Fromm y la comprensión de los sueños. Jorge Silva Garcia

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Fromm y la comprensión de los sueños Jorge Silva Garcia

Typoscript written in 1982. Copyright © 1982 and 2009 by Jorge Silva-García M.D., Joaquín Romo 171, Tlalpan, 14410 México, 22 D.F., Mexico; E-Mail: jsilvag82[at-symbol]prodigy.net.mx.

En 1951 (1957), él doctor Erich Fromm escribió un libro intitulado El lenguaje olvidado con un subtítulo muy significativo para nuestro trabajo: „Introducción a la comprensión de los sueños, mitos y cuentos de hadas“. (Subrayado del autor.) Esta obra marcó un paso importante en psicoanálisis y abrió nuevas fronteras al análisis freudiano de los sueños. Mas es importante seguir citando a Fromm... En el „Prólogo“ del libro mencionado señala: „El término introducción a la comprensión de los sueños, etc., ha sido elegido a propósito, en lugar del más convencional de interpretación. Si, como trataré de demostrar en las páginas siguientes, el lenguaje simbólico es un lenguaje por derecho propio... el problema es, indudablemente, más de comprenderlo que de interpretarlo, como sería el caso si se tratara de una clave secreta formada artificialmente“. Comienza la „Introducción“ del libro citado diciendo: „Si es verdad que la capacidad de intrigarnos es el punto de partida de la sabiduría, esa verdad constituye una triste apreciación de la sabiduría del hombre moderno... hemos perdido el don de asombrarnos. Todo lo sabemos... lo único que importa es contestar∗; saber preguntar, en compara∗

En el texto en inglés dice: „To have the right answers seems all important“ que se debe traducir: „Lo único importante es tener las respuestas correctas“. Esta frase es de mayor significación para el contexto que la arriba señalada.

ción, es una ciencia insignificante. Esta actitud es quizá la razón principal por la que uno de los fenómenos más asombrosos de la vida, los sueños, provoca en nosotros tan poca admiración y tan poca curiosidad“. Y agrega más adelante (págs. 15 y sigs.): „Pero lo peor de todo es que no entendemos lo que soñamos, mientras que, estando despiertos, estamos seguros de que podemos entender cualquier cosa con sólo prestarle la debida atención. Para no tener que afrontar la prueba abrumadora de que poseemos un entendimiento limitado, preferimos acusar a los sueños de ser simples teorías.“ Hay otros puntos en la „Introducción“ que conviene recordar (págs. 12 y sigs.): „Pero cualquiera que sea el papel que desempeñemos en el sueño, somos nosotros sus autores, el sueño es nuestro, nosotros inventamos su trama. Casi todos nuestros sueños tienen una característica común: no siguen las leyes de la lógica que gobierna nuestro pensamiento cuando estamos despiertos... Vemos vivas a personas que han muerto, presenciamos acontecimientos que han sucedido hace muchos años. Soñamos que están ocurriendo dos hechos que no pueden en realidad producirse al mismo tiempo... nos encontramos en dos sitios a la vez, unimos dos personas en una o cambiamos repentinamente una persona en otra. Somos, en nuestros sueños, creadores de un mundo en el que el tiempo y el espacio, que limitan todas las actividades de

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nuestro cuerpo, carecen de poder.“ (Ultimo subrayado agregado.) „Parece que cuando dormimos abrimos un amplio depósito de experiencias y recuerdos, cuya existencia ignoramos cuando estamos despiertos. Pese a todas esas características, mientras dormimos nuestros sueños son para nosotros muy reales; tan reales como cualquier suceso que ocurra en la vida diaria. No hay „como si“ en los sueños. El sueño es un hecho real, actual...“ Esto último lo precisa aún más (pág. 37): „En la vida durmiente no hay „como si“; la persona está presente.“ Para el desarrollo de este trabajo quiero agregar dos citas más (pág. 34): „La vida dormida y la despierta son los dos polos de la existencia humana“ y (pág. 14): „todos los sueños tienen algo en común y es que todos ellos son „escritos“ en el mismo idioma, el lenguaje simbólico... El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que las experiencias internas, los sentimientos y los pensamientos son expresados como si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Es un lenguaje que tiene una lógica distinta del idioma convencional que hablamos a diario, una lógica en la que no son el tiempo y el espacio las categorías dominantes, sino la intensidad y la asociación... un lenguaje que es preciso entender si se quiere conocer el significado de... los sueños“. En general los sueños son aquellas impresiones sensoriales que se experimentan durante la fase MOR (REM) del dormir, impresiones sensoriales en que predominan las experiencias visuales en forma de pictogramas fuera del ya señalado marco espacio-tiempo del estado de vigilia. Si evocamos nuestro sueño al despertar, lo tratamos de expresar en palabras acordes con nuestro propio marco de referencia del estado de vigilia, que por necesidad ocurre en las dimensiones de espacio y tiempo. Es consecuente que con frecuencia eliminamos lo que nos incomoda, a menos de esforzarnos por ser cándidos. A nuestra evocación expresada en palabras, se la cono-

ce desde Freud [1899 (1900)] como el sueño manifiesto, que éste describía de la siguiente manera (Freud, 1915-1917, pág. 2233): „El „sueño“ no es otra cosa que el resultado de la elaboración, o sea la forma que la misma imprime a las ideas latentes“, y posteriormente [Freud, 1932 (1933), pág. 3104]. „A lo que hasta ahora se ha dado el nombre de „sueño“ lo llamamos „texto del sueño“ o „sueño manifiesto“, y lo que buscamos y, por decirlo así, presumimos detrás del sueño lo designamos como ‘ideas latentes del sueño’.“ Desde La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud, se ha suscitado una gama de investigaciones acerca de los sueños y su significado, gama que abarca todo ángulo posible para la ciencia hasta nuestros días... y las investigaciones prosiguen tratando de reducir los márgenes de error inducidos por la subjetividad del investigador clínico. Hoy por hoy, todos los psicoterapeutas y psicoanalistas están conformes en que el sueño manifiesto, como pensaba Freud, es „el camino real“ a lo inconsciente y que el contenido latente, inconsciente del sueño, puede ser comprendido. Ni que decir que la subjetividad del clínico se ve influida por su concepto teórico del devenir psicodinámico del hombre; como también hay que agregar que la gama de investigaciones han permitido cambiar y trascender algunos conceptos de Freud. En este momento quiero enfatizar con toda

claridad que el método básico para la comprensión plena del contenido latente, inconsciente de

los sueños, sigue siendo el preconizado por Freud: 1. La asociación libre del soñante, que nos esclarece el contexto de su vida tanto pasado como presente. 2. Los acontecimientos del día del sueño [Freud, 1899 (1900), pág. 44] „habré de sentar en primer término la afirmación de que en todo sueño puede hallarse un enlace con los acontecimientos del día inmediato anterior“. 3. La asociación libre a los elementos del sueño, sin omitir a los afectos explícitos contenidos en el sueño manifiesto, que son de gran importancia. Uno de los conceptos freudianos trascendidos por Fromm, desde la perspectiva del tema que

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nos ocupa, es el dejar de ver los sueños como cumplimiento de deseos infantiles. Freud [1899 (1900), 1972, págs. 681 y sigs.]: „El sueño no nacería si el deseo preconsciente no quedase robustecido por otros factores. Estos factores proceden de lo inconsciente. Imagino que el deseo consciente

sólo se constituye en estímulo del sueno cuando consigue despertar un deseo inconsciente de efecto paralelo con el que reforzar su energía... El deseo representado en el sueño tiene que ser un deseo infantil.“ (Sub-

rayado en el texto.)

Después de analizar algunos de los sueños del propio Freud, Fromm [1979 (1979, pág. 110)] responde así: „Freud, que tan firmemente negaba sus ambiciones como adulto, afirma que tales ambiciones eran en realidad las del niño y no las del adulto. Hallamos aquí una de las premisas del pensamiento de Freud. Aquellas características que se considera que no son compatibles con un hombre profesional como Freud, se relegan a la niñez y queda implícito que, como pertenecen a las experiencias de tal período, no representan la experiencia del adulto. El supuesto de que todas las tendencias neuróticas surgen en la niñez, de hecho constituye la protección para que no se sospeche que el adulto es neurótico. La verdad es que Freíd era un hombre muy neurótico, pero a él le resultaba imposible concebirse como tal...“. Para Fromm, este hecho jamás detractó la grandeza de la obra de Freud, mas, fiel a su propia convicción de que „la verdad nos hará libres“, Fromm procura mostrar los factores que inhibieron un mayor florecimiento de esa gran obra, con el fin de que ésta sea trascendida y para romper los tabúes del dogma freudiano. Fromm (ibíd., págs. 119 y sigs.) continúa su labor de objetivar y trascender: „Freud suponía que todos lo sueños son esencialmente el cumplimiento de deseos... Tras de cincuenta años de interpretar sueños, debo confesar que para mí este principio de Freud no tiene más que una validez limitada. No hay duda de que realizó un

gran descubrimiento cuando se dio cuenta de que los sueños son muy a menudo la satisfacción simbólica de deseos. Pero redujo grandemente la importancia de tal descubrimiento al adoptar la hipótesis dogmática de que esto es necesariamente así en todos los sueños. Estos pueden ser realizaciones de deseos, o expresar simplemente ansiedades... pueden expresar una profunda percepción de uno mismo y de los demás... al dormir... somos libres, mucho más que cuando estamos despiertos... En el dormir, el reino de la necesidad ha cedido el paso al dominio de la libertad, dentro del cual él ‘yo soy’ es el único sistema al que se refieren los pensamientos y sentimientos.“ Con lo anterior, Fromm no cuestiona la validez de las experiencias infantiles; como tampoco cuestiona la herencia genética específica de todo ser humano concreto; ni pone en tela de juicio la persistencia en el adulto de actitudes y motivaciones infantiles... lo que enfatiza es que tales factores psíquicos también corresponden al adulto, a sus experiencias del aquí y ahora, en tanto aún forman una parte significativa de su ser actual. Creo que debemos dar un paso más allá: al escuchar el sueño manifiesto de una persona en análisis debemos desechar toda idea inicial de que éste cumple un deseo porque ello reduce nuestras posibilidades de comprensión. Si en el devenir del psicoanálisis, con las asociaciones y con el contexto afectivo, llegamos a ver fehacientemente el deseo, santo y muy bueno... si no, nos quedamos hasta donde hemos comprendido. El psicoanálisis debe proceder paso a paso: de lo que sabemos a lo que desconocemos; de lo que se va comprobando a lo que falta por comprobar. La precipitación por „interpretar“ bloquea el camino de comprender. Además, con mucha frecuencia el deseo cumplido representa la parte menos reveladora del verdadero ser del soñante. Tomaré un ejemplo citado por el propio Freud 1899 (1900) (1972, págs. 423 y sigs.)]: „Un análogo sueño de pereza, especialmente chistoso, me ha sido comunicado por uno de mis colegas que, por lo visto, comparte mi afición al reposo matinal.“

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„La dueña de la pensión en que vivía tenía el encargo severísimo de despertarle con tiempo para llegar al hospital a la hora marcada, encargo cuyo cumplimiento no dejaba de entrañar graves dificultades. Una mañana dormía mi colega con especial delectación, cuando la patrona le gritó desde la puerta: „¡Levántese usted, don José, que es ya hora de ir al hospital!“ A continuación soñó que ocupaba en una de las salas del hospital un lecho sobre el cual colgaba un tarjetón con las palabras: „José H., cand., méd., veintidós años“. Viendo esto, se dijo en sueños: „Si estoy ya en el hospital, no tengo por qué levantarme para ir“. Y dándose la vuelta, continó durmiendo. Con su razonamiento se había confesado sin disfraz alguno el motivo de su sueño.“ Aceptemos que don José H. es muy perezoso y que su sueño cumple su deseo de continuar durmiendo. ¿Es esto todo lo que revela su sueño acerca de su personalidad? Freud implica—pero no enfatiza—que don José H. evidencia una puerilidad pasiva: no despierta de motu proprio; la dueña de la pensión es quien tiene que despertarlo ¿No le enseñaron desde niño a responsabilizarse de levantarse a tiempo? ¿Por qué? ¿Era esto común en su grupo social? Esto último no lo sabemos, pero el sueño no parece indicarlo: se sueña encamado en el hospital y no durmiendo tranquilamente en su cama, en su recámara de la casa paterna. ¿Por qué no se sueña en su hogar? Debe haber alguna razón para ello. ¿Cuál es? Además, se sueña solo en la cama del hospital no hay persona alguna en su derredor: ni enfermeras, ni médicos, ni compañeros estudiantes. ¿Por qué? ¿Será razón suficiente soñarse en el hospital porque ahí debía estar en calidad de estudiante? No es lo más probable, puesto que pudo simplemente soñar que esa mañana no había clases. Lo más probable es que haya algún motivo inconsciente poderoso para soñarse encamado en el hospital, en calidad de enfermo y con ese tarjetón abreviado... casi una versión taquigráfica y de telegrama. ¿Autodesprecio? Tal vez. Lo que ahora sabemos de don José H. es: su puerilidad pasiva, es perezoso, e irresponsable, está completamente solo y una manera de re-

solver estos rasgos no muy apreciables de su carácter es encamarse en un hospital. Su soledad impone la necesidad de indagar y esclarecer la relación con sus padres y demás familiares, así como su relación con sus compañeros... ¿Tendrá amigos? Como se ve, los sueños manifiestos pueden sugerir muchas líneas de indagación y nos permiten deducir ciertas inferencias sujetas a rectificación o ratificación... pero resulta obvio que el quedarnos con la „interpretación“ de un deseo cumplido limita seriamente nuestras opciones para comprender mejor el contenido latente de este sueño. Quiero comentar brevemente el sueño de un hijo de Freud, de cinco años y tres meses de edad; al sueño se le conoce como el de „Subir la Dachstein“ (ibíd., pág. 425): Freud relata como sus hijos intentan ver la cabaña de „Simonyhuette“ con un telescopio, sin saber si lo lograrán o no. El hijo quiere ir a la cabaña y en el paseo vespertino, ansiado, su padre no había programado tal visita. El niño se molesta y enfada progresivamente, ante su frustración creciente, y su padre no entiende el motivo del disgusto de su hijo: „pero a la mañana siguiente vino a contarme, rebosando alegría, que aquella noche habla subido en sueños a la Simonyhuette... El sueño le compensó“. ¿No sería que el niño se percató que a su padre no le interesó llevarlo y que él tendría que ir por su propia cuenta? En el relato que hace Freud en la página arriba señalada y en otras dos (págs. 681 y 731) no hay evidencia alguna de que Freud se interesase en comprobar si veían la cabaña con el telescopio, ni indagó la causa del malestar de su hijo, ni prometió llevarlo en alguna otra ocasión... De hecho, nos deja sin saber si por fin lo llevó, y cómo reaccionó el niño. El deseo del niño es evidente, pero no creo que nuestra comprensión de su sueño deba limitarse a ese solo hecho. Los niños suelen tener una fina percepción de la realidad... Repito: si un sueño revelase el cumplimiento de un deseo como significante primario, ello se comprobará en el devenir del psicoanálisis; no se debe precipitar tal conclusión. Hay muchas otras posibilidades representativas que conviene explorar primero, y dejar el sueño como un sistema abierto a una comprensión cada vez

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mayor.

El lenguaje simbólico y los sueños

Freud escribió extensamente sobre el simbolismo de los sueños, y no puede haber un sustituto adecuado a la lectura directa de su obra al respecto: Freud: [1899 (1972, págs. 559-592)] y [1915-1917 (1972), págs. 2212-2225)]. Quiero señalar dos citas de La interpretación de los sueños (pág. 560): „El sueño utiliza, como ya indicaremos, este simbolismo para la representación disfrazada de sus ideas latentes.“ Y, en el siguiente párrafo: „Las modernas investigaciones sobre los sueños han probado indiscutiblemente la existencia del simbolismo onírico.“ En sus „Lecciones introductorias al psicoanálisis. Lección X. El simbolismo en el sueño“ (Freud, op. cit., pág. 2224) dice: „ha de pareceros sorprendente que el simbolismo no sea en todos los demás sectores necesario y únicamente sexual, mientras que en los sueños sirven los

símbolos casi exclusivamente para la expresión de objetos y relaciones sexuales“. (Subrayado

agregado.) Tampoco permiten los límites necesarios de este trabajo las citas extensas de las dos obras del doctor Erich Fromm acerca de los sueños: „El lenguaje olvidado“ y „La grandeza y limitaciones del pensamiento de Freud“, cap. III [1979 (1979, págs 91-126)]. Haré aquellas citas que considere pertinentes. Del primer libro arriba mencionado (págs. 20 y sigs.): „Si definimos el símbolo como „algo que representa otra cosa“, surge esta cuestión fundamental: ¿cuál es la rela-

ción específica que existe entre el símbolo y lo que simboliza? Podemos distinguir tres clases de símbolos: el convencional, el accidental y el universal. Como se verá... sólo los dos últimos ex-

presan experiencias internas como si fueran sensoriales, y sólo ellos poseen los elementos del lenguaje simbólico. El símbolo convencional es el más conocido de los tres... Aprendemos su relación siendo niños, mediante la repetida experiencia de escuchar la palabra referida al objeto.“ (Subrayado en el texto.) Por ejemplo, la palabra mesa, etc. El símbolo accidental se refiere a que asociamos algo: ciudad, canción... con algún estado de ánimo particular (pág. 23): „El símbolo universal es aquel en el que hay una relación intrínseca entre el símbolo y lo que represen-

ta“... (págs. 24 y sigs.): „Tiene su raíz en la experiencia de la afinidad que existe entre una emoción o un pensamiento, por una parte, y una experiencia sensorial, por la otra. Puede ser llamado universal porque es compartido por todos los hombres, en oposición no solamente al símbolo accidental, que es por su naturaleza completamente personal, sino también al convencional, limitado al grupo personas que participan del mismo convenio... El lenguaje del símbolo universal es, en verdad, la única lengua común que produjo la especie humana...“ He ido aprendiendo, a través de treinta años de experiencia analítica con el doctor Fromm (desde 1951), que tampoco hace el precipitarnos a la comprensión de los símbolos de los sueños, ni de aquellos elementos del sueño manifiesto que parecen simbolizar algo. Con frecuencia me decía: „Por lo que usted ha dicho, parece que podríamos comenzar a entender el sueño así“; y semanas o meses después entendíamos ese sueño con gran claridad, por una frase dicha a veces al azar, o por el relato de un incidente cuya coincidencia con el sueño no podía ser soslayada. En otras ocasiones, al transcurrir del tiempo, me decía, después de saludarnos: „¿Se acuerda usted de tal sueño? Nunca lo hemos podido entender más... ¿Qué se le ocurre al respecto?“ O bien... „He estado pensando en tal sueño que me relató usted hace tanto tiempo... y he pensado que puede referirse a algo que usted me platicó al final de la sesión pasada.“ Fromm no dejaba nada al azar... buscaba comprender con claridad lo que no entendía o lo que no había entendido, con frecuencia ante mi azoro o mi consternación, porque tendría que ahondar en un suceso que me era penoso… doloroso, o que me producía vergüenza... No quitaba el dedo de la llaga hasta que ambos no hubiésemos llegado a un consenso amplio y diáfano. Era entonces cuando el lenguaje simbólico de mis sueños quedaba claro. De mi trabajo con Erich Fromm y el estudio de sus escritos acerca de los sueños me quedó uno de tantos remanentes que con el tiempo fue dando frutos. Quiero por ello citar un pasaje de El lenguaje olvidado (página 195): „¿Y no nos topamos con la misma dificultad cuando queremos explicar un sentimiento? Tomemos, por ejemplo, un estado de áni-

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mo en el que nos sentimos perdidos, abandonados; el mundo nos parece triste, nos intimida un poco, aunque no lo encontramos realmente peligroso. Queremos describir a un amigo un estado de ánimo, pero de nuevo nos encontramos con que buscamos en vano las frases necesarias. Hasta que llegamos finalmente a advertir que nada de lo que hemos dicho expresa adecuadamente los numerosos matices de nuestra sensación. A la noche siguiente soñamos. Nos encontramos en las afueras de una ciudad poco antes del alba. Las calles están desiertas; sólo se ve un carro de lechero. Las casas son pobres. Estamos en un barrio desconocido, sin los medios habituales de transporte que nos lleven a otros sitios familiares y que son los que en nuestra opinión nos corresponden. Cuando despertamos y recordamos el sueño, se nos ocurre pensar que la sensación que experimentamos en el sueño era exactamente la misma sensación de extravío y tristeza que habíamos tratado de pintar a nuestro amigo el día anterior... La escena que vimos en el sueño es el símbolo de algo que sentimos.“ De ahí comenzó a germinar, en mí, la idea del sueño como un símbolo global, que nos comunica, en un mensaje inicial de ese sueño, lo que siente y cómo se vive a sí mismo el soñante; es una especie de „retrato hablado“ de él mismo, que simboliza su ser en ese momento. El sueño arriba escrito nos retrata la infinita soledad del soñante, su sensación extrema de abandono: no hay persona alguna, en esas horas antes del alba en que nuestro organismo es más vulnerable y en un barrio desconocido... más aún, porque el barrio es pobre y ajeno a su medio familiar. Se siente impotente puesto que no hay medios de transporte, y se siente ineficaz... ¿Cómo llegar a un sitio familiar? Para el caso, podría ser un niño perdido... aunque es un adulto, en ese momento no puede utilizar sus recursos de adulto, que le resultan inútiles. El evoca, al despertar, sentimientos de extravío y de tristeza solamente... ¿Cómo no sintió miedo? ¿Lo reprimió? Es lo más probable, porque nadie puede sentirse tan solo, tan impotente, tan inseguro e ineficaz sin sentir miedo; pero de ello no

estaremos seguros hasta que no se compruebe en el contexto de la vida del paciente. ¿Por qué está tan solo? ¿Por qué sólo ve un carro de lechero y no al lechero? ¿Persistencia de rasgos orales infantiles? ¿Qué sucede en su vida para retratarse como lo muestra el sueño? Lo que es evidente es que en su acontecer actual no abundan los sucesos felices ni amorosos, y se encuentra psicológicamente distante de las personas de su entorno, ya sean familiares o amistades. ¿Por qué? En el transcurso de un psicoanálisis, iríamos buscando una respuesta a las preguntas formuladas y tendríamos que encontrarlas, si en verdad hemos comprendido a nuestro analizado. Fromm ha señalado algo que es clave para constatar, convalidar, nuestra comprensión del paciente; ya lo escribí al principio de este trabajo [Fromm, 1951 (1957, pág. 34)]: „La vida

dormida y la despierta son los dos polos de la existencia humana“ (subrayado agregado); lo

que se quiere decir es que nuestra vida (contexto y asociaciones) tiene que esclarecer nuestros sueños y ayudarnos a entenderlos; y nuestros sueños tienen que esclarecer, objetivar, nuestra vida en estado de vigilia y ayudarnos a comprenderla. Uno y otro polo de nuestra existencia

deben corresponder y comprobar así, que hemos entendido a nuestro analizado; ambos

acontecimientos son mutuamente explicativos y clarificadores. Los sueños revelan el material latente, inconsciente; esto lo sabemos desde Freud... Lo que debemos agregar es que podemos analizar exhaustivamente un solo sueño, y éste nos revelará todo aquello que le es inconsciente a nuestro sujeto, o bien analizamos varios sueños que, siendo de un mismo soñante, correrá por ellos un hilo de identidad, por lo que la comprensión de un sueño nos ayuda a entender una porción significativa de los otros: al entender los símbolos que pueden ser diferentes de un sueño a otro de un mismo sujeto, entenderemos mejor la totalidad de los sueños y, consecuentemente, entenderemos mejor al sujeto en análisis... Cada sueño es un „retrato hablado“ del soñante... el conjunto de los sueños nos presenta diversas facetas de él, y todas estas estarán relacionadas entre sí. Creo que los sueños como símbolos globa-

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les y los símbolos universales, accidentales o convencionales de éstos necesitan ser entendidos dentro del marco de referencia de un concepto teórico del hombre que nos haga sentido. Para mí, este marco de referencia me lo dan las dicotomías existenciales de Fromm señaladas en el cap. III (págs. 26-61) del Psicoanálisis de la sociedad contemporánea [1955 (1956)] y en el capítulo X (págs. 223-270) de la Anatomía de la destructividad humana [1973 (1975)]: progresión-regresión, creatividad-destructividad, biofilia-necrofilia, etc., señalan metas utópicas de salud mental las primeras, y de enfermedad mental las segundas. Desde esta perspectiva, la apreciación del sueño manifiesto en su totalidad nos señala la orientación predominante del sueño en uno u otro de los sentidos indicados. Dentro de este marco de referencia, el sueño arriba escrito enmarca una orientación regresiva y no de progresión; de modo alguno se le puede concebir a ese soñante como feliz, alegre, en comunión amorosa con alguien... en el día del sueño. Desde luego, no sabemos cómo es su vida en otros momentos, como no sabemos si el sueño corresponde a una etapa de su terapia donde percibe algo nuevo de sí mismo... sólo conociendo su vida podemos saberlo. Pero este sueño nos lleva a otro punto importante enfatizado por el doctor Fromm (pág. 13): „Pese a todas esas extrañas características, mientras dormimos, nuestros sueños son para nosotros muy reales; tan reales como cualquier suceso que ocurre en la vida diaria. No hay „como sí“ en los sueños. El sueño es un hecho real, actual;...“ (énfasis agregado). Reflexionando sobre esta idea, entendemos que es una razón de más para no precipitarnos en buscar „interpretaciones“. El señor se sueña en una barriada pobre, desconocida, desierta a esa hora antes del alba y sólo distingue un carro de lechero. Todo esto es „real“, está sucediendo así. ¿Que se quiere decir a sí mismo, colocándose en ese escenario? ¿Qué desea revelar de aquello que le es inconsciente? Podemos especular, pero ello no tiene sentido alguno. Si procedemos como si fuese un psicoanálisis, que va de lo que conocemos a lo desconocido, resulta obvio que de momento tenemos que quedarnos con nuestras preguntas, nuestras

dudas y nuestra perplejidad; de momento sólo sabemos lo que se ha dicho antes. Sólo el diálogo continuado irá eliminando preguntas equívocas y nuestra perplejidad se irá desvaneciendo... de momento, porque surgirán otras preguntas acerca de otros hechos.

Los afectos en los sueños

Las enseñanzas de Fromm y este sueño, nos enseñan algo más: los sueños tienen afectos explícitos y afectos implícitos. ¿No ocurre así con toda obra creativa del hombre? De hecho, todo lo que hacemos comunica un estado afectivo implícito y/o explícito... al caminar, correr... sentarnos, comer... todo ello es parte de la comunicación no verbal y abarca desde nuestra actividad más baladí, hasta las creaciones artísticas más sublimes del hombre. Si nos atrevemos a indagar, podremos saber si en verdad hemos captado esos afectos correctamente y así iremos incrementando nuestra percepción sensible… aunque siempre sepamos que podemos estar equivocados. Fromm planteó uno de sus credos en su libro Más allá de las cadenas de la ilusión [1962 (1964, pág. 27)]: „De omnibus es dubitandum“ (de todo hay que dudar)“. Y yo agregaría: sólo así podemos aprender.

El valor del sueño manifiesto

Finalmente, el sueño relatado nos muestra que el sueño manifiesto, tal como está, sin mayores asociaciones, nos va mostrando algo acerca de lo inconsciente para el soñante. Está claro, o de-

be quedar claro que esto representa un aborde inicial, un principio de comprensión; que este

aborde inicial con frecuencia plantea más preguntas que respuestas... pero ya señalamos al principio algo que dice Fromm: que debemos mantener la capacidad de la perplejidad y la capacidad de hacer preguntas, y no estar tan prestos a sólo expresar las „respuestas correctas“. Los sueños nos indican las preguntas a hacer: las que estén equivocadas las descartaremos, y las otras nos irán enseñando a hacerlas, en el futuro, con mayor corrección. Los sueños vienen siendo como un patrón para cortar correctamente un vestido. Las preguntas que el sueño impone, nos pueden salvar de errores graves de comprensión, como nos pueden salvar de construcciones meramente intelectuales que no llegan al cora-

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zón del problema... y, por tanto, no cumplen con otro credo del doctor Fromm (ibíd): „La verdad os hará libres“. Erik H. Erikson (1954, págs. 16 y sigs.) escribió: „El psicoanalista con frecuencia tiene que vencer una cierta timidez, al contemplar la superficie de un fenómeno mental; hay tantos en el campo quienes confunden la atención a la superficie por superficialidad, y la preocupación por la forma como falla en el profundizar… En años recientes, las llamadas técnicas proyectivas como lo son la Prueba de Rorschach, el T.A.T. y la observación del juego de los niños, nos han enseñado con toda claridad que cualquier segmento de conducta observable refleja, por así decirlo, todo el contenido: se podría decir que el psicoanálisis le ha dado una nueva profundidad a la superficie... Se ha vuelto un hecho común en nuestro trabajo cotidiano, en nuestras discusiones clínicas... y aun en nuestro manejo de los sueños, que cualquier fragmento de la conducta humana muestra la continuidad del significado dinámico que, desde la superficie y pasando por muchas capas, llega al núcleo mismo de la personalidad... Con frecuencia interpretamos los sueños, de modo extraoficial, tomándolos en la totalidad de su apariencia manifiesta, o partes de ésta; en tanto que, oficialmente, nos apresuramos en cada confrontación a romper la apariencia manifiesta del sueño, como si fuese una cáscara inútil que hay que descartar Afectos implícitos:

¿Qué ocurre en el sueño manifiesto? Una fuerza irresistible lo empuja amenazadora hacia un desastre... es totalmente impotente para evitarlo. No hay quien lo auxilie... está completamente solo. ¿Qué fuerza irresistible lo amenaza? ¿Por qué en su automóvil? ¿Por qué está tan solo? ¿Por qué se sueña tan impotente? Es interesante, que es una cosa—su automóvil—, el instrumento que lo arrastra, no es un ser vivo quien lo inmoviliza ni es enfermedad. El sueño revela desesperanza... no hay modo de evitar el desastre. Lo extraño es que no evidencia terror, ni siquiera miedo; no grita ni demanda auxilio. ¿Por

rápidamente para llegar al núcleo ansiado.“ Con relativa frecuencia me topo con la crítica, de que el aborde inicial al sueño manifiesto muestra la superficialidad del psicoanálisis humanista de Erich Fromm. La crítica parte de que no se comprende que el aborde es apenas un principio de comprensión; que la comprensión amplia requiere de las asociaciones libres del analizado y de los otros puntos señalados al principio de este trabajo; no se entiende que la comprensión amplia del contenido inconsciente se irá sabiendo en el transcurso de la terapia y que sólo, en ese devenir, comprenderemos el sentido íntimo del lenguaje simbólico de los sueños. Detengámonos un rato con el sueño de un profesionista de cuarenta y tres años de edad, el primero que él tuvo unas noches después de nuestra primera entrevista: „Soñé que iba yo en mi automóvil y el paisaje lo veo borroso... sería campestre porque no veía casas; iba por una calle tortuosa, llena de curvas en pendiente hacia abajo y por más que oprimía el freno de potencia no se detenía el automóvil, al contrario se aceleraba un poco, a pesar de que oprimía con todo mi peso el freno. Iba yo solo, por supuesto.“ Viendo el sueño... ¿Qué afectos implícitos comunica? Como se ve, no expresa afectos explícitos. impotencia impotencia amenaza desastre

soledad desesperanza ¿valentía? ¿pasivo?

qué? ¿Será valiente? ¿Es la valentía del suicida? ¿Por qué dijo: „Iba yo solo, por supuesto?“ ¿Está siempre solo? ¿Es pasivo? No lo sé, porque realiza esfuerzos por detener su automóvil. El hombre no sabe por qué se sueña tan impotente: tiene un gran éxito profesional, esposa y dos hijas adolescentes. No ha sido feliz en su matrimonio... su esposa trabaja y la naturaleza de su ocupación la obliga, a veces, a realizar viajes al extranjero. Al principio esto lo enojaba... y si se sentía impotente para prohibir sus viajes... carecía de un buen motivo para ello. Lleva casado veintiún años y en los últimos diez

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años se ha resignado. En su hogar es poco comunicativo: no platica con sus hijas y se limita a escucharlas sin comentarios. Con la esposa platica, pero lo hace poco, ya que ella lo critica por su trabajo burgués y su posición política conservadora, en tanto ella es de ideas democrático-socialistas. Reñían porque ella se negaba a su demanda sexual diaria; ahora también se ha resignado y acepta lo que ella buenamente le ofrece. Niega impotencia sexual. Dice amar a su esposa y a sus hijas (lo cual resulta dudoso). El hombre que retrata el sueño, no puede ser considerado un hombre ni feliz, ni exitoso; el sueño lo revela impotente, arrastrado como por una fuerza del destino a un desastre irremediable y en medio de una gran soledad... ni hay casas y menos, aún, espectadores. Lo que se nos va revelando, lo presenta como un hombre impotente en lo psicológico, frente a su esposa: ella viaje sola por requerimientos de su trabajo y sólo a veces acepta tener relaciones sexuales con él. Pero el sueño revela una situación que puede ser letal, catastrófica. ¿Por qué? ¿Debemos aceptar que su situación matrimonial tiene esta intensidad que revela su sueño? Debo confesar, que de momento no me lo parece. ¿Por qué dijo que por supuesto iba solo? Es verdad que en su hogar está solo, pero... ¿No tiene amigos, amigas, parientes? Nos vamos enterando que no se relacionó con sus hermanos menores, ni con el mayor; su madre es una mujer distante y fría, a la cual no quieren sus hijas de él. El padre se encumbró desde un origen humilde y es un hombre muy rico... Tampoco tiene una buena relación con el padre. Poco a poco descubre que siempre se ha sentido solo e incomprendido; como descubre que nunca se preocupó por autoafirmarse, ni por hacerse comprender. Sólo ha destacado como estudiante y como profesionista. Nunca buscó un amor, ni quien le ofreciese ternura, cariño ni camaradería. En contraste con sus hermanos no conserva ningún amigo ni de su infancia ni de su juventud, y no tiene amigos hoy en día. Descubre que le gusta estrenar un automóvil nuevo cada año pero debe ser un automóvil grande, lujoso... y es lo único (aparte de sus novelas) que considera realmente suyo y nunca lo

presta. Descubre que nunca ha expresado con claridad lo que él desea, ni a dónde quisiera ir de paseo; como nunca ha hecho un viaje de placer solo. Sus únicos viajes son de negocios solo o acompañado por alguien relacionado con su profesión. Cada vez es más claro que se ha encerrado en su automóvil como si fuese su ataúd... que lo arrastra, sin frenos a la muerte, sin contemplar el paisaje y solo. Vivencia como se ha dejado arrastrar siempre en su vida privada: por los requerimientos de sus padres y hermanos primero y después por los de su esposa e hijas. Pero aún no sabemos porque escogió esa „calle, llena de curvas“ para precipitarse sin frenos… y debemos llegar a entenderlo; como debemos llegar a entender mejor la escenografía tan terrible de este primer sueno. ¿Por qué una calle y no una carretera? Un año y medio después de iniciado su psicoanálisis, se comunica más con sus hijas; ha mejorado la relación con su esposa; lee sobre temas políticos y sociales, lee novelas históricas... se interesa en preguntarle a su corazón qué es lo que realmente quiere... pero no ha habido un sueño que revele relaciones amorosas con su mujer, ni alegría de vivir, ni camaradería con el hombre... No se niega su mejoría clínica, pero ésta deberá ser confirmada por un sueño

Del primer sueño

Se puede discutir a qué llamaremos el primer sueño en análisis. Está claro que pueden haber soñado la noche antes de nuestro primer encuentro o haber soñado la noche del día en que hicieron su primera cita;.. Estos sueños son importantes, pero suscitan confusión Metodológicamente sugiero que sea el sueño que se presente después de habernos visto cara-a-cara y de haber dialogado en una sesión de evaluación; además, no hay duda alguna de que somos un „participante“ activo en su vida... hemos empezado a conocernos directamente. El primer sueño nos resulta muy útil: 1. Nos permite vislumbrar el problema central del soñante, como en el ejemplo que he presentado del profesionista: impotente, amenazado por una o varias fuerzas que, en ese momento, conceptúa irresistibles y que

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lo llevan al desastre; se encuentra muy solo y desesperanzado porque sus esfuerzos resultan inútiles. ¿Será pasivo? ¿Será valiente? El primer sueño manifiesto nos señala elementos que nos servirán de contraste para determinar si hay progresión o regresión en el transcurso y al final del análisis. Es evidente que si nuestro profesionista alcanza un ideal de mejoría: no deberá soñarse solo y menos aún en una situación tan desesperada; habrá mujeres y hombres que compartan su vida; el automóvil tendrá una función benévola; podrá contemplar el paisaje; evidenciará afectos implícitos y explícitos de potencia de camaradería o amor, de esperanza y se mostrará valiente, autoafirmativo y claramente activo. No se pretende que nunca más le ocurrirán sueños semejantes al primero. Al respecto debemos señalar que en caso de una recurrencia del tema del primer sueño o de sueños parecidos, le servirán al soñante de señal de alarma para que revise su vida de ese momento y tome consciencia de si está repitiendo alguno de los errores que motivaron el primer sueño. El primer sueño apunta al devenir de la transferencia. En el ejemplo que ha presentado, señala su no relación conmigo, ni con otros hombres; señala que de seguro hay varios factores que interfieren en nuestra relación. La ausencia de alguna mujer en su primer sueño sugiere que hay un serio problema en su relación con éstas (madre, hermanas, esposa, hijas…), lo cual se ha comprobado; hay un evidente mal-trato de sí mismo y una ausencia notoria de autoaprecio.

¿Cómo puede relacionarse en camaradería con otro hombre, si se trata tan mal —como lo muestra su sueño—? Esto no significa que no podamos dialogar; ni significa que no existan lazos de mutua simpatía... El sueño revela su total autoencierro y su intento de resolver—el solo— un problema sin esperanza. El análisis tendrá que romper este encierro y que él vea su opción o vínculos fraternos con el hombre y de relación amorosa con la mujer. ¿Su auto-encierro sugiere recelo, descon-

fianza? Es lo más probable, pero ello aún no es evidente. ¡Hay tanto más que escribir acerca de los sueños! Es enorme el panorama que abren las ideas de Erich Fromm y la extensión de este trabajo no permite ahondar más en ello: Aceptar los sueños como símbolos globales del ser del soñante como un „retrato hablado“ en el momento del sueño, requeriría de múltiples ejemplos que no he señalado para consolidar esta idea. Me he limitado a dar un sólo ejemplo, descriptivo de un „autorretrato“ instantáneo. El sueño manifiesto como orientador de áreas a inquirir, indagar, aclarar, y comprender. Se requiere del estudio sistemático de los mismos, buscando que los afectos explícitos e implícitos correspondan con el propio material del sueño, sin quitar ni agregar nada del propio dinamismo interno del sueño. El sueño como vivencia del nivel de la transferencia, tomando a ésta en el sentido de Fromm: como un aspecto importante del carácter improductivo del individuo y su estilo propio de relación con sus semejantes. El primer sueño como norma de contraste para comprobar los procesos de progresión o regresión durante el psicoanálisis. Creo que he podido señalar mis puntos de partida teóricos en la comprensión de los sueños; que esta metodología—aunque requiere esfuerzo y disciplina—nos permite un marco orientador valioso para toda psicoterapia y psicoanálisis. El aborde inicial indicado al sueño manifiesto, nos facilita una herramienta de trabajo valiosa... queda al lector utilizarlas y aventajarlas. Bibliografía Erikson, Erik Homburger (1954): „The dream specimen of psychoanalysis“, en el American Psychoanalytic Association Journal, vol. 2, 1954, páginas 5-56. Freud, Sigmund [1899 (1900)]: „La interpretación de los sueños“, en Obras Completas, tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid 1972. — (1915-1917): „Lecciones introductorias al psicoanáli-

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sis“. Obras Completas, tomo VI, Biblioteca Nueva, Madrid, 1972. — [1932 (1933)]: „Nuevas lecciones de psicoanálisis“. Obras Completas, tomo VIII, Biblioteca Nueva, Madrid, 1974. Fromm, Erich (1951): El lenguaje olvidado. Librería Hachette, S. A., Buenos Aires, 1957. — (1955): Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica, México, 1.ª ed. en español, 1956.

— (1962): Más allá de las cadenas de la ilusión. Herrero Hermanos Sucs., S. A., México, 1.ª ed. en español, 1964. — (1973): Anatomía de la destructividad humana. Siglo Veintiuno Editores, S. A., México, 1.ª ed. en español, 1975. — (1979): Grandeza y limitaciones del pensamiento de Freud, Siglo Veintiuno Editores, S. A., México, 1.ª ed. en español, 1979.

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