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José María Blanco Núñez LA INTERVENCIÓN DE LA MARINA ITALIANA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA* 161 Antecedentes Inmediatos Es elemental, pero conviene

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José María Blanco Núñez

LA INTERVENCIÓN DE LA MARINA ITALIANA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA*

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Antecedentes Inmediatos Es elemental, pero conviene recordarlo, el Mediterráneo tiene dos puertas y aunque malas de guardar, entonces, antes de la Segunda Guerra Mundial, lo estaban por el Imperio Británico que además las enlazaba con una cadena de bases Gibraltar-Malta-ChipreAlejandría. Lo diría claramente el Duce, desde el balcón del palacio Venecia, el día 10 de junio de 1940, cuando anunció, tras esperar a que Alemania liquidase a Polonia y a Francia, la entrada en una guerra que creía prácticamente terminada:

Por otro lado, Mussolini, volcado en su guerra de Abisinia (1936), había abandonado sus intentos precedentes de atraerse a los monárquicos y falangistas españoles, preocupado, como estaba, con la posibilidad de rompimiento con el mencionado «portero». La victoria en Abisinia, que amenazaba a la puerta oriental, no fue gratuita, la popularidad del Duce llegó al paroxismo, pero las arcas del Tesoro italiano quedaron bajo «mínimos».

Con el Referendum popular se legitima la unión coactiva; el Duce abarca a todos, encarnando sus aspiraciones, en el tránsito del régimen de representación al de identidad.

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«Empuñamos las armas para resolver… el problema de nuestras fronteras marítimas. Queremos romper las cadenas de orden territorial y militar que nos sofocan en nuestro mar, porque un pueblo de 45 millones de almas no es verdaderamente libre si no tiene libre acceso a los océanos».

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Tras las elecciones españolas de febrero de 1936, Mussolini temió que los Gobiernos de los Frentes Populares español y francés, formarán un eje antifascista, que podría dejar a Italia encerrada políticamente, estratégicamente, repetimos, ya lo estaba. Y como ayuda a liberarse de las cadenas de ese encierro, esperaba poder utilizar eventualmente bases aeronavales en las Baleares, que amenazarían el tráfico del Midi francés con las colonias magrebíes (Túnez, Argelia y Marruecos-Sur), en caso de conflicto mundial, al tiempo que servirían para flanquear ofensivamente la derrota inglesa de Gibraltar a Malta, aunque los estrategas navales italianos dudaban de la necesidad de esas bases pues Sicilia y Cerdeña les parecían suficientes.

Además, a pesar del Eje RomaBerlín todo el mundo, recordando la Primera, dudaba del bando en que formaría Italia en la Segunda, hasta que el Duce dijo aquello: «No podemos ser los eternos traidores». Incluso el embajador Cantalupo1 ha escrito que Ciano le dijo, cuando lo recibió para explicarle su designación como Embajador en Salamanca:

«Yo soy anglófilo, tú has colaborado con los ingleses en Egipto. Lo que intentamos es vencer para siempre la psicología de las sanciones». También cabe señalar, y esto es novísima aportación historiográfica, que Italia, como muchas otras naciones, notablemente los E.E.U.U., puso velas a Dios y al iablo. Dimas Vaquero en su recién publicada tesis

doctoral2 relata el envío de ciertas remesas de material de guerra italiano en buques mercantes con destino a la República española. Sea como sea, las noticias del Alzamiento se recibieron en Roma con sorpresa, se abordaron con cautela y se analizaron con lupa las actitudes de Francia e Inglaterra. Autores italianos actuales, no dudosos de fascistas, aseguran que la ayuda de León Blum a la República precedió a la de Mussolini a Franco, y el Duce, tras rehusar por dos veces3 las angustiosas peticiones de los alzados, aceptó hacerlo, como nos ha dejado escrito dicho embajador Cantalupo, a la tercera. Para todo lo que se refiere a la Guerra Civil Española es necesario señalar las personas y organismos

El nuevo embajador de Italia en la Santa Sede, Conde Galeazzo Ciano, al salir, con los miembros de su embajada, de presentar las cartas credenciales al soberano Pontífice. Foto: Cifra.

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Otro aspecto que quizás influyó decisivamente en la decisión de Mussolini de actuar en la guerra civil española, fue la persecución sufrida por la colonia italiana en las ciudades republicanas, por parte de los extremistas de izquierdas. Sobre todo la de Barcelona, donde fueron ejecutados varios compatriotas, a donde, como hicieron otras naciones en los distintos puertos de la República, se enviaron buques de guerra a evacuarlos. La Marina italiana evacuó 9.000 personas, entre italianos, españoles y otros extranjeros, de dichos puertos en el verano de 1936.

La Ayuda naval Y MORAL Italiana Es imposible, en el espacio de que disponemos para esta conferencia, referir todos los pormenores de la inmensa y variada ayuda recibida de la Marina italiana, pero al menos diremos algo de los puntos siguientes: De los gobiernos que apoyaron al bando nacional, el italiano fue el

más decidido en la defensa de su causa, tanto en los foros internacionales como en los diplomáticos. La firma de un protocolo secreto de ayuda y cooperación, entre FrancoMussolini, en fecha 28 de noviembre de 1936, el posterior reconocimiento del Gobierno de Franco y el envío a Salamanca de embajador en febrero de 1937, son ejemplos de ese apoyo moral. Situación en Tánger. La primera ayuda esencial, incluso anterior al envío de los doce aviones que posibilitaron la protección del Convoy de la Victoria (05-08-1936), fue la actitud italiana para salvaguardar el Estatuto Internacional de la ciudad de Tánger5, donde había fondeado la mayor parte de la escuadra republicana tras el arresto de sus jefes y oficiales y donde, gracias a esa intervención, salvarán la vida los oficiales heridos a bordo el «Jaime I». El primer buque italiano envuelto en el conflicto fue el cablero de la Marina Militar «Cittá de Milano», que se encontraba reparando cables italianos en el Estrecho y que, el 21 de julio, por orden del Presidente de turno del Comité de Tánger, el ministro italiano De Rossi, tuvo que desembarcar un pelotón de marinería armada para impedir disturbios en la ciudad. Enseguida fueron llegando buques de guerra del resto de las potencias, excepto obviamente España, y sus patrullas en tierra ejercieron la vigilancia de la ciudad durante toda la guerra. La firme defensa italiana del status tangerino impidió a la flota republicana utilizar su fondeadero, ubicado óptimamente para amenazar Cádiz, Ceuta y el vital Estrecho. El día 7 de agosto, solamente quedaba en Tánger el buque planero «Tofiño», curiosamente el primero que había llegado, y a partir de ahí solo ocasionalmente y con motivo de averías, entró algún barco republicano en esa rada.

Desde Tánger la Armada italiana protegió su tráfico en el Estrecho de Gibraltar, mantuvo una activa Jefatura de fuerzas navales durante toda la Guerra y contribuyó a las diferentes campañas que iremos analizando.

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Ayuda material. Para concretar la naval, se celebraron sendos briefings donde se concretó la colaboración germanoitaliana, el primero en Ceuta y el segundo en Cádiz. El día 10.12.1936, el almirante alemán Herman Boehm, jefe de las Fuerzas de Descubierta alemanas (insignia en el Crucero «Nürenberg»), el Capitán de Navío Ferretti, alias Sr. Rampoldi, Jefe de la Misión Naval italiana en España, el almirante D. Juan Cervera Valderrama, Jefe del Estado Mayor de la Marina Nacional y el capitán de navío (CA Pval.) Francisco Moreno Fernández, jefe de la Flota Nacional, se reunieron en Ceuta. De esta reunión escribió el CN Ferreti sobre la:

«[…] enorme necesidad de ayuda que tenía la Marina franquista, así como la dignidad de los oficiales españoles al rechazar los intentos de intromisión, tanto de italianos como de alemanes, en la conducción de la guerra, civil por desgracia, y, por lo tanto, exclusivamente española». Cervera dijo: «No nos falta quien dé órdenes. Tenemos nuestros almirantes. Falta quien las reciba. No tenemos necesidad de órganos de mando. Estamos nosotros. Lo que nos falta son los barcos. Sin embargo, si cada uno de los almirantes manda los buques de su nación no tenemos nada que objetar». La siguiente reunión se celebró en Cádiz a bordo del «Canarias» el día 30.12.1936. Asistieron Cervera, Moreno, el almirante alemán Von Fisher (insignia de su división en el

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italianos implicados en ella. En el verano de 1936, Mussolini, además de presidir el Gobierno, ocupaba las tres carteras militares. Asuntos Exteriores estaba en manos del «yernísimo» Ciano y el almirante Cavagnari era además de Subsecretario del Ministerio de Marina, Jefe del Estado Mayor. Además, existía un órgano deliberatorio y de coordinación, la «Comisión Superior de la Defensa», presidido por Mussolini y compuesto por los ministros de Exteriores, Colonias, los tres militares (en este caso el propio Mussolini), Hacienda, Corporaciones y Comunicaciones. Como Cantalupo y Bargoni confiesan, sobre todos los citados, el que «mandaba en todo» era Ciano «principal coordinador de la intervención italiana» 4.

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Llegada de las tropas italianas al puerto de Alicante. Archivo municipal de Alicante.

«Graf Spee»), y el almirante italiano Angelo Iachino6 (insignia en el «San Giorgio»).

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De esta segunda reunión Informó el almirante Iachino, elogiando a los almirantes españoles y en el ACTA de la reunión se recogen los acuerdos habidos sobre: • Colaboración informativa • Colaboración operativa con alemanes e italianos • Criterios para la conducción de la guerra marítima (Bases logística y operativas) • Normas sobre la guerra al tráfico marítimo. La ayuda de la Marina Italiana en operaciones de Guerra. A diferencia de lo que sucedió con el Ejército y la Aviación, cuyos

hombres fueron considerados legalmente voluntarios y empleados sin ocultación de ningún tipo, la Marina tuvo que actuar silenciosamente, manteniendo en secreto sus acciones ofensivas a favor del bando nacional, puesto que se hicieron actuando al margen del Derecho Internacional. Ello provocó reacciones en los mandos superiores y en los de las unidades operativas, que quizás expliquen en parte la ineficacia de sus campañas marítimas en comparación con los medios puestos en juego. La Marina italiana era, en general, anglófila y monárquica (no fascista), y de su lealtad al régimen se ha dudado mucho, como, por ejemplo, cuando el ataque inglés a Tarento. Seguramente los marinos hubiesen

querido estar, como en la Primera Guerra Mundial, del lado del Reino Unido. Algo, en su escala, parecido a lo que hizo la Marina española cuando aconsejó a Franco para que no entrase en guerra del lado alemán pues, a pesar de los arrolladores éxitos terrestres, sabía que a la larga la tenían perdida. Sea como fuere, la Marina italiana participó en el bloqueo de la costa española, en las interceptaciones del tráfico republicano en el Canal de Sicilia e incluso en el mar Egeo. En estas operaciones, que conocemos hoy en día con todo detalle, participaron 48 submarinos en 59 misiones, se siguieron 444 buques, de ellos solamente 24 se seleccionaron como blancos a los cuales se lanzaron 43 torpedos, 6 hicieron

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Además la Marina colaboró activamente y con apoyo de medios y de personal a la Instalación de comunicaciones navales en Cádiz y Baleares. En esos puertos se instalaron radios italianas y equipos de cifra alemanes. También envió material para las bases navales de Palma de Mallorca y Soller. Lo dilatado de su despliegue en España le obligó, carente como estaba la España Nacional de casi todo, a procurarse su propio aprovisionamiento en combustible (carbón y gas-oil), municiones e incluso agua destilada para calderas de sus buques.

Las operaciones de guerra abierta 1ª campaña submarina El Capitán de Corbeta Arturo Génova y Torruella, que el 18 de julio de 1936 era el agregado naval en Paris, como el Teniente Coronel Barroso lo era militar, abandonó la Embajada y, con el consentimiento de las autoridades nacionales, comenzó gestiones para la adquisición de dos submarinos en Alemania o en Italia, y, curiosamente tuvo a Hitler en contra y al almirante Reader a favor, caso contrario que el de Italia donde Mussolini deseaba apoyarlo con la oposición frontal del almirante Cavagnari. Sea como fuere, en octubre de 1936, un grupo de los pocos oficiales submarinistas que quedaron en zona nacional (la mayoría cayeron asesinados en Cartagena y Mahón a partir del 4/5 de agosto de ese año), con dicho Capitán de Corbeta Génova al frente, fueron trasladados a La Magdalena (N de Cerdeña) para que embarcasen en submarinos

italianos. La Marina italiana había ordenado preparar dos de ellos para misiones secretas. La constatación de la llegada de grandes partidas de armamento procedentes de la Unión Soviética a Cartagena, convenció al Duce de que debía cortarlo como fuese y los submarinos, por su modus operandi, ofrecían le mejor garantía de discreción. En La Carraca se comenzó a preparar una base de fortuna ante lo que se creía «inminente cesión de dos submarinos» pero esa decisión se hizo esperar, prefiriéndose, por parte de Italia, la utilización directa de sus submarinos, en los cuales embarcarían como comandantes ficticios los aludidos oficiales españoles, y eso por dos motivos, el primero para ayudar en la identificación de las unidades enemigas y el segundo para figurar como Comandante en caso de hacer superficie cerca de un buque neutral. En esta primera campaña, noviembre 1936/febrero 1937, participaron 11 submarinos realizando 32 misiones, sus órdenes de operaciones disponían: • Torpedear a los buques de guerra republicanos. • Torpedear tráfico de carga, reconocidos españoles o soviéticos, que estuviesen en las aguas territoriales españolas. • Torpedear a los buques que navegasen en obscurecimiento total en las zonas de patrulla asignadas. En la segunda misión (SS «Topazio») el comandante italiano, en su parte de campaña, dejó entrever la

posibilidad de que el oficial español embarcado (Capitán de Corbeta Fernández de Bobadilla, al que calificó de oficial de primera categoría) no identificó a varias unidades republicanas a la altura de Cartagena, excusándose con la afirmación de que «desconocía las marcas de identificación que usaban». Este hecho, que se repitió a la largo de la guerra en más ocasiones, lo achacaron enseguida a que los nacionales habían decidido «cuidar» los buques de la flota enemiga que algún día pasarían a sus manos. El «Torricelli» (Capitán de Corbeta Génova a bordo) torpedeó el 22 de noviembre de 1936 al «Miguel de Cervantes», que entró, muy bien manejado por su comandante, el Capitán de Corbeta González de Ubieta, en el dique de Cartagena quedando en reparación durante «casi toda» la guerra». El revuelo internacional organizado fue de órdago, pero la guerra siguió su curso. En diciembre operaron hasta 11 submarinos italianos. En la mañana del 26.12.1936 un torpedo lanzado por el «Jalea» contra la motonave de Transmediterránea «Villa de Madrid» fue a varar en la playa del Prat del Llobregat, recuperado fue Mussolini, que consiguió con su intervención aplazar algunos meses el conflicto mundial, saluda al ex primer ministro inglés, Chamberlain, antes de iniciar las conversaciones de Munich. Foto: Cifra.

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blanco, alguno como el que dejó mal herido al destructor «Churruca», en aguas de Cartagena, con la colaboración del comandante del buque español.

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trasladado al «Méndez Núñez», donde se comprobó fehacientemente su procedencia italiana, así quedó probada, sin la menor duda, la ayuda italiana al bando nacional, pero las otras potencias no reaccionaron. En enero, los submarinos recibieron la orden de bombardear objetivos de la costa, previamente reconocidos por el periscopio, situándose a 10.000 m. del objetivo y efectuando 50 disparos en 15 minutos. Para cubrir la «ilegalidad» de sus acciones, los comandantes submarinistas tenían preparados informes dobles, reales y falsos, y la destrucción de documentos comprometedores en caso de emergencia estaba muy bien estudiada. En las quince misiones efectuadas en enero de 1937, se bombardeó una vez Valencia y otra Barcelona, por el método indicado y sin grandes resultados. Se produjeron varios ataques con el único éxito del hundimiento del vapor «Delfín» de 1.253 T.

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Durante las operaciones de los nacionales para la toma de Málaga, realizaron seis misiones, bombardearon la carretera de La Herradura y el viaducto de Cala Honda; el puerto de Barcelona por dos veces, alcanzando levemente al «Zorroza» de CAMPSA; y el de Valencia, donde el «Topazio» sufrió la reacción de la artillería de costa que no logró centrarlo. El «Ferraris» torpedeó y hundió al «Navarra» (Naviera Ramos, 1.688 Tons.) en aguas de Tarragona. Hubo varios ataques más, sin consecuencia alguna. En resumen esta primera campaña tuvo el éxito del «Cervantes», varios ataques al «Méndez Núñez» y al «Almirante Valdés» frustrados, contó el origen de los desconocidos y frenó el aprovisionamiento que recibían los

puertos republicanos, con dos mercantes de entidad modesta hundidos. Se achacó al mal tiempo de la segunda quincena de enero la falta de éxitos conseguidos. El día 15.02.1937, coincidiendo, más o menos, con la entrada en vigor del gentlemen agreement entre Londres y Roma7, y la inminente entrada en vigor de los acuerdos del «Comité de Control» que establecería zonas marítimas controladas por Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, se dio por finalizada esta campaña. Los escasos éxitos conseguidos, en comparación con el importante número de ataques realizados, hizo que el Estado Mayor de la Armada en Burgos, comenzase a presionar de nuevo para conseguir la cesión de destructores y submarinos. Cesión de cuatro lanchas rápidas (MAS). En 17 y 20 de marzo de 1937 la Marina Nacional incorporó a su lista cuatro MAS, dos relativamente modernas, que se rebautizaron «Javier Quiroga» y «Cándido Pérez» (Ex MAS 435 y 436) que los italianos habían utilizado sin éxito en las operaciones de la toma de Málaga y dos muy anticuadas (Ex MAS 100 y 232) las «Nápoles» y «Sicilia» que se enviaban para la defensa de las aguas de la bahía de Cádiz. No sirvieron, prácticamente, para nada y dieron continuos problemas de mantenimiento. Cesión de dos submarinos a la Marina Nacional. Giorgio Giorgerini en su extraordinario trabajo8, ha dejado escrito:

«Il 19.04.1937 i sommergibili passarono sotto bandiera nazionalista col distintivo… C3 y C5 (comandantes D. Pablo Suances y D. Rafael Fernández de Bobadilla)… (traduzco) partieron el 13 de mayo para la primera

misión, el 30 de mayo el primero hundió al cañón al «Granada» de 234 Tons, el segundo torpedeó y hundió al «Ciudad de Barcelona» de 3946, luego siguieron el «Rápido», «Campero», «Cabo Palos»… Si el éxito de solo 2 submarinos no interrumpió el tráfico republicano, se pueden imaginar cuales fueron las comparaciones y comentarios en la marina franquista a propósito de los resultados obtenidos, con dos buques con dotaciones de fortuna y sin gran adiestramiento, respecto a los «nulos» conseguidos por una docena de submarinos italianos empeñados en los meses precedentes». Sus dos últimos éxitos marcarán el final de la guerra submarina: • 11.01.1938. «Mola» holandés «Hannah» (3.730 Tons.) • 21.01.1938. «Sanjurjo» inglés «Endymion» (887 Tons.) Este segundo hundimiento estuvo a punto de costarle la vida por fusilamiento al comandante, Capitán de Corbeta —Pablo Suances Jaúdenes— pues tenía orden expresa no atacar buques de bandera inglesa, la decidida mediación del almirante Cervera ante Franco, diciendo que si se le fusilaba: ¿Quién podría negar la evidencia? 2ª campaña submarina italiana (verano del 1937). Esta segunda campaña se simultaneó con el bloqueo del Canal de Sicilia, por parte de cruceros, avisos y destructores. A primeros de agosto, fuerzas de superficie nacionales e italianas, trataron de interceptar un importante convoy de material de guerra procedente de Odessa, cuyos cinco barcos terminaron por refugiarse en Orán.

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La Armada italiana continuaba objetando las operaciones clandestinas, cuestión de legalidad que ha dejado claramente expuesta el conde Ciano en su diario, cuando, refiriéndose a la resistencia del almirante Cavagnari a intervenir activamente a favor de los nacionales, anota:

«Ho tagliato la resistenza legalitaria dei nostri marinai, con un gran ciccheto telefonico a Cavagnari. Il Duce ha approvato. Questa impresa di Spagna trova la constante opposizione della Marina, che fa resistenza passiva. L’Aeronautica benissimo, l’Esercito con regolaritá, la Milizia con slancio». (He cortado la resistencia legalista de nuestros marinos con una reprimenda por teléfono a Cavagnari. El Duce la ha aprobado. Esta empresa de España encuentra la constante oposición de la Marina, que hace resistencia pasiva. La aviación muy bien, el Ejército normal, la Milicia con ardor…).

avisar al cañón (arbolando la bandera de la Marina nacional española) para que su dotación lo evacuase, como lo hizo, torpedeó y hundió el mercante ruso «Blogoiev» (5.500 T.) oficialmente, que todos mentían, en tránsito de Odessa a Creta con cargamento de asfalto. En el Egeo se realizaron 18 misiones con los dos éxitos que dejamos anotados, mientras tanto en el Canal de Sicilia realizaban los submarinos 17 misiones, con varios ataques que no consiguieron blancos. Por el contrario, los destructores hundieron al «Campeador» (7.932 T y de la CAMPSA; previamente había

sido seguido y atacado sin éxito por el submarino «Santorre Santarosa»), al español republicano «Conde de Abasolo» (3.945 T., con material de guerra y procedente del Mar Negro), al ruso «Timiriazev» (2.151. T, cargado material de guerra para la República, aunque oficialmente consignaba carbón de Cardiff para Port Said). El despliegue de fuerzas de superficie fue imponente, afectó a 12 escuadrillas de cruceros, destructores y torpederos basadas en Augusta, Trapani y Mesina, y no sólo hicieron las misiones que reseñamos más arriba sino que colaboraron en la protección de algunos

Y el «telefonazo» debió surtir efecto porque al poco se montó la segunda campaña submarina y el dispositivo de bloqueo del Canal de Sicilia. Esta vez los submarinos, además de desplegar en la «terminal» española, fueron en pos de las salidas soviéticas e hicieron barreras en el Egeo, reforzando algunos también el control del mencionado canal siciliano. El día 15 de agosto, el «Ferraris» torpedeó y hundió al «Ciudad de Cádiz», cargado con material de guerra y procedente de Odessa (Trasmediterránea, 4.602 T) en aguas del Egeo. También tocó al «Armuru» (que logró salvarse entrando en la isla turca de Tenedos 2.762 T). La Marina turca montó un dispositivo de búsqueda y captura de intrusos, sin éxito. El día 3 de septiembre y en el mismo mar, el «Luigi Setembrini» tras

Soldados italianos partenecientes a las fuerzas motorizadas de «bersaglieri» que combaten en el norte de África en la II Guerra Mundial.. Foto: Cifra.

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mercantes y cruceros auxiliares del bando nacional.

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Esta segunda campaña, por lo que se refiere a las aguas españolas, tuvo 24 misiones con los éxitos siguientes: • El día 12 de agosto de 1937 el submarino «Jalea» torpedeó y averió seriamente al destructor «Churruca» en aguas de Cartagena; finalizada la guerra, se demostró que en este torpedeamiento colaboró activamente el comandante del destructor republicano que, habiendo visto el periscopio del atacante, se puso a compensar la aguja haciendo rumbos N y S, hasta que un torpedo le entró en la cámara de máquinas de popa, aunque pudo entrar, remolcado por el «Alcalá Galiano», en su base. • El 29 de agosto el submarino «Iride» del mando del teniente de navío Mario Valerio Borghese cometió el grave error de confundir al DD inglés «Havock» con un tipo «Sánchez» español, por lo que fue «cazado» durante 9 horas por los cinco ingleses que formaban la Escuadrilla del citado, logrando evadirse y llegar a su base por orden expresa del Mando, donde el comandante sufrió, por poco tiempo, las iras del Duce que incluso lo condecoró con la medalla de bronce al valor militar. Fue por este incidente que en País, con gran sorna, comenzaron a denominar el famoso «Boulevard des Italiens» como el de los «Inconnus».

Situeta del destructor Roma.

• El 1º de septiembre, el «Diaspro» hundió al petrolero «Woodford» (6.200 T.) que, aunque arbolaba la «Union Jack», tenía capitán rumano, primer oficial griego, y ni un solo inglés en la tripulación. • El día 13 de septiembre se dio por finalizada esta segunda campaña. El gran efecto moral conseguido, a pesar de los escasos éxitos logrados, disminuyó inmediatamente el flujo de tráfico hacia los puertos republicanos, a lo que se unió, para desgracia de la República española, la nueva necesidad de la U.R.S.S. de apoyar a La China, por entonces acosada por Japón, y quizás por el convencimiento de Stalin de que (con el frente del N liquidado en 23-10-37) de que su causa estaba perdida. Al tiempo se organizaba en Nyon (Suiza) la famosa conferencia internacional para la represión de la «piratería submarina» en la que, «curiosamente», participará finalmente Italia. Cesión de cuatro destructores. Terminada la segunda campaña submarina, el Gobierno de Burgos volvió a la carga para conseguir material naval, sobre todo buques de escolta pues, como trágicamente se demostrará con el hundimiento del «Baleares», sus cruceros estaban, además de desprotegidos, realizando misiones de buques menores. La Marina italiana, que había barajado y valorado una serie de buques, terminó por aceptar vender cuatro destructores muy anticuados los «Aguila», «Falco», «Giuglemo Pepe»

y «Alessandro Poerio», los cuales se bautizaron «Velasco Ceuta», «Velasco Melilla», «Huesca» y «Teruel». Los dos primeros fueron transferidos en Puerto Conte (Cerdeña) el día 09.10.1937, saliendo el 10 para Palma; el día 27, en el mismo puerto, fueron entregados los otros dos, y llegaron a Palma al día siguiente. Para dar una idea del jugo que se sacó de tan pobre material, diremos que el «Velasco Ceuta» navegó, en su primer año de bandera nacional española, 45.000’ y fue el que «paró» al «José Luis Díez» en el Estrecho, como recientemente ha referido el CN Franco Castañón9. La segunda pareja, a la que conocí en mi niñez, atracada en punta en la Cortina del Arsenal de Ferrol, colisionó entre sí, en tiempo de niebla, y la peor parte la llevó el «Huesca», en cuyo barco el jefe de máquinas, D. Francisco Vázquez, por su meritoria actuación en la reparación y salvamento del buque, ganó la Medalla Militar individual. El entonces Teniente de Navío Fausto Saavedra, marqués de Viana, pagó, de su «bolsillo», a Italia dos de esos destructores. actuación de los cuatro submarinos legionarios basados en soller. Para seguir colaborando activamente con la Marina nacional y «by-pasear» los acuerdos de Nyon, Ginebra y París, los de las famosas derrotas

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El cúmulo de restricciones operativas puestas a estos barcos, para no atizar más el fuego de una guerra que ya todos veían inminente, los fallos de fuego de algunos torpedos y la falta de adiestramiento evidenciada, hicieron que los resultados obtenidos fueran muy pobres lo que, en la zona nacional, se atribuía

enteramente a la falta de espíritu combativo de los italianos.

10.135 armas automáticas, 240.747 ligeras.

En total realizaron 13 misiones, lanzaron 8 torpedos y ninguno hizo blanco. 5 a causa de la falta de adiestramiento del comandante y 3 por fallos en los torpedos.

Durante los tres años de la guerra actuaron 91 buques de guerra y submarinos, hundieron 72.800 T.

Requisa de buques mercantes y otras acciones logística. Por último queremos reseñar entre las ayudas materiales la requisa de buques mercantes españoles en puertos italianos a favor de los nacionales, el armamento en las bases italianas de los cruceros auxiliares de la Marina Nacional y la reparación de nuestros cables en el Estrecho, efectuada por el «Cittá de Milano», al cual ya citamos en el apartado dedicado a Tánger. También la participación en la logística, como por ejemplo: • El transporte del CTV y sus suministros • La organización de convoyes y su protección • La organización de las misiones de vigilancia por cuenta del Comité de No Intervención y la patrulla de las derrotas mediterráneas asignadas a Italia por los acuerdos de Nyon. Resumen del total de los suministros italianos de material. Milicia fascista… 4.211, (los oficiales eran del Ejército). Aviones 763, 141 motores de aviación, 7.514.537 granadas aviación, 1672 T bombas, 9.250.000 cartuchos, 950 carros de combate, 1.930 camiones,

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Los Pilotos volaron 135.265 horas, hicieron 5.318 bombardeos, alcanzaron 244 barcos, e hicieron 103 derribos (1544 fueron el total de derribos sufridos por la República). Los suministros entregados fueron pagados escrupulosamente por el Bando Nacional, tenemos la cifra total de lo pagado pero no la particular de la Marina. La deuda contraída ascendía, en 1940, a 14 billones de liras, y fue rebajada a 7,5 millones en 1941, (80.000.000 libras de 1939 según H. Thomas).

ConClusiones La popularidad de los italianos en la guerra española no fue grande, ni siquiera en el bando al que ayudaron. Autor tan serio como el citado Bargoni10, llega a decir que:

«según algunos comentaristas y entre ellos algunos militares, han insinuado (en relación con la derrota de Guadalajara) la existencia de un acuerdo tácito entre los españoles de los dos campos enfrentados para dar una lección a estos extranjeros intrusos quienes, si para unos representaba el enemigo fascista, para el otro eran un aliado necesario pero incómodo, que quería mandar y dar consejos y lecciones de estrategia sobre como conducir una guerra que, desgraciadamente, tenía lugar entre hermanos».

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patrulladas, que entró en vigor a finales de septiembre de 1937, la Marina italiana, ante la presión del gobierno de Burgos, decidió enviar a la recién habilitada base de Soller, la cual por otra parte fue dotada con su material, cuatro submarinos «L» (de «legionarios») que, aunque con dotación íntegramente italiana, izaban la bandera nacional española y se pusieron bajo el mando directo del Comandante General de la Flota, insignia en el «Canarias» y basado en Palma de Mallorca, donde se había establecido la Jefatura conjunta de las Fuerzas del Bloqueo. Los «L» recibieron «falsos» nombres españoles, «Aguilar Tablada», «General Mola II», «General Sanjurjo II», y «González López» (primer oficial asesinado en Cartagena el 17 de julio de 1936, cuando estaba de comandante de la guardia en la Base de Submarinos).

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Con ocasión de cumplirse el tercer aniversario de la entrada de Italia en la guerra, el Rey Emperador impuso diferentes recompensas a los soldados y marinos que se habían hecho merecedores del agradecimiento de la nación por su heroísmo en los frentes de batalla. Foto: Cifra.

Nosotros no asumimos este comentario, más que en lo que refleja de impopularidad en ambos bandos, constatada, por otra parte, en cantidad de relatos sobre la guerra.

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En el suministro de armas y en la guerra submarina y de superficie la ayuda italiana fue fundamental, pero hemos comentado que ellos mismos se acusaron de pasivos, desentrenados y anticuados tácticamente. Los cuatro destructores y las cuatro MAS recibidas, unidades anticuadas

y a punto de desguace, habrían sido retiradas de la Lista Oficial de Buques antes de terminar 1938; los dos submarinos estaban en perfecto estado pero para la Marina italiana representaban poco, pues disponía de 115 unidades. En 1940 fue considerada la segunda fuerza submarina del mundo. El Ejército de Tierra proporcionó el CTV, con su gran servidumbre naval para transporte, aprovisionamiento, hospitales, repatriación (su máximo de hombres fue 40.000, a mediados de 1937). Los buques hospitales,

que transitaron entre Cádiz, Sevilla y Nápoles, transportaron tropas, en algunas ocasiones, clandestinamente, a pesar de los controles reglamentarios. El Ejército del Aire llegó a tener en suelo español 5.699 oficiales y subalternos, con idénticas servidumbres que el anterior. Italia corrió graves riesgos de crisis/ guerra internacional, utilizando a la Marina y la Aviación para la interceptación y destrucción del aprovisionamiento por mar a la República.

José María Blanco Núñez

nacionales, demostraron carencias graves en adiestramiento y técnica. Como además utilizaron el material más obsoleto del que disponían, salvo en submarinos donde lo obsoleto era la táctica, su participación en España no le representó un perjuicio a la hora de la guerra europea. Para estar a la moda actual, Italia obtuvo pocas lessons learned durante la guerra española en la mar y deberíamos reconocer que la barrera de submarinos ordenadas por la República ante Melilla, el 18 de julio de 1936, fue más avanzada tácticamente que todo lo visto en los italianos.

mundial en marcha. Enseguida fue «Tarento» (11.11.1940). La Intervención de la Marina Real representó un pilar fundamental para la victoria nacional pero, cosas del carácter español, fue bastante poco reconocida.

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Bibliografía ALCOFAR NASSAES,].L.: La Marina Italiana en la Guerra de España, Barcelona 1976. DEL POZO, Mariano: Adaptación libre de la obra «La 2ª guerra mondiale», de PETACO, Arrigo. Tomo I, Madrid, 1982. FIORAVANZO, G.: «L’Organizzazione della 1l1arina durante il conflitto», Volumen XXI, Tomo 1, Servicio Histórico de la Marina Militar. Roma 1972. GARATE CÓRDOBA, José María: «La guerra de las dos Españas». Barcelona, 1976. GIORGERINI, Giorgio: «Uomini sul fondo.Storia del sommergibilismo italiano dalle origini a oggi». 1ª Edición. Milán 1994. 11ª 2009.

La ilegalidad de su ayuda influyó en las instancias internacionales para montar la «no intervención» de la que Italia acabó siendo contrayente útil de las obligaciones derivadas de los tratados, pero sin dejar de ayudar decisivamente a la victoria nacionalista.

Fue precisamente en un artículo de un almirante italiano cuando leímos por primera vez el conocido dicho de que los militares siempre nos preparamos perfectamente para la última guerra pasada, sí ocurrió con la táctica submarina empleada por la Marina italiana, nacida en la Primera Guerra Mundial y en mar tan restringido como el Adriático. Sus submarinos, proyectados y construidos basándose en estas enseñanzas, eran demasiado llamativos, con cascos de mucho franco bordo y grandes «velas», más demasiado lentos en la fase de inmersión rápida y poco maniobreros. Eran sumergibles, no submarinos, concebidos para hacer inmersión en horas diurnas. Permanecían al acecho a cota periscópica en las zonas asignadas, esperando que un posible blanco entrase en su TDZ (Torpedos Dangerous Zone).

PECCHIOLI, Arrigo, FERRANTE, Ezio y GAY, Franco: «La Marina Italiana. Storia di uomini e navi». EDITALIA. Roma, 1987. VAQUERO, Dimas: «Credere, obeire, combatere» (Tesis dirigida por el profesor Julián Casanova de la Universidad de Zaragoza). Zaragoza, 2007.

Notas 1. CANTALUPO, Roberto: «Embajada en España». Traducido por Alberto VILA VALLES. 1ª Edición, Barcelona, 1951. Pág. 55. 2. VAQUERO, Dimas: «Credere, obeire, combatere» (Tesis dirigida por el profesor Julián Casanova de la Universidad de Zaragoza). Zaragoza, 2007. 3. Ídem, Ídem, Ídem. Esas dos denegaciones se refieren a los 12 aviones que por fin envió para proteger al conocido «Convoy de la Victoria». 4. BARGONI, Franco: «La participación naval italiana en la Guerra Civil Española». IHCN. Traducido por el CN Manuel Veiga García. 1ª Edición (en castellano) Enero 1995. Pág. 40. 5. Zona Internacional desmilitarizada y controlada por un Estatuto especial supervisado, desde 1929, por Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, Bélgica y Holanda. 6. El desafortunado Comandante General de la Escuadra italiana los días de Gaudo y Matapán (26/29.03.1941) 7. Que intentaba procurar «distensión» entre ambas naciones. 8. GIORGERINI, Giorgio: «Uomini sul fondo.Storia del sommergibilismo italiano dalle origini a oggi». 1ª Edición. Milán 1994. 11ª 2009. 9. FRANCO CASTAÑÓN, Hermenegildo: «Otra versión del paso del Estrecho del DD «José Luís Diez»».Revista de Hª Y Cª Naval. Nº 95. Madrid, 2006. 10. BARGONI, Franco,: Ops. Cit. Pág. 193.

Del bombardeo masivo de los puertos, con el consiguiente hundimiento de algunos vapores, se tuvo el convencimiento de que ésta era la utilización más acertada del arma aérea para la destrucción del tráfico enemigo. Fatal error, que retardó la construcción de los torpederos, abordada en 1940, con la guerra

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Texto correspondiente a la intervención del autor en 12 Curso de Pensamiento Carlos Gurméndez. 2009.

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Los comandantes y las dotaciones italianas fueron empleados prácticamente en una o, como máximo, en dos misiones cada uno, sin correr grandes riesgos, en navegaciones cortas y con pocos ataques a blancos casi siempre desprotegidos, y aunque su actuación fue fundamental para la victoria de los

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