EL PRD Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

EL PRD Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Reynaldo Yunuen Ortega Ortiz* El Colegio de México Buena parte de los estudiosos y críticos del Partido de la Revol

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EL PRD Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Reynaldo Yunuen Ortega Ortiz* El Colegio de México

Buena parte de los estudiosos y críticos del Partido de la Revolución Democrática (PRD) (Francisco Reveles, Marco Aurelio Sánchez, Roger Bartra) argumentan que desde su nacimiento, en 1989, este partido tiene una disyuntiva: seguir siendo el movimiento político que impulsa a sus candidatos presidenciales: Cuauhtémoc Cárdenas, en 1994 y 2000; Andrés Manuel López Obrador, en 2006, o convertirse en un partido de centro izquierda institucional que ve en las elecciones el mecanismo para transformar el sistema político mexicano en una democracia (Sánchez, 1999; Reveles Vázquez, 2004; Bartra, 2007). En cierto sentido, el PRD

sostienen estos autores

se volvió a enfrentar

al mismo dilema en 2006 cuando, ante una elección plagada de irregularidades, se le presentó la disyuntiva de “regresar a sus orígenes” y convertirse en un movimiento político en torno a la figura de Andrés Manuel López Obrador, o continuar como un partido de izquierda que busca el poder. El argumento central de este trabajo es que ésa es una disyuntiva falsa. Como sostiene Jack Goldstone, “La idea de que la competencia partidista en una democracia ofrece un modo de organización política alternativa y preferible a la agitación, vía los movimientos sociales, ha sido sabiduría recibida durante muchas décadas” (Goldstone, 2004). Así, J. Craig Jenkins y Bert Klandermans sostienen que “los movimientos sociales (…) constituyen un rival potencial a los sistemas de representación política” (Jenkins y Klandermans, 1995). En contra de esta posición, siguiendo a McAdam, Tarrow y Tilly, Goldstone considera que:

los movimientos sociales constituyen un elemento esencial de la política “normal” en las sociedades modernas, y que existe una frontera permeable y confusa entre la política institucionalizada y la política no institucionalizada. En ese sentido, la movilización social no es una alternativa a la política *

Profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. Correo electrónico: [email protected]. El autor agradece los comentarios de Ilán Bizberg, Francisco Zapata, Fernanda Somuano, Diana Margarita Favela y Andrés Ruiz, quienes discutieron una versión preliminar de este capítulo en el seminario organizado por los profesores Bizberg y Zapata.

institucionalizada, que disminuiría en tanto que la segunda aumentaría, sino que es una forma de acción política complementaria que aumenta aun cuando la política democrática se expande. (Goldstone, 2004)

Sin duda existen distintos comportamientos políticos. En un extremo estarían la política institucional, como elecciones, votaciones en el Congreso, decisiones judiciales, mientras que en el otro habría protestas, marchas, boicots, etc. Sin embargo, al hacer el análisis histórico del surgimiento y desarrollo de los partidos políticos en Estados Unidos o Inglaterra (Tilly, 1997; Tarrow, 1998; McAdam et al., 2001) estos autores encontraron que los mismos actores se involucran en ambos tipos de actividades y las mismas causas están presentes en las acciones de los movimientos sociales y en las acciones políticas institucionales. En otros casos, los actores y los grupos se mueven hacia adelante y hacia atrás entre acciones de movimientos y las acciones políticas institucionales, como movimientos tácticos en la persecución de objetivos generales. Goldstone, siguiendo a Aminzade sostiene que: “Desde el movimiento republicano francés en el siglo

XIX

los mismos individuos han sido activistas sociales y

candidatos” (Goldstone, 2004). En Estados Unidos y en Europa Occidental, los partidos políticos y los movimientos sociales se han superpuesto, siendo actores mutuamente dependientes que dan forma a la política, hasta el punto en que partidos políticos bien establecidos dan la bienvenida al apoyo de movimientos sociales e incluso se apoyan en asociaciones para ganar elecciones. Esto ocurre en la izquierda y en la derecha, como se ejemplifica en el caso de las estrechas relaciones entre la derecha religiosa y el Partido Republicano (Green et al., 1998). Así, hay múltiples ejemplos de interacción entre movimientos sociales y partidos políticos.

Por nombrar sólo algunos: el Partido

Demócrata, liderado por Roosevelt en los años treinta, implementó los programas para la construcción del Estado de bienestar a la vez que el movimiento obrero realizaba protestas y movilizaciones. Es más, sin esas movilizaciones no podríamos entender cabalmente la transformación del Estado norteamericano (Gourevitch, 1986; EspingAndersen, 1990; Cloward y Fox Piven, 1997; 1999). El movimiento abolicionista estuvo estrechamente vinculado con el Partido Republicano de Lincoln. No existe una contradicción entre la movilización y la política electoral. Interactúan de diversas formas: hay movimientos que se vuelven partidos, partidos que se vuelven movimientos, partidos que son a la vez movimientos, partidos que utilizan estratégicamente movimientos y movimientos que hacen uso de los partidos para

conseguir sus objetivos. Una o más de las situaciones anteriores pueden ocurrir con un partido a lo largo del tiempo e incluso darse de manera simultánea. El propósito fundamental del presente texto es estudiar la evolución electoral del PRD

y algunas de sus principales relaciones con diversos movimientos sociales a lo

largo de su historia. En las siguientes páginas se analizará: a) el surgimiento del partir del Frente Democrático Nacional (FDN); b) el difícil ascenso del

PRD

PRD

a

en la arena

electoral y en particular su relación con algunos movimientos; c) las elecciones de 2006 y el surgimiento del Movimiento de Resistencia Civil Pacífica; d) su semejanza con un caso que ilustra la complementariedad de la política institucional y contenciosa en Inglaterra. En la última parte presentaré algunas consideraciones finales, enfatizando la situación de cambio político en México y su impacto en la relación entre los movimientos sociales y la política institucional.

EL SURGIMIENTO DEL PRD A PARTIR DEL FDN

Antes de abordar al

PRD

en específico, es necesario realizar un breve recuento de la

evolución electoral de la izquierda o, mejor dicho, de las izquierdas mexicanas. Podemos rastrear los orígenes del sistema político mexicano actual desde la crisis de 1968 (Loaeza, 1989; Aguayo, 1998). No es este el lugar para analizar el desarrollo y las consecuencias del movimiento estudiantil que planteó enormes dificultades a todo un sistema de representación política y mostró los rasgos más brutales del autoritarismo mexicano. Sin embargo, quiero destacar su influencia en las reformas electorales de 1973 y 1977, que fueron un esfuerzo por construir nuevos canales de representación política y, sobre todo, darle un cauce institucional a la lucha política. Después de 1968, la izquierda mexicana se encontraba en las cárceles, en las guerrillas urbanas y rurales, en algunos sindicatos y en las universidades (Ortega Ortiz, 2008). Como sostuvo Rafael Segovia, la reforma del 1977 fue pactada y pensada por Reyes Heroles para la izquierda, pero fue capitalizada por la derecha (Segovia, 2001).

Gráfica 1 RESULTADOS ELECTORALES DE LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA, 1979-1994

35 30.94

30

PPS PDM

Porcentaje de votos

25

PCM/PSUM 20.96

20

PST/PFCRN PFCRN PRT

16.54 15

PSD 13.18 11.76

PMT

11.78

PRD

10

PT FDN

5

Total 0 1979

1982

1985

1988

1991

1994

Fuente: gráfica elaborada por el autor con datos de Silvia Gómez Tagle, La transición inconclusa, Treinta años de elecciones en México, El Colegio de México, México, 1997, pp. 38-40.

Como podemos ver en la gráfica 1, el avance electoral de la izquierda mexicana fue relativamente lento. Entre 1979 y 1985, el voto por los partidos de izquierda fue menor al 11%. El despegue electoral de la izquierda fue sin duda la elección de 1988. El FDN

fue un movimiento político que surgió de un proceso de unificación de la izquierda

mexicana, tanto de la llamada Corriente Democrática del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como en torno al Partido Mexicano Socialista. Como respuesta al mal desempeño económico de las últimas administraciones y a la negativa del partido dominante a abrir el sistema político, el

FDN

logró unir no sólo

a los partidarios tradicionales de la izquierda, sino a muchos de los grupos descontentos con el status quo (Bizberg, 1990). Por primera vez en la historia del país, una coalición de partidos aglutinados en torno al

FDN

estuvo cerca de derrotar al partido hegemónico.

Sin embargo, un fraude electoral canceló dicha oportunidad. La decisión de la dirigencia del

FDN

fue formar un partido político que aglutinara a las fuerzas de izquierda que

habían resultado tanto de la fractura del

PRI,

como del proceso de consolidación de la

izquierda partidista. Así surgió el PRD (Bruhn, 1996; Carr, 1996).

EL DIFÍCIL ASCENSO DEL PRD

Después del terremoto electoral de 1988, el presidente Carlos Salinas buscó con éxito el apoyo del Partido Acción Nacional (PAN) para sus programas económico y político. Un día después de su toma de posesión, Salinas se reunió con el presidente del PAN, Luis H. Álvarez, y prometió respetar sus victorias electorales. En 1989 reconoció el triunfo del PAN

en las elecciones para gobernador Baja California y tres años después en Chihuahua

(Arriola, 1994; Loaeza, 1999). Sin embargo, su plan para enfrentar a la izquierda fue muy diferente. Utilizó el principal programa social de su gobierno, el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), para fortalecer al

PRI

en los baluartes electorales del

PRD

(Michoacán,

Guerrero, Veracruz, Estado de México y Morelos) (Molinar Horcasitas y Weldon, 1994). Además, el PRI usó sus recursos tradicionales para movilizar a los votantes. El PRD

denunció una serie de fraudes electorales, particularmente en Michoacán, Guerrero

y Tabasco, en los que la administración de Salinas dio impunidad a los caciques priistas. En estas circunstancias, es posible distinguir la recurrencia a movilizaciones por parte del PRD. Las marchas realizadas desde San Luis Potosí (1991, Marcha de la Dignidad) y Tabasco (1991, Éxodo por la Democracia) hacia el Distrito Federal como protesta ante los fraudes en las elecciones para gobernador y presidentes municipales, son los ejemplos más relevantes. La violencia contra el

PRD

fue particularmente brutal durante ese sexenio; 250

activistas o militantes fueron asesinados, en especial en Chiapas y Guerrero (Secretaría de Derechos Humanos del Partido de la Revolución Democrática, 1994). Mucho se ha discutido sobre si resultados tan dramáticos se debieron a los métodos de Salinas o a la obstinación de Cárdenas en no reconocer la legitimidad del nuevo gobierno. Algunos antiguos miembros del

PRD,

como Jorge Alcocer, opinan que el

PRD

debió haber

negociado una relación más civilizada con el presidente Salinas, lo cual hubiera salvado la vida de muchos perredistas. Pero como la violencia no estaba del todo centralizada es difícil saber si una posición más moderada habría evitado la pérdida de vidas. También se critica que Cárdenas, según algunos, no permitió una verdadera vida institucional para el PRD (Alcocer, 1996; Sánchez, 1999). Sin embargo, el argumento del “caudillismo” es exagerado; es cierto que Cárdenas tenía mucho peso en la toma de decisiones, pero eso no excluyó la posibilidad de pluralidad dentro del partido. En 1993,

Cárdenas fue sucedido por Porfirio Muñoz Ledo como presidente del

PRD,

de acuerdo

con los estatutos del partido; un verdadero caudillo no aceptaría ninguna regla institucional. Además, en 1997, cuando Cárdenas quería convertirse en candidato del PRD

para la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal tuvo que competir con Muñoz

Ledo en una elección primaria. El problema es que formar un partido no es proceso fácil, en especial si el partido está enfrentando un régimen que considera su mera existencia como una amenaza. Las elecciones de 1991 fueron un éxito para el contra 18.59% del

PAN

y 8.64% del

PRD

PRI

que 61.18% de los votos,

y un desastre electoral para el

PRD

si

comparamos las elecciones de 1991 con las de 1988. Pero la comparación es engañosa, porque el

PRD

era un partido recién formado, amenazado por el régimen. Aun en esas

difíciles circunstancias, fue el primer partido de izquierda que obtuvo más de 6% de los votos a nivel nacional. Además, las elecciones de 1991 se llevaron a cabo bajo una nueva ley electoral negociada entre el PRI y el PAN, la cual favoreció al segundo partido más grande (Acción Nacional) en la distribución de las curules. En sus inicios, el avance electoral del PRD fue lento. No sólo porque transformar un movimiento como el

FDN

en un partido no era una tarea fácil, sino por los ataques

constantes de la administración de Salinas. La marginación del partido en las instituciones políticas (vía la coalición informal

PRI-PAN

en la Cámara de Diputados) y

la disputa de sus bases electorales sobre la base del Pronasol (Haggard y Kaufman, 1995), dificultaron su ascenso (Cornelius, 1996). Como afirman Haggard y Kaufman,

La administración del programa fue encomendada a treita y un directores regionales y cordinadores estatales, nombrados directamente por el presidente. Los oficiales, a su vez, ditribuían los fondos entre miles de comités locales que se esperaba diseñaran e implementaran proyectos comunitarios. Para 1992, más de 150,000 comités se habían establecido, dándole al presidente y a sus asesores un nuevo recurso político importante (…) Desde una perspectiva política, el punto más alto de este esfuerzo organizacional fue en las elecciones intermedias de agosto de 1991. (Haggard y Kaufman, 1995)

La movilización fue la opción para el

PRD;

las marchas y protestas contra los

fraudes electorales fueron relativamente frecuentes. Sin embargo, también los costos de la misma aumentaron, como lo muestran las cifras de asesinatos.

Con la salida de Salinas disminuyó la marginación del

PRD.

Uno de los efectos

de más largo plazo del movimiento zapatista fue la presión generada para una nueva reforma electoral, la de 1996. Dicha reforma transformó la estructura de oportunidades políticas en México, ya que le dio más recursos a la oposición, favoreciendo una competencia electoral más equitativa (Becerra et al., 1997). Otro movimiento social de los años noventa que colaboró en el avance del

PRD

fue El Barzón. Éste inició como un movimiento social de agricultores con cartera vencida afectados por las políticas de ajuste estructural. Sin embargo, la adhesión de pequeños empresarios y consumidores que vieron su capacidad de pago muy afectada por la devaluación de diciembre de 1994 y por el crecimiento subsecuente de las tasas de interés, modificó dicha identidad. Pasó a ser plurisectorial, tanto urbano como rural, con una marcada tendencia a contar con miembros de la clase media urbana. El Barzón comenzó a vincularse con la política institucional en 1996, con el objetivo de poder influir en las políticas públicas. Su crítica al modelo neoliberal de desarrollo lo acercó al

PRD.

Sin embargo, no todos los integrantes del movimiento

apoyaron a dicho partido. En estados como Jalisco, Guanajuato y Querétaro estaba más ligado al

PAN.

Su falta de estructuración permitía este tipo de divergencias. A pesar de

ello fue un útil aliado para el

PRD,

ya que le permitió acercarse a las clases medias,

usualmente vinculadas al

y al

PRI.

PAN

A su vez, el acercamiento con el partido le

permitió a El Barzón incorporar sus demandas a la plataforma política del

PRD

(Grammont, 2001). También está el caso del Movimiento Urbano Popular, cuyas organizaciones se articularon como base social tanto del

FDN

como del

PRD.

Algunos de sus miembros

colaboraron activamente en la fundación del partido. Una de las organizaciones, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ), con presencia en el Distrito Federal y el Estado de México, es un ejemplo útil. Algunos de sus miembros han ocupado cargos de elección popular como candidatos del

PRD,

por ejemplo Felipe

Rodríguez Aguirre, quien fue diputado estatal por Nezahualcóyotl, Estado de México. Con la elección de 1997 se aceleró el debilitamiento del sistema de partido dominante. La reforma de 1996 permitió a la oposición competir en un terreno más equitativo, ayudándole a cosechar importantes victorias. El PRD obtuvo en las elecciones intermedias 125 escaños en la Cámara de Diputados, convirtiéndose en la segunda fuerza en términos de su representación. En el Distrito Federal, donde se votó por primera vez para elegir Jefe de Gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas consiguió la victoria,

lo cual fue un enorme triunfo para el partido. Fueron de gran importancia una estrategia política más moderna que utilizó los medios masivos de comunicación y una organización territorial más amplia, en particular en el Distrito Federal y los estados de Morelos, Zacatecas, Michoacán y Tlaxcala con las Brigadas del Sol, organizaciones que movilizaron simpatizantes que iban de casa en casa dando a conocer las propuestas del partido. En cuanto a las gubernaturas, los avances se extendieron a Zacatecas (1998), Tlaxcala (1998) y Baja California Sur (1999). En el año 2000, a nivel federal ocurrió un realineamiento a favor de la Alianza por el Cambio, integrada por el

PAN

y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

Ello implicó un revés para el PRD, ya que su candidato no sólo quedó en tercer lugar en la elección presidencial, sino que regresó a ser la tercera fuerza en el Congreso. El deseo de importantes grupos sociales de dar fin a la hegemonía priista hizo que la elección se centrara en sacar al

PRI

de Los Pinos, y Vicente Fox supo subrayar ese tema durante su

campaña, algo que Cárdenas no logró. El realineamiento es evidente si comparamos la elección presidencial de 1994 con la de 2000. En números absolutos, el mientras que el

PAN

y el

PVEM

PRI

perdió 3 millones 601 mil 933 votos,

aumentaron su votación de manera conjunta en 6

millones 515 mil 182 votos. Por su parte, el

PRD

y el Partido del Trabajo (PT), que

estructuraron la parte central de la Alianza por México en 2000 perdieron 565 mil 476 votos. La gráfica siguiente ilustra con claridad el proceso de realineamiento.

Gráfica 2 ELECCIONES, 1994-2000 50 45 40 35 30

PAN+PVEM (AC)

25

PRI

20

PRD+PT (AM)

15 10 5 0 1994

1997

2000

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Al analizar estos cambios en términos de bloques ideológicos, la primera lectura sería que mientras que en 1997 hubo un realineamiento hacia la izquierda, en la elección de 2000 el realineamiento fue hacia la derecha. Sin embargo, siguiendo el estudio de Domínguez y McCaan (1995) sobre el votante mexicano, más que un cambio ideológico, lo que parece haber ocurrido es que mientras que en 1997 los electores percibieron que la oposición de izquierda era una mejor opción frente al partido gobernante, en 2000 la percepción fue la opuesta; es decir, que el bloque de la derecha de la Alianza por el Cambio tenía mayores posibilidades de éxito, lo que concentró los votos de la oposición. El criterio de los electores de oposición desde 1997 fue el de terminar con el predominio del PRI. El tránsito, en el ámbito nacional, de un sistema de partido predominante hacia un sistema de pluralismo moderado y gobierno dividido enmarcado por este realineamiento, se puede ilustrar con los cambios que hubo en los puestos de elección popular de 1994 a 2000. Así, mientras que en 1994 el

PRI

controlaba 91% de todos los

gobiernos estatales, 74% de los cargos en el Senado y 60% de los diputados; para el año 2000, el

PRI

no sólo había perdido la Presidencia de la República, sino también la

mayoría absoluta en la Cámara de Senadores y en la de Diputados.

Cuadro 1 CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR, 1994 Cargo Gobernadores Senadores Diputados

PRI

PAN

PRD

29 91% 95 74% 300 60%

3 9% 25 20% 119 24%

0 0% 8 6% 71 14%

Otros 0 0% 0 0% 10 2%

Total 32 100% 128 100% 500 100%

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Cuadro 2 CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR, 1997 Cargo Gobernadores Senadores Diputados

PRI

PAN

PRD

25 78% 77 60% 239 48%

6 19% 33 26% 121 24%

1 3% 13 10% 125 25%

Otros 0 0% 5 4% 15 3%

Total 32 100% 128 100% 500 100%

Otros 2* 6% 6 5% 33 6.6%

Total 32 100% 128 100% 500 100%

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Cuadro 3 CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR, 2000 Cargo Gobernadores Senadores Diputados

PRI

PAN

PRD

19 59% 60 47% 208 41.6%

7 22% 46 36% 205 41.%

4 13% 16 12% 54 10.8%

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Cuadro 4 CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR, 2006

Cargo Gobernadores Senadores Diputados

PRI

PAN

PRD

Otros

17 53.1% 33 25.8% 106 21.2%

9 28.1% 52 40.6% 206 41.2%

6 18.8% 26 20.3% 127 25.4%

17 13.3 61 12.2%

Total 32 100% 128 100% 500 100%

* Antonio Echevarri Domínguez, gobernador de Nayarit, fue apoyado por una coalición entre el PRD y el PAN, y Pablo Salazar Mendiguchía, gobernador de Chiapas, recibió el apoyo de una coalición formada por PAN, PRD, PT y PVEM. Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Sin embargo, en 2000 no todo fue pérdida para el

PRD.

Ese año volvió a ganar

en el Distrito Federal, esta vez para un periodo de seis años. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se volvió el Jefe de Gobierno. A través de distintas acciones entre las que se pueden citar la construcción del segundo piso de la avenida Periférico, el apoyo económico a los adultos mayores y las conferencias matutinas, sus niveles de popularidad fueron en aumento y se fue perfilando como un fuerte candidato para la elección presidencial de 2006. Pero para lograr ser candidato,

AMLO

tuvo que enfrentar antes un juicio de

desafuero para que respondiese ante la justicia por la presunta responsabilidad de que el gobierno del Distrito Federal había violado una orden judicial. Dicho proceso había sido solicitado por el gobierno federal desde la Procuraduría General de la República. Lo más relevante era que eliminaba la posibilidad de que contendiera en cualquier elección mientras durara el proceso. Muchos sectores de la población lo leyeron como una maniobra política para evitar su candidatura a la presidencia, dados sus altos niveles de popularidad. En esa coyuntura,

AMLO

utilizó una estrategia que había usado en ocasiones

anteriores (como cuando perdió la elección de gobernador contra el candidato priista Roberto Madrazo, en 1994, en una elección plagada de irregularidades): la movilización. Ante el proceso de desafuero, el jefe de gobierno capitalino convocó a marchas, mítines y movilizaciones. Todas ellas mostraron el fuerte apoyo popular con que contaba y criticaron abiertamente al gobierno federal. El resultado fue positivo para AMLO:

se detuvo el proceso, el procurador general de la República renunció y López

Obrador pudo postularse como candidato a la presidencia. En esas condiciones de incertidumbre política tuvieron lugar las elecciones de 2006. En cuanto a la elección de diputados y senadores, el

PRD

obtuvo éxitos

importantes. Los dos cambios más significativos en el Congreso fueron, por un lado, el crecimiento de la Coalición por el Bien de Todos (CBT), que integraron el

PRD, PT

y

Convergencia, que pasaron de 22% que habían tenido a 29.01% y, por el otro, la caída de la coalición PRI-PVEM que en 2003 era la primera minoría con 37.75% de los votos y en 2006 consiguió sólo 27.66%. En el caso del

PAN,

su votación subió de 30.78% a

33.7%, pero distó del 38% que obtuvo en 2000. Tomando en cuenta los resultados anteriores, puede afirmarse que para 2006, el

PRD

era un partido fundamental en la

política institucional, con una fuerza considerable en la Cámara de Diputados, donde era la segunda fuerza. Es importante mantener la perspectiva y no dejar que la cuestión de

la elección presidencial eclipse un hecho central: ese año, el PRD consiguió el porcentaje de votos más alto desde su fundación.

Cuadro 5. ELECCIÓN DE DIPUTADOS DE MAYORÍA RELATIVA, 2006 PRDConvergencia-

PAN

PRI-PVEM

PT

13127504 33.7%

11300536 29.01%

10773790 27.66%

Alternativa Socialdemócrata y Campesina

Nueva Alianza

831723 2.13%

1812530 4.65%

Participación

41374373 57.71%*

*El porcentaje de Participación se calcula a partir del total de votos emitidos entre el número de ciudadanos en la lista nominal. Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Gráfica 3LA IZQUIERDA FRENTE AL PRI Y AL PAN 80 70

69.27 64.9

Porcentaje de votos

60

58.63 51.11

50

48.68 37.99

40 30.93

30

18.6 17.52 15.54 17.97 17.09 13.6 14.87

20 10

PAN

38.24

37.75 33.41 36.68 30.73 31.05 27.98 24.94 25.85 24.19 27.66 21.78 25.71 21.29 19.15 36.92

PRI Izquierda

0 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000 2003 2006 2009 Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Como puede observarse, la consolidación del

PRD

como partido ha sido un

proceso lento, con avances y retrocesos. Ahora bien, aquí quiero destacar la cercana relación que ha tenido con diversos movimientos sociales. Su vinculación con El Barzón y el Movimiento Urbano Popular, por nombrar dos casos relevantes, ha sido un ingrediente importante en dicho proceso. Sin embargo, no todo ha sido perfecto. La recurrencia a movimientos sociales también implica una faceta que mucho se le ha criticado al clientelismo.

PRD,

especialmente en el Distrito Federal: los riesgos de caer en el

Si bien el poder de movilización del PRD y de sus candidatos presidenciales particular de

AMLO

en

es considerable, ha sido motivo de crítica que una de las

explicaciones de ese poder está en la construcción de redes clientelares que se han establecido en el Distrito Federal. Figuras como René Bejarano y su esposa, Dolores Padierna, han ayudado a construir esa imagen. Un ejemplo es el cobro que los líderes de los comerciantes ambulantes realizan a sus agremiados, del cual, según la prensa, una parte se destina al

PRD,

o a personas que se dice están en el partido. O que los

vendedores antes citados tenían la consigna de acudir a todas las movilizaciones de AMLO,

además de comprar las playeras de apoyo a sus movimientos (Sánchez, 2005).

LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DE 2006 Y EL SURGIMIENTO DEL MRCP

Después de estudiar los avances electorales del

PRD

en 2006 en el Congreso es preciso

enfocarse en la elección presidencial y en el proceso poselectoral que dio origen al Movimiento de Resistencia Civil Pacífica (MRCP). En las elecciones de 2006, el

PRD

o,

mejor dicho, la Coalición por el Bien de Todos, se presentó frente al electorado como un actor que buscaba competir en el ámbito electoral para llegar a la presidencia y dejar atrás la imagen de una izquierda intransigente. Desde una perspectiva de largo plazo, su avance avalaba su estrategia. Los resultados finales para la elección presidencial después de ser analizados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) fueron los siguientes:

Cuadro 6. ELECCIÓN PRESIDENCIAL, 2006

Felipe Calderón (PAN) 14 916 927 35.89%

Andrés Manuel López Obrador (Coalición por el Bien de Todos) 14 683 096 35.33%

Roberto Madrazo (Alianza por México) 9 237 000 22.22%

Patricia Mercado (Alternativa Socialdemócrat a y Campesina) 1 124 280 2.70%

Roberto Campa (Nueva Alianza) 397 550 0.96%

Participación

41 557 430 58.55%*

*El porcentaje de Participación se calcula a partir del total de votos emitidos entre el número de ciudadanos en la lista nominal. Fuente: Elaboración del autor con datos del TRIFE, 2009.

Gráfica 4. ELECCIONES PRESIDENCIALES, 1994-2006 18000000 16000000 14000000 12000000 PAN+PVEM (AC)

10000000 8000000

PRI

6000000

PRD+PT (AM)

4000000 2000000 0 1994

2000

2006

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Los resultados presidenciales de 2006 fueron una desilusión para los votantes de izquierda. Por segunda vez en la historia reciente de México, un viraje hacia la izquierda se vio bloqueado. El fallo del

TEPJF,

en el que se enfatizaba la intervención directa del

presidente de la República, con una campaña paralela a favor del candidato del (Trife, 2006), así como la campaña negativa no sólo del

PAN,

PAN

sino del Consejo

Coordinador Empresarial fuera de los tiempos de campaña y a todas luces ilegal, presentaron a los votantes de izquierda un panorama que se creía superado. En parte, eso explica la respuesta de López Obrador y su discurso contra “sus instituciones” (López Obrador, 2006). Cuestionaba la incapacidad de las mismas para generar una competencia libre y equitativa y para sancionar a quienes violaban la ley.

Gráfica 5 PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN MÉXICO, 1982-2006 90% 80% 70%

78%

75% 65%

60%

64%

Porcentaje

51%

50%

59%

58% 50% 42%

40% 30% 20% 10% 0% 1982

1985

1988

1991

1994

1997

2000

2003

2006

Participación Electoral

Fuente: Elaboración del autor con datos del IFE, 2009.

Los altos niveles de abstencionismo que se han presentado desde hace varios años (gráfica 5), la intervención de actores no partidistas

como los empresarios

en

la campaña presidencial y la participación del presidente Fox a favor del candidato del PAN,

así como la incapacidad de las autoridades electorales para explicar de forma clara

lo que estaba sucediendo, propiciaron los cuestionamientos a la elección. El conjunto de irregularidades y las respuestas tardías por parte de las autoridades electorales llevaron a la dirigencia de la

CBT,

y en especial a

AMLO,

su candidato, a iniciar un nuevo

movimiento, el Movimiento de Resistencia Civil Pacífica (MRCP). El Cuadro 7 presenta una cronología básica de la conformación de dicho movimiento.

Cuadro 7 CRONOLOGÍA DEL SURGIMIENTO Y DESARROLLO DEL MRCP, 2006 2 de julio. Día de las elecciones. Por la noche, AMLO se presenta en el zócalo de la Ciudad de México ante sus simpatizantes y afirma que hubo numerosas irregularidades. 8 de julio. Se realiza la Primera Asamblea Informativa, en la cual AMLO insta a que se limpie la elección y plantea la necesidad de abrir los paquetes electorales para realizar un nuevo conteo de la votación bajo el lema “voto por voto, casilla por casilla”. 9 de julio. La CBT impugna los comicios ante el TEPJF, a partir del principio de causal abstracta de nulidad de la elección. 12 de julio. AMLO llama a iniciar una movilización nacional pacífica en los 300 distritos electorales del país. 16 de julio. Segunda Asamblea Informativa, en esa asamblea AMLO sostiene que 60% de

las actas contienen “errores aritméticos”, afirmando que el contenido no coincide con el de las boletas. Plantea el inicio de la resistencia civil reforzando los campamentos a las afueras de los 300 consejos distritales. 30 de julio. Tercera Asamblea Informativa, hay una manifestación masiva en el zócalo, según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública del Distirto Federal (SSPDF) se calcula que participaron 2 millones de personas, según la Policía Federal Preventiva (PFP) participaron 180 mil personas. En esa asamblea se propone iniciar un plantón, establecer campamentos en las avenidas Francisco I. Madero, Juárez, Paseo de la Reforma y permanecer ahí hasta que se cuenten los votos o el Tribunal dé el fallo. 1º de agosto. AMLO insiste en que se mantendrá el plantón y anuncia más acciones de resistencia civil. 2 de agosto. Como un acto de buena voluntad hacia el TEPJF se pide que los simpatizantes del movimiento no tomen las instituciones. 6 de agosto. Sexta Asamblea Informativa, se rechaza la decisión del TEPJF de realizar un conteo parcial de casillas. 7 de agosto. Miembros del MRCP acuden al TEPJF para exigir que se rectifique la decisión del recuento parcial. 9 de agosto. Se bloquea durante cinco horas sedes de los bancos Banamex, Bancomer y HSBC. 13 de agosto. AMLO advierte que la resistencia civil puede durar años. Se planean movilizaciones para el informe de gobierno del presidente Fox. 28 de agosto. El TEPJF presenta los resultados oficiales de la elección, dando el triunfo a Felipe Calderón. Ante esta situación, AMLO presenta un plan para la Convención Nacional Democrática.

Cuadro 8 PLAN DE LA CONVENCIÓN NACIONAL DEMOCRÁTICA 1º, se desconoce el cómputo oficial dado a conocer por el TEPJF, que pretende legalizar el fraude cometido el 2 de julio. 2º, se rechaza la usurpación y se desconoce al señor Fellipe Calderón como presidente de la República, lo mismo que a los funcionarios que él designe, así como a todos los actos del gobierno de facto, que todo poder público debe dimanar de la libre voluntad del pueblo. 3º, se propone que la Convención Nacional Democrática resuelva, previa deliberación y con el voto libre de los delegados, si se constituye un gobierno de la República o una coordinación de la Resistencia Civil Pacífica. Esto implica también decidir, democráticamente, si habremos de reconocer y ratificar a un presidente legítimo de los Estados Unidos Mexicanos, o si la Convención elige a un jefe de gobierno en resistencia, a un encargado del Poder Ejecutivo, o a un coordinador nacional de la Resistencia Civil Pacífica. Todo ello en tanto dure la usurpación. 4º, el órgano que se apruebe y quien lo represente deberá aplicar un programa básico con cinco objetivos: 1) Llevar a cabo todas las acciones necesarias para defender y proteger a millones de mexicanos pobres, humillados y excluidos, que tienen hambre y sed de justicia, buscando combatir a fondo la pobreza y la creciente desigualdad que imperan en nuestro país. 2) Defender el patrimonio de la nación, que es de todos los mexicanos, por lo que no se permitirá bajo ninguna modalidad la privatización del petróleo ni de la industria eléctrica, como tampoco de la educación pública en todos sus niveles, ni de las instituciones de salud y de seguridad social; y se defenderán por todos los medios legales y mediante acciones de resistencia civil pacífica, los recursos naturales estratégicos para el bienestar de los mexicanos y la independencia y soberanía de la nación. 3) Hacer valer el derecho público a la información a fin de que los medios de comunicación públicos y privados garanticen espacios a todas las expresiones sociales, culturales y

políticas del país, brinden una información veraz y objetiva, contribuyan al enriquecimiento cultural de los mexicanos y sirvan de base para que la población participe de manera consciente y libre en la toma de decisiones. 4) Trabajar para hacer desaparecer el Estado patrimonialista (…) la lucha contra la corrupción y la impunidad debe enfrentarse como una prioridad (…). 5) Luchar para que las instituciones nacionales sean objeto de una renovación profunda, en particular las instituciones políticas, que lejos de atender el interés público se encuentran secuestrados por unos cuantos grupos de poder y sólo actúan en su beneficio. (…) La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en lugar de proteger al débil, actúa para legalizar los despojos que comete el fuerte y proteger a los delincuentes de cuello blanco. 5º, se propone que la Convención Nacional Democrática decida si el órgano de gobierno y quien lo represente, se instale y tome posesión formalmente el 20 de noviembre o el primero de diciembre de 2006. 6º, los acuerdos tomados por la Convención Nacional Democrática por el Bien de Todos deberán asumirse de manera voluntaria, por ciudadanos libres de todas las condiciones sociales, pueblos, religiones e ideologías. 7º, El nuevo gobierno surgido de la Convención Nacional Democrática no pedirá apoyo corporativo e incondicionalidad a nadie y respetará las decisiones que tomen partidos políticos, legisladores, gobernadores e integrantes de los ayuntamientos del país (López Obrador, 2008).

De acuerdo con Charles Tilly, los movimientos sociales combinan tres elementos: “1) son campañas de reclamos colectivos a las autoridades; 2) un conjunto de actividades que incluyen formación de asociaciones con objetivos especiales, mítines, declaraciones a los medios y manifestaciones; 3) representaciones públicas de la dignidad, unidad, número y compromiso de la causa” (Tilly, 2004). Para agosto de 2006, todos los elementos que integran un movimiento social de acuerdo con la definición de Tilly estaban presentes: la Coalición por el Bien de Todos se había transformado en un movimiento social con una campaña de reclamos a las autoridades electorales centrada, primero, en la demanda de un recuento de votos, el famoso “voto por voto, casilla por casilla”, y más tarde en un plan de acción amplio (cuadro 8). El repertorio de acciones colectivas del movimiento también fue diverso e incluía marchas, plantones, vigilancia electoral, mítines y actividades tanto culturales como recreativas. Y en todas ellas se enfatizó la dignidad del voto ciudadano. El

MRCP

no se ha limitado al conflicto postelectoral. Durante los debates de la

reforma energética se manifestó de diferentes maneras en contra de la privatización de Pemex. Las protestas, los comunicados y los esfuerzos de difusión fueron amplios. Sus esfuerzos se unieron a los del PRD, que incluyeron la toma de la tribuna tanto del Senado como de la Cámara de Diputados y la consulta popular. Esto llevó a que la propuesta original se debatiera y modificara hasta que tuvo la aprobación de los tres partidos principales. Al final, esta movilización resultó fructífera para el partido, ya que evitó

que se aprobara una reforma con la que no estaba de acuerdo al movilizar a una parte significativa de la opinión pública en contra de ella.

JOHN WILKES EN INGLATERRA: UNA COMPARACIÓN ILUSTRATIVA

Como estableció Charles Tilly, existe una relación continua y cercana entre la política contenciosa y la política electoral. De hecho, los movimientos sociales surgieron a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Inglaterra, al mismo tiempo que se creaban los repertorios para influir en el andamiaje electoral inglés. Tilly presenta el movimiento de John Wilkes, en 1768, como uno de los primeros movimientos sociales. Resulta aquí relevante hacer mención al caso, ya que a pesar de la lejanía temporal y las diferencias entre la Inglaterra de entonces y el México actual, el movimiento de Wilkes tiene muchas similitudes con

AMLO

y el

MRCP.

Además, ilustra perfectamente la

complementariedad entre la política institucional y los movimientos sociales. Wilkes era un agitador que utilizó su dinero y posición como miembro de la naciente burguesía inglesa para ganar un asiento en el Parlamento inglés, en 1757. Publicó un diario: el North Briton, en el cual criticó el tratado de París firmado por la Corona inglesa en 1763, razón por la cual fue acusado de sedición y llevado a la cárcel. Sin embargo, ganó un juicio en la Corte de Apelaciones y el gobierno tuvo que compensarlo por haberlo arrestado ilegalmente y por confiscar su periódico. Wilkes tuvo que exiliarse en Francia, pero luego regresó a Inglaterra, en donde volvió a presentarse como candidato al Parlamento y finalmente ganó la elección. Sin embargo, el Parlamento se rehusó a que ocupara el asiento que le correspondía. En 1769 lo expulsó formalmente y rechazó las tres elecciones que Wilkes había ganado desde su celda. En 1769, Wilkes se convirtió en uno de los concejales de Londres. No fue hasta 1770 que fue liberado y pasó a ser sheriff de Londres en 1771, desde cuya posición inició una campaña para ganar la alcaldía de Londres en 1772; pero a pesar de su amplia popularidad los concejales designaron a su competidor James Townsend. En ese momento, 300 personas se reunieron para denunciar al alcalde de Londres. Los manifestantes gritaban: “Al diablo con el alcalde, quien usurpa el derecho de Wilkes, nosotros expulsaremos al Alcalde”. Después de un nuevo intento fallido, en 1774 Wilkes ganó las elecciones como alcalde de Londres y finalmente regresó a la Cámara de los Comunes el mismo año. Wilkes no sólo tenía un amplio apoyo popular (que incluyó grupos de activistas) sino que tuvo aliados entre los funcionarios y mercaderes

londinenses que buscaban un contrapeso al poder arbitrario de la Corona. Se organizó una asociación elitista conocida como Amigos del Sr. Wilkes, la cual se convirtió en la Sociedad de Apoyo a la Carta de Derechos, grupo organizado a favor de la reforma parlamentaria. Más tarde, el movimiento cartista usaría el repertorio desarrollado por Wilkes para demandar cambios sustantivos en la estructura de oportunidades políticas (Tilly, 2004). El proceso de democratización y los movimientos sociales se basan en el principio de que la gente común es digna de tomarse en cuenta y se le debe consultar. Así, las protestas y la política electoral buscan influir en las decisiones de los cuerpos representativos del Estado.

CONSIDERACIONES FINALES: EL PRD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA ESTRUCTURA DE OPORTUNIDADES POLÍTICAS

A lo largo del texto se ha visto que la historia del PRD ha estado ligada desde su origen a la de diversos movimientos sociales. El

PRD

surgió a partir del movimiento del

FDN;

en

su proceso de consolidación ha tenido que recorrer un arduo y tortuoso camino y ha enfrentado múltiples dificultades. Pero, como puede constatarse a partir de los resultados electorales, el

PRD

ha ido logrando avances significativos en la arena

electoral. A lo largo de dicho proceso, las movilizaciones y los vínculos con movimientos sociales estuvieron presentes. Posteriormente, cuando consiguió sus mejores resultados electorales en el ámbito nacional, vio surgir un movimiento, el MRCP,

como respuesta a una coyuntura que le resultó desfavorable. Dicho movimiento

ha mantenido lazos con el

PRD,

que han permitido avanzar la agenda de izquierda en

beneficio de ambos, como fue el caso de la reforma energética. Todo lo anterior permite afirmar que la política institucional y los movimientos sociales, al menos en el caso del

PRD,

son complementarios. Desde el inicio han estado

muy vinculados y no habría razón para esperar que se separen en el futuro. Por lo tanto, la disyuntiva de ir por uno u otro camino es falsa. Movilización y política han sido estrategias complementarias de la izquierda en el mundo, y México no tendría por qué ser la excepción. Los resultados pueden cuestionarse, ya que han sido mixtos, pero no van en contra del argumento central: la política institucional y la contenciosa no son mutuamente excluyentes.

Por último, es interesante pensar en las perspectivas de los movimientos sociales para el futuro cercano, dadas las transformaciones del sistema político mexicano. Algunos autores han argumentado que en un sistema político abierto no es necesario movilizarse, dado que las demandas sociales pueden canalizarse a través de las vías institucionales. Pero esa disyuntiva, como muestra la experiencia de otros sistemas democráticos más antiguos, es falsa. En un sistema pluralista, las oportunidades para movilizarse aumentan, así como las probabilidades de éxito. Un régimen autoritario tiende a la represión o a la cooptación

en el mejor de los casos

en mayor medida

que una democracia. De igual forma, las probabilidades de que las exigencias sociales sean aceptadas y respondidas de manera favorable bajo el autoritarismo son menores, ya que hay menos canales institucionales para transformarlas en políticas públicas. La estructura del sistema político mexicano posrevolucionario, antes de 1997, constreñía los movimientos sociales. Los factores estructurales que coartaban la movilización

según Favela

eran principalmente la excesiva centralización del

poder en el Ejecutivo Federal y en la estructura corporativa de representación de intereses. También podrían incluirse las leyes e instituciones relacionadas con la vigilancia y el control de las protestas, que propendían a la desarticulación de los movimientos a través de la cooptación, el desprestigio, la intimidación y, en última instancia, la represión física. A ellos deben agregarse los factores coyunturales: la estabilidad electoral que gozó el

PRI,

la cohesión de la élite posrevolucionaria y su

partido, la carencia de aliados de la oposición y las estrategias predominantes de exclusión, a través del rechazo o la negligencia (Favela Gavia, 2006). El proceso de cambio político en México ha ampliado las oportunidades de los movimientos sociales para manifestarse y obtener una respuesta a sus demandas. En el plano estructural, la creciente importancia que han adquirido el Poder Legislativo y el Judicial ha implicado la apertura de más canales institucionales para los movimientos. El corporativismo, aunque aún no desaparece, sí se ha debilitado, por lo que las organizaciones oficiales ya no son las únicas que pueden proclamar la representación de un determinado sector. Además, las leyes e instituciones relativas a las protestas se han flexibilizado, permitiendo un rango de maniobra más amplio para los movimientos. En cuanto a elementos coyunturales, el presente texto ha mostrado muchos de esos cambios. La competitividad en las elecciones ha facilitado los realineamientos electorales, que a su vez han propiciado un sistema de poder más pluralista (Sartori, 1992). Con tres partidos con posibilidades reales de ganar las elecciones, resulta más

fácil para los movimientos hacerse de aliados, o incluso introducir a sus propios miembros en algún partido. Todo lo anterior conlleva que se adopten estrategias más incluyentes que transformen, aunque sea parcialmente, las demandas de los movimientos en políticas públicas. México dista de ser un sistema completamente abierto y plural, pero las oportunidades para movilizarse han aumentado. Por lo tanto, habiendo visto que los movimientos sociales son complementarios a la política institucional, cabría esperar en el futuro cercano una mayor organización y movilización sociales, al menos alrededor del PRD y los partidos de izquierda. Ahora bien, esto no significa que a los movimientos no se les enfrentarán enclaves y élites profundamente autoritarios. Basta revisar los casos de Oaxaca, Puebla o el Estado de México, para saber que los caminos de la democratización están llenos de obstáculos. Pero esos casos nos llevan nuevamente a la conclusión de que sin movilización no se podría construir y fortalecer un sistema más democrático.

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