EL MENOSPRECIO. Malo, malo, dice el comprador, pero cuando se marcha, entonces se jacta

EL MENOSPRECIO Malo, malo, dice el comprador, pero cuando se marcha, entonces se jacta. Proverbios 20:14 A diario podemos ver en la vida cotidiana del

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EL MENOSPRECIO Malo, malo, dice el comprador, pero cuando se marcha, entonces se jacta. Proverbios 20:14 A diario podemos ver en la vida cotidiana del mundo, que suceden muchas cosas parecidas a lo que dice el verso anterior, y lo podemos ver, cuando se compran cosas y sea lo que sea, regularmente se menospreciar aquello que alguien desea comprar, con el propósito de llegar a conseguirlo bajo una comodidad económica. Pero llega el momento, en que esa persona que menospreció a otra, cambia de lugar y empieza a sentirse menospreciada por otra que desea comprarle la primera, un día compró; por ejemplo: si una persona llega a comprar un carro; va a buscarle defectos al carro que comprará, con el propósito de llegar a tener un mejor precio aunque en su corazón esté pensando que en realidad se lo están vendiendo a buen precio. Pero pasado el tiempo, ese mismo carro que llegó a ocupar un lugar preferente en la familia por lo bonito o moderno que pueda ser; lo van a vender, y a la persona que se lo deseen vender, llegará a realizar el mismo acto de menospreciar el carro que está en venta; con el propósito de adquirirlo también a un precio más bajo, aunque también sepa que se lo están vendiendo a un precio bastante bajo; porque ese carro está bien cuidado, es moderno y cuenta con muchas comodidades. Pero el punto es que el dueño de ese carro se sentirá menospreciado porque él sabe cómo ha cuidado su carro y sabe que no cuesta menos de los que él lo está vendiendo. El punto en todo esto, es que el menosprecio, es una artimaña diabólica que el enemigo trata de hacernos creer que nosotros como cristianos no servimos para nada. El diablo está vencido porque Cristo lo venció hace 2,000 años y ahora trata de engañar al pueblo de Dios usando todo cuanto está a su alcance para desanimarnos y que nuestro caminar no sea lleno de bendiciones como Dios desea que en realidad sea nuestra vida. Nosotros como hijos de Dios, hemos de recibir las bendiciones de nuestro Señor Jesucristo pero de esa misma forma, nosotros debemos bendecir porque eso está escrito (Génesis 22:17). Debemos bendecir aún a nuestros enemigos, a los que nos han ofendido y de esa forma desarmaremos a nuestros enemigos. El amor de Cristo en nosotros es una virtud que Dios nos ha depositado, y el diablo pretende arrebatarla de nuestras manos y es responsabilidad nuestra, luchar para que no se cumpla su propósito, sino, el de Dios. Obviamente, no es por nuestras fuerzas que lo podremos alcanzar, sino, por la misericordia de Dios; de otra forma, cómo podríamos decir que hemos derrotado a nuestros enemigos con amor, si solamente Dios puede hacer eso.

Esta artimaña diabólica, no es que el diablo la haya inventado hoy, esa artimaña viene desde hace mucho tiempo y ha sido aplicada a personajes que han tenido un mandato de parte de Dios, el cual deben cumplir, y el diablo ha tratado de estorbarlos para que no la cumplan. Sin embargo; como sabemos, el diablo es siervo de Dios aunque él no quiera y su función es recoger la basura de todo el universo y en ocasiones, menospreciar a siervos que han trabajado arduamente; pero el propósito en Dios es que ese menosprecio, les ayude a no ufanarse y que no lleguen a sentirse autosuficientes en la obra de Dios, porque si tenemos un perla y hoy la vemos brillar en nuestras manos, debemos comprender que esa perla es de Dios y El nos la ha entregado para que trabajemos en su obra. Para empezar a ver algunos personajes de una forma más directa, podemos mencionara a Moisés, a quien desde pequeño lo vieron como un niño lleno de la gracia de Dios y por consiguiente le habían proyectado que llegaría a ser un gran personaje en la tierra de Egipto. Paso el tiempo y Moisés se creyó todo lo que le decían y llegó a pensar que él era el escogido por Dios, aunque no había tenido el encuentro que cambiaría de una forma radical su vida. Moisés estaba tan seguro que él era escogido entre muchos que cuando estaba tan seguro de eso; no le servía a Dios que lo tuviera en la mente, sino en el corazón, y para llegar a esa transición, tuvo que pasar por las pruebas que sabemos lo hizo cambiar y que brillara de la forma como Dios deseaba. Pero antes de eso, tuvo otras pruebas que lo harían sentir mal, decepcionado y hasta menospreciado por otro, del cual, podemos decir que era súbdito de Moisés. Llega entonces Moisés en medio de una pelea, y le dicen: Y salió al día siguiente, y viendo á dos hebreos que reñían, dijo al que hacía la injuria: ¿Por qué hieres á tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto á ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esta cosa es descubierta. Éxodo 2:13­14 Notemos el menosprecio que le hicieron, diciéndole que no lo necesitaban como juez entre ellos y ese menosprecio, lo hizo terminar en el desierto por 40 años. El deseo de Moisés, era ayudar en la pelea, pero los participantes lo hicieron a un lado, tratando de decirle que no necesitaban su ayuda. Dios puede utilizar cualquier desierto para perfeccionar la obra que ha empezado en cada uno de nosotros. Eso no significa que en medio de un desierto nos perfeccionarán a todos porque Dios puede utilizar lo que El desee en cualquier momento; y para Moisés, resultó que sería un beneficio el desierto en el cual caminaría.

Como ya se mencionó, el menosprecio, hizo que Moisés saliera al desierto, porque él lo guardo en su corazón. De esto debemos señalar algo importante, porque nosotros como hijos de Dios, necesitamos guardar el equilibrio que Dios nos enseña constantemente en cada situación; porque de lo contrario, seremos extremistas; por un lado si guardamos el menosprecio en el corazón, podría ser que no podas seguir caminando, y si lo pasamos por alto, podríamos llegar a sentirnos autosuficientes en todo y quizá la critica que nos hagan tenga algo bueno que nos haga reflexionar sobre algo que no estemos haciendo correctamente. Para ver un siervo de Dios, que lo atacaron fuertemente con menosprecios, pero no se detuvo a contemplar lo que le decían, fue el Apóstol Pablo: ¿Son ellos hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también. ¿Son servidores de Cristo? (Hablo como si hubiera perdido el juicio.) Yo más. En muchos más trabajos, en muchas más cárceles, en azotes un sin número de veces, a menudo en peligros de muerte. 2 Corintios 11:22­23 Notemos que el Apóstol Pablo les está diciendo que él no es menos que los demás. A veces nos encontramos con personas, que demuestran el menosprecio a una persona, cuando ha estado tratando de hacer algo bien hecho y otros llegan a decirle que de nada ha servido, y que solamente ha perdido el tiempo, y aún más que eso, le dicen que se han equivocado en todo cuando han trabajado. Ante tal situación, no debemos dejar que el diablo nos convenza; pero si algo hemos hecho incorrectamente y no lo podemos repara de inmediato; no debemos dejar que todo el mundo lo vea, para que la crítica o el menosprecio no llegue a dañar a lo que nos menosprecian, llenándolos de cosas negativas en su corazón; y que tampoco, ese menosprecio, logre hacernos sentir desechados. Y aconteció que cuando Samuel era ya viejo, puso a sus hijos como jueces sobre Israel. El nombre de su primogénito era Joel, y el nombre del segundo, Abías; éstos juzgaban en Beerseba. Pero sus hijos no anduvieron por los caminos de él, sino que se desviaron tras ganancias deshonestas, aceptaron sobornos y pervirtieron el derecho. Entonces se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Samuel en Ramá, y le dijeron: Mira, has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora pues, danos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones. Pero fue desagradable a los ojos de Samuel que dijeran: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró al SEÑOR. Y el SEÑOR dijo a Samuel: Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos. 1 Samuel 8:1­7

Existen muchas formas de menospreciar a una persona que esté ajena a nosotros; pero en los versículos anteriores, vemos que el pueblo de Israel estaba menospreciando a los hijos del profeta Samuel, porque ellos no habían caminado como Samuel lo había hecho. En todo esto, debemos observar muchas cosas: quizá la primera sea que; no obstante que los hijos de Samuel no estaban caminando como Samuel; este hombre no menospreció lo que el pueblo le decía, y tampoco menosprecio a sus hijos; sino que, fue delante de Dios y oró, y Dios le respondió diciendo que hiciera como ellos habían solicitado. Otro punto que vemos en esto es que Dios no criticó a Samuel por el comportamiento de sus hijos. Dios no menosprecio a Samuel; sino que apuntaló el menosprecio que Su pueblo le había hecho a El, solicitando un rey que saliera del mismo pueblo de Israel, cuando tenían la bendición de tener a Dios como su Rey. Esto fue del desagrado de Dios, y por haberle dado la espalda a Su reinado; les eligieron un rey, que más adelante, vemos que el Espíritu del Señor lo abandonó (1 Samuel 16:14) y un espíritu malo lo atormentaba; su nombre Saúl. El pueblo de Israel olvidó cual es una de las herencias del los siervos de Dios como lo describe Isaías: Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se alce contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos del Señor, y su justificación viene de mí­­declara el Señor. Isaías 54:17 Ellos se voltearon contra Samuel y sus hijos, pero el peor error que cometieron fue que se voltearon contra Dios y lo menospreciaron como diciéndole que Su Reinado no estaba bien. Debemos cuidarnos de no menospreciar a Dios en nuestro corazón porque en El y de El solamente pueden venir a nuestra vida bendiciones. Aunque las situaciones no parezca que nos favorecen; Dios tiene el control de todo en Su mano. También debemos cuidarnos de no menospreciar nuestra familia, pretendiendo que sean como otras personas o de la misma forma como somos nosotros o hemos caminado. Dios tiene un trato con cada uno de sus hijos; y nuestro deber es mostrarles el camino a nuestros hijos, pero sin obligarlos a que caminen de la misma forma como lo hemos hecho nosotros. El libro de Proverbios nos muestra que debemos enseñarles a nuestros hijos el camino por el que deben andar para que cuando lleguen a viejos, no se aparten de él (Proverbios 22:6). Notemos que no está diciendo que cuando sean viejos caminarán como

nosotros; dice que no se apartarán de ese camino que se les enseñó y una de las forma de enseñar, es con instrucción. Guardemos nuestro corazón, tanto de ser menospreciados por otros, como de participar del menosprecio a los demás. Que de nuestro corazón salga en todo tiempo, bendiciones porque hemos sido bendecidos para bendecir.

Sergio G. Enríquez O. Apóstol

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