En primer lugar consideremos a la calumnia o infamia:

Quisiera que una vez más pudiéramos pensar en el poder que tienen las palabras que salen de nuestra boca. La misma Biblia dice claramente que es un pe

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Quisiera que una vez más pudiéramos pensar en el poder que tienen las palabras que salen de nuestra boca. La misma Biblia dice claramente que es un pequeño miembro que puede encender un gran fuego. En la revista “Selecciones de Reader´s Digest” leí una historia que cuenta que una mujer se quejó con su vecino por el mal servicio que le habían dado en una farmacia cercana, pensando en que él transmitiría su mensaje al farmacéutico en cuestión. La siguiente ocasión en que la mujer pasó a la tienda, el encargado la saludó calurosamente, le expresó lo mucho que agradecía su preferencia y de inmediato surtió su receta. El hombre añadió, además, que si él podía hacer algo por su familia, ella sólo debía llamarlo, aunque no fuera en horas hábiles. La mujer comentó después aquella mejoría a su vecino. Y concluyó: “Gracias por hacerle saber mi insatisfacción al farmacéutico ¡Funcionó muy bien!” “Bueno – respondió su vecino – en realidad yo no hice eso” aclaró al momento su amigo, “en vez de ello, le dije que había quedado usted muy impresionada con la forma en que él había desarrollado su negocio, y que a usted le parecía que la suya era una de las farmacias mejor administradas que había conocido”. Este es un buen ejemplo del poder de la lengua. La lengua tiene gran poder. Proverbios dice “La muerte y la vida están en poder de la lengua; el que la ama, comerá de sus frutos” (18:21). ¡La muerte y la vida!! Cuando apareció el muchacho que le avisó a David de la muerte de Saúl, por su propia declaración de que le había ayudado a morir fue que David lo ¡mató!! Con la lengua podemos construir o destruir, podemos ayudar o desanimar, podemos alabar a Dios o blasfemar a sus hijos… esto es algo serio, eh? No es “moco de pavo” como decimos en Argentina. Cuando empezamos a investigar el uso de la lengua en forma profunda, encontramos 5 tipos del mal uso de la lengua. Esto implica a veces decir la verdad, pero decirlo de la manera equivocada. Eso también es un mal uso de la lengua, aunque sea verdad lo que se diga. ¿Cuándo se usa mal la lengua? En primer lugar consideremos a la calumnia o infamia: La palabra en el griego es diabolos: un acusador público. Significa “dar un mal informe” – quitar la buena fama – exhibir públicamente. Esta es una característica de los últimos tiempos según 2 Ti 3:3. Lo vemos claramente en las campañas políticas en cada país, por ejemplo. Allí, personas que en un tiempo eran grandes compañeros con el que se compartían ideas, se convierten “como por arte de magia” en los más grandes corruptos de la historia. Salen a la luz fallas de su pasado, aún de 30 años atrás o más, como por ejemplo saber si una persona de más de 50 años fue a una guerra a defender a su país o no .. Ese informe sale de una decisión intencionada de compartir información en forma pública como dice Gn 37:2 “Esta es la historia de la familia de Jacob: José tenía diecisiete años y apacentaba las ovejas con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre de la mala fama de ellos.” José lo hizo con sus hermanos, él los calumnió, aunque en verdad eran así, pero parece que la información era

dada por José aún sin que se le pidiera opinión. La Biblia llama a estas personas “malo” (Sal 50:16,19) y “necio” (Pr 10:18). Pero además hay un caso de mayor gravedad: el que lo hace pero además traicionando. Salmos 101:5 dice “Al que solapadamente difama su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso”. Algo solapado es lo contrario a ingenuo o sincero. Algo oculto. Ocultamente la persona en forma intencionada genera malos informes de su compañero, amigo, o enemigo, tratando de formar una mala fama del otro. Sería bueno que nos evaluemos en nuestros comentarios para ver si no estamos cayendo en difamación o en calumnia, porque… ¡¡cuidado!! ¡No estamos mintiendo!! José no mentía a sus hermanos… pero ¿debemos nosotros estar desparramando nuestras opiniones, especialmente si no nos las piden? La Biblia dice de los siervos de Dios que ellos “Para su propio señor está en pié, o cae…” dejemos entonces que Dios manifieste los errores de los demás, y que él se encargue de poner luz en un asunto, antes de ser nosotros los instrumentos difamando o calumniando sin razón. Hay un segundo mal uso de la lengua y es la Detracción: Es traducido varias veces como murmurar – Significa “hablar mal de otro en privado”. Es también una característica de los últimos tiempos según Ro 1:30 y además, algo interesante para saber es que es una características también de creyentes nuevos o carnales, como dice en 2 Co 12:20 “pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado por vosotros cual no queréis. Temo que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes”. La palabra murmuración aquí es la misma que detracción en otros pasajes de las Escrituras. Lo mismo ocurre en Santiago 4:11 donde también se traduce murmurar los unos de los otros. Viendo estos últimos versículos hay algo claro: esto es PROHIBIDO. Es un pecado hablar mal de otro en privado, atribuyendo malas intenciones, o motivaciones incorrectas a otro hermano. A veces, la verdad, veo lo ocurre a nuestro alrededor, y creo entender por qué Dios no puede obrar en medio nuestro. Y la verdad es que sin darnos cuenta casi, nos hemos convertido en detractores a ultranza de cualquier otro hermano, y además, ni sensibilidad tenemos para darnos cuenta de lo que estamos haciendo… lamentablemente esa es nuestro estado, el estado general de muchos en el pueblo de Dios. ¿Te sentiste identificado hasta aquí? Pues es momento de detener la lectura un instante y confesar nuestro pecado, porque si lo dejamos para el final, quizás nos olvidemos, o no lo creamos necesario o nuestra mente ya ha empezado a justificar este pecado que esta en nuestras vidas. El rumor: ¿Qué significa esta palabra? ¿Qué quiere decir exactamente Dios cuando habla del rumor? Es traducido algunas veces como “fama” … “hacerse la fama” (Mt 4:24 – 14:1). Tiene su origen en la “comezón de oír” (2 Ti 4:3-4) esas ganas de escuchar lo que se dice de otro. Es la típica frase “a que no sabes que me enteré” que tantas veces hemos escuchado. En sí, esto no tiene un sentido estrictamente malo. Pero sí se puede usar de una mala manera. Yo he encontrado dos: la primera, cuando solamente nos dedicamos a esta actividad. Ser hijos de Dios cuyas conversaciones sólo giran en el comentario acerca de las últimas “novedades” que han ocurrido dentro de nuestras congregaciones, o de las congregaciones vecinas… ¿no te has cruzado con hermanos así? Bueno, es hora que pienses seriamente en la posibilidad de gastar menos tiempo con ellos, ya que esas

conversaciones, si bien quizás no sean malas, sí es seguro que no edifican. ¿Eres una persona que en la mayor parte de su conversación tiene rumores? Es hora entonces que comiences a reemplazarlas con temas más edificantes: ¿Qué tal un comentario sobre lo que aprendiste de tu devocional? ¿o el compartir de un ministerio que Dios te dio? ¿Algún pedido de oración? Lo que ocurre muchas veces, me temo, es que como no tenemos nada de eso en nuestras vidas, sólo nos queda hablar de rumores que no edifican. La segunda forma de mal uso es “hacerle la fama” a una persona, y que ella le continúe persiguiendo por donde vaya. Decimos “Hazte la fama y échate a dormir” (si puedes). Es lamentable que hayamos etiquetado a algunos de los miembros de nuestra familia de la fe, y que esa fama la haya seguido a kilómetros de distancia… parece que ni yéndose a Mongolia podrá salirse de la etiqueta que le han colocado. ¿Qué poder el de la lengua, no? Chisme: El significado de la palabra en el griego es sostener o llevar un cuento, fábula o ficción a personas que no son parte del problema o de la solución. En el NT se usa sólo en 1 Ti 5:13, hablando de las viudas jóvenes “Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entrometidas, hablando lo que no debieran”. En cambio, en el AT se usa más veces. Pr. 18:8, 26:22 dice que son como bocados suaves, son como esos manjares que vemos en la panadería y deseamos saborear porque se nos hace “agua la boca”. Pr. 26:20 dice que producen contienda. ¿Y por qué produce contienda? Porque debemos saber que el chisme es un cuento, es mentira, y el afectado finalmente saldrá a defender su verdad. Pr. 11:13 dice que al final, el secreto se descubre y todos saldremos afectados, como ejemplo: cómo se sentirían ustedes si supieran que yo les estoy contando todos sus errores, defectos, fallas y pecados? Mal, decepcionado, etc. Bueno, así se siente una persona cuando nosotros hablamos de ella mal en secreto y esa persona se entera. El tema es que esto es un cuento, una ficción, algo que no es verdad, quizás una exageración, pero lo peor es que lo hemos dicho en ausencia del afectado y además, a personas que no son parte del problema o de la solucion… o sea, el que nos escucha, ¡no puede hacer nada para cambiar o mejorar la situación!!!. Murmuración: Una murmuración es “un murmullo, quejándose, gruñendo”. Es como vemos a Patán, el perro de Pierre No doy una, de los “autos locos”, cuando su dueño lo mandaba a hacer algo que no quería. ¿se acuerdan? Esa imagen es la típica murmuración de que nos habla la Biblia. Puede ser en público (Jn 7:12) o en privado (Hch 6:1). Lo interesante es como los apóstoles solucionaron el problema: no empezaron a averiguar quién tenía razón, ni a defender a uno u otro grupo, ni a defenderse uno mismo. Buscaron la solución a ese problema y a otro: “ellos debían dedicarse a la oración y al ministerio de la palabra”. Algo importante de conocer es que esta actividad también es prohibida en la Biblia. Fil 2:14: “Haced todo sin murmuraciones ni discusiones”. Así que está prohibido en la Biblia, con un propósito: ser irreprensible ante los demás y ante el mundo. Una de las lecciones más importantes que podemos aprender de la murmuración es la que vemos en Nm 12:1-11 y 15 allí leemos: “María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado, pues él había tomado una mujer cusita. Decían: "¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?".Y lo oyó Jehová. Moisés era un hombre muy manso, más que todos los hombres que había

sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: "Salid vosotros tres al Tabernáculo de reunión".Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube y se puso a la puerta del Tabernáculo. Llamó a Aarón y a María, y se acercaron ambos. Y Jehová les dijo: "Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros un profeta de Jehová, me apareceré a él en visión, en sueños le hablaré. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?" Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; luego se fue. Tan pronto la nube se apartó del Tabernáculo, María se llenó de lepra, y tenía la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón miró a María y vio que estaba leprosa, dijo a Moisés: "¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado, porque locamente hemos actuado y hemos pecado. No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre tiene ya medio consumida su carne". Entonces Moisés clamó a Jehová diciendo: "Te ruego, Dios, que la sanes ahora". Respondió Jehová a Moisés: "Si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría durante siete días? Sea expulsada, pues, fuera del campamento durante siete días, y después volverá a la congregación". Así María fue expulsada del campamento durante siete días, y el pueblo no siguió adelante hasta que se reunió María con ellos”. Maria tenía razón, pero no tenía el derecho. La consecuencia es que se produce estancamiento en la obra y en la vida espiritual de la persona ¡y del pueblo!!. ¿Seguiremos murmurando aunque esas sean las consecuencias? ¿No tendremos temor de Dios y seguiremos deteniendo la obra de Dios? Cuidémonos de nuestras palabras y de nuestros pensamientos para no quedar estancados nosotros y no estancar a la obra de Dios en medio nuestro. Esos son los malos usos de la lengua… ahora ya los conocemos: hacer mala fama de los demás aunque no nos pregunten, ya sea en público o en privado; inventar cuentos o fábulas acerca de cosas o personas que no son verdad; gastar nuestro tiempo solamente en las últimas novedades de la farándula evangélica; o vivir quejándose, gruñendo, hablando mal de los líderes aunque tengamos razón según nuestro punto de vista… ¿saben lo que es mejor? Dejarlo todo en las manos de Dios. Porque ¿ganaremos algo desparramando esta clase de comentarios por todos lados? Cuenta una historia de un muchacho incrédulo que había caído enfermo gravemente, y sus padres, cristianos, sabiendo de su condición y del peligro que corría, le animaron a pedir la ayuda del pastor. El muchacho se negó rotundamente, y tampoco quiso recibir la visita de diáconos u otro líder de la iglesia. Cuando los padres le preguntaron el por qué, el muchacho respondió: “¿Qué pueden hacer ellos por mí? Nada. Ustedes mismos los han criticado con frecuencia. Han mencionado sus fracasos. Han puesto en tela de juicio su carácter cristiano y su testimonio. ¿Qué pueden hacer por mí? Nada. Por favor déjenme solo. Ya no creo en nada.” Creo que tenemos mucho que reflexionar con respecto a este tema, más adelante hablaremos del daño y las soluciones que tenemos ante este pésimo hábito que se nos ha “pegado” a muchos de nosotros. Es hora de poner las cosas en su lugar, ¿no les parece? Habíamos descrito en estudios anteriores los malos usos que hacemos de la lengua y cuáles son los efectos de las palabras que decimos. En este estudio, quizás más corto,

quisiera que centralicemos nuestras ideas en qué consecuencias puede haber cuando caemos en la detracción, el chisme, la murmuración, el rumor o la calumnia. Debemos reconocer, entender, ser conscientes que cada palabra usada de mala o buena manera va a tener consecuencias. En el caso de la forma incorrecta, un mal uso produce un daño, como ocurre con otras cosas: un carro usado en forma incorrecta puede producir un accidente con muertos y heridos, un arma igual, una herramienta puede lastimarnos o arruinar el aparato que queremos arreglar. La lengua produce las mismas consecuencias, pero hay una característica que le da mucho más valor a la lengua: que son seres humanos los afectados. Podemos arruinar una vida por completo aquí en la tierra y que no producirá nada para la eternidad después. ¿Se da cuenta de lo que estamos hablando? Pero además de eso, un mal uso de la lengua produce daño en las relaciones entre hermanos en la iglesia. Y por último, además, nosotros nos veremos perjudicados. ¿Qué daños produce caer en la práctica de esos malos usos de la lengua? PÉRDIDA DE CONFIANZA Pr. 16:28 El hombre perverso promueve contienda, y el chismoso separa a los mejores amigos. Queridos, debemos saber que si empezamos con los chismes, nuestros mejores amigos se apartarán de nosotros. Porque ¿a quién le gusta que se haya inventando sobre él, o se haya hablado secretos que él contó en confianza esperando la oración de apoyo por su problema? Y en vez de eso, encontró que su problema o su secreto terminó siendo un rumor desparramado por todos los cristianos de la ciudad. Si estamos siempre con chismes, no nos extrañemos que nadie ya nos cuente nada, porque nadie se arriesgará. Nuestras conversaciones sólo se referirán al tiempo, a la política, la economía o a noticias superfluas nada más, y todo eso es solo consecuencias que sufre el chismoso. Pr. 17:9 El que encubre la falta busca la amistad; el que la divulga, aparta al amigo. La palabra de Dios dice que el espíritu fiel lo guarda todo. Vamos a encontrarnos a veces con que nuestros amigos, compañeros de ministerio, o aquellos que confían en nosotros, cometen faltas. Y sí, es normal, porque todavía son seres humanos (salvo que algunos de ustedes tengan amigos marcianos o a algún ángel con el cual compartan sus experiencias). ¿Qué haremos cuando esto ocurra? ¿Estaremos comentando todo lo que ellos hicieron? La persona que encubre la falta está demostrando que realmente quiere ser amigo de la persona, el que está contando a los demás como ellos fallaron los aparta. ¿Quién va a querer ser amigo de alguien que le está contando a todo el mundo como fracasamos cada vez que queremos servir a Dios, o cada vez que queremos hacer algo en nuestro medio? Sólo un masoquista. Debemos superar la tentación de ir manifestando lo “superiores” que somos cuando contamos a los demás los errores de tal o cual persona. SIEMBRA DISCORDIA Pr. 26:20 Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso cesa la contienda. Hay una verdad aquí que los proverbios nos dicen: el chismoso genera contienda. Y es lógico, porque el chisme era, según habíamos visto, una fábula, un invento, que era llevado a personas que no eran parte ni de la solución ni del problema. Cualquier cosa inventada normalmente produce contienda y en consecuencia, discordia. ¿Cuándo ocurre eso? Cuando

por ejemplo se da el típico caso de “¿sabes lo que dijo fulanito o menganito de ti?” y es mentira, o no es tan así. La solución hubiera sido ni haberlo escuchado apenas comenzó el comentario de fulanito. Y como agregado a esto, debemos saber que Dios aborrece a las personas que actúan de esta manera porque dice Proverbios 7 cosas que Dios aborrece y entre ellas están las siguientes: Pr. 6:19 el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos…. (Dios aborrece esto) PODEMOS RECIBIR DESHONRA Pr. 25:9-10 Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro, no sea que te deshonre el que lo oiga y tu infamia no pueda repararse. Siempre debemos considerar con quién y cómo solucionamos nuestros problemas, a quién le contamos nuestras “causas”. Debemos ser sabios en buscar aquellas personas fieles, que sabemos que luego no nos va a deshonrar. Si alegremente comentamos todos nuestros problemas con todo el mundo, entonces, nos arriesgamos a que alguno comente esos comentarios, y saldremos deshonrados. SUFRIREMOS QUEBRANTAMIENTO Pr. 18:7 La boca del necio le acarrea quebranto; sus labios son trampas para su propia vida. Pr. 10:18 El de labios mentirosos encubre el odio; el que propaga la calumnia es un necio. En el primer estudio descubrimos que aquella persona que propaga la calumnia era una persona mala y necia (Pr. 10:18). Notemos ahora que la boca del necio es de perjuicio para él. La boca del necio le va a traer quebranto, porque muchas veces habla “de más” y luego debe arrepentirse. Sus labios son un peligro, ¡son trampas para su propia vida!!. Si actuamos como necios, propagando las calumnias, usando mal nuestra lengua, no nos extrañemos que tarde o temprano tengamos quebranto, caigamos en trampas, y seamos deshonrados. El tema es que ya vimos los daños que podemos sufrir si nuestra lengua no es usada correctamente. Gracias a Dios, la Biblia nos muestra una manera de defendernos de esos peligros. Veamos aquí algunos pasos sencillos para defendernos de estos peligros: 1er SOLUCIÓN. OREMOS Y DEJEMOS EL ASUNTO EN LAS MANOS DE DIOS (1 P. 5:7) Ya sea que no hemos cometido error alguno y se está murmurando de nosotros, o que hemos hablado nuestros secretos con alguien que ahora lo está desparramando por todos lados, el primer consejo que la Biblia nos da es que busquemos a Dios. El texto de arriba dice: “Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. Abraham Lincoln dijo una vez: “Si tuviese que contestar a todas las criticas que recibía, y a todos los ataques de que era objeto, no me hubiese quedado tiempo para otra cosa. El propósito es el de agradar a Dios, haciendo todas las cosas lo mejor que puedo.” Si nos hemos equivocado y hemos murmurado, y la otra persona ya lo sabe, también, antes de hablar con esta persona, lo más conveniente es orar, y echar nuestra ansiedad sobre él, ya que él nos cuida, y esperemos confiadamente en él para que veamos su mano cuando debamos aclarar la situación.

2da SOLUCIÓN. GUARDAR LA BOCA. Sal 15:1-3: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?, ¿quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia; el que habla verdad en su corazón; el que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo”. 1 P. 2:1: “Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia”. La Biblia es clara con respecto a esto. La idea es desechar estas cosas, el concepto de la palabra desechar es de alguien que deja de lado algo porque sabe que no tiene valor, porque sabe que no sirve para su propia vida. Esa es la actitud que espera Dios de nosotros con respecto a todos estos malos usos de la lengua. Sal 64:1-6: “Escucha, Dios, la voz de mi queja; guarda mi vida del miedo al enemigo. Escóndeme del plan secreto de los malignos, de la conspiración de los malvados que afilan como espada su lengua; lanzan como una saeta suya la palabra amarga, para disparar a escondidas contra el íntegro; de repente le disparan, y no temen….. Planean maldades, hacen una investigación exacta; el íntimo pensamiento de cada uno de ellos, así como su corazón, es profundo”. Dentro del hecho de guardar nuestra boca no solo está el desechar esas cosas, sino también el de cuidarnos de ciertas personas que están inquiriendo acerca de la vida de los demás, de los errores de los otros. Su único deseo, muchas veces, es sólo obtener “cartas para poner en la mesa” para una futura discusión o enfrentamiento. Hermanos, no debemos sorprendernos de estas cosas. Muchos creyentes sólo conocen los métodos carnales y naturales para llevar adelante su “justicia” o sus ideas por sobre los pensamientos que otros tienen. Cuidémonos, pues, de no ser “usados” por ellos, porque entonces, por tratar nuestra “causa” con otro en vez de con quien tendríamos que haberla tratado, terminaremos siendo deshonrados… Reflexionar antes de responder. Pr. 19:20: “Escucha el consejo y acepta la corrección: así serás sabio en tu vejez”. Pr. 18:13: “Al que responde sin haber escuchado, la palabra le es fatuidad y vergüenza”. ¡Escucha, escucha, escucha!! Primero escucha antes de responder. No dejes que tus pensamientos, aquellos que tuviste o tienes hacia esa persona, te empujen a cometer un error del que tendrás que arrepentirte después. Espera a ver qué es lo que quieren decirte y entonces sabrás qué responder. 3ra SOLUCIÓN. SEGUIR LOS PASOS BÍBLICOS (Mateo 18). Cuando escuchamos algún comentario de alguien, ¿Qué haces? Debemos ir con un espíritu de mansedumbre y con el deseo de restaurar a la persona de quien hemos escuchado, si eso es necesario. Si hablaron contra ti, bueno, es necesario primero escuchar su explicación acerca del tema, y si es necesario, corregirle con MANSEDUMBRE. Si esta persona niega todo, el próximo paso es enfrentarlo con los testigos que lo escucharon hablar. Pero cuando te enteras de algo… ¿con quién seguis hablando? Si los dos primeros pasos ni funcionan… Llevemos la información a los ancianos. Yo estoy seguro que si cumplimos estos pasos, las habladurías se acabarían muchísimo más rápido de lo que pensamos. Pero, claro, al principio va a costar bastante, porque es una costumbre muy arraigada. Pero de a poco, una vez establecida la decisión y el método de solucionarlo, cada vez se necesitará menos enfrentamientos bíblicos, y se murmurará, calumniará y chismoseará cada vez menos. 4ta SOLUCIÓN. PROTEGER A LA VÍCTIMA DE LA CALUMNIA. Ro 13:10, “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor”. Gá. 5:13-15:

“Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros, porque toda la Ley en esta sola palabra se cumple: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os destruyáis unos a otros”. Hermanos, debemos considerar, recordar y aplicar a nuestras vidas esta verdad: esa persona que esta en la iglesia es parte de nuestra familia. Entonces… ¡No lo destruyamos!!! Tengamos cuidado como le hablamos, como lo tratamos. Tratémoslo como nos gustaría que nos traten a nosotros. Si entramos en una batahola por métodos de ministerio, por cuestiones de personalidad, por interpretaciones de la Biblia que no hacen al cuerpo central de nuestra fe, entonces empezaremos a vivir lo que describe el texto de Gálatas: empezaremos a comernos y a mordernos. El triste final es que terminaremos destruyéndonos unos a otros. Protejamos a nuestro hermano de la calumnia, y los murmuradores ya sabrán que en tu presencia no podrán hablar de esa manera. Así también podremos ir acabando con este terrible problema. Recordemos que cada vez que hablamos podemos hacer grandes males o grandes bienes, todo depende de lo que hablemos. Las palabras tienen ese poder que describió una vez un predicador que fue afectado por una murmuración falsa de un hermano. Cuando este hermano se dio cuenta de su pecado y fue a pedirle perdón, le preguntó qué podría hacer para solucionar este problema. El predicador le dijo:”Tome esta almohada y ábrala de una punta” – el murmurador así lo hizo. Luego de dijo “Abra la ventana y eche por la ventana todas las plumas de la almohada” – el otro hermano así lo hizo, y las plumas al instante fueron desparramadas por todo el lugar llevadas por el viento. Muchas se perdieron de vista. Entonces el predicador dijo: “Cuando pueda reunir nuevamente todas las plumas, entonces podrá solucionar el problema de su murmuración”. Debemos pensar que, si bien podemos ser perdonados, las consecuencias son mucho más difíciles de detener. A veces, imposible. Cuidémonos de usar nuestra boca para la gloria de Dios, de tal forma que podamos ser, como dice la biblia, personas perfectas, como aquellas que pueden dominar su lengua sin ofender a nadie. Tremendo desafío, pero que tendrá muchísimos beneficios para cada uno y para aquellos que nos rodean. Que Dios les bendiga. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso

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