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ESTADO, DESARROLLISMO Y SEMIDEMOCRACIAS 1955-1966 --Definición-Con la autodenominada Revolución Libertadora se inicia para la sociedad argentina un periodo conocido como El Estado “tutelado”, porque fue una forma particular de régimen en la Argentina, entre 1955 y 1966, en el que las Fuerzas Armadas tuvieron un rol protagónico, autoproclamándose “guardianes” de las formas “democráticas”. En el plano político, esta modalidad de dominación se caracterizó por su inestabilidad, fragmentación y reestructuración de alianzas sociopolíticas y fundamentalmente, por la alternancia de gobiernos militares (Lonardi y Aramburu) y civiles (Frondizi e Illia), mientras que, en el campo económico se mantuvo, ya sea en forma concentradora o distribucionista, el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones.
Periodización Existen diversas formas de periodizar en Argentina la etapa histórica que se abre a partir de 1955. Aunque se extienda por fuera de los límites temporales de estas notas, adoptaremos la periodización que propone Marcelo Cavarozzi: 1) 1955-1966: esta etapa corresponde al establecimiento de una “fórmula dual”, no por la alternancia de gobiernos militares y civiles, sino porque cada gobierno estuvo “en jaque” desde el momento en que empezó. Se trató de un “empate interno” al interior de cada gobierno en la medida que estuvieron condicionados cada uno por presiones externas y limitados por su heterogeneidad interna. Los distintos actores (movimiento obrero, partidos políticos, etc.) fueron perfeccionando su capacidad para negociar, presionar y limitar las transformaciones “desde arriba”. En consecuencia, en esta etapa predominaron gobiernos débiles tanto militares como civiles que intentaron imponer un régimen “semidemocrático” en un sistema político caracterizado por una clara disyunción producto de la proscripción política del peronismo y el crecimiento de la oposición desde los sectores gremiales y políticos ante las políticas económicas adoptadas.
2) 1966-1983: en la segunda etapa predominaron “gobiernos fuertes”, que se 1
propusieron transformaciones radicales de la política y la sociedad argentinas. El fracaso de estas experiencias se relacionó con la capacidad de la sociedad argentina para bloquear proyectos autoritarios y represivos. Pero a diferencia de la etapa anterior, los “éxitos” en impedir la consolidación de los sistemas autoritarios tuvieron costos mucho más altos (30.000 desparecidos)
Múltiples interpretaciones del período 1955-1966 El periodo que se inicia en 1955, con el golpe cívico-militar que puso fin al gobierno peronista, se caracterizó, según Cavarozzi (1983), por la inestabilidad política. El gobierno militar no pudo cumplir sus objetivos ni imponer sucesores, mientras que ninguno de los gobiernos que lo sucedieron llegó a completar su mandato. Para Cavarozzi la política argentina de este periodo no puede reducirse a un “empate” o “equilibrio de fuerzas” (O’Donnell, 1976) porque estas conceptualizaciones sugieren la ausencia de cambios o una situación de inmovilidad en la que reiteradamente se retorna al punto inicial. Más bien, se trató de un proceso de recomposición de alianzas sociales, con un neto activismo de los sectores medios y obreros, con equilibrios precarios, rotos y reestablecidos. “El juego imposible”. Guillermo O’ Donnell (1972), procurando aplicar la teoría de los juegos a la descripción del sistema político argentino entre 1955 y 1966, definió esta etapa como la de un “juego imposible”. En este juego, el árbitro son las Fuerzas Armadas y sus reglas inhabilitan al jugador más importante: el peronismo. En consecuencia, los otros jugadores –los partidos políticos- se ven enfrentados a una situación sin salida ya que solo pueden triunfar con promesas que capten el voto peronista pero que, sin embargo, no podrán efectivizar porque el árbitro anulará el juego. Es decir, si ganan con los votos peronistas y traicionan a sus votantes, perderán el apoyo mayoritario y con él sus presentes y futuras posibilidades políticas. -El “empate hegemónico”. Para Portantiero (1973), a partir de 1955, con la caída del peronismo, la Argentina se encuadró dentro de una fase “de no correspondencia entre la nueva dominación económica y la nueva hegemonía política”. El autor define de la siguiente manera los rasgos principales de este periodo: 1- Situación de ofensiva general de las clases dominantes (que apoyan la acción de las FF.AA) 2- Fragmentación en el interior del bloque dominante como resultado de contradicciones entre las fracciones que lo integran (fundamentalmente entre la burguesía industrial monopolista vinculada a las multinacionales, la burguesía nacional y la oligarquía 2
agroexportadora) 3- Proyección de esas fragmentaciones en el plano político (lucha por la hegemonía) a través de la aparición de proyectos alternativos y de distintos actores sociales (Fuerzas Armadas, partidos políticos, burocracia sindical, etc.). 4- Situación de "empate hegemónico" -que en los momentos críticos asume formas de "vacancia hegemónica"- en el interior del bloque, aunque a la larga el proceso opere en favor de la fracción económicamente dominante: el capital monopolista. Por su parte, Quiroga (1985) adopta una perspectiva muy similar a Portantiero. Concuerda en que la caída del régimen peronista suscitó una crisis de hegemonía al interior de las clases dominantes, generando un “vacío” que sólo podrá ser llenado inestablemente. Agrega que esta crisis hegemónica, en la que ninguna fracción dominante logró organizar y construir una dirección político cultural, ahondó cada vez más la escisión entre las clases dominantes y el conjunto social: en efecto, desde 1952 hasta 1989 ninguno de los gobiernos civiles elegidos por las urnas pudo terminar sus mandatos constitucionales y hasta 1976, ningún régimen militar supo fundar el consenso social, por lo que, como afirma Rouquié (1985) “civiles y militares tuvieron serias dificultades para restablecer el equilibrio en una sociedad sin hegemonía. Siguiendo a Guillermo O’Donnell (1977) en su trabajo Estado y alianzas en la Argentina 1956-1976, podemos sintetizar de esta manera la dinámica del juego político en relación con los ciclos económicos que se sucedieron a partir de 1955 hasta el retorno del peronismo en 1973: Las características del sector popular en la Argentina –su elevado nivel de ingresos, el nivel de sus expectativas y la relativa autonomía de sus organizaciones- se tradujeron en su capacidad de resistencia a las “soluciones” impuestas por los sectores dominantes a partir de 1955. Estas “soluciones” pasaban por reducir el nivel de ingreso del sector popular con su efecto en la disminución del consumo interno de alimentos. De esta manera se buscaba favorecer los saldos exportables y resolver el problema de la balanza de pagos, originado cuando el nivel de las importaciones superaba el nivel de las exportaciones pampeanas. Porque la especificidad del caso argentino, a diferencia de otros países latinoamericanos radica en que los principales productos de exportación –carne y cereales- son también “bienes-salario”, de allí que cualquier modificación en los precios relativos de estos productos incide directamente sobre el consumo del sector popular. Aliados con las fracciones débiles de la burguesía local, los sectores populares, representados por la Confederación General del Trabajo, resistieron a los programas de “estabilización” económica -devaluación, reducción del déficit fiscal, congelamiento de salarios y aumento de la tasa de interés- que se proponían ajustar el nivel interno de actividad económica y 3
producir una transferencia de ingresos hacia el sector exportador y aliviar la crisis de la balanza de pagos. Este logro era más consecuencia de la recesión, que disminuía la demanda de importaciones al tiempo que aumentaba los excedentes exportables, que del aumento de la producción y productividad agropecuaria. Esta situación (stop) generaba resistencias entre los “castigados” por las políticas de “ajuste” y comenzaban nuevamente las presiones para la reactivación económica (go) Según O’Donnell, en el origen de los ciclos económicos y políticos a partir de 1955 se encuentra un mapa cambiante de alianzas entre las fracciones superiores de la burguesía y entre las fracciones más débiles de la burguesía urbana con el sector popular. Los desplazamientos pendulares de la gran burguesía urbana –ya aliándose con la gran burguesía pampeana, ya permitiendo la reactivación del mercado interno- quebraron la cohesión interburguesa necesaria para la estabilización de su dominación política. Por su parte, la alianza defensiva (sectores populares asalariados con las fracciones débiles de la burguesía local) logró quebrar “desde abajo” –políticamente- la cohesión de las clases dominantes. “La esperanza de armonización de lo ‘popular y nacional’ contra la ‘oligarquía terrateniente’ y los ‘monopolios internacionales’, que parecía demostrada por las coincidencias de corto plazo de la alianza defensiva, se expresó en la inusitada vigencia histórica del peronismo formándose la gran ola que en 1973 lo devolvió al gobierno”.
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--Contexto Internacional-Guerra Fría y Revolución Europa. Las dos superpotencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (EEUU y la URSS) se repartieron áreas de poder e influencia en el mundo. Formaron dos alianzas militares: la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que nucleaba a las potencias occidentales piloteada por los EEUU; y el Pacto de Varsovia, unión militar de los países socialistas regenteada por la URSS. A pocos años de finalizada la guerra, los dos bloques comenzaron a enfrentarse de manera indirecta en diversos conflictos militares, como las guerras de Vietnam y Corea, en las que cada uno apoyaba a diferentes bandos sin entrar en una guerra directa; este período de inestabilidad post-bélica es lo que se dio en llamar guerra fría y en el cual ambas potencias, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se temían recíprocamente. (HOBSBAWM 1996). En este marco, ocurrieron sucesos de gran envergadura, como ser la construcción del Muro de Berlín (1961-1989) la descolonización de Asia y África (destacándose en particular la Revolución Argelina en 1962); la guerra de Vietnam (1964-1975), la Revolución Cultural China con Mao Tze Tung (1966), el Mayo Francés (1968), la Primavera de Praga (1968), los asesinatos de John y Robert Kennedy y Martin Luther King, y entre otras cuestiones que merecen atención, el inicio de la dictadura en Grecia. América Latina. La revolución boliviana de 1952, originalmente se había orientado hacia la izquierda pero luego, hacia 1964, viró hacia la derecha con un golpe de Estado. Sin embargo, en esta región del mundo el suceso más importante fue, sin lugar a dudas, la Revolución Cubana (1959). Este proceso revolucionario tuvo en sus inicios un carácter eminentemente democrático liberal, pero enseguida se tornó abiertamente nacional y luego, en 1961, socialista, aunque sin perder su carácter nacional. La Revolución Cubana probó que la revolución era posible, que a las condiciones objetivas había que sumar las subjetivas, y que si éstas no existían, podrían crearse, a partir de una vanguardia revolucionaria con voluntad de transformación. La táctica del “foco” como teoría revolucionaria tuvo como principales teóricos a Ernesto "Che" Guevara (y a su libro “Guerra de Guerrillas”) y a Régis Debray a través de su obra “¿Revolución en la Revolución?”. Para el foquismo, un hecho clave era el carácter estructuralmente agrario (y por lo tanto campesino) de los países latinoamericanos, con excepción de Argentina y Uruguay. Se inicia en América Latina un período de organización de una oposición armada al sistema capitalista y a la hegemonía de Estados Unidos en la región. En este clima, el “Che” Guevara se erigió como una figura saliente de este proceso. El Che coincidía en que el foco guerrillero debía ser inicialmente pequeño, pero enfatizaba en que la lucha guerrillera debía ser una lucha de masas y extenderse a toda Latinoamérica. Su idea de exportar la revolución lo condujo a pelear en el Cono Sur, renunciando a los puestos ministeriales (Presidente del Banco Nacional y Ministro de Industria) que Fidel Castro le había concedido en Cuba. El 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado por el ejército 5
boliviano, el “Che” Guevara fue asesinado en la localidad de La Higuera, en Bolivia. En este contexto de guerra fría y de conflicto Este-Oeste se fue gestando la Doctrina de Seguridad Nacional (en adelante DSN) como el soporte ideológico de los sucesivos regímenes militares de América Latina para hostigar y asesinar a miles de ciudadanos. La DSN supuso la subordinación de las fuerzas armadas latinoamericanas a la lógica y a las hipótesis de conflicto de las fuerzas armadas norteamericanas. Planificada en EE.UU durante la administración de Kennedy y reformulada acorde a la cultura política y necesidades de cada país durante los ‘60, su aparición adquiere pleno sentido en un escenario mundial donde la derrota de los ejércitos colonialistas franceses y norteamericanos y la simultánea victoria de la revolución cubana y resistencia vietnamita, permitieron a EE.UU darse cuenta que en su obsesión por la amenaza soviética había ignorado la posibilidad real de que las dos terceras partes de la población mundial puedan convertirse en un frente independiente de agitación y cambio, mucho más amplio y peligroso que Cuba. Empero, las secuelas políticas y económicas que sufrió EE.UU con la guerra con Vietnam y sobre todo, el rechazo contundente del pueblo norteamericano a la idea de un nuevo enfrentamiento bélico, llevaron a que cada nación asumiera la responsabilidad de defender la moderna civilización occidental desde su propia inscripción territorial, siendo éste el eje vertebral de la DSN
“Revolución Libertadora” 1955-1958 SISTEMA POLÍTICO
--¿Quiénes la llevaron a cabo?— Hacia 1955 la polarización social y política volvió a hacerse evidente: por un lado, la mayoría de los trabajadores y sus estructuras sindicales mantuvieron su adhesión a Perón. Por el otro, se conformó nuevamente un abanico opositor en el que se alinearon la gran burguesía -industrial y agropecuaria- que si bien mantenía su fuente de poder, había visto recortada su rentabilidad por la política económica del peronismo; un sector de la pequeña y mediana El Golpe
burguesía industrial que, aunque beneficiada bajo el peronismo necesitaba, a 6
esas alturas, del concurso del capital extranjero; los monopolios exportadores, afectados por el IAPI; los partidos políticos que encarnaban la oposición (radicales, socialistas y comunistas); la prensa (amordazada por la censura), la universidad; la Iglesia y un sector de la clase media católica y las fuerzas armadas. Estas últimas (las FFAA), como institución, continuaron expresando en 1955 los intereses básicos del bloque dominante –como lo habían hecho en el ’30- y acordaron con él en la necesidad de reemplazar al gobierno peronista por otro funcional a la nueva fase de desarrollo capitalista. Los EEUU celebraron el recambio superestructural en la Argentina. Porque si bien el anticapitalismo del peronismo no pasó de ser “verbal” (Julio Godio, 1985), la política exterior de la Argentina se encuadraba en la “Tercera Posición” y le impedía al país del norte conformar un sólido bloque anticomunista en América. Además, el veto de los propios diputados peronistas al contrato con la California Standard Oil revelaba que el peronismo no era confiable para facilitar la nueva etapa del capitalismo conducida por las empresas transnacionales. También Inglaterra acordó con el desplazamiento de Perón, perjudicada por la nacionalización de los transportes y la banca y por el proceso de industrialización por sustitución de importaciones.
Encabezados por el general Lonardi, los sectores civiles y militares, que el 16 de septiembre de 1955 derrocaron
el segundo gobierno
constitucional de Juan Perón (electo por más del 60 por ciento de los votos) impusieron una férrea dictadura autoproclamándose como la Revolución Libertadora. Logrado su objetivo –el desplazamiento de Perón- la unidad del bloque antiperonista demostró ser transitoria. Comenzaron a perfilarse tendencias y agrupamientos con diagnósticos y propuestas diferentes respecto del modelo económico, del peronismo y de las masas. Lonardi (nacionalista católico) consideraba que, eliminada la figura de Perón del escenario político, los peronistas podían ser incorporados al nuevo proyecto de país, pues, para él, parafraseando a Urquiza, no había “vencedores ni vencidos”. 7
El 13 de noviembre de 1955, el general Lonardi fue reemplazado por el ala dura de la “Revolución Libertadora”, comandada por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas. El presidente de facto acababa de prometer elecciones en todos los gremios. Esta decisión selló su suerte: la revolución no se había hecho para permitir elecciones que significarían la inexorable victoria de los partidarios del régimen depuesto.
Objetivo El golpe de 1955 no sólo produjo el derrocamiento de Perón sino que, como sugiere Cavarozzi (1983), se propuso desmantelar el modelo político prevaleciente durante los diez años anteriores. El modo de dominación peronista, basado en la relación directa entre líder y masas, había hecho de Perón el único depositario de la representación del pueblo; la Reforma Constitucional del ’49 había puesto el acento en los derechos sociales del trabajador; y la censura política a los partidos opositores junto con el debilitamiento de los canales parlamentarios y partidarios en la escena política hicieron que el régimen fuera concebido como una “dictadura totalitaria”. En adelante, la oposición levantó los estandartes de la “democracia” y la “libertad”, proponiéndose como objetivo manifiesto el restablecimiento del régimen parlamentario y el sistema de partidos.
Anulación de la Constitución de 1949 En 1957, la asamblea constituyente, forzada por la Corte Suprema, se manifestó en contra de derogar la constitución de 1949 y restituir otra por decreto. Nunca un gobierno de facto había ido tan lejos. Antes de disolverse, la asamblea logró hacer incorporar a la vieja Constitución del ’53 los derechos sociales en el artículo 14 bis, paradójicamente por petición e insistencia de asambleístas del partido radical. El proclamado restablecimiento de los partidos fue un objetivo que se frustró recurrentemente: - en 1955-1958 el gobierno fue ocupado por dos administraciones militares. -en 1962, los militares, con el apoyo de varios partidos, derrocaron al presidente Frondizi, elegido constitucionalmente cuatro años antes. -entre 1962-1963 se estableció un gobierno civil (el de José María Guido) que gobernó cumpliendo las ordenes e intereses de las FF.AA. -en 1966, los militares volvieron a intervenir para derrocar a otro gobierno constitucional, esta vez el del presidente Illia. 8
--Nuevas formas de hacer política— Sistema de partidos
Los fracasos (intencionados) en la tarea de lograr una estabilidad institucional, no impidieron, que se configuraran nuevos modos de hacer política, modos que ciertamente implicaron una profunda redefinición de los patrones de procesamientos de los conflictos y relaciones socio-económicas. Entre los elementos más importantes de estos modos de hacer política, Cavarozzi (1983) destaca: 1) El surgimiento de desfasajes entre el nivel de los intereses socioeconómicos y el de los bloques políticos 2) La formación de un movimiento obrero sindical peronista que se constituyó en un actor político autónomo y articuló progresivamente una estrategia defensiva y de oposición y 3) El ingreso de los militares a la arena política, asumiendo un pretendido rol tutelar de los gobiernos, y simulando convertirse en “guardianes” de los gobiernos constitucionales. Esto se agravaría a partir de 1966 con una política estrictamente autoritaria. Según este autor, “El corolario de la exclusión del peronismo, tanto del plano electoral como del correspondiente a la acción política legal, fue particularmente complejo. En primer lugar, introdujo una profunda disyunción entre la sociedad y el funcionamiento de la política en Argentina, que resultó en la emergencia paulatina de un sistema político dual. En el mismo, los mecanismos parlamentarios co-existieron, de manera conflictiva y a veces antagónica, con modalidades extra-institucionales de hacer política”. Porque la dinámica del juego político que comenzó con el derrocamiento en 1955 estuvo regida por una “ley de hierro” (Carlos Acuña, 1993), esto es: la victoria inexorable del peronismo en elecciones libres y sin proscripciones. Por lo tanto, el peronismo fue proscripto durante dieciocho años. La respuesta del pueblo peronista fue la “resistencia” –primero espontánea y clandestina, luego organizada por los sindicatos-. Los trabajadores resistieron –de múltiples formas- una política que pretendía eliminar los rasgos constitutivos de su identidad y restaurar las condiciones de la etapa pre peronista.
En torno a los mecanismos democráticos, se instaló un arduo debate. Como sugiere Muro de Nadal (1997), este proceso significó “el cierre del orden 9
¿Fin de la democracia?
institucional”. El nuevo gobierno era grotescamente ilegal. Los militares habían accedido al gobierno con la consigna de lograr una salida democráticoinstitucional en el corto plazo, pero sin que ello implicara entregar el gobierno nuevamente a los desplazados. Asumieron con la consigna de la “libertad” pero ejercieron el gobierno, desde el inicio, imponiendo prohibiciones. Proscribieron al justicialismo, situación que se prolongó durante diecisiete años. Prohibieron mencionar a Juan y Eva Perón y exhibir sus retratos. Incluso, sustrajeron (robaron) el cadáver de Eva Duarte de la CGT y lo mantuvieron oculto los dieciocho años siguientes. La creencia de que era posible acabar con el peronismo se tradujo en medidas tales como la disolución del partido, la intervención de la CGT y los sindicatos, cuyos dirigentes fueron encarcelados y perseguidos. También se suspendieron las convenciones colectivas de trabajo, y fue derogada, por decreto, la Constitución de 1949 que contenía los derechos adquiridos por los trabajadores. A diferencia de Muro de Nadal, Cavarozzi (1983), definió a este proceso como una “semidemocracia”, ya que se mantuvo el funcionamiento de las instituciones republicanas y el sistema de partidos pero se proscribió al peronismo, dejando sin representación política a casi la mitad del electorado argentino. Esta argumentación es compartida y retomada por Alori (et al) (1998) cuando señala que, de hecho, los militares se presentaron como un “gobierno provisional” cuyo objetivo fue “restaurar las instituciones democráticas para luego devolver el gobierno a los civiles” Sin embargo, surgen varias inquietudes o preguntas abiertas en torno a estas argumentaciones. Por empezar, si tomamos a Ansaldi (2007), podemos afirmar que existen muchos tipos de democracia: las hay más sociales o liberales, más fuertes y más débiles, pero, ¿se puede hablar de ?, ¿no resulta contradictorio hablar de semidemocracia para referirse a un golpe de Estado? 1
Cuando Cavarozzi señala la voluntad de restauración democrática del gobierno de facto, deberíamos preguntarnos si acaso “consolidar” y “restaurar” la democracia no fue el leit motiv de la mayoría de las dictaduras argentinas. ¿Sus declaraciones a favor de la consolidación democrática hace de por sí democráticos a estos gobiernos de facto, que ascienden al poder violentando las leyes democráticas? ¿Son argumentos válidos para afirmar que no se trató de una dictadura? O, incluso, si nos adentráramos en la lógica de razonamiento de Cavarozzi, ¿por qué hablar de y no así de o dictaduras “blandas”? ¿Por qué inclinar la balanza sobre el primer concepto y no sobre el segundo? 1
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Principales medidas políticas
Las principales medidas políticas fueron las siguientes: 1) Intervención de la CGT y de todas las asociaciones gremiales sometidas a su jurisdicción. 2) Se encarceló a muchos dirigentes obreros 3) Se disolvió el Partido Peronista 4) Se disolvió la Confederación General Económica, que había sido la contraparte patronal de la CGT. 5) Se prohibieron las insignias y lemas peronistas 6) Se anuló la Constitución del ’49 y se restableció la del 1853 7) Se anuló la ley de Asociaciones Profesionales de 1945 8) Se prorrogaron sin fecha las convenciones colectivas de trabajo. “Fue la inexistencia del peronismo lo que pretendió consagrar el decreto 4161/56. Y lo que no existe no puede ser representado simbólicamente, ni exhibido, ni nombrado. No tiene correspondencia en las imágenes ni en las palabras, abandona la oralidad. Es obligado a dejar la superficie donde se desarrolla la vida cotidiana. Todos los elementos que conforman el imaginario peronista, entonces, se sumergen en la clandestinidad. Su protagonismo expansivo y multitudinario se repliega en códigos secretos” (Garulli, 2002). 2
La durísima persecución hacia los trabajadores a partir del gobierno de Aramburu y Rojas (despidos, cárcel, tortura, fusilamientos), en vez de lograr El decreto 4161/56 no sólo proscribía políticamente al peronismo sino que detallaba un conjunto de prohibiciones que apuntaban a eliminar los símbolos de pertenencia e identificación política característicos de la liturgia peronista: prohibición de nombrar a Perón o a Eva Perón, prohibición de cantar la Marcha Peronista o exhibir fotos del “tirano depuesto y su esposa”, entre otras estipulaciones. 2
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“desperonizar” a los obreros provocó que se “reperonizaran” vastos sectores de trabajadores que se habían sentido decepcionados con la segunda presidencia de Perón.
Movimiento obrero
Pasada la confusión de los primeros meses, los trabajadores comenzaron a organizarse. De las filas del movimiento obrero surgieron nuevos dirigentes, formados no ya bajo la cómoda tutela del Estado sino en las duras luchas de estos años. Fue la época de la llamada “resistencia peronista”, con la consigna “Perón vuelve”, que se trató, en concreto, de un proceso de radicalización de las bases que comenzaron a organizarse tanto a través de los “sindicatos paralelos” y los “comandos de la resistencia” (pequeños grupos que intervinieron a través de puntuales acciones) apelándose a todos los métodos posibles para expresar su descontento: sabotajes, boicot, huelgas, e incluso la colocación de explosivos de fabricación casera. “Las primeras acciones de la Resistencia, según los testimonios, expresan la voluntad del agredido que no sólo se niega a desaparecer, sino que obliga a los otros a comprobar su existencia. Los primeros embriones de lucha o ‘comandos’ responden a un estado anímico y vivencial, con un alto grado de improvisación y espontaneidad que irá siendo superado progresivamente en correspondencia con el proceso de recuperación de los sindicatos a partir de 1957: ‘A través de las grandes peleas, de los caños [trozos de caños rellenos con explosivos], de hacer saltar algún tranvía, nosotros buscábamos la manera de hacernos notar, que la gente supiera que existíamos, que nos resistíamos a retroceder. ¿Por qué? Fue porque tuvimos mucho y no queríamos volver para atrás. Ideológicamente, no queríamos dejar de ser sujetos para pasar a ser objetos. [...] Fue por la dignidad que nos enseñaron a tener y que nos hacía verdaderamente hombres.’ (Entrevista de LG a Luis Donikian) (Garulli, 2002)
Fracturas. Dentro del movimiento sindical se produjo una primera gran división: por un lado, un sindicalismo “oficialista”, no peronista, denominado los “32 Gremios Democráticos”, y por el otro, los sindicatos peronistas conocidos como las “62 Organizaciones”, agrupación liderada por Augusto Vandor, dirigente del gremio metalúrgico. Dada la proscripción política del peronismo y la ausencia de su líder, “las 62” se convirtieron en la columna vertebral del peronismo, representándolo a partir de aquel entonces no sólo en el aspecto gremial sino también en el político. Con Perón en el exilio los sindicatos se convirtieron en el rostro visible del peronismo e iniciaron, a partir del golpe de 1955 y hasta 12
1973, una oposición sistemática a todos los gobiernos que asumieron vía elecciones -con la proscripción del peronismo- o por golpes de Estado. Los sectores confrontacionistas del sindicalismo tuvieron un rol muy activo durante la revolución libertadora. Algunos de sus dirigentes, incluso, participaron del frustrado alzamiento en junio de 1956 de los generales peronistas Juan José Valle y Raúl Tanco, que terminó con una represión ejemplar. A partir del gobierno de Arturo Frondizi, la normalización de la CGT permitió la recuperación de su control por las “62 Organizaciones peronistas” lideradas por Augusto Timoteo Vandor. La CGT utilizó, entonces, variadas estrategias: combinó la acción directa, la huelga general, la toma de fábricas con la negociación con el Estado. En este período fueron conformándose, en el seno del sindicalismo, tres tendencias: una tendencia “combativa”, que privilegiaba la confrontación con el Estado; una tendencia “participacionista” que se inclinaba por la negociación; y una corriente mayoritaria que alternaba la confrontación con la negociación. Esta última, fiel al estilo de conducción de Augusto Vandor, se manifestaría claramente después de 1966. En definitiva, los obreros peronistas se constituyeron en un actor social insoslayable para la disputa del poder político y desde 1955 aprendieron a presionar con movilizaciones y a negociar para defenderse y sobrevivir. Su fuerza residió, según Alori (1998) en tres aspectos: 1) Su carácter de sindicato único 2) La adhesión de los obreros al peronismo y 1) Su organización burocrática (que permitía que las decisiones de los líderes sindicales estuvieran respaldadas por cientos de miles de votos.
MODO DE INTERVENCIÓN DEL ESTADO En el aspecto económico lo que se cerraba, según Muro de Nadal (1997) era un largo ciclo, iniciado luego de la crisis de 1930 y profundizado en la década del ’50. El sector industrial asumió el liderazgo del desarrollo, pero ya no serían las industrias tradicionales (textil, alimentos y madera) sino las industrias metalmecánicas y químicas las impulsoras de este movimiento. Hacia 1955 se produjo a nivel mundial una profundización del deterioro de los precios internacionales de las materias primas con respecto a los productos manufacturados. Según datos aportados por Muro de Nadal (1997), si en 1950 los productos primarios representaban el 60% de las exportaciones mundiales, para mediados de 1960, estos representaban el 35%. En 13
Tendencias mundiales y nacionales
materia de inversiones, mientras que en 1950, las compañías extranjeras eran la fuente del 30% de la producción total argentina, a fines de los años ’60 éstas comenzaron a representar un tercio. En términos generales se puede decir que los vínculos externos de la Argentina se complejizaron. Luego de 1955 los intereses extranjeros ocuparon una posición importante en el desarrollo industrial argentino. Ya en el segundo Plan Quinquenal durante los últimos años de presidencia de Perón se empezaron a diseñar políticas que atrajesen capitales extranjeros para desarrollar la industria pesada. Las elites que recuperaban el poder, en alianza con las FF.AA, participarían en este desarrollo no tanto como industriales sino como agentes locales de las multinacionales.
En estos tres primeros años, más que implantar un nuevo modelo económico, se procuró desmantelar el anterior. En tal dirección, la política se puso al servicio de la economía, es decir, la reorientación de la economía del país necesitó de un aparato político represor para que fuera aceptada por la ciudadanía, que veía cómo el poder adquisitivo del salario disminuía con rapidez. Medidas económicas
Entre las primeras medidas económicas se encontraban aquellas que destruían una gran parte del modelo económico peronista: -se desmanteló el IAPI -se privatizaron los depósitos bancarios -se aflojaron los controles de precios -se congelaron los salarios y -se modificó el congelamiento de arrendamientos rurales y alquileres urbanos (en perjuicio de los inquilinos) -se privilegió el ingreso de capitales extranjeros Más allá de estas medidas, el gobierno, según Laura Alori (et al) (1998), carecía de un plan definido. Para suplir esta deficiencia, Raúl Prebisch, economista de la CEPAL, elaboró en octubre de 1955 un informe sobre la situación económica del país, en el cual proponía elevar los precios de la producción agropecuaria ya que pensaba que no habría desarrollo sólido de la industria sin la base de una agricultura próspera.
Plan Prebisch Ponía el acento, también, en el desarrollo de la industria siderúrgica, el petróleo y la petroquímica. Para el economista, este desarrollo solamente era posible con la ayuda de inversiones extranjeras y de una política de 14
Estado que dirigiera la economía (en contraposición a las liberales). Y aunque con muchas dudas, esta fue, en rasgos generales, la política económica del gobierno militar Sector agrario. Se impulsó la producción agropecuaria y se acordó con los dirigentes de la Sociedad Rural Argentina la devaluación y la supresión de controles estatales en las exportaciones y en la política cambiaria. FMI. Argentina ingresó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, rompiéndose el “aislamiento” de la década del ’40. Con la ayuda para solucionar los problemas económicos más inmediatos llegaron también las “recetas” y recomendaciones del FMI. Trabajo. En este ámbito se profundizaron las medidas de ajuste y los obreros sufrieron los efectos de la nueva política económica y social: se congelaron los salarios y como ya hemos mencionado, se suspendieron las convenciones colectivas de trabajo para negociar el nivel de ingresos. Los patrones de las empresas saludaron estas medidas que les otorgaba mayor control de sus fábricas. Pero estas medidas, claro está, no se implantaron sin encontrar oposición, fueron duramente resistidas por los trabajadores. El sindicalismo comenzaba a ensayar lo que sería una constante hasta 1973: el poder de veto a las políticas de estabilización económica. Paralelamente al Plan Prebisch, existieron tres modelos económicos que buscaron consolidarse a “largo plazo” para los años venideros: Tres modelos económicos en discusión
1) El populismo reformista: esta línea política no cuestionó las premisas básicas del modelo socioeconómico peronista. Por el contrario, alentó la posibilidad de promover simultáneamente los intereses de la clase obrera y la burguesía urbana y propuso una política nacionalista moderada que limita la presencia del capital extranjero en los sectores de energía, comunicaciones y producción de bienes de capital. Sin embargo, esta posición criticaba al peronismo el haber desalentado la producción agropecuaria y el no haber fomentado la producción de la industria pesada. Esta posición sería promovida por la Unión Cívica Radical del Pueblo.
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2) El desarrollismo: este sector, identificado con la UCR Intransigente (cuyo líder era Frondizi), era partidario de una gradual legalización del peronismo. Los desarrollistas sostuvieron que el estancamiento económico se debía a un retardo en el crecimiento de las industrias de base. Tal debilidad solo podía superarse mediante un proceso de profundización que abarcara la expansión de los bienes de capital e intermedios y de la infraestructura económica. Para lograrlo, entre otras medidas había que reducir el salario de los trabajadores en pos de aumentar la renta de los industriales y en consecuencia, promover la inversión. 3) El modelo liberal: Los liberales, representados en el Partido Demócrata Nacional (PDN), no sólo cuestionaron el modelo peronista de conciliación de clases, sino también la premisa que sostenía que el desarrollo industrial debía constituir el núcleo dinámico de una economía cerrada. La imagen del mercado pasó a constituir la piedra fundamental de la posición liberal, la cual suponía una drástica reducción de la intervención del Estado.
Fin de la “Revolución Libertadora” 1958 En 1957 los militares decidieron encarar el traspaso del gobierno a los civiles. Para ello, fue necesario llamar a una Convención Constituyente con las distintas fuerzas políticas. Hacía poco, la UCR se había fragmentado en dos: la UCR del Pueblo (UCRP) que aglutinaba a los “reformistas” y estaba liderada por Ricardo Balbín y la UCR Intransigente (UCRI), liderada por Frondizi. Sin embargo, mediante una ingeniosa estrategia política, Frondizi decidió abandonar la Convención Constituyente, procurando captar el voto peronista. Con tal objetivo, envió a Caracas a su secretario Rogelio Frigerio para concretar un pacto con Perón por el cual, a cambio de los votos peronistas, Frondizi se comprometía a desarrollar un programa popular afín al peronismo. Los peronistas que alentaron la firma del pacto con Frondizi lo hicieron convencidos de la necesidad de terminar con la continuidad represiva del régimen de Aramburu y Rojas. Perón “recomendó” a sus partidarios –de manera clandestina- votar a Frondizi. Sin embargo, y a pesar de que un sector importante del peronismo mantuvo su opción de voto en blanco, Frondizi ganó las elecciones y asumió la presidencia en mayo de 1958. 16
Gobierno de Frondizi (1958-1962) “Integración (política) y desarrollo (económico)” Pocas veces resulta tan interesante e importante rastrear la trayectoria personal y profesional de un ex presidente como lo fue Arturo Frondizi, uno de los políticos más polémicos de la historia argentina y por si fuera poco, intelectual e impulsor de las teorías desarrollistas.
¿Quién fue Arturo Frondizi?
Nació en Paso de los Libres, Corrientes, el 28 de Octubre de 1908. Hijo de inmigrantes italianos, fue el antepenúltimo de los catorce hijos que tuvieron Julio Frondizi e Isabel Ercoli. Su hermano mayor fue Silvio Frondizi. Ingresó a la Facultad de Derecho y tras una brillante carrera se graduó en 1930 con diploma de honor (diploma que no quiso recibir en repudio al golpe militar que derrocó a Yrigoyen). Durante la década Infame, Frondizi tomó contacto en la clandestinidad con jóvenes radicales, y conoció, incluso, la cárcel. En 1954, fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Sus múltiples compromisos políticos no le impidieron dedicarse a la actividad intelectual y así fue como a fines de ese año publicó Petróleo y Política, libro en el que expone y denuncia la actividad de las empresas petroleras en Argentina, proponiendo el monopolio de YPF sobre el sector. El libro se transformó en un "best seller" al año siguiente, durante los fogosos debates sobre los contratos petroleros firmados por Perón y la Standard Oil de California, y posicionaría a Frondizi en un primer plano de la escena política nacional.
SISTEMA POLÍTICO “Integración” La propuesta política de Frondizi contemplaba la integración política –de las masas- y la “reconciliación” de todos los argentinos. Su concepción política, la “teoría de los factores de poder” lo llevó a darse cuenta que en la Argentina, los grupos de presión tenían más La “teoría de los importancia que los partidos políticos. Por eso su gobierno atendió factores de poder” especialmente sus relaciones con los sindicatos obreros, el Ejército 17
Primeras medidas políticas
La Iglesia
Las Fuerzas Armadas
La educación
y la Iglesia al tiempo que descuidó la relación con los partidos políticos, incluso a su mismo partido. Conocedor de lo precario de su situación, con votos “prestados” y vigilado por los militares, Frondizi aceleró los primeros pasos de su política. En los primeros meses de su gobierno, comenzó pagando sus deudas con los peronistas: el Congreso votó una ley de amnistía en relación a los presos políticos peronistas y sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales, que restablecía un sindicato único por actividad, también aumentó un 60% los salarios, congeló los precios, aumentó las pensiones y redujo las tarifas de los transportes. Frondizi en verdad estaba cumpliendo su parte del acuerdo con Perón. Pero pronto comenzaron a hacerse sentir las presiones de las corporaciones tradicionalmente más poderosas: la Iglesia y los militares, representantes a su vez de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros, que veían con creciente preocupación el rumbo que parecía tomar el gobierno. Para Frondizi, la Iglesia era un factor de unidad de la sociedad ya que la fe católica era profesada por la mayoría de los argentinos. Por esa razón, Frondizi cuidó muy bien de sus relaciones con esta institución. Por su parte, la Iglesia logró un objetivo largamente anhelado: se eliminó el monopolio del Estado sobre la enseñanza. Las discusiones y enfrentamientos en torno a este tema llegaron a movilizar a miles de personas de ambos bandos. Con las Fuerzas Armadas, la situación fue más difícil. Jaqueado continuamente por planteamientos militares, el gobierno fue cediendo en todas sus posiciones. Aceptó desde la implantación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) hasta la imposición del ministro Alsogaray que puso en marcha un plan de estabilización con devaluación, congelamiento salarial y contención del gasto público. Universidades privadas. Frondizi se pronunció en contra del monopolio estatal de la educación. Con la nueva Ley de Educación Superior, se permitía la existencia de universidades privadas y la proliferación de escuelas secundarias privadas, confesionales y laicas. El debate concentrado en el slogan “Laica o Libre”, produjo una amplia movilización de distintos sectores. La votación de la ley produjo el alejamiento de los sectores progresistas de la cultura que habían dado apoyo al frondicismo. La mayoría de las nuevas universidades privadas pertenecieron a la 18
Iglesia. Universalización de la escuela primaria. Durante su gobierno se logró la democratización y efectiva universalización de la escuela primaria, dado que la sociedad industrial no podía funcionar con el analfabetismo ni tampoco con las altas tasas de deserción escolar. Enseñanza técnica e investigación científica. Estas áreas fueron preferenciales. Se privilegiaron los rubros que tendrían más efectos reproductivos, como el CONET y el CONICET.
Política exterior
En un intento de mantener a América Latina bajo su influencia y apartarla de la influencia cubana, el presidente John Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, un programa de ayuda económica, política y social de EE. UU., para América Latina que operó entre 1961 y 1970. El gobierno de Frondizi, sin embargo, decidió no alienarse automáticamente con la política de EE.UU en todo aquello que tuviera que ver con Cuba. De hecho, se entrevistó con el “Che” Guevara y en la reunión de cancilleres de la OEA, realizada en Punta del Este en 1962 para excluir a Cuba del sistema interamericano, la delegación argentina se abstuvo de votar. Pero este acto de independencia del gobierno habría de durar poco ya que los militares hicieron un nuevo planteo y el gobierno argentino tuvo que romper relaciones con la isla.
MODO DE INTERVENCION DEL ESTADO “Desarrollo” El proyecto desarrollista de Frondizi fue elaborado por hombres de negocios, jóvenes empresarios y técnicos. Frondizi y Frigerio consideraban que la Argentina era un país subdesarrollado por su incapacidad para sostener el crecimiento sostenido de sus fuerzas productivas. El eje era el desarrollo de la industria intermedia, con el aporte de capitales y tecnología extranjeros. Frigerio resumía el plan en estos términos: “cerrar la puerta al artículo foráneo, para abrir de par en par la puerta a la fábrica que lo produciría aquí”. Según Quiroga (1985) si hacia 1955, el crecimiento industrial se había apoyado en la ampliación del mercado interno, el nuevo proceso que se iniciaba en 1958 tendía como eje dinámico a las grandes firmas multinacionales, estando por lo tanto la nueva etapa de industrialización a cargo del capital extranjero. Este modelo sustitutivo de importaciones –concentrador- está basado en la 19
El programa desarrollista
expansión de la producción de bienes suntuarios a los que tiene acceso un sector reducido de la población que concentra altos ingresos. Este modelo, a grandes rasgos, se proponía los siguientes objetivos siguiendo a Muro de Nadal: 1) Crear una infraestructura adecuada: transportes, siderurgia, autoabastecimiento de combustible y energía 2) Desarrollar las industrias nacionales en todos los sectores y reemplazar las importaciones por artículos elaborados en el país 3) Poner el agro al servicio de la industria 4) Aumentar las exportaciones, especialmente las no tradicionales Leyes de inversión. El nuevo modelo llevó a la sanción de leyes de radicación de capitales y de promoción industrial. Mediante ellas, se aseguraba a los inversores extranjeros la libertad para remitir ganancias y repatriar el capital. Además, se establecía un régimen especial a las inversiones en sectores claves para la nueva etapa de desarrollo: la siderúrgica, la petroquímica, la celulosa, la automotriz, la energía y naturalmente el petróleo, al que todos los diagnósticos señalaban como el mayor cuello de botella del crecimiento industrial.
1° Etapa económica “Desarrollo” 1958
Petróleo. Frondizi era un especialista en el tema (recordemos, como ya mencionamos al comienzo, su libro Petróleo y Política). En 1958 el Presidente anunció la firma de varios contratos con empresas norteamericanas que operarían por cuenta de YPF, con el propósito de lograr el autoabastecimiento de los hidrocarburos. YPF, por su parte, se comprometía a comprar el petróleo que extrajeran las empresas, pagándolo con divisas. No se pensaba en exportar petróleo sino sólo en el consumo interno. Si bien el gobierno no admitió que el petróleo extraído era más caro que el importado, los contratos posteriores fueron mejorando las condiciones de los primeros, cuyos defectos eran fruto de la necesidad de atraer empresas inversoras. A los tres años se logró prácticamente todo el abastecimiento. Resultados. Los resultados de estas políticas fueron notables: las inversiones extranjeras, de alrededor de 20 millones de dólares en 1957, subieron a 248 en 1959, y cien más en los años siguientes (Alori, 1998). La producción de acero y automotores creció de modo espectacular y se llegó al casi autoabastecimiento del petróleo. 20
Inflación. A partir de 1959, los desarrollistas tuvieron que afrontar graves dificultades en la balanza de pagos y una fuerte inflación
2° Etapa económica “Estabilidad” 1959
Plan de Estabilización. En 1959, cuando el nuevo ministro de Hacienda Álvaro Alsogaray (que había sido impuesto al presidente por los militares) anunció el plan de estabilización, anteponiendo este factor, la estabilidad, por encima del desarrollo. La política de expansión económica debía estar subordinada ahora al saneamiento financiero y a la política de estabilización monetaria. Según Alsogaray, era necesario reducir el gasto público y racionalizar los salarios, que no podían ser mayores a los incrementos en la productividad. Entre las medidas principales sobresalen: 1) La privatización de algunos servicios públicos 2) El despido de personal del Estado 3) Disminución de las barreras aduaneras 4) Disminución de la construcción de obras de infraestructura Con estas medidas se iba anticipando e imponiendo la filosofía económica del neoliberalismo. Sin embargo, a raíz del poco éxito y gran descrédito de la derecha conservadora, estas medidas no lograron imponerse fácilmente. Dos décadas más tarde, la dictadura cívico-militar “resolvería” el problema de la indisciplina de los trabajadores a través de la represión física –con el terrorismo de Estado- y de la “represión” económica -la desindustrialización. Un ejemplo paradigmático de las tensiones entre el gobierno y los trabajadores fue la huelga en el frigorífico Lisandro de la Torre. En enero de 1959, en medio de la política de racionalización y privatizaciones de empresas estatales que propiciaba el gobierno estalló un conflicto que se teñiría de ribetes insurreccionales. Los trabajadores del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre rechazaron el intento de privatización de su fuente de trabajo. Paralizaron las actividades y a partir de una multitudinaria asamblea, decidieron tomar el establecimiento para evitar su venta a la CAP (Corporación Argentina de Productores). Y el barrio de Mataderos acompañó la medida. El gobierno decretó el Estado de sitio, intervino el frigorífico y recurrió al ejército para sofocar la huelga. Las tanquetas de las fuerzas del “orden” tiraron abajo el portón del frigorífico y lograron penetrar. Terminaron con la huelga, con las pretensiones y con la insurrección de los trabajadores y del barrio todo. El hecho desbordó los límites del Lisandro y despertó la solidaridad de numerosos gremios que llamaron a sumarse a las medidas de fuerza. Y también en ese mismo año, 1959, mientras en el Caribe la isla de Cuba 21
se acomodaba a los sucesos de su revolución, aparecía la primera guerrilla en Argentina: el Ejército de Liberación Nacional Uturuncos, de filiación peronista, que respondía al liderazgo de John William Cooke, vocero de Perón hasta 1958. Eran tiempos difíciles para el presidente Frondizi. Plan Conintes. El plan de estabilización económica hizo que el descontento social alcanzara un punto álgido. Los peronistas, a través de los sindicatos, respondieron con más resistencia, huelgas y sabotajes. El gobierno contraatacó con el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) que ponía en manos militares la represión de todo tipo de manifestación obrera o motín interno, siendo este un claro antecedente del posterior terrorismo de Estado. Durante su aplicación las protestas disminuyeron (los dos millones de jornadas laborales perdidos por huelga en 1959 se redujeron a una décima parte), y las cúpulas gremiales se vieron acorraladas entre las presiones de los sectores combativos y el riesgo de perder su legalidad que les permitía ejercer el cargo. 3° Etapa económica “Reactivación” 1961
En 1961, Alsogaray presentó la renuncia, comenzando una nueva etapa desarrollista, pero ya sin sustento político. Los desarrollistas llamaron a esta etapa de “restablecimiento del ritmo y extensión del desarrollo”. El objeto era por lo tanto modernizar el aparato estatal, reactivar el desarrollo y ampliar a los sectores involucrados en él. Sin embargo, no tuvo tiempo ni impulso político para ejecutarse.
Fin del gobierno de Frondizi 1962 Elecciones. En marzo de 1962 se realizaron elecciones de diputados nacionales y gobernadores. En ellas, el gobierno permitió la participación de los peronistas con el nombre de “Unión Popular”. Frondizi confiaba en que no triunfarían suponiendo el desgaste del movimiento por la ausencia de su líder. Sin embargo, los resultados de las elecciones dieron el triunfo a los candidatos de Perón en varias provincias, incluida Buenos Aires. Fuerzas Armadas. Pronto se sintió el disgusto de los militares por la posición de Frondizi de aceptar los resultados. Las FF.AA obligaron al presidente a anular los comicios e intervenir las provincias donde los peronistas habían ganado y, pese a la aceptación de estos condicionamientos por parte de Frondizi, los militares igualmente decidieron derrocarlo el 28 de marzo de 1962. Aunque efectivamente Frondizi fue derrocado por las FF.AA, el cargo de 22
presidente fue cedido a un civil: José María Guido. Así se resguardaban “las formas legales y democráticas”, pero en la práctica ejercía el gobierno las Fuerzas Armadas. Lo que se denomina un “golpe blanco”, enmascarado de gobierno civil.
José María Guido (1962-1963) Asunción El comandante en jefe del Ejército, el General Poggi, se ofreció a asumir como presidente de facto, pero los civiles se le adelantaron y las FF.AA accedieron. José María Guido, presidente provisional del Senado, juró como Presidente de la Nación ante la Corte Suprema de Justicia y seguidamente se instaló en la Casa Rosada aunque el poder real y efectivo lo tuvieron las FF.AA.
Medidas políticas Anuló los comicios de marzo Dictó normas proscriptivas hacia el comunismo y el peronismo. Modificó la Ley de Acefalía, cambiando el plazo dentro del cual deberían celebrarse los comicios Modifico el sistema electoral, para que los partidos tuvieran representación proporcional Ejecutó una revisión de la Ley de Asociaciones Profesionales a fin de impedir la instrumentación política de los sindicatos Es de destacar que la actitud tomada por Guido fue ampliamente respaldada por Frondizi que aconsejó a sus hombres de partido que colaboraran con él para evitar tanto un nuevo golpe de Estado como una guerra civil.
Política económica Durante el breve periodo del gobierno de Guido, cinco ministros de clara orientación conservadora pasaron por Economía, entre los que se destacan: 1) Federico Pinedo: abrió el mercado de cambios, devaluó fuertemente la moneda y aprobó la suba de precios en los servicios públicos 2) Álvaro Alsogaray: redujo el gasto público y eliminó la protección aduanera, allanando el terreno para mayores inversiones 23
3) y José Alfredo Martínez de Hoz: aplicó planes de estabilización monetaria con efectos regresivos en la producción
Azules y colorados Como presidente, Guido tenía el rol de cubrir las formalidades republicanas, aunque el verdadero poder estaba en las FF.AA, aunque estas se encontraban escindidas en dos grandes grupos diferenciados en torno a su posición con el peronismo: 1) Azules: pensaban que, si bien Perón había sido demagógico, su existencia había evitado que los obreros se volcaran al comunismo. Por eso podían aceptar al peronismo sin Perón. Además, adoptaron una línea “profesionalista”, declarando que no era de su competencia las deliberaciones políticas 2) Colorados: Los colorados eran antiperonistas y llegaban incluso a considerarlo sinónimo de comunismo Durante 1962-1963 ambos bandos se enfrentaron en dos oportunidades. En septiembre de 1963, el grupo azul derrotó definitivamente al colorado. Su líder, el general Onganía, fue nombrado comandante en jefe del Ejército.
Elecciones 1963 El gobierno de Guido llamó a elecciones. En esa transición política se formó UDELPA (Unión del Pueblo Argentino), que llevaba a Pedro E. Aramburu como candidato a presidente. El convencimiento de que el radicalismo no tenía chances para esa elección, dado que todo apuntaba a la victoria de UDELPA, hizo que Ricardo Balbín, presidente de la UCRP, designara como cabeza de fórmula a Arturo H. Illia, un médico de la localidad cordobesa de Cruz del Eje. La proscripción del peronismo siguió en pie. Desde el exilio, Perón recomendó nuevamente a sus seguidores la estrategia del voto en blanco. El Dr. Arturo Illia fue electo presidente con el 23 por ciento de los votos emitidos.
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Arturo Illia (1963-1966) En los resultados electorales, la formula de Illia se constituyó en 1963 en la primera minoría con menos del 25% de los votos, seguida por alrededor de un 20% en blanco. Con ese porcentaje, la UCRP llegó al gobierno en una posición muy débil. Además, el antiperonismo del partido se vinculaba con los militares colorados y el Ejército estaba en manos de los azules. Dentro del abanico de tendencias del partido, tuvo simpatías por las posiciones más progresistas. Su presidencia se definió por el respeto a las normas, la conducta intachable y la decisión de no abusar de los poderes.
SISTEMA POLITICO
Críticas
Prensa
Las críticas a su gobierno se centraron en su modalidad de gobierno, tachada de irrealista e ineficiente, revelando el escaso aprecio que existía en la sociedad argentina por las formas democráticas e institucionales La libertad de prensa funcionó en forma irrestricta. De hecho, muchas publicaciones de la época se convirtieron en usinas del golpismo, sin que el Gobierno limitara sus publicaciones, así como tampoco se preocupó demasiado en difundir los actos positivos de su gobierno. CGT. Este aspecto fue quizás el más crítico de su gestión, dada la importancia de la CGT peronista y la negativa de la misma a considerar legitimo un gobierno que había aceptado el poder que emanaba de unas elecciones con un partido proscripto. El gobierno nunca logró mantener un diálogo fluido con la CGT. Legislación laboral. En este aspecto, el gobierno sancionó un Código de Trabajo y Seguridad Social que aseguraba la participación de todos los trabajadores en la elaboración de las disposiciones que los afectaran. Pese a estas políticas de conciliación, Illia no logró imponerse e impedir los sabotajes.
Relación con la CGT
Plan de lucha. En 1964 la CGT implementó un “plan de lucha” que incluía la ocupación pacífica de los establecimientos fabriles (casi 11 mil) 25
agudizando los problemas del gobierno. Para entonces, muchos dirigentes sindicales estaban tratando de disputar el liderazgo de Perón, para quien cada vez era más difícil manejar el movimiento a distancia. Para Vandor, el plan de lucha tenía más de un objetivo: -por un lado, debilitar al gobierno y demostrar a los empresarios y militares cuál era su verdadera fuerza para negociar. -por el otro, aparecer como el único líder capaz de manejar a las mayorías obreras, fuera frenándolas o movilizándolas. Esta actitud lo enfrentó con el sector “combativo” de la dirigencia sindical que denunció su intento de reemplazar a Perón en la conducción del movimiento.
¿Peronismo sin Perón?
Vandor. La estrategia vandorista era, en ausencia de Perón, invocar su nombre, usar el poder de presión que le daba la capacidad de movilizar sindicatos obreros y el control de los votos peronistas, para liberarse de la tutela del líder. Un peronismo sin Perón, quizás con un sesgo “laborista”, permitiría su admisión en el juego electoral sobre todo después del fracaso del “Operativo Retorno” de Perón en 1964. La actitud a seguir ante la estrategia de un “Peronismo sin Perón” dividió a la CGT en dos tendencias: la CGT “Leales” –vandorista- y la CGT “De pie junto a Perón” organizada alrededor del líder sindical del gremio del vestido José Alonso. En marzo de 1965, el peronismo participo de las elecciones parlamentarias obteniendo el 36% de los votos con el nombre de Unión Popular, que obedecía a Vandor. Cuando el objetivo del líder metalúrgico parecía a punto de lograrse, Perón, impedido de su retorno, envió al país a su esposa María Estela Martínez (conocida como “Isabel”) como su representante personal. Isabel reunió a todos los opositores de Vandor. Ambos bandos se midieron en las elecciones provinciales de Mendoza. El candidato de Vandor fue derrotado y el centro de las decisiones del movimiento volvió a estar en la residencia de Perón en Madrid.
Fuerzas Armadas
Desde septiembre de 1962 los militares azules se asociaron con sociólogos expertos en comunicación social que fueron encargados de perfilar una nueva imagen del ejército. La tarea se centraba en particular en la figura de Onganía. Los comunicadores presentaron al ejército como legalista, obediente al poder civil y no deliberativo. En realidad se trataba de un “profesionalismo” a medias ya que, en palabras del propio Onganía, la “obediencia cesa si se produce al amparo de ideologías exóticas un desborde de autoridad que atente contra los principios del sistema republicano”. Además, según este sector, muy a tono con la Doctrina de Seguridad Nacional, las 26
FF.AA debían estar asociadas al desarrollo del país y no mantenidas al margen de los desafíos que este planteaba. Finalmente, luego de muchos roces, Onganía renunció en abril de 1965 para dedicarse a preparar una conspiración. Se iniciaba la cuenta regresiva del golpe.
Política exterior
Illia intentó llevar adelante una política exterior independiente de las directivas de EEUU(voluntad que quedó patentada, como veremos más adelante, en el rechazo a los contratos petroleros que habían surgido bajo el gobierno de Frondizi) Mientras EE.UU acentuaba las presiones militares para convertir los ejércitos del continente en aliados en la lucha contra el enemigo interno y la subversión comunista, Illia adhirió al “Grupo de los 77” de las Naciones Unidas, formado por países asiáticos, africanos y latinoamericanos que buscaban emprender una acción común para lograr su desarrollo. Pero a diferencia de los países “No Alineados” que trataban de corregir el desequilibrio histórico entre el norte y el sur, los “77” se ocuparon de negociar con el norte, en nombre del sur. El grupo de los 77 nace como iniciativa de los países del Tercer Mundo y del Movimiento de los No Alineados para tener un instrumento dentro de las Naciones Unidas a fin de influir en la política económica de las grandes potencias, a través de mejoras en los términos de intercambio, promover la exportación a los países del Primer Mundo, tarifas compensatorias y mejores precios para las materias primas. Así como los países del Primer Mundo tenían el GATT, los del Tercer Mundo crearon su propio ente. La influencia del Grupo de los 77 fue muy grande en convertir a las Naciones Unidas en un foro donde se escuchara al Tercer Mundo y a sus técnicos y economistas (González, N). Con respecto a sus relaciones con Latinoamérica, se formo en 1965 el Instituto para la Integración Latinoamericana (INTAL). Illia tenía la intención de integrar en una estrategia común a la Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, para desarrollar la región conjuntamente, pero no obtuvo el apoyo buscado. Estas ideas pioneras lograrían tomar forma recién en 1991 con la creación del MERCOSUR y más recientemente, en 2011, con la UNASUR.
MODO DE INTERVENCION DEL ESTADO
Política económica
En este aspecto, la economía tuvo un perfil muy definido, dado por un grupo de técnicos con fuerte influencia en la CEPAL. Los criterios básicos del “populismo reformista” (fuerte énfasis en el mercado interno, políticas de distribución, protección del capital nacional) se combinaron con 27
elementos keynesianos: un Estado muy activo en el control y planificación económica. En esa Línea, el Congreso votó la Ley del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Frente al capital extranjero, se tomaron medidas que terminaron restando el apoyo de los grupos trasnacionales y de organismos internacionales como el FMI. Entre esas medidas, anuló los contratos petroleros e impulsó una ley de medicamentos. Los resultados no fueron los esperados. Ningunos de los grupos de poder estaba conforme, ni la burguesía industrial nacional ni los obreros organizados en sindicatos, mucho menos los grupos transnacionales y los militares.
Petróleo
Ley de medicamentos
En noviembre de 1963, Illia firmó los decretos 744 y 745, que derogaron los contratos petroleros, declarados “nulos, de nulidad absoluta, por vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación”. Al recordar aquella decisión, Illia aseguró que en una tensa conversación privada con el subsecretario de Estado norteamericano, Averel Arriman, enviado por el Presidente Kennedy, respondió lo siguiente cuando fue amenazado con la suspensión de la ayuda económica al país: “La actitud del gobierno argentino es irreversible. No tenemos más nada que conversar, hemos terminado la entrevista (…) Los contratos que fueron suscritos a espaldas de la ley y de los intereses económicos del país serán anulados. Yacimientos Petrolíferos Fiscales será -de acuerdo con la mejor tradición argentina- la entidad rectora de nuestro desarrollo energético.” El sistema de salud fue extendido a todo el país, incrementándose las partidas presupuestarias. En este rubro, sobresalió la Ley de medicamentos. Dictada en 1964, dispuso el congelamiento de los precios de los medicamentos y productos medicinales. Además, se designó una comisión especial para analizar la calidad de los mismos y otra para estudiar los costos. La reacción de los laboratorios fue inmediata, con protestas de todo tipo y ocultando la información a las comisiones investigadoras. Sin embargo, se lograron probar grandes irregularidades. Cabe mencionar que a los diez días del derrocamiento de Illia, el general Onganía liberó los precios de los medicamentos, circunstancia que indica cual fue la presión efectiva que ejercieron los laboratorios durante la gestión de 1963-1966.
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Derrocamiento de Illia / 1966 El 28 de junio de 1966, el gobierno de Illia cayó –según se ha dicho- como una fruta madura. El general Julio Alsogaray, de grandes contactos con la diplomacia norteamericana, desalojó personalmente al Presidente de la Casa Rosada, tras un tenso careo en los despachos. Apenas alguna manifestación en Córdoba intentó detener lo inminente. Illia no era el hombre fuerte que buscaban los sectores del poder, alguien que pudiera encarar una profunda transformación en su beneficio y aceptar que el agente de la modernización del país fueran las Fuerzas Armadas. Había emergido también el general Juan Carlos Onganía y con él, una nueva etapa en la historia argentina.
Presidentes
Eduardo Lonardi (sep. 1955- nov. 1955)
Pedro Aramburu 1955-1958
Ideología/Partido
Tipo de gobierno
(Nacionalismo católico, en contra Revolución Libertadorade Perón pero no Golpe militar de las bases) (en contra de Perón y de sus bases populares)
José María Guido
Revolución LibertadoraGolpe militar
Gobierno Civil
Poco antes de terminar su mandato es derrocado por dejar al peronismo presentarse a las elecciones
Gobierno Civil, pero representante de las FFAA.
Cumple su corto mandato y llama a elecciones. El peronismo sigue proscripto.
Gobierno Civil
A los tres años de gobierno, deja el poder por un golpe de Estado al mando del Gral.
(UCR Intransigente)
(UCR del Pueblo)
1962-1963
Arturo Illia 1963-1966
Renunció a los dos meses por presiones internas del sector representado por Aramburu A los tres años llama a elecciones proscribiendo al peronismo
Arturo Frondizi 1958-1962
Fin del mandato
(UCR del Pueblo)
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Onganía.
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QUIROGA, Hugo (1985), Estado, Crisis y Poder Militar, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. ROUQUIÉ, Alain (1981), Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires, Emecé. SALAS, E. (2003) Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, Biblos.
MATERIALES Y PROPUESTAS DIDÁCTICAS 1955-76 AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA Lee detenidamente los siguientes testimonios y documentos en los que pueden advertirse los problemas y tensiones explicados en el texto 1955-66.
Los documentos 1, 2, 3 y 4 corresponden a la etapa denominada Resistencia Peronista. (a partir del derrocamiento de Perón en 1955) a) Identifica las características del sistema político del período b) ¿Cuáles son las “nuevas formas de hacer política”? c) ¿En qué aspectos se advierte la constitución de un sistema político dual? d) ¿Cuáles son las estrategias de los sectores excluidos para cuestionar la proscripción/exclusión? 1.- Testimonio de César Marcos “En 1955 fue la caída. Entonces, el cielo entero se nos vino encima. El mundo que conocíamos, el mundo cotidiano, cambió por completo. La gente, los hechos, el trabajo, las calles, los diarios, el aire, el sol, la vida se dio vuelta. De repente entremos en un mundo de pesadilla en el que el peronismo no existía. Todo fue anormal. Como fue anormal, absurda, alucinada, la odisea de la Resistencia peronista. Éramos pigmeos que debíamos luchar contra gigantes. Y una vez más, el mosquito debió luchar contra elefantes. Unos cuantos locos sueltos comenzamos a escribir en las paredes y a llenar los mingitorios de grafitos. (…). La dictadura de la ‘libertadora’ se había propuesto barrernos totalmente de la historia y la geografía. Nosotros enfatizamos la propaganda callejera mural y escrita (…). Incansablemente, sin tregua, sin pausa, nos aplicamos a emborronar paredes. Después (…) pasamos a los volantes, a los panfletos, los pequeños pasquines, los informativos. (…) Además, (…) la ‘libertadora’ se había empeñado en ‘desterrar el mal gusto impuesto por peronistas’ y sustituirlo por la cultura de las señoras gordas. Pero la tiza y el carbón vencieron una vez más. Y esta obra fue realizada por el pueblo anónimo que, como Martín Fierro, figura en todas las listas, pero en las de pago no (…)” 31
En Caraballo, Charlier, Garulli. Documentos de historia argentina 1870-1955, EUDEBA.
2.- “Compañero: la orden de Perón es votar en blanco. Se vota en blanco pegando el sobre en el cuarto oscuro, sin nada adentro o con un papel absolutamente limpio, sin una palabra ni una raya. Si usted se saca el gusto escribiéndoles a los tiranos: ‘asesinos’, ‘canallas’, hijos de p…’ o cualquier otra de las cosas que se merecen, usted anula el voto. Y necesitamos votos en blanco, que sumen, no votos anulados, que desaparecen. Vote a Evita votando en blanco. Vote a Valle y compañeros héroes asesinados votando en blanco. Castigue a los tiranos entreguistas, Aramburu y Rojas votando en blanco. Es ésta la única consigna (…) Está en sus manos aniquilar con su voto en blanco a la tiranía oligárquica entreguista” Comando sindical peronista, 1957 En Roberto Baschetti, Documentos de la Resistencia peronista.
3.- “No teníamos armas, no podíamos hablar, ni votar, ni hacer nada. No teníamos explosivos; el sabotaje era la única manera que teníamos de enfrentar esta banda que nos explotaba. No teníamos libertad de prensa, nada. Todo lo que teníamos era el Decreto 4161 que decretaba que con solo mencionar a Perón podíamos ir en cana. No podíamos tener ni siquiera una foto de Perón en nuestras casas. Así que recurrimos a los ‘caños’ [trozos de caños rellenos con explosivos].” Juan Carlos Brid, (militante de la resistencia). En Daniel James. Resistencia e integración.
4.- Levantamiento 9 de junio de 1956 En un contexto político de movilización y resistencia, -sabotajes a la producción, huelgas violentas-, se produjo, en junio de 1956, un levantamiento armado encabezado por militares peronistas, los generales Valle y Tanco. La intentona fue sofocada. La revolución “libertadora” respondió con todo rigor, ordenando la ejecución, no sólo de los cabecillas, sino también de aquellos militares y civiles sospechados de participación en el alzamiento. Los fusilamientos de civiles en los basurales de José León Suárez fueron reconstruidos por la prosa magistral de Rodolfo Walsh en “Operación Masacre”.
Odio “La matanza de junio ejemplifica pero no agota la perversidad de ese régimen. El gobierno de Aramburu encarceló a millares de trabajadores, reprimió cada huelga, arrasó la organización sindical. La tortura se masificó y se extendió a todo el país. El decreto que prohíbe nombrar a Perón o la operación clandestina que arrebata el cadáver de su esposa, lo mutila y lo saca del país, son expresiones de un odio al que no escapan ni los objetos inanimados, sábanas y cubiertos de la Fundación [Eva Perón] incinerados y fundidos porque llevan estampado ese nombre que se concibe como demoníaco. Toda una obra social se destruye, se llega a cegar piscinas populares que evocan 32
el ‘hecho maldito’, el humanismo liberal retrocede a fondos medievales: pocas veces se ha visto aquí ese odio, pocas veces se han enfrentado con tanta claridad dos clases sociales” Rodolfo Walsh, “Aramburu y el juicio histórico”, en Rodolfo Walsh, Operación Masacre, Ediciones de la Flor, 1972.
Documentos 5, 6 y 7: a) Relaciona estos fragmentos con el comportamiento del sector liberal y su relación con las fuerzas armadas. b) ¿Qué rol le asigna Mariano Grondona a las fuerzas armadas? ¿Cuestiona la interrupción de gobiernos democráticos o semi-democráticos? ¿Cuáles son sus argumentos? c) ¿Cuáles son los alineamientos sociales frente al golpe de Onganía según O’Donnell?
5.- “Vidas paralelas” “Todos los regímenes políticos contienen fuerzas de reserva que aparecen solamente en las horas de crisis. En las naciones estables, estas fuerzas son apenas conocidas. En las naciones inestables, ocupan el centro del escenario. (...) Entre 1958 y 1962, un hombre, el teniente general Aramburu, reforzó esa reserva institucional con su prestigio personal. A partir de 1962 comienza una profunda revisión en la estructura de nuestras fuerzas de reserva. (...) El teniente general Onganía crece y se afirma hasta desplazar al teniente general Aramburu. (...) El hombre de reserva debe ser ‘representativo’: no tiene que estar identificado con ningún partido y, por consiguiente, todos los sectores deben ver en él a un aliado potencial. El hombre de reserva debe estar, también ‘disponible’, es decir, abierto a ‘cualquier’ eventualidad política o institucional. (...) El hombre de reserva, entonces, debe evitar con infinito cuidado los combates menores para tener sus fuerzas intactas en la batalla central. Finalmente, esta estrategia reclama una suprema virtud política: la virtud de la espera.” Mariano Grondona. Primera Plana, 28 de diciembre de 1965.
6.- “El tirano es un monstruo, el dictador es un funcionario para tiempos difíciles” (Mariano Grondona) 7.- Antecedentes del golpe. “El golpe de junio de 1966 venía siendo abiertamente discutido y propiciado desde por lo menos un año antes. Cuando el 28 de junio de 1966, los comandantes en jefe de Ejército, Marina y Aeronáutica decidieron actuar, bastó con que el General Alsogaray, acompañado de una pequeña escolta, obligara al Dr. Illia a abandonar la Casa Rosada. En las Fuerzas Armadas casi no hubo oposición al golpe. Tampoco, salvo la actitud del Dr. Illia y sus colaboradores, hubo intento civil por impedirlo. En los días siguientes fue claro que - salvo el Partido 33
Radical expulsado del gobierno, algunos pequeños partidos y buena parte de los medios universitarios - el golpe contaba con la aceptación de gran parte de la población y, por cierto, de casi todas las organizaciones de la sociedad.” Guillermo O’Donnell. El estado burocrático autoritario, 1982.
*8. Analizar las tapas de las revistas Primera Plana y Panorama. ¿Cuál es el “mensaje”? ¿Qué aspectos del Presidente Illía quieren resaltar? Elaboren un texto breve que dé cuenta del rol desempeñado por estos medios gráficos
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