En 1947 publica Neruda un libro relativamente breve bajo el título Tercera residencia. Es obvio que el nombre alude a las dos primeras partes de

En 1947 publica Neruda un libro relativamente breve bajo el título Tercera residencia. Es obvio que el nombre alude a las dos primeras partes de Resid
Author:  Jaime Rojas Vega

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Agosto, 2004 E UN PROYECTO POSIBLE. l libro es un objeto que despierta nuestros sentidos. Ya sea enorme y pesado como las antiguas Biblias medieval

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En 1947 publica Neruda un libro relativamente breve bajo el título Tercera residencia. Es obvio que el nombre alude a las dos primeras partes de Residencia en la tierra, de las que aparece como una continuación. Lo es, en efecto, mas sólo parcialmente: los dos acápites iniciales se adscriben a las Residencias vistas («La ahogada del cielo» y «Las furias y las penas»), pero no las tres que les siguen («Reunión bajo las nuevas banderas», «España en el corazón», «Canto a Stalingrado»). En ambos grupos cabe a su vez una

subdivisión, a saber, «Las furias y las penas» implican una intensificación de la pasión amorosa sensual que ocurría en libros anteriores, y el «Canto a Stalingrado» universaliza geográfica e históricamente lo que recién aparecía en términos sólo de España. Tercera residencia es, así, obra miscelánea que contiene temas, tonos y actitudes del todo diversos. De una parte prolonga lo anterior; de otra, establece una realización poética nueva que se desarrollará plenamente en libros futuros. Es un

libro gozne en el que el autor da un golpe de timón a su tarea creadora, engarzándola empero a lo que una vez fue. Es también un libro plural, de escasa unidad, cuya comprensión ocurre a la luz del dinamismo creador nerudiano. Tiene ese embrión de posibilidades que veíamos respecto de los temas futuros en Crepusculario, mas carece de su monotonalidad. Porque si antes prevalecía nítidamente la melancolía, ahora hay ira, odio, entusiasmo, depresión, afán de lucha. La obra contiene al poeta viejo y al

poeta nuevo, al vesperal y al matutino, al anárquico y al buscador de orden, al del amor personal y al del abrazo colectivo. Se incrementa el color local, aparecen con insistencia los nombres propios, se busca la claridad del decir, la sencillez de la imagen. A partir del acápite tercero surge el otro Neruda, hurgador del abrazo, de la vinculación social, de la lucha organizada.

Pablo Neruda

Tercera residencia ePub r1.0 Titivillus 22.11.15

Pablo Neruda, 1947 Editor digital: Titivillus ePub base r1.2

Tercera residencia (1935-1945)

PARTE I

LA AHOGADA DEL CIELO

ida mariposa, vestidura gada de los árboles, ogada en cielo, derivada re rachas y lluvias, sola, sola, compacta, n ropa y cabellera hecha jirones entros corroídos por el aire. Inmóvil, si resistes ronca aguja del invierno, río de agua airada que te acosa. Celeste mbra, ramo de palomas o de noche entre las flores muertas: me detengo y sufro ando como un sonido lento y lleno de frío

opagas tu arrebol golpeado por el agua.

ALIANZA (SONATA)

el corazón cortado por un vidrio un erial de espinas, las aguas atroces vistas en los rincones ciertas casas, aguas como párpados y ojos, drían sujetar tu cintura en mis manos ando mi corazón levanta sus encinas cia tu inquebrantable hilo de nieve.

cturno azúcar, espíritu las coronas, redimida ngre humana, tus besos

destierran, n golpe de agua con restos del mar pea los silencios que te esperan deando las gastadas sillas, gastando puertas.

ches con ejes claros, rtida, material, únicamente z, únicamente snuda cada día. bre tus pechos de corriente inmóvil, bre tus piernas de dureza y agua, bre la permanencia y el orgullo tu pelo desnudo, ero estar, amor mío, ya tiradas las lágrimas ronco cesto donde se acumulan,

ero estar, amor mío, solo con una sílaba plata destrozada, solo con una punta tu pecho de nieve.

no es posible, a veces nar sino cayendo, no es posible, entre dos seres mblar, tocar la flor del río: bras de hombre vienen como agujas, mitaciones, trozos, milias de coral repulsivo, tormentas asos duros por alfombras invierno.

tre labios y labios hay ciudades gran ceniza y húmeda cimera,

as de cuándo y cómo, indefinidas culaciones: re labios y labios como por una costa arena y vidrio, pasa el viento.

r eso eres sin fin, recógeme como si fueras a solemnidad, toda nocturna mo una zona, hasta que te confundas n las líneas del tiempo.

Avanza en la dulzura, n a mi lado hasta que las digitales as de los violines yan callado, hasta que los musgos aiguen en el trueno, hasta que del latido

mano y mano bajen las raíces.

VALS

toco el odio como pecho diurno, sin cesar, de ropa en ropa, vengo rmiendo lejos.

soy, no sirvo, no conozco a nadie, tengo armas de mar ni de madera, vivo en esta casa.

noche y agua está mi boca llena. duradera luna determina que no tengo. que tengo está en medio de las olas. rayo de agua, un día para mí:

fondo férreo.

hay contramar, no hay escudo, hay traje, no hay especial solución insondable, párpado vicioso.

vo de pronto y otras veces sigo. co de pronto un rostro y me asesina. tengo tiempo.

me busquéis entonces descorriendo habitual hilo salvaje o la ngrienta enredadera. me llaméis: mi ocupación es ésa.

preguntéis mi nombre ni mi estado. jadme en medio de mi propia luna, mi terreno herido.

BRUSELAS

todo lo que he hecho, de todo lo que he perdido, todo lo que he ganado sobresaltadamente, hierro amargo, en hojas, puedo ofrecer un poco.

sabor asustado, un río que las plumas las quemantes águilas van cubriendo, un sulfúrico roceso de pétalos.

No me perdona ya la sal entera el pan continuo, ni la pequeña iglesia

devorada r la lluvia marina, ni el carbón mordido r la espuma secreta.

buscado y hallado, pesadamente, o la tierra, entre los cuerpos temibles, mo un diente de pálida madera gando y yendo bajo el ácido duro, to a los materiales la agonía, entre luna y cuchillos, riendo de nocturno.

Ahora, en medio la velocidad desestimada, al lado los muros sin hilos, el fondo cortado por los términos,

uí estoy con aquello que pierde estrellas, getalmente, solo.

EL ABANDONADO

preguntó por ti ningún día, salido los dientes del alba, del estertor nacido, buscó tu coraza, tu piel, tu continente ra lavar tus pies, tu salud, tu destreza, día de racimos indicados? No nació para ti solo, ra ti sola, para ti la campana n sus graves circuitos de primavera azul: extenso de los gritos del mundo, el desarrollo los gérmenes fríos que tiemblan en la tierra, el silencio la nave en la noche, todo lo que vivió lleno de párpados

ra desfallecer y derramar? Te pregunto: adie, a ti, a lo que eres, a tu pared, al viento, en el agua del río ves hacia ti corriendo a rosa magnánima de canto y transparencia, i en la desbocada primavera agredida r el primer temblor de las cuerdas humanas ando canta el cuartel a la luz de la luna adiendo la sombra del cerezo salvaje, has visto la guitarra que te era destinada, a cadera ciega que quería besarte? no sé: yo sólo sufro de no saber quién eres

e tener la sílaba guardada por tu boca, detener los días más altos y enterrarlos el bosque, bajo las hojas ásperas y mojadas, eces, resguardado bajo el ciclón, sacudido r los más asustados árboles, por el pecho radado de las tierras profundas, entumecido r los últimos clavos boreales, estoy vando más allá de los ojos humanos, s allá de las uñas del tigre, lo que a mis brazos llega ra ser repartido más allá de los días glaciales.

busco, busco tu efigie entre las medallas

e el cielo gris modela y abandona, sé quién eres pero tanto te debo e la tierra está llena de mi tesoro amargo. é sal, qué geografía, qué piedra no levanta estandarte secreto de lo que resguardaba? é hoja al caer no fue para mí un libro largo palabras por alguien dirigidas y amadas? jo qué mueble oscuro no escondí los más dulces piros enterrados que buscaban señales ílabas que a nadie pertenecieron?

es, eres tal vez, el hombre a mujer o la ternura que no descifró nada. al vez no apretaste el firmamento oscuro

los seres, la estrella palpitante, tal vez pisar no sabías que de la tierra ciega ana el día ardiente de pasos que te buscan.

ro nos hallaremos inermes, apretados re los dones mudos de la tierra final.

NACIENDO EN LOS BOSQUES

ando el arroz retira de la tierra granos de su harina, ando el trigo endurece sus pequeñas caderas y levanta su rostro de mil manos, a enramada donde la mujer y el hombre se enlazan acudo, ra tocar el mar innumerable lo que continúa.

no soy hermano del utensilio llevado en la marea mo en una cuna de nácar combatido:

tiemblo en la comarca de los agonizantes despojos, despierto en el golpe de las tinieblas asustadas r el ronco pecíolo de la campana repentina, puedo ser, no soy el pasajero o cuyos zapatos los últimos reductos del viento palpitan ígidas retornan las olas del tiempo a morir.

evo en mi mano la paloma que duerme reclinada en la semilla n su fermento espeso de cal y sangre ve Agosto, ve el mes extraído de su copa profunda:

n mi mano rodeo la nueva sombra del ala que crece: raíz y la pluma que mañana formarán la espesura.

nca declina, ni junto al balcón de manos de hierro, en el invierno marítimo de los abandonados, ni en mi paso tardío, crecimiento inmenso de la gota, ni el párpado que quiere ser abierto: rque para nacer he nacido, para encerrar el paso cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo

razón tembloroso.

das recostadas junto a mi traje como palomas paralelas, ontenidas en mi propia existencia y en mi desordenado sonido ra volver a ser, para incautar el aire desnudo de la hoja l nacimiento húmedo de la tierra en la guirnalda: hasta cuándo bo volver y ser, hasta cuándo el olor las más enterradas flores, de las olas más trituradas bre las altas piedras, guarda en mí su patria ra volver a ser furia y perfume?

sta cuándo la mano del bosque en la lluvia avecina con todas sus agujas ra tejer los altos besos del follaje? ra vez cucho aproximarse como el fuego en el humo, cer de la ceniza terrestre, luz llena de pétalos, y apartando la tierra un río de espigas llega el sol a mi boca mo una vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla.

PARTE II

LAS FURIAS Y LAS PENAS … Hay en mi corazón furias y penas … QUEVEDO (En 1934 fue escrito este poema. Cuántas cosas han sobrevenido desde entonces! España, donde to escribí, es una cintura de ruinas. Ay! si con sólo una gota de poesía o de amor pudiéramos aplacar la ira del mundo, pero eso sólo lo

pueden la lucha y el corazón resuelto. El mundo ha cambiado y mi poesía ha cambiado. Una gota de sangre caída en estas líneas quedará viviendo sobre ellas, indeleble como el amor. Marzo de 1939).

el fondo del pecho estamos juntos, el cañaveral del pecho recorremos verano de tigres, acecho de un metro de piel fría, acecho de un ramo de inaccesible cutis, n la boca olfateando sudor y venas verdes

s encontramos en la húmeda sombra que deja caer besos.

mi enemiga de tanto sueño roto de la misma manera e erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas shechas de manera amenazante, tanto como disparos hiedra negra en medio del perfume, emiga de grandes caderas que mi pelo han tocado n un ronco rocío, con una lengua de agua, obstante el mudo frío de los dientes y el odio de los ojos, a batalla de agonizantes bestias que

cuidan el olvido, algún sitio del verano estamos juntos echando con labios que la sed ha invadido. hay alguien que traspasa a pared con círculos de fósforo iere el centro de unos dulces miembros muerde cada hoja de un bosque dando gritos, go también tus ojos de sangrienta luciérnaga paces de impregnar y atravesar rodillas argantas rodeadas de seda general.

ando en las reuniones azar, la ceniza, las bebidas, aire interrumpido,

ro ahí están tus ojos oliendo a cacería, ayo verde que agujerea pechos, dientes que abren manzanas de las que cae sangre, piernas que se adhieren al sol dando gemidos, us tetas de nácar y tus pies de amapola, mo embudos llenos de dientes que buscan sombra, mo rosas hechas de látigo y perfume, y aun, n más, aun más, n detrás de los párpados, aun detrás del cielo, n detrás de los trajes y los viajes, en las calles donde la gente orina,

vinas los cuerpos, las agrias iglesias a medio destruir, en las cabinas que el mar lleva en las manos, echas con tus labios sin embargo floridos, mpes a cuchilladas la madera y la plata, cen tus grandes venas que asustan: hay cáscara, no hay distancia ni hierro, an manos tus manos, aes haciendo crepitar las flores negras. ivinas los cuerpos! mo un insecto herido de mandatos, vinas el centro de la sangre y vigilas músculos que postergan la aurora, asaltas sacudidas, ámpagos, cabezas, ocas largamente las piernas que te guían.

, conducida herida de flechas especiales!

eles lo húmedo en medio de la noche?

un brusco vaso de rosales quemados?

es caer la ropa, las Haves, las monedas las espesas casas donde llegas desnuda? odio es una sola mano que te indica callado camino, las sábanas en que alguien ha dormido n sobresalto: llegas uedas por el suelo manejada y mordida, l viejo olor del semen como una enredadera cenicienta harina se desliza a tu boca.

leves locas copas y pestañas, e que inunda un entreabierto río mo una sola paloma de colérico cauce, mo atributo de agua sublevada, substancias, sabores, párpados de ala viva n un temblor, con una ciega flor temible, graves, serios pechos como rostros, grandes muslos llenos de miel verde, alones y sombra de pies, y transcurridas piraciones y superficies de pálida piedra, uras olas que suben la piel hacia la muerte nas de celestiales harinas empapadas. tonces, este río entre nosotros, y por una ribera s tú mordiendo bocas?

tonces es que estoy verdaderamente, verdaderamente lejos n río de agua ardiendo pasa en lo oscuro? cuántas veces eres la que el odio no nombra, e qué modo hundido en las tinieblas, ajo qué lluvias de estiércol machacado estatua en mi corazón devora el trébol.

odio es un martillo que golpea tu traje u frente escarlata, os días del corazón caen en tus orejas mo vagos búhos de sangre eliminada, os collares que gota a gota se formaron con lágrimas dean tu garganta quemándote la voz como con hielo.

para que nunca, nunca bles, es para que nunca, nunca ga una golondrina del nido de la lengua ara que las ortigas destruyan tu garganta n viento de buque áspero te habite.

dónde te desvistes? un ferrocarril, junto a un peruano rojo on un segador, entre terrones, a la violenta luz del trigo? corres con ciertos abogados de mirada terrible gamente desnuda, a la orilla del agua de la noche?

ras: no ves la luna ni el jacinto la oscuridad goteada de humedades, el tren de cieno, ni el marfil partido: s cinturas delgadas como oxígeno, chos que aguardan acumulando peso déntica al zafiro de lunar avaricia pitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.

r qué sí? Por qué no? Los días descubiertos ortan roja arena sin cesar destrozada as hélices puras que inauguran el día, asa un mes con corteza de tortuga, sa un estéril día, sa un buey, un difunto, a mujer llamada Rosalia,

o queda en la boca sino un sabor de pelo e dorada lengua que con sed se alimenta. da sino esa pulpa de los seres, da sino esa copa de raíces.

persigo como en un túnel roto, en otro extremo, ne y besos que debo olvidar injustamente, n las aguas de espaldas, cuando ya los espejos van el abismo, cuando la fatiga, los sórdidos relojes pean a la puerta de hoteles suburbanos, y cae flor de papel pintado, y el terciopelo cagado por las ratas y la cama

n veces ocupada por miserables parejas, cuando o me dice que un día ha terminado, tú y yo mos estado juntos derribando cuerpos, nstruyendo una casa que no dura ni muere, y yo hemos corrido juntos un mismo río n encadenadas bocas llenas de sal y sangre, y yo hemos hecho temblar otra vez las luces verdes emos solicitado de nuevo las grandes cenizas.

cuerdo sólo un día e tal vez nunca me fue destinado, un día incesante,

orígenes, Jueves. era un hombre trasportado al acaso n una mujer hallada vagamente, s desnudamos mo para morir o nadar o envejecer os metimos uno dentro del otro, a rodeándome como un agujero, quebrantándola como quien pea una campana, es ella era el sonido que me hería a cúpula dura decidida a temblar.

a una sorda ciencia con cabello y cavernas machacando puntas de médula y dulzura rodado a las grandes coronas genitales re piedras y asuntos sometidos.

te es un cuento de puertos adonde ga uno, al azar, y sube a las colinas, ceden tantas cosas.

emiga, enemiga, posible que el amor haya caído al polvo o haya sino carne y huesos velozmente adorados entras el fuego se consume os caballos vestidos de rojo galopan al infierno?

quiero para mí la avena y el relámpago ondo de epidermis, l devorante pétalo desarrollado en furia,

l corazón labial del cerezo de junio, l reposo de lentas barrigas que arden sin dirección, ro me falta un suelo de cal con lágrimas na ventana donde esperar espumas.

í es la vida, rre tú entre las hojas, un otoño negro ha llegado, rre vestida con una falda de hojas y un cinturón de metal amarillo, entras la neblina de la estación roe las piedras. rre con tus zapatos, con tus medias, n el gris repartido, con el hueco del pie, y con

esas manos que el tabaco salvaje adoraría, pea escaleras, derriba papel negro que protege las puertas, ntra en medio del sol y la ira de un día de puñales charte como paloma de luto y nieve sobre un cuerpo.

una sola hora larga como una vena, ntre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado nscurrimos, artando las sílabas del miedo y la ternura, erminablemente exterminados.

PARTE III

REUNIÓN BAJO LAS NUEVAS BANDERAS

ién ha mentido? El pie de la azucena o, insondable, oscurecido, todo no de herida y resplandor oscuro! do, la norma de ola en ola en ola, impreciso túmulo del ámbar as ásperas gotas de la espiga! ndé mi pecho en esto, escuché toda sal funesta: de noche a plantar mis raíces: erigüé lo amargo de la tierra: o fue para mí noche o relámpago:

a secreta cupo en mi cabeza erramó cenizas en mis huellas.

para quién busqué este pulso frío o para una muerte? qué instrumento perdí en las tinieblas samparadas, donde nadie me oye?

ya era tiempo, huid, mbras de sangre, los de estrella, retroceded al paso de los pasos humanos lejad de mis pies la negra sombra! de los hombres tengo la misma mano herida,

sostengo la misma copa roja gual asombro enfurecido: un día pitante de sueños manos, un salvaje eal ha llegado mi devoradora noche ra que junte mis pasos de lobo os pasos del hombre. Y así reunido, ramente central, no busco asilo los huecos del llanto: muestro cepa de la abeja: pan radiante ra el hijo del hombre: en el misterio el azul se prepara ra mirar un trigo lejano de la sangre.

nde está tu sitio en la rosa? dónde está tu párpado de estrella? vidaste esos dedos de sudor que enloquecen r alcanzar la arena? Paz para ti, sol sombrío, z para ti, frente ciega, y un quemante sitio para ti en los caminos, y piedras sin misterio que te miran, y silencios de cárcel con una estrella loca, snuda, desbocada, contemplando el infierno. ntos, frente al sollozo! Es la hora a de tierra y de perfume, mirad este rostro ién salido de la sal terrible, rad esta boca amarga que sonríe,

rad este nuevo corazón que os saluda n su flor desbordante, determinada y áurea.

PARTE IV ESPAÑA EN EL CORAZÓN Himno a las glorias del pueblo en la guerra: (1936-1937)

NOTICIA El gran poeta Pablo Neruda, (la voz más profunda de América desde Rubén Darío, como dijo García Lorca), convivió con nosotros los primeros meses de esta guerra. Luego en el mar, como desde un destierro, escribió los poemas de este libro. El Comisariado del Ejército del Este lo reimprime en España. Son Soldados de la República quienes fabricaron el papel, compusieron el texto y movieron las máquinas. Reciba el poeta amigo esta noticia

como una dedicatoria.

INVOCACIÓN

ra empezar, para sobre la rosa ra y partida, para sobre el origen cielo y aire y tierra, la voluntad de un canto n explosiones, el deseo un canto inmenso, de un metal que recoja erra y desnuda sangre. España, cristal de copa, no diadema, machacada piedra, combatida ternura trigo, cuero y animal ardiendo.

BOMBARDEO

añana, hoy, por tus pasos silencio, un asombro de esperanzas mo un aire mayor: una luz, una luna, a gastada, luna de mano en mano, campana en campana! Madre natal, puño avena endurecida, planeta co y sangriento de los héroes! ién?, por caminos, quién, én, quién? en sombra, en sangre, quién? destello, quién, quién? Cae niza cae,

rro iedra y muerte y llanto y llamas, én, quién, madre mía, quién, adónde?

MALDICIÓN

tria surcada, juro que en tus cenizas cerás como flor de agua perpetua, o que de tu boca de sed saldrán al aire pétalos del pan, la derramada piga inaugurada. Malditos sean, lditos, malditos los que con hacha y serpiente garon a tu arena terrenal, malditos los e esperaron este día para abrir la puerta la mansión al moro y al bandido: é habéis logrado? Traed, traed la lámpara, d el suelo empapado, ved el huesito negro mido por las llamas, la vestidura España fusilada.

ESPAÑA POBRE POR CULPA DE LOS RICOS

alditos los que un día miraron, malditos ciegos malditos, que no adelantaron a la solemne patria pan sino las lágrimas, malditos formes manchados y sotanas agrios, hediondos perros de cueva y sepultura. pobreza era por España mo caballos llenos de humo, mo piedras caídas del nantial de la desventura, rras cereales sin rir, bodegas secretas

azul y estaño, ovarios, puertas, arcos rados, profundidades e querían parir, todo estaba guardado r triangulares guardias con escopeta, r curas de color de triste rata, r lacayos del rey de inmenso culo.

paña dura, país manzanar y pino, prohibían tus vagos señores: no sembrar, a no parir las minas, o montar las vacas, al ensimismamiento las tumbas, a visitar cada año monumento de Cristóbal el marinero, a relinchar cursos con macacos venidos de América, ales en «posición social» y podredumbre. levantéis escuelas, no hagáis crujir la

cáscara restre con arados, no llenéis los graneros abundancia trigal: rezad, bestias, rezad, e un dios de culo inmenso como el culo del rey espera: «Allí tomaréis sopa, hermanos míos».

LA TRADICIÓN

las noches de España, por los viejos jardines tradición, llena de mocos muertos, orreando pus y peste se paseaba n una cola en bruma, fantasmal y fantástica, stida de asma y huecos levitones sangrientos, u rostro de ojos profundos detenidos n verdes babosas comiendo tumba, u boca sin muelas mordía cada noche espiga sin nacer, el mineral secreto, asaba con su corona de cardos verdes mbrando vagos huesos de difunto y

puñales.

MADRID (1936)

adrid sola y solemne, Julio te sorprendió con tu alegría panal pobre: clara era tu calle, ro era tu sueño. Un hipo negro generales, una ola sotanas rabiosas mpió entre tus rodillas s cenagales aguas, sus ríos de gargajo.

n los ojos heridos todavía de sueño, n escopeta y piedras, Madrid, recién herida, defendiste. Corrías

r las calles ando estelas de tu santa sangre, uniendo y llamando con una voz de océano, n un rostro cambiado para siempre r la luz de la sangre, como una vengadora ntaña, como una silbante rella de cuchillos.

ando en los tenebrosos cuarteles, cuando en las sacristías la traición entró tu espada ardiendo, hubo sino silencio de amanecer, no hubo o tu paso de banderas, na honorable gota de sangre en tu sonrisa.

EXPLICO ALGUNAS COSAS

eguntaréis: Y dónde están las lilas? a metafísica cubierta de amapolas? a lluvia que a menudo golpeaba sus palabras llenándolas agujeros y pájaros? voy a contar todo lo que me pasa.

vivía en un barrio Madrid, con campanas, n relojes, con árboles.

sde allí se veía rostro seco de Castilla mo un océano de cuero.

casa era llamada casa de las flores, porque por todas partes allaban geranios: era a bella casa n perros y chiquillos. Raúl, te acuerdas? acuerdas, Rafael? Federico[1], te acuerdas bajo de la tierra, acuerdas de mi casa con balcones en donde luz de junio ahogaba flores en tu boca?

rmano, hermano! do grandes voces, sal de mercaderías, omeraciones de pan palpitante, rcados de mi barrio de Argüelles con su estatua mo un tintero pálido entre las merluzas: aceite llegaba a las cucharas, profundo latido pies y manos llenaba las calles, tros, litros, esencia uda de la vida, pescados hacinados, ntextura de techos con sol frío en el cual flecha se fatiga, irante marfil fino de las patatas, mates repetidos hasta el mar.

una mañana todo estaba ardiendo na mañana las hogueras ían de la tierra vorando seres, esde entonces fuego, lvora desde entonces, esde entonces sangre.

ndidos con aviones y con moros, ndidos con sortijas y duquesas, ndidos con frailes negros bendiciendo nían por el cielo a matar niños, or las calles la sangre de los niños rría simplemente, como sangre de niños.

acales que el chacal rechazaría,

dras que el cardo seco mordería escupiendo, boras que las víboras odiaran!

ente a vosotros he visto la sangre España levantarse ra ahogaros en una sola ola orgullo y de cuchillos!

nerales idores: rad mi casa muerta, rad España rota: ro de cada casa muerta sale metal ardiendo vez de flores,

ro de cada hueco de España e España, ro de cada niño muerto sale un fusil con ojos, ro de cada crimen nacen balas e os hallarán un día el sitio corazón.

eguntaréis por qué su poesía nos habla del sueño, de las hojas, los grandes volcanes de su país natal?

nid a ver la sangre por las calles, nid a ver sangre por las calles, nid a ver la sangre

r las calles!

CANTO A LAS MADRES DE LOS MILICIANOS MUERTOS

han muerto! Están en medio la pólvora, pie, como mechas ardiendo.

s sombras puras se han unido la pradera de color de cobre mo una cortina de viento blindado, mo una barrera de color de furia, mo el mismo invisible pecho del cielo.

adres! Ellos están de pie en el trigo,

os como el profundo mediodía, minando las grandes llanuras! n una campanada de voz negra e a través de los cuerpos de acero asesinado pica la victoria. Hermanas como el polvo do, corazones ebrantados, ed fe en vuestros muertos. sólo son raíces o las piedras teñidas de sangre, sólo sus pobres huesos derribados finitivamente trabajan en la tierra, o que aún sus bocas muerden pólvora seca tacan como océanos de hierro, y aún

puños levantados contradicen la muerte. rque de tantos cuerpos una vida invisible levanta. Madres, banderas, hijos! solo cuerpo vivo como la vida: rostro de ojos rotos vigila las tinieblas n una espada llena de esperanzas terrestres!

jad estros mantos de luto, juntad todas estras lágrimas hasta hacerlas metales: e allí golpeamos de día y de noche, í pateamos de día y de noche, í escupimos de día y de noche sta que caigan las puertas del odio! no me olvido de vuestras desgracias, conozco

estros hijos, i estoy orgulloso de sus muertes, oy también orgulloso de sus vidas.

s risas ampagueaban en los sordos talleres, pasos en el Metro naban a mi lado cada día, y junto as naranjas de Levante, a las redes del Sur, junto a tinta de las imprentas, sobre el cemento de las arquitecturas visto llamear sus corazones de fuego y energías.

como en vuestros corazones, madres,

y en mi corazón tanto luto y tanta muerte e parece una selva jada por la sangre que mató sus sonrisas, ntran en él las rabiosas nieblas del desvelo con la desgarradora soledad de los días.

ro s que la maldición a las hienas sedientas, al estertor bestial, e aúlla desde el África sus patentes inmundas, s que la cólera, más que el desprecio, más que el llanto, dres atravesadas por la angustia y la muerte,

rad el corazón del noble día que nace, abed que vuestros muertos sonríen desde la tierra antando los puños sobre el trigo.

CÓMO ERA ESPAÑA

a España tirante y seca, diurno mbor de son opaco, nura y nido de águilas, silencio azotada intemperie.

mo, hasta el llanto, hasta el alma o tu duro suelo, tu pan pobre, pueblo pobre, cómo hasta el hondo sitio mi ser hay la flor perdida de tus aldeas rugadas, inmóviles de tiempo, us campiñas minerales endidas en luna y en edad evoradas por un dios vacío.

das tus estructuras, tu animal lamiento junto a tu inteligencia deada por las piedras abstractas del silencio, áspero vino, tu suave o, tus violentas elicadas viñas.

edra solar, pura entre las regiones mundo, España recorrida r sangres y metales, azul y victoriosa oletaria de pétalos y balas, única a y soñolienta y sonora.

élamo, Carrascosa, pedrete, Buitrago,

lencia, Arganda, lve, Galapagar, Villalba.

ñarrubia, Cedrillas, cocer, Tamurejo, uadulce, Pedrera, ente Palmera, Colmenar, Sepúlveda.

rcabuey, Fuencaliente, nares, Solana del Pino, rcelén, Alatox, ahora, Valdeaanda.

te, Riopar, Segorbe, ihuela, Montalbo, caraz, Caravaca,

mendralejo, Castejón de Monegros.

lma del Río, Peralta, anadella, Quintana la Serena, Atienza, Barahona, valmoral, Oropesa.

borea, Monóvar, mansa, San Benito, oratalla, Montesa, rre Baja, Aldemuz.

vico Navero, Cevico de la Torre, balate de las Nogueras, baloyas, Teruel, mporrobles, la Alberca.

zo Amargo, Candeleda, droñeras, Campillo de Altobuey, ranca de Tajuña, Puebla de la Mujer Muerta, rre la Cárcel, Játiva, Alcoy.

eblo de Obando, Villar del Rey, loraga, Bribuega, tina, Villacañas, Palomas, valcán, Henarejos, Albatana.

rredonjimeno, Trasparga, ramón, Crevillente, veda de la Sierra, Pedernoso, colea de Cinca, Matallanos.

ntosa del Río, Alba de Tormes, rcajo Medianero, Piedrahita, nglanilla, Navamorcuende, Navalperal, valcamero, Navalmorales, Jorquera.

gora, Torremocha, Argecilla, os Negros, Salvacañete, Utiel, guna Seca, Cañamares, Salorino, dea Quemada, Pesquera de Duero.

enteovejuna, Alpedrete, rrejón, Benaguacil, lverde de Júcar, Vallanca, endelaencina, Robledo de Chavela.

ñogalindo, Ossa de Montiel,

éntrida, Valdepeñas, Titaguas, modóvar, Gestalgar, Valdemoro, moradiel, Orgaz.

LLEGADA A MADRID DE LA BRIGADA INTERNACIONAL

a mañana de un mes frío, un mes agonizante, manchado por el lodo y por el humo, mes sin rodillas, un triste mes de sitio y desventura, ando a través de los cristales mojados de mi casa se oían los chacales africanos lar con los rifles y los dientes llenos de sangre, entonces, ando no teníamos más esperanza que un sueño de pólvora,

cuando ya creíamos e el mundo estaba lleno sólo de monstruos devoradores y de furias onces, quebrando la escarcha del mes de frío de Madrid, en la niebla alba visto con estos ojos que tengo, con este corazón que mira, visto llegar a los claros, a los dominadores combatientes la delgada y dura y madura y ardiente brigada de piedra.

a el acongojado tiempo en que las mujeres

vaban una ausencia como un carbón terrible, a muerte española, más ácida y aguda que otras muertes, naba los campos hasta entonces honrados por el trigo.

r las calles la sangre rota del hombre se juntaba n el agua que sale del corazón destruido de las casas: huesos de los niños deshechos, el desgarrador utado silencio de las madres, los ojos rados para siempre de los indefensos, n como la tristeza y la pérdida, eran como un jardín escupido,

n la fe y la flor asesinadas para siempre.

maradas, onces he visto, mis ojos están hasta ahora llenos de orgullo rque os vi a través de la mañana de niebla llegar a la frente pura de Castilla enciosos y firmes mo campanas antes del alba, nos de solemnidad y de ojos azules venir de lejos y lejos, nir de vuestros rincones, de vuestras patrias perdidas,

de vuestros sueños nos de dulzura quemada y de fusiles efender la ciudad española en que la libertad acorralada do caer y morir mordida por las bestias.

rmanos, que desde ahora estra pureza y vuestra fuerza, vuestra historia solemne a conocida del niño y del varón, de la mujer y del viejo, gue a todos los seres sin esperanza, baje a las minas corroídas por el aire sulfúrico, ba a las escaleras inhumanas del esclavo, e todas las estrellas, que todas las espigas de Castilla

y del mundo criban vuestro nombre y vuestra áspera lucha uestra victoria fuerte y terrestre como una encina roja. rque habéis hecho renacer con vuestro sacrificio fe perdida, el alma ausente, la confianza en la tierra, or vuestra abundancia, por vuestra nobleza, por vuestros muertos, mo por un valle de duras rocas de sangre, sa un inmenso río con palomas de acero y de esperanza.

BATALLA DEL RÍO JARAMA[2]

tre la tierra y el platino ahogado olivares y muertos españoles, ama, puñal puro, has resistido la ola de los crueles.

lí desde Madrid llegaron hombres corazón dorado por la pólvora mo un pan de ceniza y resistencia, allí llegaron.

ama, estabas entre hierro y humo mo una rama de cristal caído, mo una larga línea de medallas

para los victoriosos.

socavones de substancia ardiendo, coléricos vuelos explosivos, artillería de tiniebla turbia dominaron tus aguas.

uas tuyas bebieron los sedientos sangre, agua bebieron boca arriba: ua española y tierra de olivares los llenaron de olvido.

r un segundo de agua y tiempo el cauce la sangre de moros y traidores pitaba en tu luz como los peces de un manantial amargo.

áspera harina de tu pueblo estaba a erizada de metal y huesos, midable y trigal como la noble tierra que defendían.

ama, para hablar de tus regiones esplendor y dominio, no es mi boca iciente, y es pálida mi mano: allí quedan tus muertos.

lí quedan tu cielo doloroso, paz de piedra, tu estelar corriente, os eternos ojos de tu pueblo vigilan tus orillas.

ALMERÍA[3]

plato para el obispo, un plato triturado y amargo, plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas, plato sumergido, con sollozos y paredes caídas, plato para el obispo, un plato de sangre de mería.

plato para el banquero, un plato con mejillas niños del Sur feliz, un plato n detonaciones, con aguas locas y ruinas y

espanto, plato con ejes partidos y cabezas pisadas, plato negro, un plato de sangre de Almería.

da mañana, cada mañana turbia de vuestra vida tendréis humeante y ardiente en vuestra mesa: apartaréis un poco con vuestras suaves manos ra no verlo, para no digerirlo tantas veces: apartaréis un poco entre el pan y las uvas, ste plato de sangre silenciosa e estará allí cada mañana, cada ñana.

plato para el Coronel y la esposa del Coronel, una fiesta de la guarnición, en cada fiesta, bre los juramentos y los escupos, con la luz de vino de la madrugada ra que lo veáis temblando y frío sobre el mundo.

un plato para todos vosotros, ricos de aquí y de allá, bajadores, ministros, comensales atroces, ñoras de confortable té y asiento: plato destrozado, desbordado, sucio de sangre pobre,

ra cada mañana, para cada semana, para siempre jamás, plato de sangre de Almería, ante vosotros, siempre.

TIERRAS OFENDIDAS

giones sumergidas el interminable martirio, por el inacabable encio, pulsos abeja y roca exterminada, rras que en vez de trigo y trébol éis señal de sangre seca y crimen: udalosa Galicia, pura como la lluvia, ada para siempre por las lágrimas: tremadura, en cuya orilla augusta cielo y aluminio, negro como agujero bala, traicionado y herido y destrozado, dajoz sin memoria, entre sus hijos muertos

ce mirando un cielo que recuerda: álaga arada por la muerte erseguida entre los precipicios sta que las enloquecidas madres otaban la piedra con sus recién nacidos. ror, vuelo de luto muerte y cólera, sta que ya las lágrimas y el duelo reunidos, sta que las palabras y el desmayo y la ira son sino un montón de huesos en un camino na piedra enterrada por el polvo.

tanto, tanta mba, tanto martirio, tanto

lope de bestias en la estrella! da, ni la victoria rrará el agujero terrible de la sangre: da, ni el mar, ni el paso arena y tiempo, ni el geranio ardiendo bre la sepultura.

SANJURJO[4] EN LOS INFIERNOS

marrado, humeante, acordelado u traidor avión, a sus traiciones, quema el traidor traicionado.

mo fósforo queman sus riñones u siniestra boca de soldado idor se derrite en maldiciones,

r las eternas llamas piloteado, nducido y quemado por aviones, traición en traición quemado.

MOLA[5] EN LOS INFIERNOS

arrastrado el turbio mulo Mola precipicio en precipicio eterno omo va el naufragio de ola en ola, sbaratado por azufre y cuerno, cido en cal y hiel y disimulo, antemano esperado en el infierno, el infernal mulato, el Mola mulo finitivamente turbio y tierno, n llamas en la cola y en el culo.

EL GENERAL FRANCO EN LOS INFIERNOS

sventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante, la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta te escarbe la barriga scando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado, án para ti nada sino una puerta oscura, rasada.

efecto. De infierno a infierno, qué hay? En el aullido tus legiones, en la santa leche las madres de España, en la leche y los senos pisoteados r los caminos, hay una aldea más, un silencio más, una puerta rota.

uí estás. Triste párpado, estiércol siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra traición que la sangre no borra. Quién, quién eres, miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,

mal nacida palidez de sombra?

trocede la llama sin ceniza, sed salina del infierno, los círculos dolor palidecen. Maldito, que sólo lo humano persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas, te consumas, que no te pierdas la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo ni la feroz espuma.

lo, solo, para las lágrimas das reunidas, para una eternidad de manos muertas

jos podridos, solo en una cueva tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre r una eternidad maldita y sola. No mereces dormir nque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar spierto, General, despierto eternamente re la podredumbre de las recién paridas, etralladas en Otoño. Todas, todos los tristes niños descuartizados, sos, están colgados, esperando en tu infierno e día de fiesta fría: tu llegada. Niños negros por la explosión,

zos rojos de seso, corredores dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la misma actitud atravesar la calle, de patear la pelota, tragar una fruta, de sonreír o nacer.

nreír. Hay sonrisas demolidas por la sangre e esperan con dispersos dientes exterminados mascaras de confusa materia, rostros huecos pólvora perpetua, y los fantasmas nombre, los oscuros condidos, los que nunca salieron su cama de escombros. Todos te esperan

ra pasar la noche. Llenan los corredores mo algas corrompidas.

n nuestros, fueron nuestra rne, nuestra salud, nuestra z de herrerías, nuestro océano aire y pulmones. A través de ellos secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra, chos substancia struida, materia asesinada, harina muerta, esperan en tu infierno.

mo el agudo espanto o el dolor se consumen,

espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas, o y despierto seas entre todos los muertos, ue la sangre caiga en ti como la lluvia, ue un agonizante río de ojos cortados resbale y recorra mirándote sin término.

CANTO SOBRE UNAS RUINAS

to que fue creado y dominado, o que fue humedecido, usado, visto, ce —pobre pañuelo— entre las olas tierra y negro azufre. Como el botón o el pecho levantan al cielo, como la flor que sube sde el hueso destruido, así las formas mundo aparecieron. Oh párpados, columnas, oh escalas. Oh profundas materias egadas y puras: cuánto hasta ser campanas! ánto hasta ser relojes! Aluminio

azules proporciones, cemento gado al sueño de los seres! El polvo se congrega, goma, el lodo, los objetos crecen as paredes se levantan mo parras de oscura piel humana. Allí dentro en blanco, en cobre, fuego, en abandono, los papeles crecían, llanto abominable, las prescripciones vadas en la noche a la farmacia mientras uien con fiebre, seca sien mental, la puerta e el hombre ha construido ra no abrir jamás. Todo ha ido y caído utalmente marchito.

Utensilios heridos, telas cturnas, espuma sucia, orines justamente rtidos, mejillas, vidrio, lana, anfor, círculos de hilo y cuero, todo, o por una rueda vuelto al polvo, desorganizado sueño de los metales, o el perfume, todo lo fascinado, o reunido en nada, todo caído ra no nacer nunca.

d celeste, palomas n cintura de harina: épocas polen y racimo, ved cómo madera se destroza sta llegar al luto: no hay raíces ra el hombre: todo descansa apenas bre un temblor de lluvia.

Ved cómo se ha podrido guitarra en la boca de la fragante novia: d cómo las palabras que tanto construyeron ora son exterminio: mirad sobre la cal y entre el mármol deshecho huella —ya con musgos— del sollozo.

LA VICTORIA DE LAS ARMAS DEL PUEBLO

as, como el recuerdo de la tierra, como el pétreo plendor del metal y el silencio, eblo, patria y avena, es tu victoria.

anza tu bandera agujereada mo tu pecho sobre las cicatrices tiempo y tierra.

LOS GREMIOS EN EL FRENTE

nde están los mineros, dónde están que hacen el cordel, los que maduran suela, los que mandan la red? nde están?

nde los que cantaban en lo alto edificio, escupiendo y jurando bre el cemento aéreo?

nde están los ferroviarios untariosos y nocturnos? nde está el gremio del abasto?

n un fusil, con un fusil. Entre los rdos latidos de la llanura, rando sobre los escombros.

rigiendo la bala al duro emigo como a las espinas, mo a las víboras, así.

día y noche, en la ceniza ste del alba, en la virtud mediodía calcinado.

TRIUNFO Solemne es el triunfo del pueblo. A su paso de gran victoria la ciega patata y la uva celeste brillan en la tierra.

PAISAJE DESPUÉS DE UNA BATALLA

ordido espacio, tropa restregada ntra los cereales, herraduras as, heladas entre escarcha y piedras, áspera luna.

na de yegua herida, calcinada, vuelta en agotadas espinas, amenazante, hundido tal o hueso, ausencia, paño amargo, humo de enterradores.

trás del agrio nimbo de nitratos, substancia en substancia, de agua en agua,

pidos como trigo desgranado, quemados y comidos.

sual corteza suavemente suave, gra ceniza ausente y esparcida, ora sólo frío sonoro, abominables materiales de lluvia.

árdenlo mis rodillas enterrado s que este fugitivo territorio, árrenlo mis párpados hasta nombrar y herir, arde mi sangre este sabor de sombra para que no haya olvido.

ANTITANQUISTAS

mos todos de clásico nácar, aureolas mar y cielo, viento de laureles ra vosotros, encinares héroes, itanquistas. béis sido en la nocturna boca la guerra ángeles del fuego, los temibles, hijos puros de la tierra.

í estabais, sembrados los campos, oscuros, como siembra, tendidos perando. Y ante el huracanado hierro, en el pecho

del monstruo béis lanzado, no sólo un trozo pálido de explosivo, o vuestro profundo corazón humeante, igo destructivo y azul como la pólvora. habéis levantado, os celestes contra las montañas la crueldad, hijos desnudos la tierra y la gloria. Vosotros nunca visteis es sino la oliva, nunca sino las redes nas de escama y plata: vosotros agrupasteis instrumentos, la madera, el hierro las cosechas y de las construcciones: vuestras manos floreció la bella nada forestal o la cebolla

tutina, y de pronto áis aquí cargados con relámpagos retando la gloria, estallando poderes furiosos, os y duros frente a las tinieblas.

Libertad os recogió en las minas, idió paz para vuestros arados: Libertad se levantó llorando r los caminos, gritó en los corredores las casas: en las campiñas voz pasaba entre naranja y viento mando hombres de pecho maduro, y acudisteis, quí estáis, preferidos os de la victoria, muchas veces caídos, muchas veces

rradas vuestras manos, rotos los más ocultos cartílagos, calladas estras bocas, machacado sta la destrucción vuestro silencio: ro surgís de pronto, en medio torbellino, otra vez, otros, toda estra insondable, vuestra quemadora a de corazones y raíces.

MADRID (1937)

esta hora recuerdo a todo y todos, radamente, hundidamente en regiones que —sonido y pluma— lpeando un poco, existen s allá de la tierra, pero en la tierra. Hoy mienza un nuevo invierno. No hay en esa ciudad, donde está lo que amo, hay pan ni luz: un cristal frío cae bre secos geranios. De noche sueños negros iertos por obuses, como sangrientos bueyes: die en el alba de las fortificaciones,

o un carro quebrado: ya musgo, ya silencio de edades vez de golondrinas en las casas quemadas, sangradas, vacías, con puertas hacia el cielo: comienza el mercado a abrir sus pobres esmeraldas, as naranjas, el pescado, da día atraídos a través de la sangre, ofrecen a las manos de la hermana y la viuda. udad de luto, socavada, herida, a, golpeada, agujereada, llena sangre y vidrios rotos, ciudad sin noche, toda che y silencio y estampido y héroes,

ora un nuevo invierno más desnudo y más solo, ora sin harina, sin pasos, con tu luna soldados. A todo, a todos.

l pobre, sangre nuestra rdida, corazón terrible cudido y llorado. Lágrimas como pesadas balas n caído en tu oscura tierra haciendo sonido palomas que caen, mano que cierra muerte para siempre, sangre de cada día ada noche y cada semana y cada s. Sin hablar de vosotros, héroes dormidos

espiertos, sin hablar de vosotros que hacéis temblar el agua a tierra con vuestra voluntad insigne, esta hora escucho el tiempo en una calle, guien me habla, el invierno ga de nuevo a los hoteles que he vivido, do es ciudad lo que escucho y distancia deada por el fuego como por una espuma víboras, asaltada por una ua de infierno. Hace ya más de un año e los enmascarados tocan tu humana orilla mueren al contacto de tu eléctrica

sangre: cos de moros, sacos de traidores, n rodado a tus pies de piedra: ni el humo ni la muerte n conquistado tus muros ardiendo. Entonces, é hay, entonces? Sí, son los del exterminio, n los devoradores: te acechan, ciudad blanca, obispo de turbio testuz, los señoritos ales y feudales, el general en cuya mano enan treinta dineros: están contra tus muros cinturón de lluviosas beatas, escuadrón de embajadores pútridos n triste hipo de perros militares.

or a ti, loor en nube, en rayo, salud, en espadas, nte sangrante cuyo hilo de sangre erbera en las piedras malheridas, slizamiento de dulzura dura, ra cuna en relámpagos armada, terial ciudadela, aire de sangre que nacen abejas. Hoy tú que vives, Juan, y tú que miras, Pedro, concibes, duermes, comes: y en la noche sin luz vigilando sin sueño y sin reposo, os en el cemento, por la tierra cortada, sde los enlutados alambres, al Sur, en medio, en torno, cielo, sin misterio,

mbres como un collar de cordones defienden ciudad rodeada por las llamas: Madrid endurecida r golpe astral, por conmoción del fuego: rra y vigilia en el alto silencio la victoria: sacudida mo una rosa rota: rodeada laurel infinito!

ODA SOLAR AL EJÉRCITO DEL PUEBLO

mas del pueblo! Aquí! La amenaza, el asedio n derraman la tierra mezclándola de muerte, pera de aguijones! Salud, salud, ud te dicen las madres del mundo, escuelas te dicen salud, los viejos carpinteros, ército del Pueblo, te dicen salud, con las espigas, leche, las patatas, el limón, el laurel, o lo que es de la tierra y de la boca

hombre. Todo, como un collar manos, como una tura palpitante, como una obstinación de relámpagos, o a ti se prepara, todo hacia ti converge! Día de hierro. ul fortificado! Hermanos, adelante, elante por las tierras aradas, elante en la noche seca y sin sueño, delirante y raída, elante entre vides, pisando el color frío de las rocas, ud, salud, seguid. Más cortantes que la voz del invierno, s sensibles que el párpado, más seguros

que la punta del trueno, ntuales como el rápido diamante, nuevamente marciales, erreros según el agua acerada de las tierras del centro, gún la flor y el vino, según el corazón espiral de la tierra, gún las raíces de todas las hojas, de todas las mercaderías fragantes de la tierra. lud, soldados, salud, barbechos rojos, ud, tréboles duros, salud, pueblos parados la luz del relámpago, salud, salud, salud, elante, adelante, adelante, adelante, bre las minas, sobre los cementerios,

frente al abominable etito de muerte, frente al erizado ror de los traidores, eblo, pueblo eficaz, corazón y fusiles, razón y fusiles, adelante. tógrafos, mineros, ferroviarios, hermanos carbón y la piedra, parientes del martillo, sque, fiesta de alegres disparos, adelante, errilleros, mayores, sargentos, comisarios políticos, adores del pueblo, combatientes nocturnos, mbatientes marinos, adelante: nte a vosotros hay más que una mortal cadena, un agujero

podridos pescados: adelante! hay allí sino muertos moribundos, ntanos de terrible pus sangrienta, hay enemigos; adelante, España, elante, campanas populares, elante, regiones de manzana, elante, estandartes cereales, elante, mayúsculos del fuego, rque en la lucha, en la ola, en la pradera, la montaña, en el crepúsculo cargado de acre aroma, váis un nacimiento de permanencia, un hilo difícil dureza. Mientras tanto, z y guirnalda suben del silencio ra esperar la mineral victoria:

da instrumento, cada rueda roja, da mango de sierra o penacho de arado, da extracción del suelo, cada temblor de sangre ere seguir tus pasos, Ejército del Pueblo: uz organizada llega a los pobres hombres vidados, tu definida estrella va sus roncos rayos en la muerte stablece los nuevos ojos de la esperanza.

PARTE V

CANTO A STALINGRADO

la noche el labriego duerme, despierta y hunde mano en las tinieblas preguntando a la aurora: a, sol de mañana, luz del día que viene, me si aún las manos más puras de los hombres fienden el Castillo del honor, dime, aurora, el acero en tu frente rompe su poderío, el hombre está en su sitio, si el trueno está en su sitio, me, dice el labriego, si no escucha la tierra

mo cae la sangre de los enrojecidos oes, en la grandeza de la noche terrestre, me si sobre el árbol todavía está el cielo, me si aún la pólvora suena en Stalingrado.

el marinero en medio del mar terrible mira scando entre las húmedas constelaciones a, la roja estrella de la ciudad ardiente, alla en su corazón esa estrella que quema, a estrella de orgullo quieren tocar sus manos, a estrella de llanto la construyen sus ojos.

udad, estrella roja, dicen el mar y el hombre,

dad, cierra tus rayos, cierra tus puertas duras, rra, ciudad, tu ilustre laurel ensangrentado, ue la noche tiemble con el brillo sombrío tus ojos detrás de un planeta de espadas.

el español recuerda Madrid y dice: hermana, iste, capital de la gloria, resiste: suelo se alza toda la sangre derramada España, y por España se levanta de nuevo, l español pregunta junto al muro los fusilamientos, si Stalingrado vive: ay en la cárcel una cadena de ojos negros e horadan las paredes con tu nombre,

España se sacude con tu sangre y tus muertos, rque tú le tendiste, Stalingrado, el alma ando España paría héroes como los tuyos.

a conoce la soledad, España, mo hoy, Stalingrado, tú conoces la tuya. paña desgarró la tierra con sus uñas ando Paris estaba más bonita que nunca, paña desangraba su inmenso árbol de sangre ando Londres peinaba, como nos cuenta Pedro rfías, su césped y sus lagos de cisnes.

y ya conoces eso, recia virgen,

y ya conoces, Rusia, la soledad y el frío. ando miles de obuses tu corazón destrozan, ando los escorpiones con crimen y veneno, lingrado, acuden a morder tus entrañas, eva York baila, Londres medita, y yo digo «merde», rque mi corazón no puede más y nuestros razones pueden más, no pueden un mundo que deja morir solos sus héroes.

s dejáis solos? Ya vendrán por vosotros! s dejáis solos? Queréis que la vida

ya a la tumba, y la sonrisa de los hombres a borrada por la letrina y el calvario? r qué no respondéis?

eréis más muertos en el frente del Este sta que llenen totalmente el cielo vuestro? ro entonces no os va a quedar sino el infierno. mundo está cansándose de pequeñas hazañas, que en Madagascar los generales ten con heroísmo cincuenta y cinco monos.

mundo está cansado de otoñales reuniones

esididas aún por un paraguas.

udad, Stalingrado, no podemos gar a tus murallas, estamos lejos. mos los mexicanos, somos los araucanos, mos los patagones, somos los guaraníes, mos los uruguayos, somos los chilenos, mos millones de hombres. tenemos por suerte deudos en la familia, ro aún no llegamos a defenderte, madre. udad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día guemos, indios náufragos, a tocar tus murallas mo un beso de hijos que esperaban llegar.

lingrado, aún no hay Segundo Frente, ro no caerás aunque el hierro y el fuego muerdan día y noche.

nque mueras, no mueres!

rque los hombres ya no tienen muerte enen que seguir luchando desde el sitio en que caen sta que la victoria no esté sino en tus manos nque estén fatigadas y horadadas y muertas, rque otras manos rojas, cuando las vuestras caigan, mbrarán por el mundo los huesos de tus

héroes ra que tu semilla llene toda la tierra.

NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO[6]

escribí sobre el tiempo y sobre el agua, scribí el luto y su metal morado, escribí sobre el cielo y la manzana, ahora escribo sobre Stalingrado.

la novia guardó con su pañuelo rayo de mi amor enamorado, ora mi corazón está en el suelo, en el humo y la luz de Stalingrado. toqué con mis manos la camisa

crepúsculo azul y derrotado: ora toco el alba de la vida naciendo con el sol de Stalingrado.

sé que el viejo joven transitorio pluma, como un cisne encuadernado, sencuaderna su dolor notorio por mi grito de amor a Stalingrado.

pongo el alma mía donde quiero. no me nutro de papel cansado, obado de tinta y de tintero. Nací para cantar a Stalingrado.

voz estuvo con tus grandes muertos ntra tus propios muros machacados,

voz sonó como campana y viento mirándote morir, Stalingrado.

ora americanos combatientes ncos y oscuros como los granados tan en el desierto a la serpiente. Ya no estás sola, Stalingrado.

ancia vuelve a las viejas barricadas n pabellón de furia enarbolado bre las lágrimas recién secadas. Ya no estás sola, Stalingrado.

os grandes leones de Inglaterra lando sobre el mar huracanado van las garras en la parda tierra.

Ya no estás sola, Stalingrado.

y bajo tus montañas de escarmiento sólo están los tuyos enterrados: mblando está la carne de los muertos que tocaron tu frente, Stalingrado.

shechas van las invasoras manos, urados los ojos del soldado, án llenos de sangre los zapatos que pisaron tu puerta, Stalingrado.

acero azul de orgullo construido, pelo de planetas coronados, baluarte de panes divididos, tu frontera sombría, Stalingrado.

Patria de martillos y laureles, sangre sobre tu esplendor nevado, mirada de Stalin a la nieve tejida con tu sangre, Stalingrado.

s condecoraciones que tus muertos n puesto sobre el pecho traspasado la tierra, y el estremecimiento de la muerte y la vida, Stalingrado.

sal profunda que de nuevo traes corazón del hombre acongojado n la rama de rojos capitanes salidos de tu sangre, Stalingrado.

esperanza que rompe en los jardines

mo la flor del árbol esperado, página grabada de fusiles, las letras de la luz, Stalingrado.

torre que concibes en la altura, altares de piedra ensangrentados, defensores de tu edad madura, los hijos de tu piel, Stalingrado.

s águilas ardientes de tus piedras, metales por tu alma amamantados, adioses de lágrimas inmensas y las olas de amor, Stalingrado.

s huesos de asesinos malheridos, invasores párpados cerrados,

os conquistadores fugitivos detrás de tu centella, Stalingrado.

s que humillaron la curva del Arco as aguas del Sena han taladrado n el consentimiento del esclavo, se detuvieron en Stalingrado.

s que sobre Praga la Bella en lágrimas, bre lo enmudecido y traicionado, saron pisoteando sus heridas, murieron en Stalingrado.

s que en la gruta griega han escupido, estalactita de cristal truncado u clásico azul enrarecido,

ahora dónde están, Stalingrado?

s que España quemaron y rompieron ando el corazón encadenado esa madre de encinos y guerreros, se pudren a tus pies, Stalingrado.

s que en Holanda, tulipanes y agua picaron de lodo ensangrentado sparcieron el látigo y la espada ahora duermen en Stalingrado.

s que en la noche blanca de Noruega n un aullido de chacal soltado emaron esa helada primavera enmudecieron en Stalingrado.

nor a ti por lo que el aire trae, que se ha de cantar y lo cantado, nor para tus madres y tus hijos y tus nietos, Stalingrado.

nor al combatiente de la bruma, nor al Comisario y al soldado, nor al cielo detrás de tu luna, honor al sol de Stalingrado.

árdame un trozo de violenta espuma, árdame un rifle, guárdame un arado, ue los pongan en mi sepultura n una espiga roja de tu estado, ra que sepan, si hay alguna duda, e he muerto amándote y que me has

amado, i no he combatido en tu cintura o en tu honor esta granada oscura, este canto de amor a Stalingrado.

TINA MODOTTI HA MUERTO

na Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes. vez tu corazón oye crecer la rosa ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. Descansa dulcemente, hermana.

nueva rosa es tuya, la nueva tierra es tuya: has puesto un nuevo traje de semilla profunda u suave silencio se llena de raíces. No dormirás en vano, hermana.

ro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida. abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma, acero, línea, polen se construyó tu férrea, tu delgada estructura.

chacal a la alhaja de tu cuerpo dormido n asoma la pluma y el alma ensangrentada mo si tú pudieras, hermana, levantarte, sonriendo sobre el lodo.

mi patria te llevo para que no te toquen, mi patria de nieve para que a tu pureza llegue el asesino, ni el chacal, ni el vendido:

allí estarás tranquila.

es un paso, un paso lleno de pasos, algo nde desde la estepa, desde el Don, desde el frío? es un paso firme de soldado en la nieve? Hermana, son tus pasos.

pasarán un día por tu pequeña tumba es de que las rosas de ayer se desbaraten, pasarán a ver los de un día, mañana, donde está ardiendo tu silencio.

mundo marcha al sitio donde tú ibas, hermana. anzan cada día los cantos de tu boca

la boca del pueblo glorioso que tú amabas. Tu corazón era valiente.

las viejas cocinas de tu patria, en las rutas lvorientas, algo se dice y pasa, o vuelve a la llama de tu dorado pueblo, algo despierta y canta.

n los tuyos, hermana: los que hoy dicen tu nombre, que de todas partes, del agua y de la tierra, n tu nombre otros nombres callamos y decimos.

Porque el fuego no muere.

7 DE NOVIEMBRE ODA A UN DÍA DE VICTORIAS

te doble aniversario[7], este día, esta noche, larán un mundo vacío, encontrarán un torpe eco de corazones desolados? No, más que un día con horas, un paso de espejos y de espadas, una doble flor que golpea la noche sta arrancar el alba de su cepa nocturna!

a de España que del Sur

nes, valiente día plumaje férreo, gas de allí, del ultimo que cae con la frente quebrada n tu cifra de fuego todavía en la boca!

vas allí con nuestro uerdo insumergido: fuiste el día, tú eres lucha, tú sostienes columna invisible, el ala donde va a nacer, con tu número, el vuelo!

ete, Noviembre, en dónde vives? dónde arden los pétalos, en dónde tu

silbido e al hermano: sube!, y al caído: levántate! dónde tu laurel crece desde la sangre traviesa la pobre carne del hombre y sube onstruir el héroe?

ti, otra vez, Unión, ti, otra vez, hermana de los pueblos del mundo, ria pura y soviética. Vuelve a ti tu semilla nde como un follaje derramado en la tierra!

hay llanto para ti, Pueblo, en tu lucha! do ha de ser de hierro, todo ha de andar y herir,

o, hasta el impalpable silencio, hasta la duda, sta la misma duda que con mano de invierno s busque el corazón para helarlo y hundirlo, o, hasta la alegría, todo sea de hierro ra ayudarte, hermana y madre, en la victoria!

e el que reniega hoy sea escupido! e el miserable hoy tenga su castigo en la hora las horas, en la sangre total, que el cobarde retorne as tinieblas, que los laureles pasen valiente, al valiente camino, a la valiente

nave nieve y sangre que defiende el mundo!

te saludo, Unión Soviética, en este día, n humildad: soy escritor y poeta. padre era ferroviario: siempre fuimos pobres. tuve ayer contigo, lejos, en mi pequeño s de grandes lluvias. Allí ció tu nombre caliente, ardiendo en el pecho del pueblo, sta tocar el alto cielo de mi república!

y pienso en ellos, todos están contigo! taller a taller, de casa a casa, ela tu nombre como un ave roja!

abados sean tus héroes, y cada gota tu sangre, alabada a la desbordante marejada de pechos e defienden tu pura y orgullosa morada!

abado sea el heroico y amargo n que te nutre, mientras las puertas del tiempo se abren ra que tu ejército de pueblo y de hierro marche cantando re ceniza y páramo, sobre los asesinos, lantar una rosa grande como la luna la fina y divina tierra de la victoria!

UN CANTO PARA BOLÍVAR

dre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire toda nuestra extensa latitud silenciosa, o lleva tu nombre, padre, en nuestra morada: apellido la caña levanta a la dulzura, estaño bolívar tiene un fulgor bolívar, pájaro bolívar sobre el volcán bolívar, patata, el salitre, las sombras especiales, corrientes, las vetas de fosfórica piedra, o lo nuestro viene de tu vida apagada, herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,

herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

pequeño cadáver de capitán valiente extendido en lo inmenso su metálica forma, pronto salen dedos tuyos entre la nieve l austral pescador saca a la luz de pronto sonrisa, tu voz palpitando en las redes. qué color la rosa que junto a tu alma alcemos? ja será la rosa que recuerde tu paso. mo serán las manos que toquen tu ceniza? jas serán las manos que en tu ceniza nacen. cómo es la semilla de tu corazón muerto? roja la semilla de tu corazón vivo.

r eso es hoy la ronda de manos junto a ti. nto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella, tra más, hasta el fondo del continente oscuro. otra mano que tú no conociste entonces ne también, Bolívar, a estrechar a la tuya Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro, la cárcel, del aire, de los muertos de España ga esta mano roja que es hija de la tuya.

pitán, combatiente, donde una boca ta libertad, donde un oído escucha, nde un soldado rojo rompe una frente

parda, nde un laurel de libres brota, donde una nueva ndera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora, lívar, capitán, se divisa tu rostro. ra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo. ra vez tu bandera con sangre se ha bordado. s malvados atacan tu semilla de nuevo, vado en otra cruz está el hijo del hombre.

ro hacia la esperanza nos conduce tu sombra, laurel y la luz de tu ejército rojo ravés de la noche de América con tu

mirada miran. s ojos que vigilan más allá de los mares, s allá de los pueblos oprimidos y heridos, s allá de las negras ciudades incendiadas, voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace: ejército defiende las banderas sagradas: Libertad sacude las campanas sangrientas, n sonido terrible de dolores precede aurora enrojecida por la sangre del hombre.

bertador, un mundo de paz nació en tus brazos. paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron, nuestra joven sangre venida de tu sangre drán paz, pan y trigo para el mundo que emos.

conocí a Bolívar una mañana larga, Madrid, en la boca del Quinto Regimiento, dre, le dije, eres o no eres o quién eres? mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: espierto cada cien años cuando despierta el pueblo».

CANTO A LOS RÍOS DE ALEMANIA

bre el Rhin, en la noche, lleva el agua una boca a boca una voz y la voz una lágrima na lágrima corre por todo el Rhin dorado nde ya la dulzura de Lorelei no vive, a lágrima empapa las cepas cenicientas ra que el vino tenga también sabor de lágrimas. bre el Rhin, en la noche, lleva el agua una lágrima, a voz, una boca que lo llena de sal.

da la primavera se ha mojado de llanto

rque el río la cubre de saladas raíces as lágrimas suben al árbol lentamente sta brillar encima como flores de hielo: sa la madre y mira su lágrima en la altura, sa el hombre y su largo silencio ha florecido: l prisionero desde su martirio conoce que la primavera le dice desde el aire.

Elbe ha recorrido toda tu fría tierra: o quiere decirte su lengua congelada, la bajo los puentes de la ciudad extrema abla en los campos, solo, sin decir su mensaje, ante y vacilante como un niño perdido.

ro el Oder no tiene transparencia ni canto, Oder lleva sangre que no canta ni brilla, ngre secreta llevan sus aguas hacia el norte l Océano espera su sangre cada día: viejo río tiembla como una nueva arteria, oge del martirio su testimonio y corre ra que no se pierda nuestra sangre en la tierra.

no llevan los ríos un pétalo de frío o la sanguinaria rosa de los verdugos a ilustre semilla del árbol de mañana: bol extraño, mezcla de látigo y laurel. jo la tierra el agua de la venganza crece a victoria pone los frutos de su parto bre las viejas venas azules de la tierra,

ra que así se lave junto al agua sangrienta corazón del hombre cuando nazca de nuevo.

emania Libre, quién dice e no luchas? Tus muertos hablan bajo la tierra. emania, quién dice que sólo eres la cólera asesino? Y con quién comenzó el asesino? amarraron tus puras manos de piedra un día ra quemarlas? No levantó el verdugo primeros incendios bre tu pura frente de música y de frío? rompieron el pétalo más profundo de Europa

cándolo con sangre de tu corazón rojo? ién es el combatiente que se atreve ocar tu linaje de dolores?

igadas alemanes hermanos: avesasteis todo el silencio del mundo ra poner el ancho pecho junto a nosotros, estras prisiones eran como un río de noche e hacia España llevaban vuestra secreta voz, rque ésa era la grave patria que defendimos los hambrientos lobos que os mordían el alma.

voz de Einstein era una voz de ríos. voz de Heine cantaba como el agua en nosotros. voz de Mendelssohn de las viejas montañas aba a refrescar nuestras secas gargantas.

voz de Thaelmann como un río enterrado pitaba en la arena del combate del hombre, odas vuestras voces de catedral y cauce sde las altas peñas de Europa se escuchaban er en una inmensa catarata fluvial.

dos los ríos hablan de lo que precipitas.

rdas venas de sangre tu territorio cruzan l alma encadenada se sacude en tu tierra.

bre Alemania, madre de este río secreto e desde el hacha brota, desde la cárcel llega rescando los pasos del soldado invisible: la noche, en la niebla se oye tu voz ahogada cer, unirse, hacerse, repartirse y correr antar con tu voz antigua el viejo canto. nuevo río corre profundo y poderoso sde tu torturado corazón, Alemania, esde la desdicha sus aguas se levantan. voz seer eta crece junto a las rojas márgenes l hombre sumergido se levanta y camina.

CANTO EN LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE LUIS COMPANYS[8]

ando por la colina donde otros muertos siguen vos, como semillas sangrientas y enterradas ció y creció tu sombra hasta apagar el aire e arrugó la forma de la almendra nevada e extendió tu paso como un sonido frío e caía desde una catedral congelada, corazón golpeaba las puertas más eternas: casa de los muertos capitanes de España.

ven padre caído con la flor en el pecho, n la flor en el pecho de la luz catalana, n el clavel mojado de sangre inextinguible, n la amapola viva sobre la luz quebrada, frente ha recibido la eternidad del hombre re los enterrados corazones de España.

alma tuvo el aceite virginal de la aldea l áspero rocío de tu tierra dorada odas las raíces de Cataluña herida ibían la sangre del manantial de tu alma, grutas estelares donde el mar combatido shace sus azules bajo la espuma brava, l hombre y el olivo duermen en el perfume e dejó por la tierra tu sangre derramada.

ja que rumbo a rumbo de Cataluña roja, ue de punta a punta de las piedras de España, seen los claveles de tu viviente herida mojen los pañuelos en tu sangre sagrada, hijos de Castilla que no pueden llorarte rque eres en lo eterno de piedra castellana, niñas de Galicia que lloran como ríos, niños gigantescos de la mina asturiana, os, los pescadores de Euzkadi, los del Sur, los que tienen o capitán muerto que vengar en Granada, patria guerrillera que escarba el territorio contrando los viejos manantiales de

España.

errilleros de todas las regiones, salud, ad, tocad la sangre bajo la tierra amada: es la misma, da por la extensión lluviosa Norte y sobre el Sur de corteza abrasada: cad a los mismos enemigos amargos, antad una sola bandera iluminada: dos por la sangre del capitán Companys unida en la tierra con la sangre de España!

DURA ELEGÍA

ñora, hiciste grande, más grande a nuestra América. diste un río puro, de colosales aguas: diste un árbol alto de infinitas raíces: hijo tuyo digno de su patria profunda.

dos lo hemos querido junto a estas orgullosas res que cubrirán la tierra en que reposas, os hemos querido que viniera del fondo América, a través de la selva y del páramo, ra que así tocara tu frente fatigada noble mano llena de laureles y adioses.

ro otros han venido por el tiempo y la tierra, ñora, y le acompañan en este adiós amargo ra el que te negaron la boca de tu hijo él, el encendido corazón que guardabas. ra tu sed negaron el agua que creaste, manantial remoto de su boca apartaron. no sirven las lágrimas en esta piedra rota, que duerme una madre de fuego y de claveles.

mbras de América, héroes coronados de furia, nieve, sangre, océano, tempestad y palomas, uí: venid al hueco que esta madre en sus

ojos ardaba para el claro capitán que esperamos: oes vivos y muertos de nuestra gran bandera:

Higgins, Juárez, Cárdenas, Recabarren, Bolívar, artí, Miranda, Artigas, Sucre, Hidalgo, Morelos, lgrano, San Martín, Lincoln, Carrera, todos[9], nid, llenad el hueco de vuestro gran hermano ue Luis Carlos Prestes[10] sienta en su celda el aire,

alas torrenciales de los padres de América.

casa del tirano tiene hoy una presencia ve como un inmenso ángel de piedra, casa del tirano tiene hoy una visita lorosa y dormida como una luna eterna, a madre recorre la casa del tirano, a madre de llanto, de venganza, de flores, a madre de luto, de bronce, de victoria, rará eternamente los ojos del tirano sta clavar en ellos nuestro luto mortal.

ñora, hoy heredamos tu lucha y tu congoja. redamos tu sangre que no tuvo reposo. amos a la tierra que te recibe ahora,

dormir ni soñar hasta que vuelva tu hijo. como en tu regazo su cabeza faltaba s hace falta el aire que su pecho respira, s hace falta el cielo que su mano indicaba. amos continuar las detenidas venas, detenidas llamas que en tu dolor crecían. amos que las piedras que te ven detenerte n a escuchar los pasos del héroe que regresa.

hay cárcel para Prestes que esconda su diamante. pequeño tirano quiere ocultar su fuego n sus pequeñas alas de murciélago frío e envuelve en el turbio silencio de la rata e roba en los pasillos del palacio nocturno.

ro como una brasa de centella y fulgores ravés de las barras de hierro calcinado luz del corazón de Prestes sobresale, mo en las grandes minas del Brasil la esmeralda, mo en los grandes ríos del Brasil la corriente, omo en nuestros bosques de índole poderosa bresale una estatua de estrellas y follaje, árbol de las tierras sedientas del Brasil.

ñora, hiciste grande, más grande a nuestra América. u hijo encadenado combate con nosotros, uestro lado, lleno de luz y de grandeza. da puede el silencio de la araña

implacable ntra la tempestad que desde hoy heredamos. da pueden los lentos martirios de este tiempo ntra su corazón de madera invencible.

látigo y la espada que tus manos de madre searon por la tierra como un sol justiciero minan las manos que hoy te cubren de tierra. añana cambia remos cuanto hirió tu cabello. añana romperemos la dolorosa espina. añana inundaremos de luz la tenebrosa cel que hay en la tierra.

Mañana venceremos, uestro Capitán estará con nosotros.

CANTO AL EJÉRCITO ROJO A SU LLEGADA A LAS PUERTAS DE PRUSIA

te es el canto entre la noche y el alba, éste es el canto ido desde los últimos estertores como desde el cuero peado de un tambor sangriento, otado de las primeras alegrías parecidas a la rama rida en la nieve y al rayo del sol sobre la rama florida.

tas son las palabras que empuñaron lo agónico, ue silaba a silaba estrujaron las lágrimas como ropa manchada sta secar las ultimas humedades amargas del sollozo, acer de todo el llanto la trenza endurecida, cuerda, el hilo duro que sostenga la aurora.

rmanos, hoy podemos decir: el alba viene, podemos golpear la mesa con el puño e sostuvo hasta ayer nuestra frente con lágrimas. podemos mirar la torre cristalina

nuestra poderosa Cordillera nevada rque en el alto orgullo de sus alas de nieve lla el fulgor severo de una nieve lejana nde están enterradas las garras invasoras.

Ejército Rojo en las puertas de Prusia. Oíd, oíd!, curos, humillados, héroes radiantes de corona caída, d!, aldeas deshechas y taladas y rotas, d!, campos de Ukrania donde la espiga puede renacer con orgullo. d!, martirizados, ahorcados, oíd!, guerrilleros muertos, sos bajo la escarcha con las manos que

muerden todavía el fusil, d!, muchachas, niños desamparados, oíd!, cenizas sagradas Pushkin y Tolstoy, de Pedro y Suvorov, d!, en esta altura meridiana el sonido e en las puertas de Prusia golpea como un trueno.

Ejército Rojo en las puertas de Prusia. Dónde están encolerizados asesinos, los cavadores de tumbas, nde están los que del abeto colgaron a las madres, nde están los tigres con olor a exterminio? tán detrás de los muros de su propia casa

temblando, perando el relámpago del castigo, y cuando todos los muros caigan rán llegar al abeto y a la virgen, al guerrillero y al niño, rán llegar a los muertos y a los vivos para juzgarlos.

d, checoeslovacos, preparad las tenazas s duras y las horcas, y las cenizas de Lidice ra que sean tragadas por el verdugo mañana, d, impacientes trabajadores de Francia, preparad

vuestros ríos inmortales ra que naveguen en ellos los invasores ahogados. eparad la venganza, españoles, detrás de la sierra unto a la costa del Sur ardiente mpiad la pequeña carabina oxidada porque llegado el día.

te es el canto del día que nace y de la noche que termina. dlo bien, y que del sufrimiento endurecido salga la voz segura e no perdone, y que no tiemble el brazo que castigue. tes de empezar mañana las cantigas de la

piedad humana éis tiempo aún de conocer las tierras empapadas de martirio. levantéis mañana la bandera del perdón bre los malditos hijos del lobo y hermanos de la serpiente, bre los que llegaron hasta el último filo del cuchillo y arrasaron la rosa.

te es el canto de la primavera escondida o las tierras de Rusia, bajo las extensiones la taiga y la nieve, ésta es la palabra e sube hasta la garganta desde la raíz enterrada. sde la raíz cubierta por tanta angustia,

desde el tallo quebrado r el invierno más amargo de la tierra, por el invierno la sangre en la tierra.

ro las cosas pasan, y desde el fondo la tierra la nueva primavera camina. rad los cañones que florecen en la boca de Prusia. rad las ametralladoras y los tanques que sembarcan en esta hora en Marsella. cuchad el corazón áspero de Yugoslavia pitando otra vez en el pecho desangrado de Europa. s ojos españoles miran hacia acá, hacia México

y Chile, rque esperan el regreso de sus hermanos errantes. go pasa en el mundo, como un soplo que antes sentíamos entre las olas de la pólvora.

te es el canto de lo que pasa y de lo que será. te es el canto de la lluvia que cayó sobre el campo mo una inmensa lágrima de sangre y plomo. y que el Ejército Rojo golpea las puertas de Prusia querido cantar para vosotros, para toda la tierra,

e canto de palabras oscuras, ra que seamos dignos de la luz que llega.

PABLO NERUDA, nacido y muerto en Chile (Parral, 1904 - Santiago, 1973), ha sido sin duda una de las voces más altas de la poesía mundial de nuestro tiempo. Desde el combate directo o desde la persecución y el exilio valerosamente arrostrados, la trayectoria del poeta, que en 1971

obtuvo el premio Nobel, configura, a la vez que la evolución de un intelectual militante, una de las principales aventuras expresivas de la lírica en lengua castellana, sustentada en un poderío verbal inigualable, que de la indiscriminada inmersión en el mundo de las fuerzas telúricas originarias se expandió a la fusión con el ámbito natal americano y supo cantar el instante amoroso que contiene el cosmos, el tiempo oscuro de la opresión y el tiempo encendido de la lucha. Una mirada que abarca a la vez la vastedad de los seres y el abismo interior del lenguaje: poeta total, Neruda pertenece ya a la tradición más viva de nuestra mayor poesía.

Notas

[1]

Federico García Lorca. [Las notas están basadas en las notas de Donald D. Walsh en Residence on Earth, 1973 (Nota del E. digital)].

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