Fe en el Poder de Dios

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Fe en el Poder de Dios Pastora GISELLE ROGER de TEJERO Dios es un Dios tan bueno, grande y poderoso, que está esperando que nosotros le creamos, que nosotros le miremos a Él y que seamos gente que podamos caminar con Él en confianza. No nos podemos acercar a Dios si no tenemos fe, y la fe es la firme convicción, firme confianza, la base segura sobre la cual nos paramos para saber que Dios va a hacer algo sobre nuestra vida. Por otro lado, si nosotros no tenemos fe entonces no tenemos una base segura, nos vamos a frustrar y decepcionar, porque buscamos a Dios como un camino más; pero Jesús no dijo: “yo soy un camino”, Él dijo: “yo soy EL camino, la verdad, y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí”. Si vamos a la iglesia a tener un momento con Dios tenemos que tener nuestras expectativas levantadas de que Jesús, nuestro Rey, Señor, nuestro Salvador, nos abrió el camino hacia el trono de nuestro Padre, nos conectó nuevamente con Él y que todo lo que nosotros hoy necesitamos es creer que Él se va a mover a nuestro favor, conforme a su Palabra. 1 Corintios 2:4-5 “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Una de las cosas a las cuales yo decidí renunciar en mi vida es a tener una relación religiosa con Dios. Nosotros tenemos que aprender a renunciar a esa clase de relación con Él porque la religión dicta muchos parámetros que no tienen nada que ver con el corazón del Padre. La religión es el intento del hombre por agradar a Dios, la religión es el intento humano de querer hacer cosas buenas para conseguir algo de Dios, por eso la religión es mortal para nuestra vida, mata la verdadera relación con Dios, la mata. Pero cuando entendemos que Dios no nos está llamando por quienes somos, ni por cómo estamos, sino que nos está llamando a tener una relación con Él porque Él nos ama y quiere estar con nosotros, así como estamos hoy, sabiendo que en su mano está el poder para ayudarnos, entonces nosotros comenzamos a contemplar a un Dios no de religión, sino un Dios de poder, de amor, a un Dios fiel que está con nosotros y que ha estado siempre, en cada paso de nuestra vida, a pesar de nuestra rebelión, a pesar de nuestra oscuridad, de que no lo conocíamos ni considerábamos importante. Él extendió su mano de misericordia sobre nosotros porque tenía un plan para nuestras vidas y sabía que un día nuestros corazones se abrirían para conocerle. Lo único que Dios desea es que tengamos una relación con Él. Las relaciones humanas siempre están condicionadas a lo que el otro hace por nosotros, pero nuestro Padre no es así y nos demostró que en la cruz Él fue capaz de hacer cosas cuando nosotros no estábamos dispuestos a hacer nada por Él. Entonces necesitamos levantar una fe pura, genuina, una fe basada en lo que la Palabra de Dios dice, para que tengamos los resultados que la Palabra de Dios nos enseña.

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Dios quiere que nosotros lo experimentemos, que no tengamos solamente una información. Por este motivo es que el apóstol Pablo decía que su predicación no se ha trataba de convencer a los demás de algo, no es sabiduría humana, no es algo que se explique de acuerdo a la filosofía de los hombres, lo que Pablo escribió es que lo que él predicaba lo demostraba, les había enseñado que sus palabras no eran sabiduría humana, personal, religiosa, sino que lo que les había enseñado era en base a una experiencia con Dios, una experiencia con su poder, para que la fe no esté basa en lo que nuestra mente nos pueda decir, sino que esté basada en el poder de Dios que actúa en nosotros cuando creemos su Palabra. Dios quiere actuar en nosotros poderosamente, y no pensemos que es solamente en lo externo, Él está más interesado en nuestro corazón que en arreglarnos el matrimonio, las finanzas, la salud. A veces, nos enfocamos mal y pensamos que Dios no nos está ayudando porque no estamos viendo lo que nosotros estamos pidiendo, porque cuando estamos metidos en una situación difícil la mayoría de nuestras oraciones están enfocadas a que Dios nos ayude a solucionar nuestro problema externo, pero hay otras cosas en las cuales Él quiere trabajar primero en nuestro corazón antes que en lo otro natural que necesitamos. La fe no es solamente para recibir un milagro, sanidad, aumento de sueldo, necesitamos fe para mantenernos fieles a ese Dios que nos amó, aún en medio de grandes dificultades, eso habla de prioridades correctas. Nuestra fe debe estar basada en el poder de Dios. 2 Corintios 11:3 “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”. En este pasaje Pablo les está diciendo a los Corintios que hubo algo que entró a sus corazones que se llamaba engaño, que el espíritu maligno de este mundo, la serpiente, que trata de sembrar en cada mente y corazón el engaño, para que no veamos a Dios como realmente es, les había extraviado los sentidos para que ellos se desviaran de su fidelidad a Cristo. El apóstol no les estaba diciendo aquí: “temo que los engañaron, por eso no reciben milagros, aumentos de sueldo, la solución a su problema”, no, él les dice que el engaño del enemigo viene para que nuestros sentidos, lo que nos conecta con lo externo, ojos, oídos, tacto, nos aparten de la fidelidad a Cristo. Entonces, esos sentidos que nos comunican con los problemas externos en nuestra vida, nos dirán que el poder de Dios no se está moviendo en nuestra vida y nos harán dudar de quien es Dios, de su fidelidad y de su sabiduría para guiar nuestras vidas. Cuando nuestra fe se levanta para creer a Dios, tenemos que saber cómo pedir porque a veces puede suceder que lo que estamos pidiendo no es lo principal, es parte de un engaño del corazón, de la mente, que nos quiere apartar de nuestra fidelidad a Cristo. Por eso necesitamos tener esa comunión con el Padre, íntima, donde nuestro corazón se derrama y recibe lo que necesita. Cuando Jesús tuvo que enfrentar la cruz dijo: “Padre, si puede pasar de mí esta copa que pase, pero que no se haga como yo quiero, sino de acuerdo a tu voluntad”, lo que Él necesitaba era recibir todo lo que le permitiera seguir adelante en la voluntad de Dios.

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Entonces muchos de nosotros podríamos haber pensado que Jesús no tenía fe para pedir al Padre que lo librara de la cruz, que el Padre no lo amaba por eso no le respondió librándole de ese sufrimiento, ese es un engaño que muchas veces pone el enemigo en nuestro corazón, y nos habla a nuestros oídos: “bueno, si vas a la iglesia, si haces esto, lo otro, ¿por qué aun tienes este problema?, ¿porque te ha ido mal en los negocios?”, comenzamos a andar por los sentidos y no por la fe, porque satanás buscará engañar nuestros sentidos para usarlos como una puerta por la cual entrar a nuestra vida. ¿Por qué somos débiles en esto? ¿Por qué basamos nuestra relación con Dios de acuerdo a lo externo que esperamos recibir de ÉL? La respuesta es porque queremos satisfacción instantánea, el hombre busca satisfacción instantánea, por eso se deja engañar, ¿Por qué el enemigo pudo engañar a Eva? Porque le dijo: “¿Con que Dios dijo que no podías comer de ese árbol?” Satanás no necesita una hora de predicación, una sola semilla, un sólo pensamiento que le cedió Eva y sembró la duda y la sacó de la voluntad de Dios. Así habla también a nuestra mente: “¿Con que el pastor dijo? ¿No parece que tenga que ser tan así? La biblia lo dice, pero…” entonces dejamos que nuestra fe sea opacada por esas semillas de duda que el enemigo viene a poner a nuestra mente y corazón. Es por eso que Pablo decía: “mi predicación no está basada en la sabiduría humana, porque la sabiduría humana dice que si yo lo veo entonces lo creo, pero la sabiduría de Dios dice que si creemos entonces podremos ver” (parafraseado), pero la satisfacción instantánea nos dice: “hazlo ahora, hazlo así, tiene que ser ahora”. Cuando Jesús fue tentado en el desierto lo primero que vino el diablo a hacer fue a tratar de entrar a través de una necesidad natural, por el hambre que el sentía. Lo tentó diciendo: “Convierte las piedras en pan”. ¿Estaba mal que Jesús comiera? No, no estaba mal, era una necesidad natural, Él tenía hambre después de 40 días de ayuno, entonces el problema no era si comía o no, era la motivación por la cual Él iba a hacer lo que el diablo le estaba sugiriendo. Entonces muchas veces creemos que somos llamados por Dios, queremos servir, tener ministerio, pero no queremos ese proceso en el cual le aprendemos a pedir a Dios que primero Él forme en nuestro corazón fidelidad a Cristo, entonces nos sentimos poco reconocidos, pensamos: “quiero ministerio y ¡lo quiero ya!”, “la sanidad la quiero ahora, ¡y la quiero ya!”, “quiero que mañana amanezca y que todo sea feliz en mi hogar, ¡lo quiero YA!”. Pero debemos entender que hay cosas que Dios quiere hacer en nuestra vida y que se desarrollan también por la fe. Pablo les estaba diciendo que no había venido a habla un mensaje humano, sino que venía a hablar de un mensaje del cielo, un mensaje de Dios, que no lo podemos recibir con la mente, lo tenemos que recibir por fe creyendo que la Palabra de Dios es tan poderosa que cuando Él hable vamos a recibir porque mientras pedimos vamos a recibir. No hay nada que nos pueda impedir recibir si tenemos fundada nuestra fe no en lo que pensamos, no en lo que nos parece, sino en lo que Dios ha dicho. Hebreos 11:5 “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.” Este hombre Enoc, dice la Palabra, que fue traspuesto, llevado por Dios al cielo. Si nosotros leemos acerca de la vida de Enoc nos vamos a dar cuenta que él no hizo muchos milagros ni recibió

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MINISTERIOS CONFRATERNIDAD DE FE www.confraternidaddefe.com grandes cosas, lo único que hizo, y se mantuvo haciendo, fue caminar con Dios agradándole, y recibió el más grande testimonio que nosotros podemos ver aquí en la Palabra, dice que él fue traspuesto, un día pasó de la tierra directamente al cielo, ¿por qué?, ¿por qué era bueno? ¿Por qué hacía milagros? ¿Cosas importantes? No, fue porque Dios miró en Enoc la capacidad de serle fiel y de confiar en Él cada día de su vida. Romanos 4:18 “El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”. Abraham creyó que Dios era poderoso para hacer todo lo que Él le había prometido. Este tiene que ser nuestro baluarte, nuestra bandera, nuestra confesión, nuestro dormirnos y nuestro levantarnos, Dios es poderoso para hacer todo lo que dijo que Él iba a hacer, porque nuestra fe no está fundada en nuestra sabiduría, nuestra fe está fundada en el poder de Dios. Entonces vemos en Abraham, el ejemplo más tangible de que él estaba realmente fundando su vida no en lo que veía, era que él ya tenía 100 años y su mujer era estéril, no tenía algo natural de que afirmarse para creer que se cumpliría en su vida la promesa de Dios. A veces, es mejor no tener nada natural de que afirmarnos, no tener ninguna cosa natural en la cual poner el pie, la cabeza, los pensamientos, porque cuando vivimos así, todo el día vamos a estar confiando en Dios y experimentaremos lo que es creer que Él es poderoso para hacer todo lo que dijo que iba a hacer. Génesis 12:1 “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. Cada uno de nosotros está viviendo diferentes circunstancias, pero una palabra puede ser un “rhema” para cada persona si retenemos lo que Dios está hablando a nuestras vidas, por eso es necesaria la fe porque si no estamos creyendo lo que se nos está predicando, esa palabra va a ser como escuchar a cualquier persona, pero si sabemos que esto es Dios hablándonos, que es una provisión del cielo, que Dios va a empezar a mostrar que su Palabra es poderosísima para hacer lo que dijo que iba a hacer. Por eso predicamos una relación con Dios y no una religión, porque estamos confiados que vamos a experimentar a Dios si estamos creyendo lo que Él está diciendo. En este versículo, Dios le habla a Abraham que se valla del lugar donde está, pero en ese momento él no sabía a qué Dios lo estaba llamando. Abraham obedeció y salió de su tierra y de su parentela, para ir al lugar que Dios le indica, sin saber que esa sería la tierra de su herencia. Cuando el Señor nos habla, no siempre nos explicará todo, entonces lo que estamos viviendo hoy, en lo que estamos trabajando hoy, luchando hoy, no es nuestro destino final, es sólo el camino para llegar a nuestro destino. A veces, pensamos que lo que estamos viviendo hoy es el final, pero no es el final, es sólo parte del camino hacia nuestro destino.

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Dios tenía un plan para Abraham, pero Abraham necesitó creer y obedecer. En este proceso es que nos puede suceder que nos desconectemos de nuestra fe porque nuestros sentidos nos hablan muy fuerte, lo externo, lo natural, nos dan una batalla para que soltemos la palabra que nos fue dada. Entonces creemos, tomamos la palabra, pero en el momento de ponerla en acción, como nuestros sentidos nos están hablando fuerte, somos engañados en nuestro corazón y nos desviamos del camino que nos lleva al destino final. Necesitamos levantar nuestro corazón y nuestros ojos, y mirar a Jesús, el autor y consumador de la fe. Él tuvo muchas cosas contrarias a su misión, pero no desmayó, se mantuvo creyendo hasta el final. Entonces fue levantado en gloria, poder, en autoridad porque Él hizo la voluntad del Padre y, cuando la hizo, estuvo listo para ir y sentarse en el trono. Si queremos realmente caminar con Dios, tenemos que entender que nuestras batallas son el sólo el comienzo de ser una persona grande en Dios. Nuestras batallas hoy van a desarrollar la capacidad en nosotros de confiar en Dios en medio de la adversidad, de recordarnos que cuando no vemos nada podemos levantar lo que Él ha dicho. Es tan maravilloso saber que estamos en una relación con Dios por la fe y no por las obras, saber que venimos al lugar de su presencia y nos presentamos ante Dios, pudiendo decirle: “Señor, aquí estoy, no soy perfecto, no hice todo bien esta semana, me equivoqué, pero Señor, tú eres tan bueno y poderoso para limpiarme de eso que yo vengo a ti, corro a tu gracia, corro a tu presencia, a tu trono del oportuno socorro”. El lugar donde tenemos que ir cuando cometemos errores es la presencia de Dios, pero lamentablemente nuestra tendencia cuando nos equivocamos es huir de Él. Abraham también se equivocó pero aprendió a caminar confiando en Dios, por eso la Escritura dice que creyó en Dios, en esperanza contra esperanza. Cuando no había ni esperanza, Abraham levantaba una esperanza. Cuando veía que habían pasado 10 años y todavía estaba esperando por la promesa, levantaba la esperanza y seguía creyendo en Aquel que le había prometido. Aun así cometió errores, tuvo a Ismael, pero a pesar de eso siguió levantando esperanza, porque entendía que no era por su poder ni por sabiduría, sino porque Dios lo había prometido. Muchas veces vamos a tener que esperar igual como esperó Abraham, pero hubo un año en que Dios visitó a Abraham y ese año Sara quedó embarazada del hijo que esperó por 25 años. Hay tiempos de Dios en nuestra vida que serán de cumplimiento, y para eso Dios va a comenzar a formar en nosotros la capacidad de caminar con Él, caminar como Enoc caminó fielmente, sin titubear, sabiendo en nuestro corazón que Él es lo suficientemente poderoso para cumplir su Palabra tal como lo hizo con Abraham. Como lo hizo un día David, que a pesar de sus errores, sus homicidios, sus mentiras, sabía que Dios había dado una palabra sobre su vida y lo había sentado en el trono de Israel. ¿Por qué David era tan amado por Dios? Porque David nunca dijo: “Gracias a quien yo soy, me sentaron en el trono”, no, él dijo: “de detrás de las ovejas me sacaste, ese era yo, un pastor de ovejas”. Entonces no nos asombremos si Dios habla a personas que naturalmente no estamos calificadas para las cosas grandes, porque Él no está confiando en nuestras habilidades, sino en sus posibilidades. Nunca nos olvidemos de donde nos sacó el Señor, porque esa capacidad de reconocer a Dios en nuestra vida nos va a permitir también caminar en humildad reconociendo que no éramos

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MINISTERIOS CONFRATERNIDAD DE FE www.confraternidaddefe.com merecedores pero que Él ha sido tan bueno, tan grande, que ha mostrado su fidelidad aun en los tiempos en que quisimos abandonar. Lo más maravilloso del cuerpo de Cristo es que podemos recibir aliento en medio de nuestras batallas, nos animamos unos a otros a seguir adelante, a no abandonar, a exhortarnos para que no permitamos que nuestros sentidos nos engañen y nos desvíen de nuestro destino final. En medio de la casa de Dios, de la iglesia, vamos a tener personas a nuestro alrededor que nos va a levantar los brazos en los momentos de dificultad. La iglesia no está hecha para juzgar, la iglesia está hecha para restaurar, para levantar al caído, para vendar al que está herido, para darle esperanza al que no tiene esperanza, a eso nos ha llamado el Señor, no a ser una iglesia más que canta o que salta más que la otra o menos que la otra, no, no ha llamado a ser un cuerpo y la fe es lo que nos une, la que nos motiva y la que nos levanta. ¡Bendecidos!

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