Enfoque general sobre la cría y la patología de la fauna salvaje en cautividad

Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1996, 15 (1), 33-42 Enfoque general sobre la cría y la patología de la fauna salvaje en cautividad M.E. FOWLER * Re

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CUIDANDO LA FAUNA SILVESTRE
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Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1996, 15 (1), 33-42

Enfoque general sobre la cría y la patología de la fauna salvaje en cautividad M.E. FOWLER *

Resumen: Desde el alba de la creación humana, los animales salvajes han estado ligados muy estrechamente al ser humano. El cuidado y manejo de los animales salvajes han experimentado desde entonces progresos formidables, pero algunos aspectos todavía necesitan ser mejorados. Por lo tanto, es preciso identificar los elementos de manejo y cría que favorecen o limitan la incidencia de enfermedades infecciosas o parasitarias. El estrés es un fenómeno cuya influencia sobre los animales es universal. Resulta pues imprescindible que las personas que cuidan a los animales, los administradores, los veterinarios y las autoridades responsables de la reglamentación asimilen ciertos conceptos básicos y tomen medidas destinadas a minimizar el estrés en la fauna salvaje en cautividad. Para estudiar la epizootiología de las enfermedades infecciosas y parasitarias es preciso comprender también el concepto de foco natural de enfermedad: éste establece en esencia que todos los animales han evolucionado junto a un grupo de agentes infecciosos y parasitarios, y que éstos han vivido por lo general en armonía con sus huéspedes. Hoy en día, el movimiento internacional de animales y agentes puede dar origen a brotes explosivos de enfermedad, a menos que los responsables sepan qué especies pueden mantenerse en contacto unas con otras y cuáles no, y apliquen prácticas de manejo y procedimientos de cuarentena apropiados. PALABRAS CLAVE: Cautividad - Colecciones de fieras - Colecciones zoológicas — Concepto de foco natural — Estrés - Estrés por calor Hipertermia - Parques zoológicos.

PERSPECTIVA HISTÓRICA

Desde el alba de la creación humana se ha mantenido a los animales salvajes en cautividad. Algunas especies (menos de 50) de mamíferos, aves e insectos respondieron a los cuidados que les dispensaba el ser humano, se adaptaron a un entorno y una alimentación diferentes y se convirtieron en animales domésticos. El

* Profesor emérito, Departamento de Medicina y Epidemiología, Escuela de Medicina Veterinaria, Universidad de California-Davis, 427 Cabrillo Avenue, Davis, CA 95616-8737, Estados Unidos de América.

34 resto de las cerca de 50.000 especies de vertebrados ha permanecido salvaje, aunque es posible domar y entrenar a muchas de ellas para que interactúen con el ser humano. La reunión de animales salvajes en un único espacio fue privilegio de la realeza hasta el siglo XIX. El testimonio pictórico de algunos antiguos reinos egipcios (2.800-2.500 a.C.) muestra ya colecciones de animales salvajes. Una de las primeras colecciones claramente documentadas fue la de la reina faraónica Hatshepsut, aproximadamente en el año 1.500 a.C. En el año 1.000 a . C , un emperador chino poseía una colección zoológica a la que llamaba su «Jardín de la Inteligencia». El monarca bíblico Salomón (974-937 a.C.), por su parte, aceptó los camellos que le fueron regalados por la reina de Saba. A lo largo de sus viajes, Alejandro Magno (356-323 a.C.) recogió numerosas especies animales que llevó de regreso a Atenas y presentó a Aristóteles. En el delta del Nilo, Alejandro fundó la ciudad de Alejandría, que iba a convertirse en un centro de saber durante el reinado de los Ptolomeos y que albergaba también colecciones zoológicas. La caída del Imperio Griego y el auge del Imperio Romano marcaron el comienzo de un período de abandono de las inquietudes científicas, durante el cual se practicaba regularmente el sacrificio de animales salvajes en las arenas de los Juegos romanos. A principios de la era cristiana se desarrolló el concepto de colección de fieras, que consistía en una serie de animales reunidos sin propósito científico aparente. Carlomagno, el benevolente monarca de los Francos que reinó en Europa occidental en el siglo VIII de nuestra era, fundó tres importantes colecciones zoológicas en Europa, aunque ninguna de ellas perduró. Las Cruzadas absorbieron la atención de gran parte de Europa y del Mediterráneo durante los siglos XII y XIII, y poca gente mostró una especial preocupación por los animales durante aquella época. Cabe señalar, no obstante, que un clérigo católico romano - S a n Francisco de A s í s - fue muy conocido por el gran amor y compasión que profesaba al mundo animal, hasta el punto de que iba a ser declarado santo patrón de los animales. Durante el siglo XII, el rey Enrique I de Inglaterra mantuvo una colección de fieras en Woodstock, cerca de Oxford. (Aquella colección fue posteriormente trasladada a la Torre de Londres y, en 1829, al nuevo Zoológico de Londres que acababa de crearse en Regent's Park.) En 1519, Hernán Cortés pudo contemplar la gran colección de animales que Montezuma II poseía en Tenochititlán (cerca de la actual ciudad de México). Entre otros zoológicos a partir del Renacimiento se contaban asimismo el de Chantilly en Francia (1530-1792), el de Karlsburg en Alemania (1538-1875) y el de Versalles también en Francia (1624-1643). Fue aquel un período de intensa actividad científica. Linnaeus (Carie von Linne, 1707-1775), un científico sueco, creó el sistema binominal de nomenclatura de los animales. Un zoológico fue establecido por primera vez en Praga (en la actual República Checa) entre 1530 y 1590, aunque más tarde, en el siglo XVIII, la emperatriz María Teresa (1717-1780) de la casa de los Austrias dispuso el traslado de los animales a sus nuevos jardines del castillo de Schönbrunn, en Viena. Los únicos zoológicos que sobrevivieron al Renacimiento se hallaban en Viena y Madrid. El de Londres fue el primer parque zoológico creado en el mundo anglosajón.

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E L M A N T E N I M I E N T O D E L O S A N I M A L E S SALVAJES E N CAUTIVIDAD: ESTADO DE LA CUESTIÓN

Como hemos visto, las colecciones de animales salvajes en cautividad gozan de una larga historia. Pese a ocasionales períodos de desinterés, en general se ha experimentado un progreso constante en el cuidado y manejo de la fauna salvaje cautiva. En cierta época, el reaprovisionamiento de los zoológicos requería la captura de ejemplares salvajes en libertad. Esta situación está cambiando. La mayor parte de los animales presentes en los zoológicos modernos han sido criados en cautividad, gracias al esfuerzo cooperativo de los profesionales de muchos zoológicos, tal y como se describe en algunos artículos de este número de la Revista científica y técnica de la Oficina Internacional de Epizootias. El mantenimiento de animales en cautividad constituye una faceta de la cultura de numerosos pueblos del mundo. El objetivo de este volumen es doble: describir en qué estado se encuentran, en diversos lugares del mundo, los conocimientos sobre mantenimiento de animales salvajes en cautividad; y sugerir métodos de manejo que minimicen el riesgo de enfermedades infecciosas o parasitarias y que redunden, por consiguiente, en un mayor bienestar de los animales. Existen marcadas diferencias entre las diversas colecciones zoológicas, un concepto que abarca desde las atracciones turísticas de carretera hasta las colecciones de fieras, los parques de safari, las granjas de especies cinegéticas, las instalaciones de investigación y los genuinos parques zoológicos. Los parques de carretera están a menudo en manos de personal poco cualificado, y los cuidados que se dispensan a los animales suelen ser, por razones de rentabilidad, mínimos. En el otro extremo de la escala, numerosos zoológicos acreditados están bajo la responsabilidad de administradores especializados en zootecnia y de conservadores, cuidadores y veterinarios profesionales. Hay que reconocer, sin embargo, que ningún parque zoológico es perfecto. De la misma manera que en la mayoría de zoológicos del mundo los cercados son de buena calidad, en el mejor de ellos podrán encontrarse también ejemplos de cercados inadecuados. Uno de los aspectos más prometedores que presentan hoy en día las colecciones de fauna salvaje es la mudanza desde una mentalidad competitiva («Mi zoológico es mejor que el tuyo; yo tengo más animales que tú» o «yo poseo el animal más raro del mundo») a la formación de grupos de cooperación internacionales o integrados por diferentes zoológicos, cuyo manejo de una especie o conjunto de animales se basa en los conocimientos científicos disponibles. Históricamente, los parques zoológicos han constituido ante todo instituciones recreativas. No obstante, el Zoológico de Londres fue fundado por la Sociedad Zoológica de Londres y, durante un tiempo, sólo a los miembros de dicha sociedad les estaba permitido observar a los animales de la colección. Hoy en día, la mayor parte de los zoológicos poseen también una dimensión educativa, y muchos de ellos están implicados en temas de preservación de la vida salvaje. Algunos, aunque menos numerosos, poseen además objetivos de investigación y financian proyectos ya sea en las propias instalaciones del zoológico o sobre el terreno. Los zoológicos, por lo menos en Estados Unidos de América, prohiben aquellas actividades de investigación susceptibles de causar la muerte de un animal.

36 Esta publicación trata esencialmente de las prácticas de manejo y cría que influyen sobre la propagación de enfermedades infecciosas o parasitarias. En cada artículo se aborda un grupo animal o bien un enfoque institucional característico. Sin embargo, hay diversos factores de manejo que afectan a toda la gama de animales salvajes en cautividad, a saber: - una alimentación adecuada y equilibrada - necesidades nutritivas especiales - deriva genética - escasa comprensión de la anatomía y la

fisiología

- alteraciones de comportamiento -

estrés

- factores climáticos y ambientales - portadores, en un grupo de animales, de agentes patógenos que enfermedades fatales en otros grupos.

causan

Para abordar de manera apropiada el control de las enfermedades infecciosas y parasitarias es necesaria una previa y adecuada comprensión tanto del fenómeno del estrés como del concepto de foco natural de enfermedad. Sirvan unas pocas observaciones introductorias para aportar una visión general sobre ambas cuestiones.

EL ESTRÉS «Estrés» es una palabra de la que se ha hecho excesivo uso y abuso. Todos los animales deben hacer frente a fuerzas potencialmente letales presentes en su entorno. Los animales han desarrollado sistemas capaces de reconocer los cambios ambientales destructivos y de estimular las respuestas que normalmente permiten al individuo adaptarse a las nuevas condiciones. No obstante, cuando estos mecanismos en principio protectores son sobreestimulados, el animal debe soportar influencias destructivas; el efecto de tales influencias suele denominarse de modo genérico estrés. Durante milenios, los animales domésticos han evolucionado de tal manera que son menos sensibles al estrés que los animales salvajes. Es preciso recordar continuamente a los trabajadores de los parques zoológicos (es decir las personas encargadas de cuidar a los animales, los veterinarios, los conservadores y los biólogos) que toda práctica de manejo debería basarse en principios que minimicen el estrés. El estrés es la respuesta acumulativa de un animal que resulta de la interacción de éste con su entorno a través de los sentidos. El estrés constituye básicamente un fenómeno adaptativo. Todas las respuestas a los diversos estímulos sirven en un primer momento a hacer frente a un cambio ambiental. De hecho, el desarrollo de repertorios de comportamiento defensivo puede depender de la interacción ligeramente estresante de un animal con su entorno. Sin embargo, una estimulación intensa o prolongada puede inducir en el animal respuestas perniciosas. Resulta básico entender que la estimulación estresante ejerce inicialmente una influencia positiva en un animal. Sólo cuando los factores causantes de estrés actúen durante un tiempo prolongado, o cuando sus efectos se acumulen, dicha influencia

37 resultará dañina. El bienestar de un animal está pues en manos de la persona responsable de su alimentación, manejo, transporte, cuidado y alojamiento, que debe crear un entorno adaptado a las necesidades físicas y de comportamiento del animal. Fisiología del estrés A través de su conjunto de receptores sensoriales, todo animal es estimulado continuamente por los cambios ambientales (calor, frío, sonidos, visiones, sabores, contactos físicos). Todos estos estímulos son fuente potencial de estrés. Entre los demás factores posibles de estrés figuran el temor, la ansiedad, la ira, la rabia, la superpoblación, la alteración del ritmo biológico, la carencia de contacto social, el conflicto territorial o jerárquico, la malnutrición, las toxinas, los parásitos, los agentes infecciosos, los fármacos y, sobre todo, el propio confinamiento. Los órganos especializados del sistema nervioso analizan y procesan los impulsos procedentes de los receptores y emiten las consiguientes respuestas, vía diversos componentes del sistema nervioso, a los órganos capaces de producir una respuesta. Todo animal busca mantener un equilibrio en su vida. Este proceso es conocido por los científicos como «homeostasis» (mantenimiento de la estabilidad en el funcionamiento interno de un animal) (Fig. 1).

Equilibrio fisiológico

Cambio en el entorno del animal

Estimulación de receptores

Cerebro, nervio, músculo (coce, mordedura)

Adrenalina (fuga o lucha)

Cortisol (estrés)

Adaptación anatómica, fisiológica y del comportamiento

Equilibrio fisiológico FIG.

1

Homeostasis: rutas metabólicas a través de las cuales los animales mantienen su equilibrio fisiológico

Cuando un animal desconocido se acerca a un animal salvaje, la primera reacción de éste es la de intentar alejarse, cocear o morder. Los receptores son estimulados, la información se transmite al cerebro y éste emite una señal de retorno a los músculos apropiados a fin de estimular una respuesta (Fig. 1, izquierda). Al mismo tiempo puede activarse también la ruta central de la Figura 1, en la medida en que la respuesta

38 psicológica consiste en asustarse. El miedo - v í a los nervios y el cerebro— estimula la secreción de adrenalina (epinefrina) a nivel de la médula adrenal (región central de la glándula suprarrenal), lo que a su vez genera una reacción de «fuga o lucha» (las pupilas se dilatan, el corazón bate con más rapidez, el pelo se eriza y el ritmo respiratorio se incrementa). Este conjunto de respuestas inmediatas es vital para que el animal sea capaz de hacer frente a una situación desagradable o peligrosa. Una vez superado el episodio, el cuerpo vuelve a su estado normal. La ruta de la derecha de la Figura 1 resulta más difícil de explicar, pero en ella reside la base de una verdadera comprensión del estrés. Las mismas rutas que siguen los estímulos desde los receptores al cerebro, y que dan lugar a la respuesta muscular y de adrenalina, afectan además al sistema neuroendocrino. Las glándulas endocrinas (glándula tiroides, ovario, testículo, córtex de la glándulas pituitaria y suprarrenal) producen hormonas que contribuyen al funcionamiento de los sistemas del organismo. En el curso de episodios de estrés, es posible que una sobreestimulación intensa o prolongada de las glándulas endocrinas llegue a dañar los sistemas que estas glándulas controlan. La respuesta neuroendocrina del córtex de la glándula suprarrenal está regida por hormonas secretadas en la base del cerebro (hipotálamo). La glándula pituitaria secreta una hormona (hormona adrenocorticotropa) que la sangre capta y transporta al córtex de la glándula suprarrenal, donde dicha hormona activa la secreción de cortisol. Los efectos biológicos del Cortisol son múltiples e interesan numerosos sistemas corporales. El Cortisol estimula la degradación de las proteínas, lo que conduce a una mengua de la masa muscular (pérdida de peso). Se reduce asimismo el tamaño de los folículos pilosos, que incluso pueden llegar a desaparecer, y ello resulta en un pelaje de mediocre calidad, menos denso. La síntesis ósea puede verse también afectada. La curación de heridas y formación de tejido cicatrizante se ralentizan, con lo que se demora la recuperación postoperatoria. Las heridas cosidas corren el peligro de volverse a abrir. El Cortisol reduce el calor, el dolor y la tumefacción asociados a fenómenos de inflamación, una propiedad que resulta útil en el tratamiento de numerosas enfermedades. Sin embargo, la resistencia a la enfermedad decrece a medida que se inhibe la producción de linfocitos (un tipo de glóbulo blanco sanguíneo). Las respuestas inmunitarias mediadas por células también disminuyen, un efecto susceptible de alterar los resultados de la prueba de la tuberculina o de interferir con el desarrollo de una adecuada respuesta inmune tras la administración de vacuna.

Estrés por calor El estrés por calor (hipertermia, estrés térmico) es un factor que se ha de tener muy en cuenta cuando se mantiene en condiciones húmedas y cálidas a animales adaptados a un clima templado. El estrés térmico suele darse cuando la temperatura del cuerpo se eleva por encima del intervalo normal de temperaturas (37,5-38,6°C en la mayoría de mamíferos euterios, pero posiblemente menos en marsupiales y en ciertos edentados). El valor umbral a partir del cual los órganos y tejidos están potencialmente expuestos a lesiones es de 40,1-41,1°C.

39 Condiciones

que favorecen

la

hipertermia

Entre las causas de hipertermia figuran una temperatura ambiental elevada, un alto grado de humedad, un esfuerzo muscular excesivo, la fiebre resultante de una enfermedad, la deshidratación, las micotoxinas inhibidoras de la termorregulación y los fármacos que deprimen la termorregulación. Entre los factores que contribuyen a la producción de calor corporal se cuentan la copulación, la lucha, el transporte, un encierro prolongado y la huida al ser el animal perseguido (por ejemplo por perros). Signos clínicos del estrés

térmico

La temperatura corporal de los animales hipertérmicos excede rara vez los 43,3°C y, de hecho, es posible que individuos afectados de un severo estrés térmico exhiban temperaturas de sólo 41,1-42,2° C. La hipertermia puede dañar todos los sistemas del cuerpo, pero el sistema nervioso central (SNC) y los sistemas reproductivos son los más sensibles al calor. Entre los síntomas de que el cerebro ha sido afectado figuran una alteración de las funciones mentales, convulsiones y coma. El estrés por calor puede tener un efecto muy marcado sobre la hembra adulta; las consecuencias más profundas durante la gravidez son las lesiones sufridas por el feto (entre ellas la inhibición de la división embrionaria y de la implantación del embrión), la aparición de defectos congénitos y el aborto. Los efectos de la hipertermia sobre una hembra preñada pueden resultar de especial gravedad para el SNC del feto, que sufrirá probablemente alguno de los muchos defectos congénitos posibles y que incluso puede llegar a morir. El S N C fetal es sensible al desarrollo de defectos congénitos sobre todo durante la etapa de formación del cerebro, unos 50 a 60 días después de la concepción. Los efectos generales sobre el feto pueden traducirse en un menor peso de éste en el momento del nacimiento. Se han observado secuelas en el feto cuando la temperatura corporal de la madre sube por encima de los 40,1°C durante períodos prolongados. En el macho, el exceso de calor mata a los espermatozoides. En gran parte del sur y el oeste de Estados Unidos, es frecuente que los camélidos machos queden estériles durante los episodios cálidos del verano. A diferencia de la mayoría de las especies de ganado doméstico y del caballo, el escroto de la llama no pende, de tal forma que los cambios en la temperatura corporal ejercen un efecto rápido y profundo sobre el esperma inmaturo. Pese a que el efecto del estrés térmico sobre el desarrollo del esperma no ha sido estudiado aún en todas las especies, cabe afirmar que, tras la desaparición del episodio de estrés, se necesitan entre 35 y 60 días para que nuevos espermatozoides maduren y se hagan viables. Los machos que sufren de estrés térmico exhiben a menudo una acumulación de fluido en el escroto. Todos los sistemas corporales pueden verse perjudicados por una hipertermia intensa o prolongada. Los efectos de ésta sobre el sistema respiratorio se traducen en una respiración acelerada y con la boca abierta. El ritmo cardíaco se acelera y la presión sanguínea decrece. La subsiguiente falta de riego sanguíneo en las visceras altera el funcionamiento del tracto digestivo y es posible que llegue a provocar un cólico. Las alpacas víctimas de una hipertermia severa pueden morir en pocos minutos. Los responsables del manejo deben prevenir el estrés por calor, asegurándose de que los animales gozan de sombra y agua suficientes, a fin tanto de impedir la deshidratación como de ofrecerles la posibilidad de sumergirse y refrescarse. El mantenimiento de una temperatura ambiental fresca para las especies árticas y antárticas puede requerir el empleo de aire acondicionado.

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CONCEPTO DE FOCO NATURAL DE ENFERMEDAD Los agentes patógenos, en tanto que pertenecen a un ecosistema prístino y estable, poseen un nido, hogar o hábitat que recibe la denominación de «foco». El foco natural de una enfermedad se encuentra bajo ciertas condiciones de clima, vegetación, suelo y microclima favorable, allí donde están presentes los vectores, los transmisores y los receptores del agente patógeno. El foco natural de una enfermedad, en otras palabras, es característico de un paisaje geográfico determinado. Aunque un agente infeccioso o un parásito puedan estar circulando dentro de una población de animales salvajes en libertad, rara vez la enfermedad se manifiesta abiertamente, porque el agente y su huésped han establecido un equilibrio. El agente patógeno más apto no es el que mata a su huésped, pues en tal caso pierde su hábitat. Pese a que este número de la Revista se ocupa fundamentalmente de los animales salvajes en cautividad, no reconocer las interrelaciones existentes entre la fauna salvaje libre y la cautiva constituiría un error (Fig. 2).

Introducción deliberada/accidental

Agentes patógenos naturales, que han evolucionado junto con el huésped

Transmisión a otras especies

Agentes patógenos nuevos para el habitat

Agentes patógenos introducidos en la cautividad

Exposición a nuevos agentes

Reintroducción Animales salvajes en libertad

Animales salvajes en cautividad

Traslado

Manejo intensivo en estado de semilibertad

Manifestación Manifestación de la enfermedad de la enfermedad frecuente y severa infrecuente Portador +

Portador ±

Enfermedad, mayor sensibilidad

Manifestación de la enfermedad

Portador ±

Portador ±

+ portadores presentes ± portadores pueden o no estar presentes FIG.

2

Interrelaciones de los agentes patógenos en animales salvajes en cautividad y en libertad

41 Es un hecho bien establecido que muchas especies animales hospedan a uno o más herpesvirus sin que la enfermedad se manifieste abiertamente (o muy escasamente), pero que cuando otras especies son expuestas al mismo agente éste puede ocasionar enfermedades fatales. El virus de herpes simple, por ejemplo, causante en el hombre del herpes labial o pupas labiales, provoca una encefalitis mortal en los grandes monos. Una infección similar (por Herpesvirus simiae) produce una ligera estomatitis en los macacos y, en cambio, una encefalitis fatal en el hombre. Cuanta más experiencia adquirimos en la intrincada epidemiología de las enfermedades infecciosas y parasitarias, mayor es nuestra conciencia de las dificultades de alojar a ciertas especies animales en estrecho contacto con otras especies, sin exponerlas a ningún riesgo. Determinar a qué especie corresponde el foco natural de ciertas enfermedades se ha revelado tarea nada fácil, pues durante siglos los animales han sido trasladados desde sus hábitats originales a entornos nuevos, con el doble efecto de verse expuestos a nuevos agentes y de transmitir sus agentes patógenos latentes a nuevos huéspedes susceptibles. Agentes que quizá provocaran muy escasa o ninguna enfermedad entre las poblaciones del foco natural pueden haber adquirido un mayor grado de patogenicidad, debido a una disminución de la resistencia inmunitaria (estrés), a la acumulación de agentes patógenos o a un mayor nivel de exposición. En un estudio sobre los parásitos de las cebras sudafricanas, unos parasitólogos se dedicaron a examinar periódicamente a una serie de cebras sanas con el fin de determinar su carga en parásitos. Uno de los ejemplares albergaba 30 millones de parásitos pertenecientes a 14 géneros distintos. Esta cebra, en cautividad, podría haber sucumbido a una carga semejante de parásitos. La salud requiere un equilibrio crítico entre nivel de agresión y resistencia (Fig. 3).

FIG.

3

Estado de salud de un animal, basado en un equilibrio entre nivel de agresión por parte de microorganismos y resistencia del huésped

Cuando la agresión se intensifica o cuando baja la resistencia, se hace posible la enfermedad (Fig. 4). Los responsables de los parques zoológicos deben mantenerse continuamente en guardia con respecto a aquellas prácticas de manejo que puedan modificar el balance de salud de los animales que tienen a su cargo.

42

FIG.

4

Estado de enfermedad, causado por una agresión intensa o por una resistencia reducida del huésped

CONCLUSIÓN Se sabe que los animales salvajes en cautividad presentan una mayor longevidad que sus congéneres libres. Sería deseable además que gozaran de una existencia cautiva parecida o mejor que la vida en libertad. Los parques zoológicos se están perfeccionando, y es de esperar que la información contenida en este volumen contribuirá a la realización de continuos progresos en la búsqueda del bienestar de los animales salvajes que viven en cautividad.

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