Entre la acepción de personas y la discriminación

La impostura de algunas palabras Escrito por Héctor A. Olaiz Sábado, 16 de Octubre de 2010 00:38 Un impostor es alguien que finge o engaña con aparie

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La impostura de algunas palabras Escrito por Héctor A. Olaiz Sábado, 16 de Octubre de 2010 00:38

Un impostor es alguien que finge o engaña con apariencia de verdad; uno que se hace pasar por quien no es. Existen en nuestro idioma algunas palabras que se comportan como tales. Dos de ellas, pero hay más, son discriminación y liberalidad, a las cuales me referiré.

Entre la acepción de personas y la discriminación

Acepción de personas El uso de esta expresión, en sí misma, es de significado ambiguo, tanto es así que para entenderla siempre es menester aclarar lo que ella denota. Llama la atención que esa misma expresión en inglés “respect of persons” tiene idéntica característica. Es que acepción es lo mismo que aceptación, cuyas raíces latinas son similares: “acceptĩo-õnis” en un caso y “acceptatĩo-õnis” en el otro.

Según el diccionario “acepción de personas” es la acción de favorecer o inclinarse a unas personas más que a otras por algún motivo o afecto particular, sin atender al mérito o a la razón. Es decir arbitrariamente. Hay varios pasajes de las escrituras en la cual se dice que el Señor no hace acepción de personas; cito uno y hago referencia a otros:

Moroni 8: 12 Al referirse Moroni a la epístola de su padre Mormón: “Mas los niños pequeños viven en Cristo, aun desde la fundación del mundo; de no ser así, Dios es un Dios parcial, y también un Dios variable que hace acepción de personas; porque ¡cuántos son los pequeñitos que han muerto sin el bautismo!”

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DyC 1:34, 35; Hechos 10:34, 35; DyC 38: 16 .

Aclara mucho lo que dicen al respecto algunos de los apóstoles y profetas: “Dios no hace acepción de personas. La apropiada interpretación de este pasaje es que Dios no es parcial y brinda a cada hombre, si se arrepiente, los mismos privilegios y oportunidades de salvación y exaltación. Es justo con cada hombre, con los rectos y con los malvados. Recibirá a cada alma que se torna de la iniquidad a la rectitud, y lo amará con un amor justo y lo bendecirá con todo lo que el Padre tiene para dar; pero no se debe pensar que Él dará las mismas bendiciones a quienes no lo obedecen ni guardan sus leyes. Si el Padre bendijese a los rebeldes como a los que son rectos, sin que ellos se arrepientan, entonces haría acepción de personas.”(Elder Joseph Fielding Smith. CHMR1:255; DCSM:6)

“Por cierto Dios trata a todos los hombres de la misma manera o Él no sería Dios. Si Él hiciese acepción de personas y mostrase parcialidad, no tendría los atributos de perfección que lo hace un Ser Exaltado como es.”(Elder Bruce R. McConkie. “The Promised Messiah”, p. 286)

Discriminación En la décimo séptima edición del Diccionario de la Lengua Española, editado por la Real Academia Española en 1947, en la definición del verbo discriminar se da como única acepción: “Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra” . Mientras que en la vigésima primera edición del Diccionario de la Lengua Española editado por la Real Academia Española en el año 1992, rezan dos acepciones de ese mismo verbo: “Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra. II 2. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc..” Esta segunda acepción agregada, en lo que a mi me consta, entre 1947 y 1992, es por demás mal intencionada, especialmente el “etc.” final, que provoca suspicacias, porque deja abierta la puerta a la incorporación de cualquier adjetivo que se acomode a la conveniencia de cualquiera, sin importar cuán engañoso e injusto sea. Esto ha sido hecho a instancia de quienes, por no tener méritos, no quieren que se use la locución “no hacer acepción de personas”, que significa aceptar conforme a los méritos y virtudes, o rechazar según el desdoro y las vilezas, porque evidentemente eso no les favorece. Tanto es así que personas por demás sumidas en inmundos pecados, harto condenados por el Señor, apelando a no ser discriminados, reclaman iguales derechos y galardones que los puros y virtuosos. Esta maliciosa actitud ha contaminado severamente las leyes de mucho países. Verdaderamente la segunda acepción de discriminación es una impostura, es decir una imputación falsa y maliciosa o un fingimiento o engaño con apariencia de verdad, de esa palabra; porque da lugar a que se practique impunemente la acepción de personas, aceptando y dando al que no lo merece, y no aceptando y no dando al que es digno de recibir.

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Entre la libertad, el albedrío y la liberalidad

La Libertad y el Albedrío Moral La libertad de la progenie de Dios en la vida premortal, particularmente la libertad de escoger entre lo bueno y lo malo, esto es el albedrío moral, fue la razón fundamental de la guerra en los cielos. El Padre la respetó y el Hijo nos dirigió en la lucha contra Satanás defendiéndola. Allá, en la vida anterior conocíamos el bien y el mal de esa instancia espiritual de nuestra existencia. Al venir a este segundo estado, trajimos los dones y habilidades que desarrollamos allá, pero no el conocimiento que fue cubierto por un velo de olvido, que alguna vez habrá de desaparecer; era menester entonces que algo nos otorgará la capacidad de distinguir el bien del mal para poder ejercer nuestro albedrío; fue por eso que nuestros primeros padres participaron del Árbol de la Ciencia del Bien y de Mal (no era el árbol del conocimiento en general, sino solo del conocimiento del bien y del mal), y, como una consecuencia de ello y de sus frutos, nosotros, todos nosotros, al nacer, también recibimos esa ayuda mediante la posesión del Espíritu de Cristo. Lo que dice el presidente Brigham Young es muy ilustrativo:

“La voluntad de las criaturas es libre; esta es una ley de sus existencias y el Señor no puede violar su propia ley; si lo hiciera, cesaría de ser Dios. Él ha colocado la vida y la muerte delante de sus hijos para que ellos escojan. Si escogen la vida, recibirán la bendición de la vida; si escogen la muerte, deberán cumplir la pena. Esta es una ley que ha existido siempre por toda la eternidad, y continuará existiendo a través de todas las eternidades por venir. Cada ser inteligente debe tener el poder de elegir, y Dios le otorgará los resultados de sus hechos a sus criaturas para extender su reino y cumplir su propósito de salvación y exaltación de sus hijos.” JD 11:272.

Satanás en su diabólico plan quiso destruir el albedrío de los hijos de Dios, pero siendo que el presidente Brigham Young dice que este es una ley de su existencia, y que siempre ha sido así, pienso que Satanás no hubiese podido quitar el albedrío en sí mismo, sino que lo hubiera hecho totalmente ineficaz manteniéndonos en la ignorancia, porque: ¿que eficacia podría tener el albedrío como capacidad de tomar nuestras propias determinaciones siguiendo el bien o el mal, si no tuviéramos la capacidad de distinguir entre el bien y el mal? Hubiéramos venido a la tierra sin el Espíritu de Cristo que es el que nos brinda ese discernimiento; hubiéramos sido criaturas sin conciencia. Y también es muy esclarecedor lo que enseña el presidente Boyd K. Packer en el capítulo 26 de su libro: “That All May Be Edified”:

“La declaración más clara que yo he leído sobre el balance de la autoridad y la libertad

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individual en la iglesia está, y esto es muy interesante, en el prefacio del Manual General de Instrucciones, que está rubricado por la Primera Presidencia de la iglesia. Quiero leer un parte de este prefacio: “Una característica distintiva de la organización de la iglesia reside en el balance entre la autoridad y los derechos individuales. El sacerdocio es una hermandad y en su funcionamiento las mayores capacidades del hombre -su capacidad de actuar como un agente libre y su capacidad de ser espiritual- debe ser respetada y enaltecida. Los líderes invitan, persuaden, animan y recomiendan dentro de un espíritu de delicadeza y mansedumbre. Los miembros responden libremente como el Espíritu los guía. Solamente este tipo de respuesta tiene valor moral. Un acto es moral únicamente si expresa el carácter y la disposición de la persona, esto es, si proviene de su conocimiento, fe, amor o su intención religiosa. El temor y la fuerza nunca han tenido cabida en el Reino de Dios, ello desconcierta al no producir acciones morales y ser contrario al don divino de la libre agencia (el albedrío moral). “(General Handbook of Instructions, 1963) “Soy libre. Soy muy celoso de mi independencia. Estoy pronto a declarar mi independencia y mi libertad. Escojo entre mis libertades la libertad de ser obediente. Obedezco porque quiero; yo lo elegí. ¨La obediencia -lo que Dios nunca tomará por la fuerza- Él la acepta cuando se da libremente. Y devolverá a cambio de ello una libertad difícil de imaginar: la libertad de sentir y de conocer, la libertad de hacer, y la libertad de ser, por lo menos mil veces

más de lo que le ofrecemos. Por extraño que parezca, la clave a la libertad es la obediencia.”

El mal uso de esa libertad puede conducir al libertinaje ¿Y qué de la liberalidad? Veamos.

La Impostura de la liberalidad extendida al campo moral y religioso

Por ser la palabra liberalidad una derivación de la palabra libertad, para muchos goza de su mismo valor y prestigio en cualquier circunstancia. Pero ser liberal no siempre es bueno; puede

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serlo en las artes, en la economía y en otras disciplinas, pero cuando invade el campo en el cual las cosas están vinculadas con lo irrevocable e inmutable, como lo son las leyes y los planes de Dios, y aún como lo son las leyes de la verdadera ciencia, al cambiar su implicancia en un ámbito distinto, se convierte en impostora. Como prueba de ello menciono estos tres párrafos que siguen, que forman parte del capítulo diecisiete del libro: “The Teachings of Harold B. Lee” , en los cuales el presidente Lee hace suyas las palabras de otras autoridades de la iglesia:

“Hay quienes en la Iglesia hablan de sí mismos como que son liberales, y como uno de nuestros ex-presidentes ha dicho: "leen por la lámpara de su propia vanidad" (Joseph F. Smith, “Doctrina del Evangelio” pág. 367). Una vez le pregunté a uno de nuestros líderes educativos cómo definiría a un liberal en la Iglesia. Él respondió con esta frase: "Un liberal en la Iglesia no es más que uno que no tiene un testimonio." “El Dr. John A. Widtsoe, ex-miembro del Quórum de los Doce y un eminente educador, hizo una declaración, en relación con esta palabra liberal, en su aplicación a los de la Iglesia; esto es lo que dijo: "Los auto denominados liberales, en la Iglesia, son, por lo general, quienes han roto con los principios fundamentales o la filosofía que guía al grupo al cual pertenecen; afirman pertenecer a una organización, pero no creen en su principios básicos, y quieren reformarla cambiando sus fundamentos. Es una locura hablar de una religión liberal, si es que esta religión se sustenta sobre las verdades inmutables ". “Y entonces el Dr. Widtsoe concluye su declaración con esto: "Así que tengan cuidado con las personas que andan proclamando que ellos o sus iglesias son liberales. Es probable que la estructura de su fe esté fundada sobre la arena y no soporten las tormentas de la verdad. " ("Evidencias y reconciliaciones", “Improvement Era” 44 [october 1941]: 609.)

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