EXCERPTA No.4, junio 1996 Diagnóstico Antropológico de las Barras Bravas y de la Violencia Ligada al Fútbol

1 EXCERPTA No.4, junio 1996 Diagnóstico Antropológico de las Barras Bravas y de la Violencia Ligada al Fútbol Andrés Recasens Salvo I. ANTECEDENTES

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EXCERPTA No.4, junio 1996

Diagnóstico Antropológico de las Barras Bravas y de la Violencia Ligada al Fútbol Andrés Recasens Salvo

I. ANTECEDENTES El presente trabajo corresponde a una investigación realizada para detectar algunos factores incidentes en la violencia generada antes, en y después de los partidos del fútbol profesional. El estudio se ocupó principalmente de dos barras señaladas por los medios de comunicación como «bravas»: la de "Los de Abajo" del club Universidad de Chile, y la de "La Garra Blanca" del club Colo-Colo. Cabe señalar la existencia de un desequilibrio en la información obtenida, ya que el hecho de haberse iniciado el estudio antropológico en el período en que la barra de "La Garra Blanca" había sido expulsada de su club, hizo que fuese más dificultoso obtener información sobre ésta que sobre la del club Universidad de Chile. Para llevar a cabo el estudio arriba señalado, se utilizaron métodos y técnicas cualitativas propios de la antropología. Desde esta perspectiva, se buscó la información de primera mano, de una parte, dentro del contexto mismo de los eventos -estadios en donde se jugaban los partidos de fútbol-, mediante el uso de una observación participante, con observadores naturales (estudiantes de antropología que, además, eran hinchas o barristas de uno de los dos clubes indicados) y observadores artificiales (yo y algunos ayudantes que no eran ni hinchas ni barristas); y, de otra parte, a través de una serie de entrevistas en profundidad a miembros de las barras de ambos clubes. Agregado a lo anterior, se recurrió a historias de vida de barristas, las que contemplaban el lapso comprendido entre su primera asistencia al estadio, su incorporación a una barra determinada y la fecha de la entrevista. De tal modo que el fenómeno de la violencia ligada al fútbol fue observado también «desde dentro», pues la información se obtuvo de parte de los miembros de las barras bravas, quienes entregaron sus propias vivencias y su forma de percibir el fenómeno que estudiábamos. El presente documento lo he dividido en dos partes: -la primera parte, corresponde a un proceso de sistematización, ordenamiento, análisis e interpretación de la información obtenida mediante los métodos y técnicas anteriormente señalados; la segunda parte es un relato etnográfico, correspondiente a una observación directa realizada por mí sobre la barra de "Los de Abajo", durante un partido de fútbol jugado por la Universidad de Chile. En este relato dejo ver que en la experiencia de mi observación debí asumir el fenómeno tal como lo "sentía", dejándome envolver en un «campo intersubjetivo» de insospechada fuerza y emotividad.

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Aprovecho esta oportunidad, para agradecer a mis ayudantes y alumnos de la carrera de Antropología, su importante colaboración en la obtención de la información utilizada en este estudio. Por orden alfabético: Luis Campos, Gabriel Cantarutti, Gastón Carreño, Lino Contreras, Eugenio Devoto, Andrés Gomez, Nicolás Gissi, Walter Imilán, Marcelo Matthey, Felipe Maturana, Luis Perillán, José L. Piña y Rodrigo Valenzuela. Agradezco a mi Ayudante Andrés Gómez Seguel. Lic. en Antropología Social, su dedicación y tiempo en darle forma al borrador hecho en mi viejo programa computacional, traspasándolo a los modernos programas que mucho me cuestan dominar. Diagnóstico Antropológico de las Barras Bravas y de la Violencia Ligada al Fútbol I. ANTECEDENTES El presente trabajo corresponde a una investigación realizada para detectar algunos factores incidentes en la violencia generada antes, en y después de los partidos del fútbol profesional. El estudio se ocupó principalmente de dos barras señaladas por los medios de comunicación como «bravas»: la de "Los de Abajo" del club Universidad de Chile, y la de "La Garra Blanca" del club Colo-Colo. Cabe señalar la existencia de un desequilibrio en la información obtenida, ya que el hecho de haberse iniciado el estudio antropológico en el per íodo en que la barra de "La Garra Blanca" había sido expulsada de su club, hizo que fuese más dificultoso obtener información sobre ésta que sobre la del club Universidad de Chile. Para llevar a cabo el estudio arriba señalado, se utilizaron métodos y técnicas cualitativas propios de la antropología. Desde esta perspectiva, se buscó la información de primera mano, de una parte, dentro del contexto mismo de los eventos -estadios en donde se jugaban los partidos de fútbol-, mediante el uso de una observación participante, con observadores naturales (estudiantes de antropología que, además, eran hinchas o barristas de uno de los dos clubes indicados) y observadores artificiales (yo y algunos ayudantes que no eran ni hinchas ni barristas); y, de otra parte, a través de una serie de entrevistas en profundidad a miembros de las barras de ambos clubes. Agregado a lo anterior, se recurrió a historias de vida de barristas, las que contemplaban el lapso comprendido entre su primera asistencia al estadio, su incorporación a una barra determinada y la fecha de la entrevista. De tal modo que el fenómeno de la violencia ligada al fútbol fue observado también «desde dentro», pues la información se obtuvo de parte de los miembros de las barras bravas, quienes entregaron sus propias vivencias y su forma de percibir el fenómeno que estudiábamos.

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El presente documento lo he dividido en dos partes: -la primera parte, corresponde a un proceso de sistematización, ordenamiento, análisis e interpretación de la información obtenida mediante los métodos y técnicas anteriormente señalados; la segunda parte es un relato etnográfico, correspondiente a una observación directa realizada por mí sobre la barra de "Los de Abajo", durante un partido de fútbol jugado por la Universidad de Chile. En este relato dejo ver que en la experiencia de mi observación debí asumir el fenómeno tal como lo "sentía", dejándome envolver en un «campo intersubjetivo» de insospechada fuerza y emotividad. Aprovecho esta oportunidad, para agradecer a mis ayudantes y alumnos de la carrera de Antropología, su importante colaboración en la obtención de la información utilizada en este estudio. Por orden alfabético: Luis Campos, Gabriel Cantarutti, Gastón Carreño, Lino Contreras, Eugenio Devoto, Andrés Gomez, Nicolás Gissi, Walter Imilán, Marcelo Matthey, Felipe Maturana, Luis Perillán, José L. Piña y Rodrigo Valenzuela. Agradezco a mi Ayudante Andrés Gómez Seguel. Lic. en Antropología Social, su dedicación y tiempo en darle forma al borrador hecho en mi viejo programa computacional, traspasándolo a los modernos programas que mucho me cuestan dominar. II. ESPECTADORES, HINCHAS Y BARRISTAS

La distinción que establece el título, se hace cargo de las diferencias entre las tres categor?as de grupos asistentes a los partidos de f?tbol, las que se identifican de maneras diferentes, a trav?s de su comportamiento y su ?raz?n de estar? en los estadios. Como asimismo, en su participaci?n activa, pasiva o no participaci?n, en hechos de violencia ligados al f?tbol. Los espectadores van a los estadios a disfrutar un partido que, de antemano, promete ser un buen espect?culo deportido por los antecedentes de los equipos contendores. Ellos no son necesariamente neutros frente a los equipos, pero no se involucran con los gritos, saltos, sufrimientos o alegr?as que el desarrollo del partido produce en las otras dos categor?as. Los hinchas, son aquellos que se declaran partidarios de un equipo. Estos pueden ser, aunque no necesariamente, socios del club. Entre ellos encontramos distintos grados de compromiso con el equipo, desde una ?tibia? adhesi?n hasta aquellos que se muestran fuertemente involucrados en lo que acontece en la cancha. Son aquellos que saltan gritando: "-?gooooool!" a todo pulm?n. Como tambi?n, cuando se produce una jugada del equipo contrario que pone en peligro al suyo, van siguiendo la jugada con el alma en un hilo y, al producirse el gol, se sienten amargados y desilusionados de su club.

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Los hinchas de la U. de Chile est?n constituidos por gente de todos los estratos socioecon?micos. Pero los integrantes de su barra, "Los de Abajo", pertenecen mayoritariamente a los estratos medio bajo y bajo. Similar situaci?n acontece con los hinchas y barristas del club Colo-Colo. El barrista presenta particularismos culturales que lo hacen distinto a las otras dos categor?as, pudiendo constituir una subcultura aparte o, por lo menos, un grupo cultural claramente identificable. Esta diferenciaci?n se ir? viendo a lo largo de este documento. En general, la edad de los barristas de los clubes oscila entre los ni?os de 14 a?os a los j?venes de 25 a?os, aproximadamente. Es el propio barrista el que hace notar su diferencia con respecto al hincha. Por ejemplo, un miembro de "La Garra Blanca", cuando comentaba el piedrazo que hab?a recibido el jugador del Colo-Colo, Rub?n Mart?nez, y que deriv? en la expulsi?n de la barra por parte de la instituci?n, aclaraba "-Pero el de la piedra no fue de la barra. Pudo ser un hincha." Y, con respecto a la expulsi?n misma, declaraba con ?nfasis su rebeld?a a ser separado de su equipo: "-Igual todos vamos a llegar al estadio. Nunca van a impedir que entremos al estadio. Aunque seamos 20 o 30, vamos a alentar al equipo igual." Esto lo confirm? en los hechos en un partido en el estadio Monumental y que relato m?s adelante. III. LAS ¿BARRAS BRAVAS? 1.- "Los de Abajo" Lo especial que tiene la barra de "Los de Abajo" es su forma de alentar al equipo y la manera en que expresa un fervor casi religioso por ?l. Nunca se hab?a vista nada igual en las barras chilenas, hasta que ellos aparecieron. Su c?digo de honor es simple: "- Uno se hace barrista alentando al equipo en las buenas y en las malas. Eso es lo esencial. Todos somos uno, todos somos iguales. En la barra, el rico y el pobre son iguales." En esta barra sus miembros atestiguan una f?rrea uni?n entre ellos. Hablan del ?lazo azul? que ata a la ?familia azul? [color que distingue al club de la Universidad de Chile del resto y que usa en sus camisetas, banderas y otros s?mbolos]. Dicen sentir a la barra de la ?U? como una familia, lo que lleva a que tengan entre ellos una relaci?n de hermanos. Uno de ellos aclara el concepto de hermandad: "-No se trata de esa hermandad superficial, falsa, que se declara ante cualquiera con un ?copete? [bebida alcoh?lica] en la mano, con eso del `compadre'. Esta se siente leg?tima. Uno se aprende los cantos, los gritos, aprende a saltar seg?n el ritmo del bombo, a golpear las manos." La opini?n de otro barrista reafirma lo anterior: "-En la barra de "Los de Abajo" se cumple un deseo de Hermandad; se salta, se canta y se abraza uno con quien no conoce y se comparte una alegr?a, un sentimiento, una entrega. Estoy aqu?, me reconocen y yo los reconozco, me siento seguro entre ellos, puedo expresar mis emociones, no hay verg?enza ni tampoco represi?n." Quiz?s, lo que mejor expresa este fervor del barrista hacia su barra y a su equipo es el siguiente testimonio: "-...yo ya era ?azul? de coraz?n. Desde ese momento

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comenz? un camino al lado de la ?U? que solo terminar? Con la muerte...pero no era solo la barra lo que me un?a al resto, era el equipo, nuestros ?dolos eran los jugadores. Despu?s vino la derrota con Cobresal, y el descenso a segunda divisi?n. Llor? como ni?o, pero junto a otros amigos juramos seguir siendo ?azules? para siempre." En estas declaraciones estar?a explicitado el fen?meno que ata emocionalmente al barrista con su barra, primeramente, luego con su equipo y, en un tercer lugar, con la instituci?n a la que ?ste pertenece. Aqu? caben algunas consideraciones: para que la barra pueda afirmar su diferencia, es necesario que sea indivisa, que su voluntad de ser una totalidad exclusiva de todas las otras barras se apoye en el rechazo de la divisi?n social a su interior. Para pensarse como un Nosotros exclusivo de los Otros, es preciso que ese Nosotros se sienta como un cuerpo social homog?neo, tal como lo demuestran sus declaraciones: "-Todos somos uno, todos somos iguales"; o "-El ?lazo azul? ata a la ?familia azul?; o tambi?n "-Aqu? me reconocen y yo los reconozco...Me siento seguro entre ellos". Igualmente, para que los miembros de la barra puedan enfrentar eficazmente el mundo de los ?enemigos? necesitan que ?sta sea y la sientan homog?nea, que est? unida, que no presente divisiones. Rec?procamente, para existir en la indivisi?n se tiene la necesidad de la figura del Enemigo, en quien poder leer la imagen unitaria de su ser social. Esto est? muy n?tido en declaraciones de miembros de la barra de "Los de Abajo": "-...voy y le pego porque es ?indio? [hincha o barrista del Colo-Colo]; o "-Les pegamos a los ?indios? para que sepan cu?l es el equipo local en el nacional [el club de la Universidad de Chile juega de local en el Estadio Nacional](1). Entonces, la xenofobia se instala c?modamente, cada vez que las presiones internas -gatilladas a veces por presiones externas-, se?alan con el dedo al ?Enemigo?. Y este variar? ante cada partido y seg?n el peligro que entra?e para el prop?sito del grupo, ya se trate de la barra, del equipo, de los dirigentes o del club. Esto es un caldo de cultivo para el montaje de un acontecimiento mediante s?mbolos que orientan hacia la agresividad, que preparan a los actores (en este caso hinchas y barristas) para hechos de violencia. 2.- ?La Garra Blanca? Seg?n lo dicho por un miembro de la barra del Colo-Colo, ya en los a?os '87-88 la barra ten?a m?s de 300 integrantes b?sicos. Por el a?o '90 eran unos mil y, a la fecha en que el club expuls? a la barra, lleg? a tener m?s de dos mil integrantes. Pero la hinchada que se coloca cerca de la barra puede llegar a 10.000 en los partidos importantes. Los que usan camisetas negras declaran ser los m?s violentos, "-los que se sabe que van a la pelea sin dar cuartel." "La Garra Blanca" llega a todas las comunas populares de Santiago. As?, por ejemplo, en una esquina de las grader?as del lado norte del estadio se colocan los del barrio Recoleta, en otra los del barrio Maip?, despu?s los de Santiago Centro y los de Puente Alto, etc. Pero hay algunos que se colocan en cualquier parte. El l?der de cada comuna tiene la responsabilidad por la participaci?n de su gente. Todos se

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alientan entre s? para cantar, saltar y gritar. Casi siempre las canciones parten del lado de donde est? el Bombo, en donde est?n los l?deres, que son los m?s conocidos entre los barristas. Era notorio que el nombre de ?garrero? con el que se autodenominan, les gratificaba mucho por su consonancia con el t?rmino ?guerrero?. Nos toc? ver a la barra "La Garra Blanca" despu?s de la expulsi?n, en una situaci?n muy especial en la que buscaban desesperadamente revalidarse frente al equipo y el club, pero no tanto con respecto a los dirigentes. Fue en el partido de Colo Colo con Everton. El Colo-Colo ya estaba eliminado de la Copa Chile y el partido no ten?a importancia. Hab?a muy poco p?blico en el estadio. En el sector norte, unas 70 personas integraban la ?Garra Blanca?. Solo hab?a un Bombo, y no hab?an colocado lienzos -seg?n nos dijeron-, por prohibici?n del club. Las edades fluctuaban entre los 14 y los 25 a?os. Un tipo de unos 50 a?os, de anteojos oscuros, trataba infructuosamente de hacer cantar con m?s entusiasmo a la barra. Era quien la dirig?a en ese momento. V? a dos personas vestidas con trajes formales, al lado de la barra, que parec?an ser dirigentes del club y que se encontraban, aparentemente, fiscalizando el comportamiento de ?sta. Los barristas, con sus gritos y cantos ped?an perd?n al jugador Rub?n Mart?nez por el piedrazo que le hab?a lanzado, seg?n ellos, alguien de fuera de la barra en el partido jugado contra Boca Juniors; y alegaban su incondicionalidad al equipo, pese a haber sido expulsados. Tambi?n desped?an al jugador Barticciotto que hab?a sido vendido por el club, y gritaban a los jugadores que "se rompieran" en la cancha. Pero nada sonaba a emoci?n, carec?an de energ?a, realmente daban la impresi?n de saber que no convenc?an a nadie como barra. En el segundo tiempo, observ? que llegaba al sector en donde est?bamos nosotros, un tipo bajo, de pelo corto, con muletas (le faltaba la pierna izquierda), acompa?ado de otra persona. Se sentaron en la parte de arriba, en donde hab?a unos dos o tres espectadores. Al rato, el de pelo corto, comenz? a gritar: "-?Locos, "la Garra" est? afuera! ?No los dejan entrar!". Ah? me d? cuenta que la barra que estaba observando no pertenec?a al n?cleo base de "La Garra Blanca"; que ?sta se encontraba fuera del estadio, ausente del encuentro porque no hab?a recibido ayuda para pagar la entrada. A cada rato el tipo segu?a gritando lo mismo. Algunos de la barra se callaron y se fueron a sentar junto a ?l. Se not? un des?nimo general. El que dirig?a los cantos se desga?itaba m?s y m?s, pero era in?til. No ten?a "garra" que transmitir. Las dos personas que parec?an ser dirigentes del club, subieron a conversar con el que gritaba en favor de los barristas que estaban afuera. Los vi discutir y luego se levantaron y regresaron solos al lado del resto de barra que quedaba. A los quince minutos antes de finalizar el partido, tiempo en que todos los estadios abren sus puertas para que entre la gente que se encuentra afuera, se incorpor? una considerable cantidad de j?venes a la barra. Algunos tra?an puestas camisetas con los colores de la bandera inglesa, demostrando reconocer la influencia de los "hooligans". Ya ven?an gritando y cantando, saltando y golpeando las manos. Era otra cosa. La participaci?n subi? de tono y el ?nimo se

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contagi? al p?blico en general. El cojo de pelo corto, se hab?a levantado y bajaba saltando por los asientos hacia donde estaba la barra. Tem? que perdiera el equilibrio, pero ten?a una pericia sin igual para equilibrarse con una pierna y la muleta. Llegado ah?, un ?garrero? de gran porte lo subi? sobre sus hombros como a un ni?o, y ?ste, desde esa posici?n, comenz? a dirigir a la barra. Grit? hacia las tribunas, apuntando con el dedo : "-?Aqu? estamos, Menichetti! ?Aqu? estamos otra vez!" [se refer?a al Presidente de la instituci?n que los hab?a expulsado]. Y tambi?n grit? hacia la "banca" en donde estaban el entrenador y algunos jugadores, llamando su atenci?n sobre la barra. Entre otras cosas, ped?a el retorno de otro dirigente. Hasta el final del partido, vimos a otra barra, a la Garra Blanca de la cual todo el mundo del f?tbol hablaba, que nada ten?a que ver con la inercia y el embotamiento de la que la hab?a querido reemplazar. Cuando salimos, carabineros comenz? una labor de ?cepillo?, pero sin asperezas, llevando a la gente, especialmente a los miembros de la barra, hacia afuera del estadio. No hubo problemas ni desmanes. 3.- Una mirada a la barra de ?Los Cruzados? del Club Universidad Cat?lica. Hubo muchas expectativas cuando el club de la Universidad Cat?lica contrat? A Ignacio Prieto como entrenador. Se quer?a salir campe?n y, entre otras medidas, se inici? una campa?a para formar una barra "fuerte y leal". Pero, actualmente, se notan peque?as segmentaciones; hay, por ejemplo, dos subgrupos todav?a poco importantes. Estos se autodenominan con los nombres de "Los Vandalix" y "Los Caos". Los primeros, provienen de sectores de la comuna de La Florida y, los segundos, de sectores de la comuna de Renca. En un partido de la UC contra Cobreloa, los saltos, canciones y gritos de la barra quedaban sumidos en el peque?o sector en donde estaba ubicada ?sta y no se transmit?an al resto de los espectadores cercanos, los que ni siquiera se levantaban a aplaudir cuando hab?a un gol. No hab?a agresiones verbales en contra del equipo contrario. Sin embargo, notamos en estado larvario lo que podr?a llegar a ser una barra brava, con las ventajas y desventajas consiguientes. En un momento, el que dirig?a la barra fue corriendo, enojado, hacia un muchacho de unos 15 a?os, miembro del subgrupo de "Los Caos" y le grit?:"-?Si no cantai como los dem?s, te vai no m?s. Yo trabajo con gente buena!" Dudamos de que eso est? asegurado para m?s adelante si la dirigencia no est? alerta a los cambios. Por ejemplo, en un partido de la UC contra Uni?n Espa?ola, hubo una pelea entre las barras, donde se tiraron algunas piedras y unos pocos bancos fueron rotos. Seg?n manifest? un miembro de estos dos subgrupos, lo sucedido hab?a sido m?s que nada para demostrar "-que no somos tan ?m'hijitos ricos? y que igual ?aperramos? [respondemos], aunque sea por imitaci?n." En los c?nticos hab?a tambi?n referencias al alcohol y a la droga. Algunas barras de otros clubes eligen sus nombres con connotaciones que tienen que ver m?s con lo agresivo que con lo deportivo. Por ejemplo, ?Furia Celeste? del Club O'Higgins, ?Furia Roja? del club U. Espa?ola, ?Los Zorros del Desierto? del club Cobreloa y ?Al Hueso Pirata? del club Coquimbo. Estos nombres, sin lugar a dudas, los proveen de una percepci?n de s? mismos impregnada con una

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connotaci?n de agresividad, que es lo que se estar?a deseando. Y la tendencia del grupo ser? responder a la definici?n que de s? mismos se han dado. Porque, de la manera como nombro las cosas, de esa forma tiendo a percibirlas. Y la acci?n terminar? siendo consecuente con la manera de nombrarlas y de percibirlas. Hay que tener en cuenta que es muy posible que est? comenzando a prevalecer en los medios futbol?sticos una moda de comportamiento de las barras; vale decir, que la conducta violenta de algunas barras sea admirada por las barras de otros clubes, lo que puede llevarlas a esforzarse por seguir el mismo camino. M?s que nada porque eso asegura de alg?n modo publicidad televisiva para sus integrantes. 4.- El Bombo El Bombo es un s?mbolo importante para las barras. Mucho m?s que sus banderas y lienzos. El Bombo es el que ubica a los barristas sobre lo que hay que hacer durante el desarrollo de un partido. Sin ?l no hay coordinaci?n, pues con ?l se ordenan las acciones: cu?ndo comenzar los cantos y gritos , cu?ndo cambiar, cu?ndo saltar. Hay varios j?venes que se encargan de tocar el Bombo en los partidos. A veces cambian cada diez o quince minutos. Pero siempre son aquellos que pertenecen a un grupo selecto. Su manejo implica un status especial entre los barristas, y en ellos se reconocen los l?deres. En momentos de euforia, por ejemplo, cuando el equipo mete un gol y los barristas se pierden de lo que se est? haciendo en ese momento, es el Bombo el que los vuelve a ubicar y poner en situaci?n. Cuando entra el Bombo al estadio acompa?ado de los que lo protegen, y el que lo porta hace llegar al interior de ?ste los primeros sonidos, la barra entera se pone de pie porque sabe que el Bombo est? haciendo un llamado a los suyos. Y cuando finaliza el partido, una numerosa corte de barristas acompa?a al Bombo hasta la sede del club, cuid?ndolo de posibles agresiones o de robos. Pues el Bombo se reconoce como el ?coraz?n? de la barra: "- Perder un Bombo es como perder a uno de nosotros"- comenta un barrista. 5.- Drogas La utilizaci?n de drogas y bebidas alcoh?licas es reconocida por parte de los barristas como algo com?n, no solamente en ellos sino en la juventud toda. Las ?ltimas encuentas les estar?an dando la raz?n. Entre otras drogas que reconocen usar, est? la "chicota", un f?rmaco que se utiliza de manera diversa. Se muele y se aspira, como si fuese coca?na. Tambi?n se toma con alcohol o se mezcla con agua destilada y se inyecta directamente a la vena. De esta ?ltima manera, se obtienen resultados m?s r?pidos y el efecto dura mucho m?s tiempo. Uno de ellos justifica el uso de drogas de este modo: "- El drogarse con mariguana o neopr?n o tomarse una ?dorada? [un f?rmaco anfetam?nico] es el subdesarrollo."

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Una referencia hacia los barristas que se encuentran debajo del lugar en donde est? el Bombo y que llaman ?el pozo?, me pareci? estremecedora por lo tr?gico de la situaci?n que configura. Un barrista nos lo inform? as?: "-Los ?locos? del pozo bailan y bailan. Es tierno. Hay que tener aguante. Un estado f?sico incre?ble. Nunca dejan de alentar al equipo. Est?n todos ?distorsionados? [drogados] ?Locos de drogas y alcohol! Hay una coca -no la pasta base-, que la calientan y se disuelve en agua destilada y se la inyectan a la vena. Tambi?n usan un tipo de anfetamina. A todas esas p?ldoras que se hacen de dos colores en los laboratorios, se les saca el lado del estimulante, se disuelve en agua destilada y se inyecta a la vena. A la vena es m?s inmediato el efecto y dura mucho m?s. Todos, adem?s, ?le hacen? a la mariguana [fuman]. Un amigo me mostr? el brazo y ten?a un verdadero callo, de tanto pincharse. Uno se equivoc? y se pinch? una arteria. Le tuvieron que cortar la punta de un dedo. No se qu? cuesti?n se le produjo. Hay otros que son flacos, que no comen nunca y que se mueven durante todo el partido, sin necesidad de estar ?distorsionados?." IV.-UNA REVISION DE ?GRAFFITIS? La revisi?n de algunos ?graffitis? entreg? una visi?n sobre la percepci?n que tienen los barristas sobre s? mismos, sobre su equipo y el entorno social y pol?tico que viven. Los graffitis son utilizados como una manera de ?marcar? un territorio; esto es, delimitar una población o un sector de ella en donde priman los seguidores de un determinado equipo de f?tbol. Es una forma de advertir a los ?extra?os? acerca de quienes mandan ah?. Muchos de ellos se?alan los nombres de las poblaciones, como por ejemplo, "Renca", "La R?o" (poblaci?n Juan Antonio R?os), La Florida, Pudahuel, Ochagav?a, etc. y, a veces, tambi?n el nombre del autor. Por otra parte, los graffitis en muros y paredes fuera de la poblaci?n, o en los respaldos de los asientos de microbuses, se utilizan como una forma de propagar una devoci?n, de hacer notar una existencia humana que no dice ?yo soy?, sino que ?pertenezco a?. No se existe porque se es, sino porque se pertenece a alguien o a algo. Es la forma m?s dram?tica en que estos j?venes expresan una suerte de ?servidumbre voluntaria?. Una existencia que reconoce como fin ?ltimo su amor, su adhesi?n y lealtad a un club, a un equipo de f?tbol. Pero, m?s que nada, a una barra, a una ?familia?, o a una ?hermandad? como la llaman ellos mismos, a la que se reconoce como m?s propia, m?s afectivamente ligada, que la familia consangu?nea. Precisamente porque en ?sta hay un vac?o afectivo. Veamos algunos ejemplos: De "La Garra Blanca":

Otros ejemplos: "Colo-Colo, tu Garra no muere jam?s"

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"Naciste por y para Colo-Colo, y eso es inmortal" "Colo-Colo es mi Dios" De "Los de Abajo": Otros ejemplos: "El Bulla es parte de mi vida" "Bulla, te llevo en el coraz?n" "Bulla, te querr? siempre" "Los de Abajo" se definen como bullangueros, bulliciosos, revoltosos. Y de ah? han derivado a un nombre, el de Bulla, el que aplican tanto al chuncho, p?jaro que es el s?mbolo del club deportivo, como tambi?n al equipo y a la propia barra. Tambi?n, a nivel de graffitis, se expresa la antipat?a, la animosidad hacia los contrarios, a veces de manera grosera. Es particularmente notable la odiosidad que se detecta entre las barras "La Garra Blanca" y "Los de Abajo". Pero no s?lo a este nivel, sino tambi?n a nivel de los gritos, cantos y declaraciones. Un segmento no muy numeroso de la barra de "Los de Abajo", los ?Guachuneit? (nombre que deriva de una deformaci?n de la pregunta en ingl?s: What's your name?), expresan en sus graffitis su descontento pol?tico; por ejemplo, "Guerra al Estado", "Todo para el Pueblo", "Muerte a los ricos", etc. En ambas barras, los graffitis se escriben con grafos donde las redondeses han desaparecido, grafos aguzados hasta la exasperaci?n, en donde la letra "t" es dibujada vuelta hacia abajo, como una cruz de cabeza, y en donde abundan tambi?n los signos sat?nicos y los signos anarquistas. Son tan similares los rasgos de los graffitis de ambas barras, que podr?a pensarse que est?n hechos por las mismas personas. Mezclado con todo lo anterior, los graffitis expresan la devoci?n a grupos rockeros, tanto del rock ?pesado y/o sat?nico? como tambi?n cl?sicos. Al lado de grupos rockeros nuevos, como Metallica, est?n presentes los grupos antiguos, vocalistas que murieron por sobredosis de drogas y aquellos que sobrevivieron y siguen cantando a los cincuenta o m?s a?os. V.-La Violencia Las explicaciones que nos dan los hinchas sobre el por qu? de la violencia, difieren a veces seg?n el nivel sociocultural de ?stos, a?n cuando hay una concordancia m?s bien generalizada de los contenidos que ellas expresan. En

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general, las variadas declaraciones recogidas sobre el tema orientan a tratarlo dentro de un enfoque que busque el origen de la violencia no solamente en los barristas, para descubrir realmente d?nde nace esa ?rabia contenida? que se desata en los estadios de f?tbol y quienes la ?gatillan?. Es necesario reconocer la existencia de un espectro m?s amplio de posibles detonadores, como podr?an ser los dirigentes del f?tbol, los medios de comunicaci?n de masas, las fuerzas de orden y los propios hinchas; como asimismo, personas que son percibidas por los barristas como ?extra?as? a las barras. Hay gritos y cantos que ayudan a mantener y generar la violencia: "-Nunca m?s Los de Abajo/a esos huevones perdonar?n./Ellos quer?an pelea/ y con pelea se van a encontrar." Un miembro de la barra de "Los de Abajo" trata de disculparse: "-Generalmente, uno prefiere que se acabe la violencia. Pero uno necesita tener un desahogo. Y uno lo tiene no solo gritando, sino que se lo saca peleando." Por su parte, un miembro de "La Garra Blanca" manifestaba: "-Los l?deres, en un comienzo, ?chantaban? [deten?an] a los que actuaban m?s desenfrenadamente y a los que abusaban. Pero despu?s ya no fue posible." Tanto en las entrevistas en profundidad como en la observaci?n participante, se detectaron los factores que son reconocidos con mayor frecuencia por los barristas como ?detonadores? de la violencia: 1.- Cobros de los ?rbitros estimados injustos o parciales; tambi?n, intervenciones casuales y desafortunadas de éstos, que perjudican a un equipo. Un ejemplo de este ?ltimo tipo de ?gatillador?, lo representa muy claramente la siguiente declaraci?n de un hincha de "Los de Abajo": "-Me acuerdo de un partido con la Uni?n Espa?ola. El ?rbitro cobr? un tiro libre a favor de la ?U?. Lo sirvi? Puyol, la pelota golpe? en el pi? Del ?rbitro y se produjo un contragolpe de la Uni?n que finaliz? con un gol a los ?azules?. Perdimos 1-0. Ah? comenz? a quedar ?l'embarr?? [situaci?n de violencia sin control]. La hinchada de la ?U? comenz? a tirar piedras en contra del equipo contrario y contra el sector de las tribunas. Los carabineros avanzaron con sus perros y sacaron a tirones a la gente para afuera de las galer?as. Hab?a muchas c?maras de televisi?n filmando. De seguro que algunos eran de la televisi?n europea. Filmaban por el sector donde iba saliendo la gente, a empujones, corriendo para arrancar de los perros. Uno de los perros casi agarr? a mi hermano. Saltamos a un lado para evitar las mordidas. Un carabinero solt? -o se le solt?- el perro. Varios hinchas se tiraron sobre el ?paco? y le dieron con todo." Se produce en la situaci?n que configura el relato anterior, una exaltaci?n de la emoci?n de cada uno de los participantes. Se trata de una ?interestimulaci?n? de cada uno por los dem?s que se hallan a la vista o al alcance del o?do. Cada uno percibe en cada otro los s?ntomas de temor, los rostros y las pupilas distorsionados, las voces que suenan atemorizadas, y los gritos desaforados de sus compa?eros. Y, con cada una de estas percepciones, sus propios impulsos y su propia emoci?n se elevan a un mayor grado de intensidad. Esto se debe a que

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la expresi?n de un estado emocional tiende a hacer suscitar el mismo estado en un observador. M?s a?n, cuando ambos est?n codo a codo enfrentando la misma situaci?n (2). 2.- Juego ?sucio? por parte del equipo contrario y/o lesiones casuales o intencionales causadas a un jugador del equipo. El juego sucio del contrario es un detonante que incita al lanzamiento de todo tipo de proyectiles a la cancha (generalmente piedras y botellas vac?as), tal como acontece con los cobros de los ?rbitros que son cuestionados por los hinchas y barristas. Pero en la declaraci?n siguiente tenemos la reacci?n y, al mismo tiempo, el control ejercido por la propia barra, cosa que cada vez que suceda, debiera hacerse p?blico, para que sirva como ejemplo para las otras barras y, al mismo tiempo, de incentivo para la que actu? de esa manera: "-Est?bamos en el partido del Colo con Boca Juniors por la Copa Libertadores. Se jugaba a las 20,30 horas y la gente lleg? a las 15 horas. Todos vimos que los argentinos entraron a golpear. Algunos de "La Garra" quer?an pasar a la cancha para pegarles, pero se control? a la barra porque pod?an suspender el estadio y perjudicar al equipo. Ah? fue la barra de "La Garra Blanca" la que contuvo la avalancha que se ve?a venir. Pero eso nunca se le reconoci?. La prensa no dijo nada." 3.- Resultado del partido, ya sea favorable o adverso. Cuando se da el primer caso, el de un partido que se gan?, puede suceder lo que nos cont? un hincha de "Los de Abajo": "-Me acuerdo de la vez en que la hinchada rompi? el estadio que arrendaba Palestino. Fue cuando el equipo meti? un gol y nos fuimos a las rejas a celebrar. Pero el estadio val?a ?callampa? [nada o muy poco]. Las rejas cedieron y terminamos de echarla abajo. Pero era un grupo chico de barristas, no m?s de cincuenta personas. Hubo varios detenidos, entre ellos uno de nuestros l?deres." Cuando se da el segundo caso, registramos lo siguiente: "-Cuando perdimos con la U. Cat?lica en el Santa Laura, ?Putas! Pobres autos. Pero ir en un Mercedes Benz al estadio es como ir a provocar. Los huevones saltaban arriba de los autos y sacaban los cap?s dej?ndolos con el motor al aire. Tiraban piedras grandes a los parabrisas. Eso no es irracional, eso es propio de una angustia por el resultado adverso. Y eso es as? y punto. Yo creo que no copiamos nada de afuera." 4.- Su propio equipo. Aunque esto pareci? inusual, la entrevista de un barrista de "La Garra Blanca" nos lo aclar? con un ejemplo: "-En un partido contra la ?U?, si Colo-Colo ganaba, ?sta se iba al descenso (1989). Y todos quer?amos eso. Y el Colo-Colo, seg?n ve?amos, no hac?a nada para ganar. Como que se dejaba perder. Se cre? un clima tenso y muchos quemamos las bancas del estadio. La emprendimos contra nuestro propio estadio. Esta era la ?nica manera que ten?a uno de reclamar algo. Quer?amos que ganara el equipo, y ?ste como que no quer?a."

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Otro, de la misma barra, se expres? con mucha altivez dentro de este punto y del n?mero 6), de la manera siguiente: "-La violencia se genera en contra de "Los de Abajo", fundamentalmente. Y contra el propio equipo cuando pierde. Queremos ser los mejores, queremos ser reconocidos como los mejores, por eso no aguantamos que el equipo pierda, que nos digan que somos menos que otros. Buscamos a "Los de Abajo" para demostrar que somos m?s bravos que ellos. Somos ?Los Killers? buscando ?azules? para golpearlos. Somos ?Los Killers?, somos la Garra, somos del Colo, nadie nos gana." 5.- La Fuerza P?blica. La percepci?n negativa hacia carabineros, nos ha parecido m?s bien generalizada entre los hinchas y barristas entrevistados. Cabe advertir que el hecho de consignar parte del lenguaje m?s bien brutal utilizado por los informantes sobre este tema -como sobre otros-, se debe a que es la ?nica manera de que nos demos cuenta del grado de odiosidad que se ha creado, como de la intensidad de las emociones con que sienten las experiencias relatadas. De uno de ellos obtuvimos la siguiente declaraci?n: "-A mi me produce una gran impotencia la polic?a. Es algo de todos los d?as. Donde uno va hay un paco que puede pararte y molestarte. Te registran. Me han puesto de ?guata? en el suelo y una metralleta en la nuca. No es chiste. Es humillante. A amigos m?os los han echado dentro del bus y les han pegado hasta cansarse. Una vez iba entrando al estadio y estaban los pacos revisando bolsillos y bolsos. Cuando me toc? A m?, por bromear hice un movimiento de cintura, y el paco se enoj? y me llev? a la micro y ah? me golpearon entre varios. Eso es lo que le da a uno un sentimiento de impotencia. Un rencor fuerte. Los carabineros son los que detonan la violencia." La informaci?n que sigue, se enmarca en la misma l?nea de argumentaci?n: "Varias veces me toc? ver a las dos barras, a "La Garra Blanca" y a "Los de Abajo", tir?ndose piedras en la calle, a la salida del estadio. Y cuando llegaban los carabineros, dejaban de pelear entre ellos y les tiraban las piedras a los ?pacos?." Pero lo que contin?a diciendo el mismo hincha, explica la intervenci?n de estos mismos carabineros: "-las piedras caen tambi?n sobre los autos, las casas y la gente que pasa. Mala suerte no m?s...Por eso que para el estadio hay que ir en un auto ?charcha? [de mala calidad]; porque si es auto bueno, es como que se despierta un odio frente al auto ?rico?, porque es sin?nimo de huev?n con plata." La impresi?n que provoca carabineros suele ser multivalente, por la misma pluralidad de funciones que cumple. Aqu?, carabineros est? En una actuaci?n represiva. All?, en otra, salvando vidas en un aluvi?n o en un desastre caminero; a veces, ayudando a dar a luz a una parturienta en un ret?n rural; a diario cuidando los hogares. ?O no son los mismos? Es claro que no es problema de tener la suerte de encontrarse con unos o con los otros. Quiz?s, ser?a muy conveniente

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que en todos los casos la instituci?n, ofreciera una informaci?n amplia y transparente, que justifique cada actuaci?n p?blica que pueda ser puesta en cuesti?n. Como es el caso de la violencia ligada al f?tbol, en donde, por un lado opinan de una manera los barristas y, de otra manera, los due?os de las propiedades da?adas por donde pasan ?stos. 6.- La barra contraria. La violencia entre las barras se da generalmente por las injurias e insultos que se lanzan unas a otras, por provocaciones que afectan la propiedad del club o sus s?mbolos, o por sentimientos que tienen ra?ces en factores que nada tienen que ver con el f?tbol, como veremos m?s adelante, cuando nos refiramos a los factores pol?ticos. (C)Don Balon

Entre las barras, la violencia se da a veces en un cuerpo a cuerpo, y ah? salen a relucir las cadenas, los cinturones con hebillas grandes de bronce. Estos ?ltimos son en los hechos verdaderas armas con las cuales se le puede romper la cabeza a otro. La violencia puede comenzar antes del partido, con la venta de las entradas. Cuando la venta de entradas corresponde a un partido en el que Colo-Colo es local, los de la barra de "Los de Abajo" dicen tener que ir a las calles Cienfuegos o San Diego a comprarlas. Ah? se encuentran con grupos de la barra de "La Garra Blanca", produci?ndose agresiones f?sicas. No veo cual es el impedimento, una vez que estas medidas han producido sus da?os, de buscar otras soluciones como la de atender en otros lugares, adem?s de los que habilita el club que hace de local, los que debieran ser preferentemente neutrales. Un miembro de la barra de "Los de Abajo", despu?s de una pelea, presum?a de la siguiente manera, mientras se limpiaba la cara: "-Si viene un ?indio? [barrista del Colo-Colo] a comprar y yo lo veo que viene solo, yo voy y le pego no m?s. No le voy a preguntar nada. Voy y le pego porque es ?indio?. Cuando jugamos en el Nacional, y vemos que van al estadio ?los indios?, les pegamos para que sepan quien es el equipo local en el Nacional. Siempre tratamos de ser m?s que ellos en las peleas. Porque uno no va a pelear mano a mano con uno del Colo. Porque nosotros no andamos ?cargados? [con arma blanca] Ellos s? que andan con cuchillos y estoques." Uno de los barristas coment? la forma en que ha expresado su odiosidad contra miembros de otra barra, como tambi?n c?mo la han expresado otros: "-Yo les he pegado con los pu?os, pero no con arma blanca. Pero tengo amigos que los han ensartado en las rejas de una casa. He visto pegarles hasta dejarlos botados. Sangre he visto. Los han dejado inconscientes. Se van m?s locos que cabras de cerro. Pero tambi?n he visto a los de la otra barra ?cargarse? [herir gravemente o

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de muerte] a uno nuestro a ?puntazos? [ con arma blanca]. En esa pelea debe de haber habido muertos. Pero no lo dicen. Porque en el momento que dijeran que un integrante de la barra fue muerto por la otra barra, vamos a ?cobrar? de seguro [vamos a vengarnos].Ellos har?an lo mismo y esto no terminar?a nunca. Habr?a una matanza grande." Lo anterior hace notoria la voluntad de cada grupo de afirmar su diferencia. Y si ?sta se mantiene dentro de un clima lo bastante tenso, el menor incidente es capaz de transformar r?pidamente la diferencia deseada en diferencia real y agresiva. La violaci?n de un territorio o la supuesta agresi?n a uno de ellos o a un l?der, o el robo o ultraje a los s?mbolos del club, son razones suficientes para desencadenar la violencia (3). Tanto en este punto como en los anteriores, se puede hablar de una ?sugestibilidad elevada?. Las m?s de las veces en que aparece la palabra "sugesti?n", se refiere a una situaci?n sociocultural. En este caso, denota la realizaci?n sin cr?tica alguna de las mismas cosas que hacen los otros miembros del grupo, y una aceptaci?n casi ciega de proposiciones y ?rdenes. Los siguientes factores aparecer?an como responsables de este comportamiento: a) La presencia de un poderoso impulso, que tiende a facilitar la conducta, las ideas, las opiniones y la aceptaci?n de ?rdenes congruentes con ?l. Los conceptos intelectuales y sociales de lo justo y lo injusto, la bondad y la correcci?n, son arrollados por el impulso de hacer da?o a alguien o a algo. b) Si est? presente un l?der que cuenta con la aceptaci?n de su liderazgo, ?ste puede revivir los odios, miedos e impulsos elementales que hab?an aparecido antes en forma m?s difusa y menos violenta. Adem?s, la ?interestimulaci?n? del l?der al grupo y del grupo al l?der, es un proceso espiral. Lo que puede facilitar una escalada de violencia que los envuelva a ambos y sobre la cual el l?der pierde la posibilidad de control.(4) c) Tambi?n es importante la facilitaci?n social del grupo al que se pertenece, al actuar como lo hacen los dem?s miembros de ?ste. Como individuos no han sido recompensados por la familia o el vecindario, o han sido castigados por cometer ciertos actos, los mismos por los cuales son recompensados mediante un reconocimiento afectivo o una mayor valoraci?n dentro del grupo de barristas al que pertenecen. Cabe se?alar el hecho de que la sugesti?n est? Estrechamente asociada con la imitaci?n y, generalmente, ambas operan al mismo tiempo. Adem?s, los individuos involucrados en hechos de violencia, cuentan con la publicidad sobre sus actuaciones si aparecen en la televisi?n, en donde ser?n vistos por el ?barrio entero?. d) Por otra parte, la edad, el sexo, el nivel social y econ?mico, adem?s del nivel cultural y el tipo de personalidad, influyen sobre la sugestibilidad. Por lo com?n, los ni?os y los j?venes son m?s sugestionables que los mayores del mismo grupo y

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obedecen m?s r?pido y entusiastamente a los efectos de la ?interestimulaci?n? (5). Nadie se declara culpable de ser el iniciador de hechos de violencia. Los de "La Garra Blanca" dicen actuar s?lo frente a provocaciones. Las peleas m?s violentas que reconocen es contra la barra de "Los de Abajo". Pero tambi?n reconocen hechos de violencia contra otras barras. Como la que se produjo en un partido con el club La Serena, oportunidad en la que los de "La Garra" volvieron casi todos golpeados. Seg?n ellos, fueron agredidos por toda la hinchada de ese club. Y despu?s, cuando el Colo-Colo volvi? a jugar all?, fueron m?s que nada a vengarse. Reconocen que, adem?s, les rayaron el Faro y las calles: "-...los de all? se enrabiaron porque creen que su ciudad es la m?s linda de Chile. Por eso se la rayamos toda. Adem?s, les pegamos." Existe una regulaci?n de la violencia hacia el interior del grupo. El principio es que dentro del grupo toda violencia est? fuera de lugar, a condici?n de tener una salida para descargarla al exterior. Cada cierto tiempo, en plena acci?n del partido, comienza un juego de breve duraci?n en la que los barristas de ambas barras estudiadas, pegan carreras cortas, de no m?s de tres metros, sin ton ni son, golpe?ndose con los hombros de manera bastante impetuosa como para derribar a algunos. Este bien puede ser un mecanismo de distensi?n interna para mantener el trazado de una frontera con el mundo externo. Apoyan el mecanismo anterior, la paz interna, la armon?a expresada, la calidez de la acogida, que ser?n entendidas por cada uno como rasgos maternales que ofrece el grupo como tal. Mientras que la violencia hacia lo exterior, ofrece la oportunidad de fortalecer la unidad, de emprender proyectos exaltantes que permiten rivalizar en los sacrificios. Y el adversario, por ser diferente, podr? ser propuesto como chivo expiatorio, sirviendo para proyectar el modelo de sacrificio...ninguna pacificaci?n ingenua podr?a invalidar tal regulaci?n(5)." La confesi?n de un barrista es esclarecedora con respecto a esto ?ltimo: "-En el colocolino personifico todas las ?trancas? sufridas. Es justo pegarle. No tendr?a ning?n remordimiento despu?s. Ser?a como haberle ganado a los malos. Quiz?s encarne al ?contrario? a quien no puedo pegarle, y lo hago con ?l." Es notable la impresi?n de verdaderas tribus que dan los integrantes de las barras, en donde se encuentra una identidad ganada por diferencia; la idea central es que lo Otro me agrupa y me ci?e con su diferencia y yo participo igualmente en la generaci?n de su identidad como la ?otra barra? que es distinta. Cuando yo le pregunto a un barrista sobre el grupo de su barra, habla de ?ste desde s? mismo, porque as? reafirma su identidad con ?ste; el grupo conforma una unidad con ?l, y ?l se transforma en algo indiviso con el grupo. 7.- Los dirigentes y los medios de comunicaci?n de masas. El siguiente es un bot?n de muestra suficiente para explicar hasta qu? punto ha llegado el uso de signos pertenecientes a la violencia, que son detonadores de ?sta, precisamente, porque crean una atm?sfera facilitadora de hechos

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reprobables o la legitiman. Cuando el equipo chileno perdi? su opci?n a la Copa Am?rica (1993) frente a Per?, en la primera p?gina de un diario capitalino se ofrec?a un breve comentario sobre el resultado del equipo nacional, de parte de un alto dirigente nacional del f?tbol: "-Les falt? el instinto de matar." La utilizaci?n de los t?rminos es lo que interesa, pues recoge y retroalimenta un clima existente, aun cuando estoy seguro que no quiso decir lo que sus palabras dec?an. Son comunes las ?cidas declaraciones de los dirigentes de clubes en contra de otros dirigentes, sin saber o sabi?ndolo, que con ellas transfieren sus animosidades a los hinchas y barristas de su club. Una forma de referirse los barristas a la presi?n que ejercen los medios de comunicaci?n de masas antes y despu?s de los partidos, es la siguiente: "-La prensa y la televisi?n le ?ponen mucho? [exageran]. Pasan ?subiendo la noticia?, preparan los ?nimos ?para la guerra?, y la gente llega exaltada, a cualquier cosa. Pero s?lo destacan lo negativo, nunca lo positivo." Hay una desconfianza manifiesta con respecto a lo que los medios de comunicaci?n informan, por aquello mismo que omiten informar. Seg?n un barrista: "-...a dos cuadras antes de llegar al estadio ya estaba ?l'embarr??; algunos de las barras entraron a un cuerpo a cuerpo con los contrarios. Vi a dos de Los de Abajo persiguiendo a uno del Colo-Colo. La pinta de punga no se la sacaba nadie. Miro hacia el lugar de donde ven?an y veo a un tipo tirado en el suelo, apu?alado. Lleg? una camioneta de carabineros y lo atendieron. El tipo ten?a puesta una camiseta de la ?U?. Claro que esa vez no se inform? nada por la prensa porque ellos mismos hab?an preparado los ?nimos para el enfrentamiento. Pero uno igual al conversar con la gente se informaba que hab?a habido apu?alados pertenecientes a ambas barras". Los medios de comunicaci?n de masas, en general, tienen el prop?sito de estimular la atenci?n del p?blico, al provocar la discusi?n apasionada entre personas interesadas acerca del futuro partido. Es sin duda uno de los objetivos de la publicidad que se hace de ?ste. Es preciso provocar tales rondas de conversaciones entre oyentes y espectadores potenciales, sobre todo con incitaciones de tipo emocional para los auditorios de orientaci?n recreativa. Y mientras m?s efectistas son, resultan m?s efectivas con auditorios j?venes que son los m?s vulnerables a las orientaciones acentuadamente emocionales (6). 8.-Referencia a infiltrados. Existe una gran facilidad para integrarse a una barra y llegar a ser (o parecer) un barrista. Uno puede integrarse a la barra de "Los de Abajo", por ejemplo, con solo asistir a unos cuantos partidos y demostrar "que se esté con el equipo en las buenas y en las malas, que se es capaz de enronquecer gritando por la ¿U?." Desde ese momento ya nadie puede decirle nada y se le acepta como integrante de la barra. En la calle, puede ser reconocido por otros barristas del club y ser saludado. Hay una amistad que se extiende más allá del estadio, se participa en

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carretes [esparcimientos de variado tipo], por el solo hecho de ser integrante de "Los de Abajo". Esta misma facilidad para integrarse y los pocos requisitos que se exigen, puede permitir que detonantes externos a los barristas y que son considerados por ellos mismos como cuerpos extraños a ellos, los puedan arrastrar a actos de violencia. Esto est? clarísimo en la siguiente declaración de un barrista de la ¿U?: "-Esa vez nunca había visto tanto lumpen en la hinchada del club. Entre nosotros hay gente pobre, pero no lumpen. Yo no digo que no fueran hinchas de la ¿U?, por que gritaban y cantaban igual que la barra. Pero esos huevones eran puro lumpen, ese pelo sin lavar y ese típico olor en la ropa, a calabozo, que es ¿super? distinguible." En la barra del club Colo-Colo se observa el mismo fen?meno. Un "garrista" contaba el proceso de su ingreso:"-Yo ingres? a "La Garra Blanca" el '88. Me llevaron unos amigos. Cant? , grit? y salt? con ellos, y ya estaba como integrante. Porque el que es colocolino se conoce y se integra, no m?s. Pero no conocemos a todos. Yo conozco apenas a unos 20 integrantes, que son con los que me junto." Tambi?n, un miembro de "La Garra Blanca" hace la diferencia a que hac?amos menci?n al comienzo, entre hinchas y barristas: "-Los hinchas, a veces, son los que cometen las violencias. Son a veces delincuentes que ni siquiera estuvieron en la barra durante el partido. Y a la salida llegan y se meten en el grupo de los de la barra y desde ah? provocan. Algunos no van ni a cantar. Cuando hay violencia llega gente que ni estuvo en el partido. Tienen que haber delincuentes. Llega de todo, sab?s, a la barra. Nadie los va a echar." Aqu? no se trata de negar los actos de violencia del barrista, pero s? se se?ala que a veces ?sta recrudece por efecto de las acciones de violentistas infiltrados. Otra declaraci?n, en la misma l?nea de argumentaci?n: "-A veces, algunos agarran una piedra y la lanzan y otros tambi?n hacen lo mismo; y ah? se forma como una cadena, ve?s. Casi siempre no son gente que uno conozca. Los l?deres atinan a bajar la violencia, a parar a los que est?n m?s exaltados. Unos son m?s violentos y se les trata de controlar...En general es gente que no est? en la barra misma, sino que se infiltra, o algunos que est?n drogados y son f?ciles de llevar a los desmanes. A veces se lleva la violencia fuera del estadio, a las calles, peleas entre barras rivales. Luego termina siendo contra carabineros que vienen a convertirse en el enemigo com?n." Estas declaraciones mueven a reflexionar sobre los problemas que puede provocar esta manera f?cil de integraci?n y este anonimato. Si las barras fuesen organizadas y reconocidas como entidades responsables y dependientes de las instituciones deportivas a las cuales alientan durante los partidos, una l?gica m?nima de lo organizacional recomendar?a una reglamentaci?n, un fichaje y una fiscalizaci?n de los miembros de ellas, adem?s de las prerrogativas que crean necesario otorgarles. Como asimismo, el establecimiento de un "rito de pasaje" que le diera significado y sentido al ingreso formal de un joven a una barra.

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Habr?a que privilegiar los aspectos cualitativos por sobre los cuantitativos en este tipo de reclutamiento. Adem?s, no es ?tico utilizar a alguien para luego negarlo cuando da problemas. VI.- Presencia de factores políticos Las declaraciones obtenidas sobre este punto se pueden resumir de la manera siguiente: Cuando en 1988 la oposici?n gan? la Consulta al gobierno militar, se acab? en la pr?ctica la lucha pol?tica y la identificaci?n de los j?venes de las poblaciones con la oposici?n a ?ste. Se perdi? un espacio: el formado por las barricadas; tambi?n un acontecimiento: la lucha pol?tica; y un protagonismo, que a veces implicaba exponerse a cualquier desgracia. Despu?s, los j?venes esperaban que se les facilitara en los hechos un traspaso hacia el nuevo espacio que se les hab?a ofrecido durante la campa?a pol?tica. Por otra parte, en el caso espec?fico de "Los de Abajo", ?stos declaran estar a?n resentidos por los problemas que tuvo la Universidad de Chile y el club deportivo de ?sta. Juntan a ambas instituciones en sus reclamos. Expresan su malestar por los rectores delegados que desmembraron a la Universidad y separaron al club de ?sta, que era su matriz. Tambi?n alegan por malos manejos financieros en el club que terminaron por arruinarlo. No hab?a dinero para pagar la planilla de sueldos de los jugadores. La deuda era del orden de los 1.500 millones de pesos. Y frente a estas desgracias sufridas por su club, no soportan que el club Colo-Colo se hubiese beneficiado en el mismo r?gimen pol?tico que habr?a colaborado a la ruina de sus dos instituciones. Entiendo que cabe el recurso de la duda en cosas tan delicadas. Que sean rumores convertidos en leyendas que le dan sentido a algunas conductas grupales. Pero ellos las creen, y eso es lo importante para el an?lisis. Porque, aun cuando sean falsas, en lo que ata?e a las consecuencias que producen, entre otras la violencia, son tan reales como una bomba. Aqu? vale el axioma de W. Thomas: "Si los hombres definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias". Me remitir? a las declaraciones de dos barristas que pertenecen a cada una de las barras estudiadas, las que pueden ser presentadas como dos mon?logos complementarios sobre un mismo tema. De uno de "Los de Abajo": "-Hay odio hacia "La Garra". El ?archirrival? del club es el Colo-Colo. Contra otros equipos no es tanto. Con los cantos nos ofenden y nosotros tambi?n a ellos. Nos gritan `fracasados' porque hace muchos a?os que no ganamos ni una ?estrella? [campeonato]. Pero ellos las estrellas se las ganaron con la ayuda del gobierno militar, y a nosotros ?ste jam?s nos di? un peso. Les pagaron el sitio del Monumental [el lugar donde edificaron su estadio] y varias otras cosas m?s. Por eso nosotros les contestamos sus insultos con el grito: `-?Indio vendido!'...la barra nuestra estaba cantando "-Vamos a romper, vamos a romper, el estadio de Pinochet." Se sab?a que el estadio era de Pinochet, ning?n dato concreto, pero en el fondo se sab?a que hab?a plata metida. Por eso, ya adentro del estadio,

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entramos a romperlo. Claro, no era hacerle tira la casa de Lo Curro, pero era hacerle tira el estadio, que era algo visible. La gente del Colo-Colo herv?a de rabia y gritaba "-?No, si Pinochet no es del Colo-Colo." Entonces, les respond?amos: "Ol?, ol?, esa es la barra de Pinochet." Y se cantaba mientras se hac?a tira el estadio, m?s que nada por Pinochet. Esos tipos herv?an de rabia, m?s que si les hubieran dicho que eran cogoteros. Vi a varios cantando y gritando cosas sobre Allende y cuestiones sobre el Che Guevara. Pero esos no eran cantos de la barra, ni tampoco me parecieron tipos conocidos." Sobre el mismo episodio, el punto de vista de un miembro de "La Garra Blanca": "La barra de la ?U? destruy? el estadio nuestro y todos reaccionamos violentamente porque ve?amos c?mo nos hac?an tira lo nuestro. Carabineros no hac?a nada para controlarlos. Nos hac?an tira el estadio y ellos [los carabineros] no ?pon?an mano? [no interven?an]. De repente, se form? la pelea, porque hubo un sentimiento general que "Los de Abajo" ten?an que ?pagar? por lo hecho [en el sentido de expiar la culpa mediante un castigo corporal]. ?C?mo no se ha intentado proporcionar una aclaraci?n sobre lo anterior, que oriente una soluci?n a los enfrentamientos por esta causa? Ciertas o no ciertas las imputaciones, que para el caso no tienen ninguna relevancia, se est? haciendo pagar por ?stas a j?venes y adolescentes que no pudieron tener responsabilidad alguna en ellas. Por otra parte, a veces, la violencia con referencia a lo pol?tico excede las razones puntuales dadas anteriormente. En algunos casos, las declaraciones se refieren a un ?mbito m?s general para explicarla. Como por ejemplo, la siguiente declaraci?n de un entrevistado: "-Antes estaban las protestas, ahora es esto. En el estadio pod?s gritar: `-Lo importante es la amistad, lo importante es ser rebelde p'alcanzar la libertad'. La rebeld?a como que pega en el estadio. En el estadio fue el primer lugar en donde se grit? en pleno gobierno militar contra la dictadura. La libertad ahora est? ah?. El cambio [se refiere al cambio pol?tico] no est? en ninguna otra parte, sino que ah? [en el estadio]." A veces, se da una violencia y una agresi?n dentro de una ritualizaci?n normatizada. Otras, una violencia no ritualizada que es mero vandalismo; el freno a la violencia fluct?a entre la propia conciencia y la falta de una conciencia de s? en la situaci?n de violencia que lleva al vandalismo. En este vaiv?n, pueden jugar su baza aquellos que, deliberadamente, pueden haber organizado desde fuera los sucesos. Y una vez producido el climax emocional, manipular las acciones encauzando la agresi?n potenciada hacia determinados focos. Como tambi?n, dejar que se escape la violencia de la regulaci?n y de los cauces, para que opere como mero terror desatado, sin ning?n control. Reconozco que es dif?cil comprender a cabalidad lo que sucede a nivel de los enfrentamientos. Si uno se coloca fuera de los acontecimientos y de los escenarios en donde la fuerza policial y los barristas se encuentran en plena violencia, no ser?a raro encontrar algunos vac?os deracionalidad en lo que sucede, o tener que buscar racionalidades no explicitadas f?cilmente por los

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hechos. Se podr?a descubrir el juego de los simulacros a que hace referencia J. Baudrillard, (7) en donde est?n los desmanes permitidos y dentro de cauces ya previstos, aunque sobrepasen los cauces seg?n el punto de vista de los espectadores comunes. Se sabe de antemano por donde debe correr lo que debe correr. Se llega a la ciencia ficci?n o a la ficci?n en las manos del fen?meno pol?tico. Esto se puede observar en las grandes ciudades europeas, norteamericanas y del sudesteasi?tico. El solo hecho de observar el carro policial marcado como de viruela a consecuencia de las pedradas de los j?venes, adolescentes y, a veces, ni?os, se nos hace dif?cil remitirnos a un enfrentamiento ?en serio? contra carros policiales blindados y armados. Eso permite la lectura de que no es una ?guerra?, sino un juego en el que subyace la convicci?n de que el carro es s?lo un ?chivo expiatorio? ofrecido a la furia e los j?venes armados de piedras. Que el carro no se emplear? para aquello que fue fabricado: repeler y disparar agua, balas, balines o gases, sino para simular un enfrentamiento y guiar la violencia. No puede haber guerra entre un grupo que est? armado de cascos, escudos y metralletas, y otro armado de poleras, piedras y palos. Se puede producir aqu?, por la multiplicidad de datos y de posibles direcciones, una especie de esquizofrenia interpretativa para todos los gustos. ?Es un enfrentamiento real? ?Es un espect?culo solamente? ?Es una representaci?n multifuncional para diferentes y contrapuestas instituciones y organizaciones? ?Se utilizan como ?distractores? para sacar de la luz p?blica ciertos hechos u ocultarlos? ?es un fundamentalismo de izquierda que quiere desestabilizar al gobierno? ?O es uno de derecha que, adem?s, quiere hacer aparecer como culpable al de izquierda? Entonces ?A quienes obedecen los "infiltrados? ?O es un marketing que usa la televisi?n para satisfacer nuestra propia y enfermiza solicitaci?n compulsiva de violencia, prepar?ndonos para el pr?ximo partido? Tambi?n puede ser un escenario pensado, dise?ado, en donde se terminen de liberar las tensiones que restaron del escenario del estadio, bajo la vigilante mirada de lo policial, y tambi?n de la prensa, de la radio y de la televisi?n. Todo lo cual ser? visto por nosotros desde el living de nuestra casa, con una cerveza en la mano. Y luego el avisaje que aprovecha la subida del ?rating? por los acontecimientos editados para la pantalla. Tal vez no quede otra alternativa que pensar el deporte, no ya desde lo que fu? cuando era una pr?ctica de aficionados, sino desde lo que es hoy y que es lo que se le exige y se le requiere ser, desde el espectador mismo, desde la industria que gira en torno al f?tbol, desde las dirigencias nacionales y sus vinculaciones internacionales, etc. No obstante, uno puede observar todav?a en ligas de barrio o en zonas rurales, que tanto para el jugador como para el espectador de una competencia a ese nivel, no se precisa contar con grandes espect?culos ni rendimientos. Y se puede observar tambi?n, que un partido de f?tbol en este tipo de escenarios, permite a todos los que se ven envueltos en ?l -jugadores y espectadores-, una involucraci?n que se siente significativa, un clima facilitador para sugerencias, sentirse con alguna autoridad para participar en las decisiones, en fin, para integrarse a cualquir alegato de manera participativa porque todos ?son como ?l?.

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La difusi?n del deporte, como experiencia de vida, necesita de alguna planificaci?n m?s all? de la pura implementaci?n de infraestructuras. No basta construir multicanchas a lo largo del pa?s. Es preciso dotarlas con monitores capacitados para la promoci?n y la ense?anza de deportes. Y, fundamentalmente, impregnar a ?sta ?ltima de una doctrina b?sica que cultive un modo de ser distinto, que establezca una cultura que en el deporte se hace cada vez m?s necesaria: que el ?contrario? es realmente un amigo que, ocasionalmente, se ha puesto al frente, con el fin de disfrutar y hacernos disfrutar una competici?n recreativa. En un deporte que se presta para acciones mucho m?s agresivas que en el f?tbol, incluso que est?n permitidas dentro del reglamento de juego, como es en el rugby, generalmente, las consecuencias negativas se aminoran y los rencores no afloran f?cilmente. Tanto el p?blico en general como los hinchas en particular, saben de antemano que despu?s del partido estar?n todos los jugadores, ?rbitros y dirigentes departiendo unas onces, un almuerzo o unas cervezas mezcladas con ginger ale. Se trata de una vieja ?cultura del tercer tiempo?. Lamentablemente, he sabido que existe un descuido de esta pr?ctica desde hace algunos a?os. En el f?tbol profesional ser?a muy provechoso que los espectadores, hinchas y barristas pudieran informarse a trav?s de los medios de comunicaci?n, principalmente en la pantalla televisiva, que despu?s de llevado a cabo un partido, los jugadores de los dos equipos, por ejemplo, la Universidad de Chile y el ColoColo, luego de jugadas vehementes, con muchas acciones bruscas, comparten un ?tercer tiempo? en torno a una mesa, en el living de un hotel o en alguna de las dos sedes, conversando, aclarando dudas, comentando las jugadas y, por qu? no, discutiendo. Y los ?rbitros y los dirigentes tambi?n. Si existe el ?nimo y la voluntad de cambiar el clima de beligerancia y violencia en el f?tbol, todo esfuerzo, toda idea m?s o menos racional debiera intentarse. Se trata de cambiar un ?modo de ser? marcado por un complejo cultural que orienta hacia lo agresivo, por otro ?modo de ser? distinto, lo que resulta bastante dif?cil, pero no imposible. A menos que se piense que con una transformaci?n de este tipo el ?rating? bajar?a, que se perder?an auspiciadores, que habr?a menos asistencia de p?blico a los estadios, que los jugadores bajar?an de precio, que as? los empresarios perder?an sus inversiones y lo mismo algunos dirigentes. Pero, entonces, habr?a que dejarse de hipocrec?as. VII.-J?VENES, ESPACIOS Y ACONTECIMIENTOS 1.-Los estadios como espacios para el desahogo. Tanto el clima social como el econ?mico, pol?tico y cultural que viven los j?venes, debieran ser tenidos en cuenta en la interpretaci?n de la violencia ligada al f?tbol. Sean cuales fueren los problemas personales que los diferencian seg?n sea su ubicaci?n en la estructura social, es posible que puedan compartir todos un

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sentimiento de opresi?n, de inseguridad, una existencia opaca que no ofrece expectativas claras, definidas. El resultado es un resentimiento contra alguien o contra algo que perciben de manera difusa o, a veces, que dicen identificar con mucha lucidez. Formas de expresi?n de la violencia diferentes, sobre los cuales informan a veces los medios de comunicaci?n de masas, con referencia a sucesos acaecidos en distintos escenarios y tipos de sujetos. Como por ejemplo, durante los conciertos de rock u otros eventos, en donde se han producido hechos de violencia y, tambi?n, en las calles o en espacios urbanos determinados del barrio alto, medio o bajo. Hace tiempo que el fen?meno de la violencia no es f?cilmente adjudicable a j?venes, adolescentes o ni?os de un solo estrato social. ?Cu?l es el espacio conquistado por los j?venes que se sienten marginados, en una b?squeda por constituirse en pueblo aparte, ya que estiman que no se los deja estar dentro de la sociedad en plenitud? Son simplemente los estadios, en donde se juegan los partidos del f?tbol profesional. Han sido demarcados por los barristas como si fuesen verdaderas catedrales del medioevo, en donde el derecho de asilo se encontrar?a vigente: "-Adem?s, a los carabineros los ten?s encima y no te hacen nada. Claro que afueran te hacen mierda." Por otra parte, los efectos de una segmentaci?n de la sociedad que establece islas en donde se desarrollan y afirman las diferencias b?osociales, entre otras, son aprovechados por los j?venes para definirse y cristalizar sus diferencias. Como dec?a anteriormente, estos pueden –y as? sucede-, exceder mucho m?s all? de los espacios de los estadios donde se asilan los barristas, y tambi?n pueden no ser aficionados en absoluto al deporte. A?n cuando la investigaci?n realizada tiene que ver con los barristas, creo que es conveniente recordar el hecho de que son cientos de miles los j?venes que est?n en similar situaci?n de ?desenganche? de la sociedad. Y no solamente en las zonas urbanas, sino que tambi?n en las rurales. ?C?mo lo expresan los propios actores?. De esta manera: "-En el estadio buscamos nuestro propio espacio. En los conciertos de rock hay una m?sica...pero aqu? en el estadio la cantamos nosotros. La podemos crear nosotros mismos. No es lo mismo que el ?carrete? [esparcimiento] en los bloques [conjuntos de edificios de departamentos en las poblaciones], en las plazas o en las esquinas. Aqu?, en el estadio, hay pasiones, emociones que en otra parte no encontrai. Yo lo siento muy fuerte. Hay una entrega total. Es la edad en la que uno busca jug?rsela por algo, como joven. Y el partido, la barra, nos abre un camino viable para eso. Todos se sienten bien porque tienen un lugar en el que se les deja hacer lo que quieran. Pero m?s que nada, ser part?cipes de algo que los motiva, que los llena de emoci?n; y nadie critica a nadie. Nadie siente verg?enza de expresar sus sentimientos." El joven de poblaci?n vive un medio ambiente deprivado, no solamente desde el punto de vista social, econ?mico y cultural, sino tambi?n f?sico: de infraestructura y de dise?o urban?stico. Entornos urbanos ?ridos, feos, aburridos, en donde la

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?opacidad? es lo predominante. ?C?mo se podr?a extender hacia esos medioambientes la magia y el encantamiento que dicen lograr en los estadios? Debiera ser motivo de preocupaci?n del Estado el que los j?venes sientan y expresen que s?lo pueden vivir ah?, en el estadio, lo que consideran como lo m?s fundamental para sus vidas: "-Aqu?, en el estadio, hay pasiones, emociones que en otra parte no encontrai". Es solamente en el estadio en donde pueden sentir que son: "-part?cipes de algo que los motiva, que los llena de emoci?n". El problema de la violencia se genera en una medida importante en los medioambientes poblacionales. Pienso que si para estos j?venes no hay otra "raz?n de ser" que la de estas vivencias de honda emoci?n logradas en los estadios -seg?n las declaraciones que hemos ido transcribiendo a lo largo de este documento-, podr?a ser tr?gico que, por razones de variada ?ndole, ?stas dejaran de serles posible. ?Qu? podr?a acaecer, entonces? ?Un vandalismo desatado, furioso? ?Una autoagresi?n mediante un acto ritual de autosacrificio? El que todo esto resulte ser altamente problem?tico se debe a la tard?a preocupaci?n por querer saber -o hacer notar-, el desarrollo que iban adoptando una serie de variables sociales, culturales, pol?ticas y econ?micas, hasta lograr articularse como una f?rrea malla que apres?, como un todo, a los j?venes marginales -no s?lo por la pobreza-, al f?tbol-espect?culo y a los estadios como escenario. S?lo se puede hablar de modernizaci?n cuando el esfuerzo se ha hecho sobre la base de una participaci?n social, pol?tica, cultural y econ?mica de y para la sociedad entera. Distinci?n necesaria para definirnos como sociedad moderna o sociedad en proceso modernizante. 2.- Un reclamo por acontecimientos. Lo que se encontr? sorprendente en un acontecimiento como el del estadio Heysel de Bruselas, en 1985, no fue ?nicamente la violencia, sino, mayormente, "que esa violencia fuera ?mundializada? por la televisi?n, la violencia disfrazada por la mundializaci?n...[As?]Todos nosotros somos c?mplices en la espera de un libreto fatal, aunque nos sintamos conmocionados o alterados cuando se escenifica. Se dice que la polic?a no hizo nada para prevenir el estallido de violencia, pero lo que no puede prevenir ninguna polic?a es esta especie de v?rtigo, de solicitaci?n colectiva del modelo terrorista." Pienso que tambi?n puede ser conceptualizada como una complicidad por solicitaci?n conciente o inconciente de hechos violentos..."No es un enfrentamiento de fuerzas hostiles, un choque de pasiones antagonistas; es la resultante de fuerzas ociosas e indiferentes (de las que forman parte los espectadores inertes de la televisi?n). La violencia de los hooligans es una forma exacerbada de la indiferencia, que encuentra tanto eco porque juega con la cristalizaci?n homicida de la indiferencia. M?s que un acontecimiento, esta violencia es, en el fondo, al igual que el terrorismo, la forma explosiva que adopta la ausencia de acontecimiento (8)."

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La ausencia de acontecimientos significativos en los medioambientes de gran parte de los j?venes barristas, que no es otra cosa que el resultado de la ausencia de pol?ticas culturales y recreacionales a nivel poblacional, los llevan a vivir los encuentros sociales en la poblaci?n como preparativos del ?gran momento? que se vivir? en tal o cual partido. Hay una preparaci?n mediante las conversaciones que identifican y anticipan los momentos de mayor emoci?n que podr?n vivir en el estadio. Hasta el mismo d?a, antes de partir hacia el estadio, se ha estado en una ?preparaci?n? de los ?nimos: el intercambio de anticipaciones, y el consumo de alcohol y de droga. En una din?mica de grupo realizada con j?venes hinchas de clubes de f?tbol, se dieron las siguientes opiniones relativas al tema: "-Quiz?s el deporte, el f?tbol o los conciertos, son la ?nica expresi?n libertaria de los j?venes hoy en d?a. Es por eso que en ellos se invoca un valor supremo. Yo creo que en las barras se est?n reventando, pero en serio. All? todos ?le hacen? [se drogan]. Da pena que la energ?a de la juventud se est? gastando, desperdiciando, en esos escenarios. Podr?a ser utilizada en la sociedad. Yo creo que los j?venes ya se aburrieron de tratar de hacer el cambio general de la sociedad. Ibamos a hacer el cambio juntos , y despu?s no lo pod?s hacer y te quedai ah? no m?s. Cuando en el '89 nosotros salt?bamos, yo saltaba vi?ndome en La Moneda, ?sa era la estrategia de mi salto. O viendo a Chile en La Moneda. Pero hoy en d?a es otro el contenido del salto." 3.- Lo joven: un proceso de ?peninsularizaci?n?. Fellini comentaba que "s?lo un delirio colectivo puede habernos hecho considerar como maestros depositarios de todas las verdades a chicos de quince a?os". Ser?a injusto pensar que ?ste manifestaba con esa frase una malquerencia u odiosidad en contra de los j?venes. Seguramente, apuntaba a que a la juventud la hab?an convertido en un tipo de pueblo ind?gena a conquistar. Y eso de parte del Mercado, que desde hace tiempo ha venido volcando todos sus mecanismos publicitarios para convencerlos a ellos y al mundo entero, que son lo ?nico digno de imitaci?n, si no de habitar este planeta. Detr?s de esta idolatr?a est? la b?squeda de nuevos mercados para el consumo. Ahora vemos que son los ni?os el nuevo pueblo objeto de conquista por el Mercado. Los j?venes se han convertido en un modo de vida se?ero a?n para los viejos..."protegidos de la influencia familiar por la instituci?n escolar y del ascendiente de los profesores por ?el grupo de los iguales?, los j?venes han podido edificar un mundo propio, espejo invertido de los valores circundantes. Relajamiento del jean contra convenciones indumentarias, historieta contra literatura,... la cultura rock para la cual el feeling domina sobre las palabras, la sensaci?n sobre las abstracciones del lenguaje, el "clima" sobre las significaciones brutas y de un acceso racional. Las guitarras est?n m?s dotadas de expresi?n que

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las palabras, que son viejas (poseen una historia), y por tanto hay motivo para desconfiar de ellas...Y los j?venes se sienten tanto menos propensos a trascender su grupo de edad (su ?bio-clase? como dir?a Edgar Morin) en la misma medida en que todas las pr?cticas adultas inician, para ponerse a su alcance, una cura de desintelectualizaci?n; es el caso de la Pol?tica, donde se puede observar c?mo los partidos en competici?n por el poder se afanan id?nticamente por ?modernizar? su look y su mensaje, al mismo tiempo que se acusan mutuamente de ser ?mentalmente viejos?)".(9) El problema no est? en un ?nfasis o preferencia por la sensibilidad, por el feeling o la emoci?n, sino porque se plantea como la negaci?n absoluta de lo Otro. Podemos estar de acuerdo en que este tipo de razonamiento corresponde a pensadores del mundo del desarrollo y se dirige, fundamentalmente, a la situaci?n de los j?venes de dicho mundo. Pero no ser?a del todo in?til si lo vamos teniendo en cuenta para los an?lisis sociales o pol?ticos en los se encuentren involucrados nuestros j?venes. Muy cerca nuestro podemos escuchar algunas declaraciones de personas adultas diciendo que: "hay que mirar hacia adelante. No nos quedemos en el pasado." Sin entender para nada el hecho de que para los j?venes, lo ?nico que seguir?a justificando la existencia de nosotros, los adultos, en el planeta que ellos habitan, es precisamente que poseemos una historia, el poder entregar una ?ra?z cultural? para cuando ellos la necesiten. Y al vernos tratar de invadir el futuro, que seg?n entienden les pertenece a ellos, para construirlo sin ellos, dan vuelta la espalda a los proyectos, prefiriendo ignorarlos y seguir viviendo ?el aqu? y el ahora?. Pero identifican el fen?meno, aunque de la manera en que lo explicitaba un graffitis que estuvo expuesto a lo largo del muro exterior del Estadio Nacional, por m?s de un a?o: ?Los viejos tienen todo el puto poder?. PARTE SEGUNDA I. ETNOGRAFÍA DE UNA ¿BARRA BRAVA? EN ACCIÓN.

1. ANTECEDENTES La etnograf?a la realic? durante un partido del f?tbol profesional, entre los equipos del club de la Universidad de Chile y del club Palestino. Este se llev? a cabo el jueves 13 de Mayo de 1993, a las 20 horas. El primero de ellos deb?a ganar este partido para poder mantener su opci?n en el grupo en el que compet?a. El grupo era liderado por el club Temuco con 9 puntos, luego estaba Palestino con 5 puntos, despu?s la U. de Chile con 3 puntos y, finalmente, ?ublense con 0 puntos. Esta etnograf?a corresponde a la segunda parte de un diagn?stico antropol?gico realizado sobre las ?barras bravas? y de la violencia ligada al futbol. En lo que sigue, tal como lo se?alo al principio del documento, no hay dudas de que en la experiencia de mi observaci?n me v? envuelto en un ?campo intersubjetivo? de insospechada fuerza y emotividad. Y no fue un asunto de opci?n elegida.

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2. EL RELATO Dos horas antes de comenzar el partido, se encontraban unas pocas personas en las grader?as debajo del marcador, en la zona sur del Estadio Nacional, sector que ocupan los miembros de la barra de "Los de Abajo". Poco a poco se va juntando m?s gente. Unos j?venes se encuentran colocando unos lienzos, cinco en total, en el sector sur, desde la parte alta en donde est? el marcador electr?nico hacia abajo hasta el sector de las rejas, en donde son amarrados. Llevan los colores de la ?U?: rojo y azul. Algunos muchachos, de no m?s de dieciseis a?os, corren de arriba a abajo por las grader?as empuj?ndose entre ellos, pero sin pretender hacer caer a nadie; pasan cerca m?o y noto que por lo menos uno est? visiblemente borracho. Desde la entrada del estadio, el Tam-Tam del Bombo anuncia su llegada. Lo veo emerger desde una de las bocas que conecta las escaleras que suben desde los corredores que van por debajo de las grader?as, hasta la entrada al sector en donde est?n ubicados los hinchas de la ?U?. Detr?s del Bombo, acompa??ndolo con gritos, cantos y golpeando las palmas de las manos, vienen unos 60 j?venes que pertenecen a un rango de edad que va desde los 12 hasta los 25 a?os. Se porta el Bombo como si fuera el ?Santo Grial? que har? posible y dar? sentido a la ?liturgia? que se representar? durante los 90 minutos del partido. Algunos gritan ?Ce-ache-?, Chi-le, chi-chi-chi,le-le-le, Universidad de Chile! Dale, dale, dale, le?n, dale..En las galer?as veo matrimonios j?venes, con sus hijos, a los que les han comprado banderines, cintillos y gorras con s?mbolos de la ?U?. Los ni?os son los primeros que agitan sus banderas. Tambi?n se ven j?venes solos, con vestimentas que hacen pensar que se vinieron directamente de la oficina al partido. El equipo de Palestino entra a la cancha por la ?manga? de pl?stico que se implementa, transitoriamente, para que los jugadores que ingresan al campo no reciban los proyectiles lanzados desde las galer?as (piedras y botellas vac?as, generalmente). Se escuchan unos pocos silbidos desde la ?barra azul?; se nota que lo importante en el partido no va a ser el contrario, sino el equipo ?azul?. Se cantan estrofas cortas que se usan para llamar al equipo a que entre a la cancha: "Vamos, vamos leones, salgan campeones... " "Cuando el Bulla sale a la cancha se levanta el clamor popular el estadio se pone de pi? y la hinchada empieza a cantar." "Porque te quiero tanto te vine a ver, porque te quiero tanto te vine a alentar, sale Bulla de mi pasi?n te llevo dentro de mi coraz?n." Como respondiendo al llamado, ingresa por la ?manga? el equipo de la Universidad de Chile, el equipo ?azul?. Algunos de sus jugadores, nom?s de siete, se acercan al sector en donde est? la barra y levantan los brazos, salud?ndola. Es

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un gesto de reconocimiento, pero que noto muy mezquino, desabrido. Es una migaja que no dir? en absoluto con la entrega y el esfuerzo f?sico y emocional que les ser? ofrecido por los barristas. La barra no nota o no hace caso de este desapego y saluda a su equipo gritando con entusiasmo. Ellos se autodenominan como "bullangueros", en el sentido de revoltosos, bulliciosos. Y el t?rmino ?Bulla?, una derivaci?n del anterior, lo utilizan para designar al club. Los vendedores interrumpen de vez en cuando la vista de lo que ocurre en la cancha, al pasar por entre las grader?as gritando sus mercanc?as: man?, sandwiches de palta y jam?n, bebidas, gorros, banderas e insignias de la ?U?. Toda la actividad de los gritos, cantos, saltos, etc. surge del n?cleo de la barra, el llamado ?pozo? en donde se encuentran unos doscientos j?venes. Yo me he ubicado cerca de ellos. Los j?venes barristas son ordenados y dirigidos por los l?deres a cargo del Bombo. Este va a ser tocado por lo menos durante unas dos horas, desde la llegada al estadio hasta que se sale de ?ste. Sobre el muro divisorio que hace la separaci?n del n?cleo inferior de la barra hasta donde se ubica el Bombo y las cajas de percusi?n, se encuentran parados una treintena de j?venes, que van formados en un orden de pecho con espalda, desde la izquierda hacia la derecha hasta llegar al Bombo y desde la derecha hasta la izquierda hasta llegar al otro lado de ?ste. Ambos grupos convergen hacia el Bombo, y desde ah? incentivan a los hinchas del equipo de la U. a cantar y a gritar. Los j?venes que est?n parados sobre el muro, y cuya edad promedio no debe ser m?s all? de dieciseis a?os, casi no miran el partido. Su funci?n es levantar el ?nimo de los rezagados, de los remolones. Son los que ?recogen? los gritos y cantos desde el ?pozo? y los transmiten hacia los que se encuentran fuera de ?ste. Algunos demuestran su desesperaci?n al ver que los hinchas no se contagian con el entusiasta e incesante saltar, cantar y gritar de la barra durante el partido, el que ya se ha iniciado. Como un juego, la barra de "Los de Abajo" comenz? a darse de topetones entre ellos, a veces produciendo choqes bastante violentos, pero como una gracia, una forma de demostrar su alegr?a. Esto se hac?a al ritmo de un canto: -"Mov?te loco, mov?te...", sin duda alguna de influencia argentina. Adem?s, algunos se llevaban a la boca una ?petaca? que, presumiblemente -seg?n mis ayudantes-, conten?a pisco. Dos muchachos subidos al muro, cercanos al Bombo, gritan y hacen gestos de reconvenci?n hacia la hinchada. Muestran caras de desesperaci?n, de angustia al ver que no logran hacer saltar y palmotear a una hinchada todav?a renuente; sus camisas est?n mojadas de sudor por su continuo saltar al comp?s del Bombo; impresiona su ronquera, que es el resultado de haberse ?hecho tira la garganta? gritando y cantando: "Muchas veces fu? Preso y muchas veces me romp? la voz, yo al Bulla lo quiero, lo llevo dentro del coraz?n."

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Parecen notar mi quietud. Yo me siento obligado a saltar y a gritar m?s o menos lo que les he escuchado. Me duelen las piernas y vuelvo a sentarme, mientras ellos insisten en que todos participen. Apuntan con el dedo a la hinchada y les gritan: "?Qu? les pasa, huevones! ?M?rennos como estamos...y Uds.?" En todo este tiempo la barra, esa del sector inferior, la del ?pozo?, produce y hace emerger una energ?a impresionante. Energ?a envolvente que me arrastra a emociones y sentimientos de gran intensidad. Es esta energ?a la que moviliza a todo el estadio. Los hinchas, levant?ndose y sent?ndose alternadamente, hacen olas que recorren gran parte del estadio. Y ?ste me aparece como un enorme barco. Y el sonido del Bombo se asemeja a como deb?a sonar el mon?tono Tam-Tam que en las galeras concertaba la acci?n de los galeotes encadenados a sus bancas. Los barristas del ?pozo? son los forzados, los marginados echados a galeras: reman con sus saltos, sus golpes de mano, sus gritos y cantos, bajo la mirada severa de los c?mitres, de los capataces, de los encargados del Bombo. Durante 90 minutos se cantan esos ?mantras? llamando al ?suceso?, peque?o y fugaz, de una pelota de cuero inflado, de no m?s de 15 cmts. de circunsferencia, que aprovecha el descuido o la incompetencia de un simple mortal y se cuela por un rect?ngulo hasta quedar cogida en una malla. C?mitres y galeotes se han atado a una emoci?n que no los suelta, que no los soltar? hasta el final del partido, marionetas de un drama que los hace vivir una felicidad que en ninguna otra parte encontrar?n, o sabr?n buscar. Y se produjo el gol de la ?U?. Un s?lo grito y una carrera fren?tica hacia las rejas. Fue como una estampida de todos los barristas del ?pozo? que buscaron las rejas para golpearse en ellas, para quedar colgados de ellas. Una ola de cuerpos que buscaban desesperados llegar a ?latigarse? en las rejas, en un acto de sacrificio, de sentir un dolor que compensara la dicha, de purgar una felicidad, para as? poder ganar el derecho a otro instante similar; a gritar y tratar de tocar con las manos ?algo?, un algo fugaz que estuvo ah?, en la cancha, esa jugada que ya no est? y que hizo tronar a todo el estadio, a toda la hinchada que exced?a en mucho a los barristas, porque ah?, entonces, todos gritaron el gol. Y ese atronar me lleg? como un grito inhumano, como la voz de alg?n Dios. No era fantas?a el que viera a los barristas parados sobre el muro y a los encargados del Bombo como los oficiantes, los sacerdotes de una liturgia que buscaba denonadamente producir el gol. No por el gol mismo ni por el triunfo, sino para hacer sentir la voz de un Dios, ah?, en el estadio. Voz que fue recogida por las redes del circuito electr?nico y llevada hacia todas las pantallas de televisi?n; que fue recogida por los sat?lites y de ah? al mundo entero. Como cuando exclam? el Rey: "-...y que el timbal anuncie al clar?n, el clar?n al artillero lejano, el ca??n a los cielos, y los cielos a la tierra: ?ahora brinda el Rey a la salud de Hamlet?." Fue realmente impresionante la reacci?n. Y me asust?. Me encontraba en otro mundo en donde pod?a pasar cualquier cosa. Sent?a que hab?a traspasado al otro lado del espejo de mi mundo. Trat? de dejarme ir, de sentir la marejada violenta de esa energ?a que brotaba del ?pozo? en donde estaba el n?cleo fervorizado de la barra. Ah?, unos y otros segu?an abraz?ndose, felices, sin atinar

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a quien se estrechaba en los brazos; por lo dem?s, hab?a l?grimas que no dejaban ver bien al otro. Todo lo anterior dur? solo algunos minutos, y luego recomenz? el ritual de la espera, de la preparaci?n de otro instante similar. La barra ten?a que impulsar a trav?s de sus gritos, saltos, golpeteo de manos y cantos, que se repet?an una y otra vez, hasta veinte veces lo mismo, para que saliera otro gol, otra vez una pelota peque?a que impulsada por un pie igual de peque?o, entrara por un cuadril?tero y llegara hasta una red; ese gesto, ese acontecimiento que en s? no val?a nada, era el que gatillar?a el sonido de trueno que emanar?a del volc?n del estadio, llenando ese y otros espacios, una voz tonante de alguien sobrenatural que solo as? se pod?a hacer presente. Los gritos, el golpear de manos y los cantos, segu?an emanando y transmiti?ndose desde ese ?pozo-caldero? productor de energ?a. Ah? se llevaba a cabo lo m?s importante del partido, desde ah? se dirig?a el impulso de los jugadores, desde ah? saldr?a el gol; ellos eran los protagonistas de todo el acontecimiento. Y cantaban: "Vamos azules que tenemos que ganar esta hinchada no te deja de alentar." "Jam?s, jam?s te dejaremos Bulla; lo digo con orgullo: ?T? eres mi pasi?n!" Hubo otro gol de la ?U?, y sucedi? lo mismo. Pero yo ya estaba preparado y trat? de disfrutar la magia y el encantamiento que ?ste produc?a. Y luego vinieron los goles del empate de Palestino. En el primero escuch? a alguien gritar: " -?Turco conchas de tu madre!" Seguramente en contra del que meti? el gol a la ?U?. Pero no son? como un insulto que presagiara desmanes en contra del equipo contrario. M?s me pareci? Una reconvenci?n contra alguien que ha entrado a una fiesta a la cual no ha sido invitado. Y aqu? se not? la diferencia considerable entre la hinchada y la barra. Mientras la hinchada se empez? a sentar, a desesperarse, a no gritar, a desentenderse, la barra redobl?, si fuese posible, sus esfuerzos en apoyo al equipo. Gritaba m?s y m?s comprometidamente, y cada canto era una declaraci?n de lealtad, como aqu?lla: "No me importa lo que digan lo que digan los dem?s yo te sigo a todas partes cada vez te quiero m?s..." Cada grito era un aliento generoso al equipo; y hubo cantos que declaraban sencillamente su amor, su lealtad a toda prueba, hasta la muerte. Especialmente uno que expresaba una calidez, una ternura y una entrega que me emocionaron hondamente; cantado con una sencillez incomparable: "A pesar de todo yo estoy aqu?... Porque soy de Abajo muero por t?..." Durante el a?o 1989 nace la barra de "Los de Abajo". Justo en la situaci?n adversa en que el equipo desciende a segunda divisi?n. En ese partido con Cobresal, que la U. perdi? y que le vali? el descenso, ah? se sell? un compromiso entre "Los de Abajo" y el club. Un compromiso que se sacraliza con la solemnidad de un ritual, en el cual, entre sollozos, los j?venes y jugadores se juraron lealtad para siempre. ?Cu?nta fuerza tuvo eso?. "Los de Abajo", como eljoven Orfeo, juraron acompa?ar a Eur?dice hasta el Hades, y traerla de vuelta desde el

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Infierno. Un a?o durar? el exilio en el Infierno. El compromiso de lealtad y amor se cumpli? y se sell?, por lo menos por parte de los j?venes, para siempre. Recuerdo lo que nos dijera un miembro de la barra de "Los de Abajo" sobre lo anterior: "-El a?o que la ?U? estuvo en segunda divisi?n fue el a?o que m?s fui al estadio a apoyar al equipo. Ah? nacieron "Los de Abajo", ya que la barra oficial no ten?a la garra suficiente para ?levantar? al equipo y llevarlo a primera divisi?n. Hab?a que sacrificar pulmones y gargantas y para eso se necesitaba amor. Sentimos el ascenso a primera divisi?n como nuestro ascenso." Y el mito se instal? para fijar para siempre lo que all? ocurri?. Porque merec?a y acreditaba una leyenda. Y as? la sent? cuando me la contaron. ?Mito de muerte y resurrecci?n? Triple mito. Mito de muerte, de resurrecci?n y mito de origen. El primero sell? los lazos entre ese grupo de j?venes sollozantes, no muy numerosos, y el equipo que deb?a descender a los infiernos. Pero tambi?n el sacrificio de los j?venes, algunos casi ni?os, que se comprometieron a morir con ellos. No a esperar el retorno, sino a acompa?ar al equipo en su viaje a las profundidades durante todo un a?o. Hubo jugadores que no participaron de pleno en el ritual porque se encontraban tirados en el pasto de la cancha, llorando. O, tal vez, era el rol que les estaba destinado en la escenificaci?n de la tragedia. Entonces, el mito legitim? el nacimiento de "Los de Abajo" como barra oficial del equipo. Equipo que los necesitaba y los requer?a para poder resucitar y regresar de la muerte. De este modo, el equipo ?azul? se daba el lujo de obtener un amor y una lealtad que s?lo los faraones del imperio antiguo lograban al llevarse consigo a esposas, parientes y cortesanos a la tumba. Ellos, los j?venes, quieren morir para resucitar juntos en la victoria sobre la muerte: "-Llor? como un ni?o, y junto a unos amigos juramos seguir siendo ?azules? para siempre." El acontecimiento queda, entonces, fijado en el colectivo y se incorpora, mejor dicho, se encarna en lo m?s hondo de cada uno de los participantes en ?l. Una doble referencia como concurrentes diferentes a un acontecimiento sacralizado por cada mito. Acontecimiento que crea una exigencia de atadura invisible de la que cada uno se vivencia como totalidad junto a los otros. Y el estadio tron? de nuevo. Respondi? a los esfuerzos de esos "suplicantes" con un tercer gol para la ?U?. Y el desborde fue de locura. La estampida hacia las rejas fue a romperse, a machucar sus cuerpos; ellos corr?an al ritual del sacrificio mientras el Se?or Tonante transmit?a a las afueras del estadio y al mundo entero que se hab?a dado de nuevo la ocasi?n para que El hablara. J?piter tonante que se apodera de la "voz de Dios": "-?Es Jehov? que truena desde el cielo!" exclamar?a el salmista. Hubo lesionados en esa ofrenda de sus cuerpos flacos, macilentos, golpe?ndose contra las rejas de fierro. ?Pero a qui?n le importaba? No a ellos, precisamente. Estaban ocupados en demostrar su hermandad mediante abrazos y besos; la hinchada con los que estaban subidos al muro, y ?stos con los de la barra ubicados en el ?pozo? . Un carabinero se hizo notar y ah? me d? cuenta que ellos hab?an estado siempre ah?, con sus perros, cuidando algo. ?Pero qu?? No era lo que

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estaba sucediendo, pues eso no era objeto de cuidado. Solo estaban ah?. Un muchacho pas? saltando y cantando su j?bilo cerca de uno de los carabineros; el perro que ?ste sujetaba se espant? y lanz? un mordizco. V? que le hab?a cogido de pasada el brazo. El muchacho se detuvo, asombrado, y se levant? la manga. Corr?a un hilillo de sangre. Mir? al perro y luego al carabinero, se baj? la manga y sigui? su camino hacia la barra de ?Los de Abajo?, saltando y cantando nuevamente. Sent? que algo debi? haber llenado el vac?o que se produjo, algo que resta?ara el equ?voco, tal vez una disculpa que cruzara el abismo. Y la barra hab?a vuelto a su canto en el que ofrec?a su entrega, su amor y lealtad a toda prueba, sencillo y hermoso en su contenido. Pero m?s a?n en la forma en que era cantado: "A pesar de todo yo estoy aqu?... Porque soy de Abajo muero por t?..." Palestino no quer?a soltar la presa. Volvi? al ataque y empat? de nuevo. El partido se pon?a al rojo. Y de nuevo se produjo la misma din?mica. La hinchada se desmoron?, se sent?, dej? de saltar y de gritar. Gestos de impaciencia y de desaprobaci?n. Mientras la barra segu?a los mandatos del Bombo que marcaba los cantos y gritos, saltos y palmadas, cada vez con mayor ah?nco. Y los muchachos parados en el muro, los ojos llorosos, ped?an a gritos que se acompa?aran los cantos. Algunos se hab?an sacado las poleras sucias y sudadas en esa noche de Mayo, noche fr?a de oto?o. A quince minutos de finalizar el partido, vi entrar al sector donde se encontraba la barra y los hinchas de la “U”, a una centena de j?venes. Mis ayudantes me informaron que a esa hora se abr?an las puertas del estadio para que pasara la gente que no hab?a podido entrar por falta de dinero para pagar la entrada. Y casi ah? mismo vino el gol del desempate de la ?U?, el 4-3. ?Ah! ?Qu? delirio! Bastar?a ahorrarse palabras y elevar al cuadrado lo que hab?a observado en los tres goles anteriores. El estadio se levant? al un?sono, desde el sector de la barra al de la hinchada, hasta las tribunas. La barra entera se fue a las rejas, los gritos, los saltos, las palmadas, los abrazos, todo de una vez y para siempre.

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Nadie pod?a dejar de sentirse preso en ese impresionante regocijo colectivo. Y ah? de nuevo el canto, la salmodia que rememora los sucesos de un tiempo m?tico, cuando se estaba en los infiernos y se declaraba el amor a toda prueba de los h?roes al pueblo amado, al pueblo castigado: “A pesar de todo, yo estoy aqu? (contigo, en el infierno, sufriendo la humillaci?n y las penurias; cumpliendo la pena impuesta por los “Seres Malos ”). Porque soy de Abajo, muero por t? (la ofrenda de la vida, el sacrificio de s? mismo para liberar a su pueblo, al equipo azul y a la instituci?n, de la muerte). ?Qu? m?s podr?a decir para explicar lo que siento en este participar-ajeno de un ritual que reci?n se me descubre? Esos ni?os, los del muro, los suplicantes, no pudieron vivir el acontecimiento. Lo que hacen es llevar a cabo el ritual para reintegrar y reintegrarse en ese tiempo extraordinario. Porque al evocar el suceso primordial se es co-existente en el “tiempo sagrado” y se comparte junto con todos los actores que le dieron carne; con los vivos y los muertos que lo vivieron. As? revive el descenso: mito de muerte; el ascenso: mito de resurrecci?n ; y la presencia de los h?roes que realizaron la haza?a y legitimaron a la barra de “Los de Abajo”: mito de origen. Tres mitos que se subsumen en un Gran Mito. Y ?ste se vive como si fuese una experiencia “religiosa”. Entonces, ya no se est? en el mundo ordinario, en la opacidad de los acontecimientos cotidianos de la poblaci?n, en la pobreza, en el noreconocimiento. Inmerso en la “atm?sfera sagrada”, siento que son ellos los que, mediante el ritual que ejecutan, impiden que el equipo azul regrese al mundo subterr?neo, a la humillaci?n de los “potreros”. Ellos parecen saberlo; pero el equipo s?lo lo intuye. Y desde ese momento la barra estuvo al acecho. Gritaba y ?azuzaba? a sus gladiadores para que no dieran tregua a los Otros, al Enemigo que quer?a robar el triunfo. Cada minuto, cada segundo que faltaba para el pitazo final se sent?a que pasaba lento, con una lentitud angustiosa. Y cada barrista la mirada fuerte, ?ojeando? al contrario para invalidarlo, para que no traspasara m?s all? del ?rea grande, que era lo que ellos le permit?an. Hasta que son? el pitazo final. De pronto, me d? cuenta que un grupo considerable de carabineros hab?a subido con sus perros hacia la parte de arriba del sector sur, y una cantidad no menos considerable comenzaba a subir con sus perros desde el sector de las rejas. Igualmente, desde ambos costados del sector en donde estaba la hinchada y la barra de "Los de Abajo". Parec?a una ?operaci?n embudo?. Y aquellos que hab?an tocado el cielo con sus manos, aquellos que hab?an despertado de su letargo a J?piter Tonante por cuatro veces consecutivas, aquellos que hab?an vivido el ?xtasis de ?su? triunfo fueron devueltos a las profundidades. Poco a poco, el cintur?n de carabineros los hizo ir hacia la bajada que comunica las galer?as con los pasillos que van por debajo de las grader?as. Me pareci? un regreso al infierno. Era la expiaci?n de los oficiantes y de los

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feligreses por haber alcanzado esos momentos de exaltaci?n, por el ofrecimiento de un s? mismo que no tiene otro lugar en donde darse con tal intensidad que ah?, en el estadio, en el ?pozo?. Parec?a cierto que en ninguna otra parte pod?a generar un grupo de cientos de muchachos una energ?a de esa naturaleza. Uno de ellos lo expresaba de esta manera:

Imagen (C) cortes?a de Alberto Gonz?lez

"-Ser de "Los de Abajo" es libertad, lucha, entrega, amor, solidaridad. Las cosas m?s humanas est?n en la barra: las ganas de gritar, de bailar, de saltar, la dignidad de perder y seguir cantando, orgullo de ser "Azul". Cuando se va perdiendo se canta: `Aunque ganes o pierdas, no me importa una mierda, porque soy bullanguero'. Y se repite cada vez m?s fuerte , vibra la garganta, porque "estai" casi llorando. Se siente algo cuando se canta en un tono amargo, como que "cantai" para no llorar. En realidad, es m?s que una pasi?n, son sentimientos. Est? la libertad, porque puedes hacer ah? en la barra gran parte de las cosas que tu "quer?s" hacer. En otras partes no puedes consumir drogas, no "pod?s" beber pisco, por lo menos no de la manera en que se da ah? la cosa...son las ganas de ser feliz, ser feliz cantando. Una de las pocas veces que t? eres feliz, es en el estadio. Una vez a la semana "ten?s" la posibilidad de ser feliz en el estadio. No es igual que las otras cosas. Ser de la ?U? es pertenecer al color azul, es un color especial, de vida. Claro, la Tierra es verde, pero qu? es la Tierra si el Universo entero es azul." Y junto con ellos, paso a paso, me dej? conducir hacia las calles interiores que llevan hacia la salida del estadio. Ellos, a veces saltando, otras cantando, iban acompa?ando al Bombo para depositarlo en la sede del club. Los caballos dejaban marcas de baba en los cabellos y en las casacas de los barristas. Miradas de reojo, de molestia, de impotencia. Luego, al escuchar algunas grabaciones pude entender el resentimiento que los j?venes declaraban. No acusaron la humillaci?n a que fueron sometidos. Ah? se era culpable por ser lo que se era: de "Los de Abajo". Pienso que la Fuerza Policial cumpl?a una estrategia, pero era evidente que ?sta no deb?a ser extendida a cualquier joven ni a cualquier partido. Ah? no se anunciaba nada, ni por las caracter?sticas del partido ni por los contendores. Y de nuevo me surge la pregunta. ?C?mo puede un grupo as? derivar a acciones vand?licas o de guerra a muerte contra "los Otros"? Estimo que solo mediante ?gatilladores? externos o acciones de ?infiltrados? dentro de las barras o que se incorporan durante el proceso de salida del estadio. Lo que s? es claro que los barristas quedan en un estado de alta vulnerabilidad y sugestibilidad, como he se?alado y analizado anteriormente (v?ase p?gs.19 y 22).

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Escucho de nuevo esa estrofa que "rompe el alma", por el contenido, por la forma de cantarla en la cual las vocales se ralentaban, la "o" se "entubaba" transform?ndose en una ?o? mestizada por una ?u?; y el tono pla?idero que ven?a desde dentro, desde las v?sceras: "A pesar de todo yo estoy aqu?... Porque soy de Abajo muero por t?..." Noto una ansiedad en los barristas por no perder las emociones y sentimientos ganados en el estadio; de no abandonarlos y perderlos. La idea es la de cuidar lo acontecido de manera de seguir vivi?ndolo; como quien disfrut? una flor y desea llevarse consigo su perfume, su color, su lozan?a. Pero las condiciones en que se realizaba la salida, presionada por el fuerte olor de los caballos de la polic?a, hac?an imposible cualquier sue?o de esa naturaleza. Entonces, hab?a que esperar hasta el otro partido.

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