EL HÁBITO DE COMER FUERA DE CASA EN EL CONTEXTO DE CRISIS ECONÓMICA

EL HÁBITO DE COMER FUERA DE CASA EN EL CONTEXTO DE CRISIS ECONÓMICA Guadalupe Ramos Truchero, Dpto. Sociología y Trabajo Social de la Universidad de

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EL HÁBITO DE COMER FUERA DE CASA EN EL CONTEXTO DE CRISIS ECONÓMICA

Guadalupe Ramos Truchero, Dpto. Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid y Grupo de Sociología de la Alimentación de la Universidad de Oviedo [email protected]

Elio Castaño Suárez, Grupo de Sociología de la Alimentación de la Universidad de Oviedo, [email protected]

RESUMEN: La comida fuera del hogar tradicionalmente ha sido analizada como un comportamiento económico centrado, básicamente, en el estudio del gasto en la alimentación extra doméstica. Estos estudios constatan que el gasto en comer fuera del hogar se restringe en momentos de recesión económica, lo que vendría a pensar que se amplia o se reduce en función de la disponibilidad económica de los hogares. Cabría pensar, por tanto, que en el contexto actual de crisis socioeconómica, caracterizado por la reducción de la renta disponible y el empeoramiento de las perspectivas en el mercado laboral, el hábito de comer fuera del hogar se ha transformado. El objetivo de este trabajo es analizar los efectos de la crisis económica sobre la práctica alimentaria de comer fuera del hogar. Es decir, de qué manera la crisis ha modificado el consumo alimentario extra doméstico y a sus distintas modalidades. El trabajo presenta los resultados de 50 entrevistas en profundidad a los responsables de los hogares familiares, de diversa tipología, realizadas en ciudades españolas de diferentes tamaños de población entre 2014 y 2015. Los entrevistados exponen cómo la crisis ha influido sobre la decisión y las prácticas de comer fuera hogar, qué estrategias y alternativas realizan para hacer frente a la pérdida de poder adquisitivo, qué cambios organizativos y económicos han introducido en este hábito alimentario y cómo ellos perciben los efectos de la crisis en este sentido. Los resultados muestran que la comida fuera de casa no puede explicarse únicamente como un comportamiento económico, pues la disponibilidad de renta no afecta del mismo modo a la comida fuera por razones de ocio, de trabajo o de familia. El trabajo demuestra como, a raíz de la crisis, se han desarrollado diferentes estrategias de adaptación con el objetivo de seguir manteniendo este hábito alimentario. El incremento del uso de la fiambrera en el trabajo o de la práctica del “tapeo” son muestras de ello. Del mismo modo, los resultados exponen la importancia de la sociabilidad que implica esta práctica alimentaria ya que la gente está menos dispuesta a restringirla o eliminarla cuando está vinculada al ocio.

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Los resultados forman parte del proyecto del Plan Nacional de Investigación “La alimentación fuera del hogar en Europa: Un análisis comparado de los modelos alimentarios extradomésticos en España y Reino Unido” (CSO2012-31904). Palabras clave: crisis, hábitos alimentarios, fiambrera, alimentación extraalimentaria.

INTRODUCCIÓN

Tradicionalmente, el estudio alimentación extradoméstica ha estado en un segundo plano. Los estudios sobre la evolución del gasto alimentario comenzaron a prestar atención a este aspecto alimentario a finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990, cuando se percibió que la evolución de gasto alimentario estaba marcada por un consumo extradoméstico que crecía progresivamente mientras que, el consumo doméstico iba descendiendo. Esto implicó dotar a la alimentación fuera del hogar de una importancia que no había tenido hasta el momento y considerarla, en consecuencia, una parte más del modelo alimentario de las sociedades desarrolladas (Díaz – Méndez y García Espejo, 2012). Una de las principales variables que ha sido señalada como determinante del acto y la decisión de comer fuera de casa son los ingresos y la renta disponible de las personas que lo practican. Por ello, una mayor disponibilidad de renta en los hogares implica un mayor gasto alimentario extradoméstico; el mismo modo que, una reducción en los ingresos supondría un descenso en las comidas que se realizan fuera de casa (Rama, 1987). Si bien, los ingresos también están vinculados a la variable de la ocupación, que ha sido señalada como un factor que también contribuye sobre la decisión de comer fuera de casa. Teniendo en cuenta esta relación, la situación de crisis económica vivida en España a partir de 2007, ha supuesto un punto de inflexión sobre la práctica de comer fuera del hogar, de manera que el desempleo generalizado y la consiguiente reducción de renta disponible en los ingresos han supuesto un descenso importante en el gasto extraalimentario en este periodo. Esto viene a suponer una drástica transformación en un hábito alimentario, del que también sabemos que, se trata de un hábito social destacable en España pues está muy interiorizado al estilo de vida de vida de los ciudadanos y tiene un importante componente de sociabilidad, especialmente cuando va

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asociado a las razones y/o tiempo de ocio (Díaz Méndez y García Espejo, 2012; Díaz Méndez, 2013). Por todo ello, el objetivo de esta comunicación es conocer y analizar los efectos de la crisis económica sobre la práctica alimentaria de comer fuera del hogar. Es decir, abordar de qué manera este hábito social y alimentario se ha visto afectado por la reducción de la renta y/o la pérdida de empleo que ha generalizado la crisis económica que vivimos en España desde el año 2007. De este modo, nos planteamos cuatro cuestiones: ¿la crisis ha afectado a todas las modalidades o formatos de comer fuera de casa practicados en España con la misma intensidad?; ¿ las personas han adaptado esta práctica a la situación de crisis y cómo lo han hecho?; ¿se han seguido estrategias de ahorro o adaptación ante la pérdida de poder adquisitivo con el objetivo de tratar de mantener este hábito?; ¿La crisis ha tenido efectos más allá de lo material, transformando las costumbres o dinámicas sociales que acompañan al consumo alimentario que se realiza fuera de los hogares? Este trabajo forma parte del proyecto “La alimentación fuera del hogar en Europa: un análisis comparativo de los modelos alimentarios extra-domésticos en España y Reino Unido”. Con ese proyecto quisimos analizar el significado de la alimentación fuera del hogar que tienen para los españoles, así como las motivaciones, actitudes y percepciones que intervienen a la hora de optar por alimentarse fuera del hogar, partiendo de la hipótesis de que la comida doméstica y la extra doméstica se complementan constituyendo conjuntamente lo que se podría denominar el modelo alimentario del hogar. Aunque las variaciones provocadas por los efectos de la crisis económica sobre esta conducta alimentaria durante los últimos años no han sido el objetivo central del proyecto marco, para este trabajo utilizamos una parte de la información generada en los discursos que han dado lugar la realización de 50 entrevistas en profundidad realizadas a hogares españoles. Concretamente, para responder a las preguntas planteadas en este paper utilizamos la información recogida de los discursos de los entrevistados en torno a la evolución en los hábitos alimenticios extra-domésticos y los efectos que la renta o sus variaciones han tenido en esos hábitos o rutinas alimentarias. Concretamente, utilizamos la información obtenida de preguntas que hacían mención a varias cuestiones. Por un lado, a las respuestas sobre los cambios de frecuencia en las

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salidas a comer fuera de casa según la situación económica y la percepción sobre la influencia de la pérdida de poder adquisitivo sobre la práctica de comer fuera. Por otro, hemos utilizado los discursos relativos a otras preguntas del guion pero que analizados de forma pormenorizada, nos han proporcionado una información relevante sobre los efectos de la crisis en la alimentación. Con este trabajo nuestra intención es seguir profundizando en la investigación sobre la práctica de comer fuera del hogar en España, iniciada ya en otros estudios (Díaz Méndez y García Espejo, 2012; Díaz Méndez, 2013). No obstante, este trabajo también es una nueva aportación a los estudios dedicados al análisis de las consecuencias de la crisis económica sobre la alimentación, en este caso sobre la modalidad de alimentación fuera del hogar. Hay que señalar que nuestra aportación se caracteriza por centrarse en un aspecto ciertamente peculiar, en el sentido de que se aleja de una visión más dramática de la crisis donde se ha tratado temas como la contribución de la crisis en la inseguridad alimentaria y en la precarización de las estrategias alimentarias (Gracia, 2014, Aguilar et al., 2013). Y es que en este sentido, la alimentación fuera del hogar es considerada como hábito alimentario superfluo que básicamente es practicado únicamente cuando la renta disponible lo permite y de la que, por tanto, se prescinde o, incluso, desaparece cuando los ingresos se reducen.

DESCRIPCIÓN DEL HÁBITO DE COMER FUERA DE CASA EN ESPAÑA Esta práctica ha sido descrita recientemente en la Encuesta de Hábitos alimentarios de los españoles (Díaz Méndez, 2013). En ella se muestra el perfil de quien la practica y los factores que la determinan. Los autores señalan la diversidad de situaciones que implica comer fuera del hogar y señalan que para entender este hábito hay que centrarse en tres cuestiones: qué se entiende por comer fuera de casa, dónde es el lugar en que se realiza y en qué el momento se practica. De este modo, sus resultados plantean la primera descripción de este tipo de consumo alimentario en España, que se caracteriza por siguientes rasgos.

En primer lugar, lo que determina el concepto de comer fuera es la práctica alimentaria que se hace en los restaurantes, cafeterías o bares. Si bien, también se considera lo que es, comer en casa de otros como familia o amigos, incluso llevar la comida preparada de

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casa mediante fiambrera. Hay que señalar, en este sentido, que la fiambrera es una práctica realizada por el 3% de la población general y por un 8% de las personas que declaran comer fuera de casa. De esta modo, este trabajo muestra que se trata de un hábito poco extendido y que se realiza durante la semana laboral o educativa y que es un hábito seguido especialmente seguido por jóvenes y mujeres.

En segundo lugar, se trata de una práctica determinada por el momento de la semana en que se realiza. Así, observan que un 36,4% de los españoles come alguna vez fuera de casa entre semana y un 61,8% lo hacen durante el fin de semana (Díaz Méndez, 2013: 50). Y en tercer lugar, se muestra la importancia de los motivos laborales cuando se come fuera entre semana (39%). No obstante, durante la semana también la interacción social y el ocio también son razones que forman parte de la decisión. En cambio, durante el fin de semana, el ocio es la principal motivación (47%), siendo las principales razones las relaciones sociales o las obligaciones familiares (Díaz Méndez, 2013: 53).

Por tanto, la alimentación fuera de casa no es una práctica homogénea sino que está determinada por las diferencias en el momento en que se realiza y por los diversos motivos que acompañan al momento en que se realiza. Por ello, la práctica entre semana está claramente ligada al empleo y conlleva una cierta obligación a practicarla mientras que, durante el fin de semana, se encuentra más ligada al ocio y tiende a ser una actividad recreativa y voluntaria. FACTORES EXPLICATIVOS DE COMER FUERA DE CASA La renta y la ocupación son dos habituales factores explicativos del gasto en alimentación extradoméstica. Un aumento de la renta está asociado con aumento en el consumo fuera de casa y al revés. Es decir, hay más probabilidades de efectuar un gasto en alimentación extradoméstica en los hogares que tienen ingresos superiores (Rama, 1997). Del mismo modo, a mayor nivel ocupacional se gasta menos en alimentación doméstica y más en comidas extra-domesticas. En España gastan más en comer fuera las personas ocupadas que los parados o personas inactivos, que tienen a comer más en casa (Díaz Méndez y García Espejo, 2012).

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Pero, además de la renta, también se ha señalado que la decisión de comer fuera está condicionada por otras variables culturales, sociales, salud, educativas, que es preciso contemplar. Díaz Méndez y García Espejo (2012) mostraron que en España, a diferencia de Reino Unido, el nivel educativo tiene un mayor poder explicativo sobre las diferencias de consumo alimentario. Una influencia que es mucho mayor que los ingresos y la ocupación. Del mismo modo, también señalan que en España la alimentación extradoméstica está más ligada a practicarse por razones de ocio de las personas, mientras que en Reino Unido se vincula más al empleo. Estos resultados, según las autoras, vienen a señalar el peso de los factores culturales en el consumo alimentario en España frente a las razones económicas, razones que se explicarían por la importancia de comer a mediodía en el hogar o la vinculación cultural de la comida fuera del hogar al ocio (2012:41).

LA INFLUENCIA DE LA CRISIS ECONÓMICA SOBRE EL CONSUMO ALIMENTARIO

Cuando hablamos de crisis económica nos referimos a la crisis que se inició entre 2006 y 2008. Se caracteriza por originarse en los países desarrollados que se origina en ellos y tener graves consecuencias para sus economías y poblaciones. Especialmente en los países del sur de Europa, entre ellos España, donde algunas de sus causas han sido la fragilidad del sistema bancario, el estallido de la burbuja inmobiliaria, destrucción de empleo o las altas tasas de desempleo. Todo ello ha supuesto un empobrecimiento y una precarización de la población que ha implicado fuertes restricciones en el consumo, así como dificultades para pagar la vivienda, la energía o la comida (Gracia, 2014).

Dentro de la alimentación en general, García Álvarez- Coque y López-Gracia Usach (2009) señalan que en momentos de recesión el consumidor tiende a comprar menos alimentos y a adquirir aquellos que son más baratos. Y cuando se trata de la alimentación fuera del hogar, Rama (1997) apunta a que se restringe en momentos de recesión económica y esto de alguna manera para la autora significa que comer fuera del hogar está más ligada al ocio que al empleo, pues se amplía o se constriñe según la disponibilidad económica de los hogares.

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Martín Cerdeño (2008), en su trabajo de análisis sobre el Panel de consumo alimentario de MARM 1987-2007, detecta los primeros efectos de la crisis y señala como afecta a algunos episodios alimentarios fuera de casa. Así, aprecia que disminuye la frecuencia de las cenas fuera del hogar, el número de comidas principales extradomésticas, aunque no en el caso del tentempié de media mañana o del desayuno fuera de casa que crecen. Más adelante, Martín Cerdeño (2012) en otro trabajo, analiza el consumo alimentario extradoméstico en el contexto actual socioeconómico de crisis y sus efectos en el sector de la restauración. Señala que el consumo y la demanda de alimentación extradoméstica se ven reducidas y restringidas por la situación actual de crisis socioeconómica. Observa que la práctica de salir a restaurantes ha disminuido y que se opta por llevarse la comida desde casa, se restringen las salidas a establecimientos. En definitiva que las actitudes hacia el gasto y el ahorro son más conservadoras. Del mismo modo, también se ha señalado que con la crisis se tiende a comer más en casa de familiares como una forma de reducir el gasto. Y es que muchas de las estrategias de contención en las prácticas de consumo implican para las personas recluirse en casa para evitar el gasto. Díaz Méndez y García Espejo (2014) observan un significativo aumento del tiempo dedicado a comer en casa con familiares y conocidos. Un dato que concluyen como una estrategia de ahorro porque el desempleo y la necesidad de reducir gastos estarían provocando un incremento del tiempo que las personas dedican a comer en casa de familiares, que ha pasado de 77 minutos en el año 2003 a 92 minutos en el año 2010.

METODOLOGÍA La base empírica y metodológica de este trabajo es una aproximación de carácter cualitativo. Las limitaciones y condicionantes del proyecto limitó a 50 el número de entrevistas a realizar. La unidad básica de análisis fueron los hogares porque se considera que la decisión de comer fuera se toma conjuntamente entre todos los miembros del hogar que organizan la alimentación familiar. De manera que la alimentación fuera de casa es uno más de los aspectos que constituyen el conjunto de la alimentación doméstica.

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Para ello, se seleccionaron cinco ciudades españolas Nava y Lugones (Asturias), Gandía (Valencia), Madrid y Valladolid 1. En ellas el tamaño de sus poblaciones representaba la distribución de hogares en los municipios españoles tratando de recoger diferentes condiciones sociales a la hora de decidir comer fuera del hogar, en términos de número de hogares por municipio 2, tipo de hogares según tamaño y estructura 3, formación de la persona sustentadora del hogar, sexo, edad, ingresos y la actividad 4 . El trabajo de campo se realizó entre septiembre de 2013 y junio de 2014.

Aunque ya hemos dicho que la búsqueda de las variaciones provocadas por los efectos de la crisis económica sobre la conducta alimentaria no fue uno de los objetivos centrales de la investigación, sí se preguntó por la evolución de los hábitos alimentarios y los efectos que la renta y su variación han tenido sobre la práctica. Diferentes preguntas hacían mención a los cambios de frecuencia de comer fuera según la situación económica y la percepción de la influencia de la pérdida de renta o poder adquisitivo en la misma. Del mismo modo, utilizamos la información derivada de discursos de los entrevistados sobre la situación de crisis que indirectamente iba surgiendo.

El objetivo inicial de las entrevistas fue conocer los significados que los españoles atribuyen a la alimentación fuera del hogar, las motivaciones que les llevan a optar por esta forma de alimentarse, las actitudes y las percepciones que tienen sobre las comidas realizadas fuera del hogar y las rutinas alimentarias en las que se asienta esta conducta.

En el trascurso de las entrevistas se preguntaba por las motivaciones que llevan a los miembros de los hogares a decidir comer fuera de casa, partiendo de la hipótesis de que el factor económico, como han señalado otros autores, es uno de los más importantes. En este artículo analizamos la influencia de los aspectos relacionados con la variación 1 Los municipios se seleccionaron por el tamaño de su población utilizando como fuente el tamaño de municipio de residencia del Censo de población y viviendas, INE 2013. Con esa información se decidieron los municipios donde realizar las entrevistas por el número de sus habitantes aproximadamente: seis mil (Nava), trece mil (Lugones) setenta y nueve mil (Gandia), trescientos mil (Valladolid) y Tres millones y medio (Madrid). 2 Utilizando la información de tamaño de municipio se distribuye el número de entrevistas a realizar en cada uno de esos municipios (seis, siete, ocho, diecisiete y doce respectivamente). 3 Con los datos de tamaño de hogar y estructura del hogar del mismo Censo se obtiene la muestra del tamaño (1 miembro, 2, 3, 4 y 5 o más) y la estructura (una persona sola, pareja sin hijos, madre o padre con menor de 25 años...) en clasificación similar a la utilizada por el INE. 4 Utilizando como fuente la encuesta de presupuestos familiares del INE 2013, se distribuyen las entrevistas por formación, sexo, edad y el Censo para la actividad.

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de la renta en las motivaciones, en concreto la crisis económica, a través de los discursos de las personas entrevistadas, utilizando los indicadores seleccionados en la muestra de hogares.

Del mismo modo, hemos utilizado como fuente de datos estadísticos de la Encuesta de Presupuestos Familiares para conocer la evolución del gasto en alimentación extradoméstica durante el periodo de crisis económica, así como también tratar de percibir los cambios en el gasto extraalimentario en función el nivel de renta de los hogares y la composición del hogar.

LA EVOLUCIÓN DEL GASTO EXTRAALIMENTARIO DURANTE EL PERIODO DE CRISIS

El periodo de crisis socioeconómica, que abarca desde 2007 hasta la actualidad, está marcado por una reducción del consumo en comida fuera del hogar. Si observamos el Gráfico nº 1, vemos que entre 2007 y 2013, el gasto disminuyó progresivamente, descendiendo un total de algo más de 11 millones de euros. No obstante, se muestra un pequeño repunte en este gasto a partir de 2014 (INE, 2015).

Grafico 1. Evolución del gasto total en comidas y bebidas fuera del hogar, 2007-2014

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

Fuente: Encuesta de Presupuestos Familiares, INE (2015). Últimos datos publicados en junio de 2015.

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Esta misma tendencia también ha sido observada por otros estudios anteriores, donde se apunta esa leve recuperación de 2014 que se produce tras un acusado descenso entre 2007-2013, tanto en el número de salidas como en el gasto en cada salida (MAGRAMA, 2011; MAGRAMA, 2014; MAGRAMA, 2015).

Gráfico nº 2. Porcentaje de gasto total en comidas y bebidas fuera de casa según ingresos del hogar.

11,00 9,00 7,00 5,00 3,00

2007

2008

2009

2010

2011

Total De 1.500 a 1.999 euros

2012

2013

2014

Hasta 499 euros 5.000 euros o más

Fuente: Encuesta de Presupuestos Familiares, INE (2015). Últimos datos publicados en junio de 2015

El gasto en alimentación fuera del hogar según los ingresos de los hogares nos muestra algunos matices en la evolución. La tendencia en los hogares de ingresos de entre 1.500 a 1.999 euros es similar a la evolución general del porcentaje de gasto extraalimentario. Sin embargo, en el caso de los hogares con ingresos superiores se muestra un repunte en el gasto en 2010, pero que vuelve reducirse hasta 2013. En cambio, los hogares con ingresos inferiores se muestra una tendencia prácticamente inversa a los hogares con ingresos superiores, puesto que en 2010 es cuando baja el gasto pero sube en 2011. Es decir, cuando sube el gasto en los hogares con ingresos más altos, baja en los hogares con ingresos más bajos. De este modo, podemos observar que la renta disponible es determinante en el gasto en comida fuera del hogar.

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Por último, hemos observado que el gasto medio en comer fuera de casa según la composición del hogar también tiene una tendencia general similar de descenso durante estos años acompañado de un ligero repunte en el años 2014. Sin embargo, la curva de descenso del gasto es mucho más pronunciada en los hogares con más miembros (5 miembros), sin que haya habido una recuperación en el último año. En cambio, en los hogares de un solo miembro las variaciones son mínimas, siendo los hogares donde parece que la crisis produce menos efectos. Gráfico nº 3. Gasto medio por hogar en comida fuera del hogar según la composición (en euros).

5.000,00 4.000,00 3.000,00 2.000,00 1.000,00

2007 Total

2008

2009 1 miembro

2010

2011 3 miembro

2012

2013

2014

5 o más miembros

Fuente: Encuesta de Presupuestos Familiares, INE (2015). Últimos datos publicados en junio de 2015

LA PERCEPCIÓN DE LA CRISIS SOBRE EL CONSUMO ALIMIENTARIO FUERA DEL HOGAR

Que la renta es una variable determinante a la hora de comer fuera también lo sostienen los entrevistados en nuestro trabajo. En general, se percibe que la situación económica derivada de la crisis ha afectado a la forma en que se realizan las salidas a comer fuera de casa en los últimos años. De esta forma, señalan haber reducido la frecuencia con la que se sale a comer, acudir a establecimientos más baratos, controlar y poner más cuidado a la hora de pedir determinados platos que sean caros y optar por elecciones alimentarias más económicas como, por ejemplo, bocadillos.

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Influye mucho, desde la elección de los sitios hasta la forma de pedir, de pedir sin preocupación, cuántos somos, cuántas tapas y el precio del vino, el tipo de vino. Si, influye mucho (G_06). bueno que ya no vaya nadie es algo económico, porque incluso un día que no te has llevado comida, nos cogemos un bocadillo. o incluso si se van a comer por ahí se junta y van al McDonald porque es más barato (G_5).

Todo ello se hace con el objetivo de reducir el gasto en las comidas fuera del hogar. Los entrevistados señalan que esta situación de contención del gasto es, en cierta medida novedosa para ellos, y se percibe como una conducta que se ha instalado durante el periodo de crisis económica. Antes de la crisis se disponía de un mayor presupuesto y, en consecuencia, se salía a comer sin esa preocupación económica. Muchos de los casos señalan que la principal causa de la pérdida del poder adquisitivo es la situación de desempleo de los miembros del hogar, lo cual ha obligado a eliminar o reducir el presupuesto en esta partida. Nosotros salimos menos. Es que es muy fácil; nosotros antes cuando éramos dos y trabajábamos dos ganábamos más dinero. Yo ahora mismo no estoy trabajando. Y antes teníamos más flexibilidad y más dinero para ir donde queríamos. Entonces dispones de poder adquisitivo mayor y puedes salir y sales.(M_07). Antes solíamos hacerlo más. Lógicamente el tema económico influye. Antes solíamos ir una vez cada semana o cada dos semanas seguro. Mientras él seguía cobrando el paro, pues igual, una vez al mes. Últimamente igual volvemos a salir más porque él vuelve a tener ingresos y tal...i (L_04). Luego le echaron. La empresa entró en concurso. Y entonces comía en casa conmigo, y ahora lleva un mes trabajando, y en ese sentido, en función del tiempo que le dan, pues algo rápido y entonces como al final no se lo pagan, y pagan menos, pues intentas ahorrar en lo que puedes (L_04).

Del mismo modo, la percepción de la influencia de la crisis sobre el consumo extradoméstico no es solo una cuestión que se perciba a nivel individual, también se observa en el entorno de conocidos, amigos y familiares. Una observación que se evidencia en la menor afluencia de comensales en los restaurantes: los restaurantes se quejan de que hay mucha crisis (N_02). Y en la apreciación de que los precios de los restaurantes han disminuido a raíz de la crisis: […]se acomodaron porque antes eran exageraciones lo que pagabas. Yo creo que bajaron los precios. De los que yo conozco, vamos, eso sí (L_01). 12

Si bien también observamos ese efecto disciplinador que impone la crisis, observado en otros trabajos (Alonso et al. 2011a; Alonso et al. 2011b; Aguilar et al., 2013), por el que las personas reducen el gasto de comer fuera, a pesar de no verse afectado directamente por una pérdida de la renta o el desempleo. Son restricciones en el gasto motivadas por la situación que observan alrededor y que realizan bien por solidaridad o por miedo a que las dificultades económicas también puedan alcanzarles. En mi entorno yo he observado que han dejado de salir. Y estoy hablando de clase media, más o menos estable. No digo clase media alta, pero sí clase media que hasta ahora se lo podía permitir (…) con cierta frecuencia. Al menos una o dos veces por semana se venía haciendo y ahora viene siendo una vez al mes, como mucho (V_04). En este ambiente aunque no te afecte de una manera directa te vuelves más conservador en el gasto, aunque sigues teniendo los mismos ingresos o sea tu vida no ha cambiado. Pero ves el ambiente y ves gente que se ha quedado sin trabajo, que su vida ha cambiado mucho. Entonces todo eso te hace retraerte (V_11).

ESTRATEGIAS DE AHORRO EN LA ALIMENTACIÓN FUERA DEL HOGAR

Los resultados de esta investigación muestran como el consumo alimentario extradoméstico se mantiene y se sigue practicando a pesar de que el presupuesto se ha reducido en los hogares y de que los entrevistados declaran haberles afectado, de un modo u otro, la recesión económica. Al igual que otros tipos de consumo aquejados por la crisis han permanecido porque se han interiorizado (Brändler, 2010), el hábito de comer fuera se mantiene sin llegar a desaparecer totalmente de la vida social. Los resultados muestran que los ciudadanos han elaborando alternativas y estrategias de ahorro y moderación que permiten amortiguar el impacto de la crisis sin tener que cambiar drásticamente un hábito de consumo y del que se hace difícil prescindir una vez ya interiorizado.

Del mismo modo, que Díaz Méndez (2013) señaló que en España el hábito de comer fuera de casa se distingue por deberse a motivos laborales o de ocio; en el caso de las estrategias de ahorro que se practican con el objetivo de reducir el gasto en comer fuera

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del hogar, hemos comprobado que ocurre lo mismo. Así, hemos diferenciado las estrategias que se realizan por trabajo y durante las jornadas laborales o de estudios, de las que se realizan por ocio durante los fines de semana.

ESTRATEGIAS EXTRAALIMENTARIAS EN EL TIEMPO DE TRABAJO Hemos observado como el trabajo y las circunstancias vinculadas a la actividad laboral obligan a tener que comer fuera de casa, independientemente del presupuesto familiar. Entre las razones que exigen a las personas a comer fuera de casa están los horarios laborales que no permiten el tiempo suficiente para desplazarse hasta el domicilio a comer y/o a que la distancia entre el lugar de trabajo y el domicilio no lo permite. Sí, porque yo, por ejemplo, estoy dos semanas de horario de jornada partida, esas semanas voy al gimnasio y entonces como a las tres y media, cuando vuelvo del gimnasio. Y también tengo una semana que estoy de ocho y media a tres y media de la tarde, y entonces suelo comer hacia las dos en la oficina. Vamos, pero comer en diez minutos, quince, porque no puedes tampoco interrumpir el… el trabajo (M_11). Cuando estaba soltero sí, porque del pueblo a donde iba a trabajar eran 9 km, y no te merece la pena ir a comer a casa, porque no. Y a los restaurantes tampoco porque entonces te dejabas el sueldo en el restaurante. (V_13). De este modo, una de las estrategias más mencionadas a la hora de comer fuera durante el tiempo de trabajo es buscar establecimientos económicos que ofrecen platos o comida más barata. Igualmente, se opta por alternan diferentes tipos de comida y de establecimientos según el día. Así se combinan opciones menos económicas con “menús del día” (platos establecidos por los restaurantes y con mínimo margen de elección), o se alternan con bocadillos, sándwich, “pinchos” o “tapas” que sustituyen a una comida típica de dos platos y postre. De la misma manera, se recurren a los llamados “medios menús”, que son platos únicos o un plato más un postre. Pues, escoger sitios más económicos. Yo en mi caso llevo comiendo fuera de casa 24 años más o menos desde los 16 años y tengo 41 años.. y entonces al saber que todos los días 10 o 12€, buscas un sitio económico. Si te incrementa un euro más todos los días, sabes que luego al mes, o al año, supone mucho dinero (M_01). Cuando empezó la crisis, él tenía trabajo en el que le pagaban la dieta, comía de menú. Después le quitaron la dieta y entonces alternaba el momento que

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tuviera que ir a trabajar, porque él se mueve; toma menú o se iba a alguna hamburguesería, o bocadillo... Dependía un poco de la situación (L_04).

EL USO DE LA FIAMBRERA: UN HÁBITO ALIMENTARIO ORGANIZADO. El uso de la fiambrera es una de las prácticas alimentarias más ligadas a la crisis. Se trata de una opción también considerada como comer fuera de casa (Díaz Méndez, 2013). Es muy asequible cuando se tiene que comer fuera de casa durante la jornada de trabajo y el presupuesto es muy reducido. Esta implica aprovechar la comida doméstica preparada en casa y que se cocinó con anterioridad o, simplemente, puede consistir en llevar alimentos desde casa, que siempre resulta más barato que comprarlos en los establecimientos, restaurantes o bares. Nuestros resultados no nos permiten afirmar que el uso de la fiambrera en España se haya incrementado a raíz de la crisis económica y ante la disminución de ingresos en los hogares durante, pero lo que sí hemos observado es que es utilizada por los ciudadanos como una medida de ahorro para muchos. [...] quienes traen fiambrera, es más por un tema de presupuesto (M_12). Nada más tienes que mirar los restaurantes cuando comes alguna vez. Antes tenían dos salas y ahora tienen una. Y todos los que comemos ahora en el comedor (del trabajo), antes la mayoría comía fuera […]es una cuestión económica (M_06).

De la misma forma, este trabajo nos ha permitido conocer más profundamente este hábito alimentario y el modo en que se practica en España. Por lo general, se muestra que comer de fiambrera es un hábito muy organizado y planificado. Una de las primeras cuestiones organizativas que implica la fiambrera es que no vale cualquier alimento o tipo de comida para ser transportado. Las comidas tienen que adaptarse, no solo al recipiente en el que se trasporta, sino también a la infraestructura de la que se disponen en lugar donde se come. Por ello, se tiende a llevar comidas ligeras que se preparan en el hogar pero que son fáciles de calentar o que incluso no lo necesitan. Igualmente, este tipo de comidas no deben generan demasiado olor en los espacios donde se consumen ya que habitualmente suelen ser lugares que no están preparados para este fin. Así, el tipo de comida que se consume son pastas, arroces, fiambres, frutas, “comidas de cuchara” como legumbres, ensaladas, sándwich. Por tanto, el tipo de comida está muy

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condicionada a la conveniencia del momento y del lugar en el que se come durante la semana. […] claro, tenían que ser cosas que se pudieran recalentar en el micro. Entonces intentaba hacer pastas, arroces, bueno, lentejas, todo lo que fuera de cuchara era cómodo para llevar al trabajo; en cambio no te puedes llevar un filete con patatas fritas; me llevaba muchas ensaladas. A veces incluso me llevaba el paquete de ensalada con la lata de atún, el queso o lo que fuera, y me hacía la ensalada allí, porque teníamos una especie de cocina con un microondas (G_ 09).

Otra cuestión organizativa del uso de la fiambrera es la necesidad de una planificación previa en la comida. No es un hábito improvisado o esporádico. Tiende a implicar una planificación previa sobre lo que se cocina o prepara. Los entrevistados muestran sus maneras de organizarse pudiendo ser la planificación semanal o diaria. Se cocina durante los fines de semana para ser consumida el resto de días de la semana, o el día o noche anterior. También es habitual que se elabore en el hogar mayores cantidades de comida y que esta se congele con el objetivo de distribuirla entre todos los miembros que no puedan consumirla en la casa y que esta se conserve durante más tiempo. En muchos casos, la decisión de la comida va vinculada a la comida o la cena realizada en el hogar. De manera que tiende a ser una extensión de la comida familiar/doméstica. Me organizo por las noches. Cuando vuelvo a casa me hago la cena, algo ligerito, como te comentaba, me hago ensaladas o fiambres y preparo la comida, pues pasta, macarrones y aquí abajo […]. (Llevo fiambrera) Entre semana, los cinco días, excepto alguna ocasión rara pero sí (G_03). Si, habitualmente lo que me hago de la cena, lo aprovecho, hago más y me lo llevo al día siguiente. O si no el fin de semana aprovecho para hacer bastante cantidad, congelo y luego voy sacando. O sea no suelo dedicarme exclusivamente al “tupper”, a hacer una comida para el día siguiente, siempre intento reutilizar cosas o de la cena o de congelado (M_04).

Los discursos también muestran que el uso de la fiambrera no es solo una cuestión de presupuesto. La práctica de llevarse la comida preparada de casa también obedece a la preocupación por la alimentación que se consume fuera y la pérdida de control en las ingestas que puede suponer comer en establecimientos y restaurantes. No obstante, la

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razones de salud pueden utilizarse como un efecto legitimador de la práctica que enmascare una razón de presupuesto. Yo hago el esfuerzo de comer dos días de “tupper” porque, por no engordar, básicamente; porque sé que cuando como fuera, como mucho más[…] Sin embargo, pues sí me llevo mi “tupper” como mucho menos (M_04).

Otra cuestión reseñable y poco conocida en torno a la comida de fuera por fiambrera es que ésta implica una cierta sociabilidad. A pesar de que la fiambrera puede parecer una comida solitaria e individualizada, contiene importes elementos de sociabilidad y de organización social vinculadas a ella. Aunque cada uno lleva su fiambrera, es habitual que la gente comparta el momento de la comida. No es usual que se coma solitariamente frente al ordenador o en la mesa de trabajo o puesto de trabajo, como quizá pueda ocurrir en otros países. Entre los entrevistados, lo deseable es compartir el momento. Todos llevamos comida; comida hecha en casa ¿eh? No comprada. Casi todos llevamos comida y nos miramos los platos ¿tú qué has traído hoy? ¡Pues a mí eso no me gusta! Y así. Normalmente solemos llevar cada uno una cosa; luego claro somos tan sumamente diferentes (V_07).

Otra cuestión a destacar que se ha percibido es que con el uso de la fiambrera hay una necesidad de adaptar los espacios de trabajo a este hábito alimentario y a los cambios que ha podido suponer el uso más generalizado de esta práctica que en España, que tradicionalmente estaba asociada a la comida en determinados grupos de trabajadores como los obreros de la industria. Y es que el uso de la fiambrera implica tener un espacio o lugar en el trabajo donde calentar, refrigerar, limpiar y, como decimos, compartir el comida, ya que es importante que este lugar permita reunirse y comer en compañía. En este sentido, sería interesante saber hasta qué punto los lugares de trabajo ante la incorporación de la fiambrera en otros tipos de trabajo o al aparente mayor uso de la misma, han hecho que las empresas habiliten espacios para comer o comedores laborales. Por las respuestas de los entrevistados parece que los lugares de trabajo aún no están adaptados a esta práctica y lo habitual es que se improvise el espacio donde se come.

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Aunque tengas tupper, no puedes comer porque no tienes donde sentarte. A veces tienes que comer delante del ordenador. También eso, las empresas no te ponen facilidades para que la gente coma dentro su comida (M_04). Sí, yo trabajo aquí en la biblioteca. Y en la biblioteca tenemos, una nevera, un microondas, que nos hemos comprado nosotros, porque teníamos un espacio pequeño e intentamos hacerlo más cómodo (G_07).

A pesar de lo señalado, también hemos observado que el uso de la fiambrera implica ciertas desventajas para las personas que la practican, que hacen que en ocasiones se abandone. Una de ellas es el hecho de que no permite desconectar del trabajo o comer con cierta tranquilidad. Tuve una época que me llevaba la comida al trabajo. Hace bastante tiempo. Pero terminas desechando esa opción porque es que, al final, con el horario que tenía, prefería esperar un poquito más y comer tranquilamente (V_08).

Del mismo modo, se muestra un cierto rechazo hacia la uso de la fiambrera en relación a esa mencionada necesidad de organización y planificación que implica ya que para muchos es un esfuerzo añadido. Por ello, muchos de los entrevistados deciden practicar otras estrategias de comer fuera de forma económica, que suponen una mejor conveniencia, en la medida de que no requiere de una preparación y elaboración de la comida en casa. Se trata de comprar comida ya cocinada en establecimientos especializados y supermercados. Estos permiten elegir entre un buen número de platos individuales y diseñar un menú a precios muy económicos. Suelen ser también platos sencillos y cómodos que se adaptan al hecho de ser comidos en el trabajo (pastas, arroces,..). De manera que nuevamente el tipo de comida que se consume fuera de casa como alternativa a los restaurante vuelve a percibirse con una cierta limitación en las opciones alimentarias. Por ejemplo, ahora hay aquí un supermercado al lado, que están vendiendo comida hecha, pero hecha del día….Y eso, también, ya más de un día y más de dos, si te pilla que no te ha dado tiempo a hacer comida para traerte, comes bien y te sale más económico que un restaurante (M_05).

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En este sentido, estas nuevas opciones alimentarias son una muestra de cómo el mercado cambia y se adapta a la situación de crisis económica generalizada para satisfacer la heterogeneidad de situaciones y presupuestos. En este caso, para acomodarse a presupuestos reducidos de manera que surgen tipos de restaurantes más económicos, con opciones alimentarias asequibles, así como el ofrecimiento y/o petición de llevarse los restos de la comida sobrante en los restaurante. Una práctica muy poco habitual en España: Y el camarero, vergüenza por qué…me dijo, tranquilos que hay mucha gente que lo hace porque se pone mucha comida (G_04).

CAMBIOS EN LAS ESTRATEGIAS EXTRAALIMENTARIAS EN EL OCIO Cuando se practica la alimentación fuera de casa por razones de ocio esta tiende a realizarse de madera distinta a como se hace cuando hay una obligación de por medio. En este caso, las comidas se guían más por la voluntad y el placer, a la vez que se practican en compañía de amigos y/o familiares. Se trata también de estrategias consumo que buscan la moderación en el gasto alimentario extradoméstico. En algunos casos, son similares a las que se practican por obligación como pero que, de alguna manera, difieren de las anteriores. SALIR EN “PLAN BARATO” O REDUCIR EL NÚMERO DE SALIDAS PARA COMER FUERA: Los resultados de la entrevistas muestran que los ciudadanos tienden a plantearse dos opciones a la hora de decidir comer fuera y de hacer frente a la pérdida de ingresos derivada de la crisis económica. Una es, seguir saliendo a comer fuera con la misma frecuencia pero reduciendo el gasto en cada salida. Y la otra, consiste en reducir el número de salidas pero manteniendo el mismo nivel de gasto en cada salida. La primera estrategia es seguir saliendo, si cabe con la misma frecuencia pero tratando de gastar menos en cada salida a comer fuera de casa. A raíz de la crisis, los entrevistados señalan que han reducido la comida que se pide en los establecimientos, se come menos cantidad y, por tanto, el importe del ticket por salida es menor. De este modo, se descartan los platos más caros y se opta por elecciones más baratas cuando se sale a comer: nos cortarnos un poquito en pedir según qué tipo de… qué tipo de cosas (V_08).

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[…]la gente come menos, para gastar menos, sí. O sea, no más barato. De, bueno, la experiencia que tiene ella (hermana) en sidrería. Por regla general, si antes pedían tres tapas, pues ahora piden una. Y eso sí que cambió en cuatro años, por lo menos por la zona del oriente (Asturias), me imagino que será así… yo creo…si antes gastaban treinta euros, pues ahora, gastan bastante menos [….] van en plan más barato (L_01).

Una opción de comida fuera de casa y que, se realiza dentro de esta estrategia de moderación del gasto es el consumo de tapas o “tapeo”. Esta modalidad, que es común en España, parece haber permitido a las personas con presupuestos reducidos, seguir saliendo y practicando este hábito, a la vez que gastan menos. Es una modalidad que ha tenido una gran importancia en la alimentación extradoméstica española pues ya Rama (1980) hacía mención a su relevancia durante la década de finales de los ochenta, donde parece que representaba un 25% del consumo alimentario fuera del hogar en España (Rama, 1980). Como ya hemos señalado, es una modalidad que ha crecido durante este periodo de crisis económica (Martín Cerdeño, 2012: 67). Una modalidad similar son las raciones de comida para compartir. En ambos casos, son opciones en las que la comida permite repartirse en varios comensales y, por tanto, hace que sean opciones más económicas. Los resultados muestran que en muchas reuniones de ocio han sustituido a las tradicionales comidas en restaurantes donde se comía más cantidad y a unos precios más elevados. Como solemos ir una vez a la semana o cada dos o tres semanas, solemos ir a los mismos sitios, así de platos de tapeo, bravas o eso, chipirones, algunos bocadillos o pizzas y nos los repartimos entre los que seamos. El criterio prima más que sea económico, porque ahora todos mis amigos, incluso yo estamos sin recursos (G_03). Tapas; siempre tapas. Pero comer muy mal, porque a lo mejor es un pincho, y ya está, porque si vamos mucha gente, no siempre tocamos a todos por igual[…] cuando estamos con gente, nunca solemos ir a un restaurante sentados (V_16).

Al igual que en la estrategias de ahorro en el gasto extraalimentario por trabajo, una alternativa también habitual entorno al ocio es acudir a establecimientos más baratos y preferir bajar la “calidad” de la comida que se consume a favor de la cantidad. Por tanto, se buscan establecimientos asequibles frente a los restaurantes tradicionales, a los que se les considera como lugares más caros. Ese tipo de establecimientos baratos son

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restaurantes de comida rápida, restaurantes de buffet libre, restaurantes chinos o sidrerías, en el caso de Asturias, o establecimientos low cost. También están los establecimientos de bocadillo, pizzas o hamburguesas de cadena de comida rápida, menús establecidos. Además, disfruto igual en un sitio más caro que más barato (V_16). Pero se sigue saliendo. Lo único que miras más los sitios…Antes nadie miraba ningún tipo de descuento y eso…Y ahora todos estamos igual, En la misma situación (M_11).

En consecuencia, se demuestra que las personas a pesar de la crisis siguen saliendo a comer fuera a pesar de declarar tener menores recursos. Es decir, la gente no renuncia a salir menos pero si se muestra que la crisis ha hecho que se consuman racionalmente y busquen el ahorro de costes buscando alternativas y estrategias que les permita reducir el gasto extraalimentario pero sin cambiar unas pautas de consumo ya instaladas en su comportamiento. Por su parte, el mercado también ha sabido adaptarse y ofrecer alternativas alimentarias de consumo extraalimentario para cualquier tipo de presupuesto. Esto demuestra que comer fuera es también una cuestión de sociabilidad y no solo puede explicarse por razones económicas. Si bien existe la preocupación de los posibles efectos sobre la salud que pueden ocasionar optar por estrategias alimentarias de ocio más baratas. No obstante, existe una segunda opción que consiste en salir menos veces a comer fuera por placer pero mantener el mismo gasto en cada salida a comer fuera del hogar. Esto supone no estar dispuestos a renunciar a la calidad de la comida o a privarse de determinados platos, así como acudir a restaurantes de mayor precio, las veces que tienen ocasión de hacerlo. Salimos menos. Pero sí, salimos con los amigos con los que salimos habitualmente […] pero no vamos a un sitio más barato. A lo mejor en vez de ir treces, vamos una (M_07). Me gusta salir a sitios que me atraen, que suelen ser caros…Para salir a tomar un menú de seis euros prefiero hacerlo en casa y quedarme aquí. Sí te condiciona[…] Se sale menos pero se sigue saliendo. Lo único que miras más los sitios (M_11).

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La realización de comidas en casa que sustituyan a las celebradas fuera del hogar son también una estrategia de reducción del gasto por la que se tiende optar ya que, lógicamente, resulta más opción más económica: Ahora yo no me voy a gastar un dineral en celebrar mi cumpleaños fuera de casa. Eso está claro. Y lo celebramos en casa, hacemos una comida y ya está. Te gastas menos de la mitad (M_07). Sin embargo, hemos percibido que los encuentros que se realizan con amigos y familiares a comer en casa no responden únicamente a cuestión económica o de ahorro, sino que intervienen otras razones como la comodidad que ofrece recibir a gente en casa o la costumbre de que las reuniones familiares se hagan en un hogar más que en un establecimiento de restauración. De esta manera, las comidas en casa plantean una serie de ventajas a la hora de la reunión en torno a la comida que no se encuentran cuando se sale fuera. Es el caso de la sociabilidad que supone preparar y cocinar de manera conjunta entre los propios comensales. Igualmente, interviene una percepción de mayor comodidad y tranquilidad en la casa frente a los restaurantes, pues permite alargar las tertulias tras la comida o, en el caso de personas con hijos pequeños, admite poder compaginar el cuidado de los hijos y reunirse con otras personas, una situación que se hace más complicada cuando se trata de restaurantes. Traemos amigos a casa y vamos a casa de amigos porque también les gusta cocinar. Yo si tengo que escoger entre ir a comer en casa de un amigo o fuera, prefiero en casa de un amigo. Me parece que la tertulia y todo, no sé, es mejor (L_02). A veces nos juntamos muchos amigos en un sitio y llevamos comida. Pero de ir a comer a un sitio, no. Yo creo que por cuestiones económicas pero también por cuestiones de comodidad, por la crías y es que ir a comer con críos, es un poco más (N_04). Tendemos mucho a la casa por el tema de los niños. [….] cenamos y ella se va a la cama y nosotros podemos estar charlando más tranquilamente (V_15).

CONCLUSIONES Esta comunicación ha pretendido llevar a cabo un análisis del impacto de la crisis económica en el consumo extradoméstico de alimentos.

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Los datos objetivos desvelan que desde el año 2007, la evolución de lo que los españoles se gastan en comer fuera de casa ha disminuido hasta el momento en el que se alcanza la fase más aguda de la crisis (2013). Esta disminución ha afectado a prácticamente todos los grupos de ingresos, especialmente a las familias con 5 o más miembros, con la excepción de las rentas más bajas (hasta 500 € mensuales), cuyo consumo de subsistencia no resulta un parámetro a tener en cuenta a la hora de analizar pautas alimentarias consolidadas fuera del hogar. Sin embargo, resulta importante destacar que al igual que ocurre con otros bienes, la disminución cuantitativa del gasto en el ámbito de la alimentación extradoméstica, no ha conducido a una ruptura de las prácticas que vienen reforzando socialmente la comida fuera de casa. Los españoles siguen saliendo a comer fuera del hogar, bien sea razones laborales o de ocio, porque al igual que en otros ámbitos, existen unos hábitos de consumo consolidados cuya desaparición solo podría venir precedida de una auténtica transformación cultural. La permanencia de las pautas de consumo en el ámbito estudiado, se debe a la capacidad de adaptación que tienen tanto el propio consumidor como el mercado, ante los desafíos que se derivan de los cambios en la dinámica económica. En este trabajo hemos percibido esa capacidad de adaptación después de analizar un conjunto de discursos extraídos de 50 entrevistas realizadas en hogares de distintas ciudades españolas. Previamente, hemos convenido lo que para la literatura especializada es “comer fuera de casa”: estamos ante un conjunto de prácticas heterogéneas, en permanente crecimiento dentro de lo que es el modelo alimentario global, que se ha diversificado entre todas las clases sociales debido a la diversificación y abaratamiento de la oferta. Comer fuera del hogar hoy, ya no es, como en el pasado, un lujo asociado a las rentas más altas.

La mayor parte de los entrevistados señala que la crisis ha reducido de una u otra manera, la capacidad económica que permite salir a comer fuera de casa. Resulta importante destacar, igualmente, que la crisis ha tenido un efecto de contención en el consumo incluso en aquellos individuos y grupos que no se han visto directamente afectados por el desempleo y la pérdida de renta. Cuando disminuye la capacidad de gasto o existe incertidumbre con respecto a la marcha de la economía, las primeras partidas presupuestarias que se cancelan, son aquellas relacionadas con la financiación

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de actividades que no son de primera necesidad, como puede ser el caso de salir a comer o cenar a un restaurante con amigos o familiares. Sin embargo, incluso en este caso, los entrevistados dicen haber amortiguado los efectos de la crisis, estableciendo distintas estrategias que han permitido seguir manteniendo la alimentación extradoméstica. De este modo, el fenómeno de la alimentación recreativa se mantiene, en buena medida porque se disminuye el gasto total optando por alimentos más baratos y de menos calidad, frecuentando locales de comida rápida u organizando reuniones de familiares o amigos, en casas particulares donde se comparten los gastos y se elaboran conjuntamente los menús. Asimismo, es destacable el papel que las tapas, modalidad de consumo alimentario propio, está teniendo en el mantenimiento de la comida fuera del hogar: se sustituyen las comidas y cenas en restaurantes tradicionales, por raciones que se comparten también en lo que respecta a la distribución del gasto. La misma tendencia puede advertirse en la alimentación extradoméstica cuando se trata de analizar la percepción de la crisis en el contexto laboral o educativo. Los trabajadores y los estudiantes tampoco han regresado a casa para comer como consecuencia de la disminución de renta de las familias. Los clásicos “menús del día” se combinan, según los entrevistados, con otras alternativas más baratas, como los bocadillos, los “pinchos” o los sándwiches, que permiten seguir comiendo fuera a pesar de contar con un presupuesto menor. En este sentido, se detecta un cierto uso de la fiambrera o “tupper”, práctica emergente que parece haberse instalado en el imaginario colectivo y comunicativo como expresión de la resistencia ciudadana frente a los rigores de la crisis. Sin embargo, los distintos discursos llaman la atención sobre lo compleja que es la organización de la fiambrera como forma habitual de alimentación, no solo desde el punto de vista de la preparación, sino de la propia ingesta, dadas las carencias estructurales de los centros de trabajo y de estudio. Quizá para la consolidación de este hábito sea necesario no solo un contexto económico desfavorable, sino un cambio de estilo de vida global en lo que respecta a la forma en que se consume.

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