EVOLUCION ESTILISTICA DE LA PROSA CATALANA MEDIEVAL

EVOLUCION ESTILISTICA DE LA PROSA CATALANA MEDIEVAL MARTÍN DE RIQUER Todavía no cuenta nuestra bibliografía con una historia ción no escasa, escribe

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LA POSICIÓN DEL PRONOMBRE ÁTONO EN LA PROSA HISPÁNICA MEDIEVAL
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Filología Española UNIVERSITE PARIS XIII U.F.R. des Lettres, des Scienc

Nacimiento de la prosa
Alfonso X El Sabio. Cuento y novela. Don Juan Manuel. Canciller de Ayala. Romancero

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EVOLUCION ESTILISTICA DE LA PROSA CATALANA MEDIEVAL MARTÍN DE RIQUER

Todavía no cuenta nuestra bibliografía con una historia

ción no escasa, escriben en provenzal trovadoresco, con

del catalán que exponga las etapas generales de la evolución de esta lengua, que presenta unas características muy sin­

soluciones fonéticas y rasgos morfológicos (conjugación, declinación, etc.) distintos de los de su lengua materna, y

gulares y distintas al decurso de las demás lenguas romá­ nicas, incluso las más vecinas. Y que aún no se haya lle­

para componer versos deben, ante todo, aprender la gramá­ tica de aquella lengua en la que se proponen escribir. El provenzal trovadoresco, si bien no es la lengua vernácula de

vado a término este necesario y urgente trabajo no supone en modo alguno carencia de documentos y de textos que

un primer análisis filológico y más concretamente estilísti­

los trovadores nacidos en Cataluña, no era para ellos lo que hoy llamaríamos una lengua extranjera, y en este aspecto cabe sospechar que la adopción de la lengua vecina para la creación literaria halló un fuerte soporte político. Cuando

co. En cambio, aunque no faltan, escasean las reproduccio­

en el año 1166 Alfonso, primero como conde de Barcelonay

nes serias de documentos escritos sin pretensión literaria

segundo como rey de Aragón, heredó el Marquesado de Provenza, se convirtió en señor de vasallos que hablaban en

inviten a indagar en m uy distintas épocas, pues de buena parte de estos últimos se dispone de ediciones que admiten

y sin cuidado, aquellos que permiten aproximarse a la len­ gua hablada en tiempos pasados. Sin duda lo que más llama la atención en la evolución del catalán literario es la tan diversa marcha del verso y la pro­

catalán, en aragonés y en provenzal, y su corte, dejando aparte el latín, vino a ser un centro conversacionalmente tri­

sa, la uniformidad de ésta en los escritos cultos de los siglos xiv y xv y su transcurrir humilde y recogido en los llama­

en Cataluña ni en Aragón, tuvo que defender su herencia de Provenza contra las ambiciones de los condes de Tolosa;

dos de Decadencia para resurgir, al amparo del Romanti­

y como era un político muy hábil atrajo a su corte a los me­

cismo, a mediados del xix y su entrada en el xx con capa­ cidad expresiva no tan sólo para lo literario sino también

jores trovadores provenzales de su tiempo, los colmó de gracias y de favores y convirtió a algunos de ellos en defen­

para lo técnico e instrum ental. El hecho de que en el cata­

sores de su política, pues no olvidemos que el sirventés

lán actual se pueda escribir sobre matemáticas, astronomía,

literario es un género muchas veces propagandístico y equivalente a la prensa de los tiempos modernos.

medicina, etc. y se puedan traducir los más sutiles autores

lingüe. Pero el rey Alfonso, cuya autoridad nadie discutía

griegos y latinos es un significativo fenómeno que difícil­

Para un señor que es conde de Barcelona y rey de Ara­

mente hubiera podido darse si en la Edad Media no hubie­

gón, si además es marqués de Provenza, escribir en proven­

sen existido textos técnicos científicos y jurídicos catalanes y una serie de traductores que, en el xiv y el xv, se impusie­

zal no es un rasgo de extranjerism o ni de debilidad ante una moda forastera. Alfonso II, al escribir poesías amorosas en

ron verter obras difíciles y de gran elevación intelectual.

provenzal y debatir en esta lengua con los trovadores más

Como es sabido, la poesía culta catalana avanzó por un lento camino muy diverso al de la prosa. Forzosamente

famosos de su época, como Giraut de Bornelh, lo hacía en

hemos de soslayar la poesía popular o tradicional, que no

m o modo que, un siglo más tarde, no podemos desligar el

conocemos y que indiscutiblemente debería divulgarse en la lengua hablada. Cuando un gramático y preceptista

hecho lingüístico de las Cantigas de Santa M aría del hecho político de que el rey Sabio fuera también rey de Galicia.

catalán de principios del siglo xm , Ramon Vidal de Besalú, afirma "n eis li pastor de la montagna lo major sollatz que

El ejemplo del rey Alfonso de Aragón, conde de Barcelona, indujo a los hombres de letras de su ambiente a escribir

ill aiant an de chantar" ("incluso el mayor solaz que tienen los pastores de la montaña está en can tar"), no cabe duda de que se refiere a pastores de sus montañas, los cuales no

versos en provenzal, en primer lugar a los pertenecientes

podían cantar de otro modo sino en genuino catalán. Lo importante es que este tan culto preceptista haya reparado

dades de incorporar establemente el marquesado de Pro­ venza y después del desastre de M uret, la tradición de

en el canto montañés para ponderar la universalidad de la

escribir en provenzal por parte de los poetas catalanes ya había quedado establecida, con el soporte del auge más

poesía y su ancho ámbito social. Pero Ramon Vidal de Besalú, el más antiguo filólogo ro­ mánico de la historia, compuso su tratado Rozos de trobar porque sus coterráneos cometían faltas de gramática cuan­ do versificaban, y sus coterráneos eran que escribían en una lengua que no era venzal trovadoresco. Del mismo modo pondrá, algo más tarde, otra gramática y

poetas catalanes la suya, el proUc Faídit com­ diccionario de la

runa para uso de italianos que versifican en la lengua de los trovadores. Los poetas cultos catalanes de los siglos xn y xm , de los que afortunadamente se conserva una produc­

una de las tres lenguas romances de sus dominios, del mis­

a la dase feudal, como Guillem de Berguedà, Huguet de Mataplana o Guillem de Cabestany. Perdidas las posibili­

glorioso de la lírica trovadoresca, la cual, atravesando otros límites lingüísticos, alcanzaba también las cortes de la Italia septentrional. En el reinado de Jaime el Conquistador, nieto de Alfonso, ya encontramos a un auténtico profe­ sional de la poesía, Cerverí de Girona, que mensualmente cobra un sueldo de la corte por ser poeta áulico (aunque los administrativos lo ofenden al registrarlo en sus libros de cuentas como "ju g la r"), el cual escribe en puro y correcto provenzal sus centenares de poesías, a veces retorcidas y alambicadas, a veces de tono popular.

Y esta tradición culta provenzalizante duró tres siglos.

turia, ésta ha conseguido la m ayor madurez estilística, no

En el xn y en el xm los poetas catalanes componen en co­ rrecto y genuino provenzal, aunque de vez en cuando, muy

superada en épocas posteriores, y ha fijado la caracteriza­ ción culta de la lengua. Clara muestra del sentido histórico

esporádicamente, se les escapa un catalanismo léxico y so­ bre todo de flexión y confunden la abertura o cerrazón de la e y la o tónicas. A los italianos que escriben en provenzal

de los catalanes, que luego se manifestará en las cuatro grandes crónicas, es que más o menos entre 1266 y 1268,

les ocurre lo m ismo. En el siglo xiv sigue dominando el provenzal en los poetas cultos catalanes, pero cada vez en sus versos advertimos más catalanismos y sobre todo curio­

un rosellonés, Pere Ribera de Perpinyà, traduce la Chronica rom anorum de Rodrigo Ximénez de Rada, y segura­ m ente él también el De rebus Hispaniae del propio tole­ dano, y se produce la primera redacción catalana de los

sos ultraprovenzalismos, síntoma evidente de inseguridad y de m anejo de una lengua aprendida. En el paso del siglo

G esta com itum Barcinonensium, en los que parece evi­

xiv al xv se opera un cambio en algunos autores, sin duda inconsciente, y así encontramos a líricos como Andreu

rosellonés traduce la Legenda aurea de Iacopo da Varazze.

dente el impulso real. Tal vez en aquella misma época otro

Febrer—el que traducirá la Com m edia en verso—que com­ ponen en una lengua que parece de base provenzal pero

Parece, pues, como si en la séptima década del siglo xm hubiera un despertar de la prosa catalana, que se hace apta para el relato y la narración de leyendas y de sucesos reales

con frecuentes soluciones catalanas, y otros como Jordi de

y maravillosos. El dialectalismo, sobre todo en las vidas

San t Jordi, que escribe sobre una base catalana con fre­ cuentes provenzalismos. En todo ello, que ha sido estu­

de santos de la Legenda aurea, es acusado porque estos cronistas y traductores todavía trabajan aisladamente y

diado parcialmente, siempre tropezamos con el escollo de

sin imaginar un canon lingüístico uniformador.

las costumbres de los copistas, pues unos son provenzalizantes (como el del cancionero Vega-Aguiló, de la Biblio­

Pero m ientras se van componiendo estas piezas- y sin duda otras muchas hoy perdidas, un alto personaje está

teca de Cataluña) y otros catalanizantes (como el del can­ cionero del Ateneo Barcelonés). Pero el hecho, en líneas

dando a la prosa catalana la confirmación de una categoría superior y lo que podríamos denominar un sello de oficia­

generales, parece adquirido: la lírica culta entra en el siglo xv catalanizándose y desprovenzalizándose. El gran Ausias

lidad. El rey Jaime I el Conquistador tiene la feliz idea de redactar en lengua vulgar su autobiografía o memorias de

M arch, "leixant a part l'estil dels trobadors," que empieza a escribir hacia 1425, redacta su ingente y profunda obra

bién fue historiador, pero lo fue del pasado y no osó escribir

en genuino y puro catalán, con algún leve rasgo que coin­ cide con fenómenos que han persistido en el reino de Va­

su reinado. Su yerno, Alfonso el Sabio de Castilla, tam­ lo ocurrido después de la m uerte de su padre San Fernando. Lo insólito del Libre deis feyts de Jaime I es su deliberado

lencia, y con escasísimo número de provenzalismos, equi­ parables en cantidad a los italianismos que podemos en­

carácter de narración de lo hecho por el propio escritor y

contrar en un lírico castellano del xvi ; y adviértase que la palabra am or, hasta entonces trovadorescamente feme­

U n libro así no puede ser, en principio ni frío ni objetivo,

nina, en el valenciano Ausias March ya es masculina. Se ha dado el paso definitivo, naturalmente gracias a un es­

lector, ante el cual ha de dejar una determinada imagen de

critor de genio, y desde Ausias M arch, que tanta influencia ejerció, los poetas catalanes cultos compondrán sus versos en puro catalán. A l siglo xn pertenecen, sin que sea posible precisar más, los primeros monumentos conservados de prosa catalana: un fragmento de una traducción del foru m iudicum y unas hom ilías dominicales localizadas en Organyà, en la diócesis de Urgel. Estas últim as, muestras primitivas de una prosa

su tono de confesión personal, con clara intención política. pues el narrador es parte interesada y no pierde de vista al su personalidad. De ahí la vivacidad, la intimidad, el rasgo personalism o y al parecer nimio e insignificante, o el em­ paque de la solemnidad o de los tratos diplomáticos, o la épica descripción de batallas y conquistas de reinos, para lo que pone a su servicio cantares épicos; y por otra parte m om entos en que se abrevian o condensan sucesos que no le interesa resaltar o, por el contrario, lentas descripciones a veces vivificadas por largos y cortados diálogos. La prosa

de ofrecer un acusado contraste con las estrofas de los pri­ m eros trovadores nacidos en Cataluña, escritas en un pro­

catalana, pues, en el Libre deis feyts de Jaime I se hace di­ versa y eficaz. Pero como el monarca no escribió mate­ rialm ente su libro, pues es inimaginable suponerlo pluma en mano y ante el papel, sentado en un pupitre, sino que,

con m om entos emotivos e incipiente elocución, no dejan

venzal lleno de artificios y de alta retórica. La primera mi­

como a veces hacen los políticos de hoy, dictó sus recuerdos

tad del siglo xm , tan brillante para la prosa francesa—Lan­

a sus secretarios, seguramente en dos momentos de su

celot, Tristan, e tc.—y en la que se inician las grandes pro­ ducciones de prosa castellana—Calila e Dimna, Sendebar—, no nos ofrece nada en lo que afecta a la catalana,

existencia—en 1244 y en 1264—, la prosa del rey Jaime es

aunque es evidente que este desierto es debido a pérdidas

algunos aragonesismos léxicos, que los copistas conser­ varon religiosamente, pues como es sabido el monarca residió desde los seis hasta los diecinueve años casi exclu­

de manuscritos, pues no deja de ser raro que en momentos en que hay excelentes poetas catalanes—aunque en pro­

una prosa esencialmente viva y conversacional, con ciertas dislocaciones sintácticas, como en la lengua hablada, y con

cultivadores. La segunda mitad del siglo xm , en cambio, es una época

sivamente en Aragón. Hay una zona de la literatura me­ dieval que sin duda merecería un profundo estudio estilís­ tico. M e refiero a la prosa no escrita materialmente sino

tan decisiva para la prosa catalana que, cuando acaba la cen­

dictada, fen óm en o m ucho m ás frecuente de lo que parece

venzal trovadoresco—la prosa se encontrara huérfana de

y que se da en varias ocasiones en literatura catalana, como

" c a " y " a s e ," pues lo que realmente vale es lo que llama

ya anotaré. Cuando muere jaim e el Conquistador, en 1276, un an­

la "voz significativa," ideas dispersas en varios libros de Llull, que sorprendentemente anuncian los modernos

tiguo cortesano suyo y nacido en uno de los reinos que

conceptos de "significante" y "significado." La prosa catalana, pues, en pluma de Ramon Llull, ad­

conquistó en su juventud está elevando la prosa catalana a la más insospechada y no previsible perfección. Hacia 1272

quiere unas posibilidades generales y universales que

se fechan los primeros libros de Ramon Llull, escritor tan singular que sus producciones primeras son tan perfectas estilísticamente como las de su madurez y vejeces. Ramon

quedarán como una ganancia, lograda exclusivamente por el genio de un solo hombre, que trabaja más o menos ais­

Llull, con sus 250 obras conservadas, es el creador de la prosa catalana culta. Dado el carácter enciclopédico de va­

cambio, Llull conscientemente no se desprende del provenzalismo en ciertas zonas del léxico, en la flexión y en aspectos de la declinación. Por una parte la tradición de los

rios de sus libros, las tendencias filosóficas, teológicas, místicas, científicas o meramente narrativas de otros, Llull se vio obligado a utilizar un léxico de extraordinaria ampli­ tud, que va desde el más abstracto de los conceptos a la más humilde y familiar de las cosas ; y en vista de ello, cuando no encontraba, a veces porque no existía, la palabra necesa­ ria ni en catalán ni en latín, la inventaba, con un claro sen­ tido de la composición y de la derivación. Admite en muy pequeña proporción los arabismos, a pesar de que conocía el árabe y escribía en esta lengua; y en su caudaloso léxico

lado y sin colaboradores. Cuando compone en verso, en

trovadores es muy fuerte ; pero hay que confesar que Llull tiene suficientes arrestos e inteligencia para romper tradi­ ciones cuando no le gustan. Lo que ocurre es que Ramon Llull era mallorquín, y el reino de Mallorca no sólo com­ prendía las islas Baleares y el Rosellón, zonas de pura len­ gua catalana, sino también el señorío de Montpeller, en el dominio lingüístico languedociano, y por lo tanto el provenzal trovadoresco era una de las lenguas de su tierra, y no olvidemos que en M ontpeller redactó muchos de sus libros.

catalán evita la terminología que podríamos denominar

Lo importante es destacar que, si bien en prosa escribe en

castiza y en la frase rehuye los popularismos y las frases hechas al propio tiempo que se sitúa en un elevado plano

un catalán genuino y sin rastro de provenzalismos, en verso lo hace en una lengua híbrida, en la que los proven­

supradialectal. Su sintaxis es impecable, sin desviaciones ni anacolutos, y es capaz de redactar períodos muy largos sin

zalismos son claros y su adaptación al catalán estropearía la rima y a veces el metro.

que el régimen quede maltrecho y con calculados incisos y ensanchamientos. Ello se debe, sin duda alguna, a que Llull

A lo largo del siglo xiv la prosa catalana sigue una normal evolución en diferentes direcciones. La historiografía cuen­

tenía una mente especialmente dotada para la lógica y una gran claridad de ideas. Es digno de notar qué hoy día, un ca­

ta con la emotiva y simpática crónica de Ramon Muntaner, de lenguaje m uy puro y muy rico, aunque con leves Tasgos

talán culto no especializado en filología, acostumbra a leer el Libre deis feyts de Jaime I acompañado de una versión al

propios del Ampurdán (como la negación con "p o c"), Este m ilitar y gran escritor, cuyas páginas siempre han sido leí­

catalán moderno; las obras de Llull, en cambio, las sigue perfectamente con una anotación a pie de página. La prosa

das con interés y con entusiasmo, en un momento determi­ nado del relato intercala una especie de sirventés, compues­

de Llull, intelectual y ajena al popularismo, no ha enveje­

to por él, titulado Serm ó, en cuyos versos advertimos

cido, pues se ha mantenido en una severa intemporalidad.

determinadas soluciones y formas provenzales de las que

Claro está que ello, en parte, también se podría explicar al revés: la prosa luliana, ya lo veremos, será el modelo del catalán posterior y esta ejemplaridad aún tiene vigencia

está exenta la prosa de la crónica. Vemos, pues, que la tra­ dición provenzalizante sigue con tal vigor que Ramon

en nuestros días. A Llull le preocupaba el lenguaje porque quería expre­

M untaner se ve obligado a escribir en una lengua híbrida y

sarse con el mayor rigor posible y muchas de las cosas que quería expresar eran tan abstractas y tan sutiles que no le

casi artificial cuando tiene que componer versos. En esta centuria se traducen extensas compilaciones históricas extranjeras y largos relatos de la Materia de Bretaña en prosa, como el Lancelot, la Queste del Graal y el Tristan, y

bastaban los medios normales de dicción directa. Partiendo de la afirmación de que la palabra es un medio imperfecto

se componen obras de carácter científico y médico, como los importantes tratados de Arnau de Vilanova, sin contar los

porque no puede "significar tanta verdad como el entendi­ miento puede entender" recurre a la "sem blanza" o a la metáfora y se refugia en la retórica, capaz de penetrar en el

códigos de tipo jurídico y de derecho marítimo. En las cor­ tes el catalán es una eficaz lengua parlamentaria y la admi­

hombre más profundamente que la lógica misma. La nece­ sidad del hermetismo, no como ornamento externo sino como modo eficaz de expresión, la formula más de una vez, y en ocasiones en lapidaria síntesis, como cuando pro­ clama: "P or Tetórica es movido el príncipe a la piedad, y por lógica a la ju sticia." La palabra, por otra parte, puede estar dotada de determinada belleza o de determinada feal­ dad, graduación que no depende de la sonoridad ni de va­ lores intrínsecos, sino de lo que significa: "esparver," "cavall" o "lle ó " son palabras más bellas que "v o lto r,"

nistración del país tiene en ella un vehículo imprescindible. Esto últim o nos lleva a fijar nuestra atención en el impor­ tante fenómeno de la influencia de la Cancillería en la pro­ sa catalana. Las numerosas obras de Ramon Llull fueron asiduamente copiadas en manuscritos y constituyeron un modelo de prosa cultivada y elegante y al mismo tiempo precisa y técnica, que contribuyó a evitar la plebeización y la fragmentación dialectal de la lengua. Harto sabido es que el dialectalismo es una característica muy acusada de las li­ teraturas medievales, y que poco le cuesta al filólogo, frente a un texto francés, decidir si es anglonormando,

picardo, borgoñón, francíano, etc., y frente a un texto cas­

de sus libros, en ios manuscritos, es regular en cuanto a la

tellano si fue redactado en Castilla, en León, en la Rioja o

grafía y no llama la atención por dialectalismos de ningún género. Pero conservamos algunas cartas autógrafas su­

si ofrece matices aragoneses o navarros. La uniformidad a favor de un dialecto suele ser una característica del Renaci­ m iento, hablando en términos m uy generales. Ahora bien, por lo que afecta a la prosa catalana la matizadón dialectal no es en modo alguno un hecho frecuente a partir del siglo xiv, y si no nos ayudamos de criterios extralingüísticos es difícil determinar si un texto fue escrito por un autor na­ cido en el Principado de Cataluña o por un mallorquín o por un valenciano o por un rosellonés, ya que por lo general todos escriben de un modo uniforme. Creo que, como he señalado, ello se debe en principio al influjo de la prosa luliana ; pero lo cierto es que, en el último cuarto del siglo xiv, esta unificación lingüística viene propugnada desde arriba y en cierto modo impuesta oficialmente, como si una aca­ demia regulara el uso del bien escribir. La Candllería real fue rígidamente estructurada y organizada por Pedro el

yas, y en ellas vemos, no sin estupor, que su grafía es inconsecuente y , sobre todo, que como buen gerundense, confunde las aes y las ees átonas, pues a pesar de haber vivido tantos años en Valencia, donde tal confusión no existe, no ha aprendido a escribir con corrección ortográ­ fica. Habría que estudiar la labor de los copistas de manus­ critos, que parecen a menudo hombres de buena forma­ ción gramatical y que en nuestro caso sin duda coadyuva­ ron a la uniformidad de los textos catalanes. El poeta Joan Berenguer de Masdovelles, del siglo xv, compiló gran parte de sus composiciones en un manuscrito autógrafo conser­ vado. El texto de algunas de estas composiciones ha sido transm itido, también, en cancioneros copiados por ama­ nuenses profesionales ; y ello nos hace ver cómo unos ver­ sos redactados por el autor con sorprendentes incongruen­

Ceremonioso, cuarto como rey de Aragón y tercero como

cias ortográficas se convierten en versos de total corrección

conde de Barcelona, quien llamó a un selecto grupo de

y de acuerdo con los usos normales de la Cancillería.

hombres de gran formación intelectual y los hizo funcio­ narios de aquel organismo (protonotarios, secretarios,

tas, y consta de algunos de ellos que, independientemente

escribanos), que tenían el cometido de llevar la correspon­ dencia de la casa real y del consejo, correspondencia que, siguiendo órdenes expresas del Rey, debía ser cuidadosa­ m ente copiada en pliegos que luego se iban encuadernando en registros, para que no se extraviaran. Estos registros, hoy custodiados en el Archivo de la Corona de Aragón de Barcelona, en los que se transcriben unos dos millones de cartas—m uy a menudo varias fechadas el mismo día—son una m ina y un tesoro para el filólogo, al que le es dable seguir, por lo menos durante dos siglos, la evolución del más insignificante fenómeno lingüístico. Los secretarios y escribanos que servían en la Cancillería y que ingresaban en ellas tras rigurosas pruebas, debían dominar tres lenguas, el latín, el catalán y el aragonés, pues en las tres tenían que redactar la correspondencia real (es notable, por ejemplo,

Los funcionarios de la Cancillería eran excelentes latinis­ de su trabajo profesional, se carteaban en elevado latín sobre asuntos morales y filosóficos. Vivamente interesados no tan sólo en la corrección sino también en la belleza de los documentos reales que redactaban, cuando lo hacían en catalán intentaban reproducir los artificios retóricos de que tan elegantemente se servían cuando escribían en la lengua clásica. Y no se olvide que algunos de estos funcionarios, como Jacme Conesa, son autores de excelentes traducciones de obras latinas al catalán. Hacia el año 1381—aunque pre­ cisar de esta suerte es evidentemente arriesgado—en los re­ gistros de la Cancillería se advierte un estilo nuevo. En las cartas catalanas se notan intencionadas transposiciones he­ chas con el propósito de dar cierta preponderancia al cursus planus, se procura que la cadencia abarque toda la frase sin lim itarse, como hasta entonces, a las cláusulas postreras,

la elegancia de la prosa aragonesa que escribe el barcelonés Bernat M etge, y secretarios aragoneses hay que redactan

los cultismos son admitidos en proporción mayor y hay una tendencia a las amplificaciones de la frase y al período largo.

en catalán con total perfección). Los documentos emanados de la Cancillería eran recibidos en todo el país, hasta en los

Es éste el estilo que predominará en las obras literarias de Bernat M etge, cuya producción está a punto de iniciarse.

rincones más alejados, y su carácter real, u oficial, les otor­

Observemos, pues, que si bien por una parte la Cancillería acoge a escritores ya experimentados, también se dará el caso, tal vez más frecuente, de funcionarios de la Cancille­

gaba una especial categoría que los convertía en imitables porque reflejaban el estilo de la corte. La Cancillería se es­ forzó en que la prosa tuviera una gran unidad, desde la gra­ fía hasta la cadencia, y esta unidad, de hecho supradialectal, parece que se fundamentó en la modalidad dialectal bar­

ría que en ella aprenderán a escribir con perfección y en su culto ambiente se familiarizarán con obras de Cicerón o del Petarca latino, leídas por los jóvenes escribanos y secre­

celonesa. Los escritores no vinculados directamente a la

tarios no tan sólo por su valor espiritual sino también como

corte aceptaron el estilo de la prosa cancilleresca y , lo que tal vez es aun más importante, los buenos copistas de ma­

modelos prácticos del ars dictandi. Aquella fecha de 1381, temerariamente precisa, en la que en la prosa de la Cancillería aparece un estilo que podríamos

nuscritos literarios amoldaron sus usos gráficos a los de los documentos reales, lo que supone una uniformidad exter­ na en cierto punto independiente del autor. Tenemos un curioso ejemplo de ello en el gran polígrafo fra Francesc Eixim enis. Este escritor, autor de muchas y extensas obras, había nacido en Gerona pero vivió gran parte de su vida en Valencia, y si no constara documentalmente su ciudad natal nadie pondría en duda que fuera valenciano. El texto

denominar humanístico, es también una fecha sintomática en el culto ambiente de la corte. El 20 de agosto de 138C Pedro el Ceremonioso firma un documento en virtud de’ cual cede su biblioteca histórica al monasterio de Poblet ; justifica esta donación en su interés en que aquellos que vi siten en aquel monasterio, el Escorial de Cataluña, las tum bas de los reyes antepasados suyos, conozcan también su:

gloriosos hechos, hazañas que si hubiesen sido celebradas por historiadores de sutil ingenio los haría los reyes más gloriosos del mundo, pues aunque las gestas de los atenien­ ses fueron grandes y magníficas, su fama es aun mayor porque dispusieron de escritores que las narraron con una elevación casi inverosímil. Esta idea está tomada del capí­ tulo octavo del De coníuratíone Catilinae de Salustio, callando la fuente. El secretario que redactó este documen­ to era el jurista Bernat Miquel. El mismo, al mes siguiente, el 11 de setiembre de 1380, redactó, por encargo del Rey, otra carta de suma importancia desde el punto de vista cultural, pues en ella se hace un cálido elogio de la Acrópo­ lis de Atenas, "la pus rica joya que al món sia, e tal que entre tots los reis de crestians envides lo porien fer sem­ blan t." No olvidemos que Pedro el Ceremonioso era duque de Atenas y que ordenó que se montara guardia en la Acró­ polis para que el gran monumento no siguiera arruinán­

dalidad de la lengua de la corte, en el que podríamos llamar el King's Catalan, Algunos casos, no obstante, revelan que existía una diferencia entre la lengua llamémosle oficial y la hablada en determinadas zonas, y en este aspecto los es­ critores del reino de Valencia darán muestras de curioso e interesante particularismo. Un valenciano culto, cuando escribe fiel a las normas generales, lo hace en una prosa que no se diferencia en nada de la propia de un catalán, un mallorquín o un rosellonés que redacte en la misma actitud. Los escritos de fra Antoni Canals podrían servir de ejemplo de ello, por mucho que este dominico haga una rara dis­

lleza de la Acrópolis de Atenas tenga unos firmes trazos hu­ manísticos. Criado y formado desde niño en la Cancillería,

tinción entre "lengua catalana" y "lengua valenciana," to­ talm ente imperceptible en sus obras. La gran figura de San Vicente Ferrer ofrece un caso de sumo interés en este as­ pecto. En sus escritos en lengua vulgar compuestos para ser leídos no advertimos nada distinto de la normal prosa de los escritores catalanes cultos de su tiempo. En cambio, sus numerosos sermones conservados, sobre todo los predi­ cados en 1416, ofrecen al filólogo un impresionante campo de estudio como documento incomparable de la lengua hablada popular. Su transmisión, por otra parte, consti­ tuye un fenómeno muy interesante y rarísimo en literatura

el barcelonés Bernat M etge, llevará, en el último tercio del

medieval. Está perfectamente documentado que el predica­

siglo xiv, la prosa catalana a su mayor elegancia y a una límpida perfección. Si recordamos que dos de sus obras en

dor, en sus viajes misionales, iba seguido de ciertos clérigos o juristas que, provistos de papel y pluma, lo escuchaban atentamente y transcribían sus palabras. Eran hombres

dose. Es lógico que la prosa de los hombres que saben citar con tanta oportunidad a Salustio y que se maravillan ante la be­

prosa se titulan Apologia y Lo som ni, que en ellas se deba­ ten problemas esenciales del hombre en forma de diálogo de tipo platónico-ciceroniano y que fue, ya desde 1387, un ferviente entusiasta de las obras latinas de Petrarca, adver­ tiremos que el humanismo es algo sustancial en él. Bernat Metge, que escribía a la perfección en latin y en aragonés, es indiscutiblemente el más elegante de los prosistas cata­ lanes. Tuvo la mesura y el buen sentido de saber hasta qué punto era posible trasladar a la lengua moderna la sintaxis y los recursos retóricos del latín humanístico de modo que la frase fuera amplia y armónica, bien sometida al cursus y clara y perfectamente enlazada en los incisos y ensan­ chamientos, todo ello fundamentado en un léxico sabia­ mente escogido y en el que los numerosos latinismos nunca suponen un calco elemental ni inciden en la pedan­ tería o en el engolamiento. A ello se debe la claridad de su inequívoca prosa, como también, sin duda alguna, al hecho de que era notario—profesión indispensable para entrar en la Cancillería—y estaba acostumbrado a redactar documen­ tos en los que toda posibilidad de equívoco debe ser cuida­ dosamente evitada. Pero este mismo Bernat Metge, que es­ cribe una prosa de una catalanidad químicamente pura y que había nacido y vivió siempre en el centro de Barcelona, a pocos pasos del palacio real, cuando compone obras en verso sigue fiel a la ya tan vieja tradición y utiliza solucio­ nes fonéticas y de conjugación y declinación propias del provenzal trovadoresco. A fines del siglo xiv la bifurcación entre lengua de la prosa y lengua del verso es todavía pa­ tente.

"proptam manum habentes ad scribendum" y que copia­ ban los sermones "d e verbo ad verbum " en unas primeras copias llamadas "reportationes," que después ponían en limpio, destinadas no tan sólo a conservar la doctrina y moralizaciones de fray Vicente sino también a propor­ cionar modelos a otros predicadores. Se sabe que eran bue­ nos estenógrafos y de su labor tenemos además un intere­ sante documento gráfico. En el museo de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y procedente del convento de Santo Domingo, se conserva una pintura de finales del xv en la que aparece San Vicente Ferrer predicando en un tem­ plo y ante una multitud de fieles de m uy diversa condición. A los pies del santo y sentados están dos hombres: el uno, mirando fijam ente el rostro del predicador, aguanta en sus rodillas una hoja de papel o pergamino sobre la que va es­ cribiendo lo que oye ; en frente está el otro, que reposa con la hoja ya escrita en sus rodillas. Es evidente que estos re­ portadores debían turnarse en su trabajo, que debían reali­ zar a gran velocidad, y que después, en un estudio, debían juntar las anotaciones tomadas por cada uno y ponerlas en limpio. Este proceder se transparenta perfectamente en los sermones conservados, donde a veces se advierten lagunas producidas por el cansancio del escribiente o la rapidez del orador o se inician las citas bíblicas con dos o tres palabras y el resto se suple con etcéteras, en espera de más tranquila ocasión para buscar el versículo aducido. Estamos, pues, en cierta manera, ante otro caso de literatura dictada, o por lo menos tomada de la voz del orador. Pero lo importante es

Los prosistas del xv, sobre todo los de la primera mitad, siguen fieles a la prosa uniforme que ha impuesto y sigue

que aquí sí que abundan las formas y soluciones lingüísti­ cas populares e incluso populacheras, ausentes en las pro­

imponiendo la Cancillería, y lo hacen no obligados a ello sino porque les parece lógico y natural redactar en la mo­

sas cultas, y aquí sí que aparecen dialectalismos, castizas y graciosas palabras con preciosos diminutivos que hoy aún

están vivos en el habla del reino de Valencia. Los sermones de San Vicente Ferrer abren una grieta en la losa uniforme de la prosa catalana de principios del xv y brindan al filó­ logo un amplio y atrayente campo de estudio. En 1461 se inicia la larga guerra civil catalana que enfren­ tó a la Generalidad con Juan II. Ello supuso, desde nuestro particular punto de estudio, el derrumbamiento de la in­ fluencia estilística de la Cancillería. Reducida la contienda al Principado de Cataluña los demás reinos que constituían la Corona siguen su vida en paz y se rigen gracias a sus au­ toridades locales. El reino de Valencia, principalmente, que vive entonces años de prosperidad y hasta de lujo, lleva una existencia literaria desligada de la corte real y con ello se fom enta su particularismo regnícola. Los escritores ya afirm an decididamente que escriben en valenciano y dejan entrar en su prosa típicos valencianismos, como se advierte en el magnífico Spill de Jacme Roig, en la vida de Cristo que compuso sor Isabel de Villena (hija de don Enrique de Vi-

páginas en las que aparece evidente que el autor, hombre pudiente y con servidores, las dictó a otra persona. Sim ultáneam ente en el reino de Valencia se cultiva una prosa retorcida, alambicada y extraordinariamente precio­ sista, similar a la castellana de Juan de Mena, cuyo más conspicuo representante es el elegantísimo Joan Roís de Corella, que murió en 1497. Este estilo alambicado y clasicizante, que para entendernos solemos llamar barroco o abarracado, tuvo gran boga en Valencia y allí halló múlti­ ples cultivadores, ninguno de la talla de Corella, y hásta se le dio un nom bre: se le llamó "estil de valenciana prosa." Con el siglo xvi, en el que se inicia la larga decadencia de la literatura catalana, acaba esta breve y elemental exposi­ ción, que resume cosas archisabidas y se aventura a veces por caminos todavía no hollados. La prosa catalana medie­ val alcanzó m uy pronto una gran madurez, una venturosa permeabilidad y salió vencedora de duras pruebas. Ramon Llull le dio elevada dignidad y universalidad y la Cancille­

llena) y en algunas páginas del Tirant lo Blanch. Y como

ría la sometió a una rígida y conveniente norma. Lo real­

sólo tratamos de la prosa no reparo en los poetas satíricos

m ente importante es que tanto aquel escritor, típicamente medieval, como aquel otro alto organismo, tan renacentista

valencianos de la segunda mitad del xv, tan cargados de dia­ lectalismos. Hay que confesar que este tinte no es tan acu­ sado en el Tirant lo Blanch, pues su autor principal, Joanot

desde el últim o cuarto del siglo xiv, coincidieron en dar a la lengua una benéfica uniformidad. Sin ello, al resurgir en

M artorell, escribe en la lengua culta normativa en otras de

tiempos modernos, el catalán no hubiera podido alcanzar la

sus obras y en las cartas de desafío que se cruzó con sus ene­ migos. El valencianismo del Tirant emerge esporádicamen­

dignidad de lengua apta y culta, eficaz y elegante, como se

te, al lado de cierta dislocación sintáctica y precisamente en

advierte—sólo citaré dos nombres—en la prosa de un Caries Riba o de un Salvador Espriu.

R eal A cadem ia Española Universidad de Barcelona

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