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Galvanotecnia: ¿Ciencia o Arte?
El término galvanotecnia hace referencia a todos aquellos procesos de recubrimiento o protección superficial que implica el uso de la corriente eléctrica. Es decir, a los tratamientos superficiales realizados por vía electroquímica. Hoy en día se observa una clara disminución en su frecuencia de uso, y se prefiere un término más general, como el de tratamientos superficiales, que aunque en su amplitud recoge acepciones como la del pintado, se asocia, cada vez en mayor medida, con aquellos recubrimientos que se aplican en una instalación galvánica, manteniendo al margen el mundo de las pinturas que por su amplitud, supera con creces al del resto de los tratamientos superficiales. La decadencia en el uso de dicha terminología no es más que un síntoma
del
desprestigio
que
la
propia
actividad
ha
ido
cosechando con el paso de los años. Cuando en 1995 inicié mis primeros contactos en el ámbito galvánico no daba crédito a la precariedad tecnológica, desde el punto de vista químico, con la que trabajaban las empresas del sector.
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Los procesos galvánicos se basan en el paso de la corriente eléctrica a través de una disolución con el fin de provocar la generación de un recubrimiento sobre el metal a tratar, para ello se introduce un contra-electrodo que tiene como fin cerrar el circuito eléctrico. La dificultad del proceso radica, a mi entender, en dos factores: a.- La existencia de una distribución de corriente eléctrica, que impide la uniformidad del recubrimiento sobre la superficie a tratar. Y que además, es más o menos acusada en función de la naturaleza de la disolución utilizada. b.- La complejidad y variedad de las formulaciones acuosas utilizadas, tanto desde el punto de vista de la naturaleza del compuesto utilizado como de la concentración del mismo en la disolución, combinando elevadas concentraciones de sales metálicas
con
minúsculas
concentraciones
de
aditivos
orgánicos. A lo cual hemos de añadir el hecho de que la mayor parte de las formulaciones utilizadas son suministradas por proveedores que hacen todo lo posible por ocultar la naturaleza de los productos que suministran. Y que la asistencia técnica que ofrecen tiene como único objetivo asegurar el consumo de
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sus productos, sean o no adecuados para las necesidades del cliente. Si mezclamos todo lo anterior en una coctelera manipulada, además, por un personal poco preparado y con el único manual de
su
propia
experiencia
solo
cabe
una
posibilidad:
un
combinado que va de amargo a agridulce en función de la habilidad del barman. En definitiva, se trata en la práctica de procesos poco estables, con un alto índice de defectivo, que utilizan compuestos innecesarios y e igual de contaminantes que hace 100 años, de no ser porque ahora al menos hay quien depura los residuos. Como servicio industrial que es, su rentabilidad es directamente proporcional al producto que trata, por lo que sufre de manera irremediable los efectos de las vicisitudes de los productos que complementa. Siendo esta una de las principales razones de la fuerte deslocalización que ha sufrido el sector en los últimos años. Pero aquí es donde procede preguntarse si realmente se puede dar por inevitable el devenir de los acontecimientos o hay que ir más allá y preguntarnos por las causas de que no haya diferencias significativas entre una planta galvánica en China o
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en Europa, de no ser por la extendida semi-automatización de las plantas europeas. En mi opinión uno de los factores que más ha contribuido a la decadencia de la galvanotecnia ha sido el proteccionismo de las formulaciones que han instaurado las multinacionales dedicadas a la venta de estos productos. Un hecho del todo absurdo, ya que hoy en día no hay nada que se resista a las técnicas analíticas, y entonces, ¿que se protege?, ¿la sencillez de muchas de las formulaciones?, ¿la ausencia de innovación?, ¿la similitud entre las diferentes formulaciones que ofrecen las distintas
compañías?,
o
quizá,
¿la
presencia
de
aditivos
placebo?. Las consecuencias de este comportamiento son diversas y entre ellas se encuentra el bloqueo de la principal herramienta
de
control:
el
análisis
químico,
el
freno
al
desarrollo de mejores productos sobre la base de una labor compartida, el uso de productos innecesarios, etc. Si todos sabemos que muchos fármacos contiene ácido acetilsalicílico, paracetamol, codeína, etc, ¿por qué no sabemos que en galvánica se utiliza hidrato de cloral, sacarina sódica, salicilato sódico, selenito sódico, alilsulfonato sódico, etc? .
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El proteccionismo ha tenido su origen en la estrategia adoptada por estas empresas, una estrategia, que quien sabe, quizá al final hasta les golpee a ellos mismos, quizá se vean atrapados en la propia red que ellos han tejido. Y todo, por empeñarse en vender arte en lugar de convertirlo en ciencia.
Fig. 1.- HPLC. Mi profesor de galvanotecnia.
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