El significado Histórico del neoliberalismo

XI Jornadas de Economía Crítica El significado Histórico del neoliberalismo Juan Pablo Mateo Tomé Universidad Complutense de Madrid 1. INTRODUCCIÓN

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XI Jornadas de Economía Crítica

El significado Histórico del neoliberalismo

Juan Pablo Mateo Tomé Universidad Complutense de Madrid

1. INTRODUCCIÓN En estas líneas se presenta un intento de caracterización del significado histórico de las políticas de corte neoliberal1 y de la denominada financiarización o predominio de las actividades financieras. Pese a la cantidad de análisis llevados a cabo de estos procesos y tendencias en la economía actual, pienso que no se enfocan desde la perspectiva de su significado histórico a partir de la dinámica de acumulación de capital y del propósito de la producción capitalista, la obtención de rentabilidad. Ubicando el enfoque teórico en el marco de la teoría económica marxista, se interpreta la funcionalidad de las políticas neoliberales a partir la consideración de la crisis como un momento necesario y esencial de la acumulación de capital y, por tanto, desde su evaluación como fuerzas contrarrestantes del descenso tendencial de la tasa de ganancia (véase Marx, K, III/6: 305-316). En este sentido, el papel saneador que corresponde a la crisis supone la deprecación de los elementos del acervo de capital y la ampliación del beneficio empresarial. Ambos procesos están íntimamente conectados mediante una política monetaria restrictiva que debe llevar a cabo una selección de capitales y, con ella, una extensión del ejército industrial de reserva, acompañado de medidas que transfieran ingresos desde el trabajo al capital. El predominio de las finanzas en esta fase se estudia, pues, a partir del proceso de acumulación y crisis, es decir, como un aspecto endógeno a la economía capitalista, enfoque cónsono con el argumento de Marx en el séptimo volumen de El Capital, quien ya señalaba

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A lo largo del texto se utilizarán indistintamente las expresiones neoliberalismo y políticas de corte neoliberal, si bien reconozco que se debería llevar a cabo un ejercicio de conceptualización en la definición que escapa a los objetivos de este documento, habida cuenta de la dificultad por definir un término tan confuso como el de neoliberalismo (véase González-Tablas, 2007b: 201-202). Página 1 de 18

que es en los momentos de crisis cuando el capital financiero adquiere un poder acrecentado producto de los mayores tipos de interés (K, III/7: 37ss). Esta perspectiva tiene una serie de implicaciones. En efecto, supone que el conjunto de medidas de política económica propugnadas por la ortodoxia no signifiquen únicamente una elección de una nueva gestión económica o régimen de regulación, sino una necesidad para el gran capital que se traduce en un proyecto político cuyo propósito no es el pleno empleo, el crecimiento u otras proclamas oficiales, sino activar las fuerzas contrarrestantes al descenso tendencial de la rentabilidad, lo que nos lleva a una concepción heterodoxa de la periodización del capitalismo. Así, el estancamiento, el desempleo, la precariedad laboral, las medidas fiscales regresivas, etc., son aspectos que, pese a las desigualdades que implican, resultan plenamente funcionales a la economía capitalista. Todo lo expuesto pretende mostrar la ineludible importancia de las leyes generales del modo de producción capitalista y, en este sentido, el carácter endógeno de muchas de las tendencias y rasgos que se observan en la actualidad. Aunque el análisis se lleva a cabo con un alto nivel de abstracción, sin adentrarse en las peculiaridades de las formaciones económicas concretas, este enfoque permite interpretar el sentido de las corrientes monetarista y de la oferta, tan populares a partir de la crisis de los años setenta. El texto aborda en primer lugar las tareas de la crisis para recomponer las condiciones de valorización, para pasar a continuación a destacar la dinámica del tipo de interés. Posteriormente se exponen las implicaciones que para ciertos capitales y trabajadores tienen las políticas neoliberales, y finalmente se alude al significado histórico del neoliberalismo y su relación con la financiarización de la economía, así como para desmitificar el peso de la teoría en estos procesos. 2. PRODUCCIÓN, ACUMULACIÓN Y CRISIS En este apartado se va a exponer el fundamento de la producción capitalista como aspecto del que partir analíticamente para entender el papel de la crisis económica en el marco de la dinámica de acumulación. 2.1.EN BUSCA DE LA RENTABILIDAD La especificidad de la producción capitalista radica en la producción de mercancías sólo en tanto que son portadoras de valor y de plusvalía. La apropiación de este excedente es el único propósito del capital, cuya medida viene expresada por la tasa de ganancia, que vincula la generación de excedente al desembolso de capital que el propietario de los medios de producción debe realizar para conseguir dicho fin. Surge de esta forma un determinado ratio que mide el grado de valorización del capital, o lo que es lo mismo, la medida en la cual se logra el objetivo propuesto. Esta categoría se puede expresar como g’=B/K, donde g’ es el índice de la rentabilidad, B el beneficio o ganancia y K el acervo de capital.2 2

Aunque es la masa o monto absoluto de ganancia la categoría relevante en el análisis de los procesos de acumulación y crisis, pues debe ser de una magnitud suficiente para la valorización del acervo de capital existente, al margen de la cuota de rentabilidad que exprese (Grossmann, 1929a: 80; Marx, K, III/6: 323). Página 2 de 18

Explicitar la maximización del beneficio como el leiv motiv de la producción capitalista resulta un ejercicio indispensable si se quiere caracterizar de manera apropiada un tipo determinado de política económica, esto es, aprehender los rasgos esenciales, y por extensión, su significado histórico, en este caso del neoliberalismo. 2.2.LAS TAREAS DE LA CRISIS Acumulación y crisis son dos procesos íntimamente ligados. La dinámica de acumulación conduce a y exige la emergencia de la crisis. Un corolario de la teoría laboral del valor es la necesidad de la crisis, o la crisis como un momento necesario de la acumulación producto de la tendencia descendente de la rentabilidad. Esta necesidad se deriva i) de su inevitabilidad, producto de las leyes propias de la economía capitalista materializadas en el alza de la composición del capital, y ii) de su indispensabilidad, en tanto posee una función saneadora que contribuye a restablecer tales condiciones de rentabilidad requeridas para impulsar una nueva fase de acumulación álgida u onda larga expansiva (Gill, 1996: 541). Así, la crisis tiene como objeto incrementar la tasa de ganancia deteriorada, por lo que será necesario impulsar el numerador (B) y reducir el denominador (K) de su expresión reseñada (g’): 1. En el ámbito de la distribución, la magnitud del beneficio se incrementa modificando el patrón de distribución del valor total entre el capital y el trabajo mediante una prolongación de la jornada laboral y/o una caída del salario, lo que se materializa en una mayor tasa de explotación o de la fracción del tiempo de trabajo en el cual el trabajador realiza el plustrabajo. En otras palabras, el trabajo como fundamento del valor implica que el producto total tenga una magnitud finita, por lo que el incremento de una de las partes del ingreso se realiza a partir de la reducción de la otra (juego de suma cero).3 2. La caída del denominador (K) se logra alterando la estructura del capital en su conjunto. Un menor capital social total significa un descenso en la expresión monetaria de su valor, que puede corresponderse al mismo conjunto de activos o valores de uso repartido entre un menor número de unidades económicas con un precio menor, o bien directamente una destrucción física que elimina realmente una serie de activos. En cualquier caso, lo importante es que el precio del total del acervo de capital haya descendido (al margen de que efectivamente disminuya su quantum físico), lo que constituye una depreciación de los activos del capital. Este proceso admite diferentes maneras de manifestarse. De igual forma que una crisis de rentabilidad surge en el ámbito de la producción de valor pero se refleja superficialmente como sobreproducción, subconsumo, presión salarial o de índole financiera (crédito fácil, especulación, etc.), esta reducción del monto de capital puede manifestarse como una reducción del precio del conjunto de mercancías invencidas o por una caída de la cotización de

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Nótese la importancia de reconocer al trabajo como sustancia del valor. En este sentido, no queda claro la razón por la que la teoría ortodoxa, basada en la productividad multifactorial, repite insistentemente la necesidad de reducir salarios, ya que bastaría con impulsar de forma unilateral e independiente la capacidad productiva de valor del capital. Tal vez, en esta cuestión domine el discurso apologético sobre el rigor científico. Página 3 de 18

ciertos títulos en los mercados financieros.4 En términos económicos esta destrucción de capital supone una serie de quiebras de las empresas que pierden en la batalla de la competencia, pues el “capital ocioso” no funciona como capital.5 Las unidades más débiles serán sacrificadas para la continuación de la acumulación, y por tanto en beneficio del interés del capital en general. De esta forma, los capitales más poderosos pueden disponer de los activos de aquellas a un precio menor, evidenciando que la crisis implica una depreciación de los valores de uso de las empresas que quiebran, los cuales se ponen a disposición de los capitales que han sobrevivido. En este sentido, el proceso de adquisiciones y fusiones impulsa formidablemente la dinámica de centralización del capital en beneficio de tales grandes unidades supervivientes, contribuyendo además a incrementar su valorización accionarial (Plihon, 2003: 32). La crisis exige, pues, una nueva selección de capitales que debe realizarse en aras de la viabilidad del sistema.6 En consecuencia, la crisis no sólo agudiza la contradicción fundamental del capitalismo, la lucha entre capital y trabajo, sino asimismo dentro de las filas del propio capital resulta indispensable una nueva jerarquía. Si en la fase de acumulación puede existir algún indicio que evidencie la comunión de intereses entre los diferentes capitales en su oposición al trabajo, la crisis pone al descubierto abiertamente la verdadera naturaleza y el modo de funcionamiento del capital, que es la competencia entendida como una guerra entre capitales. Por otra parte, estos procesos que inciden sobre los dos elementos que conforman la expresión de la tasa de ganancia (B y K) no son autónomos. Es más, una de las ideas que sustentan el presente documento es que la modalidad de llevar a cabo la reconfiguración de los capitales incide a su vez en la modificación del patrón de distribución del ingreso entre capital y trabajo. Además, ello permitirá caracterizar el significado histórico del neoliberalismo y la financiarización. La exposición de las tareas inexcusables de una crisis en este grado de abstracción nos faculta para analizar los objetivos de las políticas económicas que se implementen en relación a la

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Por ejemplo, Evans (2000: 125) señala que “las pérdidas incurridas por los bancos como consecuencia de poseer carteras de divisas pueden ser interpretadas (…) como un medio de desvalorizar capital sobreacumulado.” 5 Esta dualidad la explica Marx (TPV, II: 456-457): “cuando el proceso de reproducción se estanca y el proceso de trabajo se restringe y, a trechos, se paraliza totalmente, se destruye el capital real. La maquinaria que no se emplea no es capital. El trabajo que no se explota es tanto [como] producción perdida. Las materias primas que yacen ociosas no son capital. Los edificios que permanecen sin usar (al igual que la maquinaria recién construida) o que quedan inacabados, las mercancías que se pudren en los almacenes, todo ello es destrucción de capital (...) las condiciones de producción existentes no actúan, no entran en acción realmente como condiciones de producción. (...) Pero, en segundo lugar, destrucción de capital por las crisis significa depreciación de volúmenes de valor, que les impide volver a renovar más tarde en la misma escala su proceso de reproducción como capital. Es la baja ruinosa de los precios de las mercancías. No se destruyen con eso los valores de uso. Lo que pierde uno lo ganan el otro.” Lamentablemente, pese al carácter central que ocupa en la función de la crisis, este proceso no se ha enfatizado con la necesaria profundidad en la literatura marxista puesto que tiene un alcance intra-clase. 6 Lo cual refleja la segunda fuente de conflictos en la economía capitalista, la existente dentro del capital social total, intensificada en el contexto de la crisis de valorización puesto que “los espacios de generación y apropiación de ganancia son limitados,” (Arrizabalo, 1996: 106) como corolario de la ley del valor. Página 4 de 18

distribución del ingreso entre capital y trabajo (numerador) y su incidencia sobre la estructura del capital social en su totalidad (denominador). 3. LA FUNCIONALIDAD DE LA POLÍTICA MONETARIA RESTRICTIVA 3.1.EL ALZA DE LOS TIPOS DE INTERÉS Y LA DEPURACIÓN DE CAPITALES Una vez expuestos los elementos y tendencias esenciales de la economía capitalista se va a justificar la funcionalidad de lo que se entiende que configura el núcleo del proyecto neoliberal, la política monetaria restrictiva. En la fase de la emergencia de la crisis la magnitud del beneficio es insuficiente para las necesidades del capital acrecentado por el proceso de mecanización. Al respecto, como bien señala Marx (K, III/7: 37) “el tipo de interés alcanza su nivel más alto durante las crisis, donde hay que tomar prestado para pagar, cueste lo que cueste,” pues “todo el mundo tiene que vender y no puede y, sin embargo, tiene que vender para poder pagar.” (Ibíd.: 204).7 Los problemas económicos conducen a una lucha sin cuartel entre los capitales por acceder a la liquidez simultáneamente a unas expectativas deterioradas para su oferta, lo que supone una presión para el alza de los tipos de interés (en relación a la tasa de ganancia). La crisis coloca a las finanzas como los gendarmes del poder capitalista para que lleven a cabo la nueva selección de capitales, representando así el interés del capital social total. La necesidad de hacer frente a múltiples pagos por el endeudamiento contraído coloca a las empresas menos avanzadas en una situación de gran inestabilidad. Deben obtener una extraordinaria rentabilidad en un contexto caracterizado precisamente por una cuota de ganancia reducida, lo que lleva a un gran número de empresas a la quiebra, mientras que otras deberán hacer frente a profundas reestructuraciones en su funcionamiento y en su plantilla para superar esta situación. En este contexto, además, se produce una caída de la cotización de los títulos, los cuales expresan el valor capitalizado del flujo de ganancias futuras esperadas, tanto por lo los mayores tipos de interés como por la necesidad venderlos y obtener liquidez (Marx, op. cit.: 184-185): Esta caída de las cotizaciones “brinda una ocasión magnífica a la gente con capital monetario disponible para apropiarse a precios irrisorios de los títulos productores de intereses que, en el curso normal de las cosas, tienen que alcanzar de nuevo al menos su precio medio tan pronto como vuelva a bajar el tipo de interés.” (Ibíd.: 37). Expresado de otra forma, esta “depreciación durante la crisis actúa como poderoso medio para la centralización de las formas en dinero.” (Ibíd.: 184-185). La delimitación del propósito esencial de una política monetaria de altos tipos de interés es una mera consecuencia de la situación objetiva, lo que explica muy acertadamente Montes, señalando que se busca conformar un clima económico depresivo en el que no sea fácil la supervivencia de empresas en dificultades y en el que se establezca entre ellas una dura lucha por 7

En este contexto coincide la existencia de una gran masa de capital entorpecida en su propósito de valorización con una formidable escasez de crédito, “y por tanto, más alto el tipo de descuento en el crédito bancario.” (Loc. cit.). Página 5 de 18

sobrevivir. (...) Empresas productivas o socialmente útiles, que en otras condiciones de demanda podrían sostenerse sin problema alguno, se ven forzadas a desaparecer o a emprender ajustes por el carácter depresivo de la política económica. (...) El aparato productivo debe estar en permanente depuración, eliminándose el capital menos eficiente y rentable, para lo cual, en la opción neoliberal, lo mejor es mantener a la economía en permanente depresión. (Montes, 1996: 88) Se entiende así la importancia de la política monetaria en una fase de crisis estructural subyacente. Su propósito es llevar a cabo una selección de capitales manteniendo la economía en estado temporalmente depresivo,8 por lo que, efectivamente, “la depresión económica es un arma de la lucha de clases y los neoliberales no son neutrales.” (Montes, op. cit.: 89).9 En definitiva, los tipos de interés se erigen como el instrumento esencial de la política económica ya que son el medio más importante para la recomposición de las condiciones de rentabilidad, lo que coloca a la opción monetarista en una posición central dentro del entramado neoliberal. Además, en el marco de la selección de capitales otro pilar es la adopción del libre comercio, cuyo propósito consiste en ampliar la base de actuación del capital internacional y eliminar las trabas a la competencia que conllevan las políticas proteccionistas, es decir, conformar un espacio económico global sin ataduras para el despliegue del mecanismo de la ley del valor. La funcionalidad de la apertura comercial en el ciclo de reproducción capitalista es abaratar la adquisición de insumos productivos (medios de producción y fuerza de trabajo) y ampliar la base de la realización de la ganancia en la venta de las mercancías. De esta forma, se profundiza en la ofensiva frente a los capitales menos competitivos, que irán desapareciendo.10 En conclusión, “la globalización se inserta en la dinámica generada en el mundo por la nueva división internacional del trabajo, que pretende dotar al capital de una mayor flexibilidad mucho mayor que antes para mantener su tasa de ganancia y elevar la rentabilidad, facilitando la circulación del capital a escala mundial.” (Arriola, 2000: 130) 8

Montes señala la necesidad de “forzar la depuración continua del capital poco productivo para mejorar el nivel de competitividad, se hace descansar el peso de la política económica en la intervención monetaria. Y, más concretamente, en la adopción de una política monetaria de marcado carácter restrictivo.” (Ibíd..: 87) Por ello “la política de ajuste que propugna el neoliberalismo (...) contribuye a eliminar empresas o reducir los sectores que tienen una alta composición orgánica del capital.” (Loc. cit., nota 11) Para la experiencia estadounidense bajo la presidencia de Reagan véanse Brenner (2003: 74) y Hallary (2003: 83) 9 Actualmente ello se comprueba con el blindaje de las decisiones monetarias respecto de cualquier posibilidad de verse influidas por la soberanía popular. En este proceso, pues, la independencia de los bancos centrales y su exclusivo propósito no resulta una mera opción de gestión, sino una exigencia para los intereses del capital. En Estados Unidos, el viraje de la política monetaria en las últimas décadas no habría sido posible si la Reserva Federal hubiera dependido de la cámara legislativa, lo cual también se ha implementado como un requisito en el marco del plan económico de ajuste en la Unión Europea, lo que ha sucedido en Francia (1993), España (1994) y Gran Bretaña (1997). Curiosamente, todos ellos bajo gobiernos socialdemócratas, y en el caso de G. Bretaña, lo curioso radicó en que fue la primera decisión que tomo T. Blair tras su elección en 1997. 10 Lo cual afecta asimismo a los trabajadores. Como explica Arrizabalo (1996: 107) “se aprovecha la consigna de apertura y liberalización externa para, por una parte, liberalizar internamente en el sentido de liquidar las conquistas sociales y, por otra parte, plantear un esquema tramposo de competencia internacional entre trabajadores; de manera que los trabajadores de todos los países deben aceptar el empeoramiento de sus condiciones de trabajo en aras de una mayor competitividad.” Página 6 de 18

3.2.LA ESTABILIDAD MONETARIA En el curso del proyecto neoliberal uno de los objetivos esenciales es la estabilidad monetaria, lo que se refleja en dos ámbitos estrechamente relacionados. Por una parte, en una caída o énfasis en el control de la inflación.11 Puede resultar sorprendente la extraordinaria impopularidad de la inflación entre la población habida cuenta de que, en términos de pobreza y distribución del ingreso, “los costes de bienestar de la inflación que el análisis económico ha identificado parecen a menudo triviales,” (Fender, 1990: 75) sobre todo si se compara con los costes del desempleo (Dawson, 1990). Si bien existe una gran variedad de estudios que abordan la incidencia de la inflación sobre los ingresos de los diferentes grupos sociales, se puede afirmar, en principio, que la inflación perjudica en mayor medida a los grupos sociales más adinerados, pero muy influyentes en la formación de la opinión pública (véase Fender, op. cit.: 74). Frente al discurso neoliberal, la inflación incluso puede ser un recurso o mecanismo para mitigar el impacto redistributivo de una modificación de los precios relativos, y no su fuente (Dawson, op. cit.: 102).12 Sin embargo, los inconvenientes que suscita la inflación se refieren a la imposibilidad de llevar a cabo esta superación de la crisis de rentabilidad, y de ningún modo una hipotética tendencia necesaria hacia la hiperinflación y menos aún que suponga la causa del desempleo. El alza del nivel de precios implica para el capital vender a un precio superior las mercancías, lo que además lleva a deteriorar el poder adquisitivo del salario si no existe una apropiada indexación de los mismos. Este incremento de precios permite en primera instancia recuperar la rentabilidad pero de una forma que podemos caracterizar como artificial, lo que no está exenta de inconvenientes. Así, en ausencia de alteraciones de la estructura productiva, supone una depreciación de la moneda. En el corto plazo este mecanismo significa asimismo una tabla de salvación para los capitales más débiles que pueden eludir su desaparición, mientras que desde la perspectiva de los prestamistas supone una reducción de su ganancia. Se comprende, por tanto, que la vía inflacionaria presente demasiados problemas como mecanismo saneador para superar la crisis de rentabilidad. El control de la inflación se logra no por la pretendida manipulación de la oferta de dinero, ni sólo con las medidas económicas decretadas por la autoridad correspondiente, sino que se deriva del estancamiento productivo, el cierre de empresas, el desempleo, etc. Por otra parte, el mantenimiento de la estabilidad en la paridad de las diferentes monedas surge como un corolario de lo anterior. Los capitales que poseen inversiones en diversas economías quieren asegurar el valor de sus activos. Sin embargo, existen matices en esta 11

En efecto, como afirma Etxezarreta (2000: 192-193) “los mejores resultados de los programas neoliberales de ajuste se observan en el control de la inflación. Lo que revela, una vez más, cuales son los elementos prioritarios para quienes diseñan los programas de austeridad.” 12 Por ejemplo, este autor (Dawson) sostiene que en la década de crisis de los setenta en el Reino Unido, la inflación explica gran parte de la reducción de la desigualdad (Ibíd.: 110). La inflación no anticipada perfectamente por los agentes acarrea modificaciones de la distribución del ingreso y del fondo de riqueza acumulado, desde los acreedores a los deudores, pues quien se endeuda a largo plazo en un período de inflación ve reducida la carga de su deuda (Ibíd.: 109). En consecuencia, según este razonamiento sería más progresiva una inflación moderada con mayor gasto público que una política económica de combate a la inflación y al gasto. Página 7 de 18

cuestión: las posibilidades de obtención de ganancia en inversiones especulativas sobre divisas son incompatibles con tipos de cambio fijos. En definitiva, el control de la inflación y el logro de la estabilidad de las monedas favorece el mantenimiento del valor de los capitales líquidos y de los activos financieros, favoreciendo así la rentabilidad de los acreedores. 4. CONSECUENCIAS PARA LOS TRABAJADORES 4.1.PAUPERIZACIÓN ABSOLUTA: DESCENSO DE LOS SALARIOS REALES La dinámica de la política monetaria no sólo tiene implicaciones negativas para ciertos segmentos del capital, sino también para los trabajadores. En la medida que determinadas empresas sufran los rigores de las tasas elevadas de interés, los trabajadores de estas unidades serán los primeros afectados. Las crecientes dificultades de los capitales más débiles y la quiebra a la que algunos llegan suponen para los trabajadores un aumento del desempleo y con él, una creciente inestabilidad laboral para los que continúan en su puesto de trabajo en virtud de las crecientes dificultades de sus empresas. Por tanto, la expansión del ejército industrial de reserva mediante el desempleo abierto presiona i) hacia la denominada moderación salarial o directamente la caída de su poder adquisitivo; ii) la precarización de las condiciones de trabajo producto de la desregulación o creciente flexibilidad del mercado laboral, uno de los ejes del neoliberalismo. Una política de altos tipos de interés muestra así, indirectamente, implicaciones decisivas para los trabajadores en la medida que se vean afectadas las empresas en las que desempeñan su labor, por lo cual se vincula directamente con el ámbito de la distribución del ingreso. Por otra parte, en una instancia posterior esta incidencia de la política monetaria restrictiva se manifiesta como un incremento de los pagos a los que debe hacer frente el trabajador tales como la mensualidad de préstamos, en los cuales un alza de los tipos implica un mayor desembolso periódico en beneficio de los prestamistas. 4.2.DIMENSIONES INDIRECTAS DEL SALARIO Y LA INTERVENCIÓN ESTATAL La participación del sector público en la economía incorpora diversos ámbitos, que podemos reducir esencialmente a su propiedad sobre ciertas empresas, la sanción legal de ciertas limitaciones al libre mercado y los lineamientos de política económica para incidir en las principales macromagnitudes. Un aumento de los tipos de interés, en principio (si no se modifica la financiación) eleva el grado de endeudamiento estatal, sea mediante la concesión de préstamos o con la emisión de títulos de deuda.13 Considérese que el recurso al endeudamiento, típicamente en la tradición keynesiana, significa que un aumento de la necesidad de gasto no se ha visto acompañada de un consiguiente incremento de las fuentes de financiación, por lo que si no se ha modificado la fiscalidad para ampliar los recursos disponibles no queda otra alternativa que recurrir a tal endeudamiento. Un aumento del coste 13

Una tercera posibilidad es la emisión de moneda, lo que implica un coste inflacionario, contrario a los intereses del capital financiero. Página 8 de 18

de la deuda origina, pues, un déficit presupuestario, y al mismo tiempo este incremento del déficit puede llevar a la necesidad de tener que aumentar la tasa de rendimiento de las letras y bonos del Tesoro, lo que en cualquier caso actúa en beneficio de los acreedores, los capitalistas del ámbito financiero.14 Ello ocurre no sólo por el negocio realizado o porque su deudor sea un agente con un extraordinario grado de fiabilidad y reducido riesgo en la devolución de los préstamos,15 sino porque en el plano ideológico permite justificar el fracaso de la participación del sector público y achacar, paradójicamente, el alza de los tipos de interés al déficit presupuestario (el efecto denominado crowding out), cuando la relación es exactamente a la inversa. Por ello, el alza de los tipos implica una serie de transferencias de ingreso desde el Estado hacia los capitales prestamistas, situación que sienta las bases para tres líneas de actuación que inciden directamente sobre el trabajo: i) La apuesta por la privatización de las empresas públicas. El aspecto fundamental de las privatizaciones no radica en el logro del equilibrio presupuestario, ni supone un simple cambio de titularidad del sector público al privado en la gestión de ciertas actividades, como tampoco se puede constatar una mayor eficiencia que un tipo de propiedad pueda tener irremediablemente. Lo esencial es la capacidad de ampliar el horizonte de valorización del capital mediante la posibilidad de invertir en ramas potencialmente generadoras de ganancia que anteriormente estaban vedadas a la iniciativa privada y reducir el ingreso de los trabajadores. En tanto una empresa pública proporcione una serie de mercancías de consumo que entran directa o indirectamente en el consumo obrero, se puede decir que equivale a una partida de gasto público en beneficio del trabajador. En este sentido, se corresponde con una fracción del salario del obrero, es decir, entendiendo la remuneración como una relación social que incorpora diversas instancias, se puede caracterizar como salario indirecto. Por tanto, si consideramos que al privatizar los productos anteriormente subvencionados se van a comercializar en torno a su precio de producción puesto que deben portar una ganancia (promedio) para el propietario privado, este simple cambio de titularidad supone en esencia una reducción del salario del trabajador. A lo cual se pueden añadir las implicaciones que presenta en lo que a las nuevas y deterioradas condiciones de trabajo de los asalariados se refiere. En el caso de las pensiones, su privatización significa una caída del salario cuya percepción se difiere en el tiempo, es decir, el salario diferido. Por otra parte, se debe aludir a la “gran trascendencia (que) para la expansión de los mercados financieros tuvieron los programas de

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Como bien apunta Chesnais (citado en González-Tablas, 2007: 294), adelantando lo que se va a exponer a continuación, “es un doble regalo para los ingresos elevados: se benefician de las reducciones de impuestos y se les requiere para que presten a tipos elevados.” 15 Recuérdese que en tras el alza del precio de crudo en 1973, los denominados petrodólares se invirtieron en los préstamos a gobiernos, que como reproduce Harvey (2005: 26), en palabras del jefe del Citibank parecían lo más seguro ya que no pueden moverse o desaparecer. En este sentido, González-Tablas (2007a: 293) señala que “el endeudamiento público (...) conserva una importancia crucial para el buen funcionamiento del conjunto de las finanzas, porque, aunque a menudo denigrado, es una colocación segura en etapas en las que escasean colocaciones más atractivas.” Página 9 de 18

privatización de grandes empresas públicas,” (Palazuelos, 1998: 69) lo que ayuda a comprender su funcionalidad como respuesta a la crisis de rentabilidad.16 Resumiendo, una privatización conlleva normalmente una caída del salario y una vía para la valorización del capital, ampliando las posibilidades de actuación de las finanzas. ii) La reducción de la fiscalidad para las rentas más elevadas, justificada por la rama de la economía de la oferta a partir de una perspectiva de medio-largo plazo como un mecanismo para superar el estancamiento de la inversión empresarial y que, incluso, pudiera llevar a incrementar la recaudación fiscal. Contribuye a agudizar las implicaciones regresivas de las políticas neoliberales en beneficio de los capitalistas, lo que se ejemplifica, al menos en el corto plazo, con la siguiente línea básica a enunciar. iii) La contención del gasto social se hace imperativa tanto por la situación de déficit como por la caída de los ingresos mencionada en el punto anterior. Este tipo de desembolsos se caracterizan como una fracción del salario, su dimensión indirecta, por lo que afectan negativamente al nivel de vida del trabajador. Además, el proceso regresivo se agudiza porque no sólo se fiscaliza en menor medida a las rentas del capital y se reduce el desembolso caracterizado como salario indirecto, sino porque se incrementa la partida de gastos por concepto de deuda para las finanzas, en tanto sujetos acreedores y ya beneficiadas de la rebaja impositiva. 5. EL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL NEOLIBERALISMO En puridad, se constata que el neoliberalismo resulta una respuesta, probablemente la más adecuada, a la que el capital puede recurrir para hacer frente a las periódicas crisis de rentabilidad, por lo que caracterizo al neoliberalismo, grosso modo, como una doctrina que responde a los intereses del capital dominante frente a sus competidores, los capitales más débiles que se deben sacrificar en las crisis, y la fuerza de trabajo, cuyo coste deberá ser ostensiblemente reducido. No es arriesgado afirmar que la teoría y las políticas monetaristas interpretan mejor en momentos de estanflación las necesidades de la burguesía internacional y de muchas burguesías nacionales que el keynesianismo, al sugerir remedios radicalmente reaccionarios para afrontar el malestar burgués: inducir abiertamente al desempleo (...) para “darles una lección a los sindicatos” (...) destruir el capital “ineficiente” por medio del libre cambio y altas tasas de interés; reducir los impuestos sobre las ganancias y los altos ingresos, aumentar los que pagan los asalariados, cortar drásticamente el gasto público

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Según explica F. Chesnais “la columna vertebral de las políticas gubernamentales de apoyo a los mercados financieros ha sido las privatizaciones de las empresas de servicio público y la acentuada privatización de los sistemas de pensiones y de salud. Para un capital financiero a la búsqueda de flujos de ingresos estables no hay mejor inversión que las industrias de servicios públicos privatizadas. Las familias, acostumbradas al gas, a la electricidad y al teléfono son “consumidores cautivos” y “vacas lecheras”, fuente de ingresos regulares absolutamente seguros.” (reproducido por González-Tablas, 2007a: 292) Página 10 de 18

especialmente en dirección a reducir el salario social. Todas éstas son medidas que deben conducir a elevar la rentabilidad de largo plazo del capital. (Kalmanovitz, 1983: 262)17 La comprensión del significado histórico del neoliberalismo contiene dos implicaciones a destacar, su relación con la denominada financiarización de la economía y el rol que le corresponde al ámbito teórico, lo que se aborda a continuación. 5.1.NEOLIBERALISMO Y FINANCIARIZACIÓN Neoliberalismo y financiarización son dos términos estrechamente ligados. Por una parte, se ha explicado la manera como la política monetaria restrictiva resulta ser un mecanismo eficiente para la recuperación de la rentabilidad, lo que amerita considerar al neoliberalismo como una práctica, sumamente heterogénea ciertamente, pero con un elemento que se erige como el pivote a partir del cual se puede derivar el conjunto de medidas y procesos que conforman la política económica neoliberal, a saber: el tipo de interés. Así se comprende que uno de los rasgos propios del neoliberalismo sea la concepción monetarista de la política económica, a partir de lo cual pivotan una serie de procesos como los que propone la conocida “economía de la oferta”.18 Por otra parte, la financiarización alude a la posición hegemónica o de poder que representa el ámbito financiero en el sistema económico para explicar una dinámica económica en la que las finanzas parecen alzarse en la cúspide. Y esta primacía de lo financiero se vehiculiza mediante las políticas neoliberales, pues el neoliberalismo significa el poder de las finanzas (Duménil, 2000: 67). Las políticas neoliberales tienden a trasladar excedente desde el sector productivo hacia el sector financiero, porque este es el encargado de reconvertir las actividades productivas, reasignar los recursos a las diferentes actividades de producción (qué y como producir), es el que pone en marcha los nuevos procesos productivos. (Arriola, 2000: 138) Este vínculo, y es lo relevante, descansa en razones objetivas: i) en el contexto de una crisis de rentabilidad existe una abundancia de fondos monetarios para inversión de un monto insuficiente para satisfacer las necesidades de una acumulación rentable, pero que, en cualquier caso, buscan un medio para su valorización. Surge así la posibilidad de inversiones financiero-especulativas que resulten potencialmente más atractivas; ii) en la crisis el tipo de interés se incrementa formidablemente y el capital financiero se convierte en el capital rector de 17

Esta genial cita de Kalmanovitz es absolutamente demostrativa de la perspectiva propuesta aun con cierto desorden descriptivo: i) caracteriza al monetarismo a partir de su funcionalidad para superar al crisis; ii) desvela el rol de los tipos de interés y la liberalización comercial como mecanismo para seleccionar capitales; iii) identifica los costes para los trabajadores en las consecuencias indirectas de la selección de capitales (desempleo) y de las políticas de la oferta que la acompañan; y iv) explicita el propósito último, la tasa de ganancia, y la dimensión temporal, el largo plazo. 18 Si se avanza en la concreción del análisis, se constata que el fin del sistema monetario de Bretton Woods en 1971 impulsó el enfoque monetarista, ya que a partir de ese momento la flotación de las monedas y el contexto de crisis favorecería la implantación de políticas monetaristas para contener la inflación (Gamble, 2001: 128-129). Este ejemplo refleja la necesidad de aludir a los rasgos básicos de la acumulación de capital para entender la funcionalidad de las diversas políticas económicas. Página 11 de 18

un proceso que deberá imponer una nueva estructura de capitales en competencia sobre la base de una recuperación del índice de rentabilidad. El ascenso del neoliberalismo supone, pues, la afirmación del poder del dinero, de la necesidad de asegurar el mantenimiento de su valor, es decir, la afirmación de la hegemonía del capital en su forma más abstracta (Clarke, 1988: 7). No obstante, la idea de la financiarización y el papel de las finanzas impone una aclaración. Se debe ser cauto al destacar el papel de las distintas fracciones de capital en la dinámica de acumulación y crisis, pues una serie de quiebras por la imposibilidad de hacer frente a las deudas puede afectar asimismo a las entidades bancarias. No se ha planteado una confrontación de intereses entre las fracciones industrial y financiera del capital como fundamento de la crisis económica, la cual determinaría la primacía del keynesianismo, defensor del industrial, o del monetarismo, vinculado al financiero.19 Por el contrario, el enfoque explica la primacía de uno u otro ámbito en el ciclo de valorización del capital a partir del contexto de la dinámica de acumulación, es decir, se habla de fracciones del capital en tanto que encarnan la personificación o materialización de ciertas actividades. Las instituciones financieras derivan el grueso de sus beneficios no de la inversión de su propio capital, sino de concentrar los ahorros y depósitos bancarios de la masa de la población, por lo que no se benefician necesariamente de altos tipos de interés, dependiendo sus ganancias primariamente de las comisiones y de la diferencia entre intereses pagados y beneficios recibidos. La rentabilidad de las instituciones financieras dependen de un nivel elevado de demanda para sus préstamos, que de hecho depende de la prosperidad capitalista general. Cuando la economía entra en recesión, con lo cual hay capital excedente disponible, los financieros buscan cada vez más desesperadamente salidas para su capital, el cual es desviado hacia canales más especulativos. Pero este desvío de capital no es la causa de escasez de fondos para inversión productiva, sino la consecuencia de escasez de oportunidades rentables. (Clarke, 1988: 7). El proceso denominado de financiarización de la economía y el neoliberalismo surgen de la mano de ciertos agentes (sociales y nacionales) y responde a determinados intereses, pero el aspecto relevante consiste en entender su significado histórico, para lo cual es menester desvelar su funcionalidad para el sistema económico. 20

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No comparto esta concepción de la crisis basada en factores subjetivos de grupos sociales en lugar de las tendencias propias de la producción capitalista, además de que paulatinamente resulta más complicado llevar a cabo esta separación con el predominio de las empresas transnacionales y la libertad de movimientos del capital. Además, ambos segmentos comparten el interés por ampliar el plustrabajo del obrero, y la ruina del industrial incide sobre la “punción” de la que se nutre el financiero. Su pugna por dividir el excedente tiene, en definitiva, un rango secundario respecto de la contradicción capital-trabajo. 20 Sólo así se puede ver la razón de que en la sociedad donde se ha llegado más lejos en la elaboración del ideario neoliberal (Chile) el Estado mostrara una determinada intervención en la economía, o de que la financiarización tenga una impronta anglosajona, habida cuenta de que representa los intereses del capital transnacional más poderoso, pues como señala Arrighi (2006: 55) “el neoliberalismo es la ideología propia de la actividad del estado en favor del capital, actividad a través de la cual los Estados Unidos han pretendido restablecer su hegemonía tras la crisis de los años 1970.” Página 12 de 18

5.2.DESMITIFICANDO LA TEORÍA Una de las razones por las cuales se ha ubicado el rol histórico de las políticas neoliberales en la dinámica de los procesos de acumulación y crisis es por el afán de situar en su justo término la esencia de la cuestión. De esta forma se evita perder el análisis por los derroteros falsos de la teoría económica. La funcionalidad de este proyecto político-económico radica en un referente objetivo, la dinámica de acumulación. La práctica podrá acercarse en mayor o menor medida a sus postulados teóricos, pero una hipotética contradicción no supone una vulneración del proyecto esencial. Al fin y al cabo, la elaboración teórica (o elucubración según se considere) debe respetar unas mínimas reglas de coherencia lógica.21 Históricamente, la aparición de teorías económicas que alcanzan rápidamente la condición de paradigmáticas ha estado vinculada a las necesidades de la clase dominante. Dichas necesidades consisten en disponer de un cuerpo teórico que opere como sustento moral y justificación práctica de la aplicación de determinadas políticas. (…) Por tanto, la respuesta a la pregunta del porqué de la implantación de un modelo neoliberal, pasa por visualizar que es ese tipo de política económica –contradicciones incluidas- que mejor satisface las necesidades capitalistas en la tesitura de la crisis. (Arrizabalo, 1995: 133-134) En este sentido, considérese el ascenso del enfoque neoclásico en el contexto de crisis de los años setenta, enfoque que por otra parte niega el carácter endógeno de la crisis como un momento de la acumulación de capital y para el que “la crisis no es una categoría económica” (de Brunhoff, 1986: 30), achacándolo a factores externos y pasajeros, o que considera que el desempleo es voluntario, y que curiosamente resultará ser el paradigma que servirá de referente de las políticas económicas a implementar (Ibíd.: 18-19), o la impracticabilidad de su propuesta de manejar la cantidad de dinero para controlar la inflación (Gamble, 2001: 131). Asimismo el neoliberalismo alude a la libertad general, y esencialmente en términos económicos, pero es la libertad desde el punto de vista del capital para la realización del ciclo de la mercancía, desde la adquisición de los medios de producción y la fuerza de trabajo, pasando por la producción y hasta la venta de la mercancía final. En efecto, el neoliberalismo supedita cualquier otra consideración de libertad, en su vertiente social o humanitaria, y en beneficio de la cúspide de sus unidades integrantes, a su cometido objetivo de la valorización capitalista.22 21

En relación a la evolución de la economía capitalista en las últimas décadas, Arrizabalo (1995: 279) afirma que “en esta lógica surge el recurso a la teoría neoliberal como excusa que permite la implantación de unos planes cuyo eje es una transformación en el instrumento que había sido central en el mantenimiento de la tasa de ganancia durante el cuarto de siglo que sigue a la Segunda Guerra Mundial. Así, el mecanismo inflacionario paradigmático de esta época se ve sustituido por lo que había sido tradicional bastante tiempo atrás: la destrucción de fuerzas productivas plasmada en desempleo masivo.” 22 Tomando como evidencia la adopción por parte de los gobiernos militares del Cono Sur latinoamericano de la versión más radical de la propuesta neoliberal-monetarista, García (1989: 110) comenta que “para el monetarismo, partiendo de sus raíces neoliberales, la democracia es un fin secundario y, por tanto, perfectamente prescindible en cuanto el Estado sea capaz de garantizar la libertad económica mediante otros mecanismos (incluso por la vía del “fascismo dependiente”). La libertad económica es, según los monetaristas, un fin en sí mismo al que se debe sacrificar cualquier otra meta que se alcanza, en último término, por una extensión de la primera.” Página 13 de 18

No obstante, esta defensa de la libertad económica no implica necesariamente que el Estado no intervenga, sino que lo haga de otra forma, es decir, apoyando explícitamente la acumulación de capital y liberándola de ataduras, lo que se ha evidenciado históricamente en los momentos de implantación más profunda del modelo neoliberal.23 En este sentido, y con el propósito de evitar simplismos que adolezcan de una perspectiva demasiado unilateral, rescato la definición que propone S. Clarke. El monetarismo implica más bien una reestructuración fundamental de la relación entre el capital, la clase trabajadora y el Estado, implicando no simplemente un cambio en el balance del poder económico y político, sino un cambio en la forma del Estado y las relaciones de clase, en la que algunos elementos de la clase trabajadora ganan a expensas de otros. (Clarke, 1988: 8). Efectivamente, esta precisión faculta la necesidad de incorporar la complejidad e implicaciones contradictorias que pueden derivarse de este modelo económico, incluso pudiendo afirmar que ciertas capas de trabajadores puedan beneficiarse en la medida que una de las bases de la práctica neoliberal consiste en la individualización de las relaciones laborales frente a la vía del convenio sectorial o geográfico. Pero esta precisión no debe obviar el fundamento esencial subrayado en estas líneas y que se concreta, en palabras de Duménil y Levy (2003: 3) con “una nueva configuración de relación capitalista, donde se encuentran claramente reafirmados el poder de una minoría propietaria y la violencia de la explotación.” En estos términos, el éxito de las políticas neoliberales deberá ser evaluado por el grado en que consigan cumplir su objetivo de selección de los capitales supervivientes y de depreciación de la fuerza de trabajo. Mientras que la posible coherencia entre sus prédicas y la realidad es de segundo orden puesto que no aluden a sus verdaderos fundamentos. Y es que asumir que el punto de ruptura teórico radica en la diferente aproximación teórica, desprovisto de su funcionalidad para la dinámica de acumulación, supone situar el debate en el terreno más propicio para los neoliberales, y por extensión más estéril para el procedimiento científico. Sin el propósito de llevar a cabo un análisis exhaustivo del ideario general del neoliberalismo, se puede asegurar que lo que de cierto contiene constituye la prueba del carácter explotador del modo de producción capitalista, concretamente en lo que a la necesidad de activar las fuerzas contrarrestantes al descenso de la tasa de ganancia, cualquiera sea el coste social que implique. El conjunto del esquema teórico que lo acompaña se limita a proporcionar una coartada teórica, sin mayor base firme, y que en la práctica de los hechos será vulnerada en el 23

Como ejemplo extremos pero sumamente ilustrativos de aplicación sesgada de los ideales del neoliberalismo, durante la dictadura de Pinochet en Chile el Estado tuvo un protagonismo destacado en la economía limitando el coste salarial para las empresas (Arrizabalo, 1995), la administración Reagan expandió el gasto público en armamento mientras que en el Irak liberado por los EE.UU. se ha decretado la privatización de empresas públicas, la eliminación de barreras al comercio, se ha protegido el derecho de propiedad mientras el mercado de trabajo está sumamente regulado: prohibición del derecho a la huelga en sectores clave y restricciones a la sindicalización (véase Harvey, 2005). Pero estos ejemplos no resultan en absoluto contradictorios si se analizan a partir de la perspectiva adoptada. En tales condiciones resultan plenamente funcionales al capital, aunque imponga cierto malabarismo a la justificación teórica.

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desarrollo de la ofensiva capitalista para superar la crisis.24 En efecto, “la irracionalidad del monetarismo no es la irracionalidad de economistas y políticos, es la irracionalidad del capitalismo.” (Clarke, 1988: 7). Por otra parte, se constata la complementariedad de los enfoques monetarista y de la economía de la oferta en el marco del arsenal teórico al que recurre el capital para recomponer las condiciones de rentabilidad. No obstante, el fundamento de las políticas neoliberales en el contexto de la crisis radica en una política monetaria restrictiva, la cual deberá ser acompañada por una serie de medidas fiscales en beneficio del capital. La extensión de este tipo de políticas en ningún caso debe analizarse como un desarrollo teórico que viene a cubrir el vacío dejado por la inoperancia explicativa de otros paradigmas teóricos, como pueda ser el keynesiano. Sería una concesión desmesurada e ilegítima al rigor conceptual en medio de la vorágine competitiva entre intereses antagónicos. En palabras de Clarke (1988: 5), supondría “atribuir muchísima coherencia y poder a teorías que sirven más para legitimar que para guiar la práctica política. Las ideas del monetarismo son importantes pero su importancia es ideológica, proporcionando coherencia y dirección a las fuerzas políticas que poseen raíces más profundas.” 6. CONCLUSIONES La conclusión más relevante de esta propuesta interpretativa se refiere, en primer lugar, a la necesidad y pertinencia de derivar los rasgos esenciales de los diferentes procesos de la economía capitalista a partir de la modalidad de reproducción del capital, es decir, de la manera como se lleva a cabo el ciclo de la mercancía en la reproducción del capital. Lo dicho implica tratar de endogeneizar los tipos de política económica desde su funcionalidad para la dinámica de acumulación de capital teniendo presente que hablar de acumulación de capital es al mismo tiempo aludir a la ruptura de la reproducción capitalista, la crisis de rentabilidad. Con el propósito de recomponer las condiciones de rentabilidad, el alza de los tipos de interés se erige en el elemento clave de la política económica y por extensión, eje vertebrador y esencial del neoliberalismo. De esta forma surge el predominio del ámbito financiero en la dinámica de la crisis como mecanismo disciplinador en un doble sentido: en primer lugar contribuye a llevar a cabo la selección de capitales, lo que redunda en una depreciación de los elementos del acervo de capital, pero además incide sobre los trabajadores de los capitales que quiebran y de los que atraviesan por dificultades. En consecuencia, se incrementa el desempleo, se modifican los convenios colectivos para recurrir a la necesaria moderación salarial, se degradan las condiciones de trabajo, y en general se intensifica la flexibilización (precarización) del marco de relaciones laborales. Por otra parte, este proceso va acompañado de la implementación de una serie de medidas de política económica: las privatizaciones, reducción del gasto social, rebajas fiscales para el capital, etc, lo que redunda en una

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Harvey (2005: 19) señala que “la evidencia sugiere, además, que cuando los principios neoliberales chocan con la necesidad de restaurar o sostener el poder de la élite, entonces los principios son abandonados o bien tan deformados como para ser reconocibles.” Página 15 de 18

modificación del patrón de distribución del ingreso en detrimento del salario en su concepción amplia. Lo señalado tiene una implicación decisiva: los costes sociales de la crisis son plenamente funcionales a la economía capitalista, lo que es otra forma de señalar que el poder acrecentado de las finanzas en esta fase histórica es un proceso necesario desde una óptica de largo plazo. De lo mencionado se sigue una “cruel” aseveración: si una política monetaria restrictiva no ha logrado superar la crisis económica e impulsado el crecimiento económico no significa su disfuncionalidad o su fracaso para proveer de bienestar a la población. No se puede juzgar con valores extraños una determinada política económica cuyo propósito es radicalmente opuesto. Así, se puede decir que todavía el ajuste económico no ha sido de un alcance suficiente para llevar a cabo su tarea histórica. Lo que ejemplifica que en la economía capitalista cada crisis se ubica en un lugar superior cuya reestructuración supone progresivamente un mayor grado de destrucción de fuerzas productivas que incluso temen las fracciones más poderosas del capital. Por tanto, la financiarización y el neoliberalismo no se pueden abordar como un mero proyecto de ciertas economías, las desarrolladas, de la potencia hegemónica, Estados Unidos, o de un segmento del capital, el financiero, si no se vincula con un referente objetivo como es la crisis de rentabilidad y la necesidad de sanear la economía. En esta afirmación se ubica una crítica implícita de las posturas reformistas que, con la consideración del neoliberalismo como una opción (como cualquier otra) de forma de gestionar la economía capitalista, o de quienes entienden el ascenso del neoliberalismo como manifestación de un cambio en el paradigma teórico o de los valores dominantes,

ineludiblemente llegan a una crítica inocua de sus

manifestaciones más extremas al margen del contexto objetivo que lo explica. La caracterización de las diferentes opciones de gestión de la política económica, como el neoliberalismo y el keynesianismo, debe llevarse a cabo sobre la base de elementos endógenos al movimiento del capital para explicar sus fundamentos y funcionalidad en el sistema económico. De lo contrario habría que recurrir a elementos históricos, y por tanto contingentes, o a factores psicológicos que hacen que en un momento dado la voluntad de la población opte por un programa económico determinado, lo que supone una ausencia de capacidad explicativa, o bien al producto de una elucubración teórica. En definitiva, se puede afirmar que el análisis de los fundamentos del neoliberalismo y la financiarización desde una óptica que intente desvelar su funcionalidad para superar la crisis de rentabilidad de la economía capitalista necesariamente debe acudir a desarrollar lo que Marx dejó como un borrador incompleto, deficientemente expuesto y desordenado, es decir, el epígrafe XIV de la sección tercera del sexto volumen de El Capital, en el que aborda las “Causas Contrarrestantes” a la caída de la tasa de ganancia.

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