ESTUDIO DEL ESPACIO RURAL EN ME LLAMO RIGOBERTA MENCHÚ Y ASÍ ME NACIÓ LA CONCIENCIA: PROBLEMÁTICA Y ESBOZO ANALITICO 1

KWEVI- KAYISSA Clotilde Chantal (épouse) ALLELA Université Omar Bongo (GABON) ESTUDIO DEL ESPACIO RURAL EN ME LLAMO RIGOBERTA MENCHÚ Y ASÍ ME NACIÓ LA

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KWEVI- KAYISSA Clotilde Chantal (épouse) ALLELA Université Omar Bongo (GABON) ESTUDIO DEL ESPACIO RURAL EN ME LLAMO RIGOBERTA MENCHÚ Y ASÍ ME NACIÓ LA CONCIENCIA: PROBLEMÁTICA Y ESBOZO ANALITICO 1

Resumen Partiendo de un análisis anterior sobre el paratexto, y más precisamente de las ilustraciones de la portada, resaltamos la relación que podría establecerse entre los elementos representados en la portada y el propio texto. La representación pone de relieve una relación estrecha entre un espacio referencial, esto es, el espacio rural y la puesta en escena de Rigoberta Menchú, sujeto o actor de los acontecimientos narrados en el testimonio. La lectura crítica del relato nos ha permitido identificar una multiplicidad del espacio donde radican y que atraviesan los indígenas. En Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, cada uno de estos espacios viene dotado de un papel específico. En este trabajo procuraremos definir y examinar las múltiples relaciones que unen estos espacios unos a otros. Palabras Claves: Espacio rural: finca, aldea/altiplano, Opresión/resistencia, Ladino/Indígena, Rigoberta Menchú, Guatemala, testimonio popular. Introducción Nuestro trabajo se basa en Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983) . Se trata del testimonio de Rigoberta Menchú, indígena guatemalteca que relata sus experiencias vivenciales y las de su comunidad maya-quiché. El relato de su vida fue registrado por la etnóloga franco-venezolana Elizabeth Burgos; ese relato fue publicado por primera vez en 1983 por las Ediciones Argos Vergara en 1983. El mismo año, el libro fue traducido en francés por las Ediciones Gallimard bajo el título Moi, Rigoberta Menchú, une vie et une voix, la révolution au Guatemala; en inglés se dio a conocer como I, Rigoberta Menchú, An Indian woman in Guatemala, una traducción de Ann Wright, New York y Londres, Ediciones Verso en 1984. 2

Esbozo de lectura analítica: La presente reflexión viene a continuación de una investigación anterior, sobre el análisis sociocrítico del paratexto3. Nuestra hipótesis de partida es que por principio, la portada instituye una programación de signos que orientan, parcialmente, la recepción de la obra literaria. Desde este punto de vista, parece difícil analizar una obra literaria, un texto, sin

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Este trabajo ha sido publicado bajo el título de “Problemática y sistematización del espacio rural. Estudio de la finca y de la aldea en Me llamo Rigoberta Menchu y así me nació la conciencia in Lettres d’Ivoire n°009, deuxième semestre 2010, pp. 191-202. Nos ha parecido importante repasar esta primera versión así como profundizar mejor nuestra reflexión privilegiando la posibilidad de establecer una comparación entre la percepción del espacio agro rural en América latina/América central y la visión ontológica del campo en África. 2 Elisabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, Barcelona, Argos Vergara (Colección Biblioteca personal), 1983. A lo largo de este trabajo, iremos presentando las referencias a este título en notas como: (Me llamo…, p.). Les pondremos también entre paréntesis al final de cada cita precedidas de la MLRM para indicar Me llamo Rigoberta Menchú…. 3 Clotilde-Chantal Kwevi-Kayissa, « Le Paratextuel et le socio-discursif. Vers une lecture sociocritique de Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia ».Tesis de Doctorado Inédita bajo la dirección de Edmond Cros, presentada y defendida en junio 1997, Universidad Paul Valéry, Montpellier. 1

tomar en cuenta los elementos que les acompañan: « le hors-texte » o « l’avant-texte », en otras palabras, « Le tour du texte 4» (Bernard Bérubé, André Gervais, 1988). Gérard Genette5 (1987), unos de los que dieron mayor importancia al estudio del paratexto aborda la cuestión en dos de sus libros de referencia, Palimpsestes y Seuils, y lo define como siendo el dispositivo semiótico constituido por todos los accesorios que acompañan la producción del texto. Entre estos elementos, la ilustración de la portada desempeña una funcionalidad específica: programadora de sentidos, ella prefigura también el texto que sigue. El mismo Genette, afirma : « … le texte proprement dit entretient avec ce que l’on ne peut guère nommer que son paratexte : titre, sous-titre, intertitres: préfaces, (…) épigraphes ; illustrations (…), et bien d’autres types de signaux accessoires, autographes ou allographes, qui procurent au texte un entourage (variable) et parfois un commentaire, officiel ou officieux, dont le lecteur le plus puriste et le moins porté à l’érudition externe ne peut pas toujours disposer aussi facilement qu’il voudrait et le prétend»6.

Por lo que se refiere a Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, notamos que la portada propone al lector una serie de elementos significativos. Entre éstos, la ilustración ofrece una representación casi integral del espacio rural, con la vegetación y las habitaciones rústicas. Dentro de este espacio, se vislumbra una escenificación o « mise en scène» de un sujeto con el retrato de una mujer, que más tarde se revelará ser la propia Rigoberta Menchú en la cuarta solapa7. La presencia o representación de Rigoberta Menchú dentro de este cuadro espacial tiene un valor simbólico. Rigoberta Menchú, aparece ahí como un sujeto natural de este espacio; o según lo afirma Edmond Cros: « … comme un je, qui apparaît de façon plus ou moins illusoire, comme responsable conscient de son dire ou de son acte, soit comme un moi soumis au regard ou subissant l’action 8».

Hay como una apropiación del espacio por la narradora que asume la responsabilidad de promover su universo. Es inútil recordar que analizamos de manera muy detallada todas las categorías paratextuales en nuestra tésis referenciada más arriba. Al interesarnos a la representación iconográfica, nos dimos cuenta de que podía existir una correlación entre este cuadro y el espacio narrativo en la obra. En Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, se entreven distintos espacios referenciales: el espacio urbano y el espacio rural. Una reflexión anterior sobre la problemática de la iniciación 9 fundada esencialmente en el epígrafe, «Cuando fui por primera vez a la ciudad la vi como un monstruo, como un otro diferente10 » nos permitió darnos cuenta del papel significativo del espacio urbano en el relato de Rigoberta Menchú. Si la cuidad, Guatemala City, aparece como un lugar hostil donde los blancos, los ladinos, los ricos, los finqueros, y la clase dominante ejercen su poder sobre los pobres, la misma ciudad viene a constituir un espacio iniciático caracterizado entonces por obstáculos que el indígena tiene que superar. Una lectura más pormenorizada del relato de Rigoberta Menchú nos parece interesante para recalcar la importancia del espacio rural. El espacio rural se define aquí, en oposición al espacio urbano (ciudad capital/espacio rural (campo). Cada uno de éstos, a saber el campo o la cuidad debe ser considerado como un espacio en el que ocurren determinados acontecimientos. El campo remite primero a la comunidad campesina indígena maya y a la familia Menchú, representativa (en principio) ella misma de la comunidad indígena. Es 4

Nos referimos aquí a André Gervais y Renald Bérubé, Le tour du texte, Núm 19, Ed. Urgences, Québec, 1988. Gérard Genette, Seuils, Collection Poétique, Ed. Gallimard, Paris, 1987. 6 Gérard Genette, Palimpsestes. La littérature au second degré. Coll. « Poétique », Paris, Seuils, 1982, p. 9. 7 En la solapa o quatrième de couverture, se encuentra una fotografía de Rigoberta Menchú con la etnóloga franco venezolana Elizabeth Burgos 8 Edmond Cros, Le sujet culturel. Sociocritique et psychanalyse, L’harmattan, Paris, 2005, p. 15. 9 Kwevi-Kayissa Clotilde- Chantal, “L’initiation, problématique majeure de Me llamo Rigoberta Menchu y así me nació la conciencia”, in Questionnement des formes. Questionnement des sens, (Hommage pour Edmond Cros), Tome 2, Editions du CERS, Université Paul Valéry, Montpellier, 1997, pp.317-325. 10 Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchu … p. 49. 5

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también el espacio vivencial donde los pobres/indígenas organizan su vida cotidiana frente a la hostilidad de los ladinos y los ricos, en otros términos a la clase dominante. En esta reflexión nos interesaremos a las diferentes categorías espaciales del mundo rural en tanto que son marcados por unos discursos sociales. La topografía de lo rural se distribuye, aunque interfiere, de diferentes maneras que sintetizamos como sigue para los motivos del análisis. I. La finca Tratando de la problemática de la tierra, Pierre Ricardo en su obra L’Amérique latine de 1945 à nos jours, subraya: “Les plus célèbres sont les fazendas de café de São Paulo au Brésil ou les fincas de café en Colombie, les estancias, ganaderias de l'Argentine ou de l'Uruguay, les plantaciones (…) et tous ces grands domaines qui sous des noms divers, haciendas, fundos, empresas agrícolas, se livrent aux monocultures d'exportation (cacao, coton, sisal, arachide, banane, palmier…»11.

Los diferentes aires geográficos de Guatemala, como lo afirma Rigoberta Menchú en su obra El Clamor de la tierra…12, se centran principalmente en "el altiplano central, la costa sur, boca costa,… las regiones selváticas al norte y las áridas al oriente13." En este país, las fincas ubicadas en la parte sur del país, a semejanza de las grandes propiedades en América Latina, son explotaciones agrícolas, donde se cultivan más que todo, el café, algodón, cardamomo o caña de azúcar. Hacia la mitad del siglo XIX, se introduce la cultura del café en Guatemala. Los terratenientes encuentran en éste una nueva riqueza. Sin embargo, el cultivo del café, requiere tierras cada vez más importantes y fértiles. De ahí, la incremento de la expropiación por la fuerza o mediante razones jurídicas equívocas de las tierras: las comunidades indígenas entonces establecidas en las tierras municipales de la "costa del sur", la región más fértil del país, son expulsadas de éstas en beneficio de los "finqueros". Los indígenas se ven pues obligados a instalarse en las regiones montañosas del altiplano como apuntan estas líneas: “(…) la codicia de los usurpadores barrió a nuestras tierras comunales y arrinconó a nuestras poblaciones en la región fría del altiplano. Este proceso concluyó a finales del siglo pasado. En el altiplano se concentran entonces nuestros pueblos y la gran mayoría de nuestra gente” 14.

La finca: espacio de vida y de trabajo. En Me llamo Rigoberta Menchú…, el papel que desempeña la finca parece muy diversificado como lo describen los capítulos IV, VI, VII y XIII. Rigoberta Menchú empieza por la descripción de su primer viaje a la finca insistiendo en los maltratos que sufren las familias durante el viaje. A éstas, se las amontonan con sus animales domésticos en un camión rumbo a la finca. Al indígena, se le considera casi como a un animal: “El camión es de cuadrilla para cuarenta personas. Y entre las cuarenta personas, van animales, perritos, gatos, pollitos…"15.

En el proceso del trabajo forzado, el viaje reviste un carácter particular; en efecto se aparenta a un destierro, ya que el traslado de los indígenas participa de su desprecio social como lo subrayan estas líneas: (…) convivíamos en una sola galera (…) es una casa, un ranchito donde meten a todos los trabajadores (…) sólo tiene techo y hojas de palma, hojas de plátano de la finca. Pero no tiene paredes sino es abierta. 11

Pierre Ricardo, L'Amérique Latine de 1945 à nos jours, Ed. Masson histoire, Paris, 1992, p. 56. Rigoberta Menchú y el Comité de Unidad Campesina, El clamor de la tierra. Luchas campesinas en la historia reciente de Guatemala, Hirugarren Prentsa, Gipuzkoa, 1999. 13 Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú …, "Las condiciones de vida en el altiplano y en las fincas", op., cit., p. 19. 12

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Rigoberta Menchu y el Comité de Unidad Campesina, El clamor de la tierra…op. cit., p. 42. 3

Allí viven los trabajadores junto con sus animalitos (…) nos meten en cualquier lugar y nos dormimos con cualquier gente (…). Es una sola casa que se supone para cuatrocientas, quinientas personas 16”.

En El clamor de la tierra…., Rigoberta Menchú repite el mismo discurso: “El sistema de enganche es el enlace que nos vincula con el terrateniente de la costa. En temporada de cosecha y de limpieza, es decir de agosto, septiembre y enero, el finquero necesita mano de obra eventual. Generalmente el contratista llega al pueblo del altiplano unos cuantos días antes de una fiesta importante (…). El día acordado viene un camión y recoge a los trabajadores que son "cuadrilleros". No hay escape posible (…) y todo el mundo sabe que no conviene romper la promesa 17”.

En esta lógica, la repartición del trabajo consiste en separar a grupos de indios constituidos en diferentes comunidades y que no hablan el mismo idioma, ya que “…en Guatemala existen veintidós etnias indígenas, y consideramos que una de las etnias son también los compañeros ladinos (MLRM p.22). Así es como resulta difícil para los indígenas comunicar entre ellos. Eso es lo que nos duele mucho, a los indígenas (…) en las fincas nos encontramos con indígenas (…) pero que son de otras etnias y hablan otras lenguas. Eso es muy difícil para nosotros porque las barreras idiomáticas no permiten el diálogo entre nosotros mismos, los indígenas. Sólo entendemos a la gente de nuestro grupo, pues no hablamos el castellano y tampoco hablamos otras lenguas (MLRM, p.61).

En la finca, las comunidades indígenas divididas por el obstáculo de la lengua, no logran comunicar entre ellos, es una maniobra que consiste en dividir para dominar lo mejor posible. “Todo ello hace pensar en la tragedia sufrida por los esclavizados negros africanos primero en los barcos negreros y luego en las plantaciones y minas esclavistas en el Caribe y en las Américas”18. Un ejemplo patético y llamativo que da cuenta del aislamiento de las comunidades aparece en las líneas siguientes: “Los vecinos de nuestra comunidad estábamos divididos (…) Y así fue cuando se necesitaba que se ayudara a mi madre para enterrar a mi hermanito y no podíamos hablarnos con toda la gente, no podía comunicarme y mi madre estaba muy destrozada de ver el cadáver de mi hermanito (…) la mayor parte de la gente vive esas mismas experiencias; se ven un día clavados en una situación de seas, en que nadie de fura les ayuda y que mutuamente nos debemos ayudar19”.

En definitiva, las malas condiciones de vida, la diversidad étnica y lingüística son factores que desestabilizan las estructuras sociales de los indígenas y favorecen la fragmentación comunitaria. En vez de ser un espacio de trabajo y de plenitud, la finca resulta ser un universo hostil que desprecia al individuo. La finca: espacio represivo y de explotación En la finca la estructuración social aparece de la siguiente forma: Jerarquización

Función

terrateniente/ finquero

Es el propietario de la finca

Contratista

Agente que se encarga de contratar al a los indios

Caporal

Cargado de la vigilancia de las tareas de los campesinos

Indígena

Campesino, mano de obra sujeto del terrateniente

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Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú …, p.60.” Rigoberta Menchú y el Comité de Unidad Campesina, El clapor de la tierra…op. cit., p. 21 18 Victorien Lavou, Marlène Marty (éds), Imaginaire racial et Projections identitaires, Presses Universitaires de Perpignan, Perpignan, 2009 ; sobre la gramática de la esclavización transatlántica remetimos también a los trabajos del Groupe de Recherche et d’Etudes sur les Noir-e-s d’Amérique Latine (GRENAL) liderado por el catedrático Victorien Lavou Zoungbo. 19 Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú …, p. 22. 17

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Rigoberta denuncia el poder de dominación en la finca, es un poder casi militar cuya única misión es de envilecer al campesino. “Los caporales vigilan (…) Están para mandar y corregir a la tropa (…) El caporal es el que manda, por ejemplo cuando uno se descansa un rato en el trabajo, el caporal inmediatamente llega a insultar: trabajen y que para eso se les paga. Castigan también si la gente no se apura.… Entonces, cuando se trabaja por días es cuando la persona sufre más los maltratos del caporal. Porque cada minuto, el caporal está para mandar (…) muchas veces trabajamos más cuando trabajamos por día porque el caporal está encima de nosotros sin descansar”20.

En el discurso de Rigoberta Menchú se nota una coexistencia entre poder/sumisión; así lo justifican estas ocurrencias: “caporales, “caporal (3 veces), vigilan, mandar (2 veces) manda, corregir, insultar, castigan maltratos”. La finca reviste también un carácter monstruoso. En efecto, los capítulos Muerte del Hermanito… (p. 59), Muerte de su amiga… (p. 113), relatan dos episodios oscuros en la finca: “Dos de mis hermanitos murieron en la finca. El primero se llamaba Felipe, yo nunca lo vi (…). Habían fumigado el café, con el avión como acostumbran hacerlo mientras nosotros trabajamos, entonces mi hermanito no aguantó el olor de la fumigación y se murió intoxicado. Del segundo yo sí vi la muerte. Se llamaba Nicolás (…). Tenía ya dos años (…)”21.

Se nota la crueldad irracional de los terratenientes y de los caporales incluso hacia los inocentes. Las principales víctimas son los niños que ni siquiera tienen conciencia del funcionamiento de la sociedad en la que viven. Los maltratos, las prácticas represivas y la marginalización definen la vida cotidiana del indígena. Dante Llano en sus Ensayos de Literatura Guatemalteca22 hace una lectura de la obra de Flavio Herrera El tigre (1932) que igualmente “describe con crudeza la situación del campesino: uno de los patrones, el joven Fernando, abusa de las jóvenes indias cuando quiere, sin que por esto nadie sienta la obligación de reprochárselo, un niño muere de desnutrición, entre los moscos; un baile de indios es una fiesta de tristeza. La descripción de la muerte del niño muestra cuánto el autor resentía estas realidades”. Volvió Adela a la finca con el crío moribundo regresaba del bajío. Allá donde enjambres de mosquitos hinchan el panal de la muerte en la boca misma de los pantanos. Luis vio finar al niño en un catre. El vientre, avejigado. El párpado sin gota de sangre. La pelleja lívida, acusando el esqueleto que asomaba en los dientes bajo el tirón de los labios. La cabeza desaforada sobre los brazuelos en X, repitiendo esa macabra etiqueta, tibias y calavera, con que se anuncian los venenos. Murió como mueren los niños en el Trópico: sin saber que han vivido"23.

La realidad sobre la finca en este pasaje, atestigua las preocupaciones de Rigoberta Menchú: las malas condiciones de vida, la malnutrición, y la mortalidad infantiles son cuantos factores que afectan la vida del indígena en este espacio. En su discurso, la narradora insiste en la desvalorización del indígena en la finca. Allí, el trabajo no es sinónimo de bienestar, de promoción social. Su valor es pervertido de tal modo que el indígena no sólo se limita a obedecer, cumplir las órdenes y sufrir los malos tratos, en una palabra sólo representa una fuerza de trabajo. Por definición, se puede hablar de deshumanización del trabajo, ya que somete al individuo a explotación, al envilecimiento. En definitiva, el texto plantea el problema entre poder/sumisión que se articula al interior de las estructuraciones siguientes: Exclusión/inclusión, Integración/marginalización, Rico/pobre, Realidad/irrealidad.

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Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú …, pp. 44-43. Elizabeth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú …, p…61. 22 Dante Llano, Ensayos de literatura Guatemalteca, Bulzoni editore, Roma, 1992. 23 Flavio Herrera, El Tigre, Guatemala, Ministerio de Educación, 1964, p.57, citado por Dante Llano, Ensayos de literatura Guatemalteca, óp. cit., p. 38.

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Esta serie de oposiciones, coincide con la visión de Rigoberta Menchú sobre la ciudad, cuando llega por primera vez a la capital. La ciudad aparece como un espacio repulsivo que rechaza al indígena, primero por su modernidad, segundo por su sistema, un sistema radicalmente opuesto a los valores ancestrales de los indígenas. Comprobamos que la experiencia del espacio ciudadano provoca un choque. “Cuando salimos de la finca (…) yo tenía miedo. Llegamos a la capital (…) me recuerdo que llevaba mi ropa bien viejita porque era trabajadora en la finca y llevaba mi corte bien sucio (…) no conocía ni cómo es probar un par de zapatos”24.

En realidad, Rigoberta Menchú, campesina e indígena vive dolorosamente su condición de relegación social duradera frente a la ostentación de la ciudad. Su recorrido describe así, a contrapelo, el cotidiano del indígena en su campo, pobre y marginado. Es pues una realidad en total contradicción con los valores de la capital que impone al indígena una transformación para integrarse en este espacio igual que ocurre en el siguiente fragmento: “Había otra sirvienta (…) La sirvienta era también indígena pero había cambiado su traje. Tenía ya ropa ladina y hablaba ya el castellano” (MLRM, p.117)

Deducimos que tanto la capital como la finca funcionan ante todo como instituciones. El texto pone de relieve el proceso electoral que se hace bajo el mando de los caporales, los indígenas ladinizados”25. Es durante estas elecciones que engañan a los indígenas ya que son analfabetos. Los abusos, las prácticas represivas descritas en el texto, la presencia de los dirigentes tanto en la ciudad como en el campo consisten en atrasar la integración del indígena. Se nota pues que la finca es una proyección de la ciudad, ya que el indígena vive los mismos problemas: represión, miseria, marginalización, pérdida de valores sociales, etc.; si la finca aparece como un espacio represivo, no deja de ser menos evidente que funciona también como un espacio de explotación. Veamos un poco en detalle las características vigentes de esta explotación. El texto denuncia la instauración de cantinas, en éstas, los trabajadores tienen que contratar deudas. Es una estrategia del terrateniente para recuperar el pago de los indios. "En la cantina que tiene el terrateniente allí, venden el alcohol, toda clase de guaro (…) tostaditos, dulces (…) refrescos (…). Entonces, después, cuando nos entregan el pago, nos dicen (…) os lo descuentan todo. De modo que tenemos que entregar el dinero (…) casi la mayor parte del sueldo se gasta 26"

Estas “cantinas” establecidas en las fincas remiten a las “tiendas de raya” cuyo funcionamiento malvado describen y denuncian, por ejemplo, las novelas indigenistas mexicanas27. Otra hostilidad en la finca, es la diversidad lingüística de los indos, a la cual se añade la dificultad del español que permite a los contratistas engañarles. "Los contratistas (…) hablan español (…) nosotros los indígenas no hablamos español, entonces muchas veces nos engañan en todo y como no hablamos español, no podemos quejarnos y tampoco no conocemos dónde viven ni dónde están" (MLRM, p.45).

Una vez más, se nota una confrontación discursiva que hace resaltar la estructuración poder/dependencia: ®Los contratistas (…) hablan español

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