Excelentísimos e Ilustrísimos conciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria, Autoridades en general:

1 PIEDRA POMEZ: Antes que nada tenemos que decir que, aunque solemos hablar en público de vez en cuando, sin embargo, no somos tantos, perdón, quiero

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PIEDRA POMEZ: Antes que nada tenemos que decir que, aunque solemos hablar en público de vez en cuando, sin embargo, no somos tantos, perdón, quiero decir tontos, pero tampoco somos tantos ni tan tontos. Bueno, somos dos... queremos decir que, debido a nuestra inexperiencia en esto del protocolo, pues, no tenemos muy claro qué hay que decir, quién va primero y quién va después; si una autoridad va delante y otra detrás, o viceversa, o si la autoridad va detrás del público o el público detrás de la autoridad; por ahora la cosa parece tranquila. Por tanto, y para no cansarles antes de tiempo, porque esto no es un curso de pilates, empezamos: Excelentísimos e Ilustrísimos conciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria, Autoridades en general: Iba yo conduciendo, cuando el Sr. Cardona, alcalde en salazón, perdón, a la sazón, de esta ciudad, el munícipe por antonomasia, me llamó y a través del manos libres, al menos las mías, (aunque yo no pongo mis manos libres en el fuego por nadie) me manifestó su intención o temor de que fuéramos los pregoneros de las Fiestas Fundacionales de la ciudad, un estremecimiento me sacudió y un temblor se apoderó de mi. No comprendí lo que me había ocurrido hasta que comprobé que el coche se me había calado. Luego, cuando juntos, los dos, hablamos de la que se nos podía venir encima, nos dijimos el uno al otro, o viceversa: “¿pero después de la que estamos pasando y de las que nos están cayendo, nos va a importar la que se nos puede venir encima? ¿Es que vamos a notar algo?” Luego, cuando hablamos con la Sra. García Bolta, a la sazón también Concejala del ramo, no de flores y jardines, sino del ramo este de los festejos, pues les dijimos a todos: sí, Sra. Concejala, sí, Sr, Alcalde, sí, queridos conciudadanos, sí, sí y mil veces sí. Y he aquí que, de repente, sin ton ni son, ni más ni más, y sin comerlo ni beberlo –o viceversa–, que sería sin beberlo ni comerlo, sin más ni más, que da igual “vice que versa,” y sin son ni ton– nos vemos convertidos en pregoneros de las Fiestas Fundacionales de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad Real de Las Palmas, de la noche a la mañana aunque les prometemos que esto no durará tanto, salvo que la cosa se anime. Y por eso estamos hoy aquí y no mañana allí. Lo primero que hicimos fue ponernos a buscar como locos en Internet, en todopregones.com y en pregonypedia.com; pero nada; acudimos al Rincón del vago que tiene de todo, desde tesis doctorales hasta programas electorales para vagos, pero ni un pregón. Preguntamos en PSF, esto es Pregoneros Sin Fiestas, pero aún no existía. Entonces me dije: “no perdamos la calma que ya hemos perdido bastante en los últimos tiempos”, no hay más que mirar cualquier nómina. ¿Qué tenemos que hacer? Un pregón Pero ¿qué es un pregón? ¿de dónde viene la palabra pregón? Es latina, pero no latina de bañera ni latina como la vela, sino latina del latín. O sea, que viene del latín pero no sabemos adónde va. Significa “uno que hace anuncios públicos”, un anunciador, subastador, incluso. Bueno... eso es muy fácil de comprender. En nuestra ciudad siempre hemos tenidos pregoneros: el de la fruta, de sardinas o pescado fresco de barquillo... Cuando oíamos los gritos de alguien anunciando o vendiendo algo

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preguntábamos “¿qué pregona?”, pues, sardinas frescas, o compra de hierros metales y quemadores y botellas , o pollos y gallinas, gallinas y pollos. Claro que nosotros no íbamos a venir aquí a gritar: “¡Hay fiestas fundacionales fresquitas!”. Eso lo debió gritar el verdadero primer pregonero de la ciudad, nombrado por Don Pedro de Vera, un tal Juan Francés, que pesar de ser francés todos lo entendían. De nuevo la misma RAEL nos dice que un pregón es “un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le incita a participar en ella”. Esto ya es otra cosa. Pues, una vez que sabíamos lo que era un pregón y un pregonero seguimos preguntándonos porque a preguntones no nos gana nadie: “Pregoneros... ¿de qué? ¿Eh? Pues de las fiestas fundacionales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y aquí es donde llegamos al centro y meollo de la cuestión. Hay que saber qué es lo que se anuncia. Se anuncia la fiesta. ¿qué es una fiesta? pero no una fiesta en sí, que es una fiesta musical y duradera si es en sí sostenido, sino una fiesta cualquiera ¿qué es? De las definiciones recogidas en el diccionario de la RAEL hemos elegida las que nos parecen más adecuadas para la ocasión. Juzguen ustedes: 1. Regocijo dispuesto para que el pueblo se recree. 2. Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse. 3. Agasajo, caricia u obsequio que se hace para ganar la voluntad de alguien, o como expresión de cariño. Por tanto, ya sabemos que somos anunciadores de un suceso o acontecimiento feliz, de una fiesta. Pero falta todavía saber que es eso de “fundacionales”, “fiestas fundacionales”. Aquí la cosa se vuelve más seria porque “fundacional” es algo relacionado con la fundación, es decir, con el principio, el establecimiento, la erección o el origen de algo. Sabemos que este es un terreno resbaladizo porque con una sola vocal nos jugamos nuestro futuro, no nos podemos equivocar, fundar es una cosa y fundir es otra, ¿se dan cuenta? no se debe relacionar fundar con fundir, no confundir. Sabemos que unos fundan las ciudades y otros las pueden fundir: desde las bombillas hasta los plomos y demás cosas fusibles. Por lo tanto tenemos que pregonarles a todos ustedes, anunciarles, una fiesta, un acontecimiento feliz y gozoso como es la conmemoración de la fundación de la ciudad del Real de Las Palmas. Y tan real. En ella hemos nacido, crecido, estudiado, reproducido, trabajado pero, sobre todo, en Las Palmas de Gran Canaria hemos aprendido a reír, a desarrollar nuestro sentido del humor, y lo seguimos desarrollando cada vez más gracias a algunos políticos y autoridades que desde aquí o desde más allá, allende los mares nos hacen reír y reír cada vez más.... es un “ja sostenido”. Las Palmas de Gran Canaria, un nombre largo que podríamos abreviar llamándola la ciudad de LA.PA., sí, LAPA sin más, porque vive pegada, adherida, a nosotros sin podernos

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separar de ella, precisamente como una lapa, ese noble molusco, que nos ha alegrado tantas veces la mesa con su carne y también con su conchas univalvas, que algunos llaman “cáscaras” de lapas. En la Isleta y en Schamann, este y yo “despectivamente”, vimos la luz por vez primera , y nuestros ojos se abrieron a todas las realidades de la vida; nuestra infancia transcurrió entre las calles cercanas a casa donde se podía jugar a calambre o calimbre, a piola, al pelotazo, al fútbol, a la bandera o a montalauva, montaelgarbanzo... sin más interrupción que el grito de alguna madre llamando a la merienda o “¡pa’casa!”, o el paso de algún vehículo de tracción mecánica cada cuarto de hora aproximadamente o de tracción animal como el carro de la basura arrastrado por el burro de Pancho, el dueño del burro, claro.... Por las calles de nuestros barrios se veían circular, además de esos vehículos, escasos ellos y descalzos nosotros, rebaños de cabras de las ganaderías de Santiaguito, Juanito, Manolito y Periquito, todo un hito, en su diario reparto de leche fresca pero calentita, consumida, en la misma puerta de casa... En ocasiones alguna cabra se retrasaba contra su voluntad cuando la obligábamos a entrar en el zaguán de esta o aquella casa cuya puerta cerrábamos con cuidado. Un minuto tardaba el cabrero cabreado en echarla de menos y empezar a ofrecer nalgadas al responsable del secuestro. Nosotros, aún tiernos infantes, no de marina sino de tierra adentro, contemplábamos “a tonito”, perdón, atónitos aquellos nobles rumiantes, cabras, técnicamente hablando, mamíferos por “excedencia”, porque se excedían en sus atributos. Aquellos nobles rumiantes llenaban las calles de la urbe con sus ubres que dada nuestra escasa talla nos parecían más que ubres, “dobles ubres”. Luego, en las escuelas oficiales de nuestros barrios, casa Carmita en la Isleta o casa de Doña Lola en Schamann, se inició la primera fase de nuestro currículo académico que se completaría con el correr de los años, que no han parado de correr todavía, como corríamos nosotros cuando la maestra equipada con su artilugio didáctico de madera de última generación (no, la madera, sino el artilugio), nos requería para aplicarnos la adaptación curricular oportuna. Y le ofrecíamos las palmas de nuestras manos para que la palmeta, con nombre propio incluso, se estampara sonoramente sobre ellas y en milimétrica sincronía, diéramos un salto de casi medio metro sobre el nivel del mar mientras girábamos sobre nuestro propio eje unos noventa grados, noventa, casi hirviendo. Así aprendimos a multiplicar, a dividir y a saltar, los ríos de España, la diferencia entre un golfo y un cabo o un sargento. Gracias a los sacrificios de nuestra palmas y los palmetazos sobre ellas. Hoy, al mirar atrás con ternura y cierta tortícolis nos preguntamos con insistencia: “¿no se llamará la ciudad de Las Palmas, en recuerdos de las palmas de nuestras manos, mártires caídos en aras del estudio, la investigación y el progreso de nuestra ciudad?” Después de esta experiencia tan palmaria pasamos a los colegios de los reverendos padres salesianos y claretianos respectivamente. Hay que decir en esta nueva etapa se produjeron importantes cambios en la metodología pedagógica: los palmetazos desaparecieron de forma definitiva y, gracias a las nuevas tendencias educativas, fueron sustituidos por capones,

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pellizcones y cogotazos de ley. Era su ley y la teníamos que atacar, perdón, acatar. Nuestra adquisición de la competencia humorística, usando la nomenclatura didáctica actual, había comenzado. En nuestras casas nuestros respectivos progenitores, también conocidos como padres, mantenían un buen nivel de entretenimiento trabajando más de doce horas diarias, que al cambio actual y después de lo del euro que nos invade, viene a ser como treinta horas diarias incluyendo las horas de whatsapp y facebook. “Estudiar en Las Palmas”, que era como decíamos los chicos de los barrios periféricos, fue una experiencia capital. Claro, estábamos en la capital de la ciudad hemos de confesar y confesamos, que vivimos aventuras apasionantes recorriendo y explorando, en mi caso (Paco), la costa que se extendía en esa época desde el Club natación Metropol hasta la playa de Las Alcaravaneras: casas que daban al mar con sospechosos almacenes de tabaco con barca incluida, o auténticos chalets abandonadas por dueños desaprensivos en Ciudad Jardín. Nosotros nunca lo haríamos. Yo (Gregorio) tenía mi campo de operaciones en la zona costera que iba justo a continuación, desde el Metropol hasta San Telmo, y tierra adentro me deslizaba riscos abajo... lo que hoy se denominaría “alto risking”. Sin embargo en esa época no nos conocíamos todavía aunque vivíamos de forma apasionante la misma ciudad, pero ambos teníamos afición a la cosa exploradora y a la marinera, como las almejas. Años después descubrimos con estupor y con ayuda de nuestras madres que ellas, las muy madres nuestras, se conocían desde niñas y hasta habían compartido escuela de pintura en la Isleta. ¿Es o no es esto como la famosa película Dos hombres y un “vespino”, perdón, destino? Nuestras respectivas infancias transcurrieron entre las calles de nuestros barrios, los viajes diarios a los colegios en Las Palmas, nuestros veraneos en las zona de esparcimiento del Confital, playa de Las Canteras y alguna excursión que otra a las Coloradas o a las Rehoyas. Luego, en un abrir y cerrar de hormonas, nos vemos en plena pubertad, con pantalones de campana, botas de ante, es decir antiguas, haciendo por vez primera alarde de nuestro carácter hospitalario y cosmopolita ante los extranjeros en general y más concretamente ante los suecos, los turistas de nuestros recuerdos por antonomasia. Y es que en esa época, – años 60 y 70–, todos los turistas que venía eran para nosotros suecos, o al menos se lo hacían; pero siempre nos interesaron más las suecas y no sabemos por qué, pero nos lo imaginamos. Nuestra juventud en Las Palmas fue una continua práctica políglota: sueco, inglés, francés, alemán, algo de japonés, griego y coreano del sur, claro. Era una ciudad verdaderamente abierta al mar, de puertas abiertas, brazos abiertos, bares abiertos y corazones abiertos que invitaba a la sonrisa abierta. ¡Ah! Y todo esto ocurría sin móviles, ni ordenadores, ni videojuegos y casi sin televisores; quizá uno por manzana de casas, en maravilloso monocolor, que era todo gris, el modelo básico, el genérico y luego, verde o azul o rosa, gracias a la extraña y surrealista costumbre de colocar una pantalla de plástico delante de la tele “para volverla de color que fuera” según anunciaban en la época. Solo teníamos la lectura, la radio, el cine y las reuniones o bailes

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domésticos, no necesitábamos más. De inmediato descubriríamos que había algo más que el fútbol y, gracias a las oportunas prohibiciones políticas y religiosas, empezamos a descubrir las discotecas que salpicaban la ciudad: La Cacatúa, El Aloha, El Saxo, El Tagor, La Bella Época, La Alhambra y un largo etcétera que nos ayudó a saborear las mieles de la amistad y a descubrir que el amor existía más allá del alcance de nuestras manos, en la tranquilidad de zaguanes y parques..., bajo las tenues luces de los pocos bombillos que sobrevivían a nuestras pedradas por la oscuridad, hoy diríamos que era una forma como otra de ahorro y recortar gastos de consumo energético, al fin y al cabo era consumo y “con sumo gusto” lo hacíamos. Pero, ¿cómo empezó todo esto? Y lo que es todavía más importante ¿sabían lo que hacían los fundadores de la ciudad del Real de las Palmas? ¿Podemos imaginar cómo sucedieron los hechos? ¿Fueron hechos o desechos? Si tuviéramos una dichosa maquinita del tiempo, podríamos saber el tiempo que va a hacer? Pero el tiempo que fue, los acontecimientos pasados solamente pueden ser reconstruidos gracias a los datos de los cronistas y a los historiadores que los interpretan. Por eso, queremos que en este pregón colaboren dos personas como son Fefa y Siony, nacidas y creadas en Las Palmas pero jareadas en nuestras playas que dicen saber la verdad de los hechos fundacionales..... FEFA: .... la Historia de escribe de una manera pero la realidad es otra.... Las Palmas se fundó de casualidad... SIONY: Bueno, si lo sabrás tú, Fefa, porque lo de Juan Rejón no tiene nombre.... FEFA: ¿Y tu conoces a Juan Rejón? ¿De qué? SIONY: De siempre, Fefa, yo vivía por encima de Juan Rejón FEFA: Y mi madre en Juan de la Cosa... aunque todos tiene su cosa SIONY: Lo de Juan Rejón fue muy fuerte, supermega fuerte... Mira tú que vinieron a atracar en la Isleta porque no pudieron atracar en otro sitio... FEFA: ¡Qué poca visión de futuro y cuanta visión de pretérito indefinido! Llegan a venir hoy y ¡mira que hubieran encontrado sitios para atracar! Sobre todo bancos... y no de arena precisamente. SIONY: Ellos venían buscando Gando FEFA: No, Siony, ellos venían navegando e indagando SIONY: Fefa, iban a Gando y de la Isleta tiran para el sur por la costa y llegan al Guiniguada, allí un pescador aborigen les recomienda no seguir porque Gando está lejos y además por la costa no se podía seguir porque había muchos riscos, y aborígenes sueltos... FEFA: Claro el túnel de la Laja lo hicieron luego y lo quitaron después... claro, claro, y se quedan allí en el barranco y empiezan a cortar palmeras, dragos y laurisilvas y a construir.... sin permiso de nada... como siempre....

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SIONY: ... es que no había ni moratoria, Fefa.... FEFA: ... ni “moratorias en la costa” ni nada de nada. O sea, que Don Juan Rejón, se funde todas las palmeras que puede y funda el Real de Las Palmas... SIONY: El picudo rojo al lado de Juan Rejón es un abono para las palmeras. Claro, Fefa, algunos creen que Las Palmas fue el primer solar creado por asolamiento... pero Juan Rejón no solo cortó palmeras y dragos sino también algunas cabezas... FEFA: La cosa empieza porque tuvo sus más y sus menos con el deán, vamos, el párroco Bermúdez, que decía a la gente que fuera buena con los aborígenes, mientras él, Juan Rejón, los animaba a pelear y conquistar.... para mayor gloria del Rey y la Reina... SIONY: El rey y la reina... ¿y la sota y el caballo? mira, Fefa, bonito era el Juan Rejón, menudo rejo. Lo cierto es que a Juan Rejón lo detienen y lo mandan a la Corte.... allí lo juzgan pero mientras, mandan aquí a un tal Pedro de Algaba, de Gobernador, que se viene con sus cuñados, y amigos..... FEFA: ...lo de siempre...¿o no? luego vuelve Juan Rejón, libre de culpas, con unos poderes de los Reyes y unos nervios que se lo comían, y lo primero que hace es mandar al deán Bermudez a descansar a Lanzarote y a Pedro de Algava a descansar para siempre... SIONY: ... y pensando yo, Fefa, estaba este Pedro de Algaba, luego vendría Pedro de Vera y había un tal Pedro Hernández Cabrón.... tanto Pedro, tanto Pedro... a ver si va a venir de ahí la raza del “pedro de presa canario” se ve que ya desde la fundación la ciudad estaba muy animada y de marcha todo el día... recién fundada y ya estaba casi fundida.... FEFA: ... recién fundada y ya estaba casi fundida....

PIEDRA POMEZ: Como siempre, la Historia se puede contar de muchas maneras, pero lo cierto es que la fundación de esta ciudad fue una concatenación de casualidades, circunstancias y personajes que hicieron que hoy estemos aquí celebrando esto y no en Gando que es donde se tenía que haber fundado. Tenemos otra colaboración que se ha sumado espontáneamente a este pregón con una breve intervención, cosa que agradecemos cardíacamente, es decir de corazón. Se trata del testimonio de un servidor de la ciudad que nos asesora y orienta cuando nos perdemos, indicándonos el camino a casa. A lo largo de nuestra vida hemos visto como ha evolucionado su atuendo y su nombre. De pequeño los veíamos a lo lejos destacando su figura blanca sobre el negro asfalto, con su gorro, casi un cosaco, digo, casco, quiero decir casi un casco. Sin duda quien le puso el sobrenombre tenía sensibilidad, era una metáfora, chorro leche.... era casi poesía, claro, era la “poesía municipal”. Se trata de “un-a-gente” especial, de “un-a-gente al servicio de la ciudad, que la recorre sin descanso, salvo para echarse un “cafelito”. No importa como se llame: municipal, POLAPA

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(Policía de Las Palmas), o POLOCA (Policía Local Canaria). Lo que importa es que también son unas buenas piezas... en la construcción de nuestra ciudad. POLY URBANO: Los fundadores eran unos señores que vinieron en barcos desde la Península Ibérica (como el jamón) no pudieron venir en avión porque todavía no se habían inventado o a lo mejor es que no encontraron billete, o era muy caro, porque como aún no se había fundado la ciudad no había Ayuntamiento para sacar el certificado de residente. Ni siquiera había residentes. ¡Qué bonita aventura fue fundar la ciudad! Pero, para poder llevar el timón de esta especie de nave que flota sin cesar en la mar océana, frente a un banco pesquero donde ya casi no podemos pescar nosotros, otros sí. Para eso, insistimos, está el Sr. Alcalde y sus ediles. El Alcalde es como un padre en una casa, solo que la casa es la ciudad y los hijos, los ciudadanos, tenemos la ventaja de que poder cambiar de padre cada cuatro años. Pues, el Sr. Alcalde con sus concejales y concejalas llevan la nave de la ciudad por donde les parece.... correcto, claro. Para ayudarles en esta ardua labor está la Policía Municipal que es la encargada de vigilar por el orden vial y la convivencia. La Policía Municipal de Las Palmas es tu amiga y si, a veces, se ve en la desagradable y no deseada tarea de multar a un ciudadano/a, o viceversa, ciudadana/o con una ejemplar sanción de 300 , por ejemplo, no debemos enfadarnos sino colaborar de buena gana y sonreír, ya que lo hacen por nuestro bien. Además debemos tener la certeza de que con ese dinero se “cometerán” obras de bien común. Debemos ayudar y proteger la figura del Policía urbano. ¡Qué bonita aventura es ser policía urbano, concejal o alcalde! PIEDRA POMEZ: Cómo han podido comprobar o, mejor, imaginar, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ha tenido una ajetreada vida social, política y económica desde su fundación aquella mañana del 24 de junio de 1478 hasta la actualidad, 535 años después, casualmente lunes ambos días. Pero no se hagan muchas ilusiones, una ciudad, así, sin más, no existe por sí sola en ninguna parte del mundo. Lo que los griegos llamaban polis no era a los edificios, instalaciones o monumentos sino al grupo de personas que la habitaban y la vivían en el sentido más literal de la palabra. Las ciudades son sus habitantes. Hombres y mujeres, o viceversa, pues tanto montan, montan tanto, que así la han ido poblando. Cada grupo humano de cada época sucesiva ha sido dueño de esta ciudad. En los primeros años ellos y hoy nosotros. Y esto nos lleva todavía más lejos: la ciudades inteligentes y vivas, no se pueden considerar fundadas nunca. Nosotros y nueve de cada diez alcaldes, creemos que no es recomendable. Vivimos una ciudad que es inseparable del mar, la mar, con playas excepcionales que nos hacen saborear el sol y la sal casi de forma congénita. Es nuestra ciudad, es nuestra vida, la de todos y cada uno de los que vivimos, amamos, trabajamos, sufrimos, reímos y reímos y reímos aquí... y algún día aquí moriremos... ¡de risa!

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Lo mejor que les podemos decir para animarles a participar y a vivir estas fiestas es que son nuestras, porque nosotros todos somos los verdaderos fundadores de la Real Ciudad de Las Palmas, no de la virtual. No es verdad que esta ciudad fuera fundada en 1478, esa fue otra ciudad que ya desde el mismo momento de su fundación comenzó a cambiar y ser otra, porque otros eran sus habitantes que la iban renovando y redundando cada día desde entonces. Hoy esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria de 2013 está siendo fundada de nuevo cada vez que participamos, que la transformamos, que nos transformamos y mejoramos y prosperamos o nos arruinamos en ella. Las ciudades vivas nunca acaban de fundarse y nunca debemos renunciar a ser pioneros fundadores continuos de nuestra ciudad. Las Palmas de Gran Canaria ha sido para nosotros el vivero, el criadero, las bodegas donde hemos cultivado, ensolerado y evidentemente envejecido el sentido del humor hasta límites insospechados; algún día la psiquiatría tendrá que tomar cartas en este asunto y, si no tomar cartas, al menos tomar unas copas a nuestra salud. Por eso, como pregoneros y fundadores que somos de esta ciudad en la que hemos ejercido la docencia con ilusión, tesón y una nómina menguante, pero de “menguante blanco” les proponemos reír, no parar de reír y fundar una nueva ciudad, la Muy Risueña Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que sea conocida en todo el mundo como Humorópolis, la ciudad del humor, el mismo buen humor y socarronería que sin duda debió tener su verdadero fundador, anónimo y con razón, que no fue otro que el pescador aborigen al que interrogaron los recién llegados. Nos imaginamos un hombre de piel morena, cara curtida como su piel, respondiendo a la pregunta de Juan Rejón acerca de como podían llegar a Gando para fundar su ciudad ... “¿A Gando? A fundar una ciudad, Juanito, mi niño? ¿Con el agua que hay aquí y el futuro que tiene esto? La ciudad está mejor aquí, cristiano. ¿Gando? ¿usted sabe, Juanito, para lo que está bien Gando? ¡para fundar un aeropuerto!” Conciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria, amigos todos, ¡qué ustedes la funden bien! FELICES FIESTAS FUNDACIONALES 2013

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