ENTRE EL MAR Y LA TIERRA. LOS PESCADORES ARTESANALES CANARIOS

ENTRE EL MAR Y LA TIERRA. LOS PESCADORES ARTESANALES CANARIOS A mi padre AGRADECIMIENTOS Muchos ratos he convivido con los pescadores de Agaete, S

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ENTRE EL MAR Y LA TIERRA. LOS PESCADORES ARTESANALES CANARIOS

A mi padre

AGRADECIMIENTOS Muchos ratos he convivido con los pescadores de Agaete, San Miguel de Tajao y El Pris, saliendo a la mar, tomando café en sus casas o compartiendo los momentos festivos. Los recuerdos del trabajo de campo se han convertido en inolvidables y quedan las bases de muchas amistades perdurables. A todos ellos y a sus familias mi más sincera gratitud, en especial a Matías Armas Álamo, a Juan Ramos Tacoronte, a Juan de Todos, a Manuel Chico, a Juanito el Inglés, a Pedro el Grande, a José Romero Sánchez, a Domingo el Garrafón, a Guillermo el Macho, a Diego García Díaz, a Miguel Angel García Toledo, a Domingo y Antonio García Díaz, a Domingo y Manuel Díaz González. Muchas otras personas han sabido también escucharme, responder a mis cuestiones, a mis dudas sobre la vida cotidiana, las formas de pesca o la historia de estas comunidades. A todos estos amigos, de nuevo, mi aprecio y agradecimiento. Estoy también en deuda con mis compañeros del Museo Etnográfico y del Laboratorio de Antropología Social, con Pedro Díaz, Rafael González Antón, José Juan Jiménez, Agustín Santana y Antonio Tejera. Igualmente he de reconocer el soporte de amigos como Agustí Andreu i Tomás, Juan José Bacallado, Alberto Brito, Jaime Delgado, Alvaro Díaz, Antonio M. Macías, Álvaro de Mello e Sousa, Antonio Suárez, Manolo Torres Stinga y Jesús Triana. Ha sido inestimable la ayuda de Alberto Galván Tudela, que, primero con su amistad, luego con su docencia y pertinente crítica, ha impulsado este trabajo. No sé si he sabido recoger sus enseñanzas ni en qué medida este texto es su reflejo. A Beatriz Triana, y también a mis padres, no puedo por menos de agradecerles su apoyo y la ayuda prestada en los momentos difíciles. Nuestro estudio contó con la ayuda financiera de diversas instituciones. En primer lugar trabajamos dentro de un proyecto de investigación dirigido por el Dr. Alberto Galván Tudela y subvencionado por la Dirección General de Universidades del Gobierno Canario con el título: Carta etnográfica de la pesca en Canarias (Tenerife, El Hierro, Gran Canaria y La Gomera): tecnología y cambio socioeconómico en la pesca artesanal canaria (1983-5). La labor se continuaría a través de dos proyectos dirigidos por el autor y subvencionados por la Dirección General de Cultura del Gobierno Canario. Específicamente, durante el año 1988: La pesca artesanal en Canarias: carta etnográfica y cultura material, y durante el bienio 1989-90: La pesca artesanal (carta etnográfica y cultura material): hacia un proyecto de musealización. También me considero en deuda con el Museo Arqueológico y Etnográfico del Cabildo de Tenerife, con el Laboratorio de Antropología Social y con el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, ambos de la Universidad de La Laguna, por su apoyo durante la investigación. No es menor el agradecimiento para con el Ministerio de Cultura, que posibilita la publicación de este trabajo a través de la concesión del Premio Marqués de Lozoya 1989.

ÍNDICE

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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I.- TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES . . . . . . . 1.- UBICACIÓN, PLATAFORMA Y MERCADOS: TRES CONSTRICCIONES ECOLÓGICAS . . . . . . . . . . 2.- DE LA MEMORIA ORAL A LA PEQUEÑA HISTORIA 2.1.- Un barrio de pescadores en una villa con historia; dos poblaciones recientes en nuevos territorios . . . . . 2.2.- Pescadores, marineros y labradores . . . . . . . . . . . . . 3.- TRES POBLACIONES DE PESCADORES: EVOLUCIÓN Y ESTRUCTURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.- La movilidad poblacional como constante histórica en la comarca del noroeste de Gran Canaria . . . . . . . 3.2.- Evolución de la población de pescadores y marineros de Agaete y el Puerto de las Nieves . . . . . . . . . . . . 3.3.- El Puerto de las Nieves: entre la pesca y el sector terciario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.4.- San Miguel de Tajao y El Pris: dos poblaciones recientes, una en expansión y otra estabilizada . . . . .

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II.- ESPACIOS, INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIAL 1.- EL MUNDO DEL BARCO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1.- Mar de fondo y fuertes vientos: la ayuda en el mar y el trabajo en tierra como estrategias adaptativas . . . 1.2.- Padres-patrones, mandadores del chinchorro y dos patrones en un barco: comunicación y autoridad . . . . 1.3.- De los oficios que no se aprenden en la escuela al mito del patrón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.- EL MUNDO EN TIERRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.- Pescadores y veraneantes: las dos caras de los pueblos costeros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.- La casa como unidad doméstica, económica y social . 2.3.- Espacios públicos, espacios privados: de la cocina al bar, del mentidero a la playa . . . . . . . . . . . 2.4.- La fiesta patronal: espacios que se juntan, ritmos sociales que se alteran . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.5.- Poder y autoridad: del machismo a la subordinación económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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III.- TECNOLOGÍA, CAPITAL, ESTRATEGIAS PRODUCTIVAS Y TERRITORIALIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.- CAMBIOS TECNOLÓGICOS Y PROCESOS DE CAPITALIZACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1.- De los chinchorros a las nasas grandes (Agaete): artes en competencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2.- Del anzuelo al trasmallo (El Pris): una alternativa a la estacionalidad de las capturas . . . . . . . 1.3.- De la pesca de fondo a la revolución de los túnidos (San Miguel de Tajao) . . . . . . . . . . . . . . . 1.4.- Del remo y la vela al motor y el barco cabinado . . . . . 1.5.- Las formas de capitalización y de inversión en la pesca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.- INTENSIFICACIÓN Y DIVERSIFICACIÓN: DOS ESTRATEGIAS PRODUCTIVAS . . . . . . . . . . . . . 2.1.- El análisis de las estrategias y los procesos adaptativos en el estudio del cambio tecnológico 2.2.- Hacia una generalización empírica de las estrategias productivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3.- Nasas y túnidos. La intensificación de la pesca “de fondo” y “de aire”: Las Nieves . 2.4.- De los túnidos a la pesca de fondo y los trabajos en tierra: San Miguel de Tajao . . 2.5.- Del trasmallo al anzuelo: El Pris . . . . . . . . . . .

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3.- LOS PROCESOS DE APROPIACIÓN DEL MEDIO MARINO INSULAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.- La mar es de todos: de la historia de un mito a la tragedia de lo comunal . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2.- El secreto, una forma de territorialidad . . . . . . . . . . 3.3.- Nasas que desaparecen y técnicas enfrentadas: la competencia ecológica en el seno de las comunidades 3.4.- La guerra del trasmallo: un problema de competencia ecológica entre comunidades . . . . . . . .

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IV.- TRIPULACIONES, SOLDADAS Y COMERCIALIZACIÓN . . 1.- EL PARENTESCO COMO FORMA DE RECLUTAMIENTO EN LA PESCA ARTESANAL CANARIA . . . . . . . . . . . . . 2.- LA PESCA ARTESANAL Y EL SISTEMA A LA PARTE . . 2.1.- Pesca artesanal y relaciones sociales de producción: la distribución de la soldada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.- El carácter dual del sistema a la parte: medios de producción y trabajo a destajo . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3.- De la familia a la empresa: modernización, capitalización y relaciones sociales de producción . . . . . 3.- LOS PATRONES DE COMERCIALIZACIÓN EN TRES COMUNIDADES PESQUERAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.- Del capital y la comercialización en la pesca artesanal e industrial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2.- Las estrategias domésticas de la circulación del producto: de la venta directa a los intermediarios . . . . . a).- Las burriqueras de antaño en Agaete . . . . . . . . . . . b).- Tajao y El Pris: el caminar de las mujeres . . . . . . . c).- La situación actual: vendedoras, bares, intermediarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.- Las cofradías y su papel en la comercialización del producto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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APÉNDICE: LAS TÉCNICAS DE TÉCNICAS PASIVAS . . . . . . El tambor . . . . . . . . . . . . La nasa . . . . . . . . . . . . . . El trasmallo . . . . . . . . . . . El palangre . . . . . . . . . . . TÉCNICAS ACTIVAS . . . . . La caña . . . . . . . . . . . . . . La liña . . . . . . . . . . . . . .

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La potera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La gueldera o pandorga . . . . . . . . . . . . . . . El chinchorro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La traíña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La salemera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La pesca de los túnidos . . . . . . . . . . . . . . . GLOSARIO: NAVEGANDO EN LAS VOCES DE LOS PESCADORES . . . . . . . . . . . . . . . . NOMBRES COMUNES Y CIENTÍFICOS DE ESPECIES MARINAS . . . . . . . . . . . . . . .

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BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PRÓLOGO

Pro-logar, hablar en favor de un libro como éste, constituye para mí toda una satisfacción, porque se trata de la densa síntesis de una investigación emprendida allá por 1980 en el marco del Laboratorio de Antropología Social de la Universidad de La Laguna, empeñado en dar a los pescadores como unidad de estudio la misma categoría que a los campesinos, a los que durante años se les otorgó primordial preferencia en las ciencias sociales. El grupo canario de Antropología Marítima ha alentado simposios e, incluso, dirigido investigaciones de campo en otras regiones y nacionalidades del Estado. En este contexto, aunque la presente monografía no es la primera en publicarse, confío en que ocupará un puesto notable en la bibliografía española que estudia la pesca artesanal desde una perspectiva antropológica. Sale a la luz gracias a la obtención del más importante premio del Estado Español sobre investigación en antropología, concedido por el Ministerio de Cultura, entidad que apoyó éste y otros trabajos realizados por nuestro grupo desde sus comienzos. Desgraciadamente, las instituciones locales canarias no han mostrado la misma sensibilidad, pues mientras la Consejería de Educación del Gobierno Autónomo los financió en parte, la de Agricultura y Pesca ha ignorado sistemáticamente la labor desarrollada por las ciencias sociales sobre este campo. Quizás el presente trabajo ayude a comprender de una vez por todas que, a pesar del desarrollo tecnológico, “los barcos no pescan, los pescadores sí”.

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JOSE ALBERTO GALVÁN TUDELA

Confeccionar este prólogo es algo así, para mí al menos, como recordar la “pequeña historia” de algunos antropólogos canarios que estudian esa fracción de la población, a menudo olvidada, por considerarla insignificante en el marco más amplio de la economía canaria, ayer centrada en la agricultura, hoy en el turismo. José Pascual forma parte de una segunda, escasa en número pero selecta, generación de antropólogos canarios, caracterizada por una densa investigación empírica y por una no menor atención a las cuestiones teóricas. En este trabajo se respira la brisa marina, se huele a “marisco” y se oyen constantemente las voces de los pescadores isleños, hombres de la mar, viejos y jóvenes marcados por el salitre, el esfuerzo y la lucha contra la incertidumbre. También están presentes las mujeres, jornaleras del tomate, trabajadoras domésticas, vendedoras de pescado, y las gangocheras o las burriqueras. Todas se dan cita en el marco de la circulación de los productos del mar o en las estrategias familiares de obtención de ingresos complementarios. Se trata de una investigación de campo directa, repleta de ratos de conversación, de silencios, de escucha interesada, de admiración, tejida en casas, en bares, en la playa, a bordo de barcas y falúas. El autor ha pasado largas horas en tierra, participado en las tareas cotidianas, observado las jornadas de pesca con trasmallos, chinchorros, nasas, liñas, bambas o plumas. Miradas tendidas a la costa en busca de las marcas en tierra, expresiones, tensiones, secretos, ayuda mutua y rivalidad social aparecen plasmadas en este volumen con fuerza inusitada. Estamos, pues, ante una investigación cuyas páginas respiran un denso, largo y detenido trabajo de campo. Pero si todo ello caracteriza a un gran trabajo antropológico, José Pascual también acerca al lector al análisis comparativo más amplio, tanto desde una perspectiva empírica como teórica. Exigencia analítica que explica, a pesar de haber reducido su tesis doctoral a un tercio, la existencia de continuas referencias a investigaciones realizadas en otras partes del mundo, donde existen similares o dispares situaciones entre pescadores, o lo que es más reiterativo, una constante contextualización de la investigación empírica en los problemas teóricos y en las teorías de alcance medio de la ecología procesual y el marxismo. En este sentido, se trata, sin duda, de la primera monografía en todo el Estado sobre Antropología de la Pesca. Tal perspectiva, utilizada por el autor, no sólo abre el campo de visión de los investigadores canarios, sino que posibilita la elaboración de una teoría sobre la pesca en Canarias, que tenga en cuenta la complejidad insular, las similitudes y las diferencias, en respuesta a constricciones ambientales en unos casos, o como estrategias adaptativas en otros. El lector tiene en su mano, a través de esta primera monografía canaria sobre el tema, la posibilidad de acercarse a un sector desconocido,

PRÓLOGO

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de oírlo a través de la voz de los protagonistas, de leerlo a través de la mirada de un antropólogo. Conocerá muchas cosas sobre “un oficio que no se aprende en la escuela”, que se ha convertido en una profesión cada vez más especializada, pero donde la incertidumbre quizás nunca pueda ser domesticada. Se adentrará en los saberes de los pescadores artesanales canarios, y comprenderá por qué, al menos algunos isleños, no han estado nunca de espaldas a la mar y no la han percibido como una frontera.

Puerto del Carmen (Lanzarote), verano de 1991 José Alberto Galván Tudela.

INTRODUCCIÓN

Las comunidades aborígenes de nuestro Archipiélago desplegaron una actividad pesquera de límites imprecisos en los mares interinsulares. A partir del siglo XVI, la colonización europea intensificó esta labor, así como la que venían desarrollando los marinos andaluces en la costa occidental africana. La historia de esta doble actividad pesquera no se conoce aún con detalle, pero los cortos testimonios disponibles sugieren que el pescado procedente de ambos caladeros constituía el principal aporte proteínico de nuestra población. La riqueza del banco pesquero sahariano y la demanda de los mercados coloniales estimularon los primeros intentos de industrialización en el siglo XIX, concretados en el primer tercio de la presente centuria. El proceso extractivo e industrializador se intensificó a partir de 1940, con la incorporación poco después de 1960 de nuevos intereses en este caladero. Esta breve y, por supuesto, matizable síntesis histórica, explica que esta actividad haya sido objeto de numerosos trabajos, en los que podemos aislar dos enfoques. En una primera etapa predominaron los estudios tendentes a demostrar la riqueza pesquera del banco sahariano y su rentabilidad, que estaba siendo desaprovechada (estudios económicos y administrativos)1, a me-

1 Son clásicos los trabajos de Berthelot (1840), de Barker Webb y Berthelot (1836-1850), de Lallemand (1892), de Glas (1764), de Stassano (1890-91), etc. También autores españoles se ocuparon de esta problemática. Valgan como muestra los trabajos de Puente y Olea (1885), Pérez del Toro (1881; 1892) y Rodríguez Santamaría (1923).

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nudo realizados con escaso conocimiento sobre el terreno e intentando trasplantar formas de pesca y de procesado del pescado propias de otras latitudes. Este planteamiento sería sustituido más tarde por una mayor preocupación por los estudios de biología marina. Entre los trabajos realizados desde esta segunda perspectiva destaca la obra de Carmelo García Cabrera que, en cierta medida, combina ambos enfoques con un conocimiento profundo de la realidad pesquera de Canarias. Por otra parte, la pesca artesanal, que se realizaba en las costas de las Islas en pequeños barquillos cuya tripulación solía oscilar entre dos y cinco personas, que a remo o con vela latina surcaban nuestras aguas, apenas ha recibido atención. Las escasas posibilidades de industrialización que presentaba en comparación con el vecino caladero africano provocaron su olvido, a pesar de proveer el sustento para muchos canarios. Precisamente es tal vacío el que nosotros intentamos llenar con este trabajo, y con otros emprendidos dentro del Departamento de Antropología de la Universidad de La Laguna y del Museo Etnográfico del Cabildo de Tenerife a partir de 19802. Nunca antes habían sido estudiados sistemáticamente los aspectos sociales y las formas de adaptación de los pescadores artesanales en las Islas. En concreto, nosotros estudiaremos tres poblaciones pesqueras: San Miguel de Tajao y El Pris en Tenerife, y el Puerto de las Nieves en Gran Canaria. Hemos optado por incluir varias poblaciones ya que nuestra preocupación, desde hace años, se ha centrado en aquellas cuestiones que la monografía tradicional de corte funcionalista habitualmente dejaba de lado: procesos de cambio social, de transformación tecnológica y económica, de desequilibrio ecológico, etc. Creemos que tales problemas se estudian de una manera más fructífera mediante el análisis comparativo y diacrónico, de ahí la elección de tres unidades de observación con características diversas, según revelan rasgos como la morfología de la flota, las técnicas de pesca, las variaciones en las relaciones sociales de producción, o el papel del parentesco. Se trata de elementos diferenciadores estrechamente enlazados a los problemas de la adaptación y el cambio, cuya explicación exige trabajar con herramientas analíticas que permitan examinar los procesos adaptativos de las poblaciones de pescadores y plasmar los aspectos que condicionan la evolución y el cambio, entre los que destacan las estrategias de los productores directos.

2 Entre los componentes de este grupo de investigación, en diferentes momentos, podemos citar a los siguientes, por orden alfabético del primer apellido: Víctor Cano Fernández, Pedro Díaz Rodríguez, Alberto Galván Tudela, Ciro Mesa Moreno, José Pascual Fernández, Jorge Pérez Artiles, Jesús Pérez Sosa y Agustín Santana Talavera. Las publicaciones de cada uno se pueden contemplar en la bibliografía final. El director de casi todos estos trabajos ha sido el Dr. Alberto Galván Tudela.

INTRODUCCIÓN

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La perspectiva que evalúa el comportamiento de las poblaciones en el medio, su impacto sobre éste y las posibilidades o limitaciones ofrecidas por el entorno en el plano económico o en cualquier otro, ha de ser complementada con otra que ponga más el acento en las estrategias variables de los individuos o pequeños grupos. Es decir, nuestro estudio abordará el análisis de dos grandes intentos de adaptación al medio social y natural, cuyos protagonistas son las poblaciónes de pescadores y las unidades productivas. Dos perspectivas diferentes en el examen de una misma máquina real (Ashby 1952: 29-30), los pueblos de pescadores, presentes ante nuestros ojos en toda su complejidad interna y en sus relaciones con el exterior. Este trabajo combina conceptualizaciones características del marxismo, de la ecología de sistemas y de la ecología procesual o people ecology3. Estas son herramientas fundamentales para el análisis del problema central que orienta la línea de investigación que hemos desarrollado hasta ahora: la transformación del sector pesquero artesanal en Canarias. En el capítulo I comenzamos con el trabajo empírico sobre las comunidades que hemos elegido, analizando algunos de los condicionantes más generales. La profundidad histórica de las tres unidades de estudio es muy diferente; si Agaete surgió con la conquista, y la pesca en esta población agrícola posee una gran tradición, San Miguel de Tajao y El Pris tienen un nacimiento reciente, enlazado al tráfico de cabotaje y con asentamientos agrícolas cercanos. Agricultura, transporte marítimo y turismo son subsectores económicos que han incidido a lo largo de este siglo en el desarrollo de las comunidades de manera variable. Abordamos también el papel de algunos condicionantes ecológicos fundamentales. El número de días que el tiempo permite faenar durante el año marcará las características de la actividad de los pescadores, el esfuerzo que han de desarrollar durante las bonanzas y la rentabilidad de su dedicación. La plataforma submarina —su extensión y morfología— condiciona el tipo de artes que se pueden utilizar (p. ejem. nasas grandes), y en cierta forma el volumen de capturas posible sobre especies demersales. Por último, la mayor o menor frecuencia con que las especies pelágicas aparecen por los territorios de cada comunidad o sus cercanías, favorecerá el desarrollo de estos tipos de pesca, que han tenido gran importancia económica. Pretendemos mostrar en qué medida inciden

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El término “people ecology” implica que debemos dejar abierta la cuestión de si los individuos, grupos organizados, poblaciones, ecosistemas, u otras entidades son unidades de adaptación significativas (...) Las estrategias adaptativas de los organismos enfrentados con medioambientes cambiantes y problemáticos pueden ser un fructífero punto de partida en este enfoque. (McCay 1978: 403). Esta cita ha sido traducida del inglés por el autor, al igual que muchas otras a lo largo del texto. Todas las que correspondan a títulos que en la bibliografía se encuentren en otro idioma han recibido el mismo tratamiento.

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en la morfología y evolución de las poblaciones pesqueras variables tales como la existencia o no de un refugio seguro para las embarcaciones, la mano de obra disponible y la presencia de mercados cercanos capaces de absorber el producto obtenido. Tras presentar el marco ecológico, demográfico e histórico de las comunidades, nuestro trabajo pasa a describir una esfera propia de la pesca artesanal, definida por su oposición respecto a lo que puede ser el mundo de los agricultores o de la ciudad: la coexistencia de dos espacios muy diferentes, el del mar y el de la tierra. El primero resulta casi por antonomasia masculino, constituyendo una dimensión especial que no tiene parangón en la vida cotidiana de la gente de tierra. En el segundo las mujeres desempeñan, también, un papel fundamental. En las relaciones cara a cara no dejan de percibirse las diferencias con poblaciones enmarcadas preferentemente en otras actividades económicas. Ambos espacios constituyen el mundo de los pescadores, en el que se integran las vidas y labores de hombres, mujeres y niños. Su análisis ocupa el segundo de los capítulos, y en él se contraponen, por ejemplo, hombre y mujer, mar y tierra, o la pesca frente a otras estrategias económicas de la unidad doméstica. A partir de aquí, se entra en el análisis de los problemas centrales del trabajo. En primer lugar (capítulo III), se aborda el tema de los procesos diferenciales de transformación que se desarrollan en las unidades de estudio en lo referente a las estrategias productivas, el cambio tecnológico, o la apropiación del medio. Las estrategias productivas y la especialización en ciertos tipos de técnicas de pesca se hallan muy conectadas al cambio tecnológico, y éste en ocasiones a la depredación de los ecosistemas naturales. El posible equilibrio entre explotación humana y capacidad de sustentación del ecosistema puede verse sustituido con rapidez por coyunturas en que la depredación adquiere un papel protagonista, gracias a técnicas especialmente eficaces o a una sobrecapitalización. Las unidades productivas son las que aceptan o rechazan las innovaciones que van siendo desarrolladas (en función de las ventajas que ofrecen según sus expectativas), y las que canalizan la mayor o menor capitalización a emplear en las faenas productivas, mostrando también diferencias en la disponibilidad de fuerza de trabajo, en las técnicas utilizadas y en su combinación. El estudio de tales estrategias proporciona información sobre las modificaciones que nuevas técnicas provocarán en las unidades productivas y en la comunidad, en virtud de su rentabilidad y de sus necesidades. Estas distintas opciones se reflejarán en el seno de las poblaciones marcando diferencias entre los grupos de pescadores, tanto por razones económicas como, en cierta forma, ideológicas. A la vez, pueden ser en ocasiones la causa de enfrentamientos por el supuesto carácter depredador

INTRODUCCIÓN

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de ciertas técnicas. Una de las cuestiones más interesantes es en qué medida las opciones de especialización e intensificación en determinadas formas de pesca son más rentables para ciertas configuraciones de las unidades productivas. Concretamente, ¿bajo qué condiciones la abundancia de capital y de fuerza de trabajo disponible conducen a la intensificación del esfuerzo extractivo? Las actividades de los pescadores se desarrollan sobre un medio que en teoría es de todos, propiedad común. Sin embargo, las unidades productivas utilizan esquemas territoriales para reducir la competencia y, en ocasiones, también para prevenir la sobrepesca. Uno de los ejemplos más significativos es el secreto con que los pescadores guardan celosamente la información referente a las zonas en que abunda el pescado. Por ello estudiamos la multiplicidad de formas de apropiación del medio marino insular, intentando establecer en qué medida variables tales como la densidad y predictibilidad del recurso determinan manifestaciones de territorialidad diferentes. Por último abordamos con detalle la interacción de las diferentes estrategias productivas con las relaciones sociales de producción y los procesos de circulación del producto. Pretendemos estudiar si, con la adopción de nuevas tecnologías —que suponen incrementos del capital, del tamaño de los barcos y en ciertos casos de las tripulaciones—, los medios de producción tienden a ser separados del productor directo, transformando las relaciones socioeconómicas y las formas de retribución de la fuerza de trabajo que sustentan la unidad productiva. Todo indica que se pasa de esquemas precapitalistas a otros genuinamente capitalistas en una transición que toma la forma de un continuum. En el sistema a la parte pueden enmascararse, bajo formas supuestamente precapitalistas de distribución de la renta, relaciones capitalistas de absorción de plusvalor en términos de trabajo a destajo cuando pasamos de la pesca artesanal a la industrial. La soldada aparece en este caso como una forma de relación económica ventajosa para los empresarios capitalistas que, compartiendo riesgos, invierten en una actividad extractiva azarosa e incierta. Al mismo tiempo, las relaciones sociales ligadas a los procesos pesqueros (distribución y comercialización del producto, relaciones face to face dentro de la comunidad, en el espacio a bordo, etc.) parecen transformarse, y el parentesco deja de poseer un papel esencial. Todas estas cuestiones relativas al reclutamiento, las relaciones sociales de producción y los patrones de comercialización, constituyen el capítulo IV. En gran medida nuestra labor es más un análisis de problemas que un estudio etnográfico. Por ello hemos dejado algunas cuestiones fuera de esta publicación. Por ejemplo, no analizamos el parentesco más que en su relación con el reclutamiento, ni penetramos con profundidad en temas como la suerte, la satisfacción en el oficio, los tabúes en la actividad pesquera y otras cuestiones de tipo ideológico. Tampoco abordamos en profundidad el

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problema de la administración de las pesquerías en Canarias o la historia interna de las intervenciones en infraestructura que en los últimos años se han desarrollado en las comunidades. A este libro lo complementan otras publicaciones en preparación o ya en la calle. Se encuentra avanzado un trabajo de índole histórica sobre la pesca artesanal, en el que aportaremos algunos documentos inéditos sobre la actividad. Esperamos que aparezca también en breve plazo un libro de técnicas de pesca donde se profundicen los temas que someramente exponemos en el apéndice. Además, acabamos de publicar otro texto sobre el marco teórico a nivel mundial y nacional de la Antropología de la Pesca, que acaba de editar el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Pascual 1991c). Por ello, estos tres grandes campos reciben escasa atención aquí. La investigación que ha conducido a la elaboración de este libro se ha prolongado durante bastantes años. El inicio del trabajo de campo sobre la comunidad de San Miguel de Tajao podemos fecharlo en 1980, y desde entonces, con mayor o menor intensidad, se ha venido realizando en diferentes lugares de las islas. En El Pris comenzamos la tarea en 1982 y sobre el Puerto de las Nieves en 1983. Es en esta última comunidad donde nuestra labor sobre el terreno ha tenido una mayor profundidad, abarcando los diferentes momentos del ciclo productivo durante varios años. En cada una de las poblaciones restantes las estancias han sido más reducidas, y resulta difícil cuantificarlas temporalmente por el hecho de haber sido realizadas en múltiples visitas, algunas de un mes, otras de pocos días. De forma paralela se llevaron a cabo estudios en otras comunidades, sobre todo del sur de la isla de Tenerife (Galván y Pascual 1989). Las fuentes utilizadas en este trabajo han sido múltiples. Por una parte, las oficiales, dentro de las cuales nos hemos centrado en el análisis de padrones, nomenclátores y datos de capturas, cuando ello ha sido posible. En el caso de los padrones, el periodo temporal que abarcan es reducido. Por ejemplo, en Agaete sólo podemos retrotraernos a 1900, y es la comunidad que posee mayor profundidad histórica. En las restantes, apenas llegan nuestros datos a los años veinte o treinta. Entre las técnicas en las que se fundamenta esta investigación empírica se hallan la observación participante y las entrevistas, ya sean dirigidas o no. La observación participante la hemos desarrollado tanto en el mar —pudiendo apreciar las técnicas de pesca que se practicaban en cada comunidad y con diferentes unidades productivas—, como en tierra, integrándonos en las diversas esferas de la vida social. Además, siempre que fue posible, realizamos registros de información oral mediante cintas magnetofónicas, que serían sometidas a transcripción meticulosa y posterior tratamiento informático. De aquí resultó una voluminosa fuente de datos para nuestro estudio. Numerosos informantes encuentran recogido su testimonio en este

INTRODUCCIÓN

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corpus de cientos de horas de grabación. En las transcripciones que se plasman en estas páginas hemos procurado respetar escrupulosamente la elocución de los informantes, aunque hemos preferido no utilizar una transcripción fonética estricta y realizarla de manera más intuitiva, facilitando la comprensión, para el público en general, de la forma de hablar de los pescadores. Otra técnica que hemos utilizado con gran asiduidad en el trabajo de campo ha sido la fotografía. Bien en diapositivas o en material negativo de blanco y negro, hemos realizado amplios reportajes de las diferentes técnicas de pesca y los artes empleados en cada una de estas comunidades. No todo han sido facilidades a la hora de realizar esta investigación. Hemos encontrado algunos problemas insolubles, entre los que destaca la dificultad existente para obtener datos de capturas fiables y representativos de lo que es la pesca artesanal. Los disponibles desde los organismos oficiales sobre las comunidades se reducen a inventarios de barcos indicando en algunos casos la potencia de sus motores, recuentos de capturas realizadas durante el plazo de un año, datos cuantificando el número de pescadores y estudios sobre la plataforma submarina. Muchos, además, resultan simplemente erróneos. Por ejemplo, un voluminoso informe elaborado por un organismo oficial, afirma acerca de la comunidad de Agaete que cuenta con unas catorce falúas cuya motorización oscila entre los 10 y 15 CV., excepto tres grandes con motorización mayor (datos de 1983). Pues bien, la realidad es que su número podía ascender a unas cuarenta, y que sus motorizaciones pasaban muchas veces de los 45 CV., llegando en ocasiones a los 75 CV. Con esta observación se pone en tela de juicio el grado de precisión que caracteriza a tales trabajos. En este ejemplo el índice de error pasa del 200%, lo que sugiere su escasa fiabilidad, tanto más cuando ha sido tomado partiendo de algo tan observable como el número de embarcaciones de un pueblo pesquero. En consecuencia, ¿qué grado de fiabilidad merecen estos estudios en otros aspectos no tan fácilmente medibles, como es el caso de las capturas a lo largo de todo un año? La obtención de datos exactos sobre la productividad, que serían muy útiles, implicaría recoger con precisión las capturas de todas las unidades productivas de cada uno de los pueblos pesqueros que abordamos, a la vez y durante un periodo dilatado. Aquí comienzan nuestros problemas. La cuantificación debe ser sincrónica y desgraciadamente excede nuestras posibilidades. Confiar esta tarea a informantes escogidos es arriesgado. Además, siempre resulta difícil calcular las capturas de las unidades productivas, aun cuando se está físicamente presente. Pongamos el caso del Puerto de las Nieves, por ejemplo. En esta comunidad se descarga el producto de la pesca en tres lugares diferentes: el muelle y las dos playas que se encuentran a sus costados. A veces llegan varios barcos a un tiempo y descargan de forma simultánea, lo que impide atender a cada uno. Tampoco será posible

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pesar y medir con precisión sus capturas, pues las vendedoras del pescado compiten para llegar antes a los lugares de venta, y no permitirían la intromisión del antropólogo para pesar su pescado o tallarlo, ya que esto reduciría las ganancias pues el precio disminuye conforme avanza la mañana. En consecuencia, deberíamos confiar en nuestro ojo educado a calcular el peso de los baños del pescado. Por esta razón, la precisión de los datos que pueden ser obtenidos no resulta excesiva, y aunque lo fuera, todavía tendríamos que solucionar el problema de su representatividad, ya que tan sólo hubiéramos podido medir las capturas de uno o dos años, en una de las comunidades, debido a las limitaciones a las que estamos sujetos. A estos problemas hay que añadir la variabilidad del monto de capturas entre un año y otro, que para ciertas especies puede alcanzar la relación de uno a diez, o incluso más. Todas las razones señaladas imposibilitan la obtención de datos realmente significativos en este terreno. No obstante, hemos intentado paliar tales dificultades con apreciaciones cualitativas. Este trabajo nos ha permitido establecer una especial amistad con algunos de los pescadores de las diferentes comunidades, que ha superado los límites de una fría relación informante-investigador, y que ha posibilitado el acceso a temas de otra forma vedados. Muchísimas han sido las personas que, pacientemente en unos casos, y con verdadero interés por la historia de su pueblo en otros, me han dedicado horas de su tiempo. Sería difícil citar a todas y cada una de ellas. Me limito aquí a agradecer de nuevo su hospitalidad y amistad, esperando que este libro, que pretende atender a sus testimonios, les sirva para dar a conocer, más allá de la comunidad donde residen, sus formas de vida, su historia y los problemas con los que se encaran diariamente.

CAPÍTULO I

TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES

Lo que más distancia a las comunidades que aquí analizaremos es el entorno ecológico que las enmarca. Mientras San Miguel de Tajao se encuentra relativamente aislado en el Sur de la isla de Tenerife, y lo estuvo mucho más hasta hace poco tiempo, El Pris y el Puerto de las Nieves, se encuentran en zonas muy pobladas, y ambas en vertientes Norte o Noroeste. El Puerto de las Nieves es una pequeña población de pescadores situada en el Noroeste de la isla de Gran Canaria, en un pequeño cabo comprendido entre la punta de Tumas y la Playa de las Nieves. En la costa cercana podemos diferenciar dos zonas tomando a esta última como referencia. Al sur la costa es muy alta, constituyendo con el enorme murallón de Los Andenes los mayores acantilados de la Isla. Al norte, por el contrario, se vuelve menos acantilada y no tan rectilínea, con entrantes y salientes no muy amplios, que al formar pequeños golfos cambian de manera gradual la dirección de la costa. Desde el punto de vista del medio marino, la plataforma submarina cercana al Puerto de las Nieves es la más grande de todo el Norte de Gran Canaria, y similar en extensión a la que presenta la zona Sur de la Isla (ver mapa I)1. El territorio de pesca de los miembros de esta población se extien-

1 La isobara de los cien metros se encuentra sólo a un kilómetro al este de la Isleta. Por el Norte se alarga hasta cinco kilómetros de la costa y luego sigue contorneándola hasta punta Guanarteme donde se acerca hasta tres kilómetros. Se vuelve a alejar al norte de Punta Sardinas.

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de desde la Punta de Sardina a la Punta de la Aldea, realizando lo que se denomina una pesca entre puntas en el gran golfo que forman, sin salir de la línea imaginaria entre ambas y permaneciendo de esta manera abrigados del mal tiempo. Sólo salen de tal zona para la pesca de túnidos, desplazándose a otras partes de la Isla en su persecución, u ocasionalmente para la pesca con nasa más allá de la Punta de Sardina. La plataforma insular en que faenan es muy amplia en comparación con la disponible para muchas poblaciones pesqueras de Tenerife. El Pris se encuentra enmarcado en el municipio de Tacoronte, en un entorno ecológico agrícola en el que destacan los cultivos de vid y papas. El litoral posee acantilados de hasta 200 metros de altura en algunos puntos (el más alto se encuentra situado en Caleta Salvaje, de unos trescientos metros de altitud). Todos los barrancos que desembocan en esta zona son cortos e irrumpen en el acantilado formando profundas gargantas en el interior y pequeñas playas en su desembocadura, de cincuenta a sesenta metros de longitud. Al Norte de El Pris la costa se vuelve más suave, con menor pendiente, desplegando hacia el interior la fértil vega de Valle Guerra. Más al Norte aparece un nuevo acantilado, cerca de Bajamar, para luego, siguiendo la misma dirección, encontrarnos con otra zona de costa baja durante un corto tramo en Punta Hidalgo. Lo más destacable del contexto ecológico que enmarca a esta población de pescadores es la superficie y orografía de su plataforma submarina. Baste decir que la batimétrica de los 500 mts. aparece a sólo 2 kms. de la costa en los lugares llamados Barranco Hondo y Punta del Viento (ver mapa número II)2. Disminuye esta pendiente a partir de la mencionada Punta hacia el Norte, siendo bastante más amplia frente a Punta del Hidalgo. El fondo se encuentra salpicado de mariscos, manchones de arena y algas, y, con frecuencia, de zonas pedregosas donde abundan las cuevas, simas y bajíos. San Miguel de Tajao se encuentra a 10 kms. de Arico (Tenerife), capital del municipio del mismo nombre, a la altura del km. 46 de la autopista del Sur y a un kilómetro de la misma hacia el litoral. Tradicionalmente el

Frente a Agaete se separa 10 kilómetros de la costa y así continúa hasta Punta de la Aldea. Desde allí sigue paralela a la línea litoral que va a Maspalomas. Al SE. de esta punta se acerca a los cinco kilómetros, para luego adquirir su máxima anchura al SE. de la Punta de Tenefé, donde para alcanzar los cien metros de profundidad hay que recorrer 15 kilómetros. (García Cabrera 1970: 74). 2 La reducida extensión de la plataforma la confirma García Cabrera: El zócalo que rodea a la isla de Tenerife sigue el contorno de la isla con algunas irregularidades. Los cien metros de profundidad se suelen hallar a las dos o tres millas de la costa en casi todo el litoral norte. En los alrededores de la cordillera de Anaga se aleja hasta las cuatro millas. (García Cabrera 1970: 19).

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municipio ha tenido un carácter agrícola, con un asentamiento de la población en la zona de medianías y en especial alrededor de la antigua carretera (C-822) de Sta. Cruz de Tenerife a Guía de Isora por el Sur. Cerca del mar se han desarrollado varios núcleos urbanos a partir de la construcción de la autopista del Sur. En la zonas bajas del municipio predominan los depósitos pumíticos (tobas puzolánicas), que afloran entre coladas basálticas. Estos terrenos son en general áridos, con escasos cultivos, reduciéndose su vegetación a tabaibales y cardonales. Tajao se encuentra asentado sobre los morros no cultivables de una antigua finca agrícola, enmarcado en una costa baja y árida en la que abundan pequeñas playas de callaos y arena. Los barcos de la comunidad se varan en una de ellas, protegida por un espigón de toba que penetra en el mar —La Laja—, que a la vez abriga la hondonada donde se encuentran las más viejas casas de pescadores. Al Oeste un pequeño promontorio en la costa esconde otra playa similar a la anterior, antes totalmente despoblada y ahora urbanizada en parte. El clima de la zona se caracteriza por un elevado soleamiento tanto en verano como en invierno, escasas lluvias (menos de 75 mm. anuales) y vientos constantes, sobre todo el alisio en verano. Aunque su presencia sea ocasional, el viento sur es el más peligroso. En palabras de un pescador: El tiempo se estiró pa allá y se quedó, el viento que hace daño es el viento del sur. El de esta mañana era viento para el Oeste San Miguel de Tajao se encuentra en una zona con escaso poblamiento. Ello ha conducido, por ejemplo, a que en sus cercanías se ubique un gran vertedero de residuos sólidos. La plataforma submarina sobre la que efectúan la pesca los miembros de esta comunidad es de mayor tamaño que la de El Pris, pero menor que la que podemos hallar en Agaete3.

3 Para una descripción más detallada de las características del mar de Canarias, en general, ver el Estudio del Bentos Marino del Archipiélago Canario, Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Canarias (1985: 8-10).

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1.- UBICACIÓN, PLATAFORMA Y MERCADOS: TRES CONSTRICCIONES ECOLÓGICAS Una serie de elementos ecológicos han condicionado las transformaciones en las comunidades de pesca artesanal de nuestras islas. Entre ellos podríamos destacar la plataforma submarina, la existencia o no de refugio seguro para las embarcaciones, la mano de obra disponible y la presencia de mercados cercanos capaces de absorber tanto esta fuerza de trabajo como el producto obtenido. Otro aspecto a considerar es la situación en las vertientes norte o sur de la isla, que provoca situaciones habituales de mal tiempo o de calmas a lo largo del año. Comentemos de nuevo lo referente a la plataforma submarina. En los mapas I y II se pueden observar las grandes diferencias a este respecto entre las tres comunidades que comparamos. Mientras en el caso de Agaete resulta necesario por ciertas zonas adentrarse en el mar más de ocho kilómetros para alcanzar la batimétrica de los cien metros, en el caso de El Pris bastaría, por las zonas del Barranco Hondo y la Punta del Viento, adentrarnos dos kilómetros para alcanzar los 500 metros de profundidad... En palabras de un pescador de El Pris: Por Valle Guerra tienes que caminar mucho para llegar a nueve liñas, hay que mandarle pa fuera. Sin embargo aquí, y ahí donde te digo yo, allí es más cerca, allí en los diez minutos estábamos en doce liñas. El risco este sale de aquí, de donde está la punta ésta, sale así por ahí pa fuera... Ahí es donde se pescan los chernes, a trece liñas, veriles como ese yo creo que no hay ninguno por aquí... Las diferencias son lo suficientemente notables como para que esta cuestión nos haga vislumbrar posibilidades de adopción de ciertos tipos de técnicas de pesca bastante diferentes en una y otra comunidad. Por ejemplo, el desarrollo de la tecnología de la nasa se encuentra ligado a la existencia de una plataforma submarina amplia, que permita utilizarlas en gran cantidad. Este elemento favorece con claridad el auge de esta técnica en el caso de Las Nieves mientras que prácticamente lo imposibilita en El Pris, o lo dificulta en el caso de San Miguel de Tajao. Por otra parte, las características y amplitud de la plataforma submarina, podríamos decir a grosso modo, condicionan el mayor o menor potencial reproductivo de la biomasa y, por tanto, la riqueza pesquera de un determinado territorio. No posee la misma fertilidad un fondo muy rico en marisco, rocoso y lleno de oquedades en las que puede criar el pescado (como es el

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caso de El Pris), que otro de arena o limpio (dentro del cual podríamos clasificar muchas zonas cercanas a Tajao). Tales aspectos favorecerán o no el crecimiento de las poblaciones de pescadores, y tendrán mucho peso a la hora de definir cuestiones como la territorialidad o las estrategias productivas, como más adelante analizaremos. El conocimiento de los pescadores de la plataforma y de la ecología de las zonas en las que desarrollan su trabajo es muy profundo. Saben exactamente en qué tipo de fondo se encuentra cada especie: La brota y pescados de esos es de más fondaje. La vieja está donde hay mas musgo cerca de la orilla. Los sargos están también en la orilla y para fuera. Nosotros sabemos donde hay fondo de roca, fondo de arena. Lo sabemos por las marcas. Por el plomo ya se sabe que fondo hay. A un tal Miguel, de los Cristianos, tío de Domingo y de Antonio le dieron un premio. Iba con los barcos y conocía todo el fondo. En la arena, lo más que hay son tapaculos, que son planos, que son planos parecidos al lenguado, pero diferentes, arañas, rayas, lagartos, chuchos... En las rocas hay de todo, chopas, viejas, bocinegros, barracos... Saber en qué lugares se puede encontrar el pescado resulta esencial para la labor cotidiana de los pescadores, que han de reconocer, mediante las marcas4, la situación de las buenas zonas de pesca por medio del conocimiento transmitido de padres a hijos y aprendido a lo largo de muchos años en la mar. Los pescadores diferencian las mareas y corrientes con las que se encuentran cotidianamente5. Esta habilidad les resulta imprescindible, por ejemplo, al calar nasas a gran profundidad. Si hay corrientes o la marea arrastra mucho, la nasa puede quedar desplazada de la ubicación deseada, cayendo a más fondo del previsto. Si ocurre así, el cabo que une el arte con la boya quizás resulte más corto de lo necesario, quedando ésta ahogada, con lo que se corre el riesgo de perderla. A través de unos mínimos signos los pescadores serán capaces de predecir el tiempo. Por la forma de las nubes al atardecer, por la arena de la

4 Por medio de dos ejes levantados sobre accidentes de la orografía costera los pescadores son capaces de determinar cualquier punto en la mar de forma repetitiva. 5 En palabras de un pescador de Tajao: Según vacía aquí o llena ahí fuera, hace corriente para aquí o para allí. Nosotros estamos aquí en tierra y sabemos cuándo la marea corre, ahí fuera, la corriente. A pesar de estar la mar ahí fuera quietita tiene corrientes en el fondo, de un lado para otro.

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playa, por el mismo sonido de las olas al romper. Las predicciones climatológicas de los telediarios son escuchadas, pero siempre se complementan con el conocimiento sobre el medio acumulado a través de generaciones. Las poblaciones situadas en las zonas sur, y en especial las que se hallan en las calmas de cada isla, disfrutarán de buen tiempo mucho más constante a lo largo del año, y el mar de fondo resultará infrecuente. En este aspecto la comunidad que resulta favorecida en principio es la de San Miguel de Tajao, que cuenta con el mayor número de días hábiles para salir a la mar de las tres que aquí examinamos. Sin embargo, no se halla situada en una zona de calmas tan acentuadas como, por ejemplo, las que suelen darse entre Playa de Mogán y Arguineguín en la isla de Gran Canaria, o en el mar de las calmas en El Hierro, siendo frecuentes en ella vientos intensos6, sobre todo durante los veranos, en lo que se asimila a la situación habitual durante tal época en el Puerto de las Nieves7, causada por los alisios que durante este momento del año alcanzan su máxima intensidad8. Además, las condiciones del mar en las zonas norte durante el invierno pueden cambiar radicalmente en pocas horas, creando situaciones de imprevisibilidad y riesgo. Las consecuencias directas de esto son dos: En primer lugar, los barcos grandes durante los veranos permanecen fondeados en las comunidades, pero cuando llega el invierno han de ser puestos en seco o trasladados a refugios pesqueros cercanos. La pesca ahora tendrá que desarrollarse con barcos pequeños, de 4,5-6 metros, que serán varados a diario. En palabras de un pescador de Agaete: Y no me ha pasado nada, y no me ha pasado nada, he salido con la mar buena, así, y he llegado con la mar, rebencazos que daban miedo. El tiempo es malo, hay que sacar los barcos grandes, porque a veces, si se te mete un temporal o algo tienes que correr o para Las Palmas o para Mogán. Desplazarse, aun con los barcos grandes, hasta tales muelles en condiciones climatológicas adversas, puede ser lo suficientemente comprometido como para no intentarlo. Atravesar las zonas de puntas (punta de Sardina, de La Aldea, de la Isleta), en las que el mal tiempo se condensa bajo tales cir-

6 San Miguel de Tajao se encuentra cercano a un parque de aerogeneradores, y ello puede dar cumplida imagen de las características de regularidad e intensidad de los vientos en su zona. 7 En palabras de García Cabrera: Desde marzo a septiembre está sometida la isla a los vientos alisios que producen mala mar en las costas del NW., N. y NE. (1970: 76). 8 García Cabrera comenta las características de estos vientos en las páginas 20-21 de su libro de 1970.

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cunstancias, resulta arriesgado, y más si se hiciera solo, pues cualquier avería en el motor podría ser fatal para la embarcación y sus tripulantes. En segundo lugar, al ser tan frecuente el mar de fondo el número de días hábiles es reducido porque no se pueden botar los barcos al agua, aunque la pesca sea posible a 200 metros de la línea de costa, impidiendo faenar en ocasiones durante quince o más días. A partir de este factor determinante, es fácil comprender que la existencia de refugio seguro, donde guardar las embarcaciones, resulta un factor limitante para las posibilidades de desarrollo de las fuerzas productivas en una determinada comunidad. La diferente climatología que podemos hallar entre las calmas y la vertiente norte llega a producir conceptualizaciones del estado del mar totalmente enfrentadas. Lo que para un pescador de El Pris apenas será un pequeño oleaje con el que resulta viable salir a la mar, para uno del Sur de la Isla puede convertirse en mar de fondo e impedirlo totalmente: Ahora, las partes Norte son más peligrosas para trabajar que las partes del Sur... Con dos olas de nada abajo no van a la mar... En el Sur desde que vean un pisquito de marea... Nosotros íbamos allá a echar el trasmallo en Alcalá, decían allá, ¡una mar de leva!... Si hace siete u ocho días que no vamos a la mar, de la mar de leva que está... ¡La mar de leva...! Por las salinas echábamos el barco como nada, por allí pa abajo, sí, un pisco de mar, pero para ellos era mar de leva... El Puerto de las Nieves poseía hasta hace poco un pequeño muelle del siglo pasado, tan ineficaz que resultaba casi inútil, pero ahora estrena un refugio pesquero de dimensiones generosas para las embarcaciones de la comunidad9. Nace tras grandes polémicas entre ecologistas, pescadores, administración, y otros sectores del mismo pueblo de Agaete. No creemos que únicamente sirva a los intereses de los pescadores. Su utilización parcial como puerto deportivo es segura, y las consecuencias de su construcción no se reducirán a ofrecer resguardo a las embarcaciones de los pescadores. Influirá de forma determinante en el desarrollo del sector servicios, ya de por sí cada vez más pujante en la comunidad. San Miguel de Tajao no cuenta con refugio pesquero de ninguna clase, pero en sus cercanías sí que podemos encontrarlos (Las Galletas y Los Cristianos), y en ellos permanecen a veces los barcos grandes de Tajao cuando

9 De hecho, aún no se encuentra terminado, y todavía tardará un año, como mínimo, para ello. Sin embargo, desde finales del verano de 1988 ya cumple la función de proteger contra el mar de fondo a las embarcaciones.

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el tiempo no es favorable o cuando no es preciso utilizarlos por no haber cardúmenes de túnidos en las cercanías. La situación no es idéntica a la de Las Nieves, pues el contar con muelle en la comunidad permite que el barco grande se emplee no sólo en la pesca de los túnidos, cual es el caso de Tajao, sino que se utilice para capturar otras especies pelágicas con traíña, o incluso para la pesca sobre demersales10. Si bien para la pesca sobre túnidos es habitual que con este tipo de barcos se alejen las unidades productivas de la comunidad madre, y desarrollen sus actividades casi por toda la Isla, en la pesca sobre demersales es más difícil hacerlo, por el conocimiento que se debe tener de los fondos marinos de la zona para llevar a cabo las faenas pesqueras. Por otra parte, las ventajas que puede reportar el contar con un barco grande no compensan las molestias de los desplazamientos diarios a un refugio alejado. El Pris es la comunidad menos favorecida en este terreno al no contar con refugio pesquero propio ni en las cercanías. Recientemente se ha intentado arreglar el embarcadero de la comunidad, pero el éxito de las obras no ha sido muy grande, pues las ventajas respecto a la situación anterior son casi inexistentes en cuanto a seguridad, aunque sí se cuenta con mayor superficie de varada. El único refugio que podría suplir la carencia es el del Puerto de la Cruz, bastante inseguro y de reducido tamaño, como comenta un pescador de El Pris: En la parte del Norte no hay un puerto... El Puerto de la Cruz es la parte más mala de toda la que hay en toda la Isla... Donde está el muelle pa fuera y sales a media mar pa fuera y una cuarta de agua... Ahí mismo en la Punta esa que tenemos ahí, ahí echas un espigón pa acá y ahí pueden atracar ferrys y lo que les dé la gana... En el Puerto de la Cruz no hay nada... Con el dinero que se gastaron en el Puerto de la Cruz se hace aquí un muelle... Por otra parte, las relaciones con los pescadores de esta ciudad se encuentran deterioradas desde hace bastantes años. Se puede decir que son comunidades enfrentadas a través de una historia común plagada de conflictos, especialmente en las últimas décadas. La existencia de mercados capaces de absorber el producto de la pesca se encuentra muy relacionada con la presencia de poblaciones cercanas de 10 De la utilización de bermeanos pequeños en la pesca de especies demersales, con técnicas como la nasa o el aparejo, tenemos un ejemplo en Alcalá, varias de cuyas mayores embarcaciones se desplazan hasta La Gomera con este fin. El caso del Puerto de las Nieves no se queda atrás, pues embarcaciones de 11-12 metros han sido empleadas durante los veranos para pescas sobre demersales con nasas o palangre.

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cierto tamaño con las que ejercer una cierta relación simbiótica. En este caso, también es Agaete la comunidad con mayores posibilidades, pues encontramos en ella una población de pescadores inmersa en el seno de otra mayor agrícola, que puede absorber parte de la producción, a la vez que proporcionar mano de obra abundante para las tareas pesqueras en las que no se necesite una gran especialización. Al mismo tiempo, existen mercados adicionales para su pescado en todo el Norte de la isla de Gran Canaria, a los que se accedía tiempo atrás mediante intermediarios (burriqueros) encargados de transportar su elevada producción a otros pueblos más alejados. El Pris y Tajao no se hallaban situados tan cerca de núcleos del tamaño necesario como para absorber mucho pescado. La distancia impedía que existieran redes de comercialización tan eficaces como las presentes en el caso de Agaete, que además se veían favorecidas por una gran producción de las especies más solicitadas —sardinas, caballas, chicharros— gracias a los chinchorros. El tema del mercado de fuerza de trabajo es otro aspecto fundamental en nuestro análisis. Caben varias posibilidades en este terreno. La población de pescadores puede absorber del medio fuerza de trabajo temporal, o a tiempo completo. A su vez los pescadores podrán trabajar por tierra, en la agricultura, la construcción, los servicios, etc., de forma temporal, o abandonando su profesión para dedicarse como actividad fundamental a estos sectores11. A lo largo de la historia de cada una de estas poblaciones de pescadores se han dado fenómenos dispares. Por ejemplo, si El Pris durante un largo periodo no exportaba fuerza de trabajo e incluso absorbía población de tierra, porque la pesca resultaba más atractiva para los jóvenes de la comunidad que las restantes alternativas que se les ofrecían, ahora ocurre a la inversa, configurando un fenómeno que se puede constatar también en Tajao y en Agaete. El estudio de cómo se ha ido estructurando esta relación será un aspecto interesante al analizar la historia de las comunidades.

2.- DE LA MEMORIA ORAL A LA PEQUEÑA HISTORIA En el análisis histórico el rasgo más destacado es la diferente profundidad temporal con que cuentan las unidades de estudio. Si Agaete ya es un pueblo constituido desde el siglo XV o comienzos del XVI, las otras dos

11 Aunque abandonen la mar para dedicarse a trabajar por tierra, en muchos casos podemos hallar fenómenos similares a la agricultura a tiempo parcial entre los pescadores: se trabaja por tierra y cuando es posible se va a la mar para proveer a la unidad doméstica del pescado que le es tan habitual, y para conseguir un sobresueldo complementario.

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comunidades nacen a finales del siglo pasado o a comienzos del presente. En el primer caso, se trata de una población de pescadores que profundiza sus raíces hasta la época de la conquista; en los otros dos hallamos pescadores desarraigados, que se asientan en lugares más o menos favorables para la pesca, pero que no se consolidan como poblamiento estable hasta los años veinte de este siglo. Tal naturaleza diferencial hace que otorguemos a Agaete un papel especial en nuestro análisis. Comencemos describiendo algunos retazos de su historia.

2.1.- Un barrio de pescadores en una villa con historia; dos poblaciones recientes en nuevos territorios Agaete12 fue un bastión estratégico en la conquista de la Isla, y al capitán que estuvo al mando de una torre que se construyo cerca de Las Nieves, Alonso Fernández de Lugo, le correspondió esta zona en los repartimientos posteriores. Ya desde esta época eran notorias las buenas cualidades del Puerto de Agaete: ... entre los conquistadores fué, el capitán Alonso Fernández de Lugo, muy buen soldado, alcaide que fué, mientras duró la conquista de Canaria, en la torre del Agaete, en el término de Gáldar, y se le dió en repartimiento todo aquel término de Lagaete de tierras y aguas, un buen heredamiento para cañas de azúcar y parrales y tierras de ganado, con un puerto al mar, aunque pequeño, y muy abundante de pescado, el mejor de las islas (Abreu Galindo 1602: 280). Dos ingenios al menos existieron en Agaete13, empujados por la rentabilidad económica que el comercio y la producción del azúcar ofrecían, potenciada por la mano de obra utilizada, esclava en su mayor parte. La caña de azúcar se combinaba con otros cultivos, entre ellos los cereales14. El contexto favorable para este desarrollo de los ingenios y del cultivo del azúcar duraría casi hasta finales del siglo XVI. La competencia de la producción americana y antillana sería fatal. A la caída de la caña de azúcar le sucedería el auge del viñedo, que hasta finales del siglo XVIII dio frutos de

12 Sobre la grafía de este topónimo existe una gran laxitud. También es conocido por Lagete, Laguete, Gaete, Agayte y Gayerte. Ver Jiménez Sánchez (1945: 9). 13 Ver Martín Ruiz (1982a: 523-5). 14 Op. cit.

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cara a la exportación. Entró en crisis ante la imposibilidad de penetrar en los mercados europeos15. Durante todo este tiempo, desde la conquista, los cultivos de exportación habían sido combinados con otros de autoconsumo y subsistencia16. Con la crisis de la vid, estos últimos experimentarán un gran auge en la zona Noroeste de Gran Canaria. Por ejemplo, respecto a Agaete nos dice Escolar Serrano: El cultivo de las tierras de Agaete alcanza las tres cuartas partes del territorio; las mejores se dedican a maíz, y las inferiores a trigo y cebada (1806: 231). Aparte de lo referido en la cita anterior, persisten el resto de los cultivos de subsistencia. Por esta época, el total de la población del pueblo de Agaete, según esta misma fuente (1806: 233), llega a los 1.399 habitantes. Con la introducción de la cochinilla en 1830, de nuevo Canarias queda inmersa en un cultivo de exportación importantísimo para su economía. En Agaete las tuneras y la producción de cochinilla tuvieron relevancia en cuanto a la superficie que ocuparon, especialmente en el Valle, donde reinaban temperaturas favorables17. En este caso, como en todos los restantes de agricultura volcada hacia el exterior, una clase social minoritaria era, en su mayoría, la beneficiaria. Mientras tanto, la agricultura de subsistencia y autoconsumo permanecía siendo una actividad pobre. Lo poco que se exportaba eran básicamente cereales, trigo y maíz, muchas veces para abastecer los mercados de Tenerife18. Gaete o Agaete, en el Noroeste de la isla, es un puerto con un castillo para su defensa. Sólo lo frecuentan barcos que transportan provisiones, etc., de aquí a Santa Cruz de Tenerife. La región en los alrededores tiene bastante agua, y abundan los frutales. Desde Agaete hay una carretera a Las Palmas. (Glas 1764: 61-2)19. Hacia 1860, según el Nomenclátor de la Provincia de Canarias en Agaete había 2.501 habitantes; de entre éstos unos trescientos eran jornaleros y otros sesenta marineros (Olive 1865: 29). Quizás esta cifra de marineros

15

Op. cit, p. 528. Op. cit, p. 526. 17 Martín Ruiz (1982a: 531). 18 Martín Ruiz (1982a: 537). 19 Con seguridad, esta carretera a la que se refiere Glas no es otra cosa que uno de los caminos reales de la isla. 16

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sea inferior a la real, pues los matriculados en la armada llegaban a 146. De cualquier forma queda clara la antigüedad de la tradición marinera de la comunidad. Es una lástima que el estudio de Escolar Serrano, que se conserva incompleto, no ofrezca más datos sobre este tema en Agaete. En el caso de Gáldar sí afirma que había un barco de pesca con tripulación de seis personas, y dos para el cabotaje con Tenerife, de doce hombres cada uno20. Dos transformaciones acaecidas en el siglo XIX tendrán importancia fundamental para el Agaete actual. En 1864 se aprueba la construcción de una carretera que uniría la comarca a la vía que, en construcción, llegaba hasta Guía21. En 1875 se construiría el primitivo muelle de Las Nieves, que prácticamente no ha sido modificado ofreciendo nula protección contra el mal tiempo, y que hasta la realización del nuevo refugio pesquero en la comunidad era el único existente en toda la zona Norte de Gran Canaria22. Desde tiempo atrás se mantenía un frecuente comercio de cabotaje en la zona, en el que el Puerto de las Nieves junto con el del Juncal eran claves23. Siguieron funcionando ambos a la vez por lo menos hasta el siglo XIX. Madoz hablará en estos términos del municipio de Agaete y del Puerto de las Nieves: Confina el término por el Norte con el de Gáldar; por el Este con el de Guía; por el Sur con el de San Nicolás, y por el Oeste con el mar, donde se halla el Puerto de las Nieves, denominado así por una ermita que en el mismo puerto se encuentra. Se hace por él un comercio bastante activo. (1847, Vol. X: 19). Con la construcción del muelle este comercio se estabilizará en el Puerto de las Nieves de forma definitiva. A la vez y durante toda su historia, se realizaba una activa pesca. Como dice Verneau: La gente instruida es completamente distinta, desde este punto de vista, a la del pueblo. Éstos tienen una reputación muy 20

Destinado a la pesca hay un barco con una tripulación de 6 marineros. Como Gáldar y toda esta zona tiene su economía dirigida al comercio y abastecimiento de Santa Cruz de Tenerife, sus vecinos se han visto precisados a poner en servicio 2 barcos con una tripulación de 12 hombres cada uno, encargados de realizar el tráfico entre Gáldar y Santa Cruz de Tenerife dos veces por semana. (Escolar Serrano, 1806 Vol. 1: 270). 21 De su construcción da referencia Verneau: De Gáldar a Agaete el país es árido, relativamente poco accidentado y es fácil franquear los 10 kilómetros que separan estos dos puntos, aunque la carretera no esté terminada y haya que recorrer senderos decorados con el nombre de caminos reales. (Verneau 1891: 170). 22 Para estos datos ver los artículos de Pablo P. Jesús Vélez (1974). 23 Calero Martín (1979: 20).

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merecida de tunantería e indelicadeza. Casi todos son pescadores, que no se enriquecen con este oficio, pues por abundante que sea el pescado en estos parajes, están muy alejados de centros importantes de población para encontrar una salida fácil. Por necesidad, consienten en hacer otro trabajo y no exigen un salario elevado. (1891: 170). Las palabras de Verneau sólo son parcialmente ciertas. La lejanía de poblaciones como Gáldar no era importante. Como dice Viera, Gáldar: El camino desde Lagaete es como de una legua llana (1783: 396), y esta distancia era fácil de recorrer con burros. Otra cuestión es la de enriquecerse con la pesca. Al haber mucho pescado y muchos pescadores, el precio del producto era reducido. Los últimos cultivos de exportación han sido el plátano y el tomate, que tuvieron un gran desarrollo en las zonas costeras, en las que, además, se encontraban situados los almacenes de empaquetados, lo que significó un trasvase de población desde partes altas y medianías hacia la costa24. Ello implicó a su vez un envejecimiento de la población de estas zonas y una paulatina destrucción de su agricultura de subsistencia y autoconsumo, por los menores recursos humanos de que en ellas se disponía. La época clave del boom tomatero y platanero fue la década 1920-30. Pero el crecimiento de las extensiones de cultivo, fuerte en este período, se estancará posteriormente. Años más tarde, en los sesenta, el estancamiento se convertirá en movimiento de retroceso, con una fuerte emigración hacia la ciudad de Las Palmas. En 1975 el porcentaje de población activa dedicada al sector agrario en Agaete no llegaba al treinta por ciento, cuando había llegado a alcanzar mucho más del doble de esta cifra años atrás. Hemos hablado, hasta ahora, del contexto que enmarcaba a la población de pescadores de Agaete, que es muy distinto del que podemos hallar en el caso de las otras dos comunidades. Ambas nacieron primero como lugares de hábitat temporal de pescadores, y en el caso de San Miguel de Tajao, esta actividad se combinaba con un tráfico de cabotaje pujante. Encontramos datos que afirman que la zona que ocupa El Pris25, anteriormente denominada Puerto de la Madera, actuó como eje del tráfico de cabotaje y

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Martín Ruiz (1980: 269). El nombre de El Pris, según los pescadores, deriva de dar pris al barco, lo que significa amarrarlo asegurándolo a una roca, noray o similar. En la zona de El Pris había un lugar donde uno de los primeros pobladores amarraba su barco el Pris de Eleuterio, y a partir de aquí se diferenció la zona que hoy ocupa la comunidad de la denominación Puerto de la Madera. 25

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el comercio de la rica y fértil vega de Tacoronte26. La época en la que este puerto o desembarcadero dejó de prestar servicio no la conocemos con exactitud27. Lo que sí resulta claro para nosotros es que los pescadores, cuando se comenzaron a asentar temporalmente en la zona, desconocían su papel en el tráfico de cabotaje, y no participaron nunca en éste. Como dice un pescador de El Pris, ya mayor: ¿Me dijo P. que cuando estuvieron haciendo la rampa esa para los barcos encontraron debajo hornos de cal? Habían dos, uno aquí y otro en el barranco. En medio del barranco había otro, y aquí en la playa había otro, y allá había una piedra grande de un molino también. Todo entullado. Se ve que los barcos antes descargaban también por aquí algo. Y el llamado Puerto de la Madera será que descargaban y subían la madera por ahí pa arriba a lo mejor... Y arriba descansaban ahí encima y le pusieron Puerto de la Madera a lo de ahí encima... Algo tiene que ser.... Al ponerle Puerto de la Madera aquí tiene que ser... ¿Ustedes nunca llegaron a ver barcos de estos por aquí...? No... Sería mucho antes... Ni los viejos mismos, ni mi abuelo que murió de setenta y pico de años, nunca me acuerdo de oírle que descargaran nada... El caso de San Miguel de Tajao es, en este sentido, totalmente opuesto. Si los pescadores de El Pris no participaron nunca del cabotaje, ésta fue una actividad que marcó el mismo nacimiento de Tajao.

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Viera lo incluye entre los principales de Tenerife (1783: 419), al igual que Glas (1764: 77). Calero Martín también integra el Puerto de la Madera entre los desembarcaderos de la isla (1979: 18-9). 27 La carretera que unía Santa Cruz con La Laguna y Tacoronte parece que data del siglo XVIII. Como dice Pulido Mañes: La situación de la red viaria insular hasta mediados del siglo XIX venía dada por la práctica inexistencia de carreteras que merecieran tal nombre, si exceptuamos la que enlazaba Santa Cruz con La Laguna, que se prolongaba hasta Tacoronte (17 kms. en total). Heredada del siglo anterior, aparecía como la más importante vía de comunicación terrestre de la isla, debido no tanto a motivos económicos como políticos. (...) Será precisamente la riqueza agrícola de las comarcas del norte, el factor que asegure un pronto enlace terrestre entre ellas y con la capital. Ya en 1864 la carretera había llegado hasta la Orotava y años más tarde, en 1899, también estaba asegurada la comunicación con el Puerto de Garachico... (1981: 199-200). Al existir comunicación terrestre desde mucho tiempo atrás la funcionalidad del Puerto de la Madera sería muy reducida, de ahí su desaparición como tal.

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Los ascendientes de esta gente, uno que llamaban Domingo, Domingo el Palomo. Puede haber ahora 80 años, próximo, vivieron ahí en una cuevita que está ahí. Criaron la familia y ahí empezaron. Vinieron recién casados, y los hijos son esos mismos que usted ha visto ahí, más viejos... Vivían en una cueva que le dicen la cueva Cha Calixta, está en la parte de arriba de la plaza, subiendo a la derecha, blanquita con las puertas de madera; esos eran unos cuevachitos sin puertas ni nada.28 Domingo el Palomo era natural de Fasnia, nació en 1857 y una vez casado en el Porís de Abona vino a residir a Tajao. Su asentamiento en este lugar de la costa se vio favorecido por la existencia de un buen manantial de agua potable. Este personaje era, a la vez que pescador, el encargado de todo el tráfico de cabotaje que se estableció tanto en el mismo Tajao como en otro desembarcadero cercano que llaman La Caleta. Ambos servían como puerto para la exportación de los productos agrícolas de las comarcas cercanas y para la entrada de importaciones varias: azúcar, café, etc. El primer embarcadero fue Tajao, por el que se exportaban las losas de una cantera cercana con destino a Cuba. Y primero estaban en esas canteras cavando losa, y salían los barcos de ahí pa Cuba, cargados de losas de esas... Y esa casa que estaba ahí tenía todos los pisos de losas de esas... Los barcos llegaban y descargaban la sal y la cal y eso, y después iban a la parte del morro ese, se fondeaban allí a cargar de losas, con mi abuelo. Mi abuelo estuvo hasta de cabrero... Mi abuela era de Las Palmas, Adelaida... Mi abuelo era lonjero de los barcos, consignatario, y pescaba... Antes todo con camellos y burros y bestias... Hicieron esto para lonjas de los barcos, descargaban sal y eso, y aquí no había nada más que eso. Un tal Saavedra, y después mi abuelo fabricó ahí... Y después fabricó en La Caleta, porque había más soco para la cuestión de embarque y desembarque de las lanchas, y se fondeaban en la boca esos barcos, y después las lanchas descargaban. Y después de que se abrió la carretera ya no había que descargar y se fracasó...

28 Esta transcripción corresponde a una entrevista realizada en 1980. La primera referencia que encontramos de poblamiento en Tajao o Tabaibarril es de 1888 en el Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares y aldeas y demás entidades de población de España en 1 de Enero de 1888. Según tal fuente existían en la comunidad 10 personas, que serían Domingo el Palomo y sus hijos.

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El primer asentamiento se realizó en Tajao, para posteriormente trasladarse a La Caleta donde llegaron a tener teléfono antes de la guerra, lo que indica la prosperidad e importancia que alcanzó como embarcadero. Continuaron trabajando los barcos en ambos sitios aunque la residencia de Domingo el Palomo y su familia permaneció estable en La Caleta, pues era allí donde se realizaba el mayor movimiento comercial. El auge de estos embarcaderos estuvo conectado al desarrollo del tomate como cultivo de exportación. El carácter perecedero de los frutos hacía que el rápido embarque y transporte a los centros de distribución resultara fundamental: Porque la fruta era para el primero que llegara, el barco primero que llegara se llevaba la fruta... ¡Quién vería las carreras...! Las carreras... Que cuando el barco llegaba a Santa Cruz llevaba las chimeneas quemadas... La fruta quedaba entongada, y el primero que llegara se la llevaba, fuera de la casa que fuera... Con las prisas se la daban... Fyffes como tenía mucho, el primer vapor que pasara que le llevara la fruta. Después de la caída del tráfico de cabotaje por la construcción de la antigua carretera del Sur de la Isla, Domingo el Palomo y parte de su familia se quedaron en La Caleta durante algún tiempo29. Pero ya no era necesario que permanecieran allí por las adecuadas condiciones que presentaba la zona como puerto de cabotaje. La escasez de agua les empujó a retornar a Tajao30. Ya no era Domingo el Palomo consignatario, ni buena parte de sus

29 El desarrollo de las comunicaciones por tierra con el sur de la isla fue una empresa bastante tardía. La menor riqueza agrícola y la existencia de vías de comunicación que conectaban las diferentes comunidades con el mar, para desde aquí transportar los productos en embarcaciones de cabotaje, hizo que la construcción de la carretera del sur de la isla se retrasase: Aprobado el proyecto en 1864, va a tardar aproximadamente un siglo hasta llegar a Guía de Isora, punto en el que confluye igualmente la carretera del Norte, configurando el único sistema de circunvalación de la isla. Una vez comenzadas las obras, en 1873, llegará a Granadilla en 1876, a Fasnia en 1907, a Arico en 1927, a Granadilla en 1933, a S. Miguel y Arona en 1940 y 1941 respectivamente. En 1960 estaba ya terminada hasta su encuentro con el camino vecinal de Adeje a su puerto, faltando aún por realizar el enlace hasta Guía, que se concluirá hacia 1970, transcurrido casi un siglo desde su comienzo. (Pulido Mañes 1981: 200). No es de extrañar, por tanto, que sea en la década de los treinta cuando decaiga el comercio por vía marítima en Tajao y La Caleta. 30 Como dice la mujer más anciana de Tajao (que también era conocido como Tabaibarril o La Laja): Y un amigo le dice... Fuerte falta tienes de dos rebencazos, en vez de irte pa allá pa Tabaibarril que decían a aquí, y tienes que ir a Tajo por el agua... En cuanto llegó a casa, dicen que le dijo a mi suegra... Que mira Adelaida, Adelita le decía, ahora mismo me voy pa La Laja... ¿Por

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hijos trabajaban en los barcos, que habían generado una gran cantidad de empleo. El fundador del linaje, con algunos familiares, permaneció pescando en Tajao, pero muchos de sus hijos o nietos tuvieron que convertirse en pescadores ambulantes que se trasladaban por toda la vertiente Sur de la Isla, incluyendo a Santa Cruz, en busca de nuevos lugares donde desarrollar su trabajo y de mercados en los que poder vender el producto. Muchas veces esta búsqueda les condujo a trabajar por tierra en fincas de tomates o plátanos. En esto sí encontramos similitudes con los pobladores de El Pris, que provenían de Punta Hidalgo y de Los Llanos, en Santa Cruz, pues eran como las tribus de pescadores a las que se refería Verneau (1891: 164), que se desplazaban por la Isla, durmiendo donde podían y sin más propiedades que el barco: Los barcos pasaban por la mar, en el verano, salían de La Punta, y cuando... Estaban en Santa Cruz, en Los Llanos, donde estaba el castillo viejo que estaba allí, no sé si ustedes se acuerdan... Allí estaba, yo me acuerdo de irme a quedar allí, a casa de mi tío, dormir allí, unas casas viejas que habían allí, yo me llegué a quedar en el suelo, toda Punta Hidalgo estaba allí... Y allí cogían después cuando ya el verano, pues se marchaban aquí, unos pa La Punta, unos pal Pris, a remo... A vela y a remo, más a remo que a vela... Cuando entraban pa aquí, según me contaba mi tío Fele y esos que están, dicen que era más a remo porque veces no había viento... Entrando junio ya venían para El Pris... Que ya veían el verano, y entonces, cuando entraba octubre, cogían otra vez la cesta y todo, las mujeres por tierra, cargaban en el barco lo que podían, las cosas y se marchaban, y las mujeres venían por tierra caminando, según me ha contado mi madre. Estos grupos de pescadores venían huyendo del hacinamiento de Los Llanos, en Santa Cruz, donde pasaban los malos tiempos del invierno, aprovechando las mejores condiciones de la otra vertiente de la Isla. En Los Llanos residían en ciudadelas, sin catres y con una familia por cada habitación. Los pescadores de El Pris, en sus primeras estancias temporales, tuvieron que enfrentarse a la incomprensión de algunos de los habitantes de la

qué? Porque me dijo no sé cuál, no me acuerdo como lo llamaba, dice, y es verdad, y entonces empezó aquí, en un corral, Domingo el Palomo Díaz Pérez.

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zona a quienes, como pescadores de caña, no les interesaba que se asentara otra población que pudiera molestarles. Sin embargo, las relaciones con el resto de los agricultores eran muy buenas, y fue precisamente gracias a la ayuda prestada por algunos de ellos como se decidieron a formar el asentamiento estable hacia 1915: Cuando terminaba este mes de octubre se marchaban para Santa Cruz (...), pero después iban a trabajar a Santa Cruz... Ya entonces seño Astasio que vivía en el Puerto de la Madera, un tal Astasio que era el más viejo le dijo: señor Pablo, usted no conoce esta mar aquí en el invierno... Dice: ¡Qué va mi niño, yo me quedo aquí y me muero de hambre! Entonces dice el señor Astasio: mire, señor Pablo, usted no va a pasar hambre aquí, usted se queda que usted aquí se gana la vida seguro, y si no a usted no le va a faltar ni trigo para hacer el gofio porque yo se lo doy... Entonces mi abuelo pues dice: pues bueno, si usted cumple con la palabra esa pues me voy a quedar, y mi abuelo se quedó en las cuevas grandes en el barranco, de la época... Las cuevas grandes que están allá... Y entonces siempre me ha dicho mi madre que se quedaban allí, todos los pescadores juntos, y después cuando mi abuelo se quedó el primer año, ya después ya empezaron a quedarse, y entonces pues bueno, mi abuelo vio que en el invierno también habían bonanzas aquí y se podía dir... Ya entonces mi padre se casó, se casó Fele con una que era de aquí de Tacoronte, del barranco de San Juan, y ahí empezó, dispués mi madre se casó con un hermano de... Se asentaron en El Pris por varios factores. En primer lugar, era una zona favorable para la pesca, tanto pelágica como demersal. Años atrás los cardúmenes de viejas llegaban a enrojecer la mar —no se comercializaba— y la pesca de boga, chicharro, sardina, y caballa no presentaba ningún tipo de dificultad. Había poblaciones de agricultores relativamente cerca. No existían más pescadores en las cercanías, hasta Punta Hidalgo, y había agua abundante de manantiales por toda la zona. El embarcadero no era demasiado bueno, por lo inclemente de la mar del Norte de la Isla, pero sí de lo mejor en esta vertiente. Huían del hacinamiento de barrios como Los Llanos en Santa Cruz, de las ciudadelas y de la competencia del gran número de pescadores que había tanto allí como en Punta Hidalgo. Vivían bajo tinglados realizados con velas y también en cuevas, las mismas que fueron utilizadas por los aborígenes de la isla. Es una zona muy rica en restos arqueológicos, y en varias de estas cuevas existían hasta hace cuarenta años enterramientos guanches, o concheros inmensos, que fueron

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destrozados por los pescadores al ocuparlas como viviendas, y también por la construcción de casas y carreteras. Verneau describe en el siglo pasado pescadores con un hábitat similar: Tampoco diré nada de la aldea de El Carrizal ni de sus molinos de viento, y me limitaré a mencionar que, en el mismo borde del mar, vivía una tribu de pescadores en cuevas que ya habían servido de viviendas antes de la conquista. (Verneau 1891: 175). Tanto en El Pris como en Tajao sus pobladores tuvieron múltiples dificultades para asentarse en un terreno baldío. Por ejemplo, pese a la precariedad de su vivienda los pescadores de El Pris tuvieron que estar pagando alquiler por las cuevas durante años. Después de un accidente por desprendimiento del techo comenzaron a edificar casas, aunque todavía hoy, en ocasiones, continúan usando parte de las antiguas cuevas, aprovechando su frescor en verano y la agradable temperatura que mantienen en invierno. La propiedad de la tierra en la zona estaba dividida entre varias personas, y hubo frecuentes litigios legales a cuenta de la construcción de viviendas. Veamos qué ocurría en Tajao con estos problemas. Domingo el Palomo, el fundador del linaje, gozaba por su posición de consignatario de una gran consideración en la comarca. Antes de que se comenzara a especular con el suelo en ella, tanto él como su familia tenían permiso para edificar en Tajao, con tal de que lo hicieran sobre morros sin tierra. Sí, hombre, los nietos del señor Domingo, la familia del señor Domingo pueden fabricar. No me cojan tierra, sino fabricar en los morros, por eso no se ha cogido terreno, está ahí todo... Como no cogían terreno todo el mundo era por el mismo lado... Esto fue todo dado, todo, entonces fui y fabriqué ahí, en la casita que tiene dos balconcitos ahí, hice dos cuartitos y saqué bloques, de tosca pero macizos... Y saqué y saqué, hice los dos cuartitos esos y los teché... Uno no llega a tres por tres, tres por dos noventa tiene... Y después empecé y encalé uno, y encalé otro, como se encalaba antes... Una escoba y un pincel, enjalbegar nada más, como se hacía antes...31 Es precisamente este requisito, el tener que construir al pie de los morros y con posterioridad, al cambiar de manos el terreno, el tener que

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Esto ocurrió hacia el año 55, cuando hacía varios años que había muerto Domingo el Palomo.

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hacerlo a escondidas pues los nuevos dueños no permitían la construcción32, lo que ha conducido a una peculiar distribución espacial de las viviendas en el pueblo, separadas en dos grandes grupos. También ha colaborado a ello el distanciamiento entre varias de las ramas del linaje, que coinciden con estos dos espacios diferenciados33. Sólo en la última época, desde 1983, cuando TEN-BEL decide vender los terrenos de la zona, podrán los pescadores comprar solares en los que edificar sus viviendas, lo que produjo un aumento notable del volumen construido en apenas cinco años, gracias también, a partir de 1987-8, a numerosas edificaciones ocupadas por veraneantes y trabajadores de hostelería del Sur de la Isla. Tales dificultades para el asentamiento se han correspondido a la escasez de comodidades con que han contado los habitantes de Tajao. Hasta 1983 no había en el pueblo ni agua corriente, ni luz, ni teléfono. Todas las comodidades se reducían a motores acoplados a generadores que proporcionaban luz por las noches, bombas para llevar el agua a las casas desde un manantial cercano —el lavadero—, y un chorro de agua que se instaló en la explanada que existe en el centro de las casas, al cual las mujeres o los niños debían acercarse para surtir de agua potable las viviendas. En Agaete la población de pescadores ha estado, hasta los años cincuenta, integrada plenamente en el casco urbano con agricultores o artesanos. Sólo algún pescador residía en el Puerto de las Nieves, donde se hallaban los edificios de empaquetados de tomates. Con la construcción en 1951 de un grupo de casas baratas, viviendas sociales de promoción pública,

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Cuando la finca pasó a manos de D. Jesús Ramos ya se puso un guardián para impedir la construcción de nuevas viviendas, lo que se agravó cuando la propiedad de las tierras llegó a TENBEL, compañía de promociones turísticas. El guardián en el primer momento era un miembro del linaje que constituye a San Miguel de Tajao, y pese a ello, sus familiares a veces tenían que construir a escondidas: ¿De quién era esto antes?... De D. Ramón Peraza, y después lo compraron D. Jesús Ramos pa negocio ya... A él, y después ya no dejaba fabricar, ya puso un guardián allí, A. estaba de guardián ahí, y hacían falta más viviendas porque aquellos cuartos... Entonces le dije a tío A., me dijo que no, empecé a hacer bloquitos ahí detrás y los traía con la noche, cinco o seis bloquitos todos los días, y cuando ya tenía unos cuantos, entonces, con la noche los puse y más o menos, si no quedaron derechos pues, y a plomada, y por la mañana cuando llegó estaba aquel pedazo levantado y encalado. Lo encalé, pa que hiciera juego con el otro pedazo de casa que estaba allí. Y dispués fabriqué encima, la reforcé, le hice el cuarto de baño y le puse mosaico de esos de veinticinco... Cuando llegó TEN-BEL contrató un guarda jurado, que tuvo también que vérselas con la necesidad y la picaresca. En el caso de El Pris en muchas ocasiones se siguió la misma política de hechos consumados. 33 Este tema de la distribución espacial de los grupos de parentesco se encuentra desarrollado ampliamente en Pascual, Mesa y Pérez (1982: 51-2).

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realizadas ex-profeso para pescadores y situadas en Las Nieves, la situación se modifica radicalmente. En este núcleo se encuentra hoy la mayor parte de los pescadores de la comunidad. Las unidades domésticas que nacieron a partir de la fecha de su construcción han padecido frecuentes dificultades para encontrar alojamiento. En su mayor parte se han acomodado en otros grupos de viviendas sociales que han sido realizados en el casco de Agaete.

2.2.- Pescadores, marineros y labradores De las tres comunidades que ocupan aquí nuestra atención, en dos de ellas el cabotaje tuvo una importancia primordial. Para San Miguel de Tajao fue lo que dio sentido al asentamiento en su primer momento. En Agaete absorbió un buen porcentaje de la fuerza de trabajo durante siglos. Diversos testimonios confirman la importancia de la actividad en el Puerto de las Nieves a lo largo de una época dilatada, prácticamente desde la conquista. El que la construcción del pequeño muelle con el que todavía cuenta la comunidad se llevara a cabo en 1875, invita a reflexionar en este sentido. De entre las familias que poseían barcos dedicados al cabotaje en la zona, destaca la de los Trujillo, que llegaron a tener una verdadera flota de vapores y veleros, realizando esta actividad entre las Islas y con la cercana costa de África. En total tendrían alrededor de diez barcos, una verdadera flota para la época. Otras familias que poseían buques destinados al cabotaje eran los Padrón de Gáldar, los de María Pepa de Agaete, una cambullonera a la que conocían como La Cangreja, etc. Más de una quincena de buques destinados al cabotaje se hallaban en la zona, y teniendo en cuenta que cada uno de ellos contaba con una tripulación que oscilaba entre 10 y 12 hombres (al menos), nos podemos hacer una idea de la importancia que poseía tanto para el pueblo como para la población de pescadores. Además, otros buques de las compañías del tomate (Fyffes, Cory, etc.) también tenían entre sus tripulaciones a muchos marineros de la comarca. En suma, para una población que oscilaba entre las 3.159 personas en 1900 y las 4.900 en 1940 (población de derecho), el porcentaje que se deriva de un simple cálculo es muy elevado, lo que se confirma con los padrones de la época. En 1910 aparecen unos 250 marineros y, entre éstos, 9 como pescadores. En tal momento la diferenciación no era del todo nítida entre ambas actividades. Si bien muchos de los llamados marineros no eran pescadores en sentido estricto, pues su familia procedía de tierra y sus actividades en la mar se ceñirían al cabotaje, sí que podemos decir que los pescadores de la época habían trabajado casi todos, durante un período más o menos largo, en barcos comerciales.

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La dedicación que mantenían los pescadores de la zona Noroeste de Gran Canaria a las faenas extractivas de la mar era a tiempo parcial. Durante la primavera y el verano se dedicaban a la pesca, pues en esa fase del ciclo anual la climatología favorece la actividad, y desarrollaban sus labores preferentemente en la zona Sur de la Isla, por existir en ella delegaciones de compañías conserveras o de salazón34 y darse elevadas capturas de túnidos. Al comenzar el invierno, la lluvia les obligaba a desplazarse de las chozas mal acondicionadas que habitaban en los barrancos de Mogán o Veneguera. Desde allí volvían a Agaete, donde se encontraban con un mal tiempo casi continuo (mar de leva o reboso), por lo que tenían que combinar la pesca con otras actividades: éste era el caso del cabotaje35: ¿Antes iban a Mogán en los veranos a pescar? Antes del movimiento díamos todos los años, todos los años, hubiera o no hubiera, díamos en abril. Y a veces nos corría el invierno de allí... Cuando el invierno nos corría porque no teníamos casas, sino eran chozas... ¿Y antes en los inviernos se embarcaban? Yo antes de soltero todos los años... Cuando venía de Mogán... ¡A embarcar! Me embarcaba. No sólo era el cabotaje la alternativa a escoger, muchas veces trabajaban en la agricultura, evitando los tiempos muertos ocasionados por el mal estado de la mar. En Tajao ya hemos comentado la importancia que para el nacimiento de la comunidad tuvo el tráfico de cabotaje. Muchos de los hijos y nietos de Domingo el Palomo participaron como marineros durante largo tiempo. Ade-

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En primera instancia, las factorías de Mogán eran simplemente depósitos de salazón: Una factoría de salazón, una factoría grande con un depósito, y las albacoras las hacían trozos, las pelaban, le quitaban lo negro, y las hacían pedacitos de un par de kilos, y eso día al tanque, salado, ahí se curaba con la salmuera... cuando estaba curado, entonces las empaquetaban en barricas, con la salmuera y eso, y dispués se la echaban, la dían a recoger los barcos de los Trujillo... y eso era para embarcar, lo llevaban a Las Palmas y de ahí las transportaban... Dispués, más tarde, por el Movimiento venían de allá, de La Gomera, venían unos barcos, (...) a recoger el pescado que se día cogiendo fresco, pa llevarlo allá pa laterío, allá, porque aquí no había, lo tenía en La Rajita que era donde tenía LLoret máquinas de conservas, pero antes era salazón. Después del Movimiento, por el ocaso de los barcos de cabotaje que transportaban los barquillos de los pescadores de Agaete a Mogán, por la crisis económica, por el desarrollo del transporte por carretera, los traslados a Mogán de los pescadores de Agaete se desvanecieron. 35 Hernández González y Arvelo García (1984: 43-4) relacionan de forma similar a los marineros y pescadores.

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más del trabajo que ofrecían los barcos como tripulantes, para manejar las lanchas, y llevar a tierra sus mercancías o cargarlas en los mismos, eran necesarios hombres diestros en la mar y que pudieran maniobrar adecuadamente en las calas, muchas veces sin condiciones, en las cuales solían desarrollarse estas faenas. Los pescadores que no se encontraban embarcados eran los encargados de realizar este trabajo en colaboración con las tripulaciones. Como relata un pescador de Tajao: Antes había mucho trabajo en la mar en los puertos, en todos los puertos, usté venía de pescar y lo llamaban para trabajar en los barcos, en descargar y cargar. Pero el cabotaje tuvo que dejar su lugar preponderante en las Islas como vehículo exclusivo para el transporte de mercancías. En los años treinta, con el desarrollo del tráfico rodado, se produce su ocaso36. Unos comentarios del historiador Rumeu de Armas sobre el puerto de Sardina, muy cercano al de Las Nieves, reflejan los factores que intervinieron en la crisis: El puerto de Sardina del Norte vivió momentos de esplendor mientras la navegación a vela, por un lado, y los malos caminos, por otro, obligaron a las ciudades ribereñas a buscar la senda más corta para arribar al mar. Algo similar ocurrió en Tenerife con Garachico y el Puerto de la Cruz. Pero el día que la navegación a vapor requirió la utilización de ingentes capitales mobiliarios, obligando de paso a los puertos a costosas obras de infraestructura y a exigencias muy particulares de abrigo, seguridad y calado, las circunstancias variaron por completo. Si a ello unimos la nueva red de carreteras, que puso fin a los tradicionales atajos y vericuetos, permitiendo la fácil comunicación con el Puerto de la Luz, tendremos una clara explicación de la etapa actual de decaimiento y postración, reducida a la actual condición de refugio pesquero. (Rumeu de Armas 1979: 9-10). La fuerza de trabajo que el cabotaje ocupaba tuvo que buscar otras alternativas. Ya hemos hablado de ellas al referirnos al caso de Tajao, pero vale recordar las palabras de un pescador de esta comunidad al respecto:

36 Ruiz Alvarez describe el ocaso definitivo del tráfico de cabotaje en el Puerto de la Cruz, y lo data en una fecha similar a la que nosotros hemos recogido para Tajao: poco antes de la guerra civil española. En el caso de Agaete parece que durante ésta todavía subsistía aletargado (Ruiz Alvarez 1973: 28-9).

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Cuando se terminó lo de los barcos, ¿Qué hizo toda la gente que estaba trabajando en ellos? ¡A la pesca, cuando se terminó lo de los barcos la gente se fue a la pesca. Esa gente de Lanzarote estaban años y años. Otra gente fue a los Correos, a los barcos de Rodríguez López... Los pescadores también han realizado faenas por tierra de múltiple signo cuando les ha sido ventajoso por la demanda de fuerza de trabajo y por los imperativos del ciclo productivo pesquero. En este sentido, las posibilidades que ofrecían estos dos territorios tan diferentes, el mar y la tierra, han constituido el entorno al que se han adaptado los pescadores canarios con estrategias cambiantes, en función de las condiciones que se les presentaban. El caso de nuestras comunidades no ha sido una excepción en este terreno, desarrollando opciones diversas y adaptadas a sus contextos peculiares. Dos de las poblaciones que aquí estudiamos contaban en las cercanías con ricos cultivos que absorbían gran cantidad de mano de obra, tanto masculina como femenina. Nos referimos a El Pris y Agaete, con abundantes huertos de tomates y plataneras en sus proximidades. En el caso de Tajao, sin embargo, sólo encontramos cultivos de tomates, que acogían una fuerza de trabajo en su mayor parte femenina37. ¿Cómo se articulaban estos dos polos, el mar y la tierra? Las condiciones del trabajo en la mar en estas comunidades permitían que, durante los inviernos (las épocas de malos tiempos en las vertientes norte donde se sitúan tanto El Pris como Agaete), los hombres tuvieran abundante tiempo libre, al no poder salir al mar todos los días. A la vez, en la unidad doméstica se disponía de fuerza de trabajo femenina que también podía integrarse en estas labores. Como resultado de ello, mientras duró la platanera los pescadores no dejaron de participar, con mayor o menor constancia, en su cultivo. En las plataneras... Yo también trabajé en las plataneras... que díamos porque ahí en los inviernos no se ganaba ni un duro... Si cogías tres o cuatro kilos de pescado tampoco hacías nada porque lo vendías barato...

37 Baste recordar las palabras de Rodríguez Brito sobre el cultivo del tomate en Tenerife: Así, durante las tres primeras décadas del siglo las principales zonas productoras de tomates fueron Valle Guerra en La Laguna y los municipios de la Isla Baja. (1986: 353). A partir de los años treinta pasarían los municipios del sur de la isla a producir la mayor cantidad de tomates, teniendo siempre Arico, el municipio donde se integra Tajao, un porcentaje importante en el cultivo insular (op. cit: 352-3).

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Desde los dieciséis años, incluso antes, los hijos de los pescadores comenzaban a trabajar en los cultivos o en cualquier otro empleo temporal que les permitiera sobrellevar los inviernos. Mientras tanto, algunas mujeres cultivaban tomateros. En El Pris, con la crisis de las plataneras en la zona Norte de Tenerife y la implantación de cultivos más rentables, como las flores en Tacoronte o Valle Guerra, ha desaparecido la oferta de trabajo temporal para los pescadores, quedando algunos puestos para las mujeres. Sólo dos hombres han mantenido su vinculación con algunos trabajos agrícolas. Uno de ellos posee unos pedazos de tierra y las cultiva por su cuenta, otro coge en ocasiones trozos a medias38. De forma paralela a la crisis de estos cultivos se realizó en la comunidad una innovación tecnológica, la llegada del trasmallo, que les permitió aumentar la productividad. A la vez subió el precio del pescado con rapidez, sobre todo el blanco. Por ello podían permanecer los inviernos arreglando los trasmallos, actividad que requiere bastante tiempo, sin alejarse del pueblo para trabajar en otras faenas. De cualquier manera, todavía algunas unidades productivas se trasladaban al Sur de la Isla en busca de mejores tiempos, costumbre que ha persistido hasta nuestros días en algunas de ellas, que gracias a las nuevas comunicaciones incluso van y vienen en el mismo día, manteniendo una embarcación en la otra vertiente de la Isla para el invierno. A mediados de los años cincuenta, otra labor complementó las tareas de la pesca: el contrabando. Por la zona, y en varios desembarcaderos (uno de los cuales era El Pris) lo descargaban en grandes cantidades, mientras las autoridades no se daban por enteradas de lo que ocurría. Duró más de un año, y significó aportes económicos notables para los pescadores 39.

38

En boca de un pescador de El Pris: Antes sí, antes en el invierno íbamos a trabajar, ya hoy no hay trabajo por aquí cerca... 39 El contrabando descargado fue tan abultado, que llegaron a hacer tickets para poder controlar la labor de los pescadores y sus mujeres en la descarga. Ustedes saben que aquí hay personas que están trabajando toda la noche y otras van, dan un viaje y después se pierden, que si una tiene el niño, que si la otra tiene esto... Y después van a cobrar igual, eso no puede ser. Hagan ustedes unos recibos, unos tickets, algo. Y a toda la que va saliendo con una caja, apunten el bulto que van llevando lo que puede valer y entonces le dan el ticket, y cada uno que cobre lo que lleva. Pues así lo hicieron, fueron a la imprenta, hicieron unos tickets, y a cada, según los bultos, le daban los tickets, y cada ticket eran quince pesetas arriba, había mujeres que ganaban... Mi mujer misma se echaba hasta tres cajas de tabaco, pues eran en ese tiempo. Nueve duros de cada viaje, pues ya después había quien sacaba un jornal bueno. En una noche podían ganar hasta mil pesetas, que para la época era una cantidad apreciable. Desde sacos de café hasta relojes de pulsera, pasando por cajas de whisky o cocinas entraban por esta vía en Tenerife.

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En Agaete también era muy normal que los hombres trabajaran durante los inviernos en la agricultura, en las plataneras, en empaquetados, preparando la tierra para los tomateros, etc. En las épocas de crisis se llegó, incluso, a ir a recoger leña al vecino pinar de Tamadaba para venderla en los pueblos cercanos. La innovación tecnológica de la nasa grande, el aumento de su número, etc., terminó en parte con estas estrategias diversificadoras, por la mayor dedicación que exigían a los pescadores. Otra vía constantemente utilizada para dar cobijo a la fuerza de trabajo fue la pesca en la vecina costa africana, por la que han pasado muchos de los pescadores de la comunidad. Durante los inviernos (en ocasiones durante todo el año en las unidades productivas menos capitalizadas), y mientras duró el auge del banco pesquero canario-sahariano, los jóvenes y no tan jóvenes marchaban de la comunidad. Este trabajo funcionó con frecuencia como medio para la acumulación de capital que sería reinvertido en las unidades productivas artesanales. Hoy sólo un par de pescadores siguen faenando en estos barcos, entre otras cosas porque la demanda de tales puestos de trabajo es bastante mayor que la oferta. En Agaete, desde los setenta, también el sector servicios ha hecho su aparición con fuerza. Los bares del Puerto de las Nieves han absorbido a muchos hijos de pescadores, y también algunas jóvenes. Cerca de San Miguel de Tajao las posibilidades que se ofrecían para el trabajo de los hombres eran muy reducidas. No existían más que cultivos de tomateros, en los que el papel de las mujeres era el fundamental. La única actividad que les quedaba abierta era la pesca, tanto en su comunidad como, en ocasiones, en barcos que se dedicaban a la captura de túnidos entre las Islas cuando se daban buenas temporadas. También la construcción atrajo algunos jóvenes en determinados momentos. La tónica en esta comunidad, al igual que en El Pris, ha cambiado radicalmente en los últimos años. En Tajao el elemento que ha provocado la transformación ha sido el desarrollo turístico del Sur de la Isla, captando a los pescadores de varias unidades productivas para el sector servicios. En el seno de la economía doméstica la fuerza de trabajo era empleada para asegurar la subsistencia y reproducción de la familia. Dentro de las estrategias desarrolladas para tal fin resultaba fundamental asegurar la alimentación cotidiana, lo más completa posible, en la que se debían combinar, además del pescado y los mariscos, frutas, verduras, legumbres, gofio, etc. Ello resultó un problema durante mucho tiempo. Por largos años las poblaciones que aquí analizamos mantuvieron situaciones de gran pobreza. En este sentido podemos decir que los contextos de Agaete son también muy distintos a los de Tajao y El Pris. Los pescadores en Agaete se hallaban integrados en una comunidad mayor, y con frecuencia dentro de la unidad doméstica había personas que

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trabajaban en la agricultura, existían circuitos de comercialización establecidos, etc. En suma, la relación con la población agrícola resultaba más fluida, y el intercambio de pescado por otros bienes también. En los otros casos encontramos situaciones diferentes. Si bien una gran parte de los productos del campo se podían adquirir con dinero o más habitualmente intercambiarlos por pescado, en lo referente a las proteínas animales la situación cambia de forma casi radical. Los pescadores poseían sus propias cabras, cerdos, gallinas y conejos40. Estas proteínas animales complementaban su dieta muy rica en pescado y en mariscos. Mantener animales domésticos era posible utilizando los desechos de la casa, la vegetación de las cercanías, etc. A la vez, desarrollaban estrategias de recolección. Las mujeres y los niños, mientras los hombres salían a pescar, mariscaban de forma cotidiana por las cercanías de la comunidad. Este marisco no se comercializaba por no ser apreciado por los agricultores, o porque éstos tenían fácil acceso a él sin necesidad de adquirirlo; se comían lapas, erizos o cangrejos41. En otro sentido, desarrollaban también tales labores en tierra, sobre frutas (higos, tunos, etc.), o sobre algunas hierbas que complementaban la dieta y crecían en las cercanías de la comunidad (sobre todo en El Pris). Incluso se llegó a recolectar cochinilla por las mujeres, que se vendía a intermediarios. De esta manera se aprovechaba íntegramente el nicho ecológico y las posibilidades que éste presentaba para la supervivencia. El consumo de proteínas animales en épocas de malas pescas, por los jalíos del invierno, había de convertirse en un complemento fundamental de la dieta. Para ello la única alternativa viable era la salazón de la carne (al menos en el caso de los cerdos), lo que permitía consumirla a lo largo de un periodo dilatado. Se realizaba la matanza en la época más cruda del invierno, a finales de diciembre o principios de enero, manteniéndose la carne en salazón durante un período de unos tres meses, pasado el cual se ponía ran-

40

Como dice un pescador de El Pris: ¿Cuantos cerdos tenía tu madre allí...? A mi madre le llegué a ver hasta tres... Mi tío Fele y mi tía Adela llegaron a tener catorce y quince... Cochinos... Diez, ocho, nueve... Y después con las crías tener dos o tres... Allí en la cueva, todos juntos, cochinos y todos juntos, y no le daba a uno ni catarro, eso es lo que yo digo, los cochinos pa acá, pa allá, ni catarro le daba a uno, nada. Si no hubiéramos muerto todos allí. Los cochinos dormían allí y la gente durmiendo por aquí. Eran tan educados que tenían su sitio para cagar, debajo de los riscos que tenían allí detrás. Tenían su sitio... Y cabras... Y gallinas... Cabras hasta tres llegué a tener... Yo era el que las cuidaba cuando chiquillo... 41 Incluso con langosta se saciaban con frecuencia los hijos de los pescadores. Aunque no se obtenía con una estrategia intencional, al no ser apreciada por los agricultores, la que se capturaba era consumida en la comunidad, o se vendía, cuando ello era posible, bien a visitantes ocasionales, bien a algunas personas de clase alta que sabían valorarla.

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cia. Cuando era necesario y la unidad doméstica poseía más de un cerdo, al acabarse la carne del primero se mataba otro, y así sucesivamente. En San Miguel de Tajao se practicó la salazón del cerdo y se criaron animales domésticos diversos (cabras, gallinas, conejos y cerdos), pero su función en la adaptación ecológica al medio era menos importante que en otras poblaciones42. Los tiempos malos no eran tan frecuentes, y la crianza nunca llegó a ser un fenómeno tan generalizado como en El Pris. En esta última comunidad, las estrategias de las unidades domésticas para su reproducción tenían que responder, durante los inviernos, al problema de la disponibilidad de proteínas y en general de alimentos durante los malos tiempos que podían durar varios meses. La solución pasaba por contar con fuentes de proteínas no sujetas a la variabilidad de las condiciones climáticas. La mejor alternativa era la crianza del cerdo, la salazón de su carne, y el contar con otros animales domésticos que la proporcionaran, por ejemplo, cabras, gallinas y conejos43. No sabían o no podían salar pescado ni jarearlo, a diferencia de los pescadores de Tajao o Agaete, de ahí que la única respuesta adaptativa era la crianza de animales domésticos y la recolección en tierra también durante los inviernos de frutas y hierbas44. Paralelamente estos anima42 Como narra un pescador de Tajao: Me acuerdo que mi madre tenía unas cabras (...), por ejemplo la casa nuestra es más lejos pero después en la orilla, casi en la orilla de la mar habían unos goros que tenían arregladitos para las cabras. Cerdos también, nosotros siempre, aquí mi madre siempre tenía, los tenía allá, por donde tiene M. A. más o menos los perros, unos goros... 43 En la descripción de un pescador de El Pris podemos apreciar claramente la función de la carne de cerdo salada en su alimentación: Lo mataban entrada la Pascua, entrando enero, en enero se mataba para tener ahora carne para... Por las mañanas cogíamos nosotros un cacho de carne gorda y un cachito de morcilla o algo de eso... Lo hervíamos en agua, con el agua revolvíamos el gofio... La carne era salada, la metíamos en un cajón, la cogías y la llenabas de sal, venga sal... Y entonces la sacas al sol, pa que no críe... A los tres días de salada, la sacas al sol y la tendían al sol, para que se secara, escurriera el agua toda, y después la volvían otra vez a enrollar, mi madre siempre lo hacía así, la enrollaba, la metía en el cajón, y de ahí íbamos sacando. ¿Hasta que fecha les duraba la carne...? La carne duraba tres meses o cuatro meses, después se ponía rancia... Enero, febrero y marzo... Desde enero teníamos la carne pa eso. Los días antes de Pascua, las Navidades, que no se dicen aquí sino Pascua. Y después a lo mejor mataba uno esta semana, porque le compraban medio, vendían medio y se quedaban con otro medio, después mataba el otro, que le venían a comprar, después mataba el otro, y así todas las semanas mataba uno. Mi madre mataba hasta dos y tres... Y casi todos... Sinforia... Mi tío Fele llegó a tener una plaga... Por lo menos catorce y quince... 44 En boca de un pescador de El Pris: Sí, después de la guerra... En el año cuarenta ¿y uno?... De higos tintos de esos por ahí comíamos como... En verano no, en invierno se metía la mar un mes. Parece que eran más fuertes los inviernos en ese tiempo, y lloviendo. A mí me gusta el jaramago con locura. Es igual que el rábano, pero buena para comer, más sabrosa que el rábano... Y la rapasaya, y el cardo.

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les les proporcionaban un medio de intercambio con las localidades agrícolas cercanas, en la época en que el mar era más inhóspito y no contaban con pescado que trocar por verduras o papas. Con la modernización de las comunidades y la llegada de veraneantes, la crianza de los animales se fue volviendo cada vez más complicada por las protestas que se producían. A la vez ya había perdido su valor ecológico. Si hasta los años cuarenta y cincuenta el intercambio era una de las vías más habituales para realizar la comercialización, con los sesenta y setenta la venta del pescado por dinero se convirtió en estándar, lo que permitía ahorrar para los inviernos. La difusión de alimentos congelados, el aumento del precio del pescado, la utilización de artes más productivas, etc., condujeron a que los animales domésticos dejaran de ser un elemento clave en las estrategias adaptativas de los pescadores de El Pris. Hoy en día sólo crían algún conejo y un cerdo para las fiestas. En el Puerto de las Nieves los marineros también tuvieron animales domésticos, aunque su importancia no es comparable al caso de El Pris, ni siquiera al de Tajao45. Tenían cerdos, cabras, gallinas, conejos, etc. Los alimentaban con los mismos desechos que en las otras comunidades (hierba, rastrojos, millo, sobras de las casas, etc.). Prácticamente todas las familias los poseían, hasta que la urbanización de la comunidad consiguió que se evitara su crianza, hacia comienzos de los setenta: Cuando ya Las Nieves empezó a urbanizarse, hará quince años, lo menos quince años... Lo menos hace quince años que empezó la gente a quitarlos... Las Nieves empezó a coger otra vida y, claro, las tenían cerca de las casas, detrás de las casas baratas, todo aquello eran chozas de cabras... La leche en polvo y la carne congelada también colaboraron en su ocaso, al ofrecer proteínas animales a bajo precio. La crisis agrícola alejó la posibilidad de mantener estos animales sin demasiado esfuerzo: Todos, en mi casa había una, desde que empezó a quitarse las plataneras y eso la quitemos nosotros, porque ya no había donde ir a coger un puño de hierba. Y entonces ya no se podía mantener, empezó a venir la leche Lita también...

45 Resulta muy difícil evaluar estadísticamente la importancia relativa de estos patrones de crianza de animales domésticos llevados a cabo tiempo atrás, pero los mismos pescadores de las comunidades les dan una importancia cualitativa diferencial en cada una de ellas.

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De cualquier forma, todavía en Las Nieves algunos pescadores mantienen cabras en chozas alejadas de la comunidad. En San Miguel de Tajao, al igual que en El Pris, se conservan algunos conejos y gallinas, que sólo tienen una función anecdótica en la dieta actual.

3.- TRES POBLACIONES DE PESCADORES: EVOLUCIÓN Y ESTRUCTURA Exponemos a continuación la evolución poblacional de las comunidades y algunos aspectos de su estructura actual. En primer lugar examinaremos Agaete, la más importante y en la que profundizaremos por existir varios trabajos que estudian la evolución demográfica de la comarca NW. de Gran Canaria. El análisis de las dos restantes será más somero por no existir publicaciones de esta índole sobre las comarcas en que se incluyen, su reducido número de habitantes y su nacimiento reciente.

3.1.- La movilidad poblacional como constante histórica en la comarca del noroeste de Gran Canaria En general podemos decir que la demografía de Agaete, a la vez que la de todo el Noroeste de la isla de Gran Canaria, se ve marcada por una cuestión fundamental, la movilidad de la población, que ha sido una constante a lo largo de su historia. Siguiendo los análisis de Martín Ruiz (1980), podemos decir que en la zona, hasta los años veinte, encontramos un régimen demográfico antiguo, caracterizado por una elevada natalidad y una relativamente alta mortalidad. En los años que van desde 1897 a 1920 se da un cierto aumento en la población, por un crecimiento vegetativo importante y una disminución de la emigración. En la última década de este periodo el aumento fue bastante menor, como consecuencia del efecto perjudicial de la I Guerra Mundial sobre la agricultura canaria. En esta época y en el caso de Agaete, el centro de atracción era la ciudad de Las Palmas por el desarrollo portuario46, llegando a constituir el foco del 46% de la emigración del municipio47. Antes de 1920 también había sido importante la dirigida a Cuba, América y el resto del Archipiélago. A partir de 1920, la zona Noroeste de Gran Canaria se ve sometida a un crecimiento demográfico muy fuerte, por el aumento de las diferencias

46 47

Ver Burriel de Orueta (1973). Ver Martín Ruiz (1980).

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entre natalidad y mortalidad, dado el bajón del índice de ésta, en un fenómeno generalizable en gran parte al resto de las islas. Hasta 1960 ello significará una expansión demográfica general, con un ritmo de crecimiento medio de 1,2 por cien en Agaete, concentrado siempre en la costa por la expansión del plátano y el tomate, con sus actividades derivadas como los almacenes de empaquetado, que requerían mucha mano de obra. Estos cultivos tienen en la zona de plataforma costera de menos de 200 m. de altitud su mejor localización. Como consecuencia, se despueblan medianías y cumbres. El crecimiento fue mucho más intenso en el periodo que va desde 1920 a 1930, para conducir incluso a un pequeño descenso de la población en el período de 1940 a 1950, recuperándose ligeramente en 196048. Durante toda esta época, menos entre 1921 y 1930, la emigración fue el cauce de desahogo natural del crecimiento de la población. En ella Las Palmas de Gran Canaria continuaba teniendo un papel fundamental49. La crisis de poblamiento que ya en Agaete se había evidenciado en la década de los 50 tomará en la de los sesenta caracteres de retroceso evidente. En este pueblo ...hasta el centro urbano se halla sumido en una profunda crisis; la zona de costa decreció en un -1,4 por cien anual, y las medianías lo hizo a un ritmo del -5 por cien (Martín Ruiz 1980: 279-80). Hacia 1974 un 82 por ciento de los emigrantes procedía del núcleo urbano, lo que da idea de la crisis del municipio50.

3.2.- Evolución de la población de pescadores y marineros de Agaete y el Puerto de las Nieves Veamos a continuación otros aspectos demográficos referentes al municipio de Agaete, poniendo el acento en la población relacionada con la pesca y el cabotaje del casco del pueblo y del Puerto de las Nieves. Sin pretender realizar un estudio exhaustivo, analizaremos algunas líneas de interpretación sobre este tema. Comenzaremos contrastando la evolución de la población total en Agaete y el Puerto de las Nieves a lo largo del presente siglo (Cuadro 1). En

48

Martín Ruiz (1980: 271). Veamos cuáles eran, según Burriel, las condiciones que colaboraban a esta situación: A esta oleada inmigratoria que va a recibir Las Palmas contribuyeron dos situaciones contrapuestas: por una parte la crisis del campo, con el abandono de las tierras altas e interiores de secano y con la saturación del regadío de la zona norte por falta de terreno y agobiado por la escasez y el precio del agua. Por otra parte, el aumento de atracción de la ciudad por el crecimiento turístico, el desarrollo portuario y pesquero y el proceso de creciente centralización de funciones en la capital, propio del capitalismo español de los últimos años. (Burriel 1982: 174). 50 Martín Ruiz (1980: 279-80). 49

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1836 los padrones señalan la presencia de 27 personas en el Puerto de las Nieves, entre ellas dos familias de pescadores, lo que confirma la profundidad histórica de su presencia en la comunidad. En 1900 el nomenclátor no detalla ningún habitante. En 1910 aparecen cuatro. Es hacia 1920 cuando hallamos una cifra reseñable: 47 personas. Esta población aumenta en 1930 y 1940 (92 y 162 habitantes respectivamente) y en 1950 llega a 209 personas. Estos datos, no obstante, han de ser sometidos a examen crítico. Hasta 1950 no vivían tantas familias de pescadores en el Puerto de las Nieves. Por el contrario, residían en su mayoría en el pueblo. Sin embargo, todo este período de tiempo se encuentra marcado por los grandes cultivos de exportación, plátano y tomate, y en la zona inmediata a lo que hoy es el Puerto de las Nieves había grandes fincas de estos cultivos, que llegaban hasta el mar y en las que residían los aparceros o medianeros encargados de cuidarlas. De ahí el gran número de edificios de que dan cuenta los nomenclátores por esa fecha, y que no se corresponden con los datos ofrecidos por los testimonios orales que hemos recogido de los pescadores. Estos hablan de casillas situadas en lo que hoy es la avenida (Paseo de los Poetas), y poco más en el Puerto de las Nieves. Por la zona cercana de Las Salinas se conservan muchos restos de edificaciones de origen agrícola (algunas todavía en pie) que provienen de esta época. También a la entrada de la comunidad se encuentran restos de edificaciones y/o viviendas. Había varios almacenes de empaquetado, que permanecieron funcionando hasta que se desarrolló el tráfico por carretera. Por tanto, la verdadera transformación que se produce en Las Nieves tendrá lugar en la década de los 50. Con la construcción del grupo de casas baratas, de 209 habitantes en 1950 se pasará en 1960 a 413. Los pescadores ya podían establecerse al lado del mar en viviendas dignas, abandonando sus casillas o chabolas aquellos que residían por ese entonces en el Puerto. Sin embargo, se observa una disminución de la población entre 1960 y 1970 en esta unidad de estudio; de 413 personas se pasa a 309. Dos factores fundamentales intervienen para dar lugar a tal cuestión: por una parte la crisis de los chinchorros, que dejará libre una gran cantidad de mano de obra51; por otra, la caída de los monocultivos, provocada por cuestiones como la falta de agua. Todo esto desembocó en procesos migratorios hacia Las Palmas de Gran Canaria, que hemos comentado. Presentaremos los conjuntos poblacionales del municipio de Agaete y del Puerto de las Nieves, y cómo ha evolucionado la población total relacionada con la pesca o el cabotaje (Cuadro 2). Incluimos todas las personas de las unidades domésticas en las que aparece algún pescador o marinero.

51

Esta crisis será examinada en el subcapítulo dedicado al cambio tecnológico.

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CUADRO 1 Evolución de la población del municipio de Agaete y del Puerto de las Nieves AÑO

AGAETE

LAS NIEVES

1836 1860 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1986

1.998 2.501 2.835 3.124 3.126 4.208 4.700 4.366 5.079 4.414 4.427 5.136

27 --4 47 92 162 209 413 309 224 223

Fuente52: Padrones Municipales, Nomenclátores I.N.E. y CEDOC. Elaboración propia.

Un dato se escapa a este análisis de la evolución de la población relacionada con el mar en el municipio y su distribución espacial. Se trata del bajón extraordinario que encontramos en 1930 y que parece anacrónico. Esta cuestión puede ser explicada por el mal estado en el que se hallan las hojas del padrón de esta época, que en el caso de las unidades domésticas residentes en el Puerto de las Nieves, se encuentran cortadas de tal forma que no aparecen las profesiones, por lo cual no puede ser vaciada la información. Queda claro a la vista de los datos el gran número de personas que, desde muy atrás, han dependido del comercio marítimo o de la pesca en Agaete, lo que confirma su vocación marinera. La transformación producida entre 1960 y 1965 queda definida en estas cifras: de 554 personas en unida-

52 La fuente para 1836 es el Padrón 1836, manuscrito, archivo Museo Canario, según el cual aparecen en el pago de Las Nieves 27 personas, todas nacidas en Agaete, y un total de cinco familias, de las cuales dos tienen como cabezas a labradores, una a un jornalero y dos a marineros. No se puede evaluar el número de pescadores de la Villa pues no aparecen sus datos pormenorizados. La fuente para 1860 es: Provincia de Canarias, Censo de Población de 1860. 1862, Imprenta de la Vda. e hijos de Bonnet, Sta. Cruz de Tenerife. Esta fuente no especifica la población del Puerto de las Nieves. La población que se indica es de hecho en todos los casos excepto para Agaete en 1986, que es de derecho por ser la fuente el CEDOC. El Padrón del Puerto de las Nieves para 1986 la comprobamos in situ, encontrando un gran número de censados como residentes que de hecho vivían habitualmente en pueblos cercanos y que no incluimos en los datos.

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des domésticas con pescadores o marineros a su interior en 1960, se pasará cinco años más tarde a 387, y todavía este proceso se agudizará más en nuestros días, con sólo 198 personas. Los factores que han influido en ello son la caída de los chinchorros y los procesos de especialización tecnológica que se produjeron, aspectos que estudiaremos con más detalle en apartados posteriores.

CUADRO 2 Evolución de la población (de derecho) de las unidades domésticas marineras en Agaete y el Puerto de las Nieves AÑO

AGAETE

1910 1920 1930 1945 1960 1965 1981 1986

831 641 101 479 315 166 113 87

LAS NIEVES ------93 239 221 133 111

TOTAL 831 641 101 572 554 387 246 198

Fuente: Padrones Municipales. Elaboración propia.

Hasta 1920 la población de pescadores era insignificante en el Puerto de las Nieves, y dudamos mucho de que fuera estable, por ello no lo señalamos. De 1930 no poseemos datos por el mal estado del padrón de habitantes. Es hacia 1945 cuando comenzamos a tener testimonios de un número reseñable de familias de pescadores en la zona, que malvivían, según los testimonios orales, en casillas o chabolas. Será hacia 1960 cuando estas cifras comiencen a resultar importantes. De 413 personas que vivían en el Puerto de las Nieves, 239 se hallaban relacionadas con el mar. Las restantes dependían de la agricultura y no residían, según las noticias que tenemos, exactamente en el emplazamiento actual. En 1965 (ver cuadro 2) se reduce un poco la población de pescadores, pero sigue manteniendo su importancia fundamental en esta unidad de estudio, que conserva todavía en nuestros días. Respecto a la distribución espacial de esta disminución, sólo alcanza a 18 personas (7,5% respecto a la población de 1960) en el Puerto de las Nieves. Mientras tanto, en el casco de Agaete el descenso es de 149 individuos, un 47% de la población originaria. La causa de esta desproporción

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quizás radique en que el conjunto de pescadores residente en tales fechas en el casco del pueblo, era el que desarrollaba esta actividad a tiempo parcial con escasa dedicación, combinándola con otras labores. Por otra parte, en los padrones de 1910 y 1920 se incluyen como marineros personas que se encuentran ausentes con sus familias. Las hemos contabilizado en el total pese a tal coyuntura. En 1910, 88 personas se hallaban en esta situación, de las que 56 estaban en Las Palmas, según la información que proporcionan los padrones. Tres familias estaban ausentes en Tenerife, con veinte personas, y dos en Cuba con ocho personas. Otra más se hallaba en Mogán, también con ocho personas. La corriente migratoria en esta época se dirigía preferentemente hacia la capital de la Isla53. En 1920 no conocemos el destino de los ausentes, pues los padrones en este caso no dan la información, pero con toda seguridad su asentamiento seguiría vías similares. La importancia del cabotaje y la pesca en Agaete a principios de siglo queda clara con el siguiente dato: de 545 unidades domésticas que hallamos en el casco del pueblo 150 tenían en su interior algún marinero o pescador. Consideraremos ahora la evolución de pescadores y marineros que ha tenido el municipio de Agaete en el presente siglo, aunque la diferenciación no sea del todo clara. Una serie de problemas se presentan a la hora de interpretar estos datos (Cuadro 3). En primer lugar, aparece el bajón extraordinario de 1930, perfectamente explicable si recordamos cómo muchas de las hojas de los padrones de esta fecha se hallaban cortadas, por lo que tales datos no son fiables. Otra cuestión interesante es la disminución de marineros y pescadores entre 1960 y 1965, provocada por la crisis de los chinchorros y a la que ya nos hemos referido antes. De 102 pescadores y 32 marineros en 1960 se pasa cinco años más tarde a 61 pescadores y 38 marineros. Muchos de los que se ven sin trabajo emigrarán a Las Palmas. Otros optarán por embarcarse en los buques pesqueros que faenaban en el cercano banco canario sahariano. En muchos casos también se darán las dos cosas a la vez. El número de marineros se ha reducido entre 1965 y 1986, a causa de la crisis de la pesca en el banco canario-sahariano. Las cifras de marineros y pescadores para esta última fecha no corresponden con exactitud a los datos de los padrones, sino que han sido revisadas sobre el terreno. De cualquier forma, hay unos cuantos casos en los que la diferenciación resulta complicada, pues un cierto número de pescadores se dedican a esta actividad 53 Si Martín Ruiz (1980: 260) da un porcentaje del 46% de ausentes del municipio en la capital de la Isla, la proporción entre las familias de pescadores es todavía mayor, de un 63%, lo que obedecería a las posibilidades que el trabajo en el Puerto de La Luz ofrecía para hombres habituados a la mar.

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a tiempo parcial, y en los inviernos muchas veces se embarcan como marineros. Pese a esto las cifras representan, con bastante precisión, la situación real.

CUADRO 3 Marineros y pescadores del municipio de Agaete AÑO

MARINEROS PESCADORES TOTAL

1910 1920 1930 1945 1960 1965 1981 1986

244 159 9 138 32 38 17 14

9 30 21 5 102 61 39 42

253 189 30 143 134 99 56 56

Fuente: Padrones Municipales. Elaboración propia.

Una cuestión problemática es la misma distinción entre pescador y marinero, tal y como aparece en los padrones. Hasta 1940 o 1945 la pesca de bajura en la comunidad se desarrollaba en buena parte de los casos a tiempo parcial, y la diferenciación es bastante relativa. Especialmente la proporción de pescadores y marineros en 1945 parece bastante extraña, al no concordar con nuestra información sobre el terreno. Unos años antes habían caído las empresas armadoras más importantes de la zona, y la cifra de marineros parece desorbitada. Nos inclinamos a pensar que en tal fecha eran muchos más los pescadores, aunque quizás aquí sigan apareciendo como marineros, porque en el trabajo con los chinchorros se les denomina así.

CUADRO 4 Población marinera y pescadora en unidades domésticas cuyo cabeza de familia no se dedica a estas actividades Año Marineros-pescadores

1910

1920

29

16

1930

2

Fuente: Padrones Municipales. Elaboración propia.

1945

1

1960

2

1965

0

1981

0

1986

0

TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES

65

Por último, analizaremos el número de pescadores-marineros que aparecen en unidades domésticas cuyo cabeza de familia no lo es (Cuadro 4). Estos datos confirman cómo la población de pescadores en los últimos años se encuentra cerrada sobre sí misma, no reseñándose la introducción de trabajadores cuya tradición familiar pertenezca a otros sectores. Sólo en el 82 tenemos noticias de que se introdujo una unidad productiva de gente de tierra que no encontraba trabajo en ella. Frente a esto, en 1910 y 1920 encontramos una cifra muy elevada de jóvenes cuya familia se dedica a otros sectores. Básicamente ello se debe a la importancia del cabotaje, en el que sí cabía la entrada de jóvenes de fuera. Estos dejaban de embarcarse una vez que se casaban, según contaban los viejos del pueblo, salvo en el caso de que provinieran de tradición marinera.

3.3.- El Puerto de las Nieves: entre la pesca y el sector terciario ¿A qué actividades se dedica la población del Puerto de las Nieves (más los pescadores-marineros de Agaete)?54 Entre los hombres (Cuadro 5) encontramos un claro predominio de los pescadores (56), lo que se deriva evidentemente del criterio de selección utilizado. La hostelería (practicada en los bares y restaurantes de la comunidad) y la construcción son las dos actividades alternativas, a gran distancia (6 personas cada una), y en un cuarto lugar casi insignificante se sitúa la agricultura. Entre los otros se encuentran buena parte de los cabezas de familia de Las Nieves que pertenecen a unidades domésticas no pescadoras, y que se dedican a profesiones diversas. Tienen allí su residencia varios profesores de los colegios e institutos cercanos, algún chófer, y los tenderos de la comunidad. Entre las mujeres, los padrones no dan cuenta con precisión de las actividades realizadas, pero al comprobarlos hemos conseguido algunos otros datos. Hay 50 que se dedican a sus labores, y 16 que comparten estas actividades con la venta del pescado a tiempo parcial. Otras faenas que realizan son la limpieza de apartamentos y el trabajo en los bares (cocina o limpieza). En el apartado de otros se encuentran 6 mujeres que en su mayoría son profesoras de los centros de estudio cercanos. El 61,34 % de la población analizada está relacionada con las labores extractivas o de comercialización de la pesca.

54 La población de pescadores del Puerto de las Nieves no puede ser aislada de la que reside en el casco de Agaete, y por ello hemos llegado a una solución de compromiso en la que integramos ambas, junto con los restantes habitantes permanentes de Las Nieves.

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JOSÉ PASCUAL FERNÁNDEZ

La edad media de los pescadores es bastante alta. Hemos diferenciado en nuestras estadísticas a los artesanales frente a los de la flota industrial (14). Entre estos últimos la edad media es muy elevada tanto para los solteros (47,3) como para los casados (43,6), dando una media de 44,4 años. En la pesca artesanal las diferencias son mucho mayores entre solteros (25,8) y casados (46,3), dando una media de 38,5 años, muy inferior a la de la pesca de altura. De cualquier forma, es lo suficientemente alta como para indicar que la población de pescadores de esta comunidad se encuentra un tanto envejecida.

CUADRO 5 Población activa/no activa55 de las unidades domésticas del Puerto de las Nieves y de pescadores en el casco de Agaete Población activa Hombres Mujeres Subt.

Pob. no activa Hombres Mujeres Subt.

Pesca 56 Agricultura 3 Hostelería 6 Venta de pescado 1 Construcción 6 Otros 16 Paro 6

Menores Estudiantes Jubilados Sus labores

Total

-2 1 16 -6 -119

56 5 7 17 6 22 6

Total

5 55 16 --

12 45 9 50

17 100 25 50

192

Fuente: Padrón Municipal de 1986 y trabajo de campo. Elaboración propia.

Por último, el tamaño medio de las familias de pescadores es de 4,7 personas. Existe una gran endogamia local en el seno del municipio de Agaete en la pesca artesanal (24 de 27 uniones), y una impresionante exogamia en la pesca industrial, protagonizada por siete uniones (entre 11) de mujeres de Agaete con marineros foráneos. La tranquilidad de la comunidad, y su constante conexión con la flota de altura con base en el puerto de Las Palmas, ha provocado que muchos marineros gallegos y asturianos se casen en Agaete.

55 La labor de la venta del pescado se realiza, menos en un caso, en el seno de la familia cercana, y tiene el carácter de trabajo a tiempo parcial durante un par de horas al día para las esposas, hijas, madres o hermanas de los pescadores. Varias de las vendedoras ajenas a la familia viven fuera de Las Nieves.

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TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES

3.4.- San Miguel de Tajao y El Pris: dos poblaciones recientes, una en expansión y otra estabilizada Examinaremos someramente y de forma unificada la evolución poblacional de las otras dos comunidades, dado que mantienen muchos paralelismos por su reciente creación y el número reducido de sus componentes a lo largo de toda su historia. Comparemos en primer lugar estos pueblos de pescadores con los municipios en que se integran (Cuadro 6):

CUADRO 6 Evolución de la población de los municipios de Arico y Tacoronte y de los núcleos pesqueros de Tajao y El Pris AÑO

ARICO

TAJAO

1860 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1986

3.405 3.724 3.496 3.576 4.083 4.706 5.391 5.336 4.198 4.228 4.328

------31 52 64 98 137

LA CALETA TACORONTE ----21 38 ------

3.512 4.204 5.071 5.258 6.402 7.911 6.956 10.282 12.025 15.640 16.774

EL PRIS ----56 98 102 109 100 133 113

Fuente: padrones municipales y nomenclátores I.N.E.56 Elaboración propia.

Las modificaciones en la población de los municipios han sido en algunos momentos importantes. Por ejemplo, en Arico hallamos un descenso

56

Tomamos aquí datos de los nomenclátores del I.N.E, según la población de hecho, EXCEPTO para Tajao (1981, 1986) y El Pris (1986), en los que los datos de los padrones han sido falsados in situ, detectando que un buen porcentaje de los censados no vivían realmente en la comunidad, y por tanto eliminándolos de las cifras de población. En San Miguel de Tajao hemos empleado también para los años 1940, 1950, 1960, 1965 los datos de los padrones en vez de los presentes en los nomenclátores, pues estos no tenían mucho sentido respecto a las referencias de la memoria oral. Respecto a 1970, al no contar con el padrón de tal fecha hemos utilizado la población del de 1965. También para El Pris hemos usado las fuentes de los padrones para 1930 y 1940, en este último caso se corresponde al padrón de 1941.

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JOSÉ PASCUAL FERNÁNDEZ

entre 1900 y 1910, aumentos importantes entre 1920 y 1930, y una disminución entre 1960 y 1970, probablemente debida a la crisis agrícola y a la emigración consiguiente. En Tacoronte, por el contrario, hallamos un aumento poblacional constante, menos en la década que va de 1940 a 1950, poco después de la Guerra Civil. Lo más interesante son los datos acerca de Tajao y El Pris. En este último caso, el poblamiento según las fuentes comienza en la década de los veinte, pues en 1930 ya aparecen 56 personas en la comunidad. En 1941 hay 98, cifra quizás un poco elevada para las referencias de historia oral que poseemos, ya que la guerra influyó en la comunidad. A partir de ese momento encontramos una población más bien estable, de alrededor de cien personas, con escasas fluctuaciones desde 1950. La cifra más alta se alcanza en 1981 y es posible que se encuentre un poco inflada con familias que poseen sólo residencia secundaria, fenómeno que ya detectamos en 1986. Según la memoria oral, el asentamiento de las unidades domésticas comenzó hacia 1915. En San Miguel de Tajao la tónica ha sido similar. Comienza a detectarse población en la zona hacia 1888, fecha en la que en un Nomenclátor57 aparecen 10 personas en Tabaibarril, entidad a la que califica como casa y albergue de pescadores. Después no hay más datos hasta 1924, a pesar de que continuaba existiendo la comunidad. En esta fecha había en la Caleta (núcleo anejo, al que se desplazaban temporalmente los habitantes de Tajao) un total de 19 personas. En 1930, esta cifra pasa a 21 y en 1940 llega a 38. Todavía no se había hecho notar la crisis del cabotaje, que reducirá los vecinos en cinco años (1945) a 19 personas, ahora en Tajao pues ya habían abandonado el asentamiento de La Caleta58. En los siguientes aumentó de forma sensible, pasando a 52 personas en 1950, a 64 en 1965, a 98 en 1981 y a 137 en 1986. Desde 1950 el aumento de la población se ha producido lentamente pero sin pausa, viéndose acelerado en los últimos años, entre 1981 y 1986, por el incremento de familias de fuera que vienen a residir al pueblo por su tranquilidad (jubilados) o por su cercanía a la zona turística del Sur de Tenerife. Es de resaltar también la influencia que la construcción reciente de unas viviendas de protección oficial en la comunidad está teniendo, al aumentar la cifra de habitantes y diversificar sus actividades. Muchas de estas viviendas son ocupadas como residencia secundaria.

57 Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, y aldeas y demás entidades de población de España en 1 de Enero de 1888. Formado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Madrid, 1892. 58 Datos de los Padrones; no se hallan incluidos los datos de este año ni los de 1924 en el cuadro resumen.

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TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES

En los últimos años se percibe un aumento de las unidades familiares y un descenso del total de pescadores. La gente de fuera que llega a la comunidad se deja sentir, al igual que la reducción en el número de pescadores a causa de las oportunidades de trabajo en otros sectores. La evolución poblacional de El Pris presenta características similares. El incremento del número de pescadores es muy continuo y casi se estabiliza desde 1965 hasta 1981, para descender a partir de tal fecha llegando a 30 pescadores en 1986. La evolución de la cifra de unidades familiares mantiene líneas un tanto diferentes. Hay un ascenso tanto en este aspecto como en la cifra total de población hasta 1960, y posteriormente disminuye hasta 1970, para volver a subir después. El descenso se debe a la merma de la población dedicada a la agricultura que vivía en la zona. En los últimos años, el aumento de habitantes no ha ido parejo con el incremento del número de pescadores, pues otras actividades han atraído a los jóvenes, y alguna gente de fuera ha venido a residir a la comunidad en busca de tranquilidad y buen clima. Veamos a continuación la estructura de la población de El Pris en 1986 según sus actividades (Cuadro 7). La más importante es la pesca para los hombres y la venta del pescado (combinada con las labores de la casa) para las mujeres, alcanzando un total de 41 personas, es decir, un 66,1% de la población activa.

CUADRO 7 Población activa/no activa59 de las unidades domésticas de El Pris Población activa Hombres Mujeres Subt.

Pob. no activa Hombres Mujeres Subt.

Pesca 30 Agricultura 1 Hostelería 2 Venta de pescado -Construcción 5 Otros 1 Paro 2

-4 4 11 -2 --

Menores Estudiantes Jubilados Sus labores

Total

62

30 5 6 11 5 3 2

Total

4 9 7 --

6 6 4 15

10 15 11 15

51

Fuente: Padrón Municipal de 1986 y trabajo de campo. Elaboración propia.

59 La labor de la venta del pescado se realiza por la familia cercana, y tiene el carácter de trabajo a tiempo parcial durante un par de horas al día para las esposas, hijas, madres o hermanas de los pescadores.

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JOSÉ PASCUAL FERNÁNDEZ

Entre los varones las actividades alternativas a la pesca son pocas, sobre todo la construcción (5) por el auge que ha tenido en los últimos años, y la hostelería (2). Las mujeres también participan de esta última actividad (4), y de la agricultura (4) en los cultivos de flores cercanos a la comunidad. Hay un gran porcentaje de pescadores solteros en El Pris y con una edad avanzada (media de 39,6 años). De cualquier manera, en el grupo de edad que va desde los 20 a los 29 hay 7 jóvenes pescadores que están en camino de continuar la profesión. El tamaño medio de las unidades domésticas es muy bajo (3,1 personas), lo que se relaciona con una baja natalidad, abundante soltería, y una población un tanto envejecida. La endogamia, dentro del municipio de Tacoronte y casi siempre en el seno de la población de El Pris, es la regla general de matrimonio con 12 uniones, frente a la exogamia con sólo 3.

CUADRO 8 Población activa/no activa60 de las unidades domésticas de San Miguel de Tajao Población activa Hombres Mujeres Subt.

Pob. no activa Hombres Mujeres Subt.

Pesca 19 Agricultura 2 Hostelería 3 Venta de pescado -Construcción 4 Otros 9 Paro --

Menores Estudiantes Jubilados Sus labores

Total

-6 -6 -6 -55

19 8 3 6 4 15 --

Total

6 18 11 --

5 15 2 25

11 33 13 25

82

Fuente: Padrón Municipal de 1986 y trabajo de campo. Elaboración propia.

En el Cuadro 8 de actividades de la población de San Miguel de Tajao para 1986 se plasman bastantes labores distintas a la pesca. Por ejemplo, si bien hay diecinueve pescadores, encontramos cuatro personas empleadas en la construcción, tres en hostelería, dos hombres y seis mujeres en agricultura (tomateros), etc. Existe una cifra elevada de otros, entre los que se incluyen algún chófer, varios empleados de una gasolinera, y los venteros de la comunidad. Las mujeres que integramos en este grupo se dedican en su mayoría a labores de limpieza en el cercano Aeropuerto Reina Sofía. La edad media

60

Ídem nota anterior.

TRES PUEBLOS DE PESCADORES INSULARES

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de los pescadores solteros es muy reducida, apenas 19 años frente a los 44 de los casados. El tamaño medio de las unidades domésticas es de 3,75 componentes. La estructura de edad de los pescadores nos muestra algunos jóvenes, pese a la atracción que el sector turístico está ejerciendo sobre ellos. En cuanto a las reglas de matrimonio, las uniones exogámicas son la norma general, aunque ello en buena parte es producto de los últimos matrimonios, y de algunos celebrados por no pescadores residentes en la comunidad. Los matrimonios endogámicos con frecuencia han tenido lugar, sobre todo años atrás, entre primos de primera o segunda generación61.

61

Pascual, Mesa y Sosa, 1982.

CAPÍTULO II

ESPACIOS, INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIAL

La vida de las poblaciones marineras se desarrolla en una multiplicidad de esferas de interacción. El sexo, la edad, el lugar y su historia concreta, las técnicas de pesca, o incluso la comercialización del producto, marcarán matices muy diferentes en la vida cotidiana de los pescadores, sus mujeres e hijos. Como primera aproximación, analizaremos cuáles son los espacios en los que se desarrolla, quién los ocupa en cada momento y qué procesos se plasman en ellos. Muchos tienen un significado sexual, pues siempre (o en determinados instantes) son ocupados por los hombres, o por las mujeres, de forma casi exclusiva, y en ellos se evidencia buena parte de la vida social más definitoria para la identidad de una población. Dentro del barco el comportamiento de los hombres será muy diferente al que pueden presentar en la cocina de su casa, en el bar, o en el mentidero. Los lugares, el sexo, los momentos, determinan formas de comunicación y de interacción muy diferentes, que incluso pueden llegar a ser opuestas. Las convenciones sociales, los roles, las costumbres de cada población, crearán modelos de conducta específicos. Los más tradicionales con frecuencia se subvertirán por la invasión de turistas veraniegos, con las nuevas actitudes y modelos de vida que estos aportan, con la iniciativa de las nuevas generaciones de emprender caminos diferentes a los de sus mayores. Los dos espacios más claramente diferenciados en la interacción de las poblaciones de pescadores se corresponden con la dicotomía mar y tierra; el espacio a bordo se mantendrá aparte de la vida cotidiana que se desarrolla en la comunidad, y tendrá poco que ver con cualquier otra forma de relación social o productiva desarrollada en el espacio en tierra. Del

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JOSÉ PASCUAL FERNÁNDEZ

hombre es el barco y el mar. De la mujer la casa y los hijos (Pascual y Mesa 1981: 329). Estos son los dos ejes fundamentales de las relaciones sociales y se corresponden, sobre todo en el caso del espacio a bordo, que posee un carácter masculino, con espacios sexuales diferenciados. Muy rara vez las mujeres se embarcarán, ni siquiera con su padre o esposo. Años atrás, en algunos casos en que no quedaba más remedio, se dieron fenómenos de este tipo, pero tal actitud siempre ha sido considerada como anormal por los pescadores. Las faldas de la mujer o del cura sólo pueden entrar en los barcos cuando se realizan procesiones marítimas en conmemoración, por ejemplo, a la Virgen del Carmen o al patrono del pueblo. Quizás también en algunos momentos penetren en los barcos nuevos recién comprados por las unidades productivas, pero esto no es un patrón general. En cualquier otro momento traerán mala suerte, y no serán aceptadas por los hombres, al igual que ocurre en muchas otras sociedades de pescadores. Los patrones culturales son esenciales en la definición del espacio a bordo como masculino o en ocasiones como una mezcla de masculino y femenino (Andersen y Wadel 1972b: 141-2), pero también podemos preguntarnos por qué no hay ninguna sociedad en el mundo en que la mujer controle totalmente las actividades pesqueras1. La procreación y el cuidado de los niños o la vivienda con frecuencia son suficiente argumento para ello. Si en buena parte de las poblaciones de pescadores artesanales encontramos una elevada estabilidad en la composición de las unidades productivas, que cobra sentido cuando analizamos las determinantes del reclutamiento2, resultan evidentes los problemas que generaría un embarazo y el periodo de lactancia consiguiente. Habiendo otras actividades que pueden desarrollar las mujeres (marisqueo, circulación del producto, etc.), la especialización masculina en este terreno, al igual que en la caza, parece lógica. Ello no quiere decir que la mujer no penetre, y en profundidad, en el seno del entramado económico relacionado con la pesca. Además, conforme su intensidad aumenta y los hombres pasan más tiempo lejos de la costa, las compañeras,

1

En palabras de Firth (1984: 1147): No hay ninguna cultura en la cual las mujeres parezcan formar de manera consistente la mayor parte de la fuerza de trabajo envuelta en la pesca marítima, o que suministren por si solas la mayor parte de la habilidad y experiencia de las cuales dependen tanto las capturas en la pesca marítima. Cualquiera que sean las cualidades físicas y psicológicas precisas de cada sexo, de hecho la demanda de capacidad para resistir privaciones, manejar equipo pesado, arriesgar la vida y la integridad física mientras se está sujeto a varios tipos de emociones, incluyendo la satisfacción por los logros competitivos, es satisfecha primariamente por los hombres de cualquier comunidad pesquera. 2 Ver el apartado referente al reclutamiento para profundizar en el tema de la estabilidad de las tripulaciones.

ESPACIOS, INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIAL

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hijas o madres, cubren tareas en tierra que en otras sociedades serían realizadas por varones (Pollnac 1984b: 12)3. El sitio de la mujer ha sido, hasta hace muy poco tiempo, la casa y el pueblo, saliendo de este nicho sólo para vender el producto, labor eminentemente femenina durante décadas en Canarias, al igual que en otras muchas partes del mundo. Hoy su situación ha cambiado con rapidez. El espacio en tierra es compartido por los dos sexos, pero también aquí, como veremos, hay lugares femeninos, otros masculinos, y otros muchos en los que sexos, roles, edades y status se entremezclan. Comencemos analizando el espacio a bordo.

1.- EL MUNDO DEL BARCO Si la mayoría de los sistemas agrícolas poseen límites definidos, sobre todo en las sociedades desarrolladas con la propiedad privada del terreno, entre las poblaciones de pescadores los territorios suelen hallarse vagamente limitados en su extensión, con frecuencia sólo por la distancia a la población en la que viven habitualmente y por lo antieconómico de excesivos desplazamientos para llegar hasta los lugares de trabajo. El recurso, por su carácter móvil, no puede ser apropiado de la misma manera que los frutos que nacen en un trozo de tierra. El pescado, al igual que la caza, puede moverse entre las zonas de pesca, y en ello radica buena parte de la imprevisibilidad consustancial a esta actividad (Alexander 1977: 107). Es una propiedad comunal en la mayoría de los casos, lo que no impide que se generen múltiples formas de apropiación. Es un recurso en el que es difícil invertir4, y todo el capital ha de ser concentrado en la embarcación y en los artes, a diferencia de la agricultura, pues en ella la mayor inversión suele radicar en la propiedad de la tierra. Las posibilidades de perder esta inversión por un accidente es mucho más elevada. Igual ocurre con el riesgo en las faenas productivas, mucho más alto que en la mayoría de las actividades en tierra. La incertidumbre, la flexibilidad en las estrate-

3 Como dice Pollnac (1984b: 12): ...en cuanto el énfasis torna más a la pesca, más actividades de tierra tienen tendencia a ser realizadas predominante o exclusivamente por mujeres. Entre tales actividades Pollnac cita las siguientes (1984b: 11): preparación de las pieles, manufactura de cestos, de productos de piel, y la mutilación corporal. 4 El que no se pueda invertir en el recurso no significa que el acceso a éste sea siempre gratis. En los modelos de administración de pesquerías fundamentados en el limited entry el coste de las licencias para acceder a la posibilidad de pescar sobre un determinado territorio puede ser muy elevado. Ver por ejemplo Van Maanen, Miller & Johnson (1982: 201).

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JOSÉ PASCUAL FERNÁNDEZ

gias, la rudeza habitual en el trabajo del pescador, ha conducido a que su vida sea con frecuencia descrita de una forma romántica y tradicional5. Sin embargo, es fácil hallar diferencias muy significativas entre las poblaciones de pescadores; tendrán muy poco que ver los tradicionales, como los que podemos hallar en Las Nieves, Tajao o El Pris, con los que desarrollan su labor en la flota de gran altura. Tampoco podremos asimilar a los que han nacido y han sido socializados en familias de pescadores artesanales, saliendo a la mar desde los cinco años en sus pequeños barcos, con aquellos que provienen de familias en tierra y que se han enrolado en las flotas industriales por diversos factores. Las mismas señas de identidad, las formas de comportamiento, o los lugares en que viven, presentarán características diferentes.

1.1.- Mar de fondo y fuertes vientos: la ayuda en el mar y el trabajo en tierra como estrategias adaptativas El peligro y la incertidumbre son sensaciones que acompañan cotidianamente a nuestros pescadores, sobre todo en aquellas poblaciones que no cuentan con un refugio. En general la pesca es una profesión peligrosa. Como afirman Poggie, Pollnac & Gersuny: La pesca comercial es una actividad peligrosa. Es mucho más peligrosa en términos de pérdidas humanas que la más peligrosa ocupación en tierra en nuestra sociedad —la minería de carbón. En 1965 las pesquerías comerciales de los Estados Unidos tuvieron 21,4 muertes por millón de días de trabajo (Office of Merchant Marine Safety, 1972) en contraste a 8,3 en la minería de carbón (U. S. Bureau of Census, 1970). Por el contrario, la ratio de accidentes fatales en fábricas textiles en los Estados Unidos fue de 0,8 muertes por millón de días de trabajo en el mismo año (Bureau of Labor Statistics, 1971). (1976: 258-9). A diario los pescadores han de enfrentarse a un posible estado adverso de la mar. Desconocen en qué situación se encontrará la orilla y si podrán botar o no sus embarcaciones. El mar de fondo limitará continuamente

5 Miller y Van Maanen (1982: 27-28) examinan algunos de los tópicos más comunes en la visión romántica del pescador como el hombre contra el mar, planteados por numerosos autores.

ESPACIOS, INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIAL

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su labor durante los inviernos, pues el oleaje en la costa impide la faena cotidiana de botar y varar los barcos. Aunque lejos el mar se encuentre en perfectas condiciones, si en aquélla hay oleaje será imposible salir a la mar. Los pescadores asistirán, a su pesar, a lo que un marinero de Agaete nos describió como las misas de luz. El sonido de las olas al romper en las rocas o en la playa es un primer indicador del estado del mar. Cuanto más fuerte es su sonido menores esperanzas se pueden tener de salir a navegar ese día. Con frecuencia, no bastará ese indicio para conocer el estado del tiempo y definir si es posible o no salir. Habrá que esperar a que la luz ilumine el mar y la costa para conocer con exactitud cuál es la situación meteorológica. Los pescadores suelen esperar en la orilla, conversando o fumando algún cigarrillo, hasta que el mar desvela su secreto. En palabras de un pescador de Agaete: Levantarse uno por la mañana, a ver... Se puede... Si se mejora y se puede ir, bien, si no pues... Otra vez a planchar la oreja... Hoy me levanté ni me puse la ropa ni nada, sino cogí la manta por arriba, me puse en el muro a mirar, lo menos una hora estuve, cogí otra vez, me fui pa la cama y me levanté a las nueve, lo menos, o a las nueve y pico. Este pescador vive justo al lado del mar, y le basta salir a la puerta para encontrarse con la playa. Otros, por ejemplo en Las Nieves, tendrán que venir desde el vecino pueblo de Agaete para enfrentarse con una misa de luz en que la salida del sol determinará si es o no posible salir a pescar. La imprevisibilidad del tiempo durante los inviernos hace que resulte imposible saber cómo estará la mar después de unas horas. Los pescadores podrán salir a la mar, pero no estarán seguros de cuál va ser su estado, sobre todo en la orilla, cuando regresen de faenar. En las pescas en las que se alejan mucho de tierra o cuando salen a la mar de noche, se pierde el contacto con la costa y no se puede distinguir cuál es el estado de la mar en ella, y éste es, en última instancia, el elemento determinante para saber si es posible o no abandonar el agua con seguridad, tanto para el barco como para el mismo pescador. Años atrás, cuando debían trasladarse con la única ayuda de los remos, el riesgo que debían asumir al salir a la mar durante los inviernos era todavía mucho mayor, pues en caso de percibir el cambio en la situación meteorológica, tardarían en llegar a tierra varias horas, con lo que la situación del mar podría haberse convertido en infernal. En El Pris, cuando los barcos estaban fuera y aparecía el mar de fondo, se prendían hogueras con el fin de avisarlos y que le dieran pa tierra con prontitud:

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Antiguamente a lo mejor estábamos lejos pa allá y de noche, y era a remo, y encendía ahí una fogalera en el risco ese, y entonces ya todo el mundo ya huíamos, pero a remo cuando veníamos aquí ya no podíamos entrar... Ahora ya con los motores es más rápido... Con fogaleras esas nos avisaban aquí, cuando salíamos de noche... Ya hoy ya va, también te agarran, pero con los motores te pones allá fuera, te pones a dar vueltas, a dar vueltas, y cuando ves que la mar se queda, le metes al motor y te metes pa tierra el doble, pero antes que tenías que venir de allá afuera con los remos, llegabas aquí te trancaba en la boca y te reventaba... El peligro físico que corren los pescadores cuando entran con sus embarcaciones durante un mar de fondo es difícil de describir. No conocemos casos de pescadores que hayan muerto por ello, pero si no ocurre así es por su pericia en el manejo de los barcos. Hemos sido testigos y partícipes en situaciones de este tipo, en las que durante el invierno se abandona la costa mientras el tiempo se encuentra en perfectas condiciones, y al retorno un mar de espuma entre olas cubre la orilla. La espera de un momento adecuado para darle gas al motor, justo en el instante en que amainan un poco las olas, enfilando la orilla a lo que Dios quiera, significa uno de los momentos más difíciles en la vida cotidiana de nuestros marineros. Estos no son los únicos motivos de peligro. Años atrás el empleo de la vela era habitual en las pequeñas embarcaciones de nuestras costas, que carecían de lastres adecuados y que al menor temporal podían revirarse, dando en el agua con sus tripulantes. Muchos pescadores artesanales han perdido la vida intentando llegar hasta la costa después que el barco trabucara. Con viento en contra y mala mar resulta difícil lograrlo. El peligro de emplear este medio de propulsión llegaba al límite, desde la perspectiva de los pescadores, cuando se trataba de pescar las potas: La pota si le digo yo, si se cae donde hay mucha pota no sale vivo... Se le tiran a usted al cuerpo y se lo comen en nada, la pota, cuando tu veas potas, en las chupaderas de los rejos, de las ventosas, las chupaderas aquellas, míralas, tiene tres dientes, y se cruzan así, aquello es arrancar el pedazo.(...) En ese momento se bota uno al agua y aquellas mismas se te pegan... No ha aparecido nadie de los que se han revirado yendo a las potas, de los que se han ahogado... Ya no, porque ya son los barcos distintos de motor, más grandes y eso, pero antes dían en los barquitos estos pequeños, cogían tal vez doscientos

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o trescientos kilos de potas, le echaban la vela, claro, eso venía peligroso, no se daban cuenta tampoco de hacer casilleros, porque eso en el barco se parte en tres, se hace una especie así como dos panetas como las hacemos nosotros ahora, y después se parte en tres y ya no se te va a la banda, pero antes no, antes las echaban en el centro del barco, le echaban la vela al barco, había viento, y la tendencia si se vira es correr, pues dían las potas a la banda, se reviraba... La misma construcción de los barcos dejaba mucho que desear hace sólo unos pocos años. Muchos pescadores debían salir con embarcaciones que tenían demasiados lustros en sus cuadernas, al carecer de la posibilidad de conseguir otras nuevas. El mal tiempo podía desencajar la quilla, o romper una tabla con cualquier golpe: Una vez estábamos pescando en un bote, un bote pequeño, y yo estaba echado, estaba pescando con una pandorga, por donde le dicen el Confital, detrás de Rojas, y entonces, cuando me falta, al hacer así la pandorga, me falta la liña, boto el pie y mándole una tabla al bote pa fuera... Hace ¡bruuu...! Enseguida se llenó... La pesca de los túnidos puede ser especialmente peligrosa pues la distancia que se mantiene respecto a la costa es muy superior a la habitual. Además, la mayoría de las embarcaciones carecen de emisoras de radio, sólo cuentan para su propulsión con un motor y no poseen el más mínimo instrumento de navegación, ni siquiera una brújula. Cuando el mal tiempo y la distancia hacen perder de vista la tierra, cualquier avería, por ejemplo la del motor, puede ser peligrosa, sobre todo si no hay embarcaciones en las cercanías. Durante la pesca de los túnidos hay una constante vigilancia visual para disminuir los riesgos de este tipo (y a la vez para saber si en alguna zona se está capturando pescado en cantidades apreciables). Al realizar las travesías entre las Islas resulta muy conveniente ir acompañado. Las averías son frecuentes por los esfuerzos a que se someten los motores en las persecuciones de estos pelágicos, y muchas veces fuimos testigos de embarcaciones que volvían de remolque a puerto6: 6 La vulnerabilidad de las embarcaciones en solitario a los azares de la mecánica o de otra índole es demasiado elevada para no ser tomada en consideración. McGoodwin describe casos similares para México de cooperación entre tripulaciones para compartir riesgos. Por ejemplo, al realizar largos viajes siempre se va acompañado, al menos, de otro barco (McGoodwin 1979: 86).

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Eso es un compromiso ahí fuera con una embarcación solo, hay que ir acompañado con la embarcación... Ahí hay ocho, están todos juntos, no se separan unos con otros, no se separan, en la pesca del bonito. En caso de desastre la ayuda mutua entre las tripulaciones es un precepto sagrado que no puede ser saltado bajo ningún concepto. Aunque dos unidades productivas se encuentren peleadas y no se hablen, resultará imprescindible que se presten socorro en caso de extrema necesidad. Nunca, por ejemplo, podría una embarcación dejar abandonada a otra en alta mar con el motor averiado (McGoodwin 1979: 86), ni podrá pedir retribución alguna por llevarla hasta el puerto, aunque las leyes marítimas se lo permitieran. En el caso de que dos unidades productivas se encuentren peleadas, y una de ellas se enfrente con problemas de motor en alta mar, lo más que podrá ocurrir es que la segunda pase por allí y espere por si aparece alguna más antes de comenzar a remolcarla hasta puerto. Negar el auxilio en tal coyuntura en nuestras comunidades de pescadores, puede significar para la tripulación que no lo presta, además de problemas legales, un desprestigio y rechazo tan inmenso por vulnerar la ley más sagrada de la mar, que difícilmente se producirá algún caso. Además, también se arriesgaría a que le fuera a su vez negada la ayuda (McGoodwin 1979: 86). El peligro y la incertidumbre generan comportamientos que serían considerados absurdos bajo otras coyunturas. Los tabúes son moneda corriente entre nuestros pescadores, y quizás sean tan importantes a causa de la inseguridad implícita en sus actividades. Ya Malinowski apuntaba en Magia, Ciencia, Religión la relación entre la abundancia de tabúes y las situaciones de riesgo7. No pretendemos ascender a tales niveles de generalidad, pero lo cierto es que su importancia en la pesca de nuestras comunidades es reseñable, sobre todo en la de túnidos por el mayor peligro e incertidumbre8. Los pescadores hablarán entonces sin tapujos de la mala suerte, de personas que pueden ser gafes o dar buena fortuna. Muchas veces que salí a la mar con alguna de estas unidades productivas y volvíamos con mala

7 Poggie, Pollnac & Gersuny (1976) citando al Malinowski de Magia, ciencia, religión comentan como este autor relacionaba directamente ambos factores en la comparación que realizaba sobre la pesca en lagunas y en el mar. 8 Poggie, Pollnac & Gersuny encuentran en su estudio (1976) relaciones directas entre un par de factores y el número de tabúes percibidos en la actividad pesquera. Específicamente, las pescas más arriesgadas por el número de días que se está fuera, la distancia a la costa, etc., favorecen su desarrollo. La pertenencia a una familia con tradición pescadora, por el contrario, ayuda a disminuir su importancia, al haberse producido desde la infancia una adaptación al estrés de la pesca.

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pesca, bromeaban sobre que les daba mala suerte, pero entre bromas y veras se vislumbra un trasfondo en el que el tabú, la defensa mediante el simbolismo, se encuentra presente. A su través se pretende mitigar la ansiedad creada por la exposición al riesgo personal y físico, a la incertidumbre de las capturas (Poggie, Pollnac & Gersuny 1976: 262), que de otra forma podría hacerse insoportable. La preocupación por la mala suerte, por la desgracia9, es una constante en la vida del pescador. El hecho de permitir que las mujeres —o los curas— salgan a la mar sólo como hecho excepcional es buena muestra de ello.

1.2.- Padres-patrones, mandadores del chinchorro y dos patrones en un barco: comunicación y autoridad La diferenciación entre flota artesanal e industrial se evidencia también en la configuración de las tripulaciones, en los procesos de trabajo y en las relaciones que se establecen. El reclutamiento en las embarcaciones de nuestras comunidades, al igual que en la mayoría de las pescas artesanales, se fundamenta en el parentesco, en los modelos padre-hijo, dos hermanos, o sus variantes. También el reducido tamaño de la tripulación colabora a que la estratificación y la especialización sean mínimas y los procesos de trabajo igualitarios. En los barcos grandes se producen los fenómenos contrarios; la mayor tecnología actúa para reforzar una división del trabajo más estricta entre los miembros de las tripulaciones, incrementándose las distancias entre capitanes y marineros (White 1977: 206). En ello coinciden Montero Llerandi (1989) y el informe Gaur10: Al introducir la división del trabajo de forma sistemática se «marca el paso del modo de producción artesanal al industrial, de la situación en que todos y cada uno de los operarios ejecutaban todas y cada una de las operaciones precisas para realizar la totalidad de una labor, a una especialización de funciones. Una empresa es tanto más artesanal cuanto menor división del trabajo exista en ella». (Montero Llerandi 1989: 326). La casi inexistente distancia social se hace más patente cuando consideramos las unidades productivas constituidas por dos hermanos o dos

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Díaz Fernández (1984a y b). Citado por Montero Llerandi de GAUR: La pesca de superficie en Vizcaya y Guipúzcoa. Bilbao, Caja Laboral Popular, (1970: 343). 10

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extraños, que comparten la propiedad de los medios de producción, casos que no son únicos en las poblaciones de pescadores artesanales canarios. Sólo en las embarcaciones mayores de estas comunidades hallaremos algún tipo de división del trabajo en las faenas productivas, de acuerdo a las habilidades individuales y a las técnicas de pesca concretas que se empleen. Prácticamente toda la tripulación desarrolla el mismo trabajo, con raras excepciones. Quizás una muy significativa sea la del mandador o el patrón de las pescas colectivas, en las que la necesaria coordinación en equipos de quince, veinte o más personas obligaba, sobre todo hace unos años, cuando se encontraban en auge, a que existiera una autoridad desconocida en cualquier otra técnica. En palabras de un viejo patrón de chinchorro de Agaete: No, yo decía una cosa y allí se acabó. No es como hoy que contestan. Porque tú sabes que hoy la gente contesta, si está un hombre mayor al frente de esto hay que respetarlo, porque es que yo voy a ganar lo mismo que tú, y no porque tú no quieras se van a perder dos o tres mil pesetas, pues si hay que darte un susto se te da... Así trabajaba yo toda la vida. Pues el que manda para algo lo ponen, para ser igual que todos no... Estos patrones en la mayoría de los casos no eran los dueños de los artes, sino pescadores dotados que sabían detectar y prever el movimiento de la sardina con precisión. En las faenas mandaban más que los mismos propietarios: Sí, estuve con él una partida de años. Dice: J., ¿Por qué no vienes, digo, a mí que me importa de ir, cuando yo no voy a lo mío que me importa de ir. Pero yo voy con la condición como si fuera esto mío, yo aquí para mandar, aunque tú seas el amo, esto como si fuera mío. Para mandar en la mar soy yo el amo, yo el dueño y todo yo, no perjudicándote el arte a tí. Si tu ves que yo te voy a destrozar el arte entonces sí, porque el arte es tuyo... Yo voy con esa condición. Y el me dijo: si viejo, como usted quiera... La autoridad de estos patrones era mucho más elevada años atrás, en la época en que estas artes contribuían de forma determinante a la subsistencia de los pescadores de la comunidad. Con su declive y el desarrollo de alternativas más rentables se convirtió en técnica practicada sobre todo a tiempo parcial, por lo que el compromiso que se le podía exigir a los marineros y la autoridad que podía ser ejercida sobre ellos se reducía enorme-

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mente. Ya está casi olvidada la época en que los patrones no admitían ni rechistar en el trabajo del arte: Resulta que un amigo mío, se llama Quico, estuvo trabajando con nosotros, y fuimos a la parte de Segura. Estábamos, tenía J. T. lo menos setecientos kilos de sardinas, o más era, larga el cabo, y nada, hala, remolca, sabes, hay que llevarla a un sitio, ¿no?, hay que tirar, remolcar, pa después poderle dar la vuelta pa llevarlo al sitio que hay que llevarlo, entonces había un chaval en tierra y J. T. estaba mirando, y sabía que estaba la sardina dentro, pero al chaval se le ocurrió decir, ¡mírela!, ¡mírela viejo!, ¡mírela!... Se levantó mucho la muela sobre el agua... Dice el viejo, ¡mírela allí no!, ¡mírela aquí! (cogiéndose los testículos con las manos). ¡Pa mandar aquí estoy yo, y cállese la boca!. El tío se quedó.... Y ahí no había quien protestara, sino callado... Es que ¡coño!, es lógico, el tío sabe lo que se tiene entre manos, pa qué coño le tienes tú que gritar desde tierra... De manera que no le grita uno que está con él, que estaba en el bote viéndola y no le dice nada, porque sabía lo que había... Y viene uno de tierra ahora... También lo ignoró el muchachillo. El proceso de aprendizaje de estos patrones era largo y delicado. Dependía de que uno de los que ya estaban trabajando como tal aceptara a un determinado marinero como su hombre de confianza, y le fuera enseñando el oficio poco a poco. La iniciación comenzaría por acompañar al patrón en el bote de la sardina, escuchando sus indicaciones, obedeciendo con prontitud y observando detenidamente los movimientos del pescado. La comunicación de los secretos entre maestro y discípulo exigía una gran cercanía: a menudo sólo era realizada en el seno de la familia, entre padres e hijos. El proceso de formación se veía favorecido por la necesidad de contar con una pareja de expertos para las labores de estos artes, al ser ventajoso que un mandador se situara en cada una de las dos mangas. En el resto de las unidades productivas el papel del patrón ha estado difuminado. En la mayoría de los casos se confunde con el rol del padre, pues el aprendizaje se realiza dentro de la familia y los modelos de reclutamiento siguen un ciclo de reproducción de las tripulaciones muy bien definido, que podríamos resumir en la sucesión de: padre e hijo, dos hermanos, padre e hijo. La importancia del parentesco en la composición de las tripulaciones responde (como veremos con más profundidad en el apartado destinado a tal cuestión) a condicionamientos y estrategias económicas, entre

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otras cosas con el fin de mantener el secreto de las zonas de pesca dentro de la familia cercana. A la vez sirve para aumentar los rendimientos de la unidad doméstica. Cuando el ciclo pasa por la fase dos hermanos habitualmente significa que el padre ya se encuentra retirado, poseen ambos tripulantes una cierta edad y experiencia en la pesca, tienen la propiedad de los medios de producción en común, y todo ello limita la autoridad de cualquiera de los dos. La búsqueda del consenso11 guía las estrategias a bordo en estas tripulaciones, al igual que ocurre en las compuestas por dos extraños, evitándose en lo posible el conflicto. En estos casos, los dos son patrones, compartiendo la propiedad del barco y las responsabilidades cotidianas de la pesca. Los problemas suelen aparecer cuando los hijos de cada uno de los hermanos se acercan a la edad conveniente para salir a la mar. En este momento se plantea una costosa transición de un modelo a otro de reclutamiento. Sobre todo si los hermanos se encuentran en situaciones diferentes respecto a sus hijos, careciendo alguno de varones en edad adecuada. En este caso el que se queda solo tendrá que buscar un compañero, al igual que tendrá que hacerlo el hijo en el primer modelo citado (padre e hijo) si su progenitor se retira y carece de hermanos en disponibilidad de ir a la mar. El tema de las relaciones igualitarias dentro de las tripulaciones de reducido tamaño se ha convertido en un lugar común en los estudios de antropología de la pesca. Por ejemplo, Miller & Van Maanen explican cómo en barcos de cuatro a siete tripulantes la mayoría de las labores se realizan de forma casi automática, sin órdenes por medio12. En embarcaciones con dos o tres marineros en Terranova, tal y como especifica Nemec, la distribución de autoridad también resulta muy igualitaria, no distinguiéndose, con frecuencia, si existe algún patrón13. Lögfren describe, en tripulaciones un tanto mayores, modelos similares en la relación patrón-tripulantes14. Breton nos comenta, para unidades de tres o cuatro pescadores, cómo la autoridad del patrón no puede ser imperativa, induciendo a que las faenas necesarias se realicen de forma voluntaria y espontánea; su ejercicio ha de ir en función de que sea aceptado por la misma tripulación, y de que el trabajo que se demanda se encuentre proporcionado con los beneficios obte-

11 Ello es frecuente en pesquerías artesanales de diversas partes del mundo. Podemos, por ejemplo, recordar la descripción de Norr para una población de la India en la que recalca que las decisiones sobre cómo y dónde pescar se toman por la tripulación como un todo (Norr 1975: 119). 12 Miller y Van Maanen (1979: 379). Esto sucede así, entre otras cosas, porque los cambios en las tripulaciones suelen ser raros, y pueden permanecer laborando juntos durante décadas, creando rutinas de trabajo establecidas. 13 Nemec (1972: 16). 14 Lögfren, O. (1972: 99).

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nidos15. Incluso en algunos modelos de barcos mayores, con tripulaciones numerosas pero muy enlazadas todavía con la pesca en pequeñas embarcaciones, se mantienen los mismos esquemas, minimizando el poder del patrón y promoviendo un modelo de tripulación lo más igualitaria posible y que a la vez permita coordinar tantas personas16. Podemos afirmar que hay una tendencia al aumento en la división de tareas y un paralelo incremento de la estratificación en los barcos conforme va aumentando su tamaño, los costos de los medios de producción y la tecnología utilizada. En la pesca industrial existe una división del trabajo muy acentuada, y lo mismo ocurre con la distribución de la autoridad. Por ejemplo, podemos recordar el caso de las embarcaciones noruegas de gran tamaño, en las que la cúspide de la jerarquía se halla compartida por el patrón, responsable de guiar la nave, y el patrón de pesca, que toma el mando cuando se está faenando, y por debajo de ambos cinco o seis roles diferentes hasta llegar a los marineros (Byron 1980: 229-30). Este grado de división del trabajo17 y la compleja estructura de autoridad que lo acompaña, se distancia de las tripulaciones que hallamos en nuestras unidades de estudio. Se asemeja más a una estructura de mandos, como es posible hallar en el ejército o en empresas muy jerarquizadas. El aumento del número de miembros de las tripulaciones implica que, para la adecuada coordinación del trabajo, la gestión de la información y de las decisiones se encuentren centralizadas en una sola persona, o en varias si hay límites muy claros para las tareas de cada una y resulta necesaria esta especialización, como en el caso de los barcos noruegos. Tales procesos se

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Breton (1973: 137). Byron , R. F. (1980: 230-1): La traíña se diferencia del arrastre en que no es un trabajo rutinario, repetitivo. Durante las operaciones pesqueras, hay un número de variables que necesitan coordinación inmediata y directa por el patrón, que es el único que posee toda la información sobre la que basar una decisión. No hay tiempo para las usuales pretensiones de consenso: el patrón tiene que dar órdenes sin remedio. En los nuevos barcos de traíña el patrón intenta mitigar esta manifestación no convencional y abierta de subordinación. Utiliza el micrófono tan poco como sea posible, confiando en la cooperación atenta y en la iniciativa de la tripulación, excepto cuando su intervención es absolutamente crucial para las operaciones de pesca. Entonces puede ofrecer una sugerencia o hacer una señal con la mano; el micrófono es únicamente un último recurso. Adicionalmente, en cuanto puede, el patrón se deja ver haciendo su parte simbólica del trabajo de cubierta y de las máquinas, apilando cajas, descargando, poniendo aceite (...). La naturaleza de la pesca con traíña implica que el patrón debe ejercer su autoridad de manera más frecuente y en formas no convencionales, pero como estos breves ejemplos indican, hace esfuerzos conscientes para reducir la mayor diferencia en autoridad que es inevitable en tal situación. 17 Sobre el tema de la división del trabajo y el ejercicio de la autoridad como elementos diferenciadores de la pesca preindustrial frente a la industrial resulta muy interesante el trabajo de Montero Llerandi 1989: Tipología de la actividad pesquera e investigación sociológica. 16

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ven favorecidos en las técnicas activas que implican la caza inmediata de recursos como es el caso, para nuestras comunidades, del chinchorro, la salemera, la traíña o los túnidos. Las dos primeras son técnicas colectivas que exigen la participación de un buen número de pescadores, y antes hemos comentado el poder que llegaron a tener años atrás los patrones del chinchorro en las faenas de pesca. A pesar de ello, incluso en tales unidades productivas, en otras cuestiones se enfatizaba el carácter igualitario de las tripulaciones. Por ejemplo, cuando se trataba de incluir a una nueva persona se debía consultar a todos los marineros que en tal instante se encontraban saliendo a la mar con el arte, y ni el dueño ni el patrón tomaban la decisión sin su acuerdo. En la salemera el esquema de autoridad era similar, aunque menos acentuado pues esta pesca no llegó a tener nunca, en ninguna de las poblaciones, la importancia del chinchorro en el Puerto de las Nieves. Si esta última técnica constituía una verdadera especialización, y se trabajaba con ella todos los días que la mar lo permitía, con la salemera sólo se laboraba ocasionalmente y el rol del patrón nunca estuvo tan bien definido. Sin embargo, sí fuimos testigos de su actuar en alguna de estas pescas colectivas años atrás, en San Miguel de Tajao, y era notorio el papel del patrón, el mejor pescador de la comunidad. En El Pris la dirección del trabajo con la salemera la desempeñaban los más viejos, pero no existía en los últimos años ninguna figura paradigmática como en el caso anterior. En la pesca de los túnidos o de la traíña se diluye un tanto esta figura, pero todavía se notará su existencia en las tripulaciones de tres o cuatro personas características de los barcos grandes de nuestras comunidades, sobre todo cuando los marineros son jóvenes. En este caso, la necesidad de tomar decisiones rápidas, sobre todo con los túnidos, para atravesarse y echar carnada, seguir caminando, pasar de la caña a la liña o de la muestra al vivo, exige también una centralización de la información y de la autoridad que en las pescas con técnicas pasivas es mucho menos importante. En la nasa, en la pesca de anzuelo o en la pandorga de bogas, con tripulaciones de apenas dos personas, la autoridad no puede ser tan fuerte, excepto en el caso de padres que salen a la mar con hijos muy jóvenes en edad de aprender y obedecer, o de gente sin experiencia. Las decisiones no han de ser tomadas de un momento para otro, y es posible la búsqueda del consenso sobre donde ir a pescar, con qué arte concreto hacerlo, etc. Entre ambos modelos de pesca existen otras muchas diferencias. El nivel de tensión que se respira en uno u otro es bien distinto. En la pesca con técnicas pasivas, como la nasa o el trasmallo, se ha de confiar en que el pescado se introduzca dentro de la trampa. En el chinchorro, la caza constante de especies pelágicas muy móviles, que en un determinado momento pueden hallarse dentro y al siguiente fuera, saliendo del arte y exigiendo

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volver a desarrollar todo el largo proceso de su calado o escapándose de forma definitiva, implica una presión muy elevada, que se plasma en gritos del mandador, y a veces de los marineros, en momentos de trabajo muy esforzado, incluso arriesgado. En la pesca de los túnidos la tensión se halla condensada. Los cardúmenes hay que buscarlos oteando el horizonte, largando carnada al agua, dejando un anzuelo con vivo por la popa mientras se camina. Una vez que está localizado y el barco se encuentra sobre él, la posibilidad de cargarlo en una hora o incluso menos si comen bien, produce un esfuerzo y actividad febril desconocida en cualquier otra pesca. En la traíña, los niveles de tensión no llegan nunca a alcanzar los que hemos hallado en las faenas sobre túnidos. Los breves minutos en que esta última se desarrolla una vez localizado el cardumen, y la importancia de cada gesto técnico, de que la tripulación en conjunto funcione coordinada y eficazmente, hacen que tal pesca sea la más proclive a generar algún tipo de roces o enfrentamientos18. Hemos sido testigos de algún caso de este tipo en tripulaciones de hermanos jóvenes, en que las habilidades de los más pequeños eran escasas y la autoridad que pretendían afirmar los hermanos mayores excesiva, conduciendo incluso a enfrentamientos por errores leves.

1.3.- De los oficios que no se aprenden en la escuela al mito del patrón La vida del pescador comienza muy temprano en nuestras poblaciones. En la mayoría de los casos éstas se encuentran justo al borde del mar, y el puerto o la playa donde varan los barcos forma parte indisoluble de su espacio urbano. En esta playa jugarán desde pequeños los niños a ser pescadores, a navegar. Los de Tajao, por ejemplo, pasaban largos ratos, hace sólo unos pocos años, con barcos confeccionados por sus padres a partir de latas de aceite. Dejan los primeros años de su vida en la orilla de la mar, mariscando, cogiendo peces con una pequeña gueldera o algún pulpo desprevenido. Darán lugar a lo que Miller y V. Maanen denominan pescadores tradicionales19, nacidos entre tales, que han respirado desde el parto el salitre

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Goodlad (1972: 75) describe diferencias similares en cuanto a los niveles de tensión en unidades productivas que usan técnicas distintas. 19 En palabras de Miller y V. Maanen (1982: 32): Para ser un pescador tradicional hay que haber nacido dentro de una familia de pescadores; aprender el oficio de la manera tradicional es por ello un largo proceso. Los pescadores tradicionales de la flota de arrastre en Gloucester, Massachusetts, por ejemplo, hacen su primera expedición de pesca en la adolescencia temprana, y, simplemente por estar a bordo, empiezan ganando familiaridad con la rutina y el ritmo que marca la vida de trabajo de un pescador de arrastre. En etapas sucesivas, típicamente trabajan como marineros durante los meses de verano del instituto

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de la mar, y que desde muy pequeños han tenido contacto con barcos y peces. Los hijos de pescadores son considerados marineros desde su nacimiento, al menos hasta que el joven demuestre lo contrario siguiendo otros derroteros en su vida laboral. Los niños comienzan a salir a la mar con pocos años. Durante el trabajo de campo pude contemplarlos con apenas cinco años embarcándose junto a sus hermanos mayores, o yendo a buscarlos en una chalana cuando llegaban a la playa. Un pescador de Agaete describe un caso excepcional de precocidad, que pudimos contemplar con nuestros propios ojos: En el muelle también cogió un pulpo de más de dos kilos cuando tenía tres años. Me pide la fija, se la doy, y me aparece con un pulpo de más de dos kilos que lo tenía todo cogido ya... Y después aprendió a bogar en tierra de dos años. A los tres se fue a buscar a los hermanos a la falúa, pero luego hubo que esconderle los remos porque no sabía nadar... Y si ve un puñado de sardinas a ellos no les dice nada, a los hermanos no les dice nada, se pone el equipaje, va a la punta del muelle, sale... Papá, que hay sardina. ¿Es mucha? No la vi toda... Bota el padre el bote... ¡Chacho! Nos fuimos a desalar, más de ochocientos kilos ahí mismo, y en seguida pa tierra... Ese día no se estaba cogiendo ni para comer... A los doce años estos chavales ya pueden tener muchísimo terreno de su aprendizaje recorrido, y en cuanto dejan la escuela, a veces antes de lo que deberían, se meten en las unidades productivas. Los veranos y el resto de las épocas de vacaciones son momentos en que se integran, aun pequeños, en las faenas de la mar. La socialización como pescador es progresiva y constante. Las horas que pasan los niños en la playa, alrededor de los barcos, viendo sacar el pescado, ayudando en lo que pueden a las faenas de sus mayores, son instantes de continuo aprendizaje. Se comienza a salir a la mar como un juego, y termina siendo la historia de toda una vida: Yo tenía trece años cuando empecé a ir a la mar... De broma, de broma, vine pa abajo, estaba en la escuela, y me acuer-

o de la universidad. Una vez que forman parte de una tripulación a tiempo completo, sin embargo, empiezan a especializarse, y es común para miembros de una familia especializarse en tareas que son complementarias. De este modo, sólo el hijo mayor del capitán se entrena para ser un capitán (que es virtualmente el único hombre a bordo de la mayoría de los barcos que sabe cómo encontrar el pescado y operar el barco durante los arrastres). El segundo hijo aprende a ser un maquinista, el tercer hijo un redero, y así sucesivamente.

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do yo que caí malo con bronquitis y estuve unos 10 o 15 días acostado, y después no quise ir más... No quise ir más por eso... Empecé a venir pa abajo, estuve por ahí diendo, pero sin ganar nada, me gustaba más que el coño y después ya me quedé aquí. Ya no fui más a la escuela... El papel de niño pescador es duro y trabajoso en la mayoría de los casos. No se dominan todavía las habilidades de la pesca, los gestos técnicos son pobres, falta la fuerza del hombre. Sin embargo, al joven se le exige en poco tiempo que se porte como un verdadero marinero. Tendrá que aprender a lavar el barco, a despertarse tan temprano como sea necesario, a ser un poco el esclavo pequeño del resto de la tripulación, habitualmente su padre o hermanos. La recompensa por estas labores será con frecuencia bien exigua. Años atrás, en los chinchorros de Agaete, apenas unas pesetillas para ir al cine los domingos20. Los patrones de aprendizaje no son homogéneos. Encontraremos hijos de pescadores que a los cinco o siete años ya poseen buenas habilidades marineras, y otros que a los doce apenas han pisado un bote. En Las Nieves resulta interesante la diferencia que hallamos entre los hijos de pescadores que tienen su residencia al lado del mar respecto a los que viven en el pueblo de Agaete, distante un kilómetro. Con frecuencia los primeros se encuentran mucho más familiarizados con las faenas de la mar. Los niños-pescadores tendrán que aguantar muchas broncas por su inexperiencia, por hacer mal las cosas los primeros años de salir a la mar. La edad en que los jóvenes suelen optar definitivamente por la pesca oscila entre los quince y dieciséis años, y tiempo atrás era todavía menor, de apenas doce o trece. En los últimos años la actitud de los jóvenes hacia la pesca en nuestras comunidades no ha sido demasiado positiva, abandonando la actividad en favor del sector servicios o la construcción, y dejando a un lado el laborioso aprendizaje de las marcas de los pesqueros y las habilidades necesarias para ser un buen pescador. Muchas de las habilidades manuales se aprenden saliendo a la mar y trabajando. Sin embargo, el cúmulo de conocimientos y saberes sobre la climatología, corrientes, morfología del fondo marino, buenas zonas de pesca, o el comportamiento de las especies, en gran parte se transmiten de forma oral y han de ser memorizados (Lögfren 1984: 284). Si los jóvenes no tienen en perspectiva seguir toda su vida en la mar, no aprenderán adecuadamente, no se tomarán la pesca en serio:

20 Calo Lourido para el caso de Porto do Son hace unos años (1984: 267) describe un rol similar para los pequeños grumetes.

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«Estos muchachos no se toman la pesca en serio», es una queja frecuente de los viejos marineros de Bua. La nueva actitud hacia la pesca directamente afecta la socialización. Los muchachos que son preparados para una futura carrera en tierra no se preocupan de aprender todas las habilidades marítimas. No ven ninguna ventaja en memorizar los detalles del paisaje marítimo, en aprender a reparar una red de arrastre o a manejar un motor diesel. Aquellos que «se toman la pesca en serio» son todos muchachos que se encuentran enfocados para una carrera en la pesca. No es muy sorprendente que la mayoría de ellos pertenezcan a familias propietarias de partes en arrastreros. (Lögfren 1984: 289). En nuestras comunidades los que dejan empleos en tierra por la mar son aquellos jóvenes que están locos por la pesca (Lögfren 1984: 292), que son todavía bastantes. Con el paso del tiempo, frecuentemente con el matrimonio, el joven adquiere el status de pescador o marinero y la parte completa en el reparto del producto. En nuestras poblaciones continuará saliendo con el padre hasta la jubilación de éste. Comenzará de esta forma un nuevo rol, un rol de tránsito entre el de muchachillo y el de patrón que puede durar muchos años. El papel de los patrones en las unidades productivas pequeñas será muy reducido, como ya hemos indicado, y en muchos casos inexistente al salir a la mar dos marineros, o dos patrones, de edades y habilidades similares. En las pescas colectivas, también en las de túnidos o traíña, que implican tripulaciones mayores, sí será posible hablar de estos roles como ya hemos comentado. Alrededor de su habilidad y de la importancia que tiene para el éxito de las faenas de su barco se ha creado una cierta mitología, que indica que el patrón es lo que cuenta, a través de un buen número de trabajos en antropología. Se le conceptúa como un superdotado, perfecto conocedor de dónde y cuándo se halla el pescado y cómo conseguir que sus hombres lo capturen. Tal meta la consiguen a través de integrar conocimientos de climatología, comportamiento de los peces, navegación, etc.: Desde la perspectiva de sus hombres, la razón de ser del patrón era saber dónde y cómo y cuándo colocar a sus hombres para capturarlo efectivamente y con seguridad. Los patrones construyen sus reputaciones de una misteriosa habilidad para hacer esto a través de complejas computaciones mentales, integrando conocimiento de direcciones de compás, relaciones espaciales de mar y tierra, velocidad de las embarcaciones,

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mareas, vientos, sonidos, olores, características de los fondos (establecidas por las capturas y el sonar), características y relaciones del pescado, y sus variaciones estacionales. (Andersen 1979b: 319). Este conocimiento es guardado por el patrón con celo y, sobre todo en las pescas industriales, los marineros no tendrán acceso a él, pues de la adecuada gestión de esa información deriva que el patrón lo siga siendo. Es el responsable de la suerte de su barco, decide cuándo o dónde pescar, demanda y obtiene la obediencia de los miembros de la tripulación, que compartirán la suerte o desventura de sus decisiones. En ocasiones quizás se sobreestime la importancia de su papel en la pesca21. En nuestras comunidades hemos encontrado patrones con el prestigio de ser el mejor pescador de Tajao, o el mejor patrón de chinchorro. En las tripulaciones formadas por padre e hijo, el padre, mientras se mantiene en edad productiva posee el rol, aunque los procesos de decisión dentro del barco sean muy igualitarios en cuanto los hijos alcanzan la madurez. Llegar a la posición de patrón suele ir aparejado a la retirada del padre y a que los hijos alcancen el momento adecuado para salir a la mar22. Estas condiciones no se obtienen hasta alcanzar una cierta edad, que también va aparejada al rol. La madurez, las responsabilidades de la familia y del barco, hacen que estos patrones se diferencien de los marineros, sobre todo de los jóvenes. Su voz en el mentidero se escuchará con más respeto y no se le verá emborracharse con frecuencia. Algunos alcanzan status muy especiales, aparejados a sus grandes cualidades como pescadores y trabajadores, o al mando de las pescas colectivas, como antes hemos comentado. El prestigio de los grandes chinchorreros, que sabían encontrar la sardina y capturarla aún en condiciones adversas, el de los buenos patrones de la pesca del bonito, capaces no sólo de encontrarlo sino de meterlo en el barco con sus propias manos en las cañas, o el de los mandadores de la 21

Para más detalles sobre el rol del patrón, su prestigio e importancia, ver McCay (1984: 66) o Calo Lourido (1984: 268-9). A menudo se acentúa en demasía el papel del patrón, tomándolo como el único responsable del éxito de la pesca. Palsson & Durrenberger (1982: 227) comentan algunos trabajos que mantienen tal posición; frente a esta postura ambos autores analizaron las estadísticas de capturas de un puerto de la flota islandesa y encontraron que la importancia de los patrones no era tanta, y resultaba esencial el tamaño y el equipamiento de los barcos, por ejemplo. Si bien para embarcaciones modernas con gran tamaño, en las que el factor trabajo se ve sustituido en buena medida por el capital y los medios técnicos, podemos estar de acuerdo con tales afirmaciones, todavía en la pesca artesanal hay lugar para hablar de grandes patrones, de grandes pescadores. 22 McCay (1987b: 66).

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salemera, acompañará a sus dueños de por vida, aunque el poder aparejado al rol desaparezca cuando, con el retiro, ya no se es el patrón efectivo de una unidad productiva (McCay, 1987b: 67). En las comunidades en que estos tipos de pesca tienen menor importancia, el prestigio de los patrones es casi inexistente. En El Pris, donde la pesca sobre túnidos o salemera es ocasional, las diferencias en el prestigio son reducidas. En Agaete o en Tajao se destacan notoriamente grandes pescadores capaces de obtener abundantes capturas y guiar a su tripulación en las pescas más difíciles. La funcionalidad de este prestigio de los patrones es múltiple. Las discusiones dentro de una tripulación inmersa en pescas colectivas, o en técnicas como los túnidos, pueden hacer que la necesaria coordinación se disipe y que la pesca se pierda. Cuanto más prestigio posee un patrón, más difícil será que sus actuaciones sean cuestionadas por la tripulación, y menos probable que tales eventos ocurran. Cuando estas pescas tienen una gran importancia económica, cual es el caso del chinchorro años atrás en Agaete, o de los túnidos en embarcaciones grandes, los patrones son conscientes de la importancia de su autoridad, de su prestigio, procurando mantenerlo desafiando las posibles réplicas de su tripulación y obteniendo las mayores capturas posibles para reafirmar a diario que son los más capaces. Desde un punto de vista adaptativo, el papel diferencial de los patrones, e incluso su inexistencia en muchos tipos de pesca, resulta lógico. Sólo se desarrolla su autoridad y status allí donde resulta necesario por el tipo de constricciones que implican determinadas formas de pesca. El número de integrantes de la unidad productiva, el carácter activo y la rapidez con que las pescas han de ser desarrolladas, son únicamente algunos de los factores determinantes a tal respecto.

2.- EL MUNDO EN TIERRA Hemos comentado los grandes rasgos de la interacción que se desarrolla cotidianamente a bordo de las embarcaciones de las poblaciones de pescadores. En tierra las relaciones son muy diferentes y variadas. De esta multiplicidad hemos extractado algunos de los aspectos que nos han parecido más significativos y que pasaremos a desarrollar.

2.1.- Pescadores y veraneantes: las dos caras de los pueblos costeros En el seno de nuestras comunidades, el espacio urbano cobra una doble vida con el paso de las estaciones. Durante los veranos se puede duplicar la población de estos núcleos, sobre todo en El Pris, pues en tales

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épocas el fenómeno de la residencia secundaria se muestra plenamente. Las numerosas viviendas que durante el resto del año permanecen vacías, pues el trabajo en los centros urbanos aleja a sus ocupantes de la comunidad, cobran ahora nueva vida. El rostro curtido del pescador se mezclará con la tez del hombre de ciudad, cuando no con la todavía más pálida del extranjero. Los barcos lentos de los marineros, pesados pero resistentes, dejarán su lugar a las lanchas rápidas de los veraneantes y las comunidades se volverán un hervidero de automóviles, sobre todo durante los fines de semana. La placidez de las tardes de invierno se verá turbada durante el estío por un sinfín de chiquillería en busca de diversión. Los veranos serán una buena época para desarrollar estrategias económicas complementarias. En El Pris o en Agaete algunos pescadores alquilarán pequeñas viviendas a los veraneantes, complementando así sus economías. En esta última población sólo una de las unidades domésticas de pescadores posee viviendas para alquilar (en número de dos); en El Pris son varias. Los hombres podrán complementar su trabajo como pescadores con la ayuda que pueden prestar en los bares como camareros eventuales. Llegando pronto de la mar pueden colaborar en las horas de mayor afluencia de público, y ejemplos de ello tenemos en las tres comunidades estudiadas. El sector servicios ha penetrado en todas ellas. En las tres algún pescador ha montado un bar, incluso un restaurante. En tal empresa participa toda la familia, y también en los tres casos estos pescadores siguen saliendo a la mar, aunque la intensidad de su dedicación ha disminuido bastante. El cambio de la pesca a regentar un negocio es radical, pero ante las buenas oportunidades económicas que se presentan en el sector servicios y dada la posibilidad de simultanear ambas faenas, a la vez que se aprovecha en su totalidad la fuerza de trabajo de la unidad doméstica (pues mujer e hijos colaboran en la atención del negocio), algunos pescadores han dado el salto. La venta es otra actividad desarrollada en las unidades de estudio, más o menos combinable con la pesca, y en la que participa la familia. En Tajao las dos del pueblo han sido montadas por pescadores. En uno de los casos ello implicó que en poco tiempo se abandonara la mar, en otro se mantienen ambas actividades, cayendo el peso del negocio sobre la esposa. En ambos toda la familia colabora en la venta, y ello implica que la fuerza de trabajo de ésta se emplea prácticamente en su totalidad, y el nivel de ingresos de la unidad doméstica se eleva. Para ambas actividades la llegada de los veranos significa un salto cualitativo. Se dobla o triplica la población y con ella sus necesidades de consumo. Si el nivel económico o el estilo de vida de los pescadores restringe su presencia en el bar, o sus gastos en general, la población que llega a nuestras comunidades tiene necesidades urbanas. Los niños de forma

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constante visitarán las tiendas en busca de polos, golosinas, o algún futbolín. Los hombres aprovecharán esta época del año, libres de las ataduras del trabajo urbano, para estar largas horas en los bares con los amigos. Los problemas que acarrea tal radical incremento de la población se evidencian en múltiples aspectos. El suministro de agua se hace cada vez más escaso, pues los veraneantes gastan mucha. En Las Nieves o en El Pris es una conversación frecuente los días transcurridos sin que el agua haya entrado en las casas. En la primera población, hasta hace poco, no era extraño pasar una semana sin agua, haciendo su agosto —nunca mejor dicho— los camiones-cuba privados que la transportaban y vendían a domicilio. En la zona Norte de Gran Canaria se puso en funcionamiento recientemente una potabilizadora para el consumo de la población, pero, aun así, el agua no llega a las viviendas todos los días, demorándose en ocasiones tres y cuatro jornadas. Durante el verano la familia distante vendrá a residir en su comunidad originaria, al lado del mar. De la ciudad, de otras Islas, incluso de la Península, volverán a reunirse con sus padres o hermanos, con el mar y el aire lleno de salitre. Las casas de los jubilados se llenarán de hijos o nietos, en el reencuentro anual con la familia y el pueblo. Los veraneantes llevan viniendo a nuestras comunidades mucho tiempo, en algunos casos desde antes de la guerra civil. Unas pocas familias (más o menos bien situadas económicamente) en cada comunidad se desplazaban hasta la orilla de la mar durante los veranos, viviendo entre pescadores y en unas condiciones a menudo muy distantes de las comodidades con que contaban en sus residencias habituales. En Tajao hasta los ochenta no había luz eléctrica, ni agua corriente, ni teléfono, ni carretera asfaltada, y estos veraneantes llevaban ya muchas décadas apareciendo, año tras año, por la comunidad. Respecto a El Pris y Las Nieves podemos decir lo mismo, pero quizás las incomodidades en estos casos no han durado hasta fechas tan próximas. La relación de estos veraneantes de viejo con las familias de pescadores siempre fue bastante cercana, y se cultivaron lazos de amistad muy fuertes que han perdurado a través de las generaciones. Estas familias construían sus pequeñas viviendas —en ocasiones no tan pequeñas, cuando se trataba de gente acomodada— al lado de la mar, disfrutando de una tranquilidad que no se podía obtener en otro lugar. Algunos consiguieron situarlas en lugares especialmente privilegiados, incluso utilizando modelos de construcción bien diferentes, por su amplitud y calidad, de los que tenían a su alcance los pescadores. En los últimos años la tónica ha cambiado bastante. Han proliferado las construcciones de residencia secundaria, y ahora los veraneantes no son unas pocas familias que pasan desapercibidas, sino la barahúnda de la ciudad que invade la tranquilidad del pueblo de pescadores. En El Pris su

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presencia ha provocado que surjan moles de cemento, conquistando laderas enteras con multitud de apartamentos minúsculos. En Tajao la autoconstrucción siempre ha sido la vía —al menos hasta hace muy poco— por la que se han levantado las viviendas. Ello no planteó demasiados problemas hasta que la afluencia de visitantes fue masiva. Entonces se multiplicaron sus casas, tanto al lado de las que habían levantado los pescadores como unos cientos de metros más al sur, formando barrios extensos de viviendas autoconstruidas, sin respetar ninguna normativa, justo al lado de la orilla del mar, destrozando el paisaje y la costa. Carecían de la más mínima disciplina urbanística, de alcantarillado, luz o agua corriente, y ante la pasividad de las autoridades competentes tal situación se ha multiplicado en las décadas de los setenta y ochenta, haciendo hoy en día muy difícil que se ponga remedio. Como dicen los pescadores de Tajao: En verano se redobla la gente aquí. Se metieron, las hicieron, los denunciaron y ahí están. En el Puerto de las Nieves es donde se ha producido una mayor especulación, y donde el futuro se verá acompañado por un mayor desarrollo hacia el turismo y la residencia secundaria. El proyecto de construcción del refugio pesquero disparó desde años atrás los precios de los terrenos a muchos miles de pesetas el metro cuadrado, desplazando a los pescadores lejos de la costa, a las barriadas de casas baratas, viviendas de promoción pública que se realizaron en su mayoría en el núcleo de Agaete. Años atrás, a comienzos de los cincuenta —con el Mando Económico—, se construyó un conjunto de viviendas (baratas) para pescadores en Las Nieves, pero todas las iniciativas posteriores se llevaron a cabo lejos de la mar, cubriendo las dificultades que tenían los pescadores jóvenes, que no podían acceder al terreno con los precios que eran usuales para construir su vivienda en la costa. En nuestros días, con el avanzado estado de las obras del refugio pesquero, las tentativas urbanizadoras y especuladoras suben todavía más de tono, aprovechando tanto este hecho como una especie de mito idílico levantado sobre esta comunidad, su pescado, el Dedo de Dios, su aire, aguas limpias, y el impresionante paisaje que se ve desde su playa con el macizo del Tamadaba al fondo. Tal mito ha contado con la colaboración de intelectuales del pueblo, de la fiesta de La Rama, y de las bellezas naturales innegables con que cuenta la zona. Para los pobladores de Agaete y los pescadores del Puerto de las Nieves, tal coyuntura ha supuesto la creación de muchos puestos de trabajo en la construcción y, sobre todo, en el sector servicios. En este último, algunos hijos de pescadores participan activamente como dueños o emplea-

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dos de bares y restaurantes, continuando con frecuencia en las actividades pesqueras en mayor o menor grado. A través de los veraneantes establecen los pescadores, con frecuencia, su enlace con el mundo de la urbe. En los veranos se conoce gente de muchas clases, empleados de cuello blanco, empresarios, profesores, maestros, y hasta algún antropólogo. Con muchos de ellos el pescador establecerá relaciones bastante cercanas a través de los bares, los tenderetes, las salidas en barco, o la pesca submarina. No es fácil entrar en el círculo de íntimos de los pescadores y sus familias. Suelen mostrarse recelosos de la gente de tierra, que con frecuencia los mira por encima del hombro, y con ese mismo desdén los pescadores observan a los novatos de la mar. Estas amistades durarán muchos años y se renovarán con la llegada del estío. La ayuda de esta gente de fuera podrá ser importante cuando haga falta resolver algún papeleo complicado en la ciudad u obtener información de algún tipo.

2.2.- La casa como unidad doméstica, económica y social La unidad doméstica de los pescadores es, en primera instancia, un lugar en el que se elaboran estrategias económicas, enfocadas a su mantenimiento y reproducción. Aquellas desarrolladas cotidianamente por las unidades productivas de la pesca sólo son una parte de todas las puestas en práctica. La mujer podrá trabajar por tierra, en la agricultura o servicios23, obteniendo unos ingresos más o menos considerables que complementarán los conseguidos en la mar, y que se mostrarán muy importantes en años de mala pesca. En la procreación también hay patrones definidos; se deben tener hijos varones, que puedan salir con el padre a la mar para constituir la unidad productiva ideal, y de esta forma conseguir que todos los ingresos vayan a parar a la misma casa. La familia en nuestras poblaciones es por definición nuclear, al igual que en casi todas las zonas de las islas. Te casastes, te separastes es el dicho habitual y se cumple a rajatabla, aunque ello no significa que no se resida al lado, o incluso encima, de la vivienda de los padres. En Tajao, como ya hemos comentado, ha sido una estrategia habitual, ante la carencia de terrenos, edificar sobre la vivienda de alguno de los progenitores de la pareja. Todo lo más, puede haber alguna familia extensa de forma temporal, a poco de la boda, cuando todavía no se dispone de vivienda alternativa.

23 Especialmente interesante es su papel en aquellas zonas donde el marisqueo sigue siendo una actividad rentable. En Galicia su importancia puede alcanzar una relevancia económica para las unidades domésticas más que reseñable. Ver por ejemplo Pardellas (1989).

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Sólo los ancianos pasarán a residir con alguna de sus hijas —normalmente— cuando los achaques de la edad lleguen a un cierto límite24. Dos mujeres en una cocina, sobre todo cuando no son madre e hija, son poco compatibles, y ello es un lugar común en la conceptualización del matrimonio en Canarias. Quizás podría parecer lógico que, dada la estrecha vinculación económica de las parejas que dan lugar a una sola unidad productiva, abundarían más las familias extensas, pero los modelos sobre este tema son taxativos. Siempre se prefiere vivir cerca a vivir con. Todo ello no quiere decir que las relaciones entre las unidades domésticas enlazadas por parentesco sean inexistentes. Quizás el ejemplo más característico de ello sea el caso de San Miguel de Tajao25, en el que casi toda la población de pescadores está constituida por un linaje, cuyas ramas se bifurcan de acuerdo a la historia particular de los hijos de Domingo el Palomo, el fundador de la comunidad hacia finales del XIX. Este pescador, casado con una prima hermana, tuvo diez hijos. Casi todos dejaron descendencia en el pueblo, y hasta hace sólo un par de años quedaba uno de ellos todavía con vida. Sus nietos y biznietos son los que integran hoy en día la población de pescadores, cuya estructura de parentesco puede ser definida como un linaje, ya que sus miembros pueden delimitar el conjunto de relaciones genealógicas que los unen. Cinco son las ramas del mismo que actualmente se mantienen, a partir de hijos o nietos del fundador, y en su interior es posible definir una endogamia muy elevada, con un 55,5% de uniones entre primos hermanos (paralelos o cruzados), primos de segunda generación o con algún otro tipo de consanguinidad26. Al menos ocurría así hasta 1981, fecha de la que tomamos tales datos. En la actualidad la coyuntura ha cambiado mucho al construirse numerosas viviendas nuevas, aumentar la población de fuera, y casarse los jóvenes con chicas de otros pueblos, por lo que el porcentaje de uniones endogámicas en relación al total del pueblo disminuye bastante. En el conjunto de las cinco ramas del linaje existen lo que podríamos denominar alianzas dos a dos, quedando la quinta un tanto aislada en el conjunto de enlaces matrimoniales de la comunidad. Ello da lugar, por ejemplo, a que se compartan las embarcaciones dedicadas a los túnidos entre varios miembros de las dos ramas que se encuentran enlazadas. Hermanos y cuñados serán partícipes de los medios de producción más costosos (los barcos grandes) y colaborarán en las pescas colectivas. Cotidianamente se producirá un continuo trasiego de 24

McCay describe situaciones similares en su trabajo sobre Grey Rock (1987b: 71). La estructura de parentesco de esta comunidad fue ya descrita en Pascual, Mesa & Pérez (1982: 45-52). De tal descripción, puesta al día, extractamos estos datos. 26 Datos de 1981, ver Pascual, Mesa & Pérez (1982: 48). Ver la genealogía resumida en la página 49. 25

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personas, en especial niños y adolescentes, de una casa a otra. La familia se visitará a todas horas y se tomará café en lo que constituye un rito sistemático de bienvenida. En las otras comunidades ocurrirán cosas similares, pero en ninguna hemos hallado una cohesión tan acentuada entre unidades domésticas como en este caso, aunque ello no implica que no existan tensiones como analizaremos más adelante, al hablar de la envidia. La vejez entre los pescadores ha tenido significados diferentes con el paso del tiempo. Años atrás los ancianos tenían que depender en exclusiva de su trabajo y de sus familias para poder subsistir. No contaban con pensiones o ayudas similares. Cuando ya no podían salir a la mar ayudaban, según sus fuerzas, en las faenas en tierra de los chinchorros de Agaete: Antes teníamos nosotros viejos de 50 o 60 años, nada más que pa dir a buscar la leña... Nosotros antes comíamos en Guayedra, comíamos a mediodía en Guayedra, díamos por la mañana pa abajo, calando todo el día, veníamos al mediodía a buscar los cestos pa arriba, pa la comida, el viejo ese lo queríamos nada más pa dir a buscar el agua, que era allí en el barranco y pa buscar la leña que no salía del barranco también. (...) El viejo hacía el asaero, traía su leña, cogía, le pegaba fuego, y cuando estaban todas las brasas asadas, pa echarlas a aquello, echaba la sardina y llamaba a la gente para ir a almorzar...(...) De cincuenta o sesenta años, antes como no había esto del subsidio... Las pensiones han ayudado a dignificar la figura de los ancianos27. En ocasiones los familiares competirán para tenerlos bajo su techo y de esta forma controlar una fuente estable de dinero. Si antes veíamos cómo los ingresos de la mujer podían convertirse en importantes, o la aportación de los hijos a través de la pesca u otras actividades, los de los jubilados también pueden ser integrados en la economía doméstica. Tal multiplicidad de entradas ayuda a mantener la estabilidad, diversificando los riesgos y aumentando la capacidad para responder al estrés producto de la variabilidad inherente a los ingresos de la pesca. Esta capacidad para responder a los problemas es uno de los aspectos que diferencia con más claridad a las empresas familiares en la pesca frente a aquellas que no tienen tal carácter. En las primeras basta que la actividad dé para vivir y se pueda ir tirando. En las empresas capitalistas se persigue el beneficio, y si éste se puede

27 McCay (1987b: 70) incluso comenta que la seguridad de la pensión da respetabilidad a los marineros que, por diversos motivos, antes no la tenían.

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conseguir en mayor medida en actividades alternativas, es lógico, desde tal óptica, que se abandone el sector28. El pescador y su familia con frecuencia no saben hacer otra cosa, y aguantarán hasta que la situación llegue a ser insoportable. Ello no quiere decir que no se acepten actividades económicas complementarias, pero para desligarse totalmente de la pesca la recompensa tiene que ser muy atractiva.

2.3.- Espacios públicos, espacios privados: de la cocina al bar, del mentidero a la playa Estos son algunos de los lugares donde se desarrolla buena parte de la vida social en nuestras comunidades de pescadores. La playa29 es el enlace entre el espacio en tierra y el mundo del barco. Por la mañana muy temprano los pescadores aparecerán en ella para observar el tiempo, y si éste lo permite, botar al agua sus embarcaciones o adentrarse en una chalana hasta el fondeadero del barco grande. En ese instante se cruzarán las primeras palabras, sobre todo si el tiempo se presenta inestable y hace falta asistir a la misa de luz, esperando a que el sol ilumine, aunque sea tenuamente, la mar. En este momento, la playa es un lugar masculino. No hay mujeres, no tendrían nada que hacer, e invadirían el único momento del día en el que los hombres tienen para sí la orilla. Conforme van pasando las horas, la situación de la playa va también variando. Ya no se trata únicamente de un espacio masculino. Comenzarán a llegar los primeros veraneantes madrugadores, los niños que jugarán con los callaos o sus barcos de lata. Pero carece de significado para la población de pescadores hasta que llega el momento más interesante del día: el regreso de la pesca. En ese instante todo el mundo aparece a contemplarlo y a echar una mano si hace falta.

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Durrenberger & Palsson (1985: 115) plantean cuestiones similares: En un aspecto importante el pequeño armador comparte las características del «campesino de la pesca». En ambos tipos de producción los miembros de la familia unen sus recursos, capital y trabajo. El negocio familiar se encuentra muy enlazado al del barco, aunque este último se mantiene separado sobre el papel para cumplimentar las leyes fiscales. Algunas veces la familia nuclear completa, y algunos parientes cercanos también, se encuentran implicados en la producción relacionada a un barco. (...) Reuniendo recursos disponibles, el patrón-propietario se resguarda contra la vulnerabilidad del negocio. Las condiciones del mercado fluctúan, la productividad de la pesca difiere de una estación a otra y la necesidad de mano de obra varía con las estaciones y las técnicas de pesca. Una de las barreras para convertir un pequeño negocio de familia en una compañía es precisamente la dificultad para responder a tales fluctuaciones, mientras al mismo tiempo se responde a las demandas del mercado de trabajo. 29 En el caso de El Pris sería más correcto denominarla embarcadero.

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Cuando los barcos han de ser varados, como ocurre durante casi todo el año en El Pris o en Tajao, es un rito poner el primer paral30. Si vienen en la embarcación dos personas, una de ellas desciende en primer lugar y lo coloca, aunque antes la mujer que se ha aproximado a la playa a buscar el pescado lo haya acercado a la orilla. Si un solo marinero viene de la mar, algún familiar cercano o amigo realiza tal tarea. Incluso si no se encuentra ninguna persona que cumpla tales condiciones en las cercanías, cubrirá tal función cualquier conocido que se acerque por la playa. Todos los que se encuentren en las cercanías, incluso algunos veraneantes, echarán una mano para subir las embarcaciones hasta lugar seguro. Tal ayuda es muy importante cuando no se dispone de winchi eléctrico, que sólo está utilizándose a diario en El Pris, comunidad en la que resulta imprescindible por la elevada pendiente de la rampa por la que han de ser subidas. Las mujeres vienen a recibir a sus maridos, o sus padres, que llegan de la mar y de cuyas capturas deben hacerse cargo. Las intermediarias (vendedoras) se acercarán también, comenzando su jornada de trabajo diaria. Los hombres y las mujeres no relacionados con la pesca, de la comunidad o de fuera de ella, se aproximan a ver lo que se ha cogido, o quizás a comprar algo de pescado para comer ese día. Los pescadores y sus familiares que se encuentren en tierra también se acercarán a la playa para curiosear, y enterarse de las capturas de cada una de las unidades productivas, que correrán de boca en boca por toda la comunidad como si fueran preciados hallazgos31. La llegada de los barcos es buena ocasión para que surja un motivo de conflicto sistemático. La playa o el varadero son recursos comunes que han de ser compartidos entre todos los pescadores y sus embarcaciones, que son muchas. Algunas reglas tácitas existen sobre la colocación de éstas. No se pueden situar en lugares donde estorben a las demás que van llegando de la mar, ni se debe mantener una embarcación ocupando un buen lugar de varada si no se está usando a diario. Pero estas reglas no se encuentran escritas, ni existe ningún tipo de árbitro que ponga orden en los diferentes criterios cuando éstos, frecuentemente, surgen: Diarios en invierno... Y a tí te toca vivir eso ahora que es cuando estás aquí, pero en invierno, que es cuando se está va-

30 Madero engrasado con sebo sobre el que se deslizan las embarcaciones cuando llegan a tierra y han de remontar la pendiente de la playa. Un conjunto de tales parales son colocados debajo de la quilla para que avance el barco con menor esfuerzo, y no tenga que deslizarse sobre los callaos de la playa, que dificultarían mucho más su movimiento. 31 Norr (1975: 120) describe situaciones y comportamientos similares para la comunidad de Tamilnadú en la India.

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rando día y noche, día y noche, todos los días... Hay problemas a veces gordos, gordos, porque aquí ha habido problemas con los varaderos problemas gordos. Gente que a veces por una cosa, veces por otra, y vienen las discusiones grandes.... En la playa o el muelle se comentan las incidencias de la pesca: si hubo algún problema; dónde están las otras embarcaciones; por qué se cogió tanto o tan poco. Durante el día pasarán por allí los pescadores con frecuencia a limpiar las nasas, arreglar cualquier pieza de los barcos o limpiar cabos. En la época de los túnidos la expectación por su captura es muy elevada, y los marineros están todo el día pendientes de cuántos kilos trae cada una de las unidades productivas. Cuando llegan los barcos se dirigen hacia la playa para contemplar la descarga del pescado. Estos datos son valiosos para la definición de las estrategias productivas, pues si aparecen los túnidos en mucha cantidad, embarcaciones que normalmente no se dedican a tal técnica optarán por ella. En ocasiones las unidades productivas ocultarán sus capturas, sobre todo al comienzo de la estación, para no delatar la presencia de estas especies en las cercanías de la comunidad. Descargarán los túnidos en otro puerto, escondidos en baldes, etc. Otro de los lugares donde se intercambia información es la cocina. Se trata de un espacio femenino, en el que las mujeres se reunirán con frecuencia para beber café e intercambiar comentarios sobre las novedades. Un elemento esencial en la vida de cualquier mujer de un pequeño pueblo de pescadores es la búsqueda de información fuera de la casa (Stiles 1972: 52). La pesca y las capturas son algunos de sus temas favoritos de conversación, y procuran enterarse de las cantidades obtenidas por cada una de las embarcaciones. Las mujeres pasan una parte considerable del día en encuentros cara a cara con otras mujeres, ancianos y niños. Con frecuencia desean acumular o verificar información acerca de las actividades de los otros, en especial de sus parientes, y a la vez ofrecerla para mantener el flujo de datos en ambos sentidos. Se hablará de los jóvenes, de los adultos, de los ancianos, de los noviazgos que aparecen en perspectiva. Se criticará a todo aquel que se aparte de las normas establecidas, y se comentará lo que ha cogido cada unidad productiva. Los forasteros que aparecen por el pueblo, los nuevos compradores, los amigos que tiempo atrás no venían por la comunidad, todos ellos serán analizados y su comportamiento desmenuzado. El bar y la venta son dos lugares en los que el intercambio de información se encuentra institucionalizado. Con frecuencia, los mismos locales cubren ambas funciones, separadas por una pared o sin ningún tipo de distinción. Pero en todas las comunidades hay bares que lo son de forma exclusiva, y tiendas con igual carácter. Los primeros son un lugar reservado casi totalmente a los hombres, y en ellos hablarán con la libertad de saber

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que no son escuchados por ninguna mujer. En el bar se muestra de forma palpable la división entre el mundo de la mujer y el del hombre, y sólo será bien vista la presencia en él de las esposas de los veraneantes acompañadas de sus maridos. Incluso será rechazado su comportamiento cuando los veraneantes se encuentren tomando unas copas con los amigos y vengan a sacarlos del bar para que no beban demasiado. Este es un espacio eminentemente masculino, reservado como tal para que los hombres puedan intercambiar opiniones, información, o discutir de forma acalorada sin que tales hechos lleguen a oídos de las mujeres. La venta es por el contrario un espacio marcadamente femenino. Los hombres rara vez irán a buscar las cosas de la casa, sólo quizás cuando haya que realizar una compra muy grande acompañarán a su mujer para cargar los bultos. Con frecuencia ni eso. Los muchachos jóvenes todavía aparecerán en ocasiones, pero una vez casados será raro encontrarlos en ella, a no ser que a la vez sirva bebidas alcohólicas. Hasta hace unos pocos años este modelo era usual, al menos en Tajao y El Pris, pero posteriormente la aparición de bares dedicados sólo a tal función lo ha convertido en infrecuente. En ocasiones la misma familia que regentaba la venta ha pasado a montar un bar separado y aledaño a la primera. Las mujeres tienen en ella un espacio en el que intercambiar información, y en algunos casos las venteras son de las mujeres mejor informadas del pueblo, por la gran cantidad de datos que se transmiten en ella, y por tener a la vista todo lo que ocurre en la calle a través de la puerta y ventana, siempre abiertas. En los mentideros las personas adultas, sobre todo de una cierta edad, se reúnen para hablar, comentar la actualidad y frecuentemente, para recordar épocas pasadas. Sentados sobre un bordillo, sobre unas rocas, sobre un tablón en las cercanías del varadero o del muelle, apoyados en una pared viendo el mar, los hombres hablarán a diario. Por las tardes (los jubilados durante todo el día), saldrán de sus casas a tomar sol, a charlar con los amigos, a intercambiar información y a criticar los comportamientos que no sean de su agrado. Dos, cinco, hasta diez marineros podrán pasar las horas muertas, que durante los inviernos son más que frecuentes, escuchando las conversaciones, participando, tomando el aire y viendo pasar a la gente. Los veraneantes, si llevan mucho tiempo viniendo por la comunidad y tienen una cierta edad, se integrarán de cuando en cuando. Las mujeres y los niños no participarán con la misma intensidad del mentidero. Es otro espacio masculino y de mayores. Posee una importante ventaja respecto al bar, no hay que gastar dinero, y precisamente los jubilados, aquellos con menores ingresos, serán los que pasen más tiempo en ellos. No hará falta siquiera estar limpio y aseado. Incluso recién llegado de la mar se podrá descansar unos momentos, y muy rara vez un marinero en tales condiciones o viniendo de limpiar nasas, entrará en el bar a tomar una copa.

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Con frecuencia los lugares en que se localiza el mentidero tendrán buena visión de lo que acaece en la bahía o en la playa, y sus visitantes se irán rodando de una ubicación a otra en función del estado del día, buscando la sombra si el sol calienta en exceso. Las grandes pescas serán comentadas en tales lugares. Es el sitio adecuado para exagerar y dar una imagen —con las tintas quizás un poco más cargadas que en la realidad— de los hechos cotidianos, del éxito en la pesca, del manterío de pescado que vieron no hace mucho y que no pudieron coger. No se intercambia información especialmente valiosa sobre los pesqueros o las técnicas, sólo sobre datos que no tienen una gran relevancia de cara al futuro. Comentar dónde, unos días atrás, se vio una muela de túnidos no tiene excesiva trascendencia de cara a las estrategias futuras de los pescadores, pues, al ser especies muy móviles, saber dónde ha estado ayer puede no indicar nada sobre en qué lugar se hallará hoy el cardumen. El bar no sólo es un espacio para hablar y comunicar. A menudo es donde se celebran o se comienzan los tenderetes en que los pescadores dan rienda suelta a sus apetencias por la bebida, y, a veces, por la comida. No es el único sitio donde se producen. Frecuentemente, grupos de amigos se agrupan para hacer una paella, asar carne o pescado32. Mientras dura la reunión, bien sea en el bar bien en cualquier otra parte, se ingieren cantidades de alcohol importantes. En Agaete se beberá vino, cerveza y ron, el primero en los tenderetes fuera del bar, la segunda cuando se está en su interior y el tercero en ambos casos. En El Pris sobre todo vino del país, de la zona vinícola de Tacoronte-Acentejo en que se encuentra inserta la comunidad. En Tajao hasta hace un par de años, por la ausencia de bares, los patrones de bebida y de tenderete eran más escasos. El estío es la época reina para celebrar los tenderetes. Los veraneantes, con mucho tiempo libre y poco quehacer, siempre están dispuestos a salir con los amigos y tomar esas copas al aire libre o en los bares, que en su vida cotidiana les son inalcanzables. No tienen que coger el coche, sólo en ocasiones el barco cuando la juerga se realiza en alguna cala alejada de la población. El tenderete es la ocasión para beber y comer, pero también para jugar al envite, en el que dos equipos alrededor de una baraja española se enfrentan durante varias horas hasta que alguno consigue la victoria. El perdedor, si la partida se celebra en un bar, ha de correr con los gastos de la bebida y comida consumida durante su disputa, que en ocasiones pueden llegar a alcanzar importantes cantidades de dinero. Durante el envite las

32 En estos casos ocasionalmente se invita a las mujeres, amigas, esposas, hermanas o novias, sobre todo si hay veraneantes en pareja. Pero en la gran mayoría el grupo de amigos es masculino.

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voces suben de tono, se lanzan desafíos, se recuerdan las últimas partidas y los jugadores descargan, entre carta y carta, mucha agresividad latente.

2.4.- La fiesta patronal: espacios que se juntan, ritmos sociales que se alteran La fiesta se vive de una forma muy diferente en las tres comunidades de pescadores que hemos analizado en este trabajo. En Agaete la fiesta de La Rama, en honor de la Virgen de las Nieves, ha dado lugar durante los últimos años a una larga serie de visiones contrapuestas sobre su significado. Algunos ideólogos la han definido como una pervivencia de la época aborigen, en la que se perpetúa la tradición de los antiguos canarios de invocar la lluvia trayendo ramas del monte y golpeando con ellas la mar. Otros investigadores (Galván 1987) la han interpretado de forma muy distinta, a partir de la tradición de carboneo y dependencia económica del pinar de Tamadaba, que sustentaba a las capas más bajas de la población de Agaete y especialmente de su Valle. Los pescadores participaron de la explotación del pinar en épocas de crisis, trayendo ramas y madera para vender en las poblaciones cercanas y alejar el fantasma del hambre. Esta misma rama que bajaban del pinar para procurar su subsistencia era la que ofrecían a su Virgen de las Nieves. Durante los años setenta la Rama adquirió un significado nacionalista muy intenso, por la supuesta relación —nunca demostrada— con el pasado aborigen. Las banderas canarias con las siete estrellas verdes y los movimientos independentistas estuvieron durante toda esta época muy presentes en la fiesta, que se convirtió en lugar de reunión para todos los progres de izquierdas de Las Palmas, que tenían en ella su cita anual. Si los pescadores años atrás colaboraban en algunos actos de la fiesta, en nuestros días son meros espectadores de su organización —que realiza el Ayuntamiento—, aunque sí la disfrutan intensamente como el tenderete más fuerte del año los más jóvenes y solteros. No vamos a describir los momentos de la fiesta aquí, pues ya ha recibido bastante atención por otros investigadores33, sólo comentar que el papel de los pescadores en su organización es nulo. Años atrás participaban en la procesión vestidos de marineros34

33

Ver Galván (1987): Las fiestas populares canarias. Tenerife, Interinsular Canaria. Con una indumentaria muy poco similar a la que podría corresponder a los pescadores artesanales de la zona en el siglo pasado, más parecida a la de algunas marinas de guerra. Porque antes era la marinería toda, antes se llevaba una escolta de marineros, los de antes, los viejos de antes, todos iban vestidos de una forma y ya hoy no hay sino unos pocos. Hoy casi 34

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acompañando a la Virgen, y tal rol se encuentra ahora desempeñado casi siempre por gente de fuera. La devoción por la Virgen de las Nieves está muy arraigada entre las mujeres, que suelen realizar promesas con asiduidad, y menos entre los hombres, que mantienen una posición muy poco religiosa. Antes los marineros eran importantes en la fiesta, al menos se dejaba notar su presencia. En nuestros días, queda oculta en favor de la gente del pueblo y sobre todo de la de fuera: Lo que antes había más público, te digo público marinero. Ahora toda la gente que viene es de fuera, y antes era gente marinera. Ya te digo que había dos filas de hombres y mujeres marineros, hoy no, hoy no hay sino pocos marineros, hoy casi todo son las promesas que son las mujeres, hoy hay mucha cantidad de mujeres vestidas (...) Por esas cosas, por las promesas que deben, pero antes eran hombres siempre que se vestían para eso. La fiesta tiene un importantísimo contenido profano, sensual. En ella, a través del baile continuado a lo largo de horas y horas, protagonizado por miles de personas en un pequeño espacio, a través del contacto de los cuerpos y del agotamiento de sus protagonistas se produce una especie de catarsis colectiva, que sólo se resuelve cuando, al borde del mar o delante de la Virgen, se abandonan las ramas, y con ellas el baile. Este es el momento del año, junto con el 31 de Diciembre, en el que los pescadores —sobre todo los jóvenes— salen a los tenderetes más intensos, perdiendo incluso la noción del tiempo y el espacio, pasando noches enteras bebiendo fuera de sus casas, volviendo a ellas sin saber muy exactamente qué ha ocurrido la noche anterior. Si en Agaete los pescadores apenas participan de la organización, pues el Ayuntamiento asume tal función al tratarse de las fiestas patronales, en el caso de Tajao o de El Pris son organizadas desde abajo por los pescadores. En Tajao se lleva realizando la fiesta desde la época de la guerra, incluso antes de tener santo y ermita. Bailaban en un tablao, dentro de las casas, con música de guitarras y al son de las canciones tradicionales canarias: isas, folías, etc:

todo son gente de promesa. Antes si había pa esas cosas, habían marineros pa eso, sí, sí... Muchísimos... No cinco o seis, veinte o treinta personas, hombres, marineros, que se vestían todos los años... La sacaban y la llevaban al pueblo. Ya hoy no, ya hoy se ha dío perdiendo esto, todas estas cosas, ¿no?, siempre existe alguno, pero muy poco...

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Antes se bailaba dentro de las casas, me acuerdo de verlo yo bailando, era un tablado grande antiguo, y allí bailando, bailes de esos... Una guitarra bailando y las folías, los bailes que había antiguos... Antes todo el mundo cantaba, casi todos, a todo el mundo le gustaba, le gustaba,... Se ha ido olvidando... Del Lomo, de Chimiche, siempre venían antiguamente lo celebraban ahí, ca de mi tío, de eso no me acuerdo yo, era chiquito, siempre lo celebraban el día de San Miguel... El pescador que nos narraba cómo era la fiesta hace tiempo está jubilado, por lo que podemos estimar que desde bastante antes de la guerra civil ya se celebraba. Con motivo de la contienda, uno de los pescadores, hijo del fundador del linaje, efectúa la promesa de que si sus vástagos vuelven con bien de la guerra levantará una ermita y comprará un santo para ella: San Miguel, que desde mucho tiempo atrás había sido celebrado en la comunidad, y del que tomaba su nombre. La fiesta poco a poco fue cambiando, se hizo la ermita, se hizo la plaza35, y comenzó la transformación como en el resto de los pequeños pueblos del Archipiélago. Las guitarras, las isas y las folías, fueron sustituidas por las radios y las orquestas. Las radios36 son furgones o camiones con grupos electrógenos y equipos de sonido que se encargan de poner música durante todo el día mientras dura la fiesta, y de evitar que las orquestas, durante las verbenas nocturnas, tengan que dejar de tocar porque la luz se ha ido. Sus potentes grupos electrógenos constituyen el único seguro posible contra las inclemencias de la compañía eléctrica (bastante frecuentes). Las verbenas, la procesión de la imagen alrededor de todo el pueblo y los fuegos artificiales en la noche del día grande son los ejes de la fiesta. La procesión, acompañada de banda de música, pasa cerca de todas las viviendas, y cada año se encuentra con modificaciones en el tejido urbano de la comunidad. Casas nuevas, otras que han cambiado de aspecto, de la tierra se ha pasado al asfalto, etc. 35

Se realizó con la colaboración de todas las familias de Tajao, trabajando unidas para tener su plaza: Esto era diferente antes, el que ve esto ahora parece... Y la plaza esa que tenemos... Noches de luna ahí, rompiendo risco y cargando todo el mundo, porque era un cerro, pa poder allanar eso... 36 La sorpresa de los pescadores cuando tuvieron el primer contacto con sus potentes equipos de sonido fue impresionante: Y una vez, cuando vinieron las primeras arradios por aquí, fuimos al Porís a las fiestas, al Porís, sentíamos aquello chillando, ¿te acuerdas de tu padre en paz descanse? Vino corriendo hasta aquí porque decía que qué era aquello que sentíamos chillando, cantando... Parecía que era allí mismo en el barranco y era... Aquello allá en el Porís, los altavoces esos...

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Hay bailes durante varias noches, con orquesta, pues la gente no danza con música enlatada, tiene que ser en vivo. Desde los más pequeños hasta algunas parejas bastante mayores ocupan la plaza, se entablan amistades, se baila con chicas o chicos hasta ese momento desconocidos, incluso se crea algún noviazgo. Esos días se duerme muy tarde, la música dura hasta las tres o cuatro de la madrugada, y los bares hacen su agosto incluso a finales de septiembre. El día del santo es el 29 de este mes, pero con frecuencia la fecha exacta de las fiestas puede variar un par de días para permitir que coincida con un fin de semana y acuda más público. Los fuegos que se queman después de la procesión constituyen uno de los platos fuertes. Algunos se lanzarán desde tierra, delante del santo, otros serán acuáticos, naciendo desde el mar como castillos de artificio. En unos breves minutos se gastarán cientos de miles de pesetas, siguiendo la tradición de muchas otras poblaciones de Tenerife, que tienen en ellos uno de los símbolos más significativos de la fiesta. Tales días la comunidad está vestida de forma muy especial. La ermita arreglada con flores, encalada tanto ella como la plaza a su alrededor. Las casas también listas para las visitas, para recibir a los conocidos o familiares que vienen de fuera y a los que ha de responderse con hospitalidad y el obligado café. Se han pintado, arreglado baños, e incluso puesto en funcionamiento viviendas que no se usaban con el fin de acoger a los amigos y parientes. Han aparecido los ventorrillos alrededor de la plaza, los bares están llenos. La explanada que se encuentra en el centro de la comunidad ha dejado su lugar, en las noches de verbena, a un manto de coches de todo tipo, marca y color. El pueblo parece que vive a otro ritmo. Durante el día poca gente sale a la calle, se reciben las visitas en casa, y se vive fuera por la noche, con la procesión, los fuegos, la verbena. En Tajao la organización de la fiesta corre a cargo de la gente de la comunidad, sobre todo los hombres adultos y sus mujeres. Hay una lista con los cabezas de familia, y cada año dos se ocupan de montarla. Las mujeres prestan un apoyo muy importante, realizando tómbolas, ayudando a recoger dinero, etc. De año en año permanece viva la competencia por ver quién la hace mejor, y éste es un rasgo de prestigio que colabora a que los encargados se esfuercen. Los presupuestos de la fiesta pueden ascender a las seiscientas mil o el millón de pesetas (datos de 1987). La labor a realizar durante todo el año para recaudar estas cantidades es considerable. La preparación de las fiestas en El Pris recae también en la población de la comunidad. El Ayuntamiento se preocupa escasamente por ella; pescadores y veraneantes tienen que asumir la tarea si desean que salga. No hay una estructura como en Tajao para su realización, e incluso algunos años no se lleva a cabo porque no hay gente dispuesta a comprometerse con la em-

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presa. Por ejemplo, durante 1989 y 1990 cuatro jóvenes asumieron la organización un mes antes de la fecha en que debía celebrarse, y prepararon todos los actos con algún apoyo económico de los miembros de la comunidad, pero escasa colaboración a la hora de trabajar en la fiesta. Como en Tajao, hay varias verbenas. En este caso las celebraciones se realizan en el último fin de semana de agosto. Viernes, sábado y domingo hay bailes por la noche. Durante el día una radio ameniza con música el pueblo, y se celebran campeonatos de natación, de motonáutica, de dominó, se pasa la cucaña y se celebra alguna actuación musical. El plato fuerte de las fiestas es el domingo, en el que se baja la Virgen del Carmen de la pequeña ermita situada en lo alto del pueblo hasta la vera del mar (como a las once de la mañana), permaneciendo allí todo el día. Por la tarde se celebra una misa y después se la pasea en barco por los territorios de pesca de la comunidad. Multitud de pequeñas embarcaciones de pescadores, lanchas rápidas de veraneantes, etc., la acompañan en este recorrido, cargadas de mujeres, niños, jóvenes y pescadores. Cuando retorna a la comunidad se la lleva de nuevo hasta la ermita, y a su llegada, justo recién entrada la noche, se queman los fuegos desde la playa o el pequeño espigón empleado por las lanchas de los veraneantes. Parte de los fuegos suelen ser acuáticos, como en Tajao. El esfuerzo de los jóvenes suele hacer posible que la fiesta se celebre. Si no fuera por ellos, a buen seguro la mayoría de los años no tendría lugar.

2.5.- Poder y autoridad: del machismo a la subordinación económica Hemos hablado anteriormente de cómo se diferencian en la comunidad espacios masculinos y femeninos, de cómo los hombres se reúnen en ciertos lugares y otros están casi vedados a su presencia. Resulta imprescindible analizar cuáles son las relaciones entre los sexos, y en el seno de las parejas, a otros niveles bien diferentes. El machismo, al menos bajo ciertas formas, se encuentra generalizado en muchas poblaciones de pescadores. El hombre puede irse de tenderete cuando le apetezca con los amigos, e incluso terminar en la polvera37. Con frecuencia se comportará de forma agresiva, sobre todo cuando está en copas, reafirmando su independencia y dando lugar a un estereotipo de pescador duro que se encuentra muy generalizado en la literatura antropológica (Schoembucher 1988: 227). El estereotipo no siempre coincide con la realidad, y quizás sea en Agaete donde hemos encontrado algunos pescado-

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Así denominan a los burdeles en Agaete.

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res que coinciden más con él, aunque la mayoría son tranquilos y hogareños. La diversidad cultural entre las poblaciones que viven de la pesca es muy acentuada, y analizar este tema para tres comunidades tan distintas como las que aquí nos ocupan puede ser muy difícil. La mujer no saldrá de noche más que en la época de las fiestas, y lo hará protegida por su marido —si es soltera por sus hermanos—. Debe quedar al cuidado de los niños, tarea que los hombres muy difícilmente asumen, y eso las ata a la casa. Quizás sea en Agaete, y algo menos en El Pris, donde este fenómeno más se acentúa. En Tajao hasta hace muy poco la situación de virtual incomunicación, la inexistencia de bares en la comunidad, y la lejanía de posibles puntos de diversión hacía que los hombres salieran poco, y los patrones no han cambiado demasiado cuando este aislamiento se ha visto modificado. El sitio de las mujeres es la casa. Los hombres la comparten con el bar, y desde él pueden salir de tenderete, incluso de viaje. Célebre es la historia de un pescador de Agaete que fue a Las Palmas con dinero en el bolsillo con el fin de comprar tela para las nasas y terminó cogiendo el ferry para Tenerife, y pasando una semana en esta isla de borrachera en borrachera. A una mujer jamás se le consentirían tales conductas, y sus compañeras de sexo serían las primeras en crucificarla. El hombre se supone que manda en la familia, pero las mujeres cumplen una función que no es posible infravalorar y que les otorga un gran poder en la unidad doméstica. Durante décadas (nos atreveríamos a decir que siglos) han cubierto el papel de comercializar la pesca que sus maridos arrancaban a la mar. Esta es una adaptación lógica, que podremos hallar en muchas otras sociedades38 y que comentamos en otras partes del libro. Lo más importante de tal papel quizás sea que las mujeres cobraban el dinero producto de tales ventas, y no lo entregaban a sus maridos cuando volvían de su tarea. Se convertían en las banqueras de la familia, preservando su reproducción respecto a los peligros, por ejemplo, derivados de las frecuentes juergas de los hombres y de lo que podría significar su comportamiento —con frecuencia derrochador— en tal estado. Al controlar el dinero organizaban todos los gastos de la casa, debían ser consultadas cuando se realizaban inversiones, y daban a los hombres a diario el dinero imprescindible para que pudieran comprar cigarros y tomarse alguna copa39.

38 Blake expone situaciones similares para la pesca artesanal en el estado de Madras de la India (1977: 99). 39 Firth comenta roles similares para las mujeres en Kelantan, una zona alejada muchos miles de kilómetros de nuestras islas: Otra característica era la forma intrincada y sensitiva en que los roles de las mujeres en la economía de la pesca se interrelacionan con los de los hombres. Públicamente la mayoría de las

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En las comunidades pesqueras, la mar se lleva a los hombres lejos de tierra, a veces sólo unas horas, en otras ocasiones días o meses enteros. En tales circunstancias, el papel de la mujer se acrecienta respecto al que realizan en muchas poblaciones agrícolas. Ganan en responsabilidad pero también en poder (Thompson 1986: 24), a través de tres facetas: en primer lugar, por su contribución productiva directa, a través del marisqueo, agricultura o comercialización del producto; en segundo lugar, por la gestación y crianza de la siguiente generación, aspecto en el que dada la ausencia del varón (en la pesca de altura) toman mayor protagonismo; y finalmente, por responsabilidades especiales, como la gestión económica (que han de asumir a la fuerza ante la ausencia de los hombres en la pesca industrial)40. El poder y la responsabilidad de las mujeres están determinados por la compleja interacción de la economía, las formas de pesca y el tiempo que éstas llevan a los hombres fuera de las comunidades, los patrones de comercialización, las costumbres, actitudes sociales o las necesidades familiares (Thompson 1986: 30)41. Quizás haya sido en El Pris donde la autoridad de las mujeres, sobre todo de las madres, haya tenido una mayor importancia, al menos hasta hace unos años. Las madres controlaban estrictamente todo lo que se hacía en la unidad doméstica, y sobre todo los jóvenes que no se hallaban casados debían obedecerlas: Todavía hoy le tengo yo más respeto a mi madre que los chiquillos de ocho años a su madre... Tú salir y no dir por la mañana a trabajar... ¡Ah amigo!... Si te descuidabas te daba un cuero que te partía un diente... Con dieciocho años... Tenías que haber vivido con esta gente, pero... ¡Qué diablos antes...! Y

mujeres dependen de los hombres para su subsistencia elemental; debajo de la superficie la mayor parte de los hombres tienden a depender mucho de las mujeres para sus decisiones. Muchas mujeres guardan el dinero de la familia y actúan como banqueros para sus maridos, dando a sus hombres sólo lo que pueden necesitar a diario para café y tabaco. Cuando un hombre recibía su parte del pescado del reparto, usualmente su mujer se hacía cargo de él, vendiendo alguno en la playa y guardando el resto para consumo en la casa.(...) Las mujeres jugaban sólo una pequeña parte en la propiedad actual de barcos y redes, es decir, teniendo el título de tal propiedad registrado a sus nombres. (...) Pero en las decisiones sobre la compra o venta del barco u otro equipo la opinión de la mujer a menudo tenía gran importancia (Firth 1984: 1.165). 40 Andersen & Wadel (1972b: 142-3) describen cómo cuando el hombre permanece mucho tiempo en la mar, las mujeres toman la mayor parte de las decisiones de la casa por su cuenta. En ocasiones se puede producir un conflicto entre la autoridad de ambos, cuando el pescador vuelve a tierra. En las pescas industriales esto es mucho más patente que en nuestras comunidades. 41 Thompson comenta también el especial status e independencia de las mujeres de los pescadores (1986: 24).

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la educación que había antes, pero esto... Pero todos, todos en El Pris, todos... Que tú días a ir a un cine o eso y de repente tu madre... ¡No vas al cine, porque no...! Jódete P., a quedarte en El Pris, pero un hombre... Con el cambio en los modelos de comercialización que se ha producido en los últimos años, los roles de las mujeres como depositarias del dinero, y por ello de gran parte del poder en la unidad doméstica, están comenzando a modificarse. El hombre en nuestros días con frecuencia vende por su cuenta el pescado, cobra el dinero y comienza también a guardarlo. Durante el presente capítulo hemos examinado los rasgos más importantes de los espacios en los que se desenvuelve la vida cotidiana de las poblaciones de pescadores: el espacio a bordo y el espacio en tierra. El primero es masculino; el peligro y la incertidumbre se hallan continuamente presentes, resultando inseparables de las faenas de la mar. Las relaciones dentro de las tripulaciones, en su trabajo diario, pueden presentar multitud de formas en función de las características concretas de las unidades productivas y los procesos de trabajo. Por ejemplo, en los chinchorros resulta imprescindible una gran coordinación y que una sola persona organice todas las faenas productivas, con lo cual la autoridad del patrón es, y sobre todo ha sido, muy fuerte. Cosas similares ocurren en las pescas de túnidos, o en las pescas colectivas con la salemera. El número de marineros que forman las unidades productivas y la mayor o menor necesidad de rápida coordinación entre ellos durante los procesos de trabajo, determinarán que la autoridad, el prestigio, y el papel de los patrones sean más evidentes. Por el contrario, en las pequeñas unidades productivas de la pesca de costa, formadas habitualmente por dos personas, los procesos de comunicación son muy diferentes. Así, encontramos relaciones más igualitarias y por lo general habrá dos patrones, que se consultarán entre si para todas las decisiones de la pesca. Sólo contemplamos esquemas autoritarios en las unidades productivas formadas por un padre que sale a la mar con un hijo muy joven, o en las compuestas por hermanos mayores que salen a pescar con otros más pequeños. De este modo, cuanto más joven e inexperto sea el muchacho, más férreos serán los esquemas de autoridad. En el espacio en tierra se desarrolla la mayor parte de la vida social de las localidades de pescadores. Hemos analizado cómo cambian las comunidades con el paso de las estaciones y la llegada de los veraneantes, que modifican su vida cotidiana. Las unidades domésticas, en las que se despliegan las estrategias económicas para la subsistencia y reproducción, han recibido también nuestra atención, al igual que los diversos espacios que pueden definirse en las poblaciones. La cocina y la casa son lugares netamente femeninos, al igual que la venta. Los mentideros, y sobre todo el bar,

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son zonas de hombres en los que se reúnen para conversar, y en el último caso, para tomar las copas y montar el tenderete. Las relaciones entre hombres y mujeres en el seno de las unidades domésticas, el machismo y el control económico por parte de las esposas o madres, han recibido nuestros comentarios. Las fiestas, y el protagonismo que toman las poblaciones de pescadores tanto en los actos festivos como en su organización, han sido también objeto de nuestro examen.

CAPÍTULO III

TECNOLOGÍA, CAPITAL, ESTRATEGIAS PRODUCTIVAS Y TERRITORIALIDAD

Los pescadores del Archipiélago no sólo muestran sus especificidades a través de las características del espacio a bordo o del mundo en tierra. Las transformaciones que se han producido en los últimos años también pueden ser abordadas a través de un examen más detenido de las actividades productivas. En este contexto, el estudio del cambio tecnológico y de las formas de capitalización permite descubrir cómo se ha ido pasando de los pequeños barcos de remo y vela latina a embarcaciones de mucho mayor porte, que incluso llegan a desplazarse entre las islas. Las diferentes vías de acceso al capital y los marcos ecológicos dispares han creado posibilidades muy distintas para las comunidades y para las unidades productivas que se encuentran en su seno. Entre los factores responsables de este proceso hay que destacar los préstamos de gente de tierra o de empresas conserveras, los ingresos provenientes de sectores alternativos, o el incremento del esfuerzo pesquero. Las diferencias entre las poblaciones son también evidentes si comparamos las técnicas de pesca empleadas por las unidades productivas y su combinación a lo largo del ciclo anual. Ello configura diversas estrategias que pueden solaparse en cuanto a los espacios que utilizan o las especies que capturan. Las diferentes posturas sobre este tema pueden provocar conflictos entre las comunidades y también a su interior, ofreciendo las unidades de estudio diversos ejemplos de cada uno de estos casos. No debe-

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mos olvidar que la actividad extractiva se realiza sobre un medio que se supone de propiedad común, pero cuya explotación se encuentra restringida tanto por el secreto relativo a las zonas de pesca, como por las limitaciones sobre las técnicas establecidas por las comunidades o la administración.

1.- CAMBIOS TECNOLÓGICOS Y PROCESOS DE CAPITALIZACIÓN Analizar las innovaciones con independencia de los sujetos potenciales que pueden asumirlas resulta por lo general estéril. Varios autores sostienen que el estudio de tales cuestiones sólo se puede realizar examinando la compatibilidad entre las innovaciones y las condiciones de las personas que pueden integrarlas. En concreto Acheson & Reidman (1982) afirman, entre otras cosas, que la adopción es altamente diferencial, y no hay ningún grupo de pescadores que empleen, de forma consistente, un gran número de nuevas técnicas de manera más temprana que otros. El término primeros adoptadores sólo tiene sentido para una innovación específica, pues no hay dos que respondan al mismo conjunto de factores. El énfasis en los estudios de este campo, como apuntan también Downs & Mohr (1976), debe ser situado en la comprensión de las circunstancias que rodean una decisión particular de cambio. La deseabilidad de adoptar una novedad depende del problema que ésta promete resolver para cada sujeto. Por último Acheson y Reidman plantean que cierto tipo de características sociales y personales —por ejemplo, parientes cercanos, tamaño de la explotación— están asociadas con acoger o no un gran número de innovaciones diferentes, aunque ello no implica que exista una clase de pescadores que sean más receptivos a integrarlas1. Las afirmaciones anteriores, de cualquier manera, no aportan demasiado acerca de los procesos que conducen a los pescadores a asumir o no las novedades técnicas. Estas son evaluadas por ellos en función de sus expectativas sobre el futuro del sector, los problemas que prometen solucionar, etc. Las situaciones concretas, la información disponible para los actores sociales, y sus expectativas sobre la posibilidad o no de cursos de acción, serán los elementos determinantes para que se produzca el cambio tecnológico. Las circunstancias concretas son de una gran complejidad, y el investigador ha de ser capaz de definir cuáles son los factores limitantes para cualquier tipo de cambio que se pretenda realizar o analizar. Los pescadores con frecuencia son más conscientes de tales cuestiones que los estudiosos de estos problemas, y ejemplo de ello son los ingentes casos de

1

Ver Acheson & Reidman (1982: 555) para una evaluación más extensa de sus conclusiones.

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programas de innovación subvencionados por organismos oficiales, que no conducen al más mínimo resultado positivo en cuanto a la adopción de tecnología2. En otras ocasiones, los programas de desarrollo tecnológico pueden tener éxito, pero a costa, con asiduidad, de transformaciones sociales que quizás ni estuvieran previstas ni sean deseables3. La implantación de técnicas más eficaces puede conducir a que las capturas obtenidas antes por una decena de embarcaciones sean ahora alcanzadas apenas por dos, con todas las implicaciones de mercado que esto conlleva, y las perspectivas de agotamiento de recursos. Algo similar ocurriría con técnicas que ocupan mucho más espacio de pesca que sus antecesoras. Estas transformaciones, en el caso de ser financiadas con abundantes fondos públicos, es posible que conduzcan a distorsiones muy graves (Martin, K. O. 1979: 296). En este sentido, las intervenciones de los programas de innovación tecnológica pueden arrojar a pescadores fuera de la actividad, al favorecer tecnología que ahorra mano de obra, contribuyendo a la concentración de los medios de producción en pocas manos. Como veremos en los siguientes ejemplos, el cambio tecnológico puede tener consecuencias sociales muy importantes para las poblaciones que lo soportan4. En el estudio del cambio tecnológico, dado el marco que nos ocupa, no podemos olvidar que las tres comunidades recogidas por esta investigación presentan líneas de desarrollo histórico que, si bien muestran confluencias en algunos aspectos, en otras cuestiones se manifiestan profundamente dispares. 2

En la literatura de antropología de la pesca hay múltiples ejemplos de estos fracasos. Ver por ejemplo Brainerd (1984). 3 Los trabajos de Pollnac y del I.S.E.R inciden sobre estos aspectos, acerca de las consecuencias imprevistas del cambio tecnológico mal planificado. Para evitarlas, la única solución es conocer adecuadamente la organización social enlazada con la pesca, y, de esta forma, elaborar programas realistas que aumenten la probabilidad de obtener un desarrollo sostenido del sector (Pollnac 1978a: 13). 4 Estellie Smith recalca que el cambio tecnológico resulta especialmente transformador para las esferas sociales (E. Smith 1977: 14). Un ejemplo de cambio tecnológico que ha revolucionado la totalidad de la población lo encontramos en el trabajo de Hendrix (1984), donde narra cómo, a partir de la llegada de nuevos pescadores con tecnologías más avanzadas, la población de Tombo se adaptó a las innovaciones, pero para ello se produjeron cambios paralelos en la propiedad de los medios de producción (p. 17), en los esquemas de tripulación (p. 18), en las formas de comercialización (ídem), en la religión dominante y la estructura de la familia (p. 19), aumentaron los puestos de trabajo de pescadores y actividades relacionadas (p. 20), etc. La población de Tombo fue capaz de adaptarse a las nuevas técnicas, modificando para ello sus relaciones sociales (p. 21). La direccionalidad del condicionamiento no tiene porqué tener siempre el sentido de tecnología-que-modifica-lo-social. También modificaciones en aspectos de lo social pueden conducir a transformaciones tecnológicas (Nason 1975: 32). Si partimos de una representación sistémica de los fenómenos sociales ello no ha de extrañarnos, pues ambas cuestiones son interdependientes entre sí.

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Uno de los elementos comunes a todas las poblaciones de pescadores del Archipiélago, ha sido la pesca de anzuelo. A partir de este origen los pescadores artesanales canarios han adoptado, más tarde o más temprano (condicionados por su entorno ecológico, por la situación del mercado, por la disponibilidad de mano de obra, etc.), múltiples innovaciones tecnológicas. Pero el origen ha sido el mismo. Los anzuelos acompañaron la pesca con otras artes y todavía hoy ocurre así. Si bien otras técnicas estuvieron presentes desde muy antiguo en las faenas cotidianas de los pescadores artesanales canarios (por ejemplo, los chinchorros desde el siglo XV5), en muchos pueblos su presencia fue insignificante, y en general, hasta hace muy pocas décadas, la pesca con anzuelo era la más importante.

1.1.- De los chinchorros a las nasas grandes (Agaete): artes en competencia Hemos de comenzar considerando la economía tradicional de los pescadores en Agaete o en Tajao antes de 1940, cuando el cabotaje cumplía un papel fundamental en las actividades de ambas poblaciones. En esta década encontramos la primera transformación tecnológica importante: el desarrollo del transporte por carretera provoca que el tráfico de cabotaje pierda rentabilidad, y que desaparezca en breve plazo. Este cambio incidirá con fuerza en ambas comunidades, aunque sea en sentido estricto exterior al mundo de la pesca. La mano de obra antes empleada por el cabotaje, pasará a ser absorbida en el Puerto de las Nieves por una técnica de pesca —utilizada preferentemente para la captura de especies pelágicas como la sardina, chicharro, caballa, etc.—, que requiere bastante personal: los chinchorros. Estos artes han de ser sacados del mar por zonas de playas (mientras sea posible) mediante la tracción humana, y al tener unos 100 o 150 metros por cada manga, más el copo, etc., exigen mucha fuerza de trabajo para su empleo. Entre quince y veinte marineros son necesarios en un chinchorro de las dimensiones citadas. Después de la guerra civil aumentó su número en la comunidad hasta llegar a seis trabajando a la vez, propiedad de pescadores de Agaete, más otros tres o cuatro que venían del vecino puerto de Sardina, o del Sur de la Isla, y que muchas veces también absorbían mano de obra en Agaete6. Unos cien pescadores se dedicaban a tales faenas. A estos se aña5

Rumeu de Armas, A. (1956: 230-1). Podemos enumerar los chinchorros de Agaete haciendo referencia a los nombres o apodos de sus dueños, por los que usualmente eran conocidos. Poseían estos artes Juan de Todos, el Cápita, Magín, Manuelejo, Manuel Niño, y Manuel el de Leonor. El chinchorro de Magín sería adquirido 6

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dían otros dedicados a la pesca del calamar o de liña en pequeñas chalanas, y dos unidades productivas que contaban ya en esta época con algunas nasas de hierro y tela metálica. La pesca con los chinchorros no se desarrollaba de igual forma en invierno que en verano. En esta última estación era posible salir a pescar todos los días con el arte7, mientras que en invierno el mar de leva casi constante, característico de las zonas norte, impedía que se pudieran utilizar las redes con la misma frecuencia. Por ello, habitualmente se complementaban los ingresos de la pesca con el producto de actividades diversas. Con frecuencia, gente de tierra participaba en las faenas de los chinchorros sin que la pesca fuera central en su economía doméstica. El trabajo en el banco pesquero sahariano también atraía a marineros de Agaete, aunque el auge de esta actividad sería posterior, durante los años cincuenta y sesenta. Hacia 1960, según los datos de los padrones, hallamos unos 102 pescadores y 32 marineros. Estos últimos, en su mayoría, se hallaban embarcados para la costa africana. En 1965, mientras el número de marineros permanecía casi constante (38), el de pescadores se reducía casi a la mitad: 61 personas. Los factores que motivaron esta transformación son varios. Hemos de reseñar una crisis agrícola en la zona, pero los testimonios emic8 acusan a una innovación (las nasas grandes) de tal fenómeno, al dar al traste con la técnica de los chinchorros. El cambio se produjo, además, en un período de tiempo muy corto. Todos los chinchorros de la comunidad, menos uno, fueron eliminados en el mismo año, y el que sobrevivió fue capaz de hacerlo por peculiaridades muy específicas de la unidad productiva. Dos factores resultaron esenciales para que se produjera la crisis de los chinchorros. El más importante fue la elevada rentabilidad comparativa de la nasa grande, por su productividad y bajo consumo de fuerza de trabajo. En segundo lugar, hemos de resaltar las dificultades de explotación de los chinchorros, por el alto costo de mantenimiento en tiempo de trabajo y

por un pescador joven, hace casi treinta años, para constituir la única unidad productiva que todavía hoy se dedica a esta técnica. Del vecino Puerto de Sardina venían los de Pepe el Ciego y de Juanero. Del Sur solía venir algún otro. 7 Sobre todo cuando el desplazamiento estacional a Mogán dejó de ser sistemático entre los pescadores de la comunidad, después de la guerra. 8 La distinción entre emic y etic fué acuñada por K. L. Pike (1967), y hace referencia a dos formas de abordar el estudio de la realidad social. Desde la perspectiva emic lo que se pretende esclarecer son las categorías y reglas cuyo conocimiento es necesario para pensar y actuar como un nativo (Harris 1979: 47). Por el contrario, desde la perspectiva etic los observadores son los jueces últimos de las categorías y conceptos empleados en las descripciones y análisis (op. cit.), y tales interpretaciones pueden ir en contra de los planteamientos —emic— que los individuos de las poblaciones estudiadas posean acerca de los fenómenos explicados.

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materiales9. Como narra un pescador, recordando una conversación con su padre sostenida a comienzos de los sesenta: Antes el hilo de algodón pues como se trababa en los riscos pues se rompía, y casi no daban para ello y mire, padre, esto casi no da para los artes, y tanta gente para partir, pues antes se usaban 15 o 20 hombres cada arte, y había por lo menos aquí cuatro artes como el mío, y todos tenían pues 15 o 20 hombres para trabajar en las playas de ahí abajo. Pues mire padre, ya que tenemos la falúa, vamos a arrimar los chinchorros y dedicarnos a las nasas y a la pesca fuera, de cordel. Pues listo, arrimemos los chinchorros y nos dediquemos a las nasas. La nasa siempre ha sido utilizada por los pescadores de Agaete. Sin embargo, a comienzos de siglo sus formas y sobre todo los materiales empleados para su construcción diferían de los usados hoy en día. El modelo contemporáneo, construido con hierro y tela metálica, se introdujo en Las Nieves en la década de los 20. Tal innovación y la introducción de los motores en la comunidad por esa misma época, fueron realizadas por una unidad productiva especialmente capitalizada que a la vez contaba con muchos contactos fuera del pueblo, en el cercano puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Una década más tarde, otra unidad productiva comenzaría a emplear motores y nasas de este tipo. Antes eran confeccionadas con caña y mimbre, obteniendo capturas mucho más reducidas. Hacia los años sesenta se ensayó un nuevo tipo de nasa, redonda, de doce metros de perímetro, uno de altura, y que necesitaba para ser forrada un rollo de 50 metros de tela metálica, dimensiones muy superiores a las utilizadas hasta entonces. Este modelo parece haber llegado del Sur de Gran Canaria. El resultado fueron unas capturas elevadas de peces muy estimados como la sama y el pargo. Se las fondeaba a profundidades relativamente grandes, en zonas que antes se utilizaban para obtener a liña tales especies. 9 Un pescador de Agaete relata algunos de estos problemas: No se ganaba para... Verdad J., cuando los chinchorros de algodón no se ganaba ni pa ellos, todo lo que ganaban a veces se lo llevaban todo pal hilo, ahora no, ahora rompes y con una aguja lo remiendas... Y cuando cogías y trababas un plomo en el fondo o lo que fuera, cogías y adiós chinchorro... Te quedabas, te quedabas cuando enrocaba... Primero se confeccionaron estos artes con hilo de cáñamo, que aguantaba muy poco tiempo. Posteriormente el algodón lo sustituiría, por su mayor resistencia y duración: Los chinchorros eran antes de hilo, con el padre de X ahí hacíamos uno todos los años, y después vino el algodón, eso aguantaba mucho más... Lo calábamos donde sea, eso aguantaba un par de años trabajando fijo.... Y después vino el nylon, este es un hilo bueno, la fuerza que tiene...

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La rentabilidad comparativa de tal tipo de nasa respecto a los chinchorros era bastante alta. Exigía una inversión inicial elevada teniendo en cuenta los escasos recursos de los pescadores, que ni siquiera en ocasiones se podían permitir los dueños de los chinchorros, y no digamos los que en ellos trabajaban ganando sólo una soldada o incluso menos. Ofrecía capturas muy grandes10 de especies más valiosas que la sardina y, lo que es todavía más importante, el producto sólo debía ser dividido entre dos, tres, o cuatro partes. En las unidades productivas formadas por padre e hijo(s), las soldadas quedaban todas en el seno de la misma unidad doméstica. Ante la rentabilidad que ofrecía la nasa grande, la mayoría de los dueños de chinchorros dan el salto de una forma drástica, prácticamente todos a la vez. El cambio para aquellos pescadores que poseían un mínimo de capital no planteaba mayores problemas. El resto recibió ayuda financiera de gente de tierra o dejó la actividad: Después de la guerra cuando ya la gente fue cogiendo más conocimiento y fueron viendo ya el asunto, todo el mundo se dedicaron a poner nasas y motores, porque siempre había alguien quien ayudara, le daba la mano...11 Con este proceso se da una modificación muy fuerte en las estrategias productivas de los pescadores de la zona. De ser diversificadas, aunque teniendo como elemento central las pescas colectivas con los artes12, pasarán a tener un carácter más especializado, y a la vez más constante a lo largo del año. La introducción generalizada de los motores se dio a comienzos de los sesenta, y en algunos casos un poco antes. La de las nasas grandes ocurrió de forma paralela a aquélla, ya que los motores favorecieron el acceso a los pesqueros profundos y alejados de la costa que necesitaba tal técnica. Las implicaciones de esta innovación son evidentes. De las unidades productivas constituidas por veinte hombres se pasa a otras en las que bastan dos, y las elevadas capturas de sama, pargo, jurel y otras especies hicieron muy rentable el cambio. Sin embargo, quedaban muchos pescadores que no podían acceder a la nueva técnica por carecer de medios de producción

10

Alcanzar los 50-100 kilos en una jornada de trabajo era frecuente, y llegaban a obtener 300

kilos. 11

En este caso el pescador hace referencia a que el proceso acaeció después de la guerra, pero no cuánto después. Posteriormente en la misma conversación quedaría claro que sería a finales de los cincuenta y durante los sesenta el momento en que se desarrolló. 12 Los pescadores de Agaete con mucha frecuencia suelen emplear el término arte como sinónimo de chinchorro.

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adecuados (embarcaciones), de recursos para poner las nasas, o de contactos para obtener la financiación adecuada. Los pescadores a tiempo parcial13, tan característicos del chinchorro, tuvieron que abandonar el contacto con la pesca o, en algunos casos, mantenerlo a través del único arte que continuaba trabajando. Los que previamente habían mostrado una mayor dedicación a la actividad, que poseían embarcaciones, contaban con el conocimiento del medio, de las técnicas y de las habilidades de la profesión, serían los que permanecerían ligados al sector, aunque no todos. La emigración o la pesca en el banco sahariano fueron las únicas salidas lógicas para aquellos que carecían de medios de producción. Quedan así explicadas las cifras que comentamos en el apartado anterior, la disminución de 102 a 61 pescadores en el plazo que va de 1960 a 1965. Gran parte de esta emigración se dirigirá hacia Las Palmas de Gran Canaria y se instalará en los barrios marineros de la ciudad, sobre todo en La Isleta. La nasa grande fue adoptada por un número cada vez mayor de unidades productivas. Se inicia así un proceso, en cierta forma circular, de aumento continuo del número de estas trampas, al bajar el índice de capturas por nasa. Si en los años sesenta cada unidad productiva podría tener un total de 10 o 15 nasas de los diferentes tipos, en nuestros días llegan a tener 150. Para los pescadores, desde una perspectiva emic, intervino otro factor que colaboró a dar la puntilla a los chinchorros: No, después dejé ya de dir, quedó otro trabajando con él, pero después empezó las nasas grandes, ya día cogiendo la sama que era quien echaba la sardina para tierra y ansí fue fallando la sardina... Ya nadie podía dir porque no ganaba pa vivir... Y ya todo el mundo fue buscando otra cosa. (...) Mataron el chinchorro y mataron todo, hasta la pesca, porque, si se matan los padres ya no hay hijos... Nuestro informante fue considerado en su tiempo como el mejor patrón de la comunidad. Muchos otros chinchorreros confirmaron sus afirmaciones14. Si nos colocamos en un punto de vista etic, la interacción no está

13 Estos pescadores combinaban la pesca del chinchorro con el cabotaje o la agricultura. Goodlad (1972: 65-6) describe un proceso similar de progresiva dedicación a tiempo completo entre los pescadores de las Shetland, que combinaban pesca y agricultura antes de 1945. 14 En palabras de otro pescador: Lo que hoy ya no hay sardina como antes, ya no es como antes... Está abierta, le falta el pescado grande que lo ha matado todo la nasa... Las nasas grandes han explotado la mar... Eso es quien ha explotado la mar, y al explotarse el pescado grande ya el chico no venía pa tierra, y está más cazada que antes, antes ni había petromaces, no había traíñas, sino los chinchorros y

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tan clara, y los biólogos marinos consultados la niegan. Los pescadores afirmaban, a nivel emic, la influencia de las nasas en el ecosistema marino sobre el que trabajaban. Desde su perspectiva, con las elevadas capturas de pargo y sama características de la primera época de las nasas grandes, disminuía el acoso a la sardina y esta no se acercaba a tierra, lo cual mermaba las capturas de los chinchorros al tener su radio de acción limitado a las cercanías de la costa. De cualquier manera, aunque la interpretación de los pescadores de este último proceso no sea del todo fiable, la influencia de la adopción de la nasa grande en el contexto social en el que se desarrollaban las faenas de los chinchorros fue determinante. Tres factores, a nuestro entender, colaboraron al ocaso de los chinchorros y a la rápida adopción de las nasas y, en especial, de la nasa grande como alternativa: los costos de mantenimiento eran más reducidos, sobre todo en tiempo de trabajo; las pequeñas unidades productivas eran más rentables y, por último, las nasas grandes obtenían buenas cantidades de pescado a mejor precio que la sardina. La adopción de esta técnica ha llevado a una progresiva escalada en el número de nasas por unidad productiva, como antes relatábamos, gracias además a la aplicación de la maquinilla para izarlas, ocurrida a comienzos de los ochenta, que permite levar muchas más por día15.

los sardinales... Claro, la sardina llegaba a la orilla y se le echaba eso... Nosotros llegamos a coger en un lance sólo con el arte unos seis mil kilos... No sólo ocurría este fenómeno respecto a la sardina, según la conceptualización de los pescadores. Otras muchas especies eran empujadas hacia tierra por el pescado grande: Es natural, porque el pescado grande, ya cuando se puso las nasas, ya se cogía y ya no había pescado que le diera a eso, a eso pa tierra... El salmón.... El S. de salmón todos los años cogía ahí, verano e invierno, salmones, hasta cien kilos, doscientos kilos, manteríos, hoy apenas se ve cuatro o cinco kilos en tierra, y antes por todos sitios, hoy se cogen en las nasas, antes no se cogían en las nasas... Un kilo, medio kilo, ninguno, hoy mire usted todos los salmones que se están cogiendo... No hay pescado grande que le atice pa tierra Otra conversación entre pescadores refleja los mismos datos: Ya te digo, antes había más cantidad junta, hoy no... Había más pescado grande fuera que los atacaba. Y hoy el pescado chico está suelto, que no tiene pastor, es como un ganado de cabras, no hay pastor, están unas pa acá y otras pa allá... Todas sueltas, y si está el pastor las lleva todas juntas por una cosa sola... Antes calabas tú, calabas ahí fuera y a veces cogían cada manterío de sama en el chinchorro que... 15 Consiste simplemente en una polea, unida al eje del motor por una correa que desmultiplica las revoluciones. Permite levar las nasas en mucho menos tiempo que si se hiciera a mano, y casi sin esfuerzo. Veamos cuál ha sido el origen de las maquinillas actualmente utilizadas por los pescadores, por ejemplo, de Agaete: Eso se estaba utilizando... ¿Tú has visto los grandes almacenes que son rotativos que van dando vueltas...? Pues se utilizaban para eso, nada más que para eso se estaban utilizando,

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La jornada de trabajo de los pescadores está limitada por dos factores: la luz y la hora de venta del pescado. Las unidades productivas son reacias a salir de noche a la mar en una zona tan poblada de nasas y cabos, que podrían enredarse en la hélice y causar muchos problemas. Aunque con frecuencia salen antes del amanecer, cuando van a las nasas deben esperar a que salga el sol para poder localizar la primera boya, y han de estar de vuelta en el puerto lo antes posible, preferiblemente antes de las doce o la una de la mañana. Teniendo en cuenta que muchas de las zonas más rentables se encuentran a una hora (o tres cuartos) de camino respecto al Puerto de las Nieves, el tiempo de trabajo útil en el mar se encuentra limitado. Si las nasas han de ser levadas a mano, el número que será posible vaciar cada día será reducido, por razones de tiempo y de simple cansancio. Las nasas han de ser extraídas, como regla general, una vez a la semana. En el caso de dejarlas más tiempo sin levar ni comprobar su situación, se arriesgan a perderlas por los desplazamientos que pueden provocar corrientes o rebosos. Todos estos factores condicionaban que antes de la maquinilla apenas se pudieran tener treinta o cuarenta. Sin embargo, con su empleo, tales cifras se han disparado, superando en algunas unidades productivas las 150, al poder levar muchas más a diario. Sobre todo las grandes, que se fondean a 60, 80 o 100 metros, veían limitado su número por la dificultad de levar varias en una sola mañana, dado el tiempo y el esfuerzo invertido en izar cada una. La caída del cabotaje significó una disminución importante de la población dedicada a embarcarse, y el que muchos de los que se encontraron sin trabajo, tuvieran que optar bien por marchar a la costa de Africa a pescar, por permanecer en Agaete trabajando en los chinchorros, o bien por cambiar de actividad y/o residencia, con frecuencia marchando a Las Palmas de Gran Canaria. Con la crisis de los chinchorros se produjeron fenómenos similares. De nuevo, gran parte de las familias que vivían del mar tuvieron que buscar otras actividades, y otros lugares donde vivir. Las implicaciones de este último cambio tecnológico no se reducen a tales cuestiones. Conexo al proceso de sustitución del chinchorro por las

ponían un chisme de esos, pegaban una correa a un motorcito eléctrico, de esos de corriente, y después van los rótulos esos dando vueltas... Ahí en Sardina había uno que le montó el diferencial de un coche, pero eso era un follón, un diferencial tan grande ahí pa eso... Examinemos ahora la descripción del innovador que introdujo este sencillo mecanismo: El primero que la puse fui yo, y después decían, el mismo que fue hoy contigo, decía que no servía... Y después todo el mundo por él... Se ponían nasas de éstas en una profundidad de sesenta brazas, lo más que te tarda arriba jalándole despacio tú, lo más que tarda son seis o siete minutos, lo más, de la otra forma te pegabas dos cuartos de hora para levar, después las venas se te quedaban todas estiradas, y los callos partidos aquí... Con la maquinilla la unidad productiva de dos personas se consolida, pues antes para levar las nasas grandes podían hacer falta tres o cuatro.

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nasas, se incrementó la dedicación exclusiva a las faenas pesqueras. No se trataba ya de una técnica que pudiera emplearse en verano y fuera compatible con la dedicación a otras actividades en invierno. Significó la sedentarización de una población de pescadores a tiempo completo durante todo el ciclo anual. También afectó el cambio a la tipología de las unidades productivas. Disminuyó su tamaño, aumentó su capitalización y mejoraron los medios de producción. Hasta los años cincuenta y sesenta no se constituyó en Agaete una población numerosa de pescadores dedicados exclusivamente a este trabajo. Antes, hasta los años cuarenta, parte de la población lo combinaba con el cabotaje interinsular, y de los cuarenta a los sesenta con el trabajo en los barcos pesqueros del banco sahariano. Conforme iba entrando la década de los setenta se redujo el número de marineros embarcados en la costa, quedando ahora apenas una docena. Hasta hace poco tiempo era bastante habitual trabajar durante los inviernos en la agricultura, cultivando la tierra, en empaquetados de tomates, recogiendo leña, etc. La técnica de la nasa acabó, en gran medida, con estas estrategias diversificadoras, al tener que ser utilizada durante todo el año, por varios motivos, en las unidades productivas que se comprometían con ella invirtiendo capital y fuerza de trabajo. En primer lugar, al implicar unos costos de producción altos, por la necesaria renovación de la tela metálica cada cuatro o seis meses, su amortización requería el empleo de forma continuada. Por otra parte, las nasas han de ser levadas con frecuencia a causa del grave peligro de pérdida que implica el dejarlas muchos días en el mar, sin comprobar su situación y las modificaciones que pueden haber provocado las mareas o el arruaje. Todo ello exige una gran dedicación, que aumenta con la cantidad que posee la unidad productiva. El empleo de esta técnica dificulta su combinación con otras actividades fuera de la pesca, y también ocasiona que, dado un cierto número de nasas (cien o más) en la unidad productiva típica de dos personas, ésta no pueda utilizar más que excepcionalmente otras técnicas, a no ser que cuente con mayor número de componentes. Por tanto, conduce con frecuencia a la especialización. Esta tendencia se ha confirmado en Agaete durante los últimos años.

1.2.- Del anzuelo al trasmallo (El Pris): una alternativa a la estacionalidad de las capturas Si las nasas tuvieron una importancia esencial en el desarrollo de la pesca en el Puerto de las Nieves, algo similar podemos afirmar respecto a los trasmallos en El Pris: revolucionaron las estrategias productivas, las

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formas de trabajo, el tiempo que se permanecía en la mar, el mismo status y forma de vida del pescador respecto a épocas precedentes. Veamos cómo llegó esta técnica de pesca a El Pris: ¿Los trasmallos son cosa de no hace mucho?. Sí, ya hace unos cuantos años que están, lo menos quince años para allá y quizás más16. Eso lo trajo aquí uno que le llaman Z, bueno, aquí a nosotros porque en Santa Cruz sí lo echaban. Vino a quedarse aquí a ca de X, y pegó a echarlo, y luego después pegó a traerlos él. Cuando eso aquí nadie sabía hacerlo. Ya no era necesario perseguir al pescado. Como en el caso de la nasa, bastaba con dejar la trampa en el lugar adecuado para que cumpliera su función y esperar el tiempo necesario para obtener un producto mucho más valioso —por la abundancia de capturas y el valor de las especies— que el conseguido con cualquier otra técnica previamente. Esta es una forma de maximización de beneficios que puede inferirse de las teorías del optimal foraging. Los predadores utilizarán una estrategia de sentarse y esperar más que una de búsqueda o caza en grandes territorios cuando la densidad del recurso es importante, hay factores que hacen contraproducente la selectividad de capturas, y existe tecnología para ello. El caso de la pesca no es una excepción (McCay 1981a: 369), y la nasa o el trasmallo son ejemplos de la estrategia, con la que se ahorra fuerza y tiempo de trabajo, obteniendo altas rentabilidades comparativas. Paralelo al cambio tecnológico se produjo en los años sesenta una modificación en la demanda, al aumentar el consumo de especies como la vieja y otros demersales que antes se vendían mucho menos que los pelágicos (sardina, chicharro...), entre otras razones por su mayor precio. A la vez, la técnica del trasmallo permitía a los pescadores de El Pris obtener en un período temporal reducido un aporte económico suficiente para compensar los meses de obligada abstinencia de la pesca por las adversas condiciones climatológicas, durante los cuales tenían el suficiente tiempo disponible para arreglar y preparar los paños del arte mientras esperaban la llegada del buen tiempo:

16 Esta afirmación era realizada a comienzos de los ochenta; por una triangulación de información ha quedado claro en el trabajo de campo que el comienzo de su utilización se remonta a comienzos de los sesenta.

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Sí cerca, es que antes aquí también vivíamos malamente, después que nosotros usamos los artes es cuando nosotros pudimos vivir mejor, porque antes con un anzuelo si te comían te comían, y si no a joderse... Eso que tengan que comer ellos para después comer uno eso jode... Pero después de los artes ya no, te ponías a arreglar los trasmallos en invierno para el verano, no te daba tiempo tampoco... Los trasmallos llegaron a El Pris a comienzos de los sesenta, y de apenas unos pocos artes por unidad productiva se pasó en veinte años a más de sesenta paños, lo que implicaba un incremento importante de productividad y de sobrecarga para el medio ambiente marino. Las diferencias de rentabilidad fueron tan significativas que impulsaron a los pescadores a realizar afirmaciones como las siguientes: El dinero lo da el arte, si no hay arte no hay dinero. ¿Ninguna clase de artes? ¿Solamente el anzuelo? Así no vive el pescador En los últimos años el proceso ha ocurrido a la inversa. A causa de un conflicto continuado por el control de los territorios de pesca entre los pescadores de El Pris y los de otras comunidades artesanales del Norte de Tenerife, se ha producido una involución tecnológica. Así, se ha pasado de utilizar artes de pesca “avanzados” y “rentables” a un retorno a los orígenes en el plano de las técnicas, defendiendo la utilización exclusiva de anzuelos y pandorgas, y sólo para especies pelágicas artes de red como el sardinal. Esto ha supuesto importantes transformaciones para los pescadores de El Pris, que han tenido que cambiar sus formas de trabajo de forma radical. En especial para los jóvenes, que se habían educado en la mar con los trasmallos, el cambio ha sido importante. La pesca con los anzuelos exige un elevado conocimiento del medio, dedicar un mayor número de horas al día a las faenas de la mar y, en general, mucho esfuerzo. Ahora bien, como en el caso del chinchorro en Agaete, el abandono de los trasmallos en El Pris no significó solo un cambio tecnológico. Condicionó cambios sociales sustanciales. Si antes todos los jóvenes se integraban en la pesca, al bajar su rentabilidad por la disminución de las capturas y producirse un auge importante en la construcción, las nuevas generaciones cambiarán con frecuencia el barco por la paleta y el cemento. Incluso unidades productivas ya consolidadas, formadas por pescadores jóvenes, abandonarán la actividad en favor de otros sectores, especialmente durante los inviernos. Más adelante volveremos sobre este tema.

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1.3.- De la pesca de fondo a la revolución de los túnidos (San Miguel de Tajao) Si en El Pris el trasmallo provocó una revolución tecnológica, en Tajao se produjo un fenómeno similar al acceder a las pescas de túnidos. Se pasó de estrategias productivas centradas en las especies demersales a otras en las que los pelágicos tenían la mayor importancia. Cambiaron las formas de pesca, los barcos, los motores, etc., y se penetró en una dinámica nueva de modificaciones técnicas. En un primer momento, la pesca de túnidos no era practicada en Tajao dada la ausencia de mercados que pudieran absorber la producción. La infraestructura de comunicaciones era inexistente, no había carreteras ni pistas que llegaran hasta la comunidad, y la carencia de motores impedía que los pescadores pudieran llegar con sus barcos hasta las factorías situadas en el Suroeste de la Isla: No se pescaban aquí, porque eso... No había ni carreteras ningunas, y entonces. ¡Quién cogía un barco de esos, a remo, que entonces era a remo, entonces no eran de motor, sino remo, pa llevarlos a Alcalá, Santiago...! ¡Valía más ir a Venezuela...! ¡Pa ir bogando de aquí a Alcalá en un barco!... Pa mi gusto valía más morirse uno de hambre... Después ya se hizo ahí esa pista que viene por aquí... Este fue el caso de los túnidos en Tajao durante mucho tiempo, y ocurrieron situaciones similares en Agaete, pues las migraciones temporales a Mogán estaban provocadas por la existencia en tal zona de empresas de salazón y conservas. La abundancia de estas especies convertía la pesca, al tener un comprador prácticamente seguro, en una buena alternativa frente a permanecer en Agaete, donde no había factorías ni intermediarios y donde no se pescaron hasta bastante después de que se desarrolló el transporte por carretera17. En El Pris este tipo de capturas nunca llegó a ser importante pues la abundancia de estos pelágicos, al menos según los testimonios de los pescadores, fue siempre muy inferior a las otras dos poblaciones, la pesca demersal ocupaba el tiempo de trabajo durante todo el año, y el antiguo varadero no facilitaba el trabajo con embarcaciones grandes.

17 Por ejemplo, los bonitos no tuvieron compradores durante mucho tiempo: Porque el bonito, estaba la mar llena y nadie lo escuchaba... Aquí, nadie, el bonito no lo escuchaba nadie, y hoy para coger veinte bonitos hay que andarse toda la mar....

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En Tajao, al igual que en Agaete, fueron muy frecuentes las migraciones temporales a zonas donde los túnidos podían ser adquiridos por empresas de salazón. Varias familias se trasladaron a las calmas de Tenerife, y desarrollaron allí sus actividades hasta que las comunicaciones con Tajao fueron más fluidas y llegaron a la comunidad camiones para llevar el pescado a las fábricas: Cuando pegó el Novamor fue cuando nosotros pegamos a la pesca de atún, estábamos aquí y los veíamos brincando ahí la tuna ahí fuera, se cogía toda la mar, todo lo que alcanzaba la vista eso no era sino un salterío, y un cuñado mío, Domingo, en un barquito chico que tenía parecido a éste, fue ahí fuera, nada más con cuatro carnadas, y dos cañas mal, porque él no había pescado nunca a... A bonito sí, pero a atún no, albacoras no, a la media hora, no estuvo más, ya venía con el agua metiéndosele por arriba, cargadito total... Entonces nos destapamos todos... Fuimos ahí dos o tres veces, por la mañanita, a la media hora ya estábamos aquí en tierra cargados... No cargaban más que trescientos kilos, cuatrocientos kilos... Y a los camiones de Novamor. Este proceso provocó transformaciones muy importantes. Las estrategias productivas, centradas antes en una producción de autoconsumo y de intercambio con las poblaciones más cercanas, vertebraron su oferta con las empresas conserveras y con un sistema de mercado muy diferente. El cambio tecnológico acompañó a la adopción de estas nuevas técnicas, pues se fueron mejorando muchos útiles o medios de producción. Ya antes de generalizarse este tipo de pesca en Tajao en el resto de la isla se había cambiado el cebo muerto por el vivo (gueldes, pequeñas caballas...), se estaban sustituyendo los viveros remolcados por los internos de los barcos18, fueron modificados los tipos de anzuelos, las mismas formas de las cañas, y sobre todo, se produjo un aumento importante en el tamaño de los barcos destinados a estas pescas y en la potencia de sus motores, que examinaremos en detalle en las páginas siguientes.

18 Estos viveros internos tienen dos funciones: mantener viva la carnada para los túnidos y hacer lo propio con los calamares o chocos que se emplean en las pescas sobre demersales. En los barcos más pequeños, la segunda finalidad prima sobre la primera, por sus limitaciones para la pesca de los túnidos al cargar muy poco. En las embarcaciones de más de siete metros es a la inversa.

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1.4.- Del remo y la vela al motor y el barco cabinado Los barcos artesanales son construidos por carpinteros de ribera o por pescadores con gran habilidad para trabajar la madera. En El Pris casi todos han sido realizados por un artesano que tiene su taller en las cercanías de la comunidad. En Tajao y Agaete encontramos embarcaciones construidas por carpinteros de ribera (fuera de la comunidad) o por algún pescador amañado, con resultados que no desmerecen en absoluto de la labor de los primeros. Las ventajas de este último caso son múltiples. Los pescadores aprovechan los ratos en que se encuentran desocupados por el mal tiempo, o por la ausencia de pesca, para trabajar en sus propios medios de producción. Esto disminuye el coste total del casco a menos de una sexta parte en ocasiones, lo que supone muchos miles de pesetas para economías domésticas no siempre boyantes. Apenas con unas mínimas herramientas, pescadores amañados han sido capaces de construir barcos de varias toneladas y doce metros de eslora. Por comunidad no suele haber más de uno o dos de estos “especialistas”. Suelen cumplir la función de efectuar las pequeñas reformas y reparaciones cotidianas no sólo en sus embarcaciones, sino también en las de otras unidades productivas. El aprendizaje de estas personas no tiene vías prefijadas, e influyen en él muy diversos factores19. Las formas tradicionales de los barcos no han sufrido modificaciones sustanciales. Quizás la más significativa, dejando a un lado lo referente a su tamaño, ha sido la adopción de salvavidas estancos en proa y popa que mantienen el casco a flote aunque se encuentre lleno de agua20. Además, se han producido otras modificaciones en los recursos para conseguir su estanquidad y en los materiales para su realización21. La más importante ha sido el cambio en la propulsión. Hasta los años veinte se empleaba el remo y la vela en todas las comunidades artesanales de las islas:

19 Los medios con los que trabajaban estos carpinteros de ribera eran también de lo más reducido. Como detalla uno de estos pescadores-carpinteros, en este caso de Tajao: Le gustaba a uno, yo tenía un hermano que era amañado, que le gustaba carpintear en barcos y eso, y entonces yo, me gustaba. Cuando ellos estaban así trabajando, porque con lo que nosotros hacíamos un barco no lo hace nadie... Carpinteros, porque nosotros los hacíamos con un serrucho de esos y un cepillo de esos, cualquiera, y listos. 20 También hemos de reseñar la adopción de viveros internos para carnada en casi todos los barcos de Tajao y Agaete. 21 Por ejemplo, una modificación significativa ha sido la adopción de las resinas para el calafateo de los barcos (Tajao, El Pris), o de la resina y la fibra de vidrio para recubrirlos de forma total externa e interiormente en Agaete. En esta comunidad desde finales de los setenta se ha impuesto la construcción de los cascos de las embarcaciones con madera recubierta enteramente de fibra de vidrio, formando una especie de sandwich que confiere a los barcos elevada estanquidad y resistencia.

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Todo remo... ¡Oh!... Yo llegué a salir de aquí a las dos de la tarde pa llegar a Gu-Guy, por debajo de la Aldea bogando, a por lo menos las siete de la tarde, después, venir pa arriba pescando pa venir a amanecer aquí, a remo, todo a remo, y dir allá, a más de Guía y salmonear con mi padre... A remo, todo a remo... Aquí de motores nada... El esfuerzo físico que suponía el trabajo con los remos era considerable y disminuía la movilidad de las embarcaciones, más si tenemos en cuenta su tamaño y peso, que no se permanecía en la mar más de veinticuatro horas —normalmente muchas menos—, que había que vender el pescado capturado con rapidez, etc. Por ello los territorios de las poblaciones de pescadores eran más reducidos que los actuales, no cubriéndose grandes distancias de forma cotidiana, a diferencia de hoy en día. Los motores cambiaron esta situación de forma radical22. No fueron adoptados de forma sincrónica por las unidades productivas, ni llegaron a la vez a las diferentes poblaciones de pescadores. Por ejemplo, la primera falúa23 de Agaete llego hacia 1925: Ahí arreglábamos las embarcaciones, ahí mismo. (...) Cuando los barcos venían por aquí, antes de hacer la primera falúa que tuvimos, que fue la primera de motor, el España, esa es la primera falúa que se hizo aquí. (...) Yo creo que habrá sesenta años, después la vendimos a uno de Gáldar. (...) Seis metros y medio tenía por ahí... Primero tuvo un Watter-Motta, y después aquello era uno que le quitamos a una de las guaguas cuando nos pararon, un Chevrolet de 17 caballos, pero eso caminaba una barbaridad, de gasolina. Estos de gasolina a los de la mar es distinto, 17 CV. de los de gasolina en la mar, eso camina que da hasta miedo.24

22 La aparición de los motores ha sido revolucionaria en muchas poblaciones de pescadores. Por ejemplo, el trabajo de Epple (1977: 174) da cuenta de cómo transformó casi totalmente una pesquería de la isla de Granada en cuestiones como los patrones demográficos, las áreas de pesca, los sistemas de distribución interna, en la propiedad de los medios de producción, el reclutamiento, etc. 23 Así denominan en Agaete a los barcos que poseen motor, denominación que se opone a barquillo o bote, que no lo poseen y suelen tener, a la vez, menor tamaño. La denominación no se encuentra tan generalizada en Tenerife. 24 La unidad productiva que accedió de forma tan temprana a la propiedad de una embarcación con motor era un tanto especial. Por ejemplo, poseía un sardinal o nasas de hierro cuando nadie más podía permitírselas en la comunidad, además de negocios ajenos a la pesca. Podemos decir que el capital inicial para todo ello había nacido del trabajo como carpintero de ribera del propie-

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En principio, la mayor parte de los motores que se instalaron en Agaete provenían de coches o guaguas, empleaban gasolina de combustible, y eran adquiridos de segunda mano a través de las amistades y los contactos que los pescadores tenían en tierra. Estos motores de gasolina se adaptaban de mejor o peor manera a los antiguos barquillos, y llegaron a las comunidades de El Pris y Tajao bien a finales de los cuarenta (1948 para El Pris), bien a comienzos de los cincuenta (1951-2 para Tajao)25. La diferencia en las fechas de adopción de tecnología obedece a varias explicaciones. En primer lugar, la comercialización en la zona de Agaete se encontraba mucho más organizada, como examinaremos en detalle más adelante, por lo que la rentabilidad de la pesca permitía mayor excedente. Además, se estaba en contacto directo con el cercano Puerto de Las Palmas de Gran Canaria por carretera o cabotaje, y todo apunta a que éste funcionó como foco difusor de tecnología para Agaete. Las otras comunidades se encontraban mucho más aisladas, tenían menores efectivos humanos y carecían de unidades productivas tan capitalizadas. Los motores de gasolina solían plantear muchos problemas de mantenimiento, resultaban peligrosos por la inflamabilidad del combustible y dejaban de funcionar en cuanto se mojaba la parte eléctrica. El testimonio de un pescador de El Pris puede ilustrar estos problemas: El primero que vino aquí lo traje yo, un Ford de esos de un coche, se lo pusimos a un barco ahí... El primero era ése... Más latoso, ¡mi madre! A cada momento estaba fallando, las bujías, el delco, ¡ay Dios mío...! A finales de los años cincuenta o comienzos de los sesenta comenzaron a llegar los motores de gasoil. Presentaban algunas ventajas evidentes.

tario de los medios de producción, lo que le permitió convertirse en un pescador “diferente” por su capacidad económica. Pronto otra unidad productiva, también especialmente capitalizada por diversos negocios, le siguió los pasos en Las Nieves, instalando un motor en lo que antes era simplemente un barquillo. Tendrían que pasar más de veinte años para que el resto de las unidades productivas de la comunidad pudieran hacerlo. 25 En palabras de un pescador de Tajao, que fecha la llegada de los primeros motores, y los problemas que se plantearon por el desconocimiento de cómo instalarlos: Cuando mi hermano vino aquí fue el primero que puso un Muesa, sería por el... Hacia el 52, 53, 54 por ahí vinieron los primeros motores, el primer motor ese... Le saco la cuenta porque yo estuve en la brigada trabajando en el 52, cuando me fui para el Escobonal, y estuve tres años allá, y vine para acá y estaba todo el mundo loco con los motores, y haciéndome el cuento del Tinerfe, cuando pegaron a montar motores chicos de esos, y se ponía a martillar allí, y decía, cuando se desclave éste me escribe abajo. Y tú crees que lo echaron y cuando vinieron pa abajo tenían que venir ellos aguantándolo...

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Eran más seguros, pues no dejaban de trabajar por un poco de humedad en el sistema eléctrico, aguantaban muchas horas de funcionamiento y el coste del combustible era menor. Si bien su precio era más elevado, la seguridad de funcionamiento hizo que en pocos años los pescadores los adoptaran. No sólo se han transformado las embarcaciones en el sentido de ser dotadas de motores. Su tamaño ha variado con el tiempo, sobre todo en aquellas comunidades donde las dimensiones de las nasas o la pesca de túnidos hacían necesarios barcos capaces, por ejemplo, de cargar muchos kilos de bonito. Hasta los años sesenta los mayores de Agaete apenas medían seis metros y medio. Posteriormente se harían necesarios los barcos grandes cabinados, de entre once y trece metros de eslora. Se emplearon primero en Tajao por el auge de los túnidos en los setenta: Cuando ya se vio la cosa clara del atún, entonces ya se pegó a hacer. (...) Eso ya fue lo menos por el setenta, le digo el setenta porque nosotros estuvimos muchos años con los barcos pequeños. (...) Hoy sí... Y a veces son pequeños, no sólo por... Sino ya lo que se quiere son barcos que aguanten temporal y motores que empujen, que en el lugar de estar todo un día para llegar a cualquier isla de esas que llegue en dos horas, es lo que se busca ya... Varios factores han influido en la demanda de barcos mayores para la pesca de los túnidos. En primer lugar, el tamaño y tonelaje de las embarcaciones condiciona su capacidad de carga, factor crucial, pues si se localiza un cardumen importante resulta sencillo en poco tiempo cargar varios miles de kilos entre pocos pescadores. Además, en unidades especializadas en esta técnica es fundamental seguir los bancos de túnidos por la isla, y en ocasiones entre diferentes islas, para lo que hace falta una embarcación de ciertas dimensiones. Debe tener algún tipo de camarote donde dormir, resguardarse del sol, guardar comida, etc., y bodegas amplias para cargar el pescado, incluso con hielo. Suelen contar con un pequeño puente desde donde se guía el barco, y en el que puede estar situada, en su caso, la instrumentación electrónica, normalmente una simple radio, aunque en los barcos mayores de 15-16 metros (de los que no hay ningún ejemplo en nuestras comunidades) podremos encontrar algún sonar o incluso sistemas de navegación por satélite. Todos estos factores conducen a dos modelos ideales de barcos, con 11-12 metros para unidades que combinan esta técnica con pescas sobre demersales, y a embarcaciones mayores para aquellas que se encuentran especializadas todo el año. De este último tipo no encontramos ningún ejemplo en las tres poblaciones de pescadores que examinamos, en buena

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medida porque al haber carecido de muelle resultaban inviables tales estrategias de pesca, y en Agaete todavía no ha habido tiempo para que se dé el salto26. En Tajao una unidad productiva accedió a este tipo de medios de producción, y tuvo que cambiar su residencia a la capital de la Isla, pasando a tomar como puerto base el de Santa Cruz. El hecho de que, a pesar de no contar con las condiciones idóneas en la comunidad se diera el salto, resulta significativo en particular para el caso de Tajao. La escalada tanto en el tamaño de las embarcaciones como de sus motores fue consecuencia del auge de los túnidos y de la importancia de las ganancias que en las buenas épocas podían ser extraídas de esta pesca. Los motores cada vez más potentes resultaban necesarios al tener que recorrer grandes distancias tras los cardúmenes, incluso entre islas y a elevadas velocidades, pues los túnidos se desplazan con rapidez. Los motores de baja potencia pueden resentirse de los esfuerzos a que se les someten en la persecución del pescado, de ahí que, en cuanto es posible, se instalen motores de más de setenta o cien caballos.

1.5.- Las formas de capitalización y de inversión en la pesca Las unidades domésticas individuales son las que habitualmente desarrollan las estrategias de ahorro y de capitalización, con algunas excepciones para la adquisición de barcos grandes27. Para obtener estos últimos, con frecuencia varias unidades domésticas relacionadas por parentesco cercano se

26 Los barcos grandes, capitalizados, habitualmente requieren para su adquisición de préstamos, y para pagarlos resulta necesario disponer de mayores capturas, entrando en una espiral de competición por los recursos (McCay 1979: 181). Los barcos grandes no son siempre la panacea, y hemos sido testigos (Galván y Pascual 1989) de cómo en el Sur de Tenerife muchas unidades productivas han tenido que renunciar a tal tipo de embarcaciones por diversos motivos. Los mayores costos de explotación, la necesidad de rentabilizar un capital invertido, la escasez de fuerza de trabajo, y a la vez la dependencia sobre especies pelágicas forman una mezcla que no siempre resulta viable. 27 Las estrategias de ahorro pueden ser muy variadas: Los hombres que comienzan como trabajadores de la pesca pueden acumular equipo en una variedad de maneras. Un hombre puede guardar dinero cuando tiene una campaña especialmente exitosa, o puede heredar algún equipo o dinero. Una mujer puede ayudar vendiendo pescado o prestando pequeñas sumas de dinero a otras mujeres a elevados intereses. Un trabajador puede construir sus pertenencias gradualmente con equipo de segunda mano y su propio trabajo, o puede pedir prestado a los parientes y devolvérselo con el incremento de sus ingresos. La pérdida de equipo con mal tiempo o con el desgaste habitual, un sistema de herencia igualitario entre hermanos, y presiones para consumir más que invertir causan el declive de algunas familias propietarias de equipo. (Norr 1975: 123). En las poblaciones analizadas las vías para este ahorro han sido diversas, destacando entre ellas, como veremos más adelante, el papel de la pesca en el banco sahariano, las grandes capturas de especies pelágicas, la gestión centralizada de los ingresos en las unidades domésticas, etc.

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unen entre sí, y aúnan sus esfuerzos para la compra. En Tajao o El Pris son muy habituales tales conductas. Cuando las unidades productivas familiares coinciden con las domésticas —como veremos con detalle en la sección dedicada al reclutamiento—, la gestión centralizada de los ingresos, por parte de las madres, favorece la acumulación de capital para optar a mejoras tecnológicas. De ahí la importancia de contar con hijos dedicados a la mar. En algunas poblaciones de pescadores la herencia es casi la única vía para llegar a constituir una unidad productiva independiente (Faris 1977: 243). Sin embargo, en Canarias la importancia de la herencia no es tan grande, sobre todo en poblaciones centradas sobre pescas demersales, que necesitan embarcaciones y motores pequeños. En épocas de buenas capturas los jóvenes acceden a la compra de un pequeño barco en un periodo razonable. Incluso hemos sido testigos de cómo antes de los veinte un joven pescador de El Pris ya tenía embarcación propia. En el caso de Agaete o Tajao lo difícil es adquirir los medios de producción (mucho más costosos) empleados para la pesca de túnidos o traíña: los barcos grandes. Para ello es necesario pescar unos cuantos años, pues la inversión mínima es de unos tres o cuatro millones (con embarcaciones de segunda mano, etc.). En estos casos, la herencia sí puede representar un papel importante para la reproducción de las unidades productivas28. La evolución tecnológica y los procesos de capitalización han seguido vías paralelas en nuestras tres comunidades, pues las innovaciones adoptadas que han significado inversiones de capital son reducidas y giran alrededor de barcos y motores, añadiéndose a esto el desarrollo de las nasas para el caso de Agaete. Sin embargo, lo que sí hallaremos son algunas diferencias temporales importantes respecto al momento de adopción de estos medios. La ventaja en este caso, como en otros muchos, corresponde al Puerto de las Nieves. En la década de los veinte una unidad productiva de esta comunidad ya había alcanzado un grado de capitalización notable, poseyendo falúa, nasas y un sardinal (traíña). El capital en este caso procedía tanto de negocios en el mar como de otros en tierra desarrollados por el dueño de los medios de producción. A mediados de los años treinta otra unidad productiva se sumó a este nivel de capitalización. También en esta ocasión el origen del capital provenía de negocios externos a la pesca (tiendas de comestibles, etc.), y de un préstamo de gente de tierra29.

28 Se reflejan en este caso los mismos esquemas que describe Breton en su trabajo de 1981, donde recalca la escasa importancia de la herencia para los pescadores, pues los medios de producción han de ser renovados constantemente (Breton 1981: 19). 29 Los préstamos resultan fundamentales para las innovaciones tecnológicas en la pesca, y a menudo actúan como factores limitantes. Levine y McCay (1987: 245) analizan cómo un porcentaje muy elevado de los propietarios de medios de producción en Cape May han pedido préstamos

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En los años cuarenta, si bien los chinchorros exigían un cierto capital, éste no era excesivo, de ahí que proliferaran. La utilización masiva de las nasas a partir de los años sesenta cambió la situación rápidamente y dejaron de funcionar, como hemos descrito en el apartado anterior. Ello significa una revolución en las unidades productivas. De las compuestas por 20 personas, necesarias para el chinchorro, se pasará a las de un par de individuos que, en pequeñas chalanas o en los barquillos antes empleados para los artes, se dedicarán a la pesca de anzuelo con aparejo, a la pesca del calamar o, los más afortunados, a la pesca con las nasas. Para alcanzar este último peldaño, la acumulación de capital resultaba imprescindible a la par que difícil. La necesidad de emplear motores y nasas para obtener una rentabilidad óptima, empujó a los pescadores a intentar alcanzar por diversas vías los niveles mínimos de capitalización. Las aspiraciones en primer lugar se concretaban en el barco. Poseer un simple y modesto bote de cinco metros era todo un logro, cuanto más si se trataba de una embarcación algo mayor, muy poco frecuente para la época: Un barquillo hoy... hoy vale 80 o 90 o 100.000 pesetas, el hacerlo si más no, y antes... de estos pequeños que están hoy, y un barquillo en ese entonces valía 500 pesetas... Pero dime qué pescador tenía 500 pesetas en ese entonces, era rico. Mire esta gente, mi primo tiene un barquillo que le costó 500 pesetas, que era uno de los barquillos más grandes que se usaban pa la pesca del atún en Mogán, de siete metros lo más... Para acceder a tales medios imprescindibles para la producción era necesario desarrollar estrategias de acumulación. Una de las más significativas fue el embarcarse al cabotaje o en barcos de pesca en la vecina costa de África. Gracias a ellos, a través de algunos años de alejamiento de la comunidad y la familia, de privaciones frecuentes, se conseguía (en el caso de los más ahorradores) reunir el dinero suficiente para adquirir un barquillo o una chalana, y rara vez lo necesario para una falúa a motor. Otro camino para conseguir este mismo objetivo fue pedir préstamos a gente de tierra, en especial para adquirir los motores de gasoil, que comenzaron a generalizarse a partir de los años sesenta, pero que estaban en un

de diverso tipo, y que su carencia puede limitar la adopción de tecnología. En nuestro caso, los suministradores de los créditos serán casi siempre particulares, a través de acuerdos más o menos informales. La reducida cuantía de los importes necesarios y las relaciones de los pescadores con mucha gente de tierra con la que van a pescar o comparten las tardes del verano, facilitan esta forma de actuación. La escasa formación de los pescadores —muchos son analfabetos— dificulta su acceso a los préstamos institucionales para la mejora de los medios de producción.

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principio fuera del alcance de los ahorros de los pescadores. El fiado era la vía más frecuente para obtenerlos, por ejemplo en el caso de Agaete: Ninguno lo hemos comprado con dinero, todos lo hemos comprado fiado, hemos tenido un respaldo y hemos pagado... Aquí nadie ha tenido para decir: voy a sacarlo para comprar una cosa de éstas... Nadie... La caracterización de las personas que podían suministrar estos préstamos era muy clara. Tenían que poseer una situación económica saneada como para no tener problemas por desprenderse de una cantidad considerable para la época, y sin prisas por recuperar su inversión30, permitiendo que el pescador hiciera el reembolso en la medida de sus posibilidades. Estas facilidades eran parcialmente compensadas en especie, con pescado capturado por los medios de producción así financiados. La devolución de la cantidad invertida solía ser rápida, salvo excepciones. La realización de estos préstamos podía derivarse de la existencia de fuertes lazos de amistad entre el pescador y la persona de tierra, bien situada, que realizaba el préstamo. En varias ocasiones, tales relaciones se formaron a partir de salidas a la mar, en las que el pescador servía de guía para alcanzar buenas zonas de bajones para el anzuelo. Otras veces el préstamo para la adquisición no podemos decir que fuera tan desinteresado. Por ejemplo, en el caso del Puerto de las Nieves, numerosos motores de gasoil fueron financiados por uno de los tenderos de la comunidad, que de esta forma reforzaba su posición en ella, y conseguía una especie de “seguro de compra” de las familias a las que había suministrado tales útiles:

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Como dice un pescador gente que tiene perras: Gente que tiene perras, gente que tiene perras, y mucha gente buena, que me diga, mira, yo te compro esto, ¿comprendes?, y tú no te quedes sin comer pa pagarme, esto a mí no me hace falta, tú vas tirando con lo tuyo, lo que puedas me das y... Lo que no puedas darme si no me lo pagas en un año, en dos, y si no en tres, y si no en cuatro, y si no me lo puedes pagar ya lo vemos... Ellos ven si uno puede pagar, o si uno puede dar o no puede dar, porque yo he ido a pagar cosas de estas así y me han dicho que no.... Yo sé que tú lo haces por cumplir, comprendes, pero yo sé que tú no has ganado pa pagarme esto, tú atiende tú arte y déjate pa comer y, sin embargo, así ha sido y he pagado... Son personas que son, que no les hace falta, porque tú no te vas a agarrar de uno que le hacen falta dos pesetas pa mañana... Porque no es que esté detrás de tí, tal, mire, yo voy con la condición esa... Y luego como te conoce, y es con la amistad esa y, sí, hombre, tú no te quedes sin comer... Tú si has de darme a mí 40.000 o 50.000 pesetas y te hace falta a ti para comprar tela pa que tú comas, comprendes, tú te callas la boca y compras esto, y otro día me pagarás... Así ha sido todo...

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El iba de fiador, o le compraba el motor al tío, el motor costaba en aquella época 35.000, 40.000 pesetas, y después que también tenía agarrado al tío pa que le comprara en la tienda. Otro ejemplo de préstamo no desinteresado lo tenemos en el caso de las factorías de pescado. Estas desarrollaron dos estrategias diferentes en Agaete y Tajao. En la primera comunidad suministraron una gran cantidad de embarcaciones a los pescadores que carecían de ellas, permitiendo la formación de muchas nuevas unidades productivas que accedían de forma privilegiada a los medios de producción. Tal estrategia fue llevada a cabo por la factoría de Lloret y Llinares, que proporcionaba barcos, de ordinario sin motor, a los pescadores que lo solicitasen. De esta forma las empresas conserveras se aseguraban la venta del pescado por parte de un gran número de unidades productivas, que a su vez no tenían muchas otras oportunidades de acceder a los medios de producción. Con tal estrategia evitaban los riesgos y problemas inherentes a la explotación directa de las pequeñas embarcaciones. La opción del capital estaba clara: era más rentable invertir en la comercialización y en proveer a los pescadores de medios de producción que los mantuvieran atados a la empresa, dificultando la tarea de la competencia. No querían siquiera que los pescadores pagaran las embarcaciones para mantener esta situación. Sólo en los últimos años, cuando las actividades de esta empresa se redujeron drásticamente en Gran Canaria, se optó por la venta a los pescadores que las habían disfrutado durante muchos años a un precio casi simbólico. En Tenerife, las estrategias de las empresas comercializadoras fueron diversas. Si bien en la zona de las calmas Lloret optó por la misma actitud antes referida, esta opción no llegó a Tajao, apartado de sus rutas de compra del producto. La actuación de las conserveras —o los intermediarios— en este caso se limitó a facilitar préstamos a los pescadores con el fin de mejorar sus medios de producción, obteniendo de esta forma garantías de fidelidad en el suministro del pescado y un aumento en las capturas. De esta forma muchos pescadores de Tajao accedieron a medios de producción antes vedados. La aportación de capital tuvo lugar a partir de la pesca de túnidos, y no tanto a través de particulares como gracias a estas empresas con intereses muy definidos en el sector. En casi todos estos casos de préstamos para la adquisición de medios de producción, la concesión del dinero va ligada a la creación de una relación de dependencia entre el pescador y la empresa o intermediario que lo concede (Epple, 1977: 187; Christensen, 1977: 71-2). Los pescadores a los que las fábricas de conservas habían prestado embarcaciones quedaban a su merced en los precios y en las pesadas del pescado. Todavía recuerdan cómo las balanzas de las factorías a menudo pesaban de menos y que em-

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barcaciones que ahora cargan 1.200 kilos, antes sólo podían con 800. Como explica un pescador de Agaete: Hombre, el que le día haciendo un barquillo pues le día echando el pescado a ellos... Nada, y días a pagar y ellos no querían las perras, vamos, en ese tiempo... Y ayudaba, peor es que le robara en el peso y le cobrara también la embarcación... La resignación de los pescadores en este caso muestra las escasas alternativas para la comercialización de las especies pelágicas que había en tal momento. Las empresas que comercializaban los motores otorgaron mayores facilidades a los pescadores de Tajao, concediéndoles créditos: El primer motor aquí lo trajo D. (...) Sería esto por el cincuenta y tantos pa arrriba. Valían doce mil pesetas en esa época... El que él compró entregó tres mil pesetas a la Casa de las Semillas y el resto para írselo pagando a como pudiera. Más tarde comenzarían a traer motores de gasoil de la casa Lister en el año sesenta y pico. No solo para la adquisición del barco o los motores hallamos testimonios de la participación de gente de tierra en el aporte de capital. También, por ejemplo, para adquirir otros medios de producción encontramos similares patrones. En Agaete basta recordar el caso de las nasas de hierro y tela metálica. Para los pescadores, en un primer momento, era muy difícil acceder a estas artes sin la aportación de capital de tierra que les permitiese adquirir la materia prima necesaria para su confección, que se encontraba fuera de su alcance: Yo tenía catorce años cuando mi madre me compró la embarcación y entonces puse las nasas... De 14 a 72, mire a ver, de esa edad vengo yo trabajando (...) quince o dieciséis nasas tenía yo, incluso me las puso un señor de Guía que era muy amigo mío, yo llevaba... A los catorce años ya manejaba yo la embarcación, y lo llevaba a él a la mar... Entonces me dijo un día, ¿porqué no pones ahí unas nasas...? ¡Coño, porque no tengo dinero para ponerlas!... Yo te traigo el hierro y la tela, y me trajo, hice doce nasas, y ya entonces ya pegué a trabajar...(Datos 1983). Como resulta evidente, el papel de los inversores de tierra en uno y otro caso era muy similar. Sin embargo, había un matiz diferencial impor-

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tante. Si el préstamo para la adquisición de los motores y las embarcaciones implicaba su devolución (salvo en el caso de algunas conserveras, como ya hemos descrito), en el caso de poner nasas a un pescador, el capitalista no pretendía que el pescador se las comprara o devolviera el dinero de su coste. Antes bien, el propósito era cobrar la parte de las nasas en el producto, en las capturas cotidianas. Es decir, al igual que los chinchorros tenían una serie de partes en la pesca, para su mantenimiento y para retribuir al dueño de los medios de producción por su compra, las nasas también participaban del mismo esquema de distribución de beneficios. Frecuentemente, una o dos partes del valor de la pesca iban a parar a manos del propietario de las nasas, lo que significaba unos ingresos no desdeñables respecto al reducido capital invertido. En este caso también era gente de posibles la que aportaba el capital para estos artes, gente de tierra que poseía un cierto contacto con la mar, pero que se interesaba en la pesca como una forma de inversión rentable. No obstante, los pescadores no permanecieron mucho tiempo en esta situación, pasando en pocos años a poseer sus propias nasas, lo que resultaba factible por los mayores ingresos que posibilitaban estos artes. En ocasiones, varios pescadores utilizaron sucesivamente las nasas del mismo capitalista, alcanzando cada uno de ellos el nivel de ahorro suficiente para dar el salto y adquirirlas, con lo que el capitalista tenía que buscar, cada vez, un nuevo pescador que trabajase sus nasas. Llegó un momento en el que todos los buenos pescadores las poseían, y ya no se podían realizar nuevos “préstamos” de tales medios de producción. A partir de la compra de motores y nasas se fue produciendo en las unidades domésticas un lento proceso de acumulación de capital que condujo, de forma progresiva, a la adquisición de embarcaciones y motores de mayor tamaño, aptos para faenar cómodamente en los veranos y mucho más capaces para la pesca del bonito. Las capturas de estos pelágicos en la década de los setenta y comienzos de los ochenta favorecieron el proceso. En realidad, este tipo de pesca fue el elemento clave en la acumulación para algunas unidades de Agaete y Tajao, donde la pesca del bonito, para la primera, o de todos los túnidos, para la segunda, han tenido una especial importancia. Las grandes capturas reclamaban embarcaciones de buena capacidad de carga, cabinadas, con espacio para que varios hombres trabajaran en cubierta con cañas y bicheros. Gracias a las buenas pescas, se posibilitaba dar el salto31, llegándose a amortizar una embarcación de varios mi31 Cuando las capturas son altas, y el valor de la pesca también aumenta, se producen las condiciones ideales para que la adopción de nueva tecnología se produzca. Los pescadores en esos momentos tienen un excedente disponible que, ante las buenas expectativas creadas por la abundancia de pescado, invierten en mejores medios de producción (Levine & McCay 1987: 246). El

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llones de pesetas apenas con las ganancias de un año. En este proceso colabora la intensificación de las actividades de captura en las unidades productivas cuando se hallan en ciernes de una inversión de este tipo. Mientras se mantiene la deuda desarrollan estrategias en las que se combinan mayor número de técnicas, trabajando más horas al día, exprimiendo al límite el tiempo y la fuerza de trabajo: Ya está desquitada, al año la desquitemos, en el mismo año que la compremos la desquitemos... Todo el mes de mayo aquel, todos los días eran 100, 150, 140 Kg... Todos, pero todos... Entonces a mediados de junio por ahí ya fracasó un poco la vieja, era poco lo que se cogía, digo, ¡mal ocupado!, estaban cogiendo bonito abajo en el Sur, pues nosotros cogíamos la carnada aquí, y tirábamos por la mañana para allá... Llegábamos allá, qué se yo, a las 9,30, a las 10, pa allá abajo, frente a Tasarte y eso por ahí... Y nos cuadraba... Nos cuadró poco pero hicimos, a cien, ciento y pico, doscientos kilos, luego, un día fuimos pa arriba, pa aquí, y nos cuadró coger un puñillo, pero al siguiente día fuimos otra vez y nos cuadró coger lo menos 500... Entonces empezó la zafra así, y todos los días eran 400, 500, 600, 400, 500... La inversión en estas embarcaciones se vería limitada, hasta el verano de 1988, por no existir refugio pesquero en Las Nieves. Las mayores de seis o seis metros y medio sólo podían ser utilizadas en verano, dado el peligro que constituían los rebosos en invierno. En el caso de hallarse fondeadas en su lugar habitual, frente a la playa del Puerto de las Nieves, y presentarse un mar de fondo32, correrían el riesgo inmediato de estrellarse contra las rocas. La rentabilidad de una inversión en medios de producción de varios millones de pesetas, que sólo puede ser utilizada durante los meses de verano, no parece demasiado clara33. Los barcos mayores que han sido adquiridos, dados estos factores, no sobrepasan los doce metros, y

caso de la pesca de los túnidos y la adquisición rápida de barcos mayores, o de las nasas y la multiplicación de su número adquiriendo motores más potentes para acceder a territorios más amplios, son ejemplos de tal conducta. 32 Para nuestros pescadores reboso y mar de fondo son sinónimos, y se refieren ambos a una situación de la mar en la que, si bien se produce fuerte oleaje en la orilla, a trescientos metros de ésta la situación es de calma. 33 Tales problemas de rentabilidad se han incrementado, sin embargo, en los últimos años por la carencia de compradores para el bonito e incluso para otros túnidos, dado el declive de las empresas conserveras en las islas y la competencia de flotas extranjeras.

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hasta que no se realizó el refugio pesquero sólo han rendido una pequeña parte de sus posibilidades reales. En Tajao esto se ha obviado con los puertos cercanos, en los que se mantenían fondeadas las embarcaciones mayores durante las épocas bajas de los túnidos, recibiendo unas atenciones mínimas durante ese tiempo. La presencia de estos refugios en las cercanías, las condiciones ecológicas más favorables, y la gran tradición pesquera sobre túnidos en la zona Sur de Tenerife ha provocado que los límites a la capitalización se redujeran, por lo que el número de embarcaciones mayores de diez metros es superior en esta comunidad respecto a la de Agaete, que cuenta con más pescadores y tradición marinera. Las ganancias de los túnidos han sido en Tajao mayores a lo largo de una serie de zafras años atrás, lo que ha conducido a esta abundancia de barcos de buen tamaño con motores potentes. Cada grupo familiar de la comunidad posee al menos una de estas embarcaciones, en las que se reúnen a veces los componentes de más de una unidad productiva —de las habituales en la pesca sobre demersales con dos componentes— para la pesca de los túnidos, produciéndose un fenómeno de condensación y fragmentación de las tripulaciones conforme aparecen o desaparecen los cardúmenes de túnidos. En las embarcaciones, cuando no son de propiedad colectiva de los miembros de la tripulación34, y dada la utilización del sistema a la parte, los medios de producción participan del producto de la pesca de forma que varía con sus características de eslora, capital necesario para adquirirlas, etc. En las embarcaciones grandes, como veremos más ampliamente cuando estudiemos el sistema a la parte, este porcentaje alcanza entre dos partes y el 50% de las capturas, en un continuum que se incrementa con el valor de la inversión y de los costos de mantenimiento de los medios de producción. Ello implica que la capitalización genera cada vez más riqueza, mientras las capturas sean buenas (Lögfren 1972; Durrenberger y Palsson 1985: 113). Este proceso conduce a la concentración de la propiedad de los medios de producción, y a la proletarización de los pescadores. Determinadas condiciones pueden favorecer el proceso, como la abundancia de pescado, la existencia de puertos de refugio e instalaciones de congelación, etc. Si bien en las comunidades que nos ocupan no se han dado, en Agaete podrían surgir estos fenómenos de concentración si además se terminara el refugio, las capturas de bonito y túnidos volvieran a tener buenos precios y el sector servicios no aumentara con demasiada rapidez en la población. En resumen, los cambios tecnológicos han sido explicados atendiendo a los mejores rendimientos que permitían obtener. En Agaete con las nasas grandes aumentó la rentabilidad de la pesca, aunque se produjeron transfor-

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De este tipo de propiedad tenemos ejemplos en El Pris, en Tajao y en Agaete.

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maciones sociales radicales. En El Pris, el trasmallo significó un paso adelante en la mejora del trabajo de los pescadores, confirmando hipótesis del optimal foraging: si se desarrollan técnicas que posibilitan la pesca con estrategias de sentarse y esperar, lo lógico es que sean adoptadas en vez de perseguir y buscar el pescado. Sin embargo, tales formas de pesca dieron lugar a multitud de enfrentamientos por el territorio y a problemas de agotamiento de recursos, y los pescadores de El Pris tuvieron que renunciar a ellas. En Tajao la pesca sobre túnidos incrementó los beneficios y potenció la capitalización de los medios de producción (barcos mayores y motores más potentes). En este proceso capitalizador intervino el ahorro y los préstamos de gente de tierra o de las factorías. Capitalización y tecnología avanzan en función de elementos como la situación actual de la pesquería, las expectativas de futuro, las ventajas que prometen o los problemas que resuelven. La rentabilidad de los cambios, desde la perspectiva de los pescadores, será el motivo fundamental para su adopción, y esta perspectiva de los pescadores se construirá con la información de que estos dispongan sobre la innovación, sus ventajas, y el futuro de la pesquería (Levine & McCay 1987: 252). En suma, las opciones que tomen los pescadores ante las innovaciones tecnológicas irán ligadas a las estrategias productivas.

2.- INTENSIFICACIÓN Y DIVERSIFICACIÓN: DOS ESTRATEGIAS PRODUCTIVAS

2.1.- El análisis de las estrategias y los procesos adaptativos en el estudio del cambio tecnológico Un elemento fundamental de cara a la investigación del sector artesanal en Canarias es el estudio de por qué unas unidades productivas se especializan en determinadas técnicas o bien adoptan estrategias productivas diversificadoras, en las que se entremezclan muchas de ellas. Se trata de un aspecto clave para explicar la transformación de este sector pesquero, pues los factores que la generan son muy similares a los que, según nuestro análisis, provocan la especialización-intensificación o la diversificación. Podríamos decir que en la transformación del sector pesquero en Canarias se dan algunos fenómenos característicos: capitalización, modernización de la flota y especialización en ciertas técnicas. El estudio de las comunidades realizado hasta ahora aporta elementos suficientes para poder definir un modelo teórico que conecte capitalización y fuerza de trabajo, por una parte, con estrategias productivas y técnicas de pesca, por otra. Las

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unidades productivas son las unidades de adaptación pertinentes para el examen de las estrategias que emplean en su faenar cotidiano, por su cambiante actuación frente a los avatares del entorno. Estudiaremos cuáles son sus patrones de comportamiento respecto a las tecnologías que utilizan en su trabajo, en función de dos factores determinantes: capital y fuerza de trabajo; y de un tercero que es condición indispensable, el adecuado conocimiento del medio y de las técnicas. Nuestro interés se centra en el proceso, en las condiciones que provocan el cambio en tales comportamientos, sus causas y consecuencias. Para ello hemos de utilizar, en ciertos momentos, la historia de las comunidades y la de sus unidades productivas. Nuestra visión sobre este tema es deudora de las posturas de Bennet, que diferencia entre estrategias y procesos adaptativos. Las estrategias adaptativas serían los sistemas constituidos por “las actuaciones separadas y singulares que la gente utiliza para obtener y usar los recursos y resolver los problemas inmediatos que se presentan”35. “Los procesos adaptativos son los cambios introducidos en periodos relativamente largos de tiempo por el uso repetido de las estrategias adaptativas”(1969: 14)36. Mientras las estrategias adaptativas se originan en la consciencia de los actores sociales, los procesos adaptativos son el producto de llevarlas a cabo de forma reiterada. Los actores no tienen por qué ser conscientes de las características de tales procesos, pues son definidos por los investigadores a partir del comportamiento observado de aquéllos.

35 Encontramos unas definiciones más precisas en Bennet (1976). Plantea que los conceptos claves para el estudio de la adaptación social del individuo son el comportamiento adaptativo y la acción estratégica, y la síntesis de ambos, la estrategia adaptativa. El primer concepto se refiere a cualquier forma de comportamiento que ajusta medios a fines, buscando objetivos, integrando los aspectos pasivos y activos del comportamiento intencional de los humanos en sistemas. El término acción estratégica es más específico y se refiere a la búsqueda activa de metas, y se enlaza con conceptos como maximización, racionalidad, etc. El tercer término, estrategia adaptativa, es quizás mejor definido como un componente de la acción estratégica: actos específicos con un grado de éxito predecible, que son seleccionados por el individuo en un proceso de toma de decisiones (1976: 271-2). 36 Ampliando esta definición con su trabajo de 1976: El término proceso adaptativo se refiere a conceptos puramente heurísticos: la delimitación de tales procesos toma su fundamento del estado del sistema bajo investigación, y la amplitud con la cual un factor temporal es incluido en el análisis. «Competición entre clases sociales» es un proceso definido en términos de concepciones marxistas del sistema social, y esto puede estar más o menos fundamentado empíricamente para ciertos casos. Los procesos pueden llegar a ser sistemas, y pueden ser denominados instituciones cuando exhiben consistencia y persistencia: el «capitalismo» es una institución socioeconómica orientada al crecimiento. El concepto de proceso adaptativo es por ello un concepto «emic» globalmente, dado que se refiere a construcciones intelectuales realizadas por un observador disciplinado de las consecuencias del comportamiento adaptativo (especialmente de la acción estratégica y las estrategias) sobre periodos de tiempo. (Bennett 1976: 282).

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Tanto el análisis de las estrategias como el de los procesos adaptativos, ofrecen herramientas fundamentales para el estudio del cambio en el seno de las poblaciones estudiadas y en su relación con el medio. Los pescadores desarrollan estrategias en múltiples facetas de su vida cotidiana, pero uno de estos aspectos resulta especialmente relevante desde nuestra perspectiva. Se trata de la particular articulación de tiempo y fuerza de trabajo, capital e instrumentos de producción, conocimiento del medio y técnicas de pesca, que se integran en un sistema pretendidamente optimizador, definiendo a través del ciclo anual de una unidad productiva las combinaciones específicas de técnicas de pesca que, en cada momento, son adoptadas para el trabajo sobre el medio marino37. El estudio de las estrategias puntuales de los pescadores en cada fase de este ciclo resulta esencial para la comprensión de las constricciones a que están sometidas las unidades productivas. La consideración del entorno38 cambiante que enmarca su actividad es asimismo esencial. Los recursos variarán estacionalmente, de forma previsible o no, y a su compás también cambiarán las formas en que los pescadores pueden aprovechar las posibilidades que el medio pone a su disposición. Ciertos elementos del entorno podrán, en momentos específicos, convertirse en factores limitantes al desarrollo de la población de pescadores39. Estos pueden ser naturales (peces) o humanos (mercados en los que distribuir el producto). La disminución en efectivos de los recursos marinos sobre los que se realiza la pesca puede tener como consecuencia la desaparición de núcleos de pescadores o, al menos, la reducción de su número. Igual puede ocurrir con la restricción o desaparición de mercados en los que intercambiar o vender el producto de la pesca. Estas constricciones se integran en las dificultades que tienen los pescadores para definir sus estrategias. Por ejemplo, las unidades productivas han de enfrentarse a un medio incierto, en el que tendrán que predecir (con mayor o menor éxito) cuáles van a ser las vías inmediatas de su evolución40. Utilizarán esta información sobre la situación del medio marino o

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El análisis de las estrategias de las unidades domésticas para su reproducción resulta también fundamental. Son interesantes las afirmaciones de Galván (1989) a tal respecto, en las que hace referencia a la importancia de su estudio en el caso de los pescadores. 38 Asumimos la definición de entorno de Martínez Veiga (1985: 30-1). 39 Los recursos pueden tener diferentes niveles de abundancia, o incluso llegar a ser factores limitantes para el crecimiento o la supervivencia de una población. Los factores limitantes son recursos cuya presencia o ausencia pueden definir problemas fundamentales comprometiendo la supervivencia o limitando el crecimiento de una población. Para una definición más amplia ver Martínez Veiga (1978: 63-4). 40 La predicción de cuáles van a ser las vías de evolución del medio debe hacerse mediante información previa sobre su historia (Andersen & Wadel 1972b: 154; Cordell 1974: 26).

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del mercado en la definición de sus estrategias: qué técnicas han de ser utilizadas, sobre qué especies hay que desarrollar el esfuerzo pesquero, o cómo hay que vender el producto. El proceso de toma de decisiones con información tan escasa y variable resulta difícil, pero los pescadores han de afrontarlo41. No siempre las estrategias definidas son exitosas, pues hemos de tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, la información de que disponen sobre la situación del medio es bastante parcial. Desde ese conocimiento hay que augurar cuál va a ser su evolución inmediata y a medio o largo plazo, lo que complica todavía más la definición del curso de acción ideal. En todo este proceso, el control de la información y de su flujo es esencial, y los pescadores desarrollan comportamientos y alianzas para su adecuada gestión. Las unidades productivas se espían mutuamente —o al menos lo intentan—, controlan las capturas de cada una de ellas con precisión, las zonas en que han sido obtenidas y las técnicas empleadas para ello. A la vez, mantienen conductas evasivas con el fin de que la adquisición de esta información, tan esencial, sea lo más difícil posible para las restantes tripulaciones, introduciendo maniobras de distracción en el mar, ocultando el volumen de pescado capturado y sus especies, etc. Todas estas cuestiones colaboran a que en la misma definición de las estrategias exista siempre un nivel de incertidumbre considerable. Los pescadores más de una vez titubearán sobre qué técnica escoger para salir a la mar, sobre qué especies centrar sus esfuerzos durante una determinada época o un día específico. En la mar también podrán producirse divergencias sobre el arte a emplear en la captura de una determinada presa. Por ejemplo, para los diferentes túnidos se emplearán técnicas muy diversas, y la decisión de cuál debe ser utilizada dependerá de la especie de que se trate, del tamaño de los peces del cardumen y de su abundancia. Si el bonito normal se pesca con un tipo de caña, el matrero42 necesitará otra. Si muchas albacoras podrán capturarse con caña a mano, otras necesitarán de la horca, o de la caña con falso y liña. La decisión de elegir entre cada una de estas formas de pesca con frecuencia resultará difícil e incluso conflictiva, pues ha de ser tomada con indicios muy leves sobre el pescado que se

41 Estas estrategias pueden ser a largo plazo, por ejemplo definiendo qué tipo de embarcaciones o artes hay que comprar. Dada la variabilidad del entorno a que están sometidas las poblaciones de pescadores, estos suelen tender a definir estrategias a corto plazo mientras les sea posible (Lögfren 1972: 82). 42 Reciben este nombre los bonitos que no pican el anzuelo pero se comen el vivo, los pequeños peces que son lanzados al mar como engodo para atraer a estos túnidos. Según los pescadores es pescado que no quiere comer, sabedor, que ha sido picado ya por el anzuelo, lo conoce, y no está dispuesto a dejarse capturar fácilmente.

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intenta capturar, y ha de mantenerse flexible si evoluciona su comportamiento o morfología. Esta última cuestión, la flexibilidad, es inseparable de las estrategias de los pescadores, que dependen de forma tan acentuada de una información parcial y de un medio extremadamente variable. Muchas unidades productivas han de estar pendientes de que se avisten los cardúmenes de túnidos para, en el menor tiempo posible, el mismo día o al día siguiente, salir a la mar en su busca, dejando a un lado las otras técnicas que pudieran estar practicando e imprimiendo un ritmo diferente a sus labores. De dormir todas las noches en casa y tener una jornada con seis o siete horas, se puede pasar de un día para otro a jornadas con doce horas o más, pernoctando fuera de la comunidad e incluso fuera de la isla. Las estrategias que se desarrollan en el seno de las unidades productivas se encuentran ligadas a las unidades domésticas, donde, como ya hemos visto en el capítulo anterior, se elaboran estrategias económicas esenciales, a menudo enlazadas a las faenas de la pesca, por ejemplo, a través de la comercialización del producto. En otras ocasiones resultan complementarias, actuando como colchón amortiguador de la variabilidad de los ingresos producto de la mar. Ello se consigue a través del trabajo en otros sectores (construcción o en especial servicios) de los miembros que no están directamente implicados en las faenas marineras. Con frecuencia son las mujeres las que se dedican a estas labores. La situación de las unidades domésticas y la diversificación o no de sus ingresos condicionará el comportamiento de los pescadores. Sus actitudes ante las estrategias no son, por supuesto, uniformes. En la pesca, como en muchas otras actividades, existe un fuerte componente de riesgo, que es todavía más evidente cuando entramos en la consideración de que se trata de una actividad de caza sobre especies móviles, que han de ser localizadas en un medio extraño para el hombre como el mar, para después intentar su captura. Estas especies tienen con frecuencia un carácter estacional, apareciendo en mayor o menor abundancia sin posibilidad de predicción, mientras que en otras ocasiones mantienen niveles de capturas bastante similares a través de ciclos interanuales. Todo lo anterior apunta el diferente nivel de riesgo de cada estrategia productiva, según los recursos sobre los que incida y su predictibilidad, los niveles de capitalización, la fuerza de trabajo necesaria para llevarla a cabo y su rentabilidad. La ideal sería aquélla que, dada una configuración definida de los factores antes relacionados, aumentara los ingresos y minimizara los riesgos. En las elecciones de los pescadores de con qué técnica laborar se tiene muy en cuenta qué es lo que da más, es decir, cuál de ellas ofrece la mayor rentabilidad, según sus expectativas en un determinado momento:

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Y a la pesca que más resultado dé, a ésa es a la que se va... El calamar mismo ahora se coge, hay el par de barcos dedicados al calamar, y ya llega un tiempo que ya no hay calamares, entonces se deja hasta el año que venga otra vez por este tiempo... De todo se pesca, según como esté la rebolada de pescado, porque si entra mucha fuerza de bonito pues rinde más el bonito, si entra la sama pues también rinde más pues se coge más cantidad, el jurel pues lo mismo... La maximización de beneficios a corto y largo plazo a veces resulta difícil de combinar en las estrategias. Las potencialmente más rentables a corto plazo en determinadas circunstancias (túnidos) son las que resultan más arriesgadas bajo otras condiciones. Por ello, con frecuencia, se persigue la flexibilidad, la polivalencia, la capacidad para modificarlas en función de las situaciones concretas de la unidad productiva y del medio. Entre los recursos y los factores limitantes que las unidades productivas han de tener en cuenta para definir sus estrategias podemos citar: - Los medios de producción, entre los que son especialmente importantes la embarcación, su equipo y los artes empleados en las faenas pesqueras (redes, nasas, palangres, etc.). El nivel de capitalización es fundamental. - La disponibilidad de fuerza de trabajo que, como ya veremos, se encuentra condicionada por la situación concreta en que se halle la unidad productiva respecto al modelo ideal de reclutamiento, basado en el parentesco inmediato. - El conocimiento del medio. Para el pescador, saber definir con exactitud la situación concreta en que se encuentra el medio marino, poder estimar su evolución, saber dónde se encuentran los peces que se pretenden capturar, etc., resultan herramientas fundamentales para prever los resultados de las vías de acción alternativas que pueden ser definidas. Igual ocurre con su estimación de la rentabilidad del empleo de las técnicas de pesca, y de la predictibilidad o estabilidad de los resultados que con ellas pueden ser obtenidos. - La estructura de comercialización empleada, que puede favorecer ciertos tipos de pesca y excluir otros, por las diferentes rentabilidades que las mismas especies pueden ofrecer en función de los modelos de circulación. - Otras limitaciones que el medio impone: situación de mar de fondo previsible durante el invierno, bajada en el precio de ciertas especies, etc. Las tripulaciones han de evaluar cada uno de estos elementos individualmente y entre sí, para llegar a la definición específica de su estrategia

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productiva, con opciones a largo plazo y decisiones que han de ser tomadas a diario.

2.2.- Hacia una generalización empírica de las estrategias productivas Podemos afirmar que se da una correlación muy elevada entre: la capitalización, la disponibilidad de fuerza de trabajo, y el conocimiento del medio en las unidades productivas, respecto a sus estrategias especializadoras o diversificadoras y las técnicas en ellas empleadas. Por tanto, y dejando a un lado el medio ambiente ecológico, son tres las variables que influencian directamente las estrategias productivas: capital, fuerza de trabajo y conocimiento del medio. En nuestras comunidades, en los casos de capitalización media o alta y cuando los otros dos factores también lo permiten, encontramos dos tipos básicos de estrategias productivas. En ellas pueden combinarse una o varias técnicas de pesca, especialmente aquéllas que implican mayor productividad43: nasa y túnidos. La pesca sobre túnidos permite ganar más dinero en el menor tiempo, aun cuando exige una fuerza de trabajo media o elevada (un mínimo de tres a cuatro pescadores), una gran dedicación durante la época de pesca, y una buena capitalización para resultar rentable. No queremos con esto afirmar que no sea posible pescar tales especies con un barco pequeño, pero sí que resulta complicado y no compensa desde la misma perspectiva de los pescadores. Todo ello mientras la premisa de adquisición del producto a un precio razonable sea cumplimentada, y en los últimos dos o tres años no ha ocurrido así, dando al traste con las esperanzas y las economías de muchas unidades domésticas. El verano es la temporada de captura del bonito para el Puerto de las Nieves, mientras que en Tajao abarca casi todo el año, con diferentes especies de túnidos y contando en esta comunidad con una media de capitalización más elevada que en el caso anterior. En El Pris la importancia de la pesca sobre túnidos es muy baja.

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El tema de la productividad de las estrategias resulta bastante arduo y complejo de evaluar. No se encuentran disponibles estadísticas adecuadas de capturas para ningún pueblo de pescadores de las islas, y no resulta fácil en un estudio de tres comunidades realizar personalmente la recogida de estos datos, pues debería hacerse simultáneamente y durante varios años. Las últimas tendencias para evaluar este tipo de factores se centran en medir el status socioenómico dentro de las comunidades, empleando técnicas de cuestionarios —entrevistas de productividad, socioeconómicas, etc.—. Un buen ejemplo de este tipo de técnicas lo ofrecen Guarnaccia, P.; Pelto, P.; Pelto, G.; Allen, L.; Meneses L. & Chávez A. en su trabajo: “Measuring socioeconomic status: assessing intra-community diversity” (1988, Culture & Agriculture 35: 1-8).

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Esta estrategia productiva gira en torno a peces migratorios lo cual implica un riesgo elevado, ya que puede haber años en que las capturas sean mínimas44. Ello suele conducir a que la composición de las unidades productivas centradas en esta forma de pesca no sea siempre estable. Con frecuencia son producto de la fusión de varias tripulaciones, de lo que tenemos ejemplos significativos en el caso de Tajao. La nasa tiene una productividad media elevada, sobre todo en un territorio tan favorable como el de la zona del Puerto de las Nieves, que permite sin dificultad que más de mil nasas trabajen cotidianamente en las cercanías de la comunidad. Asimismo no exige de muchas personas en la unidad productiva, y sí de una capitalización media o alta si se pretende la especialización en su uso. Podemos decir que constituye una técnica bastante segura, pues permite capturas más o menos estables a lo largo de todo el año, aunque exige una continua inversión en la renovación de los medios de producción, y una dedicación casi exclusiva cuando la cifra de nasas por unidad productiva supera las 80 o 90, como es frecuente en Agaete. En las otras comunidades, el número es mucho más reducido, ya que sólo llega a 25 en algunas unidades productivas de Tajao, y a una docena en El Pris, donde sólo se emplean en los veranos. De esta forma, las dos estrategias especializadoras en las que participan las formas de pesca anteriores vendrían a utilizar, por un lado la nasa y por otro un conjunto de técnicas sobre especies pelágicas (por ejemplo, caña para túnidos, chinchorro, traíña). Además, hay que reseñar otras estrategias centradas en las especies demersales, en estos casos con un carácter más bien diversificador, en las que se pueden usar artes diversos (pandorga, anzuelo, nasa, tambor, salemera...) Los dos primeros modelos ocupan nichos ecológicos diferentes —aunque estos pueden interactuar entre sí—, explotando especies distintas, y empleando para ello técnicas con poco en común45. Sin embargo, pueden competir por la fuerza de trabajo o los mercados para vender el producto.

44 Lögfren (1972) relata situaciones similares respecto a la pesca del arenque en Kattegat, que constituye la pesca estacional más productiva con mucha diferencia (Lögfren 1972: 86-7). Las estrategias desarrolladas en este caso son muy similares a las que podríamos hallar en el caso de los pescadores canarios cuya técnica fundamental es la pesca de túnidos. Una buena temporada de escasos meses puede compensar largamente por el resto del año, en el que se dedican a técnicas de relleno. Sin embargo, no siempre se presentan los atunes en suficientes cantidades en las islas, y en ocasiones, como durante 1989, 1990 y 1991 existen además problemas de comercialización muy importantes. Acheson (1975: 186-7) y McCay (1981a: 358) ofrecen patrones similares de gran variabilidad de capturas. 45 La modificación de las técnicas de pesca frecuentemente produce que los pescadores penetren en nichos diferentes (Levine & McCay 1987: 247-8), con lo cual pueden interactuar de manera imprevisible en las cadenas tróficas.

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En el caso de estrategias especializadoras con marcado carácter estacional (túnidos), las unidades productivas que las adoptan se dedican durante el resto del año a lo que podríamos denominar técnicas de relleno 46. Otras unidades dedicadas a la nasa intentaran la captura de los túnidos en caso de gran abundancia. Estas estrategias productivas se consideran básicas ya que son las encargadas de proporcionar el aporte económico fundamental a lo largo del ciclo anual. Cuando la fuerza de trabajo es lo suficientemente abundante, incluso podrá darse el caso de combinaciones entre varias de ellas (unidades productivas con muchas nasas que también salen a los túnidos). La importancia de las técnicas de relleno disminuye al aumentar la capitalización y, por el contrario, se incrementa con la mayor disponibilidad relativa de fuerza de trabajo y con un amplio conocimiento del medio y de las técnicas. De modo que podemos hablar de intensificación cuando existe un compromiso de inversión elevado con una técnica —o varias compatibles entre sí—. La intensificación suele implicar la especialización en nasa o especies pelágicas. Esta especialización ha de ser entendida como enmarcada en un continuum, es decir, por lo general debemos hablar de estrategias más o menos intensificadoras. Podemos hablar de estrategias diversificadoras47 en aquellos casos en que se va a lo que se puede con unos medios de producción limitados. Es decir, se trata de integrar las tecnologías compatibles entre sí, con la escasa capitalización y con la fuerza de trabajo disponible. La adopción de estrategias intensificadoras sólo es posible cuando hay una cierta confianza en las expectativas de un futuro halagüeño, definido según la experiencia previa (Levine & McCay 1987: 252), y disponibilidad de capital y fuerza de trabajo. Los requisitos de las opciones diversificadoras son casi inexistentes. Basta con una persona y unos medios de producción mínimos, que no exigen el compromiso de una inversión de capital importante, y que pueden ser abandonados por otra actividad sin un costo excesivo.

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Las denominamos de esta forma en tanto que son rápidamente abandonadas en cuanto aparece la oportunidad de trabajar sobre las técnicas en que las unidades productivas están especializadas, y en la misma consideración de los pescadores se les concede bien poca importancia. Las técnicas que se empleen para este relleno dependerán de las situaciones y los momentos concretos, según las capturas que estén obteniendo con ellas otras unidades productivas, etc. 47 La diversificación es una manera de responder a la incertidumbre sobre azares y oportunidades por medio de diversificar los riesgos y expandir las alternativas. La intensificación presume menos incertidumbre. Implica un creciente compromiso e inversión en una forma particular de acoplarse con oportunidades y azares. (Levine & McCay 1987: 248).

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Los pescadores que sólo practican la liña durante todo el año, con alguna participación ocasional en otras técnicas de pesca, se sitúan en el límite de este modelo. Las embarcaciones que utilizan estas unidades productivas son las más reducidas y con frecuencia están tripuladas por una sola persona. En estos casos, la diversificación, entendida como escaso compromiso con la actividad productiva se da la mano con la especialización en una o dos técnicas de pesca muy concretas, pero sin el componente intensificador de las estrategias que hemos definido antes. Algunas opciones diversificadoras suelen necesitar un gran conocimiento del medio, requerido por las técnicas de pesca que integran. Con frecuencia son desarrolladas por pescadores de cierta edad, con amplia experiencia, que con una o dos técnicas sobre demersales llegan a obtener buenas capturas. La técnica que preferentemente usarán las unidades productivas de este tipo será el anzuelo, la más tradicional en nuestras comunidades de pescadores. Pero pasemos a examinar la configuración de las estrategias productivas concretas que podemos hallar en cada una de las comunidades que abarca nuestro estudio, y su evolución en los últimos años. Para ello mostraremos más adelante unos cuadros-resumen con la configuración de las unidades productivas, su capitalización, y las técnicas por ellas empleadas en dos cortes sincrónicos distantes varios años entre sí.

2.3.- Nasas y túnidos. La intensificación de la pesca “de fondo” y “de aire”: Las Nieves Los cuadros48 9 al 12 sobre unidades productivas y técnicas de pesca en Agaete, recogen la importancia de la nasa para los pescadores de esta comunidad. De diecisiete unidades productivas estables trece poseen nasas

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La configuración de las estrategias productivas la detallamos para cada comunidad con cuadros similares, en los que especificamos las unidades productivas, su composición, los medios de producción con los que cuentan, las técnicas que emplean y el número de artes que poseen de algunas de ellas, por ejemplo, de nasas. La estimación de las técnicas empleadas es cualitativa, pues en muchos casos resulta difícil cuantificar el número de días que se utiliza cada una y su importancia en el monto global de ingresos. Relatamos los cambios que han sufrido las unidades productivas y sus formas de pesca, detallando únicamente aquellos aspectos que han sufrido variaciones respecto a la situación original. En el caso de Agaete las unidades productivas han permanecido casi constantes en su número y constitución, en las restantes han sufrido bastantes modificaciones durante el intervalo analizado, por ello en algunas ocasiones puede aparecer una casilla vacía, sin número, en el cuadro superior o en el inferior. Ello indica que una unidad productiva se ha escindido, con lo que las dos casillas del cuadro inferior muestran el resultado, o si la casila vacía está en el cuadro inferior, que ha desaparecido.

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(76%) tanto en 1984 como en 1989, y en ambas fechas en importantes cantidades. En 1984 diez (59%) poseían al menos cincuenta nasas, y en 1989 había nueve en esta situación (53%). Las cantidades totales de estos artes en la comunidad han evolucionado poco en los últimos años, pero siempre con tendencia al aumento. De unas 890 (1984) pasamos en cinco años a 940, lo cual indica un crecimiento pausado49. Entre 1989 y 1991 este aumento se ha producido mucho más rápido según nuestros informantes. De este volumen de nasas, entre un 20 y un 25% son grandes, que implican mayor inversión y que utilizan sobre todo las unidades productivas especializadas. Las modificaciones en la distribución de estas artes de pesca entre las unidades productivas son relativamente significativas. En cinco (38%) de las que la emplean la cifra ha aumentado, mientras en seis (46%) ha disminuido, quedando estable el resto de los casos. Quizás lo más significativo de las modificaciones en esta técnica de pesca, ha sido el incremento en el número de unidades productivas que se han especializado en la actividad, intensificando la inversión en artes, al aumentar la cifra de nasas en la unidad productiva por encima de las cien. De dos casos en estas condiciones para 1984, pasamos a cuatro en 1989. Las unidades productivas con unas noventa nasas pasan de una a dos. Esto significa un elevado compromiso con la actividad por parte de un número significativo de unidades productivas, dando lugar a la estrategia especializadora más generalizada de Agaete. De las seis unidades productivas con más de noventa nasas que podemos considerar especializadas (1989), sólo una simultanea sistemáticamente esta técnica con otras, en especial la pesca de túnidos, y le ha sido posible hacerlo por contar con abundante fuerza de trabajo (varios hijos jóvenes). Respecto a los medios de producción fundamentales (barcos y motores), las modificaciones han sido escasas durante este lapso de tiempo. De 31 embarcaciones en 1984 se ha pasado a 35 en 1989, y de las cuatro nuevas la mitad tienen más de diez metros, lo que indica una clara tendencia a la capitalización, que se ha visto muy favorecida en el último año gracias a la construcción del refugio pesquero. Asimismo, tres barcos han visto modificada su eslora, pues los mismos pescadores los han transformado aumentando su tamaño. Si las condiciones de mercado para los túnidos mejoran, y se alcanzan buenos precios, otras unidades productivas darán el salto a embarcaciones de diez metros o más. La media de embarcaciones por unidad productiva ha pasado en este tiempo de algo menos de dos a superar esta cifra. Sólo un par de unidades 49 El cálculo exacto del número de nasas resulta un tanto complicado pues al estar la inmensa mayoría fondeadas no hay posibilidad de contarlas efectivamente, y hemos de confiar en las informaciones de los pescadores para evaluar su número. En los cuadros de estrategias productivas hacemos la estimación según tales datos, prefiriendo tender al subregistro.

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menos capitalizadas, que se encuentran en situación compleja por diversos motivos, han permanecido con una sola embarcación. Antes de la construcción del refugio pesquero, era imposible mantener los barcos fondeados en invierno ante el peligro del mar de fondo. Por ello las unidades productivas poseían un barco grande para trabajar en los veranos durante las bonanzas, que permitían dejarlo en el agua, y otro pequeño para los inviernos que hacía más fácil botar y varar a diario. Dada la protección del refugio contra las inclemencias del mar de fondo, las embarcaciones menores se verán sustituidas por otras de mediano porte en cuanto las unidades productivas puedan deshacerse de ellas. Los cambios en motorización no han sido muy relevantes. Sólo en dos embarcaciones se han modificado los grupos propulsores, aumentando su potencia de forma considerable (de 25 a 42 CV., y de 40 a 110 CV.) El palangre casi ha sido abandonado durante este periodo. De cinco unidades productivas que lo utilizaban en 1984 sólo queda una en 1989. El excesivo tiempo de trabajo necesario para su empleo, las moderadas capturas y el continuo riesgo de pérdida han contribuido a su decadencia. Otras técnicas han cambiado poco. Por ejemplo, el trasmallo lo siguen usando el mismo número de unidades productivas que hace cinco años, aunque con menor intensidad. De todo lo anterior, y del examen detenido de los cuadros resumen, se deducen los rasgos generales de las estrategias productivas. Un buen número (seis, un 35% en 1989) de las unidades se encuentran especializadas en la técnica de la nasa de forma prácticamente total. Sólo una de ellas combina esta técnica con los túnidos, al contar con abundante fuerza de trabajo y elevada capitalización50, y en otra se realizaba en ocasiones alguna pesca a cordel. Las unidades con menor número de nasas (menos de 90) optan por la combinación de técnicas sin excesiva dificultad, pues bastan unos días a la semana para levar todas las nasas, y pueden salir a los bonitos. La segunda técnica en importancia es la pesca de túnidos, a la que, con mayor o menor intensidad, se dedican nueve unidades productivas (53%). De éstas, para seis tiene gran importancia, y para una resulta esencial, convirtiéndose en una especialización similar a la de la nasa, aunque por su carácter estacional deba ser, a la fuerza, combinada con técnicas de

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Sin embargo, esta combinación tiene un coste elevado, por las cifras de nasas que hay que reemplazar por pérdida en cuanto la temporada de los túnidos termina: Y todo aquel que se dedica a las dos cosas, y si tiene suerte y coge bonito pues no pierde de dir a los bonitos porque coge, mientras que las nasas pues se van perdiendo, pasan días y días, ¡eh!, y las nasas... Se desplazan de las marcas, o viene un barco y se lleva la boya y tú ya no vas a buscarlas, pierdes a lo mejor un mes de ir a buscarlas y la corriente se las lleva, y luego vas tú al mes y ya no las sacas

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relleno a lo largo del año. En todas estas unidades los mayores ingresos anuales se espera que procedan de esta actividad. Hasta ahora las embarcaciones que se dedicaban a la pesca de túnidos se enfrentaban con el problema de que sólo podían realizarla durante los veranos: La pesca del bonito es ir, por ejemplo, seis o siete meses de verano ¡eh!, pues, entonces, llega el invierno, pues ya aquí te paras, te paras porque no hay muelle, comprendes, no hay muelle y te paras, tienes que sacar la embarcación y te paras... Para los pescadores el hecho de invertir esfuerzo y dinero en una misma técnica durante el año es garantía —o justificación— de la rentabilidad que ha de ser obtenida: Eso es lo que le pasa a esta gente, que tienen nasas y quieren ir al bonito y eso no puede ser... Nosotros tenemos derecho a coger bonito porque nos dedicamos enteramente a ello, ¿comprendes?, no tenemos otra cosa, es igual que el que coge pescado en una nasa... El que coge pescado en la nasa tiene derecho a cogerlo porque se dedica enteramente a las nasas... Las restantes unidades productivas, con estrategias diversificadoras, poseen una menor capitalización, dedicándose al cordel, la gueldera, el trasmallo y unas pocas nasas51.

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Un caso especial es una unidad productiva, que posee algunas nasas, un chinchorro, sale a los túnidos, utiliza los trasmallos y la gueldera. Resulta especial porque tiene fuerza de trabajo muy abundante en la unidad doméstica (cinco pescadores) y capitalización como para disponer de varias embarcaciones. Desarrollan una cierta especialización en los túnidos y en el chinchorro, técnicas que necesitan de mucha fuerza de trabajo. Han realizado, incluso, varias pescas a la vez, utilizando diversas técnicas y escindiendo en dos la unidad productiva. Esta intensificación del esfuerzo pesquero es muy frecuente, por ejemplo, cuando se está pagando una embarcación. En el chinchorro participan no sólo los miembros estables de esta unidad productiva (padre y cuatro hijos), sino que también lo hacen pescadores jóvenes, ocasionales, o incluso gente de tierra. Esto levantó resquemor y denuncias hace unos años por parte de otros miembros de la comunidad, al emplear mano de obra barata, sin los papeles en regla. Este hecho se ha empleado para expresar rencillas que con frecuencia tenían otro origen: No, por las redes, es que a veces, cuando viene la época del bonito todo el mundo se marcha al bonito ¿no?... Entonces nosotros tenemos allí a 4 o 5 compañeros de aquí, muchachos jóvenes, de aquí, que los pobres, pues mira, cuando se les acaba el trabajo en tierra pues yo me los cojo y me los llevo a la sardina, sin pagar seguro ni nada de eso y por eso los tíos me denuncian, pero nada, yo no le hago caso... Con tales dificultades, el trabajo con el chinchorro a menudo ha tenido problemas por falta de mano de obra, y se ha restringido el reclutamiento a la familia inmediata con artes más pequeños.

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Otra transformación interesante ha sido el comienzo de la utilización de la traíña en 1989 por algunas unidades productivas especializadas hasta ahora en túnidos, y que en épocas de escasez de éstos han comenzado a pescar sobre otras especies pelágicas con tal técnica. Era previsible que, a partir de la construcción del refugio pesquero, quedando resguardadas las embarcaciones durante los inviernos del mar de fondo, se comenzara a emplear. Si durante muchos años no se usó, a pesar de que alguna unidad productiva de la comunidad poseía artes de este tipo de reducido tamaño, fue por factores ecológicos limitantes. Durante el verano el empleo de esta técnica se vuelve complicado por varias razones. Las unidades productivas que podrían hacerlo con frecuencia están más que ocupadas con la pesca de los túnidos. Sólo podrían emplearla para la captura de carnada, y ello contando con el inconveniente del fuerte viento casi continuo que es característico de la zona en los veranos, y que imposibilita su utilización. Con el refugio pesquero ya es posible emplearla en los inviernos, pues los barcos grandes (más de diez metros) que son necesarios pueden permanecer en el agua, fondeados, sin peligro de que el mar de fondo los destroce contra las rocas. Esta innovación tecnológica podría llevar —si hay buenos precios para los túnidos—, a que dos o tres unidades productivas prestas a la transformación opten por estrategias especializadoras centradas en las especies pelágicas durante todo el año, combinando la pesca de túnidos en las épocas en que aparecen cardúmenes importantes, con la de otras especies pelágicas gracias a la traíña —como la sardina, caballa, etc.—. Las capturas de estas últimas son mucho más estables a lo largo del año, permitiendo una estrategia productiva intensificadora y especializada, en la que se invierte considerable capital y fuerza de trabajo, pues se necesitan embarcaciones de más de diez metros (idealmente entre doce o catorce), tripulaciones de cuatro o más miembros y algunos medios técnicos no habituales (sonar, sonda, etc.). Todo indica que las estrategias productivas en los próximos años seguirán la tónica de progresiva intensificación y especialización, favorecidas, como ya hemos apuntado, por la construcción del refugio pesquero. Es probable que varias unidades productivas poco capitalizadas pasen a diluirse, y sus componentes a formar parte de las tripulaciones de los barcos dedicados a la pesca sobre pelágicos, que necesitan más mano de obra de la que puede ser hallada, por lo general, en el seno de la unidad doméstica. Este proceso será efectivo si el precio de los túnidos vuelve a elevarse, y si el desarrollo turístico o la construcción no absorben demasiada fuerza de trabajo52. 52 El gran inconveniente para este tipo de estrategias productivas deriva de los problemas que el reclutamiento de una tripulación de este número de miembros implica, sobre todo en poblaciones que están siendo transformadas rápidamente por el turismo. Ver Galván y Pascual (1989) para un examen estos problemas en las comunidades del Sur de Tenerife.

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2.4.- De los túnidos a la pesca de fondo y los trabajos en tierra: San Miguel de Tajao Los cuadros-resumen de las estrategias de las unidades productivas de la comunidad, evidencian la importancia de la pesca de túnidos en 1986. De once unidades, siete (seis para 1989) poseen embarcaciones de diez o más metros de eslora, que se utilizan sólo para ella. Una particularidad de esta población, enlazada con su estructura de parentesco y la configuración de su espacio social, radica en la propiedad de estos medios de producción. Si en Agaete no se dan casos de propiedad colectiva de los barcos al exterior de la unidad doméstica, en Tajao encontramos varios ejemplos. Parte del linaje que compone la mayor parte de esta comunidad los ha protagonizado de forma sistemática, para las embarcaciones de buen tamaño empleadas en la pesca de túnidos. De esta forma, hermanos y cuñados se han unido para compartir los costosos medios de producción que se utilizan sólo cuando abundan los túnidos, permaneciendo el resto del año inactivos. Entre tres o cuatro propietarios se repartían la carga de adquirirlos, para ser explotados conjuntamente, incluyendo en la tripulación a algún hijo si ello era necesario53. Respecto a los barcos no empleados en la pesca de túnidos, la comparación con los del Puerto de las Nieves es también significativa. No aparecen aquí los medianos de 7 u 8 metros, tan características de esta última población, y que se dejan fondeados en el estío. Los veranos no son tan buenos en cuanto al estado de la mar en Tajao, y las embarcaciones son varadas con una cierta frecuencia en cuanto sopla el viento y el mar se pone malo, aunque muy rara vez en Tajao el mar de fondo es tan intenso como en Las Nieves durante el invierno. La funcionalidad de este tipo de embarcaciones en la comunidad sería muy reducida. La plataforma submarina resulta pequeña para mantener una cifra de nasas tan elevada como en Agaete, y no se utilizan tampoco las nasas grandes, que requieren más de seis o siete metros de eslora. La estrategia productiva era muy clara: cuando aparecían los túnidos, la gran mayoría de las unidades productivas se centraban en este tipo de pesca con los barcos grandes. Cuando no, se trabajaba sobre especies demersales con anzuelo y unas pocas nasas, para lo que bastaba una embarcación de entre cinco y seis metros. La causa de que se haya dado una especialización tan radical en la pesca de túnidos deriva de la rentabilidad que durante bastantes años ofreció en la zona. En palabras de un pescador que primero estuvo pescando en las calmas de Tenerife y después en Tajao: 53 En 1986 hallamos una unidad productiva formada por un pescador muy joven, que todavía no había accedido a la propiedad de la parte en los barcos grandes de su familia, pero que salía con ellos a la pesca del bonito cuando era posible. En 1989 son dos las que tienen tales características.

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Un bermeano pequeño, pero yo llegué, en los tres años que estuve allá abajo, me vine ganando más de ochocientas mil pesetas... Date cuenta que cobré, el último año que estuve, seiscientas setenta y cinco mil, en cinco meses, y después, en el tiempo que estaba en paro, que no había atún, me venía aquí a pescar con mi padre. (...) Digo coño, teniendo uno su casa aquí, estando en una casa, entonces me vine pa acá y estuve pescando, estuve de patrón con los hermanos D., estuve tres años, allí me tocaron en limpio un año que estuve me tocaron ochocientas y pico mil pesetas, en tres meses, o antes de tres meses me tocaron ochocientas cincuenta y pico mil pesetas... Nos cuadró bien, cogimos unas cuarenta y ocho toneladas, estuvimos ahí en Santa Cruz y nos cuadró de puta madre... Atendiendo a que estos testimonios se refieren a finales de los setenta, el monto económico que se podía obtener de una temporada de túnidos era muy elevado, incluso en comparación con las técnicas u otras actividades alternativas. Este tipo de pesca, cuando hay abundancia, es la más intensiva y exigente. Son frecuentes las jornadas de sol a sol sin descansar, el pasar varios días fuera de puerto, y una muy especial tensión de cazador que se respira dentro del barco cuando los atunes están cerca. No en vano, durante una hora de buena pesca se puede cargar un barco grande entre varios hombres. A la vez, la captura de carnada exigirá muchas noches trabajar con las traíñas antes de salir a pescar, combinación que implica un esfuerzo físico casi inaudito54. Sin embargo, a partir de 1989 la crisis en la comercialización de los túnidos ha provocado que apenas se capturen, pues resulta muy difícil obtener un precio similar al mantenido durante la mayor parte de la década de los ochenta55, conduciendo a muchos problemas a los pescadores de las islas que centraban su economía doméstica en tales capturas. En estas comunidades también se establecen diferencias entre los pescadores que van a los túnidos y los que se dedican a la nasa. Esto últimos tendrán un nivel de esfuerzo y dedicación similar durante todo el año, mientras que los primeros lo harán durante una corta temporada, en una pesca que los naseros llaman matadora por el desgaste físico que implica. Las unidades productivas que no participan de los túnidos se dedican habitualmente a lo largo de todo el año a la pesca sobre demersales, estando formadas por pescadores de una cierta edad o jubilados, que suelen salir 54 Miller y Johnson (1981: 136) describen circunstancias similares para Bristol Bay, de jornadas de trabajo de 20 horas, y sólo cuatro para dormir. 55 Los precios en tal periodo se mantuvieron muy estables, por ejemplo, entre 80 y 100 pesetas por kilo de bonito listado.

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solos a pescar con anzuelo y unas pocas nasas, al carecer de hijos que se dediquen a tiempo completo a la pesca. Otros dos rasgos son significativos. Por una parte, la buena motorización de los barcos mayores, que como mínimo alcanza los 90 CV. y en la mayoría de los casos pasa de 110. Este tipo de propulsores es ideal para la pesca de túnidos, en la que resulta imprescindible recorrer grandes distancias en muy poco tiempo. Supera con mucho a la habitual de este tipo de embarcaciones en el Puerto de las Nieves, excepto en el caso de la unidad productiva más especializada de tal población (datos 1989). Esto se halla de acuerdo con la facilidad demostrada por los pescadores de Tajao, y del Sur de Tenerife en general, para desplazarse a otras islas en busca de los túnidos, lo que en Agaete nunca se ha practicado. Sin embargo, en los barcos menores la motorización oscila entre siete y quince caballos, mientras que en Agaete resulta muy superior. La explicación es sencilla. Mientras en Agaete las embarcaciones menores han de recorrer distancias importantes a buena velocidad, para poder recoger el mayor número de nasas en el menor tiempo, en Tajao basta con un motor pequeño y económico que sirva para desplazarse hasta las cercanas zonas de pesca con anzuelo, o para levar unas pocas nasas al día, con lo que un gran número de caballos resulta contraproducente por su coste, mantenimiento y peso. De ahí la reducida potencia que se encuentra adaptada a las necesidades56. La tendencia de los pescadores artesanales del Sur de Tenerife a salir de su territorio habitual en busca del pescado y llegar a otras islas tiene una gran profundidad histórica, dadas sus relaciones con las factorías de salazón de La Gomera. Por el contrario, la existencia de una plataforma submarina muy amplia en Gran Canaria favorecía la intensificación de la pesca sobre especies demersales cuando los túnidos no se hallaban en las cercanías. El número de técnicas empleadas es más reducido que en Las Nieves. Nasa, palangre, túnidos y cordel comprenden la práctica totalidad de ellas en Tajao57, y aún el palangre se emplea muy poco. Como antes comentába-

56 La abundancia de barcos grandes y potentes en Tajao es indicativa de varios años seguidos con buenas capturas de túnidos, que condujeron a los pescadores a invertir buena parte de sus ingresos en dotarse de medios de producción más eficaces. Cuando la pesca de los túnidos declina durante varios años, se enfrentan a alternativas diversas y mal definidas. Para esta misma pesca Middleton (1977) describe situaciones parecidas de incertidumbre entre los pescadores de Manta, en Ecuador. Sin embargo, en tal caso los pescadores tomaron estrategias de no retorno, vendiendo sus canoas y abandonando las unidades productivas, lo que en las comunidades canarias no ha llegado a ocurrir. Los barcos pequeños siempre subsisten, al menos en las comunidades de nuestro estudio, y los barcos grandes también se mantienen durante muchos años, a pesar de la crisis actual de los túnidos. 57 Existen algunas otras técnicas que se ponen en práctica, pero de forma muy esporádica. La gueldera de bogas se emplea para la captura de carnada para túnidos, al igual que se usaba el

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mos, la estrategia productiva más generalizada se fundamenta en la combinación entre cordel-nasa (pescas sobre demersales) y túnidos cuando éstos hacen su aparición. Su uniformidad está muy marcada, y ello se manifiesta tanto en 1986 como en 1989. En el lapso de tiempo transcurrido entre ambas fechas ha aumentado el número de nasas por unidad productiva, pero las cifras totales todavía se hallan muy lejos de las que encontramos en el Puerto de las Nieves. Sin embargo, hemos de hacer otras consideraciones. Si en el caso de Agaete no hay prácticamente pescadores que simultaneen la pesca con otras actividades fuera del sector, en Tajao encontramos varios ejemplos de ello. La cercanía de una zona turística muy importante en el Sur de Tenerife ha provocado que el mercado de fuerza de trabajo se expanda, ofreciendo alternativas que, en épocas de bajas capturas de túnidos, convierten los trabajos por tierra en muy atractivos. De hecho, unos cuantos pescadores de diferentes edades han dado el salto, y se encuentran dedicados al trabajo en el sector servicios. Por ejemplo, la instalación de una gasolinera en las cercanías de la comunidad significó que varios abandonaran la actividad, y que otros la desarrollaran a tiempo parcial. La estrategia de la unidad productiva que integra esta última combinación de faenas resulta muy significativa, simultaneando la pesca en un horario flexible con el trabajo en la gasolinera. De este modo, se elevan ingresos a costa de un gran número de horas de trabajo. En otros casos se combina la pesca de túnidos —en buenos momentos— con trabajos temporales por tierra en la construcción, y con la pesca a tiempo parcial sobre demersales en los días libres. Al menos tres o cuatro pescadores desarrollan estrategias de este tipo. En esto tiene una gran importancia la fuerte expansión económica en el Sur de Tenerife. De ser un erial, ha pasado en muy pocos años a protagonizar un desarrollo turístico vertiginoso, incrementando el peso del sector de la construcción hasta límites insospechados. Las vías de evolución de las unidades productivas en la comunidad dependen de la situación de su entorno. Si continuase la coyuntura turística expansionista, no sería muy aventurado pronosticar la reducción en el número de unidades productivas y de efectivos. Sin embargo, parece que la curva de esta expansión comienza a declinar, con lo cual podría producirse un retorno a la actividad pesquera por parte de los que la abandonaron, o que se reduzca el absentismo de la población joven hacia la pesca.

chinchorro hace unos años para el mismo fin. Ocasionalmente una unidad productiva va a pescar la aguja con técnicas muy especiales (una especie de caza al vuelo de las agujas atraídas por la luz de un gran foco). Alguna otra técnica no citada aquí puede ser utilizada, pero su importancia es mínima, como el caso de los tambores.

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2.5.- Del trasmallo al anzuelo: El Pris El caso de la población de El Pris quizás sea el más interesante en lo referente a la transformación de las estrategias productivas en los últimos años. Partimos de datos de 1983 que comparamos con los de 1989. De 19 unidades productivas censadas en la primera fecha encontramos que todas poseen trasmallos. Su utilización no tenía un carácter lateral, sino que era la técnica fundamental (excepto en dos casos), constituyendo la especialización por excelencia. Cada pescador llegaba a poseer unos veinte o treinta paños58, y en alguna unidad productiva se combinaban sesenta o más de estos artes. No todos se empleaban a la vez, pero, dada su fragilidad y los fondos de rocas en que se trabajaba, era necesario contar con una buena cifra de reserva para sustituir los que se estropeaban durante la época en que esta técnica era utilizada de forma intensiva (el verano). Las estrategias en tal fecha, y desde al menos una decena de años, giraban en torno a tales artes para la práctica totalidad de las unidades productivas. El resto de las técnicas que se reseñan en el cuadro eran simplemente complementarias. El trasmallo se cala bien por la tarde para recoger a media mañana del día siguiente, o bien de madrugada para sacarlo poco más o menos a la vez. Deja disponibles un cierto número de horas (entre 3 y 5), desde el amanecer hasta su recogida, que es posible dedicar a otras técnicas (nasa, cordel, gueldera, potera o incluso el sardinal59): Son artes que no hace falta nadie allí para ellos pescar, si quieren coger algo. Todos usan el cordel para pescar un rato, ¿no?, y a los trasmallos, porque mientras los trasmallos pescan va uno a ver si coge un kilo de pescado... ¡Para estar aquí en tierra...! Los trasmallos los echas a las seis o seis y media de la mañana y hasta las diez y media, pues esas dos horas te pegas pescando... El trasmallo y la pandorga lo trabajas al mismo tiempo. El trasmallo se hecha a las seis de la mañana, se va a tierra, se coge la pandorga, y se está hasta las nueve o las diez,

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En la mayoría de las unidades productivas de esta comunidad era usual que cada pescador adquiriera los materiales para sus paños de trasmallo, y los confeccionara con la ayuda de alguna mujer de la familia. Estos artes de pesca se ponían en común en la unidad productiva, partiéndose el producto de la pesca por la mitad entre sus dos miembros usuales. Cuando se daba el caso de que la unidad productiva estuviera compuesta por padre e hijo, la adquisición y confección de los trasmallos era común. 59 Este arte se adquirió de forma colectiva en 1984, pero no se ha usado excesivamente. Por ello no lo reseñamos en el cuadro de estrategias productivas. Resultaba compatible con el trasmallo, siendo posible distribuir las horas de trabajo al día entre ambas técnicas.

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se deja en tierra y se da a las mujeres para vender, y se va a recoger los trasmallos, a las once se está en tierra y con el otro pescado vendido, y así se hacen dos pescas Casi todas las unidades productivas se dedicaban a la nasa junto con el trasmallo (16, lo que supone un 84%), una cifra ligeramente inferior lo combinaba con el cordel (14, un 74%), y un número un poco más pequeño hacía lo propio con la gueldera, de bogas o viejas (13, un 68%). Esta última versión de la gueldera sólo era empleada por una unidad productiva, pues las especies capturadas eran las mismas que para el caso del trasmallo, entrando en competencia directa con éste y ofreciendo una menor rentabilidad comparativa. Por ejemplo, mientras el trasmallo permanecía calado se podía practicar otra pesca y con la gueldera ello era imposible. El número de nasas por unidad productiva era muy reducido: entre cinco y nueve. Ello confirma todavía con más intensidad el predominio del trasmallo en las estrategias productivas de El Pris para 1983. En 1989 su número permanecía siendo reducido, pero ahora con un creciente control por parte de la Comandancia de Marina en cuanto a los tipos de malla, etc. Las embarcaciones empleadas por los pescadores de El Pris estaban adaptadas a sus condiciones de trabajo. Cada unidad productiva contaba con uno o dos barcos de reducidas dimensiones con que realizar la pesca durante los inviernos. La gran mayoría habían sido realizados por el mismo carpintero de ribera —de Valle Guerra—, con dimensiones muy similares y escaso caballaje (entre cinco y diez CV.). Se varaban a diario por una rampa muy pronunciada con la ayuda de un winchi, siendo imprescindible que fueran ligeros y de reducidas dimensiones para tener cabida en el pequeño varadero disponible. Además, debían ser muy maniobrables para poder calar y recoger el trasmallo muy cerca de las rocas de la costa, o para pescar con la técnica del paleado en el verano con buen tiempo, cuando la embarcación debe penetrar entre risco y trasmallo durante la noche y golpear el agua con los remos para que el pescado se enmalle en su huida. El arte se cala y recoge en poco tiempo, de modo que para estos tipos de pesca resulta esencial una embarcación de pequeño tamaño, que pueda ser utilizada con los remos sin dificultad. Los desplazamientos eran cortos, y en caso de repentino mar de fondo con una embarcación de mayor envergadura sería muy difícil, si no imposible, salir del agua y varar. La situación se modificaba durante los veranos. Se podían mantener fondeadas las embarcaciones sin miedo a que un repentino mar de leva las arrojara contra las rocas. Era posible utilizar barcos mayores con motores mucho más potentes, que permitían acceder a un territorio más extenso y trabajar con el trasmallo en territorios de comunidades colindantes, que normalmente no lo empleaban. Estas zonas vírgenes ofrecían una rentabili-

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dad muy elevada. Los trasmallos, una vez en los lugares de pesca, y si estos ofrecían muchas dificultades, podrían ser calados con la ayuda de un bote transportable a remolque de las embarcaciones mayores, o sobre éstas. Los barcos grandes suelen tener aquí una eslora de entre seis y ocho metros y medio, con motorizaciones de 25 a 45 CV. El verano es la estación más rentable para la pesca, pues se puede faenar todos los días con seguridad, sin perder meses enteros por el mal tiempo como durante los inviernos, y por ello en el estío era posible emplear un número muy superior de paños de trasmallo sobre territorios sin esquilmar. Las unidades productivas en esta época con frecuencia se fundían entre sí, nucleándose tripulaciones de tres o cuatro personas que durante los inviernos se volvían a escindir. Entre las 19 unidades productivas de esta población (1983) encontramos 13 con un barco grande60 o con parte en uno, quedando solo los pescadores de más edad, los más jóvenes o los marginales, exentos de la propiedad de estos medios de producción. Los más jóvenes salían en los barcos grandes de sus padres durante esta época, por lo que el número de unidades productivas que durante los veranos utilizaban este tipo de embarcaciones ascendía a unas 15 (79%). Varias unidades productivas poseen varias embarcaciones pequeñas de las mismas características (4,5 metros y pocos CV.), entre cinco (1983) y dos (1989). La explicación radica en la movilidad de las personas entre las unidades productivas, en la abundancia de las constituidas por dos hermanos o al menos por dos pescadores mayores, y en la tendencia a poseer individualmente los medios de producción mínimos necesarios para la pesca, que se concretan al menos en una embarcación de estas dimensiones. A pesar de que en todas las unidades productivas era utilizado el trasmallo, en una de ellas el cordel61 se mantuvo como técnica fundamental al contar con dos verdaderos especialistas —hermanos— en su empleo, que obtenían buenas capturas. Ambos tenían un conocimiento profundo de los fondos del territorio de pesca, del comportamiento de los peces y de los bajones o pesqueros donde hallarlos. De este conocimiento especializado

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Evidentemente la conceptualización de lo que debemos entender por un barco chico o grande tal y como aquí es utilizada depende de lo que los pescadores de la comunidad entiendan por tales. Un barco grande de El Pris puede ser perfectamente un barco mediano de Agaete o de Tajao, o un barco pequeño para los pescadores de otras comunidades. 61 Estrictamente hemos de reseñar que no era esta la única unidad productiva que empleaba el cordel. Los jubilados también lo usaban de forma preferente, igual que la pesca con caña desde tierra. Los jubilados aquí lo usan, es que no pueden sino usar el cordel sólo... Los jubilados no pueden coger el pescado, no pueden echar artes de ninguna clase... Ni coger el pescado pa vender tampoco pueden, pero todos venden, ¿no?... Porque ninguno vamos a... Porque hoy le toca a uno, mañana le toca a otro...

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carecían los más jóvenes, pues habían comenzado a pescar cuando ya el trasmallo era la técnica reina, y sólo era dominado por los pescadores mayores, que años atrás habían trabajado extensamente con otras técnicas sobre demersales como la liña y la pandorga de viejas. En 1984 se producirá un conflicto fuertísimo con las comunidades aledañas del Norte de la Isla por el empleo del trasmallo. Su uso fue rechazado por las restantes poblaciones, a causa de sus implicaciones negativas sobre las especies demersales que se dejaban notar desde hacía años. El conflicto condujo a la adopción de medidas restrictivas de esta técnica para todo el Archipiélago, y a la desaparición total de su empleo para la comunidad que nos ocupa, a pesar de su resistencia. En 1989 ya no lo utiliza ninguna unidad productiva de El Pris, habiendo sido forzada una involución tecnológica hacia técnicas más simples y que requerían atención constante del pescador: la pandorga de viejas y el anzuelo. De esta forma se reproducía la situación anterior a la generalización del trasmallo y se posibilitaba una adaptación más estable a largo plazo, al ser técnicas más selectivas y con menor capacidad extractiva. En nuestros días, tal como se ve en el cuadro para 1989, las técnicas empleadas se reducen al anzuelo, que se ha convertido en la técnica predominante, la nasa, las pandorgas de viejas y bogas, y el tambor. La importancia relativa de cada una, de mayor a menor, se correspondería con la relación apuntada. La transformación ha conducido a una rentabilidad mucho más reducida de las faenas pesqueras, y a que buena parte de los jóvenes se dediquen a otras actividades por tierra, sobre todo a la construcción. Han sido examinadas las estrategias desarrolladas por un conjunto de unidades productivas de pescadores canarios en su adaptación a un medio marino y social cambiante. De una situación de libertad tecnológica, ante la disminución de recursos, se ha pasado, como es el caso de El Pris, a unas fuertes restricciones que han producido una total involución en las técnicas de pesca utilizadas, y una reducción en los ingresos de los pescadores. La influencia del turismo se ha dejado notar de forma importante en Tajao y en menor medida en el Puerto de las Nieves. La construcción en esta última comunidad de un refugio pesquero provocará que las estrategias productivas giren todavía más en torno a las especies pelágicas. Si en esta población ya teníamos ejemplos de estrategias intensificadoras (en capital) y especializadas (en técnicas de pesca), a partir de este momento aumentarán, mientras se mantengan las condiciones del mercado de trabajo, no penetre demasiado el sector servicios, y se obtengan buenos precios por las capturas. Hemos terminado hablando de la involución tecnológica en el caso de El Pris, y ello no es más que un ejemplo del papel que la territorialidad puede llegar a tener entre los pescadores canarios. En el siguiente apartado abordaremos la cuestión de la apropiación del medio con mayor profundidad.

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3.- LOS PROCESOS DE APROPIACIÓN DEL MEDIO MARINO INSULAR Los pescadores faenan en un medio donde han de ser empleados útiles extraordinarios que posibiliten sus labores: barcos, instrumentos de propulsión, artes de muy diverso tipo... En su trabajo cotidiano actúan como cazadores62. Con ellos, y con otras múltiples formas de organización social, comparten el fenómeno de la territorialidad. Pero, ¿qué entendemos por territorialidad? Siguiendo a Dyson-Hudson y Smith (1978: 153-4), sólo podríamos calificar de territorialidad en este contexto aquellos comportamientos por los que se prohíbe la entrada a una zona marítima o de aguas interiores, incluso cuando tal intromisión no tenga el propósito de llevar a cabo, por ejemplo, ningún tipo de pesca. Tal perspectiva nos restringe a un grupo de fenómenos reducidísimo. Incluso en aquellas zonas (escasas por otra parte) donde se plantea una defensa de perímetro, lo más usual es que el hecho defensivo se produzca exclusivamente cuando se pretende acceder a la actividad pesquera, no por permanecer o introducirse dentro del territorio. Además, ¿qué otro término podríamos aplicar a las formas de control del acceso a los recursos que hallamos entre los pescadores? No se trata ahora únicamente de analizar sociedades de cazadores-recolectores. El tema de las formas de territorialidad entre los pescadores sólo puede ser abarcado desde el amplio espectro de la definición de Cashdan63, que Martínez Veiga todavía amplía más al hablar de área espacial más o menos fluida para el esquema de defensa territorial basado en las fronteras del grupo social64. El enfoque teórico de estos trabajos se ve dominado por el modelo de defendibilidad económica. Según este planteamiento, se espera una conduc-

62 Aunque muchas de sus características son las de los cazadores, a la vez comparten otros aspectos con poblaciones agrarias (McCay 1981b: 1). Si las técnicas y las características de los recursos son muy parecidas a las de los cazadores, las relaciones sociales de producción y la organización social, elementos mucho más importantes, pueden tener más que ver, según cada caso concreto, con las de los campesinos, los proletarios industriales o los capitalistas (McCay op. cit, p. 2). 63 En sus palabras: Siguiendo a Carpenter y MacMillan (1976: 639) yo reconozco la territorialidad como «el mantenimiento de un área dentro ‘de la cual los residentes controlan o restringen el uso de uno o más recursos ambientales’». Con esta definición, que yo creo que se halla bien adaptada a los recolectores humanos, la territorialidad puede ser entendida como un tipo de gestión de recursos que depende de controlar y limitar el acceso a los recursos. El uso exclusivo de un territorio puede derivarse de ello, pero no es una parte necesaria de ello. (Cashdan 1983: 47-8). 64 En palabras de este autor: El territorio sería un área espacial más o menos fluida en donde los residentes controlan o restringen el uso de algún recurso. (1985: 37)

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ta territorial cuando los costes de llevarla a cabo con el uso exclusivo y defensa de un área sean menores que los beneficios que tal conducta reporta (Dyson-Hudson y Smith 1978: 155). Tanto los beneficios como los costos de una conducta territorial se encuentran en función de los factores ambientales. Cuanto más abundantes y predecibles sean los recursos mayor será la posibilidad de que se establezca un sistema de defensa de perímetro geográficamente estable, al ser mayores los beneficios y menores los costos (Dyson-Hudson y Smith 1978: 159), siempre que exista competencia por su empleo (Cashdan 1983). Sin embargo, los hombres pueden proteger unos recursos en formas que no tienen nada que ver con la defensa de perímetro. Por ejemplo, Cashdan (1983) revelará, para aquellos casos en que llegan a ser escasos e impredecibles, la adecuación del sistema de control por medio de limitar el acceso al grupo social que habita el área (defensa de los límites sociales). Tal sistema se muestra eficaz gracias a una serie de condiciones, entre las que resulta fundamental el valor del posible intercambio de información con los intrusos, sin la cual resulta muy costoso o inviable explotar el medio. El tema del intercambio controlado de información tiene mucho que ver con la importancia que para el comportamiento humano posee la acumulación social del conocimiento. El análisis de estos fenómenos, por tanto, ha de encontrarse iluminado por la búsqueda del efecto que tal acumulación ejerce sobre los costos y beneficios de la defensa territorial. En nuestros días, en poblaciones de pescadores contemporáneas, podemos hallar manifestaciones de territorialidad muy diversas. Es factible encontrar, por ejemplo, esquemas de defensa de perímetro, sistemas de acceso más o menos abierto en muchas partes del mundo, lugares en los que se limita el empleo de ciertos artes con mayor o menor fuerza, etc. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos encontraremos que los recursos marinos son de propiedad común, aunque este carácter comunal no implica que todos los individuos posean las mismas posibilidades de acceder a ellos, ni que puedan explotarlos sin limitaciones.

3.1.- La mar es de todos: de la historia de un mito a la tragedia de lo comunal La definición de los grandes mares del globo como propiedad común de acceso abierto (la mar es de todos), surgió como reacción a las reclamaciones de dominio exclusivo que España y Portugal planteaban en el tratado de Tordesillas, o a los monopolios comerciales que establecían con sus colonias. La doctrina de mares abiertos fue encabezada por la Compañía

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Holandesa de las Indias Orientales, para conseguir sus fines mercantiles y comerciales en Asia (McCay 1987a: 195). En Europa los derechos sobre la pesca fueron históricamente privatizados con frecuencia, sobre todo en el caso de aguas interiores (ríos, lagunas, albuferas, etc.). En España, voces como la de Alfonso X el Sabio clamaron por la libertad de uso del mar. Sin embargo, en siglos posteriores, La Corona se reservó el derecho de conceder su explotación a los que le pagaban con servicios prestados a la marina real. Las matrículas del mar, esbozadas en el XVII y plenamente restrictivas en el XVIII, sólo permitían el acceso a la pesca a aquellos marinos que prestaban sus servicios en los buques de la armada. La posesión del mar ya no era de todos, los comunes habían desaparecido, y sólo se podía llegar a ellos a través de un alto precio. Tal costo en nuestros días está ausente pues la pesca se ejerce sobre unos recursos comunes a los que cualquiera con unos mínimos requisitos y escasas limitaciones puede acceder. El tema de la comunalidad de los recursos puede plantear muchos problemas, y sobre tal concepto se han publicado numerosos trabajos en los últimos años. Quizás el más relevante, y el que ha despertado mayor polémica —durante más de 20 años— sea el de Hardin (1968). Podemos plasmar los grandes rasgos de su teorización aplicados al caso de las pesquerías. Para Hardin los recursos a compartir son finitos, de modo que sólo podrán soportar un esfuerzo pesquero también finito a determinar según las características de las zonas de pesca. Sin embargo, este esfuerzo pesquero finito no se encuentra distribuido de ninguna forma organizada en la mayoría de las pesquerías. Las unidades productivas, a su albedrío por lo general y sobre todo en muchas pescas artesanales, ejercen un mayor o menor esfuerzo pesquero. Por ello, la actividad que nos ocupa implica desde una perspectiva maximizadora preguntas como las siguientes para los actores sociales: ¿cuáles son las ventajas y los inconvenientes de doblar el esfuerzo extractivo? El componente positivo de la respuesta recoge las ventajas de contar con un producto de la pesca mucho mayor y, por tanto, con beneficios más elevados para el individuo que toma una actitud intensificadora. Sin embargo, los componentes negativos se diluyen entre todos: los efectos de la sobrepesca son compartidos por el cúmulo de unidades productivas que faenan en un determinado territorio, tengan o no estrategias productivas intensificadoras, por lo que el lado negativo de tal opción es sólo una fracción de los beneficios posibles con la misma, al menos a corto plazo. Como dicen los pescadores, si no cojo yo el pescado lo hará otro (Andersen 1972: 139). Todo lo anterior provoca, con frecuencia, un aumento continuo del esfuerzo pesquero por parte de los actores sociales, en principio sin límite desde su perspectiva, pero en un mundo que se encuentra limitado. Lo cual

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no conduce más que a la ruina (Hardin 1968: 1244-5), que se concreta en los problemas de la sobrepesca, evidentes a niveles locales o en extremos como la extinción mundial de especies. Los recursos comunes para Hardin sólo son justificables bajo condiciones de baja densidad de población. Con su incremento han sido abandonados continuamente. En primer lugar ocurrió con la agricultura o con los pastos. Para algunas pesquerías se están tomando medidas similares. Numerosos tratados internacionales se dirigen a limitar el esfuerzo pesquero, bien mediante una cifra total de capturas que no puede ser superada, bien utilizando un esquema de entrada limitada. Esta última postura implica la concesión de un número determinado de licencias de pesca bajo ciertos requisitos (tipo de barco, artes, etc.). Con ello se da, de hecho, una privatización de los recursos comunes. Ambas opciones, la intervención del Estado o la privatización de los recursos comunes, son para Hardin y sus seguidores las únicas salidas a la tragedia de los comunes. Desde la teoría se asume que los individuos que explotan tales recursos no son capaces o no están interesados en cambiar o regular tal estado de cosas. Sin embargo tales circunstancias no son tan excepcionales. Por otra parte, los recursos comunales concretos pueden estar sometidos a diferentes regímenes (Berkes & Farvar 1989; Galván 1990: 51-3): libre acceso, propiedad comunal, propiedad estatal, o propiedad privada, como modelos ideales que se concretan e interrelacionan de modo variable en la realidad. Las situaciones de libre acceso serían aquellas en que los derechos para explotar el recurso no son exclusivos ni transferibles, todo el mundo puede acceder a ellos y de facto no existe propiedad. En la comunal los recursos son controlados por un grupo concreto, con reglas de quién puede hacer uso de los mismos y bajo qué condiciones. En la propiedad estatal el control y la apropiación corresponde al Estado, que puede conceder derechos de uso, licencias de explotación. Cuando estas pueden ser transferidas, estamos en el caso de recursos comunales que pasan a ser casi —o totalmente— de propiedad privada. Quizás el mayor problema de la teorización de Hardin es que confunde libre acceso con propiedad comunal65. Muchos de los territorios de pesca se encuentran regulados —de manera formal o no— en su aprovecha-

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En palabras de McCay & Acheson: Infortunadamente, muchos de los que usan el modelo de la tragedia-de-los-comunes han fallado en reconocer sus asunciones y en verificar su aplicabilidad al caso concreto. Entre estas asunciones están que la propiedad común es siempre de la variedad de acceso abierto; que los usuarios son egoístas, sin restricciones de normas sociales de la comunidad, e intentando maximizar las ganancias a corto plazo; que los usuarios tienen perfecta información, y que el recurso está siendo usado tan intensivamente que la sobreexplotación y el agotamiento son posibles. (1987: 7).

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miento, estableciendo límites a las iniciativas individuales e imponiendo reglas de pesca que las mismas comunidades definen, condicionando ese acceso universal del que habla Hardin y convirtiendo recursos de libre acceso en propiedad comunal. El sesgo individualista de muchas de las teorizaciones que siguen sus posturas conduce a subestimar las capacidades de los individuos para cooperar (McCay & Acheson 1987: 7-8), pues la historia muestra múltiples ejemplos de propiedades comunales bien gestionadas, y a sobreestimar la accesibilidad de los recursos para cualquiera que intente explotarlos. Pero, ¿hasta qué punto son comunes los territorios de pesca en Canarias? Si bien desde un punto de vista legal cualquiera con unos pocos requisitos puede acceder a la pesca, ¿de hecho podría hacerlo en cualquier zona?... Los pescadores con frecuencia hablarán de que la mar es de todos. Esta afirmación no es más que el reconocimiento de una situación “legal” que permite a cualquier ciudadano —que cumpla unos requisitos administrativos— salir a la mar. De hecho hay múltiples formas de limitar el acceso: especificando las técnicas que se pueden emplear, restringiendo la circulación de la información acerca de donde se encuentran los recursos, etc. A menudo estos procesos van acompañados por el enfrentamiento o por la envidia y el engaño. Los conflictos por la utilización de estos bienes comunes son más que frecuentes, e intentaremos ejemplificarlos con las comunidades que comentamos en este artículo. Sin embargo, la apropiación del medio marino no se realiza cotidianamente a través del conflicto. Hay otras formas de expresarla mucho más difíciles de percibir en primera instancia, y el secreto es un ejemplo de ello. Intentaremos describir cómo es utilizado por los pescadores para reducir la competencia sobre el medio marino.

3.2.- El secreto, una forma de territorialidad En cualquiera de estas comunidades no es tan fácil comenzar a pescar, sobre todo si se trata de demersales. Estos se capturan con más facilidad en lugares específicos, diferentes para cada pez, y en los que la abundancia relativa de individuos varía mucho. Los pesqueros pueden ser aglomeraciones de rocas en medio de una gran extensión de arena, hoyos en los que cría el pescado, arrecifes, barcos hundidos, etc. En estas zonas se refugian los peces de fondo, que llegan en algunos casos a integrarse sólo en lugares con características perfectamente definidas. Sobre ellos, así como sobre la situación de los cardúmenes de especies pelágicas, se mantiene un secreto sistemático (Tefft 1980a: 14). Cuando se trata de pesqueros cercanos a tierra, se les localiza por medio de sistemas de coordenadas levantados sobre puntos de la orografía

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de la costa que se guardan con celo (Jorion 1978: 88). Los pescadores construyen estas representaciones bien a partir de su experiencia individual o al trabajar con otras unidades productivas, bien en función del conocimiento transmitido oralmente (Jorion 1978: 87). Las palabras de un pescador de Tajao pueden ejemplificar cómo se restringe el flujo de conocimiento en este terreno: Yo he nacido aquí, y mis hijos aprenden conmigo los puestos, los puntos, claro, eso se les queda en la memoria y después los hijos hacen igual. Eso es una cadena, pero claro, no es que cada uno tenga los suyos, porque eso es libre. Pero nosotros los tenemos marcados por tierra y siempre vamos a los mismos. Vamos a suponer, mil metros ahí fuera, y nosotros echamos una nasa profunda bajo el agua y ponemos una marca, porque si no, no damos con ella. Y al ser profunda no la podemos ver. Y si le ponemos una boya debajo del agua tampoco. Por eso le ponemos una marca, por allí y por aquí por tierra. Y entonces, cuando las dos marcas están a punto allí está. Eso es secreto, igual que una nasa. Porque si lo sabe todo el mundo dicen aquí hay una nasa y se la lleva todo el mundo. Los pescadores poseen conocimientos topográficos de los fondos con los que se encuentran familiarizados, conjuntos de mapas mentales que se corresponden con la localización de cada especie a través de los diferentes momentos del ciclo anual. Estos mapas no tienen por qué corresponder a las representaciones espaciales de la cartografía. Antes bien, se alinean con esquematizaciones emic quizás más similares a los mapas medievales (Jorion 1978: 93), en los que se organizan una colección ordenada de pesqueros relevantes: Es que todo esto lo tenemos conocido, ya tú ves, toda esta parte, toda, como si tú te vas caminando ahora de aquí al valle sabes todo, ¿verdad? Sabes donde tienes un bache, donde no lo tienes, y nosotros como por todo ese lado hemos echado antes, pues ya sabemos todo, lo mismo, sabes donde vas a subir un lomo, donde no lo vas a subir... Como andamos fijo por ahí, conocemos la carretera esa como dice el refrán. En nuestras comunidades las marcas son transmitidas de padres a hijos, y pueden ser aprendidas también al pescar en otras unidades productivas distintas de la familiar. Su conocimiento en profundidad convierte a un pescador en especialista, pudiendo extraer mayor rentabilidad de una deter-

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minada zona que cualquier otro, al saber cómo usarla. De estos datos se guarda celoso secreto, pero el resto de los pescadores de una población no se conformarán con su desconocimiento. Antes bien, intentarán por todos los medios posibles hacerse con las marcas relevantes en una determinada zona si se demuestran productivas y no las conocen. Con tal fin, por ejemplo, seguirán a las tripulaciones más exitosas, intentando colocarse a su lado cuando estén extrayendo las artes del fondo. La estrategia de la unidad productiva perseguida será engañar por todos los medios posibles a sus perseguidores. Para ello no se acercará a los mejores pesqueros, pondrá los cabos de las nasas mucho más largos de lo debido para que no se pueda saber donde está exactamente el arte, etc. Incluso podrá tomar opciones más agresivas (Jorion 1978: 95), induciendo al engaño (Andersen 1988) y a la pérdida de artes de pesca. Este conocimiento detallado de los fondos marinos en nuestras comunidades se ha desarrollado a partir de la pesca con anzuelo, con la que el coste de experimentación es mínimo en material, mediante la observación directa en escasa profundidad, y a través de una moderada experimentación con nasas, acumulándose este saber en las unidades productivas con el paso de las generaciones. El secreto tiene la función de limitar la competencia, al restringir el flujo de datos sobre la localización del pescado (McCay 1978: 401-2). Nos encontramos en este terreno ante una verdadera economía de la información. La adecuada gestión de su adquisición, almacenamiento, recuperación, transmisión y uso, evitando pérdidas, resulta esencial para el éxito de las unidades productivas (Andersen y Wadel, 1972b: 160-1). En este caso existen esquemas territoriales muy semejantes a los que Cashdan describe como el control de los recursos por medio de limitar el acceso al grupo social que habita el área (defensa de los límites sociales). Entre los pescadores se trata de limitar el acceso a la información sobre el medio marino de que disponen los miembros de la comunidad, las unidades domésticas o las productivas, para que de esta forma los intrusos que pretenden trabajar sobre los mismos territorios tengan que asumir los costos de experimentación. Por supuesto, hay diferencias entre ambos esquemas, pues el control de la información se realiza no sólo globalmente por parte de la población de pescadores frente a los intrusos (como sería el caso descrito por Cashdan), sino que también existe una economía de la información a su interior. Pero ya Martínez Veiga describe la acumulación diferencial de conocimiento entre los cazadores recolectores (1985: 40), por lo cual no debemos extrañarnos de hallar tales fenómenos en los pescadores. La defensa de la información se producirá de esta forma a dos niveles, al de las unidades domésticas o productivas frente a las restantes de una determinada población, y por parte de todos los pescadores de la misma frente a los intrusos, cuando éstos pretenden acceder a recursos importantes.

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En este sentido hay un amplio cúmulo de conocimientos sobre el territorio (pesqueros, bajones, etc.) del que disponen todos los pescadores de una comunidad, y que no se comunicará a los extraños. El gran valor de la información resulta evidente, por ejemplo, en aquellos casos en que los cardúmenes no aparecen en sitios concretos de forma predecible con mucha antelación. Saber en cada momento dónde hay pescado implica poder capturarlo con gran facilidad, por lo que la gestión de estos datos relevantes resulta esencial para la unidad productiva. Incluso a su interior podemos hallar un cierto nivel de secreto entre el patrón y el resto de los componentes de la tripulación, cuando ésta es numerosa y no tiene carácter familiar (Andersen 1979b: 320). El patrón no comunicará a los marineros los puestos o las marcas en las que trabajan, y no les dará más información que la necesaria para realizar las tareas encomendadas. En las unidades productivas de las comunidades que nos ocupan (incluso las de dos personas), cuando se integra en la tripulación a un marinero de fuera de la unidad doméstica, la transferencia de conocimiento estará siempre balanceada, ofreciendo un limitado monto de información, y esperando siempre la reciprocidad. Como dice un pescador de El Pris: Por ejemplo, yo estoy saliendo ahora con esta gente, y ellos me enseñan a mí algo y yo les enseño algo. Como mismo aprendemos puestos, se aprenden puestos sin saber. Que hay un intercambio pero... Controlado... Si no sería un disparate... Yo voy aquí y cojo veinte kilos de pescado y nadie coge nada por ningún lado. Incluso nosotros mismos a veces, entre nosotros, tenemos mala uva, porque vienen barcos pescando al garete derechos a nosotros y yo me levo y me voy para que no cojan las marcas.... El cuidado que se le da a este tema no implica que no existan procesos de comunicación en el seno de una población de pescadores. Los marineros comentan abiertamente sobre los territorios de pesca, los nombres que se le dan a los pesqueros que conocen todos los miembros de la comunidad, o el comportamiento de los peces. Pero nunca se mencionan los lugares de pesca que se están demostrando más rentables, y mucho menos las marcas concretas que pueden conducir hasta ellos. Tales datos caen dentro del mecanismo del secreto (Forman 1967: 20-1). Cuantos más barcos pretenden faenar en el mismo pesquero, tanto mayor es la influencia negativa de cada uno en las capturas de los restantes, y se percibe más rápido el decrecimiento en las capturas por unidad de esfuerzo. El estado del mar y del tiempo recibe continua atención por parte de todos los pescadores, y los datos sobre esta cuestión suelen, al menos en las

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poblaciones que nos ocupan, fluir sin dificultad. Igual ocurre con la información sobre peligros, motores, etc. En general, toda aquella que no ponga en peligro la rentabilidad de las actividades extractivas, al facilitar la competencia de otros barcos, será transmitida entre los pescadores, salvaguardando los rasgos generales de una colaboración sostenida que puede tornarse muy importante en momentos de emergencia. Ni siquiera los requerimientos de información sobre la localización del recurso son, con frecuencia, rehusados. Podrán ofrecerse en este caso datos fragmentarios, que no permitan su localización, mentiras más o menos veladas que despisten al competidor, e incluso información conscientemente equivocada para perjudicar a alguna unidad productiva si existen motivos para ello (Andersen 1980: 208), haciéndole perder tiempo o induciéndola a estropear sus artes. Un ejemplo claro de estrategias similares lo encontramos en las descripciones de las comunicaciones por radio entre patrones de pesca de altura. Estos patrones han de controlar la información que fluye a través de los aparatos de radio (Andersen 1980: 213), de manera que sólo se sepa de su barco lo que ellos están dispuestos a dar a conocer. Pasan muchísimo tiempo pendientes de la radio, intentando adivinar la actual distribución de los otros barcos y su éxito en la pesca, y a la vez han de proporcionar alguna información para no ser excluidos del circuito de su flujo, lo cual puede resultar muy inconveniente (Stiles 1972: 48; Andersen 1979b: 326). Entre los mecanismos que se emplean en este intercambio controlado de información, el más frecuentes es la infravaloración de las capturas, en grados que pueden alcanzar el 50%, tanto de cara a otros barcos como respecto a los propietarios de la embarcación cuando son grandes compañías con muchos buques. Ni siquiera los barcos de la misma empresa deben saber cuáles son los niveles reales de capturas, de ahí esta restricción. La frase hay poco pescado se oye hasta la saciedad en cualquier nivel de una pesquería. Sólo cuando no es posible ya mentir, al desembarcar el producto, será factible reconocer cuánto se había pescado. Sin embargo, en la pesca artesanal aún en este caso se continuarán minimizando las capturas y los ingresos. Saber discernir la información verdadera de la falsa y tener éxito en la gestión del flujo de datos que rodea las actividades pesqueras es tarea ardua y difícil. Como dicen los pescadores de nuestras comunidades, no hay que fiarse de nadie. En boca de un viejo de Agaete que instruía a un joven: Tú no te fíes de nadie de aquí que te engaña, si sigues cogiendo el oficio este de la mar... Tú no te fíes ni de la sombra tuya... El que más te dice mi niño, mi niño, ése te engaña... Tú no te fíes, que te lo digo yo.

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También son posibles las alianzas controladas entre patrones para compartir información o estrategias de pesca, que implican una fuerte amistad y con frecuencia relaciones de parentesco cercano. De esta manera gestionan información sobre territorios de pesca mucho más amplios, con la ventaja de aumentar las probabilidades de buenas capturas. El intercambio puede tener un carácter ocasional, siendo efectivas las alianzas para pescas colectivas o para ciertas técnicas estacionales (túnidos, por ejemplo). En otros casos puede tener un carácter más sistemático y cotidiano. En nuestras comunidades el primer modelo es el más frecuente, y se ejemplifica en las pescas de compaña de los túnidos, o en la salemera, técnicas en las que una serie de barcos faenan juntos y se reparten la suma del producto entre todas las tripulaciones y armadores (con porcentajes diferentes según cada tipo de pesca). Este tipo de estrategias suele durar sólo meses durante cada ciclo anual, pero normalmente se repite en años sucesivos entre tripulaciones y barcos con relaciones muy estrechas (parentesco cercano). De esta forma consiguen disminuir costos y aumentar los ingresos a través de la cooperación entre varias unidades productivas. Además del secreto, existen otras muchas formas para expresar la territorialidad (la apropiación del medio y sus recursos) entre poblaciones de pescadores o en el seno de cada una de ellas. Por ejemplo, los enfrentamientos por la utilización de unas u otras artes de pesca, la envidia por la mejor gestión de la información y las mayores capturas entre diferentes unidades productivas, etc. Examinaremos los rasgos generales de tales fenómenos para cada una de las tres comunidades. En Tajao nos encontramos con los conflictos menos acentuados, pero no por ello están ausentes. Una parte del pueblo se enfrenta a la otra, a través de mecanismos como la envidia, el distanciamiento social, etc. En la base misma de tal comportamiento hallamos un problema de gestión de la información y de apropiación del medio, que ha venido enfrentando a los miembros de esta comunidad a lo largo de los años, de una forma muy sutil pero no por ello imperceptible. En Agaete la tónica comienza a ser diferente. Si bien la plataforma submarina es relativamente amplia y las poblaciones de pescadores cercanas tienen escaso volumen, el número de unidades productivas, junto con la diversidad y rentabilidad de los artes empleados, han conducido a enfrentamientos internos, en ocasiones de cierta importancia, por robos de artes o restricciones en las técnicas. En El Pris ascendemos un escalón más en el nivel de conflictos por los recursos. La presión sobre el medio ha conducido a disputas entre los pescadores de la comunidad y las poblaciones vecinas, desembocando en verdaderas guerras de artes, incluso con amplia repercusión pública gracias a los medios de comunicación.

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3.3.- Nasas que desaparecen y técnicas enfrentadas: la competencia ecológica en el seno de las comunidades Tiene que poner en el libro que la envidia es para los del pueblo...66. Los conflictos dentro de las comunidades de pescadores por la gestión del medio marino y sus recursos pueden alcanzar diferentes niveles. Comenzaremos abordando este problema para el caso de San Miguel de Tajao, donde toman formas sutiles, con frecuencia no explícitas, pero que se adivinan en las relaciones cara a cara dentro del tejido urbano, y en una gestión férrea del secreto y la información sobre los recursos. La envidia, la reprobación social, el distanciamiento en las relaciones cara a cara, son aspectos en los que las tensiones internas a un grupo social se hacen públicas. En las comunidades de pescadores estos problemas son evidentes. La competencia está tan enraizada que los pescadores pueden relatar, como si hubieran ocurrido ayer, conflictos que tuvieron lugar hace cuarenta años: Yo recuerdo aquí, perdone que diga la verdad, un tiempo que eso era como se lo digo... Llegamos aquí, estaban las bicudas y todo el pescado a montones, y tres pescadores solos nada más aquí... Con la noche, las puertas eran de quicio, de esas antiguas que era con los pisos de tea y eso, le daban sebo a la puerta, al quicio, para que no rechinara al levantarse a pescar bicudas. Por la mañana cuando llegaban con el barco cargado de pescados de esos. (...) Y estábamos durmiendo ahí, pero cerraban la puerta calladito y no llamaban a uno, no había compaña, la gente quería que la otra se muriera, esa envidia que había tan fuerte... Este fenómeno del secreto, de la ocultación de información relevante para las actividades pesqueras, se encuentra generalizado por todas las comunidades de pescadores en las Islas. Lo que puede asombrarnos del texto anterior es cómo entre un mínimo de unidades productivas (dos o tres), enmarcadas en otras tantas unidades domésticas que además mantenían

66 Con estas palabras un viejo pescador de Tajao hace referencia a la envidia institucionalizada entre los pescadores de esta comunidad, similar a la que podemos hallar en todas las poblaciones de nuestras Islas.

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lazos de parentesco entre sí, se reproducían los mismos esquemas típicos de poblaciones mucho mayores. Incluso en el seno de la familia y la unidad doméstica encontramos niveles de secreto impresionantes: Unos días antes con las bicudas, se había levantado callado la boca y había cogido un montón de bicudas y nosotros no cogimos nada, no nos dio ni una para comer, como nos lo había hecho a nosotros no le dijimos nada a ellos tampoco... Y cuando el día aclaró, nos fuimos al otro petón de fuera, para que no nos vieran halando creyendo que no había, que es como suponer de aquí a donde está el coche aquél, pues... Aquí a lo mejor no hay... Nos fuimos allí, y si muchos había en tierra más había allí, con tres anzuelos y clavabas uno en cada uno, nosotros no halábamos porque iban ellos para afuera, bogando... No halábamos hasta que ellos estuvieran fuera para que no nos vieran halar... Estábamos fondeados allí, pero no nos veían halar nada... Cuando ellos ya no se veían, pues entonces empezamos a halar y a sacar... (...) Vinimos pronto para vender, pues después cuando se enteró el hombre que no le habíamos dicho nada a él, que lo mismo nos había hecho él a nosotros, nos dijo lo último... Cogimos un montón de pescado... Los gritos ahí daban miedo... Tío X, en paz descanse... Qué eso no se hacía, es que eran hermanos... Este tipo de conflictos han marcado la historia del pueblo, poco menos que dividiéndolo en varios sectores. Las tensiones y los conflictos se hacen evidentes en múltiples aspectos, como la distribución del espacio urbano, la composición de las unidades productivas, los matrimonios, etc. El trabajar sobre los mismos recursos, con unos medios en la mayoría de los casos similares, y obtener rendimientos distintos, es el mejor abono para este tipo de conflictos o enfrentamientos, para la envidia, y también para el secreto. Como hemos podido vislumbrar en las citas anteriores, las formas de hurtar la información sobre los recursos del conocimiento público son muy abundantes, y ello es ya un primer elemento que demuestra que estos bienes supuestamente de libre acceso de facto pueden ser muy difíciles de localizar y capturar. Sin embargo, en esta comunidad las manifestaciones públicas de la envidia, del enfrentamiento por el control de los recursos, son escasas. No hay denuncias, ni peleas, ni abordajes de barcos. El conflicto y la envidia se mantienen latentes. En el Puerto de las Nieves, sin embargo, ha estallado periódicamente con mayor o menor virulencia, llegando a niveles diferentes de los que podemos hallar en el caso de Tajao. Los conflictos han tenido un

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largo recorrido. En cada una de las grandes etapas en que podemos dividir la historia tecnológica de la comunidad, podemos hallar cómo la competencia y los enfrentamientos han marcado su evolución. Todo esto comenzó ya con la época del chinchorro, técnica que posee ciertas limitaciones, y que se empleó en la comunidad de forma central hasta los años sesenta. Los lugares en los que puede ser utilizado son reducidos en número, y los que presentan buenas características que faciliten su empleo son, todavía, más escasos. Las capturas cuando se presentaban buenos cardúmenes eran abundantes, tanto que en ocasiones podían llegar a saturar el mercado. La competencia en esta técnica se daba en relación al resto de unidades productivas que la empleaban, y respecto a aquellas que utilizaban el sardinal o la traíña. En cada uno de estos casos revestía matices diferentes. Años atrás en los chinchorros se pugnaba por lograr las mayores capturas, intentando a la vez que las restantes unidades productivas no tuvieran éxito para evitar que bajara el precio del pescado. En ocasiones se producían problemas al intentar calar varios artes a la vez en el mismo sitio. Estos conflictos eran cotidianos, aunque no tanto como pudiera pensarse, pues cuando había mucha sardina se hacía un turno para el orden de calada de los artes en el lugar preferido. Sobre estas mismas especies incidía el sardinal, que se mostró complementario con los chinchorros, pues cuando éstos no podían calar por el mar de fondo en la orilla, aquel sí podía hacerlo. Incluso llegaron a turnarse en el uso de una de las playas, un día los chinchorros y otro el sardinal. No se registraron en este caso reacciones contrarias ya que el dueño del arte poseía un chinchorro en el que trabajaban muchos de los mejores y más respetados pescadores de la comunidad, podían ser técnicas complementarias, y el dueño del sardinal tenía muchas influencias. Reacciones muy distintas se apreciaron cuando se intentó emplear en el territorio de la comunidad una traíña por parte de gente de fuera: Aquí vino una vez una traíña, de gente de afuera, eran de aquí, pero se fueron, que estaban en la Aldea de San Nicolás, y ahora están en el Sur, en Arguineguín. Vino una traíña, caló lejos, pero como aquí no es zona para eso, porque no es bahía para esas cosas, porque entonces se pela todo y nos quedamos nosotros sin coger nada, porque eso, tú sabes, que una traíña encendiendo dos o tres noches barre con todo, aquí no hay capacidad para una cosa de esas... Fuimos los pescadores, nos quejamos a la Guardia Civil, vino la Guardia Civil, fuimos allá afuera y mandó a recoger la traíña y retirarla, y se marcharon para abajo y no han venido más.

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En este caso la nueva técnica se mostraba mucho más eficaz que los chinchorros utilizados por los pescadores de Agaete, exigía menos mano de obra, y una sola traíña podía capturar tanto como varios chinchorros a la vez, saturando el mercado, limitando la misma reproducción de las unidades productivas que usaran esta última técnica. Paralelamente, la traíña no podía ser empleada por los pescadores de Agaete, al carecer de embarcaciones con el tamaño necesario para ello, y no poder adquirirlas ni mantenerlas por no contar con un refugio pesquero... Su única alternativa era impedir que siguiera faenando en las cercanías, lo que consiguieron gracias a presiones sobre las autoridades. En las faenas con el trasmallo podemos encontrarnos con algunos rasgos similares a los problemas que antes relatábamos para el chinchorro. El problema fundamental es dónde calar, pues las zonas de mayor rentabilidad no suelen ser demasiado abundantes: Te digo lo que pasa aquí: yo a suponer hoy voy a los trasmallos y tú, y tú también, vamos a suponer somos los tres de trasmallo, tenemos ciertas ideas, ¿no?, o malas ideas, yo pienso, mira, van a ir tres a los trasmallos, vámonos delante, para coger los sitios, yo salgo primero que tú y primero que él, los echo, y si ya están los míos echados, que tú tenías intención de echarlos ahí, ya no los puedes echar, yo los tengo calados pues tienes que mudar más para arriba o más para abajo... Y así lo tenemos destinado. Destinado es que yo pienso una cosa y antes que tú salgas, salgo yo y ya yo calé y después llegas tú y ya no los puedes trabajar. Una vez que un trasmallo ha sido calado ya no es posible poner otro en la misma zona, pues al situarse este tipo de artes paralelo a la costa no pescarían bien, sobre todo el más alejado a la misma, y de seguro se producirían conflictos entre las unidades productivas al molestarse los artes mutuamente. En el caso de la nasa, sin embargo, este último extremo es más que frecuente. Las unidades productivas de la comunidad poseen una media de sesenta o setenta. Pues bien, para esta gran cantidad de artes existen unas zonas de pesca limitadas, y con frecuencia en unos centenares de metros cuadrados se reúnen 20, 30 o 40. Cuando un pescador está cogiendo pescado, el resto de las unidades productivas se preocupan por conocer donde tiene sus artes calados para situar los suyos al lado. Si lo consiguen, el pescador perjudicado no tendrá derecho a reclamar, pues la mar es de todos y el colocar una nasa cerca de otra no implica que la primera no pueda ya pescar, como en el caso del trasmallo:

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Yo las puedo echar, tú las puedes echar, él las puede echar, hemos visto hasta quince o veinte artes juntos en un marisco, que sabiendo que tú estás cogiendo pescado, pues allí vamos todos y nos vamos a echar. A veces nos estorbamos los unos a los otros porque nos enredamos, bueno, si los tres estamos enredados con nasas tiene que ir tu falúa, la de él y la mía para desenredarlas. Sin embargo, con frecuencia calar una nasa al lado de otra puede ser una excusa para poder levar ambas al quedar enredadas (por parte de la última unidad productiva en llegar al pesquero) y extraer el pescado de las dos. Muchas veces no es necesaria siquiera tal maniobra y se levan las de otras unidades productivas para aumentar las capturas de la propia: Eso se ha usado siempre, eso de ser unos más listos que otros, eso se ha usado siempre... De, por ejemplo, yo ir a levar las nasas, no coger pescado, ir a levar las de otro, a ver si cojo pescado... ¡Bah! No he jalado nasas yo ni nada.... Este robo puede en ocasiones llegar a límites insospechados. Como narra un pescador de esta comunidad, incluso entre hermanos esta práctica era posible: Tenía nasas X un hermano del... El padre de X... Tenía un montón de hijos, catorce, quince o dieciséis eran. Entonces el pobre pues puso nasas también, con el subsidio de los chiquillos puso dos nasas... Y él dejaba el hermano en tierra, levaba las del hermano, y dejaba las del... Y iban a levar las del hermano y no cogían nada, iban a levar las del y sí cogían, claro... Después el hombre se aburrió, se fue a pescar a la costa, que fue donde le pasó el accidente, y la mujer le pidió a Dios que pusiera al hermano igual que al marido, que lo dejara peor, y peor está... Los robos de artes son motivo de enfrentamientos entre unidades productivas, que pueden llegar a durar muchos años, y que conducen a que las relaciones cara a cara queden cercenadas de raíz. Si en el caso de Tajao puede percibirse mayor o menor distanciamiento entre unas unidades domésticas y otras, si los contactos personales pueden parecer más o menos abiertos, en este caso los enfrentamientos son todavía mucho más evidentes. El no hablarse resulta cotidiano entre unidades domésticas o entre muchos individuos de la población, a causa de problemas como los relatados.

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No sólo las disputas territoriales entre las unidades productivas de la comunidad se producen por el robo de artes o por la picaresca en su uso, sino que también se han ocasionado conflictos importantes por el empleo de ciertas técnicas. El ejemplo más notorio es el de la encerrona o salemera. Por un lapso de un par de años había sido empleada en la zona por pescadores foráneos a la comunidad, de San Cristóbal (una población de pescadores de la otra vertiente de la Isla), sin que se hubieran producido conflictos. Posteriormente fue usada por una unidad productiva, compuesta a su vez por dos unidades domésticas de la comunidad. Mientras una aportaba los trasmallos que se empleaban y parte de la fuerza de trabajo, la segunda proporcionaba los botes con que se calaba y la mayoría de la mano de obra. Estuvieron empleando esta técnica durante más de doce meses. Cuando ambas unidades domésticas se enfrentan por el reparto del producto, se crea el germen del rechazo de esta forma de pesca. La segunda unidad, que aportaba la mayor parte de la mano de obra, prescinde de la otra y continúa trabajando. El resquemor del resto de la población de pescadores, alimentado por las buenas capturas con esta técnica y el peligro que podía suponer para la reproducción de ciertas especies, aflora repentinamente, debido a la reacción de la primera unidad doméstica que se ha quedado al margen. Se denuncia esta forma de pesca ante las autoridades, se produce el conflicto, la segunda unidad doméstica ve en su contra al resto del pueblo, sus pescadores son expulsados de la cofradía, etc. Poco tiempo antes varios marineros, de entre aquellos que los acusaron, habían colaborado con los pescadores foráneos en el empleo de la misma técnica. Esta reacción tuvo varios componentes. Podemos citar la envidia en la comunidad por las buenas capturas, la reacción ante criaderos que eran esquilmados, el tratarse de una unidad doméstica cuyos componentes estaban enfrentados con los cargos de la cofradía, con escaso apoyo entre el resto de las familias, y carentes de habilidad política, entre otras cuestiones. Todo ello derivó en un conflicto muy fuerte, denuncias ante las autoridades, juicios, y años de no hablarse con los que habían formulado la denuncia. Esto ocurría en agosto de 1984. En el caso de la pesca de los túnidos cambian muchos aspectos del fenómeno. Se trata, en este caso, de especies pelágicas bastante valiosas cuando los precios se mantienen altos; en unas horas pueden proporcionar a los pescadores que salen en un barco ingresos mayores que los de una semana o un mes de laborar sobre especies demersales. Han de ser pescadas por una sola embarcación, pues de juntarse varias impedirían que el pescado comiera. Es posible imaginar los conflictos que se pueden producir al acudir varias al mismo cardumen de pescado y desaparecer éste por tal causa. La única forma de evitar este problema consiste en espaciar las embarcaciones, impidiendo que si un barco está cogiendo túnidos otro pueda acercarse

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y quitarle el pescado. En Gran Canaria, tras el acuerdo de los pescadores, esta regla de mantener distanciados los barcos se aceptó, convirtiéndose en una norma de uso local y respetándose en la Isla como única manera de evitar los enfrentamientos violentos en el mar (que de todas formas a veces ocurren cuando no se mantienen las distancias debidas).

3.4.- La guerra del trasmallo: un problema de competencia ecológica entre comunidades Si en Tajao y Agaete las rencillas o los conflictos se desarrollan en el seno de la comunidad de pescadores, en el caso de El Pris la tónica es bien distinta. Durante la historia de la comunidad, las manifestaciones de la territorialidad han tenido lugar con motivo de los enfrentamientos entre sus pescadores y los de otras poblaciones. El Pris se enmarca en una zona ecológica caracterizada por un tamaño de plataforma submarina reducido, un gran número de meses al año inutilizables para la pesca, escasa importancia de los túnidos y actividades extractivas centradas en las especies demersales. Esta combinación de factores provoca, de forma mucho más acentuada que en los dos casos anteriores, problemas derivados de la utilización de ciertas técnicas, al trabajar en un medio ambiente más limitado. El conflicto por la utilización de unas artes u otras incluso colaboró a que estos pescadores se establecieran en El Pris. Mientras en la Punta sólo podían trabajar con anzuelo, en El Pris, por no haber previamente pescadores, podían hacerlo con cualquier tipo de artes, y con menor competencia: En la Punta sólo se podía pescar con anzuelo, y aquí con todo. Sin embargo, esta regla general no siempre se aplicaba. Hace varias decenas de años, un grupo de pescadores de otra comunidad llegaron a El Pris y comenzaron a pescar especies pelágicas con las pandorgas grandes. Al poco tiempo tuvieron que irse, pues los marineros del pueblo denunciaron el caso y tuvieron éxito. Poco después las comenzaron a usar los propios miembros de la comunidad sin reparos, y todavía hoy son empleadas. La pesca submarina no ha sido nunca bien recibida en la comunidad, y durante 1987 y 1988 los enfrentamientos de los buceadores con los pescadores de El Pris eran cotidianos. A ello colaboraba el que, a la vez que se prohibía pescar con trasmallo, se convertía su territorio en una de las pocas zonas de la Isla donde se podía realizar la pesca submarina, lo que provocó una reacción muy fuerte en su defensa. Los pescadores se veían limitados en cuanto a las técnicas que podían emplear y, a la vez, burlados al con-

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vertirse su zona de pesca en un santuario del fusil, esgrimido por la gente de tierra que tiene otro trabajo. Los conflictos llegaron a las manos e incluso a los tribunales, hasta que se modificó la legislación y desapareció el problema. Tampoco fue nunca bien vista la pesca con la traíña, a la que se atribuye el exterminio del chicharro. Pero de estos conflictos no vamos a hablar. Los grandes problemas acaecieron por la actividad que desarrollaron los barcos de El Pris fuera de su territorio. La salemera, que los pescadores de esta comunidad vieron usar a los de Alcalá, de los que aprendieron la técnica, la utilizaban en las cercanías de El Pris, y también en los territorios de las comunidades aledañas. A esta práctica se oponía el resto de los pescadores del Norte de la Isla, lo que condujo a frecuentes enfrentamientos y denuncias ante la comandancia, que en ocasiones favorecía a los pescadores de El Pris, y otras veces a los que reclamaban en su contra. Incluso cuando esto ocurría las sanciones llegaban a ser ridículas. Sin embargo, como dicen los marineros de la comunidad, la salema ha de cogerse de alguna forma, pues si no muere de vieja, y la salemera es la única técnica que puede hacerlo: Es como se cogen salemas, si no, no se coge, bueno, con nasa alguna, con barrenos o las redes... Mejor con las redes, menos daño y menos peligro... Sí, la salema se coge porque es un peje bruto, y la boga... Porque camina alante de las redes un montón... Las salemas en la Punta, si no fuera que se murieran, estuvieran que se tendrían que echar fuera del agua por ahí pa tierra... No se echa una red ni nada de eso. Eso que no se ha cogido nunca si no se muriera estaría echándose fuera del agua, por lo menos la salema... Que nosotros le cogemos alguna de noche pero... Algunas le cogemos paleando... (Datos de 1981). Aquí encontramos con una importante contradicción. Si la salemera es en la práctica la única forma de capturar esta especie, ¿cómo es que en casi todo el Norte de Tenerife se desprecia la técnica? Mientras tanto, en algunas zonas del Sur de la Isla se usaba sin plantear problemas (Tajao, Alcalá). Nos hallamos ante un problema de gestión de información. En casi todo el Norte de la Isla se pone el acento en la protección de las especies demersales, algunas de las cuales pueden ser capturadas con salemera, según como ésta sea empleada. Sin embargo, tal arte puede ser utilizado también exclusivamente para la pesca de la salema. El problema radica en lo difícil y costoso que resulta separar estos matices a la hora de emitir un dogma que guíe el comportamiento y el razonamiento de poblaciones completas de pescadores, y que evite confusiones o malas interpretacio-

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nes interesadas. Resulta mucho más sencillo afirmar no se puede usar ningún arte de red, que comenzar a plantear excepciones a la regla, como la que hemos citado. No sólo con la salemera ocurren estos problemas. El trasmallo es el arte que ha centrado en los últimos tiempos los conflictos más intensos. Los pescadores de El Pris comenzaron a utilizarlo a comienzos de los sesenta, primero en las cercanías de la comunidad, y después en un ámbito espacial cada vez más amplio, que abarcaba todo el Norte de la Isla en los veranos, cuando el buen tiempo permitía los desplazamientos largos sin riesgo para las embarcaciones. Si alguna de las restantes comunidades del Norte de la Isla utilizaron este arte de pesca en ciertos momentos, lo abandonaron con rapidez, debido a su elevada productividad y a las consecuencias que para los stocks podría implicar su generalización. Esta postura fue tomada en el seno de las comunidades, por los pescadores, sin necesidad de normas legales externas pero contando con la presión interna del acuerdo explícito de la comunidad. No sólo se aplicaba la restricción al trasmallo, sino a las restantes artes de red, e incluso a las pandorgas o nasas. La rigidez de estas normas llegaba a extremos como no permitir siquiera la utilización de pandorgas de bogas pequeñas para capturar carnada con que ir más tarde a pescar otras especies. Las comunidades del Norte de Tenerife definían sus zonas de pesca, y en ellas aplicaban tales reglas, incluso con coacción. Los territorios que, por ejemplo, los pescadores de Punta Hidalgo se atribuían, eran mucho mayores que los admitidos por los marineros de El Pris. La zona de los Roques de Anaga era trabajada por ambos en conflicto continuo, pues los habitantes de La Punta a partir de la costa de Tejina pretendían completos derechos territoriales sobre las artes de pesca que podían ser utilizadas. Los pescadores de El Pris empleaban el trasmallo de forma generalizada hasta 1984, lo que estaba permitido por la ley, aunque no por las poblaciones de pescadores de estas costas; pero, además, lo hacían de forma que se situaban fuera de la normativa legal por el tamaño de las mallas y la forma de calarlo. La pesca con trasmallo es mucho más rentable que con el aparejo y anzuelo, técnica que los pescadores de El Pris calificaban de pesca atrasada, pero que era la admitida por el resto de las poblaciones del Norte de la Isla. No sólo calificaban a estos pescadores de atrasados por la forma en que explotaban el territorio; además elaboraban estrategias más o menos sofisticadas para burlar su vigilancia y la de la comandancia de marina. Estas libertades tecnológicas condujeron a enfrentamientos continuos en el mar con unidades productivas de otras poblaciones. En unos casos sin llegar a las manos, en otros podían acarrear consecuencias más graves, como hundir barcos o infligirles graves daños:

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Nosotros teníamos peleas con esa gente ahí. Una vez con el barco grande le partimos a uno el barco, lo echamos al fondo, le metimos el motor que se tuvo que tirar al agua... Estábamos a la vieja con trasmallo, y el barco grande, y llegó uno, de la Punta, era un primo mío y se puso allí con nosotros, cuando le fui derecho a él, ¡tán! Lo hundió. Cuando vino y se subió al barco le dijimos que se cambiara de ropa, y dijo que no, «hasta que no viniera la Guardia Civil...» Muchacho, que aquí no va a venir la Guardia Civil. Venga, póngase ropa limpia, y venga el barco pa llevarlo pa la Barranquera y que se lo arreglen allí... No, ni barco ni ropa ni nada... Venga, trae la barca para arreglártela, mira que si no ni barco ni nada... Pues lo trajimos a Valle Guerra y el carpintero se lo arregló.... Los enfrentamientos con las autoridades por estas formas de pesca fueron constantes a lo largo de toda la historia de la comunidad, tanto por el empleo de la salemera como de los trasmallos. Los conflictos produjeron en ocasiones situaciones muy graves, en las que se han llegado a pegar tiros y a intentar el abordaje entre patrulleras y barcos de pescadores. Tales actitudes de los pescadores de El Pris se corresponden con estrategias productivas maximizadoras de la rentabilidad a corto plazo, que lograron que los hijos de los pescadores, mientras fue posible mantenerlas, no se marcharan a trabajar por tierra, lo que sí ocurría en las comunidades que adoptaban actitudes más protectoras del medio marino. Con la adopción por el Gobierno de Canarias, a partir de las presiones de las comunidades vecinas, de una legislación que impedía a los pescadores de El Pris el uso del trasmallo, las estrategias en la comunidad cambiaron radicalmente. Ya no era posible continuar con modelos de este tipo, había que usar las técnicas más tradicionales del anzuelo o la pandorga, y ante las opciones que se les abrían a los jóvenes para trabajar por tierra en la construcción, muchos se retirarían de la pesca. De esta forma, en los últimos años se ha reducido la población de pescadores de la comunidad, al incorporarse muchos jóvenes a trabajos de tierra por la menor rentabilidad de la pesca. Desde 1985 no se usan en la comunidad los trasmallos, las técnicas que tanto conflicto provocaron, y esto ha sido asumido e internalizado por los pescadores de la comunidad, que hoy contemplan la norma como natural y critican a los pescadores de alguna otra población que no la llevan a efecto. Este fenómeno de la guerra del trasmallo y sus consecuencias nos muestran cómo las poblaciones pueden controlar de facto el uso que se

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realiza de los recursos comunes, pueden decidir, adoptar medidas de management, e incluso presionar a los poderes públicos para que tales medidas tomen carácter institucional. Tal proceso conduce a observar cómo los problemas provocados por la gestión de los comunes deben de ser explicados en términos de la dinámica de conflictos y competición entre diferentes grupos sociales, situados en momentos históricos concretos (Peters 1987; Taylor 1987; McCay & Acheson 1987), más que a partir de los individuos racionales-maximizadores y de los grupos abstractos de los que habla Hardin. Durante este subcapítulo dedicado a los procesos de apropiación del medio marino insular, hemos penetrado en las discusiones teóricas sobre el tema, y en su aplicación a las sociedades de pescadores. El problema de la tragedia de los comunes lo hemos examinado tanto a nivel teórico como respecto a un caso concreto: los conflictos entre poblaciones de pescadores preocupadas o no por la conservación del medio marino. La evidencia empírica indica que los pescadores pueden adoptar medidas conservadoras del ecosistema, autolimitando el empleo de ciertas técnicas, entrando en conflictos por defender estas posturas, e incluso forzando a los gobiernos a institucionalizarlas en leyes y decretos. Tal evidencia va en contra de lo que predice la teoría de Hardin. El secreto, como mecanismo que reduce la competencia y que resulta vital para las estrategias, se fundamenta en el control de la información dentro de las unidades productivas y domésticas. Establecemos analogías con las posturas de Cashdan acerca del tema, y con los modelos de territorialidad basados en el control del acceso al grupo social que monopoliza la información, aunque no se trata exactamente de la misma coyuntura al no ser el grupo social, sino las unidades domésticas o productivas, las que llevan a cabo la mayor parte del control. Esto nos conduce también a no examinar sus territorios como zonas de libre acceso, pues de hecho, a través del control del conocimiento sobre el medio, se produce una apropiación comunal/familiar, y se hace más patente que la afirmación el mar es de todos constituye un mito. Los conflictos por la gestión del secreto (y la envidia conectada a ello), por las técnicas de pesca permitidas, por los robos de artes, etc., son algunos de los temas que han centrado nuestra discusión sobre la apropiación del territorio para las comunidades de Tajao, Las Nieves y El Pris, que podríamos decir se hallan —o han estado—, por tal orden, en un continuum de mayor a menor tensión. Los problemas intra o intercomunitarios por las técnicas a emplear son en su mayoría producto de una actividad continua de discusión sobre la situación del medio marino, que ha conducido a la adopción de medidas limitadoras del esfuerzo pesquero en las poblaciones de pescadores de nuestras Islas, de acuerdo a la situación del medio. Tal acti-

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tud demuestra que hay otras vías para la gestión de los recursos más allá de la intervención continua del estado o de la privatización. La cogestión estado-poblaciones de pescadores resulta una de las más interesantes. Hemos intentando demostrar que la propiedad común no sigue siempre el modelo de acceso abierto, que sus usuarios no son tan despreocupados intentando maximizar la ganancias a corto plazo sin ninguna restricción por las normas sociales, y que tampoco poseen siempre perfecta información que les conduzca a la explotación rápida de los recursos. Ni la privatización ni el intervencionismo a ultranza del Estado se han demostrado históricamente como garantes de la protección a los recursos. De hecho, para muchos autores su agotamiento y el empobrecimiento de muchas comunidades se encuentran más en relación con el desarrollo del capitalismo, la propiedad privada y el cambio tecnológico, que con su naturaleza comunal.

CAPÍTULO IV

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Los barcos de los pescadores artesanales salen a la mar tripulados por personas que, además de su especial habilidad en este tipo de faenas, poseen otros puntos en común. Así, entre los dos marineros que suelen navegar en estas embarcaciones el nexo fundamental son las relaciones de parentesco. Se aprende a conocer la mar con el padre y los hermanos, y con ellos también se sale siempre que es posible. Esta regla general no sólo se aplica en el caso del Archipiélago, pues en la mayor parte del mundo se utilizan esquemas similares. A la vez, la forma de retribución del trabajo mediante el sistema a la parte, muy diferente al salario tan habitual en tierra, mantiene relaciones muy estrechas con la composición de las tripulaciones y la propiedad de los medios de producción. Cuando estos últimos elementos cambian al pasar a la pesca industrial, también se modifican las funciones del pago a la parte. En la pesca artesanal, las formas de comercialización se han mantenido bajo el control de las unidades domésticas o de la familia cercana en la mayoría de los casos: las mujeres, madres o hijas venden el producto extraido de la mar. Otras veces los intermediarios, los restaurantes o las fábricas de conservas adquieren la producción a pie de playa. Pero en cualquier caso, el control de la venta lo mantienen los productores directos, aunque ello no implica que puedan regular los mercados ni el precio de venta. Este hecho se ha puesto de manifiesto con la crisis de comercialización de los túnidos en los últimos años.

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1.- EL PARENTESCO COMO FORMA DE RECLUTAMIENTO EN LA PESCA ARTESANAL CANARIA Existen reglas que gobiernan la configuración y composición de las unidades productivas en el seno de las comunidades que analizamos. En general, el parentesco es el eje sobre el cual se organiza el reclutamiento en los barcos; esto coincide con la literatura existente sobre sociedades de pescadores1, salvo escasas excepciones2. Hay varios motivos para este dominio. Por ejemplo, en el caso de las poblaciones centradas en la pesca sobre especies demersales, el conocimiento del medio se convierte en un capital escaso cuya difusión ha de ser evitada. Para ello se intenta que las tripulaciones sean estables y muy compenetradas, objetivos que se logran habitualmente con su composición por parientes cercanos. La posibilidad de que un hijo se convierta en un compañero entrenado y, al cabo del tiempo, ayude o asuma el cuidado de los padres y descendientes procura los suficientes incentivos. (Andersen 1979b: 307). Así, se acumula capital bajo la forma de conocimiento en la familia patrilineal, a través de las generaciones. Las unidades productivas de este tipo cuentan además con un alto grado de compenetración en la mar. Padre e hijo, o los hermanos entre sí, se conocen en detalle y pueden mantener una relación estable y segura a lo largo de los años3. La preferencia por las relaciones de parentesco más cercanas se acentúa al tratarse de unidades productivas que sólo necesitan la presencia de dos miembros, diluyendose este modelo conforme aumenta el número de 1 Ver Christensen (1977: 76); Nemec (1972: 11); Lögfren (1972: 91); Andersen y Wadel (1972: 147); Breton (1973: 129); Jorion (1982: 513); Pollnac y Carmo (1981: 1-2). Hay muchísimos más trabajos sobre poblaciones de pescadores con reglas de reclutamiento fundamentadas en el parentesco, prácticamente casi todos. 2 Hay pocas excepciones a esta regla general de tripulaciones fundadas total o parcialmente en el parentesco en la literatura de antropología marítima. Podríamos citar como ejemplo el caso examinado por McGoodwin en sus trabajos (1976, 1979) sobre una población de pescadores dedicados a la caza del tiburón en la costa de México, en la que se prefería no incluir a parientes cercanos en la unidad productiva para evitar problemas (1976: 74). A la vez se prefiere gente bien conocida, de la comunidad, por lo cual se opta por los parientes de otros propietarios de embarcaciones. Al contratarse a un extraño se tiene la ventaja de que, si no trabaja duro, se le puede despedir sin molestar a los parientes cercanos (McGoodwin 1979: 83). Fraser (1966) ofrece otro ejemplo similar de reclutamiento de no parientes. 3 Segura incluso en situaciones de peligro potencial (Nemec 1972: 24), pues la compenetración y el saber hasta dónde puede llegar cada cual resulta esencial para saber los riesgos que pueden ser asumidos por la unidad productiva.

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componentes, por la dificultad de reclutar los suficientes pescadores en el seno de la familia cercana. Podemos afirmar que hay una pauta ideal para el reclutamiento de los miembros en las unidades productivas: padre e hijo. Este modelo de tripulación es muy abundante y, a la vez, el preferido en la conceptualización emic de los actores sociales de las poblaciones que hemos estudiado. A nivel etic existen también razones importantes que conducen a tal situación. La fuerza de trabajo de los hijos resulta especialmente rentable para la unidad doméstica, pues durante mucho tiempo (hasta el matrimonio, una determinada edad, etc.) su retribución será gestionada por los progenitores (Lögfren 1972: 91), favoreciendo la acumulación de recursos y capital en la unidad doméstica, que con el paso de los años pasará a sus vástagos. El modelo padre e hijo puede presentar dos variantes fundamentales: a) ambos se encuentran en edad plenamente productiva; y b) mientras el hijo (o los hijos) se halla(n) en edad plenamente productiva, el padre se encuentra jubilado y/o un tanto disminuido en sus capacidades físicas, integrándose de manera más o menos parcial en las actividades productivas. Según se trate de la variante a o b, la disponibilidad de fuerza de trabajo será mayor (a) o menor (b). Por supuesto, entre ambas vertientes se da un continuum. Las dimensiones de las unidades productivas variarán según el número de hijos, en el caso de que sea posible mantener a lo largo del año tripulaciones estables de más de dos personas. Esto conlleva implicaciones importantes de cara a las estrategias productivas, pues la disponibilidad de fuerza de trabajo puede ser muy distinta según sea el caso de una unidad productiva de dos personas, padre e hijo, en la que el primero se halla jubilado, o se trate de una unidad productiva integrada por el padre y cuatro o cinco hijos más, todos en plenitud de facultades físicas. En aquellas comunidades en que resulta inviable mantener tripulaciones de más de dos personas, por el tamaño de las embarcaciones y el tipo de técnicas empleadas, los hijos que no puedan participar de estas unidades productivas se integrarán con otros parientes o con otros jóvenes4. Cuando el primer modelo se torna inviable por diversas causas (muerte del progenitor, carencia de hijos, etc.), se tiende a sustituir el padre-hijo por otro en el cual los lazos de parentesco siguen siendo de primer grado: el modelo dos hermanos. Éste implica normalmente que ambos miembros de la

4 Por ejemplo, en El Pris, durante la mayor parte del año resultan innecesarias unidades productivas con más de dos componentes, dado el tamaño de los barcos y las técnicas empleadas. La fisión de las unidades domésticas con muchos varones en varias embarcaciones resulta, en este caso, imprescindible.

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unidad productiva se hallen en la misma disponibilidad de prestar fuerza de trabajo a la misma. Podrían integrarse dos o más hermanos, en función de las circunstancias antes referidas para el modelo padre e hijo. La tripulación formada por dos hermanos puede ganar complejidad con la participación de algún(os) de sus hijo(s). Casi inevitablemente, desde esta situación se pasará con el tiempo a la configuración de la unidad productiva formada por padre e hijo, al irse independizando progresivamente cada uno de los hermanos con sus propios descendientes, cerrando el ciclo vital (Lögfren 1972: 91). De esta forma se origina, poco a poco, una lenta expansión por fisión de las unidades productivas pesqueras. Para que el ciclo se cierre5 y la reproducción de este esquema sea viable, resulta necesario contar con hijos o hermanos en situación de afrontar la empresa común. En las economías en que los hombres son importantes para el mantenimiento del nivel de ingresos por la necesidad de trabajo intensivo, en ocasiones con un tipo de labor que sólo “debe” ser realizada por ellos, los cabezas de familia desean tener un cierto número de hijos varones (Yengoyan 1976: 132). Los hombres son necesarios para trabajar en los barcos, pues ésta es una esfera masculina que sólo excepcionalmente, y con un elevado coste, permite la entrada a las mujeres. La producción depende, entre otras cosas, del número de trabajadores disponibles sincrónicamente. Dado que el ciclo vital de la unidad doméstica integra el nacimiento de nuevos miembros y su posterior desmembramiento a través de la muerte de los progenitores y el matrimonio de los hijos, la producción y, sobre todo, la ratio entre consumidores y trabajadores, variará a lo largo de tal ciclo. Esta ratio alcanzará su máximo en el caso de embarcaciones tripuladas por hermanos casados y con hijos, cuyas unidades domésticas dependen totalmente de la pesca de tal barco. Ello produce, bajo ciertos contextos, una importante fragilidad. Jorion (1982) estudia extensamente el caso de las tripulaciones de padres e hijos o hermanos. Analiza la composición de las unidades productivas y domésticas de los pescadores de Houat a lo largo varios años y la

5 De este tipo de ciclo vital de las unidades productivas hablan también McCay (1987: 66); Nemec (1972: 31 y ss.); Jorion (1982: 519 y ss.); Faris (1972: 91), etc. El ciclo vital puede ir ligado directamente a la herencia como en el caso citado por Faris (1972: 91). En otros muchos la herencia no es esencial. En el caso canario, al menos en el tipo de comunidades que hemos abordado, no resulta fundamental para la constitución de nuevas unidades productivas. Los barcos pequeños empleados en El Pris, por ejemplo, son fácilmente accesibles para pescadores que lleven unos pocos años trabajando en la mar. En el caso de embarcaciones mayores, de más de diez metros, como las que se utilizan en las pescas de túnidos, el papel de la herencia puede ser de mayor relevancia, dado el capital mucho más importante que resulta necesario para acceder a los medios de producción, y los años que hacen falta para acumularlo.

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ratio de consumidores/productores. El sistema a la parte en esta comunidad presenta una particularidad especial. La parte del barco, que usualmente se extrae y alcanza un 50%, en el caso de tripulaciones compuestas por hermanos será distribuida entre éstos en función de las necesidades estimadas de cada unidad doméstica, lo que puede provocar conflictos. El problema esencial para la supervivencia de las unidades productivas es la cantidad de personas dependientes de cada trabajador, pues ello determinará la capacidad de consumo y las posibles tensiones subsiguientes si se desciende de un cierto nivel. Lo que condiciona la fragilidad de las tripulaciones de «todo hermanos» es la considerable presión económica a la que se encuentran sometidas. Piensen en un padre pescando con tres de sus hijos solteros de alrededor de menos de veinte años; los ingresos de su pesca deben sostener, en adición a ellos mismos, a la madre, tres o cuatro hermanas, y un hermano más joven. Digamos que diez consumidores dependen de cuatro productores. Piensen ahora en una tripulación de cuatro hermanos cercanos a la cuarentena —es usual en Houat que entre ellos tengan de 25 a 30 niños en edad escolar. Tomando la figura conservadora de 25, y añadiendo las cuatro esposas, treinta y tres consumidores dependerán de cuatro productores. La presión ha sido triplicada. (Jorion 1982: 520). Estadísticamente, la ratio de consumidores por productor pasa de 2,27 a 4,70, respectivamente, para el caso de unidades productivas formadas por padre e hijo, o por hermanos con varios hijos en la comunidad estudiada por Jorion (1982: 522). En las tripulaciones con extraños, la unidad doméstica que posee los medios de producción controla la parte del barco, con lo que la presión económica es menor para ésta, y también suele serlo para los restantes marineros, pues los que se hallan en tal situación son jóvenes y con poca familia dependiente. En Canarias la cuestión no tiene los mismos matices. La parte del barco no es tan elevada y con frecuencia ni siquiera se extrae del producto de la pesca. Por ello, la ratio consumidores/productores tiene los mismos matices en las unidades productivas constituidas por dos hermanos respecto a las compuestas por extraños, siendo totalmente diferente en el caso de las formadas por padre e hijo. Las tripulaciones compuestas por dos hermanos poseen gran importancia en el Archipiélago. En ellas, sin embargo, continúa existiendo un motivo de tensión fundamental: el paso de este modelo al “padre e hijo” cuando los vástagos de alguno de los componentes lleguen a una cierta edad. Para

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algunos autores, a nivel mundial, esta transición se da sin problemas, manteniéndose la unidad productiva de ambos hermanos hasta que el que se queda solo haya encontrado un compañero para salir a la mar (Nemec 1972: 25). En Canarias, por el contrario, sí se han dado conflictos entre hermanos por la escisión de las unidades productivas6. No resulta trivial, a la vista de estos datos, reafirmar que las causas de tensión a lo largo del ciclo de las unidades productivas tienen una gran importancia, incluso en los casos de composición familiar de las tripulaciones, y se encuentran condicionadas a menudo por razones económicas. Desde nuestra perspectiva no se puede idealizar un tipo de relación en el que se encuentra latente, a largo plazo, un germen de conflicto casi inevitable: el ciclo de nacimiento, vida, reproducción y muerte de las unidades domésticas. Cuando las tripulaciones basadas en el parentesco no son viables (carencia de hijos en edad productiva, de hermanos, o conflictos entre ellos graves), se da el proceso de reclutamiento de un nuevo miembro para la unidad productiva dentro del parentesco no tan cercano o con personas ajenas a la familia, formando el modelo “dos extraños”. La elección de compañero en estos casos resulta muy delicada. Pueden darse situaciones intermedias entre estos tres modelos. Por ejemplo, puede haber una unidad productiva estable formada por dos personas sin relación cercana de parentesco que se vea incrementada, durante las vacaciones, con la participación de un hijo del patrón (dueño de los medios de producción). O puede darse el caso de dos hermanos, o padre e hijo, que introduzcan otras personas en la unidad productiva estable con quien no les una relación de parentesco, al hallarse trabajando con técnicas que precisan de una gran fuerza de trabajo (túnidos, traíña, etc.). Si bien la mayoría de las unidades productivas comienzan por padre e hijo, o dos hermanos, cuando es necesario contar con más de dos miembros puede ser imposible hallar el suficiente número de agnados cercanos para integrarlos. En palabras de Stiles (1979: 200):

6 Un caso no muy lejano es un ejemplo de tal situación. Dos hermanos salían juntos, constituyendo una unidad productiva capitalizada con un barco grande, y otro pequeño para los inviernos. Dos hijos de uno de los hermanos han alcanzado una cierta edad y ya van a la mar con su padre y su tío, recibiendo parte del producto obtenido. Los ingresos para cada una de las unidades domésticas comienzan a descompensarse y aparecen las tensiones, que se convierten en explícitas dentro del barco con enfrentamientos ocasionales, especialmente entre tío y sobrinos, anticipando una ruptura de la unidad productiva. La situación era compleja para el hermano que no tenía hijos en edad de salir con él, pues carecía de otros parientes con los que constituir una tripulación alternativa, y tampoco había extraños en situación de acompañarle. Este pescador termina abandonando la actividad en un contexto muy conflictivo.

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Verdaderamente, es raro el propietario de barco que puede esperar reclutar más de dos agnados cercanos para su tripulación, y algunos tienen que conformarse con uno o ninguno. Esta situación conduce muy naturalmente al desarrollo de formas contractuales de reclutamiento en las cuales los factores adscriptivos basados en el grupo de parentesco patrilocal llegan a ser subordinados bien a otros factores adscriptivos o a factores de éxito, y en los cuales los acuerdos iniciales exhiben un alto grado de especificidad. De esta forma, en poblaciones en que las unidades productivas tengan por lo general más de dos miembros, la regla para la constitución de tripulaciones será un “núcleo” fundado en el parentesco, al que se sumarán otros pescadores relacionados contractualmente —siempre por un contrato no escrito— con él o los propietarios de la embarcación (Stiles 1979: 206). Las implicaciones de todos estos modelos de unidades productivas son diferentes respecto, por ejemplo, a la vida a bordo, a la autoridad y a la gestión misma de la pesca. Aunque el énfasis igualitario predomina en el comportamiento a bordo en los casos estudiados por nosotros, hay momentos en que el papel del patrón es esencial, sobre todo coordinando las labores de una unidad productiva grande. Por ejemplo, en la pesca de túnidos, en el chinchorro, etc. Cuando la unidad productiva está formada por muchos hermanos, a veces surgen motivos de tensión por dominar los mayores a los más pequeños. Resulta más fácil asumir la autoridad del padre que la del hermano mayor —sobre todo cuando los tripulantes son jóvenes— (Jorion 1982: 517). Sin embargo, en la mayoría de las unidades productivas de este modelo tal conflicto no se evidencia, y muchas permanecen estables por un largo número de años. Frecuentemente no se puede siquiera hablar de patrones, pues ambos hermanos son propietarios por igual de los medios de producción, poseen edades similares, llevan muchos años saliendo juntos a la mar y desarrollan habilidades o conocimientos equivalentes. Los mismos pescadores indican que en tales barcos hay dos patrones y que ambos mandan por igual. Los problemas surgen cuando hay más de dos hermanos en la unidad productiva, la juventud predomina y hay diferencias importantes en la edad y el conocimiento de la mar7. Como hemos comentado en el apartado anterior, en El Pris y en Tajao las unidades productivas se condensan —o al menos lo hacían hasta la crisis

7 En estos casos el proceso de toma de decisiones sobre las faenas de la pesca se torna especialmente costoso, pues las rivalidades entre los hermanos jóvenes se plasman claramente, y las discusiones son frecuentes.

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de comercialización de los túnidos— para trabajar sobre técnicas que necesitan gran cantidad de mano de obra. Es el caso de la pesca intensiva con los trasmallos en verano que desarrollaban años atrás en la comunidad del Norte de Tenerife, o la pesca de túnidos en la del Sur. En tales momentos también es el parentesco quien gobierna la estructura de agrupamientos de las unidades productivas. Comencemos a analizar la configuración de las unidades productivas en cada una de estas comunidades. La información referente al reclutamiento de las poblaciones que hemos estudiado será resumida en forma de cuadros que integran los datos para dos cortes sincrónicos. Del cuadro número 21 hay varios datos a resaltar. Por ejemplo, el tipo de unidad productiva constituida por padre e hijo (modelo ideal) ocupa un 47%. Padre e hijo más extraño ocupa otro 11,7%, lo que da un total del 58,8%. Más de la mitad de las unidades productivas de la comunidad siguen este esquema, lo cual indica su buen funcionamiento y estabilidad. El porcentaje se mantiene tanto en 1984 como en 1989, con el mismo número de unidades. En una unidad productiva contemplamos8 la reproducción de este tipo de tripulación, pues hemos podido examinar cómo se ha pasado del modelo padre e hijo, una vez que fue inviable por enfermedad y avanzada edad del progenitor, a que el vástago saliera a faenar con un extraño justo el tiempo necesario para que el nieto —su hijo— alcanzara la edad que le permitiera abandonar la escuela y salir a la mar. Es un ejemplo que los mismos pescadores que lo han protagonizado describen en términos similares, pues de forma consciente buscaron un sustituto del viejo pescador que les pudiera solucionar el problema del periodo en que ningún miembro de la familia podía salir a la mar. Este tripulante no fue escogido entre las familias de pescadores sino de fuera, pues al tratarse de una unidad especializada en nasas resultaba importante que el nuevo marinero no fuera experto en marcarse, para que le resultara imposible difundir el secreto sobre la situación de los pesqueros ni pudiera actuar como competidor sobre ellos en el futuro. Esta persona posteriormente no continuó trabajando en la mar. En otra unidad productiva también han ocurrido cosas similares cuando el progenitor se encontraba enfermo y no podía salir a la mar9. En esas ocasiones, el compañero de tripulación solía ser alguien de tierra, sin trabajo. En cuanto los nietos alcancen la edad para abandonar la escuela, se integrarán en la unidad productiva, cubriendo el vacío dejado por su abuelo. También resulta muy interesante considerar el caso de la unidad productiva padre-hijo más extraño. Sólo hallamos dos de este tipo en la comu-

8 9

Unidad productiva número 9 en el cuadro 10 del apartado de estrategias productivas. Unidad productiva número 3, ver cuadro 9 del apartado de estrategias productivas.

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nidad, con hijos jóvenes y estrategias productivas en que se mezclan varias técnicas al disponer de mucha fuerza de trabajo. En ambas, el patrón ha permanecido mucho tiempo trabajando con el extraño, éste es muy buen pescador, y el hijo difícilmente podría cubrir bien su puesto. En ellas los lazos de afinidad son muy fuertes, y los hijos se integran en la unidad productiva de su padre más el extraño, que ya no lo es en absoluto, pues se han desarrollado profundas relaciones de amistad.

CUADRO 21 Composición de las unidades productivas, 1984-1989 Agaete-Puerto de las Nieves Modelo unidad productiva

Padre e hijo Padre e hijo más extraño Dos hermanos Dos hermanos más hijo (s) Dos hermanos más extraño Cuñados Otros parentescos cercanos Extraños Solo Total general

Nº de casos 84 89

Porcentajes 84 89

8 2 1 1 1 0 0 3 1

8 2 1 0 0 0 1 3 2

47% 11,7% 5,8% 5,8% 5,8% 0% 0% 17,6% 5,8%

47% 11,7% 5,8% 0% 0% 0% 5,8% 17,6% 11,7%

17

17

99,8%

99,7%

Fuente: Trabajo de campo. Elaboración propia.

Otro tipo de unidad productiva en que los lazos de parentesco son muy fuertes es la constituida por dos hermanos. Cuando el hijo de uno de ellos alcanza la edad necesaria para salir a la mar, lo habitual es que se integre en la unidad productiva hasta que el otro hermano constitutivo originariamente se halle en la misma coyuntura, o sea, que disponga de hijos con la suficiente edad y pueda escindirse la tripulación sin problemas. Sin embargo, no siempre ocurre así y en alguna ocasión se ha dejado a un hermano sin compañero. Por otra parte, si las unidades practican estrategias en las que se necesita una gran cantidad de mano de obra, será lógico que se mantenga la estructura de dos hermanos con los hijos (caso de traíña más túnidos), pero de ello todavía no tenemos ejemplos en la comunidad. Cuando la unidad formada por dos hermanos no provee la suficiente mano de obra para la estrategia elegida y no hay otros parientes disponibles, lo habitual es que se capte a algún extraño, de forma temporal o esta-

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ble, que complete las necesidades de fuerza de trabajo. De ello tenemos algún ejemplo en la comunidad en 1984, aunque posteriormente, en 1989, desaparecería. El monto total de unidades productivas constituidas por patrón más extraño a la familia cercana es de un 17,6% (3), lo que indica la escasez de esta forma de reclutamiento en la comunidad. Sólo se da en las unidades productivas en que no existen otras alternativas, bien por la inexistencia de posibles compañeros en la familia cercana, por la renuencia de éstos a salir a la mar, o por conflictos familiares que hacen inviable el modelo de unidad productiva fundamentado en el parentesco10. El cuadro 21 recoge, una (1984) o dos (1989) unidades productivas de un solo tripulante. Se encuentran escasamente capitalizadas y en ellas sólo se emplean las técnicas menos exigentes en cuanto a capital y mano de obra. Normalmente quedan restringidas al cordel, y así pescan jubilados o inútiles. De todo lo anterior se deduce que, de un total de quince unidades productivas (para 1989, excluyendo las constituidas por una sola persona), doce tienen componente familiar11, y únicamente tres se encuentran formadas por patrón más extraños. La relación entre ambos modelos, de un 80% respecto a un 20%, es bastante clara. En San Miguel de Tajao (cuadro 22), nos encontramos con características similares. Examinando los datos de 1986 y 1989, aparece una gran variedad y equilibrio entre las formas de reclutamiento basadas en el parentesco. Mientras en el caso anterior dominaba claramente el modelo padrehijo, aquí sólo alcanza en 1986 un 18,1%, y en 1989 un 9%; las tripulaciones formadas por dos hermanos (más hijo en algún caso) llegan a un 18,1% en 1986 y a un 45,4% en 1989; de otros parentescos hay un 18,1% en ambos años, y las unidades productivas integradas por una sola persona alcanzan altos porcentajes (36,3% en 1986 y 27,2% en 1989). En todas las unidades con más de un miembro encontramos el modelo de reclutamiento fundado en el parentesco, variando en la distancia de los lazos entre los pescadores. La importancia del modelo dos hermanos y otros parentescos deviene de la estructura de edad de los pescadores, en general bastante jóvenes y carentes de hijos en edad de salir a la mar, lo que impide la constitución de tripulaciones formadas por padre e hijo. No existe ninguna unidad productiva de patrón más extraño, y sólo se plantearía la posibilidad de for-

10 En las unidades productivas constituidas por hermanos suelen producirse conflictos a través, según las palabras de los pescadores, de sus mujeres. Estas pueden echar a pelear a sus maridos, los hermanos, por motivos diversos entre los que suele destacar el económico. En Agaete hay algún ejemplo destacado de ello. 11 De estas doce, en dos casos encontramos a un extraño formando parte también de la unidad productiva.

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marla en caso de la pesca de túnidos, en la que puede ser necesario contar con más fuerza de trabajo de la habitual. Pero aun en tal situación, lo normal sería fusionar dos unidades productivas en una sola y, también aquí, la resultante tendría su fundamento en el parentesco cercano. Quizás la historia de la comunidad haya condicionado tal énfasis en el parentesco, al haber permanecido casi aislada durante mucho tiempo y hallarse integrada prácticamente en su totalidad por un linaje. Sin embargo, en los últimos años esta circunstancia ha desaparecido, se ha desvanecido el aislamiento, y la estructura del reclutamiento sigue siendo la misma.

CUADRO 22 Composición de las unidades productivas, 1986-1989 San Miguel de Tajao Modelo unidad productiva

Padre e hijo (s) Padre e hijo más extraño Dos hermanos (o más) Dos hermanos más hijo (s) Dos hermanos más extraño Cuñados Otros parentescos cercanos Extraños Solo Total general

Nº de casos 84 89

Porcentajes 84 89

2 0 2 1 0 1 1 0 4

1 0 5 0 0 1 1 0 3

18,1% 0% 18,1% 9,0% 0% 9,0% 9,0% 0% 36,3%

9,0% 0% 45,4% 0% 0% 9,0% 9,0% 0% 27,2%

11

11

99,7%

99,7%

Fuente: Trabajo de campo. Elaboración propia.

Si en Agaete y San Miguel de Tajao la importancia del parentesco en la definición de las formas de reclutamiento era esencial, en El Pris (cuadro 23) continúa la misma tónica, sólo con diferencias en porcentaje. El modelo constituido por padre e hijo ocupa más de un 40% (ambos años), y el dos hermanos entre un 36,8% (1983) y un 17,6% (1989). Las unidades productivas de un sólo componente oscilan entre el 10,5% (1983) y el 17,6% (1989), y únicamente en uno (1983) o dos (1989) casos encontramos que la tripulación esté integrada por extraños. La importancia del modelo padre e hijo es muy elevada e igual ocurre con las tripulaciones formadas por dos hermanos, confirmando los criterios generales de reclutamiento que habíamos propuesto. Las modificaciones entre uno y otro año no han sido excesi-

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vas, aunque sí han disminuido las unidades productivas compuestas por dos hermanos en favor de las constituidas por otros parentescos, extraños, o una sola persona.

CUADRO 23 Composición de las unidades productivas, 1983-1989: El Pris Modelo unidad productiva

Padre e hijo Padre e hijo más extraño Dos hermanos Dos hermanos más hijo (s) Dos hermanos más extraño Cuñados Otros parentescos cercanos Extraños Solo Total general

Nº de casos 84 89

Porcentajes 84 89

8 1 7 0 0 0 0 1 2

7 0 3 0 0 0 2 2 3

42,1% 5,2% 36,8% 0% 0% 0% 0% 5,2% 10,5%

41,1% 0% 17,6% 0% 0% 0% 11,7% 11,7% 17,6%

19

17

99,8%

99,7%

Fuente: Trabajo de campo. Elaboración propia.

Durante los veranos las circunstancias climatológicas favorecían la condensación de unidades productivas, trabajando en el mismo barco los componentes de dos de ellas y con la misma preferencia por el parentesco cercano. Se juntaban hermanos entre sí, con cuñados, etc. De esta forma, se empleaban los barcos grandes para la pesca del trasmallo en zonas alejadas del puerto base antes de 1984, o para las ocasionales pescas de bonito. En nuestros días estas tripulaciones mayores carecen de sentido, pues no se emplea el trasmallo ni se realizan pescas a gran distancia, por lo que la fusión de tripulaciones ya es inexistente. Examinemos ahora globalmente las formas de reclutamiento de las tres comunidades (Cuadro 24). La importancia del parentesco es crucial. Entre un 38,2% y un 35,5% del total de unidades productivas se levantan sobre el modelo padre-hijo, al que sólo muy ocasionalmente se le añade alguna persona de fuera (entre un 6,3% y un 4,4%). Los casos en que dos hermanos salen juntos a la mar oscilan entre un 27,6% y un 19,9%, en raras ocasiones con un hijo, o con algún extraño. Los otros parentescos tienen una relevancia muy inferior si los comparamos con los modelos anteriores. Las tripulaciones formadas entre parientes de segundo o tercer grado sólo alcanzan entre un 4,2% y un 11,1%, y este porcentaje es también pequeño

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TRIPULACIONES, SOLDADAS Y COMERCIALIZACIÓN

en las tripulaciones formadas por extraños. Sólo entre un 8,5% y un 11,1%, y siempre con condiciones muy particulares que justifican la desviación de la norma establecida (ausencia de padre, hijos o hermanos en disponibilidad de salir a la mar, etc.). En todas las comunidades hay un pequeño porcentaje de unidades productivas formadas por una sola persona, que oscila entre un 14,8% y un 17,7% de la muestra. La media de edad es en este caso muy elevada, y la mayoría de las veces se trata de pescadores jubilados o en circunstancias marginales. Si dejáramos a un lado las unidades productivas de una sola persona, todavía los porcentajes de las formadas por parentesco cercano serían más elevados: entre un 48% y un 52% para las fundadas en el esquema padre-hijo, y entre un 32,5% y un 24,3% para las integradas por dos hermanos.

CUADRO 24 Composición de las unidades productivas 1983-86 y 1989 Agaete-Puerto de las Nieves, San Miguel de Tajao y El Pris Modelo unidad productiva

Nº de casos 84 89

Porcentajes 84 89

Padre e hijo Padre e hijo más extraño Dos hermanos Dos hermanos más hijo (s) Dos hermanos más extraño Cuñados Otros parentescos cercanos Extraños Solo

18 3 10 2 1 1 1 4 7

16 2 9 0 0 1 4 5 8

38,2% 6,3% 21,2% 4,2% 2,1% 2,1% 2,1% 8,5% 14,8%

35,5% 4,4% 19,9% 0% 0% 2,2% 8,8% 11,1% 17,7%

Total general

47

45

99,7%

99,7%

Fuente: Trabajo de campo. Elaboración propia.

Estos datos contrastan, por ejemplo, con los ofrecidos por Santana Talavera (1986) en su Memoria de Licenciatura sobre Arguineguín (Gran Canaria), una comunidad con características muy diferentes respecto a las estudiadas: mayor número de unidades productivas, embarcaciones de tonelaje mucho más elevado, estrategias productivas centradas en la pesca sobre especies pelágicas, y gran número de tripulaciones formadas por más de tres personas. Sus datos se aproximan a los nuestros para aquellas unidades productivas de menos de tres individuos, que estudia separadamente, aunque el total de tripulaciones fundamentadas en el parentesco es menor que en

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nuestro caso. Pero en cuanto se da el salto a las tripulaciones de cuatro o más elementos, el esquema de reclutamiento se modifica, y halla un 55,5 % de unidades productivas con esquema familiar más extraños, y un 25,5 % formadas por extraños. Con estructura familiar sólo aparece un 18,5 %. (Santana 1986: 106). Las modificaciones en el modelo de reclutamiento son debidas a varios factores determinantes. En primer lugar, no resulta fácil encontrar en la familia cercana a cuatro, cinco o seis personas que salgan a la mar en el barco de un determinado patrón. Usualmente resulta imprescindible contar con extraños a la unidad doméstica o a la familia inmediata para completar las tripulaciones. Tampoco resulta en este caso tan fundamental salvaguardar el secreto de la pesca, pues al desarrollarse estrategias productivas centradas en especies pelágicas, el lapso de tiempo en que esta información resulta valiosa es reducido, y a ningún componente de la unidad le interesará desvelarla en ese periodo pues sus ganancias dependen de ello. Una vez que la temporada de pesca de túnidos ha terminado, y se produce alguna modificación en la configuración de las unidades productivas, la información que poseen los pescadores que se marchan de ella no es significativa. Hemos estado viendo hasta ahora cómo se distribuyen las diferentes estrategias de reclutamiento en las unidades productivas de las comunidades. Resulta importante estimar las perspectivas de futuro. En las tres hay testimonios de que los jóvenes están abandonando la actividad, pasando a trabajos en tierra en la mayoría de los casos, bien en el sector de la construcción o en el de servicios. Si en El Pris, por ejemplo, mientras se pudo pescar con trasmallo la práctica totalidad de los jóvenes permanecían en la actividad, con la desaparición de esta técnica la coyuntura cambió radicalmente. La jornada de trabajo se convirtió en mucho más prolongada, resultaba necesario tener un conocimiento del medio preciso, destrezas complejas para usar otras técnicas, y la productividad bajó. Todo esto, aparejado a la expansión del sector de la construcción, colaboró a que muchos jóvenes pescadores abandonaran la actividad en favor de trabajos más estables y seguros a lo largo del año12. En las comunidades que carecen de refugio pesquero, especialmente las situadas en las zonas Norte de las Islas, lo habitual es pasar varios meses al año sin poder salir a la mar, con lo que se reducen en gran medida los ingresos. Hay que ahorrar durante el verano para el invierno, y las cap12 En este boom de la construcción y del mercado de trabajo ha tenido un papel fundamental el desarrollo acelerado del turismo en los últimos años (Vera Galván, J. R. 1986: 344). La desagrarización continuada ha sido una constante en los últimos años en Canarias, pero igual ha ocurrido con las comunidades de pescadores, que han perdido muchos de sus efectivos en favor de la construcción o el sector servicios.

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turas durante la época estival tampoco son tan elevadas como para facilitar la situación. El trabajo temporal en la construcción no siempre es fácil de conseguir, y resulta frecuente que en los últimos años los jóvenes abandonen la pesca. Para evitarlo se han dulcificado las condiciones en que salían antes a la mar. Ya no cobran media soldada ni un cuartón, a no ser que sean realmente muy pequeños y aún así por muy poco tiempo. Se les da la parte completa del producto desde el principio, en lo que constituye una vía para atraer a los jóvenes a la pesca muy frecuente en otras zonas y poblaciones. Un joven recién salido de la escuela puede, de esta forma, tener ingresos similares a los obtenidos por pescadores mucho mayores, entrando en un status económico más elevado que el del resto de muchachos de su edad, que trabajarán en tierra como aprendices o permanecerán estudiando (Lögfren 1972: 94-5)13. Esta nueva actitud transforma un tanto las vías clásicas de acumulación de capital en la unidad doméstica, gracias al acopio del trabajo de todos los hijos, pero no se halla generalizada en todas las comunidades. En muchos casos la madre sigue administrando la mayoría de los ingresos. El problema de la escasez de jóvenes para las unidades productivas es grave, dado que muy pocas personas fuera de las poblaciones de pescadores cuentan con las habilidades mínimas en la mar como para formar parte de la tripulación de un barco de pesca. Hoy en día, con frecuencia, los jóvenes carecen del conocimiento del medio y de la formación como pescadores que era usual años atrás entre la gente de su edad. Los jóvenes de El Pris o de Agaete han pescado en su juventud con trasmallos y nasas a la vera de sus padres. A la hora de tener que hacerlo sólo con el anzuelo, o cuando han de situar y recoger por sí mismos las nasas, sin ayuda, tienen muchas dificultades: Porque ninguno de los que están sirve, éste mismo, éste mismo de X, si ése sirviera conforme el padre no está yendo a la mar pues ya podría él ir a las nasas. Sin embargo no están yendo a las nasas porque no saben nada... Los de X, los hijos mismos podían estar yendo a la mar, si el padre está malo, pero como no saben nada, van a la mar y yo creo que vayan durmiendo de madrugada y vienen durmiendo, no se enteran de donde están... Es bien diferente la perspectiva del pescador casado, con hijos, que tiene que buscarle la comida a los chiquillos, respecto a la mentalidad de

13 También encontramos testimonios de estrategias similares para ligar a los pescadores jóvenes a la mar en los trabajos de Baks & Postel Coster (1977: 29-30) y Breton (1973: 138).

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los jóvenes pescadores, habituados con frecuencia a vivir al día y disfrutar del verano, las fiestas y las juergas: Tienes que buscar un tío que sea responsable aquí pa ir. ¿Adónde vas con un muchacho de éstos, que cuando menos lo esperas vas y no lo encuentras? Tú tienes que llevarle la comida a los chiquillos y a ellos le da lo mismo cuatro que ocho... Además lo estás viendo por ahí, todo el que tiene hijo no están diendo, T. si no fuera por mi tío M. no estaría diendo a la mar, no estuviera diendo. ¿Con quién va? Si la mayoría de las veces los hijos no van... En estos casos ni siquiera el modelo padre-hijo se salva totalmente de la puesta en cuestión. La diferente concepción de la autoridad y la familia que se ha desarrollado en los últimos años, la invasión de turistas y de visitantes ocasionales que poseen una residencia secundaria en las comunidades de pescadores, han conducido a que las tradiciones y las formas de comportamiento de los jóvenes en las unidades domésticas o productivas sea bien diferente que años atrás. Las formas de reclutamiento, tal y como hemos expuesto en las páginas anteriores, constituyen estrategias vitales para la reproducción de las unidades productivas en la pesca artesanal. Los modelos basados en el parentesco han sido los que han marcado toda la historia de las comunidades pesqueras artesanales en las Islas, al igual que en la mayoría de las poblaciones similares del globo. Sobre todo el modelo padre-hijo, mayoritario en las poblaciones estudiadas (44,6% en 1983-6, 39,9% en 1989), proporciona ventajas de otra forma inalcanzables. Entre otras cuestiones, mantiene el secreto en el seno de la familia más cercana y si los hijos son jóvenes todos los beneficios de la pesca van a parar a una misma unidad doméstica, elevando la ratio de productores-consumidores. Cuando tal modelo no es factible surgen otros alternativos en el ciclo de reproducción, entre los que destaca el dos hermanos, del que hallamos también numerosos ejemplos en nuestras comunidades (entre un 20% para 1989 y un 27% para 1983-6), y que si bien mantiene el secreto protegido, en este caso la ratio consumidores-productores aumenta al tener que mantener varias unidades domésticas y con mayor número de componentes (Jorion 1982) que en el caso padre-hijo. Sólo cuando estos dos modelos no son viables se introducen en la unidad productiva a extraños, de lo que hallamos un porcentaje muy reducido en nuestras comunidades. Las formas de reclutamiento van ligadas a las estrategias productivas y a las formas del sistema a la parte. El primero de estos aspectos ha sido ya tratado; el segundo recibirá atención más profunda en las páginas si-

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guientes, haciendo hincapié en su carácter diferencial en la pesca artesanal frente a la industrial.

2.- LA PESCA ARTESANAL Y EL SISTEMA A LA PARTE No todos los pescadores son iguales. Unos salen a la mar diariamente, y diariamente también suelen volver a sus lechos en tierra para descansar. Otros pasan muchos días o meses fuera de sus hogares. Mientras los primeros faenan en embarcaciones de reducidas dimensiones, en las que los medios técnicos son mínimos y la tripulación es de apenas dos o tres personas, en el último caso el tamaño de los barcos, su autonomía, coste, complejidad y tripulación tienen un carácter muy diferente. No es difícil imaginar que ambos contextos condicionan problemáticas muy dispares para los pescadores y sus familias. Ni el aprendizaje de los saberes o habilidades de la profesión, ni el papel de los hombres en la unidad doméstica tendrá mucho que ver en uno y otro caso. Igual ocurrirá con los roles de la mujer, los procesos de comunicación dentro del barco o las formas de autoridad. De lo anterior se deriva que no resulta superfluo, dada la complejidad de las diversas realidades que podemos integrar en el concepto de pescadores, intentar alguna diferenciación conceptual que permita distinguir los modelos fundamentales que se encuentran en el seno del concepto genérico. Resulta imprescindible deslindar lo que podemos entender por pesca artesanal frente a la industrial. La transición entre ambos tipos de pesca tiene un carácter gradual. Refiriéndonos al caso canario, que es el que centra nuestro estudio y los ejemplos en él utilizados, podríamos decir que entendemos por pesca artesanal aquella que se realiza dentro del perímetro de la plataforma submarina de cada isla o en sus cercanías por barcos de hasta unos doce metros de eslora, que no salen del Archipiélago en sus faenas. A su vez, pesca industrial es aquella que se realiza con medios de producción más sofisticados y costosos, utilizando embarcaciones mayores que las antes indicadas y que suele desarrollar sus faenas lejos de las Islas. Los rasgos que apuntamos se ven acompañados por otros de carácter tecnológico (artes de pesca empleados, métodos de detección) y muchos más de carácter social que resultan esenciales en la distinción, que toma la forma de un continuum en el cual el tamaño de las embarcaciones no siempre es el factor fundamental. El reparto del producto en ambos casos suele seguir patrones diferentes. La estructura de la tripulación también es distinta, tanto en número como en las características de su composición. El tiempo que se pasa sin tocar puerto diverge por completo, al igual que las capturas o las formas de

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trabajo y autoridad. Podríamos decir que la pesca industrial participa mucho más de los rasgos que posee una empresa capitalista que la artesanal.

2.1.- Pesca artesanal y relaciones sociales de producción: la distribución de la soldada Precisando un poco más nuestra división entre flota artesanal e industrial, podríamos decir que el rasgo diferenciador subyacente no es otro que las relaciones sociales de producción dominantes en uno u otro tipo de flota. En la artesanal predominan las relaciones de producción precapitalistas mientras que en la industrial lo hacen las de índole más propiamente capitalista. El primer modelo lo hallaremos en las embarcaciones menores de 20 TRB. (que a grandes rasgos vienen a coincidir con las menores de 13-14 metros de eslora), y especialmente en las que no sobrepasan las 5 TRB. El segundo en aquellas superiores a estas dimensiones y tonelaje. Evidentemente, la transición entre estos dos grandes modelos toma la forma de un continuum. La utilización del tamaño o tonelaje de las embarcaciones como elemento diferenciador no deja de ser bastante relativa. Ha de conectarse con los procesos de trabajo y las técnicas en ellos empleados. Por ejemplo, el empleo del chinchorro en Gran Canaria ha implicado frecuentemente unidades productivas de quince o veinte personas, con varias embarcaciones de reducidas dimensiones que, junto con el arte, son propiedad del patrón. Este percibe por ambos una cantidad respetable de partes del producto de la pesca, generalmente manteniendo tripulaciones en las que el parentesco no es esencial, por lo que las relaciones sociales de producción en este caso nos parecen más cercanas al modelo capitalista. En otras ocasiones, con esta misma técnica pero con artes de menor tamaño se ha trabajado en unidades productivas “pequeñas” de composición totalmente familiar, en las que el parentesco resulta muy importante y las relaciones sociales de producción no poseen las mismas características del caso anterior. Ello puede dar una idea de lo difícil que resulta generalizar en este terreno. Sin embargo, habitualmente las dimensiones de las embarcaciones se encuentran estrechamente relacionadas con el tamaño de la tripulación. Por ejemplo, Sanz Menéndez afirma para el caso de Lugo que: ...se deduce una clara diferencia cualitativa —al menos en cuanto se refiere al empleo— entre las embarcaciones de menos de 20 TRB y las de más. En las primeras el número medio de tripulantes es de 3,2 por embarcación, mientras que en el resto, las de más de 20 TRB, las tripulaciones oscilan entre 12,8 y 16,0 marineros. (1983: 210).

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Para las poblaciones que hasta ahora hemos analizado, el número medio de tripulantes es de dos, pues si bien encontramos algún caso de unidad productiva formada por tres o cuatro personas, ello queda perfectamente compensado por aquellas en que un solo pescador sale a la mar. Todavía aquí la media es inferior al caso gallego, pero hay que tener en cuenta el tipo de embarcaciones y de pescas sobre demersales que centran, en la mayor parte del año, las actividades de estas poblaciones. Si incluyéramos en la muestra comunidades como las estudiadas por Santana Talavera (1986) o por Galván y Pascual (1989), los resultados serían ligeramente más elevados para barcos de pequeño tonelaje, pero no llegarían, de cualquier forma, a los tres marineros. En las tripulaciones de tamaño habitual para las embarcaciones de más de 20 TRB, resulta muy difícil encontrar los rasgos esenciales del tipo de cooperación precapitalista: El tipo de cooperación capitalista es radicalmente distinto del existente en las formas precapitalistas, que se fundaba en la existencia de unas condiciones de producción que eran propiedad común y en los individuos que estaban ligados a una entidad comunitaria (Sanz Menéndez, 1983: 213) Efectivamente, resulta bastante extraño que hallemos en unidades productivas de este calibre “propiedad común” y ligazón a una entidad comunitaria, que en este ámbito habría de consistir en relaciones de parentesco. En Canarias, la tripulación media de las embarcaciones menores de 20 TRB. es de 2,8 personas (2 en nuestro caso), subiendo a 13,2 marineros en aquellas cuyo tonelaje oscila entre 20 y 100 TRB.14, aunque hemos de recalcar el aumento gradual de la tripulación y su relación con técnicas y formas de trabajo. Por supuesto, dentro del grupo de mayor tonelaje cabría establecer diferencias, pues entre 20 y 100 toneladas la disparidad es importante, y el agrupamiento en esta categoría se realiza más por una imposición de las fuentes estadísticas que por otras razones. En el caso de las embarcaciones de menos de 20 TRB —y especialmente en las más pequeñas dentro de esta categoría—, la propiedad es familiar y la explotación también tiende a serlo, pues en la mayoría de las ocasiones no resulta necesario meter a gente de la calle en la unidad productiva al ser de reducidas dimensiones. Buenos ejemplos de estas cuestiones los hemos podido examinar en el aná-

14 Cifras de hace algunos años elaboradas a partir de los datos del Anuario de Pesca Marítima, sistematizados por el EDEIC (1983) en el Nº 28-29 de Dossier Canarias, p. 101.

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lisis del reclutamiento realizado sobre las tres comunidades de nuestro estudio. En la mayor parte de los casos tanto la composición de las tripulaciones como la propiedad de los medios de producción queda en la familia. En esto hallamos una importante similitud respecto a las poblaciones campesinas en agricultura15. También en este terreno una gran parte de las explotaciones están constituidas por familias (Etxezarreta 1985: 35). En la pesca artesanal las unidades de producción y consumo no se hallan estrictamente diferenciadas, pues la familia y la empresa con frecuencia son una misma cosa, al igual que en muchas explotaciones agrícolas. Además, el pescado tiene un papel fundamental en la dieta, por lo que la producción y el consumo todavía se acercan más. El cabeza de familia suele dirigir la explotación, pero en muchos casos cuando sus hijos crezcan esta dirección será muy sutil o incluso la podrá asumir el hijo. Las relaciones laborales de las unidades productivas no pueden ser desligadas de los vínculos de parentesco (padre-hijo, hermanos) que han condicionado su existencia. Luego, el análisis de las estrategias productivas de los pescadores artesanales habrá de conectarse con el estudio de las unidades domésticas y su ciclo de reproducción. El mismo concepto de ganancia aparece mediatizado para el caso de nuestros pescadores. No siempre es tal ganancia, sino que en ocasiones puede tomar la forma de retribución del trabajo de la familia y aparecer corporizado en su consumo de bienes y servicios, al igual que entre los campesinos (Archetti 1974: 8). Sin embargo, cuando el número de marineros aumenta, se produce el alejamiento de éstos respecto a la propiedad de los medios de producción, con lo que empieza a darse uno de los rasgos esenciales de una relación social de producción capitalista16. Los pescadores se convierten en trabaja-

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Faris hace una comparación de las relaciones sociales de producción presentes en el mundo de los campesinos con respecto a aquellas que mantienen los pescadores, recalcando su similitud (Faris 1977: 240). 16 Sanz Menéndez (1983: 216) recalca el carácter capitalista de la cooperación de los pescadores en el seno de las unidades productivas de grandes dimensiones, capitalizadas, en las que hay una división del trabajo bastante más elevada que en el caso de las pequeñas unidades precapitalistas, además de unos roles y autoridad mucho más desarrollados. A partir de los estudios realizados desde la antropología de la pesca en Canarias, podemos afirmar que el primer tipo lo hallaremos, en general, para el caso de las unidades productivas de dimensiones más elevadas, que se nutren de pescadores desposeídos de medios de producción o de mano de obra foránea a la actividad —o a la comunidad simplemente—. Ejemplos de ello lo hemos tenido en las investigaciones realizadas sobre Arguineguín (Gran Canaria) (Santana Talavera 1986) o Los Cristianos (Tenerife)(Galván & Pascual 1989). En estos puertos pesqueros los foráneos entraban a participar de la actividad pesquera cuando la mano de obra escaseaba por la expansión de la pesca o por la atracción de otros sectores productivos sobre la misma (sector servicios). Los pescadores carentes de medios de producción, o al menos de los medios de producción más adecuados para la pesca de ciertas especies (túnidos, sardina, caballa, etc.), también

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dores parciales, con escasa independencia para llevar a cabo actividades productivas por sí solos, sin medios de trabajo, y que únicamente pueden desarrollar su labor dentro de la unidad productiva capitalista. Muchos autores no consideran en su justa medida estas relaciones de producción capitalistas en la pesca17. Quizá uno de los elementos que colaboran a ocultar su carácter es el hecho de que, en la mayoría de unidades productivas de este tipo, el sistema de remuneración de los trabajadores es a la parte, quedándose el armador con entre un 40 y un 60% del producto obtenido y pasando el resto a ser distribuido entre los productores directos, de forma a veces diferencial. Este esquema aparece también en el modelo que estimamos precapitalista, en las pequeñas unidades productivas de las comunidades estudiadas, aunque en este caso el porcentaje que va a manos del armador es más reducido e incluso inexistente. De hecho, el sistema a la parte tiene una larga tradición en Canarias, tanto en la pesca de bajura como en aquella que se desarrollaba en la costa sahariana. Reina y Lorenzo ofrece una descripción bastante rica del modelo de reparto del producto18 que prevalecía en la pesca de Berbería al finalizar el siglo pasado: ...se deducen los gastos, y el líquido se distribuye en la forma siguiente: el amo del buque toma cierto número de soldadas por dos respectos, que llaman soldadas del barco y soldadas de interés. Por las del barco toma ordinariamente diez y seis, poco más o menos, por cada viaje, según la cabida del buque, y por las de interés, una por cada trescientas pesetas invertidas en los gastos de habilitación en cada uno de los precitados viajes que se hayan hecho. Anteriormente era costumbre no tomar más soldadas que por el barco, a razón de una por cada cahíz de sal. Lo demás se prorratea entre todos los tripulantes y vendedores con arreglo a las soldadas, medias, cuartones y medios cuartones que cada cual tiene asignados. (Reina y Lorenzo 1894: 53).

pasaban a formar parte de estas unidades productivas de mayores dimensiones que se constituían sobre barcos grandes, mucho mayores que los que encontramos en las tres comunidades que nos ocupan. 17 Por ejemplo, González Laxe subestima el papel de las relaciones sociales de producción capitalistas en la pesca gallega. 18 En este modelo de partición del producto en Canarias un elemento a reseñar es cómo siglos atrás participaban del mismo en ocasiones la iglesia y de manera sistemática, por ejemplo, la cofradía de San Telmo. De la primera cuestión da cuenta Alvarez Rixo (1866: 89-90). Comenta el segundo caso Molina y Quesada (1892: 86).

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Los armadores de la pesca del salado se comportaban de forma parecida a pequeños capitalistas, pues además de proveer de los medios de producción adelantaban un cierto monto de dinero en efectivo a los pescadores, manteniendo una dependencia que a la vez aseguraba su supervivencia en los años de malas pescas... Aumentando los beneficios por los intereses del préstamo. A la vez, el sistema a la parte ofrecía muchos grados en la participación del producto para los trabajadores directos. Los más hábiles, con más edad y los más experimentados eran los que tenían derecho a un porcentaje mayor sobre las capturas (la soldada). Los aprendices o grumetes podían cobrar una cuarta parte e incluso una octava de tal cantidad. La elevada diferenciación (hoy reducida) en la participación del producto en el seno de los marineros, conectada a su eficacia en las faenas de la mar, su edad y sus responsabilidades familiares, probablemente tengamos que relacionarla con un exceso en la disponibilidad de mano de obra. Algo similar ocurría en los chinchorros del Puerto de las Nieves hace cuarenta años y conducía a una estratificación parecida. Los más experimentados, de más edad y mejores conocedores de la mar hacían valer en este caso sus derechos frente a los jóvenes y a la posible gente de tierra: Antes el que era un hombre, el que era un hombre era el que ganaba una soldada... Después había media parte, había tres cuartones, un cuartón... Tú te vas a creer que todo el mundo ganaba una parte antes... La soldada tiene cuatro divisiones, se comparte en cuatro, el que merecía la parte entera se le daba, el que merecía la mitad se le daba, el que merecía los tres cuartones... En este tipo de unidades productivas había, por tanto, una estratificación dentro de los marineros que faenaban con el arte. Para que uno de ellos fuera considerado como un hombre, merecedor de percibir una parte completa, debía trabajar muy bien, conocer el oficio y, con frecuencia, estar casado. Las mismas tripulaciones de los chinchorros decidían cuándo un marinero era merecedor de la soldada completa. En la determinación de quién debía cobrarla el dueño de los medios de producción influía poco, y el patrón consultaba qué hacer en cada caso con los marineros de tierra. En palabras de un antiguo patrón: Si se quejaba la familia o algo el patrón mandaba a decir aquí... ¿Qué tal trabaja el chico este...? Los que lo sabíamos éramos los que estábamos en tierra... Pues no se merece eso, no se le puede dar porque no se lo merece... El patrón nos lo

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preguntaba a nosotros... Y si no lo merecía no se le daba... Si no quería ir que no fuera, al coño... No es frecuente en nuestros días tal estratificación en la distribución del producto. El caso de los chinchorros era muy especial, por los muchos marineros trabajando en común, la fuerza de trabajo alternativa de sobra, y tratarse de labores para las que no hacía falta tener especiales conocimientos o habilidades. Cuando cambiaron las condiciones del entorno (caída de los chinchorros, emigración a la ciudad, etc.), el esquema de reparto se modificó rápida e irreversiblemente. La administración del producto obtenido de la venta de la pesca sigue pautas muy tradicionales en la mayoría de las comunidades. Años atrás, prácticamente en todas las poblaciones de pescadores, las mujeres, las madres, eran las que controlaban la economía familiar. Al ser las que vendían el pescado, recogían en primera instancia el producto de esta venta, bien fuera comida o dinero. Los pescadores en las Islas tienen una merecida fama de bebedores y juerguistas, y los ahorros estaban mucho más seguros si permanecían en su mayor parte en manos de las mujeres. Si esto ocurría con el dinero obtenido por el cabeza de familia, igual pasaba con la parte de los hijos (los pescadores jóvenes todavía residentes en la casa) que salían a la mar con su padre o incluso en pescas colectivas como el chinchorro. Normalmente, hasta la boda no disfrutaban plenamente de su parte: Yo no recogí parte ninguna, no te digo yo, porque antes era otra forma de hoy. Hoy desde que tú empiezas a ir a la mar ya le pides la parte a tu padre, antes no. Antes cuando yo fui a coger la parte mía fue cuando me casé, porque antes de soltero nunca le dije a mi padre... Si en Agaete, de donde procede este testimonio de un pescador, ya es habitual que los jóvenes pidan su parte en cuanto llegan a una cierta edad19, en el resto de las comunidades poco a poco se va adoptando la misma estrategia, para mantener a los pescadores jóvenes en la actividad.

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Y si no cobran la parte los jóvenes intentan cambiar de unidad productiva o de actividad, buscando lo suyo: ¿Hasta los 18 años la parte se le entrega al padre? Sí, y el padre después coge la mitad, reparte la mitad, mitad pa él y mitad pal otro, pal hijo, porque el padre no quiere todo, porque hay que ayudarle primero... Y si el padre no le da nada al hijo... Ya aquello tiene que decir... ¡Ah! ¿Estoy trabajando? ¡Todo pa tí!, ¡Noo!, ¡Pues me voy pa otro sitio! ¡Me voy a buscar lo mío...! Es así.

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2.2.- El carácter dual del sistema a la parte: medios de producción y trabajo a destajo Las formas del sistema a la parte en el modelo capitalista y en el precapitalista, si bien aparentemente son iguales, enmascaran las diferencias existentes, poseyendo funciones completamente distintas. Podemos recordar aquí unas palabras de Godelier: Un error común a los numerosos especialistas «positivistas» de las ciencias humanas, sean demógrafos, economistas, antropólogos o historiadores, error que les hace descuidar o rechazar la hipótesis marxista del papel determinante en última instancia de la infraestructura económica, es el de confundir la jerarquía visible de las instituciones y la jerarquía real, invisible, de las funciones asumidas por estas instituciones. (Godelier 1974: 242). El sistema a la parte ha de ser analizado de manera completamente enlazada con el tema de la propiedad de los medios de producción. Mientras en las embarcaciones menores es poco frecuente hallar entre sus tripulantes personas que no tengan al menos participación en su propiedad, en el caso de las embarcaciones mayores de 20 TRB. es habitual. Parejo a ello se encuentra el mayor grado de participación en el producto que corresponde a los medios de producción. En las embarcaciones menores, de propiedad familiar, en ocasiones no se deja parte para el barco. En El Pris tal actitud es común, en San Miguel de Tajao no lo es tanto, y en Agaete se deja, de forma sistemática, la parte del barco y las nasas (en las unidades productivas que las tienen). Examinemos, en primer lugar, el caso de El Pris: Yo no estoy trabajando para nadie. Yo tengo barcos propios míos. Y yo ¿trabajar en un barco para darle después a usted una soldada, una parte?... Yo tengo gente conmigo y no son familia sino particular. Si yo pongo 10.000 pesetas en un arte, usted pone otras 10.000. Si cogemos 40.000 pesetas 20.000 para usted y 20.000 para mí. Ahora, con la advertencia, que el aceite, gasoil, si hay una rotura lo pagamos entre los dos. Eso es como hermanos. ¿Está bien que vayamos en un barco, cojamos 30.000 pesetas y usted se lleve 10.000 y yo 20.000? Eso no. Yo tengo tres hijos como usted. ¿Que yo le dé de comer y usted no? ¿Que yo les pueda pagar estudios y usted no...? Eso no puede ser... Eso es inhumano.

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Años atrás en El Pris era habitual que se le sacara la parte al barco y las nasas. La escasez de mano de obra, y la capacidad para obtener unos medios de producción cada vez de más reducido coste comparativo, contribuyeron a que se produjera esta modificación en la actitud hacia la distribución del producto. Por el contrario, en el caso de Agaete y Tajao lo usual sigue siendo reservar una parte para los medios de producción, que ha de ser destinada, al menos en teoría, al mantenimiento y renovación de estos equipos. En palabras de un pescador de Agaete: Porque el arte gana sus intereses, la parte... A ti te tocan 200 pesetas, pues a todos le tocan 200 pesetas y las 200 pesetas esas del arte, pues tú que sos el responsable de eso pues tú las vas guardando porque se rompe... Los artes tienen que tener una parte y tú guardarla. Esa no se la das ni a tu mujer ni a nadie... Esa la guardas tú porque si no el día de mañana se te rompen... ¡No, lo he gastado para comer! Conforme va aumentando su tamaño (y el capital invertido en la adquisición), los medios de producción (barco y artes) llegan a participar de un 60% o más del total de beneficios de las capturas. La evolución desde un esquema al otro toma la forma de un continuum20. Desde las unidades productivas que no extraen ninguna parte del producto para los medios de producción vamos pasando progresivamente, como hemos visto, a las que dejan una para tal fin, y en cuanto llegamos a embarcaciones de unas ciertas dimensiones (12, 13, 14 o 15 metros) ya les corresponde dos, tres o cuatro partes, según la comunidad, la competencia por la mano de obra, etc. Las circunstancias cambian también cuando la propiedad de las embarcaciones mayores es familiar y son tripuladas por los propios miembros de la familia. En este caso, a pesar de tener una cierta envergadura, sólo participarán en una parte del producto para los gastos y el mantenimiento. Son evidentes las diferencias entre estos casos y la pesca industrial, en la que los medios de producción participan de un 50 o 60 por ciento de

20 Dentro de este continuum en ocasiones aparecen altibajos que no serían explicables sin conocer en detalle el contexto que los provoca. Por ejemplo, en Agaete años atrás se dio el caso de que, en pequeñas embarcaciones de propiedad familiar, se empleaba la técnica de las nasas grandes y estas se llevaban la mitad del producto obtenido. Pero tales medios de producción no eran propiedad de los pescadores, sino que capitalistas de tierra los prestaban con tal condición a algunas unidades productivas. En cuanto a los pescadores les fue posible acceder a la propiedad de las nasas, inmediatamente abandonaron las de estos prestamistas de tierra y volvieron a sus esquemas tradicionales de reparto del producto.

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los beneficios. Sin embargo es habitual en ambos el pago a la parte. Pero sólo en el último caso existe similitud con el trabajo a destajo del que habla Marx. Las funciones asumidas por el sistema a la parte son completamente distintas en uno y otro tipo de pesca. En las pequeñas unidades productivas de la artesanal, sobre todo cuando se hallan constituidas por padre e hijo, dos hermanos etc. —que es lo más frecuente, como hemos visto en apartados anteriores—, el salario a la parte no implica la extracción de plusvalor, pues se está trabajando para una entidad comunitaria y con unos medios de producción que muchas veces son también propiedad común. Tendría relación con el trabajo a destajo según Marx únicamente en la medida en que es el propio trabajador directo el que se marca la intensidad y duración de su labor diaria, ganando de esta forma su salario (Chayanov21 1925: 33). Las relaciones sociales de producción, en el caso de embarcaciones de grandes dimensiones con muchos tripulantes, tienen un carácter completamente diferente aunque mantengan el sistema a la parte. Mientras, el caso de las pequeñas unidades productivas de nuestras comunidades pesqueras se podría encuadrar en la definición que da Servolin de la pequeña producción mercantil, que se fundamenta, por una parte, en que el trabajador directo es el propietario de los medios de producción, organizando su trabajo y perteneciéndole su producto; por otra, en que el fin de la producción no es la obtención de una ganancia, sino la subsistencia del trabajador, de su familia y la reproducción de los medios de producción. El productor cambia los frutos de su trabajo por objetos útiles de valor, y el dinero sólo juega en la operación el papel de medio de circulación (Servolin 1972: 163-4). Ambos presupuestos han de ser en cierta medida relativizados. Por ejemplo, en las unidades que entendemos por precapitalistas en la pesca, los medios de producción no son estrictamente propiedad del trabajador directo,

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Una aplicación de las teorías de Chayanov a las unidades productivas familiares en una comunidad de pescadores ha sido realizada por Jorion (1983a), centrando su estudio en los siguientes aspectos: a).- En una unidad de producción familiar, cuanto mayor es el número de productores, menos trabajan, por el efecto de atracción del nivel de vida medio y la relación favorable de la ratio productores/consumidores. b).- Enlaza la hipótesis anterior formulada por Chayanov con la teoría del bien limitado, que provee a las comunidades de un mecanismo homeostático que contribuye a perpetuar la indiferenciación económica en la comunidad (1983a: 436). En el caso de las comunidades de pescadores canarias que hemos estudiado, y quizás debido a las últimas innovaciones tecnológicas, las hipótesis de Chayanov no se confirmarían en la misma medida en que lo fueron en el trabajo de Jorion. La tragedy of the commons parece estar muy presente, la explotación del medio marino sigue muchas veces patrones anárquicos, y no siempre el nivel de vida medio de indiferenciación económica es asumido por la totalidad de los pescadores y sus familias.

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son propiedad de la familia o de la unidad doméstica de la que forman parte los tripulantes. Además, no es cierto que la venta de sus productos y la compra de objetos útiles se realice siempre según la fórmula del intercambio mercantil. Desde que aparece como intermediario el capital mercantil, la naturaleza de la relación cambia (Servolin 1972: 165). El esquema de la pequeña producción mercantil en las Islas se cumple de forma más acentuada si miramos al pasado. Por ejemplo en Tajao, debido a su aislamiento, treinta o cuarenta años atrás buena parte del pescado se cambiaba por productos agrícolas dentro de una economía casi de mera subsistencia. Hoy, en las unidades productivas que poseen esquemas de relaciones sociales de producción que entendemos como precapitalistas, el proceso de circulación del producto mantiene vías diferentes, y por supuesto, las poblaciones se encuentran enmarcadas en un modo de producción capitalista. No pretendemos aquí profundizar en el análisis teórico de la articulación de tales factores por lo extensa que podría resultar la discusión. Sin embargo, en las unidades productivas de grandes dimensiones la tónica resulta muy distinta, pues la propiedad de los medios de producción se encuentra por lo general alejada de los productores directos22, y el porcentaje en el cual los capitalistas o armadores participan en el producto resulta habitualmente muy elevado, extrayéndose plusvalía. En este caso sí resultan aplicables las palabras de Marx sobre el trabajo a destajo: El pago a destajo no es otra cosa que la forma transmutada del salario por tiempo, así como el salario por tiempo es la forma transmutada del valor o precio de la fuerza de trabajo. (1867, El Capital, Vol II: 671).

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El proceso modernizador y capitalizador, que provoca un alejamiento de los productores directos respecto a sus medios de producción (Breton 1977: 134), no siempre implica la introducción de capital foráneo en el sector. En ocasiones, y bajo condiciones específicas, ciertos pescadores podrán acceder a medios de producción muy capaces y valiosos. En esta cuestión también la habilidad cobra una importancia fundamental. El acceso a la propiedad de los medios de producción por parte de los patrones más exitosos se ve favorecido en el caso que, por ejemplo, narra Wadel (1972) con las facilidades para obtener préstamos ventajosos subvencionados por el gobierno, y por las ganancias en la pesca provenientes de acumular varias partes al ser patrón, y no poder gastarlas para mantener la igualdad dentro de las tripulaciones y los pueblos de pescadores (Wadel 1972: 110-1). Este último aspecto es un elemento fundamental dentro del esquema de vida de las comunidades que describe y que hemos muchas veces observado también en Canarias. Pero no únicamente permite esto el acceso a la propiedad de los medios de producción, sino que además posibilita que se hallen dotados de los mejores adelantos técnicos (Wadel 1972: 113). En Canarias las inversiones en tecnología electrónica de las embarcaciones se hallan limitadas por el bajo nivel cultural de los pescadores que dificulta la adaptación a un equipo complicado, los problemas de asistencia técnica, y muchas veces las escasas ventajas que presentan para ciertos tipos de pesca.

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En sí y para sí es claro, sin embargo, que la diferencia de forma en el pago del salario no modifica nada en la esencia de éste, aun cuando una forma pueda ser más favorable que la otra para el desarrollo de la producción capitalista. (1867, Vol. II: 672). Las palabras de Marx apuntan hacia un concepto que en teoría de sistemas, antropología ecológica y aún en el seno del mismo marxismo, ha sido desarrollado desde hace bastantes años. Se trata del concepto de equivalente funcional, que se refiere a cómo dos elementos aparentemente distintos pueden jugar papeles idénticos o muy similares en el seno de un sistema23. En este caso, el trabajo a destajo podría tomar un papel equivalente al del salario en una empresa capitalista, pero con importantes ventajas por ser más adaptativo al contexto específico que nos ocupa24. Asimilar ambas cuestiones no es del todo correcto. Habitualmente en el pago a destajo se premia el esfuerzo individual, mientras que en el caso de la pesca lo que se retribuye mediante el destajo es un esfuerzo colectivo de los miembros de la unidad productiva, en la que muchas veces se incluye el mismo propietario como un marinero más o como patrón. Sin embargo, el símil del sistema a la parte con la teorización de Marx sobre el trabajo a destajo creo que es lo suficientemente ilustrativo como para justificar esta leve diferencia. Son las unidades productivas aquí las que compiten por un mayor salario, y en el seno de las mismas los pescadores se encuentran interesados en que se eleve la productividad, y por ello sus ingresos. La competencia, que en la definición clásica de Marx se realizaba entre los propios trabajadores, se ve ahora ejercida por las unidades productivas entre sí. Veamos cómo la describe Marx: Pero el mayor campo de acción que el pago a destajo ofrece a la individualidad, tiende por una parte a desarrollar dicha individualidad y con ella el sentimiento de libertad, la independencia y el autocontrol de los obreros, y por otra parte la competencia entre ellos mismos, de unos contra otros. (1867, Vol. II: 677) Son precisamente éstos algunos de los rasgos característicos de la competitividad que se desarrolla entre las unidades productivas de nuestros 23

Ver Nagel 1956 para mayor información sobre algunos aspectos formales del análisis funcional, y entre ellos este tema de los equivalentes funcionales. 24 Y según Marx, no únicamente en este contexto resulta extremadamente interesante para el modo de producción capitalista: De la exposición precedente se infiere que el pago a destajo es la forma del salario más adecuada al modo de producción capitalista. (1867, Vol. II: 678).

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pueblos de pescadores, que se concreta en cuestiones como el secreto. Podríamos preguntarnos por qué no se ha visto sustituido el pago a destajo, el pago a la parte, por un salario fijo. Desde nuestra perspectiva, es evidente que el pago a destajo integra elementos muy convenientes para la empresa capitalista, y más en el caso de la pesca. En primer lugar, proporciona al capitalista una medida exacta de la intensidad del trabajo, lo que vuelve superflua la vigilancia del mismo25. Baste recordar un caso de unidad productiva en Agaete donde un capitalista de tierra pretendía revolucionar las técnicas de pesca trayendo palangres y pescadores a sueldo desde Galicia. El desconocimiento del medio y la despreocupación de tener al cabo del mes el mismo sueldo, pescaran bien o no, motivó el fracaso estrepitoso de la experiencia. En segundo lugar, el sistema a la parte invita a los productores a aumentar el grado normal de intensidad en el trabajo26, lo que resulta especialmente interesante para la pesca, pues en ella se da una gran variación en el esfuerzo según los momentos. En ocasiones es necesario faenar durante muchísimas horas sin descanso, lo que no admite la compartimentación del tiempo de trabajo típica de la retribución por salario y que, sin embargo, es perfectamente compatible con la retribución a la parte. En tercer lugar el sistema a la parte sustenta la ideología de participación en la pesca como empresa común, típica de las unidades productivas artesanales o precapitalistas27. Por último, uno de los rasgos fundamentales que incorpora la actividad pesquera es la gran variabilidad en las capturas y el alto riesgo de aventurarse en empresas cuyo éxito no puede ser, ni de lejos, garantizado. Este aspecto favorece todavía más el sistema a la parte desde una óptica capitalista, pues traslada a los pescadores buena parte de la incertidumbre que bajo el sistema de salario tendría que asumir el armador, haciéndoles a la vez responsables y copartícipes de la buena o mala suerte de la pesca. Por ello el destajo en esta actividad es todavía más crudo que en la primigenia definición de Marx, según la cual la relación entre unidades producidas y salario estaba prefijada y en buena medida mantenía equivalencia con el tiempo de trabajo y la calidad del mismo. Por el contrario, en el caso de la pesca se introduce la suerte, la abundancia o no de pescado (difícilmente evaluable o predecible), que convierte a la relación entre tiempo-calidad del trabajo frente a los resultados del mismo en algo más aleatorio. Aleatoriedad que en gran medida, como antes apuntábamos, asume el productor directo, y que 25

Marx en El Capital, pp. 674-5. Marx, El Capital, pp. 675-6. 27 El análisis de Godelier sobre el estado Inca, que aprovechaba en sus conquistas los esquemas ideológicos previos de las poblaciones que invadía, puede iluminar la cuestión. Ver Godelier (1974: 192-6). 26

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abarca tanto la relacionada con la pesca como aquella otra no menos importante de la comercialización, por las variaciones en los precios de venta.

2.3.- De la familia a la empresa: modernización, capitalización y relaciones sociales de producción Hasta ahora hemos visto cómo la transición de la unidad productiva familiar a la más propiamente capitalista se halla profundamente enlazada a aspectos como la modernización, la introducción de capital en el sector extractivo, el aumento de tamaño de las unidades productivas, y el paso a diferentes técnicas de pesca. Estos serían los elementos que podríamos situar entre los condicionantes de la transformación, que tiene dos claras consecuencias: primero, el alejamiento de los productores directos de sus medios de producción y, segundo, el mayor porcentaje con el que estos medios de producción participan del producto de la pesca. Los medios de producción, tanto en el caso canario como en numerosos ejemplos plasmados en la literatura de antropología marítima suelen participar de los beneficios o del producto de la actividad pesquera según: a) el monto de capital invertido en su compra; b) los costos de mantenimiento de los medios de producción en que se concreta este capital; y c) la disponibilidad de fuerza de trabajo en la comunidad o comunidades que tengan como puerto-base y sus cercanías. Conocemos ejemplos de tales fenómenos. En Agaete, al cambiar los materiales con los que se confeccionaban los chinchorros y disminuir sus costos de mantenimiento, se modificó su porcentaje de participación en el producto de la pesca. De cinco o seis partes se pasó a tres y todavía debía haber bajado más, tal como señala un pescador de la comunidad: Cinco o seis, cinco y seis soldadas, le sacaban antes, hoy no, ya hoy me parece que se le sacan tres... Antes se le sacaban más partes, porque antes los hilos eran más ruines... Y el amo del chinchorro tenía que comprar mucho hilo, pero hoy no, con los hilos que salen, con una soldada le sobra... Los nylon esos son irrompibles, eso es casualidad, casualidad que se rompa... De la importancia que posee el factor disponibilidad de mano de obra para la distribución del producto tenemos un ejemplo en el análisis de Breton de la población de St. Paul River. Esta comunidad poseía tradicionalmente un sistema a la parte estratificado, en el cual era usual obtener media parte, mientras el patrón obtenía la mitad de todos los beneficios:

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Dado el mayor número de propietarios y la baja productividad de algunos lugares, este modelo de división está hoy en día transformándose en favor de los marineros. La media parte y el cuartón han desaparecido casi completamente, y la mayor parte de los marineros ahora consiguen una parte completa aun si son relativamente jóvenes. Dada la escasez de personal, ilustrada por el mínimo número de pescadores en la mayoría de las tripulaciones, el patrón debe distribuir una parte mayor de los ingresos a sus marineros (Breton 1973: 137-8). La organización según esquemas más igualitarios que comenta Breton la encontramos reflejada también en Canarias, por la práctica desaparición de las medias soldadas o los cuartones (cuarta parte de una soldada). Sólo los muy jóvenes participarán de este esquema de reparto del producto. Además, en muchas comunidades artesanales con las pequeñas embarcaciones de cuatro o cinco metros tripuladas por parientes cercanos o amigos íntimos, los propietarios de los medios de producción simplemente renuncian a coger la parte del barco, como ocurre en el caso de El Pris. Otro elemento especialmente interesante del sistema a la parte es el mimo con que los capitalistas o los armadores tratan a la fuerza de trabajo más especializada y, a la vez, la fundamental para la rentabilidad de las unidades productivas: los patrones, que normalmente obtienen partes extra en el producto, doblando o triplicando los ingresos de un pescador de la misma tripulación (Wadel 1972: 111). De hecho, son estos patrones los que posibilitan en buena medida, gracias a sus conocimientos del medio y de las faenas pesqueras, la rentabilidad de las empresas o de las unidades productivas y por ello reciben ingresos adicionales. Todo lo expuesto afirma una idea muy sencilla: el sistema a la parte es perfectamente integrable dentro de un esquema productivo capitalista, pese a que su forma externa sea tan distinta del salario. Podemos resumir un poco el carácter del sistema a la parte en las estrategias de las unidades productivas artesanales, o de los armadores en la pesca industrial. En el primer caso, el sistema a la parte se encuentra en la base del funcionamiento de la unidad productiva instituida sobre el parentesco; colabora a mantener la unión y el interés por la empresa común, sosteniendo una ideología de participación conveniente para todos los miembros de la unidad productiva. En las unidades productivas de mayor tamaño el sistema a la parte responde perfectamente a los intereses de la pesca industrial pues: a) mide la intensidad y la calidad del trabajo realizado con precisión; b) hace superflua buena parte de la vigilancia sobre el trabajo; c) mantiene la ideología de participación en el barco y sus beneficios, con lo que ello implica de interés añadido por parte de los marineros y especialmente de

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los patrones; y d) distribuye el riesgo de los malos viajes y las escasas capturas al conjunto de la tripulación. Luego la estrategia del capitalista será adoptar este sistema en la medida de lo posible, excepto en casos excepcionales en que se puedan predecir capturas estables, la vigilancia del trabajo sea más fácil, etc. Estas diferentes relaciones de producción implican consecuencias a otros muchos niveles. Por ejemplo, en los estudios de ecología —específicamente para los de índole procesual— tenerlas en cuenta resulta fundamental para el examen del cambio tecnológico y social (McCay 1978: 402). Revelar las relaciones sociales de producción subyacentes en el sistema a la parte puede constituir un elemento fundamental en los análisis del cambio. Por ejemplo, resulta un elemento central en la investigación de las transformaciones que se están produciendo en las comunidades pesqueras canarias y que conducen en muchas de ellas a la desaparición de las unidades productivas artesanales. Cuando se dan condiciones favorables para el desarrollo de otros tipos de pesca más capitalizados (disponibilidad de refugio pesquero, amplia plataforma submarina, riqueza en especies pelágicas, fuerza de trabajo disponible, etc.), las pequeñas unidades productivas se ven sustituidas por otras que se aproximan en su funcionamiento a esquemas capitalistas (embarcaciones de quince o más metros, tripulaciones de siete o más personas), y que convierten paulatinamente al pescador en un proletario del mar, cada vez con menor control sobre su trabajo (McCay 1978: 407). En comunidades como las estudiadas por Santana Talavera (1986) o Galván y Pascual (1989), estos fenómenos son muy claros. En Agaete están apareciendo condiciones que podrían conducir a tal situación —refugio pesquero—, pero la fuerza del enclave como atracción turística seguramente dará al traste con tales tendencias, al aparecer un factor muy importante de competencia por la fuerza de trabajo.

3.- LOS PATRONES DE COMERCIALIZACIÓN EN TRES COMUNIDADES PESQUERAS

3.1.- Del capital y la comercialización en la pesca artesanal e industrial Los patrones de comercialización presentan grandes diferencias si comparamos la pesca artesanal con la industrial. Mientras en esta última el armador suele encargarse de la venta del producto y las partes se perciben en dinero, en la artesanal la tónica resulta diferente y podemos encontrar varias modalidades en Canarias. El pescado en ocasiones se reparte a pie de playa, entre todos los pescadores que forman la unidad productiva, para que las

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mujeres lo vendan —sobre todo en las pescas colectivas—. En otros casos la esposa, hermana, madre, etc., de uno de los marineros o del patrón se encarga de ello, repartiendo más tarde las perras. En la pesca de túnidos o de especies pelágicas, cuando las capturas son muy elevadas, el producto se vende a factorías o empresas conserveras, para posteriormente distribuir el dinero de la venta entre los componentes de la unidad productiva. En comunidades donde los intermediarios acaparan la comercialización del pescado, queda el control de su venta en manos de los armadores, pero hay un conocimiento directo del proceso por parte de los marineros. El rasgo diferenciador más importante aquí es el control que tiene el armador en la pesca industrial sobre la comercialización del producto. Muchas veces el propietario es una empresa conservera, con lo que su dominio sobre todo el proceso es absoluto28. En la pesca artesanal el control de la venta no se aleja de los pescadores que componen la unidad productiva29. En muchas ocasiones, la estrategia de los capitalistas es concentrar sus inversiones en la comercialización, dejando a un lado el sector extractivo, lo que les ofrece en determinadas circunstancias mayores ventajas (Breton 1977: 130-1)30. El caso canario no ha sido una excepción a esta estrategia del capital. Las mayores inversiones iban dirigidas, en lo que se refiere a la pesca interinsular, al establecimiento de fábricas de conservas. Pero también se producía la inversión en embarcaciones, que cedían a los pescadores para su explotación, y que éstos muchas veces les compraban poco a poco, como hemos analizado al comentar los procesos de capitalización. Con ello conseguían aumentar las capturas, mantener a los pescadores unidos a la factoría que les proporcionaba los medios de producción —a la que habían de vender el pescado—, y dar una imagen de empresa bienhechora, ocultando la explotación que se realizaba sobre los productores directos. Esta se concretaba en precios muy bajos para la pesca, “errores” sistemáticos en las pesadas a favor de la empresa, etc31. En suma, con una mínima inversión se aseguraban el control del mercado al ser ellos los que ponían los precios y tener un

28 Esta caracterización se corresponde con una cierta fidelidad al caso canario. En otros lugares donde las cofradías u otros organismos de representación de los pescadores tienen fuerza, su control de los procesos comercializadores es mayor a través de las lonjas, por ejemplo. 29 En general esto ocurre con todas las instituciones que rodean al pescador en uno u otro tipo de pesca. Mientras en la artesanal hay un conocimiento directo de todas ellas, y de los factores que las condicionan, en la industrial no ocurre así (Baks & Postel-Coster 1977: 37). 30 McCay (1981b: 3) asume posturas similares a las de Breton, reseñando las ventajas para los capitalistas de mantenerse en las posiciones más seguras de la comercialización y el procesado. Faris (1977: 246) también afirma que la forma más común de racionalización capitalista es extraer la mayor plusvalía a través de controlar el sector del procesado. 31 Ver Galván y Pascual 1989 para más detalles acerca de este tema, específicamente sobre la zona sur de la isla de Tenerife.

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amplio número de pescadores que a la fuerza debían venderles sus capturas. Mientras tanto, los productores directos tenían que asumir todos los costes del mantenimiento de los medios de producción32. Los problemas para el capitalista que sigue esta estrategia vienen con frecuencia de la competencia creada por otros empresarios, que rompen el control sobre el mercado y obligan muchas veces a la inversión en medios de producción, en barcos y artes gestionados de forma directa, para asegurar el suministro de pescado a las fábricas o a la red comercializadora (Breton 1977: 131 y ss.).

3.2.- Las estrategias domésticas de la circulación del producto: de la venta directa a los intermediarios Ya hemos analizado las diferencias entre la pesca artesanal y la industrial en lo referente a los patrones de comercialización. A partir de este momento comenzaremos el análisis concreto de las estrategias desarrolladas por los pescadores en las tres comunidades para la circulación del producto de su trabajo, tanto en nuestros días como en el pasado. Quizás sea Agaete la que se diferencie más claramente de las otras dos, que mantienen a este respecto muchos elementos comunes, tanto en la situación actual como a través de la historia.

a).- Las burriqueras de antaño en Agaete La comercialización de la pesca en esta comunidad se enfrentaba con varios problemas. Al desarrollarse las actividades pesqueras hasta los años sesenta básicamente con chinchorro o sardinales, que obtenían elevadas capturas de especies pelágicas, llegando a varios miles de kilos al día en buenas circunstancias, eran necesarios canales de comercialización capaces de conducir tal volumen de pescado hasta los posibles consumidores, que podían encontrarse muy alejados de Agaete. Dado el escaso desarrollo del transporte por carretera y la necesidad de llegar hasta núcleos de población

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Andersen (1979b: 319) y McCay (1979: 159) describen este sistema de líneas de crédito que adelantan los intermediarios para mantener a los pescadores en deuda continua con ellos, enlazados por una relación de crédito. En el caso de las empresas conserveras canarias, que adelantaban una embarcación, es de reseñar que los pescadores obtenían ventajas importantes con ello, pues este barco era también empleado en muchas otras pescas cuando los túnidos no se presentaban, favoreciendo el acceso a medios de producción que de otra forma les habría sido muy difícil obtener.

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de difícil acceso, la mejor alternativa eran los animales de carga y los baños a la cabeza de las mujeres. Los burros y los intermediarios que recibieron de ellos su nombre, fueron cercanos compañeros de la pesca con chinchorro y sardinal en Agaete. Constituían un grupo organizado que permanecía pendiente del pescado que llegara a tierra, y se encargaba de llevarlo por todo el Norte de la Isla. La mayoría de las personas que formaban parte de este colectivo estaban enlazadas por parentesco, en diverso grado, y tenían jefas que controlaban la venta o trataban con las unidades productivas los precios del pescado. Hermanas, sobrinas, hijas, yernos, etc., de las jefas formaban el conjunto de vendedoras federadas de las burriqueras, del que participaban los hombres para el transporte de la pesca. Estas vendedoras federadas recibían un sueldo diario, que podía variar si iban más de una vez al día a vender. Llegaban hasta localidades tan lejanas como Teror, Utiaca, Valleseco o Ariñe, cargando en la cabeza con los baños del pescado. El transporte con los burros sólo llegaba habitualmente hasta Gáldar, y desde esta población debía emprenderse el camino a pie. Posteriormente los burros serían sustituidos por camiones y camionetas, que llegaban también hasta Gáldar o hasta Arucas. Nosotros íbamos hasta Arucas en coche, en camiones, lo que sea, y después a la cabeza, por todos esos andurriales, por todos esos mundos de ahí. Arucas era el punto de partida, después decían, una pa Teror, otra pa acá, otra pa Moya, otra para tal, pero a Arucas llegaba todo el mundo. Gracias a los burriqueros, las unidades productivas dedicadas a los artes podían permanecer prácticamente todo el día en la mar, sin preocuparse de la comercialización, pues tenían la venta segura en cualquier momento en que llegaran a tierra: Le vendíamos a los burriqueros porque así podíamos estar todo el día. (...) Los burriqueros antes lo que se cogiera se lo llevaban, empezaban a cargar bestias ahí, muchos burros, un ganado... Estos intermediarios se llevaban las capturas fiadas, acordando un precio con los pescadores. Sólo pagaban una vez que se hubiera vendido, y normalmente al finalizar la semana, adelantando a los pescadores el dinero imprescindible para su manutención cuando era necesario. En primera instancia, todo el pescado capturado en la comunidad se comercializaba de esta forma. Más tarde comenzaron a salir las mujeres, y

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para ello se partía el pescado entre los marineros, que después eran libres de encargar o no a las burriqueras su venta. Si se realizaba por las mujeres los ingresos eran mayores al no tener que compartirlos con ninguna persona de fuera de las unidades domésticas. El papel de las vendedoras de la comunidad se hizo notar de forma especial durante la época de la guerra, cuando la economía doméstica se fundamentaba muchas veces en el cambio del producto por comida. Con tal fin se llegaba hasta las comunidades agrícolas, frecuentemente muy alejadas, para intercambiar pescado (sardina tostada, por ejemplo) por papas, garbanzos o huevos. En este momento la disponibilidad de dinero era muy limitada, tanto para los pescadores como para los agricultores, y los intercambios eran mucho más sencillos sin su intervención directa, permitiendo reservarlo para otros menesteres en los que fuera imprescindible, aunque estuviera presente como factor de conversión. La mayor ventaja del intercambio es que permite a los individuos conservar sus reservas de dinero, más limitadas que las de alimentos. Como regla general, los consumidores más pobres insistirán de esta forma en el intercambio, aunque el precio pagado sea el mismo en la práctica (Orlove 1986: 96). Los costos del intercambio eran reducidos, pues las mujeres que lo llevaban a cabo sabían con quién debían contactar para ello. Estas relaciones solían ser estables y duraderas, ya que respondían a intereses tanto de los pescadores, que necesitaban papas, gofio, y otros frutos de la tierra como de los agricultores, que conseguían proteínas a buen precio. En ocasiones, los hombres salían junto a las mujeres para recorrer los campos y cargar los alimentos imprescindibles para complementar la dieta habitual fundamentada en el pescado33. La rentabilidad de la venta del pescado aumentó notablemente cuando las mujeres de los pescadores se encargaron de la tarea. Por ello comenzaron a salir a vender por su cuenta. En este proceso intervinieron varios factores. Por una parte, la crisis de los chinchorros en favor de la nasa grande, que disminuyó de forma muy importante el número total de kilos de pescado capturados, y aumentó con mucho (relación de 4 a 1 aproximadamente) el valor del producto de la pesca. Por ello resultaba más fácil transportar el producto hasta los centros de consumo. En segundo lugar, los burriqueros comenzaron a traer sardina de baquita, congelada o refrigerada

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En palabras de un pescador de Agaete, que pasó por esta coyuntura, y acompañó a su madre en el trajín de ir a cambiar pescado por comida en los campos: Y en el tiempo de la guerra aquí escapó mucho también la vida del campo, de ir a vender, se tostaba la sardina, se iba a vender al cambio, por papas, lentejas, garbanzos, hasta huevos... La pobre que no tenía perras pues cambiaba por eso, así se escapó mucho aquí... Se traían todas las papas que se querían, aquél que estaba acostumbrado... Nosotros casi nos pasemos todo el tiempo ese de las guerras esas yendo al campo... Al cambio, por el poco dinero que había...

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desde el mercado de Las Palmas, para evitar depender de una producción en decadencia que, además, podía dejarlos semanas enteras sin trabajo por los malos tiempos34. Y en tercer lugar, el desarrollo del transporte por carretera facilitaba la labor de las vendedoras de la comunidad, que ya no necesitaban caminar tantos kilómetros para llegar a los lugares de venta. Con anterioridad a este momento ya iban caminando a Gáldar: Las mujeres antes, no se usaba coche ni nada, de aquí a Gáldar, las patas todas rajadas por detrás del alquitrán de las carreteras ¡bah!, y descalzas... Mi madre, no pasaban trabajos las pobres mujeres, hoy da gusto ir a vender, van en coche y vienen en coche... Durante algún tiempo estuvieron coexistiendo burriqueros y vendedoras, que en su mayoría y siempre que había mujeres capaces de ello en la familia, eran las esposas, madres o hijas de los pescadores35. Estas se encargaban del pescado que se cogía por la mañana, hasta llegar a un cierto límite, pues los dueños de los artes tenían muchas partes que no podían vender sus familiares por el número de kilos que podían suponer. Cada uno la suya. Cuando yo salía venía mi madre, y cuando yo me casé mi esposa cogía mi parte, y mi madre la de mi padre. Y después mi madre se puso ya medio vieja, pues se quedó mi mujer encargada de todo, la parte mía, la parte de mi padre, y la parte de los artes y después teníamos una señora de Gáldar que se llevaba toda la cantidad que sobraba. Entre los factores que antes citábamos uno se mostró especialmente importante: el transporte por carretera. Con taxis, coches o furgonetas comenzaron a salir las mujeres de los pescadores a vender fuera. Esto se facilitó cuando un pescador-negociante adquirió una furgoneta para llevar a las vendedoras desde Las Nieves hasta Gáldar o cualquier otro lugar que desearan. De esta forma, la labor de las burriqueras era mucho menos importante, pues ya resultaba sencillo trasladar el pescado y a la propia mujer hasta allí

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En palabras de una federada: ¿Las de baquita?, toda la vida, lo que a nosotros como había de Agaete no nos interesaba ir pa Las Palmas, pero ya después dejó de cogerse, y ya por la cuenta nuestra ya fuimos todos los días pa Las Palmas a buscarla. 35 Es un patrón que se puede hallar en otras muchas partes del mundo, pues las ventajas son parecidas. Por ejemplo, Epple nos describe aspectos similares en su trabajo sobre las pesquerías de la isla de Granada (1977: 178).

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donde fuera necesario para que la venta resultara más rentable. Por ejemplo, podían llegar hasta Gáldar, comenzar a vender allí, y si la venta no se daba muy bien entonces pasar por los barrios de la zona con el baño a la cabeza. El coste del furgón no era excesivo, y las vendedoras no podían dejar de asumirlo, pues en tal caso las que fueran caminando llegarían a los puntos de venta mucho más tarde que las que hubieran ido en el furgón, encontrándose con los mercados ya copados. Pagaban por viaje y en función del punto de destino. A veces se combinaba, en los últimos años, la labor de esta camioneta con la de los taxis, que a pesar de ser más caros, permitían llegar al punto de venta mucho antes, lo que con frecuencia compensaba su mayor precio. La ventaja para la unidad doméstica de que la comercialización fuera realizada por las mujeres de los pescadores (madres, hijas, etc.) era muy importante. Los burriqueros podían ganar tanto al día como los propios marineros y con frecuencia más; si se les obviaba, esos ingresos pasarían a engrosar los de la unidad doméstica: Ganábamos más con una mujer en dos días que en una semana con... Ellas iban y si les cuadraba bien, desde que les cuadrara bien, hacíamos más que en una semana con los burriqueros... En las poblaciones de pescadores, como en tantas otras, los intermediarios acaparan buena parte de los ingresos provenientes de la venta final36. Tanto en el caso de los burriqueros como respecto a los nuevos modelos que han surgido en las comunidades pesqueras, y de lo que Agaete es también un ejemplo —como veremos más adelante—, su porcentaje de beneficios es muy elevado. Con la adopción de la tecnología de la nasa como actividad fundamental en las estrategias productivas de los pescadores de Las Nieves, no era necesario tener vendedoras pendientes de la comercialización durante toda la jornada. Bastaba con que las mujeres fueran hacia el mediodía a vender el pescado, pues las embarcaciones llegaban a puerto antes. La labor de los burriqueros se convirtió, por todos estos factores, en superflua. Sólo

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Phillips (1988) nos describe para Costa Rica una situación similar a la que podemos hallar en nuestras poblaciones, pues los pescadores obtienen sólo un 40% del precio final, y se encuentran unidos por el crédito con el intermediario (Phillips 1988: 8). También en nuestro caso se establecen líneas de crédito y relaciones no estrictamente comerciales entre pescadores e intermediarios, para estabilizar la relación de compra venta. El porcentaje que corresponde a los pescadores del precio final también se corresponde, en ciertas ocasiones, con ejemplos de las comunidades estudiadas, específicamente de Agaete.

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se mantuvo, hasta comienzos de los ochenta, la actividad de una de las jefas como intermediaria de una empresa conservera para la pesca del bonito. Esta empresa adquirió incluso un local en el Puerto de las Nieves, donde instaló una cámara de refrigeración por hielo con el fin de conservar el bonito en los momentos en que las capturas no eran muy abundantes: Para si se cogía pocos bonitos, se ponían con hielo, y entonces a los dos o a los tres días se juntaba todo el pescado en cantidad, y se transportaba a Las Palmas a la factoría. Esta familia continuó controlando hasta comienzos de los ochenta la venta de los túnidos en el Norte de la Isla. Agaete, Sardina y la Aldea, los tres núcleos de pescadores más importantes, comercializaban estas especies con su mediación. Paralelamente, combinaban esta actividad con la agricultura (cebollas) y con tiendas o puestos de comestibles.

b).- Tajao y El Pris: el caminar de las mujeres En Agaete, la necesidad de comercializar grandes cantidades de pescado a través de un ámbito espacial muy amplio, determinó que se desarrollara una familia extensa de especialistas, los burriqueros, que tenían mucha más movilidad y capacidad de transporte que las mujeres de los pescadores. Sin embargo, en Tajao y El Pris la tónica fue muy distinta. Las capturas eran más reducidas (pelágicos y demersales en El Pris, demersales sobre todo en Tajao) y ello imposibilitaba que se desarrollara una especialización en la circulación del producto, como ocurría en la comunidad del Norte de Gran Canaria. En estas otras poblaciones la tarea de comercializarlo caía de lleno en manos de las mujeres —esposas y madres básicamente, rara vez las hijas—. Si el asentamiento de los pescadores se realizaba siempre en la costa, los pueblos de agricultores más importantes se establecían en las medianías. La distancia a recorrer por las mujeres cuando salían a vender el pescado era muy importante, y además se trataba, en un gran porcentaje, de caminos con pendiente elevada, pues había que ascender varios cientos de metros para llegar hasta los pueblos agrícolas. Las mujeres podían salir desde primeras horas de la mañana, y no volver hasta la noche: Mucha necesidad... Pero mucha necesidad... Claro, en veces se cogía pescado, pero ese pescado no valía nada... Las mujeres salían por la mañana de aquí y la mayoría de las veces llegaban aquí con la noche y salían desde por la mañana vendiendo caballas y chicharros, y venían pa abajo veces hundidas

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de papas, cebollas y de comida, porque dinero no había... Traían dos o tres duros, y menos... Me acuerdo que mi mujer vino a vender bogas, ir ahundida, ir yo también a vender bogas por Valle Guerra y traer aquí tres o cuatro duros, y con una cesta, que era una señora cesta, y después unos paños de saca, que usaban amarrados por encima... Este testimonio, de un pescador de El Pris, describe cómo era la venta del pescado en la zona y los esfuerzos que debían hacer las mujeres para defender el producto que sus hijos o sus maridos habían arrancado a la mar. Valle Guerra, Tacoronte, y hasta Santa Úrsula eran algunos de los lugares donde realizaban la venta, alejados bastantes kilómetros. Los hombres colaboraban en ocasiones, ayudando a cargar el pescado y después haciendo lo propio con los productos agrícolas por los que se intercambiaba. Llegaban hasta las cercanías de los pueblos o las zonas habitadas, y a partir de ese momento, ya la labor era exclusivamente de las mujeres. El intercambio mercancía-mercancía era dominante. Rara vez intervenía el dinero de forma directa, aunque sí se hallaba presente como valor de cambio subyacente, y no podemos decir que existiera acumulación de capital hasta épocas muy recientes. Incluso había en Tajao una curiosa forma de venta del producto, al fiado: si tenían ya comida suficiente a través de sus ventas previas, las mujeres dejaban el pescado restante en casa de agricultores de confianza, para cobrarlo en las épocas en que los malos tiempos les impedían tener nada que intercambiar por la comida. De esta forma aseguraban la reproducción de la unidad doméstica en épocas adversas, estableciendo lazos de reciprocidad balanceada con familias de agricultores que se activarían cuando el viento o el mar de fondo impidieran ir a la mar: Y si no lo cobraban, a suponer A., ésta iba a casa que nosotros teníamos muchas papas y vino, higos pasados y de todo, porque trabajábamos la tierra... Y venía ella cargada y el nuestro no lo cobraba, porque sabe que lo tenía seguro, pa cuando haiga viento... Pa cuando haiga viento... Pa cuando haiga viento... Y lo dejaba pa cuando hubiera viento irlo a cobrar... En Tajao con frecuencia las capturas superaban lo que podían transportar las mujeres para vender. Cuando se empleaban técnicas colectivas, como la salemera, ello era bastante habitual. En esos casos, las mujeres llevaban todo lo que podían para vender en fresco, y el resto se jareaba para que aguantara varios días, ampliando de esta forma el plazo de comercia-

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lización del producto37. En El Pris no conocían el jareado del pescado, y les resultaba inútil coger más del que era factible vender a corto plazo. Cuando usaban la salemera, con frecuencia tenían que dejar el copo en el mar para ir sacando pescado durante varios días, y de esta forma no perderlo. Por el contrario, en Tajao el pescado jareado entraba en competencia con el salado que se traía de la costa de África, resultando tan solicitado que los propios agricultores se desplazaban hasta la comunidad en su busca: Venía mucha gente aquí a comprarnos pescado salado. Decíamos que teníamos, salíamos a vender y por ejemplo mañana hay pescado, y entonces venían, traían, algunos traían burros con fruta y miel. El aislamiento de Tajao colaboró a que durante mucho tiempo no se establecieran intermediarios para la venta del producto. No había carreteras por las que circular y sólo se podía llegar con rapidez por mar. Esta vía se utilizó durante algún tiempo con tal fin, para transportar pescado a Santa Cruz38, pero diversos factores colaboraron a su fracaso. Con el desarrollo del transporte por carretera, también se crearon en las tres comunidades nuevas vías de comercialización, que coexistirán de diversas maneras con la tradicional venta del pescado por parte de las mujeres.

c).- La situación actual: vendedoras, bares, intermediarios En los últimos años las vías de comercialización del producto han sufrido modificaciones importantes. Examinemos, comunidad por comunidad, cuáles han sido las más significativas.

37 El pescado jareado tal y como lo elaboraban en Tajao no recibía muchos días de sol. Desde que se capturaba hasta que era comercializado pasaban apenas un par de días. Este pescado era muy apropiado para asar. En términos de una pescadora de Tajao: Sí, antes lo que cogían esta tarde se jareaba, lo echábamos en sal, y después le echábamos un solito y después al tercer día más o menos, veces lo llevábamos al siguiente día, si no al tercer día lo llevábamos y se vendía más que el fresco, lo que era más trabajo. 38 En palabras de una vendedora de pescado de Tajao: Y dicen ellos que antes también había un barco que venía aquí, que J. mi cuñado, el hermano de mi marido, venía en una falúa grande para una gente que era de Santa Cruz que lo compraba, y compraban pues, pescado blanco, compraban de todo porque cogían pescado de red de ese, pescado de chinchorro, bogas y eso, lo llevaban, pescado blanco, o si cogían pescado de las nasas, casi siempre era blanco, salmonetes y abades... Y se lo llevaban... La fecha en que se desarrolló esta vía de comercialización fue en la década de los cuarenta, y no tuvo excesivo éxito pues duró poco tiempo.

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Hemos comentado en páginas anteriores cómo las mujeres de los pescadores en Agaete cubrieron el papel de las burriqueras en cuanto se produjeron las condiciones adecuadas para ello. Sin embargo, no todas las unidades productivas disponían de personas en la familia capaces de asumir estas tareas, por problemas de edad, de salud, de carácter, o cuestiones similares. Este vacío fue solucionado por vendedoras, de Las Nieves, Agaete o Gáldar, que se ofrecían para realizar la comercialización del producto, comprando la pesca de una o varias unidades productivas a un precio especial, para ser competitivas con las mujeres de los pescadores. Hay en la comunidad tres unidades productivas (datos de 1989) que siguen estas vías de comercialización de forma sistemática, y tres vendedoras ajenas a la familia que se encargan de la tarea, dos en equipo, y otra más de forma individual39. Las primeras controlan la producción de dos tripulaciones, la tercera hace lo propio con una sola. Comercializan dos tipos de pescado: sardinas y bonito —este último en escasas cantidades— en el ámbito de las especies pelágicas, y especies demersales procedentes de los tres barcos. En el caso de las especies pelágicas, y sobre todo con la sardina, suelen llevar el pescado sin precio, para luego pagarle al pescador en función de a cuanto se haya podido vender. Esto genera polémica, pues las vendedoras tienen un amplio margen de ganancia y el pescador escaso control sobre cómo se produce realmente la circulación del producto40. Las X se lo llevan sin precio, por lo menos la sardina, y según lo puedan vender ellas se lo pagan al dueño, ganándose ellas por lo menos veinte duros, o mitad por mitad, o más. (...) Según puede venderlas dice ella, la paga, a lo mejor ella las vende a 250, y te dice que las vendió a treinta duros, cuántas veces no las ha vendido a 200 y se las ha pagado al dueño a 100 porque dice que las vendió a 150... Pero es que ella casi se gana un tanto41.

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Hay un número mucho mayor de mujeres, que ocasionalmente pueden hacer los oficios de vendedoras para otras unidades productivas, pero no de forma sistemática. 40 En estas especies es donde se nota una oscilación más acentuada en los precios finales de la pesca, pues dependen del monto total de capturas que se obtenga (Levine & McCay 1987: 245-6). En las especies pelágicas las diferencias en cantidad de capturas son muy importantes de una estación a otra, de forma impredecible, y esto sólo puede compensarse con las pescas sobre demersales. McCay (1981a: 360) plantea problemas similares para los pescadores de Shoal Harbor; la variabilidad temporal de cualquier especie sólo puede ser amortiguada por la diversidad de éstas: si una resulta escasa, otras pueden no serlo. 41 En los últimos dos o tres años (1989-1991) se ha desvanecido el sistema de entregar el pescado sin precio fijo a las vendedoras, por los problemas comentados.

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Para las especies demersales, sí suele haber un precio fijo, pero normalmente bastante por debajo del habitual en la venta al consumidor de la calle. Los márgenes comerciales son muy elevados, y el riesgo muy escaso, pues el consumo de pescado fresco en la zona Norte de Gran Canaria es tan fuerte que siempre falta, y los precios no han cesado de subir en los últimos años. Los beneficios cotidianos llegan hasta un 50 o un 100% del precio pagado al pescador, y ello sin los problemas de tener que invertir dinero en embarcaciones, en su mantenimiento, en artes de pesca, etc. Además mientras cada una de las unidades productivas suele estar constituida al menos por dos personas, basta una sola mujer para la comercialización. De ello se deduce que sus beneficios son mucho más elevados que los que pueden obtener, por ejemplo, los pescadores que le venden sus capturas. Es lo más importante que tiene hoy el pescador, no vayas tú nada más que los de M., los de M. no ganan ni la mitad de lo que tienen que ganar... En primer lugar son dos vendedoras, muy buenas vendedoras pero muy ganguistas, lo quieren todo pa ellas, ellas tienen que ganarse mitad por mitad, si no, nada... Cuando les cuadra, de 700 pa abajo nada, la sama, cuando la venden a 800, que se la paguen al que la coge a 400, que se mamen 400 pesetas en kilo... Dios lo vea, sin más gastos ni más nada... Nada más que el trabajo de ellas. (...) El trabajo de ellas, la lidia, porque antes por lo menos se echaban aquí un baño e iban caminando hasta Gáldar, ahora... Es que la mayoría de las veces ellas no cogen ni el baño pa echarlo dentro del coche, el trabajo es la penitencia esa de estar en el vendedero vendiendo, ahí no hay nada más. (Datos de 1983). Evidentemente, las condiciones en que se realiza la venta del pescado han cambiado mucho en los últimos años. Ya las vendedoras no tienen que caminar grandes distancias con el pescado sobre la cabeza, ni pasar medio día vendiéndolo. Normalmente, un par de horas después de que ha llegado a tierra ya lo tienen distribuido y a buen precio. Con frecuencia sólo tienen que recibir el baño de manos de los pescadores y pasarlo a las del propietario de algún bar u otro intermediario de Las Palmas, y en apenas cinco minutos han terminado su trabajo, ganando más que los pescadores que llevan siete u ocho horas en la mar42, pasando viento y frío.

42 En palabras de otro pescador de Agaete: Fíjate si son ciegos o no son ciegos, los trasmallos en Las Arenas, que vienen a comprárselo en la misma playa, se los echan a ella, ni le ve el pescado, y a lo mejor le ganan doscientas

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La motivación de que varias unidades productivas sigan comercializando por esta vía es diversa. Por una parte, existe un tabú hacia la venta del pescado por parte de los hombres. Los varones que habitualmente la realizan a veces son tildados de afeminados, por tomar parte en una profesión que durante decenios ha sido femenina. Además, para los pescadores que van a faenar desde muy temprano resulta difícil, inmediatamente después de llegar de la mar, volver a salir para vender el producto. El factor tiempo es muy importante para que el precio del pescado, que va bajando según corre la mañana, no descienda por debajo de ciertos límites. La comercialización del producto debe hacerse antes de la hora de almorzar para alcanzar los mejores precios. Esa es la comida fuerte, y las amas de casa —en ocasiones sus maridos— se preocupan de conseguir pescado capturado esa misma mañana, por lo que las primeras en llegar a vender tienen ventaja sobre las demás, al hallar compradores ávidos de asegurar el almuerzo de ese día, o el suministro para un bar43. Es fácil imaginar las carreras entre las embarcaciones, o entre las mujeres, por llegar lo antes posible a puerto o al punto de venta. Por ejemplo, cuando se reparte el producto del chinchorro a pie de playa en Agaete, las mujeres a las que primero se les da la parte salen rápidamente a la vendida. Años atrás, cuando la pesca con estos artes se encontraba todavía boyante, tal actitud fue motivo frecuente de conflictos. En las pescas sobre demersales las mujeres de los pescadores (o sus vendedoras) los presionarán para que lleguen lo antes posible a puerto. Por ello, resulta importante contar con motores potentes para alcanzar la orilla antes de que la mañana haya avanzado demasiado. Los hombres en Agaete sólo participarán de la venta del pescado con los túnidos, o cuando aparecen capturas muy abundantes que imposibiliten físicamente el transporte del producto para las mujeres. En el caso de los túnidos, ellos cargarán el pescado en los camiones, y lo cobrarán cuando paguen las fábricas de conservas o los intermediarios. En las grandes pescas acompañarán en coche a sus mujeres, ayudarán a la carga y descarga y, en ocasiones, llevarán el pescado a bares que suelen consumirlo de manera sistemática. Las unidades productivas que optan por los servicios de las vendedoras externas a la familia no tienen mujeres dispuestas a salir a vender, bien

pesetas en kilo... El año pasado se los vi hacer un montón de veces... Venía el de Las Palmas. Ir al chinchorro y X. y Z. y otro hermano a los trasmallos, traer treinta, cuarenta, cincuenta kilos de viejas, lo que pudieran coger, se la echan en los baños, se las da al tío y ya está... En vez de cobrar él cobran las L... 43 En la literatura de antropología de la pesca se narran casos similares de variación del precio según la hora del día (Norr 1975: 120-1).

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por tener mucha familia a su cargo, por timidez, o aun por considerar la actividad como poco digna44. Las pérdidas son importantes, y en cuanto aparece la posibilidad de que alguien de la familia pase a vender el producto de la pesca, se opta por este sistema rápidamente. Cuando la mujer de uno de los pescadores sale a vender, y no forma parte toda la unidad productiva de la misma unidad doméstica, lo habitual es que perciba entre media y una parte (más comúnmente media), mucho menos de lo que pueden obtener por la comercialización del pescado las vendedoras extrañas a la familia. En Tajao y en El Pris la venta del pescado ha seguido otros derroteros. En la primera comunidad las transformaciones importantes comenzaron cuando fue posible la comunicación por carretera (pista de tierra) y se adquirieron los primeros coches. Las mujeres se liberaron rápidamente de la pesada tarea de transportar kilos y kilos sobre la cabeza45. Poco a poco la presencia de los coches en Tajao se fue convirtiendo en algo normal, y de esta forma se ganó en independencia y en movilidad a la hora de vender el pescado. Sin embargo, durante una serie de años estuvo comercializando buena parte del pescado de la comunidad una gangochera46 que provenía del Norte de la Isla y que controlaba el pescado de la mayoría de las unidades productivas. Compraba todo el que capturaran, ahorrando a las mujeres y a los propios pescadores la tarea de salir de la comunidad y caminar los campos para vender47. Sin embargo, un buen número de tripulaciones se negaron a comercializar por esta vía su pescado. Frecuentemente eran las más habituadas a salir en coche y con mujeres muy dispuestas para vender. La gangochera, tras unos años de trabajar con los pescadores de la comuni-

44 Con frecuencia esta situación se justificaba utilizando argumentos emic de desprecio hacia la profesión de vendedora, como oficio bajo y muy sufrido: La perralla más grande que puede haber en el mundo es la vendía. Las mujeres ahí, con el baño a la cabeza, descargar, cargar, pa bregar, los trabajos esos en Gáldar, y eso sí es la bajeza más grande del mundo. ¡La vendía!. 45 En palabras de la mujer de un pescador de Tajao: Pero después, desde que ella pudo, se compró un coche, antes de tener a T. Se compró un cochito, una furgoneta que le costó... Me acuerdo que la trajo aquí, era para todos. Si se ponía alguien malo M., si había pescado nos juntábamos todas y salíamos con M. todas las que pudiera llevar. 46 Esta denominación se aplica en Tenerife a los intermediarios en general, a los que se dedican a la gangocha, a comprar y vender por los pueblos artículos diversos. 47 La labor de las gangocheras en la Isla no se reducía a una mera transacción comercial sistemática. Se establecían con frecuencia lazos de afinidad, se tomaban ahijados, se daban préstamos a los pescadores que necesitaban cambiar de motor o comprar un barco mayor, etc. Por todos estos medios se aseguraba un suministro de pescado estable, pues romper la vía de comercialización implicaba desatar unos lazos que no eran simplemente económicos. En Tajao, no podía ser menos, se daban tales elementos en la relación con la intermediaria.

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dad, abandonó la tarea por diversos problemas. Otros intermediarios intentaron ocupar su lugar, pero la informalidad y la incapacidad para establecer lazos estables con las unidades productivas fue la tónica general. Con su marcha aumentó el número de unidades productivas que vendían directamente su pescado, y con frecuencia a restaurantes de las zonas turísticas cercanas, que se comprometían a adquirir todo el que le llevaran48. De esta manera tenían asegurada la comercialización de la misma forma que con la gangochera, el tiempo perdido era mínimo, y no estaban al albur de que la venta fuera buena o no. En ocasiones, las capturas resultaban insuficientes para dar abasto a este mercado, pues los intermediarios o los compradores de bares que se acercaban a la playa a menudo debían conformarse con unos pocos kilos. Es habitual, y esto sí que diferencia Tajao de Las Nieves, que los hombres salgan cotidianamente a vender el pescado, sin problemas de tabúes, especialmente cuando se trata de transportarlo hasta restaurantes o bares con los que ya está tratada la venta. Sólo las mujeres mayores continuarán, sistemáticamente, yendo con sus maridos a vender el pescado, aunque se trate simplemente de descargarlo en el bar pues ya está tratado: X allá arriba, ese veces no está esperando que la madre lo vaya a ayudar sino que lo lleva, Z también los lleva él. Yo, porque siempre salgo con mi marido, porque él no es así para el pescado igual que yo, que desde que era chiquitita vendiendo pescado, y voy, ya está tratado y no es más que descargarlo. No existen en esta comunidad las vendedoras extrañas a la unidad doméstica o productiva que encontramos en el caso de Agaete. Los pescadores han desarrollado el remedio para no necesitarlas aún cuando podían haber hecho falta: van a vender el pescado que ellos mismos han capturado. De esta manera, cierran el ciclo de captura y comercialización que antes formaba una verdadera dicotomía entre los roles desempeñados por cada sexo. Incluso algunos varones venderán el pescado en la misma playa, cosa que hasta hace unos pocos años, cuando comenzamos nuestro trabajo de campo en la comunidad, era casi impensable. En apenas diez años se han producido cambios radicales en los papeles de hombres y mujeres. Estas últimas han perdido gran parte del protagonismo que antes poseían, y se

48 En palabras de la mujer de una de estas unidades productivas: Aquí está viniendo gente de unos cuantos bares, de Las Américas, de Las Galletas... Este que se lo llevo yo no vienen por él, porque aunque lo pague un poco más prefiere que se lo lleven, porque tiene muchos empleados, pero tiene mucha gente... Gente de confianza.

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han librado de faenas que hace veinte o treinta años eran muy penosas y estaban totalmente a su cargo. El Pris ha seguido, en los últimos años, trayectorias más similares a las de Tajao que a las de Agaete. No se han desarrollado figuras como las vendedoras de esta última población, externas a la comunidad, que adquieren el pescado de las unidades productivas y explotan a los pescadores. La comercialización continúa en manos de las mujeres, que ahora en la mayoría de los casos no tienen que moverse de la comunidad para vender su producto. Particulares, dueños o empleados de bares de la comarca, o del mismo Pris, adquieren casi todo el pescado que se captura49. Es frecuente escuchar a los dueños de los bares comentar tengo tal barco, haciendo referencia a que tienen contratado todo el pescado que la citada unidad productiva traiga para tierra. Los pescadores sólo pueden llevar pescado para comer en su casa, y por algún compromiso esconden un poco para vender a los amigos sin que el dueño (el intermediario o el propietario del bar) se dé cuenta. Prácticamente todo el pescado demersal se comercializa de esta forma. Las unidades productivas venden en la playa, no necesitan salir a Tacoronte para colocar su producción50. Entre las vendedoras de Agaete de fuera de la unidad doméstica no suele existir gran competencia en el precio inicial del producto. Han de ofrecer cifras similares, y si alguna las sube, las otras tendrán que hacer lo propio. Las unidades productivas de nuestras poblaciones suelen ser fieles a sus vendedoras o compradores estables, y es infrecuente que se produzcan trasvases. El precio al consumidor sí puede variar según las capturas, la hora del día o el restaurante concreto de que se trate. Una situación bien distinta es la que se refiere a la pesca sobre pelágicos, pues este tipo de peces no es tan apreciado en los restaurantes, y no se puede vender en la playa como el resto. Han de salir las mujeres a lo alto, por ejemplo hasta Tacoronte, para poder comercializarlo, y si bien las de cierta edad están prontas y dispuestas para ello por haber vivido desde pequeñas con la vendida, en el caso de las parejas jóvenes, las esposas de treinta años o menos rara vez son proclives a realizar esta labor:

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Con la difusión del transporte por carretera tampoco hay que llevar siempre el pescado hasta la puerta del consumidor. En las islas ya existe una cierta tradición de ir a la playa a comprar el pescado, para evitar adquirir pescado refrigerado en lugar de fresco, y poder elegir entre diversas capturas. Starr comenta casos similares en el Líbano (1977: 61-2). Los consumidores habituales conocen a los pescadores, y se dirigen a las playas como único medio de obtener pescado fresco de verdad. En El Pris o en Tajao es habitual hallar este tipo de consumidores, aunque en ocasiones han de irse con las manos vacías, pues la pesca no da para todos. 50 Acheson comenta casos similares para las pesquerías de Maine (Acheson 1975: 186).

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Lo que pasa hoy, aquí mismo, es que se ha ido casando gente nueva, que si fuera como hace 25 o 30 años se morían de hambre porque tendrían los hombres que ir a vender. Y si tuvieran que ir caminando, como iban antes, con dos seretas de pescado... Tienen coche y no quieren dir a vender... Dicen que les da vergüenza ir a vender pescado... Ello provoca que se seleccionen las técnicas de pesca, y que las capturas se centren en las especies demersales fácilmente vendibles en la playa. Esto ocurría desde hace más de cinco años, cuando el trasmallo todavía era utilizado. La inexistencia en las unidades domésticas de mujeres dispuestas a salir a la vendida provoca que la pesca sobre especies pelágicas (boga con la pandorga grande) simplemente sea inviable.

3.3.- Las cofradías y su papel en la comercialización del producto Las cofradías no han tenido una gran importancia en ninguna de las comunidades a la hora de facilitar u ordenar la comercialización de los productos de la pesca. En El Pris ni siquiera existe, a pesar de todos los intentos por crearla que han protagonizado estos pescadores. Quizás su actuación más importante ha sido en Agaete, donde, desde hace cinco o seis años, controlan el transporte de los túnidos hasta las fábricas de conservas. La Cofradía tiene un camión frigorífico de reducido tamaño, cedido por el F.R.O.M.M., que se viene utilizando únicamente en los veranos para tal fin. Hasta comienzos de los ochenta esta labor había sido desarrollada por la última de las burriqueras y su hija, que representaban a una firma de conservas de pescado en la comunidad para realizar las compras de túnidos. La gestión de este camión y del transporte del pescado no siempre ha sido desarrollada directamente por la Cofradía. Algún año ha cedido tales faenas a particulares que se encargaban de tal menester por una comisión, obviando de esta manera el pago de los viajes del camión que tenían que ser abonados al conductor por la Cofradía, cuando ésta gestionaba el servicio directamente. Llevar a cabo esta tarea sólo resulta rentable para la Cofradía cuando las capturas son abundantes. En tales años, la comisión que se extrae para atender los gastos del camión y del transporte (un duro en kilo), supone al final de la temporada de pesca algunos ingresos. Sin embargo, en los años en que esto no es así, que son la mayoría, los gastos de mantenimiento del camión (seguros, neumáticos, reparaciones, etc.) y los sueldos del conductor superan con creces los ingresos provenientes de la gestión del mismo, enju-

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gándose los déficits con las subvenciones anuales de la Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Canarias. A la Cofradía de San Miguel de Tajao también le fue cedido un camión frigorífico similar, que no se ha utilizado demasiado al ser poco práctico para la comercialización de las especies demersales, cuyas escasas capturas son más cómodas de transportar en los coches particulares. Igual ocurría con los túnidos, pues las mismas empresas conserveras o los intermediarios disponían de camiones frigoríficos para realizar tal función, y no por disponer de transporte en la comunidad iban a aumentar los precios de forma que justificara la molestia de hacerse cargo del traslado por parte de la Cofradía. Los compradores de estas especies prácticamente las monopolizaban, al menos hasta la crisis de su comercialización hace un par de años, y el coste para ellos de que su camión en la ruta cotidiana pasara por Tajao si había capturas era pequeño. Por todo lo cual no presenta ninguna ventaja real disponer del camión para el transporte del pescado, al menos si no se modifican las condiciones de comercialización de los túnidos, lo que por ahora parece lejano. Además, durante buena parte de la época fuerte de los túnidos (cuando aparecen y hay compradores), las embarcaciones pueden tener su base en puertos alejados de Tajao, en los que se puede vender el pescado directamente a los intermediarios de la zona. En las páginas anteriores, hemos examinado los rasgos generales de las formas de comercialización del producto en la pesca artesanal, frente a lo que ocurre en la industrial. Se ha profundizado en las vías que tres comunidades han seguido para solucionar este problema a través de las últimas décadas, en función de una serie de factores que limitaban sus alternativas. Desde comienzos de siglo, y hasta hace relativamente muy poco tiempo, la venta del pescado se realizaba en la mayoría de las comunidades artesanales canarias por las mujeres (madres, esposas, hijas) de los marineros, quedando todos los rendimientos de la circulación del producto en el seno de las unidades domésticas y empleando de forma eficiente su fuerza de trabajo. De ello tenemos ejemplos en Tajao y en El Pris. Sin embargo, en Agaete las estrategias debían, a la fuerza, de ser diferentes. El gran volumen de capturas obtenido con los chinchorros necesitaba de la presencia de especialistas en la comercialización que dispusieran de medios de transporte —los burriqueros—, pues a las mujeres les resultaría totalmente imposible transportar sobre su cabeza cientos de kilos de sardina, y alcanzar las distancias a las que podían llegar aquéllos. Cuando el volumen de las capturas disminuyó con el empleo de las nasas y la caída de los chinchorros, las mujeres en esta comunidad asumieron la tarea, aumentando con mucho los rendimientos de la pesca, al quedar todos los beneficios de la circulación del producto en el seno de la unidad doméstica.

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En los últimos años, la figura de los intermediarios ha surgido con fuerza en las poblaciones de pescadores artesanales canarios. Varias comunidades de la isla de Tenerife venden todo su pescado a uno o dos intermediarios que monopolizan la producción. Este no es el caso de ninguna de las poblaciones que hemos analizado, aunque en todas hay diversos ejemplos de este tipo de comercializadores. En Agaete nos encontramos con las vendedoras. En Tajao años atrás con la gangochera, hoy con los bares; en El Pris también toman este rol los bares. La ventaja para los pescadores de optar por esta vía de comercialización radica en la total despreocupación por la venta del producto que extraen de la mar. Las vendedoras o los bares adquieren todo el pescado demersal capturado, y con frecuencia buena parte también del pelágico. Mientras en Agaete los márgenes suelen ser elevados, en El Pris o Tajao la diferencia del precio que pagan los bares, frente a la venta directa en la playa o los pueblos cercanos, es de entre cien y doscientas pesetas a su favor51. Con frecuencia a los pescadores les compensa optar por esta alternativa, asegurándose de tener todo el pescado vendido nada más llegar a tierra. Sin embargo, sus mujeres siguen saliendo en otros muchos casos a vender el producto, manteniendo los esquemas de comercialización que existían a principios de siglo, con la única innovación —que no deja de ser importante— de ir en coche. En alguna de estas comunidades los hombres han comenzado a incorporarse a las faenas comercializadoras, sobre todo cuando el producto se vende a intermediarios o a bares.

51 Por ejemplo, si las viejas se venden al público a 1.300 pesetas el kilo, los bares podrán adquirirlas a 1.200 o 1.100 pesetas.

CONCLUSIONES

La antropología de la pesca ha de ser definida como un campo de investigación que aborda problemas específicos, precisando técnicas de observación y modelos de análisis diferenciados. Para su labor, la teoría que proporciona la mayor rentabilidad es la ecología procesual, con la colaboración en ciertas ocasiones del análisis marxista. Con la conjunción de ambos enfoques teóricos es posible analizar los problemas desde la perspectiva de los actores sociales, que al fin y al cabo son los que desarrollan las estrategias adaptativas, condicionando los procesos adaptativos. Este tipo de estudios pueden ser muy importantes para la gestión del sector, al realizarse a través del trabajo de campo sistemático, y proporcionar la perspectiva holista necesaria para comprender los problemas que los pescadores han tenido que afrontar. A lo largo del texto hemos mostrado las opciones de los habitantes de tres comunidades canarias ante un entorno cambiante y limitado. Estas conclusiones giran en torno a dos esferas diferentes. En primer lugar haremos una serie de consideraciones históricas, pasando después a examinar los problemas teóricos a los que más atención hemos dedicado. Si examinamos el conjunto de trabajos de todo tipo sobre la pesca artesanal en Canarias resulta evidente la escasa atención que ha recibido. Las mejores perspectivas de desarrollo económico de la actividad llevada a cabo sobre el banco sahariano han sido la principal causa de tal fenómeno. Además, en muchos textos se percibe una gran carencia de conocimiento sobre el terreno. Sin embargo, la importancia de la pesca desarrollada en las costas de las Islas ha sido históricamente mucho más elevada de lo que

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tales estudios apuntaban, tanto por el número de pescadores que ha integrado, como por la relevancia de la pesca a tiempo parcial en las estrategias de subsistencia de los pescadores-marineros-agricultores-artesanos tan abundantes en las Islas años atrás. La existencia de las poblaciones de pescadores en las Islas ha estado ligada a la presencia de comunidades o mercados capaces de absorber las capturas. De esta forma nos encontramos con: barrios en el seno de las ciudades o pueblos costeros más importantes; comunidades situadas en las cercanías de poblaciones agrícolas; o grupos de pescadores que dependían para su misma existencia de factorías de salazón o conservas, que adquirían casi toda su producción. El Puerto de Las Nieves pertenece al primer grupo; San Miguel de Tajao y El Pris al segundo. La pesca ha sido durante muchísimos años una actividad a combinar con diversas labores, entre otras cuestiones por los malos tiempos que impedían salir a la mar, por la fluctuación en las capturas, o por la disponibilidad de tiempo de trabajo no absorbido por la actividad extractiva. Entre las actividades alternativas destacaron el cabotaje y la agricultura durante mucho tiempo. En nuestros días, tales labores se han visto sustituidas por los servicios o la construcción. La evolución del poblamiento de las comunidades analizadas mantiene, en los casos de Tajao y El Pris, líneas de estabilidad o crecimiento regulares, excepto para Tajao en 1945 a causa de la crisis del cabotaje. En Agaete encontramos otras inflexiones provocadas por cambios agrícolas y movimientos migratorios hacia la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. El número de pescadores-marineros en esta última comunidad ha ido descendiendo desde principios de siglo, primero a causa de la crisis del cabotaje, después por la caída en desuso de los chinchorros (1960-5) y, en general, por los procesos migratorios; de 1981 a 1986 se halla estabilizado. Tanto en Tajao como en El Pris esta cifra ha disminuido en las últimas zafras. En la primera comunidad por la escasa rentabilidad de los túnidos en los últimos años y por la existencia de puestos de trabajo alternativos en la zona turística. En la segunda por la prohibición del trasmallo, que disminuyó la rentabilidad de la pesca, y el auge de la construcción que ha ofrecido puestos de trabajo alternativos para los jóvenes. Entre las constricciones ecológicas fundamentales a que se hallan sometidas las poblaciones de pescadores se encuentran los mercados disponibles y su capacidad para absorber el producto. También, las características de la plataforma submarina posibilitarán estrategias más o menos intensivas sobre especies demersales. Por último, la presencia de refugio pesquero en la comunidad, y su situación en vertientes norte o sur, marcará el número de días que el mal tiempo impide salir a la mar. Estos elementos pueden llegar a ser factores limitantes para el desarrollo de la pesca.

CONCLUSIONES

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La interacción social en las poblaciones de pescadores tiene lugar en dos espacios diferenciados. Por una parte, tenemos el espacio a bordo, en el que se desarrolla la inmensa mayoría del trabajo de la mar. Es una esfera claramente masculina, en la que el peligro y la incertidumbre se hallan presentes. En las relaciones dentro de las tripulaciones la tónica general es el igualitarismo, excepto en aquellas técnicas que por el número de hombres y la rapidez necesaria en su coordinación se desarrolla una mayor autoridad y centralización de las decisiones. Las pequeñas dimensiones de las tripulaciones (dos personas es lo habitual), los lazos de afinidad o parentesco y la relación continuada a través de los años, conducen a que la regla general sea dos patrones en un barco, excepto en las unidades productivas formadas por padre e hijo cuando este último es todavía joven. En la pesca industrial esta caracterización se modifica con el aumento de la tripulación y la necesidad de coordinarla con eficacia. El cambio tecnológico en la historia de las comunidades analizadas ha estado marcado por un elemento fundamental: la adopción de los motores como elementos de propulsión en sustitución de los remos y la vela. En Agaete los primeros llegarían en la década de los veinte, en las otras se comenzaron a usar hacia finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta. En lo referente a las técnicas de pesca cada una de las unidades de estudio ha seguido patrones diferentes. En Agaete la innovación más importante de los últimos años ha sido la nasa grande, que terminó con las unidades productivas de los chinchorros por su mayor rentabilidad y por necesitar mucha menos fuerza de trabajo. En El Pris la innovación tecnológica más importante fue el trasmallo, que a partir de los años sesenta y hasta mediados de los ochenta centró las estrategias de pesca de las unidades productivas de la comunidad. En ambos casos asistimos a la adopción de tecnologías más rentables que sus predecesoras y además pasivas, de sentarse y esperar, que sustituían a técnicas activas (anzuelo, chinchorro, pandorga) en las que el pescado debía ser localizado con estrategias de widely foraging. En esto se confirman las teorías del optimal foraging. Para Tajao la revolución vino de la mano de la pesca de túnidos, de alta rentabilidad en la zona durante muchos años. Tanto aquí como en Agaete la pesca de estas especies ha conducido a unidades productivas especializadas en su captura, con barcos específicamente dedicados a tal fin. En todos estos casos, las innovaciones tecnológicas respondían a las necesidades y expectativas de los pescadores, lo que posibilitaba su adopción. Tanto las innovaciones tecnológicas como las opciones que apuntan por una mayor capitalización son asumidas en función de elementos como la situación actual de la pesquería, las expectativas de futuro, las ventajas que prometen o los problemas que resuelven. En suma, la rentabilidad de los cambios, desde la visión de los pescadores, será el motivo fundamental

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para su adopción, y tal perspectiva de los pescadores se construirá con la información que estos posean sobre la innovación, sus ventajas, y el futuro de la pesquería. Los procesos de capitalización e inversión en el sector han estado marcados por el ahorro y los préstamos de fuera, en lo que han tenido especial importancia las factorías de procesado de los túnidos y algunos intermediarios, que de esta forma se aseguraban un suministro continuado. Las estrategias que desarrollan las unidades productivas de los pescadores canarios se adaptan a un medio marino y social cambiante. Han de ser diferenciadas las estrategias intensificadoras y diversificadoras. Podemos hablar de intensificación en aquellos casos en los que se da un compromiso de inversión elevado con una técnica —o varias compatibles entre sí—. La intensificación en nuestras comunidades suele implicar la especialización en nasa o especies pelágicas. La intensificación se incrementa al aumentar la capitalización, tomando la forma de un continuum. Podemos hablar de estrategias diversificadoras en aquellos casos en que se va a lo que se puede con unos medios de producción limitados. Es decir, se trata de integrar las tecnologías compatibles: entre sí, con la escasa capitalización, y con la fuerza de trabajo. La adopción de estrategias intensificadoras sólo es posible cuando hay una cierta confianza en las expectativas de un futuro halagüeno, definido según la experiencia previa, capital y fuerza de trabajo disponibles. En aquellos casos en que las expectativas no tienen este cariz, lo habitual es optar por la diversificación. Esta exige muy poco, una persona y unos medios de producción mínimos bastan para salir a la mar. Podemos afirmar que se da una correlación muy elevada entre: la capitalización, la disponibilidad de fuerza de trabajo, y el conocimiento del medio en las unidades productivas, respecto a sus estrategias especializadoras o diversificadoras y las técnicas en ellas empleadas. Por tanto, y dejando a un lado el medio ambiente ecológico, son tres las variables que influencian directamente las estrategias productivas: capital, fuerza de trabajo y conocimiento del medio. En nuestras comunidades, en los casos de capitalización media o alta y cuando los otros dos factores también lo permiten, encontramos dos tipos básicos de opciones intensificadoras. En ellas pueden combinarse una o varias técnicas de pesca, en especial aquéllas que implican mayor productividad: nasa si se dan las condiciones ecológicas adecuadas (Puerto de Las Nieves) o túnidos (Tajao y Las Nieves). En este último caso, durante los periodos del año en que no aparecen se emplean técnicas de relleno sobre demersales u otros pelágicos; a partir de la crisis de comercialización de los túnidos (1989), cada vez tiene menor fuerza tal estrategia. En el caso de El Pris hemos asistido en los últimos años a un proceso de readaptación técnica. De una situación de libertad tecnológica, ante la disminución de recursos y en virtud de unas fuertes restricciones impuestas

CONCLUSIONES

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desde fuera, se ha pasado del trasmallo al anzuelo, lo que ha dado lugar a una reducción en los ingresos de los pescadores y a que los jóvenes busquen actividades alternativas, aunque ha mejorado la situación de los stocks de pescado y la adaptación a largo plazo parece haber salido beneficiada. Entre los pescadores hay múltiples formas de apropiación del territorio. La más habitual es el secreto sobre los lugares de pesca, que disminuye la competencia. La gestión y adquisición de este tipo de información resulta vital para las unidades productivas, que procuran por todos los medios preservarla, manteniendo esquemas de territorialidad que conservan las fronteras del grupo social. Además del secreto, podemos hallar numerosas tensiones intra o intercomunitarias por la gestión del medio marino y por las técnicas con que ha de ser realizada la pesca. Entre los conflictos intercomunitarios, el más destacado fue la guerra del trasmallo del Norte de Tenerife en 1984, que provocó la prohibición de este arte de pesca en la zona. El reclutamiento es una de las estrategias vitales para la reproducción de las unidades productivas. Los modelos basados en el parentesco han sido los que han marcado toda la historia de las comunidades pesqueras en las Islas, al igual que en la mayoría de las poblaciones similares del globo. Sobre todo el mayoritario modelo padre-hijo (44,6% en 1983-6, 39,9% en 1989) proporciona ventajas de otra forma inalcanzables, pues mantiene el secreto en el seno de la familia más cercana y con frecuencia sirve para que todos los beneficios de la pesca vayan a parar a una misma unidad doméstica si los hijos son jóvenes, elevando la ratio de productores-consumidores. Cuando tal modelo no es factible, surgen otros alternativos en el ciclo de reproducción de la unidad doméstica y productiva, entre los que destaca el dos hermanos, del que hallamos también numerosos ejemplos en nuestras comunidades (27% en 1983-6, 20% en 1989), y que si bien mantiene el secreto protegido aumenta la ratio consumidores-productores, al tener que mantener varias unidades domésticas y con mayor número de componentes que en el caso padre-hijo. Sólo cuando estos dos modelos no son viables se introducen en la unidad productiva a extraños, de lo que hallamos un porcentaje muy reducido. El sistema a la parte posee una doble funcionalidad en la pesca artesanal frente a la industrial. En esta última guarda grandes similitudes con el trabajo a destajo, y presenta grandes ventajas para la explotación capitalista. En la pesca artesanal, por el contrario, al tratarse de una empresa comunitaria en la que la propiedad de los medios de producción suele ser común, y en la que el parentesco cercano es el eje del reclutamiento, su funcionalidad es completamente distinta, acercándose a esquemas de relaciones sociales de producción precapitalistas. Consideramos importante analizar este tema ya que revelar las relaciones sociales de producción subyacentes en el siste-

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ma a la parte puede constituir un elemento fundamental en los análisis del cambio. Por ejemplo, resulta esencial en la investigación de las transformaciones que se están produciendo en las comunidades pesqueras canarias y que conducen a la desaparición de las unidades productivas artesanales. Estas se ven sustituidas, cuando se dan condiciones favorables para el desarrollo de otros tipos de pesca más capitalizados —disponibilidad de refugio pesquero, amplia plataforma submarina, riqueza en especies pelágicas y buenos precios, fuerza de trabajo disponible, etc.—, por otras que se aproximan en su funcionamiento a esquemas capitalistas (embarcaciones de más de quince metros, tripulaciones de siete o más personas...). Las formas de comercialización de la pesca han seguido varios modelos a lo largo del presente siglo. En Agaete, por su elevada producción, se desarrolló un colectivo de especialistas en la venta de la sardina, que tuvieron que dejar su puesto a las mujeres de los pescadores en cuanto la caída de los chinchorros y su sustitución por las nasas hizo disminuir el volumen de pescado. Las mujeres en Tajao y El Pris siempre han asumido esta tarea, vendiendo en los pueblos cercanos. De esta forma, todos los rendimientos de la pesca quedan dentro de la unidad doméstica y se emplea de forma eficiente su fuerza de trabajo. Por tales motivos, este modelo es habitual en muchas de las poblaciones de pescadores artesanales del globo. En los últimos años la labor de las mujeres, ante la gran demanda de pescado y la escasa oferta, se está viendo sustituida por compradores habituales (baresrestaurantes) que adquieren a buen precio todas las capturas de parte de las unidades productivas de Tajao o El Pris. También hallamos algunos intermediarios en las comunidades de pescadores, por ejemplo las vendedoras de Agaete. Esta investigación ha tenido como base empírica tres poblaciones pesqueras de las dos islas centrales del archipiélago canario. No obstante, las hemos enmarcado en un contexto histórico y teórico más amplio. Por ello, creemos poder definir algunas perspectivas para el futuro del sector y de su desarrollo. Es evidente que el modelo económico canario no puede girar en torno a la pesca, por lo que su dependencia de otras actividades económicas (turismo, comercio, agricultura...) seguirá existiendo. Sin embargo, y aunque el monto poblacional del sector pesquero es reducido, parece necesario buscar formas para su gestión, protección y desarrollo. En este sentido queremos realizar algunas consideraciones: La actividad extractiva se ejerce sobre un recurso limitado, por lo que la modernización y capitalización del sector debe tener en cuenta la capacidad de carga de los ecosistemas marinos sobre los que opera. A la vez, las zonas costeras han sufrido una fuerte agresión en los últimos años, a causa de la contaminación y los vertidos relacionados con el sector turístico y la construcción. Por ello, creemos que una política legislativa acerca del sector

CONCLUSIONES

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pesquero (por ejemplo, limitación de artes, reservas marinas...) debe incidir también sobre el conjunto de actividades relacionadas con los ecosistemas litorales de Canarias. La legislación sobre la pesca artesanal debe tener en cuenta la complejidad y especificidad local del medio natural y social en el que se encuentran ubicadas las comunidades de pescadores, favoreciendo en su aplicación las situaciones concretas de las mismas. La planificación y construcción de refugios, sobre todo en las zonas Norte de las Islas, resulta fundamental para la protección y desarrollo del sector. Su gestión por parte de los pescadores es necesaria para evitar que los turistas y sus embarcaciones de recreo compitan por el espacio que deberían ocupar aquéllos, privándoles de una potencial expansión. La voz de los pescadores debe ser oída en todas las instancias de la administración, directamente o a través de organizaciones que los representen.

APÉNDICE: LAS TÉCNICAS DE PESCA

No es lo mismo, desde nuestra perspectiva, técnica y arte de pesca. Por técnica de pesca entendemos un complejo entramado de conocimientos, destrezas (el xeito gallego), formas de trabajo y/o cooperación, que con determinados aparejos (redes, anzuelos, trampas, etc.) se emplean para la captura de especies marinas útiles al hombre. El término arte de pesca hace referencia, sobre todo, a tales aparejos. En el léxico de nuestros pescadores su referente con frecuencia todavía es más restringido, incluyendo únicamente los utensilios de pesca constituidos por mallas o redes de diverso tipo. Incluso el término arte es empleado, en determinados pueblos para referirse únicamente a las traíñas, sardinales o salemeras. Dos cuestiones pueden ayudarnos a clasificar las técnicas: el tipo de especies sobre el que actúan o el carácter activo o pasivo de las artes que integran. Utilizaremos este último criterio, pues permite un baremo diferenciador en función del tiempo de trabajo que hay que emplear con ellas y de la posibilidad de combinarlas. Mientras las técnicas activas requieren la continua atención del pescador, las pasivas no precisan estar encima, haciendo posible que se utilicen varias a la vez o que se coordinen con otras activas1. 1 En este apéndice no nos preocuparemos específicamente por la normativa legal que rige el empleo de los artes y formas de pesca que citamos, ni pretendemos tampoco realizar un trabajo exhaustivo. Ambos aspectos esperamos recogerlos en otro texto dedicado monográficamente a este tema que se encuentra en preparación. Las descripciones que aquí se plasman son deudoras de otros textos anteriores elaborados por J. Pascual Fernández y A. Santana Talavera.

APÉNDICE: LAS TÉCNICAS DE PESCA

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El proceso de trabajo es muy sencillo. En primer lugar, se ceban los tambores con caballa, pescado machacado, sardina, etc., y a veces se depositan en su interior algunas piedras para que no se muevan mucho. Deben colocarse en zonas donde se supone que hay abundancia de morenas, siempre a un fondo reducido y en marisco, no en arena. Esto puede hacerse la tarde antes o el mismo día en el que van a ser recogidos. Bastará irlos a buscar y extraer las capturas de su interior, con cuidado, pues su mordedura es peligrosa.

La nasa La nasa es una trampa de forma circular o rectangular realizada en hierro y tela metálica. Consta de un armazón de varillas de hierro de diferentes grosores (dependiendo del tamaño de la nasa) soldadas entre sí, o engarzadas a martillo en las de construcción más primitiva —que son las más frecuentes en muchas zonas de Tenerife—, y una cubierta de tela metálica de luz variable (entre media y dos pulgadas), dependiendo también de sus dimensiones. En esta cubierta de tela metálica se encuentran uno o dos orificios de forma peculiar, llamados mataderos, por los que penetra el pescado y por los que posteriormente no puede salir, dada su inclinación y forma peculiar. Las capturas se extraen por una puerta. Las nasas más usuales son las chicas, que tienen entre 1,5 y 2,5 metros de perímetro y 0,4-0,7 de altura. En Tenerife suelen ser cuadradas o rectangulares, en contraposición a las circulares que se emplean habitualmente en Gran Canaria. Acostumbran llevar malla con una pulgada de luz. En Gran Canaria se emplean también modelos mayores. Por ejemplo, la llamada nasa grande, de un metro de alto y cerca de doce de perímetro. Para forrarla hay que emplear un rollo casi completo de tela metálica de 1 metro de alto por 50 de largo, consumiendo en su construcción seis o siete varillas de hierro de doce metros de largo. Se emplea a 80-100 metros para capturar especies como la sama, el jurel, etc. Las nasas medianas tienen normalmente medio metro de altura y mucho menos perímetro. Para forrarlas se emplean unos 25 metros de tela metálica, la mitad que en el caso anterior, y basta una sexta parte para el caso de las pequeñas. La luz de malla varía con el tamaño; normalmente las menores suelen tenerla de una pulgada, las medianas de pulgada y media, y las grandes de dos. Tiempo atrás se utilizaban medidas todavía más reducidas, de 3/4 de pulgada o menos. Antes era de 3/4 de pulgada, ya hoy quieren quitar la de pulgada porque la están encontrando chica y está explotando

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toda la mar, tendrán que quitarla... Ahora la que está más chica es la de pulgada, y las nasas grandes a dos pulgadas. Las primeras nasas no se realizaban con hierro y tela metálica, se construían aprovechando lo que el medio ponía gratuitamente a disposición de los pescadores: caña, mimbre y junco. El número de nasas con que suele contar una unidad productiva es muy variable. En Tenerife podemos encontrar pueblos enteros que no las usan, y en los restantes muchas unidades productivas que sólo poseen unas pocas, llegando todo lo más a veinte o treinta. En Gran Canaria existen verdaderos casos de especialización en la técnica, tanto por un desarrollo muy importante de los conocimientos intelectuales necesarios para su empleo, como por el número de estos artes que llega a poseer una unidad productiva (más de doscientas nasas en el Sur de la Isla, y ciento cincuenta en el Norte). Por lo general el mayor número de nasas es del tamaño menor, pero en una unidad productiva pueden combinarse sesenta de éstas con otras treinta entre medianas y grandes, por poner un ejemplo. En las nasas se pueden utilizar carnadas muy diversas. Es posible calarlas de varias maneras. Pueden ser empleadas sin cabo ni boyas, fondeadas individualmente a escasa profundidad y recuperándolas con un mirafondos y un grampín2. De esta forma se obtienen especies de orilla, fundamentalmente la salema, y así las usan los hijos pequeños de los pescadores para iniciarse en el manejo del arte. Otra manera de utilizarlas es en parejas formando un tren3, uniendolas con un cabo que, tendido entre ambas, permite recuperarlas al rastrear el fondo sobre las marcas con un rozón hasta dar con él. Finalmente hemos de citar el sistema más habitual, utilizar boyas para señalar la posición de las nasas, como se utiliza en Gran Canaria y en muchas zonas de Tenerife. Un apartado especial lo merecen las nasas camaroneras, que en nuestras comunidades tienen una estructura metálica cuadrangular similar a de las nasas de pescado, con tela metálica plastificada con luz menor a media pulgada. Se utilizan en zonas de marisco a gran profundidad (150-200 metros).

2 El rozón y el grampín son pequeñas anclas, de menor tamaño el segundo que el primero, con varios ganchos de hierro en su parte inferior, que permiten enganchar fácilmente objetos en el fondo. 3 Término que se emplea refiriéndose al conjunto de varias nasas que se fondean juntas unidas por una cuerda, o, en la pesca con liña, al conjunto de plomo (chumbo), torto, giratorios, anzuelos, etc., que difieren según la especie que se pretende capturar.

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El trasmallo El trasmallo es un arte de red constituido por tres paños, superpuestos de forma que los dos que se hallan en los lados mantengan los cuadrados que los constituyen al mismo nivel. La red que se encuentra entre ambos es de malla mucho mas reducida. En nuestros días, el hilo empleado es de material sintético; tiempo atrás se usaron de algodón y cáñamo con los mismos diseños, pero mucho menos resistentes y duraderos. Los tres paños están unidos por una relinga de boyas en la parte superior y otra de plomos en la inferior. La altura de las piezas de trasmallo suele ser variable, alrededor de dos brazas, y su longitud oscila en torno a las cuarenta. Los trozos de red que los componen tienen originalmente unos cien metros de largo, pero al confeccionar el trasmallo reducen mucho su tamaño: Tienes que dejarle el paño en banda, para que cuando el pescado embista se quede dentro... Si lo dejas tenso entonces embiste y rechaza otra vez para atrás al pescado... El trasmallo de una pared (red de agalladera o cazonera, impropiamente denominada trasmallo) es también empleado en nuestras costas. Se trata de una red de malla única elaborada con nylon transparente, por lo que es mucho menos visible para los peces. Esta versión tuvo escasa importancia en las Islas hasta, aproximadamente, el año 1984. Anteriormente también se habían usado trasmallos de dos mallas, una grande y otra más pequeña. La construcción de estos artes, sobre todo los de tres paredes, resulta un tanto complicada. En la época en que se generalizó en las Islas el trasmallo de hilo sintético (años sesenta), en muchos pueblos de pescadores desconocían los pormenores de su confección, aunque poco a poco se convirtió en una tarea cotidiana. Los trasmallos centran su ámbito de capturas en los peces de fondo costeros (por ejemplo, viejas y sargos), calándose a escasa profundidad y cerca de la orilla. Se depositan a modo de barrera paralela o perpendicular a la costa durante un número de horas variable (desde un poco antes del amanecer, o desde la tarde anterior, hasta las 8-9,30 de la mañana). En su utilización, ha de tenerse siempre mucho cuidado con el estado de la mar y el tiempo. Si se cala justo en la orilla (lo que suele ser habitual), y aparece mar de fondo, el arte quedará muy deteriorado o perdido. Igualmente ocurrirá si se deposita a mayor profundidad y hay mucho aguaje por mareas fuertes. Al calarse el trasmallo pueden usarse uno o varios paños unidos entre sí; de esta manera se utilizaban diez o quince de una sola vez, formando artes de seiscientos metros.

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lastre. La situación de los anzuelos determinará el tipo de palangre de que se trate. Habrá unos de aire, que mantienen los anzuelos en la superficie, otros que los dejan a media agua, y el último tipo los sitúa en el fondo o muy cerca. Este modelo es el que se emplea en Tenerife y Gran Canaria, incidiendo básicamente sobre especies demersales. Por el contrario, el palangre de aire lo hace sobre especies pelágicas, y prácticamente no se emplea en las islas. El tamaño de los anzuelos variará con las diferentes versiones, e igual ocurrirá con las capturas en volumen y especies. Las carnadas más habituales son sardinas o caballas capturadas en la comunidad (mediante traíñas, etc.) por su escaso costo. El proceso de trabajo es muy sencillo. Se calan comenzando por un extremo del arte, extendiéndolo en su completa longitud, y manteniéndolo un tiempo variable en el agua (por ejemplo una hora); posteriormente son levantados por la misma punta por la que se comenzó a calar. Suelen emplearse por la mañana, temprano, para aprovechar las buenas horas de venta del pescado. Esta técnica exige un tiempo de trabajo elevado, por las horas que han de ser invertidas en reponer anzuelos, preparar la carnada y engancharla, ordenar el palangre en cajas adecuadas, etc.

TÉCNICAS ACTIVAS Podemos citar entre las técnicas activas las siguientes: caña, liña o cordel, potera, gueldera, chinchorro, sardinal o traíña, salemera, finalizando con la pesca de los túnidos. La caña En épocas pasadas la pesca con caña era para los pescadores artesanales más que frecuente. Caña larga (3-4 m.), bien con aparejo, bien con hilo de cáñamo o algodón y anzuelo cebado con cangrejillo. Con este reducido equipo capturaban desde tierra la vieja u otras especies. La productividad era bastante elevada hace años, por la gran abundancia de pescado y el reducido número de pescadores, que además trabajaban con medios técnicos primitivos. Como nos decía un pescador de El Pris respecto a su padre, en el verano con la caña nos mantenía a todos los trece hermanos, sin que fuera necesario embarcar. También se empleaba una caña más pequeña (de gorra, braza y media de largo) para la pesca de especies demersales o de chicharro y caballa desde pequeños botes. Hoy el hilo de algodón se ha visto sustituido por el nylon, y las cañas rara vez son empleadas por los pescadores profesionales.

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Tiempo atrás era característica la pesca nocturna con luz, proporcionada por teas o mechones de petróleo, que Barker Webb y Berthelot describieran refiriéndose a la bahía de Santa Cruz en su Histoire Naturelle des Iles Canaries. Para pescar con la tea se situaba una piedra muy porosa en el leito del barco (fogón), sobre la que se colocaban pedacitos de esta madera resinosa cuya luz al quemarse atraía a los peces, permitiendo que fueran capturados con gueldera, aparejo o caña. Cuando se utilizaba el petróleo se valían de unos depósitos especiales en los que cabían uno o dos litros, con un par de tubos y una mecha en ellos para dar luz, que eran colocados en un palo en la borda del barco, aprovechando las mismas técnicas del caso anterior: Lámparas ponían en las bandas con petróleo... Como las de los cangrejos... Ponían dos o tres mechones en la banda del barco y a la luz esa venía el pescado, y después pues con caña, y con la pandorguita, una pandorguita que tenían, pues echaban el engodo y cogían... Bueno, dos y tres cestas, cuatro cestas... El tiempo de trabajo variaba según las circunstancias. En una gran parte de la pesca realizada con caña, los protagonistas eran simplemente gente de tierra, que de esta manera obtenían un complemento proteínico a su dieta con escaso esfuerzo. Esta actividad de autoconsumo no se prolongaba demasiadas horas al día. Sin embargo, si esta técnica tuviera como fin intercambiar o vender el pescado, es bastante probable que ocupara más horas. La pesca con caña casi siempre ha tenido un carácter de actividad a tiempo parcial. A la caña va unido un sedal, que si bien antes era fijo, hoy suele enrollarse en carretes de diferente tamaño y capacidad. Con la caña se pesca a boya o a fondo. En la primera modalidad, un flotador (de plástico, corcho, etc.) sostiene el sedal que se encuentra debajo del agua, manteniendo el anzuelo a una determinada profundidad, casi siempre con la ayuda de unos pedacitos de plomo. El tipo de anzuelo, la carnada, el tamaño de la boya, etc., variarán según la especie que se pretenda obtener, los gustos y la experiencia previa del pescador. Cuando se pesca a fondo, los anzuelos son conducidos a muy escasa distancia de éste merced a un plomo que, situado en la parte baja del sedal y lanzado adecuadamente, permitirá colocarlos en la zona que se estime más conveniente. La variedad de formas en que se prepara un aparejo de pesca con caña es amplísima, al igual que las carnadas que se pueden emplear: pasta, gamba, trozos de diversos pescados, cangrejos, etc.

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En la pesca con aparejo y anzuelo se pescará de noche o de día según los peces. Por la noche se capturan, por ejemplo, la galana, el conejo, el sargo o el bocinegro. Cada vez es menos frecuente que los pescadores salgan a la mar con la noche. Sobre todo en aquellas comunidades en las que otras técnicas han suplantado prácticamente a la liña (técnicas pasivas sobre demersales), cuando ocasionalmente se trabaja con ella casi siempre se hace de madrugada, antes del amanecer, para llegar a tierra a las once, doce, o una de la mañana, todavía a tiempo de vender el pescado. La carnada viva se cogerá la noche antes (por ejemplo, cuando se trata de chocos para el pargo, la sama, el jurel), o ese mismo día de madrugada, antes de comenzar a pescar, permaneciendo en los viveros4 llenos de agua de los barcos.

La potera Otra técnica activa poco exigente en cuanto a la cantidad de fuerza de trabajo que ha de ser utilizada es la potera. Se emplea en la pesca del calamar, choco y pota, pudiendo ser confeccionada por los mismos pescadores o adquirida ya hecha. La versión realizada a mano (que se utiliza sobre todo en el Norte de Tenerife), consiste en una barrita de hierro, recubierta de un esparadrapo blanco para atraer a los calamares, que en su parte inferior cuenta con una serie de anzuelos colocados simétricamente hacia arriba (entre cinco y siete), unidos sólidamente con aparejo e hilo de nylon. En la barra de hierro se ensarta un pez como carnada, calándose a siete u ocho liñas (320 metros)5. La pesca de este calamar grande suele realizarse durante el invierno, aunque no se puede salir mucho por los malos tiempos de la estación. Los que se capturan a estas profundidades tienen tamaño considerable, por ello suele ser interesante intentar atraparlos: El asunto de los calamares es que no se coge un calamar de un kilo, sino de dos o tres kilos. Y no es lo mismo ir a la cabrilla y coger una, que son pequeñas. La ventaja que tienen los calamares es esa, que con tres o cuatro ya tienes hecho el día.

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Entendemos por vivero un recipiente, dentro del barco o fuera del mismo, que permite mantener con vida a la carnada o a la pesca. Posee algún sistema de circulación del agua (motorizado en los barcos mayores), o cuenta con orificios por los que esta penetra y sale, pero reducidos para evitar que el pescado pueda escaparse. 5 Los pescadores denominan una liña a un tendido de aparejo de 25 brazas de largo. Cada braza equivale para nuestros pescadores, como ya hemos indicado, a una distancia que oscila entre 1,5 y 1,7 metros.

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La potera pequeña, que coincide hoy con la elaborada industrialmente, se utiliza en fondos de arena (limpio), a poca profundidad (20-30 metros, por ejemplo). Consiste en una pequeña barrita de plástico fluorescente (brilla en el agua), que en su parte inferior cuenta con una hilera simple o doble de ganchitos, a modo de anzuelos sin barbada, con los que atrapará a los calamares que se abalancen sobre ella, confundiéndola con un pequeño pez. En su parte superior posee una pequeña argolla con la que se une a una liña de aparejo o nylon. El proceso de trabajo consiste en imprimir a la potera una serie de movimientos rápidos y característicos, a la profundidad adecuada (cerca del fondo), simulando el comportamiento de un pez. El calamar, o el choco, entonces se abalanza sobre ella y queda sujeto en los pinchos. Poco a poco, procurando mantener una misma tensión en la liña para que no se suelte, se va elevando la potera y la presa desde el fondo. Justo en la banda se pondrá un jamo por debajo, para que al levantar no se escape de los pinchos. Actualmente las capturas de calamares han bajado respecto a lo que era habitual, por ejemplo, a comienzos de los setenta. El calamar pequeño se captura durante todo el año, pero preferentemente durante el verano y, al igual que el grande, habitualmente sobre fondos de arena. La unidad productiva para esta técnica puede ser, simplemente, de una o dos personas. La gueldera o pandorga6 La gueldera es una técnica de pesca con la que se capturan bien especies pelágicas, básicamente caballa y boga, o demersales, especialmente viejas. Consiste en un círculo de hierro con tamaño variable según los peces a capturar, del que pende una malla de forma semiesférica, con fondo, como mínimo, similar al diámetro del aro. Este puede tener unos tres metros por término medio en el caso de aquellas destinadas a las especies pelágicas, pendiendo la malla alrededor de tres hacia abajo. Las que se emplean en la pesca de la vieja tienen dimensiones bastante más reducidas, alrededor de metro y medio de diámetro. La malla de la pandorga o gueldera de mayor tamaño se realizará con aparejo blanco, amarillo, o hilo de acero inoxidable, en todos estos casos de calibre bastante fino. También se podrá realizar con red de hilo de nylon, como hemos observado en el Sur de Tenerife, pero más enfocada en este

6 Ambos nombres son conocidos por nuestros pescadores, pero el término gueldera se utiliza más frecuentemente en Gran Canaria, mientras que pandorga se encuentra generalizado en Tenerife.

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caso a capturar carnada pequeña para la pesca de los túnidos (boga o caballa pequeña). La malla de la pandorga de viejas se realiza con aparejo dorado o blanco, que frecuentemente se pinta de negro para que no brille en el fondo. Se emplea sistemáticamente grasa o aceite para preservar a las pandorgas de la oxidación, cuando son realizadas en aparejo blanco o amarillo7. Todas estas mallas metálicas se realizan a mano y su elaboración consume muchas horas, sobre todo en la pandorga grande para especies pelágicas, cuya confección llega a consumir seis kilos de aparejo. El círculo metálico pende de un cabo, por medio de una serie de hilos de nylon llamados vientos o bolinas (entre diez y una docena). Para levantar la gueldera fuera del agua se emplea una larga vara de madera con unos tres metros de largo —en el caso de la pandorga de bogas—. La pandorga grande se sumerge en el agua en las zonas en que suele haber cardúmenes. Se usará engodo8 para atraer el pescado, de dos maneras distintas. En Las Palmas, por ejemplo, sobre el arte que se encuentra a unas siete brazas se dispersa con un talegón (especie de bolsita de trapo cerrada con un alambre) a cinco brazas, conteniendo pescado machacado o huevas. Esta bolsita se abrirá con un brusco tirón del pescador saliendo al agua su contenido, con lo que el cardumen, atraído por el cebo, se situará sobre la semiesfera que forma el arte. En Tenerife prescinden del talegón, consiguiendo el mismo fin situando una bola, hecha con papas guisadas y erizos machacados, sobre la malla de la gueldera. Al sacudir ésta fuertemente en la profundidad adecuada, se logra que se disuelva, atrayendo la pesca. Una vez que se ha comprobado con el mirafondos que el pescado se encuentra sobre el arte, se va levantando éste despacio para encerrarlo, y después, cuando el pescado ha percibido la malla, con gran rapidez. La última fase del proceso de trabajo es extraer la pandorga del agua y virarla dentro del barco, lo que por su tamaño y peso exige un gran equilibrio, coordinación y fuerza. Primero se levantará tirando por un cabo, y cuando las bolinas o vientos que sujetan el aro lleguen a la superficie, se enrollará en su unión una larga vara, que permita izar la semiesfera del agua. Mientras uno levanta, otro pescador de la unidad productiva ayudará a meter el pescado dentro. En el Norte de Tenerife se usa mucho el arte para pescar la boga en primavera, mientras que en el Norte de Gran Canaria se emplea para la captura de sardina y caballa, sobre todo durante los inviernos. También puede utilizarse para la pesca sobre especies diferentes (salmonetes, jureles, chopas...). A 7

La pandorga de bogas o sardinas confeccionada en aparejo amarillo (la más frecuente), ha de ser renovada a los seis meses de trabajar con ella, por el efecto de la corrosión. 8 Entendemos por engoo o engodo las materias orgánicas que se tiran al mar para atraer el pescado, colocándolo de esta manera al alcance del pescador. Este engodo puede consistir en erizos machacados, restos de pescado salado, papas guisadas, pan, etc.

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puede ser aprovechado durante varias jornadas, mientras se mantenga vivo. Cuando aquéllas se acercan al reclamo, atraídas, el pescador las observa con el mirafondos y aprovecha para subir la pandorga dejándolas atrapadas. Si la pandorga de bogas se puede emplear en muy diversas zonas, con tal de engodar el pescado para que se acerque, la de viejas ha de ser utilizada en los pasaderos de esta especie, es decir, en aquellos lugares del fondo por los que suelen transitar de la costa a lo hondo. Del conocimiento de estas zonas dependerá, en buena medida, el éxito de la pesca.

El chinchorro Tanto el chinchorro como la traíña son artes empleados en la captura de especies pelágicas: sardina, caballa y chicharro básicamente. El primero es un arte de pesca que puede arrastrarse sobre el fondo marino o deslizarse sobre éste, según la modalidad, formando una especie de V con la parte ancha situada en la costa, desde la que tiran varios hombres colocados en cada extremo (manga). El proceso de calar el arte (tenderlo y sacarlo del mar) es bastante delicado y exige la dirección de un especialista o mirador que, a través de una especie de caja con el fondo de cristal (el vidrio o mirafondos), examina los movimientos de la sardina dentro del agua y da las órdenes consiguientes de tirar con mayor o menor fuerza del chinchorro. Éste se encuentra constituido, básicamente, por unas mangas de longitud variable que pueden alcanzar los 140 metros, y un copo que atrapará la pesca, que es forzada a penetrar en él a través del movimiento del arte. En el Puerto de las Nieves se emplea una versión de esta técnica de pesca que no arrastra sobre el fondo, sino que se desliza sobre éste o a media agua (boliche de aire), permitiendo su utilización sobre zonas rocosas, de marisco, que de otra forma destrozarían el arte. De esta manera se evitan, a la vez, las consecuencias negativas para los fondos que la otra versión puede ocasionar. En el siglo XIX, y durante buena parte del XX, fue un arte muy utilizado en las Islas, especialmente en las zonas de playas arenosas que favorecen su empleo. En Tenerife, el Porís, Candelaria y Los Cristianos fueron puertos de pescadores en los que tuvo una especial implantación. Hoy en día sólo se utiliza ocasionalmente el chinchorro pequeño para carnada. En Gran Canaria se utilizó mucho, tanto en el Norte como en el Sur. Por ejemplo, hasta comienzos de los años sesenta en Agaete trabajaban cinco o seis de estos artes de forma continuada, cada uno de ellos con entre quince y veinte hombres. Normalmente, en el chinchorro hay un mirador principal que manda sobre todos los movimientos que realiza el arte, y otro mirador secundario, que ayuda al primero, colocado en el brazo (manga) contrario. Este último

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Las caladas del chinchorro obedecen a finas reglas de estrategia. Hay que cuantificar la sardina del cardumen, y en el caso de que no sea mucha, evaluar si en otras zonas de la costa puede haber más cantidad. Es necesario tener en cuenta las características de la orilla y el fondo, para definir las dificultades de la calada, y si merece la pena. Por el contrario, cuando el manterío es demasiado grande, muchas veces se hala por la parte trasera del arte (la manganilla), de forma que éste se levanta del fondo, con lo que buena parte se escapa. Todo ello con el fin de que el precio de venta del pescado no baje por debajo de ciertos límites, que podrían reducir la rentabilidad de una buena captura. El trabajo de los marineros en los chinchorros tiempo atrás era bastante duro e incierto en sus resultados. Tenían que salir a diario en busca de cardúmenes de especies como la sardina, de abundancia impredecible. Los pescadores, por ejemplo en Agaete, estaban sujetos a la inclemencia de unas orillas del Norte, batidas con frecuencia por el mar de fondo. Debían tirar durante horas de una soga que jalaba por las mangas del arte, calado muchos metros hacia fuera. Al llegar a tierra tenían que repararlo en una jornada que duraba, a menudo, de sol a sol. Los chinchorros hasta los años sesenta estaban confeccionados en fibras vegetales. Primero se usó el cáñamo, y posteriormente el algodón, más resistente. Ambas fibras se rompían con mucha facilidad, produciendo grandes destrozos en los artes, sobre todo cuando se calaba con mal tiempo o se sometían a esfuerzos superiores a los habituales. En estos casos había que reparar el arte antes del día siguiente a toda costa, faenas que recaían sobre todo en los marineros del chinchorro, pero en las que colaboraban algunas mujeres. Los gastos de mantenimiento eran muy elevados por las continuas roturas, y por tener que hacer una red completamente nueva cada uno o dos años. Con el hilo de nylon, la tónica cambió radicalmente por su mayor robustez, y por no pasarse con la humedad. Además, en este material ya venían elaborados los diversos paños que componen el arte, lo que facilitaba su confección. Todavía hoy podemos hallar chinchorros de sardina en funcionamiento, por ejemplo en Agaete, así como otros pequeños para carnada por toda la Isla. El empleo de este arte exige unidades productivas constituidas por un número considerable de marineros, por lo menos cuatro o cinco para el chinchorro pequeño de carnada y de seis a veinte para el grande. Al menos dos personas han de estar en el bote vigilando cómo se cala el arte, y por cada manga debe haber un número de hombres proporcional a su tamaño, para poder sacarlo a tierra, lo que exige considerable esfuerzo físico. Desde poco antes de la Guerra Civil en Canarias se ha dado un proceso de abandono de esta técnica en favor de la traíña, del que Agaete en cierta forma ha sido una excepción hasta hace un par de años.

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engodar con algún tipo de cebo, y esperar a que un cardumen se haya reunido para calar el arte. También es posible buscar los bancos de las especies pelágicas para calarlo una vez hallados, lo que implica una caza muy similar a la que podríamos definir en el caso del chinchorro. Estas formas de usar el arte de cerco y jareta reciben el nombre de sardinal. Calando por la noche también podemos encontrar variantes. Puede ser empleado al oscuro, en noches sin luna o cuando ésta se ha puesto, en los meses en que los peces producen una cierta fosforescencia (la argentía) al moverse de un lado para otro (verano y otoño), lo que sirve al pescador para localizar los bancos y calarles el arte sin utilizar focos; en este caso se podrá denominar indistintamente sardinal o traíña. La manera más habitual de emplear la traíña9 es por la noche sin luna y con luz, forma de trabajo que no depende tanto de la búsqueda y persecución de los cardúmenes, siendo el proceso de calar el arte menos delicado. El pescado es atraído al cerco mediante potentes focos de luz eléctrica (años atrás con petromaces) que pueden ir situados en un bote auxiliar o en el mismo barco. Una vez que el cardumen se encuentra cerca de los focos, se tiende el arte dejándolo cercado. Para el empleo de la traíña es necesario contar con un estado meteorológico favorable. No se puede utilizar con viento ni con mar picada, y ha de disponerse de una embarcación con dimensiones en proporción a las del arte. Por ello no se puede usar en todas las zonas de las Islas. En muchos pueblos del Norte, la carencia de refugios pesqueros impide mantener embarcaciones del tamaño necesario, y los vientos dificultan durante largas temporadas su empleo. Esta técnica ha despertado suspicacias en muchos lugares de las Islas por su alta productividad, incluso dando lugar a conflictos. Más que por problemas ecológicos, los enfrentamientos cobran sentido cuando consideramos la competencia desleal que supone en poblaciones que no cuentan con otros medios para capturar las especies pelágicas que los chinchorros y la pandorga. La traíña, como innovación tecnológica que no estaba al alcance más que de unos pocos, significaba en Agaete tiempo atrás poner en situación muy difícil al colectivo de pescadores de la comunidad, que veían cómo un solo barco con cinco tripulantes capturaba en una noche tanto como todos los demás en varios días. Por estas razones, el rechazo a las embarcaciones de buen tamaño que llegaban desde fuera con esta técnica era muy intenso.

9 El sardinal suele ser bastante más reducido que la traíña en dimensiones, sólo se usa de día, o de noche sin luz.

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La salemera La salemera es una técnica de pesca que se emplea en unidades productivas compuestas por un mínimo de cinco o seis personas, con varios barcos —unos de motor y otros sin él—. Se utiliza una red de agalladera o cazonera, con una sola pared rectangular de grandes dimensiones, que se divide por su volumen en varios trozos a transportar en un par de barcos. Generalmente son dos las alturas de la red. En la mayor parte de su longitud rondará el metro y, pese a ser utilizada a profundidad bastante mayor, cumple la función de asustar al pescado hacia el centro de un círculo que se forma con el arte, y que progresivamente se irá cerrando, reduciendo el espacio en el que se encuentra la captura. El círculo mayor puede llegar a tener kilómetro y medio de perímetro, y es frecuente que alcance los ochocientos metros. Una vez que el redondel tiene un diámetro mínimo se utiliza un cogedero para encerrar definitivamente el pescado, realizado con paños de red de mayor altura (entre cuatro y ocho metros), que cuentan con jaretas en la parte inferior. Estas jaretas se cerrarán, levantándose posteriormente la parte de abajo, con lo que el pescado se ve impulsado hacia la superficie, desde la que es extraído con un jamo. En ocasiones se deja dentro del cogedero sólo una parte del pescado, ya que puede reunirse mucho más del comercializable a buen precio (no se puede coger todo a la vez), y es más rentable dejar el resto para otra ocasión. En algunas comunidades (por ejemplo Tajao), era habitual capturar más pescado del que podía ser distribuido en fresco, para salar lo demás e irlo vendiendo poco a poco. Otra forma de emplear esta técnica es con paños de red todos de la misma altura, equivalentes a los que en el caso anterior se empleaban para el cogedero, aunque con luz de malla muy superior. Si en el primer caso era de tres o cuatro centímetros, por ejemplo, en este último es de seis a nueve. La altura de los paños oscila entre los cuatro y ocho metros. Se irán uniendo entre sí conforme el tamaño que se desee dar a la encerrona. El arte se cala de forma similar a la descrita anteriormente, creando un círculo que progresivamente se va estrechando, pero no incide ya en las salemas sobre todo, sino que, al llegar los paños de la red desde la superficie al fondo, capturan muchos otros tipos de pescado. Una vez que el círculo de la red se halla reducido lo suficiente, y el pescado se encuentre en el cogedero, se introducen en el mismo paños de trasmallo de tres paredes, en los que se enmallará el pescado fortuitamente, o asustado por los pescadores, que incluso llegarán a bucear en el interior del copo con tal fin. Esta modalidad de empleo de la salemera, también conocida como encerrona, se utiliza sobre todo en Gran Canaria, y en ella tendrán gran importancia los bucea-

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dores que ayudan al calado de la red, vigilando desde el agua el comportamiento de los peces. Otra modalidad de empleo de la encerrona es la siguiente: calando el arte como hemos descrito, se conduce el copo hasta la misma orilla en marea alta y se espera a que baje la mar, cogiendo después las capturas. En ambos casos no se utilizan jaretas en la parte inferior del cogedero, como es habitual en Tenerife. Esta técnica exige contar con varios barcos y un número de hombres que en ocasiones supera la quincena. Ello implica la cooperación entre varias unidades productivas dentro de una comunidad. Las mismas redes suelen ser propiedad de varios pescadores, y se pondrán en común cada vez que vaya a emplearse la salemera. Actualmente esta técnica se encuentra prohibida totalmente o muy restringida en su uso.

La pesca de los túnidos Existen diferencias importantes entre la pesca de los túnidos menores respecto a la de los de mayor tamaño. Dentro del primer grupo habremos de integrar el bonito, el barrilote y las tunas pequeñas. En el segundo, las tunas grandes, rabiles, patudos, etc. Los primeros se pescan con caña, de tamaño variable según el pescador y el tipo o la cantidad de pescado de que se trate. Cuando se emplean anzuelos con barbada se ceban mediante peces vivos (guelde blanco, boguilla o caballa pequeña, también conocida como malla), que se ensartan en el anzuelo. El tamaño de la carnada influye, y debe aumentar cuando se capturan peces mayores. Con los anzuelos sin barbada (saltillo), la pesca se realiza gracias a una especie de plumas situadas en su parte superior, que se moverán sobre el agua simulando un pececillo que huye de los túnidos. Mientras el primer tipo de pesca se emplea cuando el pescado resulta escaso o no quiere comer, y sólo se le puede engañar con el cebo vivo, el segundo se utiliza cuando hay gran abundancia pues es mucho más rápido. Tanto en un caso como en el otro resulta fundamental el vivo que se emplea para atraer el pescado. Debe obtenerse en grandes cantidades cada vez que se sale a los túnidos, y resulta un factor limitante cuando hay escasez, pues su carencia imposibilita la pesca. Una vez capturado, bien con traíña cuando se necesita caballa de mediano o pequeño tamaño, chinchorro para la boguilla y el guelde, o pandorga para la boguilla o caballita, habrá de mantenerse en agua para evitar su muerte. Tiempo atrás se empleaban para ello viveros flotantes, con forma de una gran bala de cañón con dos puntas, de dos o tres metros de largo y uno (o uno cincuenta) de diámetro, realizados con caña y mimbre. Estos viveros, a veces de la longitud de un coche, eran arrastrados por los pescadores duran-

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te jornadas completas, incluso a remo. En los últimos años se han empleado también unas estructuras de madera recubiertas con malla de red muy fina o con tela metálica de luz pequeña forrada de plástico. Sólo se utilizan para mantener la carnada en el agua, pasándola a la hora de ser usada a viveros dentro de los barcos, que se adoptaron desde los años cincuenta. Los tanques de vivo en los barcos los llevan usando desde hace bastantes años, sobre el cincuenta. Por el cuarenta y dos ya se usaban en algunos sitios, pero aquí no llegaron hasta el cincuenta. Antes usaban los viveros de arrastrar, pero con ellos hay que ir despacio porque si no se mata a la carnada, pues se la mandaba atrás. (...) Los viveros de esa gente eran del tamaño de un coche grande casi... Las cañas empleadas para la pesca de estas especies tienen diferentes tamaños. Por ejemplo, unas largas se emplean para coger el pescado matrero, que no quiere comer o se asusta de la sombra del barco y de la caña. Otras, de tamaño más corto, se emplean cuando el pescado ya está engolosinado, pues con ellas la captura es más rápida. Durante la pesca se riega el mar circundante al barco con agua pulverizada, o en finísimos chorritos, evitando que los túnidos perciban la sombra de la caña. A la vez se echa cebo vivo para atraerlos haciéndoles perder su recelo. En la pesca de algunas de las especies de mediano tamaño como las tunas, rabiles, etc., frecuentemente se emplean la caña y la horca. Esta última consiste en un mástil de hierro de entre dos y tres metros de alto, del que salen hacia los lados prolongaciones con una polea en su extremo. Por ella pasa un cabo resistente que va unido a la punta de la caña que está siendo utilizada. Cuando un pez muerde el anzuelo, se levantan caña y pez tirando por el otro extremo del cabo a través de la polea. En otras ocasiones, cuando el peso de los atunes no resulta demasiado elevado, simplemente se tira hacia atrás por la caña, que para esta pesca posee un nylon muy corto (de un metro de longitud aproximadamente), pegando el pez a la banda y levantándolo para introducirlo en el barco con un bichero, al igual que en el caso anterior. En la pesca del bonito, sin embargo, se pesca alzando el pez con la caña, debido a su menor tamaño. El nylon, en este caso, tiene una longitud similar al tamaño de la caña, aproximadamente unos centímetros menos. Lo más habitual es que los túnidos de más de cuarentasesenta kilos se pesquen con liña, o todo lo más, con caña sujeta al cordel por un falso de nylon, que se rompe en cuanto el pez tira fuerte, quedando únicamente la liña para recuperarlo. La pesca del patudo y los túnidos mayores se realiza únicamente con liña, y resulta especialmente peligrosa por

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GLOSARIO: NAVEGANDO EN LAS VOCES DE LOS PESCADORES10

Albacora: nombre genérico con el que se designa a todos los túnidos mayores. Andurriales: zona o lugar aislado al que resulta difícil llegar. Arruaje: movimiento de masas de agua en el fondo del mar, asociadas a corrientes o mareas. Averío: nombre con el que se designa a cualquier grupo numeroso de aves marinas que se divisa en la mar. Bajón: roca que sobresale del fondo, y que permanece sumergida incluso a marea vacía. Bamba: tipo de caña empleada en la pesca de los túnidos. Baño: sustantivo con el que se designa a un recipiente de grandes dimensiones que se utiliza, por ejemplo, para cargar pescado a la cabeza. Baquita: equivale a “congelado” o a “conservado en hielo”. Bermeano: tipo de embarcación empleada para la pesca con traíña o de los túnidos, con forma similar a las utilizadas en Bermeo, y eslora superior a doce o trece metros. Bichero: cilindro de madera con un garfio en la punta que se emplea para subir a bordo pescados de grandes dimensiones, que de otra forma podrían escaparse. Burriquera: vendedora de pescado característica del Norte de Gran Canaria, que empleaba burros para el transporte de pelágicos. Se hallaban organizadas y trabajaban colectivamente. Calmas: zona del mar que rodea a cada una de las Islas, protegida de los vientos por la masa montañosa. Callao: cantos rodados de playas, barrancos o del fondo marino. Cardumen: banco de pescado. Chumbo: plomo que se emplea para llevar hasta el fondo liña y anzuelos. Chupaderas: ventosas de las potas y otros cefalópodos. Desiscar: acción de quitar la carnada del anzuelo por peces que no se quedan clavados en éste. Acción de quitar del anzuelo los peces enganchados. Engodar (engoar): acción de echar engodo (engoo). Engodo (engoo): carnaza que se echa a los peces para atraerlos a un lugar determinado.

10 Este pequeño glosario simplemente pretende complementar las numerosas descripciones que, en el texto o en nota a pié de página, se han realizado sobre gran cantidad de vocablos técnicos utilizados por los pescadores de las comunidades analizadas.

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Entullar: acción de llenar una zona o agujero con escombros o cualquier otro material de desecho. Fogalera: fuego muy grande. Fondaje: hace referencia a la profundidad de una determinada zona. Gangochera: mujer que practica el comercio itinerante de pueblo en pueblo, usualmente con productos “de la tierra”. Geito: habilidad especial para realizar determinadas tareas. Grampín: tipo de ancla de pequeño tamaño formada por una barra de hierro de la que salen tres o cuatro garfios. Iscar: acción de cortar y poner la carnada en los anzuelos, por ejemplo del palangre. Jalíos: situación de mal tiempo en la mar. Temporal. Mar de fondo que rompe en la orilla. Jamo: cilindro de madera en cuya punta se coloca un aro metálico, del que pende una pequeña red. Se utiliza para sacar del agua a los peces enganchados en el anzuelo o atrapados en otras artes de pesca. Jaramago: planta que recolectaban y consumían los habitantes del Pris. Jarear: acción de secar el pescado al sol. Jaretas: argollas situadas en la parte inferior de algunas redes, por las que pasa un cabo que se utiliza para cerrar el seno del arte. Leito: superficie en proa y en popa que se extiende entre las dos bandas del barco a escasa distancia de la borda. Limpio: fondo submarino que carece de rocas y está formado básicamente por arena o pequeñas piedras. Liña: cordel de diverso tipo empleado en la pesca. Término para medir distancia, profundidad, cabos o cordeles, y que equivale a 25 brazas. Lonja: almacén para la salvaguarda de mercancías. Lugar donde se subasta el pescado. Mandador: persona que dirigía las faenas de los chinchorros u otras técnicas colectivas. Manterío: cardumen grande de pescado. Banco de peces. Marisco: conjunto de animales, generalmente moluscos y crustáceos, comestibles que pueden ser recolectados. Dícese también de zonas del fondo plagadas de rocas y en las que pueden criar muchas especies de pescado. Mirafondos: utensilio que se emplea para observar el fondo marino, el comportamiento de los peces y el trabajo de los artes de pesca. Consta de una especie de cubo al que le faltan tanto la tapa como el fondo; en lugar de éste último se coloca un vidrio resistente. También se conoce como vidrio. Morros: pequeñas elevaciones rocosas del terreno no aptas para el cultivo al carecer de suelo fértil.

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Paño: trozo de red de altura y longitud variable. En el caso del trasmallo su longitud suele ser de 40 brazas. Paral: pieza de madera que se sitúa en la parte inferior de la quilla, con grasa o sebo en la zona en contacto con ella, y sobre las que se deslizan los barcos. En cada momento, tres o cuatro de estos parales se encuentran debajo de la embarcación y van siendo sustituidos conforme se mueve. Peje: sinónimo de pescado. Perralla: sinónimo de castigo. Pesquero: zona en la que se pesca. Lugar en el que el pescado es abundante. Petón: roca que sobresale en la costa o en el fondo del mar. Petromaces: lámparas de petróleo de gran tamaño que se empleaban años atrás para atraer a los peces. Rapasaya: planta que era recolectada por los habitantes del Pris. Rebencazos: golpes muy fuertes. Rebolada: remolino de pescado. Rebosos: mar de fondo que castiga la orilla con grandes olas. Relinga: cordel con plomos o boyas, situado en la parte superior o inferior de las redes, que sirve para mantenerlas en posición adecuada dentro del agua y que hace posible el recobrarlas con facilidad. Revoltura: situación de gran confusión. Agua con multitud de impurezas. Gran abundancia de pescado. Rozón: tipo de ancla, mayor que el grampín, constituida por una barra de hierro de la que salen varios garfios (usualmente tres o cuatro). Salpreso: pescado conservado en sal. Sereta: cesta de mimbre de forma característica para el transporte del pescado. Soco: refugio. Lugar donde no sopla el viento. Tablero: zona submarina llana con fondo de arena. Tenderete: sinónimo de fiesta o juerga. Torto: especie de barrita flexible realizada arrollando alambre y que se emplea en la pesca de anzuelo. Veril: talud en el límite de la plataforma de la isla. Acantilado submarino, formado por una pared alta y muy inclinada. Vidrio: véase mirafondo. Vivo: utilízase como sustantivo para referirse a pequeños peces que hacen las veces de cebo, y que se mantienen con vida para engoar. Winchi: aparato eléctrico o manual que se utiliza para extraer las embarcaciones del mar tirando por un cable de acero que se arrolla en un tambor. Zafra: estación o periodo en el que se captura una determinada especie o se faena con un arte concreto.

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NOMBRES COMUNES Y CIENTÍFICOS DE ESPECIES MARINAS11 Abade: Mycteroperca rubra, Familia Serranidae. Aguja: Belone belone gracilis, Familia Belonidae. Alfonsito: Apogon imberbis, Familia Apogonidae. Araña: Trachinus radiatus, Familia Trachinidae. Barraco: Centrolabrus trutta, Familia Labridae. Barrilote: Thunnus alalunga, Familia Scombridae. Bicuda: Sphyraena viridensis, Familia Sphyraenidae. Bicuda: Sphyraena sphyraena, Familia Sphyraenidae. Bocinegro: Pagrus pagrus, Familia Sparidae. Boga: Boops boops, Familia Sparidae. Bonito listado: Katsuwonus pelamis, Familia Scombridae. Breca: Pagellus erythrinus, Familia Sparidae. Brota: Phycis phycis, Familia Gadidae. Caballa: Scomber japonicus, Familia Scombridae. Cabrilla rubia: Serranus cabrilla, Familia Serranidae. Cabrilla: Serranus atricauda, Familia Serranidae. Calamar: Loligo forbesi. Cazón: Mustelus mustelus, Familia Triakidae. Congrio: Conger conger, Familia Congridae. Corvina: Sciaena umbra, Familia Sciaenidae. Cherne: Polyprion americanus, Familia Serranidae. Chicharro: Trachurus trachurus, Familia Carangidae. Choco: Sepia officinalis officinalis. Chopa: Spondyliosoma cantharus, Familia Sparidae. Chopa perezoza: Kyphosus sectator, Familia Kyphosidae. Chucho: Dasyatis pastinaca, Familia Dasyatidae. Fula negra: Abudefduf luridus, Familia Pomacentridae. Fula blanca: Chromis limbatus, Familia Pomacentridae. Galana: Oblada melanura, Familia Sparidae. Gallo: Stephanolepis hispidus, Familia Monacanthidae. Gallo de ley: Balistes carolinensis, Familia Balistidae.

11 Muchas de las equivalencias entre nombres vulgares y científicos han sido tomadas de Bacallado et. al. (1989: 187-189), y he de agradecer también la información amablemente cedida por el Dr. Alberto Brito (Universidad de La Laguna) de su completísimo trabajo Catálogo de los peces de las Islas Canarias (en prensa). No prentendemos hacer un estudio ictiológico completo, simplemente dar una orientación sobre los nombres científicos de las especies citadas en el texto, recalcando la inconsistencia de los nombres vulgares entre las diferentes comunidades de pescadores de las islas, pues con frecuencia el mismo término se utiliza para más de una especie o viceversa.

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Guelde: Atherina presbyter, Familia Atherinidae. Herrera: Lithognatus mormyrus, Familia Sparidae. Jurel: Pseudocaranx dentex, Familia Carangidae. Lagarto: Synodus synodus, Familia Synodontidae. Lagarto: Synodus saurus, Familia Synodontidae. Lisa: Chelon labrosus, Familia Mugilidae. Medregal: Seriola rivoliana, Familia Carangidae. Medregal: Seriola cf. carpenteri, Familia Carangidae. Mero: Epinephelus guaza, Familia Serranidae. Mero negro: Epinephelus esonue, Familia Serranidae. Morena negra: Muraena augusti, Familia Muraenidae. Murión: Gymnothorax unicolor, Familia Muraenidae. Palometa: Trachinotus ovatus, Familia Carangidae. Pargo: Dentex gibbosus, Familia Sparidae. Patudo: Thunnus thynnus thynnus, Familia Scombridae. Pejeverde: Thalassoma pavo, Familia Labridae. Pota: Todarodes sagittatus sagittatus. Rabil: Thunnus albacares, Familia Scombridae. Rascacio: Scorpaena maderensis, Familia Scorpaenidae. Raya: Raja brachyura, Familia Rajidae. Romero: Centrolabrus trutta, Familia Labridae. Romero capitán: Labrus bergylta, Familia Labridae. Salema: Sarpa salpa, Familia Sparidae. Salmonete: Mullus surmuletus, Familia Mulidae. Sama roquera: Pagrus auriga, Familia Sparidae. Sardina: Sardina pilchardus, Familia Cupleidae. Sardina arencada: Sardinella aurita, Familia Cupleidae. Sargo: Diplodus sargus cadenati, Familia Sparidae. Sargo breado: Diplodus cervinus cervinus, Familia Sparidae. Seifía: Diplodus vulgaris, Familia Sparidae. Tamboril: Sphoeroides spengleri, Familia Tetraodontidae. Tamboril espinoso: Chilomycterus atringa, Familia Diodontidae. Tapaculo: Bothus podas maderensis, Familia Bothidae. Tuna: Thunnus obesus, Familia Scombridae. Verrugato: Umbrina canariensis, Familia Scianidae. Vieja: Sparisoma cretense, Familia Scaridae.

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