FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)

CCU UR RSSO OD DEE FFO OR RM MAACCIIÓ ÓN ND DEE TTEER GEESSTTAALLTT UTTAASS G RAAPPEEU Material de Consulta del Taller: FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN

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CCU UR RSSO OD DEE FFO OR RM MAACCIIÓ ÓN ND DEE TTEER GEESSTTAALLTT UTTAASS G RAAPPEEU

Material de Consulta del Taller:

FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)

TRANSFERENCIA Y

CONTRATRANSFERENCIA

Autor: Manuel Sorando Psicólogo / Terapeuta Gestalt Miembro del Equipo Docente y Terapéutico del ITG

Material revisado y editado por: Carmen Rodríguez

Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Transferencia y Contratransferencia

TTaabbllaa ddee CCoonntteenniiddoo Pág. I. Resumen……………………………………………………………………………………………………….

3

II. Justificación…………………………………………………………………………………………….……..

5

III. Objetivos……………………………………………………………………………………………………….

6

3.1

Objetivo General…………………………………………………………………………………

6

3.2

Objetivos Específicos………………………………………………………………………….

6

IV. La transferencia……………………………………………………………………………………………… V. La contratransferencia ……………………………………………………………………………….. 5.1 5.2

7 20

Concepto de contratransferencia Indicadores de contratransferencia que interfieren con la terapia.

VI. Referencias Bibliográficas…………………………………………………………………………….

23

VII. Anexos………………………………………………………………………………………………………….

24

Anexo 1. Bibliografía recomendada para la consulta ………………………………………. Anexo 2 La Teoría Paradójica del cambio ……………………………………………………….

Revisión Nº: 1. Febrero de 2013

Manuel Sorando

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Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Transferencia y Contratransferencia

II.. RReessuum meenn Entendemos como transferencia al fenómeno mediante el cual un paciente proyecta sobre su terapeuta sentimientos, vivencias y emociones. La persona verá en su terapeuta, y experimentará hacia él o ella, los mismos deseos y prejuicios que tuvo hacia sus padres y/o personas significativas de su infancia, sin tener claro por qué lo hace. Se sentirá entonces enamorado, rechazado, experimentará angustias, temores y anhelos, que le resultan difíciles de expresar y mucho menos entender. En el otro lado experiencias similares están siendo sentidas por el terapeuta que proyecta sus vivencias sobre el analizando, a este fenómeno lo llamamos contratransferencia. Para Freud el fenómeno de la transferencia constituye el "Alfa y Omega" de la relación analítica, es decir, el principio y el fin del proceso de análisis. El entorno terapéutico brinda un medio seguro y confiable para que estas emociones puedan ser desarrolladas, integradas, y elaboradas conscientemente. Parte del proceso terapéutico consiste en actualizar la realidad. Que la persona en conflicto pueda hacerlo consciente y desde ahí deje de repetir patrones conservadores de conducta. Transferencia es un desplazamiento sobre la personalidad del terapeuta de emociones amistosas, hostiles y ambivalentes que provienen de la infancia, el paciente transfiere sus memorias de experiencias significativas previas, cambiando la realidad de sus objetos, dotándolos y tratándolos como lo hizo en su pasado. La terapia Gestalt pone el acento en la responsabilidad del paciente. El

terapeuta

no

cultiva

la

transferencia

como

no

cultiva

la

neurosis

del

paciente.

Desde el inicio está absolutamente alerta en devolverle sus emociones y proyecciones. No le permite que responsabilice a otro de lo que le ocurre a él, ni menos acepta ser el depositario de partes o aspectos del paciente que éste debe asumir.

Revisión Nº: 1. Febrero de 2013

Manuel Sorando

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Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Transferencia y Contratransferencia

La Terapia Gestalt estima que el paciente puede proyectar en el terapeuta aspectos sanos y enfermos de su enfermedad y que esto es lo que determina las características de la relación

transferencial,

en

definitiva,

se

facilita

la

transferencia

y

favorece

la

responsabilidad del paciente en su proceso. El terapeuta no solo puede sino que es invitado a expresar sus emociones, estados de ánimo, compartir su propio mundo interno, experiencias....cuando la situación lo requiere.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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IIII.. JJuussttiiffiiccaacciióónn

La transferencia y la contratransferencia tienen su historia y ésta es la historia misma del Psicoanálisis. La orientación nosológica de este marco teórico tiene en cuenta la transferencia, no solo para ubicar un diagnóstico, sino para tratar de subvertir la neurosis del paciente. Por otro lado, la contratransferencia es considerada como la implicación subjetiva del analista en la realidad transferida del paciente. Y que son aquellos sentimientos que surgen en el analista como resultado de la influencia de su paciente sobre el inconsciente del propio terapeuta. En realidad el término contratransferencia apunta a las transferencias del propio terapeuta sobre el paciente. En otras palabras, la concepción sobre la transferencia y la contratransferencia que cada analista tenga, será subsidiaria a la forma de lo que subyace en el inconsciente y la experiencia que de él haya tenido el analista en su propio trabajo terapéutico, a través de su propia estructura caracterológica. En cierto modo, lo obtenido de los pacientes, en parte, viene determinado por las características del terapeuta. Este taller es necesario incorporarlo en la formación puesto que puede ser de ayuda para proporcionar un conocimiento fundamental acerca de una de las características principales de toda relación terapéutica, se quiera o no tener esto en cuenta. En la Terapia Gestalt, el término transferencia sería equivalente al de Proyección que, como ya es conocido, es uno de los bloqueos principales en el Ciclo de Satisfacción de las Necesidades. El mismo se fundamente en las bases teóricas desde la teoría del Psicoanálisis y se va a poder experimentar vivencialmente, con ejercicios entre terapeuta y alumnos, y los propios alumnos entre sí, el significado de este concepto en la vinculación y el trabajo terapéutico desde el marco teórico de la Terapia Gestalt.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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IIIIII.. O Obbjjeettiivvooss 3.1

Objetivo General 

Conocer los conceptos de

transferencia y contratransferencia en la Terapia

Gestáltica partiendo de la definición psicoanalítica

hasta llegar al enfoque

gestáltico donde se pone el acento en que el paciente puede proyectar en el terapeuta aspectos sanos y enfermos de su personalidad y que esto es lo que determina las características de la relación transferencial. Conocer este proceso y cómo se favorece la responsabilidad del paciente en la superación de sus dificultades.

3.2

Objetivos Específicos 

Definir con precisión el significado de los términos de transferencia y contratransferencia; en un primer momento, desde el planteamiento psicoanalítico y, posteriormente, las implicaciones que estas definiciones puedan adquirir desde los presupuestos teóricos y metodológicos de la Terapia Gestalt.



Analizar desde estos planteamientos teóricos la función de dichos procesos de transferencia y contratransferencia, indisolublemente unidos en la práctica terapéutica. Es deseable que los alumnos adquieran un conocimiento profundo de lo que sería su Darse Cuenta respecto a sus proyecciones y la implicación de éstas en la relación terapéutica, a través de ejercicios diseñados para tal fin, tanto en el rol de paciente (Transferencia) como en el rol de terapeuta (Contratransferencia),



Adquisición de un buen manejo teórico, práctico y vivencial de estos términos, que conforman decisivamente la relación entre terapeuta y paciente, en cualquier práctica terapéutica, trabajando en profundidad en concepto del Contacto y la diferenciación entre paciente y terapeuta a través del diálogo o el concepto de relación terapéutica.



Llevar a cabo diversos experimentos supervisados, a lo largo del taller para experimentar y vivenciar el significado de dichos términos.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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IIVV.. LLaa ttrraannssffeerreenncciiaa 4.1

El concepto de psicoterapia

Se entiende generalmente por psicoterapia a un proceso al que se somete una persona con el objetivo de obtener cambios en su modo de enfrentar situaciones, desaparición de molestias psíquicas y/o físicas, que lo limitan en su vida y, en general, para aprender más de sí mismo. Este procedimiento suele llevarse a cabo en grupos o individualmente, y siempre con alguien (el terapeuta) que, por lo menos, oriente el desarrollo de este procedimiento. En esta sencilla descripción, se ha limitado el concepto de terapia a lo que se hace con otro, y no porque no se acepte que se pueden obtener grandes modificaciones estructurales y/o sintomatológicas con experiencias de los más diversos órdenes; por ejemplo, con determinadas situaciones existenciales que pueden favorecer cambios extraordinarios y perdurables. Se podría ir más allá de esta definición de psicoterapia de tal modo que incluyera en él toda acción o situación que favoreciera un cambio o aumentara el conocimiento de sí mismo de un individuo. En este sentido se considera que los talleres o sesiones de grupo prolongadas, con un terapeuta desconocido, son una buena oportunidad para que las personas se den cuenta de cuál es su posibilidad de cambio y de cuál es su disposición para trabajar consigo mismas, solas o con la ayuda de un terapeuta. Por tanto, también cuando se habla de psicoterapia, en Terapia Gestalt, se hace referencia a un procedimiento que compromete a un sujeto o a varios, con otro (terapeuta), durante un cierto tiempo y con un propósito determinado. Con todo ello, desde este marco teórico y metodológico de la Terapia Gestalt, el terapeuta trata de comprender la existencia de cualquier suceso, a través del modo en que se produce…, trata de comprender el devenir a través del cómo, en lugar de por qué, pues la vida es un proceso de experiencias y vivencias, tanto externas como internas, que se suceden de forma progresiva y total y en ese devenir, la conciencia va destacando formas concretas sobre ese fondo.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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A partir de esto, la base de la psicoterapia desde la Terapia Gestalt, es el crecimiento en permanente contacto con el mundo exterior e interior. Todo organismo ha de existir en relación con su entorno, pero esta relación entraña un componente de asimilación (agresividad) que, por lo demás, es necesario y positivo. De hecho, en todo proceso humano, desde el más biológico hasta el más espiritual, se da este proceso de asimilación de lo ajeno, de lo que es del entorno, con la transformación de lo que es útil en propio, eliminando lo que no es asimilable o sobrante. Sin embargo, de acuerdo con Perls, Hefferline y Goodman (1951), el entorno del ser humano es básicamente social, por lo que ha de estar en continua búsqueda de soluciones comunes. Por tanto, el marco de comprensión fundamental del ser humano es el contacto, Yo y Tú,

Aquí y Ahora. En esta incesante exploración, el organismo va contrastándose a sí mismo con su medio a través de un ciclo de contacto en el que las vigentes necesidades de cada momento, destacan como figura en dicho entorno, guiando la acción del organismo para su asimilación. A medida que surgen las necesidades, es decir, aquellos aspectos que se requieren resolver, es preciso que el individuo se ponga en contacto con el mundo para satisfacer esas necesidades emergentes. Así, no se abre al mundo y eso, en un sentido amplio, es lo que se llama salud, que es la base del crecimiento, considerada la naturaleza de éste como un Ajuste Creativo que, a su vez, evoluciona hasta un punto final de Continuo

de Conciencia, en el sentido de Darse Cuenta. Este proceso hacia la madurez y el crecimiento, supone un avance progresivo desde el apoyo ambiental a la autonomía, excepto en el caso del desarrollo neurótico, en el que se utiliza el potencial propio, únicamente para movilizar al medio y conseguir su apoyo. Esto conduce, más tarde o más temprano, al

atolladero, en el que ni se movilizan los recursos propios ni el ambiente.

4.2

La transferencia en la psicoterapia

Cualquiera que sea la definición elegida para este término, se trata de un fenómeno inconsciente, al menos en el momento en que se manifiesta. Este carácter inconsciente es absolutamente insoslayable. Sin embargo, como tal, el concepto de inconsciente es un término discutido en la Terapia Gestalt en la medida en que esta metodología se centra en el trabajo con lo manifiesto, por lo que se puede afirmar que el inconsciente es aquello que aún no es consciente. Aún así, este concepto no es avalado por muchos terapeutas en su trabajo desde el marco teórico y metodológico de la Terapia Gestalt. Revisión Nº: 1. Enero 2013

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Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Transferencia y Contratransferencia

De acuerdo con Applebaum (1983) citado por Hatcher y Himmelstein la palabra transferencia ni siquiera aparece mencionada en el índice de materias de la Terapia Gestalt. Sin embargo, este autor concluye que: La mayor diferencia entre psicoanálisis y la Terapia Gestalt, es que,

en esta última, no hay transferencia. El autor apoya esta afirmación en su propia experiencia, relatando su participación en un seminario en el que pudo trabajar algunos aspectos personales suyos, teniendo sorprendentes insights, sin siquiera conocer al terapeuta. Esta opinión se encuentra avalada por la gran mayoría de terapeutas que trabajan en el marco teórico de la Terapia Gestalt. Esencialmente, el fenómeno de la transferencia hace referencia al desplazamiento o proyección que lleva a cabo el paciente, sobre la persona del terapeuta, de sus emociones, tanto amistosas como hostiles y ambivalentes, que provienen de situaciones anteriores, generalmente de la infancia. La persona proyecta sus emociones irracionales, sus aspectos tanto sanos como enfermos, portadores de conflicto, sus fantasías y expectativas mágicas y todo aquello que, en definitiva, va a determinar las características de la relación terapéutica. En la transferencia, el individuo transfiere sus memorias de experiencias significativas previas, cambiando la realidad de los objetos y dotándoles con las cualidades del pasado, juzgándolos y tratándolos como lo hizo en su pasado. En este sentido, la transferencia es un fenómeno universal descubierto por Freud (1985) que ha sido transformado en un instrumento técnico dotándolo de una importancia primordial para el proceso terapéutico del análisis. Al referirse al fenómeno de la transferencia, Freud (1985), en sus escritos iniciales acerca de este fenómeno dice: “Este nuevo hecho, que tan a disgusto nos vemos obligados a aceptar, lo designamos con el nombre de ‘transferencia’. Se trataría (obsérvese el uso del condicional), pues,

de una transferencia de sentimientos sobre la persona del médico, pues no creemos que la situación creada por el tratamiento pueda justificar la génesis de los mismos. Sospechamos, más bien, que toda esta disposición afectiva tiene un origen distinto».

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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Y más adelante continúa: “Sería insensato eludir este fenómeno. Sin transferencia no hay análisis posible. No debe creerse que el análisis crea la transferencia y que ésta solo aparezca en él. Por el contrario, el análisis solo se limita a revelar la transferencia y aislarla. Se trata de un fenómeno generalmente humano que decide el éxito de toda influencia psicoanalítica y domina, en general, las relaciones de una persona con las que le rodean”

De acuerdo con lo anterior, Freud ya se da cuenta de que no es el análisis el que crea la transferencia, sino que es precisamente esta técnica del análisis, la que permite hacer presente el fenómeno de la transferencia.

Por su parte, Jung (1972) expone: “Puede que no exista casi ninguna relación de cierta intimidad entre seres humanos sin que se deje surgir en ella, en forma estimulante o perturbadora, el fenómeno de la transferencia (…) La transferencia es tan poco susceptible de ser provocada como un credo. Un credo solo tiene valor cuando subsiste por sí mismo. Una fe impuesta no es más que una ficción. Quien se figure que debe provocar la transferencia, olvida que este fenómeno no es más que uno de los factores de la terapéutica y que, aparte de eso, el término transferencia, es el que corresponde en alemán al de proyección, que no es un fenómeno de ser provocado. Se trata, por tanto, de un fenómeno perfectamente natural que puede ocurrirle a cualquiera”.

Sin embargo, Jung (1972) hace hincapié en que la transferencia no la puede concebir como una mera transmisión de fantasías eróticas o infantiles hacia el terapeuta, sino que también ve en ella un proceso de adaptación. De hecho los años de experiencia terapéutica le permitieron demostrar que la relación entre el paciente y el terapeuta es una relación de

combinación. Es decir, no solo el paciente queda involucrado en la relación terapéutica, sino también el terapeuta. Es una suerte de transformación que va teniendo lugar entre ambos protagonistas del acto terapéutico. En otras palabras, el campo terapéutico, el campo en el que se desarrolla la intervención terapéutica, ha de ser fluido, siendo el analista alguien que trata de escuchar activamente y decir algo en un mismo plano que su paciente, el de la existencia. La derivación lógica, y saludable al mismo tiempo, de este planteamiento es la aparición de la denominada contratransferencia. Este recíproco influjo entre el terapeuta y el paciente que necesariamente tiene lugar, nos lleva indefectiblemente a un proceso dinámico y permanente. Revisión Nº: 1. Enero 2013

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No solamente es importante el análisis de la transferencia sino que también la contratransferencia del propio terapeuta se halla en la base misma del acto creativo terapéutico.

4.3

La transferencia en el psicoanálisis

Básicamente, en la práctica psicoanalítica, existen dos grandes orientaciones en la conceptualización de lo que significa el término transferencia. En primer lugar, la transferencia se considera un hecho universal que tiene lugar constantemente en la vida cotidiana, con cualquier persona con la que nos relacionamos. Este fenómeno consiste en el desplazamiento de emociones y conductas que, en un primer momento son experimentadas, en relación a personas significativas de la infancia, sobre ciertos objetos actuales. Según Klein Meninger y Holzman (1973), la transferencia se explica por la constante necesidad de los seres humanos de relacionarse con otros. Todo fenómeno de transferencia, sería una rememoración de las relaciones objetales primarias (padre, madre, entorno de la primera infancia, etc.). La segunda gran acepción en la conceptualización del término, hace referencia a los procesos de transferencia dentro de la relación terapéutica propiamente dicha. Esta forma de conceptualización es la que se suele utilizar en los textos de teoría y técnica psicoanalítica. En este contexto, Freud (Anna) (1980) define a la transferencia como: “todos los impulsos que experimenta en paciente en relación con el psicoanalista y que no son de nueva creación por la situación analítica objetiva, sino que se originan en las relaciones primitivas con los objetos y que ahora simplemente se reviven por la influencia de compulsiones iterativas”

Se puede añadir que otra definición complementaria a la anterior es la que llevan a cabo los autores Meninger y Holzman (1973), para quienes la transferencia: «… consiste en papeles o identidades irrealistas que el paciente atribuye inconscientemente al psicoanalista, en la regresión del tratamiento psicoanalítico y las reacciones del paciente a las representaciones que, por lo general, derivan de experiencias anteriores”

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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En el psicoanálisis freudiano, la condición transferencial se confina al contexto terapéutico; y es deseable que esto ocurra así para el desarrollo de la neurosis de transferencia, ya que a través de ella, el paciente podrá llevar a cabo la experiencia emocional correctora que le permitirá superar sus dependencias y temores. He de subrayar que, a pesar de su demostrada eficacia, este método terapéutico encierra ciertos peligros. Es por ello que para poder ser psicoanalista, se requieren largos años de estudio, un profundo proceso de análisis personal y una condición ética muy estricta. Y, por supuesto, una razonable salud mental. En la terapia psicoanalítica, la transferencia tiene una particular intensidad. En este sentido, Racker Racker (1990): “la abolición del rechazo que se produce como consecuencia de la asociación libre y la neutralidad del terapeuta, hace que el paciente proyecte sus ideas rechazadas o inadmisibles, sobre el terapeuta. Estos objetos internos son, en el fondo, los padres introyectados, lo que explicaría la intensidad de la transferencia”.

En un primer momento, el acento psicoanalítico en la transferencia, más que en la relación real, iba acompañado por un énfasis paralelo en la interpretación más que en la experiencia real, tanto del paciente como del terapeuta, y la realidad de la relación en curso era abordada únicamente por la vía de la interpretación de la transferencia. Por consiguiente, el trabajo terapéutico según Yontef (1995) en sus momentos iniciales,, se utiliza el análisis de transferencia, principalmente, para explicar el pasado en lugar de estimular el diálogo y la fenomenología experimental de la relación actual con el paciente. Es decir, se sirve de la transferencia, principalmente, como una clave para explicar en el pasado el comportamiento actual del paciente. En la actualidad, se considera que en la transferencia no solo aparecen emociones y pensamientos del paciente, en relación al terapeuta, sino todo aquello que surge en la relación entre ambos: la llamada por Yontef (1995) transferencia de situaciones totales; por ejemplo, el modo en el que el paciente trata de comunicarse con el terapeuta, o cómo intenta aplicar sus sistemas defensivos al terapeuta, etc. Se llega por tanto, a la conclusión, de que no se puede hacer buena terapia sin enfrentar, de forma competente los fenómenos

de transferencia.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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4.4

La neurosis de transferencia. Visión desde la Terapia Gestalt.

En otro orden de cosas, de acuerdo con Fenichel (1974), la llamada neurosis de

transferencia hace alusión a que, en toda relación significativa, el paciente inicia procesos transferenciales, y estos procesos son intensificados intencionalmente para descubrir los mecanismos de regresión subyacentes a la neurosis del paciente. A esta reproducción de la regresión neurótica, en la relación con el analista de un modo artificial, se la denomina neurosis de transferencia. Como se ha señalado previamente, puesto que la transferencia es un fenómeno derivado del desplazamiento y la regresión, para lograr el establecimiento de la neurosis transferencial, es necesario que el ambiente facilite estos procesos a través de la serenidad y constancia del ambiente, el silencio del analista, la asociación libre y la escasa información que ha de tener el paciente acerca del terapeuta, lo que permite que la proyección de las figuras internas del paciente sobre el analista se lleven a cabo más fácilmente. El establecimiento de la neurosis de transferencia permite conocer y dirigir hacia la figura del terapeuta, los mecanismos y conductas estereotipadas para que éste pueda abordar las resistencias neuróticas del paciente con las interpretaciones de la transferencia, logrando así, una reestructuración de la personalidad que lleva al individuo a una mejor adaptación a su entorno. No se pretende cambiar el carácter o la estructura de personalidad de la persona, sino lograr insights sobre determinados aspectos de su vida cotidiana. Sin embargo, según Perls, Hefferline y Goodman (1951), en la interacción terapéutica que se lleva a cabo desde el marco teórico de la Terapia Gestalt, el terapeuta no cultiva la transferencia, como tampoco cultiva la neurosis en el paciente. Desde el mismo comienzo del proceso terapéutico, está absolutamente atento a devolverle al paciente sus propias emociones y sus proyecciones. Es necesario recordar que el principal requisito para que la relación terapéutica tenga lugar es el contacto. Así, el terapeuta no permite que el paciente responsabilice a otros de lo que a él le ocurre y, mucho menos, acepta ser el depositario de las distintas partes o aspectos del paciente que éste ha de asumir.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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La propia metodología de la Psicoterapia Gestalt, en lugar de crear y fomentar la neurosis, pone el énfasis en lo que puede ser una relación no neurótica para el paciente, coincidiendo totalmente con lo que se llama la alianza terapéutica. La relación real y el contacto, es el núcleo desde el que ha de desarrollarse una alianza terapéutica más madura y responsable, incluso en el caso de un paciente psicótico. Para disolver la transferencia, no hay guías ni artificios técnicos. En el trabajo terapéutico, desde la Terapia Gestalt, se cuentan con los tres pilares fundamentales de dicha teoría: el contacto, el presente y el Darse Cuenta.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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4.5

Trabajo desde la Terapia Gestalt

De acuerdo con Yontef (1995), desde la práctica de la Terapia Gestalt, el modo de trabajar lo que está sucediendo en un grupo o, en terapia individual con el terapeuta Gestalt, llega por la experimentación, a través del Darse Cuenta en el Aquí y Ahora, con el intento de realizar algo nuevo permitiendo el surgimiento de ese darse cuenta desde la nueva conducta experimental que permita la exteriorización de las proyecciones. En este sentido, Perls, Hefferline y Goodman (1951), afirman que el terapeuta de orientación Gestalt no solamente está escuchando al paciente; lo observa en su totalidad con atención y, desde ahí, puede ser capaz de percibir algún gesto que se repite, o una leve inflexión en la voz, o quizás, leves movimientos en su cara, al hablar de algo o alguien concreto, etc., etc. Para ayudar al paciente, el terapeuta ha de tener acceso al self de éste, pues es lo único accesible para ayudar a alguien. Las normas sociales no pueden cambiarse por la psicoterapia y los instintos no son modificables en absoluto. Por tanto, el terapeuta, dando paso al continuum de conciencia del paciente, facilita que éste, eventualmente, pueda completar una situación en concreto, logrando resolverla, y dándose cuenta de que la omnipotencia o rechazo que creía percibir en el terapeuta, por ejemplo, corresponde a lo que pudo haber recibido o fantaseado de alguien significativo en su vida pasada. En este caso, una determinada situación, en la terapia junto a su terapeuta se vive de otro modo; la persona es capaz de conectarse con la sensación de esa antigua situación de un modo diferente para completar su Gestalt, en lugar de evitarla fóbicamente una vez más, como siempre lo ha estado haciendo hasta ahora. En esta ocasión, un adulto, el terapeuta, cree que el paciente sería capaz de vencer el obstáculo sin asfixiarse ni esconderse. No se apresura a tranquilizarlo y tampoco le ayuda a negar el obstáculo. Según Yontef (1995), en Terapia Gestalt no se acepta que: “… el terapeuta presione al paciente hacia su objetivo, pues tanto más permanecerá igual. Empujar o dirigir lleva a resistir tal empuje. De este modo, el paciente ya no tiene solo la resistencia original a su propio funcionamiento organísmico, sino que adquiere también una resistencia a la intrusión del terapeuta. Esta última resistencia generalmente es sana, aunque también impide trabajar la dificultad original que necesitaba la terapia…”.

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Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Transferencia y Contratransferencia

Si la persona cambia de acuerdo a las presiones del terapeuta, no es en base a la autonomía y al autoapoyo propugnados por la metodología de la Terapia Gestalt. Y, por tanto, esa persona no ha adquirido dichas herramientas o recursos de autoapoyo y autonomía. De este modo, el terapeuta ha pasado a ser percibido como un aliado de la parte sana del paciente. La interpretación por parte del terapeuta, por ejemplo, de un determinado gesto como una acusación, aunque podría corresponder a lo que en apariencia estaba ocurriendo, hubiera sido aliarse y reforzar la defensa del paciente. Por tanto, no hay ningún problema en utilizar las transferencias que emite el paciente. El punto esencial es hacerlas conscientes, esto es, reconocerlas y comunicarlas explícitamente. En este sentido, se hace transferible todo lo que pueda ser transferible, es decir, todo aquello que surja, que apunte a descubrir una figura parental significativa. Es evidente que la transferencia ocurre en el Aquí y Ahora, pero hay que tener en cuenta de que se trata de una proyección del pasado. Por lo tanto, hay que trabajar siempre desde el Aquí y Ahora y en forma de diálogo. Y, evidentemente, hay que saber diferenciar las expresiones del paciente que contienen transferencia y las que no la contienen, aunque se parezcan. Por ejemplo: 

Transferencia: El paciente trata inconscientemente al terapeuta como si fuera su padre.



No transferencia: El paciente le dice al terapeuta: Me gustaría tener un padre como tú.

Por otra parte, y siguiendo en este punto, como ya se conoce, la evitación del contacto tiene una doble lectura. Por un lado, produce esta evitación interferencias en el desarrollo pleno del organismo (resistencia, bloqueos, corazas, etc.); a su vez, también supone un valor de supervivencia en forma de mecanismos de protección, estrategias de dominio, etc. Es fundamental entender esta paradoja: la resistencia o bloqueo es para el paciente un auxilio y una ayuda. Son las dos caras de la misma moneda. Por tanto, la neurosis puede entenderse como una maniobra de protección frente a una amenaza grave.

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4.6

Interrupciones del contacto y modelo de neurosis.

Los mecanismos perturbadores del contacto adquieren diversas formas: 

Proyección: Rechazo del material a asimilar, devolviéndose al exterior.



Introyección: Recepción de un material que permanece sin asimilar.



Retroflexión: Los impulsos que tendrían que dirigirse al entorno, el sujeto los desvía hacia sí mismo. Las conductas espontaneas son inhibidas frecuentemente.



Confluencia: El organismo se funde con el entorno, perdiendo los límites entre Yo y Tú.



Deflexión: Es la evitación del contacto íntimo con el exterior.



Desensibilización: Es la anulación de las sensaciones.

En cualquier caso, el resultado es siempre el impedimento de la asimilación de la experiencia y, por consiguiente, el crecimiento de la persona, generando un modelo de neurosis que consta de cinco estratos que, posteriormente, se trabajarán en el encuentro terapéutico. 

Estrato falso: Es la persona como si, representa roles, juegos, persigue un ideal que, en el fondo, lo aleja de sí mismo. Hay una renuencia fundamental a aceptar las experiencias desagradables.



Estrato fóbico: Fundamentalmente, es la objeción a ser como se es. Es el lugar de: Yo debería de…, o Yo no debería…, Yo tendría que…, etc.



Estrato del impasse: Es la sensación de vacío, de confusión, de sentir no ser nada.



Estrato implosivo: Las energías para vivir se paralizan y quedan inactivas.



Estrato explosivo: Las necesidades y los sentimientos bloqueados se liberan y, por tanto, se expresan de una manera espontánea y saludable; la comprensión se convierte en expresión.

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Desde la Terapia Gestalt, se propone la «Teoría paradójica del cambio», Beisser citado por Fagan y Shepherd (1970) que introduce la perspectiva de que el cambio se produce cuando

uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. Básicamente, la Terapia Gestalt analiza las resistencias y los bloqueos, pero no para eliminarlos, sino para experimentarlos. No importa tanto el contenido como el proceso. Esto la hace ser flexible en cuanto a la técnica a utilizar, mientras se utilice bajo la filosofía implícita del marco teórico de referencia. Evidentemente este marco teórico implica unas reglas o principios que no deben entenderse como ordenes; no es una lista de lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Antes bien, suponen una situación de prueba en la que cada quien manifiesta su particular forma de evitar experimentarse plenamente a sí mismo y al ambiente. En este sentido, los principios más importantes a tener en cuenta son: 

El principio del Aquí y Ahora.



Toda comunicación incluye un Yo y un Tú.



Personalizar el lenguaje impersonal, para responsabilizarse de lo que se dice: Semántica de la responsabilidad y la participación.



Utilización del continuum de conciencia: De acuerdo con Perls (1969) insistencia en el qué y el cómo, … abandona tu mente y recobra tus sentidos.



No murmurar, estimulando la comunicación directa.

De cualquier forma, el requisito más importante, quizás sea el propio terapeuta, en la medida en que, efectivamente, comparta y viva la filosofía básica de esta orientación terapéutica.

Revisión Nº: 1. Enero 2013

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4.7

Transferencia positiva y transferencia negativa.

En términos generales, se puede decir que la transferencia positiva surge cuando el paciente siente ciertas gratificaciones por parte del analista y adquiere una predisposición hacia él con una actitud de afecto, actitud ésta diferente a lo que sería la normal cooperación consciente, producto de la alianza terapéutica. Por otra parte, la transferencia negativa ocurre cuando el paciente revive en la propia transferencia, los conflictos de su infancia, en la figura del terapeuta. Por su parte, Jung (1972) incide en este aspecto de la transferencia afirmando que: “… la transferencia determina muy fácilmente los errores de juicio que hacen aparecer al médico, de vez en cuando como un deus ex machina, fuera del cual no hay ni salvación ni realidad. Tal es el médico para su enfermo. El médico, en estos casos, debe decidir, con plena conciencia y plena independencia, en qué medida representa él, verdaderamente, un problema real para su paciente. En cuanto el plano del objeto se hace monótono e infructuoso para la interpretación, hay que ver en la persona del medico el símbolo de los contenidos inconscientes y proyectados del paciente. Si el analista no se entrega a esta labor, está expuesto a una doble eventualidad: a desvalorizar (y así destruir) la transferencia, refiriéndola a deseos infantiles, o, por el contrario, a tomar esa transferencia al pie de la letra y sacrificarse a sus exigencias (a despecho, con frecuencia, de las resistencias inconscientes del enfermo). Esta segunda posibilidad puede provocar graves daños en ambas partes, siendo, en general, el médico la parte más gravemente afectada…”

En estos términos, cabe afirmar que la transferencia positiva es el móvil más importante para superar las resistencias y hacer consciente aquello que es inconsciente. Cuando la transferencia se vuelve negativa, se convierte en una resistencia. Su análisis y disolución adquieren una gran importancia para poder continuar el trabajo terapéutico. Tanto la

transferencia positiva como la transferencia negativa, tienen una connotación más técnica que valorable, puesto que el análisis y la elaboración de ambas son útiles para el trabajo terapéutico.

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VV.. LLaa ccoonnttrraattrraannssffeerreenncciiaa 5.1

Concepto de contratransferencia

De acuerdo con Florenzano (1984) se llama contratransferencia al conjunto de actitudes, sentimientos y pensamientos que experimenta el terapeuta en relación con el paciente. Este concepto ha tenido diferentes implicaciones: desde la connotación negativa, para Freud, que lo considera un fenómeno a dominar totalmente, hasta la actual valoración de este proceso como una importante herramienta para entender los procesos transferenciales del paciente. Por su parte, la contratransferencia da cuenta de un hecho que es generalmente olvidado en otras terapias: tanto el paciente como el terapeuta están en una relación que es interactiva, por lo que el paciente se ve influido por el terapeuta, tanto como éste por el paciente. En general, la contratransferencia es un elemento decisivo en la función del analista como intérprete, y en su conducta cuando es objeto de expresiones transferenciales complejas por parte del paciente. En realidad, el terapeuta puede aplicarse a sí mismo lo mismo que decía Jung (1972) del paciente, en el sentido de que si el terapeuta es neurótico, su contratransferencia ha de ser igualmente neurótica. Por tanto, el que la propia estructura de carácter del terapeuta o sus propias reacciones participan en la interacción terapéutica es lo que determina que el conjunto de terapias interpretativas, sean del tipo que sean, incluso las cognitivo conductuales, constituyan un alto riesgo para el paciente. Concretamente, en Terapia Gestalt, cuando se habla de la presencia del terapeuta, también es necesario hablar, asimismo, de la contratransferencia y la autorresponsabilidad del terapeuta. En palabras del prestigioso terapeuta Gary Yontef (1995): “… no hay nada tan importante en terapia como la autorresponsabilidad del terapeuta y su habilidad de relacionarse dialogal y terapéuticamente, al margen del estilo de la personalidad del paciente (…) El terapeuta necesita un darse cuenta libre de remanentes de viejos asunto, para poder responder al paciente tal como es, para tener realmente una relación no contaminada por elementos transferidos y proyectados en el paciente…”

Por tanto, se puede concluir que una terapia eficaz necesariamente ha de pasar por que el terapeuta refleje con pulcra exactitud el Darse Cuenta propio del paciente, haciendo las necesarias observaciones no contaminadas, teniendo una clara perspectiva del siguiente Revisión Nº: 1. Enero 2013

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paso en el trabajo del paciente, sin imponer prejuicios, ni puntos de vista o realizando cambios espectaculares que sirvan para satisfacer sus propias necesidades. Naturalmente esto requiere de un sólido autoapoyo del terapeuta; y, por supuesto, no perder nunca de vista que la relación terapéutica, en el marco teórico de la Terapia Gestalt, se basa en la experiencia fenomenológica inmediata de paciente y terapeuta, por lo que el trabajo del terapeuta, básicamente, consistiría en explorar. No consiste en gratificar, confrontar o frustrar. La principal dirección es la exploración. En otro orden de cosas, al igual que la transferencia positiva, la contratransferencia positiva ofrece al terapeuta la energía necesaria para comprender el inconsciente del paciente. La

contratransferencia negativa interferiría en la motivación y la objetividad del terapeuta para llevar a cabo sus intervenciones y sería el resultado de la adopción de objetos negativos del paciente, o bien, podría ser consecuencia de una falsa comprensión debida a la desintegración de los propios objetos del analista. Así pues, para evitar los efectos perjudiciales de la contratransferencia, el analista ha de mantener una actitud activa que le permita mantener su contratransferencia en forma positiva. Es decir, ha de mantener una actitud de afecto hacia el paciente, a pesar de las agresiones que éste le infiera.

5.2

Indicadores de contratransferencia que interfieren con la terapia.

Según Menninger y Holzman (1973), estos indicadores actuarían como señales que confirmarían al terapeuta la existencia de una contratransferencia negativa que como se indica, que podría interferir en el buen curso de la terapia: 

Descuido del encuadre.



Somnolencia durante la atención del paciente.



Tendencia a pedirle favores al paciente.



Tratar de ayudar al paciente extraterapéuticamente.



Discutir con el paciente.



Cultivar la dependencia del paciente.



Tratar de impresionar al paciente o a colegas, con el caso.

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Demasiado interés en el caso.



Fomentar la resistencia del paciente.

Ante este tipo de contratransferencia, Menninger y Holzman (1973), recomiendan llevar a cabo acciones como: 

Estar atento ante la presencia de la contratransferencia, reconociendo sus fallos y aplicaciones.



Reconocer las manifestaciones de una contratransferencia de forma perturbadora.



Cuando se es consciente de la contratransferencia, hacer un repaso de la situación analítica con el paciente, tratando de identificar los actos o palabras del paciente que desencadenaron su reacción en el terapeuta.



No hacer una introspección tan grande sobre la propia contratransferencia que se pierda de vista al paciente.

No olvidar que el terapeuta es un ser humano, pues, al igual que sus pacientes, posee inconsciente, deseos, Asuntos Inconclusos, etc. Está fuera de la realidad creer que todo terapeuta es un súper-humano que puede manejar con facilidad y soltura la transferencia negativa del paciente, siendo capaz en todo momento de brindarle afecto, manteniendo una contratransferencia positiva, a pesar de que el paciente le agreda continuamente. Es un deber ético para el psicoterapeuta someterse periódicamente a sesiones de supervisión para poder conocer sus conflictos y limitaciones, tanto por su propio bien como por el bien de sus pacientes.

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VVII.. RReeffeerreenncciiaass BBiibblliiooggrrááffiiccaass 

Fagan, J. y Shepherd, I. (1970). Gestalt Therapy Now, Theory, Techniques, Applications. Traducido al castellano por: Wolfson, L., bajo el título: Teoría y Técnica de la Terapia Guestáltica. Editorial Amorrortu. Buenos Aires. 1976. Segunda edición.



Fenichel, O. (1974). Teoría Psicoanalítica de la Neurosis. Editorial Paidós. Buenos Aires.



Freud, A. (1980). El Yo y los Mecanismos de Defensa. Editorial Paidós Ibérica. Barcelona.



Freud, S. (1985). Compendio del Psicoanálisis. Editorial Tecnos. Madrid.



Florenzano, R. (1984). Psicoterapias Dinámicas. Editorial Universitaria. Santiago de Chile.



Hatcher C. y Himmelstein P. (1983). The handbook of Gestalt Therapy. Jason Aronson Inc. USA.



Jung, C. (1972). La Psicología de la Transferencia. Editorial Paidós. Buenos Aires.



Meninger, K. y Holzman, P. (1973). Teoría de la Técnica Psicoanalítica. Editorial Psiqué. Buenos Aires.



Perls, F. (1969). Gestalt Therapy Verbatim. Traducción al castellano por: Huneeus, F., bajo el título: Sueños y Existencia. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile. 1998.



Perls, F., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951). Gestalt Therapy. Excitement and Growth in The Human Personality. Traducido al castellano por: Vázquez, C., bajo el título: Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana. Ediciones Impresiones de Galicia S.L., Oleiros. Los Libros del CTP. Madrid. 2001.



Racker, H. (1990). Estudios Sobre Técnica Psicoanalítica. Editorial Paidós. Buenos Aires.



Yontef, G. (1995). Proceso y Diálogo en Terapia Gestalt. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile.

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VVIIII.. AAnneexxooss Anexo 1. Bibliografía recomendada para la consulta 

Martínez

Robles,

Yaqui

Andrés.

(2007)

Sobre

La

Transferencia

y

la

Contratransferencia. En Figura / Fondo. No. 1. Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. No. 21. México. 

VV.AA (1981) Transferencia y Contratransferencia en terapia gestáltica. Acta psiquiatría y psicología. América. Latina. 1981, 27, 304−310

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Anexo 2. La Teoría Paradójica del cambio

Extraído del libro: Teoría y Técnica de la Terapia Guestáltica. (Pág.: 25-31). De: Arnold Beisser citado por Fagan, J. y Shepherd, I. Editorial Amorrutu. 1976 Durante cerca de medio siglo -la mayor parte de su vida profesional-, Frederick Perls vivió en conflicto con los sistemas psiquiátricos y psicológicos establecidos. Trabajó sin concesiones en su propia orientación, lo cual le llevó a librar frecuentes combates contra los representantes de concepciones más convencionales. Sin embargo, en los últimos años Perls y su Terapia Gestalt han llegado a armonizar con una porción cada vez mayor de la teoría vinculada con la salud mental y de la práctica profesional. El cambio producido no obedece a que Perls haya modificado su posición (aunque su obra sufrió algunas transformaciones) sino a que las tendencias y conceptos en este ámbito se han aproximado a él y a su obra. En el conflicto que mantuvo Perls con el orden vigente se halla la simiente de su teoría del cambio. Aunque él no la delineó explícitamente, esta teoría forma el sustrato de gran parte de su obra y está implícita en la práctica de las técnicas de la Terapia Gestalt. La llamaré teoría paradójica del cambio, por motivos que resultarán evidentes. Brevemente enunciada, dice así: el cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. El cambio no tiene lugar merced al intento coactivo realizado por el individuo para cambiar o por otra persona para cambiarlo, pero sí tiene lugar cuando aquél invierte tiempo y esfuerzo en ser lo que es -en entregarse plenamente a su situación actual-. Al rechazar el papel de agentes del cambio, posibilitamos un cambio significativo y metódico. El terapeuta Gestalt rechaza su papel de “cambiador”, pues su táctica consiste en estimular, incluso insistentemente, al paciente para que sea lo que es y en el lugar en que lo es. Cree que el cambio no tiene lugar por el “intento, la coacción o la persuasión, ni tampoco merced al insight, la interpretación o algún otro medio semejantes; sostiene, por el contrario, que el cambio puede producirse cuando el sujeto abandona, siquiera por el momento, la idea de lo que quisiera llegar a ser, e intenta ser lo que es. La premisa es que uno debe pararse en un lugar con el fin de tener una buena base para moverse, y que sin esa base es difícil o imposible todo movimiento. La persona que acude a la terapia en busca de cambio está en conflicto con dos fuerzas intrapsíquicas antagónicas, por lo menos. Se desplaza constantemente entre lo que él “debería ser” y lo que supone que “es”, sin identificarse cabalmente con ninguno de los dos aspectos. El terapeuta Gestalt le solicita que se entregue plenamente a sus roles, en forma sucesiva: le pide simplemente que sea lo que es en ese mismo momento. El individuo va en busca del terapeuta porque desea cambiar. Muchos terapeutas aceptan este objetivo como legítimo y se lanzan por varios medios a la tentativa de cambiarlo, estableciendo así lo que Perls denomina la dicotomía del “opresor y el oprimido”. El terapeuta que procura ayudar al paciente se aparta de la situación igualitaria (aunque su meta es que el paciente llegue a ser su igual) y se convierte en el experto conocedor, mientras su paciente queda transformado en la persona desvalida. El terapeuta Gestalt supone que la dicotomía mencionada ya existe dentro del sujeto, que una de las partes trata de cambiar a la otra y que él como terapeuta debe evitar verse atrapado en uno de esos roles. Con el fin de eludir esta trampa estimula al paciente para que acepte ambos roles como propios, en forma sucesiva.

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El terapeuta analítico, por el contrario, emplea elementos tales como los sueños, las asociaciones libres, la transferencia y la interpretación para lograr un insight que, a su vez, pueda originar un cambio. El terapeuta conductista recompensa o castiga una conducta con vistas a modificarla. El terapeuta Gestalt cree que ha de alentarse al paciente a hacer suyo todo lo que esté experimentando en ese momento, sea ello lo que fuere. Piensa con Proust, que “para curar un sufrimiento es preciso experimentarlo plenamente”. El terapeuta Gestalt piensa por añadidura que el hombre es, en su estado natural, un ser único y total, no fragmentado en dos o más partes opuestas. En su estado natural, experimenta un cambio constante, fundado en la transacción dinámica entre el sí-mismo y el ambiente. Kardiner ha observado que al desarrollar su teoría estructural de los mecanismos de defensa, Freud transformó los procesos en estructuras (p. ej., el proceso de rechazar el rechazo). El terapeuta Gestalt concibe el cambio como una posibilidad cuando ocurre lo contrario, vale decir, cuando las estructuras son transformadas en procesos. En tal circunstancia el individuo está abierto a un intercambio participante con su ambiente. Si los sí-mismos alienados y fragmentarios de un individuo adoptan roles separados y estratificados, el terapeuta Gestalt fomenta la comunicación entre los roles; puede solicitarles de hecho que hablen entre sí. Si el paciente plantea objeciones a esto o exhibe un bloqueo, el terapeuta le pide simplemente que se entregue plenamente a la objeción o al bloqueo. La experiencia demuestra que cuando el sujeto se identifica con los fragmentos alienados, se produce la integración. De esa manera, siendo –plenamente- lo que es, puede llegar a convertirse en alguien distinto. El propio terapeuta no procura cambiar sino solamente ser lo que él es. Los esfuerzos realizados por el paciente para que el terapeuta se ajuste a alguno de sus estereotipos acerca de la gente –v. gr. para que sea una “persona que ayuda”, o un “opresor”– crea conflictos entre ambos. Se llega a término cuando cada uno de ellos puede ser él mismo y mantener a la vez íntimo contacto con el otro. También en el terapeuta se promueve un cambio mientras procura ser él mismo delante de otra persona. Este tipo de interacción mutua genera la posibilidad de que un terapeuta alcance mayor eficacia, cuanto mayores sean sus cambios, pues al estar abierto al cambio probablemente ejerza máxima influencia sobre el paciente. ¿Qué es lo que ha sucedido en los últimos cincuenta años para que esta teoría del cambio, implícita en la obra de Perls, sea juzgada ahora aceptable y valiosa y haya llegado a ser corriente? Las hipótesis de Perls no han cambiado, pero la sociedad sí. Por primera vez en la historia, el hombre se encuentra en una situación tal que, en vez de tener que adaptarse a un orden vigente, debe ser capaz de adaptarse a una serie de órdenes cambiantes. Por primera vez en la historia de la humanidad, la duración de la vida individual es mayor que el lapso necesario para que tengan lugar cambios sociales y culturales fundamentales. Además, la rapidez con que se producen tales cambios es cada vez mayor. Las terapias que apuntan al pasado y a la historia del individuo lo hacen en el supuesto de que una vez que éste haya resuelto los problemas vinculados con un suceso traumático personal (por lo general acontecido en la infancia o la niñez), estará preparado para hacer frente al mundo durante todo el resto de su vida; pues se considera que el mundo es un orden estable. En la actualidad, empero, el problema es discernir cómo está ubicada una persona con respecto a una sociedad en transformación. Enfrentada con un sistema pluralista, multifacético y cambiante, queda librada a sus propios recursos para encontrar la estabilidad.

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Debe hacerlo mediante un método que le permita moverse en forma dinámica y flexible con los tiempos, sin perder, a la vez, el giroscopio central que la guíe. Ya no puede hacerlo apelando a ideologías, que devienen caducas, sino que debe recurrir a una teoría del cambio, explícita o implícita. El objetivo de la terapia no es tanto desarrollar un buen carácter fijo sino la capacidad de moverse con los tiempos al par que se conserva cierta estabilidad individual. Además del cambio social, que ha hecho que las necesidades contemporáneas armonizaran con su teoría del cambio, la propia tenacidad de Perls y su renuencia a ser lo que no era le permitieron estar en condiciones para sumarse a la sociedad cuando la sociedad estuvo en condiciones de acogerlo a él. Perls debió ser lo que era a pesar de la oposición de la sociedad –o quizás incluso a causa de ella-. No obstante, a lo largo de su vida llegó a integrarse con muchas de las fuerzas profesionales actuantes en su campo, de la misma manera que el paciente puede integrarse con las partes alienadas de sí mismo merced a una terapia eficaz. En la actualidad, el ámbito de preocupaciones de la psiquiatría se ha extendido más allá del individuo, a medida que se hizo evidente que el problema fundamental que nos aguarda es el desarrollo de una sociedad que brinde su apoyo a la individualidad del individuo. Tengo la convicción de que la teoría el cambio que aquí esbozamos es aplicable también a los sistemas sociales, que dentro de estos últimos el cambio ordenado se alcanza mediante la integración y la totalización, y que la función principal del agente de cambio social es trabajar dentro de una organización, de modo tal de estar sujeto a un cambio congruente con el mudable equilibrio dinámico que existe dentro y fuera de dicha organización. Ello exige que el sistema tome conciencia de los fragmentos alienados internos y externos, a fin de incorporarlos a las actividades funcionales básicas por medio de procesos análogos a la identificación en el individuo. En primer lugar, se produce dentro del sistema la conciencia de que existe un fragmento alienado; luego, se acepta dicho fragmento como el producto legítimo de una necesidad funcional que es movilizada en forma explícita y deliberada, y a la que se otorga la facultad de operar como fuerza explícita. Esto, a su vez, promueve la comunicación con otros subsistemas y facilita un desarrollo integrado y armonioso del sistema en su conjunto. Dado que la aceleración que sufre el cambio lleva un ritmo exponencial, encontrar un método ordenado para el cambio social es decisivo para la supervivencia de la humanidad. La teoría del cambio aquí propuesta tiene sus raíces en la psicoterapia; fue elaborada como resultado de relaciones terapéuticas diádicas. Sugerimos, empero, que los mismos principios rigen para el cambio social, que el proceso de cambio individual no es más que un microcosmos del proceso de cambio social. Los elementos discordes, no integrados, antagónicos constituyen una amenaza fundamental para la sociedad así como para el individuo. La estratificación de viejos y jóvenes, ricos y pobres, negros y blancos, profesionales y empleados, etc., separados entre sí por barreras generacionales, geográficas o sociales, representa un peligro para la supervivencia de la humanidad. Debemos encontrar procedimientos para vincular a estos fragmentos estratificados entre sí, en calidad de niveles de un sistema de sistemas integrado y participante. La teoría paradójica del cambio aquí propuesta se funda en las estrategias formuladas por Perls en su Terapia Gestalt. A mi juicio, ellas son aplicables a la organización y desarrollo comunitarios y a otros procesos de cambio compatibles con el marco político democrático.

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