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EL PLACER DE LAS MUJERES Si obtener y dar placer es algo tan importante y básico, entonces ¿cuál es la razón de que todavía no se hable abiertamente de ello y, sobre todo, con naturalidad? Diez mujeres de distintas edades, procedencias y formas de entender la sexualidad han accedido a dar testimonio sin tapujos para 7K sobre sus experiencias personales respecto al placer y el sexo. El resultado es un muestreo anónimo que no busca ser científico, ni tampoco tiene mayores pretensiones que poner el foco en espacios habitualmente encerrados entre las paredes de una habitación y, de paso, provocar el debate o la reflexión. Además, ahora que se acerca el 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora, ¿por qué no reivindicar el placer de las mujeres? Que la lectura les sea placentera. Texto: Amaia Ereñaga Ilustraciones: Dorothy Iannone
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“Ten Scenes” (1969), recogida en “You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014). Air de París.
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“Flora And Fauna” (1973), recogida en “You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014). Air de París.
Tiene claro que ... M., 27 años, con pareja Mis padres, más que darme una charla, lo que hicieron fue regalarme un libro sobre sexualidad cuando tenía unos 9 años. Todavía lo tengo por ahí. Es “Sexo… ¿Qué es?: Desarrollo, cambios corporales, sexo y salud sexual” (Robie H. Harris), un libro con muchos dibujos, con una abeja muy mojigata y un pajarito muy liberal que discuten entre ellos lo que está bien y lo que está mal. Trata tanto de sexo como de la menstruación, la homosexualidad… y a mí me ayudó mucho. Bueno, mi primer 10 en la ikastola fue en sexualidad; o sea, que el libro me ayudaría en algo. No me acuerdo cuándo empecé a masturbarme, pero mis primeras relaciones sexuales completas fueron tarde, con 18 años, con mi primer novio, aunque antes sí que tuve rollos: te liabas con un chico, dos besos y ya está. No era por vergüenza, sino que ponía límites, hasta que encontré a un chico con el que me apeteció. Llevaba todo super controlado, sobre todo porque no quería ser madre soltera. A pesar de todo, no me sentí
«Si termina él antes, luego que me dé placer a mí» insegura, porque él también era virgen. Fuimos poco a poco, mientras que con el que estoy ahora fue todo lo contrario: fue a saco. Fue mi primer «folla amigo», aunque luego se convirtió en algo más, y mira que mi intención no era que terminásemos de pareja. Yo sí que soy consciente de que ahora sé lo que quiero. Antes casi era «dejarte», no sé cómo explicarlo, pero sí un poco como lo que nos han vendido en las películas: lo de disfrutar y llegar los dos a la vez y todas esas cosas. Y luego te das cuenta de que no es así. Con mi pareja actual, sin embargo, me digo: «Primero, yo. Voy a disfrutarlo». Y, al final, al disfrutar tú haces que él disfrute. Y si termina él antes, ¡luego que me dé placer a mí! Nosotros somos muy de buscar cosas nuevas, sobre todo sitios nuevos. ¿Una fantasía? Hacerlo en el mar, de día, en la playa y sin que la gente se dé cuenta. La cuestión es que no se enteren, pero no me atrevo, no vaya a ser que nos vean un niño o una señora mayor…
Tiene claro que ... J., 66 años, viuda, con tres hijos Lo tengo claro: no creo que el sexo tenga que estar condicionado por la fidelidad, porque la base de la pareja es el respeto. Eso de que se ponga al sexo como una condición moral para que exista la pareja no es cierto, porque yo no le he faltado el respeto a la mía, aunque me haya ido con unos y otras. Con mi marido he tenido una relación maravillosa, de comprensión total, porque él también creía en la libertad individual y era muy liberal en el sexo. Tengo clarísimo que soy bisexual, aunque a estas alturas no practico el sexo, ni siquiera conmigo misma. Como que no me apetece. Desde que él murió estoy como paralizada: no es que no sienta la necesidad de hacerlo, es que me da igual. Sí reconozco que nuestra relación no era lo habitual, pero es que nosotros hemos hablado mucho siempre. No digo que le contara el 100 % de todo, eso tampoco. Tampoco he notado el rechazo de la sociedad, porque las personas que lo saben lo ven normal, como una manera diferente de pensar que está muy bien, siempre y cuando a ti no te cree problemas y lo veas claro. Yo no hubiera hecho muchas cosas si mi marido no hubiera sido como era, y eso es el verdadero respeto. 8 zazpika
«El sexo no debe estar condicionado por la fidelidad» Por mi parte, reconozco que soy promiscua de toda la vida. He sido muy lanzada desde joven, porque no me ha creado problemas de conciencia. Si te pica la cabeza, ¿qué haces? Te la rascas. Pues si te pica lo otro, también y punto. Es una manera más de relacionarte y no hace falta darle la importancia que le da la sociedad. Me suelo quedar alucinada por lo poco que hemos avanzado con el rollo de la fidelidad, empezando por mis hijos, que son superfieles, y me pregunto ¿de dónde han salido estos? Es que yo veo a los jóvenes muy conservadores y me da pena. Hubo una época, la de los años 60-80, con el movimiento hippie, en la que muchos nos liberamos muchísimo. De hecho, los que tomamos conciencia social y personal en aquella época lo vivimos así Aquí, sin embargo, está demasiado enraizada la tradición. Por ejemplo, antes podías poner la pega de «que la Iglesia no me deja», pero ahora no es así, ni nosotros os hemos enseñado eso. Y, sin embargo, ¿qué influye en que se dé este conservadurismo? Para mí, es causado por un tipo de sociedad que nos hace conformarnos con un sueldo de 600 euros en lugar de uno de 1.200. Pues, igual en el sexo.
Tiene claro que ... «Todavía nos cerramos a que nos den placer a nosotras» I., 29 años, sin pareja Yo trabajo en un mundo de hombres, en el ámbito deportivo, pero de siempre me ha gustado esto del sexo. Me ha gustado hablar de ello, soy además una mujer de muchos ligues –no me van mucho las parejas– y ahora mi trabajo «por las noches» es con la Maleta Roja, lo que me da la oportunidad de enseñar cosas que a mí me gustan y de abrir un poco la mente a las mujeres sobre el sexo. Así por lo menos aporto mi granito de arena. La verdad es que me ha sorprendido ver que todavía nos falta mucho por aprender. Me da la impresión de que todavía nos cerramos mucho a que nos den placer a nosotras. Debiéramos de ser más abiertas de mente, estar más propensas a jugar. A veces pasa que cuando, en las reuniones, alguna demuestra más conocimientos de, digamos, juguetes sexuales, las otras le sueltan lo de «¡menuda guarrilla!». Y eso no me gusta nada. Nos falta todavía abrirnos a que hay un montón de cosas diferentes, a que existe un campo más grande… y que una no es una «guarrilla» por probar otras cosas. En más de una reunión me he encontrado con que he tenido que decir a alguna lo de «esto lo tienes que hablar con la sexóloga» o con que he tenido que explicar donde está el clítoris. A mí personalmente sí que me gustan muchos los juguetes y también el bondage, que es un poco menos que el sado, pero no es lo que más me piden. En todo caso, llegan a pedir unas esposas o un antifaz, pero lo que más vendemos son lubricantes, velas calientes, aceites para darse por el cuerpo… es decir, cosas para los preliminares. También vibradores, de los que hay una variedad terrible. Tienes de todo: acuáticos, de doble placer, simples… Con los hombres pasa que se echan bastante para atrás con los vibradores, porque todavía son reacios debido a que lo ven como si les hicieran competencia. Para empezar con tu pareja, puedes empezar con uno pequeñito, explicándole bien para que no le dé «cosa». Pero ante la variedad, que cada una elija según sus gustos. zazpika 9
Tiene claro que ...
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«El placer de las mujeres es la historia no contada»
«Yo me llevo bien con la soledad y me apaño muy bien sola» O., 62 años, madre de una hija
R., 39 años, madre de dos hijas
A los 23-24 años empecé en el movimiento feminista y eso, quieras que no, te abre la mente, te amplía horizontes. Para mí, ha sido fundamental a la hora de romper tabúes. Yo no lo he hecho, pero tengo amigas que se autoexploraban en grupo… no sé, cosas así te abren a otros campos; es más, te dan alas para probar otras cosas. Yo por lo menos lo viví así, y soy consciente de que de otra forma estaría en un tipo de relación más anclada en modelos más conservadores. Sí, soy bisexual. He estado casada, me enamoré de una mujer y después he tenido relaciones con algún hombre, luego con chicas… y ahora, desde hace años, nada. Mentalmente sí me identifico más con las mujeres, quizás por mi militancia feminista, que marca mucho. Cuando me relacioné por primera vez con una mujer, sexualmente fue un descubrimiento maravilloso, y sí que constituyó una experiencia sexual diferente. Luego ha habido experiencias más normales, no tan bonitas, aunque supongo que también ahí entra en juego la emoción. Entre las mujeres, en general, se habla del sexo como de broma, no con total naturalidad ni se intercambian experiencias. Hace no mucho vi un documental titulado “Las Muertes Chiquitas” (documental hecho en México por Mireia Sallarès sobre el orgasmo femenino), que trata sobre el poder de la masturbación. Me doy cuenta de que entre nosotras no se habla de eso, cuando tiene tanta importancia y, además, ¡te da una independencia! ¿Que cómo entiendo yo la promiscuidad? Es un tema peliagudo, porque en la práctica es más complicado que en la teoría. Conozco a gente que se lo ha trabajado mucho y que lo lleva con mucha apertura, pero es complicado, y eso que ahora hay tanta escuela y teorías como el poliamor, por ejemplo. Lo que está claro es que hay que intentar evitar todo lo que haga sufrir. A mi hija, que estaba al tanto de mis relaciones, la veo abierta y que lo vive todo con total naturalidad. De vez en cuando me dice: «¡A ver si encuentras algo, da igual que sea hombre o mujer!». En este momento no tengo ninguna relación, pero es que me da como pereza a nivel intelectual. A veces sí que me apetecería, pero no porque sienta necesidad sexual, porque yo me apaño bien sola.
Mi teoría es que el placer de las mujeres es la historia no contada. Es muy difícil saber cómo lo hemos vivido, porque siempre se ha quedado en la esfera de lo íntimo o, en todo caso, solo se ha contado a personas muy próximas. Entonces, poco sabemos sobre la importancia que le ha dado la mujer a las relaciones sexuales. Lo que sabemos es por pura intuición. Yo personalmente me he criado en una burbuja para mi tiempo, respecto a la sexualidad, y luego vi que «fuera» era otra cosa. A mí me supuso bastante contraste cuando, al entrar en el instituto, lo que para nosotros era natural tenía, sin embargo, un punto de morbo para el resto de la gente. Fui educada de una forma tan moderna –en casa, en la ikastola, luego en grupos de tiempo libre como Kimuak–, que para mí fue un choque, como si hubiera estado entre algodones. En mis relaciones, he sido de tener parejas fijas. En el amor soy totalmente monógama, pero el sexo me parece otra cosa distinta. Los diferencio, aunque a veces se da que el sexo y el amor se den a la vez. Respecto a mis hijas, estoy a favor de una exploración sexual no invasiva; es decir, que ellas sean las que lo descubran de una forma natural, porque las niñas son muy inteligentes y se exploran, se tocan, preguntan y te das cuenta de que se masturban. Bueno, respetamos su sexualidad, que en casa no vean que hay tabúes y nos pueden tocar sin ningún problema. De todas maneras, son muy pequeñas todavía y lo que buscamos es que tengan consciencia de que todo es natural. Lo que sí les digo es que no se toquen la potxita con las manos sucias.
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Tiene claro que ... «Lo del amor romántico ha hecho mucho daño» A., 55 años, madre de una hija Me acuerdo de que todos me miraban asombrados en la cocina, sin saber qué hacer. Tendría unos 4 o 5 años, estaba sentada y me tocaba. Entonces aprendí que eso no se hacía en público, aunque seguía haciéndolo en mi habitación. Era consciente de que eso no podía ser malo, porque me hacía sentirme muy a gusto. Por eso nunca me han gustado las monjas, ni nada de eso. El placer es algo natural. En los bebés, cuando les estás dando el biberón, se nota muchísimo que se frotan. Con mi hija, una vez que le noté acalorada, le dije que lo hiciera en su habitación, de forma tranquila y en privado, pero se llevó un corte tremendo. De hecho, no la he vuelto a pillar. Le tienes que decir hasta cincuenta veces que recoja un vaso, pero, figúrate cómo se respira en el aire que eso no hay que hacerlo en público, que, en un ambiente tan progresista como el de nuestra casa, con una vez dicha lo cogió al vuelo. ¿Que si en las escuelas les hablamos de sexo? En la escuela se les da clase de biología únicamente. Me suelo quedar pasmada de lo que veo, con el profesor hablando y los críos con unos sofocos y risas, y tan encendidos hormonalmente que ni oyen ni entienden. Es absurdo. Yo creo que haría falta dar clases reales de sexualidad, porque de algo que te da tanto placer que se hable tan poco lo convierte en tabú. Creo que informarnos está bien: informarnos de cómo llegar al placer, de que hay muchas formas, de los frotamientos que hacen los niños… Por otra parte, a mí me molesta la idea del amor romántico, porque ha hecho mucho daño. No sé dónde están esas cineastas femeninas que nos enseñen en el cine otra forma de ver el sexo.
Tiene claro que ... «El tabú sobre el placer en solitario de la mujer sigue existiendo» L., 29 años, con pareja
“On+On” (1979), recogida en “You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014). Air de París y Nationalgalerie / Staatliche Museen zu Berlin.
Tengo muy grabada una escena, de cuando tenía unos 17 años. En una de las clases con una sexóloga que venía al instituto, cuando preguntó por la masturbación, ninguna de nosotras admitió que se masturbase, cuando era evidente que sí. Mientras, los chicos no tenían ningún problema incluso en decir dónde y cómo se excitaban. No creo que fuese debido solo a las chicas lo viviéramos como algo más íntimo, sino también a los tabúes sobre el hecho de que la mujer se dé placer a sí misma. La cuestión es que vi cómo nos cohibimos de tal manera que no podemos expresarlo con total naturalidad y que, el placer en solitario en la mujer, sigue siendo un tabú y una losa. De hecho, en mi cuadrilla tampoco es algo de lo que hable abiertamente. Sí de las relaciones que podíamos tener con otra persona. Nosotras hablamos y hacemos muchas risas, tanto de lo que ha salido bien como de lo que te ha podido salir mal. Ha habido alguna que ha tenido un zote de novio y lo ha contado, por lo que hemos podido aconsejarle… No sé, ha habido de todo, hasta una que ha conocido lo que es un orgasmo bien tarde, aunque pienso que era por la falta de comunicación que se pudiera producir en la pareja. Para mí, en la relación de pareja, que el sexo sea satisfactorio es un elemento muy importante. No digo que un 100 %, pero sí un 80 alto. Es otra forma de conectar con la otra persona, de demostrarte el cariño y la atracción. En mi caso, no sé lo que es tener relaciones sin llegar al placer… bueno, te puede salir alguna vez mal, aunque no es la norma. Llevamos muchos años juntos y es evidente que hemos pasado por distintas etapas, pero siempre hemos buscado cosas nuevas por curiosidad y para no caer en la rutina. En cuanto a mis zonas erógenas, sé lo que me gusta y lo que no, me conozco a mí misma y él también me conoce… Si no nos hemos aburrido el uno del otro, y que no suene pedante, es debido a que es algo que hemos cuidado mucho, pero no como si fuera «etxekolana», sino como algo que hay que mimar. A ver: si hablas de las facturas, también tienes que hablar de sexo, porque una vez que lo has solucionado, buah, es una fiesta. zazpika 11
La sexualidad femenina como la pinta Dorothy Iannone Tiene claro que ... «Era ignorancia total. Me enseñó a masturbarme una vecina» T., 75 años, madre de dos hijos Yo estoy muy enfadada con la Iglesia católica por el papel que jugó durante el franquismo, cuando nosotros éramos jóvenes. No les puedo perdonar, porque todo era pecado, hasta «arrimarse» un poco cuando bailábamos en la plaza. Todo se hacía a escondidas, con miedo y había muchísima ignorancia. Yo personalmente tengo esa pena, porque me pregunto: ¿por qué no nacimos veinte años más tarde? Figúrate, ya de adultas, una vez escuché a una amiga decir que ¡te puedes quedar embarazada si te desnudas en la playa porque el semen del hombre anda suelto por ahí! Hicimos unas risas… Nosotros llegamos al matrimonio sin tener ni idea de sexualidad y, por suerte, no he tenido problemas para obtener placer. Eso sí, a mí a masturbarme me enseñó una vecina. Yo ya era madre, tendría unos 28 años, y ella empezó a decir que si estaba enfadada con su marido porque no le tocaba y le contesté que «yo eso no lo he hecho nunca». «¿Cómo qué no? ¿A qué vas a estar esperando?», me respondió. A nosotras, hay que reivindicarlo, nos liberó la actividad política. Íbamos a hacer pancartas a la sede, a buzonear, a cocinar para sacar dinero para las ikastolas… de todo –hemos trabajado muchísimo–, pero después nos hacíamos nuestras juergas: salíamos a bailar, hacíamos muchas risas, cantábamos como locas… Aquella época fue nuestra liberación y nos ha pasado de todo, como aquella amiga, que luego se separó, que hasta le puso una vez pastillas para dormir al perro para poder salir de noche tranquila. Cuando volvió, se encontró con un lío terrible en casa, con el perro medio loco y los niños despiertos. Con mis hijos siempre he hablado con naturalidad del sexo y por nuestra casa han pasado un montón de parejas que no tenían dónde estar juntos. Me acuerdo que una vez mi hijo estaba en su habitación con una chica, y mi marido dijo que «esto no puede seguir así». Yo le respondí: «¿Tú te estás enterando de que no estás solo en casa, de que también estoy yo». Se calló. ¿Y que cómo veo a las nuevas generaciones? Pues a los jóvenes no les veo más liberados a que nosotros. Las mujeres siempre hemos sido más avanzadas que los hombres y esto sigue igual, porque ellos siguen manteniendo la idea de ser el macho. Yo, en los hombres, me fijo en la mirada. Algunas veces, igual estás despistada total, levanta la mirada y dices, «¡ay ama!». 12 zazpika
Las ilustraciones de este reportaje han salido de la paleta de Dorothy Iannone (Boston, 1933), una pionera de la emancipación sexual e intelectual de las mujeres y autora de una obra muy personal, en la que se mezcla el erotismo con la mística, el humor con la reivindicación y las historias autobiográficas con la literatura. Debido a la naturaleza tan abierta de su trabajo, lo que le supuso ser víctima de la censura en las décadas entre los 60 y los 80, y también a que ha vivido la mayor parte de su vida en Europa –actualmente reside en Berlín–, esta octogenaria no ha comenzado a recibir atención en su país de origen hasta hace poco. Considerada como una de las mujeres artistas más singulares de los siglos XX y XXI, el gran tema de su obra es «el amor extático». Sus representación de la unión sexual entre el hombre y la mujer adoptan una dimensión mística que plasma la unión espiritual y física de los opuestos. El suyo es un universo visual, colorido y abigarrado, que propone una lectura moderna y personal de las religiones orientales, aunque hay referencias culturales de todas clases. En sus cuadros se puede leer también su visión de su propia vida. Casada en 1958 con el pintor James Upham, fue la «causante» de que se levantase la prohibición en EEUU del “Trópico de Cáncer” de Henry Miller –en 1961 fue detenida en un aeropuerto por intentar introducir el libro en el país– y su apasionada relación con el artista suizo Dieter Roth aparece plasmada vívidamente en sus cuadros. Todo ello está recogido en el libro “Dorothy Iannone: You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014).
“The Berlin Beauties” (1978), recogida en “You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014). Air de París.
Tiene claro que ... C., 59 años, sin pareja Tendría yo unos 11 o 12 años, estaba en el hospital porque me habían operado, y leyendo un libro tuve el primer orgasmo de mi vida. Sin tocarme ni nada, solo leyendo, y me dije «¡qué bueno es esto!». Marqué la página y lo leía continuamente, porque seguía produciéndome orgasmos, hasta que mi madre y la enfermera se dieron cuenta. Un día, el libro desapareció y, cuando volvimos a casa, lo encontré, pero ya no me excitaba tanto. Creo que había cumplido su función. Yo soy bisexual y he disfrutado de las dos formas, tanto de hombres como mujeres. ¿Que si hay diferencias? Para mí no tienen absolutamente nada que ver: con los hombres, el sexo es como más rápido, igual un poco más agresivo, disfrutas pero casi después de que el chico haya eyaculado; con las mujeres, siempre lo he vivido mucho más tranquilamente. Es mucho más suave y puedo decir que a mí se me hace mucho más placentero. Es como más mutuo, llevas más o menos el mismo ritmo, es más igualitario. Yo lo he vivido así: he dis-
«He disfrutado tanto con los hombres como con las mujeres» frutado con los chicos y con la penetración y todo; o sea, lo he pasado muy bien, y con las mujeres también, pero reconozco que he tenido más relaciones con mujeres. De hecho, mis relaciones más largas han sido con mujeres. De todas formas, me he enamorado de la persona y, a partir de ahí, ha surgido la sexualidad. Otras mujeres son lesbianas-lesbianas… y yo, en cambio, no. Por ejemplo, me puedo masturbar tanto pensando en una mujer como en un hombre. De la primera mujer de la que me enamoré, recuerdo que me ofusqué. Yo estaba con un chico entonces y fue como una obsesión. He tenido temporadas que he sido bastante monógama y otras que he sido un pendón, un auténtico desastre para mi pareja en ese momento. Ahora se me ha bajado la líbido muchísimo, aunque, bueno, hace poco estuve con las amigas en un sex shop haciéndonos unas risas, y compramos solo libros porque los juguetes eran caros, pero nos hemos estado whasapenado porque queremos volver.
Tiene claro que ... R., 24 años, con pareja En casa, no recuerdo que existieran tabúes. Con la desnudez no había problema alguno, ya con la sexualidad… igual, si hubiera preguntado, mi madre me habría contado más, pero incluso alguna vez que planteó hablar de sexo, me cerré en banda. Ese reparo por mi parte supongo que sería causado a que en algún lado yo habría notado que esto no era algo muy natural de hablar. Lo que se nos ha transmitido desde la educación ha sido la idea de la protección y no era tanto un espacio para preguntar o salsear, sino para enseñarnos los métodos anticonceptivos. Como ya nos habían enseñado a poner condones, en tercero de la ESO en las salas de sexualidad, suponía un poco de presión, porque «si he empezado a relacionarme con un chico, tendré que ponerle un condón», pensabas. Para mí aquel no era el momento, porque aunque lo intenté, hasta los 17-18 años no tuve una relación con penetración. Tengo el recuerdo de que a veces no podía y me preocupaba, con esa ansiedad de «jobar, tendría que estar haciendo algo que no hago bien». Pero más allá de eso, la primera vez con penetración fue con 18 años, tenía experiencias sexuales previas, y aunque no fue superplacentero, sí fue muy bonito.
«Somos la ‘generación bocadillo’ entre ‘no seas una puta’ y ‘libérate’» Lo cierto es que en la sexualidad se mueven un montón de factores. A mí a veces me ha costado saber qué quiero y qué no. Para mí es importante el placer, ¿pero qué me produce placer y qué no? ¿Y qué tiene que ver con ser mujer el que la otra persona esté bien, que, aunque sea placentero para él, a veces a mí me haya llevado a no poder conectar conmigo misma? Me parece que las mujeres de ahora tenemos más opciones disponibles por dónde tirar para tener un empoderamiento sobre nuestra sexualidad, otra libertad, otras ganas de descubrir… pero también creo que nosotras somos «la generación bocadillo»: por un lado, tenemos la presión de la época de nuestras abuelas, aquello de «no seas una puta y sé una mujer decente»; en la otra parte del bocadillo, está lo de «libérate, sé multiorgásmica, el sexo es salud y sé una fiera en la cama». Resulta un poco cortocircuitante moverte entre estos parámetros. Yo creo que la pregunta debiera ser «¿y yo, qué coño quiero?»… y nunca mejor dicho. Pienso que la receta es tener bien la autoestima, para, desde ahí, ir buscando lo que me da a mí placer, para ver cómo lo quiero vivir y cómo lo quiero compartir. zazpika 13
Estas preguntas han sido formuladas por las diez mujeres que han participado en este reportaje a la sexóloga Begoña Labaien, autora de “Quiero una cita. El día que fui a la sexóloga” (Ttarttalo), un libro sobre su experiencia en su consultorio de Barañain. ¿Por qué las mujeres somos tan reticentes a hablar de sexo entre nosotras? ¿Por qué se silencia y lo tenemos cómo si fuera algo feo que hay que ocultar? ¿O es algo general en ambos sexos? Entre las mujeres cada vez se habla más, aunque es un tema que siempre ha sido extraño en nuestras conversaciones, mientras que en la de los hombres sí que ha estado presente, pero tampoco de una forma realista. Siempre se hace tendiendo a la broma, a fanfarronear… No se habla de una forma natural, ni de mis sensaciones reales, ni de mis dificultades o de cómo intento solucionarlas… O sea, ni entre mujeres ni hombres se habla de sexo como se puede hablar de cualquier otro tema, siempre es atendiendo al tópico y a tratar, de alguna manera, de dar la talla.
“The Statue Of Liberty” (1977), , recogida en “You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends” (Siglio, 2014). Air de París.
Debido a la menopausia y a otros factores, estoy pasando una temporada totalmente anorgásmica. ¿Hay alguna técnica para evitarlo? El orgasmo es el punto cúlmen de una suma de sensaciones y, cuantas más se tengan, al final, se puede alcanzar el orgasmo. Cuando el orgasmo resulta más difícil por algún motivo, lo que se tiene que buscar es la manera de sumar más sensaciones. Supone también una oportunidad para que una descubra cosas que le puedan gustar a través de la exploración de cada uno de los sentidos, para ver qué sensaciones extras puedo sumar para llegar a ese punto. Puede pasar también que haya algún bloqueo y ahí lo que estaría bien, primero, es aceptarse, porque si me obsesiono con ello me provoco una tensión, y esa misma tensión es precisamente la que evita que se desencadene el orgasmo. Entonces: tranquilidad y exploración. ¿Dónde está ubicada la famosa zona G? Hay quienes dicen que existe y quienes lo niegan. Quienes dicen que existe afirman que está en la parte anterior de la vagina. Lo que estaría bien es que nos explorásemos, sea usando algún objeto, como las bolas chinas, o nuestras manos, porque la cuestión es sensibilizar esa zona. Cuanto más la exploremos y más sensible esté, más sensaciones vamos a obtener. Lo mismo en el resto del cuerpo, porque puntos G o de máximo placer puede haberlos en todo el cuerpo y no los hemos descubierto porque nos hemos centrado más en una sexualidad genital, que vuelve a ser el modelo masculino. Es importante que reivindiquemos nuestro cuerpo como un templo de placer: vamos a explorarnos y a gozar de nosotras mismas. Lo primero, en tranquilidad, una misma, sola. Luego, con quien sea. ¿Hay alguna postura, para el acto sexual con penetración, en la que la mujer alcance el clímax más fácilmente y este sea más intenso? No tengo una receta para eso, porque depende de cada cuerpo. Esto es como cualquier otro aspecto de nuestra vida; por ejemplo, para
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Consulta sexológica con Begoña Labaien saber si me gusta el tenis o me gusta ir al monte, por dar algún ejemplo, ¿cómo lo hago? Pues probando y estando abierta, y tratando de no tener bloqueos ni prejuicios. Hay que tener en cuenta que, cuanto más nivel de sensaciones alcancemos haciendo otras cosas, es más fácil hacer que la vagina esté excitada y que la penetración desde el principio sea más placentera, porque si desde el principio vamos a la penetración, va a ser más difícil. Empezamos a pensar: «no estoy excitada, no me está gustando mucho», dejamos de centrarnos en las sensaciones y entonces la cabeza se va a otras cosas –el trabajo, los críos, lo que quiero hacer mañana–, con lo que yo misma estoy bloqueando mi placer. Los pensamientos bloquean las sensaciones, y al revés. Para eso, una se puede entrenar en la vida diaria. Con el stres diario no nos centramos tanto en lo que estamos viviendo: en que estoy dando un paseo o haciendo la comida… si lo hacemos, luego, cuando estamos en ese momento, resulta mucho más fácil que nos centremos en lo que estamos sintiendo. La falta de lubricación en algunas ocasiones ¿solo tiene un aspecto fisiológico o también psicológico? Hay de todo, aunque en muchas ocasiones también es fisiológico. En la consulta, en personas que están tomando antidepresivos o medicación para la ansiedad veo que sí que influye en el deseo. Para eso, la ley básica: cambia lo que puedas cambiar y lo demás no. ¿Puedo dejar de tomar esta medicación? No, entonces ¿qué puedo hacer?: tratar de fomentar mis sensaciones por otro lado. También está la cuestión de la aceptación: cuando una montañera se rompe una pierna sabe que no va a poder subir al monte, pero sigue saliendo a pasear y puede disfrutar con otras cosas. En el sexo si, por algún motivo, no puedo llegar al mismo nivel, hay gente que deja de tener contacto sexual. Pero, cuando dejas de tener sexo pierdes deseo y sensibilidad… Se necesita un entrenamiento, porque cuanto más lo hagas, más te va a apetecer. Tengo que vivir mi propia realidad con lo que tengo, con mis circunstancias. Por ejemplo, a las parejas que dicen que no tienen tiempo o que no lo encuentran les suelo proponer que lo cambien por mini-encuentros sexuales, como los llamo yo. Por la noche, en vez de estar uno en la tele y el otro en la cama, les digo que se desnuden y se abracen, pero sentir piel con piel. Eso les puede llevar a excitarse y, a partir de ahí, ir redescubriéndose. ¿Nos cuesta más a las mujeres desarrollar nuestras propias fantasías y deseos? Si es así, ¿por qué? ¿Cómo podríamos estimular esta parte? Lo que necesitamos las mujeres es erotizarnos: escribe lo que para ti sería un encuentro erótico como a ti te gustaría, lo que te venga a la cabeza… y esa es tu fantasía. Pararnos a pensar en algo que nos gustaría es una fantasía y es la nuestra propia, no la de un modelo masculino. ¿Cómo está montada la sociedad? La mujer es el objeto con el que disfruta el hombre, un reclamo, y así lo hemos aprendido: nuestra fantasía es estar guapas y perfectas para estimularlos a ellos, para lograr su amor y su compañía. Y cuando no lo conseguimos, porque tenemos un problema o porque nuestro cuerpo no
nos gusta lo que debiera, hay un problema. Lo interesante es que asumamos los dos roles: te puede gustar incluso jugar a que te sometan, porque eso puede entrar como un fantasía muy adecuada para alguien –no nos conviene rechazar nuestras fantasías, aunque vayan en contra de lo que nosotras consideramos digno, porque está bien que les demos rienda suelta–; pero, por otro lado, juega a ser activa. Lo mismo con los hombres. Hay hombres que tienen interiorizado el rol de actuar y, cuando están con una mujer activa, se bloquean. Hay que jugar a ser de diferentes maneras. ¿Cómo afrontar con naturalidad la masturbación al hablar con los hijos? Sigue habiendo muchos tabúes. ¿Por qué les decimos que lo hagan en la intimidad si debiera de ser algo natural? Yo también me pregunto lo mismo: antes no estaba bien visto que una pareja se diera un beso en público, ahora no pasa nada. Igual sería lo mismo, porque no tiene nada de malo, en realidad. Hay que inculcarles que no tiene nada de malo y que el placer no es que sea malo, es que es bueno. Es bueno que se toque, es bueno que disfrute porque le relaja y disfruta. A los niños les llevamos al monte y a la nieve para que se lo pasen bien, entonces ¿por qué no fomentar que hagan algo que les gusta? El gozar de todo nuestro cuerpo es un acto de amor. Eso también es importante, porque igual nuestro cuerpo no nos gusta. Es importante acariciarnos las partes de nuestro cuerpo que no nos gustan y transmitirnos amor con esas caricias. Reivindicamos nuestro cuerpo, porque así salimos fortalecidos. ¿Qué zonas, tanto femeninas como masculinas, se pueden estimular antes de centrarse en la genital? ¿Hay zonas poco «habituales» que se puedan estimular? Sí, hay zonas que de repente podemos descubrir que nos gustan. Una chica, por ejemplo, estaba sorprendida porque su pareja le empezó a hacer cosquillas en la axila y se excitó. Nos podemos sorprender, porque unas zonas pueden estar más sensibles que otras dependiendo de los días y los momentos. Lo que hay que hacer es dedicarle tiempo y cambiar de chip. ¿Cree que la monogamia afecta a tener una vida sexual menos satisfactoria? No tiene por qué. Se puede llegar a un nivel de confianza que permita probar otras cosas. La monogamia no está reñida con el placer sexual si los componentes adoptan una postura activa de descubrimiento. Lo que está claro es que la rutina sí que está reñida con el placer sexual; por eso, está bien cambiar de sitio en el que hacerlo y buscar nuevos estímulos. Como la excitación tiene que ver con los estímulos, cuando nos vamos habituando a ellos nos producen menos efecto. Es decir, ante la novedad, nuestros sentidos se van a despertar más. Una nueva persona sí que puede resultar un estímulo fuerte y hay parejas a las que les puede ir bien lo de probar y volver luego con su pareja. De hecho, puede ser muy positivo si sabes llevarlo, pero, por contra, puede crear ansiedad y miedos de «ahora me va a comparar con la otra persona». O sea, si esto me produce un malestar emocional, tampoco lo voy a disfrutar. zazpika 15
EL TAEKWONDO DE LA RESISTENCIA Entre el barro y las chabolas del campo de refugiados de Zaatari, en Jordania, decenas de niños sirios practican taekwondo para canalizar su rabia. El proyecto, gestionado por una ONG coreana, quiere formar a los líderes del futuro mediante la disciplina y el respeto. Gracias a este arte marcial, los chicos y las chicas están apaciguando el dolor por la guerra en su país. Texto: Laila Muharram Rey y Daniel Rivas Pacheco
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Fotografía: Javi Julio / Nervio foto
l blanco simboliza la inocencia. Abdel Malek, de cinco años, se une al coro de niños que cantan letras revolucionarias mientras son trasladados en pickup de un extremo al otro del campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania, a solo diez kilómetros de la frontera con Siria. La mayoría son de Daraa, una de las ciudades donde la represión contra los manifestantes fue más salvaje. Otros han huido de Deir ez Zor o de Homs. Visten un quimono blanco que usan cuatro veces a la semana y en el que están grabadas las huellas del duro entrenamiento: alguno está descosido, otros, tan arrugados como higos y en la mayoría hay motas de color marrón del barro que lo baña todo. Pero son los cinturones los que más resaltan cuando la furgoneta se detiene frente a un pista de fútbol encharcada: por ahí salen niños de blanco con cintas alrededor de las caderas: blanca, amarilla, verde, azul y roja. «Venga, vete ya Bashar», «mejor morir que vivir arrodillado». Los chavales gritan y dan palmas mientras son trasladados por las calles del colosal levantamiento que alberga a unos 80.000 refugiados. Mujeres cargadas con bebés en los brazos o niños que van al colegio los ven pasar: los adultos miran con la cara mustia, pero los críos sonríen con complicidad. Niños de Daraa empezaron la sublevación social contra el régimen de Bashar al Asad en marzo del 2011. Ellos fueron los que pintaron en el muro de un colegio «el pueblo quiere la caída del régimen». Ellos prendieron la mecha. Ellos sufrieron la primera represión. Ahora estos niños practican taekwondo en la academia del doctor Lee en Zaatari. Son blancos: inocentes.
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Un coreano entre árabes. El amarillo simboliza la semilla. El doctor Lee Chul Soo es el responsable de la escuela, fundada a principios de 2013. Este surcoreano enamorado de Oriente Próximo lleva trabajando en la
zona desde hace una década. En 2008 se encontraba en Gaza durante la operación del Ejército Israelí Plomo fundido. Aunque casi todos los extranjeros se marcharon al comienzo del ataque, Lee le dijo por teléfono a su mujer que se quedaría como escudo humano para proteger a los palestinos. Ella decidió que, si iba a perder a su marido, lo haría a su lado. Meses después fueron expulsados de los territorios palestinos y tienen prohibido el acceso a la franja durante 5 años. Mientras esperaban para regresar, Lee pasó a ser el representante de la asociación Korean Food for the Hungry International en Jordania y visitó el campo de Zaatari. Al volver a Seúl días después no pudo dormir pensando en los niños que había visto. Por eso, deshizo el camino y apareció otra vez allí: firmó el contrato para comenzar el proyecto de este arte marcial transformado en deporte olímpico en 1988. «Yo nunca tuve relación con el taekwondo, solo pensé que sería una buena idea inculcar valores a los niños a través de él», relata Lee mientras les observa bajar de la furgoneta y entrar corriendo en el hangar que sirve de academia. Su proyecto se construye en el límite urbano del campo, al final de la calle comercial que los refugiados bautizaron Campos Elíseos, como si fuese una aspiración. El terreno de los coreanos tiene también un pequeño huerto que los alumnos ayudan a cultivar. Cuando culmine el proyecto, otro hangar alojará una escuela de estudios superiores, una cafetería y unos baños. El agua que caiga de los grifos se utilizará para regar las plantas del invernadero. En la puerta, un profesor regaña a los chicos: «Quitaros las zapatillas». Las sandalias grises con ronchas de barro se amontonan sobre el frío suelo de cemento, algunas quedan colgando entre la pared y la viga de metal que sostiene la estructura. La semilla crece con los pies desnudos. El verde simboliza el renacimiento. Los niños se dividen por colores. A la izquierda, los que están em-
Niñas y niños sirios en el campo de refugiados de Zaatari acuden cada día a clases de taekwondo. El objetivo de los promotores de la iniciativa es inculcar la filosofía de este arte marcial a estos pequeños, desplazados por la guerra en su país.
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No hay edades ni niveles. Los que empiezan, no llevan quimono, pero sí el cinturón blanco. También estos aspiran al amarillo, verde, azul o rojo que ya lucen algunos de sus compañeros.
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pezando. No llevan quimono, pero algunos ya tienen el cinturón blanco colgando por encima de la ropa. Dos estudiantes con banda roja se colocan en frente y serán sus tutores durante el entrenamiento. A la derecha, los alumnos aventajados, los que han recibido la vestimenta federada del WTF (World Taekwondo Federation) y los cinturones, que representan los grados de conocimiento. Abdel Malek se coloca en primera fila. Tiene un quimono impoluto con la palabra “Ktigers” escrita a la espalda, y aunque viste cinturón blanco, repite de memoria todos los movimientos de los más avanzados. Es uno de los predilectos de los profesores. Y sobre todo de Mohamed, su padre, que trabaja como entrenador. El maestro Sejong Lee empieza el calentamiento. El profesor surcoreano llegó al campo hace 4 meses. Por esas fechas, planeaba mudarse a Singapur, donde le habían ofrecido un puesto de trabajo muy bien remunerado para enseñar este deporte. Con el billete comprado y las maletas preparadas, un día antes de partir conoció en Seúl al doctor Lee y su vida dio un giro de 180 grados. «Me dijo que sería un trabajo voluntario, sin salario, pero que unos niños me necesitaban. Acepté de inmediato», cuenta Sejong. «No me arrepiento. Aquí tengo una familia», reconoce sonriendo.
La filosofía: formar futuros líderes. El azul simboliza el cielo. Los alumnos con cinturón rojo realizan saltos imposibles en una demostración de habilidades a los nuevos, que se han sentado en círculo en torno a ellos y miran expectantes. El maestro Sejong y los tutores sirios les ayudan a ponerse el caso y los petos para protegerse el pecho. Les explican las normas, a veces con algo de rudeza. Mohamed, padre de Abdel Malek, se defiende: «Ellos saben que lo hago con amor, no quiero que ninguno fracase», y muestra sonriente sus dientes blancos. «Aunque los veas dar patadas y lanzar puños al aire, les enseñamos este arte marcial para fortalecerlos mental y físicamente, no para pelear. Es un deporte de defensa», señala el doctor Lee mientras los tutores sirios atan los protectores de pecho a la espalda y colocan los cascos en la cabeza a los niños. «Mi idea es formar a futuros líderes, transformar la violencia que ha ejercido el conflicto en sus infancias, canalizar la rabia en algo positivo. Y ya hay resultados: los niños que llevan dos años son más disciplinados y han recuperado la autoestima», afirma Lee con una sonrisa. La influencia de la filosofía del taekwondo es notable en las actividades de los pequeños. «No comeré si no he querido trabajar», «trabajo cuatro horas y solo como una ración» son lemas que deben memorizar y que inciden especialmente en el rendimiento y la eficacia, algo muy característico de Corea del Sur. Allí la educación es considerada crucial para el éxito y en ella el país invierte casi el 5% de su Producto Interior Bruto. «Aunque allí la competencia entre los alumnos es muy grande y la presión es durísima», afirma David Jaehun Choi, el surcoreano que coordina el Korea Refugee Project, otra asociación involucrada en la escuela de taekwondo. Jaehun ha conseguido que empresas surcoreanas que trabajan en Jordania donen los aparatos tecnológicos, como impresoras, y logísticos, como sillas y mesas, que los voluntarios utilizan diariamente en el campo base, a la entrada de Zaatari. La cortesía y el autocontrol también están muy presentes durante los ejercicios. A los maestros hay que saludarlos con la reverencia correspondiente, inclinando mucho el cuerpo hacia abajo en señal de respeto. Y las patadas, también llamadas chagui, así como otras técnicas de golpes, bloqueos, posiciones o defensa personal, están enfocadas al autocontrol. Nada de lo aprendido debe ser utilizado para golpear a un compañero. Esta y otras normas están recogidas en Reglamentos y Leyes para el Espíritu Deportivo durante el entrenamiento, un conjunto de 18 puntos que repiten todos los días antes de entrenar.
Su futuro está en Zaatari. El rojo simboliza la pasión y es el color del cinturón que llevan los estudiantes que han alcanzado el dominio de técnicas antes de llegar al negro. Ambos colores forman parte del característico símbolo de las cinco anillas de los Juegos Olímpicos. Un sueño que parece ambicioso y lejano para unos niños que viven en un campamento de refugiados, pero varios responsables del proyecto han empezado a formalizar las actividades deportivas y equipar a los estudiantes con material federado –y con maestros reconocidos– para eliminar cualquier obstáculo que impidiera convertirlo en realidad. «Aún es pronto para hablar de Juegos Olímpicos. De momento vamos a empezar a competir con jordanos que practican taekwondo en Amán», comenta Jaehun, el coordinador de Korea Refugee Project. Los niños que empiezan a abrirse camino hacia la madurez son conscientes de la expectación que genera el deporte, no solo en el campo de refugiados, sino también entre los visitantes, que se quedan impresionados cuando los ven ejercitarse como auténticos profesionales. «Cuando vuelva a Siria quiero ser profesor de taekwondo», comenta uno de los alumnos más aventajados, uno de los que día tras día va a entrenar. Pero hay otros
niños menos afortunados que tienen que ayudar a la familia transportando las carretillas hacia el mercado y faltan a las clases entre semana. Y hay otros chavales que no vuelven porque sus familias han decidido regresar a Siria. «A veces tengo que ir personalmente a hablar con ellos para que cambien de opinión. Les pido que no regresen porque aquí están seguros y los niños van a la escuela», comenta Lee. Algunos de los profesores, como Mohamed, permanecerán en Zaatari gracias a los proyectos del campo que garantizan sanidad y educación a todos sus habitantes. El pequeño Abdel Malek se quita y dobla cuidadosamente su quimono, atando su cinturón en torno a él para llevarlo colgando a casa, tal y como le ha enseñado su maestro. «Hasta mañana Sejong», le dice mientras se sube en la camioneta. Su padre Mohamed le da unas galletas de chocolate. Mira a su hijo con devoción. De repente, una de las galletas se cae encima de la plataforma de carga donde está subido, sucia de las pisadas de otros niños del campo que son transportados como él hasta el recinto. En vez de darle una patada hacia fuera, la coge delicadamente, se la lleva a la frente, luego la besa y se la come. Es la resistencia, incluso en un campamento de refugiados, a perder su condición humana. zazpika 19
DIVIDIDOS Y VENCIDOS Texto y Fotografía: Ricard Altés Molina
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Actualmente es uno de los rincones menos transitados del mundo, pero antiguamente lo cruzó una de las rutas comerciales más conocidas de la historia de la humanidad. A caballo entre Tayikistán y Afganistán, situado a los pies del altiplano del Pamir, el dividido valle del Waján conservan la peculiaridad de ser la cuna de un pueblo partido en cuatro estados. oco nos suena un término tan exótico como Tayikistán, y estamos aún menos avezados a oír o localizar en el mapa puntos geográficos como Murghab, Zorkul o Waján. Probablemente, a nadie le quita el sueño de qué lugares se trata, pero también es cierto que cuando uno llega a pisarlos, mucho le costará quitárselos de la cabeza. Si ya de por sí Tayikistán es como un agujero negro en nuestra cosmología geográfica, la zona este de esta pequeña exrepública soviética es aún más desconocida e inaccesible, por el estado de las carreteras y alejada de cualquier zona habitada. Haciendo uso de una expresión coloquial, está en el “culo del culo del mundo”, pero a pesar de ello, fue, es y será una zona sensible geoestratégicamente. «Entre valles verdes y crestas de glaciares helados del techo del mundo, la frontera fue delimitada kilómetro a kilómetro, respetando al máximo los puntos del acuerdo. Con ello se ponía punto y final al fantasma de años de recelos por una posible invasión de la India desde el extremo norte». Este pequeño fragmento pertenece al relato en el que sir Thomas Hungerford Holdich, en el libro “Through Central Asia” (1901), describe las negociaciones que desembocaron, seis años más tarde, en la firma del acuerdo para establecer la frontera que marcaría los límites entre dos grandes imperios, el británico y el zarista, en Asia Central. La historia diplomática europea del siglo XIX estuvo marcada durante décadas por un tira y afloja entre Rusia y Reino Unido. Se mezclaban casos de espionaje y traiciones, en una carrera acelerada por aumentar su territorio con nuevas adquisiciones. Este “Gran Juego” –término empleado en el siglo XIX por el oficial británico Arthur Conolly, y que Rudyard Kipling popularizó en su novela “Kim”– terminó en 1907 con el
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acuerdo fronterizo final. En medio de esas negociaciones, en 1895 se creó lo que conocemos como corredor del Waján, de soberanía afgana, un territorio tampón para que esos dos imperios no se tocaran y evitar un conflicto. Los grandes imperios han dado paso a nuevos países, que han sufrido guerras, algunas de las cuales han derivado en nuevos conflictos, como en Afganistán. En Tayikistán también se produjeron luchas de poder que desembocaron en 1992 en una cruel guerra civil. Hoy, la guerra ya es cosa del pasado, y ahora el país, gobernado con mano de hierro por Emomali Rahmon, vive una recuperación aún lenta de sus infraestructuras. Sin embargo, el gobierno de Dushanbé mantiene olvidada de sus proyectos la zona este del país, la Región Autónoma de Gorno-Badajshán (VMKB en tayiko, pero conocida por las siglas rusas GBAO), enclavada en la cordillera del Pamir, conocida con la expresión persa Bam-e Dunia o “Techo del Mundo”. Por suerte, la población de Gorno-Badajshán, que profesa el ismailismo, una rama del chiísmo, recibe el apoyo de la comunidad ismailita acaudillada por el Agha Khan IV. Gracias a los fondos para la reconstrucción de la región y a los programas de cooperación que destina esta organización, la población del GBAO ha vivido una mejora de la calidad de vida. Así, cuando se entra en una casa local, en el comedor hay siempre un retrato del Agha Khan, el gran valedor del Pamir. Ishkashim, a orillas del río Panj. El Panj es el gran maestro de ceremonias del valle del Waján, frontera natural entre Tayikistán y Afganistán, de anchura envidiable, rodeado de enormes piedras, estelas verdes de árboles, campos de maíz y kishlaks (aldeas) que se confunden con el tono pardo y grisáceo de la arena. Flanqueado por los contrafuertes de la cordillera del
Shajdara y del Hindu Kush, el Panj nace con este nombre en el kishlak de Langar, donde confluyen los ríos Pamir y Waján. Panj significa “cinco” en lengua persa, ya que siempre se ha creído que son cinco las fuentes de las que se nutren sus aguas. Ishkashim es una pequeña ciudad, capital de la región al sur de Jorug (centro administrativo del GBAO), situada en la orilla del río Panj, en un punto en el que sus aguas viran hacia el norte. Aquí se concentran algunas oficinas de organizaciones extranjeras que intentan dar apoyo logístico a la población local y que desarrollan programas de cooperación, como la cesión de microcréditos para crear pequeños negocios. De dicha gestión se ocupa Doro, un joven contable nacido en el kishlak de Dasht, a 8 km de Ishkashim, que a menudo tiene que recorrer los kishlaks esparcidos en los 120 km que separan Ishkashim de Langar. Doro me cuenta exactamente lo mismo de lo que se queja toda la población del valle. No hay ninguna salida laboral posible, la gente tiene que malvivir con las pocas tierras que cultivan, la dureza del terreno y las inclemencias del tiempo hacen que sea muy difícil poder pasar el invierno sin un suministro adicional de harina, el cual se come parte de los ingresos familiares. El precio de los cereales se encareció espectacularmente, y mientras un sueldo no llega a los 150 somoní (24 euros), un saco de cincuenta kilos de harina cuesta 120 somoní. El estado de pobreza de la población se ve ligeramente aliviado por las ayudas de los emigrados a Rusia, la que fue durante años la metrópolis de Asia Central. Se puede afirmar que el noventa por ciento de jóvenes, y no tan jóvenes, que pueden, emigran a Moscú, Yekaterinburgo, Krasnoyarsk y otras ciudades rusas, para ganar un sueldo digno. Los núcleos familiares cuentan con siete u ocho miembros de media, lo que explica las dificultades en las que viven. De todos modos, en
La meseta del Pamir, que cuenta con un 93% de territorio montañoso, tiene poco espacio para el cultivo, como se aprecia en la imagen de la izquierda. Sobre estas líneas, habitantes de la diminuta localidad de Ak Baliq.
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Durante siglos, desde la fortaleza de Yamchún (s. III a.C.) se controló el paso de caravanas y ejércitos por el valle del Waján, con Afganistán y las cimas del Hindu Kush de fondo.
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Rusia la situación de la emigración en general, y de la tayika en particular, no es fácil: tienen que enfrentarse al creciente racismo de la sociedad rusa contra los inmigrantes, donde bandas de jóvenes nacionalistas se dedican a perseguir a los que denominan “culos negros” (terminología racista contra los inmigrantes del Cáucaso y Asia Central), y el precio a pagar en muchos casos ha sido la vida. Un ejemplo de supervivencia es el del tío de Doro, Surjob. Menudo elemento. Parece un granuja salido de un barrio periférico de cualquier ciudad, pero Surjob es un hombre de negocios, y de los buenos. El negocio del que obtiene más ingresos es el comercio de piedras preciosas. Lo mantiene en el silencio más absoluto, ya que cualquiera le podría traicionar y denunciar, lo que le conllevaría una pena de varios años de cárcel. No es ningún secreto que el Pamir esconde tesoros, más allá de montañas y rocas, como zafiros, rubíes, lapislázuli, granates, así como piedras semipreciosas. El rubí que Surjob me muestra, en un exceso de confianza, es solo un ejemplo de lo que se puede encontrar. El único lugar donde puede colocar el producto es en el mercado que cada sábado tiene lugar en Ishkashim, cerca del puente que cruza a Afganistán. Es el único día en el que se permite a los afganos entrar en territorio tayiko para comerciar con la población local, y también es el único momento en que Surjob puede hacer negocio y deshacerse de un género que le quema en las manos. Además de las piedras, Surjob tiene un almacén donde guarda un montón de mercancías. Una vez por semana, sube al Niva de su amigo Alik, cargado con varias cajas de botellas de vodka y, como si se tratara de un mercader a lomo de su camello, se dedica a recorrer las tiendas de los kishlaks. La “ruta del vodka” es como Surjob llama a este mercadeo. El margen que consigue
vendiendo vodka apenas le da para cubrir los gastos de gasolina. El resultado es un beneficio de 20 somoní (5 euros). «Bienvenidos sean, con ellos tengo suficiente para pasar estos días». De hecho, es más de lo que puede ganar en un día en un trabajo cualquiera. Ruta de la Seda. El vodka ocupa el lugar de una de las mercancías que durante siglos cruzaron este territorio: la seda. Precisamente, por el valle del Waján pasaba una ramificación de la antigua Ruta de la Seda que, a juzgar por los restos que se encuentran a pie del camino entre Ishkashim y Langar, tuvo enorme importancia. De hecho, este ramal se conoce como la “ruta budista”. El porqué lo podemos encontrar en el kishlak de Vrang, donde en la cima de una colina se pueden ver los vestigios de una antigua estupa de los siglos IV-VII d.C. Se sabe que la Ruta de la Seda no solo fue ruta de intercambio comercial, sino también de conocimientos, entre ellos los religiosos. Por ello, en lugares como Vrang aún hay restos de ese pasado. Además de la estupa, en el valle aún se levantan restos arqueológicos que dan cuenta de la importancia geoestratégica de esta región. En el kishlak de Namagdut, a 17 km de Ishkashim, se halla la fortaleza de Khakhkaha, el mejor ejemplo de construcción militar conservado en todo el valle y que está fechada entre los siglos III a.C. y VII d.C. Su estado de abandono es notorio. Parte de la colina donde se erige la ciudadela está ocupada por tropas de frontera del ejército tayiko, ya que la frontera natural con Afganistán, el río Panj, corre cerca de la fortaleza. Más adelante, también hay fortalezas en ruinas, como la de Darshai, la de Zulmojor en el kishlak de Yamchún, Umbuq en el pueblo de Vrang, o la fortaleza de Ratm, en Langar, ubicada sobre la conjunción de los ríos Pamir
Entre Ishkashim y Kala-i Jumb, la orilla afgana del río Panj queda a un tiro de piedra de Tayikistán, pero lejos del progreso que aportaron los soviéticos. Sobre estas líneas, habitantes del Pamir trabajando en la trilla.
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y Waján, y de relevancia estratégica en la ruta comercial que cruzaba el valle. Precisamente, en Langar, a unos 3.100 metros de altura, en la montaña que domina el pueblo, sobre rocas graníticas, hay restos arqueológicos muy significativos: petroglifos. Se representan escenas de caza, caravanas, caballeros, manos, animales, etc. Los más antiguos se fechan en la época de bronce, entre los siglos V y I a.C., que se confunden con otros más modernos, de la Edad Media, y también con el rastro de grafitis de las últimas décadas. Una de las figuras más curiosas que están representadas es el rubob, un instrumento de cuerda, parecido a una guitarra, que se conoce no solo en Tayikistán, sino también en países vecinos, como Afganistán o Paquistán. Según la tradición del Pamir, se cree que es la personificación del ser humano, ya que tiene forma de persona. Se calcula que hay un total de seis mil petroglifos en todo Tayikistán. Un elemento característico en las aldeas del Pamir son los mazar, santuarios de culto, donde se halla enterrada una persona santa. En el caso del Pamir, los mazar son bastante peculiares y una muestra clara del sincretismo de las tradiciones del Pamir e islam. La presencia constante de cuernos de cabra montesa es un ejemplo de ello. Según la tradición, los cuernos y la piel de la cabra montesa traen la felicidad a una casa, ya que se considera que se pasea por las alturas, cerca de los ángeles, guardias y protectores de las personas. Además, son un símbolo de pureza. En todos los mazar se hallan estos trofeos de caza. Por otro lado, se cree que los amuletos hechos con cuernos de cabra montesa protegen contra las enfermedades. «Shir chai» y la hospitalidad. La bebida que da sabor al valle del Waján, y al resto del Pamir, es el shir chai, té negro caliente mezclado con leche, mantequilla y sal, que responde al dicho: «Si no bebes shir chai, ¿de dónde sacarás fuerzas?». Por ello, se puede considerar la bebida nacional del Pamir, una especialidad muy parecida a otros brebajes de pueblos de zonas de alta montaña de Asia. De hecho, forma parte del ritual de la hospitalidad, un concepto que los habitantes del valle tienen muy presente, integrado sin tapujos en su cosmología. La hospitalidad siempre va acompañada de una ancha sonrisa de bienvenida. No hay un regalo más grande caído del cielo que la llegada de un forastero. Al momento, el ritmo de toda la casa se trastorna en un revoloteo de idas y venidas, de platos correteando de la cocina al comedor repletos de la poca comida que hay en la despensa, de miradas inocentes de los más pequeños –con la cara empapada de mocos–, clavados delante del invitado; de las mujeres que, siempre en un segundo 32 zazpika
plano, se muestran afables y serviciales y que escuchan los relatos del invitado de tierras lejanas que les hace soñar con territorios y tradiciones, como si se trataran de cuentos mágicos y exóticos. La casa tradicional del Pamir está cargada de simbología y mantiene elementos que representan el culto pagano a la naturaleza, la antigua religión zoroástrica y la actual, la islámica. Se construye con ladrillos de adobe, vigas de madera, de tan solo un piso, de planta cuadrada, con la puerta situada, generalmente, en un extremo. La conforman tres espacios distintos que representan los tres reinos de la naturaleza: el animal, el vegetal y el mineral. Nada más cruzar la puerta, se puede encontrar un espacio alargado y estrecho, que sirve como recibidor y dormitorio de verano. En esta habitación hay una puerta que conduce hasta la sala más grande, lugar de reunión familiar, comedor, espacio para fiestas, dormitorio, cocina, etc. La entrada a esta habitación es estrecha y flanqueada por espacios usados como estanterías. En esta sala hay cinco columnas, que, además de representar los cinco pilares del islam, cada una simboliza un miembro de la familia de Mahoma: el propio profeta, su primo y yerno Alí, su hija Fátima y esposa de Alí, y las dos últimas, Hassan y Hossein, hijos de Fátima y Alí. En el centro de la sala, en el techo, hay una obertura que se utiliza como chimenea y que permite la entrada de luz, compuesta por una estructura de cuatro cuadrados superpuestos, cada uno de los cuales simboliza un elemento: la tierra, el agua, el fuego y, el último, el aire, una clara reminiscencia de las antiguas tradiciones zoroastrianas. Las aguas termales. Hace relativamente poco tiempo que los habitantes de la región han empezado a obtener un beneficio turístico de los atractivos que ofrece el valle. Uno de estos son las fuentes de aguas termales. Muchos tayikos, en la época soviética, iban a descansar a los balnearios del Cáucaso, a pesar de que cerca de casa contaban con aguas termales, aunque no había una infraestructura en condiciones. Este es el caso de la fuente de Bibi Fátima, a 7 km al norte del kishlak de Yamchún. Lo que antes eran unas fuentes de agua termal que manaba directamente de la roca, ahora se han convertido en dos piscinas cubiertas, una para hombres y otra para mujeres. El agua brota a una temperatura de 43 ?C y no solo es un complemento perfecto para los pacientes de enfermedades urológicas, sino que, además, según las creencias populares, es un espacio sagrado: se cree que el agua ayuda a las mujeres con problemas de fertilidad a quedarse embarazadas. Lo cierto es que es un lugar perfecto para tomarse un buen descanso y restaurar el estado físico antes de retomar el camino de vuelta.
En la localidad de Vrang, en pleno valle del Waján, se conservan los restos de una antigua estupa budista que da cuenta de la influencia de esta religión en el valle.
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MENORES PALESTINOS EN CÁRCELES ISRAELÍES Texto: Phil Harris
Malak al-Khatib, de catorce años, a su salida de prisión el pasado 13 de febrero tras haber permanecido encarcelada durante dos meses.
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Fotografía: Jaafar Ashtiyeh
Alrededor de mil menores son detenidos cada año en la Cisjordania ocupada. Muchos no llegan a los quince años y se han dado casos de algunos que apenas tienen ocho. Se les acusa de «delitos contra la seguridad». Numerosas organizaciones internacionales de derechos humanos se han hecho eco de la situación y denuncian la indefensión de estos menores.
e todas las personas palestinas detenidas por las fuerzas israelíes, Malak al-Khatib se convirtió, a sus 14 años, en una de las más jóvenes y en una de las pocas de sexo femenino. AlKhatib fue liberada el pasado 13 de febrero de una prisión israelí y recibida por familiares y amigos tras dos meses en la cárcel por «delitos contra la seguridad». Los pormenores de lo que pasó con esta niña palestina se conocieron solo después de que una apelación judicial levantara una orden israelí de prohibición de informar sobre el caso, tras una campaña mundial por
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su liberación. La joven, oriunda de la localidad de Beitin, cerca de Ramalah, fue detenida en diciembre de 2014 y, más tarde, acusada de arrojar piedras y de estar en posesión de un cuchillo. Ella asegura que las confesiones fueron obtenidas por la fuerza durante los interrogatorios, una práctica que, como han denunciado varias organizaciones internacionales, es sistemática y habitual. Al-Khatib fue condenada a dos meses de prisión, tres meses de libertad condicional y una multa equivalente a unos 1.500 dólares. Según la organización independiente Military Court
Watch, actualmente hay 151 niñas y niños palestinos encarcelados por «delitos contra la seguridad» en los territorios ocupados e Israel, y cerca del 47 por ciento se encuentran en prisiones de Israel, lo que, a juicio de dicha organización, contraviene la Convención de Ginebra «por limitar la capacidad de visita de sus familiares y abogados de Cisjordania y Gaza». Por su parte, Defence for Children International Palestine (DCIP) ha informado de que en diciembre de 2014 había encarcelados diez menores palestinos de entre 10 y 15 años y añade que los soldados o policías israelíes han llegado a arrestar a niños de apenas ocho años. «Las fuerzas israelíes detienen aproximadamente a mil niños y niñas cada año en la ocupada Cisjordania», asegura el organismo internacional. Malos tratos. Pero la preocupación de las organizaciones de derechos humanos va más allá del arresto en sí de estos niños y niñas y se centra también en el trato que reciben durante el interrogatorio y posterior encarcelamiento. En 2013, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) denunció a las autoridades de Israel en su informe “Children in Israeli military detention” por el empleo de «la intimidación, las amenazas y la violencia física para forzar confesiones de los niños palestinos». Niños y niñas «fueron amenazados de muerte, violencia física, aislamiento y agresión sexual, contra ellos mismos o contra un miembro de su familia», señala el informe. A fin de ahondar en estos supuestos, la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) habló con dos adolescentes palestinos del campo de refugiados Jelazon, cerca de Ramalah, que fueron golpeados, maltratados durante el interrogatorio y encarcelados bajo la acusación de arrojar piedras y cócteles molotov a las fuerzas de seguridad y los colonos israelíes. Jalil Jaled Najli y Ahmed Othman Safi tienen 17 años cada uno. Según estos testimonios, un centenar de soldados israelíes fuertemente armados, con máscaras en los rostros, derribaron la puerta y tomaron por asalto la casa de Jalil Jaled Najli en la madrugada del 11 de agosto de 2014, aterrorizando a sus seis hermanos y hermanas menores. «Los soldados me rompieron el brazo al golpearme mientras me arrestaban. Me acusaron de arrojar piedras a los colonos israelíes del asentamiento de Beit El, cerca del campamento Jelazon», contó Najli a IPS. El joven fue llevado a una prisión israelí donde, según consta en las denuncias, fue maltratado durante el interrogatorio y finalmente condenado a seis meses de prisión, a pesar de que se negó a admitir los cargos que se le imputaban. La casa de Ahmed Othman Safi, amigo de Najli, fue allanada de manera similar en la madrugada del 7 de zazpika 35
Las detenciones de menores son una práctica habitual en los territorios ocupados. En la imagen, un ciudadano palestino increpa a los soldados israelíes portando una foto de Malak alKhatib.
setiembre del pasado año. Esta vez, los soldados utilizaron explosivos para abrir la puerta. Safi acabó ensangrentado y con fractura de cráneo tras los golpes recibidos en la cabeza con la culata de las armas de los militares que le detuvieron. Todavía hoy, el joven tiene una brecha de dos centímetros de ancho, donde el pelo se niega a crecer, como cicatriz permanente. «Me condenaron a seis meses de prisión aunque no pudieron obligarme a confesar», dice Safi, quien hace hincapié en el trato recibido y en la sensación de impotencia: «Todos nos sentimos frustrados por la forma en que nos trataron y eso solo exacerba nuestra ira contra la ocupación». Un mismo «delito», dos sistemas jurídicos diferentes. «Dos niños, uno judío y otro palestino, acusados de cometer el mismo acto, como el lanzamiento de piedras, recibirán un tratamiento sustancialmente diferente de dos sistemas jurídicos diferentes», denuncia la Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI) en el informe “One Rule, Two Legal Systems: Israel’s Regime of Laws in the West Bank”. «El niño israelí tendrá todos los derechos y protecciones concedidos a los menores de edad bajo la ley israelí. Su par palestino tendrá derechos y protecciones limitadas,
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que no garantizan su salvaguarda física y mental», se puede leer en el informe. Además, en muchos casos, la ley penal aplicable a los menores palestinos es más estricta e incluso más severa que la aplicada a los adultos israelíes. «Si Malak al-Khatib hubiera sido arrestada por actividad violenta como una niña israelí habría tenido ciertos derechos. Pero estos les fueron negados por ser palestina», afirma el portavoz de ACRI, Nuri Moskovich. Las décadas de gobierno militar israelí “transitorio” en los territorios ocupados dieron lugar a dos sistemas jurídicos separados y desiguales que fomentan la discriminación entre israelíes y palestinos. La diferenciación legal no se limita a la seguridad o a los asuntos penales, sino que afecta a casi todos los aspectos de la vida cotidiana. «Una serie de decretos militares, fallos legales y modificaciones legislativas generaron una situación en la que los ciudadanos israelíes que viven en los territorios ocupados permanecen bajo la jurisdicción de la ley y el sistema judicial israelíes, con todos los beneficios que esto conlleva», señala ACRI. «Por el contrario, los palestinos en Cisjordania están sometidos al derecho militar mucho más estricto, que consiste en órdenes militares dadas por los generales israelíes desde 1967», añade Moskovich.