Story Transcript
Notas Museo Picasso,
Me gustaría escribir unas notas al hilo de lo escuchado en la sesión de debate en el Museo Picasso y al hilo también de las notas que hemos intercambiado Inmaculada, Patricia y yo. Uno de los temas tratados fue el del “hacer-pensar”. Este tema, para mí, está en relación con la formalización, con las decisiones que tomas hasta llegar a la formalización deseada, independientemente de que tipo de método o técnica emplees. Incluso en un planteamiento conceptual como puede ser el mío lo sensible es importante y señala ese momento de entrada en el trabajo por parte del espectador. En mi interpretación hablar de esa dualidad hacer-pensar no representa una relación de pares opuestos sino las dos caras de una misma cosa. Se trata de un proceso y no dos entidades independientes. Y es un proceso tanto desde mi punto de vista como autora como desde el lado del que se va haciendo espectador. Voy a hablar de tres proyectos concretos. En los tres proyectos la idea de proceso es muy importante; proceso de trabajo pero también proceso de aprendizaje y de realización de la obra. Es éste el sentido de la relación que planteo entre el hacer y el pensar del que hablé antes. Esta forma de entender mi trabajo condiciona otras cuestiones como la idea de obra final, el tiempo de producción, los medios necesarios para que ese proceso se lleve a cabo, que en muchas ocasiones incluye colaboraciones con otras personas/artistas, e incluso los medios materiales que no se traducen directamente en obra. En cuanto a la idea de obra final, en mi caso muchas veces ésta son los restos que ese aprendizaje va dejando y tiene un carácter formal que va mutando en diferentes tipologías o formas y responde a diferentes capas del mismo.
El primero de los trabajos es Rotterdamweg. Se trata de un proyecto realizado en la ciudad de Rotterdam que comenzó como una intervención o interrogación en el espacio público, entendida esta intervención como obra en sí misma. Estas intervenciones se realizaron en 10 lugares diferentes de la ciudad que no tenían un carácter turístico especial, pero que tenían importancia por algunas historias que estaban asociadas a ellos. Historias cotidianas pero que revisaban ciertos tópicos en relación a la ciudad y los espacios públicos. Yo iba a ser la persona que visitaría esos lugares y que recordaría esas historias mínimas, por lo que el hecho de que las historias estuviesen protagonizadas por mujeres cogía relevancia. En primer lugar porque permitía una actualización en mi persona, pero por otro lado, además, porque hablaban de historias y de puntos de vista sobre las historias que no eran los centrales. La forma de hacer esa intervención fue también tomada de una práctica habitual en las calles de Rotterdam. Pinté con tiza el suelo al estilo de los niños, tal y como todos los días había visto hacer en la ciudad. En cada uno de los lugares, sobre un dibujo que se situaba como una especie de logotipo a la vez que servía de pizarra hecha de tiza (negra en este caso) en la que se podía leer, o al menos intuir, la palabra FEMINISMS, escribía una cita literal de un suceso que había tenido lugar en ese espacio. Los sucesos contados literalmente, en el idioma original en el que los encontré, tenían que ver con historias de mujeres, pero también con tópicos que atraviesan la conformación de lugar. Por ejemplo una de ellas habla sobre un viaje que hicieron mujeres indonesias a una fábrica emblemática de Rotterdam; otro sobre una antigua casa de mujeres; el primer encuentro de mujeres en la facultad de bellas artes; una exposición en el museo de una artista que no necesariamente fue considerada feminista pero que planteaba con su trabajo un lugar para el espectador y una duda sobre el espacio público, entre otros. Esos dibujos estuvieron un tiempo en el lugar recordando esos hechos pero sobre
todo la relación de esas historias con el lugar tal y como ahora lo percibimos. También cuestionaban cómo esas historias habían dejado o no su huella en el lugar y cómo su significado había variado. Una tiza yacía al lado de los dibujos para que si alguien quisiese pudiese completarlo. Las imágenes mostradas en la presentación son las intervenciones en algunos de los 10 diferentes lugares de los que he hablado. Estas historias no sólo completan el lugar en cierta medida, sino también su relación con el feminismo y con la lectura de esa palabra feminismos escrita en el suelo. Esta sería la primera parte del proceso. Posteriormente la intervención se convirtió en una serie de pósters, que no se entienden como documentación, sino como otro acercamiento al lugar ahora visto en conjunto con mi intervención, no ya sólo a través de la intervención. En los pósters se cuenta la historia de los dibujos y su relación con la ciudad. Están compuestos de imágenes de los lugares realizadas durante un mes de observación sobre el lugar y el dibujo. Acompañando a las fotografías un texto recorre las historias. Ésta sería una segunda fase del proceso y otro resto que se configura como formalización del proceso, como el modo de contar esas historias (ahora la del dibujo en el lugar) y trasladarlo a otro lugar, como una especie de mapa.
Posteriormente esos pósters se convierten en una publicación, que tampoco pretende documentarlos sino añadir otro nuevo significado o incluso desmaterializarlos (democratizarlos) en cierta manera, al convertirlos en una guía distanciada al lugar.
Otro de los temas de los que hemos hablado en esta charla (o en el proceso de prepararla) era el tema del feminismo. Este trabajo que acabo de contar entiende
que el feminismo es una perspectiva con la que mirar el lugar.
El juego con el dibujo que es casi un logotipo, como casi una marca y las historias que llevan los espacios en los que estamos a otro lugar provoca un cuestionamiento. En ciertos momentos, como me ha pasado con la recepción de alguno de ellos en Rotterdam, el cuestionamiento por ejemplo: ¿qué tiene que ver con el feminismo cierta exposición? Aparece. Pero esos cuestionamientos no hacen más que poner en evidencia, bajo mi punto de vista, la necesidad de señalar, de colocarse en esa perspectiva que representa, en el caso de este trabajo, una capa que se añade a la perspectiva más habitual desde la que vemos el paisaje. Una perspectiva, la de esas historias, que quizá haya pasado inadvertida o quizá consideramos menor, con todo lo que esto significa. También representa una mirada transversal que recorre ciertos tópicos que construyen lugar. Y por último, pero no menos importante, tiene que ver con la propia práctica en sí. Mis referencias, mis lecturas y las referencias de muchos de los artistas que me interesan en relación con el espacio tienen una influencia muy importante de las prácticas y teorías feministas. No solamente, pero no es una influencia menor que muchas veces no encuentro tan citada. La referencia a deshacer la centralidad, a la polifonía, al espectador, a entender el lugar como un espacio físico, político, diferenciado… yo esto lo he bebido de estas fuentes. En suma, hablando de lugares e historias y referencias que están en el margen en cierta medida pero que recorren y conforman las centralidades.
Un proceso similar siguen otros trabajos, como las visitas guiadas de PORTEÑOS. En este caso se trata de una visita guiada en la ciudad de Vigo que se transforma en un proceso de diálogo de dos lugares (Vigo y Valparaíso) en los que la idea de paisaje es diferente pero que podría encontrarse un símil visual entre ellas. Se trata de un ejercicio de traducción, haciendo una metáfora, como poniendo (literalmente) una ventana a otro lugar.
Lo que me interesaba en este trabajo era la construcción del paisaje que había tenido lugar en Valparaíso, como la construcción del discurso sobre la ciudad había, en cierta manera, construido el propio paisaje. Mi proceso de investigación fue, por tanto, un proceso de aprendizaje, de conocimiento. Aprender de esa forma de referirse al paisaje, cómo se construye ese paisaje. A través de los relatos escuchados aprendo una manera de construir el lugar. El ejercicio de traducción se produce cuando vuelvo a Vigo para hacer cuatro visitas guiadas en las que cuento lo escuchado en referencia a otros lugares, pero que puede contarse en Vigo porque existen los mismos “marcos”. Se trata de cuatro relatos: uno sobre el puerto, otro sobre la idea de patrimonio, un tercero sobre los cerros y el último sobre el marino vigués Casto Méndez Núñez. Relatar cómo los cerros, por ejemplo, han sido uno de los lugares centrales de recreación de la ciudad, como lugar valorado para convertir la ciudad, Valparaíso, en patrimonio de la humanidad y como su correspondiente en Vigo es un lugar olvidado en términos de paisaje, hace ver otras cosas, no en el sentido de encontrar belleza, sino en la idea de construir lo que vemos. Así lo mismo pasa con la idea de patrimonio o la importancia del puerto en la construcción política y física de la ciudad. La primera vez que se mostraron estos vídeos fue en el Museo Naval de Valparaíso, un espacio privilegiado para ver la ciudad, ya que se encuentra en lo alto de uno de los cerros. En el Museo hay una sala dedicada a Méndez Núñez marino vigués que bombardeó Valparaíso. Con la historia escuchada allí sobre ese marino hice una visita guiada al Museo Provincial de Pontevedra, donde existen dos salas dedicadas a él además de una recreación del camarote del barco desde el que se bombardeó la ciudad de Valparaíso. El relato contado en Pontevedra, en un entorno de honor, volvió a Valparaíso también.
El último trabajo que quiero presentar corresponde a un proyecto realizado en Berlín el año pasado acerca de los espacios públicos y su relación con la idea de
espacio social. Parecía pertinente trabajar sobre esa idea de espacio social en una ciudad que ha vivido una transformación tan importante en los últimos años, en un momento de cambio como el actual. La idea de las fronteras dentro de Europa también estaba ahí. Por medio de una escalera mirador que recordaba (en realidad estaba inspirada) a las escaleras que se ponían cerca del muro para ver al otro lado o para que los habitantes de las dos partes del muro pudiesen comunicarse de algún modo, visité algunos lugares que fueron importantes en la vida social del antiguo Berlín Oeste: Ku´damm, Savignyplatz, Tiergarten… Esta escalera tenían una doble función: por un lado servía como punto de vista sobre el paisaje, como una marca en el espacio, pero además construía el paisaje en sí, ya que se configuraba como punto de vista, al estilo de las figuras de la tradición de la pintura romántica alemana. Se inscribe en la tradición de la representación occidental. Una tradición que es evidente en la pintura, pero que también está presente en la planificación territorial, en el diseño de los espacios públicos. El propio proceso descubre las construcciones ya establecidas en la formalización del espacio público. Pero esta escalera además sirvió como intermediario con la gente que paseaba por estos lugares. Me interesaba sobre todo que los habitantes de estos lugares, la mayoría, llevaban viviendo es esta zona más de 20 años. Así que la escalera fue movida por las sugerencias de los transeúntes y también recogió testimonios sobre cómo había cambiado el lugar. Estas miradas al paisaje son devueltas al lugar. La diferentes historias van construyendo una voz polifónica. Convertida en una escultura me vuelvo a subir a la escalera y relato esas historias que describen el lugar, pero no sólo el lugar, también la relación de los habitantes con él, la relación con la idea de lo social y del espacio público.
Al final del debate entre Inmaculada y Patricia surge el tema del autor; se preguntan si en esta forma de entender el trabajo como proyecto, la obra como
resto, de la que hablaba al principio, existe un vértigo por una cierta ausencia del autor, ¿en qué queda la obra? Para mí esta forma de trabajar tiene que ver con una forma de entender la autoría, cuando además mi voz es muchas veces una voz polifónica que aparece tras escuchar otras voces, provocar otras miradas: es siempre un trabajo colectivo. Pero esto no se traduce en una indefinición porque son fases diferenciadas del trabajo y partes diferenciadas del mismo. Y cada uno de nosotros hacemos nuestro trabajo. Lo que sí no entiendo es mi trabajo como la de un autor ajeno a todo, trabajando individualmente y al que no le afecta el contexto.