Story Transcript
EL HORIZONTE DE LA FE Esteban: Se ha dicho que las posibilidades del ser humano en su capacidad de raciocinio, en su capacidad de emprender proyectos, en su capacidad de imaginar horizontes, es ilimitada en la posibilidad de enfrentar posibilidades y que muchas veces utilizamos un bajo porcentaje de esas capacidades. Incluso, algunos han dicho que algunas maneras de ver la vida, que ciertas maneras de enfrentar al mundo, que ciertas maneras de enfrentarse a los problemas y circunstancias, le pueden poner a uno un límite, un límite en su manera de visión, de acción, de pensamiento y eso ha sido así con lo que es al fe cristiana según algunos. Salvador, muchos han dicho que cuando uno llega a la fe, cuando uno llega al conocimiento de la fe bíblica de Jesucristo, lo miran con cierto desprecio, porque dicen, este tipo tiene una mente estrecha, no puede pensar más allá de ciertos dogmas predeterminados, ¿qué hay de cierto en todo esto? Es el tema que queremos tirar sobre la mesa en el día de hoy. Salvador: Si, esa es un falacia muy generalizada en el día de hoy, creer que el libre pensador tiene un horizonte mucho más grande, porque si tiene fe su horizonte se reduce. Digamos que en algunos casos, algunas prácticas de la fe, donde aparecen demasiados dogmas cerrados, el pensamiento se limita y en muchos casos, también se limita la acción de la vida, pero creo que es un error, y es un error fundamental, pensar que el hombre de fe achica su mundo mientras que el libre pensador lo amplía. El libre pensador trabaja, como todo pensamiento, dentro de los límites de la causa y el efecto. Lo que quiere decir que - poniendo un ejemplo de la Biblia - una noche Jesús le dice a sus discípulos que crucen el mar de Galilea y suben los discípulos a una barca, al subir a ella y al cruzar por el mar de Galilea, por diferencias de presión se producen tormentas tremendas. Esa misma tempestad los mantiene a ellos durante seis horas remando, indudablemente nadie puede decir: “me bajo de la barca y me voy”. Lo mismo sucede si viajamos en un avión, tuve que bajar dos veces el año pasado por tormentas, la primera vez el avión se sacudió, era un avión grandísimo, se sacudía de una forma increíble y estuvimos durante media hora sacudiéndonos hasta que finalmente tocó tierra porque había una tormenta realmente tremenda y uno tiene que aguantar, se sabe que está en el limitado mundo de la causa y del efecto por lo tanto, nadie puede decir me bajo o salgo de la situación, uno tiene que estar allí, lo que quiere decir que ahí hay un mundo limitado, es el mundo de la razón. Ese mundo tiene ciertos límites que son estrechos. El libre pensador se maneja con el razonamiento, y tiene el límite estrecho de la razón. Él solo puede manejarse con lo que puede captar su pensamiento y puede manejarse solamente con la realidad palpable y visible que puede tomar sus sentidos únicamente y los límites de los sentidos le marca los límites de su mundo. Además, su pensamiento puede en alguna forma razonar el conocimiento empírico, pero siempre experimentando con lo que ve y toca. Lo que quiere decir, que veo el mundo del libre pensador como un mundo absolutamente limitado. Él puede trabajar únicamente con ciertos elementos y esos elementos se los marca la limitación de sus sentidos.
Hay un momento, mientras los discípulos están en la barca, sacudiéndose por la tormenta, en que esa angustia de que no vamos a llegar al otro lado tiene que apoderarse del corazón de ellos. Están cansados y están vencidos. Y creo que eso le paso al razonamiento con los existencialistas. Cuando Sartre plantea en “A Puerta Cerrada”, una obra de teatro muy famosa de este autor, un universo que se da en las cuatro paredes de una habitación donde los personajes están encerrados allí, no pueden salir, no pueden dejar de observarse los unos a los otros y se crea toda una angustia alrededor de un claustro encerrado. Sartre estaba planteando su visión del mundo como algo cerrado, donde como él dice en una de sus famosas frases: “El infierno son los otros”. Estamos siempre bajo la mirada del otro y en alguna forma actuamos bajo esa mirada, pero no nos podemos desprender y no podemos salir de ese mundo cerrado. Ahora, lógicamente esto es coherente con el pensamiento del existencialista. El existencialista no ve una realidad trascendente, tiene que quedarse con un mundo limitado y por lo menos, confiesa Sartre, ese mundo limitado y ahogante en el que estamos es infernal. Porque llega un momento en que no puedo darle elasticidad a esa realidad, es limitada. En el caso de los discípulos de Jesús, dicen que de pronto ven venir a alguien caminando sobre las aguas. El hecho de ver a alguien, una persona caminando sobre el agua en medio de una tormenta uno se pregunta ¿dónde está la causa y el efecto? Ahí hay algo más que está por encima de la causa y el efecto. Que no niega la causa y el efecto, pero que está más allá. Como interpretan ellos la venida de esa persona sobre las aguas, ellos lo primero que dicen al verlo es “un fantasma”. Es decir, estamos frente a los supersticioso. Porque el fantasma no tiene, de acuerdo a la imaginación, no tiene gravidez, no tiene peso, pero en alguna forma tiene un volumen aunque es inasible. Y lo que ellos ven es un volumen que camina, pero entienden que no debería tener peso, porque si lo tuviera se hundiría. Entonces es muy lógico lo que ellos piensan, es un fantasma. Es algo que se puede ver pero que no se puede asir. Pero después se dan cuenta que no, que no es un fantasma, porque si lo fuera, saltaríamos del mundo de la causa y del efecto al mundo de la superstición. Sino que es Jesús el que está viniendo y acá es donde entra la dimensión de la fe, la fe no niega de ninguna manera la causa y el efecto, y además nos movemos en un mundo de causa – efecto y es de muy mala teología los que quieren eludir la causa y el efecto. El mundo de la causa y el efecto fue creado por Dios. Entonces dentro de ese mundo de la causa y el efecto nosotros vamos creando donde nos movemos. Si nos enfermamos sabemos que existen una cantidad de productos químicos a los que recurrimos para sanarnos, dentro del mundo de la causa y el efecto. Y repito que es de muy mala teología desechar eso para decir que me voy a curar únicamente por la fe. Porque en definitiva el Dios que hizo la causa y el efecto, es el mismo de la fe. Lo que quiere decir que Dios no se encerró en el mundo de la causa y del efecto, en el mundo tenemos una cantidad
de recursos y de soluciones, pero más allá de ese mundo hay un mundo que no captan los sentidos, es el mundo de la fe. Entonces el hombre de fe vive en el mundo limitado de la causa y el efecto, como vive cualquier otra persona, utiliza los recursos de la causa y el efecto, como los utiliza todo el mundo pero cree además, y el hecho de creer amplía su mundo, sus recursos y sus horizontes. El hombre de fe no tiene horizontes limitados, sino que tiene horizontes más amplios, por eso, en el momento que Pedro ve que Jesús viene caminando sobre el agua le dice: “Señor si eres tú manda que camine sobre las aguas hacia tí”. Esta frase es muy interesante, porque dice: “Señor si eres tú” si es un fantasma, yo no voy a ir, porque a la superstición es una forma de suicidio arrojarse a los brazos de la superstición, si es un fantasma, yo voy a bajar y me voy a hundir, pero el asunto es si Dios está del otro lado. Si el Dios personal, todo poderoso e inteligente está del otro lado, de alguna forma puedo con el recurso del poder de Dios trascender el mundo de la causa y el efecto. Entonces, Pedro baja y camina sobre el agua, lo que quiere decir que su fe le amplio el mundo. Él puede bajar de los límites de la barca, puede bajar porque está presente Dios allí. Cuando yo veo la presencia de Dios en la vida, la barca, en la cual tengo que manejarme porque ese es el mundo de Dios, no significa el límite último. Por eso el libre pensador, cuando llega al borde de la muerte y muere, para él allí tiene que acabarse todo porque dentro del mundo limitado en donde él vive, la muerte es el fin. Mientras que para el hombre de fe, la muerte llega, porque el hombre es un ser material, es un ser pecador, y todo lo demás, pero en alguna forma él ve otro mundo detrás del mundo de los sentidos y tiene otra esperanza. Y la esperanza es lo que abre el mundo del hombre de fe siendo este más amplio que el del librepensador. Esteban: Esto muestra la contradicción de intentar limitar a la fe cristiana con el ejemplo del caballo con las orejeras. Porque muchas veces sucede que se intenta imitar la fe cristiana asemejándola a esos caballos que tienen orejeras para no ver más allá de sus costados. Salvador: Y los sentido son para el hombre racional un poco eso, no ve más allá de lo que le marcan los sentidos. El sentido tiene una limitación, esto tiene además una historia. ¿Por qué llegamos a esto? Y entonces sería interesante analizar un poco la historia. Esteban: Ahora vamos a eso, porque sería muy bueno saber, a raíz de qué cosas se empieza a pensar de esta manera. PAUSA... Esteban: Estamos tratando de ver con Salvador Dellutri: ¿Por qué se ha dado a conocer una presuposición, una idea, una especie de estereotipo, de que el hombre de fe, la persona que vive por la fe, tiene un mundo estrecho, ha limitado su capacidad de ver la vida, ha limitado su capacidad de acción, de pensamiento, se ha limitado en sus posibilidades de hablar y ampliar sus horizontes?
Vimos que hay una falacia en esta manera de pensar, pero uno se pregunta donde comenzó todo esto, ¿por qué hemos llegado a tener esta idea tan expandida en muchos sectores? Salvador: Bueno yo creo que si voy a la Biblia me encuentro con que la primera vez que se “libera el pensamiento” (entre comillas) es en el jardín del Edén. Allí la propuesta que recibe Eva es liberarse de limitaciones que fueron impuestas, ellos no podían comer de un árbol, del árbol de la ciencia del bien y del mal. Entonces la pregunta de la serpiente tiene como respuesta de que esto en realidad no es así, no van a morir, sino que sabe Dios que si ustedes comen, el mundo de ustedes se amplía, van a ser como dioses. Van a trascender lo humano y van a llegar a la vida, y yo creo que esa ambición de que el mundo fuera más amplio es lo que llevó a comer. Pero se dio el resultado inverso, quedaron limitados a un mundo reducido. Fueron a la tierra, le producía espinos y cardos, comerás el pan con el sudor de tu frente, así se limitó todo. Queriendo un mundo más expandido, consiguieron todo lo contrario. Creo que eso es lo que nos pasa, hemos llegado a vivir en ese mundo comprimido, buscando una liberación, porque buscaron una liberación y terminaron comprimidos. Y creo que esa emancipación de Dios que ellos hacen, porque el sentido del acto es la emancipación de Dios, en vez de traer un mundo más amplio, le trajo un mundo mucho más limitado. Esta es un constante que estamos viviendo en esta idea del siglo XX, que nos hemos intentado de emancipar de Dios, y la idea siempre es que si me emancipo de Dios mi mundo es más grande. Esteban: Se hablaba de la autonomía personal. Era un término muy habitual en su momento. Salvador: Es lo que procuraban Adán y Eva, moverse por si mismos, establecer sus propias leyes, ese mundo autónomo es aparentemente la realidad más grande pero es en la realidad más pequeño. Creo que la emancipación de Dios ha limitado totalmente el mundo del hombre. Es la famosa historia del oso que estaba en la jaula del circo, camina en la jaula, la jaula es una jaula pequeña y como tiene que gastar muchas energías camina dentro de la jaula, y es una jaula pequeña, y tiene dos metros por dos metros, entonces avanza dos metros y retrocede dos metros, y él está en ese mundo limitado, es su mundo, y no puede salir de ahí, pero un día, como ya es viejo, lo llevan al campo y lo sueltan. Y ahora tiene todo por delante, y entonces él camina dos metros y se para y retrocede dos metros, porque en todo ese tiempo se le han formado hábitos y esos hábitos son como barrotes mentales no los puede romper y al no poder romper esos “barrotes mentales” sigue viviendo a pesar de estar en un mundo mucho más grande, sigue viviendo en la pequeñez de las limitaciones mentales que tiene. Y cuando veo a un extremo racionalista lo veo como a ese oso, él puede vivir en mundo mucho más amplio que es el mundo de la fe y lo tiene al alcance de las manos, pero mentalmente colocó barrotes, y al colocar esos barrotes en su vida y pensamiento, limitó su mundo.
Y esa limitación de su mundo, ese ponerle un límite al mundo donde tiene que moverse, es lo que lo ahoga. Aunque no se de cuenta. Kierkegaard hablaba de dar un salto de fe. La fe tiene que ir más allá de la razón. Entonces el racionalista, como tiene su limitación en “los barrotes” de su razonamiento, no puede romperlos porque quiere que la fe entre dentro de su jaula. Y que el mundo de la fe entre dentro de su jaula, y entonces pide que le demuestre la existencia de Dios, de alguna forma lo quiere traer al mundo de la razón, quiere razonarlo, y la fe justamente trasciende a la razón, nos lleva más allá. Y ese salto mas allá de la razón, no es irracional, no quita esa posibilidad, abre otra posibilidad a la vida. El caso de Pedro, el cual hablábamos hace un momento, bajando a las aguas, dice que camino, como si el agua fuese sólida, camino hacia Jesús, hasta que de pronto, la fe empieza a resquebrajarse y en ese momento se hunde. Jesús le dice: “Hombre de poca fe”. Quiere decir, que si el mundo se expande en la medida que se tiene fe, y en la medida que se pierde, se vuelve inmediatamente al otro mundo, al mundo restringido en el que estaba. Y lo que veo es esto, por mi tarea, muchas veces debo conversar con personas con problemas. Hay gente que uno la escucha y se da cuenta que tiene un mínimo problema pero para él es un mundo. Pero hay gente que parece que el mundo se le ha vuelto sobre él y sin embargo se le encuentra equilibrado. Con seriedad, aceptación, fortaleza para seguir adelante y la diferencia la hace únicamente la fe. El hombre sin fe termina por ahogarse en un vaso de agua. Y el hombre con fe atraviesa las tormentas más violentas porque sabe que Dios está presente y actúa. Que hay una mente superior a la de él que está gobernando todas las cosas. Y yo creo que justamente la fe, es el elmento que nos da equilibrio. El hombre frente a la causa y el efecto, lo único que puede alcanzar frente a la incomprensible es la resignación, mientras que el hombre de fe lo que alcanza en medio de esto es esperanza. Indudablemente hay una tremenda diferente entre esperanza y resignación. La resignación termina por aplastar al hombre. Por eso la fe hace crecer a una persona, la fe nos acerca a ese universo mucho más amplio y nos da respuestas para que podamos atravesar las dificultades en la vida. Por tanto creo que partimos de una falacia, y la falacia es “el mundo del libre pensador es mucho más grande” el del hombre de fe es más chico. Digo si yo pienso en el mundo de abajo hay un momento en que se me cierran todas las puertas, entonces al cerrárseme todas las puertas no hay ninguna posibilidad más. Pero como soy hombre de fe siempre tengo abierta la puerta de la eternidad y esa puerta esta abierta para que yo clame y me de su forma, por lo menos tengo una puerta más donde golpear que es la puerta grande que es la puerta del Todo Poderoso. El hombre de abajo tiene muchas puertas, pero fácilmente se le cierran todas, entonces el hombre de fe nunca está ahogado, el hombre de fe sabe que siempre hay una puerta más allá de las humanas que puede darle respuestas, y esa puerta esta abierta, únicamente porque cree. “Al que cree todo le es posible”. Y Jesús, frente a un hombre al cual se le habían cerrado todos los caminos y la gente le decía ya basta, Jesús le dijo: “No temas, cree solamente”. Se le habían cerrado todas las puertas humanas, pero por la fe todavía tenía esperanza. Y creo que lo que tenemos que hacer es poner nuestra fe en el Señor Jesucristo, en lo
trascendente, en Dios, y nuestro mundo no se va a achicar, por el contrario, va a ser uno más amplio, con muchos recursos, con más posibilidades, y donde las adversidades son puertas siempre hacia la esperanza.