F E B R E R O. Ayuda para la Vida diaria. Febrero 2012

FEBRERO Ayuda para la Vida diaria Febrero 2012 Queridos lectores, ¿De qué se trata esta edición de Ayudas para la Vida diaria? Se trata de encontrar

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FEBRERO

Ayuda para la Vida diaria Febrero 2012 Queridos lectores, ¿De qué se trata esta edición de Ayudas para la Vida diaria? Se trata de encontrar un camino que se aparte de los caminos que conocemos hasta ahora. En el desvío se encuentra la solución. Permitan entonces ser llevados, sin dejar que los retengan imágenes que hace tiempo ya comprobaron ser desorientadoras. El camino que permite avanzar nos lleva directamente al punto y nos lleva a cruzar un límite ante el cual hasta ahora debíamos detenernos. Entonces, continúen leyendo y continúen avanzando. Mi mujer Sophie y yo les acompañamos en este camino con amor Suyos, Bert y Sophie Hellinger

Resumen La otra conciencia Los éxtasis Otros éxtasis Conclusiones Carta de un amigo Reseña necrológica para Dezno Palmai Acerca de la luz Yo y nosotros Meditación: Todo Sophie Hellinger: El Yo y el Tú en el trabajo con constelaciones grupales Bert Hellinger: La experiencia de una separación temprana y su efecto en nuestras relaciones más adelante Meditación: Tú y yo El Yo Cómo se logran nuestras relaciones

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El instante Si Extras Bert y Sophie Hellinger, de Jayin Thomas Gehrmann Cartas para reflexionar: Seguir al centro Consideraciones para la época de Carnaval: Alegre

La otra conciencia Los éxtasis Los éxtasis describen un estado en el cual estamos fuera de nosotros. Son manejados por fuerzas que se apropian de nosotros, tanto para algo destructivo como también para algo que nos lleva a ámbitos creativos. Nos permiten sumergirnos en ámbitos en los que crecemos más allá de lo cotidiano nuestro. Por ejemplo en el ámbito del arte superior, en la música sublime, en un asombroso movimiento pacífico o en un invento que da por tierra con mucho de lo que hasta este momento era válido. Es cierto que continuamente observamos ese tipo de éxtasis sin darnos cuenta de que detrás de ellos actúan fuerzas que anulan nuestros límites habituales y que nos permiten hacernos uno con algo abarcativo. Aquí se acaba la referencia con el Yo. Aquí reina el puro Nosotros. ¿Me puede seguir? ¿Desea ejemplos? Comienzo con un ejemplo que vivenciamos diariamente sin pensar acerca de su alcance. ¿Qué sucede, por ejemplo, con los espectadores durante un gran encuentro de fútbol? ¿Siguen estando en sí? ¿O están fuera de sí? ¿Qué tipo de fuerzas se liberan repentinamente, elevadas y desconsideradas, qué entusiasmo y qué disposición a la violencia? Todos ellos pasan a un éxtasis. Cuando despiertan de él se preguntan: “¿Dónde estuvimos? ¿Qué es lo que nos sacó? Lo que también observamos es: cuanto mayor la cantidad de los arrastrados, tanto más impresionante es el éxtasis. En este sentido el éxtasis es un fenómeno de las masas. Esto es un ejemplo comparativamente inofensivo. Otro ejemplo es la guerra. Por ejemplo, ¿con qué entusiasmo fueron a la guerra los soldados alemanes en la Primera y la Segunda Guerra mundial? ¿Qué es lo que los seguía manteniendo dispuestos a dar lo último cuando todos ya debían ser conscientes de que la guerra estaba perdida? Hasta en el amargo final estaban en estado de éxtasis. O tomemos las grandes revoluciones. Por ejemplo, la Revolución Francesa, la revolución comunista en Rusia y China, y también la Revolución Industrial y la revolución de la computadora que a muchos mantiene absortos presos de Internet y como en éxtasis. Todos ellos son movimientos extáticos, sin consideración para con las víctimas. Después, ¿podemos culpar a alguien? ¿Estaban en sí los grandes líderes o actuaban estando en éxtasis, posesionados por otras fuerzas, hasta cumplir con su obra? ¿Podemos llevarlos ante la justicia? ¿A qué fuerzas debemos llevar ante la justicia? ¿La responsabilidad propia es aquí sólo una expresión vacía, sin relación con esas fuerzas que aquí estaban actuando? Otros éxtasis

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Pero también hay otros éxtasis. En contraposición a los destructivos son centrados. Así, por ejemplo, la gran música sólo se logra en un éxtasis, así como también todo gran arte. También estos éxtasis nos hacen olvidar lo cotidiano. Nos arrastran a un ámbito que nos sobrepasa por mucho, del cuál más adelante despertamos siendo diferentes a lo que éramos antes. La pregunta es: ¿Qué fuerzas están actuando en estos éxtasis? ¿Son las que conocemos de la vida cotidiana? ¿O sobrepasan por mucho a éstas sin que nos podamos defender ante ellas? Evidentemente estos éxtasis provienen de otra conciencia. Provienen de una conciencia creativa, más allá de bien y mal, más allá de guerra y paz, más allá de nuestra voluntad y nuestro saber. Por supuesto también se plantea la pregunta: ¿Son de este mundo? ¿Pertenecen a este mundo? ¿Pertenecen a otra vastedad en un espacio espiritual? ¿Pertenecen a otra conciencia? ¿Puedo responder a esta pregunta? ¿Tengo permiso, cómo si pudiera y tuviera permitido hacerlo? Conclusiones ¿Cuál es el efecto de estas reflexiones en mí? ¿Qué efecto tienen en mí? Me mantengo alejado de reuniones en las cuales corro el peligro de ser arrastrado a ámbitos que me lleven a perder mi Yo, en los cuales, en un sentido concreto, me vuelvo inconsciente y donde al final termino siendo más menos que más. Dicho sea de paso, en muchas situaciones cotidianas también nos comportamos como en éxtasis. Por ejemplo, cuando comemos o bebemos más de lo que nos hace bien, o cuando, de alguna otra manera, nos experimentamos adictos. También cuando nos experimentamos como poseídos, por ejemplo, en el deporte o en el trabajo. La pregunta es: ¿Cómo podemos despertar de esos éxtasis? A la inversa permito voluntariamente ser llevado a otros éxtasis en los que también me pierdo, pero de los cuáles después despierto más consciente, más humano y más rico, en sintonía con una conciencia que me lleva a un movimiento en el cuál voy más allá de mis límites habituales y, sin embargo, permanezco en mí. ¿Cómo? Sobrio. Carta de un amigo Querido Bert, mi querido amigo y compañero, ¿Tengo permiso para escribir así? – no, sólo porque tú me acompañas a mí y a Bärbel en nuestra vida desde el año 1973. En los últimos meses te siento cercano de una manera especial. Me urge contarte acerca de ello: Mi corazón está pleno de alegría cuando leo en tus libros “Viajes interiores” y “Mística natural”. Ingreso en un país de vastedad y movimiento desbordante que me arrastra y me conduce a nuevas orillas. Ahora estoy leyendo los libros por tercera o cuarta vez, y cada día descubro algo nuevo, revolucionario, algo que me captura. Todos los días experimento como algo nuevo eso que tú formulas de manera tan precisa y hermosa acerca de “centrar”, “centro”, “vacío y plenitud”, “movimientos del espíritu” – no puedo enumerarlo todo. Al mismo tiempo se profundiza la reconciliación con mi existencia. Me sumerjo en un amor incondicional que toma y da hacia mi madre. Esto va hasta mi parto en el cuerpo de mi madre y la “madre primaria”. A través de tus textos poéticos, tu oración matinal después del nacimiento y las historias, comienzo a comprender espiritualmente la importancia de aquello que he hallado física- y emocionalmente (“Find and trust your best and deepest feeling”, – Encuentra y confía en tu mejor y más profunda sensación-, Janov 1974) y a exponerme a ello de una nueva manera. Veo que tus profundos entendimientos acerca de la “conciencia” y más allá al “Asentir a todo lo que es” incondicional, sin juicios sobre bien y mal, tienen una trascendencia como, hasta ahora, no he encontrado en ninguna visión del mundo, religión y filosofía. Todos los defectos y las excentricidades del alma merecen respeto, que en realidad es la forma espiritual del amor. A menudo están determinados por el dolor primario y por los modelos de

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supervivencia desarrollados por el niño durante los tiempos difíciles. En mi terapia experimento ese mundo del alma como “espiritualidad infantil”. En parte son “lealtades de supervivencia” que deben estar al servicio de “supuestas autoridades divinas”. O, por el otro lado, es oposición a un mundo adverso malo”. Pero por debajo fluye ininterrumpidamente un “SÍ” que proviene de un manantial peregrino que nos sostiene a nosotros y que mantiene a todas las cosas. Un manantial especial tienta hacia una “espiritualidad adulta”, a ser un “hombre o una mujer adulto/a”. Están en sintonía con el amor y el respeto hacia todo. En mi librito “Mitten im Schlamassel…” (En medio de la contrariedad), de los años ’90, describí los hallazgos y experiencias de entontes de manera torpe y no profesional. Durante un congreso en Unna me preguntaste si mi libro era un “Libro de constelaciones”, lo que en esos momentos negué. Hoy día diría que relata, de manera humorística-biográfica-histórica, cómo el espíritu que todo lo mueve busca conducirnos, desde nuestro origen infantil-primate, hace millones de años, a una nueva espiritualidad. Tus comprensiones filosóficas, que se originan a través de una observación del mundo libre de juicios, me llegan de una manera nueva. En ninguna literatura, poesía, filosofía, ciencia, religión o psicoterapia leí algo similar. Abres una puerta siempre existente. Comienza una nueva orientación y una revolución espiritual que nos abre al amor. Nadie en la ciencia y la terapia parece tomar conocimiento ni dedicarse a ellas. ¿Por qué? ¿Acaso el embrión que fuimos al comienzo no ha experimentado y vivido el asentimiento incondicional del cuerpo materno? Nuestro asentimiento adulto lleva a una profundidad y una plenitud inconcebibles. El asentimiento incondicional modifica la espiritualidad y la vida. En mi caso me doy cuenta: necesito tiempo para internalizarlo, y ya no es posible borrar de la faz de la tierra el “SÍ” al mundo tal como es en su grandeza y su secreto. ¿Dónde está la puerta y cuándo podemos ingresar al espacio del “Si” y del amor? ¿Cómo dejar atrás a nuestros “No”? Eso me ocupa desde hace años. Diariamente se nos acerca un mundo amable – de manera física, emocional y espiritual. ¿Cuándo y cómo reconocemos el “Si” detrás de los “No” que pugnan por estar al frente? En mi caso se dio al dejar atrás los “peros” con relación a mi madre y mi infancia. Eso fue un acontecimiento penoso, como una pérdida, ante la cuál había mucha defensa. El poema de Heine, “Lorelei” – y su comienzo: “No sé lo que puede que signifique…” , además de muchas cosas, se convirtió en la puerta de ingreso – un regalo. Siento amor por los muchos que me animaron y me obsequiaron. Gracias Bert, Klaus y Bärbel Bieback Reseña necrológica Hace unos días recibí la noticia de la muerte de Dezsno Palmai en Hungría. Era el constelador familiar líder en Hungría y también organizó el último curso que dimos Sophie y yo allí. Su muerte nos ha tocado profundamente. Hace años, para uno de mis cumpleaños, había escrito una poesía y me la había regalado en alemán. Desde ese entonces ocupa un lugar especial en nuestro hogar. En querida memoria a él, la incluyo en esta edición. Bert Hellinger

Acerca de la luz El niño preguntó al Todopoderoso: Di, Todopoderoso, ¿viste aquel recién nacido cuyos ojos me miraban asombrados, cuyos labios me sonreían? - Pues bien, lo vi, ¡porque yo fui aquel que dio a luz: el amor!

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¿Por qué permitiste, entonces, que mi hermanito muera, de nueve meses, en un sueño afiebrado, impotente? ¿No veías que yo lloraba, lo amargados que estaban papá y mamá? - Pues bien, lo vi, porque también fui yo aquel que allí murió, incapaz de vivir. Di, Todopoderoso, ¿viste a ese hombre singular, que era fuerte, de sus ojos emanaba ternura y amor; el que daba pan a los pobres y hacía feliz a miles de personas? - Pues bien, lo vi, porque era yo aquel que sabía cómo refrenarse. ¿Por qué entonces permitiste que actuaran esas otras personas, que, con la espada desenfundada, mezclando veneno, lanzando fuego, mataron a miles, robaban, torturaban, aplastaban? - ¡Yo fui aquella persona que no sabía cómo frenar el odio! ¡Di, Todopoderoso! ¿Viste la primavera, cómo brotan los pimpollos? ¿Habrás visto el capullo florecido del amor? ¿Habrás visto las lágrimas de alegría y los nidos hogareños conocidos? - Pues bien, los vi, ¡porque en todo eso yo soy la vida! ¿Cómo entonces permites el sufrimiento infinito en la Tierra? ¡De los enfermos, los hambrientos, los solitarios, los sin patria muertos por dolor! ¿No ves al niño abandonado y a las lágrimas que caen a la tierra?! - Pues bien, los veo, porque yo también soy la lágrima, soy la vida que se renueva una y otra vez. Di, Todopoderoso, ¿si acaso a mí –que siempre sólo pregunto- me ves? - El Todopoderoso encendió una vela y en su luz se miraba a si mismo, a su propio interior. Sus ojos brillaban y estaba muy feliz por poder preguntar. Dezsno Palmai

Yo y Nosotros Meditación: Todo Quiero decir algo acerca de Todo. Bien. Cuando nos observamos, cuando me observo, por ejemplo, a veces opino que es suficiente. Ya he hecho suficiente. Por ejemplo, ya he escrito suficientes libros. Si entonces digo “Suficiente”, en mi interior algo se contrae, como si me detuviera en un movimiento que avanza. Ahora cierren los ojos. Nos imaginamos cómo es con nosotros. ¿Dónde nos detenemos y decimos: Es suficiente? ¿Qué sucede entonces con nosotros? ¿Qué sucede con nuestra fuerza? ¿Qué sucede con nuestra alegría? ¿Qué sucede en nuestras relaciones? En realidad es una pena. Ahora internamente nos reorientamos, hacia todo. Todo lo que existe. Todo lo que nos es regalado. Todo lo que está frente a nosotros y nos alegramos y decimos: Si. Lo tomo todo. Sentimos cómo internamente nos volvemos amplios y lo que sucede en nuestro entorno cuando asumimos esa actitud. Qué felicidad. Sophie Hellinger:

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El Yo y el Tú en las constelaciones grupales ¿Qué significa Yo aquí, realmente? El Yo tiene una función que crea límites. Yo significa: yo me delimito de algo. ¿Qué es ese algo? Es el Tú, el otro, la otra, lo otro. Me tomo el atrevimiento de decir: Este soy yo. También es necesario para reconocer lo otro. Niños pequeños, muy pequeños, -como por ejemplo él (señala a un niño)- si bien dicen yo, ahí aún no tiene importancia. Sigue siendo uno con su mamá y la mamá con él. En un campo, en un aura, en un círculo de energía. ¿Qué significa reconocer, entonces? Reconocer significa yo me delimito como Yo y reconozco al otro. Los reconozco: Este eres tú, ese es el otro, ese es el árbol, ese es el mundo, esa es una casa y yo estoy aquí. Pongo un límite con respecto al otro. Cada vez que reconozco algo, me vuelvo un poquito más Yo. Corro el límite de mi Yo un poquito hacia afuera. Reconoce, “conocimiento” es una palabra muy grande. No por nada para la interacción sexual en la Biblia se aplica la palabra conocimiento. Dicho por Adán, después de haber probado del árbol del conocimiento: “¿Y reconoció a su mujer?” ¿Cómo es que la reconoce? La reconoce como a lo otro. La reconoce como el afuera, la que está frente a mí, lo ajeno, eso a lo que no le digo Yo. Conocimiento viene de reconocer. Reconoció a su mujer. Reconocimiento significa aquí, yo ingreso algo, percibo algo que está afuera. Esa es una percepción. Con cada percepción corro mi límite hacia fuera. Mi inconsciente, mi conciencia se vuelve algo más grande y más amplia. La atención que regalamos a otro, fluye nuevamente hacia nosotros de inmediato. La energía siempre sigue a la atención. Para eso no es necesario hacer una constelación. No yo, yo la realizo aquí, sino tú, tú la realizas aquí. Yo entrego mi observación, toda mi atención, y tú, el observador, recibes algo de parte de ellos. Pero si ahora hablas por teléfono o escribes o piensas en tu Yo, entonces no tienes tu percepción dirigida hacia allí, y tu límite queda donde está. Ahí no hay nada que objetar. Tal vez alguien necesita hacer su Yo más fuerte dentro de sus límites, antes de poder decir Yo. La persona debe estar fuerte en el Yo, como para poder decir Tú en algún momento. Pero algunos permanecen sólo en el Yo. Dicen: Lo que tú haces no me interesa, pero lo que yo quiero debe hacerse ahora. Yo ahora quiero eso, yo, yo, yo. No es necesario que ustedes esperen mucho para recibir la respuesta. De inmediato habrá una pequeña reacción de afuera, una respuesta diminuta. Ella muestra: el Yo es estrecho y pequeño.

Bert Hellinger: La experiencia de una separación temprana y su efecto en nuestras relaciones más adelante Aquí quiero compartir una observación que es importante para todos aquí: Al participante y a la representante de su mujer en una constelación: Antes de estar de pie, tú tenías tus manos extendidas y esperabas que ella viniera. Ese es un movimiento fundamental de la vida.Tú esperas que el otro venga. El movimiento opuesto es: Yo voy. Naturalmente que aquí hay una experiencia de base. No hay juicio en esto. Se trata de que se logre. También cuando tú movías la cabeza al decir “Gracias”, ahí hay una experiencia de separación, una experiencia de una separación temprana. Por ese motivo también miro a eso en ti. El participante hace una reverencia agradecido. Todos nosotros pasamos por ese tipo de experiencia de separación, una muy temprana de la madre. Entonces hay un quiebre. Esa es la separación decisiva que se extiende por toda una vida.

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Entonces nos protegemos ante el dolor con una palabra. La palabra es: Yo. Ese es un movimiento de protección. Meditación: Tú y yo Ahora vamos a hacer un ejercicio juntos. Cierren los ojos. La experiencia decisiva de la separación siempre es la experiencia de separación de la madre, alejarse de la madre. Eso ocurre muy temprano, un trauma temprano, que tiene un efecto durante toda una vida. Nos imaginamos a nuestra madre a cierta distancia, le miramos a los ojos. Sentimos como por un lado esperamos y por el otro lado internamente decimos No. Casi todos hemos pasado por esta experiencia. Ahora depende cómo salvamos esa distancia. Lo logramos con una palabra muy breve. Le miramos a los ojos y le decimos: “Sí”. Lo repetimos internamente hasta que todo nuestro cuerpo vibre con el Si. Cuando vibra, damos el primer paso en dirección a ella. A pesar de las angustias, a pesar de la desilusión tal vez, a pesar del dolor profundo: “Sí, mamá”. Y damos el primer paso. Y luego el segundo, nuevamente un pequeño paso. Con cada paso experimentamos en nosotros cómo nuestro Yo queda atrás y el Tú se nos acerca hasta que al final, cuando hemos encontrado el camino de regreso a nuestra madre, nuestro Yo se abre en el Tú. Una vez junto a nuestra madre, qué alivio, otra vez completos finalmente. Bien. Al participante: Todo lo mejor para ti. Al grupo: ¿Cómo están? A pesar de haber tantas personas aquí, todos somos llevados juntos por un movimiento hacia otra amplitud.

El Yo Quiero decir algo más acerca del Yo, algo muy terrible acerca del Yo. ¿Les parece que me pueden escuchar? ¿Cuál es, de todas, la mayor presunción del Yo? Cuando alguien dice: “Mi Dios”. No hay nada peor. No hay nada más soberbio. ¿Qué sucede con ese Yo? Cuántas guerras son llevadas adelante, cada lado con: “Mi Dios”. Los soldados alemanes –yo también fui soldado- tenían una hebilla en el cinturón que decía: Dios con nosotros. ¿No es eso arrogante más allá de toda medida? Entonces. La superación del Yo se logra con la superación de esta imagen de Dios. ¿Agrego algo más? Bueno, la palabra bueno significa: Yo. Malo significa: Tú. Correcto es Yo. Incorrecto siempre es Tú. Eso proviene de la conciencia. Antes existía, y aún hoy está muy difundido, el concepto de que nuestra conciencia es la voz de Dios en nosotros a la que debimos seguir sin falta, a esa voz. ¿Qué voz es esa? Siempre Yo. Cuando nos apartamos de la conciencia, nos apartamos de nuestro Yo y giramos hacia algo más grande.

Cómo se logran nuestras relaciones El instante Nuestras relaciones se logran en el instante, dirigiéndome y orientándome hacia el otro ahora.

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¿Qué se opone al instante? Nuestros antiguos recuerdos, nuestras antiguas desilusiones, nuestras antiguas heridas. Cuando nos miramos a los ojos mutuamente y nos percibimos tal como somos ahora, tal cómo somos también en nuestra profundidad, cuando asentimos el uno al otro tal como somos ahora, apartamos la mirada de lo que está en primer plano y la dirigimos a nuestra profundidad. Miramos también a nuestro sufrimiento, tal vez incluso a nuestra desesperación. De repente nos llena una profunda compasión, una profunda comprensión mutua tal como somos. A este instante de comprendernos lo extendemos con amor. Se vuelve nuestro quehacer cotidiano, se vuelve cotidiano y común, y, sin embargo, pleno. ¿Pleno de qué? De una profunda felicidad. Sí Sí significa que asiento a algo tal como es, estoy de acuerdo. De esa manera asiento a una persona tal como es. Más aún: Estoy de acuerdo en compartir mi vida con ella. Por ejemplo, cuando le doy mi Sí. También en general, en todas partes de mi vida, gano a alguien o algo cuando le digo Sí a él o a eso tal como es. ¿Qué sucede conmigo en ese instante? ¿Qué sucede con el otro? También él o eso giran hacia mí. También ellos me dicen “Sí”. Cuando para ambas partes se transforma en un Sí completo, nos volvemos uno en corazón y alma. Sin embargo, a menudo nuestro Si es un Si limitado, un Si con objeciones, un Si con un No. ¿Qué sucede con nosotros entonces? ¿Qué sucede con el otro? ¿Qué sucede con nuestra relación? ¿Sigue siendo confiable? ¿Está parada sobre pies inseguros? ¿Cuánta seguridad nos ofrece? ¿Comenzamos a dudar de ella? ¿Podemos volver a retomar ese Sí para que se transforme en un Sí completo? La pregunta es, qué caminos están abiertos para nosotros. El primer Sí está dirigido hacia nosotros tal como somos, exactamente tal como somos, sin quitar nada. Un Sí a eso que llamamos nuestro lado bueno y un Sí a aquello que nosotros y otros rechazamos de nosotros. Por ejemplo, una discapacidad, o una debilidad, o una culpa con sus consecuencias. A pesar de todo nos esforzamos para lograr ese Si, con humildad y con amor. ¿Qué sucede después? ¿Qué sucede con otras personas? ¿Qué sucede con un animal que comparte su vida con nosotros? ¿Qué sucede con la naturaleza que nos rodea, que tal vez depende de nuestro cuidado? ¿Cómo cambian? ¿Cómo se dirigen hacia nosotros? ¿Qué sucede con nuestro Sí hacia ellos y el Sí de ellos hacia nosotros? Íntimamente ligado al Sí hacia nosotros está el Sí a nuestro origen, el Sí a nuestra madre, el Sí a nuestro padre, el Sí a todos los miembros de nuestra familia tal como son, el Sí a nuestra patria, el Sí a nuestra cultura e idioma y el Sí a su destino. Ahora cerramos los ojos y revisamos, dónde nuestro Sí se aparta de esa totalidad. Si tal vez con el correr del tiempo se convirtió en su opuesto, de manera que en su lugar hay un No. Paso por paso le damos la prioridad al Sí. Paso a paso dejamos atrás las objeciones hacia ese Sí. Paso a paso permitimos a nuestro corazón y a nuestro amor que se vuelvan amplios y abiertos. Cada vez abrimos más nuestros brazos. Permitimos que nuestros ojos brillen con un Sí radiante, con un Sí amplio, con un Sí completo. Aunque del lado contrario se muestre una duda, nosotros nos mantenemos firmes con nuestro Sí. ¿Qué tipo de milagros suceden de repente? ¿Qué felicidad brilla? ¿Qué paz hace su entrada y qué amor? Todo crecimiento, todo progreso, comienza con un Sí. Toda vida, toda evolución, toda plenitud al final comprueba ser un único y abarcativo Sí.

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Todo lo creativo que logremos en nuestras relaciones, todo lo sanador, toda reconciliación, todo nuevo comienzo, son un Sí pleno que, superando todo obstáculo, a lo nuevo le dice “Sí”. Ese Sí desea y ama, nos pida lo que nos pida y, sobre todo, aquello que nos regala a nosotros y a otros.

Extras Bert y Sophie Hellinger De Jayin Thomas Gehrmann Hasta hace pocos años atrás constelaciones familiares según Hellinger naturalmente significaba constelaciones familiares según Bert Hellinger. Desde la fundación de la Hellinger Schule Bert y su mujer Sophie conducen los cursos de constelaciones que se dictan cada vez más en forma conjunta. ¿Ambos hacen constelaciones familiares según Bert Hellinger? ¿O debe uno ahora hablar de constelaciones familiares según Bert y Sophie Hellinger? ¿Hace una diferencia? De todas formas hay diferencias. De lejos, también de lejos partiendo de las constelaciones familiares clásicas, esas diferencias pueden parecer menores. De cerca llaman la atención, y a veces irritan. Cuando trabajan juntos y al comienzo se sintonizan con un cliente, Bert lo hace de una manera más bien espiritual. Por ejemplo, está en quietud, cierra los ojos y va hacia adentro. Se sintoniza con el cliente y su campo. Luego gira con una seriedad serena y tranquila hacia el cliente a su lado. Con eso ya creó un campo espiritual al cual conduce al cliente. Cuando Sophie está sentada al lado –es posible observar esto en muchos videos- trabaja simultáneamente en forma paralela. También ella tiene los ojos cerrados, también ella se dirige hacia adentro. Pero su mímica y todo su cuerpo dan prueba de la forma en que transcurre un trabajo en su interior. Evidentemente acompaña más bien de manera corporal. Cuando emerge de las profundidades con frecuencia tiene una imagen de una claridad estremecedora de lo que sucede con el cliente, en especial cuando se trata de síntomas físicos. ¿Cómo llega a tener ese saber? ¿Conoce, tal vez, a ese participante de sus seminarios energéticos? ¿O es que tiene una intuición tan extraordinaria? ¿Hay algo que uno debe comprender ahí, hay algo para aprender? A diferencia de Bert en general no dice nada al respecto. Bert enfatiza una y otra vez: “Yo trabajo para todo el grupo”, y eso es lo que hace. Ambos, Bert y Sophie, trabajan para el cliente, o sea para su sistema o campo. Trabajan el tema que el cliente trae. Eso a menudo no es el tema que presenta, o sea describe, sino aquello que está detrás. Cuando Bert trabaja para todo el grupo, para todos los participantes del seminario, eso significa: elige un tema, también a una persona determinada que traiga ese tema y trabaja de forma tal que todos aprenden de ello y pueden crecer. Sophie tiene su mirada sobre todo dirigida al cliente. Está totalmente junto a él y su campo, todo lo demás parece desaparecer de su foco. Estas dos diferencias dan como resultado otra diferencia, a saber la aplicación de palabras. Bert, cuando va hacia adentro, da la impresión de estar totalmente presente y claro. Es decir, que también como observador interno sigue en contacto, al mismo tiempo con una clara delimitación con aquello que observa. Cuando se dirige al cliente a su lado, también está inmediatamente presente y claro en lo externo. Lo que dice luego es claro, breve y conciso. Y así también despide al cliente. Cuando Sophie se dirige a su interior va con lo que se encuentra, profundamente unida. Es tomada, también mucho desde lo corporal, y permite ser tomada. Cuando emerge de esa profundidad, está unida al cliente de inmediato en el Aquí y Ahora y le pregunta algo o le dice algo que ha traído a la superficie desde su unión interna con el campo de él. Al hacerlo, con frecuencia pareciera como que debiera volver a orientarse, digamos “aquí en el superficie”. A veces entonces parecen faltar las palabras adecuadas, de manera que dice lo mismo en tres versiones distintas. Su forma de dirigirse al cliente es diferente a la de Bert. Es una forma que parece más cercana, en cierto modo: una manera espiritual más corporal. El hecho de que ambos trabajen juntos

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como marido y mujer da lugar a una diferencia. En su conferencia “Lo masculino y lo femenino en nuestro cuerpo”, Bert explicaba que en nuestro cuerpo no sólo hay una separación en una mitad izquierda, femenina, y una mitad derecha, masculina, sino también en una mitad superior y una inferior: una mitad “espiritual”, masculina, arriba, y una corporal, femenina, abajo. Y exactamente así los veo trabajando a ellos dos. De acuerdo a esa división también tenemos preferencia ya sea por la forma de trabajar de Bert o la de Sophie. Y también aquí no es que una sea válida y la otra no. Tampoco se trata de asimilar las dos formas de trabajar y hacer desaparecer las diferencias, sino de reconocer a ambas como aquello que son: una más espiritual o una más corporal, una manera de trabajar más masculina u otra más femenina. En general estamos más identificados con una de las dos mitades, la queremos más, permanecemos más tiempo allí. Si alguien quiere revisar su caso: Al final de la conferencia Bert guía una meditación correspondiente. Si a una mitad le concedemos prioridad ante la otra, nos desprendemos de nuestro centro. En el centro, aquí eso es el corazón, ambos se unen – como nuestro padre y nuestra madre, en nosotros son uno. De cierto modo podemos considerar también a Sophie y a Bert como madre y padre en el trabajo con constelaciones según Hellinger. Cuando la madre manda al hijo a la escuela a la mañana verifica si su abrigo está bien abrochado, si el hijo lleva un pañuelo limpio y si ha recordado llevar la vianda para el recreo, y le da algunas recomendaciones y un beso al partir. El padre dice: “Bueno, y ahora te marchas.” Es probable que un modo nos agrade más que otro. ¿Y cuál es mejor? Ambos.

Cartas para reflexionar Seguir al centro 9/10/87 Aquel que, en sintonía con un Todo más grande, confía en una buena conducción, espera, incluso a pesar de la apariencia externa y las objeciones y los miedos. Eso es un logro espiritual grande. Deliberar mucho, por lo contrario, es falta de confianza. Entonces aquello que dispone y guía se retira y uno queda relegado a uno mismo. Esta confianza es como una anticipación de morir, y por ese motivo aquí tampoco hay otra ayuda más que humildad y confianza. 3/1/89 Algunas dificultades persisten porque pretendemos que su solución dependa de una determinada condición. Es mejor confiar en que lo esencial se va a dar cuando haya llegado el momento adecuado. Sin embargo, a través de nuestras planificaciones con frecuencia nos interponemos un poco a esos ordenamientos. 7/3/89 El hecho que tú primero percibas las realidades de este mundo y que más adelante las vuelvas a encontrar en lo que lees, probablemente sea una consecuencia de la contemplación. La preocupación por otros se reduce cuando uno confía en que ellos son guiados, y no precisamente en menor medida que nosotros, por una fuerza buena. El criterio para intervenir o soltar es el centramiento. Si yo estoy centrado en el hacer, el efecto es bueno, si al hacerlo siento intranquilidad, lo más probable es que sea en vano. Algo similar es válido para el soltar. En caso de duda es mejor soltar. 1/5/90 Si alguien experimentó, como tú ahora, que existe una buena fuerza que dispone y guía, cuando uno sigue al alma serena, en realidad ya no puede apartarse mucho de lo esencial. El recuerdo le da confianza y fuerza.

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3/7/90 El Gran Alma a menudo se retira cuando nosotros, en lugar de dirigirnos a ella, preferimos buscar consejo y ayuda de afuera. Sólo si ella misma nos guía hasta allí, podemos hacerlo sin debilitarnos. Aquel que finalmente escucha a la propia alma y que sigue su conducción, deja atrás la infancia y está solo y también libre. 21/12/90 Olvidar es una disciplina espiritual, y tiene algo que ver con avanzar. El elegido no permanece junto a su éxito, sigue su camino inmediatamente, así dice el Tao Te King. Lo mismo es válido, naturalmente, por el fracaso y el deseo de ser recordado. También debes asentir cuando se te ve en una luz desacertada, y luego seguir avanzando. De manera inexplicable quedamos involucrados en circunstancias felices, y también en circunstancias desdichadas. Es necesario asentir a ambas. Y renuncia a la pregunta: “¿Por qué?” Porque toda respuesta a esa pregunta es una huida ante aquello que es y que actúa. 3/1/91 Tal vez logremos antes la completud, si nos entregamos a una fuerza buena que opera a través de nosotros, sin que nosotros queramos ejercer una influencia sobre la dirección. Esa fuerza se ocupa de las dos cosas, fuerza y la fuerza contraria en el momento apropiado, porque la fuerza contraria sólo nos parece que está en contra. 22/3/91 Cuando tenemos una sensación de soledad con frecuencia ayuda imaginarse cómo las raíces propias llegan más profundo, hasta encontrarse con el agua, que fluye secretamente, esa agua que permite participar de la plenitud del Todo. 23/4/92 Hay una cosa a tener en cuenta en el trabajo de ustedes: el respeto ante el secreto que queda en todos lados, y asentir a la propia capacidad. El verdadero aprendizaje viene a través de la observación que, impertérrita, no escucha aquello que alguna teoría tal vez nos ha transmitido, y que mira más bien al efecto y al fin. 1/10/93 Mirar hacia atrás siempre es en vano. Mirar hacia adelante es lo aconsejable y orientarse hacia aquello que perdura. Aquello que perdura comienza desde el principio y, por tanto, también abajo.

Reflexiones para la época de Carnaval: Alegre La alegría es contagiosa. Somos arrastrados por ella de una manera ligera. Es como si estuviéramos suspendidos levemente por encima del suelo, sobrepasando muchos obstáculos. Lo alegre deja atrás las preocupaciones. Está entregado al instante y con él es llevado hacia una ligereza que nos une con mucho y nos permite olvidar desavenencias pasadas. Flotamos por encima de ellas. La alegría necesita compañía. Reúne, porque es contagiosa. En una reunión alegre soltamos. A menudo en ella un apretón de manos es suficiente para resolver algo y poner en marcha. La alegría brilla como el cielo diáfano. No está empañada por ninguna nube. Surge del corazón, de un corazón contento. Alegres también nos tomamos de las manos. Formamos una ronda y comenzamos a bailar. Estando alegres permitimos que mucho caiga en el pasado y miramos hacia adelante. Miramos hacia adelante sintiéndonos alegres.

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Estando alegres olvidamos nuestro Yo. Disfrutamos la compañía de muchas personas alegres. No hay nadie que pugne por estar adelante. Estando alegres estamos unidos unos con otros de la misma manera. Los opuestos se acaban. Alegres, nos miramos a los ojos. Nos damos un guiño. Nos alegramos entre nosotros por ser tal como somos. Estando alegres en todo sentido permanecemos en el suelo y en lo cercano. Estando alegres también nos volvemos desbordantes. Mucho de aquello que nos pesaba, lo soltamos. Estamos alegres en situaciones especiales. Por ejemplo, en una boda, o para Fin de Año, y entonces permitimos que haya ruido. Estando alegres nos gusta hacer ruido. Cuando estamos alegres, ¿podemos ser reservados? ¿O nos acercamos unos a otros de manera abierta? A menudo nos sorprende la vastedad que sentimos con otros que están alegres – y cuán magnánimos. Estando alegres nos agrada darnos un gusto. Nos alegramos por compartir algo con muchos. Con la alegría aquí ya casi he comenzado a salir al galope. Muchas fiestas alegres me han arrastrado en el recuerdo – y me pongo contento anticipando las que están por venir. ¿Usted también está contento?

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