Primer Foro Colombiano en Construcción de Paz – Marzo 10 de 2011 UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO
ESTRATEGIAS Y PROCESOS DE NEGOCIACIÓN EN COLOMBIA Carlo Nasi Profesor asociado Departamento de Ciencia Política Universidad de los Andes
Quiero empezar por agradecer esta invitación a la Universidad Jorge Tadeo Lozano y además felicitarlos muy sinceramente por el lanzamiento de este Observatorio de Construcción de Paz; les deseo muchos éxitos, espero que seamos de mucho contacto. Lo que yo he trabajado más o menos en los últimos 17 años han sido los procesos de negociación, sobre todo entre gobiernos y guerrillas. Quiero empezar con una anécdota: yo solía hacerle una broma a un colega del Departamento [Ciencia Política de la Universidad de los Andes], Gustavo Duncan, que trabajaba el tema de los paramilitares, cuando se llevaron a las cárceles de Estados Unidos a Mancuso y a varios de los jefes paramilitares, yo decía que se le había complicado la vida porque le habían extraditado el objeto de estudio. De lo que me concierne y nos concierne a los que trabajamos los procesos de negociación, también tenemos un problema bastante análogo: en los últimos 15 años ha habido una profunda sequia en materia de negociaciones de paz, se ha negociado muy poco en los últimos años y además muy poco es lo que se ha logrado por la vía negociada. Todo el mundo recuerda el estruendoso fracaso de las negociaciones de Caguán con las FARC. Yo creo que esa es una experiencia que serviría para crear un manual de malas prácticas; así como se crean manuales de buenas prácticas sobre el quehacer político, la experiencia del Caguán sirve de referente sobre todo de lo que no se debe hacer en un proceso de paz, pero no me voy a extender en las razones de hecho. Ha habido de un tiempo para acá una negociación con los grupos paramilitares que llevó a la desmovilización de 31.000 combatientes. Se trató de una negociación bastante carente de contenido, pues se negociaron cosas muy puntuales, beneficios personales, impunidad, el proceso incluyó falsas desmovilizaciones, desmovilizaciones de narcos, delincuentes comunes y gente oportunista que quería recibir beneficios del proceso de desmovilización; además desembocó en el rearme de un porcentaje no despreciable de paramilitares, que son las Bacrim de las que se habla hoy. También hubo un par de conatos de negociación con el ELN. Yo tuve la oportunidad de ir a la Casa de Paz en Medellín y eso tampoco concluyó en absolutamente nada.
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Por lo demás, uno podría afirmar con un grado de confianza bastante alto que la estrategia dominante del 2002 para acá, tanto de los dos gobiernos de Uribe como lo que va del gobierno de Santos, ha sido un intento por lograr la paz sin negociar con los grupos guerrilleros. Algunos logros de esta estrategia son absolutamente innegables, pues uno podría decir que en lo militar las FARC recibieron golpes más contundentes, quizá los más contundentes de su historia. Fueron capturados o cayeron muertos varios de sus principales cabecillas, cosas que nunca habían sucedido en la historia de las FARC; hubo una reducción muy significativa de su pie de fuerza; las guerrillas fueron empujadas otra vez a las zonas rurales y sus fuerzas se dispersaron. En fin, se consiguieron muchos logros que nadie puede negar. Pero la pregunta de fondo que uno se debe formular es en el mediano y largo plazo qué tan viable es lograr la paz sin negociar con los grupos guerrilleros. Mi respuesta frente a eso es bastante negativa y ahí disiento un poco del optimismo que demostraba Luis frente al rol de la sociedad civil. Yo lamentablemente creo que si la paz pasa por las guerrillas, pasa por Cano, pasa por Gabino, pasa por los grupos armados ilegales, entonces ¿cuáles son las limitaciones de lo que se ha hecho por construir paz sin negociar? En el plano militar, yo creo que si bien ha habido unos logros innegables, la guerra ha tenido rendimientos decrecientes. Entonces lo que uno observó, sobre todo durante los primeros gobiernos de Uribe, cuando las FARC estaban crecidas y envalentonadas metidas en las principales ciudades, con un pie de fuerza grande, fue que las fuerzas militares, las fuerzas de seguridad del Estado lograron unos resultados muy contundentes, muy perceptibles, muy fuertes y se pasó de una guerrilla crecida y con gran capacidad de hacer daño a una guerrilla disminuida, golpeada y replegada fundamentalmente. Sin embargo, a partir de ahí, justamente en razón de los éxitos de la fuerza pública, de un tiempo para acá los logros en materia de contra insurgencia han sido menores. Las ganancias de la guerra son menos perceptibles, los golpes a la guerrilla se han vuelto más esporádicos, menos espectaculares. Yo sospecho muy fuertemente que acabar en el plano militar con una guerrilla que tiene casi 50 años de existencia es muy complicado, sobre todo por la geografía del país y por distintas condiciones. Pero además del plano militar, yo creo que es muy importante pensar en otros factores estructurales. Creo que ha habido políticas buenas pero que tienen graves limitaciones, como por ejemplo la política que se hizo con Uribe de llevar al Estado a distintos municipios de Colombia.
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Debido al hecho de que había una cantidad de municipios que no tenían ni siquiera estaciones de policía, se hizo un esfuerzo consistente de llevar y aumentar la presencia del Estado en muchos municipios. Eso fue un logro importante, pero aunque la presencia del Estado ha aumentado, sigue siendo bastante precaria y abiertamente disfuncional en muchos municipios apartados y relativamente despoblados, y ahí a lo que nos enfrentamos es a un típico problema de cuadratura del círculo. De un lado un país que tiene recursos limitados tiene que priorizar dónde llevar la presencia del Estado y frente a eso la prioridad ha sido y seguirá siendo siempre los lugares urbanos, los cascos urbanos más que los lugares despoblados. Por otro lado, simplemente no se justifica instalar un complejo y costoso andamiaje institucional del Estado en todos los municipios de Colombia, es una cosa que no va con la lógica y que va a ser una limitante muy grande. ¿Por qué esto es importante? Porque esto quiere decir que la ausencia y disfuncionalidad del Estado en muchos municipios va seguir dando oportunidad a los grupos armados ilegales para que mantengan una presencia y regulen la vida social en aquellos municipios donde el Estado no lo hace, de tal forma que hay una debilidad estatal que va a seguir. Otro tema importante es sobre las mejoras de las condiciones estructurales. Ha habido mejoras importantes; por ejemplo, en materia de pobreza se pasó del 53% de pobreza al 46%. Sin embargo los avances en materia de mejorar los indicadores de desigualdad, pobreza, desempleo y subempleo han sido bastante graduales y han tenido ciertos retrocesos. En materia de desempleo todavía estamos en un nivel bastante alto frente a muchos países latinoamericanos, y esto afecta necesariamente el tema del conflicto armado. Los cálculos más recientes hablan de aproximadamente 3 millones de desempleados y cerca de 7 millones de subempleados, es decir gente que está en el sector informal. Estamos hablando de 10 millones de personas que no tienen realmente un compromiso con la institucionalidad muy claro, porque simplemente no tienen una cantidad de beneficios y seguridades económicas. Entonces, a lo que va esto es que con tanta gente en el desempleo o en el subempleo va a seguir seguramente en el futuro cercano existiendo un pool bastante grande de personas potencialmente reclutables por los grupos ilegales, eso incluye a las guerrillas, las famosas Bacrim, la delincuencia común. Toda esta informalidad es una cuestión muy complicada que no se va a subsanar rápidamente. Hay otras condiciones de Colombia. Ahora la mayor exportación del país es el petróleo, por lo que depende fundamentalmente de la producción y exportación de una cantidad de recursos saqueables, en palabras de Collier; y en la medida de que existan estos recursos naturales saqueables, eso va a permitir a las guerrillas y a otros grupos armados ilegales enriquecerse y seguir con la guerra, o sea que es una
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cantidad de recursos saqueables, en palabras de Collier; y en la medida de que existan estos recursos naturales saqueables, eso va a permitir a las guerrillas y a otros grupos armados ilegales enriquecerse y seguir con la guerra, o sea que es una condición estructural difícil de cambiar. No hay indicativos de que estemos ad portas de dar un salto cualitativo en materia del desarrollo, lo cual también es una barrera que protege durante el conflicto. Si hubiese algún indicativo de que Colombia está ad portas de convertirse en una especie de Corea, un país desarrollado, que eso crea una barrera frente al riesgo de conflicto armado, pues uno estaría mucho más tranquilo, pero realmente yo no veo como va a suceder eso es este país. Ha habido avances importantes en materia de políticas agrarias, y en ese ámbito yo creo que el cambio entre Uribe y Santos ha sido gigante. Si ustedes piensan en el contraste entre Agro Ingreso Seguro, que acabo siendo una especie de botín para ciertos sectores, y la ley de tierras, el cambio es bastante importante. En todo caso, es muy distinto una política de restitución de tierras a víctimas del desplazamiento de una verdadera reforma agraria o de un programa agrario de larguísimo alcance que permita que el sector agrario deje de ser una especie de cenicienta dentro del desarrollo nacional. Esto es importante porque el fenómeno, sobretodo el de las guerrillas, es fundamentalmente rural: todos los estudios sociológicos lo que muestran es que la mayoría de los guerrilleros es gente del campo, entonces si no hay una política agraria realmente muy fuerte eso difícilmente se va a resolver. ¿A qué va esto? A demostrar que alcanzar la paz sin negociar con las guerrillas tiene unas limitaciones muy grandes, muy difíciles de subsanar y por eso yo considero que uno de los principales desafíos del presidente Santos es justamente recuperar la llave que botó al fondo del mar e intentar una vez más las negociaciones con la guerrilla. ¿Por qué negociar? Hay muchos resquemores muy justificados frente a la guerrilla después de lo que pasó con el Caguán, pero yo creo que hay dos condiciones claves que aconsejan que el momento es más propicio que antes para negociar. Primero que todo, las condiciones de la misma guerrilla son completamente distintas hoy en día que hace unos años. En el Caguán las FARC fueron capaces de imponer la desmilitarización de 5 municipios, y cuando se rompieron las conversaciones la pretensión de las FARC creció aún más y querían desmilitarizar un departamento. Hoy en día, a raíz de los golpes militares recibidos, la propuesta de Cano es hablar sin precondiciones, entonces eso es un augurio mejor para cualquier proceso de negociación y es algo que se debe tomar muy en serio. Por otro lado, por cuenta de la captura y/o muerte de muchos de los dirigentes, la composición de la cúpula de las FARC ha variado; esto no es garantía de nada, pero introduce alguna esperanza de que los nuevos guerrilleros que ocupen mandos entre las FARC resulten ser un poquito más flexibles y un poquito más pragmáticos que sus antecesores y que los líderes históricos. Esas son como dos condiciones fundamentales que justifican desde mi punto de vista entablar un diálogo. Universidad Jorge Tadeo Lozano Observatorio de Construcción de Paz Carrera 4 Nº 22-61 – Bogotá, Colombia - Tel: 2427030 - Extensión 1475
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Frente al cómo dialogar, los procedimientos son absolutamente fundamentales, porque esos pueden determinar el éxito o el fracaso de un proceso de negociación. Entonces, sabemos que las FARC utilizaban la zona de distención en el Caguán para todo tipo de fines no santos. Se trata de evitar que esa historia se repita. Un criterio fundamental es que el diálogo no debe ser costoso para las partes para que sea fructífero. Si el diálogo implica algún tipo de ventaja militar de corto o mediano plazo para cualquiera de las partes, ya pinta mal la cosa, no ayuda mucho a un avance en las negociaciones. Entonces, de un lado yo creo que cualquier despeje está completamente fuera de discusión; por otro lado, mi impresión es que toda la lista de condiciones que sugirió el Presidente, el vicepresidente y el alto gobierno, lo que hacen es enredar el tema del dialogo. Y lo hacen, porque pues hay un cantidad de cosas con las cuales nadie va a estar en desacuerdo. ¿Qué queremos que hagan las FARC? Que cesen completamente los secuestros, cesen el terrorismo, no pongan minas antipersonales, entreguen a todos los niños y niñas reclutados forzosamente, declarar públicamente que la violencia no va más, entonces todas estas son condiciones muy deseables pero es una especie de lista de mercado que lo que hace es poner costos a las FARC para sentarse a hablar. Entonces lo que se hace con estas precondiciones es confundir lo que son los propósitos del diálogo con las condiciones o precondiciones del diálogo y eso no es conveniente, porque además el diálogo ha fracasado muchas veces en el pasado. Supongamos que las FARC se comprometen, cesan con el secuestro y con todo eso, pero fracasa el diálogo. ¿Qué pasa? Las FARC vuelven exactamente a lo mismo, se repite exactamente el mismo patrón de violencia y entonces el gobierno habrá logrado obtener una ganancia de muy corto plazo con la liberación de algunos secuestrados. Entonces yo creo que esas son condiciones que realmente habría que reconsiderar; más que pretender grandes gestos de paz con las FARC en un momento tan preliminar, cuando no es ni siquiera claro que las FARC tengan efectivamente una voluntad de paz, se le pueden pedir unos gestos mucho mas chiquitos pero que son significativos para que avance una negociación, cosas como que respeten el principio de confidencialidad de las conversaciones, que manden emisarios de muy alto nivel a las conversaciones de paz y que puedan tomar decisiones a nombre del grupo, que no se levanten de la mesa por cualquier razón o excusa -sobretodo excusas banales, que esa es una forma de interrumpir el diálogo, que se paren de la mesa y suspendan los diálogos no sé por cuanto tiempo-, que se comprometan a presentar propuestas serias y realistas frente a temas dentro de plazos determinados. Todas estas son condiciones, mucho más razonables y mucho menos exigentes, yo creo que posibilitarían un diálogo más fructífero en este momento. Yo creo que si se ve que las FARC puede cumplir ahora con estas cosas pequeñas, más adelante se les puede exigir mucho más y vemos a ver si cumplen, pero en todo caso esto daría una señal de si las FARC van en serio o no. Universidad Jorge Tadeo Lozano Observatorio de Construcción de Paz Carrera 4 Nº 22-61 – Bogotá, Colombia - Tel: 2427030 - Extensión 1475
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Los diálogos, por supuesto, no se deben prestar a show mediáticos; yo creo que una de las lecciones más claras del Caguán es que eso, que se presenta como un supuesto ejercicio democrático de negociación de cara al país, es una farsa que se presta para una payasada gigantesca. Dialogar de espaldas al país era poco democrático, pero es lo que conviene hacer y es lo que se ha hecho en una cantidad de procesos de paz exitosos. Lo que hay que evitar es poner cámaras, micrófonos, pantallas a las FARC porque eso lo van a convertir en un show mediático, sin duda y sin falta, entonces pues toca quitar ese elemento. Cualquier diálogo se debe presentar como un ejercicio estrictamente privado y muy confidencial, donde las partes se vayan al extranjero, traten ciertos temas, sin dar show, sin hablar a los micrófonos, tratando simplemente por un tiempo limitado de ver si hay un terreno negociable. Y con esto pues llego a la conclusión de mi presentación preguntando ¿para qué negociar con las FARC si sabemos que han engañado tanto? Yo creo que no hay que negociar en este momento, lo que hay es que hacer es empezar una pre negociación, un diálogo que es distinto a una negociación. ¿Para qué? Para tres cosas fundamentales. La primera es saber finalmente qué es lo que quieren las FARC; creo que a estas horas de la vida nadie sabe lo que quieren las FARC: ellos dicen que quieren algún tipo de revolución, implantar alguna variante socialismo latinoamericano, todos los demás dicen “no, ustedes realmente lo que quieren es robar, extorsionar, beneficiarse del narcotráfico, etcétera.” Lo que no queda claro frente a todas estas cosas es si en la nueva coyuntura, es decir, con el gobierno de Santos, con el cambio de mando, la jefatura de Cano y los golpes que ha recibido las FARC, realmente ha habido un cambio de actitud de las guerrillas frente al tema de la paz. Entonces, es probable que en esta coyuntura las FARC hayan llegado a la conclusión de que la revolución no va más; sin embargo, no lo sabemos, es una pregunta que queda abierta y para eso toca hablar con ellos. Por otro lado, que es la pregunta central, es si las FARC contemplarían dejar definitivamente las armas en el marco de un proceso de paz, obteniendo algo a cambio y qué es lo que quisieran ellos a cambio para dejar las armas. Esas son dos dudas gigantescas que hay frente a eso. También saber en qué términos conciben las FARC la paz, y si anticipan algún papel de su organización en un contexto democrático.
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Porque una cosa es conseguir la paz en términos de convivencia, tolerancia y respeto a los contrincantes y otra conseguir la paz acabando con el contrincante, sea este la oligarquía, el imperialismo o lo que sea. Nada de eso se sabe claramente. Hay que saber si las FARC logran visualizarse como un partido más dentro de la democracia o como un partido único, yo creo que eso tampoco se sabe muy bien. Y también saber si existe al menos un terreno de lo negociable, yo creo que hay mucho que trabajar para ver si es posible hallar algún tipo de convergencias en materia de propuestas y en ese tipo de cosas. Entonces, mi propuesta por ahora no es negociar directamente, pero sí es una coyuntura donde conviene explorar el dialogo, yo sé que están las elecciones de por medio, pero una vez éstas pasen yo creo que tiene mucho sentido explorar el diálogo, para por lo menos salir de dudas con la oferta de Cano de si la guerrilla esta cañeando otra vez o ahora está hablando en serio. Yo creo que esa es una duda muy importante que toca despejarla, y que si no se hace el esfuerzo el costo sería muy alto porque el gobierno podría desperdiciar una oportunidad histórica de hallar una solución al conflicto por la vía negociada. Entonces, esa es un poco la invitación: a recoger esa llave del fondo del mar, a hacer un nuevo intento, pues si la conclusión es que las FARC siguen cañeando y quieren la revolución y el poder total, pues entonces seguirá la guerra y no hay nada que hacer; la paz seguirá limitada por las cosas estructurales que mencioné en un comienzo, pero por lo menos habría que hacer el intento. Muchas gracias.
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