EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27 ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO

EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27 ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO PONTIFICIA U

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EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27

ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE MAESTRÍA BOGOTÁ, D.C. 2010

2

EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27

ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO Trabajo de grado para optar al título de Maestría en Teología.

DIRECTOR: P. VÍCTOR M. MARTÍNEZ MORALES, S.J. DOCTOR EN TEOLOGÍA PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE ROMA.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE MAESTRÍA BOGOTÁ, D.C. 2010

3

NOTA DE ACEPTACIÓN

_________________________________ Presidente del Jurado

__________________________________ Jurado

__________________________________ Jurado

Santa Fe de Bogotá, enero 15 de 2010

4

DEDICATORIA

A todos los Hermanos de la comunidad franciscana de la Provincia de la Santa Fe de Colombia y en especial a los que me apoyaron para sacar adelante la Maestría en Teología.

5

AGRADECIMIENTOS

El autor expresa sus agradececimientos a:

Al ex-ministro Provincial Fray Francisco Leonardo Gómez Verges, Ofm., (2001-2007) por el apoyo a mis deseos formativos en la teología, como también a Fray Fernando Garzón Ramírez, actual Ministro de la Provincia Franciscana de la Santa Fe. A ambos Ministros Provinciales y sus gobiernos, les agradezco la confianza depositada en mí, por el respaldo y apoyo económico durante el tiempo de estudio de esta Maestría. También la orientación y el aporte investigativo, junto con la calidad humana de los que fueron mis profesores en todo el proceso de formación en la Maestría en Teología. De manera especial al P. Víctor M. Martínez Morales S.J., por su pericia, colaboración y disponibilidad en la revisión de este trabajo investigativo.

6

Contenido pág. Introducción

9

1. Concepción del poder, siglo I de la era cristiana, desde Lucas 22,24-27

12

1.1. El autor

13

1.1.1 Fecha y destinatarios

13

1.1.2 Estilo característico

13

1.1.3 Finalidad del evangelio de Lucas

14

1.1.4 Puntos básicos de la teología de Lucas

14

1.2 Nivel literario o análisis lingüístico-sintáctico 1.2.1 Contexto situacional

15 16

1.2.1.1 Texto de Lc.22,24-27

16

1.2.1.2 Diálogo con el texto

16

1.2.1.3 Contexto próximo

17

1.2.1.4 Contexto remoto

17

1.2.2 Lc.22,24-27 y sus paralelos

18

1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido

21

1.2.2.2 Comparación de textos

22

1.2.2.3 Diferencias

22

1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27

23

1.2.2.4.1 Lc.9,46-48

24

1.3 Introducción al texto de Lc.22,24-27 1.3.1 Segmentación del texto

24 25

1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor

25

1.3.1.2 Modo de ser el mayor

25

1.3.1.3 Reorientación

26

1.3.1.4. Jesús como servidor

26

7 pág. 1.3.2 Características de la perícopa

26

1.3.2.1 Inventario del léxico

27

1.3.2.2 Líneas de contraste

28

2. Líneas de sentido o análisis semántico

29

2.1 El altercado

29

2.1.2 Ser el mayor

30

2.1.2.1 El mayor: Jerarquía de poder

30

2.1.2.2 Los reyes

32

2.1.2.3 El Dominio de los reyes

33

2.1.2.4 Como señores absolutos

34

2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes

37

2.1.3 Los llamados bienhechores

38

2.1.3.1 No así entre vosotros

40

2.1.3.2 El más joven

40

2.1.3.3 El que gobierna como el que sirve

41

2.1.3.4 El mayor es servido

41

2.1.3.5 Jesús como el que sirve

41

2.2 Jesús y el poder como servicio 2.2.1. El poder/autoridad como servicio

43 45

2.2.1.1 El poder, una realidad necesaria

46

2.2.1.2 El poder/autoridad y la espiritualidad del servicio

47

2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad

49

2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir

51

2.3 Deformación del poder/autoridad

52

2.3.1 El poder/autoridad para obstaculizar

53

2.3.2 El poder/autoridad para dominar

54

2.3.3 El poder/autoridad para manipular

56

2.3.4 El poder/autoridad y el “amiguismo”

58

2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo

59 pág.

8 2.4 El poder/autoridad y burocracia

61

2.4.1. El poder/autoridad y burocracia institucional

62

2.4.2 La carencia del funcionario burócrata

64

2.4.3 La Burocracia e institucionalidad religiosa

65

2.4.4 Burocracia e identidad institucional

67

3. El poder/autoridad como representación de Jesús

69

3.1 El amor: Fundamento de la autoridad

70

3.2 La autoridad como servicio humilde

72

3.2.1 El otro como persona

74

3.2.2 Madurez cristiana

76

3.3 Propuesta

77

3.3.1 Madurez de vida personal

78

3.3.2 Percepción clara de la realidad

79

3.3.3 Espontaneidad y sencillez

80

3.3.4 Sentimientos de comunidad

81

3.3.5 Concentración en los problemas

82

3.3.6 Estructura democrática

82

3.3.6.1 Diferenciar entre medios y fines

83

3.3.6.2 Buen humor

84

3.3.6.3 Creatividad

85

3.3.6.4 Calidad de relaciones fraternas

86

4. Conclusiones

89

4.1 Lo que significa ser el mayor

89

4.1.1 Contextualización

90

4.2 Exhortación de Jesús a los apóstoles

90

4.2.1 El gobierno como poder/autoridad

90

4.2.2 Perfil de quien asume el poder/autoridad

91

4.2.3 Descontextualización del poder/autoridad

91

4.3 Características evangélicas del poder/autoridad como servicio

92

Bibliografía: Fuentes primarias

93

Fuentes auxiliares

95

9

Introducción Entrar en un tema específico, planteado por el texto bíblico como el de Lc.22,24-27 que lleva por título ¿Quién es el mayor? hace referencia al poder destinado al servicio desde la perspectiva de fe, da pié para entrar en el significado de las palabras, los verbos, adjetivos -entre otros- con los que se compone cada una de las oraciones de sentido completo que compone la perícopa. Y en la medida que se profundiza en el texto se recibe todo el peso de la comprensión de lo que significa tener poder, ser jefe o ser el “mayor” en la comunidad, teniendo presente sus sinónimos, en contraste con aquello que pide el Señor a los apóstoles: “El mayor entre vosotros sea como el más joven”, es decir, el mayor ha de ser como el servidor. Detrás de cada concepto hay un contexto histórico con significados y que generalmente resultan ser opuestos a la novedad del evangelio que propuso Jesús con su enseñanza y ejemplo de vida para iluminar el contexto de la vida eclesial, específicamente el papel de quienes tienen la responsabilidad de ser autoridad en las comunidades de vida religiosa institucional. Para realizar este trabajo investigativo asumiré el método de interpretación hermenéutico con el siguiente esquema: Como punto inicial de la investigación se presenta el nivel histórico del evangelio de Lucas y, el nivel literario de Lc. 22,24-27. Esta primera parte pretende entrar de forma breve, en las características del evangelio de Lucas, como obra teológica, sus enfoques peculiares con el fin de ubicar sus propósitos relevantes. Al mismo tiempo, enfocar el texto de estudio en sus contextos próximo y remoto para una ampliar el sentido del texto y su orden dentro de la misma obra. Al seguir el camino de la especificación, se hace un esfuerzo por entrar en el texto y las partes que lo conforman, confrontando sus paralelos en los evangelios de Mateo y Marcos para identificar sus similitudes y diferencias. Una vez realizado este ejercicio se verifica la estructura del texto, la coherencia gramatical, las líneas de sentido, las relaciones de oposición, y sacar lo que nos quiere decir el texto en sus mismos elementos, para tener claro los elementos relevantes, que en últimas son los cristológicos, es decir, los que caracterizó el Señor Jesús en en la dimensión del poder como servicio. Estos mismos elementos fundantes deben ser punto de referencia para la comunidad de fe y en especial para quienes ejercen el servicio de la autoridad en la vida religiosa institucional hoy, para

10 que apropiándose de ellos sea medio de edificación de lo que el Señor Jesús vivio y enseñó a los apóstoles como a la iglesia, pero en especial a quienes hacemos parte de la vida religiosa hoy. La segunda parte de esta investigación presenta dos momentos: En la primera parte se profundiza en las líneas de sentido de Lc.22,24-27, definidas en el apartado anterior, que también se puede llamar “análisis semántico” y, tiene como fin dar a conocer a partir de la realidad que describe del texto, ir a la realidad extratextaul, es decir, del ambiente cultural y social que trata de describir el mismo texto y así tener una comprensión sobre lo que se quiere decir. Para conseguir este resultado se investiga el significado de los conceptos, del conjunto de las palabras que hacen parte de la estructura del texto, enfatizar en las lineas de sentido, investigar el significado en el contexto cultural propio, para así ir al mensaje general que quiere decirnos el mismo texto. Tiene que ver esto con la preocupación de los apóstoles por quién sería el “mayor” entre ellos y la similitud de tener el poder/autoridad en la vida política y social del siglo I de la era cristiana, los cuales eran tenidos también como “mayores” que dominaban con autoridad a los pueblos. El contraste que Jesús presenta sobre cómo ser el “mayor” desde la figura del más joven, es decir, como el que sirve. Por eso la estrategia del método que fundamenta esta parte de la investigación: El texto en sí mismo es la referencia primera. Y en la segunda parte de este capítulo, propongo un análisis teológico como profundización del poder/autoridad desde Jesus, el Señor y, que debe identificar a quienes obstentan este cargo en las instituciones de vida religiosa, como también algunas de sus distorsiones más comunes y que son una realidad en la institucionalidad religiosa, a fin de ser modificadas una vez que se tenga conciencia de ellas. El tercer capítulo presenta el nivel actualizante, o análisis pragmático que tienen que ver con la aplicación de sugerencias propositivas a la realidad problemática y que es a la vez el aporte que se hace al tema del “Servicio de la Autoridad en la Vida Religiosa, una aproximación a ser superior(a) hoy desde Lc.22,24-27”. El texto tiene un mensaje que comunicar, es un texto del pasado, pero que quiere hablar hoy a las situaciones problemáticas desde la fe. Quiere iluminar la realidad conflictiva y iluminar la práctica actual de la autoridad como servicio, es decir, actualizar lo que se dice, pasando lo que se dice en el texto bíblico al contexto cultural-existencial del hombre hoy en su actuar y

11 responder al ¿Qué mensaje me revela a mí hoy este texto bíblico? La pragmática estudia las instrucciones para la acción y la orientación que se efectúa por medio del texto. Sugiere ideas, conduce a determinadas formas de conducta, mueve a participar en sentimientos a partir del para qué y por qué. Para este fin se sugieren los siguientes medios: Dar instrucciones, concientizar en la necesidad de renovar la comprensión de lo que significa la autoridad como servicio hoy en la iglesia para llevar al cambio de conducta, al cambio de ideas. En todo este contexto se aplicará el método hermenéutico de análisis Estructural o semiótico, cuyas características son: Sincrónico porque se proyecta sobre el texto mismo con el interés de hallar las relaciones entre los elementos constitutivos y su sentido. Descubrir lo que el texto quiere decirnos en virtud de su propio lenguaje, con sus tres momentos: 1) Análisis linguístico, 2) Análisis semántico y 3) Análisis prágmático o aplicación a la realidad, herramientas que me ayudarán para llegar a los resultados y conclusiones deseadas. El tema de la Autoridad como Servicio es un tema actual. Tanto es así, que ha sido motivo para que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, haya presentado el 11 de mayo del 2008 un documento con el tema “El servicio de la Autoridad y la Obediencia” en la vida religiosa. El tema es actual porque se ha venido analizando el contexto evangélico de la autoridad como servicio, como tambien se ha venido cuestionando profundamente su práctica en la vivencia, marcada por los desbordes autoritarios y los abusos de poder. Hoy, por los avances que ha traido el rigor del análisis académico en la teología, se investiga para proponer más objetividad entre lo que se dice y lo que se hace, obviamente se ha tocado temas que anteriormente eran inabordables y, se está “presionando” al menos desde la producción de documentos al respecto para que el poder/autoridad en las instituciones religiosas obedezcan precisamente a lo que el Señor Jesús pidio a los apóstoles: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26), es decir, que sea tenida como servicio y no como medio para dominar a los demás. A pesar de la abundante bibliografía sobre el tema, aun hay muchas realidades que faltan por especificar y esto es lo que pretende realizar este trabajo.

12

1. Concepción del poder, siglo I de la era cristiana, desde Lucas 22,24-27 Los escritos del Nuevo Testamento y en especial los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, bien lo dicen los estudiosos bíblicos del Nuevo Testamento, no son una biografía de Jesús. Sin embargo, son las fuentes de primera mano para un investigador que quiere hacer análisis teológico y extraer de allí cantidad de elementos y dar razón desde fundamentos bíblicos el ambiente del mundo histórico, religioso y cultural en el cual vivio Jesús, el Señor y la primera comunidad del siglo I de la era cristiana. Desde el evangelio de Lucas empieza este aporte, con el fin de llegar al contexto del poder/autoridad y la forma común de ejercerlo en la vida social y el mensaje innovador que presenta Jesús a los apóstoles y para nosotros hoy. 1.1 El autor El nombre del autor es Lucas, de cultura helenista; según testimonios de San Ireneo, era de Antioquía de Siria, médico de profesión (Col.4,14), discípulo del apóstol Pablo (2Tm.4,11). Lucas es también el autor del libro Hechos de los Apóstoles. Escribío en griego elegante, lo que lleva a pensar que fue un hombre culto, con conocimiento tanto del Antiguo Testamento, desde la versión griega de los LXX, como de las costumbres judías, aunque tiene la particularidad que se caracteriza por la libertad frente a la ley. Lucas se fundamentó en las fuentes escritas y orales para escribir su obra. En cuanto a las fuentes escritas están los fragmentos que contenían temas afines sobre los hechos y palabras de Jesús como parábolas y milagros, llamada la fuente Q; se fundamentó también en el evangelio de Marcos. De la fuente ocular, a partir de los personajes que conocieron al Señor: “(…) la generación precedente de testigos oculares de la vida y obra de Jesús de Nazaret, como son María, los apóstoles, los discípulos y ministros de la Palabra”1. Los testigos oculares son la fuente de primera mano, quienes dieron testimonio de lo que vieron y oyeron de Jesús histórico. Entre ellos investigó y produjo las dos obras teológicas que

1

Browm. E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1. Cuestiones preliminares, evangelios y obras conexas. Madrid: Editorial Trotta, 2002.

13 narran la vida de Jesús: El evangelio de Lucas y, el comienzo de la Iglesia en Jerusalén en el libro de los Hechos de los Apóstoles. 1.1.1 Fecha y destinatarios La fecha de composición del evangelio de San Lucas es discutida. Hay quien señala que la fecha posible de composición se sitúa “entre el 62 y el 65-66”2, otro autor coloca la fecha en una época distinta: “Si se le considera posterior a Mt., la fecha de composición habrá que situarla hacia el año 80”3. Se podría decir que fue después de la segunda mitad del siglo I de Cristo. La obra está dedicada al ilustre Teófilo (o amigo de Dios) que pudo ser una persona concreta, de buena posición económica que “financió la edición de la obra”4, como también puede hacer referencia a “un nombre simbólico que representa a todo cristiano”5. La obra está dirigida a comunidades que proceden de Asia Menor y Grecia, cristianos venidos del paganismo y evangelizados por el apóstol San Pablo: “Los destinatarios de su obra deberían ser paganos cristianos helenistas, no romanos; a ellos pertenecen también el noble Teófilo, al que Lucas dedica su obra”6. 1.1.2 Estilo característico Lucas escribe en griego clásico, según especialistas, hace énfasis en los acontecimientos y personajes relevantes en la vida pública, contemporáneos con Jesús y los deja por escrito en su evangelio para así intentar construir una obra histórica, como un itinerario insinuado desde el comienzo: “(…) narrar las cosas que se han verificado entre nosotros” (Lc.1,1), las mismas que recibió de los “(…) testigos oculares y servidores de la Palabra” (Lc.1,2). Quiere dejar claro las cosas que se han verificado entre la comunidad, lo que aconteció en y con la persona de Jesús de Nazaret, su vida, sus hechos, milagros, palabras, su muerte y su resurrección. Con estos elementos inicia su investigación a partir de fundamentos históricos: “(…) después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes (…) para que conozcas la solidez de la enseñanza” (Lc.1,4).

2

Segalla, Giuseppe. Panoramas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2000. Cepedal, Tirso. Curso de Biblia. Claves para leer el Libro Sagrado. 3ª edición. Madrid: Editorial PS., 1999. 4 Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento 197. 5 Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento I, 314. 6 Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 224. 3

14 Se sitúa en contextos históricos haciendo mención de personajes concretos como: El emperador César Augusto (30 a.C. al 14 d.C.), el gobernador de Siria, Cirino, el emperador Tiberio César (14 al 37 d.C.), el procurador de Judea Poncio Pilato, Herodes Tetrarca de Galilea, Filipo, y los sumos sacerdotes Anás y Caifás (Lc.2,1-2.3,1-2.), con el fin de fundamentar la coherencia de la narración con personajes de la vida política y religiosa que fueron históricos: “Lucas demuestra que desea escribir historia porque utiliza algún detalle metodológico propio de los clásicos, como por ejemplo la proyección del relato en el trasfondo de la historia universal”7. Con la originalidad, que el grueso del contenido de la historia es el cumplimiento de la Salvación obrada en la persona de Jesucristo, la salvación se ha cumplido en Él y la historia lo confirma. 1.1.3 Finalidad del evangelio de Lucas Se propone presentar la misericordia de Jesús en favor de los pobres, enfermos, pecadores, los necesitados y marginados: “El tema de Cristo misericordioso ha sido considerado como el fundamental en este tercer evangelio. Basta echar por él una rápida ojeada: parábolas de la misericordia (15), escenas de perdón: la pecadora (7,36-50), Zaqueo (19,1-10), Pedro (22,61-62), el buen ladrón (23,39-43)”8. Esta es la finalidad del evangelio de Lucas. Hace que esta faceta sea más repetitiva a través de sus lecturas. 1.1.4 Puntos básicos de la teología de Lucas Entre varios aspectos se caracteriza: La oración: Es una constante en la vida de Jesús. Acude a ella de forma continua. Son numerosas las citas en este evangelio, en donde Jesús entra en oración desde diversos casos: “Jesús es presentado como una persona que ora constantemente, sobre todo en las circunstancias más relevantes de su vida (…) como son el bautismo (Lc.3,21), antes de una curación (Lc.5,16), en la elección de los doce (Lc.6,12), antes de la profesión de fe de Pedro (Lc.9,18) en la transfiguración (Lc.9,28)”9. La oración en Jesús es algo vital, no es un anexo como práctica, sino una práctica constante en su vida y en el ministerio. Además motiva a sus discípulos a la oración.

7

Ibid., 198. Cepedal, Curso de Biblia, 317. 9 Dillman, Rainer, Mora, A., César. Comentario al Evangelio de Lucas. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 1999. 8

15 El Espíritu Santo: Jesús actúa siempre bajo el influjo del Espíritu Santo: Es el protagonista en el libro de los Hechos, pero también es notablemente presente en la vida de Jesús: “Lucas está siempre convencido de que en la persona y obra de Jesús está siempre el Espíritu”10. A diferencia de los otros evangelios, es el que más nombra al Espíritu Santo. Alegría espiritual: El gozo, la alegría es una realidad que viene por la salvación en la persona de Jesús: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría,(…)” (Lc.2,10); “Regresaron los setenta y dos y dijeron alegres (…)” (Lc.10,17); “(…) mientras que toda la gente se alegraba por las maravillas que hacía” (Lc.13,17); Jesús mismo se llena de gozo: “En aquel momento se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo (…)” (Lc.10,21). En Lucas la alegría viene por la salvación que trae Jesús, él es portador de la alegría y es consecuencia de la salvación en los discípulos y en la comunidad. La Salvación es universal: La salvación no es para un grupo privilegiado de creyentes: “La Salvación de Dios, al entrar en la historia humana, crea un movimiento dinámico que desborda las viejas fronteras de aquel pueblo que siempre se había tenido por el único destinatario de la elección divina”11. La salvación en Jesucristo se desbordó extendiéndose a todos los pueblos de la tierra por la misión que encomienda a los apóstoles: “Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas” (Lc.24,46-48). La salvación llega a todos los hombres mediante el llamado a la conversión. Por otra parte, el evangelio de Lucas forma una sola obra con el libro de los Hechos de los apóstoles: El evangelio acaba con la ascensión de Jesús (24,50-53) y los Hechos en sus inicios hace mención de ese mismo acontecimiento (1,9-10). Lucas en su obra muestra desde un contexto histórico la Salvación de Dios en la persona de Cristo Jesús. 1.2 Nivel Literario o análisis lingüístico-sintáctico Propongo la forma de abordar el texto de estudio, mediante el análisis lingüístico-sintático, que es un examen a las palabras empleadas, conceptos gramáticales y la combinación de las

10

Ibid., 18. Fitzmyer, Joseph A. El evangelio según San Lucas I. Introducción general. Madrid: Editorial Cristiandad, 1986. 11

16 palabras que ubican el contexto, confrontación con textos paralelos, con otra edición para captar las diferencias, similitudes y particularidades. 1.2.1 Contexto situacional En el contexto de la celebración de la Cena Pascual entre Jesús y los apóstoles aparecen dos temas que contrastan: La traición de Judas y la discusión entre los apóstoles por quién de ellos sería el mayor. El contraste está en que los apóstoles no habían comprendido el contexto de la celebración de la Cena Pascual: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), señalando la entrega de Jesús, su cuerpo y su sangre por la salvación del hombre. Contrasta el amor de Jesús con la traición de uno de sus discípulos y la discusión por ser el primero entre los apóstoles. El contexto es de no corresponder al significado de los acontecimientos: El signo de la eucaristía, la vida que se da en servicio correspondida con la traición de Judas y la inquietud por quien será el “mayor” entre el grupo. 1.2.1.1 Texto: Lc.22,24-27 24Entre

ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor. 25Él les dijo: Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores; 26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. 27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve12. 1.2.1.2 Diálogo con el texto Personajes: Jesús y los apóstoles. ¿Quién y a quién habla? Habla el narrador de la obra que es el evangelista Lucas: “(…) el peso de la exhortación se dirige, ante todo, a los jefes de la comunidad cristiana de los tiempos de Lucas”13, que pensaban en el poder. La forma de hablar de Jesús en este aparte es de declaración y exhortación a los apóstoles. El texto bíblico sitúa a los personajes en la ciudad de Jerusalén (Lc.22,10), en el contexto de la celebración de la cena pascual. 12

Nueva Biblia de Jerusalén. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 1998. Fitzmyer, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV. Traducción y comentario. Capítulos 18,15-24,53. Madrid: Editorial Cristiandad, 2005. 13

17 El tema central tiene la finalidad de educar en el ejercicio del poder como servicio, en contraste, como medio de dominación, que era la forma conocida y aceptada por el mundo social de la época de Jesús histórico. 1.2.1.3 Contexto próximo El texto de estudio se encuentra inserido en Lc.22. Este capítulo da inicio a la narración de la pasión del Señor. El texto de Lc.22,24-27 está precedido de los acontecimientos de la celebración de la cena pascual (Lc.22,14-18), de la institución de la eucaristía (Lc.22,1920) y del anuncio de la traición de Judas (Lc.22,21-23). Hasta aquí el contexto próximo es de celebración de la cena pascual e institución de la eucaristía como memorial del cuerpo y la sangre de Jesús entregada por la comunidad: “(…) derramada por vosotros” (Lc.22,20). Entrega que había sido anunciada anteriormente: “Pero antes tendrá que padecer mucho y ser reprobado por esta generación” (Lc.17,25). Esta entrega personal de Jesús a la pasión pasará primero por la traición de uno de sus discípulos: Judas. La entrega de su vida, por “vosotros”, es correspondida no solo con la traición, sino también por la incomprensión de sus más cercanos; se dibuja claramente el contexto del amor, la entrega de la vida del Hijo de Dios, correspondido con la ingratitud humana. Los temas que le siguen corresponden a: La perseverancia en la fe en el Señor, la recompensa del Reino que se promete a los apóstoles como algo que se recibirá tanto en la vida presente como en la eterna (Lc.22,28-30) y que ya se había hecho mención en (Lc.18,29-30), y el anuncio de la negación de Pedro (Lc.22,31-34). 1.2.1.4 Contexto remoto El evangelio de San Lucas, según la Biblia de Jerusalén, se encuentra estructurado así: El Prólogo 1,1-4. I. Nacimiento y vida oculta de Juan el Bautista y de Jesús 1,5-2,52. II. Preparación del ministerio de Jesús 3,1-4,13. III. Ministerio de Jesús en Galilea 4,14-9,50. IV. La subida a Jerusalén 9,51-19,27. V. Ministerio de Jesús en Jerusalén 19,28-21,38. VI. La Pasión 22,1-23,56. Es aquí en este bloque donde se encuentra inserto el texto de estudio de esta investigación, en el contexto de la narración de la celebración de la

18 institución de la eucaristía y de la Pasión del Señor. Es decir, la autoridad asumida como servicio ha de realizarse desde Jesús que se entrega por nosotros en la eucaristía (Lc.22,19). VII. Después de la Resurrección 24,1-33. Este es el conjunto de la obra que antecede y precede el texto de estudio. Son posibles otras divisiones, desde diversos autores. 1.2.2 Lc.22,24-27 y sus paralelos Esta visión de conjunto entre los textos paralelos posibilita identificar los elementos comunes a los tres sinópticos, desde el diálogo y la forma lingüística que se establece entre los personajes, como también los modos de estilos, omisiones o inclusiones, como identificación de los elementos que los diferencian, así: Lucas coloca este episodio en el relato de la Cena pascual (Lc.22,14-18), Institución de la eucaristía (v.19-20) y anuncio de la traición de Judas (v.21-23) y, su contexto próximo es la recompensa prometida a los apóstoles (v.28-30). Mateo coloca este texto en una parte diferente de la cena pascual: Lo antecede la petición de la madre de los hijos del Zebedeo a Jesús de puestos de privilegio (Mt.20,20) y le sigue los dos ciegos de Jericó (Mt.20,29). Marcos de forma similar a Mateo, pone esta narración entre la petición de los hijos de Zebedeo (Mc.10,35-40), (Los que hacen la petición son Santiago y Juan) y el ciego de Jericó (10,46-52). Lc. 22,24-27

Mt.20,24-28

Mc.10,41-45

“24Entre ellos hubo también “24Al oír esto los otros diez, “41Al oír esto los otros diez, un altercado sobre quién de se indignaron contra los dos empezaron a indignarse ellos parecía ser el mayor”. hermanos”. contra Santiago y Juan”. Los personajes son “ellos”; tienen un altercado; la causa es quién de ellos “parecía ser el mayor”. Entre los dos términos: Altercado e indignación de Mt., y Mc., hay una diferencia de significados: Altercado es una disputa que se puede llevar a cabo a partir de confrontación de ideas, mientras que indignación es enojo o enfado por alguna ofensa a la dignidad

Los personajes son los doce y, entre ellos se hace mención de dos hermanos, sin nombrarlos. Los diez apóstoles tienen indignación hacia los dos (Santiago y Juan); la causa de la indignación se encuentra en Mt.20,21, la madre de los hijos de Zebedeo pide privilegios para sus hijos en el reino de Jesús.

Aparte de hacer mención de los diez, se menciona el nombre de los dos hermanos: Santiago y Juan. Los otros diez apóstoles sentían indignación hacia los dos hermanos. La causa de la indignación es por la presión que venían ejerciendo Santiago y Juan (Mc.9,34.10,35), sobre quien de ellos iba a ser el mayor.

19 personal.

“25Él les dijo: Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores”;

“25Mas Jesús los llamó y dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder”.

“42Jesús, llamándoles, les dice: Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder”. Se omite el nombre de Se nombra a Jesús que A diferencia de Lc., aquí se Jesús, y se utiliza el aparece “llamando” y muestra a Jesús lo mismo pronombre personal “Él”, “diciendo” a los apóstoles. que en Mateo. que “les dijo”. Se acentúa el realismo. El elemento común a los tres: “Las naciones son dominadas por los señores absolutos”. Los señores absolutos que Los señores absolutos son Los señores absolutos que ejercen el poder son los los jefes que ejercen el ejercen el poder son los reyes. poder son quienes “oprimen jefes. Ellos se hacen llamar con su poder”. No utiliza el Estos son quienes “oprimen “bienhechores”. Hay un estilo irónico de Lucas. con su poder”. No utiliza el contraste entre dominadores estilo irónico de Lucas. y bienhechores. “26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve”. Prohibición de Jesús de no asemejarse a jefes o gobernadores según lo establecido, a partir de la conjunción adversativa: “(…) pero no así entre vosotros” y la correspondiente modificación, “(…) sino que”. Propone realizar la forma de ser “mayor” como el más “joven”, para designar a los

“26No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor”.

43Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor”,

Prohibición de Jesús a los apóstoles de no asemejarse a jefes o gobernadores según lo establecido. Se abrevia la conjunción adversativa en “(…) sino que”.

Prohibición de Jesús a los apóstoles de no asemejarse a jefes o gobernadores según lo establecido. Se abrevia la conjunción adversativa en “(…) sino que”.

Propone realizar el ser Propone realizar el ser “grande” como “servidor”. “grande” como “servidor”.

20 jefes. “27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”. Hay dos cuestionamientos: El primero es una regla de uso normal en la sociedad. El segundo cuestionamiento es la confirmación de esa regla por Jesús. Pero como conclusión propone lo contrario: Jesús es el que sirve, no es como el mayor que es servido.

“27Y el que quiera ser el “44y el que quiera ser el primero entre vosotros, será primero entre vosotros, será vuestro esclavo”; esclavo de todos”,

Presentan el esquema: El primero será el esclavo de todos. Hacen síntesis, no hay cuestionamientos para sacar luego conclusiones.

Presentan el mismo esquema de Mateo: El primero, este será el esclavo de todos.

“28de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”. Presentan similares esquemas lingüísticos e introducen el título cristológico: “Hijo del hombre”, con algunas salvedades en la introducción.

“45que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.

Lucas conserva términos que lo hacen diferente de los otros dos sinópticos, como: Hace alusión a “Altercado” (v.24), Mientras que Mateo (v.24) y Marcos (v.41) hablan de “indignación”. Altercado es de disputas. Indignación tiene contexto de ofensa personal. Lucas es irónico al hacer referencia a “los reyes como dominadores absolutos y aun así se hacen llamar biehechores” (v.25). Es más incisivo. Mientras que Mateo (v.25) y Marcos (v.42) hacen referencia a los “Jefes de las naciones como dominadores absolutos que oprimen con su poder”. Ellos omiten la ironía.

21 Lucas se caracteriza porque utiliza comparaciones con el fin de hacerse entender bien con respecto al tema: “El mayor entre vosotros sea como el joven (…) el que gobierna como el que sirve” (v.26). Mientras que Mateo (v.26) y Marcos (v.43) son escuetos al utilizar el mismo esquema: “(…) el grande entre vosotros será vuestro servidor”. Lucas, para aclarar el tema del poder como servicio desde Jesús, introduce dos preguntas (v.27). En la primera pregunta utiliza la figura de dos personajes en el contexto de la comensalidad y sus posiciones dentro de las costumbres sociales: “Quién es el mayor, el que está a la mesa o el que sirve”. El “mayor” es servido por el “menor”. Desde aquí elabora y lanza la pregunta para responder con otra pregunta, sugiriendo la respuesta en los receptores: “¿No es el que está a la mesa?”. Es obvio que el mayor en importancia es sevido; pero termina dando él mismo la respuesta final cambiando el esquema: “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”. Lucas recurre a estas figuras narratorias, lo que hace que se asemeje a la realidad del contexto y que se amplie el giro de comprensión para los apóstoles. Mateo (v.27) y Marcos (v.44) presentan un esquema conciso, polarizado así: “El primero será el esclavo de todos” (primero-esclavo), y se prolonga en cuanto al final del tema, para terminar haciendo énfasis en Jesús como el servidor que da su vida como “rescate por muchos”. Con esto podemos situarnos en el contenido de la situación, para desde los tres evangelios sinópticos saber hacia donde se orienta el tema, aun cuando pueden tratarse con palabras diferentes para querer decir el mismo mensaje. Además que nos da certeza de que fue un tema polémico al inicio de la comunidad de fe, como lo es hoy. 1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido Desde Lc. 22,24-27, así:

Estructura social establecida

Estructura propuesta por Jesús

Los reyes (jefes) dominan como señores absolutos. Los que ejercen el poder oprimen y se hacen llamar bienhechores. El mayor es servido por el menor.

El Mayor ha de ser como el joven en el servicio. El grande será el servidor. El que gobierna como el que sirve.

Jesús es el menor y el que sirve.

22

Se hace énfasis desde este contexto sobre la realidad del poder, la forma como es ejercida en la vida social del siglo I de la era cristiana y el giro inversamente proporcional como lo enseña y propone Jesús a la comunidad. 1.2.2.2 Comparación de textos Breve paralelo desde una edición bíblica diferente a la Biblia de Jerusalén: Biblia, Nácar Colunga, Lc.22,24-2714

Biblia de Jerusalén Lc.22,24-27

24Se suscitó entre ellos una contienda sobre quién de ellos había de ser tenido por mayor. 25Él les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas y los que ejercen la autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; 26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como el menor, y el que manda como el que sirve. 27Porque ¿Quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está sentado? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

24Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor. 25Él

les dijo: Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores; 26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. 27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Lo subrayado son los elementos comunes que establecen similitudes entre las dos ediciones. 1.2.2.3 Diferencias Biblia edición Nácar Colunga

Biblia de Jerusalén

Utiliza el término “contienda” (v.24). De Prefiere “altercado” (v.24), que viene de contender, lidia, pelea.

altercar, para significar disputar, porfiar.

Los reyes “imperan” sobre las naciones Los reyes de las naciones “dominan” y (v.25 a) y sus similares, los que ejercen la agrega, “como señores absolutos” (v.25 a). autoridad (v.25b), (se omite el calificativo Y sus similares los que ejercen el poder de señores absolutos), estos son llamados (v.25b), se hacen llamar bienhechores bienhechores

14

(25c).

Define

que

son (v.25c), ¿se hacen llamar por la fuerza?

Sagrada Biblia. Versión directa de las lenguas originales. Por Eloíno Nácar y Alberto Colunga. Madrid: Editorial BAC., 1958.

23 llamados así.

Hasta aquí los términos no riñen entre si, no hay un distanciamiento en los téminos.

Presenta

la

figura

del

menor

como Presenta la figura el más joven como punto

referencia para el que-hacer del mayor de referencia para el “que-hacer” del mayor (v.26b). Utiliza el verbo “mandar” en vez (v.26b). Y el que gobierna debe equipararse de gobernar para designar al que sirve al que sirve. (v.26c). Coloca al comensal con respecto a la mesa Omite del comensal estar sentado (v.27), sentado (v.27 a y b). Es explícito.

pero lo supone. El resto del esquema es similar a la de la Nacar-Colunga.

Las similitudes indican que la traducción de los textos desde el original coincide con la edición del texto de estudio, a excepción de algunos términos, pero sin diferencias irreconciliables. Con estas similitudes en los dos textos se adquiere la confianza de saber que los elementos significativos del tema se mueven en un mismo contexto y que se está en el contexto del tema a tratar. 1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27 Lc.22,24-27 tiene similitudes con Lc.9,46-48, en cuanto que tratan el mismo tema: “¿Quién es el mayor?” (v.46); los personajes son los mismos: Jesús, los apóstoles y se le agrega otro personaje: Un niño. Pero con diferencias en lo que tiene que ver con el contexto geográfico en el que se desarrolla los acontecimientos: Ministerio de Jesús en Galilea, es decir, fuera de Jerusalén, en una situación de misión y seguimiento, mientras que en Lc.22,24-27 es en Jerusalén, el momento de la Cena pascual, después de la traición de Judas. La narración de Lc.9,46-48 presenta el tema menos elaborado que Lc.22,24-27, en cuanto a detalles, por ejemplo, excluye personajes como reyes, señores absolutos, bienhechores, gobiernos. Omite la utilización de verbos como: Dominar, poder, servicio. En el desenlace de la narración presenta la condición humilde y sencilla del niño, modelo que debe asimilar quien se postula como el mayor entre la comunidad: “La presencia de un

24 niño al lado de Jesús es símbolo de la verdadera grandeza del cristiano, precisamente en cuanto que el niño es el miembro más débil y menos representativo de la sociedad”15. El mismo tema parte de un altercado que se daba entre los apóstoles por quién sería el mayor, pero se desarrolla desde otro enfoque. 1.2.2.4.1 Lc.9,46-48 46Se suscitó

una discusión entre ellos,

sobre quién de ellos sería el mayor. 47Conociendo

Similitud con Lc.22,24. El motivo de la discusión es el mismo.

Jesús lo que pensaban en su corazón,

Lugar del deseo de poder

tomó a un niño, le puso a su lado, 48y les

dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe;

La figura del niño como modelo, en Lc. es el joven.

y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ese es mayor.

Similitud de niño con Jesús en cuanto a la humildad.

El Señor Jesús pide a los apóstoles que quienes lo representan desde el poder asuman las carácterísticas de la humildad, la sencillez, la docilidad en la forma de ser y que sean propias del niño(a) (v.48). La utilización directa del modelo del niño como tipologia es punto de referencia para quien quiere ser el primero. 1.3 Introducción al texto de Lc.22,24-27 El texto se encuentra en el contexto de la Cena pascual, la institución de la eucaristía, que caracteriza la vida de Jesús dada como servicio a favor de todos: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (v.19-20), que dan un significado de sacrificio por nosotros. Se había venido creando la tensión de partida de Jesús de entre los apóstoles y, esta tensión va evolucionando progresivamente: “Se acercaba la fiesta de los ázimos” (Lc.22,1), “Llegó el día de los ázimos,(…)” (Lc.22,7) y, “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles” (Lc.22,14), llegando al final pronunciando: “El Hijo del hombre se marcha según está determinado” (Lc.22,21). En la inminente partida aparece la traición de uno de los suyos, según lo determinado y, como si fuera poco, otra desazón en el relato: Los apóstoles polemizan entre ellos sobre quién será el primero en ausencia del Maestro. 15

Fitzmyer, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III. Traducción y comentario, capítulos 8,22-18,14. Madrid: Editorial Cristiandad, 1986.

25 Es una realidad marcada por los elementos de amor e ingratitud: Entrega de la vida por amor, correspondida con la traición y el interés de ser el principal entre ellos: “Las dos primeras partes del discurso de Jesús desenmascaran dos actitudes demasiado humanas en sus elegidos: la infidelidad (o traición) y la lucha por alcanzar la mejor posición y la mayor estima”16, es decir ante el ofrecimiento del servicio por amor, los apóstoles descubren sus ambiciones personales. Es la incomprensión de los apóstoles ante el amor generoso de Dios en Jesucristo. 1.3.1 Segmentación del Texto La utilidad de este proceso de la segmentación del texto es adentrarnos y comprobar su estructura y coherencia interna, para realizar una posible descripción de sus componentes. Lo anterior exige mirar de cerca el texto para comprobar sus componentes internos: Introducción (v.24), nudo (vv.25-26) y desenlace (v.27). 1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor 24Entre

ellos hubo también un altercado

a. sobre quién de ellos b. parecía ser el mayor. La introducción sitúa al lector en una disputa entre los apóstoles. Se obvia los nombres entre quienes sucede el altercado, pero identificados como Santiago y Juan en (Mc. 10,41). a. Sobre quien de ellos, es decir entre el grupo de los apóstoles, conformados por: Pedro y Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago de Alfeo y Simón, Judas de Santiago y Judas Iscariote. b. “Parecía ser el mayor”. De parecer ante los demás (El mayor o jefe). 1.3.1.2 Modo de ser el mayor 25Él

les dijo:

a. Los reyes de las naciones las dominan a1. como señores absolutos b. y los que ejercen el poder sobre ellas b1. se hacen llamar bienhechores; Él les dijo: Acción exhortativa de Jesús.

16

Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 357.

26 a. Los reyes de las naciones las dominan. Los reyes: Referencian el ejemplo de gobierno en el medio social como dominadores. a1. como señores absolutos, es decir, únicos, sin par. b. y los que ejercen el poder sobre ellas: Los reyes titulares, y los que son como ellos

y

que están a la cabeza de las naciones. b1. se hacen llamar bienhechores: Por imposición, se hacen llamar bien hechores. 1.3.1.3 Reorientación 26pero

no así entre vosotros, rechaza ese modo de ejercer el gobierno.

a. sino que el mayor entre vosotros, reorientación de ser el más grande. a1. sea como el más joven. Presentación del modelo para gobernar: Joven. b. y el que gobierna Un funcionario público. b1. como el que sirve. Que sea similar al que sirve: El joven. 1.3.1.4. Jesús como servidor 27Porque, a. ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? El mayor es sevido en la mesa. a1. ¿No es el que está a la mesa? Confirmación de lo anterior, de la posición del mayor en la mesa, es la norma social. b. Pues yo estoy en medio de vosotros. b2. Como el que sirve. Jesús se declara servidor entre los apóstoles. 1.3.2 Características de la perícopa 1. Interviene Jesús exhortando y coloca como punto de referencia a los reyes y los que ejercen el poder en las naciones, como dominadores y señores absolutos, aun así se hacen llamar bienhechores (V.25). 2. Jesús se sigue dirigiendo a los apóstoles y después de presentar el modelo civil de gobierno, da un giro opuesto, reorientando el modo de ejercer el poder en la comunidad de fe: Pide que el mayor sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Son dos grupos de figuras que guardan una relación de opuestos (V.26). Estos dos momentos de los versículos 25 y 26 hace parte de lo que forma el nudo. 3. A partir de la regla de los comensales, donde hay posiciones, uno que está a la mesa y es servido (el mayor) y otro que se encarga de servir (el menor), a partir de estas dos

27 posiciones, Jesús se presenta como el que sirve a la mesa, con su vida es el servidor de todos (V.27). En los tres momentos el protagonismo lo recibe Jesús, los apóstoles desarrollan el rol de quienes escuchan la enseñanza y son invitados a la práctica de la exhortación del Maestro. Presenta el modo de conducirse los reyes y sus similares con respecto a las naciones en el ejercicio del poder; los apóstoles en forma opuesta deben ejercer el poder, a partir del servicio y del ejemplo que Jesús les da. Vemos como los tres momentos a pesar de los diferentes períodos narrativos conformados por las frases principales y secundarias tienen unidad y coherencia interna. 1.3.2.1 Inventario del léxico Cita

Sustantivo Adjetivo

V.24 Altercado. Mayor.

V.25 Reyes, naciones, señores. V.26 Gobierno.

Absoluto s, biehechor es Mayor, Joven, Sirve.

Artículo

Un, el.

Pronom- Verbo

Adver

Prepoci-

Conjun-

bre

bio

sión

ción

Pare-

Entre, de,

cía.

sobre.

Ellos, quién.

Hubo, ser.

Les(as), los, de.

Él, ellas.

El.

Vosotro s.

Dijo, Ejercer, dominar, poder. Sea (Ser).

Sobre.

Y, que.

Pero no así, sino que, entre.

V.27 Mesa (2).

Mayor.

A, la.

Quién, vosotros .

Es (Ser), Está (2), sirve (2), estoy.

Porque.

Se destaca a partir de los adjetivos y los verbos que el texto esta cargado de términos que reconocen posiciones de poder. Frente a estas características aparece la idea opuesta que reclama otra visión del poder desde los términos joven y servicio: Sustantivos

Sinónimos

Reyes.

Monarcas, soberanos, majestades, emperadores, príncipes.

Señores.

Amos, dueños, propietarios, jefes, patrones.

28 Gobierno.

Dirección, régimen, administración, jefatura.

Altercado.

Disputa, discusión, polémica, debate.

Adjetivos

Sinónimos

Mayor.

Cabeza, superior, caudillo, jefe.

Absolutos.

Dominante, déspota, autoritario, arbitrario, imperioso.

Joven.

Nuevo, reciente, tierno, servidor.

Verbos

Sinónimos

Ser.

Individuo, persona.

Ejercer.

Ejercitar, realizar, desplegar.

Dominar.

Someter, subyugar, oprimir, esclavizar.

Poder.

Realizar, tomar, obtener.

Servicio.

Gracia, ayuda, asistencia, favor, auxilio.

1.3.2.2 Líneas de contraste Hay dos líneas claras: Los que tienen el poder (el mayor), lo ejercen, dominan; Quien quiera ser el jefe, (en contraste con la segunda línea), debe ser como el (joven) que sirve. Lo anterior indica el tema sobre el gobierno y el modo de ejercerlo de acuerdo a la estructura civil está en relación opuesta a la manera como lo plantea Jesús a los apóstoles que tiene un significado de servicio. En síntesis: El poder como dominio, es el contexto del momento histórico y, el poder como servicio es la propuesta de Jesús a los apóstoles. Es un cambio de comprensión totalmente nuevo que ha de asumir la comunidad de fe.

29

2. Líneas de sentido o análisis semántico En esta parte, la investigación se ocupa en dar a conocer lo que quieren decir y lo que quieren dar a entender los conceptos y palabras relevantes en el texto de estudio como también el sentido de dichas palabras. Esta sección es una parte del método hermenéutico con dos momentos: 1) La interpretación o exégesis: Lo que el intérprete interpreta del texto. 2) El análisis o actualización del mensaje de lo que dice el texto. 2.1 El altercado Puede entenderse como discusión, por el interesante tema que ocupa a los apóstoles. El altercado se da cuando hay una situación en donde se encuentran diversos pareceres sobre un mismo tema: “Es un término perfectamente helenístico para describir la situación del que esta siempre dispuesto a discutir”17. El hecho de altercado es también controversia, que de no ser tratado con lucidez puede degenerar en riña y por lo tanto es innecesario, superfluo, discusión de nunca acabar, que no edifica: “De todos modos, si alguien quiere discutir, no es esa nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios” (1Cor.11,16). Sin embargo, es un medio útil para sacar conclusiones que ayuden a precisar hechos concretos para la vida, como por ejemplo, el que sostuvieron Pablo y Bernabé contra los cristianos judaizantes que presionaban a los gentiles que entraban a la fe para que observaran la Ley judía y, que llevó a que se discutiera el tema con los apóstoles en Jerusalén (Hec.15,2-12) para luego decretar la liberación del peso obligatorio de la ley. Esta es una parte positiva del altercado, porque es medio para esclarecer objetivamente un tema. De modo que sirve para sentar presedentes y no volver a lo mismo. Los apóstoles altercaban entre sí, tenían un tema entre ellos que iba a reorientar la vida del grupo en ausencia de Jesús, con respecto al tema en mención. No llegaban a una conclusión por los diversos criterios que tenían.

17

Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 359.

30 2.1.2 Ser el mayor Mayor es un adjetivo que hace referencia a una persona que tiene categoría elevada en la vida familiar y social. Desde el punto de vista social, el mayor se refiere a quien desempeña un puesto de jerarquia o de prestigio, como rey, jefe de nación, gran señor que ejerce el poder. Por consiguiente, el mayor se considera el más importante en la escala social y política con su respectivo opuesto del menor. Entre los calificativos mayor y menor se establece una diferencia: El mayor es grande, fuerte e independiente, mientras que el menor es pequeño, débil, dependiente de los mayores. En escala social se representaría así: La clase social alta representada en la nobleza, son mayores en relación a la gleba (pueblo) tenidos con el calificativo de menor por su escasa capacidad de protagonismo a nivel económico y obviamente por la dependencia de los poderosos. Se dice que los apóstoles venían discutiendo el tema: “(…) sobre quien de ellos parecía ser el mayor” (v.24). Les inquietaba quién era el mayor o el jefe entre ellos. El fin de este altercado era decidir quien era el principal, el más grande en importancia: El jefe del grupo. Esta inquietud venía en tensión (Lc.9,46) a raíz de la “afinidad” de Jesús por tres de los apóstoles que fueron testigos de la transfiguración: “(…) dentro de ese contexto global, se perciben sus motivaciones psicológicas, enraizadas en el hecho de que Jesús se halla llevado consigo a la montaña solo a tres de entre los discípulos: Pedro, Santiago y Juan (Lc.9,28)”18. El interés estaba latente, ya se perfilaban algunos por la confianza depositada, simplemente faltaba el consenso unánime del grupo. Lo que si era claro, era que existía entre ellos el interés de asumir el mismo esquema referente de la época, de ser el mayor, el jefe, el líder, el más importante al cual se le otorgaba el ejercicio de la autoridad. Y esto implicaba ser servido por la comunidad. 2.1.2.1 El mayor: Jerarquía de poder El mayor es el que preside, es la autoridad legal que está a la cabeza de la comunidad para guiar y decidir: En la monarquía es el rey. En el Nuevo Testamento, a nivel social, el gobierno lo asumía el emperador romano, y en las provincias judías sus representantes: El rey Herodes el grande, como gobernador de Judea (37-4 a.C. Lc.1,5), Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Transjordania (4 a.C.-39 d.C. Mt.14,1), Filipo, tetrarca de Iturea y 18

FITZMYER, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III, 162.

31 Traconítide (4 a.C.-34 d.C. Mt.14,3); Arquelao fue etnarca de Judea, Samaría e Idumea. Los tres eran hijos de Herodes el grande y habían recibido en herencia el dominio de Judea. Poncio Pilatos (26-36 d.C.) se encuentra entre los que fueron procuradores a raíz de la destitución de Arquelao por autoritario, del cual se hace mención en la parábola (Lc.19,14). Este era el contexto histórico-político que representó ser “el mayor o los mayores” que regían a la comunidad. Las características administrativas de estos gobiernos no es siempre la mejor: Herodes el grande aparece en el evangelio como un ser desconfiado y apegado al poder, eso lo muestra el relato de la matanza de los niños inocentes en la región de Belén y toda su comarca (cfr. Mt.2,1-16) pretendiendo quitar la vida al futuro “rey sucesor” que estaba recien nacido. De Herodes Antipas o el Tetrarca, fue quien en una fiesta compromete con su palabra la vida del profeta Juan el Bautista y lo manda decapitar (Mc.6,17-29). Fue también quien despreció y se burló de Jesús cuando quiso entrevistarse con él, previo a los momentos de la pasión: “(…) le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato” (Lc.23,11), vistiéndolo con atuendos cómicos. Era un personaje no digno de admiración por la tiranía hacia sus gobernados. De Arquelao, etnarca de Judea, Samaría e Idumea, se dice que fue impositivo: “El gobierno de Arquelao fue autocrático y suscitó el odio de sus súbditos hasta el punto que éstos enviaron una delegación a Roma para pedir su destitución”19, esto indicaba los presendentes negativos en su administración de gobierno. De Poncio Pilato: Fue el juez del proceso contra Jesús, lo entregó a los jefes judíos para que fuera azotado y crucificado, para quedar bien con ellos (Mc.15,15). Por esto se considera un jefe servil, porque permitío la entrega del Inocente al suplicio de la cruz para contentar a las autoridades judías y asegurarse para si la estabilidad en el poder: “(…) a pesar de reconocer la no peligrosidad de Jesús, sino más bien de su debilidad, se arroga el derecho de decidir de su vida y de su muerte, sin pensar nada más que en la instancia política. Cobardía, porque el poder se pone al servicio de la posición partidista, por miedo a dejar el poder”20. Según la referencia que se hace de él con respecto a la administración política, desde Filón de Alejandría se denuncia: “Su aceptación de sobornos, latrocinios, ultrajes,

19

Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 112-113. Duquoc, Christian. Cristología. Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1992. 20

32 injurias injustificadas, ejecuciones repetidas sin juicio previo y su crueldad incesante y terriblemente brutal”21. Las características constantes de este tipo de gobiernos es que abusaban del poder mediante el autoritarismo. Frente a esta estructura Jesús propone un modo inverso de ejercer el poder y que es totalmente sorprendente: “(…) subraya el hecho de la grandeza deberá ponerse al servicio de la bajeza”22. 2.1.2.2 Los reyes Para el pueblo de Israel, Dios es el rey del cielo y de la tierra: “Te ensalzaré Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre” (Sl.145,1) “!Yahvé reinará por siempre jamás” (Ex.15,18), pues del Señor es todo lo que existe y es el supremo soberano del universo quien crea, gobierna y domina las fuerzas del cósmos, los seres vivos, la historia; en fin, nada se escapa de su poder, todo le está sometido. Pero esta concepción de Dios como rey es una analogía tomada de las realidades humanas de las cuales se hace uso para decir que Dios es rey que gobierna, rey de reyes que tiene el poder y dominio sobre toda realidad conocida. Así como en la tierra hay reyes y tienen poder, Dios es el rey supremo que está por encima de los reyes, por eso se le dice el Rey de reyes. En Israel, la monarquía se inicia con Saúl (S.XI a C.), se afianza con David (s. X a C.). A la muerte de Salomón (932 a.C.), la monarquía se divide en el reino del norte (Israel) y en el reino del sur (Judá). El rey era ungido (1S.24,7), considerado representante de Dios ante la comunidad (Sl.2,72), era el caudillo que lideraba las tropas guerreras contra los enemigos de Israel (2S.8,19). Al inicio de la monarquía, el rey se ocupaba del cuidado del templo (1Cro.22-29), de defender los derechos de los pobres (Sl.72,4), garante de la justicia y la paz de sus gobernados: “Reinó David sobre todo Israel, administrando derecho y justicia a todo su pueblo” (1S.8,15). Por medio del rey se manifestaba la voluntad de Dios al pueblo. En el Nuevo Testamento, a Jesús también le llamaron rey: “Le respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel” (Jn.1,49), título que por sus connotaciones políticas evitó, a fin de no verse como un rival político de gobierno del César, porque todo el que se declarase rey sin el consentimiento del César, se constituía en su enemigo.

21 22

Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 113, nota de pie de página #15. Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol. IV, 360.

33 Las comunidades de Asia Menor tributaban a los monarcas, emperadores, reyes, faraones el culto de adoración, a excepción del pueblo de Israel. A ellos se les atribuían características divinas: “Los soberanos en la antigüedad eran exaltados e idolatrados hasta ser considerados como divinidades”23. Esto es un indicativo para decir que la máxima cúspide del poder era un medio para manipular a los pueblos desde lo religioso y lo psicológico, aparte del poderío económico y militar que tenían. Estos medios les facilitaban el trabajo para manejar una imagen y presentarse como “salvadores” o “soter”, y así que les aplicasen características de divinos. De esta manera imponían a las provincias su dominio exigiendo altas sumas de impuestos como contribución para el sostenimiento de la corte imperial y de los ejércitos: “(…) impuestos de policía, de protección, de baños, además de las tasas individuales. El fiscus iudaicus entró en vigor cuando Vespasiano ordenó que los judíos pagaran a favor del templo de Júpiter Capitolino la cantidad de medio Shekel, o una dracma, que era lo que pagaban anualmente para el culto del templo de Jerusalén”24. El brazo largo del César llegaba hasta las regiones más remotas del imperio por medio de sus delegados: Reyes menores, prefectos, procuradores, legados quienes hacían sentir el dominio con autoritarismo de estilo más exacerbado que el mismo emperador: “(…) los romanos eran tradicionalmente muy desconfiados con respecto a los reyes, por su propia experiencia del régimen tiránico que ejercieron tales gobernantes a comienzos de la historia de Roma”25. La imagen que el pueblo tenía de ellos era la de representantes tiranos, abusadores del poder, insensibles frente a las necesidades reales de la comunidad, opresivos antes que servidores. Aunque la historia puede dar datos positivos de algunos césares o gobernantes, como por ejemplo el ambiente de paz mundial durante el reinado de Cesar Augusto (27 a.C.–14 d.C.) o las grandes construcciones arquitetócnicas de Herodes el Grande (73-4 a.C.), esto queda minimizado ante las grandes oportunidades que tuvieron de hacer el bien. 2.1.2.3 El dominio de los reyes Dominar, que somete bajo su dominio, sujetar con autoridad. Desde una posición de gobierno, dominar, aparte de someter es también tiranizar y esclavizar. Dominar es ser

23

Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1610. FITZMYER, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 448. 25 Ibid., 448. 24

34 autoritario: Es toda utilización deformada y excesiva de la autoridad por parte de quien la ejerce bajo formas de dogmatismo que impone sin tener en cuenta las opiniones de los demás. Dominar es verse por encima de los demás, imponiendo, es tenerse como amo sobre el esclavo, en una relación apabullante sobre el otro. Quien es dominador pasa por encima de la dignidad de la persona que reclama el respeto independientemente de su situación de vida, género, rango social, coeficiente intelectual, color de la piel, del lugar donde se nace o de lo que se posee. La dominación sobre el semejante impide la espiritualidad de la fraternidad que es ver al otro como hermano: “(…) y vosotros sois todos hermanos” (Mt.23,8). Dominar era y es la característica de los poderosos como son los reinos, imperios, reyes, jefes sobre los súbditos. 2.1.2.4 Como Señores absolutos Entiéndase de “señor” como aquel que es dueño y propietario de una cosa con pleno dominio para hacer de ella cuanto a bien disponga. Se le llama a Dios “Señor de toda la tierra” (Jos.3,11), “Señor de todos los dioses y señores, de los fuertes y terribles” (Dt.10,17), entre ellos Él es el más grande. Él es el Señor que reina en el trono excelso “rodeado de serafines” (Is.6,2). Dios es Señor, y no hay nada que se resista a sus dominios, esta es una de las constantes en los textos bíblicos del Antiguo Testamento. Dios es dueño del cosmos y de la vida del hombre y tiene poder sobre todo lo creado, por eso Dios es por antonomasia Señor absoluto o Adonai que traduce mi Señor o Señor con pleno dominio sobre la creación y del mundo. Jesús llama a Dios Señor: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt.11,25). También a él durante su vida terrena se le llamó “señor”, más como un título de reconocimiento de maestro o rabbí por parte de los discípulos. Era una formalidad debida a la dignidad del personaje que representa: Un maestro. “Señor” corresponde al arameo “mari” o “mi señor” y era común en los términos de expresión para dirigirse a los personajes representativos: “Sin duda el mismo término rabbi significa algo más que maestro y puede traducirse en griego como kyrie. Pues bien, Mari implica una deferencia aun mayor y se emplea para dirigirse al rey, al emperador e incluso

35 a los maestros venerados. La repetición señor, señor (mari, mari), igual que la de rabbi, rabbi, se consideraba como una tención de respeto”26. Los discípulos, inicialmente, al referirse a Jesús, lo llaman como “señor”, pero sin contextualización en sentido divino: “Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso?, decid: El Señor lo necesita” (Mc.11,3), lo llaman respetuosamente “señor”. Pero esta relación se hace progresiva en la medida que Jesús va mostrando su identidad divina: Enseñando con autoridad, perdonando los pecados, curando enfermos, liberando a los atormentados por los demonios, cuando la muchedumbre lo reconocía como alguien excepcional entre los hombres, con poder sobre los fenómenos naturales, hasta llegar a decir: “Pues ¿quien es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mc.4,41). Descubren que en Jesús actúa alguien que está por encima de un “señor” normal. En él había algo más que hace que trascienda un formalismo de “señor” entre los hombres. Se da, entonces una evolución en la comprensión del título “señor”. Pasa de un mero formalismo hacia un reconocimiento de la divinidad. Jesús es reconocido por los apóstoles como el Señor (Kyrios) de carácter divino: “(…) desde el momento en que el rabbi Jesús llega a ser objeto de culto, el maestro y señor que habla y obra con autoridad debe necesariamente convertirse en el único Señor”27. Pero esto se hace mucho más evidente con el acontecimiento de la resurrección. Después de la Resurrección ya se da el reconocimiento oficial por parte de la comunidad apostólica, que Jesús es Señor o Kyrios: “Sepa pues, con certeza todo Israel que Dios a constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (Hch.2,36). Y que una vez constituido Señor, todo le queda sometido en el cielo y la tierra, con pleno poder, juez de vivos y muertos (Hch.10,42), con todo poder, cabeza de toda dominación y potestad. Llegó a este título por su anonadamiento, por la humildad en el hecho que no se enalteció, no buscó su interés personal, sino que con su vida se puso al servicio de sus hermanos y por la obediencia al cumplimiento de la voluntad del Padre, hasta llegar a la muerte en la cruz, por eso, su nombre y la persona son exaltados. Jesús es reconocido Señor, de una forma diferente a como es el común de reconocimiento en la vida formal de

26 27

Cullmann, Óscar. Cristología del Nuevo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998. Ibid., 276.

36 los hombres. En Jesús, “Señor”, es un título de fe como reconocimiento de la divinidad plena en él. A los césares también se les llamaba “Señor” o Kyrios (en griego); pero más que los romanos, este título provenía de otra cultura, era una influencia proveniente del mundo helénico: “Pero sabemos también que en oriente, mucho antes de la época romana, los soberanos eran honrados como dioses. Los emperadores romanos heredaron de ellos esta dignidad divina. Se les rendía culto porque se les atribuía origen y naturaleza divina”28. Los helénicos y los egipcios entre otros consideraban que la prerrogativa de tener el poder era una consecuencia de la divinidad y por esto se situaban por encima de los demás mortales. A parte del poder político, económico, militar y religioso lo más aceptable en el contexto cultural era que al César se le rindiese culto: “El emperador romano, pues, llamado Kyrios como señal de su poder político; y por otra parte era honrado como un dios”29. Algunas historias de los césares dan memoria de los extravíos mentales que partían de esta concepción de creerse divinos y con derecho a las decisiones más grotescas que afectaban a la comunidad. Por consiguiente, en este miso contexto, con este título de “Señor”, al margen de una connotación de fe se designa al que tiene posición de poder: “La palabra señor designa al que manda, aquel que legítimamente dispone sobre alguno o sobre algo”30. Mientras que el siervo es el que está al servicio, desposeido de toda connotación de prestigio y poder, atributos propios del que es “señor”. El señor ocupa los primeros puestos de jerarquía en la vida social, en constraste con el siervo que ocupa los últimos puestos en importancia social. En tiempos de Jesús, esta jerarquía venía estructurada en la misma escala social: En la cumbre de la escala social estaba la corte real de Jerusalén, Galilea, en tiempos de Jesús, la de Herodes Antipas en Tiberidades. (…) Inmediatamente después venían los representantes de la clase rica: los almacenistas de trigo, vino y aceite, los grandes propietarios (…) los agentes del fisco (…) la nobleza sacerdotal (…) el tercer peldaño de la escala social se situaba la clase media, representada por pequeños

28

Ibid., 268. Ibid., 269. 30 Obermayer, Heinz, Speidel, Kart, Zieler, Vogt, Klaus. Diccionario Bíblico manual. 4ª edición. Barcelona: Editorial Claret, 1975. 29

37 comerciantes, los artesanos, (…) En el último escalón estaban los pobres que eran los jornaleros, los escribas, los esclavos31. En este contexto de la vida social del siglo I de la era cristiana, era que el “señor”, tenía los suficientes medios para imperar sobre los que estaban en una posición desfavorable en cuanto al poder y por la fuerza hacía que se produzca los efectos que necesitaba. El “señor” es considerado una figura con supremacía sobre los otros y en especial sobre el siervo que le correspondía con la obediencia y dependencia. En cuanto al calificativo de “absolutos” se considera como un lenguaje figurado para designar al que ocupa la cima de la jerarquía social sin alguien que le haga sombra, único, sin restricción alguna en el ejercicio de la extensión de su poder. 2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes Los datos bíblicos del Antiguo Testamento son reiterativos en la concepción que el poder pertenece en el sentido estricto solo a Dios porque es el dueño de todo cuanto existe: “En manos del Señor está el gobierno de la tierra” (Ecl.10,3), porque él es soberano de todas las naciones y todo cuanto existe él lo gobierna: “Porque de Yahvé es el reino, es quien gobierna a los pueblos” (Sl.22,29), nada se escapa de su poder. Este poder se ha hecho explícito en Jesús resucitado, poder que es otorgado por el Padre: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt.28,18) y, ese poder se concretará plenamente en este mundo cuando someta el último enemigo del hombre que es el mal y la muerte. El poder de Jesús, el Señor, es poder en dimensión de servicio, es un poder que renunciando a sí mismo se pone a favor de los otros: “La verdadera autoridad cristiana no es poder, sino servicio. No es dominio sino amor”32. El hombre también ha recibido de Dios poder para dominar la tierra y los seres vivientes, le participa esta facultad de modo que pueda servirse de la creación: “Les concedió el dominio sobre la tierra (…) les revistió de una fuerza como la suya” (Ecl.17,2-4). De allí que esa voluntad de poder está en el corazón de cada ser humano con deseo de exteriorizarse y ejercitarse en la realidad bajo modalidades diversas. Desde lo social, el grupo de personas que se identifican bajo una colectividad requiere de la autoridad: “Toda asociación dentro 31

Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 92-93. Alonso, Severino-María, cmf. La autoridad en la vida consagrada. Un carisma de animación-comunión. Madrid: Publicaciones Claretianas, 2008. 32

38 de la sociedad, no importa cuan pequeña o temporal sea posée su propia estructura de autoridad”33, y la estructura de autoridad se constituye en representantes como: Reyes, gobernadores, jefes y principales, que son en realidad los que tienen el poder. Jesús mismo acató y reconoció las autoridades públicas como estructuras de la sociedad, cuando sus adversarios le tendieron una trampa para comprometerlo en contra de la autoridad, preguntándole sobre la licitud de acogerse al pago de los impuestos, él les dijo: “Pues bien, lo del César devolvédselo al César y a Dios lo que es de Dios”, (Lc.20,25). Esto equivalía a un reconocimiento hacia el emperador y sus representantes como gobierno; además motiva a que sea aceptado por sus discípulos: “Jesús no solo recomendaría el pago del impuesto imperial, sino que también inculcaría una actitud correcta con respecto a la autoridad política o al Estado, que no deja de afectar a la vida humana”34. Aunque los reconoció, no por ello dejó de criticar los excesos de autoridad, llamándolos “dominadores absolutos”, que es la tipología de los que someten a los demás. Y es que al ejercer el poder se suele caer en el autoritarismo, la tiranía, la intolerancia frente a los críticos del régimen. Por eso, una estructura de gobierno, desde la perspectiva del poder como servicio, debe revisarse continuamente el espíritu con que se realiza el mandato que se les otorga, de lo contrario puede tornarse opresivo e intolerable, contradiciendo aquello para lo cual ha sido puesto, para el servicio: “El poder no tiene más justificación o legitimación que la del servicio del hombre para el hombre (…) cualquier otro caso es usurpación en el Estado, en la Iglesia, en la familia, en la empresa”35. 2.1.3. Los llamados bienhechores Es una palabra compuesta entre: “Bien” que vincula con lo bueno y lo útil; y aquel que tiene la voluntad de realizar el bien con hechos, con las obras. Bienhechor es el que hace el bien al otro y se especifica en comportamientos concretos, expresados ante situaciones humanas como: Hambre, sed, hospitalidad, desnudez, enfermedad, prisión. No bastan los buenos sentimientos ni las palabras de aliento, sino las acciones con las cuales se promueven y se protege la vida del hermano: Porque “tuve hambre, tuve sed (...) y me dieron (...) y me visitaron y vinieron a verme” (Mt. 25,35.36). Ser bienhechor alcanza 33

Heinz, Peter. Comp. Sociología del poder. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1960. Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 165. 35 Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral. Madrid: Ediciones Paulinas, 1992. 34

39 un carácter religioso, pues nace del amor que Dios reclama a quienes escuchan su Palabra: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev.19,18), aunque este precepto era solo para los connacionales judíos, había normas, en donde estos estaban llamados a ser sensible a las necesidades de los extranjeros a quienes se les debe respetar y hacerles el bien: “(…) no te desentiendas de él préstale ayuda” (Lev.23,5). El Señor Jesús pasó haciendo el bien a los hombres de su tiempo con hechos concretos. No fue indiferente a las necesidades apremiantes de la vida como la enfermedad, el dolor, el pecado, la marginación, la muerte, la ignorancia, la pobreza y la miseria. Se acercó a la realidad humana, herida por el pecado y se puso a su servicio: “(…) que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Desde la fe en el Señor Jesús se diseña el ser bienhechor como es hacer obras buenas por los demás: “El obrar cristiano encuentra su orientación justa inspirándose en la forma que Jesús actúo en semejantes ocasiones”36, obrar como él, actuar como él lleva a hacer el bien a todos con generosidad. Este es el punto de referencia inmediato en la ética del cristiano. Dentro de la cultura griega, a la dirigencia política se les tenía como bienhechores de la comunidad: “Bienhechor es un término que el griego helenístico atribuía frecuentemente a los dioses, a los príncipes, incluso al emperador romano”37, esto por los medios económicos a su alcance para realizar obras que beneficiaban a la comunidad y que hoy se entiende como una obligación de quienes gobiernan. Ahora, no era que de hecho fueran bienhechores, sino que se hacían “llamar bienhechores”. Tiene entonces un significado irónico, y no era para más porque sometían a las provincias judías al pago de impuestos por medio de los recaudadores de impuestos, sofocando a la comunidad con incomodidades económicas: “Cuando Pompeyo conquistó el país en el año 63 a.C. impuso a los judíos de Palestina una contribución para el fisco romano que, según Flavio Josefo, pronto se elevó a la suma de diez mil talentos. A continuación, Julio César redujo el impuesto y permitió que no se cobrase a los judíos durante los años sabáticos”38. Al tener estas características, difícilmente podrían ser aceptados como bienhechores, más bien todo lo contrario, aquellos que utilizan el poder para su beneficio personal. ¿Cómo entender que un gobernante que no 36

Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1319. Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol IV, 360. 38 Ibid., 167. 37

40 posibilita el bien político y económico de un pueblo sea llamado bienhechor? Esto sería como llamar a los que obran el mal como hombres buenos. 2.1.3.1 No así entre vosotros Es la indicación de Jesús que determina el giro que ha de hacerse desde la nueva concepción sobre el poder. Es decir, rechaza el modelo social vigente que es el practicado por los reyes y poderosos de este mundo y que tiene sus efectos negativos. En consecuencia es preciso en la declaración, prohibiendo esa manera de ejercer el poder. 2.1.3.2 El más joven El joven, en el contexto del evangelio de Lucas, representa un modo de conducta especificado en el servicio. Por el marcado protagonismo del padre en la familia judía, el joven o los jóvenes eran tenidos para los oficios humildes, especialmente de servicio. Por eso Jesús lo coloca de ejemplo para el que quiera ser el más importante en la comunidad, paraque este ejemplo de vida sea el modelo como inspiración de servicio a los otros: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven” (Lc.22,26). El joven es una etapa de apertura a la vida. El joven no es un adulto en el sentido de la palabra, tampoco es un adolescente, ni un niño menor de edad. Es una etapa que requiere del cuidado formativo en los valores para llegar a una estructuración de la personalidad. Mientras se llega a este alcance, tiene una dependencia con el marco de valores de los adultos a los cuales se muestra con disponibilidad al aprendizaje, el servicio, la apertura. Si ser “primero” en el contexto social, es el más importante, el “último”, el más joven, es el que carece de prestigio porque no tiene poder. De otro modo, el término joven, está íntimamente ligado a la simplicidad que lo hace apto para la obediencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt.18,3). No es volverse niño sino mostrarse libre de la autosuficiencia y del orgullo que hace del yo un ídolo: “Él niño es un símbolo claro de la carencia de poder, de fuerza y de autoridad; es el prototipo de la humildad y del servicio”39. Así ha de ser el que quiera servir, que aunque sea mayor de edad, ha de ponerse al servicio de los hermanos como el más joven, como el último, sin pretensiones de poder ni de fuerza. Jesús propone a los apóstoles esta alternativa como modelo a seguir.

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Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1300.

41 2.1.3.3 El que gobierna como el que sirve Desde el Antiguo Testamento, la fe se expresa como servicio a Dios desarrollado en comportamientos concretos como signo de dependencia con respecto a Dios: “(…) fijad vuestro corazón en Yahvé y servidle a él solo, y entonces él os librará de la mano de los filisteos” (1S.7,3). Servicio es obedecer y ser fiel a Dios, adhiriendo la existencia personal a la Palabra de Dios. Es centrar la vida en Dios, de modo que haya una dependecia entre la criatura y el Creador. En el Nuevo Testamento, el servicio es un signo auténtico que caracteriza al discípulo a ejemplo de Aquel que entregó su vida por los hombres; también es el desempeño de un oficio que presta una persona a quien lo necesita o quien lo pide. El que gobierna presta un servicio como jefe, guía, cabeza principal de una organización, una institución o un país político. Este asume la dirección y ha de asemejarse a quien presta un servicio. En la propuesta de Jesús: “el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26) es cambiar la comprensión del poder como servicio y no como dominación sobre los demás. 2.1.3.4 El mayor es servido El mayor es una tipología de personaje que por su posición tiene la autoridad y reconocimiento en el campo de la vida social y religiosa. El mayor es el padre de familia que por el honor debido y por el hecho de ser “cabeza” principal en el hogar era servido por los hijos: “En la antigua sociedad correspondía a los hijos cuidar de los padres ancianos (…) En el honor que hay que rendir a los padres está también implícito el reconocimiento de su función de guardianes de la tradición religiosa del pueblo de Dios”40. En calidad de importancia, el padre y los mayores de la casa son quienes están a la mesa y son servidos por el menor que por la humildad de su condición es tenido en cuenta para estos servicios en la vida familiar. El mayor es servido por los sencillos, pero a su vez, este servicio es significativo. 2.1.3.5 Jesús como el que sirve En los evangelios como en las cartas de San Pablo son reiterativos en la aplicación del titulo de Siervo de Yahvé a Jesús como aquel que da su vida en servicio a los hombres: “El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn.10,11). Jesús “quien fue entregado por nuestros

40

Ibid., 420.

42 pecados” no fue entregado por él sino por nosotros (Rm.4,25). “A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2Cor.5,21). De modo que él es servidor por excelencia a favor de nuestra causa: “Mas fue herido por nuestras faltas, molido por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos regenera y fuimos curados con sus heridas” (Is.53,5), para justificar a quienes debíamos la culpa ante el mismo Dios: “Mi siervo justificará a muchos, pues la culpa de ellos soportará” (Is.53,11). El transfondo de Jesús, como el que sirve a la mesa, fue la entrega de su vida en la cruz por el hombre pecador, es decir, su muerte expiatoria y que se celebra en cada eucaristía: “El Hijo del hombre paga con su vida en lugar y a favor de muchos que han caído en la perdición. De esa manera, se convierte en redentor de ellos”41. Este gran servicio, que no puede hacer el hombre por sí mismo, lo realizó Jesús por nosotros de forma libre. El servicio está implícitamente ligado a la obediencia. Jesús se mostró obediente a la voluntad de Padre, antepuso la suya a la voluntad del Padre: “(…) no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc.22,42), y esta obediencia fue llevada hasta el extremo de entregar la vida por todos: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros (…) Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20). El “por vosotros”, señala la muerte como su destino, en vez de nosotros, es decir, en lugar nuestro, sustituyéndonos: “La preposición por, en lugar de, que es esencial para la idea de sustitución desempeña un papel muy importante”42. Jesús entrega su vida en la cruz por nosotros, dándose en servicio a sus hermanos: “(…) el Hijo del hombre ha venido (…) a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Esta es la expresión más significativa de la dimensión de servicio, en la que el beneficiario es el hombre pecador. Y a ejemplo de esta entrega, Jesús pide a los apóstoles que se den al servicio en beneficio de la comunidad: “(…) el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos” (Mc.10,43). Desde este contexto se entiende el servicio como signo de amor a los hermanos, vivir para los demás es estar en función de las personas que de alguna manera esperan algo como signo del amor. Desde Jesús se entiende el servicio como auto-donación o auto-entrega por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados. Jesús coloca a consideración este ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores. Este es el 41

Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos. Mc.2,27-16,20 (Vol. II). Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005. 42 Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento, 119.

43 punto fundamental que debe iluminar la jerarquía del poder como servicio: “Los miembros de la comunidad y sus dirigentes tienen que guiarse por el servicio y por la entrega de la vida del Hijo del hombre”43, si es que de verdad quieren asumir parámetros de fe con respecto al poder. Por lo tanto es evidente que no es para utilizarlo al servicio personal, sino que es una jerarquía que se caracteriza por el amor, para ponerse al servicio de los hermanos, dar vida, ayudar, no para que le sirvan sino ponerse a servir al otro. Se ha recorrido esta primera parte del segundo capítulo el camino trazado desde Lc.22,2427 para identificar desde las líneas de sentido o análisis semántico y sus consecuentes (nivel literario o análisis sincrónico) para identificar los elementos que iluminen el que-hacer del poder como servicio desde la propuesta de Jesús junto con los elementos opuestos y que se han hecho perceptibles a través de la investigación. Los cuales son puestos a consideración: La preocupación de los apóstoles por quien sería el mayor entre ellos, como una expresión de la ambición de poder en el corazón del hombre ante el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Quienes ejercen el poder en la vida política social del siglo I de la era cristiana eran los emperadores a los que les atribuían características divinas: Los reyes, gobernadores, procuradores. Estos eran tenidos por amos, jefes, señores, mayores, que dominaban con autoridad a los pueblos. La enseñanza que Jesús presenta sobre cómo ser el mayor entre la comunidad es desde la figura del más joven, es decir, como el que sirve. Jesús es el modelo de servidor por excelencia. Su servicio es un servicio hasta dar la vida por amor a los hombres, sin ninguna pretensión de poder al estilo de los hombres. Estos cuatro aspectos son sugerentes en el siguiente espacio, para iluminar el contexto del poder y dar pautas definidas sobre el cómo ejercer el poder en la vida religiosa institucional. 2.2 Jesús y el poder como servicio El magisterio de la iglesia en sus documentos pastorales, respecto a este tema es reiterativo en clarificar la autoridad como servicio a ejemplo de Jesús el Señor, y exhorta a asumir esta misión no como un privilegio. Sin embargo, el cargo de la autoridad, como posición

43

Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos, 121.

44 jerárquica tiene prerrogativas y, eso hace que sea deseado. Por ende se duda de quienes lo deseán y lo tienen, porque no hay claridad si es para servir o beneficiarse de él. Este deseo de tener poder/autoridad es un interés natural en el corazón de las personas, y por eso, en el grupo de los apóstoles aparece el anhelo común de ser el primero entre ellos: “Entre ellos tuvieron un altercado sobre quien les parecía ser el mayor” (Lc.22,24). En aras de una mayor claridad, se nos exige realizar una distinción entre los términos poder y autoridad. Poder: Es una realidad que hace parte de la naturaleza humana y de la cual es una de sus muchas capacidades: “(…) la ambición o la voluntad de poder es propia de cada persona, bien con acentos y modalidades diferentes”44. No hay ser humano que no sienta esta tendencia de imponer por medio de la palabra o de la acción hacia sus semejantes u otros seres de la naturaleza. Desde la fe, el poder viene al hombre participado por Dios para someter la creación: “(…) sometedla (…) mandadla (…)” (Gn.1,28). Esta capacidad es uno de los constitutivos del hombre como señor de la creación: “(…) señor los hiciste de las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus píes” (Sl.8,7). Esto, además es uno de los muchos indicativos que lo hace superior a todas las demás criaturas de la naturaleza y por ende sometidas a él, no como dueño sino como imagen y semejanza de Dios, de “dominar” y ser señor del mundo creado. El hombre al recibir la capacidad de dominar la naturaleza se impone y la somete de acuerdo a la voluntad y las motivaciones que lo determina y soluciona sus necesidades básicas de subsistencia, haciendo que la vida sea más humana o más cómoda. El ejercicio de poder entre los hombres se identifica con hacer que otros obedezcan la orden impartida y obtener resultados esperados, mediante la fuerza, la palabra, por acuerdos consensuales, políticos o por leyes naturales. No se entiende el que manda sin el que obedece, ni viceversa, por eso el fenómeno del poder es relacional: “El poder es una actividad propia de las relaciones humanas. Quiere decirse que toda relación social tiene la dimensión de poder: el poder es una realidad relacional”45. El poder se entiende así como potestad, fuerza o dominación y llega a su máxima expresión en los poderes constituidos como autoridades civiles, cuando son legítimamente elegidos.

44 45

Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral, 1426. Ibid., 1428.

45 Autoridad: Es un sustantivo que viene del verbo latino “augeo”, “auxi”, “autum” que significa “hacer crecer”, “acrecentar”, “aumentar”, “desarrollar”, “volver mas fuerte”, “más intenso”; entonces se deduce que autoridad es cuando se busca el crecimiento de los demás, contribuir para que el otro crezca, se desarrolle en toda su dimensión de persona, de manera que el débil se haga más fuerte. La manera como se llega a la autoridad legítima es desde varias opciones. En el concepto de Max Weber, hay tres tipos de dominación legítima, una de ellas es la autoridad racional o dominación legal: “En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas (…)”46. Al poder/autoridad legal se llega por elección, por decreto, por nombramiento y esporádicamente por el carisma personal que es reconocida por aclamación popular. Haciendo una aproximación de los términos poder/autoridad en cuanto figuras de una institución, ellos son para orientar y guiar un programa de gobierno: “El objetivo del poder/autoridad es garantizar la cohesión del grupo. Se trata de simbolizar la unidad del grupo y la unidad de la orientación personal de cada uno de sus miembros”47. Se fusiona así en un solo contexto los vocablos poder y autoridad, llamándoles de forma similar, cuando se les quiere nombrar haciendo alusión a la organización social o institucional. El que tiene autoridad es el que tiene poder para hacer que se cumplan las órdenes: “Para alcanzar los propósitos señalados es necesaria la intervención de la voluntad de todos (…) esta es la razón por la cual en toda sociedad o comunidad surge siempre la autoridad, que es la que marca las instrucciones para el grupo, dándole unidad y consistencia (…)”48. Por lo tanto, en el contexto de este trabajo, al hablar de “autoridad” se hace referencia a la dimensión de “poder” como dos realidades idénticas de quien gobierna. 2.2.1. El poder/autoridad como servicio Miremos la contextualización del poder según la mentalidad política del siglo I de la era cristiana, caracterizada por los excesos y abusos. Aunque se hacían llamar “bienhechores” de la comunidad, hoy desde otra lectura se constata que estaban lejos de esta realidad.

46

Heinz, Sociología del poder, 23. Licheri, Lucie. Cara a Cara. Fundamentos y práctica de la obediencia en la vida religiosa apostólica. Madrid: Ediciones San Pablo, 2001. 48 Fingerman, Gregorio. Relaciones humanas. Fundamentos psicológicos y sociales. 3ª edición, Buenos Aires: Editorial el Ateneo, 1970. 47

46 En el capítulo anterior se deducía que desde el término “mayor” designaba a quienes en la vida social y política del siglo I de la era cristiana tenían el poder y que a su vez se hacían llamar irónicamente “bienhechores”. Pero en realidad eran tiranos, autoritarios, abusadores del poder, opresivos, insensibles ante las necesidades de la comunidad. Jesús presenta la enseñanza del que-hacer del jefe, del mayor o de quien obstenta el poder/autoridad desde un giro de comprensión opuesto, a partir de la figura del más joven, como el que sirve. La enseñanza del mismo Señor Jesús, servidor por excelencia, es que el mayor o jefe ha de ser servidor de la comunidad, sin pretensiones de poder o dominio sobre los demás: “(…) el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). A continuación se abordarán los temas del interés por el poder como algo innato en la naturaleza humana y la autoridad como servicio desde la perspectiva del seguimiento a la persona de Jesús, primero a nivel general y después haciendo énfasis en las cualidades de un superior(a) como servidor en las instituciones de vida religiosa. 2.2.1.1 El poder, una realidad necesaria Que entre los apóstoles se tuviera ese interés de aspirar al primer puesto, ha de considerarse como una realidad común de la condición humana: En todos los hombres existe esa tendencia de tener el poder/autoridad para dirigir. Esta característica está implicita en la capacidad de apertura de la persona que lo lleva a encontrarse con sus semejantes y construir comunidad. Es en la vivencia comunitaria donde se acuerdan criterios desde lo político, económico, militar, religioso, cultural –entre otros- para acordar resultados en cuanto al trabajo, protección, de asociación. Es lo que se llama la vida social, caracterizada por la agrupación de personas que requieren de una cabeza que los represente como grupo organizado, delegando en él o ellas el poder/autoridad: “Toda asociación dentro de la sociedad, no importa cuan pequeña o temporal sea, posee su propia estructura de autoridad”49. A ellos les colaboran las múltiples autoridades sociales conformadas por gremios menores, que se agrupan de acuerdo a los intereses de los diversos grupos sociales. Por lo tanto no es para tener rubor ajeno por la motivación de los apóstoles, por quién, entre ellos, les parecía ser el primero, pues vemos que la responsabilidad de dirección es una

49

Heinz, Sociología del poder, 82.

47 necesidad en todo grupo organizado para guiar y decidir: “La autoridad es siempre una propiedad de la organización social. Donde no hay organización no hay autoridad”50. Sin embargo, lo que genera dudas, es cuando aparece la ambición desmedida para asumir el rol de poder/autoridad, sabiendo que desde la fe esta es una misión de servicio, de entrega a los otros que implica la negación de sí mismo. Entonces: ¿Cómo explicar tanta disposición para este oficio, cuando exige sacrificio personal? ¿Por qué ese desmedido deseo de asumirlo? Algo tendrá de “bueno” para quien lo asume, una vez que son muchos los que buscan tener los puestos de autoridad y poder. Eso da a pensar que tener poder/autoridad en la comunidad no es tanto para prestar un servicio que requiere abnegación personal, sino para aprovechar las posiciones de la autoridad y beneficiarse de ella. 2.2.1.2 El poder/autoridad y la espitiualidad del servicio Se ha dicho que la comunidad organizada requiere de la autoridad para orientar y guiar. Si hay organización interna en la comunidad, lo más lógico es que alguien presida esa organización, constituyéndose como poder/autoridad. Se ha dicho también que los puestos de autoridad son apetecidos porque son medios para servir, pero aparte de eso también es una oportunidad para beneficiarse del poder. Esto se da cuando la finalidad del poder pierde su significado como servicio a la comunidad, por la falta de un volver sobre el fundamento que lo ilumina, es decir, desde la conversión o nuevo giro que pidió el Señor a la comunidad: “El espíritu de conversión quien nos hace hombres nuevos, exigencia constante de cambio, manteniéndonos siempre dispuestos a “volver sobre”, a revisar, a evaluar”51. Pero al darse por hecho una comprensión, viene entonces la acomodación, y se olvidan del llamado a dejarse iluminar por aquello que le da fundamento al que-hacer, sin un volver a revisar desde la referencia u su origen en la fe. Es en Jesús el Hijo de Dios, que al asumir la condición humana, oculta su divinidad, la condición gloriosa, se somete a los contextos humanos, con todo lo que esto significa y llega hasta someterse a la muerte en la cruz, con el fin de traer la vida divina a los hombres (Kénosis). Enseñando así, con las palabras y el ejemplo de vida el significado y la finalidad del poder/autoridad en la dimensión de servicio. Y desde esta enseñanza, hace énfasis en

50

Ibid., 85. Martínez, M. Víctor. SJ. Fidelidad Creativa en la vida Consagrada. Bogotá: Instituto Misionero Hijas de San Pablo, 2004. 51

48 que el “mayor” o el jefe, ha de ser como el “menor” o servidor de los suyos, sin mostrar pretensiones de jerarquía superior a fin de ser accequible a todos. El “menor” viene a ser un calificativo que significa condición humilde: “(…) la humildad se considera bien como moderación de la auto-presunción, del orgullo (…) como abnegación y renuncia que el hombre se impone o acepta, o bien como calificativo de la libertad que madura en el modo de vivir las tensiones y los conflictos”52. Es necesario entrar en el contexto de la humildad de Jesús el Señor, de su abajamiento, a partir de la encarnación, pasión, muerte y exaltación para entender la manera evangélica de asumir la categoría del poder/autoridad. Y si entre el los apóstoles alguno de ellos quería ser el “mayor” o tener primacía entre ellos, este se ha de destacar por el servicio: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El que gobierna ha de asemejar al que sirve en la mesa: Disponible, atento, que a nadie falte nada, pronto a las necesidades de quien lo requiera en torno a la edificación y crecimiento de los otros como personas. Hacer esto a ejemplo de Jesús que con su entrega en la cruz ha servido al hombre, vendido al pecado, facilitándole la salvación a cambio de la fe en él. En este contexto se entiende el poder/autoridad desde Jesús, el Señor: “El poder es poder del amor (…) Es lo que manifestó Jesús en su vida, por eso renunció al poder dominación; por eso prefirió morir débil, antes que usarlo para someter a los hombres y hacerles aceptar su mensaje”53. Por lo tanto, la dirección y la guia de la comunidad no es un puesto de prestigio, sino de servicio. Esto es lo que va a reorientar una nueva comprensión en la forma de asumir la mediación del poder/autoridad en la comunidad. Este es el nuevo campo de comprensión para quienes aspiran a tener el poder/autoridad para que sea asumido de esta manera. Jesús mismo enseñó la manera de ejercer el poder desde diversas perspectivas; con su poder se acercó a la humanidad afligida por múltiples circunstancias: “Pasó haciendo el bien (Hch.10,38), y este obrar suyo se dirigía ante todo a los enfermos, y a quienes esperaban ayuda. Consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, liberaba a los hombres de la sordera, de la ceguera, de la lepra, del demonio y de diversas disminuciones físicas; tres veces devolvio la vida a los muertos. Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto al

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Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad. Madrid: Ediciones San Pablo, 1991. 53 Boff, Leonardo. Iglesia: Carisma y poder. Ensayos de Eclesiología militante. Santander: Ediciones Sal Terrae, 1981.

49 cuerpo como del alma”54. Jesús, con el poder se mostró liberador, sanador, misericordioso, se manifestó servicial; dominando las fuerzas hostiles que someten al hombre al sufrimiento, a la enfermedad, a la muerte. Jesús, con su poder divino somete el mal, haciendo clara distinción que este poder es para servir al hombre, para liberarlo de la opresión que le hace esclavo. En consecuencia, es un poder de amor, en función de dar la vida, de servir, de amar. Es el poder de sacrificio personal, que no reclama protagonismo, ni beneficio para sí, todo está en función del otro como punto de referencia. El poder está referido para ayudar, de dar, compareciéndose de las necesidades del oprimido. La plenitud del servicio de Jesús a los hombres se manifestó en la entrega de su vida: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn.10,11), este servicio se hace explícito en cuanto que su muerte trajo la salvación a los hombres. Esta es la expresión más significativa del servicio realizado en el amor. Es un servicio tenido como auto-donación o auto-entrega por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados. Jesús prolonga su obra salvadora a través de los apóstoles, dándoles su poder y autoridad: “(…) les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia” (Mt.10,1). Es un poder sagrado para utilizarlo en servicio de los hermanos en el amor, hasta llegar a dar la vida por los hermanos. Desde este contexto, se supone ha de abordarse el poder/autoridad en la vida religiosa. 2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad Es obvio que quien asuma la dirección en un instituto de vida religiosa debe tener como punto de referencia a Jesús, muerto y resucitado, su evangelio, sus dichos y hechos. Desde este contexto, se supone, ha construido su proyecto personal de vida, formado en los valores del evangelio de forma que exista en el perfil personal una identidad como discípulo. Ahora, como religioso(a), que se supone, que “sigue más de cerca a Jesús”, ha de caracterizarse por los valores evangélicos por los cuales optó, pues estos deben ser más concretos en cuanto a actitudes. Por lo tanto, el proyecto personal de vida tiene una identidad cristiana: “El proyecto personal de vida se entiende como el núcleo central del sujeto formado por los valores en torno a los cuales va estructurándose su identidad (…) El proyecto está constituido, en consecuencia, por el conjunto de cosas o realidades que

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Juan Pablo II. Carta sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. 2ª reimpresión, Bogotá: Ediciones Paulinas, 1999.

50 son importantes para la persona, por sus valores y modo de vida”55. Ahora, estos valores se han venido constituyendo a partir de los procesos iniciales de formación en la fe, como: Escucha de la Palabra de Dios, la acogida al evangelio que llama a la conversión y con ello renovación de la mente, cambio de actitudes, una transformación de los sentimientos que vienen del corazón, una espiritualidad propia del fundador del instituto. Es un camino recorrido en pos de una identidad evangélica que le da sentido a la vida. Es una persona con experiencia de vida, en proceso de conversión, en la lucha consigo mismo por superar los vicios y pecados con el fin de ser criatura nueva en Cristo y dar una mejor respuesta: “No os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y renovad vuestro interior, a fin de discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm.12,2). Cristo Jesús, es el modelo del hombre perfecto y es el punto de referencia inmediato para la comunidad de fe, en él se ha de formar la manera de obrar, de pensar y de vivir, hasta alcanzar “los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp.2,5). Él es el punto de llegada de una vida en búsqueda constante de perfección. Por consiguiente, para la realización de este proyecto se requiere la buena voluntad, el don de la fe, el abrirse al cumplimiento de la voluntad de Dios. Colocarse en la dinámica del seguimiento a Jesús el Señor: “Una vida cristiana según el seguimiento es vida y vida radical. Es absoluta obediencia a la voluntad de Dios, sea cual fueren sus exigencias (…) teniendo como modelo al mismo Jesús en su modo de vida y destino”56. Desde lo cual se espera vivir el espíritu fraterno, que incluye, aceptar a los otros como hermanos, la práctica de la justicia, del respeto por la dignidad humana, la solidaridad, asumir compromisos de testimonio de fe, la celebración de los sacramentos y en especial la eucaristía como centro de la vida cristiana, reconociendo que todo es don de Dios. Estos son aspectos básicos del discipulado mediante el cual se testimonia la vida de seguimiento común a todos los bautizados y con mayor énfasis a la vida religiosa institucional. El discípulo se caracteriza por el seguimiento al Maestro y por ende, da identidad a la vida con matices de cristiano: “Cada árbol se conoce por su fruto” (Lc.6,44). Por lo tanto, es una persona que trabaja por sus motivaciones religiosas, confirmando día a día sus convicciones en la vida religiosa. El

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Meza, R., José Luís. Arango, A., Óscar Albeiro. Discernimiento y proyecto de vida. Dinamismos para la búsqueda de sentido. Colección Fe y universidad #9. 4ª edición. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, departamento de Teología, 2008. 56 Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral. Madrid: Ediciones San Pablo, 2002.

51 ideal es que tenga un proceso de vida real que lo lleve a lo que está llamado a ser, alguien que comporte en sí unidad personal, madurez, armonía, estabilidad en su perfil personal, integridad de vida: “Que no esté sujeto a instintos, deseos y proyectos al margen de una vida de fe. Esto hace que haya compromiso, que se manifiesta con amor hacia los demás hombres, capacidad de oblación, escasa ambivalencia, estabilidad y se concreta en un compromiso para la renovación”57. Una vida íntegra habla de coherencia en el decir y el actuar, que lo hace, además, persona confiable en responsabilidades significativas. La coherencia es indispensable en un superior mayor provincial; es deplorable encontrar que quien oriente y anime la vida de un grupo de religiosos(as) no oriente la suya propia. Son lamentables las decisiones de una persona con poder/autoridad sin la autoridad moral que lo acredite. 2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir La dirección de la autoridad en una comunidad de vida consagrada es una necesidad, porque como institución necesita de una persona que la represente como cabeza visible, responsable ante la vida jurídica y social: “La comunidad cristiana no es un grupo anónimo, sino que está presidida desde su mismo origen por sus dirigentes, para los cuales el Apóstol pide consideración, respeto y caridad”58. La autoridad se hace necesaria para el funcionamiento del que-hacer como institución. Esta, con su grupo de colaboradores lleva a cabo los oficios administrativos que le competen por ley. Y para esto se apropia de su papel para realizar consejos de gobierno, planear proyectos de trabajo, proyectos de vida institucional, personal, y ejecutarlos, como también, disponer sobre propiedades inmuebles, el dinero, asumir situaciones conflictivas institucionales y personales, decidir sobre personas, así sea con el consentimiento de ellas o sin él. En razón del oficio, hará uso del poder/autoridad. Y este es el punto que lleva a dudar de la autoridad, porque aunque puede decir que lo está haciendo como servicio a la comunidad, no se descarta también que en algunas ocasiones lo pueda estar haciendo para “satisfacer primitivos instintos de dominio y de auto-engrandecimiento”59, manifestados con hechos concretos en la acción administrativa. De allí las razones para mirar este oficio con

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Ibid., 848. Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad. 3ª edición, Bogotá: Edicionas Paulinas, 2001. 59 Boff, Iglesia: Carisma y poder, 116. 58

52 mentalidad crítica, a raíz de que se suele utilizar el poder para asegurarse un “pedestal sagrado”, y desde allí disponer al antojo personal, lo cual, es discutible ya que es contrario al evangelio. Se comprende que hay una tergiversación del mandato del Señor de la autoridad como servicio a la comunidad. Ahora, el ideal es no utilizar la fuerza del poder y por lo tanto hacer que se obedezca por convicción, por sentido de pertenencia a una institución o por una espiritualidad; pero necesariamente tendrá que verse en la situación de hacerse obedecer, utilizando el poder. Y para no desentenderse de la autoridad como servicio, debe recordarse continuamente la enseñanza de Jesús a los apóstoles y a la comunidad, como un distintivo del amor a los hermanos. La experiencia en el ejercicio del poder/autoridad es algo que se va adquiriendo, y lo más probable es que al inicio de un mandato se cometan errores, pero lo más sensato es cambiar para no seguir repitiendo los mismos errores del pasado. Por carecer de experiencia, algunos superiores(as), una vez recibida la dignidad de la autoridad, obran con prepotencia, arrogancia, autoritarismo, tornándose totalmente ajenos a lo que se esperaba de ellos. Esto se ha constatado muchas veces, cuando se recibe una posición de responsabilidad en la institucionalidad eclesial: “(…) debemos constatar que la iglesia institución no ha superado la prueba del poder (…) conforme a las exigencias evangelicas (…) el ejercicio del poder en la iglesia ha seguido los criterios del poder pagano, que se expresa en términos de dominación, centralización, marginación y triunfalismo (…)”60. Por falta de experiencia, de asumir la misión sin espiritualidad, esta realidad ha quedado grande, en el sentido que se ha utilizado para el protagonismo y obviamente para el beneficio personal. A continuación las muchas maneras de descontextualización del poder/autoridad como servicio en la vida religiosa institucional. 2.3 Deformación del poder/autoridad Los siguientes apartes son las muchas descontextualizaciones que se hace del poder/autoridad en la vida religiosa institucional. Así como los apóstoles, que después celebrar la Cena Pascual con la que el Señor quería significar la entrega de la vida por amor, esta es correspondida con la traición y el interés de ser el principal entre ellos, así

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Ibid., 109.

53 también esta descontextualización del amor como servicio se da en la comunidad, cuando el que recibe la distinción de ser autoridad, la recibe con tan buena voluntad, pero para saciar sus ambiciones personales, escasa las veces que en realidad es para servir. Sigue siendo la misma fragilidad que se guarda en el corazón del hombre: Corresponder al amor que la comunidad deposita en la autoriad con la ingratitud a partir de los hechos como la dominación y el autoritarismo. El contexto del poder/autoridad en el siglo I de la era cristiana tenía esta compresión: Los reyes y los que ejercen el poder en las naciones son dominadores y señores absolutos y aun así se hacen llamar bienhechores, dando hoy como resultado una contradicción, porque no se concibe a un dominador como bienhechor. Los que tienen el poder (Reyes, señores, gobierno, el mayor, los jefes), lo ejercen hacia los demás, con las características de: Dominación, despotismo, autoritario, imperioso. La raíz de este tipo de autoridad es que carecía de la espiritualidad de amor hacia los demás como imagen de Dios. Miremos las similitudes de esta tipología con lo que se suele realizar en autoridades de instituciones religiosas que han olvidado el carácter del poder/autoridad como servicio de amor. 2.3.1 El poder/autoridad para obstaculizar Se ha hecho énfasis de la autoridad como servicio a ejemplo del señor Jesús, como punto central de referencia para la comunidad eclesial. Desde la fe, este que-hacer necesita ser iluminado continuamente para evitar sus errores en la práctica, al cual se llega por el olvido o la ausencia de formación en la espiritualidad cristiana, o como también por una falta de madurez personal con respecto a la percepción clara de los desafíos que la misma vida le presenta en este ámbito. El tener poder/autoridad es una situación de mando frente a un grupo de personas, que esperan ser lideradas dignamente. Por consiguiente, quien está al frente se supone, ha de ser idóneo, con la suficiente madurez y estabilidad emocional para asumir esta responsabilidad, no sea que al tenerse por jefe se crea con derechos de abusar del poder. Cuando un gobierno provicial superior(a) termina su administración y al realizar la evaluación de toda su gestión, aunque probablemente haya hecho obras buenas, junto con ellas hay obras y decisiones equivocadas, como por ejemplo: Derroche del capital económico, divisiones en la comunidad, persecuciones a religiosos(as), favoritismos, oportunidades desaprovechadas, aucencencia de planeación formativa, entre otros. Esto ya

54 es un motivo para que se le crítique, porque tuvo el poder y los medios institucionales a su servicio, la colaboración de las personas que tuvo a su disposición y dejó de hacer lo que debío hacer; porque dejó escapar las oportunidadades y más que solucionar problemas, obstaculizó la salida de estos. Hay quienes desde las estructuras del poder pueden hacer que la vida sea más fraterna: Conciliar diferencias, destruir muros creados por las discordias, reinvindicar a los marginados, sanar heridas, aclarar las dudas en los manejos de la economía, motivar los ánimos ensombrecidos por la displicencia de algunos hacia la misma institución, llamar al sentido de pertenencia a la institución a quienes la han perdido. Pueden si así lo quieren solucionar problemas pertinentes, como también evadir problemas reales. Por eso la misma crítica interna calificará el período del superior(a) provincial como bueno, razonable, regular o pésimo. En muchas ocasiones, en instituciones de la vida religiosa, en donde el superior(a) provincial está caracterizado(a) por una mentalidad según criterios de dominación, de supremacía, de eficiencia productiva, en realidad está obstaculizando la vivencia de valores evangélicos y obviamente desecha las oportunidades de ayudar evangélicamene a los otros. Esto depende de los criterios y valores que determinen la manera de pensar y de obrar de quien está en el poder. Si la mentalidad del superior(a) provincial no tiene el rasgo evangélico existe el peligro de que se repliege en sí mismo como punto de referencia, de una forma egoísta hacia los demás y actue como los tiranos, los autoritarios y ególatras que al margen de la vida de fe, utilizan el poder para servirse de él. 2.3.2 El poder/autoridad para dominar La dominación se encuentra contextualizada con la imposición de una persona sobre otra(s), y se carácteriza por los siguientes aspectos: (…) da órdenes al grupo sin consultarlo y exigirle que sean obedecidas plenamente. Es él quien establece las normas, determina los procedimientos y fija las etapas de su realiziación. Es un hombre que no explica a sus subordinados los planes con vistas al futuro, sino que se concreta a dar indicaciones para la ejecución de las tareas en el momento preciso de cada etapa (…). Inflexible y estricto, señala el trabajo para cada uno, dirige el grupo pero no participa efectivamente en su actividad. En realidad no dirige, manda.61

61

Fingerman, Relaciones humanas, 154.

55 Vemos que la tipología de este tipo de personajes se caracteriza por: Dar las órdenes, exigir la perfección a los demás, establecer normas unilateralmente, no consulta y no da explicaciones de sus hechos a nadie, fija los procedimientos a seguir, es psico-rígido, se siente por encima de todos, no participa con los otros, sino que manda y obviamente participa de forma distante, desprovisto del calor humano que como líder está llamado a proyectar. Las consecuencias son lamentables en las relaciones con los demás, en cuanto que afecta comunión del grupo, la auto-estima personal, obstaculiza el crecimiento psicológico, hace sujetos serviles, subvalora el valor de la libertad. Desde la fe de la Iglesia, la autoridad como poder tiene la característica evangélica del servicio en el amor: “(…) no es poder al estilo humano, sino que es poder en el amor”62. La experiencia demuestra que el ejercicio del poder/autoridad sin un fundamento digno que le sustente, lleva a apropiarse de las personas y de sus conciencias como si estas fueran objetos de posesión. Ahora, el poder desde el amor es todo lo contrario: Es tratar al otro como una persona que es capaz de responder desde sus criterios, la buena voluntad en la libertad de conciencia: “El superior ha de amar desde el respeto a la libertad. Se trata de hacer sentir a cada miembro de la comunidad único, autónomo y suficientemente capaz de responder por sí mismo y por sus demás hermanos en comunidad. Cuanto más amamos nos volvemos más respetuosos del misterio del otro; aprender a amar es aprender a recibir del otro desde lo que es y tiene, desde su autenticidad”63. Amar al otro es tenerle confianza, tratarle como persona adulta. Las instancias de poder/autoridad tienen los medios propicios que la misma institución les da y, llegan con ellos, en algunas oportunidades, a intimidar. Esto sucede cuando condenan, enaltecen, cuando aprueban o rechazan; como por ejemplo en decisiones tan diferentes en distintos gobiernos provinciales: Lo que para el gobierno pasado era tan necesario, para el de turno es algo nimio o no tiene sentido y por lo tanto es rechazado. El que para el gobierno anterior era como un “genio” o la “estrella” del momento, para el presente es “subvalorado” en cuanto a la prestación de un servicio en la misma comunidad. Entonces cabe la pregunta ¿Dónde está la objetividad en las decisiones? Y lo que pasa es que las decisiones pasan por el subjetivismo de quien o quienes gobiernan. Entonces: ¿Qué papel

62 63

Boff, Iglesia: Carisma y Poder, 115. Martínez, Fidelidad Creativa, 77.

56 tiene la persona sobre la que se decide? ¿Son solo fichas que se mueven de acuerdo a las situaciones? ¿Fichas que no tienen perspectivas, sueños, proyectos, trabajos por realizar en el lugar donde están? Frente a las administraciones dominadoras, los que sufren son los que salvaguardan sus criterios, expresan sus opiniones y dicen lo que piensan con criticidad. No se entregan y en consecuencia son relegados, estigmatizados, y es allí cuando se percibe, en algunos casos, cómo la instancia de poder/autoridad se utiliza para dominar. 2.3.3 El poder/autoridad para manipular Cuando una institución religiosa tiene un considerable número de integrantes diseminados en lugares distantes unos de otros, se requiere de un medio para informar a todos los miembros de lo que pasa a nivel institucional, de proyectos de trabajo, de inversión económica o de situación de la vida pastoral de determinada comunidad. Mantener una adecuada información hacia los dirigidos es un elemento necesario para que exista un conocimiento oportuno de los acontecimientos que interesan a todos. Pero guardar silencio y ocultar la verdad de lo que sucede, generalmente tiene una intencionalidad. Porque con esto se busca callar sobre la forma cómo se lleva el poder/autoridad, y esto favorece la manipulación, pues no hay nada qué reclamar por el mismo desconocimiento de los hechos; cuando no hay información, todos los actos, las decisiones, lo que se hace y se deja de hacer por parte de quien gobierna son buenos y este no hace más que pregonarlos. Y lo que no se hizo o se hizo equivocadamente deja de tener una valoración con su consecuente responsabilidad. Una desinformación es un medio propicio para cambiar la realidad administrativa a favor de quien tiene el poder/autoridad. Cuando se mantiene este tipo de actitud frente a los dirigidos se incurre en una falta de respeto en cuanto que todos tiene los mismos derechos, es una falta de estima al hermano, una falta de confianza en cuanto que no se comparte una información que les interesa a todos, se esconde la verdad de los hechos. La falta de confianza en una relación interpersonal hace que no exista sinceridad y sin ella las relaciones no son creibles. Y esto es común en muchos que manejan información de primera mano, pero con una cautela misteriosa, meticulosos con la información, pero la utilizan sin ningún menoscabo cuando les conviene. Por eso quien está al frente de la institución debe suministrar información oportuna, real y actualizada sobre el estado de la situación para conocer de forma global los hechos sucedidos y, ser críticos con respecto a las finalidades que a toda una institución le

57 concierne, esto sirve para tener conclusiones propias al respecto. El poder/autoridad, cuando es delegado es un asunto de todos y todos tienen el derecho de saber cómo van los desenlaces de la administración, al menos en lo que interesa a todos, guardando la prudencia de no ventilar públicamente intimidades de personas implicadas: “Porque cada persona tiene derecho y debe estar suficientemente informada. Y solo desde una suficiente información, podrá participar y vivir responsablemente. Una persona no suficientemente informada es una persona manipulada”64. Se dice que cuando se “tiene el conocimiento se tiene el poder”. El conocimiento de los hechos, de los avances, de lo secreto, da posición de ventaja frente al que ignora lo sucedido. La situación de ventaja estriba en la efectividad de las decisiones pertinentes, es decir, conociendo el contexto de las circunstancias, sus debilidades y fortalezas, puede saber los posicionamientos y el tipo de medidas para solucionar eficazmente la situación conflictiva. La posición favorable se da en los criterios para aplicar, son objetivos y no especulativos. La información tiene el fin de ofrecer elementos para conocer, ver y comprender los asuntos sobre la realidad que interesa a todos, ayuda para que se tenga criterios y desde ellos hacer valoraciones éticas positivas o negativas y que implican responsabilidad personal. Si no hay información, no hay fundamentos para pedir cuentas de responsabilidad personal: “(…) el gobierno respectivo debe prestar ante todo, el servicio de la información. Y ha de prestarlo no solo con diligente solicitud, sino también con el mayor rigor, y con la máxima exactitud, ofreciendo todos los datos necesarios y los mejores elementos de juicio para que la información sea lo más completa posible”65. En instituciones de vida religiosa, generalmente existen medios informativos de correspondencias formales, nombramientos, efemérides, y a veces informaciones de tipo general, pero parcializados por el gobierno de turno. Se suele informarse comúnmente por los comentarios de los más “adelantados” que gozan de fuentes privilegiadas, pero son modificados cada vez que van de boca en boca. Hoy se debe utilizar los medios accequibles de la Internet para facilitar una mejor comunicación institucional.

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Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 24. Ibid., 24.

58 2.3.4 El poder/autoridad y el “amiguismo” Es normal que cuando alguien asume el poder/autoridad institucional viene acompañado con un grupo de personas para realizar el trabajo delegado. Esto es lo más común y es, además un derecho. Se espera igualmente, que quienes acompañen a la nueva administración de gobierno sean personas idóneas a partir de la formación profesional, la experiencia y la calidad humana. Se debe tener presente que para la designación de responsabilidades significativas en una instancia de poder/autoridad se requiere de la previa calificación de la persona, de manera que entre el perfil personal y la responsabilidad delegada se encuentre corresponsabilidad. Hay quienes son nombrados por el privilegio de ser “amigos” de quien manda, sin la suficiente capacidad para ejercer el puesto. Aparte de ser amigo de quien está al frente de la institución, quien es nombrado para una función de responsabilidad, debe tener la suficiente idoneidad para apropiarse de la misión con calidad y criterios, de recursividad propositiva. Estudiosos del tema proponen algunos atributos de quienes lideran grupos: Integro. Motivador. Creativo. Original. Auténtico. Inspira y organiza. Busca el bien común. Trabaja en equipo. Comprometido. Responsable. Ejemplar. Carismático. Trabaja a largo plazo. Emprendedor. Agente de Cambio: busca la mejora continua. Alta vocación de servicio. Aptitud critica. Argumentativo. Respeto por las diferencias. Solidario. Disponibilidad al dialogo. Objetivo. Buen oyente. Espíritu empresarial. Tolerante. Laborioso. Analítico. Justo. Flexible. Estudioso. Cortes. Magnánimo. Excelente comunicador66. Y es obvio que para tener estos elementos se requiere de formación y cultivo profesional. Quienes acompañan al que ejerce el poder/autoridad como servicio han de tener un conjunto de atributos que los hacen sobresalientes del común. Esto indica que son idóneos para el puesto y que no es por favoritismos personales. Dar puestos de responsabilidad por amistad o por que “me caes bien” es una falta de objetividad y de responsabilidad. Es común que quienes tienen autoridad corresponden con cuotas de poder como “recompensa”, a quienes han sido sus colaboradores. Pero también está el tipo de personas que son gobiernistas, que están a favor del gobierno de turno sin importar el tinte ideológico que le sustenta. Solo les importa “colaborar”, sin tomar partido, esperando que les den puestos, posponiendo los criterios personales. Hacen parte de estos 66

Quijano Ponce, Andrés. Liderazgo. Trabajo monográfico presentado a la Universidad el Rosario, en Bogotá, año 2003.

59 perfiles aquellos que son calculadores, serviles y quieren sacar beneficios del poder: “Se trata de individuos oportunistas que, por interés personal, se muestran sumisos, complacientes, aduladores, y tratan de agradar para obtener por estos medios alguna ventaja, aunque en el fuero interno piensen de un modo totalmente opuesto. Es una traición a sus propias convicciones (…) Se agachan y aceptan todo lo que dice el superior (…)”67. El poder/autoridad que así prefiere a sus colaboradores, indica que necesita de aduladores, en vez de colaboradores, compra a las personas, haciéndolas sumisas, no les ayuda a crecer, le pone precio a sus ideales y ellos por una buena vida venden la dignidad, acrecientan su mediocridad y por ende se someten a las críticas despiadas, porque se excluye a personas con idoneidad y reconocimiento. El poder se convierte así en un medio de favorecimiento para un grupo de personas que se ven como amigos, socios, cuyo vínculo se fundamenta en la afectividad utilitarista: Me da reconocimiento/le doy el puesto. Así se deja por fuera a los que tienen los suficientes criterios para ocupar posiciones de poder. 2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo Se había dicho que es innata la tendencia del hombre hacia el poder, como es natural ejercerlo, pero el hombre debe tener una posición ética hacia éste, porque el ejercicio del poder no es fin en sí mismo, es solo un medio. Hay quienes hacen de este un fin, a sabiendas que les reclama el tributo de la adoración : “Te daré todo ese poder y la gloria que implican esos reinos (…) Por tanto, si me rindes homenaje, todo será tuyo” (Lc.4,6-7), el “si me rindes homenaje”, si te postras ante mí, si me das culto y reverencia, es decir, si se hace de esto la única prioridad, la “búsqueda” de poder como única motivación en la vida, sin importar los medios para obtenerlo; no es más que idolatría, egoísmo, búsqueda de sí mismo, sopena de cerrarse a la vida eterna: “Pués ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc.9,25). Se cae en el pecado de la idolatría, porque se adora el ejercicio de poder/autoridad y desde él determinar a los demás: “(…) creer que su autoridad le confiere el poder y el derecho de hacer de sus propios deseos, de sus ideas preferidas, etc., órdenes obligatorias para los

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Fingerman, Relaciones humanas, 115.

60 subordinados”68. La idolatría es un dios hecho al amaño de la persona, a “lo que yo creo que es” sin otros horizontes que supere criterios ensimismados por el egoísmo. Es el endiosamiento de la persona, como en otro tiempo, en Asia Menor se tenían a los Césares, los faraones y los reyes. Hoy son los dictadores, y aquellos que se presentan como insustituibles en la dirección de los puestos de poder/autoridad. Aterrizando estos aspectos negativos del poder/autoridad con respecto a la vida religiosa institucional, quienes han experimentado vivencias que se identifican con esta realidad, tienen criterios para decir que hay similitudes en la forma cómo asume el poder una persona que es ajena al contexto de fe y cómo asume el poder un religio(a) disperso(a) evangélicamente. Por eso la autoridad en la vida religiosa está en crisis, porque es tenida como privilegio y no como servicio, es percibida para dominar y no para hacer crecer a la persona desde el servicio. Hay una falta de formación para asumir la autoridad desde el evangelio, una vez que en la práctica esta se percibe como un privilegio: “Esta concepción de la autoridad como privilegio es lo que explica que algunos la busquen por todos los medios, aún lo menos evangélicos, como las “alianzas” o “grupos”, que en vez de unir dividen; o que se haga una “política”, que no dudamos en definir “sucia”, cuyo objetivo es hacerse con la “autoridad”, cueste lo que cueste, para luego sacar provecho”69. A esta situación se ve allegado el poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa, que en la mayoría de las veces se arropa bajo el manto evangélico y se hace pasar como abnegada. Pero en la convivencia diaria, en las decisiones de la vida cotidiana de los unos con los otros se deja ver la falta de la delicadeza personal, el autoritarismo, la manipulación de las personas, la apropiación de los bienes de todos y que es los mismos vicios que se censuran en la administración pública. En la vida religiosa suele suceder lo mismo: Ávidos de un puesto de autoridad con la pretensión de servir, cuando en realidad se persigue el beneficio personal. Para alcanzar beneficios hacen alianzas, se intercambian votos por puestos de mando (rectorias, guardianias, parroquias, superioratos, administraciones de instituciones poderosas económicamente), y por la obtención de estos puestos se muestran coqueteos de acuerdo a las preferencias del candidato a superior provincial de turno. De aquí surgen los

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Concilium. Revista internacional de teología #15. Moral, Año 2, tomo II. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1966. 69 Rodríguez, Carballo, José fr. Ofm. Ministro General. La Autoridad al Servico de la Animación. Conferencia a los neo-provinciales, 18 enero de 2007.

61 favoritismos, la permisividad con algunos, en el sentido que no hay seguimiento a los defalcos administrativos anteriores. El deseo de tener poder no es motivo de escándalo, es un anhelo en los seres humanos, está implícito en las relaciones sociales y se acentúa en la dimensión política. Los apóstoles tuvieron entre ellos el interés por el poder. Jesús el Señor no lo reprocha, lo que desaprueba es la forma como se ejerce el poder. Lo que se cuestiona hoy, es que en una institución con fundamentación evangélica, algunos de sus integrantes -no todos- están interesados en el poder y: ¿Hay relación alguna entre el seguimiento a Jesús el Señor y el acceso a las estructuras de poder? La respuesta es sí. Si partimos del hecho de la vivencia de la fe en comunidad, en las instituciones, pero la relación es obviamente en el servicio. Si se quiere el poder, que sea un poder para servir. Ahora, en las instituciones de vida religiosa ¿Hay formación específica para comprender que la autoridad debe entenderse como servicio, a ejemplo de Jesús, el Señor? Las comunidades religiosas institucionales carecen de la suficiente claridad formativa en este aspecto. Prueba de eso es que luego de años de formación inicial, al recibir un puesto de poder/autoridad, algunos, cambian de actitudes con respecto a sus cohermanos. Entonces, es porque no hay una claridad formativa en cuanto a la eventualidad futura de asumir el poder/autoridad y por lo tanto, no es asumido desde el evangelio, como servicio, es deseado para aprovecharlo en los intereses personales. Hay una separación en la comprensión de lo que es poder/autoridad y seguimiento a la persona de Jesús. Estas dos facetas son separadas, y el que tiene el poder/autoridad se vuelve “señor” de los hermanos. 2.4 El poder/autoridad y burocracia El contexto del poder/autoridad en la vida religiosa es servicio desde el amor, es un asemejarse al servicio de Jesús. Servir a los hermanos desde el amor, en el caminar de la vida cotidiana e identificar las problemáticas del diario acontecer, dar las posibles soluciones y desde el presente proyectarse hacia el futuro, aportando, motivando, estimulando, guiando con esperanza desde y hacia los horizontes evangélicos siempre novedosos. Es lo que se espera de quienes están al frente de las instituciones religiosas. Pero en un alto porcentaje, este modo de servir desde el poder/autoridad se ha venido asumiendo como una burocracia administrativa con énfasis en lo ejecutivo. Y aunque este modo de gobierno es eficiente en cuanto que alcanza los objetivos que una institución se

62 propone, tiene una serie de contradicciones con un modelo de gobierno de fundamentación evangélica. La burocracia pasa por una serie de mediaciones para consolidar a personas y a grupos. Y ¿cuales son los signos evidentes para que se pueda decir tal afirmación? Veamos cuales son las características del poder/autoridad como burocracia y luego realizaré una confrontación con su similar en la vida religiosa institucional para identificar aquello que no corresponde a esta forma de vida. 2.4.1 El poder/autoridad y burocracia institucional Las instituciones tienen una organización interna que se conforma por puestos jerárquicos, otorgados por designación con funciones precisas: La autoridad nombra al funcionario, con el fin de trabajar específicamente en una asignación: “La dominación burocrática se ofrece en forma más pura allí donde rige con mayor fuerza el principio de nombramiento de los funcionarios”70. De ellos se espera resultados de calidad y por ende satisfactorios. De esto se trata, sino es así no tendría sentido la asignación de un trabajo en una institución: “El principal mérito de la burocracia está en su eficiencia técnica, con el énfasis que pone en la precisión, la rapidez, el control técnico, la continuidad, la discreción, por sus óptimas cuotas de producción”71. Así, por medio de los nombramientos y la asignación de tareas específicas a personas concretas, la cúpula jerárquica presiona a toda la institución y cumple los objetivos institucionales que se propusieron, desde las siguientes pautas: 1) Cada funcionario ejerce la autoridad que le ha sido delegada de acuerdo a reglas generales recibidas por su superior inmediato, aclarándole que ese es su deber y su objetivo inmediato. 2) El funcionario debe colocar su habilidad al servicio de la autoridad superior (incluyendo, especialmente en el caso de altos funcionarios). Es un empleado al servicio de quien está al frente de la institución, para él trabaja. Desde aquí, se deducen deficiencias para el funcionario, son: 1) El funcionario es contratado para un trabajo asignado. Esto es lo relevante para él, cumplir con lo estipulado por la regla para ser digno de confianza por la autoridad superior. Esta precisión en la obediencia se convierte para el funcionario en un fin en sí mismo: “La

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Heinz, Sociología del Poder, 28. Ibid., 202.

63 sumisión a la norma, concebida, en un principio, como un medio, se transforma en un fin en sí (…) La disciplina interpretada como acatamiento a los reglamentos, cualquiera sea la situación, no es considerada como una medida destinada a unos fines específicos, sino que aparece en la vida del burócrata como un valor inmediato”72. Es decir, el que ha recibido un puesto burocrático dentro de una institución, solo le importa la norma, trabajar para quien emite la norma, hacer bien lo que se le asignó y de esa manera da y recibe confianza en el cumplimiento de la misión. Esta labor, cuando se convierte en una constante, lleva a que el funcionario se incline en el formalismo, porque las normas son iguales para todos y de allí no hace nada más. Le importa estar bien con quien representa todas las normas, así la vida de la institución vaya por otro lado. 2) En cuanto que el funcionario debe ejercer sus habilidades al servicio de la autoridad: Este se convierte en un empleado de quien lo ha designado para este oficio y tiende a influir a favor del empleador desde su posición. Toda su disponibilidad está al servicio de quien le da la oportunidad y lo sostiene en el puesto. Se forma una alianza no manifiesta, pero sobre entendida: “Yo le colaboro, y Usted me mantiene allí”. Termina siendo un asistente del empleador. ¿Quienes son los beneficiados en estos dos puntos? La misma institución y el burócrata, pero este último paga un precio. Se beneficia la institución, porque con la obediencia “ciega” del empleado promueve el crecimiento en el orden económico, competitivo, productivo, eficiente y de calidad. Y el burócrata, porque al mantener un alto nivel de eficiencia la institución lo abala por meritocracia para recibir favores específicos, aportes significativos, consideraciones meritorias por su buen rendimiento, como: “promoción por antigüedad, pensiones de retiro, salarios reajustables, etc.”73, alicientes que redundan en beneficio personal, asegurando: Vida laboral estable, solvencia económica, prestigio profesional. Posición deseada para cualquier persona, porque esto es visto como realización de un proyecto de vida exitosa. Pero en realidad es como tener un “cielo” montado sobre estructuras de arena y que además obstaculiza el desarrollo de vivencias significativas en relación a la alteridad con los demás.

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Ibid., 205. Ibid., 206.

64 2.4.2 La carencia del funcionario burócrata En el burócrata, la estricta observancia de la norma, sin atender el fin de esta, va permeabilizando la manera de pensar, de sentir y proyectarse en las relaciones interpersonales con indiferencia y conformismo frente a las problemáticas reales de la comunidad a la cual supuestamente sirve: “El molde de la personalidad del burócrata se forma alrededor de esta norma de lo impersonal, lo que junto con la tendencia a categorizar, originada por el predominio de las normas generales y abstratas, tiende a producir conflictos en los contactos del burócrota con el público”74. El burócrata, hace lo que tiene que hacer, atiende a las necesidades de la comunidad durante el tiempo estipulado y una vez, cumplido su tiempo de trabajo se desprende de cualquier otro deber en función de las personas, porque obviamente terminó el horario de labor. Y esto, con respecto a las necesidades imprevistas del otro, es lo que hace que sea visto como rígido, sin afectividad a las personas que solicitan servicio, desentendido de los objetivos institucionales, desinteresado de la problemática del otro que acude a la institución con el fin de encontrar solución a sus necesidades. Así, el empleado que se mueve por la burocracia lleva a mostrar la imagen de arrogancia, insensibles a las necesidades de la comunidad, pero sumiso al poder/autoridad que lo emplea; y este es el motivo del conflicto entre el funcionario burócrota y usuario, cuando este se siente mal atendido en el servicio. Por eso la burocracia goza de mala fama. Esto es común en los funcionarios públicos, como en instituciones privadas. Este es el precio que paga el burócrata. Vive acomodado en la institución, pero pierde el carisma de servir por convicción, con alegría; pierde libertad en el cumplimiernto de sus responsabilidades, de expresión, de sentir unos valores como suyos. Estas características personales son el resultado del estar impregnado de la institución y el seguir al pie de la letra las indicaciones, hasta hacer caso omiso de la “la fantasia creativa, la capacidad del diálogo, el espíritu crítico, se inflama en el llamamiento a la obediencia, a la sumisión, a la disciplina y el orden”75. Conductas catalogadas como enfermizas por la sociología y la psicología. A este declive llega el burócrata, sin desacreditar su dignidad como persona. Y este es el precio que paga: Se sacrifican los ideales, el carisma, la libertad por el bien económico, asegurándose una buena vida.

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Ibid., 208. Boff, Iglesia: Carisma y poder, 105.

65 Ahora, veamos como interviene esta noción de burocracia en la estructura de poder/autoridad desde el contexto de una institución de vida religiosa. 2.4.3 La Burocracia e institucionalidad religiosa Empecemos por considerar un poco la forma como se accede al poder/autoridad, que generalmente es por votaciones; se eligen candidatos y de entre ellos se elige al superior o jefe, constituyéndose como una autoridad legal. Así lo estipula el derecho canónico: “El superior general de un instituto ha de ser designado por elección canónica, de acuerdo con las constituciones” (CIC. #625)76, esto en cuanto Ministro General de un instituto. Ahora, los institutos religiosos se dividen en provincias y casas. En cada provincia se elige al Ministro Provincial de acuerdo a lo estipulado por las constituciones particulares de cada institución (Cfr. CIC # 625,3). La forma de gobierno en las provincias tienen las características de personal y colegial. Personal, cuando gobierna con su concejo de gobierno, pero la decisión final descansa en el Ministro Provincial (Cfr. CIC. # 699) y, colegial cuando se ejerce a través de los capítulos y órganos de representación de la institución en los cuales la responsabilidad está en ellos. Después de elegir al Ministro Provincial, se elige por votación, un grupo de personas para acompañar al Ministro Provincial, asesorándolo a lo largo de su mandato, este grupo se llama el Consejo Provincial (Cfr. CIC. # 627,1). A cada uno de los integrantes de este grupo se les denomina “consejeros” y son de carácter consultivo y delibarativo, aun así la decisión final está en el Ministro Provincial. En estos, el Ministro Provincial delega puestos de poder/autoridad dentro de la institución, como encargados directos de proyectos de pastoral de misiones, de parroquias, pastoral de formación para religiosos de la misma institución, educación y economía. Cada consejero recibe un presupuesto económico mensual. Los encargados de estos trabajos tienen una función específica, que son a su vez puesto de burocracia. Este mismo gobierno compuesto por el Ministro(a) Provincial y sus consejeros(as) nombra otros mandos medios de jerarquía que van a ser representates del gobieno institucional en puestos diseminados en distintos lugares, con obediencias para desempeñar oficios específicos, como rector de una institución educativa (colegio, universidad), director de una institución asistencial a comunidad en riesgo (ancianato, orfanato), superior de una casa de 76

Código del derecho canónigo. Edición anotada. 5ª edición. Pamplona: Ediciones EUNSA, 1992.

66 formación (seminario), párroco, superior de una casa religiosa, director de un templo de culto, etc. Obviamente se recibe una misión, un trabajo por realizar, pero también unas prerrogativas como es disponer de los medios económicos e institucionales. Ahora, mientras mejor desempeñe sus funciones y mejores resultados obtenga para la institución en general, seguirá ocupando esos puestos, en la misma ciudad o en otra ciudad, un alto cargo de la misma institución, como paga por sus buenos servicios. Mientras mejor desempeñe la obediencia asignada y sean dóciles a la autoridad que les encomienda tal misión, se perpetuarán en ese servicio a lo largo de toda la vida religiosa. Esto es una constante en las instituciones religiosas y que además es un reflejo de la administración burocrática: “Inclinación de los burócratas a llevar a cabo sus tareas administrativas de acuerdo con criterios utilitarios-materiales en servicio de los dominados, hechos felices de esta suerte”77. La burocracia es el nombramiento de funcionarios “eficientes” por el gobierno de turno. En últimas, desde otra perspectiva, esta es una forma burocratica de vivir, de tener acceso a puestos de poder. La burocracia se hace a partir de nombramientos administrativos, y que es común en las instituciones de vida religiosa: “La dominación burocrática se ofrece en la forma más pura allí donde rige con mayor fuerza el principio de nombramiento de los funcionarios”78. Si el hecho de los nombramientos es algo común en las instituciones religiosas, quiere decir que la burocracia es algo normal y aceptado en las mismas comunidades religiosas, lo que hace que el funcionario nombrado para una tarea específica es un servidor de los intereses administrativos de quien obstenta el poder/autoridad a nivel general. El funcionario, si quiere mantenerse en ese puesto debe hacerlo conforme a los intereses administrativos de quien se lo pide, sino lo hace, será relevado de su puesto por otro funcionario. Aquí es donde se establece las similitudes entre el poder/autoridad de la institucionalidad de la vida religiosa y los gobiernos políticos que ejercen la burocracia en la forma más pura. Ahora, la institución religiosa, en relación con las instituciones de carácter no religioso, tiene aspectos en común en lo administrativo, pero también diferencias y estas son las que deben marcar la finalidad.

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Heinz, Sociología del Poder, 31. Ibid., 28

67 2.4.4 Burocracia e identidad institucional Hay un deslinde que marca la diferencia entre una institución que tiene una burocracia interna, aceptada, y una institución de carácter religioso. La diferencia está en que esta última, sirve a objetivos del evangelio y de servicio a las personas y, las instituciones donde hay burocracia interna tienen como fin el lucro. Aunque la institución religiosa debe sostenerse económicamente por sí misma, esta no debe administrarse desde la visión empresarial cuyo objetivo es producir resultados eficientes y ganar dinero; esa es la diferencia. Y es desde aquí donde el poder/autoridad de las instituciones religiosas puede caer en la confusión si no tienen claro sus objetivos, cuyo fin es el anuncio del evangelio, el servicio a las personas, sin ánimo de lucro en algunos aspectos administrativos. Esto es lo que las hace diferentes y por eso, una institución de carácter religioso no debe caer en las mentalidades burocráticas: “Es importante, además, tener clara visión carismática del propio instituto, actualizar, inculturando la espiritualidad de la que es portadora (…) Cada vez se necesita una autoridad espiritual que una ejecutiva”79. Por lo tanto, se necesita del conocimiento de los objetivos institucionales y de la espiritualidad que sustenta los objetivos para no alimentar ni promover mentalidad burocrática según el sistema administrativo de empresas, y con todos los desenlaces negativos que esto trae; porque se privilegia al funcionario, no al religioso, se tienen expertos profesionales, pero religiosos de moral en discordancia con el evangelio. Allí se explican las crisis institucionales, que son las mismas que caracterizan al burócrata: “Hemos dejado de entregarnos, de ser servidores del Reino. Nos hemos convertido en profesionales y funcionarios del evangelio. Es tal el número de actividades, diligencias, compromisos que asumimos que se ha perdido el sentido de nuestra labor. Vivimos tan ocupados en lo que hemos de hacer que nuestros destinatarios apostólicos son los menos favorecidos”80, esto trae como consecuencias en instituciones religiosas con arcas llenas de dinero, pero con bajo nivel de vida pastoral, excelentes profesionales, funcionarios puntuales al servicio de la institución, de un cargo. Por eso tantos fracasos en las instituciones religiosas: Excelentes rectores(as), pero religioso(as) desubicados con respecto al seguimiento de Cristo.

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Congregación para institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. Perfectae Caritatis. Cuarenta años después. Madrid: Publicaciones Claretianas, 2006. 80 Martínez, Fidelidad Creativa, 33.

68 El poder/autoridad que delega funciones representativas debe tener presente en sus cuadros de mando la suficiente madurez religiosa para conciliar lo carismático con lo institucional, que guarden el sano equilibrio, entre lo que está llamado a obedecer en la institución como una respuesta a la voluntad de Dios, sin que esto se convierta en un obstáculo para testimoniar la vida religiosa; que lo institucional no apague la fuerza que impulsa a la continua búsqueda de la realización de una vida en el evangelio, que la institución no se convierta en una burocracia reinante, sino un medio para vivir la fe y del servicio a los demás. La vida burocrática en las instituciones religiosas lleva a fundamentarse en seguridades humanas, caracterizadas por el prestigio, dinero, poder y, que contrasta con aquello que le da identidad a la vida religiosa y es hacerse plenamente conforme a Cristo obediente (cfr. LG. #42), modelo de desprendimiento que no tuvo donde recostar la cabeza (Lc.9,58b). Si existe burocracia en las instituciones religiosas, que sea utilizada para llevar el mensaje del evangelio y servir a las personas en la formación para que lleguen al conocimiento de su dignidad e integridad y alcancen la realización, a la medida del “hombre perfecto” que es Cristo Jesús (Ef.4,13). El poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa debe tener la característica evangélica y, debe valerse de las ciencias humanas para una mejor administración: “(…) la autoridad es motor que pide a otros ser motores también. Su oficio, efectivamente, es promover en todos un dinamismo portador de la visión evangélica”81. En consecuencia, el o las religosas(os) que tienen un trabajo significativo en la institución, quienes desempeñan una misión en un puesto confiado debe cuidarse de no caer en la burocracia para no terminar siendo un burócrata, porque tarde o temprano la vida le hará ver cuál es la identidad de su misma vida: Un religioso(a) seguidor de Jesús o un empleado burócrata, que ha recibido el pago por sus servicios por el amo de este mundo: El dinero. Los anteriores temas son maneras distorsionadas de entender la autoridad como servicio y de una u otra forma se convierten en un problema para aquellos que les corresponde mandar como obedecer, como también para aquellos que la perciben como servicio, pero ven y la experiementan en la práctica con otra realidad que desdice de ella por no ser evangélica.

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Ibid., 207.

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3. El poder/autoridad como representación de Jesús Esta parte de la investigación trata de la actualización del mensaje desde lo que dice el texto, a fin de iluminar la realidad problemática. Es lo que corresponde en el método al análisis prágmático o actualizante con su consecuente aplicación a la realidad. Los presupuestos que iluminan esta parte se retoman desde Lc.22,24-27 que fundamentan los siguientes temas: La comunidad organizada a nivel religioso institucional requiere de la autoridad para orientar y guiar y quien la presida se constituye como poder/autoridad. Así como Jesús se dirigió a los apóstoles, se sigue dirigiendo a la comunidad hoy y presenta el modo de ejercer el poder en la comunidad de fe: Pide que el mayor sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. El que sirve a los hermanos desde la autoridad debe tomar conciencia de su misión, como discípulo que aprende del Maestro: “Para Jesús, en su vida y en su mensaje, la autoridad es esencialmente diakonía, es decir, servicio humilde de amor. Jesús tiene clara conciencia de que él es y ejerce la autoridad en vivo contraste con las formas existentes, hasta ese momento, en el mundo de los hombres”82. Desde este punto de referencia, la autoridad en las instituciones religiosas, está llamada a representar a Jesús como buen pastor, que ama a los hermanos a él confiados. Y desde el servicio posibilitar el diálogo, el encuentro fraterno, la comunión, el respeto, la delicadeza, el perdón, la acogida fraterna, la sinceridad. El pastor en la comunidad de hermanos ha de realizar esta misión en el amor, que es el bien-querer al otro, explicitación de la autoridad como servicio. Los documentos de la Iglesia son persistentes en este aspecto: “La autoridad es siempre evangélicamente un servicio”83. También: “Los superiores, por su parte, (…) ejerzan su autoridad con espíritu de servicio a sus hermanos, de suerte que expresen la caridad con

82 83

Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 38. Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #49.

70 que Dios los ama”84. Con apreciaciones enfáticas como: “Ejerzan los Superiores con espíritu de servicio la potestad que han recibido de Dios (…)” (cfr. CIC. #618). Se muestra así en varios documentos del magisterio de la Iglesia, la preocupación constante de la autoridad como servicio en la vida institucional. Como doctrina, está clara la línea evangélica en que ésta se entiende y, hay un empeño en la reflexión, pero otra es la realidad; y es que en la realidad se presenta un divorcio entre el decir y el actuar, entre la teoría y la práctica, lo que lleva a que este oficio sea apreciado con escepticismo. Otro documento exhorta en esa misma línea: “(…) se insiste en que la autoridad del superior religioso (…) debe caracterizarse por el espíritu de servicio, a ejemplo de Cristo „que no ha venido a ser servido sino a servir‟ (Mc.10,45”85. Otro: “Ejercer la autoridad en medio de los hermanos significa servirles a ejemplo de „Aquel que ha dado su vida en rescate por muchos‟ (Mc.10,45), para que también estos den su vida”86. Esto indica el modo de ejercer la autoridad en la vida religiosa. Todos los documentos citados expresan esa preocupación por iluminar evangélicamente la autoridad como servicio. El poder como servicio implica cercanía en el amor hacia los dirigidos, lo cual es asumir el ser pastor desde el evangelio: “Apacentad la grey de Dios que os esta encomendada (…) no forzados, sino de corazón (…) siendo modelos de la grey” (1Pe.5,2-3), es decir, con buena voluntad. Si así no es, termina siendo un poder rígido, encargado de exaltar las leyes jurídicas, el orden y, por consiguiente las personas quedan en un segundo plano. La enseñanza del mismo Señor Jesús, servidor por excelencia, es que el mayor o jefe ha de ser servidor de la comunidad, sin pretensiones de poder o dominio sobre los demás: “(…) el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). 3.1 El amor: Fundamento de la autoridad El amor está a la base del ejercicio de la autoridad: Es el amor a la obediencia recibida, a la persona y palabras del mismo Señor Jesús (Jn.14,23); amor a la vocación religiosa, a la misión asignada, a los hermanos(as) de comunidad confiados a la autoridad. Desde allí nace el sentido de pertenencia no solo a la Iglesia sino también a la institución religiosa. Sin estos elementos, la autoridad será según los criterios del mundo, en donde el otro es 84

Documentos del Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Madrid: Ediciones BAC., 1968. Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. El Servicio de la Autoridad y la Obediencia. Bogotá: Ediciones Paulinas, 2008. 86 Ibid., #17. 85

71 utilizado como un medio para los fines e intereses personales y en algunas veces institucionales, es decir para que proporcione ganancia y utilidad. Es la instrumentalización del otro, y esta posición se encuentra en el lado opuesto de la autoridad desde el evangelio. El mandamiento del amor es el distintivo de todos los cristianos: “Os doy un mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros” (Jn.13,34), y este amor a ejemplo de Cristo, es entrega por los hermanos, posibilitar los medios para que el otro sea lo que está llamado a ser como persona: “Gobernar cristianamente es amar, porque es buscar y procurar eficazmente no solo el bien, sino lo mejor para cada persona”87; gobernar desde el evangelio es procurar que los hermanos cambien de lo bueno a lo mejor en cuanto a ofrecer horizontes de referencia humanos y cristianos que posibiliten una mejor calidad de vida. El amor es determinante desde la autoridad. Si no hay amor, aparece la fragilidad humana, la persona se hace servir, se muestra como el protagonista, se hace inflexible, no cumple la misión de la autoridad como servicio porque no manifiesta el amor de Dios en su vida. Pero ¿Cómo ha de proyectar el amor de Dios aquel que es autoridad en la comunidad? ¿Cómo ha de manifestar este servicio a los hermanos? Exige la calidad humana a partir de actitudes concretas correspondientes al hecho mismo del amor y sus contextos afines: “El amor es respeto, educación, cortesía, paciencia, comprensión, servicialidad, entrega, donación de sí mismo, búsqueda sincera del bien de los demás, calor humano, fidelidad (…) es sobre todo confianza. La confianza es el lenguaje más inequívoco del amor”88. Quien gobierna necesita formarse en estos aspectos, prepararse para tener buena calidad en las relaciones interpersonales. Necesita tomar conciencia de lo que significa cada uno de estos temas, ya que el oficio requiere del trato continuo con los dirigidos y desde el cultivo de la empatía, colocarse en la situación de cada uno. Así se hace práctico, a partir de una base evangélica. La práctica de estas virtudes viene por la formación en la fe, del seguimiento al Señor Jesús llevando a cabo valores concretos sobre el amor al prójimo: “Por tanto, cuanto queraís que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos (…)” (Mt.7,12). Estamos todos llamados a practicarlo como norma de valor moral. Esto puede adoptarse como una metodología concreta, desde la fe para superar el egoísmo, la vanidad, el sentirse superior a

87 88

Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45. Ibid., 46.

72 los otros. Así como Jesús el Señor, se dio en servicio como auto-donación o auto-entrega por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados, también coloca a consideración este ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores, como punto fundamental que ilumina el poder como servicio. Hay elementos que pueden venir de fundamentos diferentes al evangelio, pero elementos como servicio, amor, donación de sí mismo -entre otros- necesitan estar impregnados de un gran sentido de amor a Dios, porque es Dios que nos ha amado primero y, sintiéndose amado es como se ama al prójimo. 3.2 La autoridad como servicio humilde “El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El servicio implica ponerse en función de los demás, dejar de pensar en sí mismo por cuidar al otro con respecto al bien. Esto requiere colocarse en movimiento descendiente, dejar el “status” de prestigio y revestirse de la humildad, hasta llegar a “lavar los píes de los hermanos”. Es hacer el desplazamiento desde la posición elevada al oficio humilde, es descender de lo alto hasta llegar cerca de la tierra en razón del otro, es realizar un camino descendente a ejemplo de Jesús, que siendo de condición divina, se anonadó, humillándose hasta la muerte en la cruz, como el que sirve (Flp.2,6-7). Igualmente, desde la realidad de la vida humana y a ejemplo de Jesús, se es humilde cuando hay sencillez, abnegación, obediencia a la Palabra de Dios, moderación del orgullo, sin pretensiones de prestigio o superior frente a los demás. Simplemente uno más entre los hermanos: “La autoridad es paciente, tolerante, servicial. El superior ha de evitar ser intransigente, la autoridad no se argumenta, no se impone (…). Se esfuerza por una conversión que le permita salir de sí, despojarse de todo prejuicio y eliminar el egoísmo”89. Los servicios humildes son reservados a personas sencillas, al “menor”. Hacer este movimiento descendente requiere una sana psicología, madurez personal y religiosa de modo que no vaya a tener complejos de sentirse envilecido o que está renunciando a la dignidad personal en razón de este oficio. La humildad no está relacionada con sentirse inferior, eso es un complejo de inferioridad, que es sentirse menos que los demás en razón de una subvaloración personal de jerarquía, inteligencia, posición social o económica, raza o belleza física. La humildad que se muestra por no tener estas prerrogativas es formalismo, una insana sumisión, un servilismo, pobreza personal, que en algunos casos, con la menor oportunidad de ser autoridad, la persona cambia totalmente en sus relaciones con los demás 89

Martínez, Fidelidad Creativa, 79.

73 y compensa lo que cree le hace falta, tornándose autoritario y creyendo que eso es seguridad en sí mismo, reclamando afecto y el respeto por derecho, cuando es algo que se gana por la calidad humana. El poder y el complejo de inferioridad son elementos en la misma persona que le lleva a una desestabilización emocional: “(…) en todas sus formas, el autoritarismo obedece a un verdadero complejo de inferioridad y revela una real inseguridad interior (…)”90. La necesidad de acentuar rígidamente la autoridad, sus opiniones y criterios sin dar apertura a otras opciones es porque desconfía de sus razones, de su capacidad y no admite la crítica, es intolerante: “Los débiles son casi siempre autoritarios, mientras que los fuertes y seguros de sí mismos dejan mayor libertad a los otros”91. Por eso, quienes están llamados a ejercer la autoridad deben ser personas sanas en su mente y en su psicología. La humildad es un modo de ser en relación con Dios y las personas. De frente a Dios reconociendolo como el Hacedor y fuente de todo bien que llama a caminar por sus sendas: “Buscad a Yahvé, vosotros humildes de la tierra, que cumplís sus mandatos (…)” (Sof.2,3). Con respecto a los demás, cuando se muestra libre de todo orgullo y autosuficiencia, teniendo a los otros en alta estima, hasta considerarlos superiores a sí mismo (Flp.2,3), sin que esto le signifique un sacrificio extenuante. Entendiendo el gobierno como servicio desde la fe, necesariamente debe involucrarce en la virtud de la humildad a ejemplo de aquel que siendo de “condición divina no codició el ser igual a Dios” (Flp.2,6) y como él, abajarse desde el poder hasta hacerse el siervo: “(…) las responsabilidades propias de la autoridad (…) requiere la humildad de hacerse siervo o sierva de los otros (…) El que en el propio oficio busca un medio para hacerse notar o afirmarse, para hacerse servir o esclavisar, se pone abiertamente fuera del modelo evangélico de autoridad”92. Desde el ejemplo de Jesús deberá renovar su forma de entender el poder como servicio: Humilde en su apariencia, humilde en sus mandatos, humilde en sus palabras cuando exhorta, cuando amonesta, cuando acompaña, cuando comparte con los otros, fomentando la conciliación antes que las discordias. El superior(a) de la comunidad religiosa, desde esta connotación, buscará no abusar del poder, reconocerá que no siempre tiene la razón, no se creerá imprescindible, tendrá 90

Ibid., 87. Ibid., 88. 92 Ibid., 54. 91

74 apertura al diálogo, será dócil a la voluntad de Dios, escuchará la Palabra de Dios y ha de celebrar los sacramentos. Y si tiene que decidir, lo hará desde este contexto, valorando los aportes o puntos de vista de sus hermanos. Este obrar es diferente porque respeta, concilia, no impone, dialoga, contrario al arrogante, el que no acepta opiniones sobre un tema, que cree que lo puede todo, colocándose por encima de los demás. Esta son características de quienes tienen poder pero desconocen la virtud de la humildad. 3.2.1 El otro como persona La sagrada Biblia, presenta al hombre como imagen de Dios: Dotado de razón e inteligencia que lo hace diferente entre lo seres de la naturaleza, credado para ser libre ante las opciones de vida. Con capacidad de amar y conocer al Creador del universo, con gran vocación de socialización con sus semejantes y con los demás seres de la creación: “En esta característica fundamental del hombre, está el fundamento de la dignidad humana sin distinción de razas y pueblos. Todo hombre, por ser imagen de Dios, es objeto de derechos y deberes, que han de ser tenidos encuenta por todos sus semejantes”93. Desde el reconocimiento de este contexto de fe, quien es autoridad en una institución religiosa está llamado a valorar al otro como imagen de Dios, en todas las dimensiones existenciales de la persona: En lo afectivo, cultural, sexual, espiritual, intelectual, social, laboral, en los criterios, entre otras. Hoy, desde la legislación civil se reconocen los derechos y los deberes de las personas, los cuales deben ser respetados en cuanto que aseguran el bien personal y comunitario. Y la forma común de conceder importancia a estos deberes y derechos es dar y pedir para si, el reconocimiento de la dignidad de las personas. En la vida religiosa, desde una posición de autoridad, al margen del contexto de fe, se puede llegar a negar el reconocimiento de la dignidad y los derechos de las personas cuando se opta por salvaguardar la “institucionalidad”, la tradicción, la ley, cuando se valora al otro de acuerdo a la jerarquía, o por el conocimiento o el poder que tiene. Y cuando se se le da prioridad a lo material se relega a la persona, esta se siente subvalorada dentro de la institución. Por eso, la autoridad ha caído en duda, porque hace privilegiar lo secundario y desplaza lo esencial: “El deseo de una comunión más profunda entre los miembros y la reacción comprensible hacia estructuras consideradas demasiado

93

Martínez, Sierra. Alejandro. Antropología teológica fundamental. Serie Manuales de Teología. Madrid: Ediciones BAC., 2002.

75 autoritarias y rígidas, ha llevado a no comprender en todo su alcance la misión de la autoridad, hasta el punto de ser considerada por algunos, incluso, como no necesaria para la vida de la comunidad”94. El abuso de autoridad en la vida institucional han hecho que se deje de confiar en ella y se analice que ejercida así es más un obstáculo que un medio para servir a la fraternidad, porque es utilizada, algunas veces, para dividir más que para unir, para privilegiar a algunos y marginar a otros, para el autoritarismo más que para el servicio. Por ejemplo, con el superior(a) Provincial de turno con respecto a un integrante de la comunidad que entra en confrontación con él o ella y para evadir esta situación, abusa de su poder pidiéndole se retire de la institución y presiona por medios institucionales para llevar a cabo sus intenciones, sin tener encuenta la legítima defensa, el tiempo de profesión, los servicios prestados a la comunidad y a la iglesia. Además favorece este ambiente, creando desinformación del tema, mancillando el nombre y la fama de la persona en cuanto que se da una información que obedezca a los intereses de quien gobierna. En esto se muestra que la persona es tratada como un objeto, es manipulada de acuerdo al subjetivismo de quien gobierna. El reconocimiento del otro como imagen de Dios lleva a valorar la persona y expresarle con las palabras y los hechos una estima digna: “La autoridad está llamada a promover la dignidad de la persona, prestando atención a cada uno de los miembros de la comunidad y a su camino de crecimiento, haciendo a cada uno el don de la propia estima y la propia consideración positiva, (…)”95. Y desde la autoridad, decir que hay que respetar al otro como persona es renunciar a la posibilidad de beneficarse o servirse de él o ella y colocar los medios que se tienen al servicio de la persona. Son las personas las que hacen la institución (Cfr. GS. #25) y estas existen por ellas y para ellas. Toda institución tiene su fin en el servicio a las personas. El fin no son los edificios, las cosas materiales, las leyes, el horario, la disciplina, sino las personas. Desde este contexto, quienes representan la autoridad en la vida religiosa han de tener en alta estima a los integrantes de la institución, propiciar todos los medios posibles para que crezcan en su dignidad, en su auto-estima, en su bien integral mediante la formación, salud, bienestar digno, obviamente sin opulencias, con correspondencia a una espiritualidad, para que puedan igualmente servir mejor a la

94 95

Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #48. Congregación para los Institutos, El Servicio de la Autoridad y la Obediencia, #13c.

76 comunidad. Para esto requiere de una formación en la antropología cristiana, en donde el “otro” se concibe digno de todo respeto y consideración como el que tiene el poder/autoridad. Lo único que los diferencia de momento es un puesto en ejercicio y aún así desde la fe cristiana ha de asemejarse a Cristo, como Pastor que solo le importa el cuidado de su rebaño, específicamente a las religiosas y religiosos. Estos aspectos temáticos se entienden desde el contexto de vivencia de la fe cristiana, desde una escuela de fe con procesos y etapas asumidas en calidad de disicípulo que sigue al maestro. 3.2.2 Madurez cristiana Se entiende por madurez cristiana una estructuración e integración de la personalidad en valores religiosos a partir del seguimiento a Cristo. Desde esta base entrar al cambio de vida entendido como conversión moral: Renovación de la mente, de criterios, de convicciones, de manera de pensar, de asumir compromisos de fe a nivel personal y comunitario. La madurez cristiana es un proceso de la vida con sus difererentes etapas, con el fin de llegar a “revestirse del Hombre Nuevo, creado según Dios” (Ef.4,24). La madurez viene de la vivencia de valores en la vida personal, como la fe en Jesús el Señor, el amor, la bondad, la compasión, el perdón (Ef.4,32). La vida religiosa presenta los medios adecuados para que quienes hacen parte de sus instituciones alcancen la madurez desde la formación humana y cristiana. En cuanto a la formación cristiana: La celebración de los sacramentos, oración comunitaria, meditación de los documentos legislativos de cada institución, trabajo pastoral, vida fraterna, disciplina interna, práctica de los votos, espiritualidad del fundador, contacto con las personas, el testimonio de la fe, formación académica, retiros mensuales y anuales. En todos estos elementos hay una continua referencia al evangelio, a la persona de Jesús, al seguimiento; la reseña continua sobre estos elementos se convierten en un medio para modelar la personalidad en sus diversas dimensiones como: El perfil psicologico, lo moral, la identidad sexual, la dimensión afectiva, la ética, el trabajo. Todo está pensado en torno a los valores que el evangelio propone, con el fin de remitirse al seguimiento de Cristo como primer objetivo de la vida institucional: “Como quiera que la norma última de la vida religiosa es el seguimiento de Cristo total como se propone en el evangelio, ésa ha de tenerse por todos

77 los institutos como regla suprema”96. Ahora, la madurez cristiana se da en el religioso(a) cuando la persona ha tenido la buena voluntad de dejarse modelar desde estos elementos, porque casos hay que esto haya sido de escasa influencia en el perfil personal de integrantes en institutos religiosos. Por tanto, quien ejerce el poder/autoridad en la vida institucional religiosa es una persona que se supone, tiene claro su proyecto personal de vida, formado en valores de vida de cristiana, con una identidad definida como discípulo en seguimiento. La connotación de “seguimiento” va más allá de cumplir unas determinadas reglas preceptuales, es conformar la propia vida personal a la vida de Cristo: “(…) la fe cristiana consiste esencialmente en creer en una persona, que es Jesús mismo. Lo que comporta adherirse a él, comprometerse con él, vivir en relación a él y para él”97, por lo tanto, el seguimiento se especifica en una identidad de vida relacionada con la vida del mismo Jesús, que se ha hecho el menor de todos, el siervo de todos para salvarnos. Este seguimiento implica la negación al mundo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame” (Mt 16,24), y una actitud de obediencia a la doctrina evangélica. La vida de quien es autoridad en una institución de vida religiosa debe estar centrada en el seguimiento a Jesucristo, el cual es presentado por el Evangelio en la Iglesia, este seguimiento es hacerse testigo vivo, de carne y hueso en la vida y pobreza de Jesucristo pobre y humilde. Sin embargo, la realidad tiende a tergiversarse en cuanto a la forma de entender y percibir el poder/autoridad como servicio en las instituciones de vida religiosa, así: El poder es utilizado para obstaculizar un desarrollo positivo a favor de las personas. Para colocarse autoritariamente por encima de los demás como instancia suprema. Se utiliza para manipular, para favorecer a los amigos personales y acrecentar el ego. Otra de las muchas maneras es conformando desde el poder/autoridad una buroracia, en la que un grupo de amigos se sostienen entre sí, fundamentados en relaciones de carácter profesional, productivo, pero que se desentienden cuando ya no respoden a las expectativas. 3.3 Propuesta Propongo los siguientes puntos a continuación para ayudar a solucionar algunas distorsiones, descritos en los diversos contextos del ejercicio del poder/autoridad, a partir 96 97

Documentos del Vaticano, PC. # 2. Castillo, José María. El seguimiento de Jesús. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005.

78 del contenido de fe cuyo punto de partida es la enseñanza de Jesús el Señor y el llamado de asumir el poder como servicio. En esta parte de la investigación, se sugiere la parte práctica u operativa en cuanto a dar las instrucciones para llevar el cambio de ideas y conducta con respecto al perfil evangélico de asumir el poder/autoridad como servicio. 3.3.1 Madurez de vida personal Para asumir la autoridad, no solo se requiere identidad cristiana, sino también madurez personal. Hablar de madurez de vida personal es complejo debido a los múltiples temas que abordan al fenómeno “hombre”; así lo dicen los psicólogos dedicados al hablar de madurez. Se puede ser maduro en un aspecto, pero falto de madurez en otros. Por eso se requiere especificacar el tipo de madurez, porque son múltiples las facetas humanas de madurez. Se ha dicho que para ser líder de un grupo se requiere de madurez de vida personal, la cual se especifica en elementos como el sentido de justicia, capacidad de compromiso, con personalidad definida, de convicciones religiosas, capaz de sacrificio personal, de coherencia en la vida, es alguien que se sitúa ante la vida con un porte original: “Los criterios sociales que denotan la madurez de una persona serían a simple vista: Modo de asumir los acontecimientos, apertura a la experiencia, amplios intereses y preocupaciones, sentido de crecimiento personal y continuo, metas, propósitos, proyecto vital, autonomía e interdependencia”98. Los anteriores elementos se suponen en una persona que esté en una perseverante búsqueda de contenidos que faciliten el desarrollo de la personalidad a fin integrar las múltiples facetas de lo humano: “El concepto de integración significa esencialmente unidad funcional (…) armonía en el interior de la personalidad del individuo: armonía entre deseos, tendencias, pensamientos, ambiciones y propósitos, entre mentalidad y comportamiento”99. Una vida realizada por este camino facilita la experiencia de la realización personal: “La persona que funciona integramente, sinónimo de persona madura, sin equivalente a persona feliz (…) llega así a una vida plena que constituye una vida plena, no un destino”100. Obviamente esto incluye los procesos de trabajo paciente consigo mismo, donde se ha tomado conciencia de las cualidades negativas como de las

98

Ibid., 832. Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 1127. 100 Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral, 834. 99

79 positivas y desde las cuales se hace discernimiento para sacar las enseñanzas formativas sobre el estado de una personalidad. Con respecto a la madurez personal de quien obstenta el poder/autoridad en las instituciones religiosas, se debe tener presente otros aspectos: “Que tenga una percepción más adecuada de la realidad. Espontaneidad y sencillez, sentimientos de comunidad, Concentración en los problemas. Estructura democrática del carácter. Capacidad de diferenciar entre medios y fines. Sentido del humor. Creatividad”101. Selecciono estos elementos, entre varios aspectos, como los determinantes en la madurez humana y en el perfil personal de quien está llamado a desempeñar una función de superior mayor regional. Esto influye positivamente en los dirigidos porque se sienten acogidos y dignamente liderados en el cumplimiento de los objetivos institucionales. 3.3.2 Percepción clara de la realidad Al superior institucional mayor le corresponde la jurisdicción de una comunidad provincial. Debe decidir sobre ella, asesorado del equipo de gobierno. Para tomar decisiones pertinentes debe por consiguiente conocer la realidad de las comunidades locales, sus circunstancias vitales, como: Personas disponibles, preparación, capacidades, proyectos de trabajo y su realización, los presupuestos económicos, hechos, lugares, los intereses manifiestos y ocultos que se tejen en las relaciones interpersonales de los miembros de la comunidad, estados de ánimo en los perfiles personales, causas y efectos, posibles reaciones de los implicados, todo esto de una forma aproximativa para ser pertinentes en la respuesta. Debe ser un pastor a ejemplo de Jesús el Señor, como también alguien formado académicamente con elementos de análisis para abordar la realidad. Necesita tener “criterios de peso”, es decir que haya razones considerables por las cuales realiza tal decision: “La palabra criterio significa juicio, discernimiento (…) o medida que permite conocer la verdad y distinguir entre dos o más alternativas”102. El discernimiento ayuda a ser objetivo, claro en las apreciaciones, sin alterar ni subvalorar acontecimientos, de modo que cuando decida sobre obediencias, trabajos, personas, proyectos, las decisiones respondan a la eficacia de la situación, es decir, que sea pertinente. Cuando decida sobre lo

101

Ibid., 832. Fuentes M., Antonio. Aprender a Madurar. Un reto para el hombre de hoy. Madrid: ediciones Rialp, S.A., 2006. 102

80 que tiene que decidir, las decisiones tengan una sustentación en la realidad y no a suceptibilidades que llevan a pérdida de dinero, trabajo, sacrificios, tiempo: “Ser veraz obliga a ir con la verdad por delante, sin camuflarla por ocultos intereses, rectificando cuando por negligencia se ha podido causar daño”103. Tener apreciación clara de la realidad es sujetarse a ella, abordarla desde la reflexión, y esto exige que sea sano emocional y mentalmente, libre de apasionamientos, subjetivismos e ideologías. Tener percepción clara de la realidad tiene que ver con no dejarse ilusionar por el poder, con las muchas suceptibilidades que entorpecen una percepción objetiva, teniendo presente, además que es una misión por un tiempo determinado y que es a modo de servicio, sin creer que es dueño de las personas a los cuales siente la tentación de irrespetar, como por ejemplo: “Intimidar a los contestatarios, echar mano de represalias contra los rebeldes, aislar al que resulta crítico, gratificar a los sumisos, practicar el amiguismo, rendirse ante los fuertes, compensarse con los débiles, reducir al mínimo el ámbito de la libertad (…) todo esto con el afán de concentrar todo el poder y dominio”104. Una persona así tiene los criterios influenciados por el egoísmo, la desconfianza, la sospecha y no tiene la capacidad para diferenciar hasta donde le está permitido llegar. Tener percepción clara de la realidad es ubicarse en el puesto que le corresponde, con paz en el corazón y desde allí, sentirse discípulo del único Maestro, Jesús el Señor, y hermano entre los hermanos, sin pretensiones de grandeza. 3.3.3 Espontaneidad y sencillez El superior(a) regional mayor es investido de autoridad y representa una posición de dignidad por lo cual se le debe conceder atención y respeto. Hay unas designaciones para referirse a él o ella: Ministro Provincial, Madre Provincial, Madre Ministra, Padre Ministro. Estas designaciones incluyen también una actitud de cultura y delicadeza de modales hacia ellos, los cuales se les reconce por la dignidad que representan. Sin embargo hay quienes hacen excesivas consideraciones a estos aspectos, como también, quienes las piden para sí, aun entre los suyos, entrando en situaciones de solemnidad en el trato interpersonal y que lleva a la prevención, al distanciamiento por formalismos psicorígidos, susceptibles al que

103

Ibid., 182. Aláiz, Atilano. ¿Son libres los religiosos? La libertad, don y tarea. Madrid: Publicaciones Claretianas, 1988. 104

81 dirán. Aunque la espontaneidad y la sencillez no son virtudes esenciales para asmir el poder/autoridad, la vivencia de estas favorece para sentirse libre de los reconocimientos de gran señor, de reconocimientos de prestigio, de títulos. La espontaneidad y la sencillez entran en el contexto de la humildad que se caracteriza por la ausencia de todo tipo de exaltaciones humanas: “La humildad huye del formalismo farisaico y de las autosuficiencias orgullosas; del servilismo pordiosero, esnobista, simbiótico, pegajoso, y de todas las exaltaciones despóticas (…)”105. Además, la sencillez hace que la persona no esté atada a costumbres que no son esenciales para una vida feliz. 3.3.4 Sentimientos de comunidad El bautizado y discípulo de Jesús, el Señor, percibe y siente a los demás como hermanos, cuyos vínculos están fundamentados en el amor: “(…) amémonos unos a otros según el mandamiento que [Jesús] nos dio” (1Jn.3,23). Este es el distintivo de todo aquel que haga parte de la gran familia cristiana y con mayor énfasis, debe caracterizar a los integrantes de una institución religiosa ya que comparten la misma espiritualidad del fundador(a) y la cotidianidad de vida, por eso el amor debe estar en la base de las relaciones fraternas: “Hacedlo todo con amor” (1Cor.16,14). La vivencia del amor a ejemplo de Jesús que “nos amó primero” (1Jn.4,19) se convierte en el primer vínculo para vivir en comunidad. Ahora, si es el amor hacia el prójimo, hacia los demás, entonces se trata al otro como persona, como si fuera otro “yo mismo”, que da y pide para sí el reconocimiento de la dignidad personal. Esto es lo que permite la comunión en la familia institucional. Por lo tanto el que está alfrente de la institución, como todos los dirigidos, deben amarse como hermanos de una misma familia y expresarlo con sentimientos propios de la espiritualidad del amor: “Para favorecer la comunión de espíritus y de corazón (…), es útil (…) cultivar las cualidades requeridas en toda relación humana: educación, amabilidad, sinceridad, control de sí, delicadeza, sentido del humor, el espíritu de participación (…) la alegre sencillez, la capacidad del diálogo, la adhesión sincera a una benéfica disciplina”106. Por lo tanto es apenas lógico que la autoridad promueva, cultive, y cuide este amor en la comunidad con sentimientos y actitudes que son propias de la vida de familia: Sentido de pertenencia, comunión, trabajo, el compartir, dialogo, reconciliación, comprender la

105 106

Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 914. Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, # 27.

82 situación del o de los otros, celebración de los eventos de la vida de la familia, como aniversarios, triunfos, recrearse en comunidad sanamente. Estos aspectos identifican los sentimientos de comunidad. 3.3.5 Concentración en los problemas Toda obra requiere dedicación, tiempo, trabajo y hasta dinero para sacarla adelante. Ahora, dedicar esfuerzos y sacrificios personales tiene que ver a su vez, con el asumir compromisos pertinentes en orden la realización de proyectos, deja ver que es un signo de personalidades maduras. Por lo tanto, en este orden, la autoridad debe asumir las dificultades que tiene dedicando tiempo, esfuerzos, adoptando actitudes estratégicas en el tiempo: “(…) no puede ser rígida, inflexible o dura. Pero tampoco puede ser débil, complaciente o cabarde. Tiene que ser delicada y respetuosa, pero también firme y coherente, sin dejarse intimidar por voces altaneras y sin abdicar nunca de su propia responsabilidad”107. Es obvio que cada una de las partes anteriores requiere de dedicación, tiempo, disciplina, pues difícilmente se aplican todas en un solo tiempo. En las instituciones de vida religiosas, en algunas ocasiones, hay situaciones complejas que indican corrupción, abuso de poder, escándalos morales, y quien puede cambiar las situaciones no lo hace por evitar fricciones y dificultades con los implicados, posponiendo la solución a las autoridades que lo reemplazarán en el futuro, es decir evade, pospone por no enfrentar la realidad conflictiva. En otras palabras, no soluciona y por tanto hace que el problema continue y se prolongue. Una autoridad debe ser conciente de su papel, de su responsabilidad y aunque estas intimidan, precisamente debe dejarse ayudar del grupo asesor, “ocuparlo” en cuanto a dar soluciones desde diversas perspectivas y tomar tales decisiones. Pero ante todo asumir los retos y dar respuestas a las necesidades apremiantes con disciplina, dedicación y eficiencia. 3.3.6 Estructura democrática Quien obstenta el poder/autoridad debe ser un líder conciliador y persuasivo para que cuando de una orden, el que obedece se sienta incluido en las razones por la cual obedece. Quien manda debe contar con la buena voluntad de quien obedece, y para esto debe ganársela por la vía de la conciliación. Por lo tanto, debe evitar en lo posible la imposición

107

Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45.

83 por medio de la invitación a los otros. El líder conciliador hace que: “Todas las normas que se adoptan han sido previamente discutidas, en forma amistosa, bajo su dirección, y es él quien se encarga de que las decisiones sean aceptadas colectivamente por el grupo”108. La autoridad/poder que se preocupa por suscitar la conciliación, por dar confianza al grupo que dirige, hace que este se sienta acompañado, no dominado. Los efectos positivos son la colaboración, la eficacia, el sentido de pertenencia a la institución, al grupo, la convicción de compromiso por una responsabilidad asignada sin que esté mediada por intereses económicos. Con estos elementos, la autoridad promueve la comunión, potencializa a otros en el compartir responsabilidades, alcanzar logros institucionales y por tanto no se cree imprescindible en la institución, deja que otros actuen, respetando los límites que a cada uno le corresponde. Unir voluntades para un fin institucional es propio de los líderes carismáticos. Desde esa labor influye para que haya una respuesta positiva a la obediencia y esta no sea vista como una imposición, porque quien obedece sabe que obedece a proyectos comunitarios y no al capricho de una persona: “Gobierno y comunidad no son dos realidades independientes entre sí o simplemente paralelas. Son dos dimensiones complementarias e integrantes de la misma realidad”109. Así, se supone sería ejercer la autoridad, fomentando la sumisión voluntaria, dejando al otro la cooperación con obediencia activa y responsable: “(…) se promueve de verdad a una obediencia (…) cuando se hace intervenir eficazmente a la persona interesada en todo el proceso de búsqueda, de discernimiento y de decisión”110. Y es obvio que se requiere del diálogo, del intercambio de padeceres, de respeto por la posición diferente, de la conciliación y algunas veces llegar a la negociación. La participación comunitaria incluye la madurez personal, confianza, excluye, además, todo deseo de protagosnismo y autoritarismo. 3.3.6.1 Diferenciar entre medios y fines La institución y todos sus recursos son medios que el mismo hombre en su vida social ha creado para servirse y ayudarse de ellos. Las instituciones están en función de la persona, este es el fin de toda institución humana. El fin es la promoción de la persona humana para

108

Fingerman, Relaciones humanas, 154. Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 76. 110 Ibid., 102. 109

84 que llegue a la realización de una vida digna: “Porque el principio, el sujeto, y el fin de todas las intituciones sociales es y debe ser la persona humana (…)”111. En la iglesia, las instituciones religiosas vienen haciendo énfasis en rescatar la dignidad de sus integrantes, en cuanto a la promoción desde la educación y del crecimiento en las dimensiones humanas: Condiciones positivas de la personalidad, capacidad de relacionarse bien con los otros; aspectos básicos de las relaciones humanas; solidaridad con los pobres, identidad con la espiritualidad del fundador. Los medios tales como: Construcciones materiales, plantas físicas, obras pastorales, reglamentos, leyes, economía, derecho canónico, todos estos elementos están referidos al servicio de las personas. La fortaleza de la institución

reside en las personas, en la promoción del sentido existencial de sus

miembros. Pero, aun así hay secuelas de una pseuda humildad como herencia de una espiritualidad de la negación de sí mismo, que obstaculizan este fin: “Sin embargo, hay que reconocer que todavía hoy, en muchos casos, sigue habiendo una clara subordinación de la persona, de su plena realización humana y espiritual a otros valores, y a otras realidades”112 y por eso muchos son los que subvaloran la dignidad de las personas, dándole prioridad a las cosas materiales. En muchas ocasiones el ejercicio de la autoridad hace énfasis en que se cumplan las leyes, las constituciones, el orden, la disciplina, el horario, la observacia a las normas. Al hacer énfasis en este estilo, es como si la autoridad le correspondiese hacer las veces de fiscales, de vigilantes que cuidan la menor desatención de la norma y allí ocupan gran parte de sus esfuerzos. Aunque esa es una parte de la labor, hay que reconocer que ese no es el fin de su misión. El punto central son las personas, los integrantes de la institución, el crecimiento personal, la compañía, el diálogo, las perspectivas personales y el cumplimiento del proyecto de vida, lo que hace que debe tener como fin a las personas en sí mismos, y la institucionalidad física como un medio. 3.3.6.2 Buen humor El buen humor hace alusión al carácter de la persona, habla de lo que la persona es por dentro, de su armonía interna y del optimismo. Se sabe de las bondades del buen humor y más si es estable. El buen humor en la vida religiosa habla de la vida fraterna: “Una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga (…) una frternidad donde abunda

111 112

Documentos del Vaticano II, GS. #25. Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 128.

85 la alegría es un verdadero don de lo alto a los hermanos que saben pedirlo (…) Este testimonio de la alegría suscita un enorme atractivo hacia la vida religiosa (…) La alegría es un espléndido testimonio de la dimensión evangélica”113. La alegría habla de la felicidad interna de la persona, hace surgir la espontaneidad, la sencillez y la naturalidad. El gesto serio es positivo, pero también se puede tornar intimidador y más cuando es seco en sus expresiones, dando a entender que se está tomando en serio el papel de la autoridad; obviamente, a esta se le debe respeto, pero también cuando hay una énfasis excesivo se cae en solemnidad y sus consecuencias inmediatas como introvertido, cauteloso, distante, impersonal, llevando al distanciamiento en las relaciones interpersonales. Esto hace que los dirigidos reaccionen defensivamente y se forme un ambiente rígido. Puede ser constructivo en personas maduras, pero puede obstaculizar otras facetas de la personalidad igualmente sanas. Ahora, unas actitudes serías son en cada cual respetables por lo que pertence al perfil y carácter de cada ser humano. Por otra parte, tener presente que el buen humor no es precisamente estar con la sonrisa en los labios en todo momento; es más bien un carácter social, afable, cálido, acogedor, de apertura al diálogo. El buen humor posibilita las relaciones con los demás, haciendo que la comunicación personal sea espontanea, con la calidez de sentirse recibido y escuchado en las inquietudes: “En las grandes empresas industriales y comerciales, en los bancos, en las oficinas públicas y en otras organizaciones de toda índole, los tipos extrovertidos, sociales, de facilidad elocutiva, su espíritu conciliador hace que sean los más indicados para ocupar cargos ejecutivos”114. 3.3.6.3 Creatividad La vida, las personas y los eventos se encuentran en movimientos dinámicos permanentes que trae consigo situaciones y problemáticas siempre nuevas. Los procesos tienen marcados los momentos de su comienzo y su final. Los procesos dan inicio a nuevas novedades, otras propuestas, a nuevos proyectos, y que a su vez requieren de nuevos métodos para solucionar su complejidad. Por eso, toda administración de gobierno pone a prueba la capacidad creativa, en cuanto asumir nuevos desafíos que traen consigo situaciones conflictivas de orden moral, de doctrina, de fe, a nivel económico, de vida fraterna. La solución de los problemas que de aquí surgen depende de la idoneidad, de la capacidad

113 114

Juan Pablo II, La vida fraternal en comunidad, # 28. Ibid., 93.

86 recursiva del poder/autoridad. Al presentar iniciativas de soluciones dará seguridad a sus dirigidos en cuanto el rumbo a seguir. Un líder que solucione dificultades y proponga metas crea aceptación, goza de simpatía, porque se identifica con el común sentir de todos. Hay una aprobación del grupo hacia su líder: “El influyente es el líder, que ha sido elegido por sus compañeros como el hombre más apropiado para las necesidades particulares del grupo”115. Una administración de gobierno o poder/autoridad que solo se limite a administrar y no proponga nada, da mustras de su inoperancia y por ende de falta de creatividad. 3.3.6.4 Calidad de relaciones interpersonales La calidad humana en el superior es indispensable, porque es una de las cualidades necesarias en el trato con las personas. Entiéndase por calidad humana el trato educado hacia los demás: Respetuoso, amable, decente sincero, comedido, entre otros. Las personas se sienten bien cuando son tratados con calidad humana, porque son acogidos dignamente como personas. Una de las facetas del superior es llamar a la obediencia voluntaria: “Los superiores (…) gobiernen a sus súbditos como a hijos de Dios y con respeto a la persona humana, fomentando su sumisón voluntaria”116 y, esto se hace con el trato educado hacia las personas, con buena calidad en las relaciones insterpersonales, con capacidad de diálogo, de conciliación de criterios y desde allí “ganarse” la aceptación del o de los otros. Hace que se obedezca a partir de las necesidades, de las convicciones, por el sentido de pertenencia a una intitución, a una espiritualidad. La imposición quedaría a un plano distante, evita en lo posible llegar a la intrasingencia frente a propuestas de vida fraterna que le sugieren. El superior(a) está llamado(a) garantizar la comunión de los hermanos(as); es una persona al servicio de la conciliación y para esto es fundamental el buen carácter y la caridad en las relaciones interpersonales: “Es el garante del ambiente comunitario y es capaz de sacrificio, renuncia y muerte por aquellos que el Señor le ha confiado. Desde su autoridad personal anima, levanta, reprende y corrige siguiendo muy de cerca el procesos de las personas que se le han confiado”117, esto hace que el trato con los demás esté caracterizado

115

Heinz, Sociología del Poder, 400. Documentos del Vaticano II, PC. #14. 117 Martínez, Fidelidad Creativa, 79. 116

87 por la bondad y la empatía, es decir, tener sensibilidad por la situación del otro: “Con nadie tengaís otra deuda que la del mismo amor” (Rm.13,8). Se requiere de un giro y tener presente que el superior no es el centro de la comunidad. La comunidad religiosa toda, tiene su mirada en Jesús, muerto y resucitado, la comunidad escucha el llamado del Maestro que se descubre en su Evangelio y en la vida de la iglesia. Por tanto, el superior(a) debe morir al deseo de ser el centro de todo, de hacer prevalecer los criterios personales, dejar la rivalidad. Morir a la despiadada competencia a todos los niveles, al deseo de utilizar la fuerza del poder para presentarse como el protagonista central. Es lo que pide el Señor a sus discípulos: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). Y desde aquí vivenciar este don manifestando en la prudencia al decir al decir las declaraciones, la alegría, la paz, longanimidad (entereza, temple, serenidad, resignación, ecuanimidad), benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia (Gál.5,22-23), para el cumplimiento de esta misión. La tarea es vivir en el amor a Dios y a los hermanos (Ef.5,2). Ahora, desde el amor, como fuente para las relaciones interpersonales hay fundamentos para acentuar la cordialidad, el diálogo, la empatía, que es ponerse en los “zapatos” del otro para comprenderlo mejor, caminar con el otro, preguntar y a su vez dar la posibilidad de ser cuestionado, sin enojarse por esto (Hay superiores(as) que por el hecho de tener ese puesto se creen infalibles y no aceptan cuestionamientos), creerles a los mismos hermanos de comunidad, confiar en lo que dicen, saberles escuchar, respetar sus opiniones, tener paciencia con los defectos del otro, tener conocimiento del contexto en que el otro se encuentra, tener apertura en el trato con las personas. Estas son cualidades para tener presente en las relaciones interpersonales: Como presupuesto necesario para vivir en intercomunión, hay que valorar a todos y cada uno de los miembros de la comunidad como persona. Por consiguiente, cada uno debe ser considerado y tratado siempre: Como persona que debe realizarse en sí misma (…) Como persona que está destinada directamente a Dios. Como persona que no está dominada por „nada‟ ni por nadie, ni manipulada o utilizada como instrumento en orden a una empresa. Una viva conciencia de la dignidad del otro como persona (…) tomar encuenta sus ideas y puntos de vista, aunque no se compartan. Este respeto se traduce en educación, comprensión, delicadeza. Sinceridad en las actitudes y en el trato con los demás, especialmente en el amor. Interés por comprender, en cada momento las circunstancias psicológicas de cada hermano.

88 Fidelidad a la palabra dada y justa valoración de los demás, sin mitificar a nadie y aceptando las cualidades y las limitaciones de cada uno.118 De estos elementos descritos debe apropiarse y tomarlos como una constante quien ejerce la autoridad como servicio en una institución religiosa, si de verdad quiere hacer el bien a quienes dirige, si quiere dar el tinte evangélico a la misión que le confiaron, de lo contrario realizará esta misión según los criteriores de los dominadores según el mundo. En esta parte del trabajo he investigado, desde el ejemplo de Jesús a la comunidad creyente la orientación del poder/autoridad como servicio con actitudes concretas y el “cómo” esta llega a ser creible en su desarrollo.

118

Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 175-176.

89

4. Conclusiones He recorrido este tema del poder/autoridad desde el texto de Lc.22,24-27 para identificar desde el análisis exegético su contexto. He utilizado el método hermeútico, teniendo presente los niveles histórico, literario, teológico para llegar luego a la actualización de contenidos y ofrecer otras pautas, de las muchas que ya existen en la abundante bibliografía. Pero para ser más específico abordé la metodología que propone el Estructuralismo o teoría del texto, propuesto por Wilhem Egger en su obra119, en el tercer capítulo, desde la perspectiva diacrónica, en tres momentos: Análisis lingüístico-sintáctico, análisis semántico y análisis pragmático. Herramientas que me ayudaron para abordar el tema “El servicio de la autoridad en la vida religiosa, una aproximación a ser superior(a), desde Lc. 22,24-27” y llegar a los resultados y conclusiones expuestas. Al concluir este trabajo investigativo queda la justificación por escrito de los siguientes aspectos: 4.1 Lo que significa se el mayor En el contexto de la cena pascual entre Jesús y el grupo de los apóstoles se dan dos temas que constrastan con la eucaristía; el tema que nos interesa es la motivación del grupo por quién va a ser el “mayor”. Mientras que la celebración de la cena pascual anticipaba lo que iba acontecer a Jesús en la cruz: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), ellos pensaban en quién tendría el poder. Esta tensión que florece en Lucas 22,24-27, tenía sus presedentes de una forma sucinta en Lc.9,46-48 en donde aparece la misma inquietud “Quién es el mayor”. Y allí, desde versículos anteriores (Lc.9,28) se descubre a Pedro, Juan y Santigo, como los más “cercanos” a Jesús, y quienes seguramente eran los principales interesados en ser el mayor. La cuestión es que en ese contexto de la celebración de la cena pascual, a la actitud de Jesús que se da en servicio como salvación para todos, es correspondida por los apóstoles con la preocupación de quién será el “mayor” entre el grupo y por la traición de Judas. 119

Egger W. Lecturas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Ediciones Verbo divino, 1990.

90 4.1.1 Contextualización Al entrar en el texto bíblico de estudio y analizar los conceptos que conforman las líneas de sentido, se descubren los elementos característicos de la manera de gobernar del siglo I de la era cristiana. Se descubren términos como reyes, señores o “mayor”; estos son los jefes absolutos que ocupaban la cima de la jerarquía social y quienes ejercían el poder en las naciones, cuyas características de gobierno eran de dominación, autoritarismo y sometimiento. Estos se convierten en punto de referencia para desde ellos re-orientar lo que debe ser el ejercicio del poder en la comunidad de fe. 4.2 Exhortación de Jesús a los apóstoles Jesús al exhortar a los apóstoles pide no obrar de esa manera, sino todo lo contrario. Pide que el “mayor” sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Y para una mejor comprensión de esta enseñanza coloca como ejemplo su misión de dar su vida en rescate por muchos: “Este es mi cuerpo que se entrega por muchos (…) mi sangre, que se derrama por muchos”, (Lc.22,19-20), él se coloca como el joven que está a la mesa, entregándose por los demás, en una dimensión de servicio, que se perpetúa cada vez que se celebra el sacrificio de la eucaristía. Así debe ser el discípulo de Cristo que tiene la misión de gobernar, a ejemplo del Maestro que entregó su vida por los hombres: “El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). La ambicíon del poder como un hecho de la condición humana se debe cambiar desde el contexto de la capacidad de servicio a los hermanos en la fe. Esta es la re-orientación que pide el Señor a los apóstoles. 4.2.1 El gobierno como poder/autoridad En el hombre existe el deseo de poder. Hace parte de su naturaleza, pues a él le fue entragada por Dios la creación, para que la domine: “(…) henchid la tierra y sometedla; mandad (…)” (Gn.1,28). Y eso explica el deseo lantente de tener poder/autoridad para dirigir. Ahora, todo grupo humano organizado requiere de un gobierno que viene a condensar en sí el poder/autoridad con el fin de guiar civilmente a la comunidad. Quien recibe el gobierno por delegación orienta y guia al mismo grupo. Pero este debe fundamentar su que-hacer desde valores para hacerlo digno y, desde la fe en Cristo Jesús ha de formarse y recordarse que la finalidad del poder/autoridad está referida al servicio de la comunidad. Por lo tanto,

91 el gobierno de una comunidad ha de tenerse como de servidores y no como de personas prestigiosas. 4.2.2 Perfil de quien asume el poder/autoridad El ejercicio de la autoridad en las instituciones de vida religiosa ha perdido identidad evangélica a raiz que quienes gobiernan se tornan autoritarios. Quien ejerce el poder/autoridad en una institución de carácter religioso debe tener como punto de referencia a Jesús el Señor, en su muerte y resurrección, sus enseñanzas y los hechos, condensados en los evangelios. Esta es la referencia central en la que se fundamenta su proyecto de vida. En la fe de la Iglesia, que es la fe en Cristo Jesús, Hijo de Dios, que se hizo hombre, haciéndose servidor de todos, la comunidad de fe encuentra en él la referencia más exacta como modelo para seguir. Él es quien enseña con su ejemplo y palabras que el poder/autoridad debe ser puesto al servicio de los demás sin pretenciones de dominación y provecho personal. Desde este contexto y a partir de una espiritualidad concreta, como también, formado en disciplinas que promuevan una mejor calidad de vida, el que ejerce el poder/autoridad en una institución religiosa debe estar formado para que su perfil personal tenga una identidad y corresponda evangélicamente a esta misión. De lo contrario va a descontextualizar esta misión. 4.2.3 Descontextualización del poder/autoridad Hay una marcada tendencia en las instituciones de vida religiosa, tanto masculinas como femeninas de la utilización del poder/autoridad sin la espiritualidad del servicio y por ende se desvía hacia la satisfacción de las ambiciones personales, incurriendo en tipologías negativas de abuso de poder, equiparándose así a la forma civil de ejercer el poder/autoridad,

con

sus

múltiples

adefesios:

Dominar,

obstaculizar

proyectos

constructivos, manipular, favorecer a los amigos personales, administración de la institución religiosa a partir de una visión mercantil, formación de grupos burocráticos, entre otros, y que en últimas son absurdos modos de ejercer la autoridad que desdicen de lo que pide el Señor Jesús en el evangelio: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven” (Lc.22,26). Por lo tanto, quienes asumen este papel de poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa deben tener clara visión de lo que son como discípulos del Maestro, de los valores

92 que fundamenta a una persona “que sigue más de cerca” a Jesús el Señor. De forma que en el ejercicio del poder/autoridad no se identifiquen con el perfil pagano, caracterizado por la dominación. Esta forma de comprender el poder/autoridad marca la diferencia en la manera de entenderla la cultura del mundo en la época del siglo I de la era cristiana y la manera de enterderla hoy. 4.3 Características evangélicas del poder/autoridad como servicio Quienes sean constituidos como poder/autoridad en las comunidades de vida religiosa, a ejemplo de Jesús, el buen Pastor que da la vida por las ovejas (Jn.10,11), el que gobierna está llamado a ser una persona de una gran caridad fraterna especificada en actitudes concretas: Formación en la vida de fe, amor a los hermano(a)s, a la institución, capacidad de diálogo, de comprensión, de espíritu fraterno, respeto, delicadeza, sinceridad, donación de sí, humildad, gran calidad humana, madurez de vida personal, coherencia de vida, creatividad, una persona crítica consigo mismo y con su entorno, capaz de solucionar problemas, de proponer alternativas de compromisos a los dirigidos, se espera también de él una percepción clara sobre la realidad. Debe tenerse por lo que es, un líder que esté a la altura de los desafíos que la misión le puede presentar. Estas son la conclusiones que se extraen del trabajo, es decir, partiendo desde el contexto bíblico de la autoridad como servicio, denunciando algunas de sus deformaciones más comunes y proponiendo desde la enseñanza del evangelio, en la persona de Jesús, opciones que iluminen este horizonte en su práctica, especícamente en la vida religiosa institucional hoy.

93

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