El Paso de la Laguna Estigia

El Paso de la Laguna Estigia JOACHIM PATINIR PATRIMONIO CULTURAL. HISTORIA DEL ARTE 1º B TURISMO OTERO OCAÑA, CELIA El Paso de la Laguna Estigia (ca

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El Paso de la Laguna Estigia JOACHIM PATINIR PATRIMONIO CULTURAL. HISTORIA DEL ARTE 1º B TURISMO OTERO OCAÑA, CELIA

El Paso de la Laguna Estigia (ca. 1520 - 1524), obra también conocida como Caronte atravesando la Laguna Estigia, es uno de los trabajos más importantes del pintor flamenco renacentista Joachim Patinir (1480, Dinant / Bouvignes – 1524, Amberes), afamado por sus paisajes. Actualmente, la obra se encuentra en el Museo Nacional del Prado de Madrid. El paso de la laguna Estigia, de Patinir (ca. 1520 - 1524)

Retrato de Joachim Patinir, de Cornelis Cort, hacia 1560 La obra se remonta a los siglos XV y XVI, situando así al autor y a la obra en Amberes, Flandes, territorio dominado por el rey de España, Carlos I, hasta la sucesión de su hijo el Felipe II. La ciudad era conocida por sus importantes intercambios y comercios con otras ciudades europeas, atrayendo la atención de los artistas más destacados, llegados de todas partes, dando lugar al auge del arte.

Mapa de los territorios de Carlos I, siglo XVI

Mapa Amberes, Flandes (1565)

Amberes se encontraba en una situación de crecimiento económico, ya que estaba especializada en artículos de lujo, entre ellos las pinturas, motivo por el cual Patinir se estableció en ella, imponiendo así el paisaje flamenco como tema principal de su producción. El autor es Joachim Patinir1, pintor de la Escuela Flamenca del Renacimiento (siglos XV y XVI), quien incluye este cuadro en sus obras mitológicas y de paisaje. Felipe de Guevara es el autor de Comentarios de la pintura, publicado en 1577, libro sobre pintura que elogia a Patinir, afirmando que era el pintor más destacado de Flandes junto con Van Eyck y Van der Wayden. Era miembro de la corte de Carlos I, y 1

Patinir es definido por Alejandro Vergara (Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado de Madrid) como: .

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“gentilhombre de boca” de su hijo Felipe II2. Los cuadros que pertenecieron a Felipe de Guevara fueron comprados por el rey, entre los que se encontraban obras de El Bosco y de Patinir. Se cree que había heredado sus cuadros de su padre, Diego de Guevara, noble español quien sirvió a Maximiliano I, a su hijo Felipe I El Hermoso, y al hijo de éste, Carlos I. Fue un importante coleccionista, quien poseyó entre sus obras el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, de Van Eyck, que regaló a Margarita de Austria. Pudo haber adquirido obras de Patinir o, incluso, haberlas encargado personalmente. No se está seguro de quién o quiénes fueron los propietarios de cada uno de los cuadros de Patinir, pero es indudable que algunos tenían relaciones con la corte, dad la presencia de las obras del autor en las colecciones de las familias Alba, Guevara y en la de Felipe II. La información que tenemos acerca de los clientes de Patinir es escasa, ya que en Amberes, a principios del siglo XVI, las autoridades cívicas, los comerciantes ricos, la Iglesia y la nobleza, eran coleccionistas de las nuevas tendencias pictóricas. El cuadro está compuesto por dos tablas de roble colocadas en sentido horizontal, ensambladas en arista viva, que miden 32,6 cm y 31,4 cm. El grosor de la tabla es de 0,5 cm, rebajado por los laterales. Estas tablas están unidas por espigas cilíndricas internas, visibles gracias a los rayos x. El cuadro mide 64 cm de ancho y 103 cm de largo. El marco fue donado por el Conde de Romamones3, el 4 de diciembre de 1924. Los infrarrojos permiten ver el dibujo subyacente con el que se inició la creación del cuadro. Para su ejecución, Patinir efectuó los primeros trazos sobre la preparación con un medio sexo, como lo demuestra su aspecto granulado. Se detectan otros trazos de pincel con un medio acuoso, que corresponden a un segundo momento en esta fase de dibujo, previo a la aplicación del color.

Fig. 1 Fig. 2 Fig. 3 Fig. 1: Detalle de la reflectografía infrarroja que permite apreciar las variaciones introducidas por el pintor en la línea del horizonte, en edificios y perfiles de colinas. 2

Felipe II de Austria, El Prudente (1527 - 1598). Hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal. Fue rey de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Inglaterra e Irlanda, Duque de Milán, Soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña. 3 I Conde de Romanones (Álvaro de Figueroa y Torres), nacido en Madrid en 1863, fallecido en 1950 fue Presidente del Senado, Presidente del Congreso de los Diputados, ministro y Presidente del Consejo de Ministros bajo el reinado de Alfonso XIII. Formó parte del Partido Liberal de Sagasta y Canalejas.

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Fig. 2: Otro detalle del infrarrojo que muestra las rocas en primer plano del Paraíso. Fig. 3: Infrarrojo que muestra el dibujo subyacente en el edificio del Purgatorio. Es un dibujo de búsqueda, con cambios, algunos materializados en el esbozo y otros en el estudio del color. Se trata de un dibujo lineal, ya que no hay huellas de modelado. Patinir pretende definir contornos o fijar la posición de algunos elementos incluidos en la composición. Cabe destacar la línea del horizonte que separa el límite entre el cielo y la Laguna Estigia. En el lado del Paraíso, se deben recalcar los perfiles de algunas colinas, las rocas del primer plano, y los troncos de algunos árboles y arbustos. En la parte derecha del cuadro, en el Purgatorio, hay que destacar la estructura semicircular situada en primer plano, hasta el canal de acceso a la torre infernal. En esta parte, podemos divisar aves que revolotean alrededor del Cancerbero. Junto a la orilla, Patinir parece haber dibujado a un monstruo alado que encarna al demonio. La radiografía permite ver los cambios introducidos por Patinir al aplicar el color, e incluso, alguna variación producida en esa fase pictórica. Añade nuevos elementos y modifica la posición de los que ya estaban representados, siendo un ejemplo de ello los edificios en ruinas incorporados en los incendios del Purgatorio. Los materiales empleados son carbono cálcico aglutinado con cola de origen animal, con una capa de imprimación de color gris claro, compuesta por albayalde y carbón vegetal. Las capas de color mezcladas con aceite de lino no son gruesas, y por ello, se colocaron dos capas: la primera, azul claro, utilizando para un tono más oscuro el lapislázuli4; y la segunda, de color verde oscuro. Patinir añadió pequeños toques de verde claro y amarillo de plomo y estaño. La radiografía, los infrarrojos y los rayos ultravioleta permiten comprobar el estado de conservación de la tabla, que, por fortuna, es muy bueno. Son pocas las pérdidas de pintura y afectan sobre todo al celaje. En el lado izquierdo, son bastantes, pero de tamaño reducido. La más grande se encuentra sobre la colina con árboles junto a la laguna.

Fig. 4

Fig. 5

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El empleo de lapislázuli para el color azul, mucho más caro, pone de manifiesto que se trata de una obra muy cuidada y encargada a Patinir por un comitente preocupado no sólo por la originalidad del tema, sino también por la calidad de los materiales empleados.

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Fig. 4: Detalle en el que aparece un monstruo alado no pintado. Fig. 5: Dibujo subyacente de la parte superior del Purgatorio en el que se ven las líneas del primer dibujo de las colinas. La restauración, realizada por María Jesús Iglesias, con motivo de la primera exposición de Patinir en el Museo del Prado en 2007, ha permitido recuperar los matices de los colores, que aparecen con toda su calidad. Además, en esta tabla en concreto, una vez eliminada la suciedad y los barnices, se pueden distinguir las distintas criaturas5 concebidas por Patinir en su representación del Purgatorio, hasta las más pequeñas, lo que antes no pasaba. Además de por la originalidad del tema, esta pintura de Patinir destaca por su composición, distinta a la habitual, formada por planos paralelos escalonados. Gracias a la forma apaisada de la tabla, el autor divide verticalmente el espacio en tres zonas, una a ambos lados de la laguna (con su superficie opaca), por la que Caronte6 navega en su barca con un alma.

Fig. 6 Fig. 7 Fig. 8 Fig. 6: Detalle del Paraíso Fig. 7: Detalle de la Laguna Estigia con el barquero Caronte Fig. 8: Detalle del Purgatorio Pese a tener el punto de vista alto y la línea del horizonte elevada, característicos de las obras de Patinir, faltan montañas y los riscos sin vegetación, tantas veces repetidos en otros cuadros, salvo los del primer plano a la izquierda, que cierran el estrecho canal que conduce al Paraíso, más grande de lo que parece si se considera la escala gigantesca del barquero. A diferencia de otros, en este cuadro predomina el agua, que sigue su curso hasta el horizonte. Las divisiones verticales de su composición no 5

En cada una de las pinturas de Patinir, destaca una figura o personaje, la cual puede aparecer o no oculta. En El Paso de la Laguna Estigia, se presenta un hombre defecando que se deja ver en el fondo, semioculto por una roca, por encima y a la izquierda del Cancerbero. 6 En la mitología griega, Caronte es el barquero que conduce a los muertos al más allá, el Hades, por el precio de un óbolo, atravesando la Laguna Estigia, el río que rodea los Infiernos. En el mundo grecorromano, se representa como un hombre viejo y feo, con barba rala, tocado con un corro cómico, que Patinir no incluye en su obra.

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impiden que se impongan las líneas horizontales. Esto conlleva al escalonamiento de los planos a ambos lados del río, y la secuencia de zonas claras y oscuras que confieren a la obra una sensación de calma, de equilibrio, de distancia infinita, mucho más que los colores empleados, marrones y verdes, claros y oscuros, alternándose y oponiéndose en los primeros planos, y azules en el fondo.

La Roche á Chandelle, Furfooz, Bélgica; y montañas en los paisajes de Patinir En relación a la iconografía, Patinir reúne en una única composición imágenes bíblicas junto a otras del mundo grecorromano. El ángel situado en un promontorio, los otros dos, no lejos de éste, que acompañan a las almas, y algunos más, junto con otras almas minúsculas, al fondo, permiten reconocer a la izquierda el Paraíso cristiano, y no los Campos Elíseos. Por el contrario, el Cancerbero7, parece identificar el Infierno representado a la derecha con el Hades, asociándolo con la mitología griega, lo mismo que Caronte con su barca. El pintor incluye en este cuadro los motivos de origen distinto con tradiciones iconográficas propias. En el arte flamenco de los siglos XV y XVI, hay ejemplos que muestran en un mismo cuadro el Cielo y el Infierno, y también el Paraíso Terrenal y el Purgatorio, vinculados en el primer caso con el Juicio Final, y en el segundo con el juicio particular. La forma en que se plasma el Paraíso a la izquierda en esta tabla, con la Fuente de la Vida, de cuyo interior manan cuatro arroyos, confirma que lo que Patinir representa es el Paraíso Terrenal, y en consecuencia, el Purgatorio queda a la derecha. El hecho de que falte la figura de Cristo-Juez en el centro, confirma que no se trata de ninguno de los dos juicios, pero tampoco es una escena mitológica por la presencia de los ángeles en el Paraíso.

Fig. 9

Fig.10

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Es el perro monstruoso, hijo de Tifón y Edquina, que, en la mitología griega, guardaba los Infiernos para que nadie pudiera salir. Suele aparecer con tres cabezas, como lo pinta Patinir. También se le representa con cola de serpiente, y a veces, con garras de león, aunque no en este caso. El único capaz de amansarlo fue Orfeo con su música.

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Fig. 9: Detalle del Cancerbero (Purgatorio) Fig. 10: Fuente de la Vida (Paraíso) Patinir combina elementos de distinto origen para representar el tema de la elección del hombre entre el bien y el mal en el momento de la muerte. Representa a Caronte en el cuadro como símbolo de la muerte que llega al hombre al final de su viaje. En la Edad Media, existían metáforas para expresar esta idea, tanto bíblicas como clásicas. Patinir se inspira en el Evangelio de San Mateo. A la izquierda representa el angosto canal entre rocas, que conduce al Paraíso; y a la derecha, el ancho canal, fácilmente navegable, con prados y árboles frutales en las orillas, falso Paraíso en el que se esconde el demonio. El pintor sitúa la escena en el momento en que Caronte llega al lugar donde se abre el canal a cada lado de la Estigia. Cada alma es quien decide su destino después de la muerte, y en este caso es representada de perfil hacia el camino fácil. Esta es la forma que toma Patinir para representar el pesimismo de una época tan turbulenta como la que le tocó vivir. Pretende así concienciar que se debe estar preparado para elegir ambos caminos. Se señala como fuente para la imagen de Caronte, realizada por Patinir, un pasaje del libro sexto de la Eneida de Virgilio, en el que se le describe como una figura algo patética, sin el carácter diabólico con que le presenta Dante en el “Canto III del Infierno” de la Divina Comedia. Esta obra de arte pertenece al periodo del Renacimiento, estilo artístico que surge en Florencia, Italia, a mediados de siglo XV, y se expande a otros países europeos en el siglo XVI. Los artistas de esta época resaltan en sus obras una nueva concepción del arte, contrastando así con la profunda visión religiosa del arte medieval. El Renacimiento supuso un desarrollo optimista y vital del mundo, cuya expresión principal es el deleite del cuerpo humano, ofreciendo temas paganos y grecorromanos. Surge el movimiento cultural denominado “humanismo”, el cual aspira a alcanzar la plenitud de las capacidades humanas mediante el conocimiento de la cultura antigua, que es trasmitida a través de textos y objetos. Por ello, el arte renacentista es antropocéntrico (gira en torno al hombre). En los siglos XV y XVI, Europa creció demográficamente: la peste, el espantoso azote que había diezmado la población medieval en toda Europa, se manifestó con menos violencia, y los conflictos armados no fueron tan mortíferos, como la terrible Guerra de los Cien Años. De 1460 a 1560, la población europea se duplicó, lo que llevó a un aumento de la producción agrícola e industrial, e incrementando también los intercambios comerciales entre ciudades como Florencia, Brujas y Flandes.

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Gracias a estas actividades comerciales, los mercaderes influyen en la unión del arte de las ciudades más importantes. Aparecen, por ello, los mecenas, hombres de negocios que tenían la capacidad económica de financiar obras de arte. El Paso de la Laguna Estigia, pertenece al Renacimiento Flamenco o del Norte, siendo Flandes el centro artístico más autónomo en toda Europa. Artistas importantes como El Bosco, fueron muy apreciados en las cortes europeas del Renacimiento, como la de Felipe II de España, quien adquirió El Jardín de las Delicias. El estilo de Patinir es comparable al de algunos de sus contemporáneos como Dirck Bouts, Hans Memling o Gerard David. Todos ellos, son importantes paisajistas en los fondos de sus composiciones religiosas, pero es Patinir quien concede al paisaje la categoría de género independiente. Entre estos pintores flamencos, destaca la extraña personalidad de El Bosco (Hieronimus Bosch), quien representa alegorías obsesivas del pecado, del bien y del mal, con figuras monstruosas, por ello, se le considera un seguidor de los temas medievales, pero compuestos con nuevos medios. Su obra más importante, el tríptico de El Jardín de las Delicias, en el que se burla de los temas con sentido alegórico y moralista. Presenta toda clase de placeres y goces de la vida, situando a la izquierda el Paraíso y a la derecha el Infierno. Animales, monstruos y personas desnudas aparecen en el escenario de un paisaje imaginario e irreal. El jardín de las Delicias (1500 - 1505) y El paso de la laguna Estigia (ca. 1520 - 1524), son dos ejemplos de la escuela flamenca. Ambos son diferentes, pero al mismo tiempo, tienen unas características comunes, las cuales muestran que Patinir se inspira en El Bosco para realizar su obra. El Paraíso y El Infierno son representados en las dos obras, aunque en cada una desde una perspectiva diferente. Mientras que El Jardín de las Delicias lo hace desde un punto de vista religioso (con Adán y Eva en el Paraíso, frente al Infierno que aparece representado por el fuego, las torturas y alusiones a los pecados capitales); la obra de Patinir lo hace desde un punto de vista mitológico (con Caronte como barquero, quien atraviesa la laguna, la cual divide la imagen entre el Paraíso con ángeles y el Infierno con el Cancerbero a sus puertas).

El Jardín de las Delicias, de El Bosco (1500-1505)

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Otras obras del propio Patinir, también son comparables con El Paso de la Laguna Estigia por las escenas infernales de inspiración bosquiana, como el Paisaje con San Cristóbal y las Tentaciones de San Antonio Abad.

Paisaje con San Cristóbal, de Patinir

Tentaciones de San Antonio Abad, de Patinir (ca. 1520-1524)

Se ignora el origen de este cuadro, y también cuándo ingresó en la colección real española. Aunque es posible que fuera en tiempos de Felipe II, no hay noticias que lo corroboren, ya que no existen inventarios del Alcázar de Madrid hasta 1636, donde se menciona esta obra por primera vez, en la “Pieza donde su Majestad que Dios guarde lee en el cuarto bajo con ventana al Jardín de la priora” y como “Otra pintura en tabla de quatro pies y medio de largo poco más o menos que está Acheronte en su barca en la Laguna Stigia que pasa un alma los campos eliçeos o penas del infierno es pintura antigua”8. Se salvó del incendio del Alcázar de Madrid en 1734, y se trasladó al Palacio del Buen Retiro de Madrid. Allí permaneció hasta la muerte de Carlos III. En el inventario redactado con motivo de su fallecimiento, entre 1789 y 1790, se recoge esta tabla entre las pinturas del Retiro, considerada entonces de El Bosco. Permaneció en la colección real hasta su traslado al entonces Real Museo de Pintura y Escultura de Madrid. Pero hay que esperar al Catálogo de los cuadros del Museo del Prado de Pedro de Madrazo de 1843, para que se considere obra de Patinir, y con esa atribución se mantiene desde entonces.

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Entre 1636 y 1637, aparece en el inventario de las pinturas del guardajoyas del Alcázar de Madrid, de las que se hace cargo Simón Rodríguez, como un cuadro del paso de la Laguna Estigia.

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Bibliografía 

REDAL, Enric Juan., La enciclopedia del estudiante: Historia del Arte. El País. Santillana Educación, S. L., Madrid, 2005.



DE SALAS A.; RAMÍREZ, Pedro J., Historia visual del mundo, Unidad Editorial, S. A., 1994.



FERNÁNDEZ ARENAS, JOSÉ. Las Claves del Renacimiento: Cómo identificarlo. Editorial Planeta, S.A., Barcelona, 1991.



VERGARA, Alejandro., Patinir. Estudio y Catálogo Crítico, Cat. Exp, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2007.

 Fuente de imágenes: Google http://www.google.es  Museo Nacional del Prado http://www.museodelprado.es

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