Flora Regional. Paseo del mes. Parque de Flora Regional NOVIEMBRE. REAL JARDÍN BOTÁNICO JUAN CARLOS I Universidad de Alcalá. Parque de Flora Regional

REAL JARDÍN BOTÁNICO JUAN CARLOS I Universidad de Alcalá Paseo del mes NOVIEMBRE Flora Regional J.P. Zaballos Soriano, R. Elvira Palacio, A. García

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REAL JARDÍN BOTÁNICO JUAN CARLOS I Universidad de Alcalá

Paseo del mes NOVIEMBRE

Flora Regional J.P. Zaballos Soriano, R. Elvira Palacio, A. García Juvera.

Parque de Flora Regional

Contenido:

Parque de Flora Regional

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Comarcas Campiña y Baja Alcarria Alta Alcarria y Sierras de Sigüenza Parameras de Molina y Alto Tajo Campiña y Sierras de Guadarrama Valle del Alberche

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Formaciones vegetales Formaciones de Ribera Bosques de Frondosas Formaciones de Coníferas Matorrales arbustivos Matorrales bajos y estepas Flora de Humedales y Riberas

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Paseo del mes Cada mes un recorrido temático diferente, guiado por monitores y adecuado a las plantas y actividades observables y realizables en cada estación. • Enero “Las Orquídeas” • Febrero “Presentación y recorrido descriptivo por el Real Jardín Botánico Juan Carlos I” • Marzo “Cactus y plantas crasas” • Abril “Árboles y arbustos exóticos y su cultivo en Alcalá de Henares” • Mayo “La Rosaleda” • Junio “Flora mundial y principales familias botánicas” • Julio “Vivero, el motor del Jardín Botánico” • Agosto “ Agricultura ecológica”

www.botanicoalcala.es

• Septiembre “Flora aromática” • Octubre “Arboreto ibérico” • Noviembre “Flora Regional” • Diciembre “Coníferas y otras gimnospermas”

El Parque de Flora Regional es la zona del Real Jardín Botánico Juan Carlos I de la Universidad de Alcalá donde se exhibe la flora y la vegetación de la zona centro de la Península Ibérica (provincias de Madrid y Guadalajara). Ocupa una superficie de 10,5 ha y se encuentra divido en dos zonas, el área de las Comunidades Vegetales y el área de las Escuelas Botánicas. En la primera se representan las formaciones vegetales más características de las distintas comarcas de nuestra región mientras que en la segunda las plantas se encuentran agrupadas taxonómicamente. En estas dos provincias se reconocen varias comarcas con una gran diversidad de relieves y litologías, así como apreciables diferencias climatológicas, tanto de temperatura como de precipitación. Si a ello añadimos los distintos usos dados al territorio y los distintos grados de alteración de la vegetación nos encontramos con una flora y unas formaciones vegetales muy diversas. Debido al clima de la región son predominantes los bosques y matorrales mediterráneos típicos del interior peninsular, aunque existen pequeños reductos de vegetación de tipo atlántico en las zonas con mayores precipitaciones tanto en el Sistema Central como en el Alto Tajo. También podemos encontrar desde sabinares continentales en las frías parameras ibéricas hasta matorrales termófilos en las zonas más cálidas del sur. A estas formaciones, determinadas por las condiciones climáticas, hay que añadir las que son características de determinadas litologías como los matorrales gipsícolas y los saladares, o las que están determinadas por la humedad freática como las formaciones de ribera. Con el propósito de representar los principales tipos de vegetación arbórea y arbustiva de la forma más natural posible, el parque ha sido dividido en 5 zonas en las que se agrupan las comarcas con un relieve, una litología, un uso del territorio y una vegetación semejantes, representándose en ellas las formaciones vegetales más características de cada comarca.

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Comarcas CAMPIÑA Y BAJA ALCARRÍA La Campiña se extiende por las zonas llanas y alomadas de los amplios valles fluviales del centro y sur de la región (ríos Tajo, Henares, Jarama y Guadarrama), entre los 550 y 800 metros de altitud. En el fondo de los valles se encuentran las llanuras aluviales o vegas, mientras que sobre las altas terrazas fluviales cuaternarias y sobre los terrenos terciarios de las laderas formados por arcosas, arcillas, margas o yesos, según las zonas, se extienden las campiñas. En esta comarca se ha incluido solamente la Campiña con suelos ricos en calcio, separándola de la Campiña sobre arcosas silíceas situada al pie del Sistema Central. La Alcarria es una comarca que se extiende por los páramos situados entre el río Henares y el río Tajo. Estos páramos, formados por sedimentos terciarios fácilmente erosionables y culminados por estratos calizos horizontales más resistentes a la erosión, son excavados por el río Tajuña y por múltiples arroyos. El paisaje resultante es una sucesión de páramos (alcarrias) separados por valles con sus llanuras aluviales (vegas) y laderas (cuestas). Dentro de esta comarca denominamos Baja Alcarria a la zona más meridional, donde los páramos alcanzan menor altitud (en general por debajo de los 900 metros), los valles son más abiertos y la vegetación es de carácter más térmico. En ella se incluye la llamada comarca de los Páramos en Madrid. La vegetación de estas comarcas se encuentra muy alterada por la actividad humana, al ser muy extensas las zonas urbanizadas y cultivadas (cereal, vid, olivo,..). Son también grandes las extensiones ocupadas por distintos tipos de matorrales (coscojares, retamares, romerales, aulagares, espartales, jabunales,…), más o menos alterados, mientras que los mejores restos de encinares y quejigares se encuentran en las laderas de los páramos. En la zona de la Sierra de Altomira existen extensos pinares de pino carrasco, en gran parte repoblados. La vegetación de ribera ha sido muy castigada y se encuentra reducida a estrechas alamedas y saucedas, estando su territorio original ocupado por los cultivos de vega. Los restos de olmedas, casi inexistentes, se encuentran muy afectados por la grafiosis.

PÁRAMOS Coscojares VEGAS CUESTAS Encinares

Quejigares

Baja Alcarria (Valdarachas)

Campiñas y páramos (Torres de la Alameda) Coscojares

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ALTA ALCARRÍA Y SIERRAS DE SIGÜENZA Dentro de la Alcarria se denomina Alta Alcarria a la comarca más septentrional. Se diferencia de la Baja Alcarria por sus páramos más extensos y que se encuentran a mayor altitud (generalmente por encima de los 1000 metros). Sus valles son más estrechos, las cuestas más pronunciadas y las vegas menos extensas. Su vegetación es de carácter más continental y los cultivos y usos del territorio son distintos a los de la Alcarria más meridional. La comarca denominada Sierras de Sigüenza se encuentra situada al norte de la Alcarria. En ella se incluyen las sierras calizas que se suceden en el tramo oriental del Sistema Central (Sierras de Pela y del Bulejo, Altos de Barahona) hasta su unión con el Sistema Ibérico (Sierra Ministra). Las cumbres de estas sierras formadas por calizas mesozoicas son planas y anchas, por lo que se denominan altos o parameras, mientras que los valles suelen ser anchos y abiertos. En esta comarca predominan las superficies elevadas (por encima de los 1000 m.), los relieves suaves y ondulados y un clima riguroso. En la Alta Alcarria todavía pueden encontrarse grandes extensiones de encinares y quejigares, fundamentalmente en las laderas de los páramos. Por el contrario, la vegetación de las Sierras de Sigüenza ha sido muy modificada por el hombre (tala, pastoreo, cultivos). Tanto en estas sierras como en la superficie de los páramos encontramos distintos matorrales (esplegueras, aulagares, matorrales pulvinulares), mientras que en los valles se concentran los cultivos de cereal.

Encinares

PARAMERAS Alamedas

Valle del Henares y Sierra Ministra (Horna)

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PARAMERAS DE MOLINA Y ALTO TAJO Esta comarca se extiende por los relieves pertenecientes al Sistema Ibérico del extremo oriental de la provincia de Guadalajara. En el paisaje predominan las parameras, extensas planicies de calizas mesozoicas situadas a gran altitud media (1200-1300 m.), atravesadas por los profundos cañones labrados por el río Tajo y sus afluentes. Son también característicos los frecuentes afloramientos de areniscas silíceas de color rojizo llamadas rodenos. Sobre estas planicies destacan una serie de sierras de cuarcitas y pizarras paleozoicas que rondan los 1500 m. de altitud (Sierras de Selas, Sierra de Caldereros) y que enlazan con los relieves occidentales de las Sierras de Albarracín (Sierra Menara y Sierra del Tremedal), donde ya se alcanzan los 1700 m. La vegetación más característica de las altas parameras son los sabinares albares y los matorrales pulvinulares, mientras que en las vaguadas donde se acumula la humedad son comunes los bosques mixtos de quejigos y sabinas. En los cañones del Alto Tajo el paisaje está dominado por los pinares, los cuales, aunque son naturales, han sido históricamente favorecidos por el hombre para la producción de madera. Los más extensos son los pinares de pino salgareño, mientras que conforme subimos en altitud se hacen más abundantes los pinares de pino albar y los sabinares rastreros. En las umbrías más húmedas de los cañones aparecen formaciones mixtas de coníferas y caducifolios. En los afloramientos de rocas silíceas, cuya vegetación natural son los melojares, encontramos, por el contrario, extensas repoblaciones de pino resinero.

PARAMERAS CAÑONES Pinares de pino salgareño

Alto Tajo (Poveda de la Sierra)

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CAMPIÑA Y SIERRAS DE GUADARRAMA Y AYLLÓN En la comarca denominada Sierras de Guadarrama y Ayllón se incluyen las sierras silíceas más orientales del Sistema Central (Guadarrama, Somosierra, Ayllón, Ocejón, Alto Rey y la Bodera), las cuales se extienden por el norte de nuestra región con altitudes máximas que superan los 2000 m. Están formadas por rocas paleozoicas silíceas, predominando los neises y los granitos en la Sierra de Guadarrama y las pizarras y las cuarcitas en la Sierra de Ayllón. La campiña silícea, de terrenos llanos y alomados, se extiende al pie de la rampa de la sierra, sobre las arcosas terciarias y los depósitos aluviales de los valles de los ríos Guadarrama, Manzanares, Jarama y Henares. La vegetación de la campiña silícea ha sido muy alterada por el hombre, predominando las zonas urbanizadas y cultivadas, aunque persisten buenos restos de encinares en grandes fincas utilizadas tradicionalmente para la caza. En el piedemonte rocoso de la sierra alternan los encinares con los jarales, estando las vaguadas húmedas (navas) reservadas para pastizales y dehesas ganaderas. Conforme subimos por las laderas de las sierras los melojares sustituyen a los encinares y alcanzan gran extensión los pinares repoblados. En la cercanía de las cumbres aparecen los pinares albares naturales y los piornales y enebrales rastreros. En la Sierra de Ayllón, más deforestada, la vegetación presenta una mayor influencia atlántica destacando las grandes extensiones ocupadas por los brezales y los pequeños reductos ocupados por hayedos.

Pinares albares

Melojares

Sierra de Ayllón. Valle del río Lillas (Cantalojas)

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VALLE DEL ALBERCHE La comarca denominada Valle del Alberche, situada en el extremo suroeste de la región, se corresponde con la cuenca de este río a su paso por Madrid. Se extiende por el piedemonte que sirve de transición a las sierras de Guadarrama y Gredos, y por la depresión del Alberche. En este piedemonte (rampa) formado por afloramientos paleozoicos (neises y granitos) destacan una serie de montes (peñas) que pueden alcanzar los 1200 m de altitud, mientras que las llanuras aluviales del Alberche, en la depresión, se sitúan por debajo de los 500 m. Dominando la comarca, y en su extremo occidental, se encuentra el Cerro de Casillas (1700 m), cumbre que ya pertenece a la Sierra de Gredos. La vegetación de esta comarca se caracteriza por su carácter de transición entre la vegetación de carácter mediterráneo continental, propia de la Sierra de Guadarrama, y la de carácter más oceánico y templado propio del oeste de la Península. Por las laderas rocosas se extienden los encinares, los jarales y los pinares de pino piñonero, mientras que conforme subimos en altitud van siendo sustituidos por los pinares de pino resinero y por los melojares. Los restos de encinares con influencia templado-oceánica se localizan en los tramos bajos de los valles del Alberche y del Perales, mientras que lindando con la Sierra de Gredos aparecen melojares, también con influencia extremadurense, donde el hombre ha favorecido la extensión de los castañares. En cuanto al uso del territorio son de destacar la gran extensión que alcanzan los pinares, las amplias dehesas de encinas y el muy extendido cultivo de la vid. En las vegas del Alberche, con su clima templado, son muy importantes los cultivos hortícolas.

Pinares de pino piñonero

Valle del Alberche (Cadalso de los Vidrios)

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Formaciones vegetales FORMACIONES DE RIBERA Las formaciones de ribera están dominadas por bosques caducifolios que forman una banda, más o menos estrecha, a lo largo de los cauces, dando lugar a los llamados bosques de galería. Al disponer de humedad en el suelo durante casi todo el año logran evitar la sequía estival propia del clima mediterráneo. Las más abundantes en nuestra región son las alamedas (Campiña y Alcarria). Son bosques formados principalmente por álamos (Populus alba, P. nigra) y sauces arbóreos (Salix alba, S. fragilis) que ocupan los terrenos cercanos a los cauces, con suelos profundos y ricos en nutrientes. En su sotobosque, como en la mayoría de los bosques de galería, aparecen arbolillos como los majuelos (Crataegus monogyna) y el saúco (Sambucus nigra), arbustos espinosos como las zarzas (Rubus ulmifolius) y los rosales (Rosa canina), y trepadoras como la hiedra (Hedera helix) y el lúpulo (Humulus lupulus). En las orillas de los cauces abundan los sauces arbustivos (Salix spp) y, en las zonas inundadas, los carrizos (Phragmites australis). En estas mismas comarcas, pero sobre suelos arcillosos y más secos, algo más alejados del cauce, se desarrollan las olmedas. En ellas predominan los olmos (Ulmus minor), aunque también son frecuentes los álamos y los fresnos (Fraxinus angustifolia). Sobre estas vegas arcillosas, cuando la sequía estival es mayor, pueden encontrarse tarayales, bosquetes, generalmente abiertos, donde dominan los taráis o tarajes (Tamarix gallica) y en los que se pueden encontrar algunos otros árboles dispersos provenientes de las olmedas y alamedas. Junto al cauce de los ríos con poco estiaje, con suelos húmedos todo el año y sobre depósitos aluviales silíceos se desarrollan las alisedas (Sierra de Ayllón y Valle del Alberche). Son bosques caducifolios de ribera muy densos y umbríos dominados por el aliso (Alnus glutinosa) al que pueden acompañar otros árboles como el fresno y los sauces.

Alamedas (Loranca de Tajuña)

Cuando el árbol que domina es el fresno (Fraxinus angustifolia) nos encontramos con las fresnedas de galería (Campiña, Sierras de Guadarrama y Ayllón y Valle del Alberche). Prefieren los depósitos aluviales silíceos y con humedad freática todo el año y suelen estar acompañados por diversos sauces, majuelos, zarzas y rosales. En estas mismas comarcas las fresnedas también pueden aparecer en las vaguadas húmedas (fondos de valle, navas) lejos de los cauces. Se denominan fresnedas de vega y es frecuente la presencia junto al fresno del roble melojo (Quercus pyrenaica). En los valles menos húmedos y a menor altitud el melojo es sustituido por las encinas (Quercus ilex subsp. ballota) como árbol acompañante. En la cabecera de los valles del Sistema Central, en depresiones y riberas de arroyos con suelos muy húmedos, pueden aparecer saucedas negras arbóreas (Sierras de Guadarrama y Ayllón). Son generalmente de poca extensión y están dominadas por sauces negros (Salix atrocinerea) que aquí presentan porte arbóreo. Pueden estar acompañados por abedules (Betula spp), serbales (Sorbus spp), arraclanes (Frangula alnus), brezos (Erica arborea), acebos (Ilex aquifolium) y otras especies propias de climas húmedos. Sin embargo, la mayor parte de las saucedas presentan porte arbustivo y ocupan una estrecha banda en las orillas de los cauces. Están dominadas por sauces (Salix spp.) a los que pueden acompañar diversos árboles como los álamos y los fresnos. Podemos diferenciar las saucedas arbustivas calcícolas (Campiña, Baja y Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina y Alto Tajo) con Salix purpurea y S. eleagnos y que se desarrollan sobre los depósitos aluviales ricos en calcio; y las saucedas arbustivas silicícolas (Campiña, Sierras de Guadarrama y Ayllón y Valle del Alberche) sobre depósitos aluviales silíceos y en las que predomina Salix salviifolia.

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Una formación que aparece de forma marginal en nuestra región son los tamujares (Valle del Alberche). Son matorrales densos dominados por el tamujo (Flueggea tinctoria), arbusto caducifolio y espinoso, endémico de la Península Ibérica, característico de los cauces con fuerte estiaje y de los terrenos silíceos del suroeste peninsular. Por último, dentro de las formaciones de ribera, incluimos los bosques mixtos de galería (Alto Tajo) propios de los cauces situados en valles profundos y angostos (hoces y cañones). Están formados por una mezcla de árboles y arbustos propios de las comunidades riparias como el álamo negro (Populus nigra), y el álamo temblón (Populus tremula), con otras especies propias de los bosques cercanos como los pinos (Pinus nigra, Pinus sylvestris) y diversas frondosas caducifolias como tilos (Tilia platyphyllos), avellanos (Corylus avellana), serbales (Sorbus aria), etc.

BOSQUES DE FRONDOSAS BOSQUES PERENNIFOLIOS ESCLERÓFILOS Los bosques perennifolios esclerófilos (presentan hojas planas y endurecidas) son los característicos de los climas mediterráneos secos. En nuestra región están formados por encinas (Quercus ilex subsp. ballota) que muchas veces presentan porte arbustivo (carrascas). En ellos es frecuente la presencia de distintos enebros y sabinas (Juniperus spp.) así como otros arbolillos y arbustos propios de los claros y de las etapas de sustitución. Dentro de nuestras comarcas podemos distinguir distintos tipos de encinares: Los encinares manchegos (Campiña y Baja Alcarria) son los encinares típicos de la meseta sur. Se encuentran en el piso mesomediterráneo (por debajo de los 800 m. de altitud) y sobre terrenos básicos (calizas, arcillas y margas más o menos yesosas). En ellos suelen ser abundantes las Encinares extremeños (Aldea del Fresno) coscojas (Quercus coccifera) indicadoras de termicidad. Cuando subimos en altitud por los páramos calizos de la Alcarria y entramos en el piso supramediterráneo (por encima de los 1000 m.) nos encontramos con los encinares celtibérico-alcarreños (Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina) en los cuales es característica la presencia casi constante de sabinas albares (Juniperus thurifera). En los terrenos silíceos del Sistema Central (granitos, neises, pizarras y arcosas) nos encontramos con los encinares guadarrámicos (Campiña, Sierras de Guadarrama y Ayllón y Valle del Alberche). Se extienden por los pisos meso y supramediterráneo, generalmente por debajo de los 1100 m de altitud, siendo sustituidos por los melojares conforme subimos por las laderas. Son más pobres en especies acompañantes que los encinares sobre calizas, siendo muy frecuentes el enebro de miera (Juniperus oxycedrus) y el torvisco (Daphne gnidium). Hacia el oeste debido a la influencia oceánica estos encinares van perdiendo su carácter continental y se enriquecen en plantas del occidente peninsular, hasta el punto de que en la cuenca baja del Alberche se pueden distinguir pequeñas manchas de encinares extremeños (Valle del Alberche), caracterizados por la presencia de un peralillo silvestre, el piruétano (Pyrus bourgeana).

BOSQUES SEMICADUCIFOLIOS O MARCESCENTES Los bosques semicaducifolios o marcescentes (las hojas secas permanecen en el árbol durante el invierno) son característicos de climas mediterráneos algo húmedos o submediterráneos, por lo que suelen situarse en la media montaña Se sitúan a mayor altitud que los encinares o en enclaves más húmedos (umbrías o vaguadas) dentro del área ocupada por estos. En nuestra región encontramos dos de estos tipos de bosque, los quejigares y los melojares. Los quejigares son bosques dominados por el quejigo (Quercus faginea) y en ellos suelen ser comunes otros arbolillos caducifolios como el arce (Acer monspessulanum), el majuelo (Crataegus monogyna), el mostajo (Sorbus aria), y el guillomo (Amelanchier ovalis). Entre los

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arbustos son frecuentes las rosas silvestres (Rosa spp.), el espantalobos (Colutea atlantica), la aulaga (Genista scorpius) y el boj (Buxus sempervirens), estando el suelo muchas veces recubierto por gayuba (Arctostaphylos uva-ursi). Dentro de nuestras comarcas podemos distinguir varios tipos de quejigares: Los quejigares celtibérico-alcarreños (Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina y Alto Tajo) serían los quejigares típicos descritos anteriormente y propios del piso supramediterráneo. Alternan con los encinares prefiriendo las zonas más húmedas de los páramos y sierras calizas (laderas de umbría y vaguadas) por encima de los 900 m de altitud. Cuando entran en contacto con los sabinares albares son corrientes las formaciones mixtas de quejigares con sabina albar (Juniperus thurifera) en las vaguadas de las altas parameras. Por encima de los 1300 m. de altitud en las sierras calizas del Alto Tajo existen quejigares con gran recubrimiento de sabina rastrera (Juniperus sabina). En pleno piso mesomediterráneo (por debajo de Quejigares (El Olivar) los 800 m) y sobre sustratos calizos, ambiente típico del encinar manchego, los quejigares se refugian en las laderas de umbría de los páramos. Estos quejigares manchegos (Baja Alcarria) suelen ir acompañados por encinas (Quercus ilex subsp. ballota) y, en las zonas más abiertas, por coscojas (Quercus coccifera) y romeros (Rosmarinus officinalis), lo que nos indica sus preferencias por un clima más térmico que los otros quejigares. En el área del Sistema Central los quejigares alcanzan mucha menor extensión. Sobre los reducidos afloramientos cretácicos situados en la base de estas sierras aparecen quejigares con matorral calcícola similares a los alcarreños, mientras que en las rañas y altas terrazas silíceas, situadas en el piedemonte de la Sierra de Ayllón, existen quejigares con matorral silicícola. Estos quejigares guadarrámicos silicícolas (Campiña), situados entre los pisos meso y supramediterráneo, van acompañados por arbustos como las jaras (Cistus ladanifer, C. laurifolius), la retama negra (Cytisus scoparius) y las brecinas (Calluna vulgaris). Los melojares son bosques dominados por el roble melojo (Quercus pyrenaica) en los que podemos encontrar, de forma ocasional, otros árboles como el serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), el cerezo (Prunus avium) o el acebo (Ilex aquifolium). Al ser exclusivos de sustratos silíceos su matorral acompañante es siempre silicícola, predominando los piornos (Genista florida, Cytisus scoparius), las jaras (Cistus laurifolius, C. populifolius) y los brezos (Erica arborea). El suelo suele estar cubierto por los rebrotes del propio melojo, pudiendo ser frecuentes matorrales rastreros como la gayuba (Arctostaphilos uva-ursi ) y la hiedra (Hedera helix). Podemos distinguir varios tipos de melojares en nuestras comarcas: Los melojares celtibérico-alcarreños (Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina y Alto Tajo) son los que se extienden por los afloramientos silíceos de las sierras y parameras ibéricas y en ellos es frecuente la presencia de quejigos y de pinos resineros (Pinus pinaster). En el Sistema Central, por encima de los 1200 m de altitud, se extienden los melojares guadarrámicos (Sierras de Guadarrama y Ayllón). En ellos es muy frecuente la presencia de helechos (Pteridium aquilinum) en el sotobosque. En ciertos enclaves más húmedos se pueden diferenciar unos melojares de carácter más atlántico, los melojares ayllonenses (Sierra de Ayllón), caracterizados por la presencia de brezo rojo (Erica australis) en el matorral. Melojares y Castañares (Las Rozas de Puerto Real)

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CADUCIFOLIOS Los bosques de frondosas caducifolias son bosques de carácter atlántico propios de las zonas húmedas de la Península. En nuestra región, con clima mediterráneo, estos bosques ocupan pequeños enclaves de las montañas, donde se ven favorecidos por las mayores precipitaciones o por la humedad edáfica. Los hayedos (Sierra de Ayllón) son los bosques más característicos de las montañas de la región eurosiberiana de la Península. Son bosques muy umbrosos dominados por el haya (Fagus sylvatica), en los que aparecen diseminados algunos otros árboles como robles (Quercus petraea, Q. pyrenaica) o abedules (Betula alba). Se sitúan en pequeños enclaves húmedos de la Sierra de Ayllón, en contacto con los melojares ayllonenses, con los que comparten el estrato arbustivo. Los abedulares (Sierras de Guadarrama y Ayllón) de nuestra región aparecen formando pequeños bosquetes en zonas especialmente húmedas como las cabeceras de los valles del Sistema Central. Los abedules (Betula alba, Betula pendula subsp. fontqueri) suelen estar acompañados por sauces negros (Salix atrocinerea), avellanos (Corylus avellana), tejos (Taxus baccata), acebos (Ilex aquifolium) y otras especies propias de los melojares húmedos y de los bosques de ribera, pues muchas veces ocupan la orilla de los arroyos. En el extremo occidental de nuestra región junto a las estribaciones orientales de la Sierra de Gredos, donde el clima es más húmedo y templado, el hombre ha favorecido la expansión de los castañares (Valle del Alberche). Estos son bosques muy umbrosos dominados por los castaños (Castanea sativa) y con un sotobosque propio de los melojares circundantes.

FORMACIONES DE CONÍFERAS PINARES Los pinares son bosques aciculifolios (presentan hojas perennes aciculares) adaptados a los ambientes limitantes, ya sean edáficos (suelos poco profundos o pobres en nutrientes), del relieve (afloramientos rocosos, elevadas pendientes) o climáticos (aridez, continentalidad). Su área natural de distribución es difícil de delimitar pues han sido muy utilizados y favorecidos por el hombre. En nuestra región aparecen casi siempre en las zonas montañosas. Los pinares de pino carrasco (Baja Alcarria) son, en su forma natural, bosques abiertos en los que el pino carrasco (Pinus halepensis) se encuentra acompañado por matorrales de especies termófilas como la coscoja (Quercus coccifera), el romero (Rosmarinus officinalis), la romerina (Cistus clusii) y el esparto (Stipa tenacissima). Se extienden sobre sustratos calizos y margosos en exposiciones térmicas y soleadas. En las zonas menos secas han ido ocupando áreas propias de los encinares y quejigares cuando estos se han degradado (talas, incendios), además de haber sido repoblados. Los otros pinares que aparecen a bajas altitudes en nuestro territorio son los pinares de pino piñonero (Valle del Alberche). En este caso el pino piñonero (Pinus pinea) prefiere también las exposiciones térmicas y soleadas, pero sobre terrenos silíceos y con suelos sueltos y arenosos. Forman extensos y buenos pinares sobre los cerros graníticos del suroeste. Son bosques abiertos con matorral silicícola en el que abundan la encina, el enebro de miera (Juniperus oxycedrus) y las jaras (Cistus ladanifer, C. albidus). A mayores altitudes (piso meso y supramediterráneo) y sobre sustratos silíceos aparecen los pinares de pino resinero (Pinus pinaster). Este es un pino que ha sido muy extendido por repoblación. Además es una especie pionera que ocupa rápidamente las zonas de encinar y melojar degradadas, por lo que su sotobosque es el propio de estas formaciones (encinas, melojos, jaras, gayuba,..). En nuestra región hemos diferenciado dos tipos de estos pinares: los pinares resineros celtibérico-alcarreños (Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina) también llamados rodenales, pues se extienden por los rodenos (conglomerados y areniscas triásicas de color rojizo) del Sistema Ibérico, y los pinares resineros guadarrámicos (Sierras de Guadarrama y Ayllón y Valle del Alberche) que se extienden por las laderas rocosas silíceas y que en su gran mayoría proceden de antiguas repoblaciones. Pinares de pino resinero (Corduentes)

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En la media montaña, pero sobre sustratos calizos, encontramos los pinares de pino salgareño (Parameras de Molina y Alto Tajo). En estos bosques el pino salgareño (Pinus nigra subsp. salzmannii) se encuentra acompañado por un matorral de tipo submediterráneo bien desarrollado y típico de los quejigares celtibéricos. En el sotobosque destaca la abundancia de boj (Buxus sempervirens) y son frecuentes el guillomo (Amelanchier ovalis) y el propio quejigo, junto a diversos serbales, arces, madreselvas... En las zonas más continentales y secas, donde contactan con los sabinares albares podemos encontrar pinares salgareños con sabina albar (Juniperus thurifera). A mayor altitud, por encima de los 1400-1500 m y tanto sobre sustratos silíceos como calizos, nos encontramos con los pinares de pino albar (Pinus sylvestris). Estos pinares forman el límite forestal superior tanto en el Sistema Central como en el Sistema Ibérico. Los que se extienden por las zonas altas y continentales del Sistema Ibérico son los pinares albares celtibérico-alcarreños (Alto Tajo). Suelen ir acompañados por el pino salgareño, y en su sotobosque es abundante el agracejo (Berberis vulgaris subsp. seroi), el boj, y, conforme subimos en altitud, la sabina rastrera (Juniperus sabina). Aunque normalmente los encontramos sobre calizas y dolomías, cuando afloran los rodenos diferenciamos un pinar albar celtibérico-alcarreño silicícola, en el que abundan las jaras (Cistus laurifolius) y las brecinas (Calluna vulgaris). Los que se extienden por las altas laderas silíceas del Sistema Central son los pinares albares guadarrámicos (Sierras de Guadarrama y Ayllón). En las zonas más altas Pinares de pino albar (Pto. de Cotos) presentan una estructura abierta con un denso sotobosque de piornos (Cytisus balansae subsp. europaeus) y enebros rastreros (Juniperus communis subsp. alpina). Conforme bajamos en altitud se hacen más densos, abundando en su sotobosque el brezo blanco (Erica arborea), la retama blanca (Genista florida), el acebo y la gayuba. Los situados a menores altitudes han sido favorecidos y repoblados en zonas de melojar. También son de repoblación los situados en la Sierra de Ayllón. Por último hay que destacar la existencia de pinares mixtos con planifolios (Alto Tajo) en los que se da una mezcla de coníferas y frondosas caducifolias. Aparecen en algunas laderas umbrosas y húmedas del Alto Tajo. Los árboles dominantes son el pino albar y el pino salgareño. Entre las frondosas destacan los tilos (Tilia platyphyllos), los fresnos de montaña (Fraxinus excelsior), los avellanos (Corylus avellana), el mostajo (Sorbus aria) y otros arbolillos y arbustos de zonas húmedas.

SABINARES Y ENEBRALES Los sabinares y enebrales son formaciones, tanto arbóreas como arbustivas, de especies del género Juniperus. Son perennifolias con hojas en forma de escama (sabinas) o aciculares (enebros). Sus formaciones generalmente poco densas se extienden por terrenos no favorables a la vegetación arbórea, ya sea por frío, continentalidad, rocosidad del terreno, etc.

Sabinares albares (Aragoncillo)

Las más importantes son los sabinares albares de paramera (Parameras de Molina), formaciones arbóreas abiertas dominadas por la sabina albar (Juniperus thurifera) y típicas de las parameras continentales. Van acompañadas de enebros achaparrados (Juniperus communis subsp. hemisphaerica) y de un matorral pulvinular y rastrero, con cambrones (Genista mugronensis subsp. rigidísima), tomillos (Thymus spp.) y otras matas. Su estructura ha sido alterada por el pastoreo, por lo que son importantes los céspedes de gramíneas. Se desarrollan sobre calizas en suelos poco profundos.

Por debajo de los 1100 m se pueden distinguir los sabinares albares termófilos (Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina), en los cuales las sabinas albares van acompañadas por encinas, por sabinas negrales (Juniperus phoenicea), y por otras especies propias de encinares. Otra variante viene dada por el sustrato pues, aunque la mayoría de los sabinares los encontramos sobre calizas, también aparecen sobre sustratos silíceos, como neises o pizarras, dando lugar a los sabinares albares silicícolas (Sierras de Guadarrama y Ayllón). En ellos la sabina va acompañada por jaras (Cistus ladanifer, C. laurifoloius) y cantuesos (Lavandula stoechas subsp. pedunculata).

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Otros sabinares son los sabinares negrales (Alta Alcarria), matorrales abiertos que se extienden por laderas calizas rocosas y secas. En ellos la sabina negral (Juniperus phoenicea) va acompañada por el espino negro (Rhamnus lycioides) y otros arbustos propios de los encinares. Por las zonas culminantes de las montañas calizas (por encima de los 1500 m) se extienden los sabinares rastreros (Alto Tajo). Son formaciones muy abiertas de pino albar (Pinus sylvestris), con un manto de sabina rastrera (Juniperus sabina), en cuyos claros se desarrolla un tomillar-pastizal (Thymus spp, Festuca spp...) típico de las zonas altas y continentales. Conforme bajamos por las laderas los pinos presentan mayor cobertura y la formación se va convirtiendo en un pinar albar. Los enebrales (Campiña, Sierra de Guadarrama, Valle del Alberche) son formaciones dominadas por enebros de miera (Juniperus oxycedrus) con porte arborescente, que se encuentran acompañados por el matorral propio del encinar guadarrámico (encinas, jaras, retamas,..). Por las altas laderas y cumbres silíceas (por encima de 1800 m) del Sistema Central se extienden los enebrales rastreros (Sierras de Guadarrama y Ayllón). En ellos dominan el enebro rastrero (Juniperus communis subsp. alpina) y el piorno serrano (Cytisus balansae subsp. europaeus), los cuales forman un estrato arbustivo en el que aparecen algunos pinos albares (Pinus sylvestris) que se van haciendo más escasos conforme se sube en altitud.

MATORRALES ARBUSTIVOS Dentro de los matorrales arbustivos se incluyen los setos y matorrales elevados, que en nuestra región mayoritariamente representan fases regresivas del bosque o etapas preforestales. Los coscojares (Campiña y Baja Alcarria) son matorrales espinosos propios de zonas cálidas y secas, dominados por la coscoja (Quercus coccifera) y con la presencia casi constante de espino negro (Rhamnus lycioides). Se sitúan en laderas secas y cálidas sobre suelos poco profundos o con gran pendiente. En las márgenes de los bosques caducifolios (quejigares, melojares, bosques de ribera) así como en las vaguadas con suelos profundos y húmedos de todas nuestras comarcas aparecen los denominados espinares. Estos son matorrales espinosos caducifolios formados por diversos arbustos, siendo casi constantes los rosales (Rosa spp.), las zarzas (Rubus spp.), los majuelos (Crataegus monogyna) y los endrinos (Prunus spinosa). También forman parte de las orlas forestales espinosas las bojedas continentales (Alto Tajo). Son matorrales de boj (Buxus sempervirens) con otros arbustos acompañantes, generalmente espinosos, como el agracejo (Berberis vulgaris subsp. seroi), los rosales y el majuelo. Aparecen sobre sustratos calizos en zonas altas y frías. En zonas mucho más térmicas, extendiéndose por las laderas de algunos barrancos calizos, podemos encontrar las bojedas termófilas (Baja Alcarria). Aquí los acompañantes del boj son la sabina negral (Juniperus phoenicea ) y la coscoja. El otro gran grupo de orlas forestales no es espinoso y está formado por arbustos de aspecto retamoide (leguminosas no espinosas, sin hojas o con estas muy pequeñas). Como acompañantes de los encinares esclerófilos Codesedas (Somosierra) están los retamares, matorrales dominados por la retama (Retama sphaerocarpa) y que sustituyen a los encinares degradados cuando los suelos son profundos. Podemos distinguir un retamar calcícola (Campiña y Baja Alcarria) sobre laderas margo-arcillosas y normalmente con aulagas (Genista scorpius) y un retamar silicícola (Campiña, Valle del Alberche) sobre las arcosas silíceas, que normalmente está reducido a un pastizal con retamas debido a su explotación ganadera. Dentro del grupo de matorrales retamoides también se incluyen los piornales (Sierras de Guadarrama y Ayllón, Valle del Alberche) que suelen acompañar a los melojares, hayedos y pinares cuando los suelos están poco desarrollados. Dependiendo de la especie que predomine podemos distinguir varios tipos:

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Los escobonales, dominados por la retama negra (Cytisus scoparius) y la retama blanca (Genista florida), que acompañan a los melojares en la parte media y baja de las laderas. Los piornales con hiniesta, dominados por la hiniesta (Genista cinerascens) y a la que pueden acompañar el piorno serrano (Cytisus balansae subsp. europaeus) y otros piornos, son acompañantes de los melojares y pinares albares en las laderas medias y altas. Las codesedas, dominadas por el codeso (Adenocarpus hispanicus) y con presencia de retama blanca (Genista florida) y otros piornos, son acompañantes de los melojares y abedulares, sobre suelos más húmedos que los anteriores piornales. Los piornales con brezo blanco, dominados por diversos piornos (retama negra, retama blanca...) y ricos en brezo blanco (Erica arborea), son acompañantes de los melojares más húmedos y de los hayedos.

MATORRALES BAJOS Y ESTEPAS MATORRALES CALCÍCOLAS Son matorrales mediterráneos de bajo porte (pequeños arbustos y matas) propios de los terrenos ricos en calcio. Se extienden por las zonas donde los bosques (encinares, quejigares, sabinares, pinares) están aclarados o degradados. En las zonas altas y venteadas de las parameras calizas son típicos los matorrales pulvinulares (Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza y Parameras de Molina). Están formados por matas almohadilladas y espinosas como el cambrón (Genista mugronensis subsp. rigidissima) o el piorno azul (Erinacea anthyllis), acompañados de diversas matas de baja altura y rastreras. Espartales (Torres de la Alameda)

Los matorrales más extensos son las esplegueras, salviares y aulagares (Campiña, Baja y Alta Alcarria, Sierras de Sigüenza, Parameras de Molina), matorrales muy ricos en especies, en los que muchas veces no predomina claramente ninguna. Las matas más características son el espliego (Lavandula latifolia), la salvia (Salvia lavandulifolia), la aulaga o aliaga (Genista scorpius), el lino blanco (Linum suffruticosum) y el tomillo (Thymus vulgaris). Están muy extendidos por todo tipo de sustratos calizos (calizas, margas, arcillas) donde se han degradado tanto los encinares como los quejigares. A veces, sobre acumulaciones de cantos cuarcíticos (rañizos) sobre materiales calizos, encontramos esplegueras con cantueso (Campiña y Baja Alcarria), en los que las matas calcícolas propias del esplegar se mezclan con matas silicícolas como el cantueso (Lavandula stoechas subsp. pedunculata), el jaguarcillo (Halimium umbellatum subsp. viscosum), y otras típicas de los jarales. Por las laderas secas de los cerros de las zonas más térmicas se extienden los romerales termófilos (Baja Alcarria), en los que el romero (Rosmarinus officinalis) se encuentra acompañado por la romerina (Cistus clusii) y otras matas de procedencia levantina como la corona de fraile (Globularia alypum). Muy abundantes por las laderas de solana y sobre sustratos margosos o arcillosos son los espartales (Campiña y Baja Alcarria), formaciones graminoides dominadas por el esparto (Stipa tenacissima) acompañado por otras gramíneas (Stipa spp., Dactylis glomerata subsp. hispanica, etc.), y en las que se suelen introducir otras especies procedentes de los matorrales cercanos (romerales, esplegueras, matorrales gipsícolas).

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MATORRALES GIPSÍCOLAS Son matorrales de baja altura y abiertos que habitan sobre los cerros yesíferos, presentando una flora muy característica tolerante a estos sustratos (yesos y margas yesíferas). Los más extendidos son los jabunales (Campiña y Baja Alcarria), dominados por la jabuna (Gypsophila struthium) y en los que son comunes los tomillos (Thymus lacaitae, T. zygis) y otras pequeñas matas adaptadas a los yesos. Menor extensión presentan los chucarrales (Campiña y Baja Alcarria) dominados por el chucarro (Ononis tridentata), en los que se da una mayor mezcla de especies claramente gipsícolas con otras propias de sustratos calizos (salvia, esparto...). Se desarrollan sobre suelos más profundos y húmedos que los jabunales y con menos yeso en superficie.

MATORRALES HALONITRÓFILOS Son matorrales propios de los terrenos, más o menos ricos en sales y frecuentemente nitrificados, de la base de los cerros yesíferos.

Jabunales (Rivas Vaciamadrid)

En las pequeñas depresiones endorreicas con mayor acumulación de sales, donde aparecen costras de sal en superficie, nos encontramos con los saladares (Campiña). Aquí los matorrales son de bajo porte y predominan las plantas de hojas carnosas adaptadas a las altas concentraciones de sal como el almarjo (Suaeda vera). En la banda exterior de estas lagunas endorreicas o en depresiones húmedas, pero con el suelo seco la mayor parte del año, nos encontramos con los albardinares (Campiña y Baja Alcarria), formaciones graminoides dominadas por el albardín (Lygeum spartum) y las siemprevivas (Limonium dichotomum). En terrenos algo salinos y nitrificados se desarrollan orzagales, matorrales dominados por la orzaga ((Atriplex halimus) que suelen estar acompañados por taráis (Tamarix canariensis) en las zonas más húmedas.

Matorrales halonitrófilos (Aranjuez)

Mucho mayor extensión ocupan los ontinares o sisallares (Campiña y Baja Alcarria), que aparecen en la base de los cerros margosos y yesíferos, sobre suelos profundos, algo salinos y más nitrificados. Son matorrales de aspecto estepario dominados por la ontina (Artemisia herba-alba) y por el sisallo (Salsola vermiculata), acompañados por otras especies esteparias y nitrófilas.

MATORRALES SILICÍCOLAS Son matorrales de bajo o mediano porte propios de los terrenos silíceos pobres en calcio, que se desarrollan sobre suelos poco profundos y degradados.

Jarales de jara pringosa (Galapagar)

Los que ocupan mayores extensiones son los jarales (Campiña, Sierras de Guadarrama y Ayllón, Valle del Alberche), matorrales de sustitución de los encinares y melojares más degradados. En las zonas más bajas y sustituyendo a los encinares se encuentran los jarales con jara

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pringosa (Cistus ladanifer), acompañados por romeros (Rosmarinus officinalis), cantueso (Lavandula stoechas subsp. pedunculata), y tomillos (Thymus mastichina, T. zygis). Conforme subimos en altitud, y ya en el territorio de los melojares, encontramos los jarales con jara estepa (Cistus laurifolius), con una mayor diversidad de especies acompañantes. Los gayubares con brezo (Sierras de Guadarrama y Ayllón) son matorrales mixtos de jaras (Cistus laurifolius) y brezos (Erica arborea, E. scoparia, Calluna vulgaris) con gran abundancia de gayuba (Arctostsaphylos uva-ursi). Suelen aparecer en zonas de melojares algo más húmedos. Los más oceánicos de todos estos matorrales son los brezales (Sierra de Ayllón), matorrales densos dominados por brezos de baja talla, en los que es característica la presencia del brezo rojo (Erica australis). Sustituyen a los melojares más húmedos y a los hayedos.

Flora de Humedales y Riberas: JARDÍN FLUVIAL

Los objetivos que cumple este recinto son los siguientes: Ofrecer, dentro de un marco inspirado en los paisajes fluviales de la comarca, un repertorio amplio de ambientes, con sus correspondientes cubiertas vegetales, manteniendo la coherencia y el carácter verosímil del conjunto. Centrar el uso de este espacio en la observación a media distancia, de modo que el principal objeto de contemplación es el propio paisaje más que los elementos individuales integrados con el mismo. En relación directa con el objetivo anterior, se pretende que este espacio constituya un reducto de tranquilidad dentro del jardín botánico, lo que permite la presencia de ciertas poblaciones de fauna (aves acuáticas, etc…), que constituyen uno de sus valores más destacados. El diseño de la zona húmeda se basa en reducir al máximo la aportación de recursos externos necesarios para el funcionamiento del sistema, especialmente en lo que se refiere a la dotación de agua y a las necesidades de mantenimiento, por lo que anualmente pasa por un periodo de estiaje y sequía. Este espacio integra en la mayor medida posible determinados elementos de la cubierta vegetal y de la topografía existentes en el emplazamiento del proyecto. El recorrido general discurre siguiendo el perímetro de la parcela sin entrar en su interior, pero accediendo visualmente a la mayor parte de los ambientes creados. La longitud total del recorrido perimetral es de unos 800 metros, y permite visualizar prácticamente la totalidad de la zona de proyecto.

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Algunas vistas del Parque de Flora Regional del Real Jardín Botánico Juan Carlos I.

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REAL JARDÍN BOTÁNICO JUAN CARLOS I Universidad de Alcalá Campus Externo Universidad de Alcalá. Edificio Jardín Botánico 28805 Alcalá de Henares. Madrid. España Teléfono: 91 885 64 06 Fax: 91 885 49 93 Correo: [email protected] Cómo llegar: -Salida 32 de la A-2 -Apeadero RENFE, línea C2 estación ALCALÁ-UNIVERSIDAD. -Autobuses urbanos nº 2 y 3 desde la Plaza de Cervantes en Alcalá de Henares. -Coordenadas 40º30'24,00"N * 3º20'45,60"O

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PLANO GENERAL CON LA SITUACIÓN DE LAS COMARCAS EN EL PARQUE DE FLORA REGIONAL DEL REAL JARDÍN BOTÁNICO JUAN CARLOS I

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