El paisaje de la raya de Portugal en Castilla y León: un espacio de frontera contrastado y singular

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El paisaje de la “raya” de Portugal en Castilla y León: un espacio de frontera contrastado y singular

F. Molinero Hernando M. Alario Trigueros C. Cascos Maraña Dpto. de Geografía. Facultad de F. y Letras. Universidad de Valladolid [email protected], [email protected], [email protected]

RESUMEN: La “raya” entre Portugal y Castilla y León discurre a lo largo del tramo internacional del Duero, una profunda garganta encajada más de 600 m en las penillanuras. La singularidad de estas tierras fronterizas radica en su histórico aislamiento, favorecido por su posición interior y su alejamiento de los ejes fundamentales de comunicación. Todo ello, unido a sus enormes potencialidades para el emplazamiento de embalses, favoreció la explotación hidroeléctrica mediante cuatro centrales –dos portuguesas y dos españolas-, a las que se sumaron otras posteriormente. Los caracteres socioeconómicos de esta comarca no difieren de las próximas, aunque algunas iniciativas de INTERREG y la creación del Parque Natural de los Arribes han pretendido cambiarlos. Se estudia su situación y su valor paisajístico en el siglo XXI.

The landscape of "stripe" of Portugal in Castile and León: a unique and contrasting border space ABSTRACT The "stripe" between Portugal and Castile and León runs along the international fringe of the Duero, a deep gorge embedded more than 600 m in the peneplains. The uniqueness of these borderlands lies in its historical isolation, favored by its inner position and away from the main axes of communication. All this facts, coupled with their enormous potential for the placement of dams, allowed the hydroelectric exploitation by means of four stations -two Portuguese and two Spanish-, to which were added others later. The socio-economic characteristics of this region do not differ from the next ones, although some INTERREG initiatives and the creation of the Natural Park of Los Arribes have tried to change them. We review the situation and landscape in the 21st century. Palabras clave: Frontera internacional del Duero, paisajes de frontera, fronteras de desarrollo rural Key words: International Douro border, border landscapes, Rural development borders

Los paisajes de las franjas fronterizas suelen obedecer a la lógica general de la región en que se sitúan, aunque cuentan con algunas características propias, merced a su condición de lugares de separación de comunidades y, a veces, de formas de vida. La frontera hispano-portuguesa ha acentuado esos caracteres, debido a su situación en un área poco poblada y explotada, alejada de grandes centros económicos y ciudades, lo que la ha convertido en una tierra típica del rural profundo, poco poblada, envejecida y marginal. A todo ello se suman unas condiciones ecológicas singulares, pues las extensas penillanuras berroqueñas de Salamanca y Zamora quedan cortadas, hacia el oeste,

por los arribes o riberas del Duero y su red de afluentes, de modo que las comarcas llanas de Zamora y Salamanca desembocan bruscamente en las profundas gargantas y terrenos quebrados de los ríos. Estas tierras estuvieron explotadas por agricultores y ganaderos que crearon un paisaje artificial a partir de costosos bancales construidos sobre fuertes pendientes, que permitieron sobrevivir a más gente merced al aumento del terrazgo. De este modo, se forjó una sociedad rural ganadera en las llanuras y otra rural agrícola en las vertientes y rellanos de las riberas, con la particularidad de que el gran desnivel permitía poner cultivos termófilos al abrigo de las gargantas y al amparo de la baja altitud. Se cultivaron no solo la vid y el almendro, sino también el olivo y hasta los cítricos. Pero toda esta situación tradicional, de cierta densidad demográfica, con 30 o más hb/km2, y denso aprovechamiento económico, fue perdiendo fuerza con la modernización del campo español durante los años 1960 y 1970. El éxodo rural vació estos campos, tanto los agrícolas como lo ganaderos, de manera que la densidad actual no llega ni a los 10 hb/km2. En efecto, el éxodo rural vació de pastores las dehesas y de agricultores los campos abancalados, incapaces de adaptarse a la mecanización y de competir en una economía abierta e integrada en un mercado mundial. La salida de agricultores y ganaderos motivó que muchas dehesas se llenaran de maleza, de retamas, de escobas, de retoños de rebollo, de estepas y de otros muchos arbustos y árboles que hoy invaden numerosos pastaderos de las dehesas. Al mismo tiempo, los rellanos agrícolas fueron abandonándose, sobre todo los de mayores pendientes, hasta el punto de que hoy apena se distinguen las antiguas paredes. El resultado final ha sido campo nuevo, en parte “naturalizado” por el abandono de sus antiguos explotadores, si bien, ese abandono ha sido solo parcial, ya que el proceso de globalización también ha traído la empresarialización de los agricultores y ganaderos que permanecen, los cuales conviven con jubilados y ATPs (a tiempo parcial), que imbrican sus explotaciones y parcelas y dan un paisaje nuevo. Éste surge también de un factor superpuesto: la explotación hidroeléctrica, que, merced a las condiciones excepcionales de esta comarca, atrajo las inversiones de las eléctricas vascas y del Banco de Bilbao, que se repartieron los 400 m de desnivel del Duero en el tramo internacional entre España y Portugal, construyendo en esas tierras un complejo y denso aprovechamiento hidroeléctrico, cuyas huellas en el paisaje son incuestionables. Partiendo de la idea de que el paisaje es un totalizador histórico, ecológico, económico y social, en estas tierras podemos confirmarlo de una manera espectacular. 1. LA FRONTERA ECOLÓGICA DEL DUERO: EL RÍO, LA GARGANTA Y EL CLIMA ATEMPERADO. A lo largo de112 km desde el pie de la presa de Castro en Zamora hasta la confluencia con el río Águeda al entrar en Portugal, la altitud del lecho del Duero Internacional desciende más de cuatro hectómetros, entre las cotas de 516 y 112 m. Su perfil longitudinal es muy enérgico y anómalo, pues la pendiente media del 3,6‰ supera el séxtuplo de la de tramos río arriba, en contra de la habitual progresividad hacia la cabecera. En el segmento aledaño superior, dentro del área estudiada y hasta la confluencia con el Esla, la pendiente aún es elevada, pero va remitiendo. La estrechez y el tipo de incisión del lecho junto con el módulo estimado al ingreso en Portugal y en régimen natural de 500-600 m3/seg, que encubre una irregularidad fuerte y máximos hasta de 15.000 m3/seg, acaban pergeñando un río rápido y peligroso; una barrera difícil de franquear y una frontera fácil de sostener. Los afluentes concuerdan con el Duero en un tramo final enérgico de rápidos y cascadas, aunque con entidad dispar; el Esla iguala y dobla el caudal del Duero a partir de la confluencia, mientras que el Tormes, que viene desde Gredos, supone un refuerzo menor pero a tener en cuenta, frente al Huebra, Uces

y otros ramales autóctonos de las llanuras con escasa entidad. Caso aparte es el del Águeda que avena desde la Sª de Gata el SO de Salamanca, pero se une al Duero en la misma frontera. Los tramos rectilíneos alternan con los codos y los trenes de meandros encajados en el Duero fronterizo, dentro de la variedad propia de un trazado de más de cien km, dificultando aún más el tráfico por las márgenes fluviales y el vadeo. Pero el mayor obstáculo a la travesía lo constituye el relieve del valle, encajado entre 350 y 600 m en las penillanuras cristalinas hispanoportuguesas aledañas, particularmente llanas y rígidas, en torno al nivel de 750 m. Se trata de un valle muy angosto, con fondo encallejado de garganta y vertientes graníticas de roca dura y homogénea, siempre poco evolucionadas y hasta subverticales. Las más espectaculares son las semiojivales en llambrias graníticas, cuya leve convexidad en torno a la vertical responde al proceso de exfoliación, que explota las diaclasas de descompresión lateral del encajamiento del Duero. Aledañas a la presa actual de Aldeadávila de la Ribera las paredes exfoliadas caen en más de cuatro hectómetros de liso granítico hasta el lecho rocoso, en un paisaje con parangón en los fiordos noruegos. Otras vertientes o “arribes”, como las llaman en la comarca, no son tan verticales, aunque siempre muy enérgicas (>40º) y en ellas se suceden tramos diferenciados, desde berrocales y bolas graníticas en la coronación, o tor y piedras caballeras a nivel medio, para caer al granito más sano y exfoliado hasta el nivel del lecho; en las corneanas encajantes y en algunos tramos de esquistos menos duros no falta a veces una tenue concavidad basal de derrubios. Sin embargo, lo propio de las arribes son los paredones compactos y continuos de vertiente, sin portillos; los únicos que responden a las ralas entalladuras de las confluencias, con caída brusca de los lechos de los afluentes desde los 600 m de las penillanuras hasta el nivel del Duero. La garganta en su angostura, su continuidad y su semejanza con los valles afluentes refleja la uniformidad lítica del granito, que es roca isótropa y uniformemente dura, en un gran batolito mucho más extenso que las Arribes, por el SO de Zamora (S de Aliste y Sayago) y el NO de Salamanca (Vitigudino y Ledesma). En general, al granito estabilizado lo cubre un manto de alteritas fino, arenoso, claro (ortosa y cuarzo) y muy continuo, sobre el que no destacan asomos de bolas, lanchones, tors u otras formas de criptogénesis, del tapiz de suelos ácidos, minerales y pobres, pero generalizados. Para Garcia Fernandez, se trata de una “penillanura granítica sin modelado granítico”, frente al sector occidental de las Arribes, donde la disección de cercanía al Duero y sus afluentes ha descubierto los berruecos, nubbins, tors, piedras caballeras, dorsos de ballena espectaculares, lanchones convexos y llambrias. Esas formas rocosas presentes en los niveles bajos y alternantes con enclaves de alteritas y suelo laborable son clave distintiva de las Arribes frente a las comarcas orientales. El clima, vinculado a la baja altitud del fondo de la garganta, al abrigo acusado por la angostura y energía de las vertientes, o al trazo NE-SO, perpendicular al rumbo de la circulación dominante en la Península Ibérica, es de tipo mediterráneo húmedo y cálido; se modera en los tramos medios de vertiente y deviene fresco al nivel superior de la penillanura (650-750 m). Si la precipitación anual, entre 600 y 800 mm, duplica ampliamente la de áreas más orientales del centro de Zamora y Salamanca, el alza de la temperatura supera con creces el ritmo de la adiabática hacia el fondo del valle. El promedio anual de la Presa de Saucelle, superior en 5,2ºC al del sierro de Barruecopardo, para poco más de 500 m de desnivel es significativo, pero insuficiente. En la primera el umbral ecológico de 10ºC se alcanza desde mediado febrero hasta comienzos de diciembre, las heladas son escasas, poco intensas y se polarizan en el trimestre diciembre-febrero, mientras que en Barruecopardo se extienden a 6 meses. Este topoclima singular es clave de la variedad de cultivos y paisajes agrarios tradicionales escalonados por productos, emplazamientos y formas parcelarias; sobre el naranjo, abancalado y

viable hasta 250 m, monta el olivar en bancales estrechos hasta 600, entreverándose y dando paso a partir de ahí al almendro en bancales anchos en rampa, sucedidos por el viñedo en parcelas llanas, mayores y más regulares en torno a 700 m, que antaño alternaban con las de cereal de subsistencia y ahora se hallan en abandono. En la percepción, el paisaje natural de las Arribes no solo destaca por multifacético, sino por espectacular y grandioso, acorde la Figura 1. Climogramas significativos: Saucelle y Barruecopardo panorámica del cinerama, que en lo visible y admirable no comprometen las grandes infraestructuras hidroeléctricas añadidas, mientras un ingente patrimonio etnográfico lo multiplica, enriquece y magnifica aún más. 2. LA ESCASA OCUPACIÓN Y EL NUEVO PAISAJE HUMANIZADO Si el paisaje natural viene en gran medida configurado por los factores ecológicos, está en la misma medida relacionado con el proceso de abandono comentado, pues al descender la presión humana sobre el medio, se agranda el papel de la naturaleza y, aunque los incendios forestales persisten, la cobertera vegetal se acerca –más que se aleja- al estado natural. La forma más sencilla de comprobarlo es la comparación de los Arribes de 1956 –antes del éxodo rural- con los actuales. Las imágenes (figura 1 y 2) recogen la situación en las proximidades del núcleo de Aldeadávila. No hacen falta grandes análisis, porque las fotos aéreas y las fotografías ilustran nítidamente los cambios. Cambios que se configuran como auténticas mutaciones demográficas, agrarias, económicas y sociales.

Figura 2 y 3. Comparación de los Arribes del Duero en Aldeadávila de la Ribera en 1956 y 2013 (Fotos aéreas del Vuelo Americano y del CNIG. Obsérvese la desaparición de los bancales y la gran reducción del terrazgo. En la primera fecha no existía el embalse de Aldeadávila 2.1. La caída de la presión demográfica, el vaciamiento y el abandono La evolución de la población sigue la tendencia general del interior de España, con las singularidades propias de cada circunstancia particular, pero ni la densidad general, baja, ni el grado de envejecimiento ni la dinámica demográfica permiten atisbar rasgos de progresión. La población de hace un siglo, como en casi todos los pueblos de Castilla y León, era mucho más numerosa; en los 31 municipios alcanzó casi los 40.000 hb, que se redujeron un poco a mediados del siglo XX, que resistieron apenas en los años 1960, con la construcción de las grandes presas, pero que, cuando se terminaron, y dado la escasa empleabilidad de las centrales hidroeléctrcias, la tendencia continuó con el mismo ritmo que en el resto del rural profundo, con unos índices que pueden verse en la tablas 1 y 2, sobre evolución y valores significativos, que confirman una situación de abandono general, bien visible incluso no solo en el abandono de los antiguos bancales, sino en el cierre de los montes y en la invasión de muchas dehesas por el matorral. Tabla 1. Valores de población de los municipios de Los Arribes, 2011 Índices significativos Hombres Mujeres Ambos Índice de envejecimiento (>65 / 80/>65) Edad media (años) Proporción de activos (15-64 / total) Índice de reemplazo de la población activa (15-19 / 60-64) Índice de masculinización

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