EN ESTE TRABAJO ES DE INTERÉS MOSTRAR algunos aspectos de la dinámica de las variaciones. La dinámica de variaciones de la narrativa oral infantil

LA DINÁMICA DE VARIACIONES DE LA NARRATIVA ORAL INFANTIL La dinámica de variaciones de la narrativa oral infantil Margarita Zires Roldán RESUMEN. Se

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LA DINÁMICA DE VARIACIONES DE LA NARRATIVA ORAL INFANTIL

La dinámica de variaciones de la narrativa oral infantil Margarita Zires Roldán

RESUMEN. Se presenta el análisis de varias versiones de la leyenda de La Llorona contadas por

niños de escuela primaria de dos contextos culturales diferentes en México. Interesa mostrar algunos de los factores que intervienen en la creación y transformación de dichas versiones. Existen pocos estudios que aborden el análisis de la narrativa oral en la población infantil. Cuando los investigadores estudian la narrativa oral se abocan por lo general a la tradición oral. Debido a ello se dirigen a la población adulta y de preferencia a los ancianos. En esos casos es de interés tomar contacto con las versiones más estables y acabadas de los relatos orales. La intención generalmente no es mostrar las variaciones y transformaciones que sufren las narraciones orales, sino su continuidad y función de integración en una comunidad. Debido a ello, las narraciones orales particulares de un lugar se ven ligadas con la identidad cultural de una comunidad.

EN ESTE TRABAJO ES DE INTERÉS MOSTRAR algunos aspectos de la dinámica de las variaciones de las narraciones orales. Dicha dinámica está presente siempre en toda comunidad, aunque no se le analice y además es más fuerte en la población infantil, ya que esta población está en proceso de aprendizaje de la tradición oral y de las reglas que la rigen.

Tradición oral y memoria colectiva Frente a las concepciones mecánicas, ahistóricas de la tradición oral que la consideran un hecho estático, muerto o pasado en el sentido de algo acabado, en esta investigación se propone otra concepción histórica. La tradición sí existe, está viva y en proceso de transformación permanente. Es más, aunque a veces las narraciones tradicionales adquieran formas escritas u audiovisuales la tradición no cesa de existir oralmente. Estas nuevas formas contribuyen a su reproducción, pero también a su transformación. Los relatos orales adquieren nuevos matices lingüísticos y se cuentan de diferente manera. Cada actualización de la tradición, por el hecho de ocurrir en un día especial, en una hora y en un lugar específico con la participación de ciertos sujetos, le incorpora a la tradición una nueva pertinencia. ANUARIO 2001 • UAM-X • MÉXICO • 2002 • PP. 319-332

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La tradición combina la reproducción y la mutación. La variabilidad de la tradición oral es actualización y creación continua mnémica. La memoria tanto colectiva como individual es una memoria también activa que revela un funcionamiento cambiante y creador. En ese sentido el pasado no es estático, está siempre en permanente reelaboración. Frente a la visión mítica de la memoria intacta de los pueblos, de la memoria oral colectiva, se rescata la visión de Duvignaud (1977) sobre una memoria colectiva fragmentaria, llena de olvidos, de rupturas, de “hoyos” que permita pensar no sólo el recuerdo, sino el olvido, la continuidad y la transformación. La memoria colectiva es flotante. Nunca posee la misma identidad, ya que los elementos que la componen se sumergen y emergen conforme el contexto histórico y las circunstancias lo demandan. Son éstas las que estipulan los elementos del pasado que se pueden actualizar y los que permanecen aparentemente como inexistentes, pendientes de ser llamados en otra oportunidad. De la misma manera se puede afirmar que una leyenda es contada de diferente manera según las circunstancias en que se ponga en funcionamiento. La leyenda de La Llorona Escogimos la leyenda de La Llorona porque es una de las leyendas más conocidas en México y por ello permite ser estudiada en diferentes contextos culturales. Según versiones escritas y más difundidas se trata de la historia de una mujer que enloqueció y mató a sus hijos, por lo que al morir no logra la paz y los sigue buscando por donde circula. En las noches grita: ¡Ay mis hijos! (González, 1984:27 y ss.; Horcasitas, 1950: 37 y ss.). Por lo general se le clasifica dentro de los mitos y leyendas de almas en pena (Quiñónez, 1990:99). Dicho relato asume diferentes versiones de acuerdo con las razones que se den para explicar el enloquecimiento y la muerte de la madre. Una de las versiones más conocidas dice que ella enloquece porque es abandonada por el padre de sus hijos, quien se va con otra mujer. Cuando la historia se sitúa en la Colonia, la mujer con la que compite es la española y ella es una mujer indígena o mestiza (Horcasitas, 1950:42 y ss.). Cuando la historia se sitúa en los tiempos modernos la rival es a veces una “gringa”, una “güerita” o una mujer muy atractiva que seduce al hombre (ibid.:56 y ss.). La razón de la muerte de ella es a veces un suicidio que acontece después de asesinar a sus hijos y al padre. En otras interpretaciones la muerte es ocasionada por las autoridades civiles o es producto de un asesinato de la comunidad, debido a la desaprobación y enfurecimiento colectivos (ibid.:43 y s.). Existen innumerables versiones escritas, visuales (en forma de historieta) y algunas versiones audiovisuales (cinematográficas) que han pasado por los canales de la 320

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televisión. Casi toda colección de leyendas mexicanas incluye una versión escrita de esa leyenda. De acuerdo con algunos estudiosos de La Llorona, esta leyenda data del tiempo de la Colonia (González, 1984:28; Horcasitas, 1950:42; De Valle Arizpe, 1954:57; León Portilla, 1959; Quiñonez, 1990:122 y ss.; Franco, 1993:12 y ss.). Algunos de los elementos narrativos estructurales que la componen remitirían al mito prehispánico de la deidad Cihuacóatl. Debido a ello citan a Fray Bernardino de Sahagún. Según Sahagún, esta deidad hacía “cosas adversas”, se aparecía muy bien ataviada, vestía de color blanco, “traía una cuna a cuestas, como quien trae a su hijo en ella y poníase en el tianguiz”. Cuando las mujeres veían la cuna y “hallaban un pedernal”, del tipo de los que se usaban para los sacrificios humanos, sabían que Cihuacóatl la había dejado allí. “Decían que de noche voceaba y bramaba” (Sahagún, 1570-1582, edición 1989:32 y s.). Cuando Sahagún escribe de esta deidad en el tiempo de Moctezuma menciona que: “el diablo que se nombraba Cihuacóatl de noche andaba llorando por las calles de México y lo oían todos diciendo: ¡Oh hijos míos, guay de mí, que ya os dejo a vosotros! (ibid.:450). Las versiones que analizaremos aquí fueron recolectadas entre niños de cuarto y sexto años de primaria en sus escuelas al realizar una investigación sobre las diferentes versiones del rumor de los pitufos que se produjeron en diferentes contextos culturales en México. Dicho rumor decía que los muñecos u otros objetos pitufos agredían y/o mataban a los niños. En dicha investigación era de interés estudiar —entre otros— las asociaciones narrativas que los niños establecían entre las versiones del rumor y otros relatos orales, escritos y audiovisuales, con el objeto de encontrar diferentes culturas orales infantiles en México (Zires, 1997 y 2001). En las entrevistas los niños asociaron algunas versiones del rumor con la leyenda de La Llorona. Esto sucedió en dos contextos culturales: en el área periférica de la Ciudad de México, en Nezahualcóyotl y en la zona semiurbana de la ciudad de Valladolid, Yucatán. Dichas versiones de La Llorona serán estudiadas comparativamente. En este análisis comparativo interesa investigar la manera como se describe y caracteriza al personaje de La Llorona a partir de sus características físicas, acciones y contexto geográfico en el que surge. También es importante señalar la manera como estas versiones de La Llorona estuvieron configuradas por el contexto narrativo particular de la entrevista. Ello implicó tomar en cuenta: a) la definición del evento narrativo entre los niños y la entrevistadora;1 b) la dinámica grupal entre los niños; y c) las asociaciones particulares de la leyenda de La Llorona con otros relatos locales. 1 En este análisis es de interés “mover el punto de atención del contenido de lo narrado, del texto al evento comunicativo” (Hymes, 1971:46). Frente a otras tendencias semiológicas o antropológicas que se contentan con analizar el contenido o el evento narrado, la etnografía del habla destaca el acontecimiento de narrar. “El contar es el cuento; de ahí que el narrador, su historia y su audiencia estén todos interrelacionados

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Las versiones de La Llorona en Valladolid Uno de los contextos analizados fue una zona semiurbana del sureste de la República Mexicana, llamada Valladolid, a 200 km. de Mérida en el estado de Yucatán, lugar en donde prevalecían y prevalecen tradiciones mayas, de gente que vive en condiciones socioeconómicas medias. En esta zona surgieron varias versiones de la leyenda de La Llorona, dos entre los niños de cuarto de primaria y una entre niños de sexto de primaria. Aquí son las niñas que participan en la construcción de dichas versiones y no los niños: NIÑA 1: Este, en el pueblo de mi mamá también existe La Llorona NIÑA 2: Hasta en TRM,2 en televisión salió la historia de La Llorona, que ella tenía tres hijos, entonces uno, le dice, vamos a bañarnos al río, lo ahogó, lo llevó a lo hondo. Estaban en un barco, lo tiró. El otro también le pasó lo mismo. Entonces ya en la noche ella se ponía una bata blanca y un velo tapado y gritaba: ¡Ay mis hijos! Entonces pasó por donde estaban unos señores y los ahorcó. Dice así ella: Ustedes mataron a mis hijos, ¿por qué lo hicieron? NIÑA 1: Mi mamá, este así también oyó eso, una historia y este así por todo el río que está por el pueblo de mi mamá salen así, los señores que ya murieron y La Llorona también. Un día salió La Llorona. Cuando hay niños así ajuera de la calle y los mata.3

En estas dos versiones narradas se trata de una Llorona agresiva y que no asume ninguna culpa por haber matado a sus hijos. El acento por lo tanto no se puso en la condena a seguir penando sino a seguir matando. No se entrevió ninguna huella de arrepentimiento en ambos relatos, sino más bien un sentimiento de venganza permanente. En la primera versión La Llorona no sólo ahoga a sus hijos, sino que se le aparece a unos hombres y los ahorca, les echa la culpa de sus actos. El escenario físico es un río y un barco. La aparición y ahorcamiento suceden en la noche. En la segunda versión La Llorona mata a unos niños que se encuentran “ajuera de la calle” y se ve asociada a señores muertos que “salen del río” y se aparecen. como componentes de un mismo proceso continuo que es el evento comunicativo” (Ben-Amos, 1971:10). Mediante el término “evento” se subraya el acontecimiento singular en el tiempo y espacio que constituye el acto de narrar, por lo cual se afirma que el evento narrado está entretejido por el mismo evento de narrar. Esto significa que existe una interpenetración compleja entre las estructuras discursivas y las estructuras del evento de narrar (Bauman, 1986). Dentro de una perspectiva similar, la sociología de Goffman (1974) analiza el evento narrativo como un proceso en permanente redefinición en relación con las relaciones de poder de los hablantes. 2 TRM significa Televisión Rural Mexicana. 3 En este trabajo se trató de reproducir lo más fidedignamente las intervenciones verbales de los niños. 322

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Como se puede apreciar, los gritos de La Llorona se ven ligados a alguien que sigue demandando más muertes. El tiempo del verbo que empleó la niña es sugerente, el presente pasado o presente futuro, a través del cual se relata lo pasado como presente y como posible futuro: “Un día salió La Llorona. Cuando hay niños ajuera de la calle y los mata”. Llama la atención que la niña 1 retoma una versión oral y la niña 2 una versión fílmica televisada de La Llorona que son contadas de diferente manera. Mientras que la niña 1 no destaca detalles visuales del personaje de La Llorona, la niña 2 resalta la forma como estaba vestida La Llorona: con una bata blanca y un velo tapado. La mezcla de citas orales y la cita de una fuente de información audiovisual, el canal de Televisión Rural de México remite a la interacción de una cultura oral y una cultura audiovisual: NIÑA 1: En el pueblo de mi mamá también existe La Llorona. NIÑA 2: Hasta en TRM, en televisión salió la historia de La Llorona. NIÑA 1: Mi mamá, este así también oyó eso.

Este pasaje sirve para ilustrar también la verosimilitud que le otorgaban en este medio cultural a la leyenda de La Llorona y el prestigio que le otorgaban al canal de televisión educativo rural en un medio en donde la televisión no había penetrado tanto como en la Ciudad de México. En otra versión al final de la entrevista, la niña 3 relató algo sucedido que se vinculó con La Llorona y que se presentó como algo vivido por una persona cercana a ella y por ella misma. NIÑA 3: Y entonces que vio al, que llegó La Llorona y le dijo: “Ábreme la puerta”. Estaba con su hermano y entonces no le quiso abrir la puerta porque se lo estaba imaginando. No sé si se lo estaba imaginando o algo así y no le abrió la puerta y llegó su mamá y empezó a llorar la niña porque la asustaron y también cuando iban a bautizar a mi hermanita yo me quedé con la hija de la señora que trabajaba en mi casa. Entonces oíamos así gritos: “Aaayy”, cosas así que a mí me asustaron y empezamos a llorar y todo eso. Llega mi mamá y le dije: Ya no me dejes sola porque a mí me asustan mucho...

En esta versión La Llorona no se ve descrita de ninguna manera. Se comporta como otros personajes de relatos de miedo que se aparecen en las casas cuando los niños están solos o como el lobo del cuento de hadas “El lobo y los siete cabritos”, de los Hermanos Grimm en donde el lobo se aparece cuando la madre de los cabritos se va de la casa y ella ordena a sus hijos no abrirle la puerta a nadie. Posiblemente por eso los niños narran que La Llorona llega a la casa de una niña y ordena que le abran 323

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la puerta: ¡Ábreme la puerta! La niña lo asoció de una manera muy clara con sus propios miedos de estar sola y expresó su duda si la historia de La Llorona y todo lo que había vivido no había sido producto de su imaginación. ¿En qué contexto narrativo surgieron dichas versiones de La Llorona? La entrevistadora se presentó de la misma manera que en todas las entrevistas, pidiéndoles que le contaran “lo que sabían de los muñecos pitufos”. Ello llevó a que los niños contaran diferentes versiones del rumor de los pitufos que los niños conectaron con leyendas mayas de duendes, los “aluxes” y después con leyendas europeas como la de la Medusa y con relatos de aparecidos, de miedo y películas de espanto. Conforme la entrevista tomó su curso y se convirtió más en una conversación entre ellos, en donde se dirigían menos a mí, los niños empezaron a tomar las riendas de la entrevista, se redefinió el evento narrativo y la referencia a los pitufos se fue perdiendo. De ahí que las versiones de la leyenda de La Llorona en este contexto tuvieran que ver con relatos de aparecidos y de miedo. No hubo ninguna definición explícita de parte de los niños sobre el evento narrativo de la entrevista o el contenido de ésta, pero a partir de sus intervenciones se puede extraer que ellos la concibieron como un espacio para contar y narrar a una entrevistadora de la ciudad de México las leyendas mayas y no mayas que conocían, películas e historias de miedo vividas por ellos mismos. La dinámica grupal entre ellos fue muy armónica y tolerante. Se permitieron expresar tanto la credulidad como la duda sobre las historias. Ello llevó seguramente a que los niños contaran versiones vividas por ellos mismos, pero donde expresaban duda sobre su verosimilitud y versiones que involucraban a terceras personas sin la menor duda. No existió ninguna pugna entre ellos para tomar la palabra y dejar que los demás hablaran. Todos intervinieron. En general los niños se escucharon entre sí, complementaron sus narraciones. No se pudo reconocer ningún líder. La Llorona y la narrativa local maya En el sexto año de primaria los niños hicieron una mención al personaje de La Llorona en el momento en que estaban hablando de los relatos locales mayas de esa entidad. Debido a ello se vio relacionada con relatos de brujas y de diablos “mayas”, los cuales se pueden transformar en animales u otros objetos, en este caso en un bebé: NIÑA 1: También me dijeron en Yovaín que, que un, un señor salió tarde de su rancho y que de pronto en una mata encontró una mata, había, oyó un, un, oyó que lloraban. Entonces a él se le hacía raro porque allá nadien va más que él. 324

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Entonces se acercó al nené y vio que estaba chiquitito y bien lindo y que de pronto estaba caminando y cada paso que daba, pesaba el nené, cada paso que daba, pesaba el nené y cuando lo destapó vio que era un nené feo con sus colmillos afuera, su cigarrote, su cara. Tenía cuernos. Según él que era el diablo... entonces arrancó a correr y se encontró a La Llorona y La Llorona luego lo agarró y entonces él le puso la cruz y vio que empezó a volar... La Llorona.

Este relato recuerda otro que fue recopilado por Ligorred en el cual unos hombres borrachos se encuentran a un bebé, el cual en el camino se transforma también. Sólo que en ese caso no es el diablo el que aparece, sino la X-tabay, la cual se supone que es una especie de diablo o que entabla relaciones con el diablo (Ligorred, 1983:209 y ss.). En este relato La Llorona no se ve descrita físicamente, ni se cuenta su historia. Es un ser que se aparece, “agarra” a un señor y huye volando cuando éste le muestra la cruz. El contexto de acción de esta Llorona remite a escenarios típicos en donde aparecen los personajes de las leyendas mayas: en el campo, al lado de “matas” (arbustos y plantas). El hecho de que pueda volar La Llorona es un rasgo que posiblemente tiene que ver con las brujas mayas y vampiros, y el hecho de que ataque a los hombres tal vez se relacione con el personaje de la X-tabay, uno de los personajes femeninos más conocidos de la tradición oral maya que seduce a los hombres, los extravía y/o los mata. Sin embargo, en esta versión que cuentan los niños los rasgos de seducción se ven eliminados. La leyenda de La Llorona surgió en un contexto narrativo que la niña 4 definió como una “entrevista de los pitufos”; pero a partir de todo lo que los niños contaron y los tonos que utilizaron se puede afirmar que implícitamente la redefinieron como una sesión de cuentos de misterio y una sesión de cuentos locales para dar a conocer a una persona interesada de la capital. Ello llevó a que los niños contaran versiones de La Llorona que no tuvieron una relación directa con los pitufos, sino con personajes de sus leyendas mayas y diablos en su versión maya. La version de La Llorona en Nezahualcóyotl: “La Andalona” Otro de los contextos culturales analizados se trató de una zona urbana de la ciudad de México llamada Nezahualcóyotl en donde vive gente en condiciones socioeconómicas de marginación en la zona metropolitana de la Ciudad de México. En este grupo los niños se extendieron bastante al hablar de la leyenda de La Llorona. La historia se vio transformada también en este contexto y en lugar de destacar que se trataba de una mujer que llora y vive penando por haber matado a sus hijos, se destacó el hecho de que anduviera por el cerro. De ahí que se refirieran a ella como “La Andalona”. 325

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Alfonso, el líder del grupo —al único que llaman por su nombre— introduce el relato de La Andalona como la esposa del diablo, la madre de los pitufos, que atrapa a niños y los convierte en pitufos malos. ALFONSO: La mamá de los pitufos es La Andalona, la mamá de los pitufos es La Andalona. ENTREVISTADORA: ¿Es la qué? ALFONSO: Es La Andalona. Porque allá en el cerro, cuando van bajando las andalonas que como las señoras que no quieren a sus bebés cuando nacen. En vez de llevarlo a tirar y los tiran donde sea. NIÑA 2: Es La Llorona. ALFONSO: Una con su pelo arrastrándolo bien largo y nada más los lame y ya los mata, los deja en puro huesito o sea que la mamá de los pitufos es La Andalona. Los pitufos bajan de allá y se fueron a otro país y entonces el papá pitufo, ese era un señor ya grande y que lo agarraron por ir subiendo allá en el cerro una noche. Lo agarró La Andalona y lo convirtió en un pitufito chiquito que juera su papá de los chiquitos y la mamá fuera La Andalona... pero que allá donde están los pitufos no existen solamente sus mamás. Andan lejos, andan atrapando a más para que los enconviertan en más pitufos porque primero dicen que eran veinte pitufos y se volvieron Cien. NIÑO 3: cien. ENTREVISTADORA: ¿Tú también oíste eso? NIÑO 3: Sí, también yo soñé, o sea que todos los pitufos son niños y La Andalona los agarró o como ahorita es así, el diablo y se pueden convertir en personas como nosotros así. NIÑO 2: Se pueden convertir en persona como nosotros así y entonces nos confunden y hasta pueden matarnos y entonces luego de eso del diablo. Es el esposo de La Andalona, o sea, que la Andalona es su mujer del diablo y el diablo le dijo a La Andalona que atrapara a niños para que se los enconvirtiera en pitufos y al papá pitufo fuera un señor ya grande y todos los pitufos fueron niños.

La Llorona en esta versión es descrita como una mujer de pelo tan largo que lo arrastra al andar. En asociación con “las mujeres que tiran a sus bebés” ellos mencionan que “lame” a los niños hasta “dejarlos en puro huesito” y los mata. En su función de esposa del diablo y madre de los pitufos La Andalona, anda por el cerro, baja por ahí, agarra y atrapa a niños para el diablo y los convierte en pitufos malos. Pero puede agarrar a señores también como al papá pitufo. A veces se menciona el tiempo de la acción: la noche y a veces el escenario físico: el cerro, como si fuera un relato rural.

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¿En qué contexto narrativo surgió esta versión de La Llorona como Andalona? Ante la petición de la entrevistadora de que hablaran los niños sobre “lo que sabían de los muñecos pitufos” los niños contaron múltiples versiones del rumor de los pitufos durante media hora. Esto derivó en un evento narrativo en que los niños asociaron dichos rumores con relatos de seres que se aparecían, que “existían” y con narraciones del diablo y de Dios —entre otros— en donde el eje de las acciones era la persecución: la lucha del bien contra el mal y viceversa. Las reglas de producción grupales narrativas implícitas establecían por lo tanto que se debía hablar de los pitufos, del diablo y de niños en un contexto de persecución. Dado que La Llorona, o sea La Andalona era mala, entonces, tenía que estar aliada al diablo y a los pitufos. Por lo tanto, esta Llorona además de que mataba a sus hijos, perseguía, atrapaba niños y los convertía en pitufos. Mientras que el niño 1 y el niño 3 comparten con Alfonso el nombre de La Andalona, la niña 2 pone cierta distancia y corrige a Alfonso por segunda vez al afirmar que La Andalona es La Llorona. NIÑA 2: Era La Llorona. ALFONSO: Y entonces luego de eso, este Dios la castigó y le puso cola de pescado y la echó al mar y entonces luego de que tiró a sus hijos cuando en el mar gritaba ¡Ay mis hijos! Así andaba gritando y luego le fue creciendo muy el pelo largo y Diosito se dio por vencido que el diablo lo venció que era su esposa y entonces la venció y que la convierte como estaba y que se le hace el pelo bien largo, luego que se le ponen unos dientotes bien largos y entonces luego de eso, su misma sombra de ella se volvió negra, hizo retehartas Andalonas con la pura sombra y por eso las sombras andan agarrando a niños y niñas. A las niñas las quieren nada más porque están bonitas y se las llevan al diablo y por bonitas las enconvierte en feas y las deja horribles y las vuelve a traer al lugar donde las agarró.

En esta continuación del relato de La Andalona se vuelve a caracterizar a La Llorona como una mujer de “pelo bien largo” que tira sus hijos al agua, los ahoga, pero esta vez el escenario es el mar y no el río. También “anda” y “grita: ¡Ay mis hijos!”. Aunque en esta versión La Andalona recibe su merecido de Dios y éste la convierte en una especie de sirena, por lo que: “le puso cola de pescado”. Sin embargo, ella “vence a Diosito”, se vuelve a aliar al diablo y se transforma en una especie de vampira “con dientotes bien largos” que se multiplica en múltiples sombras que siguen atrapando niños. Esta versión de vampira surgió otra vez en sus narraciones. ALFONSO: Mi abuelito se murió de por ver a La Andalona. Un día por allá, por mi pueblo hay unas barrancas bien hondas y como mi abuelito iba a ver a su hermana, él iba caminando en un río espantoso. Entonces La Andalona, como si fuera gente 327

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así, ella a las 11 de la noche ya estaba lavando su ropa, y entonces luego mi abuelito que prende su tabaco y empezó a fumar y luego, luego que La Andalona se le pegó a los ojos y vio bien y que se va siguiendo al señor y luego entonces cuando se le fue siguiendo y llegó a su casa de allá y que lo agarra por atrás, que lo carga y que le da una mordida y que le entierra los dientes.

En esta versión La Andalona se funde con la figura de la madre que lava la ropa “como la gente”, sólo que lo hace a las 11 de la noche. Persigue al abuelito del narrador, “se le pega a sus ojos”, lo muerde y le entierra los dientes como una vampira. El escenario de la narración es el pueblo, unas barrancas hondas y un “río espantoso” en la noche. Esta interpretación de La Llorona incorpora además un elemento discursivo muy recurrente de ciertas leyendas de aparecidos, en las que se dice que éstos se les pegan a los ojos de quienes los ven. La versión de La Andalona y la narrativa local En Nezahualcóyotl la leyenda de La Llorona se vio configurada también de acuerdo con discursos locales que expresaron preocupaciones específicas de los niños narradores. El discurso de “las mujeres” que “tiran a sus hijos recién nacidos” “donde sea” surgió dos veces en la entrevista y fue puesto en relación directa con el personaje de la Andalona. Así, apareció no sólo el problema del sentimiento de abandono de los niños, con el cual se vinculaban algunas versiones del rumor, sino también una problemática social más amplia de este medio cultural: descomposición familiar, condiciones socioeconómicas sumamente limitadas en las que no existía ningún tipo de planeación familiar. La versión de La Llorona como una Andalona en su versión persecutoria seguramente tiene que ver también con los relatos de los niños de los robachicos que surgieron también en la entrevista (Zires, 1997:173). Otros relatos locales que se vieron asociados en relación con La Llorona fueron las narraciones de los borrachos que abundaron en la entrevista, en las que se cuenta que son víctimas predilectas de apariciones y sustos. NIÑO 1: En las noticias dijeron: “los pitufos andan por aquí rondando junto con La Llorona”. Venían una bola así de todos, pero parecía que eran borrachos.

En estos pasajes de la entrevista se puede ver cómo una leyenda o cualquier producción oral se ve inserta en un mundo de narraciones orales, a las cuales está 328

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asociada, y que a su vez la configuran y otorgan una significación particular. En este caso la leyenda de La Llorona se vio relacionada con el rumor de los pitufos, con relatos religiosos del diablo y de Dios, con narraciones de vampiros, de aparecidos y de sombras. Todos esos relatos le proporcionaron matices particulares, transformaron al personaje de La Llorona, sus acciones características y su interpretación. ¿Qué dinámica grupal permitió que surgieran estas asociaciones y construcciones narrativas orales? En esta fase de la entrevista en donde surge la versión de La Llorona como Andalona, la figura de la entrevistadora tendió a desaparecer. Mis intervenciones fueron mínimas. Sólo sirvieron para corroborar que los estaba escuchando y para pedir aclaraciones sobre lo que habían dicho. Dos niños acapararon la producción narrativa: Alfonso y el niño 1. Las niñas tuvieron una posición secundaria, dado que el líder tuvo un conflicto fuerte con ellas y se alió al niño 1. Esto condujo a que les arrebataran a las niñas la palabra cada vez que pudieron. Esto último se vio muy claramente cuando la niña 2 corrigió a Alfonso dos veces y le dijo que La Andalona era La Llorona, por lo cual él salió en su defensa, mostró que conocía la versión oficial y añadió que las sombras de las andalonas andaban agarrando a niños, pero sobre todo a niñas porque estaban bonitas. Éstas eran llevadas al diablo para que las “enconviertiera” en figuras feas y horribles. Esta intervención se puede interpretar como un contraataque de Alfonso a las niñas, al introducir una versión narrativa poco favorecedora para ellas, la cual se volvió a repetir en el momento en que sintió que éstas podían acaparar la atención y no lo dejaban hablar. Esta versión fue asumida por ellas mismas. Más adelante una niña afirmó que “dicen que a las niñas que tienen el pelo largo y a las que son bonitas se las va a llevar el diablo”. Como se puede apreciar en estos pasajes, la lucha por el poder entre los niños y las niñas se introdujo en la producción narrativa grupal y contribuyó a configurar sus relatos y el de La Llorona como Andalona. Consideraciones finales Si comparamos las versiones de La Llorona que cuentan los niños en Nezahualcóyotl y en Valladolid nos encontramos con similitudes y diferencias que conviene destacar. En ambos contextos se relacionó a la figura de La Llorona con una madre que mata a sus hijos y se mencionó que fueron ahogados por ella. En Valladolid en el río y en Nezahualcóyotl en el mar. En ambos contextos culturales se le asoció con el diablo y seres 329

CULTURA Y TRADICIÓN

malignos de diferente naturaleza. En Valladolid con las brujas y la X-tabay y en Nezahualcóyotl con los vampiros y las sombras que espantan. En ambos contextos culturales se señaló que se aparece a la gente, tal como los muertos se aparecen a las personas. Por eso La Llorona anda, camina, sale del río y continúa asustando, agarrando y atrapando tanto a niños como a hombres. Uno de los escenarios privilegiados de La Llorona mencionado por los niños de ambos contextos resultó ser “el pueblo” durante la noche. Pero en Nezahualcóyotl se habló además del cerro y en Valladolid se resaltó la calle como espacio de acción de este personaje. En ningún relato de ambos contextos culturales se hizo alguna mención a la razón del asesinato de los niños de parte de La Llorona. Tampoco se retoma el “final” de algunas versiones recopiladas en libros, como las que se mencionaron al principio de este artículo y que han contribuido a que La Llorona sea considerada un mito de alma en pena. Parecería que La Llorona no sigue penando para pagar sus culpas. La historia termina en el momento anterior. La Llorona de acuerdo con estas versiones es un ser con una sed de venganza, sigue haciendo maldades de diferente naturaleza. Sus gritos no parecen los gritos de una mujer enloquecida que sigue buscando a sus hijos asesinados por ella misma para reparar esa maldad. Más bien parecen los gritos de una mujer que va avisando en su andar que está buscando a niños y hombres, para asustarlos en las versiones más benignas, para atraparlos y matarlos en las versiones más malignas. Otras diferencias que se constatan en las distintas versiones de La Llorona resultan interesantes de destacar también. Como se puede apreciar, la leyenda de La Llorona fue asociada además con diferente tipo de narrativa local en los dos contextos culturales. Dicha narrativa le confirió diferentes matices a las versiones de La Llorona. En Nezahualcóyotl se vio relacionada con los discursos de las madres que tiran a sus bebés recién nacidos, así como con relatos de robachicos, mientras que en Valladolid estuvo vinculada con cuentos tradicionales mayas como los de las brujas mayas y la de la X-tabay o se vio inserta en contextos físico-geográficos en donde actúan personajes de tradiciones orales mayas. Mientras que en Nezahualcóyotl los niños relacionaron las versiones de la leyenda de La Llorona con las figuras del rumor de los pitufos, en Valladolid esto no sucedió. A ello contribuyó la diferente manera como se definió el evento narrativo de la entrevista y la distinta dinámica grupal infantil que prevaleció en las entrevistas en los dos contextos culturales. En Nezahualcóyotl el líder y los niños que lo secundaban estaban muy entusiasmados de contar relatos relacionados con la figura de los pitufos que yo les había pedido que me contaran. La mención de la palabra pitufos o diablo aseguraba que el cuento en este grupo pudiera ser aprobado por el grupo, así que debido a ello La Llorona en su versión de Andalona se vio asociada a pitufos malvados. Además, las 330

LA DINÁMICA DE VARIACIONES DE LA NARRATIVA ORAL INFANTIL

niñas que habrían contado cuentos más realistas y estaban más apegadas a las versiones escritas y más estandarizadas, no pudieron participar en esa parte de la entrevista. En Valladolid los cuentos de los pitufos no generaron tal entusiasmo y como se vio antes, ello llevó a que se redefiniera el espacio narrativo y que los niños contaran sobre todo cuentos tradicionales mayas. Los análisis de las versiones de la leyenda de La Llorona presentadas en este trabajo, muestran la manera como se ve permeada la producción oral por la narrativa local de la comunidad, la definición del evento narrativo y la dinámica grupal. El análisis de las versiones de la leyenda de La Llorona y sus asociaciones con versiones audiovisuales de la misma leyenda en Valladolid y con programas televisivos como el de Los Pitufos en Nezahualcóyotl, permite ratificar la creciente interacción entre la cultura oral y la cultura audiovisual en la sociedad actual mexicana. Bibliografía Bauman, Richard (1986), Story, Performance, and Event. Contextual Studies of Oral Narrative, Cambridge University Press, New York. Ben-Amos, Dan (1971), Toward a Definition of Folklore in Context, en Journal of American Folklore, Austin, v. 84, pp. 3-15. De Valle Arizpe, Artemio (1954), Personajes de historia y de leyenda, Compañía General de Editores, México. De Valle Arizpe, Artemio (1957), Historia, tradición y leyendas de las calles de México, Compañía General de Editores, México. Duvignaud, Jean (1977), El sacrificio inútil, FCE, México, edición española, 1983. Goffman, Erving (1974), Frame Analysis. An Essay on The Organization of Experience, Northeastern University Press, Boston. González Obregón, Luis (1922), Las calles de México, Patria, México, 1988. Hymes, Dell (1971), The Contribution of Folklore to Sociolinguistic Research, en Journal of American Folklore, Austin, v. 84, 331:42-50. Horcasitas, Fernando/Butterworth, Douglas (1963), “La Llorona”, en Tlalocan: Revista de fuentes para el conocimiento de las culturas indígenas de México, México, IV:204-224. Kearney, Michael (1969), “La Llorona as a Social Symbol”, en Western Folklore, Berkeley, v. XXVIII:199-206. Kirtley, Bacil F. (1960), “La Llorona and Related Themes”, en Western Folklore, Berkeley, v. XIX:155-167. León Portilla, Miguel (1959), Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista, UNAM, México. Ligorred Perramon, Francisco de Asís (1985), Consideraciones sobre la cultura oral de los mayas modernos, Tesis de Lingüística, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México. 331

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