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El templo de Corpus Christi
CORPUS CHRISTI Varios años de paciente labor conciliatoria y pacificadora por parte de los misioneros franciscanos, dieron el fruto óptimo de la unión entre aquellos pueblos antagónicos de mexicanos y otomíes. Durante aquel tiempo los frailes estuvieron oficiando misa un domingo en Tenayuca y otro en Teocalhueyacan, con la obligación de que unos y otros asistieran a ambos lugares. El historiador, Lic. Don Manuel de Olaguibel, lo refiere así: "Establecidos los franciscanos en la ciudad de México. en 1524, unos de los primeros pueblos que visitaron fueron San Bartolo (Tenayuca) y San Lorenzo (Teocalhueyacan); uno de mexicanos y otro de otomíes, edificando en ellos capillas y diciendo misa un domingo en el uno y el siguiente en el otro, juntándose los vecinos de ambos en aquel en el que se celebraba, lo que dio motivo a ciertas desavenencias, por lo que los frailes decidieron formar iglesia y convento en un terreno colocado en medio de ambos pueblos, edificando la mitad los mexicanos y la otra mitad los otomíes, formándose un poblado al que se le dio el nombre de 'Tierra de Enmedio', Tlalnepantla" .
Así fue. Los misioneros, valiéndose hábilmente de los caciques de uno y otro pueblo, lograron la cooperación de centenares de hombres para iniciar las obras de un gran convento, el cual quedaría bajo la advocación de Corpus Christi. Los mexicanos proporcionarían la cantera rosa del Tenayo; los otomíes la piedra gris de sus cerros. Las grandes carencias de medios para transportar tan pesados materiales desde aquellos lugares, harían prolongada y muy ardua la tarea. Por varios años nuestros indios hollaron esa; caminos acarreando piedra, arena, cal, madera...
“Al insigne educador franciscano Pedro de Gante, del que se sabe fundó más cien templos en México, se atribuye el trazo para la construcción del convento de Corpus Christi en Tlalnepantla” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 64, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
La erección del monasterio de Tlalnepantla trajo como consecuencia natural la formación de un pueblo en torno a éste. El boscoso sitio donde sólo existiesen aislados grupos de chozas, comenzó entonces a poblarse de pequeñas casas. El año de 1554, para lo cual tomamos en cuenta la inscripción nahua existente en el frontispicio de la puerta norte de esta iglesia, tuvo lugar la fundación del convento de Corpus Christi.
El trazo para la formación del pueblo lo hicieron los misioneros de acuerdo con los caciques de Tenayuca y Teocalhueyacan. La cantera para las primeras banquetas fue de Tenayuca. Respecto a la primera obra de tipo cristiano realizada por aquellas manos indígenas, refería el Pbro. don Canuto Flores, párroco titular de este templo a lo largo de los años treinta y cuarentas de este siglo, que había sido la cruz atrial, misma que hoy se encuentra frente al portal de Peregrinos de la actual Catedral. El proyecto y la construcción de este convento según el historiador don Manuel Toussaint, corrieron a cargo del famoso arquitecto don Francisco Becerra, de quien dicen intervino en las edificaciones de las siguientes iglesias: Santo Domingo, Catedral de Puebla, Totomihuacán, Cuaunhtinchan, San Agustín, Tepotzotlán, Cuernavaca, Tlalnepantla y Tlaquiltenango. El señor Becerra había nacido en Trujillo, ciudad del Perú en 1545 y falleció en Lima en 1601. Por lo que hace al fundador del monasterio. la "Descripción de la Provincia Franciscana del Santo Evangelio" menciona a Fray Juan de Gaona como tal. Dice así: "Habiendo nacido en Burgos (España) estudió en París y se instruyó en la teología en su ciudad natal. De allí pasó a Valladolid de donde fue enviado por doña Isabel de Castilla a esta Nueva España a donde arribó en el año de 1538. Ya aquí, estudió por espacio de diez años la lengua mexicana que llegó a dominar. Posteriormente fue guardián de la iglesia de Xochimilco y de varios conventos y fundó el de Tlalnepantla. Falleció en la ciudad de México y fue sepultado en el convento de San Francisco". En la distribución geográfica de los misioneros franciscanos del siglo XVI. el convento de Tlalnepantla que fue lo primero en edificarse, comienza a funcionar en e l año de 1560. Posteriormente vendría la construcción de la iglesia la capilla abierta. La huerta el cementerio el sagrario... "En el año de 1570 dice el Códice Franciscano, el monasterio de Corpus Christi contaba con dos sacerdotes, ambos confesores de indios y uno de ellos que era el guardián predicador. El uno de estos pueblos se llama Tenayuca y está en cabeza de S.M., el otro se llama Teocalhueyacan y está encomendado a Doña Luisa de Estrada, mujer que fue de Jorge Alvarado. La cabecera de Tenayuca tiene ocho aldeas sujetas dentro de una legua. La cabecera de Teocalhueyacan tendrá una docena de iglesias. Todas ellas las tienen a cargo y visitan los dichos religiosos de Corpus Christi, y a veces le van a ayudar los de México. Tendrán entre ambos pueblos tres o cuatro mil vecinos". En general, en el siglo XVI, dentro de cada convento a la parte norte de la iglesia los franciscanos levantaron internados para recoger en ellos a los chicos indios hijos de caciques y principales familias indias; pero como éstas con frecuencia se opusieron los
frailes reclutaron también muchos chicos de la clase baja. Allí se formaban los muchachos religiosa y moralmente. Se les enseñaba lectura, escritura, gramática latina, castellana e india, según su lengua, cuentas y doctrina cristiana. No pocos de aquellos muchachos fueron más tarde colaboradores fieles de los misioneros, a los que ayudaron eficazmente en la destrucción de la idolatría, así como en la catequización de las multitudes. En 1567 había en el convento hasta nueve religiosos. Por el año de 1568, siendo virrey de Nueva España don Martín Enríquez de Almanza, gobernante que luchó por preservar y hacer cumplir las leyes que protegían al nativo, además de abolir los trabajos de carga para los indios, decretó ejido Tlalnepantla, el cual era objeto de dificultades y litigios por parte de los naturales, concluyendo por nombrar a dos gobernadores, uno mexicano y el otro otomí. Tlalnepantla, por aquella época, estuvo bajo la Alcaldía de Tacuba.
“La vieja cruz atrial de Corpus Christi fue la primera obra de tipo cristiano realizada por los naturales de esta región” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 66, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
En torno al convento aún en construcción iba creciendo el pueblo; no un pueblo a la manera de los fundados por los españoles, ya que sólo eran grupos de casas entre magueyeras, separadas por trechos de sementeras. Humildes construcciones de adobe o tepetate cercas de piedra y pozos de lazo eran sus signos característicos.
La traza para el pueblo habían la hecho los frailes de acuerdo con los caciques de Tenayuca y Teocalhueyacan. Años después, sobre ese mismo plano, personas importantes y familias de clase media avecindadas en este lugar, construirían sus casas, algunas de ellas excelentes, dando lugar a las primeras calles de las que más de una es en la actualidad importante avenida en nuestra ciudad.
“Puerta norte del templo de Corpus Christie, ostentando en sus glifos los topónimos de Tenayuca y Teocalhueyacan, génesis de la tierra de en medio” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 67, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
Más allá de la traza primitiva habían se ido formando también los primeros barrios en que se dividirla la Parroquia, dos de mexicanos: San Bartolomé Tenayuca y Los Reyes; y dos de otomíes: San Lorenzo Teocalhueyacan y San Francisco. Años después surgirían nuevos barrios, como Santa María y San Mateo. En 1582, posiblemente cuando la parte correspondiente al claustro quedó terminada, los barrios de San Lorenzo, Santa María y San Mateo, que seguramente contribuyeron a dicha construcción, donaron al convento la puerta que comunica al templo con la sacristía, una bella talla en madera de mezquite o huizache, realizada por aquellas manos indígenas. En esa puerta puede verse grabado el año de 1582, los nombres de los barrios de Santa
María, San Mateo y San Lorenzo, así como el símbolo alusivo al martirio de este último: la parrilla. Para el año de 1585, según certifica el Padre Ponce, visitador, "El monasterio estaba terminado, excepto la iglesia, que se iba haciendo". Para acelerar los trabajos, Fray Diego Cordero, guardián del monasterio, solicitó ayuda en 1587 para techar la iglesia. El virrey don Lorenzo Suárez de Mendoza, Conde de la Coruña, amigo y protector de la Orden de los Franciscanos, ordenó al repartidor de Tacuba se proporcionaran treinta indios cada semana por tiempo de un año, recomendando se les diera buen trato y se les pagaran normalmente sus jornales. El año de la primera terminación de la iglesia la da otra inscripción de la referida puerta norte de la misma, la cual dice: "Ipanxihuitl de 1587 años Tecalhuacan". Y prueba de que la fecha de su terminación definitiva no es esa, es que todavía en 1590, siendo virrey don Luis de Velasco (hijo), ordena al juez repartidor de Tacuba envíe indios para continuar las obras del templo. Ese virrey, profundo conocedor del problema indígena, se ocupaba de que los nativos no fueran tratados como bestias, los incitaba a aprender oficios y aliviaba en todo cuanto podía su dolor. No vaya a creerse que todos los misioneros supieron dar trato humano a aquellos infelices seres. El historiador don Jesús Romero Flores en su obra México, Historia de una gran Ciudad, al tratar este punto, dice: "Tampoco eran muy paternales todos los frailes que vinieron a la conversión y catolización de los indios. Por un Gante, Motolinía o Las Casas, habla centenares que maltrataban a los indios. Tanto era así, que para demostrarlo está la Cédula de 4 de septiembre de 1560, por la que se ordenaba que los frailes de San Francisco y Santo Domingo, que eran los únicos que había entonces, «NO azotaran a los indios, ni los trasquilaran, ni los pusieran en cepo (madero que: fijo a la pierna del reo, le servía de prisión); ni que obligaran a los esclavos, en los días de penitencia, a ir con la espalda descubierta y aplicándose en ella repetidos golpes con duras y gruesas disciplinas que los hacían desfallece". Júzguese la crueldad de aquel acto, capaz de mover a compasión hasta a los más duros y crueles encomenderos," A finales del siglo XVI, el convento y la iglesia funcionaban perfectamente aun cuando a esta última faltasen detalles muy importantes. El convento de Corpus Christi, según la traza particular que los franciscanos daban a sus construcciones, quedó con su fachada principal mirando hacia el poniente. Los pueblos de Tenayuca y Teocalhueyacan donaron al templo dos hermosas pilas bautismales labradas en piedra. La de Tenayuca ostentando el glifo de su peculiar muralla como significado de su topónimo; la de Teocalhueyacan más grande y de una sola pieza, mostrando en su derredor el cordón emblemático de la seráfica orden franciscana.
El estilo arquitectónico de este templo encuadra dentro del llamado tipo "fortaleza": alto, recio y coronado de almenas. Su fachada principal, mirando hacia occidente es de estilo neoclásico. El frontispicio de la puerta norte, “la Porciúncula", es muy interesante ya que en sus glifos y bajorrelieves encierra todo el contenido histórico de la fundación de este pueblo. Don Manuel Toussaint lo sitúa dentro del estilo plateresco con influencia indígena. y dice de él; " Muchas modificaciones ha sufrido la iglesia de este convento, al grado de que casi no se puede encontrar nada de lo primitivo. Quizás la portada lateral que lleva la fecha de 1587 sea lo más arcaico". La obra evangelizadora llevada a cabo por los misioneros franciscanos que tuvieron a su cargo el convento de Corpus Christi y su jurisdicción, fue muy importante si nos atenemos a lo siguiente: a partir de 1535 en que el Capitulo General de la Orden Franciscana celebrado en la ciudad de Niza consciente de la labor que estaban realizando los misioneros en Nueva España elevan la Custodia del Santo Evangelio de México a la categoría de Provincia. A partir de esa fecha se consolidan las misiones de Michoacán y Jalisco y se emprenden nuevas exploraciones y conquistas. Por ejemplo en el valle de Puebla se establecen las misiones de Quecholac, y Tecali (1540), de Tecamachalco (1541), de Atlixco (1550). En el Valle de México y regiones circunvecinas se fundan centros misionales en Cempoala (1553), Alfajayucan (1558), Tlalnepantla (1560) y Teotihuacán (1563). Se ha dicho que por los claustros y huerta del convento de Corpus Christi se pasearon las figuras venerables de Fray Pedro de Gante, de Fray Bernardino de Sahagún, de Fray Juan de Torquemada, de Fray Juan de Zumárraga... Unos, para hallar aquí un poco de descanso dentro del intenso quehacer espiritual; otros, sin duda buscando noticias e información de fuentes directas para forjar la historia prehispánica de nuestros pueblos,
DE ANTIGUAS CRÓNICAS El presente capitulo será una breve cronología de sucesos ocurridos en torno a corpus Christi a lo largo de los siglos XVII Y XVIII de nuestra era. El amplísimo atrio del convento, cercado por espesa barda de mampostería y con tres puertas de acceso, fue destinado a cementerio para los naturales, con el fin de que éstos fueran sintiendo apego por el lugar, así como para evitar los entierros dentro de la iglesia que, como decían los padres, "sólo debe ser para que se tribute en ella el culto más puro a la Divinidad". Concluido el atrio, se colocó la primitiva cruz sobre un pedestal de piedra en la esquina noroeste del mismo, donde habría de permanecer hasta el año de 1938 en que la barda fuera derribada. La puerta norte de la iglesia, proyectada desde un principio para facilitar a los habitantes venidos de esos rumbos su entrada al templo, ofreció a la vez una cómoda conexión con el
mercado, el cual se hallaba en el centro del pueblo, donde tiempo después se hiciese el jardín principal. Esa puerta lateral del templo de Corpus Christi es la Porciúncula, llamada así por los padres franciscanos en memoria del lugar que Francisco de Asís más amó en el mundo: un pequeño oratorio perdido en medio de los bosques de su patria, donde tuviese lugar el último acto de su conversión. La huerta, cuya barda era una prolongación de la del cementerio, también era extensa. Allí fueron plantados algunos de los primeros olivos que vinieron de España a América. Todavía, entre las plantas del actual jardín de nuestra catedral, pueden verse restos de troncos de aquellos árboles venerables. Olivos y vides de la huerta estaban destinados a la elaboración de aceite y vino para consagrar. Otros árboles frutales que allí se plantaron fueron higueras, duraznos, perales y granados.
“Templo de Corpus Christi en Tlalnepantla. La torre es posterior a la construcción del convento” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 76, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
Por el año de 1603, por decreto del virrey Don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, se llevó a cabo un ajuste de tierras, ordenando a los terratenientes a registrar sus propiedades, con lo cual se logró un control de impuestos. En 1614 Fray Francisco Moreno, guardián del monasterio, contrató a don Diego Hernández para que construyera una nueva techumbre a la iglesia. El maestro en carpintería se comprometió a terminarla en un año, siendo ésta toda de madera, en forma de tijera y de dos aguas. En el año de 1666 la iglesia sufrió un incendio que a punto estuvo de destruirla toda. El altar mayor, así como algunos retablos de los colaterales, quedaron convertidos en cenizas. El techo, que era ya el segundo, vino por tierra. A finales del siglo XVII, el templo estaba nuevamente techado. En esta ocasión se le hizo la magnífica bóveda de cañón que hasta el presente ostenta, así como su hermosa cúpula. En sus colaterales se erigieron nuevos retablos del más puro estilo barroco, en sustitución de los destruidos en el incendio. De una época en que el convento de Corpus Christi se hallaba en plena actividad y auge, son estas notas de Fray Agustín de Betancourt: "Dos leguas de México, tiene un sitio alegre y ameno (Tlalnepantla) , donde está un convento con celdas acomodadas y una huerta de arboleda y legumbres abastecida; la iglesia se quemó el año 66 y se volvió a techar y se adornó de retablo y colaterales. "La media iglesia es de mexicanos y la otra media de otomíes, por estar en medio de la tierra de ambas naciones, que esto quiere decir Tlalnepantla, en medio de la tierra, compuesto de los mexicanos de Tenayuca, que era la cabecera, y Teocalhueyacan, de otomíes. Tiene dos gobernadores, uno de cada nación, y su alcalde mayor que reside en Tacuba, en cuyo nombre asiste un teniente. "Tiene veinte y cuatro visitas de pueblo con sus iglesias: en el Monte Alto de otomíes, San Luis Zacachiuhcan, Santa María Mazatla, San Miguel Tepan, Santa Ana Xilotzingo, Santiago Tlazalan y la Transformación. En el Monte Bajo: Santa Marta Magdalena Tzintzicazpan, San Francisco Necazayotochaco, San Pedro Azcapotzaltongo, San Miguel Ylla, San Francisco Tizapán, San Mateo Xolalpan, Santa Marta Calacoayan, San Andrés Atenco y San Lucas.
"De mexicanos son nueve: San Jerónimo, San Pablo, Santa María Ticomán, Santiago Ochpahuayocan, Santa María Cohuatepec, San Bartolomé Tenayocan, Santa Cecilia, San Rafael y San Pedro; sin otras ermitas que por estar desiertas y caídas no se escriben. La jurisdicción consta al presente de quinientos y ochenta y cuatro españoles, mestizos y mulatos, y tres mil ciento y catorce naturales que hacen tres mil seiscientos y noventa y ocho personas que administran nueve religiosos con su ministro, por el Rey, otomí y mexicano. Tiene diez y seis haciendas medianas de españoles, donde se siembra maíz y trigo de riego y tres ranchos de naturales. En el Monte Alto hay otras cuatro haciendas y los ranchos de españoles: en el Bajo dos haciendas de labor y dos carbone ras. La iglesia es al Santo Cuerpo de Cristo dedicada." La torre primitiva de la iglesia fue derribada por órdenes del señor cura Montes de Oca, cuando los frailes franciscanos dejaron el convento y la administración de la parroquia. El año de 1689, después de diez años de obra, quedó terminada la capilla que se halla a la derecha del presbiterio del templo, toda ella de estilo neoclásico y bellamente decorada. De su construcción se cuenta que fue costeada por un rico hacendado de esta región, al que el Cristo de las Misericordias, que ya se encontraba en esta iglesia, había le concedido el milagro de salvar una cosecha. Como rara vez se tiene oportunidad de esclarecer en un solo intento la historia, tendremos que conformarnos a veces con lo que refiere la tradición. Lo cierto es que en el muro exterior de dicha capilla existe una lápida en la que puede leerse: "Año de 1689 Franco Aleto": Me hizo Francisco Aleto. La torre tiene en su muro frontero al norte una inscripción que dice: "A 20 de septiembre de 1704 años". Fecha seguramente de su terminación. La esbelta torre, de arquitectura muy diferente a la del convento e iglesia, constó de dos cubos, un campanario de dos cuerpos con cuatro campanas y en la cúspide una pequeña cúpula sobre la cual fue colocada una cruz de cantera. Los vientos llevaron desde entonces el eco de aquellos bronces hasta el confín de la tranquila comarca, invitando a sus moradores a los servicios religiosos. Hoy sus voces se ahogan en medio del tráfico ensordecedor de la moderna ciudad. En 1729, el escultor y dorador don Nicolás Antonio de Sandoval, realizó un hermoso retablo con las figuras de San Antonio, San Felipe de Jesús y Santa Gertrudis. En 1743, don Domingo de Salvatierra, maestro ensamblador, llevó a cabo dos retablos colaterales más.
Uno de los altares más bellos del templo acaso haya sido el dedicado a la Virgen de Guadalupe. De la fiesta de su consagración es el siguiente texto, tomado de una antigua crónica: "Era el lunes de Pascua. 12 de abril del año del Señor, de 1751, cuando todo el pueblo de Tlalnepantla se envolvía en el regocijo de la fiesta. Las cuatro campanas de la torre se desquiciaban llamando a los indios de toda la doctrina. Ambas parcialidades, la de otomíes y la de mexicanos en que Tlalnepantla se dividió siempre desde su fundación, con sus gobernadores don Nicolás Hipólito y don Antonio Mateo de la Cruz, alcaldes y oficiales de la República al frente, esperaban con impaciencia la hora en que se haría la dedicación de un altar en la capilla de la portería del convento, nada menos que a la reina de los Indios: a Santa María de Guadalupe. "Los cohetes atronaban el espacio, no menos que las chirimías y los cantos, esperándose la llegada de un momento a otro de Fray José Ximeno, Ministro Provincial, Padre de la Provincia del Santo Evangelio de Nueva España, lector jubilado y calificador del Santo Oficio, que habría de llegar en el mismo carruaje que el Alcalde Mayor del Partido de Tacuba y su jurisdicción, dentro de la cual se encontraba Tlalnepantla. El Capitán don Manuel José de Alfaro y Rebolledo, es el autor de la relación manuscrita e inédita."
“Troncos secos, retorcidos y sin vida; restos de los olivos que plantaron manos franciscanas hace más de cuatro siglos en el atrio y huerta de Corpus Christi en Tlalnepantla”
Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 79, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
A Fray Pedro Navarro se debió la dedicación del citado altar a la Virgen de Guadalupe. La pintura es obra de Francisco Martínez, notario del Santo Oficio. Actualmente ese altar se encuentra en una capilla de la Catedral. Tal vez por aquellos días haya estado al frente de este curato el insigne padre don Antonio de Padilla y Rivadeneira, tomando como base el texto del medallón que acompaña un retrato suyo, el cual dice así: "V. R. de el Sr. Lic. D. Antonio de Padilla y Rivadeneira. Coleg. Mayor en el viejo de Sta. María de todos Stos. Abogado de la Real Audiencia de México. Comiffario del Sto. Oficio y primer Cura Clérigo de el Partido de Corpus Chrifti Tlalnepantla. Tomó pocefción de el Curato el día 21 de Noviembre de 1754, y murió el día 25 de Sep. de 1786 Años". Por muchos años, acaso más de dos siglos, estuvo unida a la puerta que comunica el templo con la sacristía una curiosa pintura realizada por algún anónimo artista indígena. El cuadro, tal vez de escaso mérito artístico, tenía en cambio un gran valor histórico‐social, pues representaba a tres acólitos adolescentes. Siendo los de los extremos marcadamente morenos y el del centro, de menor edad, de tez más clara. Aquéllos sostenían en sus manos sendos ciriales, este último portaba un incensario. El Sr. Cura don Canuto Flores explicaba que el indito de la derecha encamaba a Tenayuca, el de la izquierda a Teocalhueyacan y el del centro a los mestizos surgidos en esta tierra por las uniones de españoles con mujeres indígenas.
“Pintura existente en el ex convento de Corpus Christi, realizada por anónimo artista indígena. El acólito de la derecha representa a Tenayuca, el de la izquierda a Teocalhueyacan y el del centro a los primeros mestizos de la región” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 80, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
A título de curiosidad insertamos en el presente capítulo la oración del Padre Nuestro, tal como la enseñaran los religiosos franciscanos en el siglo XVI a los indios mexicanos y otomíes de estos pueblos:*” En mexicano: "Totátziné, in Ilhuieac timoyetzica, ma yectenehualo in Motocátzin: Mahualla uh in Motlátocayotzin: Ma chihualo in TIalticpan in motlanequilitzin; in yuh chihualo in I1huicac. In totlaxcal, mo moztlaé totech monequi, ma axcan xitech momaquili, ihuan maxitech mopop olhuili in to tlátlacol; in yuh ti quin tlapopolhuia: ihuan macámo xitech momacahuili; inic ámo ipan tihuetzizque in ihuic pa in ámo cualli. Ma yuh mochihua Jesuse. En otomí: Ma ta he ni buy mahetsi da ne ansu ni huhu da ehe ga he ni buy da kha ni hnee ngu gua na hay te ngu mhétsi ma hmé he ta ná pá rá he na ra pa ya ha puni he ma dupate he tengú di puni he u ma ndupaté he ha yo gui he he ga he kha na tzó cadi mana pehe he hin nho da kha". *Dato tomado de " La Oración Dominical en Lenguas Indígenas" de Autor Anónimo. Colecc. México Ancestral.
EL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS
Las costumbres de las gentes de Tlalnepantla, olvidadas las diferencias que en otros tiempos distanciaron a sus ancestros, eran las tradicionales en los pequeños pueblos, convergiendo la vid a social al núcleo creado en tomo a las festividades religiosas. Aún no había transcurrido una década de haberse iniciado las obras del convento de Corpus Christi, cuando llegó a la capital de Nueva España la imagen del Cristo que aquí sería llamado de las Misericordias. El sabio Pbro. Don Canuto Flores, párroco titular de esta iglesia a lo largo de los años treinta de este siglo, relataba que esta bella escultura, antes de venir a México, había estado en la catedral de Burgos, de donde vino junto con otras cuatro imágenes similares. La que un día iba a ser destinada al convento de Tlalnepantla, era obsequio del Emperador Carlos V al conquistador Hernán Cortés: las otras eran enviadas por el propio monarca español a Fray Cristóbal de Paz para que éste las donara a diversos templos.
Cortés obsequió la suya al convento de San Francisco en México, de donde fue enviada en 1565 al monasterio franciscano de Tlalnepantla; pero como éste se encontraba en plena construcción, los padres de terminaron alojarla provisionalmente en la iglesia de Tenayuca. Hasta aquí el relato del padre Flores. No tenemos datos del tiempo que la imagen permaneció en San Bartolomé Tenayuca, y por lo tanto se desconoce la fecha en que ésta llegó al templo de Corpus Christi ; pero se sabe que cuando el incendio de 1666, el Cristo de las Misericordias sufrió los rigores del siniestro, pues habiéndose quemado totalmente la cruz que lo sostenía, la imagen sólo acusó quemaduras en la espalda, en forma de ámpulas en carne viva, por lo que fue llamado el "Señor de las Ampollas".
“El Señor de las Misericordias de Tlalnepantla, una de las cinco esculturas donadas por el Emperador Carlos V a los misioneros de Nueva España” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 81, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
Del padre Yturralde, que fuera quien colocara ese Cristo en la capilla o sagrario en que permaneció por mucho tiempo, copiamos textualmente la inscripción que se halla al pie de un retrato suyo al óleo, la cual dice así: "Retrato del Sr. D. Sebastián Yturralde, Cura propietario y Juez Ecca. del Partido de Tlalnepantla Corpus Christi, tomó posesión el 30 de diciembre de 1786, falleció el 16 de octubre de 1790 Y se sepultó después de tres días para consuelo universal de todos los pueblos por haber desempeñado los oficios paternales, no sólo con su doctrina y ejemplo,
sino con su patrimonio. Socorriendo las necesidades comunes, y en la mayor parte del culto divino, colocando en un magnífico y costoso retablo en su capilla al Santo Cristo de las Misericordias, promoviendo el Solemne Novenario y anual procesión. "A sus expensas sostuvo una decente orquesta para las festividades del año y frecuentes ejercicios espirituales, y concluyendo su apostólico Ministerio con la última tanda. Su cadáver lo trasladó el sucesor Interino al Presbiterio del Señor de las Misericordias, donde descansan sus respetables cenizas. Requiescat in pace. Amén" En las noches de difuntos, después de la muerte del padre Yturralde, la voz doliente de los indios, a los que tanto amó, debe haber resonado bajo las bóvedas del templo al entonar éstos el "Alabado", aquel canto triste que tan hondo calara en el alma de la gente de nuestras campiñas, el cual difundiera Fray Antonio Margil de Jesús en su incansable peregrinar por tierras mexicanas. Existe actualmente la creencia de que esta imagen del Señor de las Misericordias está hecha de caña de maíz, fundando la hipótesis, quienes así lo suponen, en la ligereza de su peso y oquedad que en ella se advierte, pues las esculturas traídas de España, realizadas en madera por imagineros sevillanos, eran bastante pesadas. Esta suposición, de ser cierta, echaría por tierra la historia de que tal imagen fue una de las cinco que el emperador Carlos V donara a los misioneros que por aquella época luchaban por la conversión de los naturales en estas tierras.
“Cuando las lluvias tardaban, los vecinos de Tlalnepantla, agricultores en su mayoría, impetraban la ayuda divina sacando entre cantos y oraciones al Señor de las Misericordias, al que asomaban al atrio del templo. Fotografía tomada en 1888” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 83, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
La pasta de maíz, con la cual nuestros antepasados realizaron en tiempos prehispánicos notables esculturas, fue aprovechada por maestros europeos para modelar imágenes del nuevo culto. El procedimiento ofrecía, entre otras ventajas, la de ser su material muy ligero y fácil de transportar, aun tratándose de figuras muy grandes. El material consistía en un armazón hecho de carrizo, sobre el cual se modelaba la imagen con la pasta obtenida de la médula de la caña del maíz, mezclada con goma vegetal, lo cual le daba una gran consistencia. Una vez lograda la figura, se aplicaba sobre ella una capa de yeso que, por último, recibía la policromía mediante esmaltes y barnices. Si el europeo nos trajo sus modelos y formas de trabajo, el indígena aportó sus técnicas, sensibilidad y destreza. La combi nación de ambas aportaciones, produjo a lo largo del período colonial esculturas e imágenes de extraordinaria belleza.
DE PARROQUIA A CATEDRAL La antigua iglesia parroquial de Corpus Christi en Tlalnepantla, que en el año de 1933 fuera declarada Monumento por la Dirección de Monumentos Coloniales de la S.E.P., en virtud de su valor arquitectónico e histórico, fue elevada al rango de Catedral en 1964.
“El portal de peregrinos del ex convento de Corpus Christi” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 215, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
En efecto, el 31 de marzo de 1964, su Santidad el Papa Paulo VI decretó la constitución de la Diócesis, convirtiendo la Parroquia, que formaba parte del Convento Franciscano de Corpus Christi de Tlalnepantla, en la Santa Iglesia Catedral. La Diócesis comprendió veintinueve parroquias y una vicaria, dentro del territorio del Estado de México. El primer obispo designado por su Santidad, fue el Padre Fray Felipe de Jesús Cueto y González, luego de ser consagrado el l° de abril de ese año. El padre Cueto y González, originario de Etzatlán, Jal. , donde naciera en 1904, ingresó en la Orden de Frailes Menores con los franciscanos en 1927, y años más tarde, en 1932, fue ordenado sacerdote. Ya como Obispo de Tlalnepantla, se entregó a la tarea de organizar la Diócesis, creando nuevas parroquias, dando mayor atención a los fieles y unificando a los sacerdotes mediante juntas Plenarias. Trescientos veintisiete sacerdotes, pertenecientes al Clero Secular, Órdenes Religiosas y Congregaciones de Religiosas, integraron la Diócesis de Tlalnepantla.
“Un bello rincón en el interior del obispado” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 216, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
El vetusto templo de Corpus Christi sufrió entonces notables cambios. Su altar mayor, de estilo neoclásico, que desde luego no era el original, fue sustituido por un gran tríptico barroco, logrado con la unión de tres hermosos retablos de los que por siglos existieran en los colaterales del recinto. En el centro del nuevo retablo, que luce esplendente, fue colocada la imagen del Santo Patrono del pueblo: el Señor de las Misericordias.
“La antigua Parroquia de Corpus Christi fue elevada al rango de Catedral en 1964” Fuente: Tlalnepantla, Tierra de En medio, Guillermo Padilla Díaz de León, pág. 214, H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
El piso y la escalinata del presbiterio se hicieron de mármol; se embelleció la capilla anexa al templo, llamada luego de la Expiación, y se realizaron importantes obras de restauración en los claustros y el curato. La puerta norte de la iglesia, que por muchos años se usara con preferencia, fue cerrada desde entonces y abierta la que mira hacia el occidente, que es la principal. En 1968, el ayuntamiento presidido por el Lic. Javier Pérez Olagaray, en un esfuerzo por integrar a la vida cívica de la población el espacio ocupado por el atrio de la iglesia, llevó a cabo la remodelación de la Plaza Comonfort, uniendo ambas áreas en una sola,
lográndose con ello una espaciosa plaza cívica que, una vez adoquinada y dotada de magnifico alumbrado, lo mismo ha dado albergue a las grandes multitudes en los actos cívicos, que ha servido para recibir a las numerosas romerías que vienen en pos de la Iglesia Catedral. NOTAS: Para las notas de pie de página favor de consultar el libro “Tlalnepantla, Tierra de En medio” de Guillermo Padilla Díaz de León, editado por el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984; ambos en la biblioteca digital de ésta página web. REFERENCIAS
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CORPUS CHRISTI, páginas 63 a la 69 del libro “Tlalnepantla, Tierra de En Medio” de Guillermo Padilla Díaz de León, editado por el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
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DE ANTIGUAS CRÓNICAS, páginas 75 a la 80 del libro “Tlalnepantla, Tierra de En Medio” de Guillermo Padilla Díaz de León, editado por el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984. EL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS, páginas 81 a la 83 del libro “Tlalnepantla, Tierra de En Medio” de Guillermo Padilla Díaz de León, editado por el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984. DE PARROQUIA A CATEDRAL, páginas 213 a la 216 del libro “Tlalnepantla, Tierra de En Medio” de Guillermo Padilla Díaz de León, editado por el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, Edo. Mex. 1982‐1984.
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