán más atención y considerarán más relevantes las elecciones para los cargos en el nivel de gobierno en el que se adoptan las políticas que más valoran, y será en ese nivel en el que se concentrarán los candidatos y partidos. Si estas políticas se adoptan en el nivel provincial, entonces éste será el que reciba mayor atención por parte del electorado y los políticos.Esto refuerza la importancia del federalismo para el análisis de los procesos políticos, ya que la división de los Estados en múltiples niveles o jurisdicciones territoriales autónomas permite la formación de intereses en cada nivel y la coordinación de esos intereses por actores políticos; donde la interacción entre arenas diferenciadas de elección genera incentivos adicionales que son tomados en cuenta para el cálculo de las acciones estratégicas (Filipov et al, 2004). Entre los estudios sobre nacionalización de los partidos y sistemas de partidos a los que hacemos referencia, algunos remarcan la interconexión entre federalismo y descentralización a partir del los procesos de descentralización fiscal y administrativa –como los que han caracterizado a la Argentina de las últimas décadas- entendiendo que ellos propenden a una mayor autonomía de las unidades subnacionales y una consecuente pérdida de valor de los cargos políticos nacionales (Chibber & Kollman, 2004; Cox & Knoll, 2003). Según el supuesto mencionado precedentemente, es posible afirmar que en tanto las instituciones provinciales adquieren mayores capacidades de decisión política, administrativa y financiera real, es probable que tanto políticos como electorado otorguen cada vez más importancia al escenario local. Esta explicación centrada en el comportamiento estratégico de electores y políticos, sin embargo, puede resultar incompleta para explicar la profundidad con que los procesos de desnacionalización han calado en los sistemas de partidos de ciertos países como Argentina. Si bien estas aproximaciones teóricas ofrecen clara evidencia sobre los procesos de nacionalización de la competencia partidaria, sus aportes son mucho menores para explicar los presentes procesos de desnacionalización: los mecanismos causales a los que estos autores hacen referencia parecen dirigirse sólo en una dirección –explicar la mayor o menor nacionalización de la competencia partidaria. Un completo tratamiento del fenómeno de desnacionalización debería considerar otros factores, entre ellos los incentivos institucionales que mueven a los actores políticos de unidades subnacionales a cerrar sus fronteras a la política nacional. Como lo expone Gibson (2005), el “control de las fronteras” supone no sólo monopolizar el poder en la arena subnacional sino también controlar las vinculaciones que se establecen con otras arenas políticas territoriales. Las vinculaciones entre las distintas arenas que conforman un sistema territorial nacional son cruciales en la organización del poder en todos los niveles de

organización territorial. En este sentido, podemos coincidir con Leiras (2008: 16), en que existen “motivos fuertes para suponer que la eficacia con la que los partidos políticos resuelvan sus problemas de coordinación e intercambio afecta de modo significativo su capacidad de competir eficazmente en distintas unidades geográficas”. Con nuestro trabajo pretendemos contribuir al entendimiento de los procesos de territorialización de la competencia partidaria en sistemas federales, considerando la combinatoria de incentivos electorales-partidarios e institucionales que contribuyen al establecimiento de distinto tipo de vinculaciones entre las unidades subnacionales y la arena nacional.

SECCION SEGUNDA. Presentación de los casos estudiados: Arreglos institucionales y trayectorias políticas en las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Argentina es un estado federal compuesto por veinticuatro unidades constitucionales federadas: veintitrés de ellas son provincias y la restante una Ciudad Autónoma. De ellas, la provincia de Buenos Aires es la más importante en términos de población y la provincia de Córdoba es la que la secunda, con una importante diferencia entre ambas: mientras que Buenos Aires concentra 13 millones de habitantes, Córdoba está habitado por apenas 3 3 millones . De forma complementaria con las elecciones para cargos ejecutivos y legislativos nacionales, en estas provincias se realizan elecciones para los cargos ejecutivos y legislativos provinciales y municipales. Cada provincia tiene un sistema político propio que combinan reglas y tradiciones político-partidarias particulares. De acuerdo con Calvo y Escolar (2005: 99), “estas tradiciones tienen su origen político en los diferentes contextos de provincialización de cada territorio así como en la capacidad de los distintos actores políticos que controlaron las reformas institucionales subsiguientes”. En lo que sigue presentamos sintéticamente las particularidades del sistema electoral y las trayectorias político-partidarias de las dos provincias objeto de nuestro estudio. La provincia de Buenos Aires. El sistema electoral de la provincia está compuesto por tres distintas arenas: el Ejecutivo, las Cámaras Legislativas y las Intendencias. La elección del Poder Ejecutivo Provincial se realiza de manera directa a simple pluralidad de sufragios, teniendo cada uno de los miembros la posibilidad de un nuevo período en el mismo cargo. El Poder Legislativo se conforma de dos cámaras, una con noventa y dos (92) diputados y otra con cuarenta y seis (46) senadores. Ambas cámaras tienen la misma base territorial y demográfica, conformando un bicameralismo congruente y simétrico (Malamud, 2004). Para las elecciones legislativas, la provincia se divide en ocho secciones electorales plurinominales y se aplica una fórmula de representación 4 proporcional . Los 134 Municipios en los que se encuentra dividida administrativamente la provincia eligen de manera directa su Jefe comunal y por representación proporcional sus cuerpos deliberativos. La conformación de las secciones electorales para la elección de cargos legislativos provinciales responde a la distribución de población de principios del siglo XX, sólo con leves 5 modificaciones posteriores . Esta distribución no se adecua a los cambios en la distribución de

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La Argentina es una federación con una fuerte desproporcionalidad en términos de cantidad de habitantes. La Provincia de Buenos Aires concentra alrededor del 40% del total de la población del país, otros cuatro distritos – Córdoba, Santa Fe, la Ciudad Autónoma y Mendoza- concentran conjuntamente un porcentaje similar, en tanto que las 19 provincias restantes se reparten el 20% restante. 4 La Primera Sección elige ocho (8) senadores y quince (15) diputados; la Segunda Sección, cinco (5) senadores y once (11) diputados; la Tercera Sección, nueve (9) senadores y dieciocho (18) diputados; la Cuarta Sección, siete (7) senadores y catorce (14) diputados; la Quinta Sección, cinco (5) senadores y once (11) diputados; la Sexta Sección, seis (6) senadores y once (11) diputados.; la Séptima Sección, tres (3) senadores y seis (6) diputados; la Octava Sección, tres (3) senadores y seis (6) diputados. 5 La Constitución de 1934 y la Ley 4316 del año siguiente determinaron las características de las secciones electorales y asignaron los escaños en función de los datos del Censo de población de 1914. Bajo el primer peronismo se sanciona una nueva ley electoral (nº 5109 de 1946) que no altera en nada lo existente. Más adelante se realizan modificaciones en la cantidad de bancas correspondientes a cada sección con la Ley 6698 de 1960, en la que se toma

la población sucedidos a posterioridad y que han significado una concentración de alrededor del 60% de los bonaerenses –lo que significa casi el 25% del electorado nacional- en un cordón emplazado alrededor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –capital del país- al que se lo ha denominado “conurbano bonaerense”. Como se observa en el cuadro siguiente, esta forma de distritar la Provincia sobrerepresenta las secciones del interior provincial en detrimento de las del Conurbano. Cuadro Nº1: Distribución y proporcionalidad de las bancas de la Cámara de Diputados bonaerense (actual y corregida al padrón 2007). Padrón Sección electoral 2007 (A) 1°

3.442.054

% del Padrón provincial (B) 34,23

Cantidad de Diputados (C) 15

% del total Votantes por Cantidad de de la Diferencia cada diputado bancas según Cámara (F-C) (A/C) Padrón 2007 (F) (D) 16,30 229.470 31 +16



500.334

4,98

11

11,96

45.485

5

-6



3.459.439

34,40

18

19,57

192.191

32

+14



452.515

4,50

14

15,22

32.323

4

-10



974.550

9,69

11

11,96

88.595

9

-2



550.672

5,48

11

11,96

50.061

5

-6



234.362

2,33

6

6,52

39.060

2

-4



441.990

4,40

6

6,52

73.665

4

-2

100

92

100

109.303

92

0

TOTAL 10.055.916

Fuente: Lanzini-Rotman (2007) en base a datos de la Dirección Nacional Electoral; Malamud (2004) y Escolar, Minvielle y Castro (2004)

Condiciones similares se presentan en la asignación de bancas de la Cámara de Senadores bonaerense, donde la cantidad de bancas por sección es la mitad de los diputados, salvo en aquellas que por tratarse de números impares se altera un poco este principio. A esta situación de malapportionment se suman los efectos de las reglas electorales utilizadas para transformar los votos en bancas. Desde 1946 se utiliza en la provincia una 6 alteración a la fórmula Hare que distorsiona el principio de representación proporcional, beneficiando a la/s fuerza/s mayoritaria/s y fijando en los hechos una barrera electoral muy alta. El resultado de la combinación de un sistema desproporcional y la alteración de la fórmula electoral ha sido la presencia de sesgos mayoritarios –potenciado en el Senado por las magnitudes de distrito más pequeñas- y sesgos partidarios que, como se verá más adelante, han favorecido a la Unión Cívica Radical (UCR) –con fuerte presencia en el interior provincialen detrimento de terceras fuerzas con base en el conurbano. Al analizar la trayectoria político-electoral seguida por la provincia, desde 1983 a la fecha, es posible caracterizar al sistema político resultante como un sistema de partido dominante, donde el Partido Justicialista (PJ) se consolida como fuerza predominante en las tres arenas políticas. En las elecciones de Gobernador, el PJ ha alcanzado seis de los siete mandatos disputados. Sólo en 1983 logra obtener el triunfo una fórmula no peronista, la UCR, en gran medida como arrastre del triunfo presidencial de Alfonsín. A partir de 1987, el Justicialismo triunfó en todas las elecciones para la gobernación –aún cuando perdiera en la elección

como parámetro las cifras del Censo de población de 1947, pero no se modifican ni la cantidad ni el alcance territorial de las secciones. (Escolar, Minvielle y Castro, 2004; Malamud, 2004) 6 Como es sabido la fórmula Hare calcula el cociente electoral dividiendo la cantidad de votos positivos totales sobre la cantidad de cargos a repartir, para luego dividir la cantidad de votos obtenidos por cada lista sobre el cociente electoral, quedando como resultado la cantidad de bancas que se lleva cada partido en un principio. En la provincia de Buenos Aires, esta fórmula sufre dos alteraciones. La primera consiste en sólo considerar los partidos que alcanzaron un número entero en la división de sus votos por el cociente electoral para la asignación de bancas restantes, donde se asigna una banca a cada partido en función del resto de manera decreciente. La segunda alteración consiste en que, de quedar aún bancas para asignar, todas son otorgadas al partido que obtuvo mayor cantidad de votos.

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presidencial, como en 1999 - dando forma a una configuración de partido hegemónico en la provincia. Otra característica del sistema de partidos bonaerense es la presencia de terceras fuerzas que logran una importante inserción en las zonas urbanas, especialmente en el conurbano. Gráfico N°1: Elecciones a Gobernador bonaerense. 1983-2007. PJ

% 0 6

UCR

3era./ 2da. fuerza

% 0 4

% 0 2

% 0 1983

1987

1991

1995

1999

2003

2007

*Para 1999 se aplica a la categoría UCR los votos de la “Alianza por el Trabajo, la Justicia, y la Educación” conformada por este partido y el FrePaSo. Fuente: Lanzini-Rotman (2008) en base a datos de la Dirección Nacional Electoral.

En el gráfico 1 puede percibirse cómo el Justicialismo tiene un elevado piso de 39.7% en 1983 y una vez superada esta derrota nunca obtiene menos del 42% de los sufragios, siendo la media de sus resultados desde 1983 en esta categoría 47.01%. La regularidad de la base electoral justicialista contrasta con las performances de los otros partidos. En el gráfico 2 puede observarse cómo, excepto para el año 1995, el incremento de la 8 competencia partidaria para el Ejecutivo provincial ha sido simultáneo a la consolidación del PJ en la provincia, lo que nos permite señalar que el espacio no peronista se encuentra cada vez más fragmentado.

Gráfico N°2: Número Efectivo de Partidos (NEP) y Votos obtenidos por el PJ, Categoría Gobernador. Buenos Aires. 1983-2007 60%

5 4

40%

3 2

20%

1 0%

0 1983

1987

1991 Votos PJ

1995

1999

2003

2007

NEP Gobernador

*Para el cálculo del NEP en el año 1999 se han considerado conjuntamente los votos recibidos por el candidato del PJ aportados por el propio PJ, la UCeDe y Acción por la República. Fuente: Elaboración propia en base a Escolar y Calvo (2005) y Dirección Nacional Electoral

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Conviene aclarar aquí que, en esa elección, el candidato a gobernador por el PJ resultó victorioso como gracias al aporte de votos de la UCeDe y Acción por la República. Los niveles de fragmentación del sistema de partidos, también conocidos como niveles de competencia partidaria, son medidos a través del “Número Efectivo de Partidos” desarrollado por Laakso y Taagepera (1979) 8

Esta situación parece tener una influencia directa en la complejización de la conformación de coaliciones nacionales. Por un lado, cualquier coalición nacional que pretenda contar con el apoyo del electorado bonaerense no puede dejar de considerar el peso del justicialismo bonaerense. Para las coaliciones no peronistas, esto se vuelve aún más complejo, no sólo por la demostrada imposibilidad de obtener el recurso clave del ejecutivo provincial, sino además, por su clara incapacidad para constituirse en fuerza opositora en este espacio territorial El conurbano bonaerense, donde los intendentes adquieren un significativo peso político, consolidándose como líderes indiscutidos –siendo reelectos, en algunos casos, en cada una de las elecciones que se han disputado- constituye la base sobre la que se sustenta el poderío del justicialismo bonaerense. La constitución de supremacías locales se ha conformado como la característica más distintiva de la región. De los 24 municipios que componen el Conurbano, en 16 de ellos –que representan nada menos que el 40% del electorado provincial- el PJ ha ganado en todas o todas menos una elecciones a Ejecutivo municipal. Esta situación otorga a la provincia una geografía política muy particular. Si bien hay poderosos aglomerados territoriales, ninguno es en sí mismo una capital o un centro. Esto no sólo se debe a la falta de supremacía de algunos de estos territorios sobre los demás, sino que ellos mismos miran en otra dirección. Funcionan más como el complemento de la Capital Federal que como multiplicidad de capitales, o redes territoriales. Esto conlleva dos cuestiones: una, que el centro administrativo por excelencia, la capital provincial, quede desdibujada en importancia relativa para el grueso de la población, orientado hacia la Ciudad de Buenos Aires; la otra, la existencia de múltiples líderes locales con peso político propio limita la preeminencia de alguno de ellos en la carrera por el ejecutivo provincial. Ello explica, en cierta medida, por qué sólo uno de los 7 gobernadores electos desde 1983 haya salido del conurbano. A la complejidad que presenta este escenario debemos sumar la particular lógica con que funciona la legislatura provincial. La inadecuación de la magnitud de distrito –las 8 secciones electorales en que se divide la provincia- al importante crecimiento de la población en el Conurbano bonaerense –que comprenden las secciones Primera y Tercera- genera una sobrerrepresentación de los partidos con presencia más marcada en las zonas menos pobladas y un déficit de presencia legislativa de las organizaciones partidarias con bastiones en el conurbano. Exactamente el mismo fenómeno se repite en la conformación de la Cámara de Senadores provincial. En este sentido, mientras el Partido Justicialista ha incrementado constantemente su 9 representación en el legislativo bonaerense , las terceras fuerzas que han mostrado algún éxito en su desempeño sobretodo en el Conurbano bonaerense difícilmente han conseguido bancas; y el radicalismo, gracias a los bastiones que conserva en el interior de la provincia, mantiene una importante cantidad de escaños en ambas cámaras. Si se observa el número de partidos que efectivamente consiguen bancas en la legislatura bonaerense puede pensarse en una estructura de sistema de tipo bipartidista con el PJ y la UCR como únicos disputantes. Sin embargo, como muestra la gráfica 3, el número de partidos que efectivamente compiten por esos escaños dejan ver la creciente fragmentación del sistema partidario.

9 Esta performance del justicialismo ha tenido como centro aquellas secciones electorales donde su supremacía es indiscutida, las más subrepresentadas -Primera y Tercera- al tiempo que ha logrado posicionarse en las secciones electorales del interior bonaerense, sobre todo en las secciones más sobrerepresentadas. Concretamente, en las secciones 4ta., 2da. y 6ta., los escaños del justicialismo se han duplicado entre 1983 y 2007.

Gráfico N°3: Número Efectivo de Partidos, por votos y bancas, Categoría Diputados y Senadores Provinciales. Buenos Aires. 1983-2007 7 6 5 4 3 2 1 0 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 NEP Diputados (voto s )

NEP Diputado s (bancas)

NEP Senado res (voto s )

NEP Senadores (bancas )

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As.

Estas restricciones en el acceso a la legislatura se vinculan, además, con las particularidades de la fórmula electoral utilizada para la asignación de escaños, descripta más arriba. El sesgo mayoritario de las reglas electorales ha permitido que, desde 1983 a la fecha, el PJ y la UCR hayan alcanzado 34 escaños en la Cámara de Diputados y 24 en la de Senadores por la asignación de bancas a la fuerza con más votos. Premio que, desde 2001, ha sido exclusivamente del peronismo, ya sea como PJ o Frente para la Victoria, que ha obtenido 23 diputados y 15 senadores “sin votos”. Sin dudas, la legislatura provincial se constituye en un espacio de anclaje para las fuerzas que disputan espacios de poder en el escenario bonaerense con impacto en la conformación de coaliciones nacionales. Los efectos de las reglas electorales que, por un lado, restringen el acceso a nuevas fuerzas políticas, y por el otro, garantizan a las fuerzas políticas tradicionales el PJ y la UCR- mantener sus posiciones en este ámbito, convierten a la legislatura en un terreno de disputa relativamente autónomo. Lo hasta aquí expuesto, nos permite comenzar a visualizar por qué las disputas políticas en la provincia no son únicamente provinciales, sino de fuertes agentes locales, actores nacionalizados y una lógica de juego que atiende a la importancia que tiene para el poder nacional, tener el control de la provincia de Buenos Aires. La provincia de Córdoba. La provincia de Córdoba ha conocido dos reformas electorales en el actual periodo democrático (1987 y 2001), por lo tanto desde entonces han existido tres grupos de reglas institucionales diferentes bajo las cuales se eligió autoridades. En todos los casos se han contemplado las elecciones en tres arenas: Ejecutivo provincial, Legislativo provincial y Ejecutivo municipal. Los cargos ejecutivos han sido los menos afectados por las reformas. Tanto a nivel provincial como municipal se ha contemplado la mayoría simple para su obtención. Los cargos municipales contemplan la re-elección indefinida, mientras que para el ejecutivo provincial desde la reforma de 1987 se prevé la posibilidad dos gobiernos consecutivos, y un descanso de un periodo. Debe tenerse en cuenta que en el caso de la provincia de Córdoba, a diferencia de la provincia de Buenos Aires, las municipalidades y comunas están delimitadas por el ejido urbano: “Toda población con asentamiento estable de más de dos mil habitantes, se considera Municipio” (Artículo 181 de la Constitución Provincial). Actualmente la provincia reconoce la existencia de 427 municipios. 10 En el caso del poder legislativo han existido variantes importantes . La Constitución de 1923 había establecido que la Cámara de Diputados se compondría de 36 miembros, electos 10

Para la presentación de esta trayectoria nos basamos en Zovato (2008)

directamente en distrito único, con dos tercios de votos para la mayoría y el tercio restante para las minorías. En relación al Senado, sus integrantes eran electos en forma directa por el electorado de los Departamentos. La provincia se encuentra dividida en 26 departamentos creados por la legislatura provincial, que incluyen en general más de un municipio y poseen dimensiones muy dispares como se puede observar a través del Cuadro Nº 2. Los departamentos cuya población no excediera de 60.000 habitantes elegirían un senador a través de un sistema de circunscripción y voto uninominal; los que tuvieran entre 60.000 y 100.000 habitantes elegirían dos senadores por sistema de lista completa; y los departamentos de más de 100.000 habitantes, 3 Senadores por lista incompleta (2 para la mayoría y el restante para la primera minoría). Este sistema era marcadamente desproporcional tanto en la cámara de Diputados como la de Senadores en lo que respecta a la representación partidaria como a la territorial.

Cuadro Nº 2: Dimensiones de los departamentos

Fuente: Adaptado de: Cicioni, A y Sapochnik, T. en base a datos del censo 2001, INDEC y constitución de la provincia de Córdoba. Citado en: Zovato (2008:61)

La reforma constitucional de 1987 modificó el sistema electoral de la siguiente forma: la Cámara de Diputados aumentó su número de 36 a 66 legisladores electos directamente en distrito único. En este sistema se garantizaba al partido que obtuviera la mayor cantidad de votos, 36 bancas. De las 30 bancas restantes, 20 correspondían a la segunda fuerza, 5 a la tercera, 3 a la cuarta y 2 a la quinta. Además, existía una barrera legal del 2%, lo que dificultaba el acceso del cuarto y quinto partido. Cuando estos partidos no alcanzaban el porcentaje requerido, se distribuían las bancas entre los otros partidos de la minoría.

En el Senado mantuvo el sistema de elección en forma directa por los departamentos, pero en base a nuevos criterios poblacionales: un senador para los departamentos que no excedieran los 60.000 habitantes, dos para los que tuvieran entre 60.000 y 100.000 habitantes, que correspondían al partido ganador; seis senadores para los que tenían entre 100.000 y 300.000 habitantes, correspondiendo 3 a la mayoría, 2 al primera minoría y 1 para el tercero; y ocho senadores para los departamentos con una población superior a los 300.000 habitantes, de los cuales se atribuían 4 a la mayoría, 3 al partido segundo y 1 al tercero. Aunque este sistema posibilitó incorporar mayor cantidad de partidos políticos a la representación legislativa, continuó teniendo un marcado sesgo para el ganador, y una importante distorsión territorial La reforma constitucional del año 2001 volvió a modificar la normativa sobre el Poder Legislativo, al reducir el número de legisladores a 70, correspondientes a una Legislatura unicameral. Estableció un sistema mixto segmentado por el cual la Legislatura se integra de 26 Legisladores elegidos directamente por el pueblo a simple pluralidad de sufragios y a razón de uno por cada uno de los Departamentos y por 44 Legisladores elegidos directa y proporcionalmente según el sistema D´Hondt, tomando a la Provincia como distrito único. El sistema electoral vigente presenta una menor desproporcionalidad que los dos sistemas anteriores y una mayor y mejor representación de los partidos políticos en la Legislatura Unicameral, sobre todo de los partidos minoritarios, al no existir la barrera del 2%; y además, permite una doble representación, tanto poblacional como territorial en el marco de una legislatura unicameral. Pero sigue existiendo una marcada desproporcionalidad, ya que en su diseño no hay compensación entre el componente de representación proporcional con el componente de representación mayoritario. En segundo lugar, la eliminación del Senado ha producido una disminución de la representación poblacional en la legislatura. A continuación presentamos un cuadro demostrativo de la desproporcionalidad territorial que generaron los distintos sistemas electorales con vigencia en Córdoba durante el actual periodo democrático. Se tienen en cuenta el número de senadores, y a partir de 2001 los legisladores elegidos por distrito uninominal. Cuadro Nº 3: Proporcionalidad territorial Departamento Calamuchita Capital Colón Cruz del Eje General Roca General San Martín

Censo 1991 Censo 2001 1983 - 1987 1987-2001 2001-2007 % poblacion % poblacion % representacion % representacion dif % representacion 1,40% 1,48% 2,27% 1,49% -0,78% 4,17% 42,63% 41,89% 6,82% 11,94% 5,12% 4,17% 4,53% 5,58% 6,82% 8,96% 2,14% 4,17% 1,76% 1,70% 2,27% 1,49% -0,78% 4,17% 1,19% 1,09% 2,27% 1,49% -0,78% 4,17%

dif 2,67% -7,77% -4,79% 2,67% 2,67%

Ischilín

3,80% 1,02%

3,79% 0,98%

6,82% 2,27%

8,96% 2,14% 1,49% -0,78%

4,17% -4,79% 4,17% 2,67%

Juárez Celman

1,86%

1,80%

2,27%

1,49% -0,78%

4,17% 2,67%

Marcos Juárez

3,53% 0,17% 0,18% 1,25% 4,38% 7,87% 1,35% 0,38% 3,05% 0,91% 1,54% 6,39% 2,51% 0,15%

3,25% 0,16% 0,17% 1,13% 5,06% 7,49% 1,38% 0,41% 3,12% 1,06% 1,60% 6,20% 2,81% 0,15%

4,55% 2,27% 2,27% 2,27% 6,82% 6,82% 2,27% 2,27% 4,55% 2,27% 2,27% 6,82% 4,55% 2,27%

2,99% 1,49% 1,49% 1,49% 8,96% 8,96% 1,49% 1,49% 2,99% 1,49% 1,49% 8,96% 2,99% 1,49%

-1,56% -0,78% -0,78% -0,78% 2,14% 2,14% -0,78% -0,78% -1,56% -0,78% -0,78% 2,14% -1,56% -0,78%

4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17% 4,17%

1,18% 2,67% 2,67% 2,67% -4,79% -4,79% 2,67% 2,67% 1,18% 2,67% 2,67% -4,79% 1,18% 2,67%

3,75% 0,50% 0,41% 3,48%

3,50% 0,54% 0,40% 3,27%

6,82% 2,27% 2,27% 4,55%

8,96% 1,49% 1,49% 2,99%

2,14% -0,78% -0,78% -1,56%

4,17% 4,17% 4,17% 4,17%

-4,79% 2,67% 2,67% 1,18%

Minas Pocho Sáenz Peña Punilla Río Cuarto Río Primero Río Seco Río Segundo San Alberto San Javier San Justo Santa María Sobremonte Tercero Arriba Totoral Tulumba Unión

Fuente: Elaboración propia con datos de Censos de Población 1991 y 2001 (INDEC) y Constitución Provincial

En primer término se puede observar la esperable desproporcionalidad entre la cantidad de habitantes y el porcentaje de representación. Lógica pues en general las cámaras de senadores fueron creadas para preservar el poder de los distritos menos poblados, siendo

especialmente alta la desproporción de la capital provincial. Se puede observar, además, que las modificaciones de regímenes electorales afectaron la participación de cada departamento en la cámara generando diferentes balances. La modificación de régimen que tuvo lugar en 1987 generó mejores condiciones en la cámara para los distritos de mayor población. En cambio, la reforma de 2001 ha generado una mayor representación para los distritos menos poblados dentro del componente territorial (legisladores por distritito único) aunque disminuyo la importancia de este componente en la legislatura. Esta composición de reglas electorales genera que la capital provincial tenga un peso central en la definición de la categoría ejecutiva y diputaciones (actualmente legisladores por distrito único) y los departamentos del interior tengan un gran poder para la conformación de la cámara legislativa en su aspecto de senadores (actualmente legisladores por distrito uninominal). Asimismo, la distribución geográfica de la población nos hace presuponer que la ciudad de Córdoba tiene fuerza de carácter metropolitano frente al resto, económica y simbólicamente. Solo alguna ciudad referente de ciertos departamentos cobra relevancia, especialmente Rio Cuarto y luego Villa María, Rio Tercero, Carlos Paz, San Francisco, Bell Ville, Jesús María. No parece casual en este marco que todos los gobernadores hayan pertenecido a la sección capital, y que de los vice gobernadores sólo 1 de 6 no haya sido de Capital, Edgardo Grosso proveniente de Juárez Celman. La provincia de Córdoba está marcada por una trayectoria de carácter bipartidista, donde los actores principales han sido hasta 2003 la UCR y el PJ. Sólo a partir de allí surgió una nueva fuerza capaz de ocasionar la desconcentración de las preferencias entre estos dos partidos: el Partido Nuevo. En términos generales esta provincia ha seguido una trayectoria de realineamiento desde la UCR hacia el PJ y actualmente parece estar orientándose a un escenario multipartidario. Como podemos observar, la concentración de votantes entre dos opciones ha sido superior al 85 % en todas las elecciones excepto en la de 2007, lo que a nuestro entender implica una competencia de matiz bipartidista. Gráfico N°4: Concentración bipartidaria en Córdoba

100 95 90 85 80 75 70 65 60

95

91,8

88,3

89,9

87,2

89

73,22

1983

1987

1991

1995

1999

2003

2007

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba

Esta tendencia bipartidista y de actual multipartidismo del sistema de partidos cordobés también es observable mediante la tendencia del número efectivo de partidos por cada elección a gobernador en el mismo periodo, como consta en la Tabla Nº 1 Tabla Nº 1: Número Efectivo de Partidos, Categoría Gobernador, Córdoba. 1983-2007

1983

1987

1991

1995

1998

2003

2007

2,15

2,28

2,45

2,58

2,60

2,44

3,146

Fuente: Escolar y Calvo (2005) y elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba

Como anticipáramos, este bipartidismo, ha seguido una trayectoria de realineamiento. Esto se debe a que la UCR, que fuera el partido triunfante desde 1983 hasta 1995, cayó en las elecciones de 1999 ante el PJ, partido que a partir de entonces ha dominado la escena electoral. Esta trayectoria, ha tenido su reflejo en el panorama de las trayectorias políticas municipales de la provincia. Hasta 1999, el radicalismo dominaba mayoritariamente los municipios; desde 1999 esta relación se ha invertido a favor del PJ. Observemos la siguiente gráfica (Nº 5) que muestra la distribución intertemporal de los municipios de la provincia: Gráfico Nº 5: Distribución histórica de municipios según partido político gobernante. 1983-2007 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1983

1987

1991

1995

1999

2003

Municipios PJ

Municipios UCR

Municipios vecinales

Municipios Otras Fuerzas

2007

Fuente: Elaboración propia en base a datos del informe de Agenda federal de Jefatura de Gabinete de la Nación (Responsable: Horacio Cao), Dirección Nacional Electoral y Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba.

Si bien, hasta las elecciones a gobernador del año 2003 la disputa fue PJ-UCR, a partir de las legislativas nacionales de ese mismo año, entró en escena el Partido Nuevo, liderado por un ex-justicialista acompañado de algunos disidentes de la UCR, algunos extra-partidarios y personalidades no identificadas con el ámbito de la política partidaria. El Partido Nuevo obtuvo en el año 2003 la intendencia de la capital cordobesa y fue la segunda fuerza electoral en las elecciones legislativas nacionales de ese mismo año como así también en las de 2005. Esto es posible verificarlo en el crecimiento de “otras fuerzas”. Pero además, hay que tener en cuenta que algunas intendencias radicales son aliados del Partido Nuevo.

SECCION TERCERA. Territorialización política intra-provincial. Una descripción del comportamiento político partidario al interior de cada escenario provincial Como resultado de la combinación de las reglas electorales y la distribución del electorado al interior de cada provincia –con marcada concentración en el conurbano bonaerense, en un caso, y en la capital cordobesa, en el otro- un análisis más completo del comportamiento político-partidario y electoral provincial no puede eludir la tarea de mirar qué sucede al interior de la provincia. En este sentido, a continuación presentamos un análisis desagregado de dichos comportamientos. En el caso de la Provincia de Buenos Aires, la evolución electoral partidaria intra-provincial no difiere del total provincial. Así, mientras que en 1983 del total de intendentes electos el 73% eran radicales y el 23% peronistas, para 1995 esta ecuación ya se había invertido obteniendo el PJ el 68% de las Intendencias y la UCR sólo el 28%. Esta tendencia se pronunciaría en cada elección subsiguiente –con excepción de la elección de 1999 donde la alianza UCR-FREPASO alcanzó el triunfo en el 50% de los municipios, mientras el PJ sólo lo hizo en el 43% de ellos.

Asimismo, la fragmentación del sistema partidario también se vislumbra en la distribución de Intendencias entre un número cada vez mayor de fuerzas políticas. En 2007, la distribución de Intendencias quedó conformada como sigue: 36 intendentes responden al FpV, 26 al PJ y 20 al Partido de la Victoria; 20 a la UCR, 7 a la Coalición Cívica y 12 a Concertaciones Vecinalistas resultantes del acuerdo entre candidatos radicales al ejecutivo municipal que completaron listas con candidatos del FpV a nivel provincial y nacional –los llamados “Radicales K”-; 8 a partidos vecinales y las 5 restantes a otras fuerzas provinciales y/o nacionales. Ahora bien, si consideramos al FpV, al PJ y al Partido de la Victoria como un único bloque peronista, y a la UCR, la Coalición Cívica y los Radicales K como conformando un bloque noperonista en el interior bonaerense, podemos pensar en una trayectoria electoral partidaria desde 1983 a la fecha como la que se grafica a continuación. Gráfico Nº 6: Distribución histórica de municipios según partido político gobernante. 1983-2007 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1983

1987

1991 pj

ucr

1995 otros

1999

2003

2007

vecinal

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As.

Como puede apreciarse, la tendencia claramente muestra la consolidación del peronismo como fuerza política dominante y un claro retroceso del radicalismo como fuerza opositora simultáneamente con un leve pero sostenido crecimiento de partidos vecinales y, sobre todo, de terceras fuerzas nacionales o provinciales que logran ir posicionándose en distintos municipios. Más allá de esta evolución general, la geografía política de la provincia muestra dos realidades completamente diferentes. La desigual distribución de cantidad de electores entre el 11 Conurbano y el Interior provincial ha implicado que la mayor lucha partidaria se diera en el Área metropolitana, que concentra algo más del 60% de los electores hábiles de la provincia y 12 aproximadamente el 30% del total de electores del país . En la disputa por el control del conurbano, el Justicialismo claramente ha resultado victorioso. La conformación de hegemonías municipales de cuño peronista se ha constituido en la característica distintiva de esta región. De los 24 municipios que componen el Conurbano, en 16 de ellos –que representan nada menos que el 40% del electorado provincial- el PJ ha ganado en todas o todas menos una elecciones a Ejecutivo municipal. En el interior bonaerense, la proporción de municipios con predominancia del PJ es proporcionalmente menor, pero aún así, mantiene su supremacía en casi el doble de municipios que la UCR. El PJ se ha consolidado como fuerza predominante en 13 municipios del interior bonaerense que 11

El Conurbano bonaerense nuclea 6 millones de electores, superando a la cantidad de votantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Córdoba (los dos distritos que le siguen en cantidad de electores) juntas. El interior bonaerense, por su parte, concentra unos 4 millones de electores. 12 La concentración demográfica en el conurbano bonaerense es tal que, algunos de los municipios que lo conforman poseen más cantidad de electores que varias provincias argentinas. Así, por ejemplo, en el municipio de La Matanza viven más electores que en la mitad de las provincias, concentrando más personas que en las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz, La Rioja y La Pampa juntas.

alcanzan el 3,5% del electorado provincial en tanto que la UCR predomina en sólo 7 que representan el 1,75% del electorado, lo que sumado a los dos municipios del conurbano en los que mantiene su predominio le aseguran esta situación en territorios que significan el 6,5% de los votos de la provincia. En la Tabla N° 2 puede apreciarse la variación en el porcentaje de Intendencias conseguida por los principales partidos políticos entre 1983 y 2007, en el conurbano y en el interior bonaerense Tabla Nº 2: Diferencia Porcentual de Intendencias por Partido Político, 1983-2007

1983 52,63% 17,92%

PJ Conurbano PJ Interior VECINAL Conurbano VECINAL Interior UCR Conurbano UCR Interior Otros Conurbano Otros Interior

0,94% 47,37% 77,36% 0,00% 3,77%

2007 79,17% 57,27% 4,17% 6,36% 12,50% 32,73% 4,17% 3,64%

Dif. 26,54% 39,35% 4,17% 5,42% -34,87% -44,63% 4,17% -0,14%

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As.

Como puede observarse, el Justicialismo ha ido consolidándose progresivamente como partido predominante en toda la provincia, pero sobre todo en el interior, donde la pérdida de municipios por el Radicalismo ha sido mayor que en el conurbano. Por otro lado, mientras que en el Conurbano, el porcentaje de intendencias perdidas por el radicalismo se ha distribuido entre el PJ, partidos vecinales y otras fuerzas nacionales y/o provinciales –nótese que éstas dos últimas no tienen presencia alguna en el conurbano en 1983 y llegan a controlar alrededor del 10% de los municipios de esa región para 2007-, en el interior las fuerzas nacionales y/o provinciales que no confluyeron con el PJ o la UCR, perdieron la escasa presencia que tenían en 1983, situación que puede graficarse de la siguiente manera: Gráfico Nº 7: Distribución histórica de municipios según partido político gobernante, por región. 1983-2007 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1983

1987

1991

PJ C onurbano V EC INA L C onurbano UC R C onurbano Otros C onurbano

1995

1999

2003

2007

PJ Interior V ECINA L Interior UC R Interior Otros Interior

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As.

De acuerdo con esta presentación gráfica, las trayectorias seguidas por el PJ y la UCR en el Conurbano y el Interior son prácticamente simétricas, radicando la diferencia en el

porcentaje de municipios que ambos partidos controlaban en 1983. En ese momento, en el conurbano se repartían la cantidad de intendencias en partes iguales, mientras que en le interior la UCR controlaba cuatro veces la cantidad de municipios que el PJ. Hoy la situación no sólo se ha invertido sino que esta inversión se ha visto incrementada: en el conurbano, el PJ controla un número de intendencias equivalente a ocho veces las que controla el radicalismo, y en el interior, que en 2003 repartía en partes casi iguales las intendencias entre ambos, para 2007 el PJ contralaba 1,5 veces el número de intendencias radicales. Un abordaje analítico desagregado de la provincia de Córdoba a partir del registro del comportamiento del electorado en los 26 distritos (equivalentes a departamentos) que la componen arroja varias apreciaciones. En primer lugar, si se analiza la trayectoria conjunta de las dos fuerzas políticas tradicionales, es posible observar que existe un nivel de dispersión importante en el territorio cordobés, lo cual se ilustra en el siguiente gráfico (Nº 8) donde se encuentra la distribución geográfica del valor promedio obtenido por ambas fuerzas partidarias en conjunto durante el periodo 1983-2007. Ubicamos dicho promedio en orden ascendente. Gráfico Nº 8: Promedio de concentración de UCR y PJ a través los departamentos provinciales. Categoría gobernación

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y publicaciones del periódico “La Voz del Interior”

Si observamos atentamente, los departamentos que se encuentran por debajo del 85% promedio (medida que habíamos pautado como mínimo de concentración bipartidista) son la mayor parte de aquellos que poseen mayor densidad de habitantes y que albergan ciudades de gran tamaño y dinámica. Estos son: Capital (Córdoba y Gran Córdoba), Tercero Arriba (Río Tercero, Oliva), Colón (Jesús María, Río Ceballos), Punilla (Carlos Paz, Cosquín) y General San Martín (Villa Maria). Estos son 5 de los 7 departamentos más poblados de la provincia. Esta información parece abonar aquellas posturas que proponen que los procesos de realineamiento partidario se manifiestan en una creciente fragmentación de los sistemas políticos en las áreas más pobladas acompañados por la estabilidad partidaria en áreas demográficamente más pequeñas. (Escolar y Calvo, 2005) De lo anterior podemos deducir que la tendencia provincial a la desbipartidización está ocultando casos menos desconcentrados, y esto ocurre porque ese proceso tiene especial importancia en los distritos mayores de la provincia que concentran alrededor del 70% de la población. Hasta aquí hemos observado la concentración de los votantes cordobeses entre la opción radical y justicialista. Ahora trataremos de observar cada uno de estos partidos por separado. Comenzaremos por la UCR. En el caso del centenario partido podremos observar algo similar a lo que dábamos por tendencia general, la distribución de sus votantes está relativamente dispersa entre los distritos provinciales, pero es mayor la obtención de votos a nivel provincial que nacional.

Gráfico Nº 9: Promedio de concentración de UCR a través los departamentos provinciales. Categoría presidente y gobernador

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y publicaciones del periódico “La Voz del Interior”

A lo cual cabe aclarar, que la distribución del voto radical también posee una cierta impronta sobre una región de Córdoba. Los mejores promedios del partido en cuanto gobernación, y en general también para presidencia, se encuentran en la región centro-este de la provincia. Estas regiones están vinculadas a las zonas urbanas más importantes (salvo Río IV) y a aquellas de alto rendimiento económico acaparando gran parte de las tierras más fértiles de la provincia. Respecto al PJ podemos comenzar por notar que la dispersión interdistrital es mayor que la de la UCR (sobre todo en lo que respecta a categoría presidencial) y que también es inversa. En general es mayor su promedio de votantes nacionales que provinciales. Gráfico Nº 9: Promedio de concentración de PJ a través los departamentos provinciales. Categoría presidente y gobernador

Fuente: elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y publicaciones del periódico “La Voz del Interior”

Respecto a su implantación geográfica se destaca al igual que en el caso de la UCR el noreste de la provincia, por lo cual más que una zona de predominios partidarios se puede pensar como una zona de implantación bipartidista. Pero sus puntos más fuertes se pueden encontrar en el sur provincial, menos notable en lo referente a gobernación (Sáenz Peña y

General Roca) pero consolidándose junto al sector oeste colindante con San Luis para las elecciones presidenciales (actuando fuertemente Río IV, y los departamentos de traslasierras (San Javier, San Alberto, Minas, Pocho). Por otra parte, sus peores promedios están vinculados a la capital provincial (principalmente en lo que respecta a gobernación). Esto nos deja ante un escenario en el cual la UCR y el PJ se distribuyen en el interior provincial de modo semejante, con cierta primacía de la UCR en zonas más urbanizadas y pampeanas, y centralmente con el favor de la capital de la provincia. En estos términos se aseguraron un parlamento provincial bi-partidista y con hegemonía radical en el ejecutivo. Solo en 1998 el PJ fue capaz de obtener el triunfo en la capital en elecciones provinciales pero lo volvió a perder ante el realineamiento de los votantes no peronistas tras las candidaturas del Frente Nuevo en 2003 y 2007. Si bien, en general hemos analizado el proceso histórico de largo alcance, ahora nos enfocaremos en la implantación del Partido Nuevo en la última elección de ejecutivo provincial. Gráfico Nº 10: distribución de votantes del PN a través los departamentos provinciales. Categoría gobernador. Año 2007

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba

Como se hace visible en la simple observación de la gráfica Nº 10, el Partido Nuevo tiene un alto nivel de segmentación dentro del electorado provincial, lo cual se observa en la elevada desviación estándar (9,39) que su registro de votación interdistrital posee. Esto se debe a que la mayor cantidad de sus votantes se concentra en la capital de la provincia y en algunos departamentos que la circundan: Colón, Punilla y Santa María. Por lo tanto, se puede afirmar que se está concentrando en el centro de la región provincial, y por ende se está superponiendo a parte fundamental del territorio históricamente favorable al partido radical. Esto no es casual, ya que la decadencia electoral del radicalismo abre la posibilidad de su 13 implantación . Esta concentración territorial, por otra parte, genera que el partido posea una menor representación legislativa respecto a la cantidad de votos que obtienen en el total provincial. Así, a pesar de que en las elecciones ejecutivas provinciales quedó solo un punto por debajo del PJ, su representación en la legislatura es más bien escasa. Ocurriendo lo contrario con la UCR que a pesar de la disminución de sus votantes se sostiene en la legislatura debido a su implantación territorial más amplia. Este desproporcionalidad se ve incrementada por la reforma que introdujo la provincia por iniciativa del gobierno justicialista en el año 2001. Así mismo, esta capacidad territorial remanente de la UCR no sólo tiene como consecuencia una alta representación en la legislatura provincial sino que también el bajo nivel de concentración en las últimas elecciones a gobernador en la provincia y el formato multipartidario de las mismas

13

Ver Panero, M y Varetto, C (2009)

SECCION CUARTA. Hacia un estudio comparado: Trayectorias electorales provinciales en relación al desempeño nacional. En esta sección, enfocamos nuestro interés en las coordinaciones entre las diferentes arenas de la política, estableciendo una comparación entre las elecciones ejecutivas provinciales y nacionales. Una primera aproximación a la coordinación nación-provincia podemos hacerla a partir del análisis del número de partidos efectivos compitiendo en cada uno de estos escenarios. Siguiendo a Cox (1999), consideramos la coordinación como una medida de superposición entre el sistema de partidos nacional y los sistemas de partidos locales. Una comparación entre el NEP para Presidente –como promedio del NEP para presidente en cada distrito-, el NEP promedio inter-distrital para gobernador provincial y el NEP para gobernador de las provincias de Bs.As. y Córdoba, muestran que la fragmentación partidaria en los niveles provinciales no ha sido ajena al crecimiento de la competencia que ha caracterizado la evolución del nivel nacional. Así lo muestran las líneas tendenciales del NEP presentadas en la gráfica siguiente. Gráfico Nº 11: Número Efectivo de Partidos (Tendencial), Categoría Gobernadores y Presidente. 1983-2007 5 4,5 4 3,5 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 1983

1987

1991

1995

1999

2003

2007

L ineal (NEP Gobernador Bs A s ) L ineal (NEP Gobernador Córdoba) L ineal (NEP Pres idente) L ineal (NEP Prom Pc ial) Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As., Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y la Dirección Nacional Electoral; Escolar y Calvo (2005)

Sin embargo, pese a esta tendencia general, es posible observar una clara diferencia en el nivel de competencia partidaria que presenta el sistema de partidos bonaerense respecto del cordobés. Como puede notarse en el gráfico Nº 12, la competencia partidaria en la provincia de Buenos Aires ha seguido una trayectoria similar a lo sucedido en el nivel nacional. Sin embargo, en la provincia de Córdoba el NEP fue similar –aunque relativamente menor marcando una tendencia más cercana al bipartidismo- hasta 1999, pero a partir de entonces la trayectoria ha sido claramente opuesta a lo sucedido en el nivel nacional.

Gráfico Nº 12: Número Efectivo de Partidos, Categoría Gobernadores y Presidente. 1983-2007 5,0 4,5 4,0 3,5 3,0 2,5 2,0 1,5 1,0 0,5 0,0 1983

1987

1991

1995

1999

2003

NEP Gobernador Bs As

NEP Gobernador Córdoba

NEP Presidente

NEP Prom Pcial

2007

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As., Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y la Dirección Nacional Electoral; Escolar y Calvo (2005)

Las similitudes entre el nivel nacional y el bonaerense permiten suponer una correspondencia mayor entre lo acontecido en la arena nacional con la provincia de Buenos Aires que con el conjunto de los distritos provinciales. Esta congruencia relativa entre la política nacional y la provincial responde, en gran medida, a la alta permeabilidad que caracteriza a éste último escenario, cuestión sobre la que ahondaremos en la próxima sección a partir de un análisis de trayectorias políticas y de coaliciones presidenciables con epicentro en esta provincia. El caso de Córdoba, partiendo de valores homólogos en el año 1983 –esperable por ser las primeras elecciones donde la ilusión bipartidista tuvo su apogeo y además fueron concurrentes- se irá diferenciando con el transcurso de las elecciones. Hasta el año 1995 los valores permanecen paralelos mostrando una mayor polarización en el electorado respecto al ejecutivo provincial. Para 1999 ambas arenas vuelven a polarizar el electorado, probablemente por el efecto de la Alianza por el Trabajo y la Dignidad (UCR y FREPASO) aunque a nivel provincial no se efectuaba tal alianza. En el año 2003 es significativamente mayor la fragmentación del escenario nacional y en 2007 es mayor la polarización nivel nacional a que a nivel provincial, si bien ambas poseen valores altos Además del NEP, podemos recurrir a los tradicionales indicadores de concentración/dispersión del apoyo del electorado a los principales partidos en competencia en cada uno de los distritos seleccionados.Para ello, se analiza diacrónicamente la concentración de votos para las elecciones de los ejecutivos nacional y provinciales asumiendo que cuanto mayor sea el porcentaje de votos concentrado por los dos partidos más votados, menos fragmentado se encuentra el sistema partidario. Asimismo, si esta concentración se corresponde con una alta diferencia de votos entre estas mismas dos fuerzas se trata de un sistema con un partido predominante.

Gráfico Nº 13: Concentración/dispersión del apoyo electoral, Categoría Gobernadores y Presidente. 1983-2007

100%

1era. + 2da. F uerz a B s A s

90% 80%

Dif. 1era. y 2da. F uerz a B s A s

70% 60%

1era. + 2da. F uerz a C ba

50%

Dif. 1era. y 2da. F uerz a C ba

40% 30%

1era. + 2da. F uerz a P te

20% 10% 0% 1983 1987 1991 1995 1999 2003 2007

Dif. 1era. y 2da. F uerz a P te

Fuente: Elaboración propia en base a Junta Electoral de la Provincia de Bs.As., Juzgado Electoral de la Provincia de Córdoba y la Dirección Nacional Electoral

Como puede apreciarse en el gráfico precedente, tanto el sistema partidario nacional como los subsistemas provinciales cuentan, en 1983, una estructura similar: una fuerte concentración de votos entre los dos partidos más votados y una mínima diferencia entre ambos, lo que da cuenta de la estructura bipartidaria que pareció emerger con la restauración democrática. Estas similitudes, sin embargo, fueron perdiéndose paulatinamente. La ilusión bipartidista se fue desvaneciendo en los niveles nacional y bonaerense, donde la concentración de votos disminuyó al tiempo que aumentó la diferencia de votos alcanzados entre las dos primeras fuerzas, lo que permite ver cómo uno de los partidos – el PJ en ambos casos- se fue constituyendo en partido dominante. Situación alterada únicamente en 1999, cuando la Alianza UCR-FREPASO aglutinó el voto no-peronista obteniendo el triunfo en la elección nacional y perdiendo por una mínima diferencia la gobernación bonaerense. En Córdoba, en cambio, el bipartidismo sólo se ve cuestionado a nivel del ejecutivo provincial en 2007 cuando el Partido Nuevo logró posicionarse como segunda fuerza política obteniendo apenas un punto porcentual menos que el candidato justicialista.

SECCION QUINTA. Juegos y senderos de poder. Un análisis de carreras políticas La conexión entre la arena nacional y la arena provincial puede también ser explicada a partir de un análisis de trayectorias políticas, en dos planos: por una lado, observando los bonaerenses y cordobeses que han ocupado cargos decisivos en el gobierno nacional, y por el otro, observar las trayectorias que han debido seguir los gobernadores de cada una de las provincias Inicialmente al prestar atención en la cantidad de bonaerenses que han ocupado cargos decisivos en el gobierno nacional se hace evidente la preeminencia provincial sobre la escena nacional. La presencia de figuras bonaerenses en la fórmula para competir por la máxima jerarquía gubernamental deja en claro la importancia que los principales partidos que compiten por la presidencia otorgan a este distrito, cuestión sobre la que nos detenemos más adelante. El caso de Córdoba es diferente, ya que su peso en la escena nacional está vinculado a un periodo y a un partido preciso. De esta provincia emergió el primer vicepresidente al regreso de la democracia, y también el candidato presidencial de la UCR en 1989. A partir de allí, ningún

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cordobés volvió a ostentar posibilidades serias de conformar una fórmula presidencial victoriosa. Este peso de Córdoba al inicio se debió en primer lugar a la fortaleza histórica de su 15 línea interna en la UCR , y en segundo lugar a que en 1989 contaba con un gobernador reelecto cuando su partido había perdido muchas de las gobernaciones más importantes en 1987. En lo que respecta a la Presidencia provisional del Senado y la Presidencia de la Cámara de Diputados la cantidad de bonaerenses se destaca sobre el resto de las provincias e incluso respecto de quienes desarrollaron su carrera política en la Ciudad de Buenos Aires, el lugar donde funcionan físicamente los poderes estatales centrales. Con respecto a la Presidencia del Senado, la misma estuvo a cargo de bonaerenses durante 8 de los últimos veinticinco años: Edison Otero presidió entre noviembre de 1983 y mayo de 1989 y José Pampuro desde febrero de 2006 a la actualidad. La presidencia de la Cámara de Diputados, por otro lado, ha estado presidida por bonaerenses durante 22 años y 8 meses: Juan Carlos Pugliese, Leopoldo Moreau, Alberto Pierri, Eduardo Caamaño y Alberto Ballestrini son los bonaerenses que han ocupado esta presidencia. Nuevamente la realidad de la inserción de Córdoba es bien diferente. Ningún cordobés ha presidio la Cámara de Diputados, y sólo Maqueda (PJ) presidió la Cámara de Senadores durante 11 meses. Por su parte, los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires en todos los casos, con excepción del primer gobernador del nuevo período democrático Armendáriz, ocuparon previamente algún cargo trascendente a nivel nacional y aterrizaron a la candidatura por la gobernación desde esa arena (siendo una excepción parcial Felipe Sola, que explicaremos más adelante). Incluso, tres de ellos –Cafiero, Ruckauf y Scioli- ni siquiera tuvieron actuación en cargos provinciales previa a la gobernación. En el caso de Alejandro Armendáriz (1983 a 1987), único gobernador radical del período, su candidatura y triunfo fueron claramente un caso de nacionalización y arrastre de la elección nacional en tanto era el candidato alfonsinista por excelencia. Antonio Cafiero (1987-1991) fue un gobernador que provino claramente de la política nacional, ya que había sido ministro del segundo y tercer gobierno de Juan Domingo Perón, y de Isabel Perón. Eduardo Duhalde (1991 a 1999, reelecto en 1995) aunque había alcanzado una amplia trayectoria en la política local y provincial, siendo intendente dos veces de uno de los distritos más grande del conurbano – Lomas de Zamora- y diputado nacional desde 1987 hasta 1989, desembarcó en la gobernación de la provincia sólo luego de haber sido vicepresidente durante los primeros años de la gestión de Carlos Menem. Carlos Ruckauf (1999 a 2002) fue el segundo gobernador que desembarcó en la provincia desde el cargo de vicepresidente de la nación, y luego de haber desarrollado toda su carrera política fuera de Bs.As., en la Capital Federal. El caso de Felipe Solá (2002 a 2007) es otro de un gobernador que se destacó por su política a nivel nacional, y no por su trayectoria a nivel local y provincial: subsecretario de agricultura en el gobierno menemista y, posteriormente, diputado nacional. Aunque llega a la gobernación desde la vice-gobernación, es decir, actuando en arena provincial debido a la renuncia de Ruckauf que toma esta determinación para asumir la cancillería en el periodo de transición encabezado por Duhalde en la Presidencia de la Nación. Finalmente, Daniel Scioli, el actual gobernador, es el tercer caso de un vicepresidente que aterriza en la provincia luego de ocupar cargos nacionales, y por segunda vez, luego de Ruckauf, es un hombre de la arena política porteña. En el caso de la Provincia de Córdoba, tres de los cuatro gobernadores que tuvo la provincia tuvieron una incursión en el Congreso de la Nación antes de ser electos. Pero no podría pensarse que ninguno de ellos fuera una figura nacional importante al momento de ser electo gobernador, ya que por ejemplo no tuvieron cargos importantes en el Congreso. Más bien, esos cargos nacionales parecen contribuir al prestigio del político, pero todos debieron hacer un fuerte trabajo provincial. Aunque es bastante difícil establecer patrones claros sobre las carreras de los gobernadores de esta provincia por la cantidad de reelecciones (3 de Angeloz y 2 de De La Sota). El primer gobernador, Eduardo César Angeloz, fue senador provincial (63-66) y senador nacional (73-76) antes de alcanzar la gobernación. Transcurrido los 7 años de gobierno de 14

El presidente entre 1999-2001, Fernando De La Rúa es cordobés de nacimiento pero toda su carrera política tuvo lugar en la Capital Federal. Históricamente fue un bastión electoral central: arribo a las elecciones de 1983, sin haber obtenido menos del 41% en votos en ninguna contienda electoral para la gobernación desde 1912. Tuvo un líder de gran proyección a fines de la década del 30 (Amadeo Sabattini) y fue la tierra de un Presidente de la Nación (Arturo Illia, 1963-1966) y de dos candidatos a vice presidentes en formulas de la UCR lideradas por Ricardo Balbín (Santiago H Del Castillo en 1958 y Eduardo Gamón en el 73). Asimismo, se mostraba fuerte y amalgamado bajo el liderazgo de Angeloz al momento de la reapertura democrática en 1983. 15

facto, alcanzo la gobernación en 1983, para la cual fue reelecto dos veces ocupando ese cargo entonces desde 1983 hasta 1995. El siguiente gobernador, fue Ramón Bautista Mestre, luego de haber sido diputado provincial (73-76) y ejercido dos veces el cargo de Intendente de la Ciudad de Córdoba (1983-1991). En este caso no existe antecedente nacional previo. A continuación fue electo José Manuel De La Sota, revirtiendo la suerte del justicialismo. La carrera de De La Sota, si tenía connotaciones nacionales importantes: fue diputado nacional electo entre 1985 y 1990, precandidato a vicepresidente por el PJ en 1989, embajador en Brasil en los inicios de la gestión del ex presidente Menem y senador nacional entre 1995 y 1999. Pero cabe tener en cuenta que fue el líder del PJ provincial de modo indiscutido desde 1987 en adelante y candidato a gobernador por su partido en 1987 y 1991. Esto último le permitió tener una fuerte presencia provincial. De La Sota fue reelecto, por lo cual su gestión abarcó el periodo 1999-2007. El último y actual gobernador de la Provincia de Córdoba Juan Schiaretti ha tenido una carrera muy particular. Comenzó su carrera con cargos en sub secretarias nacionales entre 1989 y 1993. Como funcionario menemista tuvo la posibilidad de ser interventor designado en la Provincia de Santiago del Estero. A partir de allí fue Diputado Nacional entre 1995-1999. Cuando De La Sota fue electo gobernador, Schiaretti tuvo la oportunidad de ingresar a la política provincial, ocupando el ministerio de la producción en 1999. Cargo que abandono en 2001 para asumir nuevamente como diputado nacional, pero regresaría al ministerio en 2002-03. En el año 2003 acompaño a De La Sota en la fórmula y fue electo vicegobernador de la Provincia. A partir de allí tuvo las puertas abiertas para ir por la gobernación. Por todo lo expuesto hasta ahora, queda demostrada la profunda imbricación de la política de Buenos Aires y de la política nacional, mientras que la provincia de Córdoba se muestra más cerrada en sí misma con la única posibilidad de acometer en la escena nacional durante los primeros años de la democracia y a través de uno sólo de los partidos mayoritarios. Del mismo modo, es posible asimilar la importancia de “viaje” a la nación para los gobernadores bonaerenses, mientras que es relativamente menos importante en la Provincia de Córdoba. Esta diferencia puede ser manifestada por el hecho de que en general las coaliciones cordobesas gobernantes han sido diferentes a las nacionales desde 1989.

SECCIÓN SEXTA. Consideraciones finales: Comprendiendo las complejas interrelaciones entre federalismo y competencia partidaria. Al iniciar este trabajo nos propusimos comprender cuál es el impacto de las instituciones federales en el comportamiento político electoral de las distintas unidades subnacionales que conforman un estado federado, partiendo de asumir que la institucionalización de los sistemas de partidos constituye una condición para la estabilidad, continuidad y calidad de los regímenes democráticos. A este efecto, desarrollamos un estudio comparado de la trayectoria político-partidaria y electoral de dos provincias consideradas centrales en la Argentina, Córdoba y Buenos Aires. El objetivo consistió en demostrar cómo afecta la vinculación que se establezca entre las arenas nacional, provincial y municipales (o distritales, según el caso) y la capacidad estratégica de los principales actores en cada una de estas arenas para controlar dichas vinculaciones –ya sea abriendo o cerrando los límites a la interpenetración. Sustentándonos en la literatura existente sobre nacionalización de los sistemas partidarios así como en los más recientes trabajos que dan cuenta de la creciente desnacionalización que afecta al sistema de partidos en la Argentina, buscamos, a través del estudio comparado de casos subnacionales, mostrar la importancia que el federalismo asume para el análisis de los procesos políticos, ya que la división de los Estados en múltiples niveles o jurisdicciones territoriales autónomas permite la formación de intereses en cada nivel y la coordinación de esos intereses por actores políticos; y que la interacción entre arenas diferenciadas de elección genera incentivos adicionales que son tomados en cuenta para el cálculo de las acciones estratégicas. De este modo en primer lugar, se nos hace imprescindible para cualquier estudio de los partidos políticos, sistemas de partidos o coaliciones de gobierno la incorporación de la dimensión federal. Asumida la centralidad de los intereses y juegos propios de los espacios subnacionales es que nos adentramos en nuestro estudio comparado de casos. En primer lugar, enfocándonos en las trayectorias político-partidarias, a través de nuestro trabajo pudimos observar como las dos provincias partieron de un marcado bipartidismo,

fuertemente asociado al carácter fundacional de las elecciones. Con el correr de los actos eleccionarios y al profundizarse el regular funcionamiento de las instituciones democráticas, los electorados de ambas provincias tendieron a la fragmentación en sus opciones electorales. Mucho más marcado este proceso en el caso de la provincia de Buenos Aires. No sólo la fragmentación tuvo lugar en ambas provincias, sino que además en ambos casos el campo que se vio más “desalineado” fue el no peronista representado principalmente por la UCR. Esto provoco en Bs.As. una pronta derrota electoral y un acelerado paso a la reducción de la UCR como fuerza electoral relevante en la provincia. En cambio en Córdoba fue un lento proceso de desgaste que se revirtió en 1998, y haciendo que hoy la UCR sea aún una fuerza política relevante. Esta diferencia de ritmos en el desalineamiento del campo no peronista hizo que en la primera provincia fuera configurándose un sistema de partidos de partido dominante y en la segunda, un sistema bipartidista. Pudimos establecer que la Provincia de Buenos Aires posee una conformación territorial de carácter invertebrado sustentado en la importancia de diversas intendencias, especialmente aquellas ubicadas en el conurbano, y la ausencia de un centro de referencia provincial. Incluso buena parte de la provincia está orientada hacia “afuera”, como periferia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También se pudo constatar una suerte de escisión en dos provincias que encuentran su equilibrio en la legislatura provincial, donde el malapportionment permite la contención de las fuerzas del conurbano por parte del interior. En el caso de Córdoba encontramos una configuración territorial tipo centro/periferia donde existe una clara y delimitada capital con predominio demográfico y simbólico. La legislatura también tiene una configuración de contención de la capacidad de la capital sobre el resto de los distritos sub provinciales. Más adelante, mediante la observación de las carreras políticas de los principales agentes provinciales pudimos constatar dos fenómenos. La provincia de Buenos Aires se ha caracterizado por una alta imbricación con la política nacional, tanto por la presencia de sus hombres en la arena nacional como por la hipérbole que forman la carrera de sus gobernadores pasando por un alto y destacado rol en una coalición nacional antes de poder alzarse con el gobierno de la provincia, si es que no son directamente extraños a la política provincial. La provincia de Córdoba por el contrario ha mostrado escasa gravitación en las arenas nacionales, salvo al inicio del periodo y sustentada en la posición interna en la UCR, y carreras provinciales de carácter más endógenas, aunque también parece haber cierta necesidad de bañarse del prestigio del parlamento nacional antes de la postulación a gobernador. Pero en ningún caso ha habido gobernador externo a la política provincial, solo el caso de un fugaz vice gobernador (Kammerath). Retomando los postulados aceptados en la academia acerca del federalismo y la posibilidad de desanclaje de los territorios respecto de la arena nacional podríamos esperar que aquellos espacios provinciales de mayor envergadura y de capacidad de generar recursos propios fuesen tanto más independientes. En nuestro análisis comparado las provincias analizadas ambas poseen carácter central, pero como marcáramos anteriormente la envergadura política, demográfica y económica de Buenos Aires es realmente distinta. En una aplicación automática del precepto explicitado más arriba cabria esperar una mayor independencia de esta provincia respecto a los avatares de la nación. Pero tanto en lo que respecta a la trayectoria electoral, al formato del sistema de partidos como a las trayectorias políticas provinciales, podemos observar un alto grado de interdependencia con la arena nacional. Por lo cual, parece plausible afirmar que una importancia desproporcionada de Buenos Aires en el mapa político nacional puede generar que todos los esfuerzos de las coaliciones nacionales apunten a ingresar a su juego. A ello se sumarían dos factores endógenos ya enumerados: el carácter invertebrado y su orientación hacia la Capital Federal, que contribuyen a que la provincia sea especialmente permeable a la intromisión de las coaliciones nacionales. En cambio, la provincia de Córdoba ha sido relativamente más autónoma en la conformación de las coaliciones. Tal vez la intromisión nacional más exitosa haya sido la del menemismo en el apoyo al delasotismo a través de un íntimo del ex-presidente y representante de la UCD en la vice presidencia de la fórmula –Germán Kammerath- para recalar enseguida en la intendencia de la Ciudad de Córdoba. No parece casual que esta intromisión haya sido una inserción directa a la capital de la provincia, ya que parece ser la clave de la lucha por la gobernación. Tampoco es casual que la recomposición de la oposición al justicialismo (el Partido Nuevo) se haya realizado y construido desde la misma capital provincial a través de la intendencia de la misma. En el mismo sentido parece coherente el mayor desgaste de la UCR en la provincia de Buenos Aires donde su mayor impacto fue en el interior provincial, en cambio en Córdoba encontró su

fortaleza en la capital de provincia lo que lo dotó de un gravitante poder electoral y simbólico. Asimismo, también es esperable que si Buenos Aires actúa de modo nacionalizado, el desgaste de la UCR a nivel nacional tenga reflejo inmediato en la provincia. Por todo lo anterior, queda claro, que si bien el efecto de institucionales federales nos acerca a la explicación, dotándonos de la posibilidad de comprender los escenarios sub nacionales, como espacios relevantes con reglas y luchas propias, no nos puede proveer de leyes automáticas ni explicaciones apriorísticas. En suma, es posible afirmar que las diversas maneras en que impactan las instituciones federales contribuyen a explicar los patrones de competencia partidaria en las múltiples arenas en que se juega políticamente en un estado federal, pero que es necesario considerar otras dimensiones que han sido escasamente incluidas en los desarrollos teóricos existentes, como las fallas de coordinación inter-distrital (Leiras: 2007) o los alcances de la posesión del ejecutivo nacional, para lograr una comprensión más acabada de la compleja interrelación entre estas dos dimensiones –federalismo y patrones de competencia partidaria- y contribuir al entendimiento de los crecientes procesos de territorialización política.

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