El siempre fascinante horizonte

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EL DÍA, domingo, 14 de febrero de 2016

p1 LOS RASCACIELOS DEL Puerto de la Cruz. La construcción de los hoteles de mayor altura en la época dorada del turismo. 6/7

del domingo revista semanal de EL DÍA

La barca que cruzó la antigua laguna de Aguere: LA CERTEZA DE UNA BELLA LEYENDA 

Texto: Daniel García Pulido (del Fondo de Canarias-Biblioteca General y de Humanidades. Tertulia de Amigos del 25 de Julio [email protected])

Para Aisha y Hugo, que comienzan su singladura en esta preciosa vida, con mis mejores deseos de felicidad, salud y cariño sin límites.

E

l siempre fascinante horizonte de las leyendas históricas, ese espacio en brumas donde se entremezclan relatos ancestrales protagonizados por personajes a primera vista fidedignos actuando sobre enclaves reconocibles y bajo unas circunstancias concretas, suele mostrarse ante nosotros envuelto bajo un halo de misticismo que difícilmente puede asombrarnos, porque esas pautas son consustanciales a los mismos hechos que se narran, hechos que, por su grandiosidad, por su excesiva belleza, por su fantasía inherente, parecen en una primera aproximación haber sido narrados para deleite de la imaginación, de nuestra conciencia del pasado. Dejándonos hechizar por ese conglomerado de narraciones subyace siempre un importante núcleo de información verídica a la que el lector solo puede llegar haciendo gala de grandes dosis de paciencia investigadora, del conocimiento veraz del contexto histórico contemporáneo a los hechos o, incluso, a través de la mediación de la misma suerte, con el hallazgo de una referencia, un testimonio, un dato, que refrende o desmienta un relato literario haciéndolo migrar, en apenas unos segundos, del ámbito de la mayor fabulación al de la más pura y meridiana realidad. En ese marco místico se ha ubicado desde antaño la leyenda, asociada a una imagen etérea, casi idílica, que colocaba una sencilla barca surcando la antigua laguna que dio nombre a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, llevando a bordo a los frailes franciscanos en sus breves trayectos entre los conventos de San Francisco y San Diego.

 Mapa de La Laguna elaborado por Torriani en 1588.

 Recreación de la barca, según los datos de la batalla en la que fue capturada.

Esta recreación, hasta cierto punto bucólica, traía a nuestra mente esa imagen universal del religioso embarcado en una frágil embarcación, al estilo de como lo hicieran san Brandán o san Maclovio en sus famosos peregrinajes atlánticos, y era lógico que la historiografía, el público, el estamento científico, concedieran escaso o nulo margen para este tipo de idealizaciones al referirse a la realidad histórica de aquella laguna centenaria. Todo parecía asociarse, juntando los preceptos hasta entonces disponibles, para mover hacia la incredulidad y el descrédito lo que, como veremos, no era otra cosa que la percepción y el eco, desvirtuado por el paso de los siglos, de una certeza indeleble aunque desdibujada. A falta de rasgos documentales que afiancen los detalles suplemen-

tarios que visten este episodio singular, estas líneas nacen con el objeto de acercar al lector, a grandes trazos, a una narración que otorga verosimilitud y carácter fehaciente a la presencia de una barca en La Laguna de finales del siglo XVII y principios del XVIII, vinculando esa realidad, además, a uno de los hechos de armas más relevantes de la historia de Santa Cruz de Tenerife y de la isla entera, el ataque del almirante británico Robert Blake en 1657, en conjunción con el fervor hacia la venerable imagen del Santísimo Cristo de La Laguna y las inundaciones padecidas por el santuario donde se aloja tan devotísima imagen. La leyenda de la barca Para introducirnos en el conocimiento y análisis del relato legendario debe-

mos acudir inicialmente al imaginario tradicional de La Laguna, donde surgen narraciones que nos cuentan cómo los frailes franciscanos del cenobio de San Miguel de las Victorias (mejor conocido como convento de San Francisco o, actualmente, como Santuario del Cristo) utilizaban una pequeña lancha para atravesar la antigua laguna en pos del otro convento de su orden, regentado por los franciscanos menores observantes, titulado San Diego del Monte(1). Ejemplos sencillos de estos testimonios los encontramos en artículos de prensa contemporáneos donde puede leerse: “Dicen que, por aquella época, los frailes de San Diego bajaban a la ciudad atravesando en barca la primitiva laguna, convertidos en expertos navegantes sobre aguas verdes y pantanosas, antes que los drenajes fueran secando los humedales [...]”(2); o donde se afirma que “fray Juan de Jesús, que iba a la ciudad en barca cuando Aguere fue navegable” (3). Todo este caudal de informaciones tradicionales bebe, posiblemente, de una fuente primigenia que escapa a nuestro control al no haber sido capaces de hallar entre los principales historiadores, estudiosos ni eruditos que han versado sus trabajos sobre esta capital (Viera y Clavijo, Rodríguez Moure, Leoncio Rodríguez, Roméu Palazuelos, Carlos García...) atisbo o sesgo siquiera sobre esta leyenda y su posible origen. Es obvio que estas narraciones debían ser leídas, hasta la fecha, en clave literaria o epopéyica, buscando símiles a estas recreaciones en la inventiva de prosistas enamorados del paisaje lagunero, o en parajes similares donde, efectivamente, sí se daban esos trayectos fluviales en barca por parte de individuos de órdenes religiosas y nobiliarias, y creemos que tan solo la aparición del elemento que descubrimos a continuación otorga una nueva visión y un cariz distinto a todas estas narraciones. La barca británica tomada en el ataque de Robert Blake (1657) La población de Santa Cruz de Tenerife sufrió a lo largo de su historia tres grandes asaltos navales: Blake (1657), Jennings (1706) y Nelson (1797), que

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EN PORTADA se tradujeron, en lenguaje heráldico, al finalizar en tres sonoras victorias, en el trío de cabezas de león que luce en su escudo municipal. El primero de estos enfrentamientos bélicos tuvo lugar el 30 de abril de 1657, con un desigual enfrentamiento entre la poderosa armada británica comandada por el citado almirante Blake, dirigiendo 23 navíos artillados, contra 16 embarcaciones españolas –en su inmensa mayoría mercantes–, fondeadas en la rada santacrucera al amparo de las baterías de costa y bajo la dirección del almirante Diego de Egues Beaumont. En el trasunto de esta interesante página de la historia militar de las Islas, bien estudiada en otros lugares(4), hubo un pequeño episodio al aproximarse a tierra tres barcas inglesas con la intención de capturar uno de los barcos españoles encallados en la orilla de la entonces Huerta de los Melones –espacio hoy ocupado por el acuartelamiento de Almeyda y parte de la avenida Francisco La-Roche–. Dejemos que sea el regidor y memorialista José de Anchieta y Alarcón (1705-1767) quien nos narre con todo lujo de detalles ese particular altercado: “Estando en esto la noche del día 29 de abril se avisó de los castillos el rebato y comenzó a bajar la gente y la misma noche se fueron repartiendo las compañías. [A] la de don Cristóbal Lordelo, que este era alférez y su capitán don Tomás de Nava, marqués de Villanueva, que estaba enfermo en La Orotava, le dieron por sitio donde dicen la Huerta de los Melones y allí puso su gente. [...] Entre los navíos de la flota era uno llamado «San Juan Colorado». Este se arrimó cuanto pudo a tierra, junto a la Huerta de los Melones, y los ingleses vinieron en lanchas a sacarlo, y la compañía de don Cristóbal Lordelo, con mucho valor, lo defendieron aunque de los navíos ingleses se tiraba mucha bala menuda. En fin, lo defendieron y, llegando una lancha inglesa a entrar a dicho navío, le mataron de tierra doce ingleses que le quedaban y se tiraron al agua y jalaron la lancha a tierra, defendiéndola a nado de otros ingleses que [se] la querían llevar por haber allí otras lanchas de ingleses y de una de ellas saltaron al dicho navío y, subiendo un inglés a quitar la bandera española del navío ya nombrado «San Juan Colorado», le tiró de tierra de puntería un capitán reformado que estaba en dicha compañía y lo mató, viéndolo caer al agua y fue tanto el empeño de la gente de tierra que defendieron dicho navío y otros dos de dicha flota que allí también se arrimaron, nombrados el «Santísimo Sacramento» y el otro «Nuestra Señora del Rosario», sin atemorizarlos las muchas balas que allí tiraban de los navíos, de las que juntaron un buen montón los soldados, y la lancha inglesa que trajeron a tierra la dio dicho don Cristóbal Lordelo y su gente al Señor de La Laguna y la recibió el padre guardián fray Sebastián de Sanabria; y

al capitán reformado que digo que mató al inglés que iba a quitar la bandera lo llamaban Sebastián [en blanco]. [...] Esto consta en unas informaciones que hizo dicho don Cristóbal Lordelo [el] año de 1685, en 21 de mayo, ante Diego Ramírez, escribano, y don José Tabares, teniente. Su Majestad dio de salario 25 ducados cada mes a dicho don Cristóbal Lordelo por estos servicios, que gozó toda su vida. [...] Un alférez de esta ciudad, la noche del rebato se fue a San Francisco y quitó un velo del nicho del Señor de La Laguna y lo llevó al hombro por bandera [...](5)”. Esta asombrosa revelación del obsequio de una barca británica al Santísimo Cristo de La Laguna, al estilo de ofrenda en agradecimiento por la protección recibida en las acciones defensivas, se refuerza con lo recogido por el propio Anchieta y Alarcón en otro nuevo apunte, donde nos certifica que: “Don Cristóbal Lordelo obtuvo el título de maestre de campo estando en Madrid, que había ido el año de 1689 y salió de su casa para este viaje [el] martes 2 de agosto y volvió a entrar en su casa [el] martes 21 de marzo de 1690, con sueldos de 25 ducados al mes, y alegó que había servido de alférez y capitán 39 años y, siendo alférez del don Tomás de Nava, un soldado de su compañía mató al que iba quitando el estandarte real e hizo otras cosas, que fue causa el dicho don Cristóbal de defender dos navíos y tomar una lancha de ingleses, que cedió al Santísimo Cristo siendo guardián el padre Sanabria”(6). En nuestro afán por comprobar la certeza de esta relevante información acudimos en primer lugar al relatoestrella en lo referido al ataque de Blake a Santa Cruz de Tenerife, la biografía del propio almirante Diego de Egues, donde, efectivamente, puede leerse:

 Infografía de la antigua laguna hecha por Guillermo Padilla sobre el plano de la ciudad.

 Firma de Cristóbal de Lordelo

“Tres lanchas inglesas trataron de abordar á la capitana después de incendiada por la satisfacción de quitarle el estandarte, y arrojándose los soldados españoles á impedirlo, tomaron una de las lanchas poniendo en huida á las otras” (7). La magnitud de ese hecho de armas, obviamente de escala menor dentro de la escala de la batalla en sí, le hizo merecedor, además, de figurar en el Memorial sobre la ascendencia, méritos y servicios de Tomás de Nava Grimón, marqués de Villanueva del Prado, escrito en 1665 por el reputado genealogista Alonso Núñez de Castro (1627-1695)(8), citado a su vez por el mismísimo historiador José de Viera y Clavijo en sus Noticias de la Historia de las Islas de Canaria(9). Otro referente que otorga credibilidad absoluta al texto se trasluce al comprobarse la identidad del religioso citado por Anchieta y Alarcón como receptor de la embarcación, el padre Sebastián de Sanabria (o Sanavia), quien, durante el trienio 1661-1664, fue efectivamente guardián del convento de San Miguel de las Victorias (actual santuario del Cristo)(10). Asimismo, quisiéramos destacar, siguiendo la última frase del primer extracto del regidor orotavense, la fe inamovible que despertaba la figura del Santísimo Cristo de La Laguna a efectos de protección frente a incursiones piráticas, donde el comportamiento de Cristóbal de Lordelo sería un claro ejemplo. De hecho, pensamos que ese alférez lagunero que se nombra tomando un velo del Cristo como talismán en la propia defensa no puede ser otro que el mismo Lordelo(11). Biografía de Cristóbal Lordelo Cristóbal de Lordelo Fonte de las Cuevas Ponte y Céspedes nació en La Laguna el 10 de agosto de 1632, en el seno de la familia constituida por Pedro Fer-

nández de Lordelo y Soler y Antonia Fonte de las Cuevas y Ponte. Con apenas 25 años, con el rango de alférez del tercio de milicias de La Laguna, estuvo presente en la citada defensa de Santa Cruz de Tenerife ante Blake, llegando a alcanzar, con el paso de los decenios, el rango de maestre de campo de milicias, el de alguacil mayor de la Inquisición –en 1682(12)– y el relevante cargo de regidor perpetuo de Tenerife por Real Título de 24 de octubre de 1678 –recibido en Cabildo el 3 de diciembre siguiente–. Aparte, debe consignarse que fue alcaide del castillo de San Cristóbal en 1676 y cofrade de la Esclavitud de San Juan Evangelista, en La Laguna. En el ámbito personal, contrajo nupcias, en la iglesia lagunera de Los Remedios, el 15 de febrero de 1660, con María Magdalena de Molina y Lasso de la Guerra, con quien procreó 7 hijos: Pedro, Ana María, Pedro (II de su nombre), Antonia María, Lorenza, José Pedro y Luisa Antonia. Testó ante Juan Machado-Fiesco el 10 de junio de 1687, falleciendo apenas seis días después, el 16 de junio, fecha en que se abrió su testamento(13). Búsqueda de la comprobación Dentro del abanico de posibilidades para continuar con la certificación de la existencia de esa barca lagunera hemos de confesar que incluso soñábamos (y aún lo hacemos) con dar con ella dentro de nuestro patrimonio, bien sea institucional o en colecciones privadas, donde aún en la actualidad existen auténticas maravillas insospechadas pendientes de contextualización o de un estudio pormenorizado. La razón de este deseo o ensoñación descansa en la noticia que tenemos de un protagonista que vio con sus propios ojos esa barca a finales del siglo XIX en la ciudad de La Laguna, el vicecónsul británico John Howard Edwards (18301891), amigo personal de la viajera Olivia Mary Stone (1856-ca.1898), y que transó la adquisición de ese testimonio histórico al que en aquel entonces (1883) era su dueño. La autora británica escribiría al respecto lo siguiente: “Se construyó un monasterio a un lado [de La Laguna] y el pueblo al otro, y hasta hace cien años más o menos, cuando los monjes fueron desterrados, solían cruzarlo en barca. La última barca usada, muy similar al carrocín de Irlanda (14), lo posee ahora un herrero, quien lo usa como receptáculo para enfriar los hierros. El señor Edwards que ha visto la barca nos dijo que le había ofrecido una pipa de fumar a cambio y que la oferta había sido aceptada. Lamentablemente, sin embargo, no habían realizado aún el intercambio. Confiamos que esta reliquia tan interesante pueda rescatarse todavía de manos bárbaras”(15). La lectura de este interesantísimo párrafo conduce inexorablemente a la duda de saber si Edwards continuó adelante con la transacción –hasta enton-

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EN PORTADA ces pendiente– y si llegó a adquirir esa embarcación para su colección particular, circunstancia que, de ser cierta, nos llevaría a la posible salvación de tan memorable testimonio histórico. Una de las claves de esta pista, que queda abierta, se centra en conocer la identidad, anónima hasta la fecha, del herrero que era dueño en aquel momento de la barca conventual, sabedores de que el esclarecimiento de su figura pueda desvelarnos el origen de su propiedad tan preciada (acaso adquirida en alguna de las subastas promovidas a instancias de la Desamortización a mediados del siglo XIX). Realidad o ficción literaria Teniendo todos los elementos de la narración legendaria debidamente contrastados (barca, personaje donante, contexto histórico) nos resta dilucidar o enfrentarnos a la que consideramos como razón principal para la negación de esta leyenda: la escasa navegabilidad de la antigua laguna. El profesor Constantino Criado Hernández ha efectuado un razonado y esclarecedor estudio exponiendo las dificultades de la navegación para cualquier embarcación en aquella superficie lacustre, indicando que “si tenemos en cuenta que la laguna tenía poco fondo y que, además, su superficie debía de ser muy cambiante a lo largo del año, llegamos a pensar que el tránsito de la laguna en bote generaría más problemas que su circunvalación [terrestre] [...]” (16). La solución que planteamos a este vericueto histórico estriba, siguiendo en parte los preceptos establecidos que certifican que resultaría impensable que se usase de forma habitual esa embarcación para el transporte de frai-

que cruzaban la laguna, cuando venían desde el monasterio a la ciudad». La revisión de las recopilaciones tradicionales en el ámbito de La Laguna refrendan el testimonio ofrecido por el periódico, con noticias de la existencia de un “pequeño muelle” en las inmediaciones de la Fuente de Cañizares, como puede comprobarse, por ejemplo, en las palabras de Miguel García Báez, recogidas en 2012 en el blog del amigo y profesor Melchor Padilla, donde afirma este que la laguna “estaba más hacia la carretera de Bajamar, pues siempre he escuchado que viniendo de Las Canteras, en la esquina del semáforo por la que te desvías hacia el Campo Hespérides, allí, había un embarcadero [...]”(18).

les, en circunscribir su uso únicamente a situaciones puntuales, accidentales podríamos decir, para casos de emergencia en las crecidas y aluviones, en aquel entonces muy frecuentes. De hecho, abogamos por que ese ofrecimiento de una barca al Santuario del Cristo fue hecho, aparte de como exvoto peculiar de agradecimiento, en aras a brindar un medio de auxilio en caso de inundaciones, como ocurriría en las acaecidas en dicho convento en los años 1666, 1710 y, especialmente, en 1713, donde, según testimonios de la época, “como el desagüe de dicha laguna es [...] estrecho y entullado, y que está muy llana la cir-[...] y terreno de su situación de manera que cuando se juntan las aguas y avenidas se hace todo un mar llano [...]”(17). El topónimo “Muelle de los Frailes” De manera complementaria, nues-

NOTAS: (1) Los límites de la antigua laguna eran: «[...] desde la plaza de la Junta Suprema a la de Manuel Verdugo siguiendo Lucas Vega y Marcos Redondo hasta la esquina con el Paseo de San Diego; del Paseo Oramas hasta el monumento de Artigas, en el Camino Largo, y siguiendo en paralelo por la carretera de Tejina, hasta el parque de la Constitución; desde aquí, cerrando el perímetro, se volvería de nuevo a la plaza de la Junta Suprema por la calle de Silverio Alonso». Criado Hernández, Constantino [2002]: Breve e incompleta historia del antiguo lago de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. San Cristóbal de La Laguna: Ayuntamiento, Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico Artístico. pág. 11. Físicamente pueden comprobarse esos linderos a través de la fantástica infografía, realizada por Guillermo Padilla Marrero, que acompaña este artículo. (2) [Rodríguez] Machado, Leocadio: «San Diego del Monte». Diario de Avisos. Santa Cruz de Tenerife, 14 de febrero de 2002, pág. 3. (3) [Sin autor]: «La fuga de San Diego». El Día. Santa Cruz de Tenerife, 12 de noviembre de 2001; pág. 50. (4) Rumeu de Armas, Antonio [1991]: Canarias y el Atlántico: piratería y ataques navales. Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes. Tomo III, Parte 1ª; pp. 181-185. Véase García Pulido, Daniel: «Una cabeza de león en controversia. La versión británica del asalto de Roberto Blake a Santa Cruz de Tenerife». Conferencia pronunciada en el salón de plenos del Palacio Municipal de Santa Cruz de Tenerife, 5 de junio de 2007 [texto disponible en la web de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, a través de este enlace http://bit.ly/1RamDO9]. (5) Anchieta y Alarcón, José Antonio de: Cuadernos de citas [letras G-O]. [Edición, transcripción y notas por Daniel García Pulido]. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea. Vol. III. pág. 283. Nº 588. [Obra en proceso de impresión] Manuscrito original en el Archivo Municipal de La Laguna [en adelante, AMLL]; fondo Ossuna. Signatura 0.9.5. Folios 181v-185r [originales]; 143v-147r [facticios].

tro discurso probatorio se ciñe a otro elemento de notable valía para atestiguar la certeza de una leyenda denostada. En portada del rotativo La Prensa, de Santa Cruz de Tenerife, con fecha 4 de marzo de 1932, en la sección «De La Laguna. En la Económica» se habla de una fotocopia “donada por El Museo Canario” del antiguo plano –entonces una alucinante novedad– realizado por Leonardo Torriani y que se conserva en la Universidad de Coimbra. Leemos en la noticia: “En la fotocopia se detalla la antigua laguna, que dio nombre a esta población y de la que actualmente no queda ningún vestigio, pues hace años desapareció el llamado «Muelle de los Frailes», restos de un muro de piedras sueltas que existía en la unión de las calles del Remojo, hoy Rodríguez Moure, y la avenida de Silverio Alonso, y que era el lugar donde los religiosos amarraban las barcas en

(6) Anchieta y Alarcón, José Antonio de: Cuadernos de citas [letras C-F]. Vol. II. pág. 88. Nº 187. Manuscrito original en AMLL; fondo Ossuna. Signatura 0.9.4; folio 43v [original]; 58v [facticio]. (7) Fernández Duro, Cesáreo [1892]: Bosquejo biográfico del almirante D. Diego de Egues y Beaumont y relación del combate naval que sostuvo con ingleses en Santa Cruz de Tenerife, año 1657. Sevilla : Imprenta de La Andalucía. pp. 16-17. Este autor no cita expresamente la entrega de la embarcación al Santuario del Cristo pero sí certifica el apresamiento de la lancha británica. (8) El apresamiento de la barca inglesa se cita en el apartado titulado «Servicios» dentro del memorial citado, cuyo impreso original puede consultar, entre otros sitios, en el fondo Rodríguez Moure [archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife]. Signatura: RM 261; pág. 14. (9) Viera y Clavijo, José de [1776]: Noticias de la historia de la Islas Canarias. Madrid : Imprenta de Blas Román. Tomo III; pág. 265. La cita completa [con ortografía normalizada] dice: «Don Tomás de Nava Grimón, varón esclarecido, que con su compañía de milicianos, y asistido de su cuñado el capitán D. Diego de Alvarado Bracamonte, se fortificó en la Huerta de los Melones, desde donde, después de haber dado fuertes descargas a tres lanchas que abordaban a la Capitana, ya varada, para quitarle la bandera; se arrojaron sus soldados al mar, se apoderaron de una de ellas, quitaron a los ingleses la vida, la sacaron a tierra y recogieron por despojos sus armas». De este apunte muy posiblemente se nutriera el anteriormente citado Fernández Duro para la biografía de Diego de Egues. (10) Inchaurbe y Aldape, Diego de [1966]: Op cit. pp. 49 y 57-58. El definidor Sebastián de Sanabria ocuparía el cargo de provincial franciscano en el trienio 1670-1673, falleciendo hacia 1698. Actualmente trabajamos en la certificación documental de la entrega de la embarcación al ámbito eclesiástico, consultando la información obrante

 Noticia de prensa donde se habla del Muelle de los Frailes.

en inventarios y registros tanto de los cenobios de San Miguel de las Victorias como de San Diego, queriendo agradecer aquí los desvelos del Dr. Carlos Rodríguez Morales –en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife–, como del personal del Archivo Histórico Diocesano de Tenerife, siempre dispuesto a ayudarnos en nuestras pesquisas. (11) La vinculación de Cristóbal Lordelo con esa iglesia conventual de San Francisco es evidente en su testamento, especialmente cuando se refiere en varias ocasiones al sepulcro de sus padres, situado en la capilla del Espíritu Santo de dicho templo. (12) Nombramiento original en AMLL, signatura: I-IV,14 [sección 1ª]. Información que debemos a la amabilidad de la Dra. Ana Pérez Álvarez. (13) Referencias biográficas extraídas de la obra Nobiliario de Canarias, de Francisco Fernández de Béthencourt, actualizada por una junta de especialistas dirigida por Juan Régulo Pérez [1952-1967] –La Laguna : Ediciones 7 Islas–, en sus tomos I, p. 637; II, pp. 131-132; y III p. 538; así como en la obra de Diego de Inchaurbe y Aldape [1966]: Noticia sobre los provinciales franciscanos canarios. La Laguna : Instituto de Estudios Canarios; p. 49;. En los anteriormente citados Cuadernos de citas del regidor Anchieta Alarcón figura más referencias sobre su persona [Op. cit. vol. II, p. 58; Nº 120; manuscrito original en AMLL, fondo Ossuna. Signatura 0.9.4; folio 32v [original]; 50v [facticio]], donde se afirma, entre otras cosas, que era dueño de una «famosa» viña con antiguo molino en El Sauzal, «que le daba seis pipas». (14) Incluimos aquí las palabras en su versión original inglesa («one very similar to the curricle of Ireland») al considerar que ese parecido esgrimido por Olivia Stone es muy interesante para entender mejor el parecido encontrado por John H. Edwards al contemplar la lancha original. El «curricle», o coracle, era un tipo de embarcación usual entonces en Gales y en el sur y oeste de Gran Bretaña, de pequeñas dimensiones, muy parecido en su forma a la cáscara de media nuez. Con-

Conclusión La certeza de la leyenda del posible tránsito de una barca por la superficie de la antigua laguna, con la aparición de esa lancha donada al convento franciscano del Cristo tras la victoria sobre el almirante Robert Blake, entroncando con el saber tradicional, reflejado incluso en la toponimia local, cobra un significado distinto, tangible, estando circunscrita siempre a esos momentos de inundación y emergencia que por momentos amenazaron la tranquilidad lagunera en siglos pasados. Ojalá en un futuro próximo surjan testimonios que refrenden esta aseveración esbozada en las líneas anteriores, ayudando a La Laguna a recuperar una narración legendaria de ese ámbito de la ensoñación y de la imaginación, convirtiéndola en objeto de referencia histórica, digno de figurar en el discurso de todo guía que se adentre a explicar la génesis y ayer de esta urbe y laguna centenarias.

sultando las obras de referencia sobre construcción naval en la Marina británica del siglo XVII dicha descripción sugiere que pudiera tratarse de alguna de las barcas de menor entidad (esquife, pinaza) dentro de la dotación de un navío de guerra de entonces [Véase Lavery, Brian [1984]: The Ship of the Line. Design, construction and fitting. Londres : Conway Maritime Press. Vol. 2, pp. 121-129; y Lavery, Brian [2000]: The arming and fitting of English ships of war, 1600-1815. Londres : Conway Maritime Press. pp. 207-237]. (15) Stone, Olivia [1887]: Teneriffe and its six satellites. Londres : Marcus Ward & Co.; tomo I, pp. 36-37; y Stone, Olivia [1991]: Tenerife y sus seis satélites. Las Palmas de Gran Canaria : Cabildo Insular de Gran Canaria. Tomo I, pp. 52-53. Este extracto aparece citado en Criado Hernández, Constantino [2002]: Op. cit. pág. 33. (16) Criado Hernández, Constantino [2002]. pp. 33-34. (17) Autos informativos efectuados por el lector jubilado fray Buenaventura Dávila sobre la inundación del convento franciscano de San Miguel de las Victorias de La Laguna el 24 y 25 de enero de 1713. Manuscrito en el legajo «Fundaciones eclesiásticas», del fondo Rodríguez Moure [RSEAPT]; signatura RM 129. f. 22r. La cita textual sobre dicha catástrofe dice: «con la continuación de la tormenta de aguas, viento y truenos se inundó este dicho convento de tal forma que todo él, su iglesia y demás edificios y oficinas por dentro y por de fuera [sic] y alrededor era una laguna en que nadaban los bancos y tarimas de los altares, más de una vara de alto por ser mucha la inundación con grande daño y perjuicios [...]». Agradecemos a la archivera Cristina Ginovés Obón las gestiones para la consulta de este manuscrito, en mal estado de conservación. (18) Blog titulado ‘Lo que las piedras cuentan’, en la entrada «La laguna de Tenerife» [consultado el 15 de enero de 2016] [accesible a través del enlace h t t p : // l o q u e l a s p i e d r a s c u e n t a n . b l o g s p o t .c o m .e s /2 0 1 2 /0 7/ l a - l a g u n a - d e - t e n e rife.html].

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INVESTIGACIÓN EN PORTADA

TURISMO

Sergi Arola (Óleo sobre lienzo de 100 cmx100 cm)  Nació en Barcelona en 1968 y con 12 años comenzó a cocinar para su abuelo, pero nunca se lo planteó como una profesión. Lo que realmente le apasionaba por aquel entonces era la guitarra. Así que para ganar un dinerillo se puso a trabajar en varios restaurantes. Estudió en la Escuela de Hostelería y Restauración de Barcelona. Entre sus maestros destacan Ferrán Adrià y los franceses Roger Vergè y Pierre Gagnaire, sin olvidar a Juan Mari Arzak. De todos aprendió que “ser cocinero es dar de comer, un acto fundado en la honestidad y un compromiso con unas per-

sonas que ponen su salud en las manos del cocinero”. Su experiencia profesional arranca en 1989, en el restaurante L’Aram, de Barcelona. En 1992, pasó una breve temporada al lado de Serafín Bueno, en el hotel Juan Carlos I de Barcelona; de ahí, a La Jijonenca, hasta que se incorporó, en 1995, al Talaia Mar, el primer taller de Ferran Adriá. En este, trabajó como segundo de cocina de Carles Abellán. En 1997, se embarcó en el proyecto de La Broche, con el que recibió su primera estrella Michelín. En el año 2000, La Broche se traslada a los bajos del hotel Miguel Ángel.

Ese mismo año, consigue la segunda estrella Michelin, que mantiene hasta 2007, tras la marcha de Arola. En 2004, inaugura un concepto de tapas y cóctels en el hotel Arts de Barcelona y expande sus apuestas gastronómicas abriendo en 2007 el Vi-cool, un sencillo local en Rosas (Girona), con sabores intensos y productos orgánicos, y que en 2011 abre sus puertas en Madrid. En 2008, inaugura en Madrid el restaurante Sergi Arola Gastro. Un año después de su apertura, en la edición 2009, consigue dos estrellas Michelin, y, desde 2011 cuenta con tres soles Repsol.

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LOS RASCACIELOS DEL PUERTO DE LA CRUZ, UN PEQUEÑO NEW YORK 

Hotel Belair. El 11 de abril de 1962 se aprobó el anteproyecto presentado por Joaquín Chapaprieta Orustein para construir un complejo turístico en la punta de la carretera. Se trataba de un bloque cúbico de 27 plantas con una altura de 70 metros y un anexo en semicírculo de 598 habitaciones. El edificio fue realizado por la empresa Apartamentos y Turismo S.A., bajo el mandato de los hermanos Juan Felipe, Domingo y María Victoria Machado García, el hotelero Miguel Torres Serrano y el arquitecto Diego del Corral y Jordán de Urríes, siendo el presidente de la sociedad Emilio Botín-Sanz de Sautola –el fallecido dueño del Banco Santander–, su vicepresidente el abogado Joaquín Chapaprieta Orustein y el arquitecto el nombrado Diego del Corral y Jordán del Urríes. El hotel se inauguró en 1965. Hotel San Felipe. Se edificó en frente de la playa de Martiánez. Su construcción se promovió por la empresa COTUSA (Construcciones Turísticas S.A.), bajo la dirección técnica de Rafael Ángel Estévez Díaz. Se trataba de un edificio de cinco estrellas de 18 plantas, 55 metros de altura y 260 habitaciones. En 1966, se inauguraba el hotel bajo la dirección de Gregory Entner Rueda.

Texto: José Peraza Hernández

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odo evoluciona en la vida, así como los lugares que hemos conocido a través de nuestro ciclo vital. Y por ello me gustaría contarles el crecimiento de este populoso barrio portuense que es La Vera. La Vera nació, al menos una parte, de una madre llamada Puerto de la Cruz, que, su vez, ha ido creciendo con el paso de los años. Y este proceso ha dado puestos de trabajo a mucha gente, ya sea en la platanera o en distintas tareas en el campo, en la construcción y en la hostelería. Empezaré este artículo en este último punto, y trataré de mostrar los distintos edificios que supusieron en su momento un hito en una de las primeras ciudades turísticas de España. Puerto de la Cruz fue popularmente conocido como el “pequeño New York” debido a la construcción de determinados edificios de una altura considerable, al menos hasta ese momento desconocida en la ciudad. Se podría decir que el milagro turístico del Puerto de la Cruz estuvo capitaneado por el médico y alcalde Isidoro Luz Carpenter, que estuvo al frente del municipio durante el periodo 1944-1963. En 1955, se declaraba al municipio del Puerto de la Cruz como “de interés turístico”, y en 1956 se le concedía a la ciudad el título de “excelente”. En 1958, se inauguraba la avenida de Colón, la cual sería la puerta de salida para el llamado “boom” turístico de los años sesenta. Isidoro Luz Carpenter era un hombre con muchos sueños de futuro y proyectos que sacó adelante, sin olvidar un determinado número de rascacielos que teóricamente llevarían a la ciudad a una era actual y moderna. A propuesta suya, el arquitecto Luis Cabrera Sánchez-Real procedió a redactar el primer Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad, que fue aprobado el 17 de octubre de 1958 por la Comisión Provincial de Urbanismo de Santa Cruz de Tenerife. Un mes antes – septiembre de 1958–, se ordenaba por disposición municipal el levantamiento de todas las casetas que se habían ubicado en Martiánez, al objeto de construir la emblemática avenida de Colón. Las obras comenzaron el 1 de octubre de 1958, debiendo estar concluidas el 14 de junio del siguiente año; pero tal fue el ritmo de las mismas que se anticipó al plazo previsto en casi un año, al inaugurarse el 20 de diciembre de 1958. Se estudió hacer unos rascacielos

en la avenida de Colón, ya que el turismo demandaba unas infraestructuras modernas y de calidad. Se ha escrito muchos sobre lo adecuado o no de estos elevados edificios hoteleros en el Puerto de la Cruz, pero en el momento de su planificación nadie puso objeción a los mismos. Su edificación le valió el sobrenombre de “pequeño New York” al Puerto de la Cruz. Los hoteles, los rascacielos del Puerto de la Cruz Esta es la relación de hoteles ras-

 El hotel Belair en construcción (1963).

cacielos que se construyeron en el Puerto de la Cruz entre los años 50 y 60 del siglo pasado: Hotel Oro Negro. Se construyó frente al mar y en la zona del barranco de Martiánez. Se edificó alrededor de 1958, con la constructora de Luis Díaz de Losada y García, aunque se inauguró en 1959-1960; y comenzó su andadura en 1961. El edificio tenía una altura de de 60 metros, 16 plantas y 84 habitaciones. El proyecto fue promovido por Paul Grunninger y el arquitecto fue Tomás Machado y Méndez de Lugo.

El primer contratista: Luis Díaz de Losada La relación de Isidoro Luz Carpenter con Luis Díaz de Losada y García provenía de la amistad que el primero tenía con el padre del segundo, Luis Díaz de Losada y Garro, que ya había realizado trabajos en la zona de el Penitente para el alcade. Así, el contratista Díaz de Losada (1916-2004) hizo la obra de la avenida de Colón en 1958. También ejecutó la parcelación de la misma vía. Fue contratado el 11 de julio de 1961, de forma directa, para la pavimentación de la avenida de Aguilar y Quesada, calle Calvo Sotelo (La Hoya), calle del Juego (José de Arroyo), calle Dr. Ingram y calle Nieves Ravelo. También fue socio fundador de la empresa Hoteles Puerto de la Cruz, Sociedad Anónima (HOPUSA), con domicilio inicial en el hotel Las Vegas, en el año 1964. La idea de construir un lago artificial en el Puerto de la Cruz nació de este constructor, y de directores técnicos Juan Alfredo Amigó Bethencourt y José Luis Olcina Alemany, así como el artista César Manrique, en 1967. En noviembre de 1970, siendo alcalde Felipe Machado González de Chaves, el ayuntamiento aprobó el proyecto. La obra resultó adjudicada a Díaz de Losada y en la ejecución actuó como director artístico César Manrique. En 1977, el Complejo Mar-

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EL DÍA, domingo, 14 de febrero de 2016

 A la derecha, panoramica de los hoteles Maritim.

 El hotel San Felipe en construcción. tiánez, en el que estaba incluido el Lago, fue totalmente concluido. El prestigio de Luis Díaz de Losada se consolidó en la localidad turística de Los Gigantes, a mediados de los años 60, y en 1966 formó parte como accionista minoritario de la sociedad Playa de Las Américas, S.A. Posteriormente extendería su tesón constructivo a Lanzarote, La Palma y Gran Canaria.

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Los hoteles de la finca El Burgado, en Los Realejos Los hoteles de la finca El Burgado se asientan al borde de un acantilado de esa zona, muy cerca de Los Roques, en Los Realejos, al lado de la zona portuense de Punta Brava, y se hizo bajo el mandato en la Alcaldía de Evelio Jiménez Fregel. Se construyeron tres edificios con el nombre de Acapulco:

on Andrés Acuña Dorta, famoso ferretero de mi ciudad de Aguere, en una determinada época contrata los servicios de Fernando González, más conocido como “Gofio Millo”, como vigilante en la antigua cancha de La Alhóndiga, sita en la calle de La Carrera, donde hoy está el Ayuntamiento, y en la que entrenaba y jugaba sus partidos el Club Baloncesto Canarias, cuya fundación data del año 1939, y que por lo tanto es el más antiguo del Archipiélago y en el que este articulista jugara en su categoría de juveniles hasta el día en que, echando una lucha canaria en Arafo y en el terrero de la casa de Arístides Ferrer, las rodillas del “peso pluma” (menos mal) de Ernesto Salcedo, director por aquel entonces del periódico EL DÍA, me “abatieron” un par de costillas de mi escuchimizada caja torácica. Corrían los años 50 del pasado siglo. Bien, por la noche y después de que entrenara el primer equipo, “Gofio Millo”, junto a otros amiguetes, cerraban la puerta de la calle de La Carrera y sobre las once de la noche, se ponían a jugar tres contra tres y los improperios, tacos, blasfemias y palabras “altisonantes” se prodigaban entre ellos sin solución de continuidad, siendo claras y nítidamente oídas por las monjitas del convento de clausura de las Catalinas, que se encontraban enfrente, y entre cuyas “sores” estaba Isabel Oliva Tristán, conocida en el mundo por este nombre y apellidos, pero que al profesar y hacerse monja lo hizo con el nombre de Sor María Inmaculada. De vivir tanto ella como mi querido padre hubiesen tenido 101 y 100 años, respectivamente. A los pocos días del festival de tacos, que, por otro lado, no dejaba ni a mi tía ni al resto de compañeras conciliar

Hotel Acapulco I, actualmente Maritim. Se aprobó su construcción el 20 de septiembre de 1972, siendo el arquitecto Carmelo Rodríguez Hernández, con 20 plantas de altura y 160 habitaciones. Los propietarios eran los hermanos González Perera, siendo su apoderado Lupicio Arbelo Padrón. Los planos del proyecto se presentaron varias veces, en 1968 y 1970, hasta su aprobación definitiva, en 1972. La constructora, llamada COYABASA, con domicilio en el Puerto de la Cruz, era propiedad de Manuel Yanes Barreto. El hotel Acapulco I o Maritim no se terminó de construir hasta el año 1983 y tuvo una reforma parcial en 1988. Hotel Acapulco II, propiedad, como el Acapulco I, de los Hermanos González Perera, y levantado por la misma constructora y el mismo arquitecto, Carmelo Rodríguez Hernández. Su

Los castos oídos de las monjas de clausura. “Gofio Millo”. La esquela surrealista HUMOR ANTICRISIS

Juan Oliva-Tristán Fernández*

el sueño, la madre superiora se presenta en la ferretería de don Andrés Acuña, hermano de Álvaro, Luis y Bernardo (que fuera gerente durante años de la Casa Cuna), quejándose enérgicamente de lo que tenía todas las noches que soportar el Claustro. Ello provocó que el ferretero llamara a capítulo a “Fiogo Llomi” –que si se dan cuenta, leído al revés o al “vesrre”, es “Gofio Millo”– y la preguntara qué había de cierto en las quejas de la madre superiora, contestándole Fernando (que luego sería el cartero oficial de La Laguna, en cuyo cargo se jubiló) que ellos, mientras jugaban, lanzaban algún que otro taco –siempre veniales– y que nunca pensaron que fueran oídos por las monjitas, al llevar las mismas los oídos cubiertos por parte de sus hábitos, por lo que pedía disculpas, entonando un “mea culpa” colectivo y hasta solidario, por lo que le pedían a Acuña que les permitiera por las noches seguir jugando, con la promesa firme de que lo harían callados.

aprobación llegó en 1970, pero no comenzarían las obras hasta 1972. Se hicieron 14 plantas y 180 habitaciones. Hotel Acapulco III, propiedad también de los Hermanos González Perera y con la misma constructora, COYABASA, y el mismo arquitecto. Su aprobación ocurrió 1972 y las obras el mismo año. Se edificaron 20 plantas y 218 habitaciones. BIBLIOGRAFÍA: –Del Castillo, Juan. (1986), El Puerto de la Cruz entre la nostalgia y la ilusión. Litografía Romero, S. A.- Santa Cruz de Tenerife. –González Lemus, Nicolás, Hernández Pérez, Melecio (2010), El turismo en la historia del Puerto de la Cruz a través de sus protagonistas. Escuela Universitaria de Turismo Iriarte. España. –Archivo Municipal del Puerto de la Cruz. –Archivo Municipal de Los Realejos.

Cambio de tercio para comentarles que hace un par de años un “cristiano” que jugaba mucho en Bolsa no tuvo tino ni acierto en la compra de un importante paquete de acciones, quedando de la noche a la mañana totalmente arruinado, entrando poco después en una depresión de caballo, que con el tiempo sería la espoleta que le condujo a la muerte, dejando en su testamento redactada la esquela que quería que se publicase en el periódico cuando dejara de respirar y que fue la siguiente: “ Don Emilio Padrón González. Ha fallecido a los 79 años de edad. Su esposa, doña Antonia Reverón Rodríguez; sus hijos, Pablo y Lucía Padrón Reverón; sus hermanos, Acidalio y Carmen; primos hermanos, Andrés, Lorenzo y Agapito, y su prima de riesgo 108 puntos básicos (que fue la que me mató). Ruegan a sus amistades y personas piadosas una oración por su alma...”, etc., etc. y etc. No me digan que no tuvo gracia e ingenio de este fans del parquet, que viéndose próximo a “diñarla”, tuvo los “santos bemoles” de redactar su propia esquela, la que me supongo habrán costeado sus deudos –nunca mejor empleada esta última expresión–, riéndose hasta de su propia muerte, pudiéndose decir que en este caso fue una muerte bursátil pues su prima de riesgo se lo llevó con los pies por delante. Olivaradas. Una “belilla” llega a su centro de salud y cuando está frente al médico, éste le pregunta: “¿Trajo el RH de su marido?”, contestando la “maga”: “No, vinimos en el R5 de mi cuñado”. * Pensionista de larga duración

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domingo, 14 de febrero de 2016, EL DÍA www.eldia.es/laprensa

Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.019

El turismo mundial, esperanza para la cultura de paz Impresionantes cifras de un desarrollo espectacular 

Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes (del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNTWO)

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l turismo internacional alcanzó nuevas cotas en 2015. El buen comportamiento del sector está contribuyendo al crecimiento económico y a la creación de empleo en muchos lugares del mundo, por lo que resulta esencial que los países promuevan políticas para fomentar el continuo crecimiento del turismo, como son las políticas de facilitación de los viajes, de desarrollo de los recursos humanos y de sostenibilidad”, manifestó el secretario general de la OMT, Taleb Rifai. Las expectativas superadas del crecimiento del turismo internacional, en todos sus aspectos, con mas de 1.180 millones de viajeros el pasado año, van en paralelo con la actividad desplegada por las más importantes organizaciones mundiales del sector, presididas por la Organización Mundial de Turismo, OMT, entidad que no descansa en promover, dirigir y ejecutar las más variadas y útiles actividades con el fin de consolidar este extraordinario movimiento mundial, que está mejorando la vida de personas y comunidades, y fomentando el entendimiento entre todos los pueblos del planeta. Como hemos comentado en un anterior trabajo sobre este tema, las cifras que arrojan los datos relacionados con el aumento del turismo en todo el mundo el pasado año proyectan una imagen en la cual se está afianzando la cultura de la paz, como un poder insustituible para desarrollar los países del mundo, en detrimento de aquellos otros sacudidos por conflictos bélicos de difícil compresión en el mundo evolucionado de este siglo XXI, donde la paz aparece como único medio de conseguir un desarrollo armonizado que genere una población feliz, productiva y consecuente con la implicación en su desarrollo. El entendimiento y la relación personal que el movimiento del turismo comporta son los pilares en los que se sustenta un mundo en paz, donde sus habitantes usen la comprensión en su mayor acepción como una fórmula especial para ilustrar el mundo de los viajes, cuyo beneficio

“El turismo es el primer sector de exportación mundial. Es el que más ingresos reporta por este concepto, dando trabajo a millones de personas en todo el mundo de forma directa o indirecta” (Organización Mundial del Turismo). llega hasta los más humildes y lejanos hogares, despertando la productividad entre sus habitantes en todos los sectores de su hábitat. Hoy se actúa en todo el mundo para conservar el patrimonio gracias al turismo. El medioambiente y la cultura se promueven cuando se restauran monumentos, se abren museos o se crean parques naturales con el fin de atender a los visitantes, con lo cual se beneficia a las poblaciones locales incentivando su actividad económica y su cultura. Un mundo en paz Los miles de ejemplos que se pueden aportar de los beneficios de la actividad turística en el mundo, sin género de dudas, no tienen parangón. La ilustración que aportamos en esta publicación de la famosa Fontana de Trevi, en la histórica Roma, es uno de esos símbolos turísticos que el tiempo ha afianzado donde la tradición de arrojar una moneda a la fuente pidiéndole un deseo es un rito obligado para los miles de personas que anualmente visitan la capital de Italia. La visita al mítico poblado de los incas, Machu Picchu, en los Andes, de Perú, puede estar catalogada como un turismo cultural del más alto relieve, al igual que lo está la visita a las pirámides aztecas de México o Guatemala, por poner simples ejemplos. El pañuelito bordado a mano que un muchachito mexicano nos vendiera al pie mismo de la monumental Chichén Itzá, en ese México de nuestros mejores recuerdos, es solo un signo evidente de de cómo las poblaciones locales aprovechan las corrientes turísticas para mejorar sus condiciones de vida, a la vez que hacen una señalada promoción de sus valores ancestrales. Ilustran todo esta actividad los

ejemplos reseñados por la OMT, como son los casos de las mujeres de las ciudades del Asia central, “que vuelven a tejer alfombras con los motivos geométricos que crearon sus ascendientes nómadas, para venderlas a los numerosos viajeros que ahora se aventuran a recorrer la antigua Ruta de la Seda“ El diploma de “Visitante Distinguido” que conservamos de nuestra visita a Brasilia, o el de “Explorador de la Selva”, con que la compañía Avensa obsequiaba a los visitantes del Parque Nacional Canaima, en Venezuela, son pequeñas muestras de cómo se puede aprovechar como recursos turísticos todo el patrimonio de nuestras señas de identidad, ya sean naturales o creadas por la actividad humana, como es el caso de la Torre de las Olimpiadas, en Río de Janeiro. El extraordinario valor del movimiento turistico Dos países que son amigos no se declaran la guerra, decía reiteradamente el sabio del turismo Arturt Haulot. Nada más real y aseverativo. La comprensión mundial y la amistad son dos pilares fundamentales que el turismo ha puesto en juego, y que cada día se solidifican con los ejemplos que se producen en todo el entorno vital donde las corrientes del turismo viajan, lo cual hace inde-

 La Fontana de Trevi, Roma. La irresistible visita del turismo en la capital de Italia, con el célebre rito del lanzamiento de la moneda.

fectiblemente hacia lugares seguros, serios y amistosos, frente a aquellos donde los derechos humanos y la seguridad personal sufren consecuencias imprevisibles. Vivimos una época del desarrollo turístico español, donde la seguridad jugó un importantísimo papel en toda su consolidación. Se vendía la seguridad personal como un atractivo para aquellos viajeros en cuyos lugares de residencia este hecho era casi una utopia. Permanecen en nuestra memoria las escenas sorpresivas, llenas de asombro, de algunos profesores americanos participantes en nuestros cursos turísticos en Canarias, cuando, a las dos, las tres, o las cuatro de la madrugada, paseábamos tranquilamente por las calles del Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife, algo insólito para ellos, que vivían esa experiencia en primera persona en uno de los lugares número uno del turismo en seguridad personal, lo cual posiblemente no se consigue en muchos de los principales destinos del mundo. El turismo hace que las autoridades y los pobladores de todos los núcleos receptores tengan a flor de piel una sensibilidad que les hace fortalecer esa seguridad que busca el viajero y que encuentra en el trato personal, la sensación inconfundible de la amistad y el deseo de intimar en sus mejores honestas relaciones, todo lo cual propicia el mundo en paz que necesitamos. Un mundo necesario donde el desarrollo del turismo, con todos los valores que conlleva, es nuestra mayor esperanza, lejos de los atropellos y las vejaciones que algunos hemos tenido que sufrir y que han arruinado nuestras vidas. “La esperanza me mantiene”, decía nuestro ilustre maestro Pedro García Cabrera.

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