GEOGRAFÍA EN EL BACHILLERATO EL AGUA EN ESPAÑA

GEOGRAFÍA EN EL BACHILLERATO COMUNIDAD VALENCIANA Jorge Olcina Cantos Universidad de Alicante EL AGUA EN ESPAÑA El agua es un elemento fundamental

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GEOGRAFÍA EN EL BACHILLERATO COMUNIDAD VALENCIANA

Jorge Olcina Cantos Universidad de Alicante

EL AGUA EN ESPAÑA

El agua es un elemento fundamental para el desarrollo de las sociedades. En España hay agua suficiente para el abastecimiento de las actividades económicas y de las poblaciones. No obstante, en relación con la distribución de los climas, el reparto de los volúmenes de agua disponibles es muy desigual en las diferentes regiones. España tiene una gran cantidad de ríos en todo su territorio. Sólo los ríos principales (Duero, Ebro, Tajo, Guadalquivir, ...), suman más de 11.000 kilómetros de cauces. Al ser un territorio con una extensión muy grande de montañas, los cauces aprovechan las fracturas, quebradas y valles para dibujar su trazado. Hay diferentes tipos de ríos según la cantidad de agua que llevan a lo largo del año, del comportamiento mensual de sus aguas y del origen de las mismas (lluvia, nieve). Es necesario conocer los elementos de los ríos y su régimen fluvial (la distribución de las aguas altas y de los estiajes a lo largo del año). El caudal es la cantidad de agua que lleva un río a su paso por un punto de observación (aforo). Así el río Ebro en la ciudad de Tortosa lleva un caudal medio de 435 m3 cada segundo (13.000 hm3 al cabo del año), mientras que el Jarama tan sólo lleva 31 m3 cada segundo (977 hm3 en un año). Este dato nos da una idea de la caudalosidad de los ríos. Pero si queremos ser más precisos tendremos que 1

emplear el caudal relativo (el agua que lleva un río dividida por la superficie –en Km2- de la cuenca). Los ríos españoles tienen un régimen muy irregular. La existencia de inviernos lluviosos y de veranos secos, hace que los caudales de los ríos varíen mucho a lo largo del año. Las altas temperaturas del verano elevan además la evaporación de las aguas en los ríos. Hay ríos en España que no llevan agua a lo largo del año y sólo lo hacen en la época del año en que más llueve (otoño, invierno) o después de que se haya desarrollado un episodio de lluvias importantes, como ocurre en buena parte de la zona mediterránea. Esta irregularidad depende de los elementos del clima (precipitaciones, temperaturas), pero también de la disposición de los relieves que condiciona el desigual tamaño de las cuencas fluviales y la dirección de las aguas en función de la orientación e inclinación de las vertientes. Otro factor importante es el tipo de suelo, puesto que si el río fluye por zonas con suelos impermeables (arcillas, margas) lo hará con mayor caudal y velocidad que si lo hace por una zona con suelos permeables (calizas) donde el agua se infiltra hacia capas profundas. La vegetación ayuda a disminuir la velocidad de la corriente e impide la erosión de las cuencas fluviales.

La medición del agua El agua tiene una unidad física de medida que es el litro. No obstante, cuando se trabaja con un volumen importante de agua, se maneja el metro cúbico que equivale a 1000 litros (1 m3 = 1000 litros de agua, lo que beben 400 personas en un día aproximadamente). Si imaginamos una cubeta de plástico de 1 metro de lado por 1 metro de alto, en su interior cabrían, por tanto, 1000 litros de agua; de ahí que el caudal de los ríos se exprese en m3. A su vez, cuando el volumen de agua es muy grandes, por ejemplo para referirse al caudal total que lleva un río al año o a la cantidad de agua que cabe en un embalse, se utiliza el hectómetro cúbico (hm3), que equivale a 1.000.000 de metros cúbicos, es decir, mil millones de litros de agua que viene a ser el agua que puede consumir una ciudad de 4 millones de personas en un día.

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El año hidrológico El volumen del agua que se maneja a la hora de planificar las reservas y los usos del agua en España a lo largo de un año, no coincide con el año civil (1 de enero a 31 de diciembre) sino que comienza el 1 de octubre y termina el 30 de septiembre del siguiente año. Es el denominado año hidrológico, que utilizan las estadísticas del agua en España y que se actualiza semanalmente en el Boletín Hidrológico del Ministerio de Medio Ambiente. http://servicios2.mma.es/wlbolehII/

• Dos formas de ordenar los ríos españoles Hay dos formar de ordenar la distribución de los ríos en España: una natural y otra administrativa. La división natural se organiza en torno a las cuencas hidrográficas. La cuenca es el territorio ocupado por un gran río y los afluentes que desembocan en él (Tajo, Duero, Ebro, Júcar, Guadalquivir, etc.) A su vez estas cuencas se distribuyen en dos grandes vertientes fluviales: la vertiente atlántica, que es la más extensa y caudalosa; y la vertiente mediterránea, de menor dimensión y en la que sólo el río Ebro destaca por su tamaño y caudal. Junto a ellas, las islas de los dos archipiélagos funcionan como unidades naturales autónomas y la entidad de los ríos que nacen y desembocan en cada una de las islas es pequeña. A esta división natural se une la administrativa, que es la que tiene importancia para la planificación de usos y demandas de agua. En España, la gestión de los ríos se organizan mediante las Confederaciones Hidrográficas (Demarcaciones Hidrográficas) que son organismos encargados de la planificación, gestión del agua, protección de los cauces, control de la calidad de las aguas, desarrollo de nuevas infraestructuras hidráulicas y mantenimiento de las bases de datos sobre el agua. Cada uno de estos organismos de cuenca elabora sus planes de necesidades y demandas existentes a corto y medio plazo. Son los denominados Planes Hidrológicos de Cuenca. La unión de todos los planes de cuenca da 3

lugar al Plan Hidrológico Nacional, según contempla la legislación de aguas española. Por las especiales condiciones que tiene este estratégico recurso y su carácter insular, Canarias disfruta de una ley de Aguas propia, distinta al del resto de Estado.

Régimen de los ríos

El origen de las aguas determina el régimen de los ríos. En España hay dos tipos de precipitación que dan origen a las aguas que circulan por los cauces: la lluvia y la nieve. La primera da lugar a los regímenes fluviales pluviales y la segunda, a los regímenes fluviales nivales. En los primeros la lluvia es el integrante esencial de su caudal; en los segundos es la nieve. Hay, por último, regímenes mixtos donde se alternan la lluvia y la nieve; son los llamados regímenes fluviales nivopluviales y pluvionivales. A grandes rasgos, los ríos de la vertiente atlántica tienen régimen pluvial oceánico (fachada cantábrica) , de lluvias regulares y abundantes y caudal abundante durante todo el año y apenas notan el estiaje del verano; los del interior peninsular disfrutan de un régimen pluvial de interior, con sus aguas más abundantes en invierno y primavera. Los ríos de la vertiente mediterránea tienen un estiaje muy marcado en verano y sus aguas altas se producen en otoño coincidiendo con el momento de lluvias más abundantes en este sector. Los ríos de montaña que nacen por encima de los 2000 m. de altitud tienen alimentación nival y sus aguas altas se producen con el deshielo, entre mayo y julio. Es el caso de muchos ríos y arroyos del Pirineo central o de Sierra Nevada. Conforme pierde altitud la cabecera de estos ríos de montaña, las lluvias van adquiriendo un protagonismo mayor en el caudal anual y las aguas altas se adelantan a la primavera –nivopluviales- o a finales de invierno – pluvionivales-. Los grandes ríos peninsulares (Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, etc.) no tienen un único régimen fluvial, sino que se forman por la 4

suma de varios regímenes fluviales simples. Suelen comenzar siendo ríos de régimen nival, nivopluviales o pluvionivales y a lo largo de su recorrido convertirse en ríos de régimen pluvial. A ello hay que añadir que el uso del agua de los ríos que lleva a cabo el ser humano para el riego agrícola o el abastecimiento de las ciudades y la construcción de infraestructuras hidráulicas (presas, embalses) ha alterado de modo significativo el régimen natural de los ríos.

Geografía de los ríos Ríos de la vertiente cantábrica Los ríos cantábricos y gallegos (Bidasoa, Deva, Pas, Besaya, Sella, Nalón, Navia, Eo, Tambre, Ulla, Miño, Sil) son cortos, porque nacen en montañas situadas muy próximas al mar. Son ríos que tienen que salvar fuertes desniveles desde su nacimiento hasta la desembocadura y por tanto, tienen una gran capacidad de erosión. Afortunadamente la cobertura de vegetación existente en las laderas de las montañas que atraviesan reducen los arrastres de material. Son ríos caudalosos y su régimen es bastante regular debido a la abundancia de lluvias que se registra en esta parte de España. Aprovechando esta regularidad y abundancia de las aguas existen muchos embalses que se utilizan para producción hidroeléctrica.

Ríos de la vertiente atlántica Los grandes ríos de la Meseta son cauces muy largos, puesto que nacen en las sierras próximas al Mediterráneo (Sistema Ibérico, Cordilleras Béticas) y .atraviesan todo el centro de la península hasta llegar a su desembocadura en el Atlántico. Tienen un régimen irregular, con estiaje marcado en verano y aguas altas en invierno y primavera coincidiendo con la época del año en la que las borrascas del Atlántico atraviesan la península Ibérica con más frecuencia. El río Duero y el Tajo, atraviesan el territorio 5

español y penetran en Portugal para desembocar en las proximidades de Lisboa y Oporto, respectivamente. El Guadiana recorre también un tramo en tierras portuguesas para desembocar en la zona de frontera entre los dos países, cerca de Ayamonte. Estos tres ríos merecen la denominación de ríos ibéricos y su explotación está regulada por los acuerdos internacionales que existen entre España y Portugal. Todos ellos son ríos muy transformados por la mano del ser humano que ha construido grandes embalses para regadío y abastecimiento de las poblaciones de la Meseta. Ríos de la vertiente mediterránea. Por lo general son ríos cortos y de escaso caudal. Una gran parte de ellos no llevan agua a lo largo del año salvo en la estación de lluvias, que coincide con el otoño. Abundan las ramblas, barrancos, rieras y torrentes que suelen tener un comportamiento torrencial porque crecen desmesuradamente y en muy poco tiempo cuando caen lluvias abundantes. Son las denominadas “inundaciones relámpago” que tantos daños ocasionan. Los ríos Segura, Júcar, Ter y sobre todo el Ebro son los más caudalosos en esta vertiente y de régimen fluvial más complejo (nivopluviales, pluvionivales, pluvial mediterráneo). En verano acusan un estiaje pronunciado y tienen sus aguas altas en otoño y primavera. Debido a que el litoral mediterráneo ha experimentado un importante auge de la agricultura de regadío y del turismo ha sido necesaria la construcción de embalses para almacenar el caudal irregular de estos ríos para que pueda asegurarse el abastecimiento. Los cursos de la vertiente mediterránea han sido protagonistas, desde época histórica, de abundantes episodios de crecidas e inundaciones, lo que ha obligado a poner en marcha medidas de defensa importantes para reducir sus catastróficas consecuencias (Valencia, Barcelona, Alicante, Murcia). Ríos insulares Tanto los canarios como los de las Islas Baleares son ríos de curso irregular, cortos y con gran capacidad erosiva. Reciben la denominación de ramblas y torrentes en Baleares y de barrancos en 6

Canarias. Los cauces presentan fuerte pendientes, debido al carácter montañoso, especialmente en Canarias y en las islas de Ibiza y Mallorca. En Baleares algunos cursos llevan aguas todo el año por su conexión con afloramientos karsticos, aunque generalmente en ambos archipiélagos los cauces apenas llevan caudal y dependen de que se produzcan lluvias intensas.

La importancia de las aguas subterráneas En España una parte importante del agua está en el subsuelo. Son las aguas subterráneas que permanecen en acuíferos. Un acuífero es una gran bolsa de agua formada en una formación rocosa por infiltración del agua de lluvia. Descargan en ríos, manantiales o directamente en el mar. En España los acuíferos ocupan una superficie equivalente al 40% del territorio; sus dimensiones son variables. Las aguas contenidas en los acuíferos suponen una garantía de abastecimiento para el regadío y los usos urbanos en muchas zonas. Un 30% de la población tiene como única fuente de abastecimiento las aguas subterráneas. En algunas regiones españolas la utilización de estas aguas subterráneas ha llevado a situaciones de sobreexplotación de los acuíferos, puesto que se extrae más agua de la que se puede almacenar en un año. Esta situación puede conducir a la extinción total del acuífero. En España hay muchos acuíferos que se encuentran en situación de sobreexplotación. La sobreexplotación suele provocar la contaminación de las aguas del acuífero, porque al descender el nivel de las aguas entra en contacto con capas geológicas de componente salino (Triásico) o permite el avance de las aguas del mar sobre los acuíferos costeros (intrusión marina). En función de la litología predominante donde se forman es posible distinguir entre acuíferos detríticos, que son los más extensos puesto que coinciden con las formaciones existentes en las cuencas del Duero, Tajo y Guadiana; acuíferos aluviales, que se ubican en las márgenes de los ríos y en los llanos litorales; y acuíferos carbonatados, que se localizan en el interior de las montañas donde se alimentan los principales ríos (Duero, Tajo, Guadiana,

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Guadalquivir, Ebro, Júcar y Segura). En ocasiones estas formaciones acuíferas contiene grutas y galerías de gran valor natural. A ellos se suman los acuíferos volcánicos bajos los relieves de Canarias y que juegan un papel decisivo para el abastecimiento de las islas.

Lagos, lagunas y humedales En España existen 2.474 lagos y lagunas. Los lagos en España son pequeños si los comparamos con el resto de Europa y muchos de ellos tienen carácter estacional; tienen agua en la época de lluvias y se secan en verano. Además, la actividad del ser humano no ha sido a veces muy respetuosa con estos espacios húmedos (extracciones de agua para regadío, perforación de pozos en sus alrededores, vertidos de basura incontrolados o desecaciones por considerarlos espacios poco salubres). Afortunadamente las recientes leyes ambientales (aguas, espacios naturales) han ido prohibiendo estas prácticas abusivas. Hay, por el contrario, una diversidad importante en el origen de la formación de los lagos españoles. -Lagos glaciares, que se forman a partir de la excavación de cubetas por el hielo en el circo de un glaciar o en un valle. En el Pirineo existen más de mil lagos de origen glaciar, que se denominan ibones en Aragón y estanys en Cataluña. El agua de estos lagos de montaña permanece estable a lo largo del año y normalmente se hielan en invierno. -Lagos karsticos, que tienen su origen en la disolución de las calizas o los yesos. Algunos alcanzan dimensiones importantes como el Lago de Bañolas (Girona) o las Lagunas de Ruidera en Castilla-La Mancha. -Lagunas endorreicas, situadas en las tierras llanas y áridas del interior peninsular (La Mancha, depresión del Ebro) que no tienen salida a ningún río. Se forman en relación con las lluvias que puedan caer durante el año. En muchas ocasiones quedan sin agua en verano o en años de sequía. La composición de los suelos que forma su base es muy salina , por eso cuando se quedan sin agua se forman unas costras de color blanco que resultan muy llamativas en el paisaje.

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-Lagos volcánicos, que se alojan en antiguos cráteres volcánicos, hoy apagados, como los existentes en el Campo de Calatrava (Ciudad Real) -Lagos tectónicos, que se forman en terrenos hundidos (fosas tectónicas). Un ejemplo de lago tectónico es la laguna de La Janda (Cádiz) que ocupa una depresión tectónica a la que vertían originariamente sus aguas los ríos Barbate, Almodóvar y Celemín. Un tipo de paisaje de enorme valor ecológico son los espacios húmedos costeros que forman los deltas, estuarios y albuferas. Son ambientes fronterizos entre el mar y la superficie terrestre que se distribuyen en amplias zonas de los litorales españoles. En las costas bajas mediterráneas, donde no hay efecto de las mareas, se desarrollan albuferas (La Albufera de Valencia) delimitadas por una barra arenosa (restinga) que establece la frontera con el mar y a la que suele ir unida un cordón de dunas. Un entorno húmedo singular de la costa mediterránea es el delta del Ebro, formado por los aportes de sedimentos de este río desde época histórica. En su interior son abundantes las lagunas y saladares que la acción antrópica ha ido alterando para su transformación agrícola. En el litoral atlántico andaluz existe un buen rosario de espacios húmedos de enorme interés ambiental. En las desembocaduras de los ríos Guadiana, Tinto y Odiel, Guadalquivir y Guadalete se suceden espacios de marisma que experimentan el efecto diario de las mareas. Sobresalen las de Ayamonte, Isla Cristina y Odiel. Pero sin duda en este sector ibérico destaca el conjunto más extenso de humedales de España, que forman las Marismas de Guadalquivir, incluidas en gran parte de su superficie dentro del parque de Doñana. En las rías (valles fluviales invadidos por el mar) del Cantábrico se desarrollan también humedales costeros, afectados por la acción de las mareas, y de gran valor ecológico. Destacan las marismas de Santoña, Gernika, Villaviciosa, Foz y Ortigueira.

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