ENFERMEDADES INFECCIOSAS EMERGENTES CURSO Nº 5

ENFERMEDADES INFECCIOSAS EMERGENTES CURSO 2006 - 2007 Nº 5 I.S.B.N. 13 978-84 -611-5159-2 Nº Registro: 0716627 Depósito Legal: M-5672-2007 Título:

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ENFERMEDADES INFECCIOSAS EMERGENTES

CURSO 2006 - 2007 Nº 5

I.S.B.N. 13 978-84 -611-5159-2 Nº Registro: 0716627 Depósito Legal: M-5672-2007 Título: Actualizaciones en el Laboratorio Clínico Editor: Asociación Española de Biopatología Médica Distribuye: AEBM Fecha de Distribución: Marzo 2007 Imprime: GAYCE, S.A. (C/ Comandante Zorita, 49 - 28020 MADRID)

ENFERMEDADES INFECCIOSAS EMERGENTES Dr. D. Luis Miosés Ruiz Velasco.- Facultativo especialista en microbiologia.. Área de Laboratorio. Clinica Moncloa (ASISA). Madrid Perspectiva histórica Tras la segunda guerra mundial era una idea ampliamente extendida en la sociedad que el ser humano estaba, por fin, venciendo en la larga lucha contra las enfermedades infecciosas. Este hecho lo vemos reflejado en la siguiente frase del premio Nobel australiano MacFarlane Burnet, escrita en 19621: “podemos pensar de mediados del siglo XX como el fin de una de las revoluciones sociales más importantes de la historia, la eliminación virtual de las enfermedades infecciosas como factor significativo de la vida social”. No mucho después era evidente que tal optimismo fue prematuro: aparición de nuevas cepas de virus influenza en China en 1968, descubrimiento de nuevas enfermedades en los 70 (legionelosis, enfermedad de Lyme, fiebres hemorrágicas por virus Ebola, virus Hantaan), en los 80 la aparición del VIH y SIDA, así como la reaparición de la tuberculosis. Todo ello condujo al Institute of Medicine de los Estados Unidos a la creación de un comité de expertos que estudiaran el problema, cuyo trabajo se plasmó en la publicación en 19922 de un documento fundamental para la comprensión del problema y en el que, tras estudiar las distintas causas que conducen a la emergencia de determinados patógenos,

se

hacen

las

recomendaciones

oportunas

para

detectar

precozmente y responder a estas amenazas. En el año 2003, un nuevo documento del Institute of Medicine3 revisó y actualizó en profundidad el

1

estado del conocimiento respecto a los factores que inciden en la emergencia de las enfermedades infecciosas.

Enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes

Podemos definir como enfermedades infecciosas emergentes a aquellas que: 1. No

han

aparecido

previamente

nunca

en

el

ser

humano.

Probablemente se trate de un caso extremadamente raro. 2. Existían previamente afectando únicamente a una reducida y aislada población, pero aprovechando un cambio ambiental que proporcione un

“puente”

epidemiológico,

pueden

ampliar

la

población

susceptible. Como ejemplos tendríamos el SIDA (se postula que es muy probable que ocasionalmente el HIV pudo infectar a seres humanos en poblaciones aisladas durante siglos) y la fiebre hemorrágica por virus Ebola. 3. Enfermedades que han existido siempre, pero cuya naturaleza infecciosa sólo ha sido determinada recientemente. Ejemplos: úlcera péptica por Helicobacter pylori, o el cáncer cervical y su asociación con infección por papilomavirus.

Enfermedades infecciosas reemergentes son aquellas que fueron en alguna ocasión un problema sanitario y que fueron controladas, disminuyendo su incidencia, pero que actualmente vuelven a reaparecer por distintas causas,

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constituyendo de nuevo una amenaza para una proporción significativa de la población. Algunos ejemplos llamativos son tuberculosis, malaria, dengue o difteria.

Factores que inciden en la emergencia de enfermedades infecciosas Aunque en algunos casos la aparición de determinadas enfermedades puede parecer inexplicable, si se estudian en profundidad se concluye que nunca una infección emerge sin razón que lo explique; en todos los casos pueden detectarse los factores específicos responsables. El proceso de emergencia de una enfermedad infecciosa puede simplificarse en dos pasos4:

1. Introducción del agente infeccioso en una nueva población huésped. 2. Adopción: establecimiento y diseminación en la nueva población

Ambos procesos pueden ocurrir casi simultáneamente, pero lo habitual será que estén separados por considerables periodos de tiempo. La capacidad del patógeno para transmitirse será un factor crítico, de modo que aquel que esté bien adaptado para transmitirse entre los seres humanos será el que tendrá mayor probabilidad de emerger. Las oportunidades para que ocurra este proceso generalmente se verán aumentadas por cambios en el ambiente o en las pautas de comportamiento de los seres humanos que faciliten el contacto con el agente infeccioso.

3

Una fuente potencialmente rica de infecciones emergentes es el llamado “pool zoonótico”, es decir, la introducción de nuevos patógenos provenientes de

otras especies.

El

periódico

descubrimiento de nuevas zoonosis,

enfermedad infecciosa transmisible entre animales y humanos, nos sugiere que el pool zoonótico no parece haber agotado sus reservas. Una vez introducido en una población, la capacidad de diseminación del patógeno será un factor crítico que dependerá de factores como la abundancia de reservorios y vectores, así como de la accesibilidad de estos a los seres humanos. El proceso por el que los agentes infecciosos se transfieren entre animales y seres humanos o se diseminan a poblaciones mayores se llama “tráfico microbiano”. La mayoría de los procesos que favorecen este tráfico, y por tanto la emergencia de enfermedades infecciosas, están relacionados con la acción del ser humano. Estos factores actuarán sobre distintos vías facilitadoras, cuya comprensión es fundamental para prevenir y controlar las enfermedades infecciosas.

En el informe inicial del Institute of Medicine de 1992 se identificaron 6 factores para la emergencia de enfermedades infecciosas. En el año 2003 estos se aumentaron hasta 13, organizados en 4 dominios: factores genéticos y biológicos, factores ambientales físicos, factores ecológicos y factores sociales, políticos y económicos.

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1. Adaptación microbiana Los

microbios

poseen

un

inmenso

potencial

evolutivo

y

sufren

continuamente cambios genéticos que les facultan para sobrepasar el sistema inmunitario, infectar células humanas y diseminar la enfermedad. Igualmente importante es la transferencia vertical de material genético entre distintas cepas o incluso especies bacterianas, implicando el intercambio de genes de virulencia y otros que permiten una mejor adaptación a un huésped determinado, así como genes de resistencia a fármacos.

En raras ocasiones, la evolución de una nueva variante puede resultar en una nueva expresión de enfermedad. En 1984, una epidemia en el estado brasileño de Sao Paulo afectó a 10 niños, y todos fallecieron en las primeras 48 horas de enfermedad; fue la primera aparición de la enfermedad posteriormente conocida como fiebre purpúrica brasileña, asociada a una nueva variante de Haemophilus influenzae, biogrupo aegyptius.

2. Susceptibilidad humana a la infección El organismo humano presenta abundancia de barreras físicas, celulares y moleculares que le protegen de la infección. Una mayor susceptibilidad a la infección resulta si estos mecanismos se alteran o si la inmunidad del huésped está

comprometida

como

resultado

de

funciones

inmunes

alteradas,

polimorfismos genéticos (fundamentalmente los asociados con papeles protectores frente a la malaria: hemoglobinopatías, antígeno Duffy, TNF-α) y factores como el envejecimiento o la malnutrición.

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3. Cambios climáticos Entre los numerosos factores ambientales que pueden incidir en las enfermedades infecciosas, uno de los que más atención suscita es el clima. Uno de los ejemplos más relevantes es la relación entre la epidemia de una nueva enfermedad que se llamó Síndrome Pulmonar por Hantavirus (HPS), causada por el denominado virus Sin Nombre, en el sur de Estados Unidos durante 1993 y el fenómeno de El Niño, fenómeno climático cíclico que entre otras consecuencias produce un marcado aumento de las precipitaciones en el sur de Estados Unidos y Sudamérica. En el verano de 1991 este fenómeno comenzó a ocurrir, con lo que se incrementó intensamente la producción vegetal, mejorando las posibilidades de vida para el ratón ciervo (Peromisius

maniculatus) cuya población se multiplicó hasta 30 veces en la primavera de 1993, coincidiendo con la aparición de la epidemia. El ratón ciervo actúa como reservorio del virus Sin Nombre, pudiendo transmitirse entre los ratones y de estos al hombre por las secreciones. El fenómeno de El Niño también se ha relacionado con el aumento de epidemias de Vibrio parahaemolyticus durante el año 1997, al aumentar las temperaturas del Norte del Océano Pacífico.

Los climatólogos estiman que para el año 2100 las temperaturas habrán aumentado entre 1.8 y 5.4 ºC. Se supone que las enfermedades víricas transmitidas por artrópodos (malaria, dengue, fiebre amarilla) se verán más afectadas, ya que la capacidad de transmisión de los mosquitos es más sensible a los cambios de temperatura ambiental, pudiendo afectarse drásticamente su incidencia y distribución.

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4. Cambios ecológicos Los factores ecológicos están entre los más habitualmente identificados en la emergencia de infecciones. Habitualmente precipitan el proceso al poner en contacto al ser humano con reservorios naturales de una infección, ya sea incrementando la proximidad física o bien aumentando las poblaciones del microorganismo o de su huésped.

Las condiciones ecológicas y ambientales son determinantes en la transmisión y en la persistencia de patógenos transmitidos por artrópodos, fundamentalmente mosquitos. La abundancia de mosquitos está relacionada con las estaciones lluviosas; un ejemplo es la transmisión del dengue, en la que las poblaciones del mosquito vector (Aedes aegypti) dependen de la cantidad

de

precipitaciones.

Otros

factores

pueden

contribuir

en

el

establecimiento de vectores en nuevas áreas geográficas, como los viajes aéreos y marítimos que probablemente han sido fundamentales para la diseminación de Aedes aegypti por todo el mundo, ocasionando que el dengue sea actualmente la enfermedad viral transmitida por vectores más importante, con una distribución global comparable a la de la malaria.

Se estima que aproximadamente el 75% de las infecciones emergentes son zoonóticas,

es

decir,

son

transmitidas

al

hombre

desde

animales

(frecuentemente roedores), ya sea directamente o mediante artrópodos vectores. Muchos de los virus emergentes tienen a roedores como huéspedes primarios: hantavirus como el virus Sin Nombre o arenavirus como el

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Guaranito. En las enfermedades producidas por arenavirus, la infección es contraída por contacto con orina, heces o tejidos de ratones infectados, por lo que es lógico pensar, y así se ha demostrado por ejemplo con el virus Junin productor de la fiebre hemorrágica argentina y su huésped Calomys

musculinus, que densidades de roedores extremadamente elevadas precedan a epidemias en la población humana, por lo que alteraciones ecológicas y cambios en el uso de la tierra que afecten a las poblaciones de roedores van a ser determinantes importantes en la incidencia de enfermedades por arenavirus.

5. Desarrollo económico y usos de la tierra El desarrollo económico implica en múltiples ocasiones que la actividad humana modifica el ambiente natural. Muchas de las infecciones emergentes aparecen como consecuencia de un contacto incrementado entre el ser humano y el medio ambiente, debido a cambios en la utilización de la tierra. Algunos ejemplos de ello son la aparición de la fiebre hemorrágica venezolana (virus Guaranito) tras la deforestación de grandes áreas y su transformación en tierras de cultivo, mucho más aptas para el roedor reservorio del virus, cuya población se incrementó considerablemente; la enfermedad de Lyme parece haberse favorecido, al menos en los Estados Unidos, por un proceso inverso de forestación que favoreció el aumento de poblaciones de los ciervos que sirven de huéspedes definitivos para la garrapata que actúa de vector de

Borrelia burgdorferi; esto, unido a la tendencia de las sociedades desarrolladas a expandir sus actividades recreativas hacia las zonas rurales, ha favorecido el

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contacto entre la garrapata y el ser humano, aumentando drásticamente la incidencia de la enfermedad.

La construcción de embalses se ha identificado como un factor importante en la emergencia de enfermedades transmitidas por artrópodos, como la Fiebre del Valle del Rift en Africa o la encefalitis japonesa en Asia, asociada a tierras anegadas destinadas al cultivo de arroz. El aumento de agua embalsada también ha sido importante en la diseminación de schistosomiasis en algunas áreas de Africa.

6. Demografía y comportamiento humano Cualquier pauta de comportamiento del ser humano que incremente la exposición a determinado patógeno resultará en un aumento de esta enfermedad: adicciones a drogas, enfermedades de transmisión sexual, enfermedad de Lyme.

El aumento de la población mundial y el hacinamiento en grandes ciudades favorece la transmisión de patógenos entre personas. La mayor expectativa de vida ha incrementado la población de ancianos en la población, los cuales son más susceptibles a padecer infecciones. Los avances en la ciencia médica han creado bolsas de pacientes que por diversos motivos son más propensos a padecer infecciones: quimioterapia, enfermedades crónicas, VIH,…

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7. Tecnología e industria El siglo XX se ha caracterizado por innumerables avances tecnológicos que han mejorado nuestras expectativas de vida, así como nuestra comodidad, pero no son pocos los casos en los que estos avances han significado el pago de determinados tributos en forma de nuevas enfermedades infecciosas, como la legionelosis, asociada a las torres de refrigeración, o la infección con

Escherichia coli O157:H7, síndrome hemolítico urémico, asociada a la producción industrial de carne.

Los avances en tecnologías sanitarias como transfusiones sanguíneas o trasplantes de órganos, han puesto en evidencia nuevos rutas de diseminación de determinadas infecciones. Durante la pasada década se han identificado diversos agentes que pueden transmitirse por vía transfusional, especialmente los nuevos agentes de hepatitis: el virus TT, identificado en 3 pacientes japoneses con hepatitis post-transfusional en 1997 y el virus SEN.

8. Comercio y viajes internacionales Las facilidades que existen actualmente para el transporte internacional de personas, animales y bienes, favorece la diseminación de patógenos y de sus vectores. El movimiento de patógenos hacia nuevas áreas se ilustra fácilmente con la malaria de los aeropuertos; la padecen personas que trabajan o viven en la vecindad de aeropuertos internacionales y que presumiblemente la adquieren por la picadura de mosquitos que viajan en la cabina de los aviones desde países endémicos. Otros patógenos han conseguido instalarse en zonas

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donde previamente nunca antes habían sido detectados; es el caso de la encefalitis producida por el virus West Nile, detectada en Nueva York por primera vez en el continente americano en el año 1999, y declarándose casos en casi todos los estados en el año 2005. El virus West Nile tiene como huésped natural a diversas especies de aves, entre las que se transmite mediante mosquitos vectores que accidentalmente pueden infectar al ser humano; su diseminación en los Estados Unidos ilustra la facilidad con que un patógeno puede extender su área de actuación. El virus pudo introducirse por viajes internacionales de personas infectadas, por importación de aves infectadas o por introducción accidental de vectores.

9. Mal funcionamiento de los servicios públicos de salud La

carencia

importancia

de

básica

condiciones para

la

higiénico-sanitarias

transmisión

de

adecuadas

enfermedades

es

de

básicas.

Fundamentalmente, la no disponibilidad de agua potable provoca la aparición de epidemias, como las de cólera en un campo de refugiados en el Congo en 1994, en la que en un solo mes fallecieron 24.000 personas.

Las infecciones de adquisición nosocomial son un problema mundial; según la OMS, en un determinado momento 1,4 millones de personas padecen de algún tipo de infección nosocomial en el mundo. Los factores que contribuyen al desarrollo de infecciones nosocomiales son: 1) mayor supervivencia de enfermos vulnerables a infecciones; 2) uso de procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos; 3)

amplio uso de antibióticos, que produce un

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aumento de microorganismos multirresistentes difíciles de tratar; 4) las condiciones de sobreutilización de los hospitales y la ausencia de las adecuadas

medidas

básicas

de

higiene

facilitan

la

transmisión

de

microorganismos; el correcto lavado de manos es la medida preventiva más importante a tomar, ya que la transmisión de patógenos por las manos del personal sanitario se ha demostrado la ruta principal de transmisión en los hospitales. A estos factores habría que añadir en los países en vías de desarrollo otros propios de las condiciones socio sanitarias de estos países, que explicarían las epidemias nosocomiales de fiebre hemorrágica por Ebola en Zaire en 1995 y la de fiebre de Lassa en Nigeria en 1989; en ambas se detectaron medidas insuficientes para evitar el contacto con sangre y tejidos de enfermos.

En la década de los 90 se detectó un importante aumento de casos de difteria en Rusia y algunas otras Repúblicas de la antigua Unión Soviética; ello se debió a un cambio en las políticas de vacunación, que dejó sin cobertura a grandes segmentos de la población. Una intensa campaña de vacunación comenzada en 1993 permitió que en 1999 los niveles de enfermedad volvieran a caer a los que había antes de detectarse la epidemia.

10.

Pobreza y desigualdades sociales

La relación entre las enfermedades infecciosas y el desarrollo económico es bidireccional: no sólo las enfermedades infecciosas tienen importantes

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implicaciones

económicas,

sino

que

las

desigualdades

sociales,

fundamentalmente debidas a las condiciones de pobreza, son un factor importante en la emergencia de las infecciones. Las tendencias económicas globales afectan a la disponibilidad de las estructuras de salud pública necesarias para reducir los riesgos de diseminación de infecciones.

11.

Guerra y hambre

La guerra y el hambre están íntimamente ligadas entre ellas, y ambas a la diseminación de enfermedades infecciosas. Los conflictos armados provocan una alteración de las estructuras sanitarias, estimándose que anualmente mueren millones de personas en zonas con conflictos armados debido a inadecuadas medidas de salud pública. Los pacientes con tuberculosis que debido a la guerra se ven obligados a interrumpir el tratamiento tienen un riesgo tres veces superior de morir por su infección que aquellos que pueden completar el tratamiento, además de incrementar el riesgo de resistencias. Los desplazamientos masivos de población y su asentamiento en campamentos de refugiados (hacinados, sucios, con escaso acceso a cuidados médicos y sin protección frente a vectores) presentan un escenario ideal para la diseminación de infecciones.

La relación entre el hambre y la enfermedad infecciosa es bidireccional. Las epidemias pueden afectar drásticamente al suministro de alimentos, especialmente al afectar a los trabajadores del sector agrario. La epidemia de

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VIH ilustra este hecho: los países más dependientes de la agricultura son los más afectados por el SIDA.

12.

Escasa voluntad política

La voluntad política de actuar en el proceso de control de las enfermedades infecciosas no es privativa únicamente de los gobiernos de las áreas con mayor prevalencia de enfermedad, sino que entidades públicas y privadas, profesionales y ciudadanos de zonas más desarrolladas también deben sentirse implicados. La carencia de voluntad política para luchar contra las enfermedades infecciosas en el pasado ha cerrado la posibilidad de erradicar determinadas enfermedades, como la gonorrea en África en los pasados años 60; la posibilidad de controlar un nivel adecuado de tuberculosis se perdió en muchas áreas con la emergencia del VIH y el aumento de prevalencia de

Mycobacterium tuberculosis multirresistente; de forma similar, el control de la malaria se ha dificultado con la diseminación de la resistencia del Plasmodium a las drogas de primera línea, así como la del mosquito vector a los insecticidas.

13.

Intentos de causar daño

El ataque terrorista de otoño del 2001 en Estados Unidos diseminando esporas de Bacillus anthracis en sobres de correo ordinario puso en actualidad la vulnerabilidad de la sociedad frente a ataques biológicos intencionados, y la necesidad de que los profesionales de salud estemos preparados a afrontar diversos agentes. Actualmente, además del ántrax, los agentes potencialmente

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utilizables por bioterroristas y que más preocupan por ser fácilmente diseminados y producir elevadas tasas de mortalidad son: virus de la viruela,

Yersinia pestis (peste), toxina botulínica, Francisella tularensis (tularemia) y virus causantes de fiebres hemorrágicas.

Alarmas recientes

1. Epidemia de SARS El síndrome respiratoria agudo severo (SARS) emergió en Noviembre de 2002 en la provincia de Guandong en China5, de donde se diseminó en 6 meses a 30 países. Podemos considerar esta epidemia como un ejemplo de confluencia de varios factores para producir su emergencia: extraordinaria capacidad de los gérmenes de mutar y adaptarse, alteración del medio humano y microbiano, desarrollo de actividades que colocan al ser humano en contacto con nuevos microbios, facilitación de los viajes internacionales para diseminar infecciones,…

En el área del sur de China, donde se originó el SARS, diversos mamíferos salvajes eran extraídos de sus ecosistemas y vendidos en mercados para consumo humano, y algunos de ellos debieron portar coronavirus semejantes al causante del síndrome. En estos mercados callejeros, hacinados y con escasas condiciones higiénicas, la probabilidad de que se produjera el contacto entre el ser humano y el virus era elevada, de modo que el caso índice debió ocurrir a mediados de Noviembre de 2002 en la ciudad de Fosham; al mes

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siguiente, otras dos ciudades de la provincia contaban con casos de la enfermedad. Un equipo chino de expertos estudió las epidemias y recomendó medidas que lamentablemente no fueron tenidas en cuenta, por coincidir con las celebraciones del Año Nuevo chino, lo que también favoreció las posibilidades de diseminación al coincidir con viajes de vacaciones de la población. El 31 de Enero del año de 2003 se detectó el primer caso hiperinfeccioso o superdiseminador de la enfermedad en la ciudad de Guangzhou, que infectó a unas 200 personas, muchas de ellas trabajadores de hospital. La diseminación del SARS fuera de China comenzó en Febrero en el hotel Metropol de Hong Kong, donde 12 personas se infectaron a partir de un médico asintomático de la provincia de Guangzhou; estas personas llevaron la enfermedad a Vietnam, Singapur, Estados Unidos, Canadá e Irlanda, y este último país fue el único en el que no se inició una cadena local de infección. Se estima que a partir de este caso de superdiseminador se habrían infectado unas 8000 personas en todo el mundo. Únicamente con estrictas medidas de aislamiento de los casos sospechosos pudo contenerse la diseminación del SARS, declarándose el 5 de Julio rota la cadena de transmisión del SARS.

El agente causal el SARS es un coronavirus (SCoV), probablemente de origen zoonótico, formado en mamíferos salvajes del sur de China, aunque aún no se ha detectado su huésped natural. Hasta el descubrimiento de este nuevo virus, los coronavirus se conocían como causantes de una importante fracción de resfriados en el ser humano, mientras que en los animales también se le conoce la capacidad de producir infecciones letales. Estas infecciones pueden

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seguir dos modelos patogénicos, de forma similar a lo que ocurre en los afectados de SARS: entéricas o respiratorias.

2. Virus de la gripe H5N1 La convergencia en tiempo y espacio de diversos factores puede provocar efectos mayores de los predecibles simplemente por adición de los efectos de factores individuales. El reconocimiento de esta convergencia puede alertar de la posibilidad de una amenaza microbiana permitiéndonos actuar antes, mejor que reaccionar cuando la infección ya ha conseguido establecerse en la sociedad. El virus de la gripe es un caso ilustrativo de esta convergencia de factores que ha permitido el mantenimiento del virus y las periódicas pandemias de gripe.

El virus de la gripe característicamente tiene la capacidad de variar fácilmente su estructura antigénica, lo que lo permite escapar a las respuestas inmunes generadas en infecciones previas, causando epidemias anuales y pandemias ocasionales (3 o 4 veces por siglo) en el ser humano. El patrón es que tras una de estas pandemias siguen varios años con epidemias leves producidas por virus relacionados, para los cuales existe un cierto grado de inmunidad en la población; tras cierto tiempo se produce una cepa para la cual no existe inmunidad, y si además se trata de una cepa altamente transmisible y letal nos encontramos de nuevo en situación pandémica.

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Los virus influenza tienen como reservorio natural a las aves acuáticas, a las que se encuentran perfectamente adaptadas, de modo que contrariamente a lo que ocurre en las cepas humanas, apenas se producen cambios antigénicos. A partir de sus reservorios naturales, el virus influenza se ha adaptado a otras especies, de modo que se reconocen 5 linajes huésped específicos: caballos, cerdos, aves de corral, mamíferos marinos y ser humano. La adaptación del virus influenza de las aves acuáticas (patógeno entérico transmitido por ingestión de agua contaminada con heces) al ser humano (virus respiratorio transmitido por aerosoles) precisa de un paso intermedio en cerdos, que actuarían como huéspedes intermediarios. En 1997, en Hong Kong se detectó una transmisión directa del subtipo H5N16, nunca antes conocido como capaz de infectar a humanos, de las gallinas al ser humano, causando la muerte en 6 de las 18 personas que resultaron infectadas; afortunadamente no se implantó un linaje estable.

El continuo crecimiento de la población humana mundial implica un crecimiento equivalente de los animales que la alimenten. El aumento de las poblaciones de cerdos y gallinas ha sido especialmente importante en China, de donde han surgido las principales pandemias de gripe del siglo XX, así como el incidente de la gripe aviar de 1997. A pesar de haberse tomado numerosas precauciones, los elementos para generar una nueva pandemia están sobre esta área de Asia. Factores sociales, como la ancestral tradición del comercio de aves vivas en China, son difíciles de erradicar, a pesar de estar demostrado el papel importante que desempeñan en la emergencia de

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zoonosis. Los viajes aéreos internacionales jugarán un importante papel como aceleradores de la diseminación de la futura pandemia de gripe.

Hasta Diciembre de 2005 se han infectado por el virus H5N1 más de 130 personas en distintos países de Asia, y progresivamente se ha observado que el virus ha ido adquiriendo nuevas capacidades: neurotropismo y mayor proporción de muertes entre las aves acuáticas, transmitirse y causar muerte entre los felinos, hurones y ratones, demostrando que el virus H5N1 continúa evolucionando, y que la adquisición de la capacidad de transmisión entre humanos marcará la aparición de la pandemia, difícilmente controlable entonces con las medidas que permitieron controlar el brote de SARS de 2003 (rápida detección de casos y aislamiento de los mismos), ya que la gripe es transmisible desde muy al comienzo de la enfermedad.

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BIBLIOGRAFÍA

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