FEIH C IPIC S DE LA ORTOL.OJIA Y M ETRICA

F E IH C IP IC S DE LA ORTOL.OJIA Y M ETR IC A . PRINCIPIOS 't ? 4ÍÍ ORTOLOJIA Y METRICA P O R D. A N D R E S ' B E L L O . n F r o n t e e x i

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F E IH C IP IC S DE LA

ORTOL.OJIA Y M ETR IC A .

PRINCIPIOS

't ?

4ÍÍ

ORTOLOJIA Y METRICA P O R D. A N D R E S ' B E L L O . n F r o n t e e x i l e n e g o t iu m E t d io n u m p u e r is p ü t e s : A G G R E S S IS LABOR ARDUÜS.

(TERENT. MAUR.)

X< E d ic ió n reim presa de la p ub lic ad a p o r el autor e n Sa n t ia g o de C hile.

CARACAS.

ALMACEN DE J. M. DE ROJAS,

CALLE DEL COMERCIO N° 40.

1844

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ADVERTftNCIA DEL EDITOR. —=4«=—

CARACA?.

REIMP. POR GEORGE CORSER. 1811

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■El deber en que estamos de presentar á los venezo­ lanos la reimpresión de este libro tal cual lo publicó el autor entre los chilenos, y el respeto que profesamos « á este sabio y distinguido americano, nos ha hecho ínfritijir en esta edición la práctic^, ortográfica de esta . oficina. Mui zelosos hemos sido al adoptar las innovacio­ nes que cada dia se proponen en nuestro idioma ; y mas bien hemos preferido quedar zagueros en el ca­ mino d e 'la s reformas, ántes que adoptar sistemas no aprobados por la generalidad. Ademas, en una épocaí’como la actual e ^ j u e tantos con justos y dignos tí­ tulos ofrecen nuevos sistemas, hemos debido fijar el (Míttestro y acogernos á un partido : el nuestro es de la Real Academia española. Dos son principalmente los casos en que hemos va­ riado aquel sistema. Uno es la aplicación de la^' á to­ das las voces que debian escribirse con g ; y así he­ mos puesto Ortología en vez de Ortología. Otra es la supresión del acento agudo en la preposición a y en las folijunciones é í 6 ú, causando alguna confusion en la ^lectura entre los que están acostumbrados á verlo de ^ continuo en todas las publicaciones. No nos detendremos en observaciones de menor or­ den, ni tampoco es nuestro intento sostener estas ó las otras prácticas ; indicamos tan solo las alteraciones que hemos hecho por esta vez, y las razones que para ello hemos tenido.

4 PROLOGO.

•»

C omo no hai pueblo, entre los que hablan un mismo idioma, que no tenga sus vicios peculiares de pronun­ ciación, es indispensable en todas partes el estudio de • Ja O r t o l o jía a los que se proponen hablar con pure­ za ; pues no basta que sean propias las palabras y cor­ rectas las frases, si no se profieren con los sonidos, can­ tidades y acentos lejítimos. Estudio es este sumamente necesario para atajar la rápida dejeneracion que de otro modo experimentarian las lenguas, y que nmltiplicándolas haria crecer los em­ barazos de la connTmcacion y comercio humano, m e­ dios tan poderosos de civilización y felicidad : estudio ^indispensable a aquellas personas que por el lugar que . ocupan en la sociedad no- podrian sin degradarse des­ cubrir en su lenguaje resabios de vulgaridad o ignoran­ cia : estudio, cuya omision desluce al orador y puede hasta hacerle ridículo y concitarle el desprecio de sus oyentes ; estudio, en fin, por el cual debe comenzar to­ do el que aspira a cultivar la poesía, o a gozar por lo ménos eif la lectura de las obras poéticas aquellos deli­ cados placeres mentales que produce la representación t de la naturaleza y que tanto contribuyen a mejorar y , pulir las costumbres. Un arte tan esencial ha estado hasta ahora encomen­ dado exclusivamente a los padres y maestros de escue­ la, que careciendo, por la mayor parte, de reglas pre­ cisas, ántes vician con su ejemplo la pronunciación de los niños, que la corrijen con sus avisos. Pero al fin se ha reconocido la importancia de la O rtolojía; y ya no eg lícito pasarla por alto en la lista de los ramos de en­ señanza destinados a formar el literato, el orador, el poeta, el hombre público y el hombre de educación.

II

Deseoso de facilitar su estudio, presento a los jóve­ ios eruditos y a las corporaciones literarias, cuyo insti­ nes americanos este breve tratado, en que me parece tuto es fijar el lenguaje. Corresponde al profesor elehallarán reunido cuanto les es necesario, para que jun­ jir, entre las varias materias que se tonario de rimas en el Arte Poética de Renjifo. Pero se imita en la prosodia : sermon (sermóne), ciudad ( civitáte) trodujo la moda de pronunciar pábilo esdrújulo, pormerced (mercéde), color f colóre), ibero (ibéro). P o r el con le se creyó, con poco fundamento, que se derivaba de trario, si se retiene la fortna del nominativo, se retiene e Ibulum; práctica que se ha hecho universal entre las acento de este caso: Juno (Juno), réjimen (régimen). rsouas que se precian de hablar bien, sin embargo de Debe,pues, seguirse la acentuación latina, siempre qu< le el vulgo en todos los países en que la lengua nativa el buen uso no esté claramente decidido en contra. Poi la castellana, sigue todavía pronunciando pabilo. ejemplo, unos pronuncian intérnalo, otros intervalo; uno¡ En las voces derivadas del griego, lo mas común es sincero, otros sincéro; unos méndigo, otros mendigo. Pre; entuarlas a la manera de la lengua latina, que ha sido fiero, de consiguiente, la acentuación del oríjen, que hai ecuentemente el conducto por donde han pasado alcasce graves estas palabras. Adoptando esta práctica, teñe' llano. Los griegos, por ejemplo, pronunciaban SocráDemnsténcs: los latinos Sócrates, Demóstenes, acenmos en multitud de casos una regla fija a que atenernos y no se multiplican por puro capricho los puntos de se- ¡ando la antepenúltim a; y tal es también la acentúaparacion y diverjencia entre las lenguas, que es añadir on de estos dos nombres en nuestra lengua. gratuitamente una dificultad mas a su estudio, Siguiéndola norma del idioma latino, ponemos consEn los nombres propios de personajes romanos se pe- intemente el acento sobre la antepenúltim a de los nombres ca a veces gravemente contra la regla anterior. Muchos i ada, ade,ida, ide, cuyo nominativo griego es en as o en pronuncian Tíbulo, Lúculo, Népote, debiendo hacer gra­ , como década, mónade, tríade, nómade, dríada, náyaves estas voces (T ihúl/us, Licüllus, Nepos Nepótis). De­ e, crisálida, pirámide; de los propios y patronímicos cube decirse Catufo grave, cuando se habla del poeta; J o nominativo es en ades como Alcibíades, Caméades, Catufo esdrújulo,cuando se designa algún individuo de la lilcíades, P íladrs; de los compuestos terminados en et­ jente L utada, como el célebre vencedor de los Cimbros. ilo, como acéfalo, bucéfalo, cinocéfalo; en crates como Si el uso es decididamente contrario al oríjen,debemos 'ócrates, Hipócrates; en crono, crona, como isócrono, sinatenernos al uso; como en acédo(ácidus), Lucia ( Lúcia), roño; en doto, dota, como Heródoto, antídoto, anécdorúbrica (ruhríca), Celtíbero (Celtiber Celtibéri), púdico en fago, f " g a , como antropófago, esófago, sarcófa(pudícus), Proserpina ( Prosérpina), imbécil (imbecillus o o; en filo, fila , (de philein, amar), como Panfilo, Teóimbteíllis), celébro ( cérebrum) , 4*‘ Decimos impío, con­ ilo; en Jisis, como apófisis, sínfisis; en furo, fura, como servando la acentuación del simple pió; pero los poetas Telésforo, fósforo, canéfora; en gamo, gama, como bídicen a veces ímpio, conservando la acentuación del orí- ’amo, polígamo, criptógama, fanerógama ; en gono, gona, jen latino impius.

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como tetrágono, polígono; en erafo, J , ata, erafe, con jWfew/fl, lo es tetrasílabo, y brioso trisílabo, porqu*deben añadir dos sílabas en fiamos, y diptongo en cambiamos. P or ra ­ ina sílaba a los primitivos navio, brio, y por tanto las zones análogas las combinaciones ié, i 6 , son disílabas en ¡ombinaciones ié, ió, son disílabas en aquellas dicciones; fié , fió, y diptongos en cambié, limpió-, y las combinacio­ iero glorieta es trisílabo, y ambicioso tetrasílabo, porque nes uá, ué, disílabas en valuamos, valuemos, forman dip­ ieben añadir una sílaba a las dicciones primitivas gloria, tongos en fraguamos, fragüemos. ambición; de que se sigue que en estos ejemplos las com­ D e la misma manera para saber si la terminación ió de binaciones ié, ió, forman diptongos. la tercera persona del perfecto de indicativo en los verbos Cuando alguna de las combinaciones a que es relativa de la segunda y tercera conjugación es o no disílaba, de­ la regla anterior es naturalmente disílaba, se permite al be recurrirse a la primera persona del mismo perfecto, y poeta la sinéresis; pero si forma diptongo este es por lo poner en aquella igual número de sílabas que en ésta. común indisoluble; bien que por una licencia poética que P o r ejem plo: temí, sentí, son disílabos; luego también no deja de halagar al oido, se halla a veces disuelto en lo serán temió, sintió: vi, di, son monosílabos; luego lo las adjetivos derivados que terminan en ioso y uoso, como serán igualmente vió^dió: de que se sigue que en todas gracioso, glorioso, fastuoso, majestuoso, 4"*, en que, según estas personas la combinación ió forma diptongo. P or el la pronunciación ordinaria, las combinaciones ió, uó, son contrario siendo reí disílabo como rio, y desleí trisílabo diptongos. como deslío, disílabo será rió y trisílabo deslió; de que se E . En los substantivos verbales en ion, ya se deriven sigue que en estas terceras personas de los verbos reir y de verbos castellanos o solamente de verbos latinos, la desleír la combinación ió debe pronunciarse como disí­ combinación ió f >rma diptongo indisoluble; como en tran­ sacción, de transijir, variación, de variar, lección, de leer, laba. Cuando las combinaciones a que es relativa esta regla traición, de tradere, fruición, de fru i, Sf*. son de suya disílabas, admiten fácilmente la sinéresis; F. E n los demas casos es necesario atender al buen pero cuando forman diptongo, se prestan con suma difi­ uso, según el cual la combinación forma a veces un dip­ cultad a la d i e r e s i s o disolución del diptongo. Así vemos tongo indisoluble, como en Dios, p ié, fu é , y otras veces que es frecuente en los poetas hacer monosílaba la com­ diptongo soluble, o dos sílabas que se prestan sin la me­ binación iá o uá en fiamos, variamos, valuamos, pero du­ nor violencia a la sinéresis, como en D iana, suave, que do que un buen versificador Ja baya hecho jamas disílaba son arbitrariamente disílabos o trisílabos. cuando forma naturalmente diptongo, como en cambia­ 6. Si concurren dos vocales débiles y está acentuada la mos, fraguamos, acopiamos, aguamos. primera, las dos vocales concurrentes forman diptongo C. La combinación ié forma diptongo indisoluble en indisoluble, como en T ui, mui. Acaso debe pertenecer a Jas terminaciones ieron, iese, ieses, iese, iésemos, ieseis, la misma regla vüitre, que muchos pronuncian con el iesen; iera, ieras, iera, iéramos, ierais,ieran; iere, ieres, acento en la i ; y antiguamente pertenecían también a iere, iéremos, iereis, ieren, de los pretéritos perfecto de in­ ella el verbo cuido, el substantivo cuita, y el nombre y ver­ dicativo, imperfecto de subjuntivo, y futuro de subjuntivo bo descuido, en todos los cuales se acentuaba la u, como se ve por la asonancia en este ejemplo de Cervántes: de la segunda y tercera conjugación ; v. gr. murieron, mu­ riese, murieses, lij’" muriera, murieras, Sf’: muriere, murie­ Siguiendo voi una estrella res, $•’ ; y asimismo en la terminación iendo del jerunQue desde léjos descubro, dio de las mismas conjugaciones, como temiendo, mu­ Mas clara y resplandeciente riendo. Que cuantas vio Palinuro.

* Yo no sé adonde me guia, Y así navego confuso, El alma a mirarla atenta, Cuidadosa y con descuido.

Aun hoi día conservan esta antigua pronunciación los chilenos, y acaso no se ha peí dido del todo en la P en ín ­ sula, pues la vemos autorizada por Jovellanos en este pa­ saje, citado por Don Vicente Salvá: i, Le adularás con ella? i, O allá en la fría tumba Los miseros que duermen De lágrimas se cuidan'!

7. Si concurren dos vocales débiles, y es acentuada la segunda, hai variedad en el uso. Unas veces las vocales concurrentes forman diptongo indisoluble como en fu i, cuita, cuido, descuido (que por su pronunciación moder­ na pertenecen a esta regla), y otras veces forman dipton­ go disoluble, o si se quiere dos sílabas que admiten fácil­ mente la sinéresis, como en ruin, ruina, ruido, viuda. L a analojía de la conjugación determina a menudo la canti­ dad natural y lejítima de estas combinaciones en las for­ mas verbales. P or ejemplo, se dice huyo disílabo, y argu­ yo trisílabo. Debemos pues decir huí, disílabo; huimos, huia, huida, trisílabos; argüí, argüir, trisílabos; argüía, argüimos, argüido, tetrasílabos; argüíamos, pentasíla­ bo, Pero en casos de esta especie se permite la siné­ resis a los poetas. Cuando se duplica una vocal como en piísimo, duúnviro, la combinación forma dos sílabas, y apénas admite la sinéresis. Pasemos a las combinaciones de dos vocales a que pre­ cede el acento. 8. Si las dos vocales concurrentes son llenas, forman naturalmente dos sílabas, como en Dánao, Cesáreo, Cimótoe. Como Jos poetas hacen casi siempre diptongos las com­ binaciones inacentuadas a que se refiere esta regla, pu­ dieran algunos creer que seria mejor invertirla, conside­ rando las tales combinaciones como diptongos naturales que a veces admiten la diéresis por licencia poética. Pero conviene advertir que en nuestra prosodia es la sinéresis

íucho mas familiar y frecuente que la diéresis, como lo rtieban las observaciones que sobre este punto dejo hehas en las reglas precedentes. Por otra pfcrte, es digno e notarse que jam as en un verbo castellano las personas e singular de los presentes term inan en una de tales ombinaciones inacentuadas. Decimos siempre deséa, denées, No hai ejemplo de una sola forma singular de resente que terminando en una de estas combinaciones inga el acento en la vocal antepenúltim a; fenómeno que olo se puede explicar mirándolas como disílabos, porque stas formas verbales excluyen constantem ente los esrújulos. 9. Si la primera vocal es llena y la segunda débil, las ocales concurrentes forman naturalm ente diptongo, co10 amabais, temierais, temieseis, partiereis. 10. Si la primera vocal es débil y la segunda llena, is vocales concurrentes forman diptongo indisoluble, co30 en injuria, cambie, limpio, arduas, fragüen, continuos. No hai vocablos castellanos en que venga despues del cento una combinación de dos vocales débiles. Síguese mes considerar las combinaciones de dos vocales que ireceden al acento. 11. Si ambas vocales son llenas, forman naturalmene dos sílabas; como en Saavedra, aerostático, Faetón, Modamía, lealtad, leeríamos, Leovijildo, Boadicea, roe­ dor, cooptar. Pero la sinéresis es aquí permitida, particuirmente si entra en la combinaciou la vocal e. 12. Sí la primera vocal es llena y la segunda débil, orinan naturalmente diptongo, como en vaivén, embaular, 'únado, feudatario. Pero no forman regularmente dipton;o cuando en los vocablos compuestos pertenecen a dos lementos distintos, el primero de los cuales es una partí­ ala prepositiva monosílaba, como en prohibir, prohijar, risílabos; bien que en este caso se permiten los poetas a sinéresis. 13. Si la primera vocal es débil y la segunda llena, íai variedad en el uso. Las inflexiones y derivaciones ionservan la cantidad de sus raíces, como criador, trislla>o, criatura, tetrasílabo, fiaríamos, pentasílabo, derivado le criar y fia r, disílabos; y cambiamiento, endiosado, terasílabos, derivados de cambiar disílabo y de Dios mo­



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nosílabo. E n los demas casos la combinación forma n a­ En esta dicción cambiéis, la combinación ié forma dip­ turalmente diptongo; y en todos, si no lo forma, es per­ tongo por la regla 5 a B ., y la combinación éi forma dip­ tongo por la regla 2 “ Luego la dicción se r»suelve en dos mitida la sinéresis. 14. Si am bas vocales son débiles, forman naturalm en­ sílabas cam-bieis, y la combinación iéi forma triptongo. te diptongo. Iriarte hizo de cinco sílabas la dicción diu­ Lo mismo sucede en cambiáis, fragüéis, buéi. 17. E n fin, si el acento carga sobre la tercera vocal, re­ réticos en su fábula de el Gato, el Lagarto y el Grillo; sultan dos combinaciones parciales; la primera de dos pero no me atreveré a decir si lo aprueba el oido. Pasemos a las combinaciones de tres vocales. cocales a que sigue el acento ; y la tercera de dos vocales 15. Si el acento está en la primera de ellas, la com­ con el acento en la segunda vocal. Aplicarémos pues a la binación se resuelve en dos: la primera de estas es una srimera de estas combinaciones las reglas 11“, 12“, 13a y combinación de dos vocales, la primera acentuada y la se­ 14% y a la segunda las reglas I a, 3“, 5a y 7* gunda inacentuada, y la cantidad se determina por las1 ' Por ejemplo. En la dicción rehuí, la combinación eu reglas 1“, 2 a, 4“ y 6?; al paso que la segunda combina­ forma dos sílabas por la excepción a la regla 12a, y la ción es de dos vocales que siguen al acento, y su canti­ combinación uí forma también dos sílabas por la regla 7 “ La dicción, pues, se resuelve naturalmente en tres sílabas dad se determina por las reglas 8% 9 “ y 10* P o r ejemplo. E n esta dicción lóaos concibo dos com­ re-hu-í. Las reglas precedentes de resolución se aplican con binaciones: Ja, que forma dos sílabas, por la regla 1®; y ao que forma también dos sílabas por la regla 8 “ L ue­ igual facilidad a las demas combinaciones de vocales acen­ go las tres vocales forman tres sílabas. E n esta dicción tuadas o inacentuadas. Por ejemplo. E n decaíais concurren cuatro vocales, y iríais concibo también dos combinaciones, ía, que forma dos sílabas por la regla 4“, y ai, que forma diptongo por por tanto se verifican tres combinaciones sucesivas, ai, ía, ai. La primera es disílaba por la regla 3 a, la segunda di­ la regla 9? Luego las tres vocales forman dos sílabas. 16. Si el acento carga sobre la segunda vocal, la com­ sílaba por la regla 4a, y la tercera diptongo por la 9 a D e­ binación se resuelve asimismo en d o s: la primera de dos caíais es por consiguiente tetrasílabo: de-ca-í-ais. vocales con el acento en la segunda vocal; y la segunda, § III. de dos vocales con el acento en la primera vocal. Apli­ quemos, pues, a estas combinaciones parciales las reglas 1®, 2% 3% 4% 5% 6“ y 7a, y no será difícil determinar la ENUMERACION DE LOS DIPTONGOS Y TRIPTONGOS CASTE­ cantidad. LLANOS. P o r ejemplo. En esta dicción fiaos, la combinación iá , Los diptongos y triptongos castellanos son propios o es disílaba por la regla 5“ B ., y lu combinación áo, es di­ sílaba, por la regla primera. La dicción por consiguiente impropios. Los primeros existen natural y lejítimamente; los segundos se deben solamente al influjo de la sinéresis es trisílaba. En esta dicción veáis, la combinación eá es disílaba o de la sinalefa. E i por ejemplo es diptongo propio, su­ por la regla primera, y la combinación ái es diptongo por puesto que lo tenemos en las dicciones léi, reino, temeis, la regla segunda. La dicción se divide por consiguiente naturalmente pronunciadas; pero es impropio el dipton­ go ao de la dicción ahogar, que naturalmente consta de en dos sílabas, ve-áis. En esta dicción cambiaos, la combinación iá es dipton­ tres sílabas y contraida por la sinéresis se reduce a d o s ; go por la regla 5“ B ., y la combinación áo es disílaba por y lo es asimismo el diptongo ae que resulta de la sinalefa la regla primera. Luego la dicción se divide en tres síla­ en las expresiones tierra estraña, bella estancia. De las reglas expuestas en el parágrafo precedente se bas : cam-bia-os.

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j

deduce que no puede haber en castellano otros diptongo propios que los com prendidos en la lista que s ig u e : *

A CENTUADOS.

iá i: ié i: iói: iáu: iéu: ióu: uái: uéi: uói: uáu: uéu: uóu:

ACENTUADOS.

d i: caigo, tarai. áu: p a u ta . t i : péine, veréis, éu: feudo. 6i : Z oilo, voi. i á : piano, ié : viento, pié. ió : diosa, vió. > uá: cuatro. u é: vuelo, pues. uó: cuota. ú i: T úi. i ú : viuda. u í: cuido, fu i. D e los diptongos acentuados 611, iú, aunque no tienel n ad a d e contrario a ia índole de la lengua castellan a, nc conozco ejem plo en dicciones que verdaderam ente per ten ezcan á ella. INACENTUADOS.

a i: au: ei: eu: oi: ia : ie: io: iu: ua: ue: ui: uo:

cairel, amabais, aurora, peinado, temiereis, feudal, oigamos. ju sticia, cambiamiento, superficie, bienandanza, arbitrio, endiosado, enviudar, cuaterno, fra g u a cuestión, tenue, cuidado, continuo, cuotidiano.

limpiáis. vaciéis. (no conozco (no conozco (no conozco (no conozco aguais. fra g ü éis, (no conozco (no conozco (no conozco (no conozco

* ejem plo). ejem plo). ejem plo). ejem plo).

ejem plo). ejem plo). ejem plo). ejem plo).

INA CEN TU A D O S.

Solo ex isten (que yo sepa) el triptongo uai en diccioes de o ríjen am ericano, com o guaiqucrí, guaireño; y el •iptongo iau en los nom bres propios M iaulina, M iaureato, form ados aquel p o r C ervantes y este por el fabulisi Sam aniego. Los diptongos o triptongos im propias, que resu ltan so) de la sinéresis o sinalefas, com prenden casi todas las tras com binaciones posibles de sonidos vocales. T en c 103 por m edio de la sinalefa, según vam os a ver, hasta ombinaciones de cuatro vocales en una sola sílaba. La sinéresis no tiene signo alguno en nu estra prosodia, ja diéresis suele señalarse de este modo, glorioso, süave. § IV. ►

'* LA CANTIDAD EN LA CONCURRENCIA D E VOCALES QUE P E R T E N E C E N A D IS T IN T A S D IC C IO N ES.

Determinemos ahora la cantidad de las vocales concurentes que pertenecen a dicciones distintas. Cuando concurren dos dicciones de las cuales u n a te r nina y otra principia por vocal, la sílaba final de la priDel diptongo inacentuado ou no conozco ejem plo en aera dicción y la inicial de la segunda suelen ju n ta rse ’orinando u n a sola. E n estas expresiones, hombre ilustre, dicción alguna verdaderam ente castellana. T rip 'ongos no puede haber otros que los com prendi­ oberbio edificio, brei form a un a sola sílaba, y bioe form a >tra; de inodo que la prim era expresión consta solam ente dos en la lista siguiente:

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¿

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lere'Mos c prim eram ente el caso de dos o m as de cuatro sílabas, sin em bargo de que la com ponen do: (úa). Considerem e le m e n to s , el

u n o d is íla b o y el o tro tr i s í la b o ; y la s e g ú n

d a e x p r e s io r ^ c o n s ta s o lo d e la c o m p o n e n tra s íla b a

la d ic c ió n tr is íla b a

edificio. A

nes, y p o r dose t o d a s verso:

s e i s s í l a b a s , n o o b s t a n t e qu<

c o n s ig u ie n te m a s ju n ta s

en

soberbio, y

v eces c o n c u rre n de

la u n id a d

l a d i c c i ó n te '

m a s d e d o s d ic c iO '

d o s s íla b a s , p ro n u n c iá n d e tie m p o , c o m o

en este

Si a un infeliz la compasion se niega: donde

siaun

es una

sola

s íla b a .

m a s s íla b a s e n u n a se lla m a

E sta

s in a l e f a

c o n fu s io n

de dos i

.

Er» la sinalefa castellana liai que advertir dos cosas. L¡ prim era, que en la concurrencia de dos o m as sílabas que pasan a form ar una sola, suenan claros, distintos, y sin alteración alguna los elem entos de que co n stan ; y la se gunda, que por medio de la sinalefa pueden form ar una sola sílaba, o pronunciarse en la unidad de tiem po, vocales que si pertenecieran a una sola dicción se pronunciarian en dos o mas unidades de tiem po. Y esto se verifica no solo en poesía, sino en el lenguaje ordinario, de cuya pronunciación no es lícito al poeta alejarse. D e que se si­ gue que la medida del tiempo en la sinalefa está sujeta a reglas mui diversas de las que dejamos expuestas en el parágrafo precedente. A la sinalefa se opone el h i a t o , que es cuando con­ curriendo dos vocales de diversas dicciones, no forman una sola sílaba, sino que perm anecen tan separadas las dos dicciones como si la segunda principiase por una con­ sonante. E stas expresiones la hora, caro hijo, b tlla obro se pronuncian naturalm ente con hiato, y seria desagrada­ ble la sinalefa entre las dicciones que respectivam ente la* com ponen. L a sinalefa se presta a tan ta variedad de casos que no es fácil enum erarlos todos. No tenemos la pretensión de agotar la m ateria. E n la sinalefa pueden concurrir dos, tres y hasta cua­ tro vocales, sin ningún acento, o con uno y aun dos, co­ mo se ve en las expresiones siguientes: hombre ilustre fci) soberbio edificio fio e j, sabia Europa (iaeu ), adoró humil­ de ( 6u), vivió infeliz (ió i), grande hombre (eó), T il amas

vocales sin acento. 1. E n la concurrencia de dos vocales in a c e n tu a d a s , cualesquiera que sean, es siem pre lejítim a y g rata la si­ nalefa. (C u an d o Jas dos vocales son sem ejantes, se pro­ nuncian con un solo sonido, algo prolongado, lo que q u i­ ta toda especie de du reza a la sinalefa, com o en hija ama­ da, suerte esquiva, destino horroroso). 2. C u an d o concurren tres vocales in acen tu ad as, suce­ de lo mismo, v. g. injenio excelente, difunta E urídice, su­ jeto a E spañ a. t A. P ero es de no tar que si la vocal m edia es débil, no se verifica la sinalefa, o solo se verifica p arcialm en te; v. g. agudo hierro, P edro y Antonio ; A ndró maca u Oréstes. E n el prim er ejem plo no hai sinalefa. E n el segundo la vocal i form a una sílaba con la vocal a, pero no con la vocal o; y en el tercero la vocal u forma una sílaba con la vocal o, pero no con la vocal a. L a vocal débil in ­ terpuesta im pide la confusion o acercam iento d e las vo­ cales que preceden y siguen, del m ism o inodo que una consonante lo haría. D. C uando la vocal interpuesta es la conjunción o, no podría verificarse sin u n a sum a du reza la sinalefa de las tres vocales, y es m ucho m as n atu ral el hiato entre las dos prim eras, com o en Juana o Antonio, el monte o el valle. C. D ebe evitarse que la conjunción o se halle entre dos vocales una de las cuales sea tam bién o, porque en tal caso resu ltaría una desagradable confusion de sonidos, que se precave substituyendo a la o de la conjunción la v. g. amigo u enemigo, D ante u Homero, Tibulo u Ovidio. D. E s m ui desagradable la concurrencia de tres voca­ les semejantes, v. g. marchaba a A m érica; se dedicaba a asistirle. E l a es la única vocal que suele h allarse en es­ te caso. E. E s de no tar asim ism o qu e p ara que h a y a sinalefa de tres vocales es necesario que co n cu rra u n a vocal con un diptongo, com o en edificio hermoso; a cuyo caso se reduce el siguiente: propenso a encolerizarse; porque a* forma en esta expresión un diptongo im propio, que acer­

cándose a Ja o final de la prim era diccioh produce la com ­ binación oae, y esta por la influencia de la sinalefa se pronuncia en^la unidad de tiempo. 3. C uando concurren cuatro vocales inacentuadas la sinalefa no es suave, pero seria mucho ménos tolerable el h i a t o . P o r lo que el prim er modo de enunciación, au n ­ que no del todo grato al oido, es tolerable y lejítimo. A . R epetim os aquí la observación A de la regla se­ gun d a, y dam os por ejemplos las expresiones siguientes: Lim pio hierro, Ignacia u Antonia. P o r punto jeneral las vocales débiles inacentuadas que se h allan entre otras vocales hacen las veze3 de conso« nante. B . D e lo cual se sigue que no puede h ab e r sinalefa de cuatro vocales, sino cuando concurren dos diptongos; porque si concurriesen una vocal y un triptongo propio, com o en buei hermoso, la vocal débil interpuesta im pedi­ ría de todo punto la sinalefa, y porque todos los demas casos que puede presentar la lengua castellana se redu­ cen al de dos diptongos concurrentes. P o r ejem plo: en la expresión apasionado a Eujenio, hai una sinalefa de cua­ tro vocales; pero es porque o a form an diptongo im pro­ pio m ediante una prim era sinalefa. P asem os a la concurrencia de vocales con un solo acento. 4. Si concurren dos vocales, la prim era acentuada, se com ete naturalm ente sin a le fa; que a la verdad no es en­ tonces tan grata como cuando se ju n tan dos vocales in­ ac en tu ad as; pero la leve aspereza que resulta sirve para d ar a la frase cierta plenitud y e n e rjía ; pues no todo de­ be ser blando y suave en una elocucion sonora y variada. L os versificadores m as esm erados nos ofrecen muchos ejem plos de sinalefas parecidas a estas: bajá inhumano; cayó a m isp iés; vi a lo lijo s; o tú infeliz! 5. S i la prim era dicción term ina en un diptongo acen­ tuado, y la segunda principia por una vocal que no lleva acento, se com ete naturalm ente la sinalefa, siem pre que no lo im pida la interposición de una débil inacentuada, como no lo im pide en estos ejem plos: cambió el arado p o r la espada: echó p ié a tierra; voló a encontrarle. En los ejemplos siguientes obsta la interposición de u n a dé­

bil: hai en eso mucho que d ec ir: el rei está irrita d o ; ve y háblate. 6. Si concurren dos diptongos, el prim eip acentuado y el segundo no, se com ete sinalefa, si no lo im pide la in ­ terposición de una débil inacentuada, y por d u ra que sea la sinalefa, es entonces preferible al hiato. P o r ejem plo: Recibió Europa del A sia las semillas de la civiliza ció n : corrió a encontrarle. En los ejem plos que siguen la in ter­ posición de una débil em b araza la sin a le fa :

c

H abló: y Europa enmudeciendo, al yugo El dócil cuello rinde........ Ai, Eujenio querido!

Con relación a los tres casos precedentes observarém os: A. Q u e la sinalefa no tiene nada de ingrato, cuando de ella resulta un diptongo o triptongo propio, como en estos ejem plos: b a já inhumano, murió inocente, en el p ri­ mero de los cuales resulta de la sinalefa el diptongo á i y en el segundo el triptongo iói, am bos propios. B . Q ue en el caso contrario, y por consiguiente siem ­ pre que se verifica el del núm ero 6, hai algo de desapaci­ ble en la sinalefa, com o en estos ejem p lo s: b ajá orgullo­ so; echó p ié a tierra ; se rindió E uropa. C. Q ue sube de punto la dureza d e la sinalefa cuando coincide con alguno de los acentos necesarios del m e tro ; por ejem plo: L a voz escucha del Bajá arrogante............ El triste son del yarabi amoroso.......... Tímido se ocultó en la selva oscura............. {, Cómo te falta en mí el conocimiento 1...... O qué de hoi mas no temerá el amante "i.... Pérfido, de tus artes engañosas H as visto ya y de tu traición el fruto.

D. Q ue la interposición de un a débil acen tu ad a no es un obstáculo p ara la sinalefa, bien q ue la colision de so­ nidos es entonces sum am ente in g rata : v. gr. F u i engaña­ do: benjuí oloroso. 7. Si la prim era dicción term ina en vocal in acen tu ad a, 1 la segunda principia por un a vocal ac en tu ad a o p o r in diptongo que ten g a el acento en la vocal inicial, es u n a s 'eces mas n atu ra l la sinalefa, y otras su en a m ejo r el hia-

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to. Voi a enum erar por su orden las circunstancias en que me parece preferible el hiato, com enzando por la mé nos im p o rtarte de todas. A . C uando la vocal que term ina la prim era dicción es la a o la o, que, según hemos observado, son las vocales de sonido m as lleno. Así me parece que no es desagrada­ ble el hiato en estas ex presiones: ello es que la mala fe nunca medra : esta era la persona que buscábamos. B . C uando los dos vocablos form an una frase substan­ tiva, v. gr. la hora, lo útil, el flamije.ro E tn a , mi caro hijo, un suelo árido. E n jeneral es tanto mas d ura la sinalefa, cuanto m ayor la conexion gram atical entre las palabráfi! concurrentes. L a conexion del artículo con el substantivo es la m as estrecha de todas, y de aquí es que en las ex presiones la urna, la hoja, nos parecería tan violenta la sinalefa, como en las dicciones ahúma, ahoga, la sinéresis. C . Cuando el prim er vocablo es la preposición a, la conjunción e o la conjunción o, como en las expresiones a hurto, p ie d a d e ira, uno de los dos o ámbos. D . Cuando el acento de la segunda dicción se h alla al fin de cláusula, o coincide con alguno de los acentos ne­ cesarios del metro ; como en estos versos,

hiato no solo es n atu ral sino agradable, porque con* lurren las causas A , D . A sí es que p arecería durísim a la inalefa de este verso. »

Y a al blando zéfiro abre L a tierna flor su capullo:

G. C uando no hai conexion gram atical inm ediata en:re las dos dicciones, com o en el verso siguiente :

L a causa de mis lágrimas ella era.

Ss suave el hiato en el verso siguiente p o r la coinciden* :ia de las causas A , B , D : Estrechaba en el seno al tierno hijo,

F es sum am ente d u ra la sinalefa en este o tr o : Estrechaba en los brazos al tierno hijo.

Favorecen por el contrario a la sinalefa y pueden a ve­ les contrapesar el influjo de las causas que hacen prefeir el hiato, las circunstancias que voi a enum erar. E. C uando la vocal que precede al acento es la e, la i i la u, como en las expresiones noble alma, grande homire, mi ánimo, tu ira. F. C uando concurren dos vocales sem ejantes, com o n la segunda sinalefa del verso sig u ien te: E n duelo eterno esta ánima mezquina.

y con m ayor razón, si hacem os coincidir el final de la cláu su la y el del m e tro ;

A mi queja ella siempre dura y sorda..

//. C uando el acento dista del final d e la cláusula, o no :oincide con un acento m étrico necesario ; circunstancias [ue concurren a un tiem po en la segunda sinalefa de es­ E s mas natural el hiato y m as desapacible la sinalefa verso, qu e es mui usada y agradable : si concurren a un tiempo dos o m as de las causas que de’ Erguido el albo cuello, ancha la frente.. jo indicadas. P o r ejemplo, el hiato en este verso, En jeneral siem pre que por algún motivo se debilita el EUa era la causa de mi llanto, icento, es preferible la sinalefa, com o en las expresiones lio es cierto, ella es necia; donde el acento del verbo se es apén as preferible a la sinalefa de este otro, itenúa tanto por el del adjetivo que le sigue, que se h a ­ Ello es que hai animales mui científicos; le necesaria la sinalefa. porque en favor d el hiato h a i u n a so la razoD y no de gran I No lo es tan to la de los versos sig u ie n te s: La tierna flor su capullo A l blando zéfiro abre.

fuerza. P ero c u a n d o d ig o ,

A este fatal estremo reducido........ i Oí su voz 1 o era ilusión acaso ?

Báculo de mía años ella, era,

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P ero me parece con todo preferible al hiato : A este duro estremo reducido....... O í su voz 1 o era engaño acaso í

63 solo, que el diptongo es u n a circunstancia favorable hiato. Por ejem plo: • L a turbia anda revuelve murmurando.

I. A veces el concepto o pasión que se expresa se avie­ n e m ejor con la sinalefa que con el hiato ; y otras al con­ a sinalefa biaón es d u ra por m ilitar en contra las cauis 7 A , 7 B , aunque no resalta tan to la d u reza por la trario. E n este verso, fluencia de la cau sa 7 H . Habla, habla, ¿ por qué callas 1 qué recelas 1 Al co n trario : Arrastra al roto esquife turbia onda: la celeridad de la sinalefa encarece la in sta n c ia : al reves de lo que sucede en el último de este bello pasaje de Gas® natural y agradable el hiato por la concurrencia de las c ila s o : ausas 7 A , 7 B , 7 D , y contribuye a suavizarlo el dip­ Una parte guardé de tus cabellos, Elisa, envueltos en un blanco paño, Que nunca de mi seno se me apartan. Descójolos y de un dolor tamaño Enternecerme siento que sobre ellos Nunca mis ojos de llorar se hartan. Con suspiros calientes Los enjugo del llanto, y de consuno Cuasi los paso y cuento uno a uno.

ango de turbia. En este verso, Oye, Clide, oye, el eco doloroso,

a natutal y n ad a tiene de ofensivo la sinalefa, porque le dvorecen las cau sas 7 E , 7 G , 7 H . Asimismo en este verso:

Los hiatos expresan felizm ente la prolija operacion de El jigante soberbio alza la clava, contar los cabellos. a causa 7 H hace no solo preferible sino n ecesaria la si­ Vese por lo dicho que en el caso que estam os conside­ nalefa. rando de la concurrencia de dos vocales, la segunda acen­ Por el contrario en el segundo de los versos que siguen: tu ad a, la elección entre la sinalefa y el hiato pende de varios pequeños accidentes, que obran a veces en un mis­ L a clava con ambas manos E l jigante soberbio alza , mo sentido y a veces en sentidos contrarios. H a i pocas cosas en que brille mas una prosodia correcta, ya se apli­ la influencia de la causa 7 D la h ace durísim a. P e ro díque a la versificación, y a al lenguaje ordinario. P ero bien, ,ase: se d aja conocer, que en una m ateria sujeta a considera­ E l monstruo soberbio alza. ciones tan m inuciosas,o por m eji>rdecir,a sensaciones tan finas y delicadas, aun la práctica de los tnas esmerados y el hiato h ará d esap arecer la dureza. hablistas y versificadores no puede ser siem pre uniforme9, A plícanse las observaciones de los nú m ero s 7 y 8 a 8. E l últim o ejemplo (uno a uno) pertenece propia­la concurrencia de u na vocal con un diptongo, estando m ente a otro caso algo diferente del anterior, que es al de en este acen tu ad a la prim era vocal. P o r e je m p lo : la concurrencia de dos dicciones, la prim era de laa cuales Tiende aura mansa las delgadas velas. term ina en diptongo inacentuado y la segunda principia por una vocal ac en tu ad a; pues la sinalefa no a form a ufó' ua sinalefa deán es favorecida p o r la 7 E , l a 7 G y la diptongo impropio. M as con respecto a este nuevo caso 1 H. 4 b asta reproducir las observaciones p reced en tes; añadien-

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10. A plícase tam bién las observaciones del núm ero a la concurrencia de triptongo inacentuado y vocal ace tu a d a , o d « dos diptongos el prim ero sin acento algún el segundo con acento en la vocal inicial; y solo h a i qi añ ad ir que el concurso de tan tas vocales favorece mas hiato. P o r ejem plo:

ARTE METRICA.'

Soberbia e ira, el pecho a un tiempo inflaman;

§ L

P o r la 7 C.

DEL METRO EN JENERAL. Sopla a mi amor propicia, aura suave.

En castellano se llam a metro el razo n am ien to diviP o r la 7 F , 7 G , 7 H . lido en tiem pos iguales por m edio de u n orden fijo de 11. C uando concurren dos acentos es m ucho m as n¡ centos, pau sas y rim as, con el objeto de ag rad ar al oido. ..os acentos y p au sas son de necesidad absoluta : la rim a tu ral y agradable el hiato, v. g .: alta a veces. Oyó Erna el acento dolorido. Analizemos por ejem plo el m etro en que están comP articularm ente cuando el final de la cláusula o la nee- raestos los siguientes versos de L o p e de V ega. sidad del ritm o hace resaltar el segundo acento, v. g. Advierte que te llevan Los ojos lagrimosos alzó Erna.

A . Solo en los parajes oscuros de la cláusula o del mi tro, esto es, cuando el segundo acento no coincide con fin de la cláusula o con un acento rítm ico necesario, e tolerable la «inalefa: como en este verso de H erre ra ¿Qué áspera condicion de fiero pecho1?

Pobre barquilla mia, a dar entre las rocas vuelve, vuelve la proa, de la soberbia envidia, que presumir de nave naufrajio de las honras. fortunas ocasiona. Cuando por las ribera» ^ Adonde vas perdida í andabas costa a costa adonde, di, te engolfas 1 nunca del mar temiste que no hai deseos cuerdos las iras procelosas. con esperanzas locas. Verdad es que en la patria Como las altas naves no es la virtud dichosa, te apartas animosa ni se estimó la perla de la vecina tierra, hasta dejar la concha. y al fiero mar te arrojas. Dirás que muchas barcas, Igual en los peligros, mayor en las congojas, con el favor en popa, pequeña en las defensas, saliendo desdichadas irritas a las ondas. volvieron venturosas. No mires los ejemplos de las que van y tornan, que a muchas ha perdido la dicha de las otras. &.*

1. A ca d a séptim a sílab a ocurre u n a p a u s a , esto es, una separación natural de dicciones. P o r consiguiente la séptima sílaba siem pre term ina dicción. Y de aquí tesqlta que to d a la com posicion está dividida e n pequeñas

/

.

66 cláusulas de siete sílabas, cada una d ^ a s cuales se lian

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a a o tra. NótéS^, p o r ejem plo, en las dos prim eras esrofas de L o p e de V ega arriba co p iad as, que la pausa 2. L a sesta sílab a de cada verso es necesariam en ¡ntre ocasiona y adúnde (vers. 4 y 5) es n atu ra lm e n te m aac en tu ad a .o jor que la p au sa en tre proa y que (v. 2 y 3}, y en tre en3 . T o d o s los versos pares term inan en dicciones Si olfas y que (v. 6 y 7 ; ) que estas dos últim as pau sas m ejantes. L a sem ejanza consiste en que la vocal acet ;onsumen algo m as de tiem po qu e las que, guiados por tu a d a siem pre es o, y la últim a vocal siem pre es a. Est sentido solo, debem os h acer entre mia y vuelve (v. 1 y sem ejanza de los sonidos finales se llam a r i m a . 2), entre nave y fortuna (v. 3 y 4), entre p erd id a y adónL a rim a puede ser de dos modos : c o n s o n a n t e , que dt (v. 5 y 6 ), entre cuerdos y con esperanzas (v. 7 y 8 ); y la sem ejanza de todos los sonidos, tanto vocales como

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