El vano ayer y el rol del lector

Trabajo final Sanni Taskinen ”La guerra civil y el franquismo en la novela española actual” El vano ayer y el rol del lector El vano ayer (2004) de

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Trabajo final

Sanni Taskinen

”La guerra civil y el franquismo en la novela española actual”

El vano ayer y el rol del lector El vano ayer (2004) de Isaac Rosa es una novela sobre la guerra civil pero pretende escapar todos los clichés conectados con este género literario, sobre todo el sentimentalismo. Rosa utiliza una amplia gama de métodos literarios para cambiar el punto de vista, animar la narración y provocar nuevas ideas sobre el tema. Es evidente que el autor ha estudiado teoría literaria, pero ¿beneficia al lector? En este trabajo final, vamos a concentrarnos en el rol del lector. ¿Cómo reacciona el lector ante la narración poco habitual de Rosa? ¿Cómo le afectan los comentarios del narrador, las referencias intertextuales y las diferentes focalizaciones? Vamos a recorrer la novela y describir las ideas y sentimientos que las técnicas narrativas usadas provocan en el lector.

Los personajes

Al principio del libro, el autor-narrador, cuya identidad nunca se revela en la historia, describe el proceso de eligir un protagonista. El autor hace mucha investigación y finalmente se queda con un nombre que ha encontrado en los márgenes de libros de historia: Julio Denis, un profesor de literatura que fue detenido y expulsado de España. Denis no es el héroe novelesco típico, es más bien un antihéroe: un personaje gris, que no provoca mucho interés ni sentimientos. El autor revela sus intenciones en cuanto a la elección del protagonista en el tercer capítulo:

“¿Conseguiremos que ese retrato sea más que una fotografía fija, sea un análisis del período y sus consecuencias más allá de los lugares comunes, más allá del pintorequismo habitual, de la pincelada inofensiva, de la épica decorada y sin identidad? ¿Será posible, en fin, que la novela no sea en vano, que sea necesaria?” (p. 17)

O sea, Julio Denis no es un personaje o un héroe, sino un representante de una cierta época en la historia de España. El autor no quiere concentrarse en la vida de Denis, sino en todo lo que pasa en su entorno. Julio Denis es nada más que un punto de vista útil para el autor. El otro personaje que tiene un papel importante en la novela es André Sánchez, un líder estudiantil y comunista. El personaje de Sánchez es completamente contrario a lo de Denis. Con

esos dos personajes, Rosa crea la tensión entre héroe y antihéroe. Sin embargo, no quiere reforzar demasiado la contraposición. En el capítulo 12 (pp. 52-56) se usa decenas de adjetivos adulatorios para describir el jóven comunista, pero entre las palabras elogiosas caben también comentarios negativos:

“ – Fuerte, gallardo, generoso, genial, hercúleo, honesto, honrado, humanitario... – ¿Qué pensar de alguien que cuenta, o del que cuentan, que nació en un campo de concentración francés, que su madre era una miliciana anarquista y su padre un brigadista internacional? – El álbum familiar de André Sánchez parecía una novela de Hemingway sobre nuestra guerra civil - - .” (p. 54)

En la cita, Rosa aprovecha el diálogo para crear la impresión de varias voces que hablan al mismo tiempo. Todos conocían a Sánchez, y todos tenían una opinión de él. Este capítulo es un fuerte contraste al capítulo en que se describe a Denis desde el punto de vista de su amigo Emilio de Lorenzo – una sola voz. De Lorenzo habla de las circunstancias de la desaparición de Denis de una manera muy distante, sin caer al sentimentalismo como hacen los amigos de André Sánchez.

Los acontecimientos

En la novela, se narran las manifestaciones estudiantiles antifranquistas de los años sesenta tanto como las detenciones, las desapariciones y las muertes que ocurrieron durante este período. En narrar lo que pasó, el autor-narrador asume varios puntos de vista y roles diferentes, y utiliza diferentes estilos y voces. A veces el lector queda confundido: parece que el hilo conductor de la historia se pierde, pero, algunas páginas después, aparece otra vez. La historia toma pausas y va muy lejos de la historia de Julio Denis, pero cada vez vuelve a contar lo que pasó al profesor. La fuerza cohesiva de la historia es la época: aunque hay huecos en las historias de las personajes, la historia se concentra en describir el período y los efectos del franquismo. Seguimos con algunos ejemplos sobre las técnicas que Rosa explota. Las memorias de personas que tomaban parte en los acontecimientos:

“Y hablando de manifestación, debo referir un episodio que ocurrió aquella mañana, tras la referida escena que terminó con el profesor herido en una ceja. - - Yo le vi horas después, en los alrededores de la manifestación que se improvisó en la calle Princesa tras la entrada

policial en la facultad, y en la que se produjo una nueva carga de y numerosas dentenciones. Y allí estaba también el profesor Denis, como testigo en primera fila. Y, ¿qué hacía él allí? ¿Una casualidad? No lo creo.” (p. 65)

El uso de esta técnica narrativa es una manera de colorear la historia y dar al lector una oportunidad de identificarse con los personajes, o por lo menos de imaginar el ambiente de la época. Además, las opiniones de varias personas dan nueva perspectiva a la historia. Sin embargo, esta técnica no es, de ninguna manera, objetivo. Considerando que el autor intenta alcanzar un cierto nivel de objetividad, es interesante que haya eligido este tipo de narración como parte de la novela. Otra técnica que usa es el estilo enciclopédico:

“El chivato: ‘Pequeño mamífero del orden de los primates superiores, que con numerosas especies emparentadas forma la familia de los lenguaces. - - En la actualidad y entre nosotros, su espacio preferente es el centro de trabajo, - -. - - Qué sorpresas nos llevaríamos al saber que nuestro vecino, nuestro jefe de personal, nuestro portero o nuestro compañero de pupitre lo sabían todo sobre nosotros, eran unos espías cotidianos.’” (pp. 75-80)

En este capítulo, el autor juega con el doble sentido de la palabra “chivato”. Empieza con la descripción del animal, pero continúa hacia aclarar el sentido coloquial: ‘soplón’. Finalmente, crea un enlace entre el uso de la palabra y los tiempos de la dictadura. El autor-narrador dice que quiere explicar el término porque en la novela tanto Julio Denis como André Sánchez han sido acusados de ser chivatos. El capítulo también es una prueba del sentido de humor del autor. Aunque el tema es grave y grande, hay lugar para la ironía. A veces, el humor facilita el estudio de acontecimientos trágicos, tanto como el alejamiento total del tema a través del estilo formal:

“INCIDENTES EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Una manifestación, encabezada por tres catedráticos, fue disuelta por la Fuerza Pública Las autoridades académicas han adoptado medidas disciplinarias” (p. 82)

Con el estilo utilizado en las noticias, el autor se aleja de los acontecimientos y se presenta como un simple observador. El estilo parece muy objetivo y fiable, pero no provoca emociones en el lector, lo que, para algunos lectores, puede dificultar la lectura o causar pérdida de interés. La manera en que Rosa usa los artículos de periódicos refuerza la credibilidad de la historia. Parece que el autor

ha estudiado los acontecimientos en vez de basar la historia en pura imaginación o sólo unas entrevistas. Las dos maneras en que Rosa se acerca a la cuestión de las torturas es especialmente interesante. Primero, en el capítulo 22, se presentan dos métodos de tortura (“El quirófano” y “La barra”) de una manera clínica en forma de una “guía de tortura” que explica paso a paso cómo torturar a los presos:

“3. Atamos las manos del individuo – preferiblemente con unos grilletes comunes – por encima de la barra de forma que ésta quede entre sus brazos, y el cuerpo cuelgue por debajo de ella (ver ilustración en anexo).” (p. 132)

Aunque el estilo es bastante formal y evita todo tipo de provocación, este capítulo resulta difícil de leer. La imaginación es muy fuerte, y va formando imágenes visuales que uno no quiere ver. Desde el punto de vista del lector, es terrible saber que la tortura era tan común que incluso había guías para cómo hacerlo. La reacción del lector puede ser sorpendentemente fuerte, aunque el texto en sí no pretende provocar reacciones. Es la realidad que se esconde detrás del texto que choca al lector. Aún peor es el relato detallado de un anarquista detenido que describe cómo lo torturaron en el cárcel:

“Me colocaron acostado en una mesa, boca arriba y desnudo, y me introdujeron en la garganta una manguera enchufada a un grifo. Yo me resistí de tal manera, pataleando mientras me agarraban entre tres, que me sacaron un diente de la fuerza con que me metieron el tubo en la boca. Abren el grifo y empiezan a llenarme de agua el cuerpo, hasta que tengo el vientre muy hinchado, es sorprendente cómo se puede dilatar una barriga, parece a punto de reventar. Entonces, entre dos tipos, comienzan a pegarte golpes en la tripa, con los puños o con tableros de madera, hasta que vomitas toda el agua y vuelta a empezar, otra vez la manguera, el llenado y nuevos golpes.” (p. 159)

La descripción continúa aún más espantoso, y parece que es demasiado para el lector. Uno simplemente no puede aguantar tanta crueldad que el relato ofrece. Al principio de este capítulo, el autor-narrador explica sus intenciones detrás esas dos maneras que usa para describir la tortura. Dice que a veces es importante que el lector use su imaginación y llene los huecos que se han dejado en el texto, como es el caso del manual de torturas. Sin embargo, en este caso, el lector tiene una oportunidad de escapar, “asistir a la tortura aunque tapándose los ojos”. Si el autor quiere

informar al lector, es necesario detallar y explicitar. Como dice el autor-narrador: “Porque hablar de torturas con generalidades es como no decir nada - - . - - hay que especificar los métodos, para que no sea en vano.” Es cierto que el autor consigue lo que pretende: esas escenas afectan al lector. De hecho, el relato probablemente es una de las partes más inolvidables de la novela, aunque no de una manera agradable. Hay que mencionar que a pesar de la crueldad del tema, Rosa no cae en la trampa de exagerar los sentimientos del torturado. Éste da confianza al lector que el autor tiene otro propósito que chocar.

Los estilos

En adición a los estilos presentados en el párrafo anterior, Rosa muestra sus aptitudes como escritor más allá del estilo formal. Utiliza dos estilos bastante extraordinarios, que vamos a presentar y reflexionar en este párrafo. Primero de ellos es el estilo de las novelas de suspense. Hay un pequeño relato en las páginas 209-210 que está escrito como si fuera de una novela de quiosco de Julio Denis. El mismo estilo se usa en el capítulo 28 (p. 182- ) en el que se ridiculiza a los lectores que quieren que novelas contengan acción cinematográfica. Isaac Rosa es conocido por haber criticado los medios audiovisuales y su descripción parcial y sentimental de la guerra civil. Otro estilo que usa, y que verdaderamente sorprende al lector, es lo de la literatura medieval española, o para ser más preciso, lo del Cantar de mio Cid. Tenemos aquí un ejemplo de esta referencia intertextual:

“CAPITULO II. TRATA COMO EL GENERAL FUE SOBRE LAS TIERRAS DE ESPAÑA Y COMO GANO A LOS ROJOS LAS PRIMERAS CIUDADES

Ayudol el Criador, el Señor que es en cielo, y el General començo a marchar, siguiendo su camino azia aquella tierra de España, e paso el estrecho del mar, e aviendolo atravesado paso marchando unos campos llanos, asi entrava por Andalucia el buen Campeador, ca nunqua en tan buen punto cavalgo varon.” (p. 252)

Este capítulo muestra la actitud de Franco. Él se veía como Dios y se comparaba con El Cid, con la diferencia de que, en los tiempos de Franco, los moros eran los rojos. Es muy inventivo del autor de usar este estilo para retratar el dictador, pero no da mucho al lector. Todos que conocen literatura española pueden identificar el estilo y comprender el enlace, pero el texto no forma un nuevo vínculo en cuanto al resto de la novela.

El rol del lector

Isaac Rosa critica la manera en que se ha descrito la guerra civil y el franquismo en novelas y en medios audiovisuales. Menciona en El vano ayer y en varias entrevistas que por un lado, domina un silencio sobre los acontecimientos y al otro, todo tipo de arte que describe la guerra civil ha tomado el mismo punto de vista – la historia de los vencidos. También acusa a los novelistas y a los cineastas de un vínculo exageradamente sentimental. Para ganar más público, las obras tratan de apelar a las emociones de los lectores o espectadores y por eso, el punto de vista objetivo sufre. Rosa ha intentado escribir una novela que presente ambos puntos de vista sin embellecer o horrorizar lo acontecido. Ha conseguido esta meta, y la novela ha recibido mucha crítica positiva, en especial porque trata un tema frecuente de una manera diferente a todos los demás. Ha evitado “las trampas del discurso heredado”, como él las llama. Pero, ¿es posible que haya perdido algo importante en el proceso? Rosa quiere evitar el sentimentalismo y alcanza esta meta. Lo que nos interesa es el porqué. ¿Por qué tiene tanto miedo de las emociones? ¿Por qué quiere tan persistentemente crear una novela que no apele a los sentimientos de los lectores? Parece que, en la opinión del escritor, la emocion borra el razón. Para mantener la objetividad, es necesario evitar los sentimientos. También es un hecho que separa Rosa de otros novelistas que han escrito sobre la guerra civil. Rosa tiene razón, y su argumento es válido, pero la ventaja de reacciones emotivas es que causan huellas profundas en la memoria. Cuando el lector tiene una relación emotiva con la novela, es más probable que esté abierto a nuevas interpretaciones e ideas. El autor mismo dice que “la estructura y escritura de El vano ayer son inseparables de su intención en fondo”. Es cierto que el texto refleja el actitud del autor y su esfuerzo de mantener la objetividad. Sin embargo, este tipo de texto complica la tarea del lector, o sea, no es fácil identificarse con los personajes. Cuando el autor-narrador interrumpe la historia y reflexiona o explica sus decisiones en cuanto a la narración, produce la misma sensación que un actor de una película mirando directamente a la cámara y hablando al público – rompe la ilusión mimética. Por alguna razón, Isaac Rosa quiere romper esta ilusión. Quizás quiere que el lector verdaderamente se ponga a pensar lo que pasó durante el franquismo, o quizás quiere dar al lector una oportunidad de entrar en el mundo del escritor. De esta manera, el lector tiene un papel activo en la creación de la novela: el autor explica el proceso de la creación y deja huecos para que el lector los llene. En un sentido, cada lector lee un versión diferente de El vano ayer, una colaboración entre escritor y lector.

Para un lector educado, que lee mucho, la estructura de la novela no es un problema. Es diferente, pero después de un corto período de ajustamiento, puede provocar varias nuevas ideas. Un lector educado también sabrá apreciar las técnicas narrativas de Rosa. No obstante, dudamos que El vano ayer pueda alcanzar un público muy amplio. Como la mayoría de los lectores ya han caído en “las trampas del discurso heredado”, están esperando un cierto tipo de narración y un cierto punto de vista. Para alguien que quiera familiarizarse con la vida cotidiana durante el franquismo o identificarse con las personas de la época, El vano ayer ofrece una lectura totalmente diferente, y – en muchos casos – decepcionante. La estructura de la novela con saltos en el tiempo, estilos variados y cortes en el trama requiere mucho del lector. Es mucho más fácil tomar un libro, abismarse en el mundo novelesco y olvidar lo leído al cerrar la tapa. Isaac Rosa quiere evitar este efecto tan común que se produce a pesar de la etiqueta “Basado en hechos reales”. Quiere que la historia continúe vivir y evolucionar en la mente del lector, y que el lector trate de asumir los diferentes puntos de vista en vez de creer la verdad imperante sin cuestionarla.

Confianza entre autor y lector

Es obvio que, al empezar una lectura, los lectores tienen ciertas expectativas. Hasta cierto punto, las expectativas de los lectores dictan lo que se publica. Nos interesa el concepto de las expectativas del autor: el autor ha trabajado con el texto varios años, ha investigado la historia, ha inventado acontecimientos y ha desarrollado personajes. Cuando la novela está lista, el editor hace algunas correcciones o sugerencias para mejorar el texto y, finalmente, el libro llega a las manos de los lectores. En escribir, el autor ha probablemente creado “un lector ideal”: una persona que tenga la educación y la inteligencia suficiente para disfrutar de la novela. Pero en la realidad, todos los lectores son diferentes. Unos leen mucho, otros poco. Algunos siguen las noticias, pero otros piensan que no es importante. Por eso, también las expectativas varían mucho. Es imposible satisfacerlas todas, pero es claro que el autor quiere que el público lea el libro. Normalmente, las expectativas del autor no son visibles, o sólo se manifiestan a través de entrevistas con él. Isaac Rosa ha tomado un papel más activo en la experiencia del lector. Quiere participar en la lectura y guiarla, mostrar al lector lo que ha pensado durante el proceso de la creación. A veces es interesante leer el argumento del autor, por ejemplo en cuanto a la elección de los personajes, pero a veces sus comentarios sólo interrumpen la lectura y dirigen la atención del lector hacia el autor y no la historia. Leyendo la novela, es difícil decidir si las soluciones de Rosa muestran una confianza al lector o no. Por un lado, sus comentarios transmiten una sincera voluntad

de mejorar la experiencia del lector y provocar reacciones e ideas. Por otro lado, surge la pregunta: ¿por qué el autor siente que es necesario explicarlo todo? Aún después de la lectura y el análisis, el lector queda indeciso. Sí, el texto hizo surgir nuevas ideas sobre la guerra civil y los cambios en el punto de vista fueron interesantes, pero no necesitamos a una persona que nos muestra cada cosa y nos dice qué deberíamos pensar. La intención del autor es sincera, pero la ejecución falta discreción. Es necesario dejar espacio para las ideas del lector y no modificarlas excesivamente. Lo que necesita la novela es un poco más confianza al lector.

“Una novela útil y necesaria”

Al principio de la novela, el autor-narrador dice que quiere escribir una novela útil y necesaria. Con este comentario, crea una distancia entre El vano ayer y otras novelas sobre la guerra civil o la transición. ¿Qué intenciones muestra el texto? En las entrevistas, Isaac Rosa habla de “falsificación de la memoria”. También menciona que la actitud que se puede ver en su novela, “estaba en el ambiente”. “Hay mucha gente que está cansada de ciertas novelas, ciertos libros de historia, ciertas películas y ciertas series de televisión sobre el franquismo, el antifranquismo y la transición.” Rosa quería deshacerse de ese género literario, y por eso se puso a crear un discurso nuevo y diferente. Todo el tiempo, estaba consciente de que él, quién no había vivido durante el franquismo, escribía para un público que tampoco tenía experiencia propia de esta época. Sin embargo, quería romper el patrón familiar y ofrecer al público algo más que una historia de algunos personajes: una descripción del ambiente de la época basada en investigación diligente. No quería transmitir ideas preconcebidas, sino un concepto en que el lector tiene que pensar por sí mismo. Las críticas dicen que la novela ha “llenado un hueco en la literatura española actual”, lo que implica que la intención del autor ha alcanzado el público.

Conclusiones

El vano ayer no es una novela fácil o ligera. Requiere mucho del lector, pero también puede satisfacer las expectativas de éste. Esta novela es, en varios sentidos, una obra de arte. Está basada en la tradición del género, pero no la respeta ciegamente. Conoce los patrones viejos, los aprovecha, pero también crea nuevos patrones. La novela tiene una meta bastante clara: describir una época en la historia de España evitando los clichés y rompiendo el silencio en torno al tema. Rosa quiere alcanzar al público que no ha vivido durante el franquismo, pero que tiene una idea muy fija sobre

el período por lo que se ha contado en la familia, en as novelas, en las películas y en las series de televisión. Sobre todo, produce nuevas ideas. Hay varias opiniones sobre la estructura de la novela y las soluciones narrativas de Rosa, pero es cierto que El vano ayer no es una novela fácil de olvidar. Es como si el autor estuviera jugando con el lector: abre puertas, las cierra otra vez, se acerca y huye, cambia del color constantemente, como un camaleón. Y el lector, en el caso ideal, entra en el juego: llena los huecos, usa su imaginación, preve los acontecimientos. El rol activo del lector es algo único, y una incuestionable ventaja de este tipo de narración. El diálogo entre escritor y lector que Rosa consigue crear está sin igual.

Bibliografía:

Crespo, Mariano (2004): “El franquismo torturó y ejecutó hasta el último momento”. Tribuna, octubre 2004.

Echevarría, Ignacio (2004): “Una novela necesaria”. El País, 12.6.2004.

Rendueles, César (2004): “Isaac Rosa. La anamnesis del franquismo”. Ladinamo, octubrenoviembre 2004.

Rosa, Isaac (2004): El vano ayer. Editorial Seix Barral. Barcelona.

Diccionario de la Real Academia Española en la red.

MOT-sanakirja. https://alma.helsinki.fi

Material del curso “La guerra civil y el franquismo en la novela española actual”.

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