FÚTBOL Y GÉNERO. EL MUNDIAL DE CANADÁ

  FÚTBOL Y GÉNERO. EL MUNDIAL DE CANADÁ M. Lourdes Santos Pérez Universidad de Salamanca [email protected] RESUMEN.- La presente comunicación analiza al

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FÚTBOL Y GÉNERO. EL MUNDIAL DE CANADÁ

M. Lourdes Santos Pérez Universidad de Salamanca [email protected]

RESUMEN.- La presente comunicación analiza algunas de las reacciones que tuvieron lugar en las redes sociales con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol Femenino el pasado mes de junio en Canadá. La hipótesis que guio mi trabajo es que, con carácter general para el deporte, y específicamente para el fútbol, las consideraciones de género, además de estar presentes, constituyen uno de los problemas éticos más acuciantes involucrados en su práctica. A partir de la selección, sin pretensiones exhaustivas, y del seguimiento de algunas cuentas en Twitter (fundamentalmente de periodistas y comentaristas deportivos, profesores universitarios, jugadoras de fútbol, entrenadores y público aficionado), adoptando la técnica de observación participante, se procede a reconstruir y sistematizar el debate que se suscitó en torno a este evento. El resultado más inmediato que se extrae del mismo es que las consideraciones de género ocuparon un lugar central en la discusión, más allá de matices o de aspectos diversos que fueron tratados. Con un alcance más general, se concluye que, en el caso del fútbol femenino, se está ante una práctica que ha sido configurada, desarrollada (y ahora replicada en el debate) sobre la base de presupuestos y criterios discriminatorios fundados en este motivo. En este sentido, se insiste, fundamentalmente, en mostrar la relación del lenguaje con el género y en revelar el sesgo sexista implícito en ciertas prácticas configuradas de un modo aparentemente neutro. PALABRAS CLAVE.- Fútbol, Género, Discriminación.

I.En la presente comunicación, se analizan algunas reacciones que tuvieron lugar en las redes sociales con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol Femenino, en junio de 2015, en Canadá.

La hipótesis de mi trabajo es que, con carácter general para el deporte, y específicamente para el fútbol, las consideraciones de género, además de estar presentes, constituyen uno de los problemas éticos más acuciantes involucrados en su práctica.

Para corroborar dicha hipótesis, sin pretensiones exhaustivas, a partir de la selección y del seguimiento de ciertas cuentas en Twitter1 (fundamentalmente de periodistas deportivos, profesores universitarios, jugadores de fútbol, entrenadores y público aficionado2) y adoptando la técnica de observación participante3, he procedido a

                                                             1 Por concretar aún más, los denominados “hashtags” (o etiquetas) han sido los datos claves para el análisis en este trabajo. Como es sabido, un “tweet” es un mensaje cuyo límite de extensión son 140 caracteres. Puede contener letras, números, signos, enlaces y “hashtags”. Éstos últimos son los que permiten fijar el tema o el enfoque que se le pretende dar a la publicación o relacionarlo con un tema que se encuentra en el “trending topic” (o tendencias del momento). Formalmente se identifican con el símbolo #. Para esta investigación, he utilizado los siguientes hashtags: #Canada2015; #FutbolFemenino; #SoñarEnGrande; #SoñarDespierto; #ElFutbolYaNoEsLaPolla; #Nosois23somostodoelfutfem; #Futfem. 2

@rojastorrijos; @VeroBoquete; @IsaRMore; @ktapun13;@priscilaborja; @david_menayo;

@AEJF1; @CesiMartin; @detaconlab; @todofutboleras; @vandergresda; #ProtagonistasDJ; @RocioMartinezM; @antoniomglez; @WebFFemenino; @ClauR_ffemenino; @palomamonris; @todofutboleras;

@mariamentxaka;

@podemosjugar. 3

Mi cuenta en twitter es @Enlaperplejidad.

@Begoa46;

@FutFemdelMundo;

@lusntgo;

reconstruir y sistematizar el debate que se produjo en torno a este evento deportivo4. En este sentido, cuatro son los puntos o temas que despertaron un mayor interés. 1. “La guerra del césped”5. La preparación de la competición estuvo rodeada de una fuerte polémica, que tuvo su reflejo en las redes sociales. El origen está en la decisión adoptada por la FIFA y la Federación de Fútbol de Canadá, el país anfitrión, en el sentido de que los partidos se disputasen en césped artificial y no en hierba natural. Esto desembocó, después de distintas vicisitudes, en la interposición por parte de un grupo de jugadoras, representantes de la élite del fútbol femenino mundial, de una demanda por discriminación ante un tribunal de Derechos Humanos del lugar que acogía el acontecimiento.

Tres son las razones que esgrimieron las deportistas para considerar que dicha decisión resultaba inherentemente discriminatoria y les generaba un daño. Concretamente: porque las forzaba a competir en una superficie que altera el modo de jugar; porque las exponía al riesgo de sufrir daños severos; y porque devaluaba su sentido de la dignidad, su salud mental y su autoestima al obligarlas a competir en superficies de segunda categoría ante una audiencia global. Y tres son también las razones que daban consistencia a sus argumentos. A saber: porque con la decisión de que el Mundial se celebrase en estadios de hierba artificial, las jugadoras no recibirían el mismo tratamiento que los jugadores varones a la hora de participar en un evento de estas características (aquí la cuestión clave es que la superficie donde se disputa la competición es crucial para su buen desarrollo, a diferencia de lo que acontece en la práctica de otros deportes); porque esa diferencia de trato se fundaba en el sexo (desde el año 1930 todos los campeonatos mundiales de fútbol masculino se han jugado en césped natural, existiendo, por lo demás, pruebas directas de que la FIFA y la Federación de Fútbol Canadiense, en relación con la organización y la gestión de las competiciones de fútbol femeninas, han adoptado decisiones discriminatorias); y,                                                              4 Algunos datos avalan la enorme repercusión que tuvo en los media y en las redes sociales de nuestro país la celebración del Mundial de Canadá. Así, por ejemplo, los diarios Marca y As llevaron a sus portadas el debut de la Selección Española; alrededor de un millón de espectadores vieron por televisión el primer partido disputado contra Costa Rica; y el hastag #SoñarEnGrande se convirtió en “trending topic” con más de treinta y seis mil tuits. 5

Presento los temas tomando pie en títulos o expresiones aparecidas en las cuentas que analizo.

finalmente, porque esa diferencia de tratamiento ni se justificaba en razón al fin perseguido, ni guardaba una conexión esencial con éste, ni resultaba proporcional al daño que se quiere evitar (puesto que la excelencia en este deporte depende de las condiciones del terreno donde se practique, no se entiende que vaya a desarrollarse en condiciones inferiores; además, el hecho de que ya se hayan tomado algunas decisiones con indudables repercusiones económicas no justifica la comisión de un daño mayor, como es la exposición de las jugadoras a daños físicos severos)6.

Aunque el procedimiento concluyó sin una resolución sobre el fondo del asunto -las jugadoras, por una cuestión de plazos procesales, decidieron desistir del mismo-, éste sirvió, además de para que el acontecimiento obtuviera repercusión mediática, para poner de manifiesto las enormes desigualdades que, fundadas única y exclusivamente en consideraciones de género, acompañan la práctica del fútbol femenino a nivel mundial.

2. “¿Mundial Femenino de Fútbol o Mundial de Fútbol Femenino?”. Aunque las cuentas de Twitter analizadas utilizan indistintamente ambas expresiones para referirse a la competición, algunos usuarios mostraron explícitamente su rechazo a la segunda de ellas. La razón que han esgrimido, básicamente, es que no existen dos prácticas deportivas distintas, esto es un fútbol de hombres y un fútbol de mujeres; afirmar tal cosa, sostienen, equivaldría a reconocer que el fútbol que juegan las mujeres es de menor calidad -“menos fútbol”, en una palabra- que el que juegan los hombres.

A mi juicio, aunque es cierto que el fútbol de las mujeres es “tan fútbol” como el de los hombres, creo que hay una razón importante para preferir la expresión “fútbol femenino”. De este modo, se estaría buscando enfatizar, y denunciar al tiempo, la existencia de diferencias substanciales no justificadas en el tratamiento que se da a una y a otra práctica deportiva.

En este sentido, en fechas muy próximas a la celebración del evento, el medio digital Quartz publicó un artículo con el sugerente título “Six charts to show anyone who thinks women´s soccer is treated equally to men´s” donde, valiéndose de tablas estadísticas, advertía de la existencia de algunas diferencias relevantes. Singularmente,                                                              6 En otro lugar, y con un enfoque algo distinto, me he ocupado de este tema en Santos (2015).

en relación con seis variables nada desdeñables: la cuantía de la prima por ganar el mundial (ocho millones de dólares en el caso de la selección masculina ganadora del Mundial de Brasil, frente a los dos millones que percibió cada una de las jugadoras de la selección norteamericana), el salario mínimo en la liga profesional norteamericana (veinte mil dólares de diferencia a favor de los hombres), los ingresos percibidos por sus mejores profesionales (alrededor de ochenta millones de dólares ganó Cristiano Ronaldo en 2015, frente a los tres millones de Alex Morgan), la asistencia de público a las competiciones (veinte mil espectadores de diferencia en la final masculina comparada con la femenina), la presencia en órganos de gobierno (que es de 8:1 a favor de los hombres), y el tipo de superficie donde se practica el juego (hierba artificial en el caso del mundial de Canadá)7. Por si esto no fuera suficiente, cuando redacto estas líneas, los medios de comunicación internacionales se han hecho eco de la querella que cinco jugadoras de la selección de Estados Unidos han presentado contra la Federación Norteamericana de Fútbol por discriminación salarial. A pesar de los éxitos que han cosechado a nivel internacional, denuncian que ganan un 40% menos que sus homólogos masculinos8.

3. “Son jugadoras, no chicas”. A medida que la participación española en el Mundial de Canadá fue teniendo una mayor repercusión -la eliminación en la primera fase de la competición, junto con las declaraciones de las jugadoras en las que pedían la dimisión de su seleccionador contribuyó decisivamente a ello-, surgieron algunas reacciones contra ciertas expresiones empleadas por los medios. Concretamente, la alusión a las                                                              7 (“Six charts to show anyone who thinks women´s soccer is treated equally to men´s”, 2015). Quartz tiene más de cinco millones de usuarios cada mes y aproximadamente el 70% de su tráfico proviene de las redes sociales. 8

En declaraciones al periódico The New York Times, una de las jugadoras, Carol Lloyd, actual

Balón de Oro, ha señalado que "Los números hablan por sí mismos. Somos las mejores del mundo. Hemos ganado tres Mundiales y cuatro oros olímpicos y el USMNT (Federación estadounidense) paga más por aparecer que por ganar un gran campeonato". En ese mismo medio, el abogado que lleva el recurso a las deportistas ha denunciado que "Es el caso más fuerte de discriminación contra mujeres deportistas que he visto nunca". (“Top Female Players Accuse U.S. Soccer of Wage Discrimination”, 2016). Este mismo periódico ha publicado un reportaje interactivo donde ilustra dichas discriminaciones (“How Much Less Are Female Soccer Players Paid?”, 2016).

jugadoras como “las chicas” en diferentes contextos fue tildada de machista. Con distintos énfasis, fue general la opinión que se difundió en las redes en el sentido de considerar que, mientras que los media aluden a los hombres por el deporte que practican, a las mujeres se limitan a designarlas despectivamente como “las chicas”.

Algunas consideraciones muy generales sobre filosofía del lenguaje pueden permitir aclarar un poco más el alcance de estos comentarios. Como es sabido, el lenguaje constituye un medio de comunicación muy versátil que permite llevar a cabo infinidad de tareas: desde describir (pongamos por caso) un evento a criticar (por ejemplo) una conducta, además de ordenar, proponer, prometer, etc. A partir de esta premisa, algunos autores que cultivan esta disciplina se han propuesto llevar a cabo una clasificación de estas actividades bajo el presupuesto de que cada una de ellas puede comprenderse como un uso del lenguaje. De este modo, se han sugerido cuatro grandes usos: asertivo o descriptivo, prescriptivo o directivo, realizativo u operativo, y expresivo. A la primera categoría pertenecerían todas las expresiones que describen o informan sobre hechos, personas, objetos, etc. La segunda comprendería las expresiones que utilizan el lenguaje con el fin de dirigir o influir en la conducta de alguien. La tercera sería una categoría bastante amplia, en el sentido de que en ella se inscribirían usos del lenguaje muy diversos que compartirían una característica fundamental: todos ellos sirven para hacer cosas (a partir de las palabras; por ejemplo, una promesa). Y a la cuarta pertenecerían aquellas expresiones que sirven para exteriorizar emociones o juicios de valor al mismo tiempo que tratan de influir en las emociones o en los juicios de valor de los otros.

A mi juicio, sin dudarlo, el empleo en los medios de la expresión “las chicas”, para referirse a las jugadoras de la selección, se enmarcaría dentro de este último uso. Lo que se busca, por insistir en la idea, no es informar o transmitir objetivamente una información, sino que en la expresión aparecía incorporado un (pre)juicio. Por si quedasen dudas al respecto, pensemos en las connotaciones sexistas que lleva aparejada la expresión “las chicas de Quereda”, que abrió la cabecera de muchos informativos para aludir a la polémica que se suscitó cuando las jugadoras, al concluir el Mundial, pidieron la dimisión de su seleccionador.

4. “¿Hombre o mujer?”. Con el Mundial de Canadá, también ganaron impacto mediático algunos debates éticos relacionados con la práctica deportiva. Me estoy

refiriendo, concretamente, a la problemática asociada a los tests de verificación de sexo a los que fueron sometidas las jugadoras por mandato de la FIFA. Aunque se trata de un tema complejo, de múltiples aristas, vale la pena realizar algunos comentarios generales.

Para empezar, aunque la FIFA, en su reglamentación, no distingue entre sexos, lo cierto es que éstos solo se aplicaron a las futbolistas (en el Mundial de Brasil no hay constancia de que se llevasen a cabo este tipo de pruebas entre los miembros masculinos de las diferentes selecciones nacionales).

Ahora bien, dado que no toda diferencia de trato resulta a priori injustificada, hay que ver si ésta tiene alguna base, máxime teniendo en cuenta que la puesta en práctica de medidas de esta naturaleza puede poner en riesgo el ejercicio de derechos fundamentales como el derecho a la dignidad, el derecho a la intimidad personal y el derecho a la identidad sexual9. En este sentido, el máximo órgano rector del fútbol mundial se justificaba alegando que “los andrógenos u hormonas sexuales masculinas promueven e intensifican el rendimiento, especialmente en aspectos como la fuerza física, el vigor y la velocidad, una situación que puede proporcionar ventaja e influir en el resultado de los partidos”. De lo que se trataría, en suma, es de garantizar que, de nuevo en palabras de la FIFA, el elenco de participantes resulte “totalmente parejo e igualitario”10. Pues bien, hay al menos tres argumentos que pueden servir para rebatir este parecer. En primer lugar, desde un punto de vista estrictamente científico, las pruebas de verificación de sexo resultan inexactas y, como tal, pueden arrojar resultados contradictorios, o no son concluyentes11. En segundo lugar, resulta discutible que “la fuerza física, el rigor y la velocidad” a los que se refiere la FIFA, el rendimiento en suma, dependa de un único factor como es los niveles de testosterona12. En tercer lugar,                                                              9 Pérez Triviño y Cañizares, 2015. 10

El instrumento normativo aprobado por la FIFA para regular esta cuestión es el Reglamento

para la Verificación de Sexo. 11

Recientemente, Katrina Karkazis (2015a), una de las máximas especialistas en la materia, ha

acuñado la expresión “A testosterone sex gap” para poner de manifiesto este hecho. 12

Esta misma autora (2015b), en una entrevista concedida recientemente al diario El País, ha

señalado que “En realidad, la testosterona (producida de forma natural) no es únicamente masculina y la ventaja que otorga es la misma que tener más altura, flexibilidad o mejores pulmones”.

la decisión de la FIFA se apoya en un presupuesto teórico muy discutible como es que las categorías de hombre y de mujer sean meramente biológicas. Desde diferentes disciplinas, se ha puesto el acento en el hecho de que estamos ante categorías que son también construcciones sociales y que, como tales, se articulan sobre la base de factores diversos, distintos de la biología, como la educación, la psicología, o los estereotipos e imaginarios sociales. Por eso, no tiene nada de extraño que algunos expertos hayan terminado tildando el debate de “ético y social”, identificando como eje fundamental del mismo la cuestión de cómo entendemos la diversidad humana13.

II.La reconstrucción que se ha llevado a cabo en las líneas precedentes del debate que se generó en las redes sociales (específicamente en Twitter) en torno a la celebración del Mundial de Canadá confirma que, más allá de matices o aspectos diversos que fueron tratados, las consideraciones de género ocuparon un lugar central. Abundando en la idea, la discusión ha puesto de manifiesto cómo en el caso del fútbol femenino se está ante una práctica que ha sido configurada, desarrollada -y ahora replicada- sobre la base de presupuestos y criterios discriminatorios fundados en el sexo.

En este sentido, de forma más concreta, dos son las cuestiones que destacan: por una parte, el sesgo sexista implícito en ciertas prácticas configuradas de un modo aparentemente neutro (me estoy refiriendo, de un lado, a la decisión de que el campeonato se jugara en hierba artificial y, de otro, a los tests de verificación de sexo a que fueron sometidas las jugadoras); por otra, la relación del lenguaje con el género (la discusión sobre cómo designar el acontecimiento deportivo y la relacionada con el empleo de algunas expresiones para referirse a las jugadoras suponen la ilustración de este punto).

Una última consideración. Si, como se ha querido demostrar, el fútbol femenino es una práctica deportiva donde persiste la discriminación por razón del sexo, entonces la reflexión que se articule en torno a la misma debe estar orientada a proporcionar argumentos que, en último término, justifiquen el establecimiento por parte de los                                                              13 “What looks like a controversy rooted firmly in science is ultimately a social and ethical one concerning how we understand and frame human diversity.” (Karkazis, 2015a).

distintos agentes implicados de tratos preferentes y de cuotas con el fin de alterar una situación injusta. De ahí que algunas medidas que se están proponiendo, a pesar de la buena intención que sin ninguna duda guía a sus proponentes, se queden cortas, pues el problema no es atender desde el punto de vista normativo una diferencia de facto para prevenir una injusticia, sino revertir un estado de cosas que ya es injusto14.

BIBLIOGRAFÍA CITADA.-

Karkazis,

K.

(2015a).

Debating

a

Testosterone

sex

gap

(en

línea).

http://www.sciencemag.org/content/348/6237/858.full?ijkey=nlGJdCC6LULQM&keyt ype=ref&siteid=sci, acceso 7 de abril de 2016.

Karkazis, K. (2015b). ¿Hombre o mujer? La ciencia que sólo sirve para discriminar a los

deportistas

(en

línea).

http://elpais.com/elpais/2015/07/28/ciencia/1438077150_606978.html

Pérez Triviño, J. L., Cañizares, E. (2015). La insensibilidad de género de la FIFA (en línea).

http://www.futbolyfilosofia.com/#!La-insensibilidad-de-g%C3%A9nero-de-la-

FIFA/c210t/55841c050cf2c5a6c8fbc9d2, acceso 7 de abril de 2016.

Santos, L. (2015). El Mundial de Canadá, un capítulo más en la historia de la discriminación sexual en el fútbol. Fair Play. Revista de Filosofía, Ética y Derecho del Deporte, 3: 2, 135-153.

“Six charts to show anyone who thinks women´s soccer is treated equally to men´s” (2015). http:// qz.com/445818, acceso 7 de abril de 2016.

                                                             14 En realidad, este trabajo forma parte de un proyecto más amplio en el que, recurriendo a diversas técnicas (por ejemplo, el análisis de sentencias judiciales), se aborda el problema de la discriminación por razón de género en la organización, la gestión y la práctica del fútbol femenino. 

“Top Female Players Accuse U.S. Soccer of Wage Discrimination” (2016). http://www.nytimes.com/2016/04/01/sports/soccer/uswnt-us-women-carli-lloyd-alexmorgan-hope-solo-complain.html, acceso 7 de abril de 2016.

“How

Much

Less

Are

Female

Soccer

Players

Paid?”

(2016),

2016http://www.nytimes.com/interactive/2016/03/31/sports/soccer/us-women-soccerwage.html?_r=0, acceso 7 de abril de 2016.

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