garage matías solar del 12 al 19 de diciembre 2014

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Sagrada Mercancía es una organización artística de carácter independiente y autogestionada, que busca promover la práctica de las artes visuales por fuera de los medios oficiales y/o financiados por la institucionalidad. Nuestro objetivo es tanto poder asentar un espacio crítico de reflexión estética como promover el intercambio con otras iniciativas o proyectos relacionados con la producción, exhibición e inscripción de obras de arte de naturaleza independiente y de calidad. Somos un lugar de enunciación artística y teórica que intenta levantar un precedente de trabajo alternativo a la “crítica cultural” producida, promovida y financiada por el estado chileno. Pensamos que las artes en sus diversas manifestaciones y en especial las artes visuales y la crítica estética, no pueden ser reducidas a un procedimiento de negociación burocrático cuya obra y obrar acaba siendo finalmente la «publicidad cultural» del régimen neoliberal al cual se sometió mediante concurso. Dudamos de toda la empresa de estetización política que distingue y legitima los estilos críticos de los artistas, curadores y teóricos formateados por los fondos de subvención cultural privados o públicos. Nuestra toma de posición apuesta por un territorio autónomo capaz de sostener una relación crítica real con las actuales condiciones de producción y recepción de las artes visuales nacionales. No comparecemos bajo ningún radicalismo ortodoxo ni reblandecimiento intelectual de sobrevivencia. Deseamos abrir un campo de poder en un plano espacial y temporal, llevando un proceso de inserción contextual y autoral de nuevas propuestas visuales. Creemos que el desarrollo de esta iniciativa está destinado a diferenciar y valorizar una forma crítica de pensar la inserción social de las artes visuales en el espacio local.

Santiago, 2014

garage de

matías solar

del 12 al 19 de diciembre 2014

Acrílico, esmaltes, barnices, pintura metalizada, glitter y pegamento industrial sobre tela de lona cruda dimensiones variables 2014

Objetos encontrados, plástico polipropileno metalizado y cinta adhesiva Dimensiones variables 2014

Acrílico, café, glitter y barnices sobre tela 185 x 390 cm (185 x 195 cm cada panel) 2014

GARAGE Juan Pablo Correa Páez

La periodicidad de los procesos creativos en las actividades artísticas cercanas a la obviedad de un hobby, arte y artesanía, tareas, asignaturas, rutinas y terapias, proyectos abyectos y actos fallidos, en fin, la generación de obras dejan a su paso un rastro detrimental de sobras como en la culinaria, extras en lo visual, retazos en el trabajo de taller, chatarra pal kilo o su más directo final, basura. Matías Solar, 1984, vive y trabaja en Santiago de Chile. El ejercicio anamnésico, foto oficial de los anuarios pasados y los que vienen. Las facilidades o instalaciones de las escuelas de arte intentan ofrecer la ampliación del quehacer del estudiante (u otro escolar en otra área). Recursos más, recursos menos, tratan de proveer la noción de campus, generación y concentración. Esta fase terminada o abandonada deja sus resabios de alianzas, ideas, fuerza y enemigos en común. Las evaluaciones quedarán atrás, no volverán con sus décimas y porcentajes. Liberados ahora enfrentados a las casillas de los formularios, el timbraje y los documentos ante notario. El campo de acción es infinito, lo sesga la tómbola de los fondos estatales y el abandono de la comunión con las aulas. Una vez libreta. Volver es reincidir.

La errancia es una vasta condena piensa una gárgola esculpida con una mueca sarcástica sentada en una maleta en la terminal del aeropuerto de Denver. El arte y el crimen no pagan. Arte y vida confabulan se mezclan en un combate constante. Lejos de la suntuosidad del arte contemporáneo occidental, donde Jason Rhoades hace gala del consumerismo como un gesto artístico, Solar en la dirty-south-america va al choque en un sentido opuesto desde el grado zero del consumo. En la carencia de espacios de trabajo y vivienda, workplaces o atelieres, en la recolección de materiales en zonas de alto trafico (Meiggs-Patronato-La Vega), siempre algo queda, expresiones más brutas traducidas al gesto pictórico con base en el dibujo, aplicaciones directas a la pintura uniendo retazos de raso barato creando un trapo de dimensiones notables referidas directamente a los lienzos barrabravas, habitando el espacio de exhibición. La escultura compuesta por elementos aleatorios recogidos de la calle, envueltos en alusa foil revividos y revalorizados como Instalación-Objeto-de-Arte, dignificados en el resplandor reflejante del papel aluminio, listos para llevar, preservando su temple de preparación. El espacio, la galería o local, se habita, refugia o encierra. El circuito de arte y sus protocolos generan conductas. Arte residenciario.

Retrovisor

(Los objetos del espejo están más cerca de lo que parece) Don O

Cuando Matías Solar me pidió un escrito para su muestra Garage en Sagrada Mercancía, específicamente solicitaba “el texto gárgola”. Ese texto, llamado Lo Gargola/Lo Gargs, que apareciera hace ya varios años, quien sabe cuántos, en la revista Punto de Fuga, tenía como objetivo escabullirse en aquella estudiantil y academicista revista, llena de tareas escolares (universitarias) que los alumnos redactaban sobre artistas famosos y consagrados de todo el mundo. La idea era contaminar y a la vez, aprovechar el espacio para pensar un poco en el trabajo artístico de mis artistas más cercanos y queridos, los gárgolas (entre ellos, obviamente, el artista en cuestión). El resultado fue una especie de descripción del origen del término y como este aparecía primero para designar una categoría existente en la ciudad, o sea, lo gárgola, y como luego este término se comprimía y pasaba a nombrar al grupo y lo que hacían, lo gargs. Le respondí al artista que aquel texto ya estaba obsoleto, pero que feliz le escribiría uno nuevo. Y bueno, obsoleto, obsoleto, no es, ya que aquí sigue pataleando y palpitando, acusando el paso del tiempo y signando lo que podríamos llamar un punto de surgimiento. Aquellos años, que tiempos. Toda esta onda melancólica de mirar hacia atrás, sumada a la contingencia de fin de año, que trae con-

sigo el ánimo de los rankings y recopilaciones propias de lo que se termina, despertó de ultra tumba a una serie de textos escritos para obras, proyectos, postulaciones y exposiciones que sin duda dan buena cuenta de la obra de Matías Solar (o por lo menos de su visión y la mía, sobre esta obra). Todo parece muy fluido al visualizar esta especie de línea de tiempo, hay un cambio constante y paulatino, el artista siguió robusteciendo su cuerpo de obra y yo seguí reaccionando ante la evidencia, redactando como siempre a la rápida la impresión que sus imágenes me producían, transcribiendo los tips que me daba de lo que para él era importante. Hay un movimiento de puntadas, como una costura que vuelve sobre la línea para avanzar, más fuerte y clara, recoger, revisar, fundir y refundar. Antes de continuar, introduzco dos pequeños párrafos que me dan vueltas en la cabeza y que tienen que ver con esto que se escribe. Primero, la transcripción de un gif de Natalia Vargas Márquez, que muestra, intercalado con imágenes de plantas cultivadas, el texto que sigue: Una historia Un |día Me puse a buscar esquejes Y armé un jardín con fragmentos que recogí| El esqueje como saliente Tangente Recogido Reciclado Y ahora un pequeño extracto de un rap de Juan KNV Correa: “Este flow se recicla y vuelve a ser trash, ¡flash! Rompo vidrios, ¡crash!”

Entonces, bajo la influencia estereofónica de aquellas frases, y contemplando el flujo de años y años de producción artística, surge la necesidad de puntualizar que así como el artista recicla su obra, el escritor recicla el texto. Reciclaje, tunning y enchulamiento, o reinterpretación, relectura y retrospectiva, dependiendo de la corriente filosófica a la que se adscriba. Al Garage de Sagrada Mercancía llegaron repuestos traídos de la “Falla de Fábrica” de la Biblioteca de Santiago, que funciono como desarmaduría. Reorganizados sobre el muro, hermanados con el adobe y el estuco, las vigas y tablas de madera, trepando sobre las tuberías, las telas y objetos forrados de Matías Solar nuevamente levantan campamento, abarcando el espacio interior con su sello particular, su chapa o tag, que a estas alturas son su gesto personal, convirtiendo el espacio de arte en espacio público, abrigo rocoso, muralla y esquina. Lo hecho con desecho, rehecho. El esqueje sacado de la poda, que en un contexto era excedente y en otro sitio se convierte en una planta nueva, nos habla del criterio de selección, de la reutilización de lo que queda fuera (¿error?), también de una economía que aprovecha los retazos, y que visto así como ahora, desde la distancia, bajo el prisma de la cuenta larga, dibuja una práctica, más que una serie de obras, habla de una manera de obrar, presenciamos un modus operandi. Un arte, una disciplina cultivada por años. Cultivar es llenar de cuidados. Y si bien hay productos que salen consumados en ventas, consumidos y procesados, registros, publicaciones y catálogos que alimentan el curriculum, nos enfocamos ahora en los otros que como partes de autos, como repuestos, piezas, se mantienen en stock, un bagaje o una acumulación de elementos, que como recuerdos guardados en el patio trasero de la casa o de la mente, sirven para echarles mano y seguir construyendo. En la dinámica de crecimiento que implica el ensayo y el error, los proyectos no aceptados, las obras no realizadas o truncadas, van formando parte también de un cuerpo de obra que no siempre es visible, que sale a flote en ciertas ocasiones, que decanta y tiene un peso. Son parte del universo expandido del arte, y en este caso, del artista. No todo se reduce a lo que aparece en el curriculum.

En el texto en que Sagrada Mercancía declara sus intenciones, hay un párrafo con el que coincido particularmente, y que tiene que ver con el formateo que el fondart infringe en los proyectos artísticos. Esta ortopedia encausa el árbol chueco conduciéndolo para que sea parte de la homogénea plantación que forma nuestro paisaje. Viviendo ese proceso me he sentido como el salmón rio arriba, deformando la idea en cada roca, luchando frenéticamente contra la burocracia y el tiempo que siempre es poco para consumar en un sueldo, dinero, recompensa, cuando se ha ganado esperando que lo que salga de todo eso no vaya tan lejos de lo original, siempre tratando de engañar un poco al rio. Cuando no se gana, bueno, siempre es bueno un poco de ejercicio, y por cierto que se aprende mucho en el camino. Cerca del 12% de los proyectos que postulan, lo ganan. Esto nos habla del inmenso número de proyectos que permanecen en el universo expandido, ellos son la gran masa que mantiene vivo el arte como una práctica (más que simplemente como un público). Tan solo consideremos el hecho de que pensaron su proyecto como una idea artística original, por la que merecen un sueldo del dinero del estado, y que alimentará su alma y su guata. Sin duda que vale la pena someter la idea a adaptación, trasquila o travestismo. Total, si no resulta, una buena idea siempre cambiara como el agua. El maestro del arte contemporáneo Bruce Lee diría que cada cual debe de encontrar su estilo propio y la manera de expresarlo, ese es su arte. La difusión de la mayoría de estas obras no ganadoras de los fondos, y de muchas de las ganadoras también, se remite a los pequeños universos expandidos que la orbitan. Al cara a cara, tan necesario para seguir perteneciendo a una pandilla, como lo dice la perla mariscada por KNV, y publicada en 1927: The Gang: a study of 1.313 Gangs in Chicago de Frederic Thrasher. Es el círculo más cercano al proyecto el que se relaciona con la idea la obra y la forma de producirla, también con la ortopedia que la hace mutar para calzar con el fondo. Son quienes comparten y comprenden su lenguaje. Estamos rodeados y formamos parte

de estos universos expandidos, ejemplos de pequeños universos independientes con sus propios lenguajes se dan día a día en los colegios del mundo, donde pequeños grupos crean y deforman sus maneras de comunicarse, por lo general sin dejar registro de su interrelación. Como lo notara Lyotard, esto también pasa con el cercano y mezquino discurso de los amantes, habitantes del deíctico, y como lo nota Thrasher pasa también en la pandilla, que no deja huella. La apertura de las puertas de Sagrada Mercancía, convirtiéndola en Garage, permite esta interrelación cara a cara, cotidiana, generando lo que Thrasher denomina un espacio intersticial, el espacio que las pandillas ocupan de la ciudad. Un abrigo rocoso, una multi cancha, las vías del tren, un canal, una esquina. Surgen, además, en el intersticio social. Las pandillas se originan en el contacto cara a cara que se da en el playground, nacen de la cercanía geográfica, el grupo de amigos que se junta a jugar. Si pensamos que luego de la residencia en la biblioteca de Santiago, y la participación en Taller Abierto (los dos puntos inmediatamente anteriores del currículo de Solar), la apertura de puertas de Sagrada Mercancía implica una especie de dinámica de workshop, entonces, tenemos que destacar la participación en toda esta dinámica del pequeño Arvin Pam (o Pan, la eme del final de su apellido la dibuja similar a la ene de su nombre) , quien luego del colegio se pasa la tarde hangueando en el espacio de arte de al lado del negocio de sus padres (el grandioso Chicken Tea). Arvin ha participado activamente de las exposiciones previas, y sus trazos “ninja” en aerosol forman parte de las pinturas corcheteadas al muro por Solar, e incluso, durante la inauguración fue el férreo custodio power ranger del perímetro escultórico de la muestra. Esta transformación de la galería en playground ya había alcanzado un punto álgido en la muestra T.L.C. Boys, que abuso de Matucana 100 hace algunos años. En aquel entonces un grupo de entre 4 y 5 niños que deambulaba por aquel sector, clásico nudo de intersticialidad

Santiaguino, encontró que el papel picado que cubría el piso de la sala concreta eran el pasto seco del baldío y las demás instalaciones en desorden o en construcción, un recinto abandonado. Se escondían de la autoridad y del calor utilizando el espacio artístico, portaban armas con las que cometían sus actos de vandalismo preadolescente, y desde luego, participaban del trabajo artístico que se desarrollaba en el lugar. El grupo que habita en el espacio intersticial, con cercanía, en relaciones cara a cara, con el tiempo y la acumulación de experiencias, puede llegar a formar una pandilla, según Thrasher. Si la memoria no me falla, y lo más probable es que si falle, recuerdo que mientras realizaba una investigación fondart bicentenaria sobre la historia del colectivo caja negra (que sin publicar, aún nada en el liquido amniótico del universo expandido), me tope con un texto que escribiera un joven Gonzalo Arqueros, en el que hablaba de la escena artística santiaguina, y mencionaba que esta en realidad se organizaba en patotas. La patota del taller numero tanto tanto, la patota de bellavista, y así. Unidos por la cercanía y la geografía, en participación constante cara a cara. Interesante, a la hora de hablar de la inserción. Por una parte podemos mirar el asunto con una postura estricta al respecto y decir que inserción en el arte significa inserción laboral en el campo del arte, corriente a la que adscribiría Sergio Rojas según cuenta uno de sus fans informantes Camilo Canales. Y bueno, también en ese punto hay que hacer la salvedad de la inserción por la necesidad comunicativa que encuentra en el arte su posibilidad de canalización. Por otra parte, tenemos la vocación tan difundida y casi fundida en el subconsciente, de que los espacios de arte permiten la inserción. O como puntualiza el texto de Sagrada Mercancía, espacio que ahora acoge y convoca, la inserción social del arte y la inserción de los artistas. Resulta evidente que al prestar un lugar para hacer una muestra y poner una locación más en un curriculum, la galería ayuda en la inserción de los artistas, y que por otra parte, en el caso de galerías nuevas, son ellas también las que se retroalimentan de la fama, mala fama, acumu-

lada traída por los artistas en las que ellos exponen. Finalmente, en el caso de las galerías que podríamos llamar independientes, no se da la condición de la inserción laboral. Pero si pasa que la acumulación de experiencias remuneradas, malamente remuneradas, remuneradas esporádicamente, o no remuneradas, con el paso del tiempo, redundan en una profesionalización, ya sea del montaje, de la producción, o del registro del arte. Toda esa retroalimentación da fuerza y potencia el trabajo del grupo y de cada uno por separado. La persistencia y la constancia es lo que falto a todas esas iniciativas que murieron al poco tiempo de echarse a andar, en volúmenes Nº0, Nº1 de revistas, que luego tendrán una edición compilatoria 15 años después surgida al calor de un asado de reencuentro, las bienales que fueron sólo una vez, y las mucho mayores en número, ideas geniales que nunca se llevaron a cabo por flojera. Ahora, esta idea de que en la cercanía, en el cara a cara, se construye el lenguaje, el dialogo con las obras, entre texto y obra, entre obra y obra, entre la opinión y la impresión, etc. no excluye que un estudio acucioso y concienzudo nos permita acercarnos a una producción en particular. Muy por el contrario, en el acto generoso de callar y escuchar, prestar tiempo y atención al otro, sin duda que se produce una cercanía. Quienes han pasado de simplemente oír el rap a escuchar lo que dice algún rapero, sabe que se requiere de concentración y acumulación de motivos y lenguajes que maneja el emisor, para poder acceder a su lectura, eso es un acto de empatía que también es cercanía. Esto se aplica a las ciencias, artes y las personas en general. La diferencia es que ahí no se da el efecto de retroalimentación del lenguaje, que se da en la conversación, en un espacio común, en la deixis temporal, espacial y personal. Una de las dinámicas del playgroup descritas por Thrasher es el talk fest, en la cual se expusieron la mayoría de los tópicos de este texto.

Sinceramente creo que serán pocas las personas que lean esto fuera de un círculo muy reducido, y a la mayoría de estas personas, les envié la invitación para que fueran a la inauguración de la muestra a ver en vivo de que cosa se trataba. Y es que lo nuevo en la obra de Matías Solar, brilla en vivo, con trazos chorreados desde dispensadores de condimentos y bañados en gruesas capas de escarcha. El registro difícilmente puede dar cuenta de este efecto, que reacciona ante el movimiento del espectador. En vez de una foto, pienso en un gif para dar cuenta de estas piezas. La pieza escultórica ready-made envuelta en papel plata también basa su color en el reflejo. La pieza que cubre un muro irregular, que hay que caminarla para verla, también exige la presencia en la sala. Y bueno, podríamos decir que así pasa con todas las obras del arte en general, y mucha razón tendríamos si lo dijéramos, pero aquí y ahora hablamos de las obras de Mato, y sus innovaciones, que apuntan a una demanda de la presencia física del ojo. Como sabemos, desde un comienzo la obra de Matías Solar ha estado marcada por una tendencia grafica, por el trazo de la línea negra, el dibujo y el manejo de ejercicios de color. También hunde un pie en el graffiti, con pleno conocimiento de las dinámicas inscriptivas que otorga el arte callejero (menciono esto para hablar de American Graffiti, la publicación de la investigación de Margo Thompson en donde solo después de un tercio de lectura sobre los inicios del fenómeno del tagging vienen a aparecer los SAMO y los Haring, quienes aprovecharon el hype de inserción que ya estaba cocido desde hace tiempo). Otro aspecto importante es el “dirtycismo”, de una pintura muy cuidadamente poco prolija y sucia. Explosiones, choques y humaredas han sido una parte central de un cuerpo de obra que apunta a imágenes dinámicas, extraídas del diario o la televisión, de youtube hoy por hoy. Desde sus primeros bodegones en grafito que el movimiento aparece como un asunto fundamental, tensando la categoría de la vida detenida, still life y ofreciendo una imagen inacabada y sugerentemente narrativa, que obliga a una lectura del motivo como si fuera un relato (imagen movimiento).

Visto así, la utilización de estas materialidades, de la escarcha y el papel plateado pueden ser leídas como un paso lógico, que sigue una tendencia y una intención. Y sin duda los reflejos cortantes del papel plateado arrugado nos recuerdan el achurado del dibujo, el brillo de la escarcha el color encendido y el gesto del trazo chorreado de mezcla de pegamento el dinamismo y la velocidad. Definitivamente el arte de Mato se aparto de una tendencia que ya avizorábamos en tiempos del texto de lo gárgola/lo gargs, como una de las peores lacras para la visualidad callejera: la unión de street art y diseño, en una eterna repetición del discurso publicitario, consumado en su objeto último y más difundido, el sticker impreso. Lo que vemos en Garage es difícilmente vectorizable. Pero, por otra parte, la misma cercanía con la biografía contamina la lectura, enriqueciéndola. Junto al dispensador de condimentos, esta la utilización de bandejas de preparación de comida, la utilización del café que sale de la cafetera para pasar también al lienzo, dando cuenta de la faceta culinaria del artista, que busca una fórmula, que prepara su pigmento, su impregnante, y su pegamento. Hay un reciclaje de su experiencia vertido en la tela. El reciclaje y la utilización de desechos. Materiales baratos. Escasos recursos como arma de trabajo, son aspectos ya descritos muchos años atrás, quien sabe cuántos, como parte de lo gárgola y de las prácticas artísticas de los gargs. Estas no se remiten a Mato, sino que están en también en los collages de KNV, en las mezclas de Balta, en los soportes para pintar de Juanfra, etc. Otra norma de lo gargs es el abuso, espacial, del material, del lugar. De todo. El brillo de la escarcha que no pudo ser barrida del suelo de cemento de Sagrada Mercancía, que se metió entre sus recovecos, da la idea de una mina. El brillo de la escarcha que lo inunda todo en esta época navideña. Que se aplica en cada colegio en la fabricación de tarjetas con árboles de pascua de glitter. Que se va con nosotros en las suelas de los zapatos, en las manos que manosearon el trazo e inconscientemente llevan el brillo diamantino más barato a la cara. Esa es nuestra cercanía con la obra, que comparada con la serigrafía y pintura sintética

con polvo de diamantes del retrato que Warhol hiciera de Joseph Beuys, nos hace parecer más pobres de lo que somos. Junto a las acumulaciones de oleos que llegan a hacer tridimensionales a los cuadros, frente al pan de oro, más pobres aún. Y es que como gárgolas que somos no nos hemos insertado laboralmente en el arte, nos hemos mantenido abusando de un sistema y obteniendo el dinero que nos da, y gastamos en vidas sibaritas como norma. Utilizando lo barato, como una práctica, como, un folklore, un flow que se recicla y que vuelve a ser trash. Flash. Si cada hombre es un artista, ok. Y si según Foucault, lo que nos queda es hacer de la vida una obra de arte, hay que pensar que el arte no es la categoría negativa destructiva que no contenta con no tener la creatividad suficiente para encontrarse un nombre para sí misma, desparramo sobre todos los demás artistas su negatividad quitándoles lo que desde siempre fue arte. Y que sigue siéndolo. No hay dudas de que Solar es el artista visual de mayor éxito de entre esos gárgolas que sin ser una clica, ni un crew, ni un clan, solo bajaban de las cornisas hasta tus corneas para hacerlas trizas. Y que más que ser insertado (no sé dónde) por la galería que le convoca, es en el dialogo con él que la Sagrada Mercancía gana algo para su currículo, y que en particular el ninja Arvin Pam gana algo que tampoco no sé bien que será, porque estoy fuera de ese playground y él se mantendrá ahí, enseñándonos a nosotros que vamos de paso por su barrio. Punk is dead. Art was never alive. If I said I never stressed about money that’d be a lie. Y ahora que ya es tarde, y el plazo se me acaba y el sueño y la caña me la gana, me da un poco de cosa, que se mal entienda lo que digo, porque lo mal escribo, así que mejor no sigo. Pero cuento con que muy pocos se darán la paja de llegar a leer hasta acá abajo, y que los pocos que sí lleguen, me imagino que ya tienen una idea de lo que hablo. Nos vemos.

Exponente Final/Exponente Real César E. Vargas No te pierdas en la selva, la gente que se quebra son giles. Estos giles tienen que aprender a fluir y nunca engrupirse, algunos se creen bacanes por puro que saben vestirse Los Brujoz Uno de los modos de reflexionar el fin del arte de la pintura puede pasar por comprender ese fin como el fin de su movimiento hacia adelante. En muchos aspectos, más allá de lo propiamente estético, el denominado fin de la pintura señala de forma inusual la revitalización de un camino sin relato, un camino hacia adentro en vez que hacia adelante. Es la propia interiorización de un campo de recursos en expansión la que fue haciendo de ese fin un proceso sin final. El asunto es que la pintura en sus más variadas defunciones ha sabido incorporar como elementos pictóricos, materias colorantes y soportes, toda una clase heterónoma de recursos. Desde ese umbral de incorporación, la pintura de Matías Solar se desliza claramente hacia el estilo callejero de los procesos estéticos. La obra “Garage” que reúne tres piezas de gran formato, una de las cuales es un objeto escultórico, destaca por exhibir la procedencia callejera ya sea de los recursos que la connotan, ya sea por la modalidad desde la cual fueron elaboradas. A una parte importante de la pintura reciente le aconteció el fenómeno del graffiti, de hecho no son pocos los artistas que marcan un cuadro generacional dentro de este acontecimiento. Dentro del contexto local y con distintas intensidades de asimilación, el graffiti ha sido una verdadera matriz pictórica de reflexión. Muchos artistas fueron forjando un camino pictórico propio, camino en el que han sabido mezclar la ex-

perimentación entre la disciplina académica de la pintura y el arte callejero del que venían. La influencia de fuerzas entre ambas modalidades pictóricas ha decidido –más allá de una etapa formativa– el carácter estético de las más frescas obras del arte chileno reciente. No se trata sólo de la incorporación de la calle al taller de pintura, sino también de lo que ha ganado el artista callejero del graffiti con el encuentro disciplinar del saber pictórico. Para uno u otro lado que se incline la influencia de fuerzas dentro de la pintura, lo cierto es que en esa tensión se concentra gran parte de la llamada pintura joven. Dentro de este encuentro de fuerzas, estoy por encasillar la obra de Mato, su pintura conserva de manera potente la grafía mural de los artistas urbanos. Toda su obra es imposible de leer sin el acervo callejero que sintetiza en sus grandes telas. Se puede ver en sus pinturas la procedencia, me refiero con esto, a una suerte de resistencia de lo callejero, de la mancha y el trazo de la lata o pintura en aerosol, una resistencia total a la purificación decorativa a la cual se sometieron muchos artistas que venían del graffiti. No acuso aquí ni una especie de traición ni una reivindicación apologética del origen, la cuestión es un asunto de cualidades pictóricas distintas, la idea es apreciar que independiente del devenir mismo de los procesos, la calidad ha de ser un lugar a cultivar, un lugar en el cual el artista está dispuesto o más bien conminado a llenar de cuidados1. No puede ser de otra forma, la autocrítica junto con la calidad más que ser parte de una educación es parte de un entrenamiento y con justicia se hace convicción personal. Si hay algo que nos entrega la experiencia callejera, es estar alerta al espacio inmediato, una consciencia radical sobre el entorno es lo que hace de los sujetos saber andar, o como se dice, saber andar “Vivaldi”. Es la forma de andar la que define, en muchos aspectos, el carácter estético de los sujetos, en las distintas formas de andar se puede ver la distancia 1 Originalmente dice así: “Cultivar es llenar de cuidados”, esta pequeña cita la he robado del texto precedente: “Retrovisor. Los objetos del espejo están más cerca de lo que parece”, escrito por Omar Cuevas y presente en este mismo catálogo.

que separa la presencia de un tipo que sabe lo que es la calle de un tipo que no. El saber de la calle es muy distinto al saber. Lo mismo sucede, pero desde otra perspectiva, con el lienzo de pintura adosado con grapas a la arquitectura del espacio. Este lienzo se puede ver como una pintura mural, como una gran tela-graffiti, pero también podemos saber de ella desde otro lugar. Porque el que no ha ido al estadio no sabe lo que es un trapo, lo que es una cuncuna, lo que es un lienzo ensamblado por fragmentos que llevan la marca de lo que se ama. Como dice Juan Pablo (KNV), en este mismo catálogo: “un trapo de dimensiones notables referidas directamente a los lienzos barrabravas”, es verdad, saber hoy de pintura es saber más allá de todo cuerpo referencial reducido al óleo y la tela. No es saber qué cosa, si tal o cual, sino de dónde viene ese saber. Así, por ejemplo, saber de pintura puede ser un saber de catálogo, pero saber de la redonda pasión sólo se da en el estadio, no hay cdf ni nada por el estilo que pueda transmitir la pasión popxlar que se echa a correr en una cancha. Tanto o más importante que el saber es el lugar desde donde se construye ese saber, esa geografía de los saberes tan propia de la filosófica de Foucault, resulta ser tan cruda en la realidad, tan llena de violencia y pulsiones, como sólo los hombres seducidos por las prácticas pueden testificar. Es el lugar, el territorio el que trama nuestro saber, en efecto, en esta tela el saber de lo pictórico emerge mezclado tanto por el collage como por la forma constructiva similar a los lienzos de las barras de fútbol. Son los territorios los que trazan la genealogía del arte de Matías solar, la conciencia espacial tomada desde distintos lugares conforma la superficie de lo pictórico y abrigan una escenificación al modo de un garage. Si vemos con detención y pasando al díptico que está en la pared opuesta al lienzo, el concepto se asienta desde un lugar profundamente clásico, siempre desde una voluntad neo-povera, pero ya vemos bastidor y tela, nuestro ojo disciplinar tiene descanso. Ahora bien, lo propiamente pictórico son las líneas que como verdaderos trazos de color flúor van estructurando los contornos de los dos autos que se estrellan. Un futurismo pop y un surrealismo industrial de corte automotriz sobre un fondo oscuro para

no decir negro. Claro está, lo narrativo no es el contenido de las líneas o lo que estas encierran, sino la línea misma; seguir las líneas, un arte de “choros”, esa es la apuesta de Mato. Todo la pintura que está en exhibición es pura línea, de oleos, acrílicos, lápiz, plumón, escarcha brillante (glitter) etc., la figuración es superficialmente matérica a nivel de los trazos, nada aparece sino por las líneas que se levantan en el juego de velocidades que cada impregnante contiene en sí. Todos los efectos de volúmenes son producidos por la fuerza y movimiento de las líneas, una cinética que transforma el color en un campo de refracción lumínica. La pintura de Mato se construye sobre una superficie negra o, para ser más exactos, una superficie llevada al negro, el esmalte negro cura la tela y la convierte en trapo, igual a esos trapos con los que el mecánico limpia sus manos o las piezas de un auto. Toda la estética del garage inunda la sala, no es sólo decorativa, las paredes negras que pintamos en el fondo y que albergan la escultura ready-made son parte integral de toda la escenificación que involucró esta exhibición. Tenemos una pintura site specific y un specific object, en ambas obras se comparte la condición residual de los recursos. En los lienzos engrapados vemos cómo la planitud de ciertas figuras redondas –muy al estilo de las dianas de Jasper Johns– contrasta con algunas ruedas que coagulan el movimiento con un trazo rápido de pintura. Hay en la gran tela de la pared, pequeños retazos de la misma tela que pintados con glitter y pegamento de cola, van armando un injerto de postales, dejando la propia construcción pictórica abierta a posibles nuevos injertos de tela. Verdaderos parches pictóricos que bien pueden valer como pequeñas obras o bien como desconocidos tags de un cantante de rap. La economía no la podemos omitir, la obra total y en cada una de sus tres estaciones, da testimonio ineludible de su condición povera, pero también son pop-povera. ¿Cómo no verlo?, si es cosa de atender el reverso mortuorio y glamoroso de esta brillantina de polvos que ilumina las telas de Matías. Un choque automovilístico, acaso no son las tragedias las que llenan de sentido el arte pop, esa brillantina de colores que no desaparece en ninguna de sus pinturas y que de forma natural se vuelve

envoltorio de papel en el objeto-escultura. Todo saben que el pop es en sí mismo una variante de las vanitas, un memento mori pero en una versión platinada y depilada –a lo full brazilian, diría mi amigo Víctor Flores. Esa tela de gran formato posea en algunos sectores verticales de sus uniones, ciertas composiciones geométricas en pequeños cuadrados de colores a veces en blanco y negro (como la bandera ajedrezada que se agita al ganador de una carrera de autos), y en otras oportunidades en variados colores, pienso que esas composiciones señalan algo así como la paleta de colores que contiene la obra. Son los trazos y las líneas las que organizan el movimiento de fuerzas, es sólo el efecto de figuración logrado por la línea misma la que da sentido matérico al movimiento de las ruedas de los autos. No es broma, la rueda es el verdadero objeto de la historia de la humanidad, el verdadero agenciamiento de la era industrial. En todos los sentidos, el automóvil es un objeto especial, de hecho es una de las mercancías estrella del régimen capitalista, es el producto histórico con el cual es justo medir su propia evolución técnica y sus distintos estadios de producción2. La obra de Mato se levanta desde un fondo negro y transita entre un surrealismo industrial de corte automotriz y un futurismo povera de corte espacial; en ambos sentido de la operación, el brillo, en distintas y marcadas intensidades, logra el efecto estético deseado: un street art a lo rápido y furioso. Y si el final de la historia hacia delante de la pintura puede ser una hipótesis de su muerte, puede ser entonces que la imagen de las ruedas de un auto en movimiento sea en verdad la imagen de un cuadro detenido, un still life. Las pinturas y también el objeto se destacan desde un fondo matérico oscuro, el negro es el negro de las vulcanizaciones, el negro de la grasa y aceite quemado de los autos, todo un campo de trabajo marcado por su 2 Véase el libro “Arte y postfordismo. Notas desde la fábrica transparente” de Octavi Cameron. Trama editorial, 2007. Madrid, España. Dicho texto abre su reflexión con la innovadora fábrica de la marca Volkswagen instalada en Dresde, Alemania. “Recubierta por entero de cristal y concebida como emblema corporativo, la «concept-factory» de Volkswagen fue bautizada como La Fábrica transparente”. pág. 21. Toda la arquitectura industrial en su más alta expresión panóptica, un verdadero campo de cristal en la que se puede ver todo el proceso de trabajo de los operarios en su más aséptica y estética versión.

propia tipología de manchas. Sin embargo, en “Garage” están todos los detalles cuidadosamente escenificados, un teatro que ha sido anulado a nivel de la superficie pictórica pero que ha saltado al espacio vivo en el que se contiene a las obras. No hay dueños de temas pictóricos sólo hay modos de ser en lo pictórico. Parte de ese ir hacia adentro de la pintura ha tenido que ver siempre con la experiencia interior del artista, y es que el pintor es todavía hoy el guardián de algo así como un “mundo interior”. Pero los tiempos cambian y esa experiencia hoy se plasma de otras maneras, desde las formas que lo forjan en su registro cotidiano, en su nivel barrial, poblacional o simplemente por la cultura musical que se deja ingresar en la más tierna juventud. Los pintores como quiera que se disfracen hoy por hoy, están condenados a tener un imaginario. El imaginario propio y el modo propio, es lo que hace a un exponente de lo pictórico un exponente real, es decir, alguien en quien la pintura está dispuesta a sufrir. La imagen hija del sufrimiento es la verdadera imagen pictórica, lo demás publicidad con engaño.

Matías Solar, (1982, Santiago, Chile) Licenciado en artes visuales en la Universidad Arcis. Ha expuesto en diversas galerías y museos tales como: Strychnin Gallery de Berlín, Galería Animal, la Feria de Arte Contemporáneo Ch.ACO y ARTEBA, el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile (MAC) y galería Concreta de Matucana 100. Recientemente fue parte de la selección principal de la Bienal de Arte Joven de Moscú. Ha publicado en medios especializados de arte como “graffuck”, Editorial Beautifull Decay LA.EEUU 2008, “Nuevo mundo” compilación de arte urbano y muralismo latinoamericano, Editorial Gestalten Alemania (2012), “SUB30” Pintura Chilena Contemporánea Editorial Ocholibros (2014), Chile y la compilación mundial de nuevos referentes del muralismo actual “Mural art vol. 2 Art on Public Surfaces” Editorial Publikat Grecia (2011).

Sagrada Mercancía desea agradecer a Esteban Cancino, Marc Nicolet, Gallo Negro Producciones, Pablo González, Javier Aravena, Carolina Zelada, Jimmy y Avin de Chicken Tea, Alpha Stranggah y a Los Brujoz macabros que dejan satisfecho y pegao en el techo a todos los cabros, por sus contribuciones para la realización de Garage.

Solar, Matías (1982)

© Garage. 2014 del 12 al 19 de Diciembre del 2014 Sazie # 2065 © Sagrada Mercancía Víctor Flores César Vargas Adolfo Bimer Textos: “S.M. 2014” César Vargas “GARAGE” Juan Pablo Correa Paez “Retrovisor” Don Omar Exponente final / Exponente real” César Vargas Registros: Marc Nicolet Javier Aravena Diseño y diagramación: Adolfo Bimer

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