ENTRE DOS MUNDOS: LA CULTURA POLITICA Y DEMOCRATICA EN BOLIVIA

ENTRE DOS MUNDOS: LA CULTURA POLITICA Y DEMOCRATICA EN BOLIVIA. Jorge Lazarte R.* PRIMERA PARTE. : DEMOCRACIA Y CULTURA POLITICA 1.- Presentación. E

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ENTRE DOS MUNDOS: LA CULTURA POLITICA Y DEMOCRATICA EN BOLIVIA. Jorge Lazarte R.*

PRIMERA PARTE. : DEMOCRACIA Y CULTURA POLITICA

1.- Presentación. En política, quizá lo más importante que se hizo en Bolivia , si no desde la fundación de la República, en 1825, por lo menos en las últimas décadas, es el actual proceso de democratización. Su importancia no siempre subrayada consiste en sus efectos inducidos, silenciosos y durables , en la cultura del país, en los comportamientos de la población y en la lógica política. Entre nosotros, ciertamente, la expresión "democracia" o mejor "democrático", ya fue usada en el siglo XIX, empezando por Simón Bolivar, y con más intensidad en el discurso político del siglo XX; pero es recién ahora que se convierte en una demanda de densidad sociológica y cargada de ricas determinaciones. En toda la historia predemocrática del país, que sin embargo está repleta de actos electorales, se ignoró o se despreció su sentido primario, sin el cual la democracia simplemente no existe. Este sentido primario está vinculado a dos supuestos de la democracia, que son al mismo tiempo los supuestos de todo sistema político: los fundamentos valorativos del sistema y sus reglas de funcionamiento. Estos supuestos son los que han convertido en única y sin antecedentes históricos, a la experiencia de democratización desde 1982 . En este sentido podríamos decir que en el siglo XIX y hasta los años ochenta del siglo XX, existía la palabra, sin referente empírico, mientras que en las dos últimas décadas la palabra empezó a ser también la cosa (1). La dura experiencia de los años del autoritarismo, con su cortejo de privaciones y de violaciones a los derechos humanos; las luchas antiautoritarias, principalmente sindicales, junto a la "tercera ola" democrática que llegaba desde fuera, viabilizaron la democracia en Bolivia pero de una democracia que muy pocos habían imaginado. La idea de la democracia asentada en valores es nueva en Bolivia, como por otra parte lo es para América Latina 2.- La estabilidad institucional. Desde 1982 se vota regularmente en Bolivia. El voto ahora define a los titulares del poder elegidos en elecciones competitivas, cuyos resultados son fiables y garantizados por instituciones electorales con credibilidad y autonomía. Estas elecciones se realizan desde ese entonces bajo las mismas reglas básicas de funcionamiento del sistema político. Este funcionamiento contínuo es la prueba de su estabilidad, que contrasta con la inestabilidad política permanente anterior. Estabilidad política es la permanencia y el acatamiento de las reglas de constitución y de funcionamiento del sistema político (2), lo que tiene un enorme significado desde el punto de vista de la cultura política. La estabilidad permite pensar en horizontes temporales de largo plazo, y por tanto, cambiar nuestra perspectiva y escala de valoración. Con la estabilidad de las reglas, los comportamientos políticos en general se han hecho previsibles en la medida en que se ajustan a reglas. Es decir, se puede anticipar razonablemente, por ej. que los plazos del proceso electoral serán respetados; que los resultados electorales serán reconocidos como válidos; que las faltas o delitos electorales, serán sancionados con

imparcialidad, y que todos estarán sometidos a las mismas reglas. Esta certidumbre normativa en el campo electoral, es un avance de los más significativos que el país ha alcanzado en los últimos años, y que ha servido de paradigma a otros ámbitos institucionales nacionales. Para lograr esta estabilidad, que fue el primer problema político que debió resolverse en democracia, los partidos tuvieron que cambiar su visión del adversario y en cierto modo de la política. Se pasó de la política como exclusión a la política como integración y compromiso. El adversario fue admitido como interlocutor legítimo con quien es imprescindible tomar decisiones pactadas y concertadas en la definición y acatamiento de las reglas básicas de funcionamiento del sistema político. Esta política de concertación aseguró la gobernabilidad del sistema político e hizo posible un proceso importantes de reformas institucionales en distintos dominios, como nunca antes se había hecho... Todas estas reformas pusieron al país de un proceso permanente de democratización, de institucionalización, y de avances en la dimensión representativa y participativa del sistema político. Junto a todo ello, los mismos valores de la democracia empezaron a difundirse en la sociedad. Partidos políticos desafectos con la democracia, empezaron a valorarla positivamente; del mismo modo que sectores cada vez más importantes de la sociedad asumen cada vez más los principios de la democracia y exigen su vigencia. La democracia está permeabilizando poco a poco las duras trincheras tradicionales del autoritarismo. Estos avances tan importantes de los últimos quince años ha tenido reconocimiento internacional. La Freedom House, en su informe anual(1998-1999), ha puesto a Bolivia entre los países con mejor puntuación en América Latina (3). en derechos políticos y civiles. 3.- Las amenazas "externas" contra la democracia. A pesar de estos avances la democracia vive bajo la presión problemas o amenazas de contexto, que podrían fragilizarla. La democracia está estabilizada pero no consolidada (4). De estas amenazas dos son las más gravitantes. De una parte, las que podríamos llamar sociales, pues tienen que ver con la pobreza y las desigualdades crecientes. La pobreza de las dos terceras partes de la población riñe con el principio de la dignidad ciudadana, incorporado en los derechos humanos; las desigualdades sociales tampoco son compatibles con el principio de equidad democrática. En ambos casos, la democracia pierde legitimidad ante sectores importantes de la población (5), para quienes la democracia sólo vale por sus rendimientos, o por su capacidad de atender demandas sociales de bienestar, como puede leerse en las encuestas (6) El otro problema que daña a la democracia en la sensación en la opinión pública de una corrupción creciente, y de la impunidad que la acompañaría. De acuerdo a encuestas últimas, la corrupción en el problema más grave del país (7). Entonces la democracia vive en un entorno tensionante. En el peor de los escenarios de que los problemas mencionados no se atenúen o se agraven, hay que darle a la democracia una mayor capacidad de resistencia y evitar que colapse como resultado conjugado de problemas irresueltos. En efecto, la democracia puede venirse abajo por efecto de crisis sociales y políticas prolongadas y graves, si los ciudadanos en general tienen una relación muy debil , indiferente o negativa con la democracia. Un modo probado de que la democracia resiste mejor los efectos de crisis políticas y sociales, es la adhesión de la población a la democracia, que evita o hace más dificil salidas no democráticas a la crisis. Por lo tanto, la estabilidad y consolidación de la democracia requieren de políticas que logren una relación positiva, fuerte y durable de la población con la democracia.

4.- Definición axiológica de la democracia. Dada la existencia de distintos sentidos de democracia, y la necesidad de ponerse de acuerdo sobre alguno de ellos, será útil diferenciar los distintos niveles de uso definiendo aquel que sea el más apropiado e históricamente fundado. El primer nivel es la idea básica de democracia; el segundo nivel el de sus distintos arreglos institucionales de esta idea básica, y por último, las distintas concepciones de democracia. La idea básica alude a los principios de la democracia que los ciudadanos como ciudadanos pueden compartir independientemente de sus atributos sociales y sus preferencias, mientras que el segundo nivel implica distintos arreglos o armados institucionales y percepciones y variaciones evaluativas diferentes, en el marco del mismo principio básico. Por ej. se puede diferir entre presidencialismo o parlamentarismo y estar sin embargo de acuerdo con los mismos principios de la democracia. En este sentido puede decirse de algún modo que los principios de la democracia son el género, y los distintos arreglos institucionales , especies del mismo género. Así entendida , la democracia es una forma de relación social en la que los hombres pueden vivir juntos siendo diferentes y resolver los conflictos sin hacer uso de la violencia. Pero otra cosa es lo que se ha llamado "concepciones " distintas de democracia, por ej, concepción "marxista" de democracia, concepción "socialista", concepción "primitiva", concepción "integral" de democracia, , vinculadas a grandes doctrinas del mundo, o a culturas. Si la historia sirve para algo, sobre todo por sus altos costos humanos en guerras de religión, limpieza étnica, máquinas de matar, purgas, gulags, y todo los horrores de los campos de concentración, es para probar que generalmente estas concepciones de "democracia" se han revelado como falacias trágicas contra los derechos humanos.. En este sentido, las distintas concepciones de la democracia no son democráticas. Los actuales derechos humanos universales son correlativos de una idea también universal de la democracia, como sistema compartido de valores. Tampoco las definiciones puramente "procedimentales" en la letra, o las sustancialistas, parecen no ser satisfactorias.. Las primeras porque limitan la democracia a procedimientos, por lo menos en su versión original de "método", como lo hiciera en su momento Schumpeter (8); y las segundas, porque lo que define primeramente la democracia no son los productos , o el qué de las decisiones sino el cómo. Sin embargo, se puede ir más allí de esta dicotomía, pero preservando los principios sin los cuales la democracia deja de ser tal, y entender que lo que define algo como democrático, es primeramente el cómo, sobre cuya base puede asentarse el qué (9). Del mismo modo que un proceso electoral es democrático no por el qué o el quién ha sido elegido sino cómo ha sido elegido. Por ello mismo en la base de la definición de la democracia debe partirse de la definición procedimental e ir más lejos. La conocida definición mínima y más actualizada, de democracia , como el conjunto de reglas a través de las cuales la población elige , libremente, a los titulares del poder, tiene el mérito, por un lado, de remitirnos a la necesidad de instituciones sin las cuales no es concebible la democracia; y en segundo lugar, nos remite a los valores que la sostienen. Esto quiere decir, que la democracia , en primer lugar, es mucho más que las elecciones, y en segundo, lugar, que lo que permite calificar un proceso electoral de democrático, es que exprese los valores o principios que están en su base (10) Este sentido de democracia, es lo que permite calificar una actitud o comportamiento individual o colectivo, de democrático o de no democrático, Por tanto los valores de la democracia están también en la base de la organización de la sociedad. Valores entendidos como referentes que orientan la acción. Estos valores son el pluralismo, la tolerancia, el diálogo; la eliminación de la violencia en los conflictos; el conjunto de derechos y libertades; valores como la igualdad, la participación, la confianza y la responsabilidad. Este conjunto es lo que forma lo que los franceses llaman "espíritu republicano" (11)

5.-Cultura política y valores de la democracia. Esta nueva idea de la democracia al mismo tiempo ha renovado el interés por la cultura política, que había pasado a la reserva desde fines de los años sesenta y setenta muy "economicistas", luego de un vigoroso impulso después de los horrores de la segunda guerra., principalmente debido a Almond y Verba (12).La preocupación actual por asentar la democracia en países considerados de acuerdo parámetros tradicionales, poco aptos para la democracia, ha revalorizado fuertemente el interés por la cultura política, una vez que se ha producido en los últimos años una disminución de la utilidad marginal del determinismo económico., como dice Inglehart (13) La cultura política parece ser una de las respuestas más efectivas a la necesidad de consolidar las democracias recientes. Sin embargo, el interés por la cultura política es también nuevo en el país y muy reciente. No sólo porque el tema mismo de la democracia no hubiera atraído la atención de los analistas o ensayistas sino sobre todo porque su importancia fue ahogada por la cultura autoritaria tradicional y las realidades violentas del poder y la política. No es tampoco puro azar que las preocupaciones por la cultura política coincidieran con la instalación de la democracia. Por ello mismo, los estudios sobre cultura política en el país son escasos, como lo son aún en América Latina (14). Entre los más relevantes en Bolivia, podemos mencionar los de Jorge Lazarte R. (15), H.C.F. Mansilla (16), Gonzalo Rojas y Luis Verdesoto (17); los informes del PNUD., que incluyen preguntas vinculadas sobre cultura política (18), y Mitchell Seligson, que acaba de publicar el estudio más reciente y hasta ahora el más serio y empírico (19). El lugar de lo cultural ha sido reestablecido como variable con efecto propio, a falta de la cual muchos fenómenos quedarían sin explicación. Es decir, que ante los mismos hechos o situaciones, las respuestas o los comportamientos suelen ser diferentes. Ante un conflicto de cualquier naturaleza se puede intentar desactivarlo, intensificarlo o ser indiferente (20). Por ello, puede ser útil tomar dos ideas, una de la antropología y otra de las ciencias sociales para delimitar su sentido, por lo menos aquel que está en la base de nuestro razonamiento sobre cultura política. La primera es la del antropólogo cultural, Clifford Geertz, que entiende por cultura las "estructuras de significación en virtud de las cuales los hombres dan forma a su experiencia" (21), o dicho lo mismo desde el ángulo que nos interesa :" la política de un país refleja el sentido de su cultura" (22). Más recientemente, ya en el campo de la ciencia política y de la sociología, y yendo más allí de lo que pretendió el mayor impulsor de la cultura política, G. Almond y S. Verba, Ronald Inglehart, el más importante especialista actual sobre el tema, entiende la cultura como " un sistema de valores comunes básicos que contribuyen a moldear los comportamientos de la gente de una sociedad dada" (23) , sentido que es más rico que el fuertemente descriptivo de Almond y Verba (24). También desde la sociología histórica, B. Badie, muy próximo en ello de Geertz, se inclina por entender la cultura como código que organiza y otorga sentido a las experiencias y define el marco de las soluciones posibles (25) Estos valores interiorizados predisponen a los individuos a reaccionar de una cierta manera ante una situación dada.. Es decir, que entre una situación y el comportamiento ,se sitúa la cultura en forma de disposición o actitud hacia una cierta forma de acción inducida por los valores, normas y reglas culturales, ellos mismos conformados en la historia. Precisando aún más el concepto, podemos decir, en primer lugar que "a menos que la cultura política sea capaz de soportar un sistema democrático, las posibilidades de éxito de ese sistema son escasas" (26) . Inglehart (27) en su estudio más reciente, reitera que "el papel de la cultura política tiende a ser cada vez más importantes en la consolidación de la democracia y en su supervivencia en tiempos dificiles" y que "la cultura política estabiliza la democracia porque le proporciona una base duradera de apoyo de masas (28). El apoyo a largo plazo a un determinado régimen político quiere decir que los valores implícitos en los comportamientos individuales y colectivos son congruentes con los valores sobre los cuales ese régimen político se ha constituído. Esto es lo que David Easton llama "apoyo difuso" (29)

Existe congruencia entre los valores de la sociedad y los del sistema democrático, cuando los valores que orientan los comportamientos inhibe a los miembros de la sociedad a (30) usar la violencia en la solución de sus controversias; o cuando orientan a los gobernantes en su relación con las disidencias u oposiciones políticas. En ambos casos los valores comunes limitan o hacen inaceptable el uso de la violencia ; y el apoyo difuso se expresa porque existe la creencia que de así deben ser las cosas, o que es mejor que así sean. Analistas como R. Dahl (31), S. Huntington (32), o Lipset (33), interesados en la preservación de las recientes democracias, igualmente han encontrado una relación más estrecha y positiva entre democracia y la cultura política. La democracia, como cualquier régimen político necesita de una cultura política que le sea congruente. Si esos son los sentidos de cultura y de cultura política, parece estar clara la importancia de los factores culturales, en el funcionamiento de la democracia y en su capacidad de resistencia ante los asedios de los problemas ya mencionados. Lo que quiere decir, que la democracia será tanto más fragil y expuesta a los efectos de conflictos o crisis sociales, económicas y políticas, cuanto menos apoyada se encuentre en una cultura que le sea compatible. Este es el caso de Bolivia, cuya tradicional cultura política no es precisamente democrática.. Dentro de este marco analítico, la cultura política será entendida, por tanto, como un sistema de valores, normas y orientaciones referidos a los objetos propiamente políticos, y que funciona como código de interpretación y de acción. Pero cómo no se trata simplemente de cultura política sino de cultura ciudadana, esta última será entendida como aquella propia de la democracia, que orienta los comportamientos cotidianos, e incluye los referidos a la esfera pública no política y a la esfera privada.

El análisis empírico que emprenderemos a continuación y los comentarios que lo acompañarán, tiene como objetivo hacernos un mapa de la situación en que se encuentra Bolivia con respecto a los valores centrales de la democracia y lo que queda por hacer.. SEGUNDA PARTE: LOS RESULTADOS DE LA ENCUESTA

En esta segunda parte organizaremos los datos, su lectura e interpretación alrededor de tres preguntas: ¿Cual es la relación de los bolivianos con la democracia. y las razones por las cuales puede explicarse esa relación? ¿Cual es el posicionamiento de los encuestados con respecto a los valores centrales de la democracia ? ¿Qué conclusiones podían extraerse del análisis y lo que debe hacerse hacia adelante? Para responder a estas tres preguntas trabajaremos con la base de datos de la encuesta sobre "Democracia y Valores democráticos" encomendada por la Corte Nacional Electoral de Bolivia, a la empresa "Encuesta y Estudios" y realizada entre abril y mayo del pasado año, con el fin de obtener información empírica que contribuya a la realización de la Campaña de Educación Cívica y Ciudadana, financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo(BID),.en el marco del Programa Nacional de Gobernabilidad (Pronagob).

El universo de la encuesta cubrió a hombres y mujeres mayores de 14 años, con una muestra de 3.024 encuestados y con una cobertura del 100% de los 9 departamentos, del 62% de las 112 provincias , 32 % de los 314 municipios y del 23 % de las Unidades Primarias de Muestreo, ubicadas en la población dispersa. El cuestionario incluyó cien preguntas que fueron traducidas del castellano a los idiomas originarios: aimará, quechua y guaraní El error muestral fue del 1.7.%. . Los datos que seleccionaremos respecto a los distintos indicadores escogidos para responder a las tres preguntas , los cruzaremos con seis variables: socioeconómicas, de edad, de género, región o departamento, nivel educativo y orientación política. No todas las variables figurarán para cada pregunta, pues tomaremos las más relevantes en cada caso, por las diferencias que las marquen y procuraremos poner de relieve la variable "orientación política", muy significativa como variable discriminante. La democracia ante todo. Cuantificar los apoyos a la democracia es de alguna manera saber con cuantas reservas podría contar si acaso ella se viera en apuros. . El porcentaje de lo que prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno alcanza al 71%, mientras que los que optan, por distintas razones, por un gobierno autoritario, apenas llega al 12% El porcentaje de apoyo ha crecido si tomamos como referencia el Latinobarómetro de 1996, 1997 y de 1998 referente a Bolivia, y está por encima del promedio latinoamericano, que es del 60% para 1999-2000; o lo que es casi lo mismo, el porcentaje de los que estarían disponibles para apoyar experiencias autoritarias, ha bajado en el mismo período. Este hecho es altamente significativo, si tomamos en cuenta que la democracia funciona en un entorno que no le es generalmente favorable. Si pensáramos en términos de experiencias pasadas de fractura del régimen político por efectos destructivos del entorno, lo que debiéramos constatar es más bien un resultado opuesto; es decir un bajo apoyo a la democracia. Más abajo, intentaremos formular una explicación a esta constatación paradojal, si así puede llamarse, pero que tienen sus buenas razones. Este porcentaje de apoyo se amplifica y de manera sorprendente, si tomamos en cuenta otro indicador A la pregunta de si la democracia estuviera amenazada, haría algo para defenderla, la respuesta es aún más contundente. Responden favorablemente en un 82 %, porcentaje que es el más alto de América Latina,. si nos referimos al Latinobarómetro de 1996 (gráfica 1), y que se confirma con otra encuesta más reciente Espejo de las Américas (34), que abarcó al todo el continente. Esta es la otra cara del país, la menos conocida y sin embargo una de las más destacables en términos políticos..

Gráfica 1. Datos en porcentajes Latinobarómetro, 1996. P:¿Estaría Ud. dispuesto a defender la democracia si esta se viera amenazada?

Entonces el apoyo a la democracia no parece ser sólo verbal sino efectivo, lo que mide el alto grado de legitimidad de la democracia como sistema, apoyo del que careció la "República del Weimar" en la Alemania de los años 30 (35), cuando la democracia fue amenazada y la población no hizo nada para impedir su hundimiento ante el ascenso de fuerzas antidemocráticas. Hasta aquí los datos globales son relativamente conocidos, aunque lo son menos saber quienes son los que más apoyan o apoyan menos a la democracia.. La desagregación de los datos por las variables sociodemográficas pueden permitirnos destacar diferencias importantes y elaborar un perfil sociológico de la población con respecto a al tema de la encuesta.. Para ello tomaremos como primer indicador la preferencia por la democracia a cualquier otra forma de gobierno. Son los bolivianos mayores a los 40 años (74.5%), muchos más que los jóvenes de menos de 18 años, y mayores hasta los 40, los que más expresan su apoyo a la democracia. Es como sí el haber sido marcado por las experiencias autoritarias gravitara fuertemente en ese apoyo, y que las generaciones postautoritarias, al carecer de esas experiencias, encontraran menos razones para apoyar a la democracia. Desde el punto de vista de la región, no deja de llamar la atención de que los departamentos occidentales declinantes (La Paz, Potosí,Oruro), apoyen menos a la democracia que los orientales (Santa Cruz, Beni, excepto Pando) y que los valles(Cochabamba y Tarija). Tarija es el departamento que más apoya la democracia, con un porcentaje que llega al 90%, lejos de Oruro, en el otro extremo, con sólo el 52% Tomando la variable sociodemográfica referida a la autoidentficación étnico-cultural, los que se autodefinen como "blancos" expresan un apoyo del 74.%, superior en algunos puntos a los que se definen indígenas"(72.2) y más aún respecto a los "mestizos"(69%). Lo que debe subrayarse aquí no es tanto las diferencias entre "blancos" y "mestizos", sino el porcentaje de los "indígenas", que es levemente superior al promedio nacional, y de los que podría pensarse que no están aún para la democracia, como solía repetirse a principios del siglo. De cualquier manera, debe tenerse en cuenta que se toma por "indígenas" a los que se declararon como tales, y que en la encuesta total hacen el 14%, frente al 63% de lo que se dicen "mestizos" y el 15.7, de los "blancos". Pero si tomamos en cuenta la variable orientación política (36), la situación es más neta y varía de manera no del todo sorprendente. Los que se sitúan a la izquierda son los que menos consideran preferible la democracia respecto a los que se sitúan a la derecha. Los situados más a la izquierda hacen un porcentaje del 58 % y ha medida que se avanza hacia el centro y hacia el centro derecha y la derecha, aumentan los que consideran preferible la democracia a cualquier

otra forma de gobierno Probablemente en este resultado pesan dos factores: la vieja herencia despectiva de la izquierda por la democracia "formal", y el hecho más reciente de que el rendimiento de la democracia para los pobres, ha sido muy bajo. Si tomamos el otro indicador de apoyo a la democracia, que es saber la disponibilidad que existe para defender la democracia en caso de estar amenazada, los datos desagregados son los siguientes: En la variable etárea, la proporcionalidad se invierte respecto al anterior indicador de preferencia. Aquí, son los jóvenes los que expresan mayor disponibilidad a defender la democracia, en un porcentaje que va del 87% para los que tienen menos de 18 años y va disminuye-ndo paulatinamente hasta llegar al 79% para los que tienen 51 años adelante. Es como si los jóvenes dijeran no luchamos por la democracia, pero puesto que la tenemos, lucharíamos por ella si fuera necesario(quizá porque con ello preservarían la libertad con la se asocia la democracia, y que es vital para los jóvenes en el proceso de su formación.) .En cuanto a la variable de género, la diferencia no es significativa, pues el saldo es de tres puntos a favor de los hombres con respecto a las mujeres. Por las condiciones socioeconómicas, son los de los niveles altos los que tienen una leve diferencia a favor en tres puntos con respecto a los niveles más bajos.¿ Será porque en democracia resultaron ser los más beneficiados? En el mismo sentido, la variable "nivel educativo" destaca una diferencia creciente a partir del más bajo porcentaje de los "sin instrucción" aumentando con cierta regularidad hasta llegar a los que tienen postgrado.. Este último caso, plantea cierta incongruencia, puesto que como se lee en la encuesta,, son los que menos creen que la democracia es preferible a cualquier forma de gobierno, pero parecerían que son los más dispuestos a defenderla, a pesar de todo. La variable tendencia política, hasta aquí más neta, repite la curva del anterior indicador. Más los encuestados se sitúan a la izquierda y menos disponibles están para defender la democracia; y más se sitúan al centro y a la derecha, más disponilidad existe para defender la democracia, con exceoción de los situados en el extremo de la derecha, donde produce una inflexión de la tendencia creciente, pero que de todos modos es superior levemente en dos puntos respecto a los que se sitúan en el extremo de la izquierda(gráfica 2)

Gráfica 2 Datos en porcentajes por orientación política. P:¿Si la democracia en el país estuviera amenazada, Usted haría algo para defenderla?. Las respuestas son afirmativas.

Sin embargo, como ya vimos, en todos los casos mencionados, los porcentajes son superiores al 50%. Es decir, existe una mayoría en cualquiera de las variables mencionadas, que prefiere a la democracia y está dispuesta a defenderla si estuviera amenazada. La legitimidad de la democracia no parece estar en cuestión. En los dos casos lo que llama fuertemente la atención

es La Paz, floja en ambos indicadores, y preocupante porque es la sede del gobierno, y quizá por ello mismo es, por así decirlo, víctima directa de lo que se hace en nombre de la democracia, y que podría ser revelador de un nuevo estado de espíritu que se estaría incubando lentamente entre sus habitantes. En el otro extremo está Tarija, que según esta encuesta, sería el departamento con mayor inclinación por la democracia. La explicación de esta diferencia, queda abierta. El otro hecho que debe ser fuertemente subrayado es que, de todos modos, la izquierda hubiera asumido la democracia mayoritariamente y que estuviera dispuesta a defenderla. Esto es una revolución en la izquierda, que precisamente tiene muchas razones para no estar satisfecha. La derecha por su parte, también ha asumido la democracia, y la diferencia con la izquierda podría explicarse en que ella ha sido la más beneficiada, por así decirlo, en democracia, y en algunos casos por la democracia. En los dos casos, podríamos decir que existe un consenso por la democracia, y que atraviesa con algunos cortes, las diferencias de edad, socioconómicas, educativas, de género, regionales y políticas, y que representa el principio de una revolución en la cultura política del país. Pero consenso no quiere decir indiferenciación: hay un consenso básico, pero hay también diferencias, como tendremos ocasión de evidenciar, sobre los sentidos en que debe entenderse la democracia.. Este apoyo notable a la democracia, plantea el reto de su explicación: saber cuales podrían ser los factores que expliquen esta relación general positiva de la población con la democracia, cuando en 1982 nadie habría apostado seriamente por una vida tan larga en la escala del país. La democracia como himno a la libertad o la aversión al riesgo. Si como acabamos de ver, los apoyos a la democracia son significativos, a través de una suerte de apuesta por ella, y que ,por tanto, vale la pena jugarse por ella, intentaremos encontrar en la encuesta alguna explicación de tal adhesión a la democracia. Para ello, la pregunta:"que es lo primero que le se viene a la mente cuando piensa en la palabra democracia", intenta averiguar , mediante una pregunta abierta , el sentido primario de la democracia en la intimidad del pensamiento del encuestado . La respuesta ofrecida es un primer indicador de esta orientación. . A la pregunta, un mayoritario 29% asocia la democracia a la idea de la libertad, como primera opción.. Si la misma pregunta la formulamos cruzándola con la variable orientación política, la asociación entre democracia y libertad en sobre todo cuestión de los que se sitúan al centro,(gráfica 3). con descenso hacia los dos lados extremos de la línea de posicionamiento, un poco menos a la izquierda que a la derecha.

Gráfica 3.Datos en porcentajes por orientación política P:¿Qué es lo que primero se le viene a la mente cuando piensa en la palabra democracia?

No debiera llamar la atención este resultado, que hace más democrático al centro, que a sus dos extremos. No en vano en democracia los ciudadanos mayoritariamente se reconocen en el centro, centro derecha o centro izquierda(gráfica 16) y que los extremos son más propensos a los autoritarismos de ambos signos. De algún modo también en democracia se gobierna desde el centro hacia uno de los dos lados, y que un gobierno desde los extremos del espectro simplemente pone en tensión al funcionamiento del sistema político. Lo que sí debe subrayarse es que la izquierda asocie más la democracia a la libertad. Las razones seguramente no faltan, la principal de las cuales, es que los autoritarismos del pasado hicieron de ella su víctima principal. Estos resultados de algún modo confirman lo que otras encuestas han revelado, que es la propensión a pensar la democracia sobre todo en términos de libertad. Esta asociación puede explicarse porque efectivamente quizá la característica más sobresaliente en la experiencia de la población, que marca la diferencia entre democracia y autoritarismo , es la presencia o ausencia de las libertades en el funcionamiento del sistema político. Lo que parece confirmarse cuando los encuestados responden en un 85% contra un 14%, de que en democracia hay más libertad, que un régimen autoritario. Sin ir tan lejos como Bolivar, que expresivamente definió a Bolivia como un "amor desenfrenado por la libertad" (37), podríamos decir que los años del autoritarismo marcaron profundamente la conciencia nacional, por la ausencia de libertades civiles y políticas.. Por ello mismo, como vimos más arriba, el porcentaje de lo que prefieren la democracia a cualquier forma de gobierno alcanza al 71%., mientras que los que apoyarían un gobierno autoritario, apenas llegan al 12%, 5 puntos menos que el porcentaje del Latinobarómetro de 1996, ya citado. En igual sentido, es mayoritaria la respuesta a la pregunta sobre las tres cosas positivas que el encuestado encuentra en la democracia. El encuestado pone en primer lugar la libertad de prensa y de opinión con un porcentaje del 29.2% Si ponderamos a los que pusieron a esta misma libertad en segundo y en tercer lugar, el porcentaje llega al 35%, al que podría congruentemente sumarse el porcentaje de los que optaron por el derecho a elegir. Si la democracia es apoyada por la mayor parte de la población, en cualesquiera de sus grupos sociales, parece ser primordialmente porque en ella valoran la garantía de la libertad, cualidad que la haría preferible a cualquier otro régimen político. Una encuesta de 1991(38), también destaca que lo más valioso de la democracia es la libertad, aunque los porcentajes en esa fecha eran significativamente mayores, diferencia que podría explicarse porque probablemente ahora para apoyar la democracia los ciudadanos estén en busca de otras razones que no sean sólo la garantía de las libertades,

Esta preeminencia de la libertad, puede leerse igualmente en la respuesta a la pregunta de la palabra que le parece más importante al encuestado. La primera mayoría(23%), es la libertad , incluso por encima de los derechos humanos.(18%). La historia del país es el testimonio de esta preferencia. Pero la libertad en democracia no es sólo para sí mismo sino también para los otros, y tememos mucho de que esta haya sido la situación a lo largo de la historia de Bolivia, donde las grandes movilizaciones o las acciones políticas en el pasado eran seguidas por persecusiones, destierros, lesiones a las garantías constitucionales, o en intentos de eliminación del adversario, y desde todos los lados. En buena parte de nuestra historia la lucha por las libertades era al mismo tiempo la lucha por la negación de estas libertades para los otros, los "enemigos" En democracia la libertad para sí en indisociable de la libertad para los otros (39). Ciertamente, la democracia es libertad pero es mucho más que eso, pero es igualmente que democracia sin libertad no es democracia, así sea pensada la libertad libertad "negativa" o libertad libre de impedimentos (40). La libertad es un valor humano condición del desarrollo de los hombres(41) Pero con ello estamos en el corazón democracia como sistema de valores.

cierto como como de la

Sin embargo, como se puede constatar a lo largo de la encuesta, cada respuesta tiene sus bemoles, y no deben ser tomadas al pié de la letra, líneal y aisladamente, sino en su conjunto, a veces conflictivo, y que suele ofrecer una imagen de inconsistencia.. En muchas respuestas relacionadas entre sí, encontraremos aparentemente disonancias, incongruencias, y hasta contradicciones. Esto es lo que ocurre cuando se le pide al encuestado valorar la democracia realmente existente, es decir su rendimiento respecto a lo que la población espera de ella La satisfacción y la insatisfacción comparten un porcentaje equivalente del 48%. Podrían tratarse de grupos distintos en sus juicios, pero cuando recodificamos el porcentaje de los que prefieren la democracia, el porcentaje de los que a su vez están descontentos con la democracia alcanza un 43%. Es decir que la mayor parte expresa a la vez dos juicios distintos y aparentemente no congruentes. Este doble registro, entre la preferencia muy alta por la democracia, y un porcentaje inferior de satisfacción por ella, parece referirse a dos niveles de valoración bien distintos. Una valoración se refiere a la democracia que es más aspiración que realidad, y la otra a al democracia más realidad que aspiración. De cualquier manera, y a la luz de la encuesta que comentamos , los porcentajes parecen haber variado en los dos sentidos en comparación a 1992 (42), año en el que la satisfacción era mayor y la insatisfacción, menor.. No dejará de todas maneras de llamar la atención que el ya mencionado Latinobarómetro, con una pregunta diferentemente formulada, aunque para nuestro fin equiparable, registre igualmente un porcentaje inferior de respuestas positivas Desagregando la respuesta encontramos que contra todo lo que pudiera pensarse, son los sectores pobres los que más expresan su satisfacción que los ricos; los de más edad, los hombres más que las mujeres, y los departamentos orientales, incluyendo Tarija, mucho que los de occidente, y los que se sitúan más a la derecha que a la izquierda.

Con todo, lo que importa es cómo conciliar estos resultados de insatisfacción con la alta disposición a defenderla. Quizá los bolivianos se han hecho más racionales en su comportamiento en el sentido de que para seguir avanzando hay que preservar lo que se tiene. Y que si no se defiende lo que existe, simplemente el riesgo es que podría perderse todo. Es decir, se habría desarrollado en los últimos años una nueva sensibilidad en la sociedad, que es la

aversión al riesgo (43) por la cual los ciudadanos valorarían más lo que perderían que lo que ganarían con promesas inciertas , si cierto tipo de acciones fueran desencadenadas. Esta idea en su profundidad hace inviable el modelo revolucionario del pasado, más propensa al riesgo, que por ello mismo, apostaba por lo deseable y corrientemente perdía hasta lo que había de tolerable. Esta fue la estrategia, de la Central Obrera Boliviana (C.O.B). que en los últimos años actuó como si el país fuera el mismo de los años cincuenta o sesenta, y que en su acción asumió riesgos excesivos, o hizo apuestas muy altas para los medios con que contaba. El resultado fue que sus conflictos fueron catastróficos en sus consecuencias, con las huelgas generales que se desplomaron por dentro, debido a la defección de sectores de trabajadores que optaban por salidas más seguras Esta aversión al riesgo facilita procesos de negociación para los que la población parece estar más disponible que para tomar el cielo por asalto. El temor al riesgo excesivo, y la preferencia por los pequeños pasos, es el fin de la política ultimatista del todo o la nada y el comienzo de la política incrementalista de los pequeños pasos. 2..2.-Los valores centrales de la democracia.. Una vez que hemos destacado el valor fundamental por el cual la democracia es apreciada hasta el punto de estar dispuestos a defenderla si ella estuviera amenazada, ahora nos corresponde trazar un mapa de los encuestados con respecto a los demás valores. Entre el caos y el orden. Lo que podríamos llamar el acatamiento a las reglas, no constituye propiamente un valor privativo de la democracia. Es más bien un supuesto en el funcionamiento de todo sistema político. En cualquier sistema político existen reglas de constitución y reglas de funcionamiento; reglas que definen quien toma decisiones y cómo las toma; reglas que nos señalan los límites de lo permitido y de lo no permitido, estableciendo al mismo tiempo sanciones y recompensas (44). En ningún sistema político todo vale y las sanciones van desde las morales hasta las físicas, a cargo de los miembros de la misma sociedad o de organismos especializados. La democracia necesita también de reglas que definan su propio funcionamiento y el de sus instituciones. Aún en la democracia más ampliada o profunda que se pueda imaginar, hay reglas. De otro modo sería el caos. Por ello, parece ser enormemente importante que el acatamiento a las reglas sea percibida como una primera condición para el funcionamiento de la democracia. Al respecto, en la encuesta existen algunos indicadores, probablemente aún insuficientes, que pueden ofrecernos una idea respecto a la situación en que se encuentra el país respecto a este tema. del acatamiento a las normas. . A la pregunta sobre los tres casos más graves de una lista de 13 ìtemes alternativos, el " no respeto a las leyes" no figura en primer lugar en ninguna de las tres alternativas. En la primera alternativa figura en el quinto lugar con el 6%. En la segunda alternativa está en el tercer lugar, con el 11%, y en la tercera alternativa está en el segundo lugar con el 14%. Los porcentajes por sí mismos son elocuentes de la baja importancia que otorgan los encuestados al incumplimiento de las leyes, lo que no debe de todas maneras llamar la atención en un país en el que la conciencia normativa es casi inexistente, y lo que existe como leyes, es, como se dice, pura formalidad, es decir, sin efecto práctico Otra pregunta que incorporamos en la escuesta hace referencia a las señales de tránsito, porque es la experiencia cotidiana más banal del (in) cumplimiento de reglas, que puede ejemplarizar el principio del acatamiento. Un 72% de los encuestados piensa que la gente no cumple con las señales de tránsito. Este sentimiento o certeza de los encuestados sobre el comportamiento de los otros, en esta pregunta o en otras del mismo género, como se verá más delante, probablemente se apoya en experiencias directas vividas o conocidas, ambas observables en la vida cotidiana. Desde este punto de vista estas opiniones tendrían su fundamento "in re", y válidas por ello mismo de manera significativa.

Otro indicador sobre lo mismo, es la pregunta sobre "que es ser buen ciudadano" y las respuestas son, sorprendentemente(?) de otro signo. La mitad de los encuestados señala que es cumplir con las leyes, mientras que las otras respuestas (pagar impuestos, ser solidario, etc) reciben bajos porcentajes. Quizá estos indicadores aparentemente no congruentes más bien correspondan a dos niveles de respuestas, como ya mencionamos más arriba En el primer caso, es un juicio de realidad, mientras que en el segundo caso es de valor. Finalmente, aunque con las dos preguntas siguientes nos referimos a la justicia, está claro que su sentido tiene que ver con las reglas. Si bien el sentido de justicia es variable, y la vinculación con la democracia es más reciente que aquella que existe entre democracia libertad e igualdad , lo que se buscaba en la pregunta era saber lo que podríamos llamar el sentido primario de justicia incluído en los dos indicadores de las preguntas ; es decir, saber si en la percepción de los encuestados, las instituciones y sus operadores encargados de hacer justicia, lo hacen efectivamente. En este sentido, hacer justicia es cumplir con las leyes, y eso es lo que suele entender cuando se dice que en Bolivia no hay justicia, o que es sólo para los ricos. La idea de que existe justicia para todos, es apenas apoyada por el 10%,mientras que los que opinan lo contrario, es decir, que no hay justicia, es casi el doble(19%). El porcentaje es significativamente mayor cuando opinan que existe sólo para algunos(71%). Aquí el problema es el mismo: es el sentimiento colectivo de que las reglas o las leyes no se cumplen, y la opinión expresada en el porcentaje es una imputación a los operadores de justicia. Sin embargo, aquí también aparece otro registro cuando opinan que todos deben cumplir las leyes aunque no nos guste(78% )mientras sólo hay un 3% de "ácratas" potenciales que cree que es mejor no cumplir ninguna ley.. Es probable que la respuesta a la segunda alternativa esté subdimensionada en la medida en que socialmente no es admisible que uno se guíe por ese principio utilitario, de aceptar sólo lo que nos favorece, pero que en la práctica cotidiana los casos de valoración utilitaria de la justicia y normas en general son mucho más que el porcentaje declarado por el encuestado. Diríamos más bien, que forma parte de una debilidad de la cultura normativa. Respecto de la justicia, la variable política resulta siendo la más relevante. Más se es de izquierda y menos se cree en la justicia, y la diferencia se da simétricamente en los tres indicadores. Esta particularidad tendrá que ver con que la justicia es sobre todo un valor de izquierda?(gráfica 4) Hay razones para pensar que podría ser plausible la hipótesis, frente a una derecha que se define sobre todo por la libertad y el mercado, y que como se sabe el mercado ignora la justicia si es que no agrava las condiciones de injusticia.

Gráfica 4. Los datos en porcentajes por orientación política. Las respuestas son a la primera alternativa. P:¿Cree Ud. Que en Bolivia hay justicia para todos, solo para algunos o no hay justicia?

Pluralismo sin tolerancia.Pluralismo y tolerancia son dos valores que se implican; están en la base de la democracia, y son los supuestos de los demás valores(45). Así libertad sin pluralismo, o no tiene sentido, o es libertad para uno, y no para los demás. En cuanto al pluralismo quizá un primer indicador en las encuesta es la pregunta de si es una ventaja para el país, el hecho de que Bolivia tenga varias culturas y varias lenguas.. La respuesta no es ningún descubrimiento: el 80% lo considera una ventaja. Es cierto que el país en los últimos años, tanto por influencias externas como por evolución interna, se ha hecho menos prejuicioso respecto a la diversidad cultural aún en los grupos sociales dominantes, descendientes de los que durante cerca de dos siglos pensaron y buscaron un país que fuera una réplica de sí mismos. . Un segundo indicador, es la pregunta de si uno aceptaría que su hijo(a), se casara con una persona de otra raza. Para los fines buscados, raza podría igualmente equivaler a cultura, aunque académicamente signifiquen dos cosas distintas. La respuesta, es tan contundente como la anterior: un 78% lo acepta. Sin embargo, de ello, otros indicadores limitan esta conclusión, y plantean problemas de interpretación. El sentimiento de que no existe discriminación es muy bajo, pues apenas llega al 10%. O dicho de otro modo, se tiene la vivencia de que la discriminación existe para 85%, tan alto como los porcentajes anteriores, y que entre los más discriminados están los indígenas(59%) , luego los negros(18%), los mestizos(5%) y finalmente los mismos blancos(2.6%). Se midió otro indicador,. esta vez de tolerancia, tan íntimamente vinculado con el pluralismo, tomando las mismas preguntas formuladas por el Profesor M. Seligson de la Universidad de Pittsburgh(46). Para no reproducir la longitud de las preguntas, que pueden verse en el anexo, nosotros las reformularemos preservando su sentido: ¿Cree Ud, que los que permanentemente critican a los gobiernos, tienen derecho a votar?(2) ¿Cree Ud. que deberían ser candidatos los que siempre hablan mal de los gobiernos? (5) ¿Cree Ud. que estas personas deberían poder utilizar la televisión?(3) ¿Las personas que hablan mal de su partido o del su candidato, tienen el derecho de hacerlo?( 4). ¿Las personas que tienen una religión distinta a la suya, deberían tener el derecho a predicar a las calles?( 1). El resultado es preocupante. Los porcentajes a la mayor parte de las preguntas no llegan al 50%.(gráfica 5)

Gráfica 5.Datos en porcentajes.

Fuera del 57% que reconoce el derecho de predicar a los que tienen una religión distinta a la nuestra, y que no tiene significación política en la medida en que en el país la religión no es una variable políticamente discriminante, los otros derechos parecen cuestionados en su ejercicio, sobre todo el derecho a la expresión, de la pregunta c, al disenso de la pregunta d., el derecho a ser elegido de la pregunta b, y casi el derecho al voto de la pregunta a. Debe llamar la atención que los porcentajes que se refieren a dos derechos inherentes a la democracia, que son la libertad de expresión (pregunta c), y al derecho al disenso( pregunta c), sean inferiores al promedio. Este resultado pone a Bolivia como uno de los países con más bajo nivel de tolerancia, comparada con países de América Central, el Paraguay o el Perú. En una escala de O-100, Bolivia llega al 48, muy cerca del Paraguay con el 50, mientras que los demás países pasan del 50, con Costa Rica como el país más tolerante.(Gráfica 6) Gráfica 6. Datos en porcentajes.

Este bajo nivel de tolerancia parece confirmarse con la respuesta a otra pregunta respecto a qué palabra, de una batería de varias alternativas, le parecía al encuestado la más importante; la referida a la tolerancia apenas llega al 5 % de respuestas afirmativas La tolerancia no parecer ser precisamente un comportamiento que hubiera ganado a la sociedad, lo contrario es más bien cierto. Este deficit es gravemente tolerancia es preocupante, pues sin tolerancia , "pas de democratie", como dirían los franceses. La intolerancia es la guerra. Esta disyunción entre democracia y tolerancia, parece flagrante por ej. en dos datos de la variable "región" referidos al mismo departamento, sobre los dos ítems que debieran estar positivamente correlacionados. Ya hemos visto que Tarija es el departamento que tiene el porcentaje más alto en la apreciación de que es preferible la democracia a cualquier forma de gobierno; el más alto de satisfacción por la democracia; en juzgar que en democracia hay más libertad, y en la más alta disposición para defender la democracia. A la luz de estos datos Tarija es la capital de la democracia. Sin embargo, es el departamento con el más bajo nivel de tolerancia. Una democracia más desarrollada, o mejor, una cultura política democrática habría supuesto que quien apoya más a la democracia es al mismo tiempo más tolerante. En este caso, la

situación es distinta, o mejor inversa, lo que revela indiscutiblemente la debilidad de la idea de la democracia., que hace que en general se esté de acuerdo con la democracia siendo al mismo tiempo poco tolerante. En esta falta de correspondencia o congruencia es donde reside la debilidad de la idea de la democracia. En las demás variables sociodemográficas, las diferencias no son significativas y están dentro de los márgenes de error de la encuesta. Sin embargo de esta última constatación , la variable tendencia política tiene cierta relevancia. De un lado, si tomamos los dos derechos inherentes a la democracia, como son el derecho a la libre expresión, y el derecho al disenso, los promedios por orientación política están por debajo del promedio general, que como hemos visto es del 48%. ¿Será que los que tienen una posición política son más más intolerantes cuando se trata justamente de derechos , que en las preguntas fueron presentadas como derechos políticos?. Del otro, la gráfica referida a la pregunta c (libertad de expresión), (gráfica 7) muestra aunque levemente, que hay una declinación irregular de la tolerancia cuando se pasa de la izquierda hacia la derecha. Gráfica 7.Datos en porcentajes por orientación política

En lo que concierne a la pregunta del ítem d, tan importante que muchas veces se ha dicho que la democracia es sobre todo el derecho al disenso, la gráfica muestra que izquierda y derecha son menos tolerantes que los que se sitúan al centro. Diríamos que esta gráfica se conforma mejor con lo que podríamos llamar el sentido común. Parece obvio que los que se posicionan al centro sean más moderados que sus dos extremos. De cualquier manera, en las dos gráficas, ser de derecha no es precisamente ser muy tolerante. (gráfica 8)

Gráfica 8. Datos en porcentajes por orientación política

¿Libertad de derecha e igualdad de izquierda?.. Estos son otros dos valores centrales de la democracia, a veces aparecen inclusive como los más centrales, porque de algún modo son los ejes que separan dos visiones que dominaron el espacio político-ideológico de los últimos dos siglos: la derecha y la izquierda. Son

también dos valores vinculados a los orígenes y desarrollo occidental de la democracia. El uno, la igualdad, explícito en la democracia de los "antiguos" , y el otro, propio se ha dicho de los modernos. Lo cierto es que la democracia fue diferentemente pensada pero siempre en referencia a esos dos valores. La tolerencia y el pluralismo, son más bien valores mas recientes, lo mismo que su inherencia en la idea misma de la democracia. Lo curioso es que a pesar de esta histórica vinculación, libertad e igualdad dividieron la idea de la democracia en dos concepciones, que se declararon incompatibles. La libertad era un valor de los liberales, y la igualdad un valor reivindicado por los socialistas. El derrumbe del muro de Berlín, puso las cosas en su lugar, y la idea de la democracia ha recuperado sus dos dimensiones, evitando que la consideración exclusiva o dominante de una de ellas concluya eliminando a la otra. En la encuesta, a la pregunta de que elección haría entre libertad e igualdad, los encuestados, no parecen diferir significativamente, y la diferencia es de dos puntos entre libertad(47%) igualdad(49%). Este equilibrio relativo entre igualdad y libertad favorece a la idea de democracia. Pero si desagregamos estos datos globales, las diferencias podrían ser interesantes. Desde el punto de vista socioeconómico, pueden constatarse dos movimientos contradictorios. Los sectores bajos prefieren la libertad, Mientras que los sectores altos parecen optar por la igualdad. Por consideraciones que podrían parecer obvias, los resultados debieran ser a la inversa , y es lo que corrientemente se pensaría: la igualdad para los pobres y la libertad para los ricos . La encuesta nos proporcionan datos paradojales, que habría que examinar con más cuidado. La edad nos revela un corte de sentido contrapuesto. Los que tienen menos de 18 años escogen mayoritariamente la libertad( 53% contra 44%), mientras que los mayores de 28 años, lo hacen al revés. Desde el género, los hombres prefieren más la libertad que las mujeres con una diferencia de cuatro puntos(49% contra 45%), mientras que respecto a la igualdad, la diferencia no es significativa, pues está en el margen de error de la encuesta. Si tomamos la variable región, observamos dos pares de departamentos que optan por valores diametralmente opuestos. Por un lado La Paz y Santa Cruz. La Paz esta mayoritariamente orientada por la igualdad, mientras que Santa Cruz lo es por la libertad. Este mismo contraste se produce entre Tarija y Potosí. Con diferencias más marcadas, Tarija opta por la libertad en un 60%, que es el más alto del país, mientras que el más bajo es Potosí, con el 37%, el más bajo de todo el país. O a la inversa, los dos departamentos tienen los porcentajes más altos y más bajos respecto a la igualdad. Sin embargo, la variable tendencia política tiene más relevancia porque se algún modo calza mejor con viejas divisiones en el campo político(gráfica 9)

Gráfica 9.Datos en porcentajes por orientación política. P: ¿Si Ud. tuviera que elegir entre libertad e igualdad, cual eligiría?.

La encuesta muestra que la libertad es sobre todo un valor de derecha, y la igualdad un valor de izquierda (47), aunque las diferencias hacia los extremos son mayores en la derecha que en la izquierda. Mientras que los que se sitúan en el extremo izquierdo de la escala prefieren la igualdad a la libertad, con una diferencia de aproximadamente un 5%, en el otro extremo de la derecha, la diferencia entre ambos es de 36% a favor de la libertad. Es decir, que la izquierda parece mejor equilibrar ambos valores que la derecha en igual posición. ¿Estaríamos frente a una derecha menos afecta por la igualdad, o quizá más partidaria de las jerarquías o de las desigualdades?. Este mismo posicionamiento se verifica oblicuamente, en la respuesta a la pregunta ya mencionada acerca de lo que tiene en la mente los encuestados cuando piensan en democracia. La asociación entre democracia y libertad en sobre todo cuestión de los que se sitúan al centro, con descenso hacia los dos lados extremos un poco más a la izquierda que a la derecha.

El diálogo como deseo y el diálogo como realidad.. La democracia es lo contrario de que se llama política maquiavélica. La política maquiavélica consiste en justificar los medios con los fines. Esta política está muy presente en el inconciente político del país. En democracia la relación entre fines y medios es exactamente inversa. En democracia son los medios los que justifican el fin (48). La violencia es un medio, y este medio está reñido con el principio del pluralismo y la tolerancia hacia lo diverso o distinto. En democracia se establece básicamente un pacto por el cual las partes se comprometen a eliminar la violencia en la solución de sus conflictos. En otro sentido puede decirse que la democracia es el mínimo de violencia con un máximo de acuerdos. Por ello es importante saber como está o como percibe la sociedad el uso de la violencia El porcentaje de los que prefieren el acuerdo y el diálogo a la violencia, es un de los más altos de toda la encuesta, pues llega al 93%. En un país conocido por su alta conflictividad y de alta intensidad y violencia en los conflictos políticos del pasado, este resultado es ciertamente reconfortante, tanto mas que los partidarios de la violencia sólo llegan al 5%. Esta preferencia por el diálogo es congruente con la política incrementalista, a la que nos referimos antes. En términos de variables sociodemográficas, quizá lo destacable es que Potosí, cuya capital ha protagonizado actos de protesta muy violenta en los últimos años, sea el departamento que más opte por el diálogo, juntamente con el Beni, y suba su porcentaje al 97%. La violencia colectiva en Potosí, es la respuesta a un bloqueo en el diálogo? Probablemente tiene algo que ver, pero ciertamente no es el único factor. Si se recuerdan las movilizaciones para impedir el contrato con una empresa extranjera para explotar los yacimientos del salar de Uyuni, está claro que el factor que inviavilizó el acuerdo, no fue precisamente la ausencia de diálogo. La variable orientación política, ofrece resultados que revelan una distinta imagen de la relación entre izquierda y derecha con el mecanismos de los acuerdos y la opción por la

violencia. Esta claro que la opción por los acuerdos es contundentemente mayoritaria cualquiera que sea la variable escogida., y esto vale también para la izquierda y la derecha. Pero desagregando los datos, este apoyo a los acuerdos y el rechazo de la violencia, no es igual según la orientación política. Diríamos que la izquierda en general parece ser más propensa a los acuerdos que la derecha. O mejor y de manera más específica, la izquierda más extrema es más dialogante que la derecha extrema. O al revés, que la derecha extrema es más inclinada por la violencia que la izquierda extrema.¿ Estos datos pueden decirnos algo, respecto de la violencia en la década de los sesenta, que normalmente era imputada a la izquierda extrema, cuando la derecha extrema era la más propensa a este recurso?.(gráfica 10). Se sabe que una parte de la violencia de la derecha extrema era adjudicada a la izquierda, por razones políticas y represivas. Pero también es probable que en ese entonces las proporciones de los que apoyaban la violencia eran mayores . De todos modos, hay que tener cuidado con las extrapolaciones temporales. Lo que hoy revela la encuesta sólo se refiere a las inclinaciones, pero que por las condiciones de contexto, será, será mucho más dificil que en el pasado, cristalizar en actos. Gráfica 10.Datos en porcentajes por orientación política. P: ¿Para que mejore el país hay que ponerse de acuerdo, o para que el país cambie es necesaria la violencia.

Sin embargo, cuando la pregunta se refiere a los hechos, los porcentajes varían significativamente. El 42% de los encuestados dice que la gente prefiere la violencia al diálogo, aunque como descargo de este alto porcentaje debemos decir que el 57% cree que prefiere el diálogo. Esta misma constatación de que en la realidad las cosas pasan distintamente, se expresa en otro indicador en el que los encuestados entienden en un 91% que es muy dificil que la gente se ponga de acuerdo. Ciertamente aquí, como en otros indicadores, hay también dos registros, uno que corresponde al reino de los deseable y otro al reino de los hechos.. Es como si se dijera que se prefiere el diálogo a la violencia, pero en la realidad las cosas pasan de otro modo, y que por tanto, se hace los que los demás hacen o se supone que hacen.. Es lo que se llamaría, evocando a la fuerza de los hechos convertida en norma. Sin embargo, este doble registro puede producirse en el campo mismo de las percepciones sobre los hechos. Esto se verifica cuando un 49.9%, es decir la mitad, cree que los bloqueos están de acuerdo con la democracia, contra un alto 47% que piensa lo contrario. Por estos datos podría colegirse que quizá no se reconoce que un bloqueo es un acto de violencia, como cuando se escucha decir que se estaba bloqueando "pacíficamente". El bloqueo, que cada vez más reemplaza a la "fuerza de la masa" disminuida en sus efectos, es uno de los mejores indicadores de una práctica que ignora su caracter violatorio y despreciativo de los derechos de los demás, y que justifica su violencia con la nobleza de los fines. Este comportamiento, entra en colisión con la democracia, que exige el reconocimiento de los derechos de los otros, que los bloqueos violentan. Desde el punto de vista de la orientación política, las diferencias entre la izquierda y la derecha son interesantes.(gráfica 11). La izquierda es más proclive que la derecha en reconocer que los bloqueos son compatibles con la democracia. Entre ambos extremos se configura una

curva declinante hasta hacer la diferencia de cerca de 10 entre los dos extremos. Esta inclinación de la izquierda por los bloqueos no debiera sorprender si consideramos que los que us an este recurso son sobre todo sectores sociales vulnerables, que entienden que de este modo, llaman la atención del gobierno y le obligan a tratar sus demandas, pues los sectores sociales privilegiados, tienen otros mecanismos para gravitar en las decisiones gubernamentales. Gráfica 11.Datos en porcentaje por orientación política. Las respuestas son afirmativas. P: Para protestar o defender sus derechos algunas personas bloquean calles y caminos. ¿Diría Ud. que estos bloqueos están o no están de acuerdo con la democracia?

Todos estos datos nos remiten a dos niveles de la violencia. En primer lugar, las preguntas se refieren a la violencia colectiva, pero lateralmente aluden a la violencia individual y más cotidiana. En ambos casos, la violencia es la forma preeminente de hacer frente al conflicto, en la que los protagonistas son desbordados por el conflicto y pierden su control, y en esa situación no les queda mucho margen para encontrara salidas no violentas o alternativas al conflicto. Entre nosotros es muy común justificar el uso de la violencia alegando que es el otro el que lo ha provocado. Así se produce una amalgama entre los factores del conflicto con los medios para enfrentarlo. Aquí se une la conciencia del conflicto con la inconciencia o ausencia de responsabilidad en el uso de los medios. Esa decir, que no existe por un lado, aptitud para controlar el conflicto dentro de ciertos límites que excluyan la violencia y lucidez para no confundir el conflicto con la forma o los medios a los que se apela para hacerle frente. Lo propio de una cultura democrática es asumir la responsabilidad del uso de los medios y de sus resultados. Derechos sin deberes. La democracia expresa sus propios valores en derechos y en deberes, cualidades juntas que forman parte de la idea de ciudadanía. A propósito, a la pregunta abierta sobre los derechos constitucionales que se consideran más importantes, las respuestas plantean interrogantes respecto a su vinculación con la democracia. Los derechos más frecuentemente mencionados son el derecho a la vida, a la salud, a la educación, en ese orden, mientras que los derechos vinculados con las libertades civiles y políticas, que constituyen la base de la democracia, vienen más atrás (49). Es decir, que aquí emerge la idea de la democracia vinculada con derechos sociales, que históricamente viene después de los otros derechos y libertades, con las cuales nació la democracia. No hay duda de que esta asociación puede explicarse por la historia del país, tradicionalmente reticente y hasta despectiva con la democracia "formal" y más afecta a la democracia social, llamada a veces y aún ahora, democracia "real".¿ Es la novedad de la democracia formal, que empieza a funcionar, a diferencia del pasado, lo que contribuye a explicar esta sobreposición social en la idea de democracia?. Dada la actualidad y la pertinencia de los derechos humanos, y que constituyen la explicitación más rica de los valores de la democracia, el sentimiento expresado en la encuesta es

que esos derechos simplemente no son respetados en Bolivia para un 63% de los encuestados.. No sabemos si ese sentimiento ha aumentado o no en los últimos años, pues no tenemos ninguna referencia empírica del pasado. Pero el hecho de que exista la conciencia así sea de su incumplimiento, es ya un avance, pues la conciencia más la exigencia, pueden ayudar al respeto de los derechos humanos.. En los hechos en el país se están desplegando en distintos dominios y por distintas instituciones estatales y de la sociedad civil, programas tendentes a lograr un mayor respeto de los derechos humanos. En la idea de ciudadanía y de civismo, los derechos no funcionan sino en pareja con los deberes. Los derechos, implican el deber de respetar el derecho de los otros. Probablemente la conciencia de los derechos es el primer paso hacia la ciudadanía, pero el hecho de vivir en comunidad nos impone deberes. La conciencia de los deberes es más dificil de adquirir y sobre todo de practicar, pues su realización puede ponernos en contradicción con nuestras propios deseos, inclinaciones e intereses. El sentimiento del deber es propio de una alta conciencia moral mas que legal. La encuesta ha indagado a través de distintas preguntas, por algunos deberes importantes en democracia y en sociedad. El primer deber constitucional es acatar la leyes, cuyo incumplimiento, como ya vimos, a los encuestados no les parece muy grave. En otro indicador se asocia en un 50% el deber de cumplir las leyes con la idea de un buen ciudadano. En la misma línea de razonamiento, y tomando un ejemplo ya mencionado, un 72% dice que la gente no cumple con las reglas de tránsito. Igualmente una mayoría de tres cuartos(74%)piensa que no se respetan los derechos de los demás(gráfica 31), lo que deja de ser inquietante pues la otra mitad de la idea de la democracia queda amputada. Este último resultado que no debe sorprender y que más bien ratifica cuantitativamente lo que a diario se observa que es el crecimiento, necesario pero insuficiente, de una conciencia cada vez mayor de los derechos pero sin el acompañamiento de la conciencia de los deberes. Es como si este despertar por los derechos se desbordara hasta lesionar los derechos de los demás. En democracia no existe el derecho de defender los derechos pasando por encima del derechos de los demás. Con respecto a otros deberes, tan necesarios a la idea de democracia, sólo un 12% entiende que la solidaridad es importante. Este último dato se refuerza con otro en la misma dirección: un 57% estima que la gente no coopera, que como veremos es correlativa con la idea de la democracia.. Con todo aquí también se manifiesta lo que se constata con lo que debería suceder. Tampoco el respeto a la autoridad, que es otro deber institucional., merece una mejor nota, pues un 53% opina que no se la respeta. En los hechos el porcentaje podría ser superior. Esta es una ratificación de lo que se observa diariamente, pero que no suele estar en la conciencia de la población. A este respecto, probablemente nunca estuvo claro para la población, lo que representa la autoridad, confundida la mayor parte de las veces con el poder. Para ilustrar, podríamos decir que en general un funcionario de cualquier rango, más que sentirse investido de autoridad se siente con poder o que tiene poder, de donde deriva la tendencia a la arbitrariedad, a la prepotencia y a la ausencia del deber de rendición de cuentas. A la inversa, la contraparte de este poder y percibido como poder más que como autoridad, es la sumisión y el servilismo, que fácilmente se convierten en insolencia. Lo que explica que ante una decisión de una "autoridad" que uno juzga contraria a sus intereses, sólo un 6% dice que la acataría. Con ello estamos nadando en las aguas de la cultura autoritaria tradicional, cuya otra cara es la cultura del desacato. que ha entrado en los hábitos cotidianos. Todo lo cual nos remite al problema no resuelto desde la fundación de la República, de la baja legitimidad del Estado, o de la ausencia de la autoridad del Estado., o del conflicto entre distintos criterios de legitimidad.

La cultura del clientelismo..

Institucionalmente la tarea principal de la democracia moderna ha sido la formación de un espacio público como distinto del privado.La democracia alude a la polis y la polis a lo que es común en la sociedad, del mismo modo que el ciudadano es el correlato de la democracia.. O mejor, y de algún modo, dos procesos confluyeron en la política moderna: el proceso de constitución del espacio público, y el proceso de constitución de la democracia, para fundirse ambos. La base de la constitución del espacio público, es la existencia de reglas vinculantes e iguales para todos. Por lo que ya vimos, el déficit con respecto a las reglas, es también el déficit en la constitución del espacio público, que el país arrastra desde su fundación. Este déficits hizo que ambos espacios se confundieran, haciendo que lo privado se sobrepusiera a lo público, confusión que es la base , entre otros efectos, de la corrupción generalizada. Una manifestación de esta subsunción de lo público en lo privado, es el clientelismo. En el clientelismo la política se convierte en un intercambio personal de servicios entre el patrón y el cliente. Para tener una idea de lo difundido que podría estar clientelismo en la política, preguntamos si el encuestado estaba de acuerdo con que los políticos en las campañas electorales ,ofrezcan regalos en sus distintas variedades. Una mayoría del 51% encuentra normal esta práctica clientelista. Pero quizá habría que ir más lejos y no sólo imputar esta práctica a los políticos, sino a que los mismos pobladores esperan, y no pocas veces, como se ha podido constatar en elecciones, exigen ese comportamiento. Este clientelismo se ha convertido en un círculo de hierro entre patrón y cliente: los políticos lo hacen porque suponen que los "ciudadanos" esperan de ellos ese comportamiento, y los "ciudadanos" se comportan como creen que se van a comportar con ellos los políticos. Las expectativas de uno con respecto al otro, refuerza la relación clientelar, y en ambos casos, los dos reproducen una cultura patrimonialista de la política, que daña a la política y a la democracia. ¿Quienes son los que manifiestan más el comportamiento clientelista? Son las categorías socioeconómicas bajas, las de más bajo nivel de instrucción, los jóvenes menores de 18%, los departamentos orientales, Beni, Pando, Santa Cruz, en ése orden los que aparecen con niveles altos, mientras que Tarija tiene un porcentaje superior al promedio. mientras que los departamentos del occidente, Potosí, Oruro, están por debajo del promedio lo mismo que Chuquisaca. La Paz, está cuatro puntos más arriba del promedio. En cuanto a la orientación política( Gráfica 12), los que más apoyan el clientelismo son los que se sitúan más a la derecha. Los que menos lo apoyan son los que se sitúan hacia el centro. O los que más se oponen son los situados hacia el centro, mientras que los que se orientan hacia la derecha, son los que menos se oponen. Los que se orientan hacia la izquierda apoyan menos al clientelismo que los situados a la derecha pero más que los que se colocan al centro.. ¿Esto quiere decir que el clientelismo tieene más afinidades con la derecha? Por lo menos en el caso de la izquierda podemos suponer que con la declinación de los valores simbólicoideológicos, ha crecido el intercambio de servicios clientelares. Gráfica 12.Datos en porcentaje por orientación política. Las respuestas son afirmativas. P: ¿Está Ud. de acuerdo con que los políticos en sus campañas den regalos como cemento, pizarrones, cuadernos, pelotas de fulbol, o dinero?

Capital social: entre la desconfianza y la necesidad de confiar

En este rubro tocamos un tema que ha sido muy difundido en los últimos años, gracias a las investigaciones de R. Putnam (50) , y que fue incorporado por Inglehart en su análisis, y está comprendido en lo que se llama "capital social". En realidad, lo que se alude con esta expresión, ya había sido puesto en evidencia en los años en que Almond y Verba se referían a la "confianza mutua" o la "confianza en la gente"(51), como una condición del funcionamiento de las reglas de la democracia. Retomada por Inglehard a principios de los años noventa, la confianza mutua es un elemento de un síndrome cultural durable propicio a la viabilidad de la democracia(52). y que a niveles elevados de confianza mutua corresponden una democracia estable. En su reciente trabajo, Inglehart vuelve sobre el tema, al definir el capital social o confianza societal, como una cultura de confianza y de cooperación (53) y que es afin a la idea de Putman (54) En la encuesta se han usado varios indicadores de confianza, empezando por aquella que preguntó al encuestado si la gente del lugar es confiable, algo confiable, poco confiable o nada confiable. Las respuestas negativas son mayores que las positivas. Los que piensan que la gente no es confiable hacen una mayoría del 58.9 %, mientras que los que apuestan a la confiabilidad hacen el 40% (55). Son los pobres, las mujeres, los paceños y orureños, los grupos que más desconfianza expresan hacia los otros.. Por orientación política, se produce una escala decreciente continua entre los que más desconfían hacia los que menos desconfían. Cuanto más a la izquierda más desconfianza, y cuanto más a la derecha menos desconfianza, con una diferencia considerable de 20 puntos entre ambos extremos(gráfica 13) Gráfica 13.Datos en porcentajes por orientación polìtica.

El otro indicador de confianza confirma globalmente las tendencias negativas. Un 51% responde que si una persona tuviera oportunidad se aprovecharía de uno, contra un 47% que tienen una opinión contraria. Parece estar claro que si se teme de que alguien pudiera aprovecharse de uno si tuviera ocasión de hacerlo, es que existe una desconfianza previa, que probablemente se funda en experiencias vividas o transmitidas. Esa desconfianza preconstituída es el resultado de una historia anterior negativa que pesa en las percepciones actuales. La confianza es el "lubricante" de la sociedad, "sin el cual pronto las ruedas de la sociedad quedarían detenidas" (56). El acatamiento de las reglas implican la confianza de que

otros también lo harán. o que en caso contrario recibirán alguna sanción. De este modo los comportamientos de hacen previsibles, y las relaciones estables.. De otro modo, es el reino de la incertidumbre y el de Hobbes. El pasado político del país, de rupturas y sobresaltos, puede explicarse por esta ausencia de confianza en el cumplimiento de las reglas. No se tenía confianza en la acción del adversario(o del enemigo, como solía decirse) mientras que la única certeza que se tenía era que su acción no se ajustaría a norma. En ese mundo donde todo podía suceder, y todos estaban al acecho, y era ser "realista" presumir en los otros perversas intenciones; para preservarse todo estaba permitido Los famosos "golpes preventivos" tenían el sentido de anticipación a lo peor. Por otra parte, la confianza es la condición previa para la cooperación. La cooperación implica la posibilidad de contar con la otra persona, y la certeza razonable que hará lo que esperamos de ella (57)y por interés común. Por ello, cuanto más de desconfía del otro, más dificil es la posibilidad de cooperar y de realizar proyectos colectivos. Esta confianza o falta de confianza afecta al funcionamiento de la democracia , de las instituciones y a la fortaleza de las relaciones asociativas. La democracia alude que lo es común entre los hombres, y por tanto a la posibilidad de emprender tareas de interés colectivo. La desconfianza puede contribuir a reducir la democracia a un acto puramente individual, casi racional-egoista en el "mercado electoral", sin connotaciones referentes al gobierno de la "cité". De otra parte, la confianza en las instituciones pasa por la confianza en las personas en nuestro país. Estos recursos "morales" sostienen la cultura"cívica" (58). Volviendo a la encuesta, esta ofrece otros resultados que van en la dirección de los dos hallazgos anteriores. Una mayoría del 57 % opina que la gente no coopera en la resolución de los problemas de la comunidad., contra sólo un 41% que opina coopera. Este sentimiento de déficit de espíritu de cooperación puede relacionarse con otro indicador, que se refiere a lo que la gente piensa de la gente. Los encuestados declaran que la mayor parte de las personas están más ocupadas en sí mismas(79%) que en la ayuda a los demás(20%.) ¿Este indicador negativo es la prueba del egoismo creciente del que se habla cada vez más, y que estaría rompiendo con las viejas solidaridades?. A falta de referentes empíricos sobre el pasado, no se puede afirmar con certeza probada, pero la hipótesis puede tener una cierta plausibilidad. Pero estos datos son sólo nos muestran una cara del país, el real, pero también existe, una vez más, la otra cara del país, y que dibuja un país complejo. De un lado, la disposición para hacer algo por los demás es muy alto y alcanza porcentajes mayores a los registrados anteriormente. En los tres indicadores de si haría algo por un familiar, por un conocido, o por un desconocido, los porcentajes son respectivamente:98%, 95% y 70%. ¿No debiéramos ver ahí un potencial de confianza y de disponibilidad hacia la sociabilidad, que neutralice los egoísmos reales y crecientes?. Del mismo modo, la disposición de hacer algo por el país, aún cuando los demás no hicieran nada, es igualmente sin equívocos en el porcentaje, que es del 91%, otra prueba de esta disponibilidad positiva. Ahí existe una reserva de ese mundo de solidaridad que se erosiona, y que podría ser preservado, y más que eso, activado, en un momento en que se requiere de la sociedad y de sus miembros para enfrentar los viejos y nuevos problema. Esta disponibilidad de hacer algo por el país, se refuerza con la respuesta mayoritaria en un 56%, que opina que depende de nosotros más que del gobierno y de la ayuda externa, que el país mejore.. Es lo que puede llamarse autoconfianza o confianza en la sociedad misma. Esta respuesta puede dejarnos perplejos ante las declaraciones reiteradas de que la población en general tienen baja estima. Lo que parece ocurrir es la dualidad que ya mencionamos en los sentimientos: unos que están a flor de piel y otros, sumergidos. La cuestión es siempre cómo activar estos otros sentimientos.

De otra parte, ¿la respuesta marca, junto a otras, el fin del estatismo, que ha marcado las mentalidad colectiva por lo menos durante la segunda mitad de este siglo, y que consistía en esperarlo todo del Estado.? ¿Y esta respuesta no marca también el principio de la sociedad civil en el sentido en que lo que pase con nosotros dependerá de lo que nosotros mismos hagamos por nosotros mismos ? Probablemente estamos apenas en un primer momento en el que la sociedad civil y sus miembros empiezan o necesitan confiar en sí mismos para emprender la tarea de definir un futuro sin atribuirlo, como se hacía ritualmente, a factores externos y extraños. A pesar de todo, los "estatistas" que opinan que depende del gobierno que el país esté mejor. son un nada despreciable 34%. Quienes son aún estos estatistas? Observadas las cosas desde las orientaciones políticas, donde la situación es más nítida, puede constatarse que los menos estatistas son lo que se sitúan al centro de la escala, y que el estatismo crece hacia los dos lados. Es decir cuanto más se es de izquierda o se es de derecha más se es estatista, aunque en este caso, los que se colocan en el extremo de la derecha sean más estatistas que los que se posicionan en el extremo de la izquierda.( la diferencia es de 5 puntos)(gráfica 14). Gráfica 14.Datos en porcentajes por orientación política.

Lo que prueba que el estatismo no es una cualidad que por sí misma defina a la izquierda como podría creerse. La izquierda en todo caso lo ha sido porque su proyecto de sociedad sólo era viable con un Estado más grande que fuerte, y que en su límite extremo se expresaba en todo con el Estado y nada sin èl. La derecha igualmente lo fue tanto porque ese fue el aire de los tiempos, como porque los empresarios, generalmente situados en la derecha, vivieron del Estado, y aún hoy, no pueden impedirse de reflotar su estatismo cuando encuentran incómodo al mercado. Junto al capital social, Inglehart ha encontrado correlaciones positivas entre satisfación con la vida y la democracia. Cuanto más satisfacción de exprese cada uno con su vida, o tenga el sentimiento de bienestar subjetivo, mayor será la relación con la estabilidad de la democracia; o dicho de otro modo, la legitimidad de la democracia depende más de la satisfacción que cada ciudadano exprese con su vida, que de la satisfacción directa con el sistema político (59) A este respecto la encuesta proporciona datos que podrían dejarnos perplejos. Contra lo que podría esperarse de un país en estado de protesta permanente, los encuestados en un alto 79% expresan que se encuentran satisfechos con su vida, contra un 6%, que dice no, y un 14% que afirma más o menos. Que las categorías altas expresen una mayor satisfacción con la vida(89%) , no es algo que debiera sorprendernos, pero que sean los potosinos, a los que se consideran que viven en la zona más deprimida del país, los que alcancen el más alto porcentaje de satisfacción(86.5%) después de la categoría anterior, es algo que no es fácilmente explicable. ¿Será que aquí existe una clara delimitación entre frustraciones colectivas, y satisfacciones individuales, hipótesis que podría valer para una buena parte del país.? Más abajo veremos si esta satisfacción con su vida y el apoyo a la democracia, se confirma en la encuesta(verificar). De

cualquier manera, ya desde la variable orientación política, el resultado parece acomodarse al "sentido común": los porcentajes de satisfacción son mayores en los que se autoposicionan a la derecha que a la izquierda. Las razones son más fáciles de encontrar, que no lo sería de haber sido inverso el resultado. La soledad de los partidos. Los valores de la democracia deben expresarse en la organización de las instituciones del Estado y en su funcionamiento. Estas instituciones para funcionar convenientemente deben ser aceptadas y gozar de cierta legitimidad ante la población. Numerosas encuestas en el país han demostrado la baja legitimidad de las instituciones públicas, particularmente aquellas que son las más sensibles al interés del ciudadano En la encuesta actual, los porcentajes colocan a los medios de comunicación y a la Iglesia por encima de cinco puntos en una escala de una a siete. Las Juntas Vecinales y las Fuerzas Armadas están en los cuatro puntos. Hasta aquí las mejores notas favorecen a instituciones no propiamente políticas. Las instituciones políticas tienen promedios más bajos, entre las cuales dos que son esenciales para el juego democrático. El parlamento recibe una nota de reprobado, lo que no debe llamar verdaderamente la atención no sólo porque la población tiene probablemente buenas razones para juzgar que no merece una mejor nota, sino que además y quizá primordialmente porque el parlamento paga el tributo de no haber gozado nunca de una buena imagen pública en el pasado.. A todo ello se suma ciertamente una deficiente comprensión de la función "parlamentaria". De cualquier manera, el parlamento es una pieza esencial en la arquitectura institucional de la democracia. La otra institución, que tiene la más baja nota, inclusive por debajo de la policía, es la de los partidos políticos. La suerte de los partidos sigue la imagen de los políticos, a los cuales la población atribuye cualidades que no tienen nada que ver con las que se piensan los políticos. Si bien este cuadro es conocido por repetitivo, los resultados de otro indicador nos parecen más relevantes, puesto que lo que nos revelan es la disposición pública de extender la mala imagen a la probabilidad de su eliminación.La pregunta fue si la eliminación de una de las catorce instituciones listadas, debería ser considerada grave, no muy grave o nada grave para la democracia. El caso más preocupante es el de los partidos, pues un mayoritario 60%estima que no sería "nada grave" o "no muy grave" para la democracia su eliminación, en contraste con las respuestas que señalan que les parecería "grave" la supresión del Poder Ejecutivo(61%), de la Corte Electoral(58%);las Fuerzas Armadas(70%), las alcaldías(70%), los medios de comunicación(85%)La Corte Suprema de Justicia(68%), la Iglesia(71%). Todas estas instituciones pasan del 50% en la evaluación pública y se entiende que la población las vincule a la vida de la democracia . Sin embargo respecto a la Policía hay una paradoja. Es una de las instituciones con más baja imagen pública pero un 69% considera que sería grave su eliminación. Parecería que la población no imagina prescindir de la policía porque quizá la alternativa es el pánico de la inseguridad, que es uno de los bienes básicos de la condición humana. La población a la policía no la quiere pero la necesita. De acuerdo a la encuesta los partidos no gozan de esta apelación a la necesidad, lo que los pone en una situación de extrema vulnerabilidad, ya observada en otros países en los cuales la población decidió prescindir de ellos, provocando el hundimiento del sistema de partidos. Está claro que le democracia moderna no puede funcionar sin partidos, pero esta explicación histórica y académica no basta como argumento para que la población cambie de

opinión. Son los interesados primeramente los que deben probar por lo menos que son necesarios a la vida del país, a falta de una mayor cuota de legitimidad. De cualquier manara en el caso boliviano, sería injusto pensar que los partidos nada hicieron por la democracia. Lo que han hecho para estabilizarla, quizá fue lo necesario para que la población no llegue tan rápidamente a la conclusión a la que llegó en el Perú o Venezuela, pero que ahora resulta ya insuficiente (60). Ahora veamos cómo se sitúan la derecha y la izquierda con respecto a este tema específico eminentemente político, como son los partidos políticos.(gráfica 15).Los datos ofrecen resultados que parecen cuestionar algunas creencias sobre el tema. Por un lado, los que se sitúan a la izquierda son los que menos creen que sería muy grave la eliminación de los partidos, que los que se sitúan a la derecha . Siempre se creyó que la izquierda era más afecta a los partidos que la derecha, que en el pasado, a falta de partidos fuertes de derecha, optó más bien por confiar la defensa de sus intereses a las FF.AA., convertidas en "sustitutivo funcional" del partido.. Gráfica 15.Datos en porcentaje por orientación política. P: ¿Si se eliminaran los partidos, sería grave, no muy grave, o nada grave para la democracia?

Probablemente han pesado en este desencanto de la "militancia" de izquierda las acciones frustrantes de los partidos de izquierda, caudillistas y en proceso de fragmentación permanente, que hicieron todo para devaluarse. Globalmente existe un potencial de voto de izquierda, que es equivalente al voto de derecha, pero que no se canaliza en favor de los partidos que se dicen de izquierda. O de manera más general, hay una izquierda social que no se expresa como izquierda política y una izquierda política que no se expresa como izquierda partidaria. Este desajuste la izquierda no pudo vencerla por estar desintonizada de su base social. Probablemente para esta izquierda social y política, lo que es "izquierda" ya no es más lo que fue para la izquierda histórica; por ej, esta izquierda social es democrática y no estatista. Los partidos de izquierda no parecen haberlo comprendido. Otra información importante, y preocupante por sus alcances, de esta gráfica por orientación política, es que son sobre todo los que se sitúan al centro los que no califican de "grave" la eliminación de los partidos. Los porcentajes están por encima del promedio. Si recordamos que la mayor parte de los encuestados se reconoce en el centro político, el alcance debiera inquietar a los partidos políticos. Este centro, o una parte significativa de la población, está disociando a los partidos de la democracia. Este sería uno de los cambios políticos más importantes en al percepción ciudadana sobre los partidos.en los últimos años , respecto a otra encuesta de 1990 (61). Aunque las preguntas no son las mismas, son podríamos decir, comparables en su sentido. En 1990, un 54% pensaba que los partidos son necesarios en democracia, ahora, como hemos visto, existe una mayoría elocuente a la que no le parece "grave", para la democracia la eliminación de los partidos. En perspectiva y para descargo de los partidos, los avances institucionales y la estabilidad política han sido logradas principalmente , como decíamos al principio, por la acción de los partidos. Esta acción ha evitado crisis políticas, como las sucedidas en países muy próximos al nuestro y que han precipitado en picada a los partidos, pero probablemente ahora son insuficientes. La disociación entre partidos y democracia puede abrir salidas plebiscitarias

En cuanto al movimiento sindical, a un poco menos de la mitad a la que le parecería no grave si se eliminaran a los sindicatos. En realidad sería grave para la democracia que ello pudiera ocurrir pues los sindicatos expresan el pluralismo social, y son necesarios para reequilibrar el juego de fuerzas. Pero la imagen devaluada de los sindicatos, pesa en la opinión pública. Del mismo modo, los resultados también cuestionan fuertemente otro de los derechos básicos de los trabajadores, y que probablemente es uno de los mayores símbolos de las luchas sociales. A menos de la mitad(44%), no le parecería grave suprimir las huelgas. Este resultado no expresa una afirmación de la democracia, que reconoce el recurso de la huelga, como derecho constitucional, pero que hoy en día está en descrédito por el abuso que hicieron de ella sobre todo los sectores medios de la Central Obrera Boliviana, en la punta de protestas y huelgas "salvajes". Peor aún, sólo un 35% consideraría grave que se supriman las manifestaciones, o mejor hay un mayoría del 58% a la que no parecería no muy grave o nada grave suprimir las manifestaciones. La variable "región" muestra un dato interesante. La Paz es el departamento que menos juzga "grave" para la democracia la eliminación de las manifestaciones. Si se sigue con la escalada de movimientos "salvajes", la población terminará reclamando orden., lo que no dejaría de ser una paradoja en una ciudad considerada rebelde y "tumba de los tiranos". El déficit en el conocimiento de las instituciones. La baja legitimidad de las instituciones puede deberse, entre otras razones, a que la gente no tiene un conocimiento adecuado de esas instituciones.. En la encuesta se ha intentado averiguar cuanto se sabe de las instituciones del país, de su función y de lo que hacen Los resultados son los siguientes: . En la encuesta se ha preguntado sobre catorce items, uno por función institucional , y se le ha pedido al encuestado señalar a cual de los tres poderes del Estado, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, corresponde cada uno. Las respuestas no dejan de llamar fuertemente la atención sobre el desconocimiento general respecto de lo que hace cada una de las instituciones básicas del Estado. Mayoritariamente, sumando los que no responden o no saben, y los errores de señalamiento, los encuestados no aciertan en sus respuestas, excepto en dos de los ítems, en los cuales la mayoría adjudica correctamente las funciones a las instituciones que les corresponde. El porcentaje de desconocimiento o no-conocimiento es del 86%, lo que es muy elevado. Si usamos el indicador de la empresa Encuestas y Estudios, que clasifica las respuestas en tres categorías, encontramos que sólo un 2% ha respondido entre un 75% y 100% correctamente; un 14% ha respondido entre 50% y 75% correctamente; un 62% ha respondido entre un 25% al 49% correctamente; y finalmente un 22% ha respondido entre o y 24% correctamente. Es decir, un porcentaje que rebasa el 80% ,ha respondido menos del 50% correctamente. Sobre este resultado lo menos que podemos decir es que una institución difícilmente va a ser apoyada por la población, si esta ignora para qué sirven, o de la que tienen una información equivocada respecto a lo que hacen.. Este desconocimiento es el fracaso de la educación cívica en Bolivia. . La participación ante todo Es muy frecuente que se asimile la democracia a participación. La democracia ateniense, y las democracias "primitivas" o tradicionales, incluyendo la democracia "andina", son

presentadas y valorizadas desde esta perspectiva. La revolución de 1952 es considerada "democrática" por haber estimulado la participación de grupos sociales antes excluidos del sistema político. La democracia "obrera" es elogiada por este mismo aspecto . Las críticas a la democracia suelen apoyarse sobre todo en este enfoque. La "participación popular" en los municipios ha entusiasmado por la misma razón. Este sentido "participativo" forma parte de un imaginario colectivo tan profundo como difundido, que con respecto a nuestro continente, Alain Touraine decía que en América Latina, "la política se define más en términos de participación que de representación" (62) Es sobre todo la izquierda populista y los diversos populismos, los que se asociaban a esta percepción. No hay duda de que la democracia vive de la participación, y que la calidad de los gobiernos está fuertemente condicionada por la capacidad de participación ciudadana (63). A propósito la encuesta establece que un 60% de los encuestados participa en alguna forma de asociación, porcentaje que es superior al porcentaje de los países estudiados por Almond y Verba en 1963 (64). ¿En este porcentaje mayoritario de participación en alguna forma de asociación, debemos ver, por un lado, la influencia comunitaria, sobre todo andina, y, por el otro, la influencia de la revolución de 1952, que como en toda revolución, activa una participación inusitada de la población en la "fiesta de los oprimidos"? Sea como fuera, tanto Almond como Putnam y Inglehart han insistido en la correlación positiva entre participación y democracia. Más recientemente, Seligson con respecto a Bolivia ha destacado la alta participación en comparación a varios países de América Latina. Bolivia es un país con tendencias fuertemente participativas, hasta el punto de que para muchos sectores de la población la participación es la fuente de legitimidad más apreciada que cualquier otra. Si tomamos otras variables , las que se refieren al sexo y a la variable orientación política son las más significativas, por las diferencias porcentuales. La pertenencia de los hombres a alguna forma de asociación intermedia, el porcentaje es superior en un 12% al de las mujeres. Este hecho confirma lo que se constató en otras encuestas, y es parte de un principio en los estudios sobre el tema: existe una relación positiva entre pertenencia a asociaciones y participación política. Cuanto más de forma de parte de alguna forma de asociación mayor disponibilidad existe para participar. Las diferencias igualmente son significativas por orientación polìtica .Los que se sitúan a la izquierda declaran pertenecer a alguna forma de asociación en un porcentaje del 8% superior a los que se declaran de derecha. La izquierda participativa aún conserva sus hábitos tradicionales y los adquiridos en la revolución de 1952. Ya afirmamos más arriba que la izquierda en Bolivia se define sobre todo por la participación, lo que quiere decir que la participación por sí misma puede ser disfuncional a la democracia o no ser democrática cuando avasalla derechos. El "participacionismo" puede muy bien ser compatible con regímenes autoritarios. Con respecto a la participación, también afloran las tendencias no congruentes, que forman parte de dos mundos. Por un lado, la participación de la mujer es apoyada por un contundente 76% , mientras que los hombres lo hacen con un porcentaje equivalente del 77%. Lo que representa ciertamente una evolución en las mentalidades "machistas" que en el pasado confinaron a las mujeres a las tareas domésticas, y la política no era pensada como propia para ellas. De algún modo, la política en democracia al cambiar los códigos de pensarla y hacerla, la hizo menos "masculina" vinculada con la fuerza y la brutalidad. Pero por el otro, esa mentalidad parece preservarse aún fuertemente, como se evidencia en la respuesta a otra pregunta acerca de si el encuestado preferiría que sus hijos fuesen varones, o mujeres, y la respuesta global es "varones" en un 48%. , mientras que los hombres llegan al 53% , cinco puntos más arriba del promedio. Aquí ciertamente se revela las tradicionales preferencias "machistas" que valorizan más a los hombres que a las mujeres. Además de estas respuestas poco compatibles "no machistas" y "machistas", los datos nos ofrecen otra ruptura: el del mundo político-público con respecto al mundo "privado". En el

primero de ellos, los hombres son más abiertos y "modernos", mientras que en el "privado" son más tradicionalistas, conservadores y cerrados. ¿No es este una buena imagen de muchos hombres públicos? De cualquier manera como estas percepciones son culturales y compartidas, las mujeres también prefieren hijos varones en un 42%, contra un 24% que están a favor de mujeres. Aquí se reproducen los valores dominantes en la sociedad, y que no funcionarían si esos valores no fueran compartidos también por las mujeres, aunque distintamente.

Relación con la política.¿ Despolitización? La relación de la democracia con la política va de suyo. La democracia es un código que entiende y organiza la política de una cierta manera. Ya mencionamos la primera relación de la democracia con la polis, con la civitas, con los asuntos públicos. Sin embargo, en la encuesta los operadores políticos no son vinculados mayoritariamente con el interés general. Sólo el 13% lo hace. Es lo contrario lo que constituye la percepción dominante. La imagen negativa de la política es lapidaria: sólo un 1.4% la considera un actividad honrosa, mientras que más del 70% la vincula con actividades poco honrosas, una de las cuales es la corrupción(42%:). Ni siquiera la lucha por el poder(13%), que es uno de los fundamentos de la actividad política, tiene relevancia. Siendo así las cosas, uno puede preguntarte quienes son los que en tales condiciones podrían dedicarse a la política, cuando esta ha perdido todo su atractivo. ¿Entonces, despolitización?, Es la conclusión facil a la que suele llegarse con cierto apresuramiento. Los datos de la encuesta sin embargo, nos refieren otra realidad, fuera de aquella negativa. Los encuestados mayoritariamente(57%) piensan que la gente debe interesarse en la política; declara que le interesa informarse sobre política en un52% ; que lo hace diariamente en un 38%;y que discute de política con otras personas en un 43%. Es la izquierda más que la derecha y el centro., la que piensa que la gente debe interesarse en la política. El porcentaje está por encima del promedio. Como para levantar el ánimo a la alicaída izquierda partidista o militante. .La izquierda no ha abandonado su tradicional interés por la política, sólo que en este caso, como en otros, es probablemente el sentido de la política lo que ha cambiado, respecto a lo que fue hasta hace algunos años, y que la izquierda partidaria y militante no ha podido descifrar. Los datos que hemos comentado a todo lo largo de este análisis, quizá podrían servirle para hacerse una idea de por donde anda el país, la gente y su potencial electorado. Estos otros indicadores no son precisamente pruebas de la pretendjda despolitización, quizá confundida con despartidización. Estos porcentajes en general no tienen nada que envidiar a los europeos. Al contrario, si tomamos en cuenta los indicadores de politización de la "European Value Systems Study Group, Bolivia se encuentra por encima del promedio europeo (65)." Es decir por un lado, la política es asociada con actividades socialmente no aceptables y por el otro, existe un interés por la política, que parece contradictorio. Pero aquí funcionan también dos registros: la política tal como es , o percibida de esta manera, y la política tal como debería ser. Hay pues todo un espacio para una política distinta. Sólo que esta política distinta no termina de aparecer, entre otras razones porque no se ha reflexionado seriamente sobre ella, y que los intentos de cambiar el "estilo de hacer política" no ha establecido más diferencias que la que podría haber entre una buena persona y una persona buena. En el fondo, la mayor parte de los políticos hacen política con la misma matriz, de la que no pueden desprenderse porque a veces forma parte de su propia piel. Se necesita hacer toda una "revolución" de la política, que la ponga en consonancia con las duras exigencias de la democracia (66) ¿Es aún pertinente la clasificación entre izquierda y derecha?.

A todo lo largo del texto hemos apelado a la variable "orientación política", obtenida por la colocación de los encuestados en la escala horizontal, que partiendo de 1 termina en 10, y donde 1 es la izquierda, diríamos extrema, y que se desplaza hacia el centro hasta llegar al 10, que sería la derecha extrema Los resultados son significativos en varios sentidos. En primer lugar más de dos tercios, exactamente 77% de los encuestados encontraron pertinente definirse políticamente entre izquierda y derecha. Es un porcentaje significativo en una situación en la que suele decirse con insistencia que la división entre derecha e izquierda ya no es pertinente. Para ese 77% tiene su pertinencia, y no encontraron razones para no clasificarse(gráfica 16) Gráfica 16.Datos en porcentajes. Preg.100: En una escala de 1 a 10, donde 1 es la izquierda extrema y 10, es la derecha extrema, Ud. donde se ubicaría?

En segundo lugar, lo que probablemente ha variado para la población es lo que para ella significan ahora izquierda y derecha, que no es lo que presumiblemente significaba hasta hace algunos años. Y es muy dificil que no sea así no sólo después de la caída del "muro" y la implosión de lo que fue la Unión Soviética, sino de la derrota histórica de la izquierda en Bolivia y que fue anterior al muro de Berlín Pero probablemente también la distribución de izquierda y derecha ya no es lineal, en un espacio político multidimensional. Ya no se es de izquierda en todo. Por ej. se puede ser de izquierda en política pero conservador en ecología. La presencia de clivajes irreductibles entre sí ha complicado el posicionamiento político y ha devaluado la linearidad de la clasificación. O dicho de otro modo, hay una brecha entre la demanda política de un electorado potencial de izquierda y la oferta de los partidos de izquierda. Ambas izquierdas estarían en mundos distintos. Además quizá ya no sea pertinente hablar de izquierda sino de izquierdas . A la izquierda militante de falta nuevos mapas cognitivos. En tercer lugar, lo que podríamos calificar de electorados de derecha o de izquierda son casi equivalentes, con una diferencia a favor de la derecha del 3%. De cualquier manera parece haber cuantitativamente más gente que se encuentra en la derecha que en la izquierda, siguiendo en ello la pauta latinoamericana (67).¿ Es la crisis de la izquierda, lo que explicaría esta diferencia?En cuarto lugar, la presencia mayoritaria del centro, del centro izquierda y sobre todo del centro derecha es contundente. Este posicionamiento es equivalente al que registran los que apoyan a la democracia, que se sitúan igualmente en un 61% en el centro, centro derecha y centro izquierda. Todo ello no debería ser una sorpresa entre otras razones, porque la democracia, por efectos mismos del sistema, aproxima a los adversarios. El sistema solo funciona si se equilibra hacia el centro. El centro , que en épocas de polarización política durable es una execración, en democracia se convierte en una virtud y una necesidad sociológica por su efecto equilibrante. El centro hacia los dos lados, como centro derecha y centro izquierda ,gravita y define las elecciones. y los mismos gobiernos gobiernan desde el centro. Ganar las elecciones es ciertamente ganar hacia el centro. Lo que ayuda a explicar que los partidos de izquierda tengan dificultades no sólo de aumentar su caudal electoral sino de ganar las elecciones.

Finalmente, los que no se reconocen en la escala izquierda, centro o derecha, alcanzan al 23.3%, que no deja de ser un porcentaje crecido, si son comparados, por ej. con el 13% en la Unión Europea en 1994. Es decir, en cada elección, este 23% sin identidad política, pueden gravitar decisivamente en el resultado final. ¿Pero cual es el perfil sociológico de este 23%? Los insatisfechos con la democracia. Para concluir, no dejará de tener interés saber cual es el perfil de los que expresan más su insatisfacción con la democracia. En todos los casos, sólo tomaremos en cuenta los porcentajes que estén por encima del promedio del indicador correspondiente. Son los orureños, potosinos, paceños, y cochabambinos, en orden ascendente; los sectores altos y medios; los que tienen entre 21 y 30 años; los que tienen nivel superior de instrucción; y los que se sitúan a la izquierda más que la derecha. Una tal agregación sociodemográfica sólo podría ser explicada coherentemente si suponemos que cada grupo social tiene una razón dominante para evaluar la democracia., dependiendo de lo que más asocie con ella. Pero esta misma agregación abigarrada muestra que el apoyo o no a la democracia, no está vinculado necesariamente a la pobreza, lo que no quiere decir que la pobreza no sea gravitante para un sector importante de la población, en su valoración de la democracia.

La debilidad del civismo y sus ambigüedades. En primer lugar, llama la atención que entre los que no saben lo que podría ser la democracia o no la asocian con nada, el porcentaje del 36% es significativo. El resultado es una idea debil, limitada y a veces confusa de la democracia. Una de las mayores debilidades de la cultura democrática es que no asocian la democracia con el cumplimiento de las reglas ni con el respeto a la autoridad . Como hemos visto el acatamiento a las normas o de manera más general, el sentido del orden, es una condición primaria de la democracia. Esta debilidad se hace patente cuando constatamos que el perfil de los que prefieren la democracia a cualquier otro sistema político, no está asociado positiva y significativamente con la mayor parte de los indicadores de democracia de la encuesta, ni con las variables democráticas corrientemente aceptadas., excepto en algunos rubros. De todos modos entre estos últimos se constata que los que prefieren la democracia son los expresan mayor porcentaje de satisfacción con la democracia, juzgan que en democracia hay más libertad que en cualquier otro régimen político y confian más en la acción de la sociedad que en la del gobierno. Respecto a los valores centrales de la democracia no existe diferencia significativa entre unos y otros. Con respecto al pluralismo, parece ser que se acepta más el hecho de ser un país plural, que el de ser pluralista. Para el caso de nuestro país, el pluralismo debe ser es más que la constatación del hecho plural, debe la conversión del hecho en valor. No se trata sólo de vivir entre distintos sino de convivir entre distintos. El pluralismo (69) implica la tolerancia(70) . La tolerancia en Bolivia es muy baja, y en este sentido debemos decir que la democracia no sólo es el derecho al disenso(pluralismo) sino el reconocimiento de ese derecho. Otras de las debilidades de la idea de democracia se revela en el hecho de que no se asocia tampoco la democracia con la tolerancia. De otra parte, el diálogo deliberativo, como se sabe, es el mejor método democrático para llegar a acuerdos (71) . Sin embargo la demanda por el diálogo, que sale en todas las encuestas, no hay que tomarla al pié de la letra. En los hechos suele ser un medio para compensar una situación de debilidad, que luego se convierte en una figura retórica que disimula el intento de imponerse al otro. Basta observar la forma cómo se desarrollan los conflictos, muy en la lógica de la política del ultimátum, para convencerse de ello.

La violencia es otro de los ejemplos paradigmáticos entre lo que se hace cotidianamente, pero que se desearía que así no fuese. Los partidarios de la democracia no siempre asocian la democracia con la eliminación de la violencia. La paradoja es que más bien pueden apoyar la democracia apoyando al mismo tiempo acciones reñidas con el principio de la democraciaIgualmente debe insistirse en la idea de que no se puede invocar la democracia y ser al mismo tiempo propenso al clientelismo (72), y al prebendalismo. La democracia al no ser simplemente derecho al voto, sino una forma de pensar y hacer las cosas, no es congruente con la cultura patrimonial, que tiende a privatizar lo público (73). En cuanto a derechos y deberes, existen dos déficits. De un lado, el escaso conocimiento de los derechos por parte de la población aunque probablemente menos ahora que antes. Pero del otro lado, existe una fuerte propensión a disociar derechos y deberes. La democracia funciona con ambas. La exigencia de sólo derechos terminan lesionando los derechos de los demás. La exigencia de sólo deberes, convierte al ciudadano en súbdito. El escaso conocimiento de las instituciones y de sus funciones no contribuye a su funcionamiento adecuado, porque les falta el oxígeno de la legitimidad. Saber para qué han sido constituídas, no sólo orienta mejor el juicio sino que contribuye a que los ciudadanos identifiquen mejor los escenarios donde están en juego sus propios derechos, y permite ejercitar mejor su derecho a emitir evaluaciones sobre el rendimiento de cada una de ellas. La participación que es uno de los impulsos más fuertes de la sociedad, puede también ser, y muchos ejemplos lo prueban, fuente de tensionamiento con alta potencialidad para poner en situación crítica a la democracia. Los "participacionistas" o "basistas", apoyan la idea de pasar de la democracia representativa a la democracia participativa. Si fuera sí simplemente nos quedamos sin democracia. De lo que se trata es de hacer funcionar ambas dimensiones, dentro de los marcos democráticos adecuados. Finalmente y ateniéndonos a la misma encuesta, está otro de los hallazgos de doble vía, en lo que se llama el capital social. Si por un lado todo parece ser negativo, y por el otro, todo parece ser abierto para corregir la primera impresión. Aquí también hay que poner en congruencia positiva ambos niveles. Elevar la confianza en los otros , en el país, en lo que se hace, en uno mismo, es vencer las pronunciadas tentaciones pesimistas, y dar el salto a la creencia de que sí puede si se hace algo. Ya hay una base en esa mayoría del 55% que opina que lo que será el país dependerá de lo que nosotros hagamos por él. . Todos estos resultados dejan ver los vacíos e insuficiencias del desarrollo democrático en el país; lo avanzado y lo que falta por recorrer; las fortalezas y las debilidades de la cultura política; y probablemente también las oportunidades, expresadas en la disponibilidad de la gente para seguir avanzando en la construcción de la democracia.

CONCLUSIONES. 1.- La primera conclusión salta a la vista .La preferencia por la democracia y su legitimidad están fuera de toda duda y han crecido en los últimos años del 64% en 1996 al 71% en 1999 La disponibilidad para defender la democracia es la más alta de América Latina. De igual modo, en un período que abarca los años 90, la satisfacción con la democracia no ha decrecido, a pesar de todo lo que pudiera creerse por del entorno económico, de las desigualdades sociales y de la percepción pública dominante acerca de los partidos , de los políticos, y de la corrupción. Con respecto a la encuesta de 1990 (74), parece incluso haber aumentado ligeramente en tres puntos. Esta situación positiva puede también expresarse en un Indice de la democracia (75), que es la resultante de la suma del apoyo y la satisfacción dividido entre dos.. El índice de Bolivia en

1999, que es del 59%,es superior en más de 10 puntos al promedio de América Latina, que es del 48% entre 1996, 1997 y 1998. Bolivia figura en el tercer lugar en una lista de 17 países. 2.-Probablemente dos hechos puedan ayudarnos a explicar este estado de salud de la democracia. De un lado, la democracia institucional desde 1985, ha avanzado con los importantes procesos de reforma en distintas direcciones , a diferencia de otros países cercanos al nuestro donde la parálisis ha creado situaciones de crisis y de quiebra institucional. Esta misma flexibilidad de la democracia ha facilitado la incorporación en su juego, de partidos y grupos sociales organizados, que en uno u otro momento le fueron reacios o francamente hostiles . No tenemos en nuestro país ningún ejemplo de régimen político pasado que haya integrado a tantos actores sociales y políticos a la vez Como se pudo ver en la encuesta, los contestatarios son marginales. 3. De otro lado, probablemente también en el curso de los últimos años, la población ha ido haciéndose una idea más rica y multidimensional de la democracia, con la reivindicación de derechos, antes inexistentes en los hechos y en la conciencia colectiva, que ha contribuido a valorizar la democracia. La democracia es el más importante consenso político positivo logrado en el país. De algún modo, hoy se hace política a partir de la democracia. Como dirían J. Linz, Lipset, y Amy Bunger Pool, en su primera conclusión del análisis del Latinobarómetro, existe una cultura política emergente de apoyo a la democracia, a pesar de los muchos insatisfechos respecto a cómo funciona la democracia (76). Pero en el caso boliviano, existen algunas peculiaridades , como pudimos observar. 4.- Con todo, ya lo hemos visto, ese apoyo a la democracia tiene sus bemoles. Como ya hemos visto en varios ítemes , las opiniones positivas parecen contrastar con las de sentido inverso. La imagen que se puede extraer de la lectura de los datos es más bien de un país de opiniones contrastadas, a veces ambiguas o contradictorias, que p arece funcionar globalmente, por lo menos en estos temas vinculados con la democracia, en dos registros. Uno es el del ser y otro el del deber ser; el de la realidad tal como es, y la realidad tal como se desearía que fuese. En realidad son dos mundos, entre los cuales transitan los bolivianos. Uno es de lo cotidiano, el otro el de los sueños. Entre ambos niveles han ciertamente tensiones, distanciamientos y probablemente también aproximaciones. La cuestión es evitar que entren en conflicto; que uno no tenga nada que ver con el otro, y que, por lo mismo, los ciudadanos no puedan hacer la conjunción entre uno y otro. Hasta hoy, los dos niveles, a pesar de la desincronía, han sido procesos paralelos uno reflejando pálidamente el otro, lo que explica el apoyo a la democracia existente, y al mismo tiempo el porcentaje mucho mayor de los que la prefieren. Ciertamente habrá siempre una distancia entre la democracia ideal y la real, y el desfase es simplemente irreversible., porque se trata de dos formas de realidad, ontológicamente separables. La cuestión es que los puentes entre ambos no se interrumpan, hasta producir ruptura y hundimiento en el vacío. 5. Por otra parte, esta doble relación con la democracia, funciona sobre el fondo de un código no democrático heredado. A este código se han superpuesto demandas democráticas de superficie, que aún no se han convertido en nuevos códigos dominantes de comportamiento. Como hemos constatado, los mismos que apoyan a la democracia realizan acciones no democráticas. Al mismo tiempo que declaran su adhesión a la democracia apoyan acciones no democráticas, como los bloqueos y el clientelismo. No hay diferencia de perfil entre que los que apoyan a la democracia y los que no la apoyan. Así, una ciudadanía democrática más madura debiera ser más tolerante que los otros, pero en la confrontación microanalítica de la encuesta, se encuentra que no hay diferencias. El que afirma su apoyo a la democracia es tan poco tolerante como que el que no la apoya. O dicho de otro modo, tenemos democracia sin demócratas 6.-Estos fenómenos parecen mostrarnos la coexistencia en un mismo individuo de orientaciones democráticas nuevas junto a viejas orientaciones autoritarias o no democráticas. Los dos mundos aquí se juntan y se entremezclan. En este caso, como en el caso anterior, el problema es el de la congruencia.. En el caso anterior la cuestión es evitar que la realidad no se

distancie demasiado de los sueños. En el presente caso, la congruencia consiste en que no se abra demasiado la brecha entre la parte democrática de la personalidad que emerge y la parte autoritaria que queda. Una brecha abultada podría producir una personalidad esquizofrénica. Para evitarla ciertamente la alternativa es desarrollar el nuevo código democrático marginalizando lo que hay de código no democrático. Todo ello, dibuja una ciudadanía democrática trunca, incompleta, insuficiente, reducida muchas veces a una de sus dimensiones (77) . Ciertamente, dada la corta aún experiencia democrática, no debiera esperarse otra cosa. La educación ciudadana es simplemente inexistente. Lo que se ha logrado hasta el presente es por gravitación no buscada, tanto por oposición a un pasado autoritario como por el hecho de que el proceso de democratización existe y tienen sus efectos inductivos en la población. 7.- De lo que se trata es de evitar que los dos mundos se desajusten, y uno parezca ser la negación del otro. Ciertamente sería irrealista pensar que el desarrollo de la cultura democrática va a producir por encantamiento la solución de los problemas que están más allí de lo que ella puede hacer. Lo que aportan en primera instancia los valores democráticos asumidos cada vez más por población, es aumentar la capacidad de defensa de la democracia contra los tensionamientos internos y externos, y a más largo plazo contribuye a la consolidación de la democracia. Es aquí donde la educación cívica tienen espacio y efectos propios. 8.-Una democracia será tanto más resistente cuanto más sus valores esenciales sean también los de la sociedad. Los valores como bienes simbólicos intangibles, tienen sin embargo efectos reales en el comportamiento de las personas. El objetivo de la educación cívica y ciudadana es formar un ciudadano que, como dice tan expresivamente R. Debray, "en un paraje desierto, a las tres de la mañana, sin un solo auto a la vista, se detiene ante un semáforo en rojo" (78) El "civismo" es la virtud del ciudadano (79), y por ello mismo, es parte esencial de esa campaña debe ser una profunda revalorización de la política, hoy bajo sospecha, como espacio de los asuntos y decisiones colectivas (80). Una campaña de educación cívica, apoyada por un 93% de los encuestados, y a más largo plazo, nuevos programas de educación cívica y ciudadana en todos los ciclos de formación, desde la educación básica, deben tender a reforzar los valores democráticos nacientes, contribuyendo a cambiar las viejas mentalidades autoritarias y no democráticas, recuperando debidamente lo que nuestra historia y culturas ofrezcan de apoyos para la difusión y enraizamiento de los valores de la democracia, con el propósito último de convertir la democracia en un hecho cotidiano y de sentido común. Es decir, que el desarrollo de una cultura democrática no sólo debe entenderse como el desarrollo "vertical" de un "Estado de derecho" en su relación con los ciudadanos, sino igualmente, y a más largo plazo más importante, como el desarrollo "horizontal" de una "sociedad de derechos", que rija las relaciones entre ciudadanos.

9.- De cualquier manera, quedará pendiente la capacidad de rendimiento del sistema político, principalmente en la solución de los problemas sociales , y que afecta a la legitimidad de la democracia. Sobre todo en las condiciones actuales, la persistencia de la pobreza y el crecimiento de las desigualdades sociales, pueden tensionar a la democracia, induciendo a la población a movilizaciones de protesta cada vez más inorgánicas con un alto potencial de descontrol y violencia, motivadas por el desencanto, las frustraciones y los comportamientos poco edificantes de las élites dominantes (81). La probabilidad de empezar a resolver estos problemas y el sentimiento colectivo de que se avanza en la correcta dirección, puede vencer el pesimismo de la población y contribuir decididamente a la implantación de una nueva cultura democrática. 10- Sin embargo, el alcance de la cultura democrática va mucho más allí de su funcionalidad y de sostenimiento a la democracia. .Bolivia es pluricultural y multiétnico, como dice la Constitución Política del Estado, lo que plantea problemas de integración nacional, en un país que tiene , fuera de Surinam, el más alto índice de fragmentación etnolinguística de América

Latina,, sólo comparable con el promedio africano (82). Si bien esas diferencias no son divisiones, la tendencia centrífuga no es menos evidente, tanto más sensible que es muy debil el sentimiento nacional. La existencia de varias culturas abre la pregunta de cual es el común denominador de esas culturas para que vivan juntas. La respuesta podría ser que el vínculo de unidad tiene que estar por encima de los particularismos culturales y es aquí donde se inserta la nueva cultura democrática (83) que podría jugar el papel de "cemento" de la sociedad. 11. En lo inmediato, el desafío es, en primer lugar, para que las élites de nuestro país, que por tener posiciones de dominio, deben dar el ejemplo de demostración de que se pueden pensar y hacer las cosas de manera distinta; para los partidos políticos, que la democracia los ha hecho necesarios y que por ello mismo, tienen la obligación de revalorizarse; para los medios, que sólo pueden desarrollarse con las garantías de la democracia; y finalmente para todos, si queremos que la democracia llegue a todos. La democracia no se la fabrica, se la construye diariamente. 12.-Pero más allí del marco inmediato de análisis, los dos mundos aludidos parecen refractar a su modo un profundo dualismo de la sociedad boliviana, pero diferente del dualismo tradicional, estilo siglo XIX. El dualismo del siglo XIX fue dualismo social de una sociedad separada en dos mundos que apenas se tocaban. En uno de los polos del dualismo estaba todo el mundo originario tradicional, y el otro, lo criollo-moderno. Este dualismo social o societal entre tradición y modernidad, que no ha desaparecido del todo hoy día, ha sido sobrepuesto por otro dualismo producido por efectos de la misma modernización,de la revolución del 52 y de la "revolución" de la democracia: el dualismo mental. Es como sí de algún modo los dos mundos se hubieran interpenetrado, sin que uno elimine al otro, del tal modo que cada boliviano es, en distinta proporción , una mezcla de tradición y modernidad. (84) El dualismo social se ha transferido como dualismo mental. Esto es lo que pasa con respecto a la democracia. Por un lado, los mismos que apoyan a la democracia son autoritarios. La encuesta ha probado abundantemente que al mismo tiempo se poseen atributos democráticos y atributos autoritarios. Una suerte de coexistencia a la vez de una personalidad autoritaria junto a otra personalidad democrática. Sólo que a diferencia del anterior dualismo "estructural", en este caso se trata de que los atributos autoritarios o no democráticos, deben ser reducidos en el tiempo, hasta conformar personalidades democráticas congruentes consigo mismas. 13- Finalmente, todo el cuadro trazado nos permite tener una idea lo más cercana posible de la situación de la democracia en Bolivia, que no es lineal ni plana Sin embargo, los cuadros contrastados quizá signifiquen algo más que la relación con la democracia y condensen más bien otras dimensiones de la realidad profunda del país. NOTAS (1) El título de un reciente libro de Marta Irurozqui V. es suficientemente expresivo como para condensar lo que fue toda esta época hasta fines de los años ochenta:"a bala, piedra y palo".La construcción de la ciuaddanía política en Bolivia.1826-1952. Diputación de Sevilla, 2000. (2) Leonardo Morlino define la estabilidad como la previsible capacidad del sistema de durar en el tiempo. Cfr .Norberto Bobbio y Nicola Matteucci: Diccionario de politica, Siglo XXI, México, 1985. (3)Ver Freedom in the world. The Anual Survey of Political Rights and Civil Liberties.1998-1999.En las dos variables, derechos políticos y libertades civiles, Bolivia tiene la mejor puntuación del mundo andino. (4)Consolidada en el sentido de un apoyo durable de la población a los valores que fundan el sistema político. (5) Ver el excelente resumen sobre este tema en: Grupo de Trabajo para el Diálogo Nacional, Propuesta contra la pobreza. Vicepresidencia de la República, La Paz, 1998.

(6) En la encuesta de 1990(Encuestas y Estudios, septiembre de 1990), la expectativa de la población de que la democracia resuelva los problemas del país era muy alta, pues llegaba al 79.2; y los que eran partidarios de un régimen militar con bienestar hacían un preocupante 46%. Los porcentajes ciertamente cambiaron desde entonces pero no desaparecieron. Esta fue la primera encuesta más elaborada en Bolivia sobre cultura política, y fue encargada por el Conrreso Nacional. La coordinación estuvo a cargo de Jorge Lazarte, René A. Mayorga y Carlos Toranzo. (7) Ver La corrupción en Bolivia. Así piensan los bolivianos.Encuestas y Estudios, No.61 agosto de 1999. La sensibilidad ante la corrupción es tan alta que su porcentaje en la encuesta de hogares llega al 52%, pero aumenta al 78& cuando los que responden son los líderes de opinión. (8) J.A.Schumpeter :Capitalismo, socialismo y democracia. Aguilar, México, 1952, p.358. (9) Amartya Sen en un texto reciente ha replanteado en sus justos términos la relación entre el cómo y el qué.Ver A. Sen:A importancia da democracia, en Desenvolvimento como libertade.,Ed..Schmarcz, Sao Paolo,2000. (10) Ver Norberto Bobbio, Democracia, in Norberto Bobbio:el filósofo y la política. José Fernández S.(comp). F.C.E., México, 1996. (11) Existe una amplia bibliografía sobre la democracia, sobre todo la publicada en los últimos años. Entre otros , pueden citarse:Norberto Bobbio, El futuro de la democracia, F.C.E.Néxico, 1989; Robert Dahl:La democracia y sus críticos, Paidós, Buenos Aires, 1991; Samuel Huntigton:La tercera ola, Paidós, Buenos Aires, 1994; Varios:La democratización y sus límites, en La política, No. 2, Paidós, Buenos Aires, 1992; Giovani Sartori:Teoría de la democracia, 2 vol.Alianza Editorial, Madrid, 1988; Varios: Situations de la dëmocratie, Gallimard-Le Seuil, Paris, 1993; Adam Przeworky:Democracia y mercado, Cambridge University Press, 1995. (12) Gabriel A. Almond y Sidney Verba:La Cultura Cívica. Euramérica, Madrid, 1970. (13) Ronald Inglehart:La transition culturelle dans les sociëtes industrielles avancëes.Economica, Pris, 1993(14) Para no citar sino un ejemplo muy llamativo: en el XVII Congreso Latonoamericano de Soiología de fines de diciembre de 1988., no hubo ni una sola ponencia que tenga alguna relación con la cultura política. (15) Jorge Lazarte R.:Cultura política, democracia e inestabilidad, (1985)., in Historia y evolución del movimiento popular. CERES, Cochabamba, 1986.. (16) HCF.Mansilla:La cultura del autoritarismo ante los desafíos del presenyte.. CEBEM, Cochabamba, 1991. (17) Gonzalo Rojas y Luis Verdesoto:La participación popular como reforma de la política. Secretaría de Participación Popular, La Paz, 1997. (18) Ver por ej. Desarrolllo Humano en Bolivia 1998,, Cap. IV:Superar el clientelismo y ampliar la cultura institucional,.PNUD La Paz. La coordinación estuvo a cargo de Fernando Calderón y Carlos Toranzo.. (19) Mitchell Seligson:La cultura Política de la Democracia en Bolivia:1998. A.I.D. La Paz, 1999. (20) El hecho de que los laimes y los cacachacas, comunidades originarias de Potosí y Oruro, reaccionen con violencia "vengadora" a sus conflictos, y no de otra manera, es una cuestión cultural. Està en sus sietmas de valoración y percepciòn el que interpreten un diferendo de linderos, en clave de violencia. (21) Clifford Geertz:La interpretación de las culturas.Gedisa, Barcelona,1989, p.262. (22) idem. (23) Ronald Inglehart:Modernización y posmodernización.El cambio cultural, económico y político en 43 sociedades.CIS.Siglo XXI, Madrid, 1999, p.287. (24)"La cultura política (nos)informa sobre los conocimientos, sentimientos y valoraciones de una población resoecto a los objetos polìticos". ob.cit. p.30.

(25) Bertrand Badie:Culture et politique. Economica, Paris, 1986, p.16 y passim. (26) Almond y Verba, op.cit.p.555. (27) R.Inglehart, Modernización y posmodernización. Op.cit., p.215 (28) idem p..216 (29) David Easton: Analyse du Système Politique. A.Colin, Paris, 1974, p.300. (30)Para un enfoque del conflicto como comportamiento cultural, ver Marc Howard R.:La cultura del conflicto.Paidós, Barcelona, 1993. (31)Robert Dahl:La democracia, Taurus,Buenos aires, 1999, p.177 y ss. (32) Samuel Huntington:La tercera ola.La democratización a finales del siglo XX. Paidós, Buenos Aires, 1994, p.232 y ss. (33)Seymour M.Lipset:La centralidad de la cultura Política, in Larry Diamond y Marc Plattner(comp.),El resurgimiento global de la democracia. UNAM. México, 1996. (34) The Wall Street Journal, 1999. (35)Aún después de la guerra, en 1951 sólo el 7% expresaba su apoyo a la República del Weimar, lo que quizá contribuye a explicar que el régimen democrático colapsara con el voto mayoritario a favor de los partiidos "antisistema".Ver Guy Hermet:Sociologie de la construction dëmocratique. Economica, Paris, 1986,p.74. (36)En la encuesta se ha preguntado a los encuestados que se sitúen en una escala de 1 a 10, donde 1 es la izquierda y 10 la derecha, y los puntos intermedios están entre ambos extremos. (37)Ver su Discurso sobre la Constitución de Bolivia. (38) Encuestas y Estudios.octubre de 1991. El porcentaje a favor de la "libertad" como lo más valioso de la democracia es del 42%. (39)A este propósito puede ser muy ilustrativo recordar una anécdota de un juez en EE..UU. que atendiendo un caso de violencia ocasionado por un ciudadano americano que le propinó un golpe a otro ciudadano, que sangraba por la nariz. El agresor alegó que había hecho uso de su libertad para mover sus brazos. El juez le replicó diciendo que su libertad terminaba en la nariz del otro. (40) Sobre lo específico verIsaiah Berlin:Dos conceptos de libertad en, Cuatro ensayos sobre la libertad. Alianza Editorial, Madrid, 1988. (41)Amartya Sen:Desenvolvimento como liberdade.Companhia Das Letras, Sao Paulo, 2000. (42)ILDIS: Democracia y sistema político. Encuestas y Estudios, 1992. En esta encuesta el "sí" es del 55%, y el "no" del 43%. (43) Para el caso chileno y la adopción de una estrategia basada en la aversión al riesgo, ver Javier Santiso:Thëorie des choix rationnels et temporalitës des trasitions Démocratiques, en L'Année sociologique, PUF. Paris, Vol.47. No.2, 1997 (44)Jacques Lagroye:Sociología Política, F.C.E., Buenos Aires, 1994, p.172 y ss.; Jean-Daniel Reynaud:Les rêgles du jeu. Colin,Paris, 1997. (45)Ver entre otros, Giovanni Sartori:Los fundamentos del pluralismo, en La Politica, Barcelona, 1996; Michel Walzer: Tratado sobre la tolerancia, Paidós, Barcelona, 1998.

No. 1,

Paidós,

(46) En la encuesta se han reproducido las preguntas tal como fueron formuladas por el profesor Seligson, aunque nosostros haríamos cambiado su forma para que adquieran un sabor más de lo "nuezstro".

(47) El resultado coincide con los resultantes de una encuesta europea sobre el sistema de valores, hecha en 1981, y comentada por Jean Stoetzel:les valeurs du temps présent;une enquête européenne. PUF. Paris,1983, p.51. (48) Albert Camus planteó el tema aunque no con relación explícita con la democracia pero sí con la violencia y sus límites. Ver A. Camus:El mito de Sísifo. El hombre Rebelde.Losada, Buenos Aires, 1967, p.367. (49)A propósito el texto ya clásico de Marshall sobre los tres tipos de ciudadananía y su encadenamiento histórico. Ver T.H.Marshall: Ciudadanía y clase social, en Marshall y Bottomore: Ciudadanía y clase social. Alianza Editorial ,Madrid, 1998. (50)Robert Putnam:La tradizione civica nelle regioni italiane. Mondadori, Milano, 1997 (51)Almond y Verba: La Cultura Cívica,Op.cit. p.305 y ss. (52)Inglehart: La transition Culturelle, Op.cit.p.39 y ss. (53)Inglehart: Modernización y posmodernización, op. cit.p. 249 y ss. (54)"Por capital social entendemos que la confianza (es) la norma que regula la convivencia social".Ver Putnam, La tradizione civica,op.cit. p.196. (55)Con fines comparativos, podemos decir que en el Latinobarómetro 1999-2000, el porcentaje de confianza interpersonal en Bolivia para el año 1998 es del 21%, que es el promedio latinoamericano y es ciertamente bajo, en comparación con el Eurobarómetro, que es del 60%. (56)Jon Elster:El Cemento de la sociedad.Gedisa. Barcelona, 1991, p.286. (57)En este sentido la confianza es reductor de complejidad Ver Niklas Luhmann:Confianza. Universidad Iberoamericana, México, 1996, p.39. (58)Según Putman, el capital social abre las puertas de la democracia. Ver La tradizione civica, Op.cit. p.218 (59)Inglehart,Modernizaciión y posmodernización, op.cit.p.232 y ss. (60) Ver Jorge Lazarte R.Partidos políticos, lo que se hizo lo que falta por hacer en Los partidos políticos ante la ley de partidos. Opiniones y análisis, Fundemos, Fundación H.Seidel, La Paz, 1888, No.47 (61)"Encuetas y Estudios", septiembre de 1990. (62)Alain Touraine:América latina.Política y Sociedad.Espasa Calpe, Madrid, 1989, p.138. (63) Un informe reciente ha establecido una correlación positiva entre las dos variables. Ver: Banco Interamericano de Desarrollo, Desarrollo, más allá de la economía.Informe 2000, p.205 y ss. (64) G.Alomnd y S. Verba:La cultura Cívica, op. cit p.343. Los porcentajes son: Estados unidos 57%; Gran Bretaña 47%;Alemania 44%; Italia 29%, y México 25%.. (65) Pierre Bréchon: Les Europëens et la politique, valeurs des Europëens.No. 200.Paris, 1995, p. 65.

in Futuribles.Analyse et prospective:L'ëvolution des

(66)Gianfranco Pasquino: La democracia exigente. Buenos Aires, 1997 (67) Ver. Espejo de las Américas, The Wall Stret Journal, 1999. (68) Pierre Bréchon et Bruno Cautrês(sous la direction de):Les enquêtes eurobaromêtres.Analyse comparëe des donnëes socio-politiques. L'Harmattan, Paris, 1998, p. 254. (69)El lugar central del pluralismo en la democracia ha sido destacado por G. Sartori al decir al decir que constituye una verdadera "concepción del mundo": ver en Partidos y sistemas de partidos. Alianza Editorial, Madrid, 1987, p.37

(70) Entre varios estudios, mencionamos uno reciente de Michel Walzer:Tratasdo sobre la tolerencia, Paidós, Barcelona, 1998, en el que afirma que tolerar y ser tolerado es tarea de ciudadanos democráticos, p. 15 (71) Jürgen Habermas:Facticidad y validez. Cap- VII, Política deliberativa:un concepto procedimental de la democracia.De. TrottaValladolid, 1998. (72) Acerca del tema puede consultarse un estudio muy conocido de Jean-François Medard :Le rapport de clientêle, en Revue Française de Science Politique, No. 26,1976. (73) Un artículo extremadamente ilustrativo del patromonialismo como apropiación privada de lo público, del cual el clientelismo es una de sus formas, es el de Guillermo O'Doneell Privatización de lo público en Brasil: microescenas. Nueva Sociedad, Caracas, 1989, No. 104. (74) Ver "Encuesta y Estudios", septiembre de 1990. (75) Para los datos comparativos, ver "Latinobarómetro"1999-2000. No medimos otros dos indicadores de apoyo neto y legimitidad neta, que también se encuentran el la misma encuesta porque el procedimiento de cálculo no parece ser el adecuado en vista de los resultados comparatiivos poco creíbles entre América Latina y Europa. (76) Juan Linz, Seymour M.Lipset,y Amy Bunger:Condiciones sociales para la democracia:Análisis de la Encuesta de Latino Barómetro, in Gobernabilidad y desarrollo democrático en América Latina y el Caribe. (77) Para una discusión sobre la idea de ciudadanía, puede verse en R.Dahrendorf y al: Ciudadanía.El debate contemporáneo. La Política, octubre, No. 3, Paidós Barcelona , 1997.Igualmente ver :Soledad García y Steven Lukes(comp.)Ciudadanía:justicia social, identidad y participación. Siglo XXI, Madrid, 1999. Este último texto destaca el carácter multidimensional de la ciudadanía democrática. (78) Regis Debray:La Rep{ublica explicada a mi hija. F.C.E.Buenos Aires, 1998,p.48. (79) Entrevista con Pierre Legendre, en Le Monde de L'ËDUCATION.. CIVISME.. Décembre, 1997, No. 254, p.35. (80) La "crisis de la política" ha promovido reflexiones importantes sobre el sentido de la política. Una de las últimas de gran densidad sobre los efectos de las "revoluciones invisibles" en la política, es el texto de Rierre Rosanvallon: Les utopies régressives de la démocracie, en France:les révolutions invisibles. Calmann-lévy, Paris, 1998. (81) Esto es lo que precisamente ocurrió en los acontecimientos de abril, que fueron el escenario de la "rebelión de la cólera" de una población que llegó al límite de su paciencia y puso en jaque al gobierno y despertó todos los demonios no democráticos. Al gobierno no le sirvió el estado de sitio para recuperara la autoridad perdida y tuvo que ceder casi en todo para salir del conflicto. (82) Banco Interamericano de Desarrollo(BID.):Desarrollo.Más allá de la economía.Informe 2000.p.209. (83) Jûrgen Habermas pone especialmente énfasis en la "cultura política común" en sociedades multiculturales, que impida su fragmentación. Ver, Habermas La inclusión del otro, Paidós, Barcelona, 1999, pp.124-125. (84)Véase en la misma dirección Fernando Calderón y modernidad.Sociedad y cambios en Bolivia. Milenio, La Paz, 1994

Roberrto

* Vocal de la Corte Nacional Electoral de la Republica de Bolívia.

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