FIESTAS DE TOROS, Y DERECHO, EN LA ESPAÑA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA *

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FIESTAS DE TOROS,…Y DERECHO, EN LA ESPAÑA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA* Dr. Dionisio FERNÁNDEZ DE GATTA SÁNCHEZ Profesor Titular de Derecho Administrativo. Facultad de Derecho. Universidad de Salamanca.

ÍNDICE I) LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y SUS DESASTRES…NO HACEN OLVIDAR LAS FIESTAS. II) LA FIESTA DE LOS TOROS EN ESPAÑA HASTA LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: UNA HISTORIA DE NORMAS PROHIBITIVAS IMPOSIBLES DE HACER CUMPLIR. Alegoría taurina de la Guerra de la Independencia. Museo de Historia.

III) LAS FIESTAS DE Madrid TOROS EN LA ÉPOCA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: A) El debate sobre la celebración de festejos taurinos durante la Guerra de la Independencia. B) Toros en Madrid durante los reinados de José I y de Fernando VII, y por las victorias aliadas. a) Fiestas taurinas en los primeros años de la guerra. b) Las interesantes Instrucciones para la celebración de corridas de toros de 1810. c) Las fiestas taurinas…continuaron en Madrid hasta el fin de la guerra. C) Corridas de toros celebradas en otros lugares de España. D) Las fiestas de toros en Salamanca y Ciudad Rodrigo en la época de la guerra. ___________________ * Este trabajo está dedicado, con cariño, a la Profa. Dra. María del Carmen Calvo Sánchez en agradecimiento a su magisterio, a su espíritu universitario y especialmente a su amistad.

I.- LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y SUS DESASTRES…NO HACEN OLVIDAR LAS FIESTAS.

La

Guerra de la Independencia1, como todas las guerras ciertamente, provocó muerte y destrucción por toda España, debiendo resaltarse su larga duración (1808-1814) y las importantes y encarnizadas batallas que se produjeron. Además, junto a estos efectos directos, la contienda empeoró los problemas económicos, sociales y políticos de la España decimonónica, como los demográficos (agudizados por las pérdidas humanas de la guerra), la devastación de ciudades y pueblos, la destrucción de infraestructuras, la práctica liquidación del comercio (principalmente con la España del continente americano) y de la base productiva, la casi desaparición de la hacienda pública (con lo que esto supuso) y la tardía desaparición del Antiguo Régimen, que parecía que nunca se iba a producirse. Además, una de sus características de esta guerra fue la falta de piedad de todos los implicados en la lucha, con episodios de verdadero ensañamiento en muchos lugares (como los ocurridos en Madrid los días 2 y 3 de Mayo de 1808, bien reflejados por Goya, la crueldad de las batallas y los sistemáticos saqueos de ciudades y pueblos en las campañas de los ejércitos de Napoleón, y no sólo de éstos, las acciones de las partidas de guerrilleros2 o el maltrato a los prisioneros, entre otros)3. Tales situaciones se dieron por toda España, y naturalmente en el eje del Duero, y en Salamanca y Ciudad Rodrigo, al producirse muchos estragos debido a la importancia estratégica de esta zona y de algunas de sus ciudades en el desarrollo de la Guerra, a los duros asedios y encarnizadas batallas, a la actividad del ejército francés y de las tropas anglo-hispano-portuguesas, a las

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En general sobre la época de la Guerra de la Independencia, y sin pretender agotar las referencias, ver ARTOLA, M., “La burguesía revolucionaria (1808-1874)”, Tomo V, Historia de España Alfaguara, Alianza Ed., Madrid, 1978, y “La Guerra de la Independencia”, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2007; CAYUELA FERNÁNDEZ, J. G., y GALLEGO PALOMARES, J. Á., “La Guerra de la Independencia. Historia bélica y pueblo y nación en España (1808-1814)”, Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 2008; CONDE DE TORENO, “Historia del levantamiento, guerra y revolución de España”, 5 Tomos, Madrid, 1838 en adelante; CUENCA TORIBIO, J. M., “La Guerra de la Independencia: Un conflicto decisivo (1808-1814)”, 2ª ed., Ed. Encuentro, Madrid, 2008; DIEGO, E., “España, el infierno de Napoleón”, Ed. La Esfera de los Libros, Madrid, 2008; ESCALERA, E., y GONZÁLEZ LLANA, M., “La España del siglo XIX”, Imprenta de J. J. Martínez, Madrid, 1864; GARCÍA CÁRCEL, R., “La Guerra de la Independencia”, 12 Tomos, La Aventura de la Historia-Ed. Arlanza, Madrid, 2008; MUÑOZ MALDONADO, J., “Historia política y militar de la Guerra de la Independencia de España contra Napoleón Bonaparte desde 1808 á 1814 (publicada de orden del Rei N. S.)”, Tomos I y III, Imprenta de J. Palacios, Madrid, 1833, y OMAN, C. W., “La Guerra de la Independencia en la Península Ibérica, 1808-1814”, en IBARRA Y RODRÍGUEZ, E. (Dir.), y otros, “Historia del Mundo en la Edad Moderna”, 2ª ed. española, Tomo VIII, Ed. Ramón Sopena, Barcelona, 1950, pp. 465-535.

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MARTÍNEZ LAÍNEZ, F., “Como lobos hambrientos. Los guerrilleros en la Guerra de la Independencia (1808-1814)”, Algaba Ed., Madrid, 2007.

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CAYUELA FERNÁNDEZ, J. G., y GALLEGO PALOMARES, J. Á., “La Guerra de la Independencia. Historia bélica y pueblo y nación en España (1808-1814)”, cit., págs. 513-552, y ARAGÓN GÓMEZ, J., “Vida cotidiana en Andalucía durante la Guerra de la Independencia: la verdadera cara de la Guerra”, Trocadero, nº 20/2008, pp. 7-20.

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incisivas acciones de las partidas de guerrilleros y a la correspondiente ruina física, económica y social4. No obstante, y a pesar de la destrucción sistemática de la nación y de sus bienes y de la muerte de sus habitantes, como acertadamente señala CUENCA TORIBIO5, la vida cotidiana continuó en esta España desgarrada por la guerra, pues la vida se sobrepone siempre a la muerte, no quebrándose esta regla eterna de la existencia humana. Junto a los terribles acontecimientos bélicos, la población y especialmente sus dirigentes políticos tratan de mantener la cotidianeidad y normalidad diaria, aunque no siempre era posible por las alteraciones derivadas de los acontecimientos bélicos, o por la incidencia de la escasez de productos y del hambre. Y en esa normalidad, muchas veces más aparente que real, no faltarán

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Sobre el discurrir de la Guerra, sus asedios y batallas en estas zonas, ver ALONSO BAQUER, M., “El asedio de Ciudad Rodrigo en 1810”, Militaria-Revista de Cultura Militar, nº 7/1995, págs. 97-100; AMADOR Y CARRANDI, F., “La Universidad de Salamanca en la Guerra de la Independencia”, ed. facsímil del original de 1916, Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 1986; ARAUJO, F., “La reina del Tormes. Guía histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca”, 1884, edición facsímil de Caja de Ahorros de Salamanca, Salamanca, 1984; BECERRA, E., y REDONDO, F., “Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia”, Ed. Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, Ciudad Rodrigo (Salamanca), 1988; CONDE DE TORENO, “Historia del levantamiento, guerra y revolución de España”, Tomo III, Imprenta del Diario, Madrid, 1839; ENCISO RECIO, L. M. (Comisario de la Exposición), “La Nación recobrada. La España de 1808 y Castilla y León” [Catálogo de la Exposición organizada por Caja Duero y la Junta de Castilla y León, Sala Caja Duero, Salamanca, Septiembre-Noviembre de 2008], Ed. Junta de Castilla y León, Valladolid, 2008; ESTEBAN DE VEGA, M., “La Guerra de la Independencia en Salamanca”, en CID CEBRIÁN, J. R. (Coord.), y otros, “La ciudad frente a Napoleón. Bicentenario del sitio de Ciudad Rodrigo de 1810. Estudios”, Ed. Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo y Diputación de Salamanca, Salamanca, 2010, pp. 60-71; HERNÁNDEZ VEGAS, M., “Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad”, 2 Tomos, 2ª ed. facsímil, Ed. del Excmo. Cabildo de la Catedral de Ciudad Rodrigo, Salamanca, 1982 (la primera ed. es de 1935); HORWARD, D., “Napoleón y la Península Ibérica. Los asedios de Ciudad Rodrigo y Almeida, 1810”, Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2006; MARTÍN, J. L. (Dir.), ROBLEDO, R. (Coord.), y otros, “Siglo Diecinueve”, Tomo IV, “Historia de Salamanca”, Ed. Centro de Estudios Salamantinos, Salamanca, 2001; MUIR, R., “Salamanca 1812. El triunfo de Wellington”, Ed. Ariel, Barcelona, 2003; NOGALES-DELICADO Y RENDÓN, D., “Historia de la muy noble y leal ciudad de Ciudad-Rodrigo”, Establecimiento tipográfico de Ángel Cuadrado y Rosado, Ciudad Rodrigo (Salamanca), 1882; ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., “Salamanca, ciudad de paso, ciudad ocupada. La Guerra de la Independencia”, Ed. Gráficas Cervantes, Salamanca, 2003; TESSAINER TOMASICH, G. (Dir.), y otros, “Los Arapiles. Encuentro de Europa” [Jornadas de Estudio celebradas en Salamanca entre el 14 y el 17 de Mayo de 2002], Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2002; VARIOS AUTORES, “Las Guerras en Salamanca (siglos XVII a XX)”, Salamanca-Revista de Estudios, Monográfico, nº 40/1997, y VILLAR Y MACÍAS, M., “Desde la Guerra de la Independencia hasta nuestros días”, Libro IX, “Historia de Salamanca”, 1887, Edición facsímil de Ed. Librería Cervantes, Salamanca, 1975. En relación con la actividad guerrillera, ver MARTÍN MAS, M. Á., “Los guerrilleros 1808-1814. La pesadilla española de Napoleón”, Ed. Andrea Press, Madrid, 2005; MARTÍNEZ LAÍNEZ, F., “Como lobos hambrientos…”, cit., y BECERRA DE BECERRA, E., “Hazañas de unos lanceros. Diarios de Julián Sánchez El Charro”, Ed. Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca, 1999. En relación con este guerrillero, ver asimismo la interesante novela de CAÑAMERO, P., “Las nieblas del invierno”, Hergar Ediciones Antema, Salamanca, 2012. Sobre los aspectos socioeconómicos, vid. RODRÍGUEZ ZURRO, A. I., “Causas de la ruina de Castilla durante la Guerra de la Independencia”, Cuadernos de Historia Contemporánea, nº 23/2001, págs. 271-298, y RUPÉREZ ALMANAJO, Mª. N., “La Guerra de la Independencia y su incidencia en el patrimonio arquitectónico y urbanístico salmantino”, Salamanca-Revista de Estudios, Número monográfico sobre “Las Guerras en Salamanca (siglos XVII a XX)”, cit., págs. 255-305.

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CUENCA TORIBIO, J. M., “La Guerra de la Independencia: Un conflicto decisivo (1808-1814)”, cit., pág. 317. También ARAGÓN GÓMEZ, J., “Vida cotidiana en Andalucía durante la Guerra de la Independencia: la verdadera cara de la Guerra”, cit., p. 9, y la completa y clásica obra de SOLÍS, R., “El Cádiz de las Cortes. La vida cotidiana en la ciudad en los años de 1810 a 1813”, Ed. Silex, Edición Conmemorativa, Madrid, 2012 (la primera edición es de 1958, con prólogo de Gregorio MARAÑÓN; en 1987 la Ed. Silex la publicó por primera vez).

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en esta época las fiestas, de carácter religioso la mayoría, y otras de carácter civil, como el teatro, los bailes populares y muchas más, y en particular y como elemento central las corridas de toros y novillos, que continuarán celebrándose por toda España en los años de la Guerra de la Independencia, tanto en la parte francesa como en la dominada por los aliados, aunque no de forma generalizada, siendo destacables, como veremos, los festejos taurinos celebrados en Madrid y en Andalucía, ya que el toreo corría por las venas del pueblo español, siendo su quintaesencia.

II.- LA FIESTA DE LOS TOROS EN ESPAÑA HASTA LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: UNA HISTORIA DE NORMAS PROHIBITIVAS IMPOSIBLES DE HACER CUMPLIR.

Nacidas en tiempos inmemoriales, particularmente de las operaciones para la caza de los toros bravos, aunque sin olvidar su simbolismo religioso y ritual6, las fiestas taurinas discurren7 con cierto desorden hasta los siglos XVII y XVIII, en que se depurarán, consolidándose por un lado las actuales corridas de toros, de carácter caballeresco y vinculadas a los nobles (aunque de forma muy documentada SANTONJA desvela la existencia arraigada por toda España de toreros a pie claramente en el siglo XVII, e incluso antes, ya desde el siglo XII)8, y por otro los festejos taurinos populares, vinculados al pueblo llano y muchas veces a ciertas tradiciones (aunque de muchos de ellos nacerán toreros a pie), y con una característica común y general: su reiterada prohibición (…nunca exigida con efectividad, ni cumplida por el pueblo)9. En efecto, una vez que la finalidad original de la caza de toros empieza a dejar de tener sentido, en la Alta Edad Media, se produce una evolución de las acciones de correr los toros, iniciándose poco a poco su conversión en la fiesta de los toros. Así, en el siglo XIII, Las Partidas del rey Alfonso X, redactadas a partir de 1265, asumiendo que las acciones de correr los toros eran acciones 6

FLORES ARROYUELO, F. J., “Correr los toros en España. Del monte a la plaza”, Ed. Biblioteca Nueva-Excmo. Ayuntamiento de Murcia, Madrid, 1999; ÁLVAREZ DE MIRANDA, Á., “Ritos y juegos del toro”, Prólogo de J. CARO BAROJA, Ed. Taurus, Madrid, 1962(existe una edición posterior de Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1998); COBALEDA, M., “El simbolismo del toro. La lidia como cultura y espejo de la humanidad”, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2002, y CARVAJAL RAMOS, R., “Tauromaquia: ¿Religión insólita, mito o superstición?”, Ed. Los Sabios del Toreo, Madrid, 2010. 7

Sobre la historia taurina, desde el ámbito jurídico, ver COSSÍO, J. Mª., “Los Toros”, 30 tomos, Ed. Espasa Calpe, Barcelona, 2007 (especialmente, Vol. 4, “El Toreo”, Vol. 5, “La Historia”, y Vol. 6, “Reglamento y Plazas de Toros”); FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.-R., “Reglamentación de las corridas de toros. Estudio histórico y crítico”, Ed. Espasa Calpe, Col. La Tauromaquia, nº 10, Madrid, 1987; FERNÁNDEZ DE GATTA SÁNCHEZ, D., “El Régimen Jurídico de los Festejos Taurinos Populares y Tradicionales”, Ed. Globalia Ediciones Anthema, Salamanca, 2009, y PLASENCIA FERNÁNDEZ, P., “La fiesta de los toros. Historia, régimen jurídico y textos legales”, Ed. Trotta, Madrid, 2000. 8

SANTONJA, G., “Luces sobre una época oscura (El toreo a pie en el siglo XVII)”, Ed. Everest, León, 2010, y “Por los albores del toreo a pie (Imágenes y textos de los siglos XII-XVII)”, Ed. Everest, León, 2012. 9

Por todos, BADORREY MARTÍN, B., “Principales prohibiciones canónicas y civiles de las corridas de toros”, Revista Provincia, nº 22/2009, pp. 107-146, y FERNÁNDEZ DE GATTA SÁNCHEZ, D., obra citada.

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normales y habituales en la España de la época, ya hacen referencia a varias formas de “lidiar” toros: la propiamente de correr los toros por los vecinos de los pueblos para probar su fuerza, con muchas variantes; las operaciones de llevar los toros a los pueblos por personas a cambio de gratificaciones; las acciones con toros que llevan a cabo los caballeros de la nobleza, en contextos festivos, y finalmente, sin carácter festivo, las acciones de los matadores o matatoros, para cazar y matar los toros por encargo de los pueblos mediante gratificaciones. Conteniendo ya las primeras prohibiciones taurinas a los prelados o a quienes lidiaran por precio, y no propiamente los festejos. Más adelante10, y debido a que se estimaba necesario adecuar las costumbres existentes a la doctrina de la Iglesia, se produce una verdadera ofensiva de algunos Papas y de la Curia romana en contra de las fiestas de toros en España; destacando el Papa Pío V, que dictó con fecha de 1 de Noviembre de 1567 la Bula De salutis gregis dominici, prohibiendo que se corrieran los toros; la cual será revocada en 1575, primero, y definitivamente en 1596, salvo para ciertos religiosos11. En el siglo XVII la costumbre de correr los toros (particularmente los antecedentes de los encierros y capeas populares, pero también los festejos más formalizados en ciertas plazas) continúa desarrollándose por toda España, celebrándose las fiestas taurinas tanto en fechas fijas, generalmente vinculadas a las fiestas oficiales de ciudades y pueblos, así como en ocasiones excepcionales, para conmemorar múltiples acontecimientos o para agasajar a ciertas personalidades (que, como veremos, serán muy utilizadas en los años de la Guerra de la Independencia); constituyendo una época de transición hacia el toreo a pie (aunque ya existiera en este siglo, en incluso antes)12 y surgiendo formalmente las primeras ganaderías de reses bravas destinadas específicamente para las fiestas. Por contra, en este siglo emergerá con cierta fuerza el debate sobre la prohibición de las fiestas taurinas, aunque no impedirá que las mismas continúen su evolución, muchas veces gracias a la afición taurina de algunos reyes, como Felipe III y Felipe IV; si bien el rey Carlos II13 las prohibirá a finales del siglo.

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Ver las excelentes obras del CONDE DE LAS NAVAS (LÓPEZ-VALDEMORO, J.), “El espectáculo más nacional”, Establecimiento Tipo-litográfico Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1899; del MARQUÉS DE SAN JUÁN DE PIEDRAS ALBAS (B. DE MELGAR Y ABREU), “Fiestas de toros. Bosquejo histórico”, Prólogo de S. MONTOTO e ilustraciones de A. VEREDAS, Oficina Tipográfica de A. Marzo, Madrid, 1927 (existe una cuidada edición, con prólogo de J. M. ALBENDEA PABÓN, de Fundación de Estudios Taurinos-Fundación Real Maestranza de Caballería de SevillaUniversidad de Sevilla, Sevilla, 2010); de VELÁZQUEZ Y SÁNCHEZ, J., “Anales del toreo”, con ilustraciones de T. ARÁMBURU, Juan Moyano Impresor y editor, Sevilla, 1868, y de SÁNCHEZ DE NEIRA, J., “El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico” (ediciones originales de 1879 y 1896), Ed. Turner, Madrid, 1988.

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GARCÍA AÑOVEROS, J., “La bula de Pío V (1567-1572) De Salute Gregis de 1 de noviembre de 1567”, Ed. Universidad San Pablo-CEU, Madrid, 2007, y “La Universidad de Salamanca, foco de la polémica Los eclesiásticos y los toros en el siglo XVI”, Ed. Universidad San Pablo-CEU, Madrid, 2008.

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SANTONJA, G., “Luces sobre una época oscura (El toreo a pie en el siglo XVII)” y “Por los albores del toreo a pie (Imágenes y textos de los siglos XII-XVII)”, obras citadas.

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El siglo XVIII14 es el tiempo de la negativa influencia de las ideas ilustradas en contra de la fiesta de toros, y que se inicia con la prohibición, aprobada por el rey Felipe V en 1704, de la celebración de corridas de toros en Madrid y sus alrededores; la cual se mantendrá únicamente hasta 1725. Prohibición Fiesta de Toros en España ó el matador corso en peligro. Anónimo. a la que seguirán otras, Hacia 1813. “El toro español, sujeto por la cadena de la invasión, ya alanceado y ya que, fruto de las sangrante, arremete furioso contra Napoleón, a quien golpea entre sus ideas ilustradas, el rey cuernos, derrotado, mientras contemplan el espectáculo todos los soberanos Carlos III, teniendo en europeos humillados por el Emperador francés sin que falte entre ellos el propio Papa”. cuenta algunos precedentes (las Reales Órdenes de 18 de Abril de 1754 y de 24 de Septiembre de 1757, dictadas por Fernando VI) y una cierta aversión a los toros debido a su ferocidad y a la temeridad de los toreros, y de algunos miembros del pueblo que estaban en la plaza, dicta la Real Pragmática-Sanción de 9 de Noviembre de 1785, publicada el día 14 (Gaceta de Madrid del 18), por la que prohíbe “las fiestas de toros de muerte en todos los pueblos del Reyno”, salvo los casos de concesión permanente o temporal por su destino útil o piadoso. Sin embargo, tal prohibición tampoco será efectiva, continuándose la celebración de festejos taurinos por toda España, por lo que las Reales Órdenes de 7 de Diciembre de 1786, de 30 de Septiembre de 1787 y de 16 de Junio de 1789 insisten en la prohibición y recuerdan el necesario cumplimiento de la Real Pragmática de 1785; aunque con el tiempo el propio Rey fue tolerando las fiestas taurinas, si los productos de los mismos se dedicaban a fines benéficos, y autorizará las conmemorativas del enlace de su hijo el futuro Carlos IV y María Luisa15. Asimismo, la ofensiva prohibicionista incidirá en las costumbres populares de correr los toros y novillos de cuerda, pues, en efecto, el rey Carlos IV dictará la Real Provisión de 30 de Agosto de 1790 (Gaceta de Madrid del 12 de Octubre), reiterando otra más suave de su padre Carlos III, de 6 de Julio de

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GUILLAUME-ALONSO, A., “Las fiestas de toros en el Madrid crepuscular de Carlos II. Crónica de una evolución imparable”, Revista de Estudios Taurinos, nº 28/2010, pp. 81-109.

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LUJÁN, N. “Historia del Toreo” (1ª ed. de 1954), 3ª ed. (que incluye el texto de POLO, J. A., “El toreo contemporáneo, 1966-1993”), Ed. Destino, Barcelona, 1993, pp. 13-68.

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GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, A., “Sevilla en la polémica antitaurina de la Ilustración”, en GARCÍA BAQUERO GONZÁLEZ, A., y ROMERO DE SOLÍS, P. (Edits.), y otros, “Fiestas de Toros y Sociedad” [Actas del Congreso Internacional celebrado en Sevilla del 26 de Noviembre al 1 de Diciembre de 2001], Ed. Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla-Universidad de Sevilla-Fundación de Estudios Taurinos, Sevilla, 2003, pp. 263-282.

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1772, por la que prohíbe “por punto general, el abuso de correr novillos y toros que llaman de cuerda por las calles, así de dia como de noche”. No obstante, este siglo traerá la consolidación del toreo moderno, aumentando la construcción de plazas de toros (siendo la de Béjar, en Salamanca, construida entre 1708 y 1711, la más antigua de España) y apareciendo los primeros grandes toreros, como Manuel Bailón o Bellón el Africano, el famoso Martincho (que inmortalizó Goya en sus grabados)16, Jerónimo José Cándido, Francisco Romero, Lorenzo Manuel Martínez Lorencillo, José Cándido Expósito, Juan Romero (hijo de Francisco, y padre de una verdadera dinastía de toreros), y en especial los grandes toreros Joaquín Rodríguez Costillares, José Delgado Guerra, Illo o Hillo o Pepe-Hillo (que creará la escuela sevillana y publicó su importante Tauromaquia en 179617) y finalmente el gran torero rondeño Pedro Romero, que será director de la futura Escuela de Tauromaquia de Sevilla, y que afianzó definitivamente el toreo a pie, e incluso la actividad empresarial18. Como es bien visible, el siglo finaliza sin regulación directa alguna sobre la fiesta de toros, y reiterando jurídicamente la conocida línea de prohibición, o limitación, de la misma. Situación que no cambiará con el inicio del siglo XIX (aunque en sus primeros años se celebrarán corridas de toros con normalidad, particularmente en Madrid y Sevilla)19, ya que el mismo Carlos IV dictará la Real Cédula de S. M. y Señores del Consejo, de 10 de Febrero de 1805 (Gaceta de Madrid de 5 de Marzo de 1805), reproducida en el Tomo IV de la Novísima Recopilación de las leyes de España, publicada ese mismo año, por la cual se prohíben “absolutamente en todo el Reino, sin excepción de la Corte, las fiestas de Toros y Novillos de muerte, mandando no se admita recurso ni representación sobre este particular”20, en lo que parecía ser la prohibición 16

LUJÁN, N. “Historia del toreo”, obra citada, pp. 24-26, siguiendo a COSSIO, pone en duda que el representado por Goya fuera Martín Barcáiztegui, como habitualmente se cree, inclinándose más por Martín Ebassún y su hijo o hermano Antonio.

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DELGADO, J., alias Pepe (H) ILLO, “La Tauromaquia ó Arte de Torear. Obra utilísima para los toreros de profesión, para los aficionados, y toda clase de sujetos que gustan de toros”, Imprenta de D. Manuel Ximénez Carreño, Cádiz, 1796 (existe una edición publicada por Ed. Turner, Madrid, 1982, y otra edición facsímil de Editorial Extramuros, Mairena de Aljarafe, Sevilla, 2008, realizada sobre la edición madrileña de 1804 de Imprenta De Vega y Cía.).

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CABRERA BONET, R., “La iniciativa empresarial privada en el devenir del festejo madrileño del siglo XVIII”, en GARCÍA BAQUERO GONZÁLEZ, A., y ROMERO DE SOLÍS, P. (Edits.), y otros, “Fiestas de Toros y Sociedad” [Actas del Congreso Internacional celebrado en Sevilla del 26 de Noviembre al 1 de Diciembre de 2001], Ed. Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla-Universidad de Sevilla-Fundación de Estudios Taurinos, Sevilla, 2003, pp. 159194. 19

VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., “Un siglo taurino (1786 á 1886)”, Librería de Escribano y Echevarria, Madrid, 1886; CARMENA Y MILLÁN, L., “Toros en 1803. Una curiosidad bibliográfica referente á las Corridas Reales verificadas en Madrid en dicho año”, Oficina de J. M. Ducazcal, Madrid, 1883 (Publicado en el Almanaque Taurino de La Lidia para 1884), y MARQUÉS DE TABLANTES (R. DE ROJAS Y SOLÍS), “Anales de la Plaza de Toros de Sevilla (1730-1835)”, Oficina Tipográfica de la “Guía Oficial”, Sevilla, 1917 (existe una edición facsímil del original depositado en la Biblioteca del Archivo de la Diputación de Sevilla, de Ed. Extramuros, Mairena de Aljarafe, Sevilla, 2008). 20

Ver el texto de la prohibición, y otros documentos y grabados taurinos, en “La ciudad frente a Napoleón. Bicentenario del sitio de Ciudad Rodrigo de 1810” [Catálogo de la Exposición organizada por el Excmo. Ayuntamiento

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definitiva de las fiestas taurinas, previa al inicio de la Guerra de la Independencia, aunque no sería así, pues no dejaron de celebrarse corridas de toros en los años venideros, ni siquiera en pleno conflicto bélico.

III.- LAS FIESTAS DE TOROS EN LA ÉPOCA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. A) El debate sobre la celebración de festejos taurinos durante la Guerra de la Independencia.

La

desastrosa situación provocada por la propia guerra parecía poco propicia para las celebraciones y las fiestas de toros, asumiendo algunos autores que no pudo haber corridas de toros en esa época. Así, dejando alguna duda, SICILIA DE ARENZANA21 señala que “Es evidente que en este período […], había de darse tregua al ardimiento con que ántes se miraban estas distracciones […]. No es decir con esto que no tuvieran lugar aquellas fiestas, sino que los ánimos, contristados por las desgracias de la patria, no podían prestarles su preferente atención cuando otra mayor lo exigí a […]. Repuestos algún tanto con el ardimiento que presta la victoria, estas fiestas, expresión genuina del ibero nacionalismo, volvieron, para bien de los entusiastas, á recuperar su pasado predominio, causando el contentamiento general”.

De forma más enfática, DE CASTRO22, comentando en 1889 una descripción taurina de Lord Byron, señala que “cuando el poeta inglés estuvo en Cádiz (guerra de la independencia, 1810) no pudo ver corridas de toros, porque no se dio una sola”, pues “se habían abolido por el rey Carlos IV”. Afirmación rotunda que fue refutada por la realidad de la celebración de múltiples corridas de toros durante los años de la guerra, y criticada con cierta inquina por otros autores de la época, como CARMENA Y MILLÁN23, MILLÁN24, el de Ciudad Rodrigo, Palacio de los Águila, Ciudad Rodrigo, 22 de Mayo a 12 de Diciembre de 2010], Salamanca, 2010. Sobre la misma, vid. BADORREY MARTÍN, B., “Principales prohibiciones canónicas y civiles de las corridas de toros”, cit., p. 128. 21

SICILIA DE ARENZANA, F., “Las corridas de toros. Su origen, sus progresos y sus vicisitudes”, Imprenta y Litografía de N. González, Madrid, 1873, págs. 137-139. 22

DE CASTRO, A., “Combates de toros en España y Francia”, Imprenta de A. Pérez Dubrull, Madrid, 1889, págs. 58 y 59 (existe una edición facsímil realizada sobre la depositada en la Biblioteca M. Ruiz Luque por Ed. Extramuros, Mairena de Aljarafe, Sevilla, 2007).

23

“Toros y gazapos”, Diario El Liberal, Madrid, 30 de Agosto de 1889.

24

MILLÁN, P., “Los toros en Madrid. Estudio histórico”, Imprenta y Litografía de J. Palacios, Madrid, 1890, págs. 164 y 165, critica esa inexactitud, con cierta inquina, por ser de “una ligereza propia de individuo correspondiente de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia”, señalando que el espectáculo “continuó sin interrupción, salvo los casos en que las dificultades del momento lo impedían”. Sin embargo, en su obra “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”, Miguel Romero Impresor, Madrid, 1888, señala, sobre estos años, que “hubo años que en Madrid no se celebraron, y otros que se dieron en corto número; así es que, no obstante mantenerse viva la afición, el espectáculo se arrastró penosamente”, p. 51.

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CONDE DE LAS NAVAS (J. LÓPEZ-VALDEMORO)25 y CIRIA Y NASARRE26, e incluso algún autor inglés como JACOB27. Más cercano en el tiempo, COSSÍO, citando el episodio de Lord Byron en el Cádiz de 1810, mantiene que “seguro que no vio una corrida de toros, tanto porque las circunstancias de la ciudad y del país no eran propicias para tales festejos como por la prohibición aludida” [de 1805], ya que la tolerancia, y hasta estímulo para ella mostrada con fines políticos por José Bonaparte, no alcanzó, y esto sin eficacia taurina, más que a la capital de España”28, aunque al analizar la historia de los reglamentos taurinos asume que algunas se celebraron, pues da cuenta de la consulta evacuada para la organización de las corridas de toros celebradas en Madrid en 1810, reproduciendo la contestación correspondiente29. Asimismo, BOTO ARNAU30 señala que “el poeta no debió ver ninguna corrida de toros pues no se celebraban estas por la prohibición y por estar la plaza en ruinas o quizás ya derribada”, siguiendo la descripción atribuida a Lord Byron por DE CASTRO, aunque no da mucho crédito al poeta inglés. Sin embargo, y a pesar de que algún importante autor moderno, como SOLÍS31, duda de que las hubiera en Cádiz, pero no en otras partes de España (como en Madrid, apadrinadas por el mismo José Bonaparte), actualmente no existe duda alguna de que en los años de la Guerra de la Independencia (18081814) se celebraron un buen número de fiestas taurinas en muchos lugares de España, y por variados motivos y celebraciones, tal como lo documentan

25

CONDE DE LAS NAVAS (LÓPEZ-VALDEMORO, J.), “El espectáculo más nacional”, op. cit., p. 52, señala que “el hermano del Capitán del Siglo dio varias corridas, hasta de entrada gratis, para congraciarse con el pueblo y para conmemorar el natalicio de Napoleón el Grande”.

26

CIRIA Y NASARRE, H., “Los toros de Bonaparte”, Imprenta Ducazcal, Madrid, 1903, págs. 58-60. Excelente y rara obra escrita por quien fue Caballero de la Real Orden de Carlos III y Archivero de Madrid, siendo un texto muy documentado sobre las corridas de toros celebradas en Madrid en la época de José Bonaparte.

27

JACOB, W., “Travels in the south of Spain”, en “Letters written A. D. 1809 and 1810”, Londres, 1811, señaló que “En honor de Lord Wellington se prepare una corrida de toros en el Puerto de Santa María, a la cual yo asisto; esta diversión –perteneciente particularmente a la nación española- ha caído en desuso y últimamente se ha restringido por orden del gobierno, aunque bajo las nuevas regulaciones aún se permite algunas veces”. Referencia que se toma de LÓPEZ-BURGOS DEL BARRIO, M., “Los toros. Descripción de viajeros ingleses en la España del siglo XIX”, Gazeta de Antropología, nº 2/1983, p. 2.

28

COSSÍO, J. Mª., “Los Toros”, cit., Vol. 5, “La Historia”, pág. 165; añadiendo que “[c]ompuso su relato el noble lord con noticias proporcionadas sin duda por que tratara en Cádiz, y con tales datos, fantásticos algunos y verídicos otros, compuso su relato…”; añadiendo que “[n]aturalmente que dados estos antecedentes poca confianza merece tal relación, pero entiendo que es reflejo de una visión nostálgica de las corridas…”.

29

COSSÍO, J. Mª., “Los Toros”, cit., Vol. 6, “Reglamento y Plaza de Toros”, págs. 19-23.

30

BOTO ARNAU, G., “Cádiz, origen del toreo a pie (1661-1858)”, 2ª ed., Ed. Industrias Gráficas Gaditanas, Cádiz, 2002, págs. 233-235.

31

SOLÍS, R., “El Cádiz de las Cortes. La vida cotidiana en la ciudad en los años de 1810 a 1813”, obra citada, pp. 386 y 388, señala que “[e]n los años de las cortes no hay corridas en Cádiz, bien porque persistiera la prohibición de Carlos IV o quizá porque se suprimieran de nuevo a causa de la guerra”; aunque inmediatamente precisa que “[e]s de suponer que el pueblo hiciera lo posible por conseguir la reanudación de su espectáculo favorito, pero, a más de lo difícil que resultaría proveer a una ciudad sitiada de toros bravos, soplaban en aquellos tiempos vientos contrarios a la fiesta nacional”, y más adelante añade que “Madrid se convierte en un verdadero paraíso para los toreros”.

8

sobradamente, entre otros, PEROGRULLO Y FIERABRÁS32, SÁNCHEZ NEIRA33, GÓMEZ QUINTANA34, MILLÁN, la exhaustiva obra de CIRIA Y NASARRE, ambas ya citadas, y el MARQUÉS DE TABLANTES35, en relación con Sevilla. Más modernamente, así lo señalan LUJÁN36, FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ37 y especialmente ASÍN CORMÁN, en su obra sobre los “toros josefinos”38. B) Toros en Madrid durante los reinados de José I y de Fernando VII, y por las victorias aliadas. a) Fiestas taurinas en los primeros años de la guerra. Las fiestas de toros más importantes durante la época de José Bonaparte y de Fernando VII se celebraron principalmente en Madrid, en una plaza cercana la Puerta de Alcalá (edificada por Fernando VI, inaugurada en 1749, ó 1754 según algunos, y derribada en 1874)39, aunque también las hubo en otras ciudades.

32

PEROGRULLO y FIERABRÁS (Un Aficionado), “Fastos tauromáquicos (Historia verdadera de todas las corridas de toros ejecutadas en la plaza de Madrid durante el presente siglo…)”, Imprenta del Siglo á cargo de Ivo Biosca, Madrid, 1845-1846, que analiza seis corridas de toros celebradas en 1808.

33

SÁNCHEZ NEIRA, J., “El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico” op. cit., p. 24, señala que, al presidir las corridas de Madrid las nuevas autoridades francesas, “nadie quisiera asistir”, y que las tropas francesas “hacían leva” de gente que estaba cerca de la plaza a la hora de comenzar la correspondiente corrida. Muchas de las biografías de los toreros citados en este trabajo pueden verse en esta obra, pp. 91 y ss.

34

GÓMEZ QUINTANA, I., “Apuntes históricos acerca de la fiesta de los toros en España”, Tomo I, Editor R. Molina, Imprenta La Verdad, Córdoba, 1897, págs. 180-186, se refiere al decaimiento de las fiestas de toros en esta época, que se celebraban “sólo en raras excepciones”.

35

MARQUÉS DE TABLANTES (R. DE ROJAS Y SOLÍS), “Anales de la Plaza de Toros de Sevilla (1730-1835)”, citado.

36

LUJÁN, N., obra citada, p. 70, precisa que, dada la situación existente, “Es inútil que el rey José intente congraciarse con el pueblo; inútil que ofrezca fiestas y todo cuanto parece que puede agradar a la masa. Con este criterio organiza las corridas de toros, apenas llega a Madrid. Toman parte en ellas nuevos toreros: Jerónimo José Cándido, Curro Guillén, José Aroca y Sentimientos, con sus respectivas cuadrillas. Más tarde, en 1811, llega a ofrecer corridas de toros gratis. Y no lo puede repetir porque las dificultades eran muchísimas, ya que los toros habían de recorrer territorios encendidos por la guerra, donde eran fácilmente requisados por las fuerzas en armas, y, por otra parte, no estaba el ánimo de los españoles, con esta guerra nacional, muy a propósito para diversiones y fiestas”.

37

FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.-R., “Reglamentación de las corridas de toros. Estudio histórico y crítico”, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1987, pág. 41.

38

ASÍN CORMAN, E., “Los toros josefinos: Corridas de toros en la Guerra de la Independencia bajo el reinado de José I Bonaparte (1808-1814)”, Ed. Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2008. Importante obra que, además de estar muy documentada, describe las fiestas de toros celebradas en paralelo a la evolución de la guerra y de las vicisitudes políticas de la época.

39

ASÍN CORMAN, E., “Los toros josefinos…”, cit., págs. 69-71. Por su parte, LUJÁN, N., “Historia del toreo”, obra citada, menciona una plaza de madera construida, bajo la protección de Felipe V, cerca de la Puerta de Alcalá, e inaugurada el 22 de Julio de 1743; si bien, en pág. 28, se refiere efectivamente a la construida bajo los auspicios de Fernando VI, e inaugurada el 30 de Mayo de 1754. Asimismo, ver UN AFICIONADO (F. BALART), “Historia de la

9

Bien conocidos son los hechos, engañosos, mediante los cuales el ejército de Napoleón, que ya había cruzado España en 1807 para conquistar Portugal, ahora mandado por Murat llegó a Madrid, el 23 marzo de 1808, en dirección a Cádiz y para inutilizar la frontera portuguesa, como tropas amigas con el pretexto de prepararse para hacer frente a Inglaterra; aunque, como es bien sabido, las tropas se quedarán. Al entrar en España como amigos, previendo la llegada de Napoleón a Madrid (aunque finalmente no vendrá), y producida ya la abdicación de Carlos IV el día 19 a favor de Fernando VII, la Real Orden de 24 de Marzo de 1808 ordena “que sea recibido y tratado con todas las demostraciones de alegría que corresponde á la alta dignidad é íntima amistad y alianza con el Rey”; por lo que la maquinaria administrativa municipal se puso en marcha, y el Pleno del Ayuntamiento de la misma fecha acordó disponer tales celebraciones de bienvenida, adoptándose el día 25 el acuerdo de que “hubiese fiestas de toros en la Puerta de Alcalá”, y nombrándose al día siguiente al Marqués de Perales y a D. Juan Castanedo como comisarios de toros, mediante cuyas gestiones se compraron noventa toros para las conmemoraciones en honor del Emperador, que quedaron en los prados de La Muñoza, pertenecientes al convento de la Encarnación. Sin embargo, Napoleón no vino (ni intención de hacerlo tenía entonces; aunque dirigirá las operaciones en España desde el 8 de Noviembre, llegando a Madrid el 2 de Diciembre, de donde saldrá a toda prisa debido a la situación de Austria), y los acontecimientos se precipitaron con los sucesos del 2 de Mayo en Madrid y los ocurridos en Bayona, con la designación de José Bonaparte como Rey de España (con el título de José I), y la nueva Constitución, así como con los primeros levantamientos de ciudades y el comienzo de la guerra. De ahí que se inicie la preparación de celebraciones y agasajos al nuevo Monarca40. No disgustándole las fiestas taurinas (e incluso más adelante acabarán gustándole), y queriendo utilizar políticamente todos los instrumentos posibles para comenzar su engañoso reinado para agradar a los españoles, la Real Orden de 22 de Julio de 1808, remitida al Corregidor de Madrid por el Ministro Sr. Azanza, comunica que la proclamación del nuevo Rey sea el día 25, y que se solemnice con regocijos públicos, para lo que prevé la celebración de dos corridas de toros, a celebrar los días 27 y 30 del mismo mes; encargándose al Corregidor todo lo relativo a su preparación, “como lo estaba anteriormente”41. Debiendo tenerse en cuenta que el día 19 de Julio se había producido en Bailén la derrota de los ejércitos franceses frente a las tropas españolas comandadas por el General Castaños42.

Plaza de Toros de Madrid”, Imprenta y Librería de Eduardo Martínez (Sucesores de Escribano), Madrid, 1883, y MILLÁN, P., “Los Toros en Madrid. Estudio histórico”, Imprenta y Litografía de Julián Palacios, Madrid, 1890. La descripción de la nueva plaza puede verse en el diario El Toreo (Suplemento á “La Correspondencia Teatral”), viernes, 12 de Junio de 1874, pp. 1-2. 40

CIRIA Y NASARRE, H., “Los toros de Bonaparte”, cit., págs. 111-136, y ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 89-93.

41

CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., reproduce la citada en pág. 137, y ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 93, se refiere a la misma, confirmando que efectivamente fue el rey José I quien levantó, en la práctica, la prohibición taurina de 1805.

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Toreros de la época de José I Bonaparte. Óleo de A. Lizcano.

A pesar de esta importante victoria, la Administración municipal afrancesada vuelve a iniciar los preparativos de las corridas de toros, incluso imprimiéndose boletas y anunciándose la celebración de las corridas de los días 27 y 30 de Julio en la Gaceta de Madrid del día 1643 de catorce toros de diversas ganaderías (p. ej., de D. Bernabé del Águila y Bolaños, D. Álvaro Muñoz, D. Manuel Aleas), en funciones de mañana y tarde, mencionando en primer lugar a los picadores Juan de Seli, Juan Gabira y Bartolomé Muñoz y con los toreros Juan Núñez Sentimientos y Alfonso Alarcón44; si bien la correspondiente al día 30 parece que no se celebró pues José Bonaparte salió a

42

Sobre esta batalla y la participación en ella de un escuadrón compuesto por gentes del mundo del toro (los llamados garrochistas o lanceros de Jerez), ver la curiosa obra de GÓMEZ IMAZ, M., “Los garrochistas en Bailén (19 de Julio de 1808)”, Imprenta de Francisco de P. Díaz, Sevilla, 1908. En relación con esta batalla, y reflejando el buen humor de los españoles, el DR. THEBUSSEM (M. PARDO DE FIGUEROA Y DE LA SERNA), “Un triste capeo”, Imprenta de Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1892, pp. 126-128, al comentar la obra de Pascual MILLÁN sobre la Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el prólogo de Luis CARMENA, reproduce un irónico cartel de una imaginaria corrida, en el que los toros anunciados son las unidades militares francesas derrotadas y los toreros los Generales españoles victoriosos, presidiendo la misma el General Castaños..

43

Fecha que señala ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 95, si bien la Base de Datos “Colección Histórica-Gazeta” del Boletín Oficial del Estado nos remite tal anuncio a la Gaceta nº 99 del 27 de Julio; aunque por la redacción parece más creíble la referencia de ASÍN.

44

Sobre estas corridas de toros, y más en concreto sobre la del 27 de Julio, CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., pág. 163, señala que, debido a la situación creada por la victoria de Bailén, la misma “estuvo dispuesta, pero es lo probable que los toros fueron el 28 á la Muñoza”, y que la corrida “se aguó”. En el mismo sentido se pronuncia BELLO HERNÁNDEZ, A., “Los toros en el siglo XVIII. Ganadería de Don Vicente Bello de Palacios Rubios (1737-1805)”, Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2006, pág. 120, al salir el rey de Madrid por la derrota de Bailén. En contra, afirmando que sí se celebró, ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 95-96 y 240-241, siguiendo la obra de J. M LEON DUFOUR, “Souvenirs d’un savant français. A travers un siècle 1780-1865” (Rosthchild, París, 1888) y la publicación del capítulo taurino de esta obra en la Gaceta de la Unión de Bibliófilos Taurinos de Francia, nº 19/1986.

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toda prisa de Madrid para instalar la Corte en Vitoria, por la situación posterior a la derrota militar, y en espera de tropas de refuerzo45. Seguidamente, se prepara la solemne proclamación de Fernando VII como Rey de España, para el día 24 de Agosto, volviendo nuevamente a prepararse celebraciones y regocijos diversos, entre los que obviamente no podían faltar las corridas de toros, fijándose los días 26 y 29 para las mismas, tal como se anuncia en la Gaceta de Madrid del día 25, con varias ganaderías (p. ej., de D. Vicente Perdiguero, de la viuda de D. Mateo Olaya, de D. Manuel García Chivato y algunas de las que participaron en la anterior) y picadores (como Miguel Velázquez Molina, Juan Luis de Amisas o Juan Josef de Rueda), y con los mismos toreros46. Es más, el Ayuntamiento de Madrid, mediante acuerdo de 30 de Agosto, no habiendo podido acudir todas las tropas a los festejos anteriores, ante ciertos desórdenes producidos y para resarcirse de ciertos gastos, estima necesario que haya más funciones de toros, en concreto seis; corridas de toros que efectivamente se celebraron, con bastantes desórdenes públicos, los días 19 y 26 de Septiembre y 3, 10, 17 y 24 de Octubre, con funciones de mañana y de tarde, de varias ganaderías (p. ej., de D. Juan Díaz Hidalgo, D. Magín Martín Moreno, D. José Jijón, el Conde de Valparaíso y otras ya mencionadas), diversos picadores (como Bartolomé Manzano, Luis Corchado, Juan Gallego, Francisco Ortiz y algunos de los ya mencionados) y en las que torearon, entre otros, Juan Núñez Sentimientos, Agustín Aroca (que toreó por última vez el 26 de Septiembre, al ser fusilado por los franceses) y los grandes toreros Jerónimo José Cándido y Francisco Herrera Rodríguez o Guillén, Curro Guillén; cerrándose así el ciclo taurino del año47. Durante el año 1809, debido a la marcha de la guerra, no se celebraron fiestas taurinas en Madrid, cuya plaza se puso en arriendo el 16 de Diciembre48, pero sí en otras plazas, en el viaje que José I realizó por Andalucía. b) Las interesantes Instrucciones para la celebración de corridas de toros de 1810.

Las corridas de toros en Madrid se reanudan en 1810, al regresar José I

de Sevilla, por lo que la Administración municipal inició de nuevo los

45

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 99.

46

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 107-113.

47

PEROGRULLO Y FIERABRÁS (Un Aficionado), “Fastos tauromáquicos…”, cit., describe y comenta con mucho detalle las seis corridas de toros; también ASÍN CORMAN, E., Ibíd., las analiza en págs. 115-119, y CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 174-178, que hace referencia a los arreglos de la plaza de toros y a los desórdenes producidos. Por su parte, VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., “Un siglo taurino (1786 á 1886)”, Librería de Escribano y Echevarría, Madrid, 1886, pág. 30, únicamente hace referencia a tres corridas de toros celebradas los días 19 de Septiembre y 10 de Octubre. Por otra parte, MILLÁN, P., Ibíd., pág. 164, menciona las seis corridas celebradas en Septiembre y Octubre (pero no las de Julio y Agosto), y BELLO HERNÁNDEZ, A., Ibíd., pág. 121, se refiere a las celebradas entre Julio y Octubre. Sobre los toreros de esta época, vid. LUJÁN, N., “Historia del toreo”, cit., pp. 69-86.

48

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 119 y 142, y CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 181, 182 y 201.

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preparativos con el anuncio del arrendamiento de la plaza de toros de 4 de Abril (publicado el día 5) y con el Acuerdo del Ayuntamiento de 28 de Abril sobre las “instrucciones que dan los Comisarios electos por la Municipalidad para las fiestas de toros, en cuanto supo que S. M. quería restablecer las corridas”, relativas, en su primera parte, para “lo que hay que hacer previamente para dar la primera corrida cuando el Rey lo ordene”, respecto a la restauración de la plaza (extramuros de la Puerta de Alcalá), la búsqueda de toros, pastos, mayorales y vaqueros, caballos, contrata de toreros, banderilleros y demás oficios necesarios para este servicio, apartaderos, cuadras, corrales y oficinas dentro de la plaza y contrata de carne muerta; así como, en la segunda parte del acuerdo, un interesante “plan general y total de detalles precisos para preparar una corrida en cualquier ocasión que pueda ofrecerse” o “instrucciones generales para casos del porvenir”49, que constituyen un interesante antecedente parcial de los futuros reglamentos taurinos, y a los que no se les ha prestado mucha atención a pesar de su indudable importancia para la época. La primera parte del Acuerdo de 28 de Abril incluye una serie de apartados relativos a diversas cuestiones previas y necesarias para la celebración de corridas de toros. Así, en primer término se prevé la reparación de la plaza de toros, que era de madera, destruida al servir de prisión para los prisioneros que hicieron los franceses en la batalla de Ocaña, el 19 de Noviembre de 1809, describiendo las negociaciones entre el Ayuntamiento y la Junta del Hospital General para su cesión a aquel, y así acometer las obras, como efectivamente se hizo. Seguidamente, se nombra una Comisión que observase las obras en la plaza y “fuesen previniendo los demás necesario é indispensable para celebrar las fiestas”, integrada por los Sres. N. García Caballero, L. de Iruegas y D. Barreda, con referencia expresa al inicio de diligencias de toros, toreros y demás aspectos necesarios para las celebraciones taurinas. A continuación, se trata la necesaria búsqueda de los toros, comenzando por tratar con D. Vicente Perdiguero, al saberse que poseía cuarenta y dos, de sus vacadas y algunos de otras, con los correspondientes cabestros y guías, y remitiéndose cartas a ganaderos de la Mancha, de Navarra y a otras de las inmediaciones de la Corte; previéndose asimismo la necesidad de contar con mayorales y vaqueros, eligiéndose, por tener “las mejores noticias” de él, a Alfonso Hijosa, mayoral que había sido de las Vacadas Reales en Aranjuez, acordándose su remuneración y regalías, y se nombraron los ayudantes y vaqueros (Blas Dorado y a Tomás Sánchez, como ayudantes, y Alfonso y Nemesio del Campo, Francisco Hijosa y Silvestre Ortega como vaqueros), con su retribución; comenzando inmediatamente su trabajo reconociendo varias ganaderías en Colmenar Viejo y alrededores, y en la Mancha. Naturalmente, también se necesitaban pastos para el ganado, eligiendo la dehesa de la Muñoza (en concreto los pastos llamados del Rincón, cercanos al río Jarama), propios de S. M. y administrados por D. Francisco Trigo, dando cuenta de las negociaciones para su utilización. Con cierto detalle, el acuerdo establece el procedimiento para adquirir los caballos necesarios para 49

CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 222 y 234-252, transcribe completo el Acuerdo de 28 de Abril de 1810, incluyendo las interesantes Instrucciones; ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 159 y 248, se refiere al mismo, y a las anteriores, sin trascribirlas.

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las corridas, mediante subasta, cuyas condiciones se precisan. Más destacables son las prescripciones relativas a los toreros, al dar cuenta de las negociaciones con algunos de los grandes lidiadores de la época (como Jerónimo José Cándido, Curro Guillén, Lorenzo Baden, con sus banderilleros, Juan Núñez Sentimientos, Alfonso Alarcón El Pocho o Cristóbal Díaz El Mancheguillo; algunos de los cuales solicitan al Ayuntamiento un adelanto de su sueldo al haber sido asaltados por bandoleros en el viaje a la Corte), y fijándose su retribución (siendo apreciablemente mayor la correspondiente a Cándido, Guillén y Sentimientos). Esta primera parte del acuerdo municipal finaliza con las prescripciones en materia de “menestrales de la plaza” (es decir, guarnicioneros, polvoristas, freneros y demás), sobre las dependencias de la plaza (caballerizas, carnicerías, cuarto de administración, cuarto para fonda y taberna, y otros) y finalmente sobre el contrato de la carne de toro (que se celebraría con Domingo Celda, prescribiendo las condiciones correspondientes). Las interesantes “instrucciones generales para casos del porvenir” se incluyen en la segunda parte del Acuerdo de 28 de Abril “para gobierno de los Sres. Comisarios que sean en lo sucesivo, y evitarles angustias como las actuales por falta de noticias exactas”, disponiendo “el pormenor de todo lo que hay que hacer desde que se prepara una corrida hasta después de concluida” y previendo curiosamente que de todo lo cual “se mandará una copia fiel y exacta á S. M. para que pueda lucirse en su tierra si quiere dar allá corridas de toros, y aun para que su hermano pueda hacer lo mismo cuando, pasado el Beresina y tomada Moscou, hacia donde camina á estas horas, celebre sus fiestas de la conquista de Rusia y de su proclamación de Emperador, no ya del vasto imperio, sino de toda Europa y aun del globo terráqueo”. Este texto ciertamente es ya muy completo, siendo una muestra de la consolidación de ciertas formas de actuar de la Administración municipal en materia taurina y un claro antecedente de los futuros reglamentos de las plazas de toros de mediados de siglo (los primeros en Málaga y Cádiz, en 1847 y 1848, y los últimos a finales de siglo, p. ej., en Salamanca, en 1884, 1896 y 1898). Estas instrucciones se inician con las reglas sobre el cartel de anuncio de la corrida, a preparar e imprimir inmediatamente que el Gobierno señale el día de la misma, para que se haga saber al público con tres días de antelación, debiendo remitirse copia al mayoral, para que prepare con antelación los toros, y al Comandante o Gobernador militar de la plaza para tener tropa suficiente al servicio del Administrador de la plaza de toros desde la víspera del día del festejo. Posteriormente, se hace referencia a los vendedores de la plaza (aguadores, bolleros y naranjeros) y a la recaudación de localidades (previéndose incluso la necesidad de que se disponga de moneda suelta para el cambio. A continuación, con cierto detalle, se prevé la inspección de la plaza de toros por los Sres. Comisarios, en relación con la tropa necesaria, el Administrador y la cuadra de caballos; el desarrollo del encierro del ganado, con el despeje de los vecinos de los caminos; la retribución, la cena y comida de vaqueros y tropa, y curiosamente se encarga que el día de la función se dé chocolate a la oficialidad y Ayudantes de guarnición que concurran. Una hora antes de abrirse la plaza, se obliga al Administrador de la misma a pasar lista a los cobradores y acomodadores, entregándoles sus respectivos talegos de 14

dinero, y se preocupa del reparto de la tropa por la misma. A continuación se incluyen ya disposiciones en relación con la cirugía, la enfermería y, por si fuese necesaria, sobre la Santa unción; finalizando las Instrucciones con la previsión de la entrega de los talegos de dinero por parte de los cobradores en el palco de la Administración, en el que está el arca custodiada por el Contador de la Municipalidad, y las correspondientes operaciones de contabilidad de lo recaudado Además, y abundando en la prevención en esta materia, con fecha 7 de Junio, el Ministro del Interior (el Marqués de Almenara) solicita al Corregidor de Madrid “el plan ó reglamento que ha regido hasta aquí en las fiestas de toros”, con las órdenes y bandos que igualmente se expedían en semejantes casos. Con esa misma fecha, el Ministro del Interior comunica al Corregidor de Madrid que, enterado el Rey de las disposiciones dadas para el restablecimiento de la plaza de toros, “se ha servido aprobarlas y verá con satisfacción que empiecen las funciones el domingo próximo, si es posible” En respuesta a la anterior solicitud del Ministro del Interior, la Municipalidad elaboró un documento sobre “la práctica constantemente observada hasta aquí, en la celebración de las funciones de toros en Madrid”50, que constituye asimismo un interesante antecedente parcial, pero más concreto, de la futura reglamentación taurina, al incluir prescripciones sobre la organización del festejo, que se inicia mediante orden del Ministerio de Hacienda cuando la Corte estaba en Madrid y por el Gobernador del Consejo en otros sitios, a la que sigue el reconocimiento arquitectónico de la plaza, con certificación de seguridad (sin cuyo requisito no se procedía a nada); la solicitud de tropa suficiente de Caballería e Infantería para auxiliar al Corregidor; prevenciones al Alguacil Mayor para despejar la plaza y al Visitador de Policía para los riegos; la minuta del cartel de la corrida; la obligación de dar parte al Ministerio o al Gobernador de lo acontecido en el festejo, una vez concluido éste, “con remisión de testimonio que solía poner el escribano que le tocaba de ronda, en caso de salir heridos algunos toreros”, y asigna la presidencia y el mando de la plaza al Corregidor, por ser público y notorio, cuestión esta que ratificó el Rey con fecha de 24 de Junio (aunque se hace referencia a que, en las ocasiones en que asistía Carlos IV a las corridas era el Caballerizo Mayor el que daba la orden de empezar, tiraba la llave para que saliera el toro y para ponerle banderillas y matarlo). Además se establecen ciertas “advertencias precisas respecto de los toreros”, según sean de a caballo (los picadores, que tienen preferencia en el documento) o de a pie (que se mencionan: Jerónimo José Cándido, Curro Guillén y Sentimientos como espadas, por este orden, y Lorenzo Baden como media espada), según su antigüedad, y aquello que se ha de escriturar, las cuadrillas que han de formarse de banderilleros (dos por cada espada), previéndose asimismo a los espadas y medias espadas “andar alrededor de los 50

CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 255-264, lo reproduce completo; ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 159-162, lo resalta, y también COSSÍO, J. Mª., “Los Toros”, cit., Vol. 6, “Reglamento y Plaza de Toros”, págs. 19-23.

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picadores y á los quites de los toros”; así como las divisas y antigüedad de ganaderos o de los toros (mencionándose expresamente a los ganaderos D. Bernabé del Águila y Bolaños, D. Diego Muñoz y D. Juan Hermenegildo Hidalgo), la preferencia en la salida a la plaza y lo que ha de ganar cada torero; las localidades y sus precios, con detalladas disposiciones sobre los billetes, incluyendo el aviso al público de su venta51. De acuerdo con las instrucciones y prescripciones anteriores, se celebró la primera corrida de toros el 24 de Junio (en la Gaceta de Madrid del 26 de Junio se fecha como celebrada el día 25), a la que asistió el Rey José I, y a la que siguieron, en este largo ciclo taurino de 1810, y a pesar de la guerra, otras once, celebradas ya casi todas en domingo, los días 1 (sobre la que ya hubo precisiones en relación con la longitud de las picas) y 15 de Julio, 9, 16, 23 y 30 de Septiembre, 7 (Gaceta de Madrid del 9), 21 (Gaceta de Madrid del 22) y 28 de Octubre (Gaceta de Madrid del 29) y finalmente 16 y 23 de Diciembre, con toros y novillos (las dos últimas), de varias ganaderías (p. ej., de D. Bernabé del Águila, D. Diego Muñoz y Pereiro, D. Vicente Perdiguero y otras, destacando la de D. Vicente Bello, de Palacios Rubios en Salamanca)52, con picadores ya conocidos (como Rueda, De Amisas, Gallego y otros) y casi todas lidiadas por los conocidos toreros Jerónimo José Cándido, Juan Núñez Sentimientos, Curro Guillén o Lorenzo Badén53; con cierto éxito económico. Mientras se desarrollaban estos festejos, el 24 de Septiembre se proclaman las Cortes Generales extraordinarias, reuniéndose en la Isla de León, en Cádiz. Asimismo, debe tenerse en cuenta que, mediante Real Orden de 17 de Octubre, el Rey aprueba que la plaza de toros pertenezca a la Municipalidad y que la misma se encargue de la organización de las corridas de toros (aunque las ganancias debían ir a los hospitales civiles), y que el arrendamiento de la plaza para funciones de novillos había salido a subasta, el 16 de Noviembre, que se adjudicó al Sr. A. Roldán, previendo la celebración de festejos de novillos embolados, que se celebraron entre Diciembre de este año y la Pascua del siguiente. c) Las fiestas taurinas…continuaron en Madrid hasta el fin de la guerra.

Durante

1811, la plaza de Madrid continuó el ciclo de novillos, con seis festejos celebrados los días 13 y 20 de Enero, 17 y 24 de Febrero, 17 y 31 de

51

GARCÍA BRAVO, F., “Los billetes de toros”, en “Tauromaquia añeja. Historias”, Ed. Fundación Escalera del Éxito, Madrid, 2009, pp. 71-76, resalta que probablemente sean estos billetes las primeras entradas formales para asistir a los festejos taurinos; cuyo impresor fue Clemente García, en número de 10.040, y cuyo precio fue de 30 reales el ciento.

52

Sobre esta ganadería, y las corridas de esta época, ver el interesante libro de BELLO HERNÁNDEZ, A., “Los toros en el siglo XVIII. Ganadería de Don Vicente Bello de Palacios Rubios (1737-1805)”, obra citada.

53

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 165-179, se refiere a las doce corridas; CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 265324, describe de forma muy documentada diez corridas de toros, sin mencionar las celebradas en Diciembre. Ver asimismo VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., cit., pág. 30, que sólo cita una corrida en 1810 (en concreto, la celebrada el día 25 de Junio), y GÓMEZ QUINTANA, I., cit., pág. 183, quien señala que en la de 16 de Diciembre hubo novillos embolados “para el capeo” de aficionados.

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Marzo y 14 de Abril (las dos últimas por el nacimiento del hijo de Napoleón y sobrino del rey José I, tal como señala para la última la Gaceta de Madrid del mismo 14 de Abril), también de ganaderías diversas (como, p. ej, de D. Vicente Bello, de D. José Gabriel Rodríguez, de Peñaranda de Bracamonte en Salamanca, de D. Juan Bañuelos, de D. José Iñigo, también de Salamanca, de D. Miguel Jijón y otras), picados (p. ej., por Ramón Pérez de León, el Calesero loco, Antonio Herrera, Juan Gallego, Juan Luis de Amisas o Tiburcio de San Juan, Busca ruidos, entre otros), para toreros jóvenes y algunos poco conocidos aún (como Alfonso Alarcón, El Pocho, Mariano Martínez, Picharrete, o Juan Fernández, El Peluquero), aunque en algunas toreó nuevamente Juan Núñez Sentimientos, así como para diversión de los aficionados. Posteriormente se adjudicó la plaza de toros a D. Manuel Gaviria, gran conocedor del mundo taurino (que será nombrado director de la Real Vacada por Fernando VII en 1831)54, celebrándose nuevamente fiestas de toros, en un ciclo de cinco corridas los días 12 y 26 de Mayo, 2, 24 y 30 de Junio, de varias ganaderías (p. ej., de D. Manuel Salcedo, de la viuda del Pozo y otras de las anteriores), picadas (entre otros, por De Amisas, Corchado o Gallego) y toreadas de nuevo por Jerónimo José Cándido, Curro Guillén y Alfonso Alarcón El Pocho (que ya había participado en las novilladas). Pero no finalizó aún el ciclo taurino, sino que hubo más corridas de toros los días 16, 21 y 28 de Julio, todas toreadas por Cándido y Guillén, si bien en la última participó la torera Teresa Alonso (previa autorización del Rey, que solicitó el propio Guillén); continuando las corridas el 15 de Agosto (en evocación del propio Emperador) y el 1, 15 y 22 de Septiembre, con los mismos toreros citados. Además, los días 13 de Octubre, 10 y 24 de Noviembre, 1 y 22 de Diciembre se celebraron novilladas (la última para “paliar el hambre”). Por otra parte, se produjo un hecho sobresaliente, cual fue la concesión por el Rey de corridas de toros extraordinarias para ciertos toreros (lo que causó cierto malestar en los responsables de la plaza), como fueron la celebrada el 6 de Octubre para Jerónimo José Cándido y las de 15 de Noviembre y 25 de Diciembre para Juan Núñez Sentimientos; acabando así el año taurino55. El año 1812 comienza con la gran ofensiva de los ejércitos aliados al mando del General Wellington, que en primera mitad del año liberan Ciudad Rodrigo, Badajoz y Salamanca, y vencen totalmente a las tropas de Marmont en la batalla de Los Arapiles, cerca de la ciudad de Salamanca. Además, el 19 de Marzo se promulga la nueva Constitución Política de la Monarquía Española, elaborada en Cádiz. Ante esta situación José Bonaparte sale huyendo, y Wellington entra triunfalmente en Madrid el 12 de Junio. El nuevo

54

Sobre la faceta del Rey Fernando VII como ganadero de bravo (al adquirir una parte de la vacada de Vázquez, que luego serís de los Duques de Osuna y Veragua), vid. DOMECQ SOLÍS, J. P., “Del toreo a la bravura”, Alianza Editorial, Madrid, 2010, pp. 47-50, capítulo titulado “La Ganadería Real”, y especialmente LÓPEZ IZQUIERDO, F., “Fernando VII, ganadero de reses bravas”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1988 (reproducido en la obra anterior, pp. 357-373). Sobre el encaste Vázquez-Veragua, ver el Opus 1, Marzo de 2010, “Los últimos Veraguas”, de la excelente Revista Tierras Taurinas, dirigida por André VIARD. 55

Las corridas y novilladas de este año se describen y comentan con mucho detalle por ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 181-199, y CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 324-448. También, VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., cit., págs.30-31, y GÓMEZ QUINTANA, I., Ibíd., págs. 183-184.

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Ayuntamiento, como siempre, prepara los agasajos correspondientes para el vencedor, con dos corridas de toros (en esta ocasión, con ciertos problemas por las cantidades pedidas por los toreros), celebrándose una el lunes 31 de Agosto, con toros de varias ganaderías (de. D. Bernabé del Águila, D. Juan Antonio López, D. Vicente Perdiguero o D. Diego Muñoz), que fueron picados por Rueda y Gallego, y lidiados por Jerónimo José Cándido y Alfonso Alarcón El Pocho. Seguidamente, Wellington salió de Madrid, dejando en la ciudad tropas de defensa, celebrándose aún dos corridas de toros más, que vuelven a ser en lunes, los días 28 de Septiembre y 5 de Octubre, también de varias ganaderías (p. ej., de D. Diego Muñoz, D. Vicente Perdiguero, otras ya conocidas y algunas nuevas, como las de D. Eugenio Colmenarejo o D. Rodrigo Godoyo), y toreadas por Manuel Alonso El Castellano, nuevo en la plaza, y por el ya conocido Alfonso Alarcón El Pocho. Posteriormente, José Bonaparte regresa a Madrid el 2 de Noviembre, volviendo a salir y a entrar el 3 de Diciembre, aunque ya sin agasajos56; debiendo resaltarse la importante incidencia en la Guerra de la Independencia de la decisiva derrota de los ejércitos de Napoleón en la campaña de Rusia, que provocará su apresurado regreso a París el 6 de Diciembre. En efecto, estas derrotas de Napoleón influirán decisivamente en la marcha de las operaciones en España, pues se ordena la evacuación de los ejércitos a partir del 17 de Marzo de 1813, saliendo José Bonaparte de Madrid hacia Valladolid y Burgos57. No obstante, unos días antes todavía preside una novillada en la Plaza de la Puerta de Alcalá. Sin embargo, y a pesar de la idea de que en 1813 no hubo festejos taurinos58, debemos señalar que sí los hubo, y un buen número59. Así, no siendo posible rematar el arriendo de la plaza el año anterior, el 8 de Febrero de 1813 el Ayuntamiento acepta la oferta de los Srs. P. Díaz y G. Caballero para organizar cuatro novilladas, que se celebran los días 21 de Febrero, 7 y 14 de Marzo y 4 de Abril, con unos resultados bastante ajustados, debido a la situación bélica y a las extremas condiciones climatológicas, que obligarían a suspender uno de los festejos . Posteriormente, se producirá la victoria de los ejércitos aliados en la batalla de Vitoria el 21 de Junio, siendo derrotado totalmente el ejército francés, tomando Pamplona el 31 de octubre y penetrado en territorio francés. En esta situación, las fiestas de toros vuelven a Madrid, organizando el Ayuntamiento Constitucional de la Villa dos corridas de novillos, celebradas los días 27 de Junio y 11 de Julio, con toros regalados por ganaderos afectos a la causa, de vacadas de Castilla, de La Mancha y de Colmenar Viejo, picados y

56

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 201-207; CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 449-460, y VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., cit., pág. 31. 57

CIRIA Y NASARRE, H., Ibíd., págs. 461-467, ya sin referencias taurinas.

58

VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., cit., pág. 32, no refleja la celebración de ninguna corrida este año.

59

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 209 y ss., que describe con detalle las corridas celebradas, y a quien seguimos.

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toreados nuevamente por El Pocho, sin cobrar cantidad alguna. Pero las fiestas continuaron el 25 de Julio (con toros regalados por D. Manuel Díaz Redondo “en beneficio de la humanidad doliente” lidiados por El Castellano y El Pocho, aunque con poco éxito de aficionados), el 10 de Agosto (bajo un calor abrasador, con toros también regalados “por adictos a la buena causa”, picados y lidiados por los mismos toreros de la anterior), el 26 de Septiembre (con toros de varias ganaderías y los mismos toreros) y finalmente, la última del ciclo, el 10 de Octubre, lidiada de nuevo por El Castellano y El Pocho. Seguidamente, se arrendó la plaza a D. Clemente de Roxas para dar dos novilladas los días 21 de Noviembre y 26 de Diciembre, y otras al año siguiente, con lo que terminó el año taurino60. Dada la desastrosa marcha de la guerra, Napoleón trata de solucionar rápidamente el problema español presionando a Fernando VII, en su residencia de Valencey, para devolverle el trono de España, firmando un Tratado de paz el 11 de Diciembre de 1813, el cual sería rechazado por las Cortes ordinarias reunidas en Madrid el 2 de Febrero de 1814. Unos días después, el 6 de Febrero, abdica Napoleón en Fontainebleau, y se pacta la finalización de hostilidades entre el General Wellington y los Mariscales franceses Soult y Suchet, en los días 18 y 19 de abril de 1814. El rey Fernando VII llegará a Madrid el 13 de Mayo, y naturalmente para festejar su llegada (aunque se había celebrado una novillada el 23 de Enero, con poco éxito) se organizará un ciclo taurino los días 26 de Mayo, 7 y 20 de Junio y 4 de Julio, e incluso, pero ya con carácter ordinario, habrá más corridas el 12 de Septiembre, el 17 de Octubre y el 7 de Noviembre61; finalizando de esta forma las fiestas taurinas de Madrid en la época de la Guerra de la Independencia62. C) Corridas de toros celebradas en otros lugares de España.

Siendo

Madrid la ciudad en que se celebraron la mayor parte de las corridas de toros en estos años, no fue la única, ya que las hubo por toda España, como en Hervás (Cáceres), en los primeros años del siglo63, en

60

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 209-217.

61

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 216-217. Por su parte, VÁZQUEZ Y RODRÍGUEZ, L., cit., págs. 32-33, refleja la celebración de doce corridas de toros entre el 26 de Mayo y el 7 de Noviembre. En las temporadas de 1814 y 1815, los ganaderos zamoranos Juan Díaz de Castro y Juan Núñez lidiaron sus toros en Madrid, según señala GARCÍA SALAZAR, J., “El toro bravo al oeste de Castilla (Zamora siglos XVII y XVIII)”, Ed. del autor, Salamanca, 2012, pp. 102-105.

62

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 239-240, reproduce dos interesantes listas de toreros y ganaderías que participaron en las fiestas taurinas de la época. Por su parte, SÁNCHEZ NEIRA, J. p. 24, señala que Fernando VII suspendió la prohibición taurina en 1814, levantándola finalmente en 1815; y también FLORES OCEJO, Mª. B., “Historia de la presencia veterinaria en los festejos y espectáculos taurinos”, Ed. Comunidad de Madrid-Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid, Madrid, 2009, p. 96.

63

MARTÍN MANUEL, M., “De las garrochas del Rosario al toro del Cristo de la salud: Hervás 1586-1881”, Revista de Estudios Bejaranos, nº 14/2010, pp. 39-57, mantiene que, a pesar de la prohibición de 1805, “[e]n los primeros compases

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Valladolid, durante Febrero y Junio de 1807, en honor a Godoy64, en Burgos el 22 de Marzo de 1808, en Arévalo (Ávila), el 15 de Agosto de 1811, o en Zaragoza, el 15 de Agosto de 181265. Aunque, quizás los festejos taurinos más destacables en estos años fueron los celebrados en Andalucía, en parte debido a la campaña que el entonces rey José I, con el ejército del mariscal Soult, realizó entre el 8 de Enero y el 15 de Mayo de 1810, aunque también para homenajear a los aliados u otras razones. Así, en El Puerto de Santa María, mientras se mantenía el asedio de Cádiz, D. Vicente García y Granado, quien a pesar de la prohibición de 1805 tenía permiso para celebrar nada menos que cien corridas de toros y novillos, organizó un festejo en su honor el 18 de Febrero66. Igualmente, en Ronda se celebró una corrida el 19 de Febrero y en Medina Sidonia otra el 18 de Marzo67. Además se celebraron algunos festejos en Jerez y en Chiclana de la Frontera, en 1810; así como en Utrera, en Agosto, con toros regalados por los importantes ganaderos el Marqués de Casa Ulloa y su primo el Conde de Vistahermosa, y volverá a celebrarse una corrida de toros el 29 de Agosto, una vez que las tropas francesas abandonaron la ciudad, el día anterior, después del triunfo de Wellington en la batalla de Los Arapiles (Salamanca), el 22 de Julio68. En Sevilla también se prepararon fiestas de novillos en Marzo y Abril, y también de toros, aunque éstas se celebraron en los meses de Agosto, Septiembre y Octubre de ese mismo año, en las que no torearon diestros de fama, cuando el Rey ya no estaba en aquellas tierras, pero a las que asistieron muchos soldados franceses. Fiestas taurinas de novillos y toros que continuaron del siglo XIX, el cristo de la Salud asumió el protagonismo en la presidencia de los actos lúdicos taurinos”, en este pueblo cacereño. 64

AMIGO VÁZQUEZ, L., “Fiestas de toros en Valladolid en tiempos de Carlos III y Carlos IV. Una pasión reconducida por las Luces”, en GARCÍA FERNÁNDEZ, M., y SOBALER SECO, Mª. de los Á. (Coords.), y otros, “Estudios en homenaje al profesor Teófanes Egido”, Tomo II, Ed. Junta de Castilla y León, Valladolid, 2004, y especialmente su importante obra “¡A la Plaza! Regocijos taurinos en el Valladolid de los siglos XVII y XVIII”, Ed. Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla-Fundación de Estudios Taurinos-Universidad de Sevilla, Sevilla, 2010, pp. 420-421.

65

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 223-225.

66

La referencia a esta corrida de toros, celebrada en honor a José Bonaparte, puede verse en DE CASTRO, A., “Cádiz en la Guerra de la Independencia. Cuadro histórico”, Revista Médica, Cádiz, 1862, p. 18. Sobre esta plaza de toros, vid. DE PAZOS Y ORTEGA, J., “Breves apuntes sobre la historia de la plaza de toros del Puerto de Santa María”, Imprenta y Librería de D. Mariano Caire, Puerto de Santa María, 1881.

67

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., págs. 146-150 y 223, la describe con detalle, siguiendo al escritor gaditano A. SÁNCHEZ DEL ARCO, y menciona la de Ronda.

68

“El romancero de Vistahermosa”, Revista Tierras Taurinas, dirigida por André VIARD, Opus 8, Mayo de 2011, pp. 32 y 35. En este mismo número, VIARD cuenta cómo la derrota francesa en Los Arapiles salvó de la desaparición al encaste de Vistahermosa, al obligar a las tropas francesas a abandonar Utrera, ya que si hubieran continuado acantonadas en la zona, y dada la situación de necesidad existente, es muy probable que se hubiera sacrificado la ganadería.

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en 1811, y que volverán a celebrarse en los meses de Julio y Agosto de 1814, con ganado de las ya prestigiosas ganaderías de Vistahermosa y Cabrera, lidiadas por toreros bien conocidos como Curro Guillén o Antonio Ruiz El Sombrerero, en las que incluso de madrugada se corrió el toro del aguardiente después de cada encierro, cuando se había restablecido la Monarquía española y reafirmado el privilegio de la Real Maestranza para celebrar corridas de toros y novillos69. También en Málaga parece que el 4 de Mayo de 1811 se celebró una corrida en honor al Rey70, y se prepararon en 1814 nada menos que tres corridas para celebrar el regreso a España de Fernando VII71. Asimismo, hubo fiestas de toros en Cádiz, ciudad taurina por excelencia y con una plaza de las más importantes de España a finales del siglo XVIII 72. En efecto, se celebró una corrida de toros en honor de lord Wellington y de su hermano el marqués de Wellesley, a la sazón embajador del Reino Unido en España, en 1809, pero no propiamente en la ciudad sino que ante la situación de abandono y ruina de la plaza de la Hoyanca (cuyo derribo, ante los riesgos que entrañaba para la batería de San Miguel, pedirá este mismo año la Junta Militar de Defensa al Ayuntamiento), provocada por su cierre con la prohibición de Carlos IV en 1805, la misma fue trasladada a la plaza de El Puerto de Santa María, después del triunfal recibimiento en Cádiz, en el que incluso estuvo presente la heroína de Zaragoza, Agustina de Aragón73.

69

MARQUÉS DE TABLANTES (R. DE ROJAS Y SOLÍS), “Anales de la Plaza de Toros de Sevilla (1730-1835)”, cit., págs. 191-198, que asimismo da cuenta de la participación en la guerra de los caballeros de la Real Maestranza, y que no hace referencia a otras funciones taurinas hasta 1814, y ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 149. Sobre el papel de Sevilla en las fiestas de toros, ver TORO BUIZA, L., “Sevilla en la historia del toreo”, Ed. Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 1947 (existe una cuidada edición moderna con introducción de ROMERO DE SOLIS, P., Ed. Fundación Real Maestranza de Caballería-Universidad de Sevilla-Fundación de Estudios Taurinos, Sevilla, 2002).

70

Según referencia de ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 223, citando Memorias francesas. Por su parte, ORTIZ MEJÍAS, F., “Toros en Málaga. Cinco siglos de historia taurina”, Ed. J. Amaya Rodríguez, Málaga, 2009, no reseña ninguna corrida de toros en estos años.

71

LUJÁN, N., “Historia del toreo”, obra citada, pp. 76-78, quien relata la mala suerte del siniestro torero José Ulloa Tragabuches, al sufrir, precisamente en el viaje de Ronda a Málaga para participar en esas corridas de toros, una caída del caballo, y que propició, al regresar a su casa en Ronda, descubrir la infidelidad de su mujer, la bailaora La Nena, y el asesinato del amante, siendo condenado a garrote vil, en rebeldía; por lo que ingresaría más tarde en la partida de bandoleros de Los siete niños de Écija, con el apodo de El Gitano, y con fama de sanguinario. También, GARCÍA BRAVO, F., “Tauromaquia añeja. Historias”, obra citada, pp. 53-57.

72

Sobre la vida y la guerra en estos años en la ciudad de Cádiz, es imprescindible la obra de SOLÍS, R., “El Cádiz de las Cortes. La vida cotidiana en la ciudad en los años de 1810 a 1813”, ya citada; las referencias a los toros en pp. 385-390. También, DE CASTRO, A., “Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814”, Imprenta Revista Médica, Cádiz, 1858.

73

De esta corrida de toros existe un relato crítico, fechado en Noviembre de 1809, de W. JACOB, “Travels in the South of Spain”, Londres, 1816, en la que pudo torear el gran Jerónimo José Cándido, tal como señala, reproduciendo la crónica, BOTO ARNAU, G., “Cádiz, origen del toreo a pie (1661-1858)”, op. cit., págs. 229-231. Por su parte, LÓPEZBURGOS DEL BARRIO, M., “Los toros. Descripción de viajeros ingleses en la España del siglo XIX”, Gazeta de Antropología, nº 2/1983, pp. 2-3, se refiere a la misma corrida de toros, citando la edición de la obra de JACOB de 1811.

21

Además, es curioso señalar que, en pleno asedio francés, con las bombas cayendo en la plaza gaditana de San Juan de Dios, se propuso en 1811 establecer la Real Maestranza de Caballería de Ronda en Cádiz y que, previa petición, de 30 de Diciembre de 1811, del capitán de caballería D. Francisco de la Iglesia y Darrac (justificada por ciertas deudas que el Gobierno tenía con él), primero la Regencia, el 14 de Junio de 1812, y poco después, el 2 de Julio, el Gobernador autorizó al Ayuntamiento de Cádiz la construcción de una plaza de toros, la denominada Plaza Nacional, en el llamado Campo de los cueros, frente al Castillo de Santa Catalina, “para dar funciones de caballería, novillos, bailes nacionales y otros ejercicios”74 (novillos que serán sin muerte, al estar aún vigente la prohibición de 1805), cuyas obras finalizaron el 27 de Enero de 1813, inaugurándose en los días 8 y 9 de Febrero, durante el Carnaval, con dos corridas de ocho toros cada una, y celebrándose tres más los días 17, 26 y 27 del mismo mes; produciéndose en la ciudad un debate porque los toros no eran de muerte (por la prohibición mencionada) y por los alborotos acaecidos en la novillada celebrada el 25 de Abril de 1813 al bajar los aficionados al coso taurino, aún no permitiéndose. Prohibición que primero, el 27 de Abril, no admitió la Regencia y que finalizó cuando las Cortes Generales y Extraordinarias, en sesión de 18 de Septiembre de 1813, trasladada al Gobierno en Octubre, dispensaron a la ciudad de la prohibición “por el tiempo necesario para cumplir el contrato con Darrac”75; celebrándose después cuatro corridas de toros más los días 13, 14 y 28 de Diciembre de este año. En 1814 se celebraron otras seis en Enero y Febrero, una en el aniversario de la Constitución el 19 de Marzo (cuya crónica se publicó en El Diario Patriótico de Cádiz del día 22)76, y otras para celebrar el 2 de Mayo, el regreso y la entrada en Madrid de Fernando VII o por San Antonio (los días 2, 22 y 30 de Mayo, 5 y 13 de Junio, 8 de Agosto, en la que José Ignacio Calderón, negro de Veracruz, rejoneó un toro montado en otro, y los días 5, en la que se rejoneó un toro, 12 y 26 de Septiembre; ésta última en homenaje a O’Donnell), con toros de las ganaderías 74

CASTRO, A., “Cádiz en la Guerra de la Independencia. Cuadro histórico”, Revista Médica, Cádiz, 1862, p. 48, se refiere a la construcción de esta plaza “para funciones de caballería, novillos, bailes nacionales y otros ejercicios”, previendo que “todos los domingos por la tarde se habrían de correr seis novillos”. Por su parte, SOLÍS, R. op. cit., reproduce la nota que publicó el diario El Redactor General de 13 de Junio de 1812, sobre la autorización de la Regencia de las Españas para la formación de una plaza nacional para “funciones de caballería,…, corridas de novillos que se efectuarán (no de muerte) con 6 de ellos todos los domingos, y bailes nacionales…”; si bien señala que no llegaría a celebrarse ninguna, por las dificultades de conseguir ganado (precisando, en tono crítico, que “lo incompresible es que no hubiera pensado en ello el organizador antes de pedir la autorización”).

75

BADORREY MARTÍN, B., “Principales prohibiciones canónicas y civiles de las corridas de toros”, cit., págs. 107146, da cuenta, en pp. 129-134, de los debates producidos en las Cortes, en Septiembre de 1813, entre el Diputado por Murcia D. Simón López, favorable a la prohibición, y el Diputado por Barcelona D. Antonio Capmany y Surís de Montpalau, quien realizó una encendida defensa de las fiestas de toros (¡¡qué diferencia con la actualidad!!), logrando que las Cortes permitieran la celebración de las corridas de toros. También BOTO ARNAU, G., cit., págs. 243-244., y ORGAMBIDES GÓMEZ, F. J., “Cádiz antitaurino”, en CABRERA BONET, R. (Ed.), y otros, “Tiempos y espacios de la Tauromaquia”, Aula de Tauromaquia CEU, Ed. Fundación Universitaria San Pablo CEU, Madrid, 2009, pp. 237-248. Las ideas taurinas de D. Antonio CAPMANY Y SURÍS DE MONTPALAU pueden verse en su obra “Apología de las fiestas públicas de toros”, Imprenta de D. Francisco de la Parte, Madrid, 1815.

76

SOLÍS, R., op. cit., pp. 389-390, señala (erróneamente, como vemos) que la primera corrida celebrada en la plaza de Cádiz, en esta época, es precisamente ésta conmemorativa de la promulgación de la Constitución, reproduciendo la crónica que del festejo hizo el Diario Patriótico del 22 de Marzo; que, por cierto, rezumaba un tono bastante crítico con las fiestas de toros.

22

de Vázquez, Velasco, Cabrera o Vistahermosa, entre otras, y que fueron toreados por Jerónimo José Cándido, Curro Guillén, José García el Platero, El Sombrerero o, entre otros, el Marqués de Torrecuellar, que fue cogido en la celebrada en Marzo; continuando la celebración de corridas en los años siguientes77. Además, estando El Puerto de Santa María y esos territorios ya pacificados, mediante Real Orden de la Regencia de 17 de Abril de 1813 se autorizó en esa plaza de toros la celebración de nada menos que ochenta corridas de novillos de muerte en sustitución de las que quedaron pendientes por la prohibición de 1805, celebrándose nueve corridas “en las que reinaría el entusiasmo delirante, propio y peculiar de estas funciones”; si bien el año no finalizó bien pues un incendio declarado el 13 de Septiembre redujo a cenizas la plaza de toros78. Por otra parte, el gran torero Curro Guillén parece que causó un “furor extraordinario” en varias corridas de toros celebradas en Lisboa en 1812 y 1813, y triunfaría en su regreso a Madrid el 10 de Abril de 1815, y aún más posteriormente79. D) Las fiestas de toros en Salamanca y Ciudad Rodrigo en la época de la guerra.

Las

ciudades de Salamanca y Ciudad Rodrigo, como es bien sabido80, sufrieron desastres físicos y humanos muy graves durante la Guerra de la Independencia, al ser ocupadas alternativamente por los ejércitos franceses y aliados, y fueron objeto de encarnizadas batallas, bombardeos y saqueos81. 77

BOTO ARNAU, G., cit., págs. 229-253, describe las vicisitudes del empresario y de estas fiestas taurinas con mucho detalle.

78

DE PAZOS Y ORTEGA, J., “Breves apuntes sobre la historia de la plaza de toros del Puerto de Santa María”, cit., pp. 3-4.

79

A su periplo portugués se refieren CORRALES MATEOS, J. (El Bachiller Tauromaquia), “Los toros españoles y tauromaquia completa”, Imprenta Nacional, Madrid, 1856, pp. 40-41; VELÁZQUEZ Y SÁNCHEZ, J., “Anales del Toreo”, cit., p. 97; SANCHEZ NEIRA, J., “El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico”, cit., pp. 125-128, y LUJÁN, N., “Historia del toreo”, op. cit., pp. 71-72.

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Ver en general las obras citadas en Nota 4, así como CID CEBRIÁN, J. R. (Coord.), y otros, “La ciudad frente a Napoleón. Bicentenario del sitio de Ciudad Rodrigo de 1810. Estudios”, Ed. Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo y Diputación de Salamanca, Salamanca, 2010, citado; NOGALES-DELICADO Y RENDÓN, obra citada, pp. 145-186, y la curiosa obra “Historia verdadera del Sargento Mayoral, natural de Salamanca, fingido Cardenal de Borbón en Francia, escrita por él mismo y dada á luz por D. J. V.”, Imprenta de A. B. de Martínez, San Sebastián, 1844 (existe una edición moderna, con prólogo de F. DURÁN LÓPEZ, Ed. Espuela de Plata, Sevilla, 2008).

81

En este sentido, especialmente importante es el libro de MARTÍN RODRIGO, R., “La Guerra de la Independencia en la provincia de Salamanca. Tierras, entidades y personas afectadas”, Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2012, pp. 11 y 274, al realizar una detallado análisis de lo ocurrido en los pueblos y ciudades de la provincia durante los años de la guerra; y describiendo (y justificando al mismo tiempo su investigación) la situación de esta forma: “En la provincia de Salamanca los mejores resultados bélicos se reducen a pocas victorias, la de Tamames, la de Arapiles, la recuperación de Ciudad Rodrigo, y a una treintena de acciones exitosas de las guerrillas. Los salmantinos que aceptaron –con mayor o menor agrado- a los franceses fueron muchos, aunque casi todos han

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Situación obviamente no muy propicia para la celebración de fiestas, aunque sí se organizaron algunas, y entre ellas las fiestas de toros no podían faltar. En Salamanca, como en otras partes de España, y a pesar de la situación, hubo distintas celebraciones en estos años, la mayor parte en conmemoración de hechos o circunstancias variadas, al sufrir ocupaciones tanto del ejército francés como de los aliados anglo-hispano-lusos. En general, los elementos de casi todas las celebraciones incluían un oficio religioso en la Catedral, algún acto de las autoridades civiles, una gran presencia festiva de los salmantinos en las calles, toros y fuegos artificiales e iluminación, aunque en ocasiones faltaron algunos82. Antes del comienzo de la guerra, la caída de Godoy en el motín de Aranjuez, el 17 de Marzo de 1808, que se conoció en Salamanca el día 22, trajo consigo una algarabía general y festiva, suspendiéndose las clases en la Universidad, se borro el medallón dedicado al mismo en la Plaza Mayor, se celebraron varios oficios religiosos y, como no, las autoridades “no tuvieron más remedio que conceder que se corrieran varios toros”83. Seguidamente, comenzada la guerra, y después de la victoria española en Bailén el 19 de Agosto, se conmemora el 7 de Octubre en la ciudad la constitución de la Junta Central (que se había formado el 25 de Septiembre en Aranjuez) con los consabidos novillos, entre otros festejos84. Más adelante, asimismo, la victoria aliada en la batalla de Tamames, el 18 de Octubre de 1809, y la entrada en Salamanca el día 25 del Duque del Parque se celebraron con novillos de cuerda85.

quedado silenciados. La pobreza y el hambre que pasaron las gentes de los pueblos salmantinos con un sufrido comportamiento y un callado heroísmo tampoco han sido aireados. El sufrimiento y la resignación continuada de las gentes de esta provincia, los padecimientos, tensiones y problemas económicos y sociales que se derivaron de la guerra y de las exigencias de la misma no han sido presentados de forma total y sistemática… Por todas partes, en todos los pueblos la impresión es la misma: desolación, ruina, daños y miseria”. También es muy visible la terrible situación de Ciudad Rodrigo en la época de la Guerra, en las obras de VELASCO MORGADO, R., “Aspectos médico-sanitarios de la Guerra de la Independencia en Ciudad Rodrigo (1808-1814)”, Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2011, y de CID CEBRIÁN, J. R., “La liberación de Ciudad Rodrigo en enero de 1812 durante la Guerra de la Independencia”, Ed. Diputación de Salamanca, Salamanca, 2011. 82

PÉREZ DELGADO, T., “Salamanca en la Guerra de la Independencia: el vivir de una ciudad”, en TESSAINER TOMASICH, G. (Dir.), y otros, cit., págs. 165-209; la cita en pág. 173. Sobre las fiestas de toros, concretamente, vid. FERNÁNDEZ DE GATTA SÁNCHEZ, D., “La fiesta de los toros en Salamanca y Ciudad Rodrigo durante la Guerra de la Independencia”, Tierra Charra (Blog de M. S. Calderero), 3 de Enero de 2011 [http://tierracharra.blogspot.com/2011/01/la-fiesta-de-los-toros-en-salamanca-y.html], y “Toros en Salamanca y Ciudad Rodrigo durante la Guerra de la Independencia”, en EXCMO. AYUNTAMIENTO DE CIUDAD RODRIGO, “Libro del Carnaval del Toro 2012”, Salamanca, 2012, pp.73-78. 83 84

PÉREZ DELGADO, T., Ibíd., pág., 172.

PÉREZ DELGADO, T., Ibíd., pág., 177.

85

ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., “Salamanca, ciudad de paso, ciudad ocupada. La Guerra de la Independencia”, Ed. Gráficas Cervantes, Salamanca, 2003, pág. 57, y más en general, ver “Los franceses en Salamanca según los Diarios de la Biblioteca Universitaria (1807-1813)”, Salamanca-Revista de Estudios, Monográfico sobre “Las Guerras en Salamanca (siglos XVII a XX)”, nº 40/1997, pp. 173-211. Por su parte, VILLAR Y MACÍAS, M., “Desde la Guerra de la

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Pero también se conmemoraron con novillos algunos acontecimientos durante la ocupación francesa, como el nacimiento del Rey de Roma (cuyo padrino fue José Bonaparte, como Rey de España), en Marzo de 181186. Aunque muy pocos pueblos se permitieron tener fiestas taurinas, la más importantes fueron las celebraciones en la capital por la nueva Constitución de Cádiz “Ciudad Rodrigo. La brecha de 1810”, Óleo de José Antonio del Castillo. entre el 1 y el 3 de Agosto de 1812 (días después de la importante victoria aliada en Los Arapiles, el 22 de Julio), en que se corrieron novillos de cuerda por las calles hasta llegar a la Plaza Mayor, en las tardes de los días 2 y 3; y más festejos taurinos en las últimas semanas de ese verano87, así como el 18 de Septiembre, por la elección de diputados a Cortes88. En 1814, conforme se iba derrotando al ejército francés, en Vitoria, San Sebastián, etc., y finalizaba la guerra, hubo varias celebraciones en Salamanca, aunque sin referencias a festejos taurinos89. Finalmente, y debido a los tumultos provocados en la ciudad por la deriva absolutista de Fernando VII, que se recrudecieron el 30 de Agosto, al grito de “toros, toros”, ante lo cual, y a pesar de la falta absoluta de recursos económicos, el Ayuntamiento inició la compra de toros y la contratación del conocido torero Juan Núñez Sentimientos, pero ante la imposibilidad de que viniera a Salamanca, por no concederle permiso para salir de Madrid, se suspendió la corrida de toros, con la plaza llena de aficionados y los toros en los toriles90.

Independencia hasta nuestros días”, Libro IX, “Historia de Salamanca”, cit., pág. 27, menciona las celebraciones sin referirse a las fiestas taurinas. 86

PÉREZ DELGADO, T., Ibíd., pág., 193, y CIRIA Y NASSARRE, Ibíd., págs. 338-341.

87

ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., “Salamanca, ciudad de paso, ciudad ocupada…”, cit., págs. 86 y 87, y PÉREZ DELGADO, T., Ibíd., pág., 203, que menciona varios días de corridas, y que uno de los días hubo hasta diez novillos.

88

VILLAR Y MACÍAS, M., Ibíd., pág. 50.

89

VILLAR Y MACÍAS, M., Ibíd., págs. 55-58.

90

ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., Ibíd., pág. 96, y VILLAR Y MACÍAS, M., Ibíd., págs. 56,57 y 106.

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En la provincia de Salamanca, una de las ciudades que más sufrió los desastres físicos y humanos de la Guerra de la Independencia fue sin duda Ciudad Rodrigo91, sobre la que el Mariscal Ney dirigió un devastador asedio que finalizó el 10 de Julio de 1810, y posteriormente se inició el segundo asedio, en Agosto de 1811, hasta que fue liberada el 19 de Enero de 1812 por el ejército de Wellington, llevándose a cabo un violento saqueo general de la ciudad92. Fruto de esta desastrosa situación, la ciudad ciertamente no estaba para la celebración de muchas fiestas, aunque sí hubo alguna conmemoración de carácter religioso93, e incluso un festejo taurino, pues en carta de 21 de Abril de 1812 dirigida a D. José Mª. de Carbajal para su remisión a la Regencia del Reino, se da cuenta de lo relatado, con fecha 10 de Abril, por el General D. Francisco Dionisio de Vives (Conde de Cuba, 1755-1840), a la sazón Gobernador de la Plaza (y que posteriormente será nombrado Capitán General de Cuba en 1823 y de Valencia en 1832), en relación con la toma de Badajoz, que se había producido el día 6 de Abril, y de las correspondientes celebraciones, ante la sorpresa del ejército enemigo (compuesto por cuatro mil hombres y seiscientos caballos, en continuo movimiento, se dice), que incluyeron el Te Deum con misa solemne, una corrida de novillos y baile general en el campo de Toledo94. Asimismo, algún festejo taurino más hubo en la provincia de Salamanca en estos años, como la corrida de toros que su marido, el General Junot, dedicó a Dña. Laura Permon, Duquesa de Abrantes, en Ledesma el día de San Lorenzo de 181095; los toros celebrados en Mogarraz en 1812 y, ya terminada la guerra, en 181596, y los celebrados en Peñaranda de Bracamonte en Octubre de 1813, en conmemoración de la Constitución de Cádiz, produciéndose un alboroto 91

MARTÍN RODRIGO, R., “La Guerra de la Independencia en la provincia de Salamanca”, op. cit. pp. 103-107, resume la penosa situación de la ciudad en esta época.

92

ALONSO BAQUER, M., “El asedio de Ciudad Rodrigo en 1810”, cit.; CID CEBRIÁN, J. R., “La liberación de Ciudad Rodrigo en enero de 1812 durante la Guerra de la Independencia”, op. cit.; DE NOGALES DELICADO Y RENDÓN, D., “Historia de la muy noble y leal ciudad de Ciudad Rodrigo”, op. cit., págs. 147-186; ESTEBAN DE VEGA., M., “Crisis, revolución y guerra en Salamanca, Zamora y Ávila”, en ENCISO RECIO, L. M. (Comisario de la Exposición), “La Nación recobrada. La España de 1808 y Castilla y León”, cit., págs. 145-155; HERNÁNDEZ VEGAS, M., “Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad”, cit., Tomo II, págs. 311-368; HORWARD, D., “Napoleón y la Península Ibérica. Los asedios de Ciudad Rodrigo y Almeida, 1810”, cit.; MARTÍN, J. L. (Dir.), ROBLEDO, R. (Coord.), y otros, “Siglo Diecinueve”, Tomo IV, “Historia de Salamanca”, cit.; MUIR, R., “Salamanca 1812. El triunfo de Wellington”, cit.; PÉREZ DE HERRASTI, A., “Relación histórica y circunstanciada de los sucesos del sitio de la plaza de CiudadRodrigo en el año 1810, hasta su rendición al exército frances”, Imprenta de Repullés, Madrid, 1814; ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., “Salamanca, ciudad de paso, ciudad ocupada. La Guerra de la Independencia”, Ibíd., y VILLAR Y MACÍAS, M., “Desde la Guerra de la Independencia hasta nuestros días”, Libro IX, “Historia de Salamanca”, 1887, cit.

93

DE NOGALES DELICADO Y RENDÓN, D., “Historia de la muy noble y leal ciudad de Ciudad Rodrigo”, cit., págs. 147-186; HERNÁNDEZ VEGAS, M., “Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad”, cit., Tomo II, págs. 311-368; MUIR, R., “Salamanca 1812. El triunfo de Wellington”, cit.; ROBLEDO HERNÁNDEZ, R., “Salamanca, ciudad de paso, ciudad ocupada. La Guerra de la Independencia”, Ibíd., y VILLAR Y MACÍAS, M., “Desde la Guerra de la Independencia hasta nuestros días”, Libro IX, “Historia de Salamanca”, 1887, cit.

94

Juan Tomás MUÑOZ se refiere a este festejo en el Diario El Adelanto (Salamanca) de 7 de Octubre de 2010. 95

ASÍN CORMAN, E., Ibíd., pág. 222.

96

MARTÍN RODRIGO, R., “La Guerra de la Independencia en la provincia de Salamanca”, citado, p. 173.

26

general, en el que la gente pedía a los regidores de la villa (a la sazón D. Félix Mesonero García y D. Miguel de la Peña Granizo) “función de novillos y toros de muerte”, a lo que el Ayuntamiento se vio obligado a acceder para evitar males mayores, “y con efecto acordaron las funciones de parroquia y plaza, y que en ésta se había de correr 8 novillos y dos toros que habían de morir en ella”, aunque hubo ciertos problemas para conseguir el ganado97.

© Dionisio Fernández de Gatta Sánchez-Editorial Atelier.

n La versión original de este trabajo procede de: Dionisio Fernández de Gatta Sánchez, “Fiestas de toros,…y Derecho, en la España de la Guerra de la Independencia”, en Varios Autores, “Derecho, eficacia y garantías en la sociedad global. Liber Amicorum I en honor de María del Carmen Calvo Sánchez”, Editorial Atelier, Barcelona, 2013 [ISBN: 978-8415690-23-8], págs. 699-723.

97

MARTÍN RODRIGO, R., “La Guerra de la Independencia en la provincia de Salamanca”, citado, p. 197, reproduce el documento redactado el 19 de Abril de 1815, ante el escribano y testigos de Peñaranda, describiendo la situación y las peripecias para conseguir los novillos y toros; aunque no hay referencias a los festejos ni a los toreros.

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