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Si bien depende de la condición física del practicante y de la intensidad del ejercicio, nadar a ritmo moderado permite quemar, aproximadamente, 11 calorías por minuto
Natación
Como práctica saludable y recreativa o como deporte competitivo de alto rendimiento, la natación moviliza cuerpo, mente y espíritu. Desplazarse dentro del agua a cualquier edad requiere técnica y disciplina / Teresa De Vincenzo | Fotografía Roberto Mata Quien nada, flota y avanza en el agua. Con o sin objetivos
competitivos, nadar es una práctica deportiva integral que activa el sistema cardiopulmonar, favorece el desarrollo y la flexibilidad de los músculos y reduce la tensión de los huesos y las articulaciones. Además, es realizado en un medio propicio para la concentración y el alivio del estrés. Como actividad formativa, docentes y padres estiman que es el primer “seguro de vida” que se puede dar a los hijos, pues estimula la independencia, el desenvolvimiento dentro del agua y el conocimiento de las capacidades físicas. También refuerza la autoestima, fomenta hábitos de organización y disciplina e incentiva el logro de metas. Considerada el más completo de los deportes, la natación permite a personas de cualquier edad –siempre que se practique con la orientación del médico, bajo la guía de un instructor y en condiciones de salubridad adecuadas– disfrutar a plenitud del contacto con el agua.
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En contacto con el agua
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y recreación. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la natación evolucionó rápidamente. Inglaterra fue el primer país en incorporarla como práctica deportiva en 1828 y en construir una piscina cubierta. En 1837 se realizó en Londres la primera competición organizada y en agosto de 1875 una hazaña maravilló al mundo: el capitán inglés Matthew Webb atravesó a nado el Canal de la Mancha. En los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna, celebrados en Atenas en el año 1896, se incluyó la natación como deporte. Para establecer categorías y reglamentar la práctica, en 1908 se creó la Federación Internacional de Natación Amateur (FINA), que hasta hoy dirige y coordina las competiciones de cinco disciplinas acuáticas: natación, saltos, waterpolo, nado sincronizado y aguas abiertas.
Placer remoto Existen registros muy antiguos que hablan de la seducción por el disfrute y el reto de moverse dentro del agua: los egipcios nadaban en el Nilo (río sagrado), los griegos eran asiduos a los espectáculos náuticos en las termas (piletas de más de 70 metros de longitud que podían contener a cientos de bañistas) y en la época de Luis XIV de Francia, el río Sena era un lugar de esparcimiento
Con prescripción Para Lilia Núñez, fisiatra y médico del deporte, la natación debe practicarse siempre con prescripción médica, porque empezar a nadar sin someterse a una evaluación musculo-esquelética previa puede aumentar el riesgo de sufrir lesiones. La natación obliga a realizar movimientos repetitivos durante un período prolongado. Si los músculos no poseen fuerza muscular suficiente, la persona se cansará, abandonará o se lesionará, advierte la fisiatra, y agrega que “no por nadar se obtiene fuerza muscular. Al contrario, quien tiene la fuerza de base aprenderá la técnica de nadar más fácilmente”. La especialista señala que si bien la natación es un excelente ejercicio aeróbico, no resuelve dolencias físicas “por arte de magia”. Por ejemplo, personas con alergias, sinusitis, patologías musculo-esqueléticas severas y fumadores requieren de indicaciones precisas: para cada caso particular, el médico fisiatra debe establecer el ritmo, los tiempos y la forma de emplear los músculos.
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Como pez en el agua La natación se vale de la fuerza propulsora que generan los movimientos de las extremidades y el cuerpo para vencer la resistencia que se opone a su avance. Se puede nadar con fines terapéuticos y recreativos, o como práctica deportiva. Oscar Huen, entrenador de selecciones de natación participantes en Juegos Nacionales, enumera las razones más comunes por las cuales personas de todas las edades, fuera del ámbito competitivo, se aproximan a esta disciplina: • Por prescripción médica (algunos especialistas recomiendan su práctica para complementar un tratamiento). • Para prevenir accidentes (saber nadar es un “seguro de vida”). • Para favorecer la salud (control de estrés o fortalecimiento cardiopulmonar). • Para fomentar o adquirir hábitos de disciplina y organización. • Como actividad recreativa que propicia el disfrute y la distracción. La natación brinda múltiples beneficios físicos y mentales. Sólo hay que estar dispuesto a aprender, destinando dos sesiones a la semana –como mínimo– a su práctica. Cada clase involucra, además, el calentamiento previo y el estiramiento posterior de los músculos para relajarlos y evitar calambres y lesiones.
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Evaluación inicial Niños, jóvenes, mujeres embarazadas, adultos y personas de la tercera edad, y quienes tienen alguna discapacidad o lesión neuromotora, o están en proceso de rehabilitación, pueden nadar. Sin embargo, antes de iniciarse en la disciplina, deben considerar cuatro recomendaciones fundamentales. • Realizarse un examen médico previo y seguir las pautas del fisiatra o especialista en medicina deportiva. • Evaluar la experiencia, calidad profesional y actitud del instructor. • Observar la limpieza de la piscina para prevenir infecciones y enfermedades. • Procurarse un entorno motivador, armónico y adecuado para la práctica de la disciplina.
Quien nada con frecuencia, alcanza metas y constata el desarrollo progresivo asociado a la disciplina: si cruza una piscina, muy pronto cruza dos y luego tres. “Nadar es un deporte individual que implica una lucha constante por creer en uno mismo. Cada piscina es un logro”, precisa Huen.
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Respirar y flotar Saber nadar consiste en mantenerse a flote en el agua moviéndose y respirando adecuadamente. Para aprender a flotar hay que vencer la aprensión natural hacia el agua, relajar los músculos y practicar la respiración: se aspira el aire por la boca y se expulsa por la nariz y la boca, hasta alcanzar un ritmo pausado que no demande demasiado esfuerzo. El cuerpo flota naturalmente, y tras una zambullida es capaz de remontarse a la superficie, explica Huen. Sin embargo, ese equilibrio se rompe por miedo a quedarse sin aire o a tragar agua. En estado de pánico, el cuerpo se coloca en posición vertical y se hunde. La posición para flotar –generalmente horizontal, con los brazos separados– es determinada por el instructor, quien por seguridad debe supervisar
el aprendizaje. Para fijarla, evalúa la flotabilidad de la persona (densidad del cuerpo), su configuración anatómica, el volumen de aire contenido en sus pulmones y su flexibilidad. Para todas las edades Bebés. La natación, bajo la supervisión del pediatra, estimula el sistema inmunológico, la coordinación motora gruesa y fina y el desarrollo psicomotor del bebé a partir de los seis meses de edad. Además, como la inmersión se asocia a “jugar en el agua” y requiere de la participación del padre o la madre, el vínculo filial se fortalece y permite al pequeño adquirir seguridad en el medio acuático. Niños. A partir de los 5 años, los niños comprenden y siguen las instrucciones de un entrenador, quien debe aplicar estrategias lúdicas para favorecer su acercamiento a la piscina y ayudarlos a vencer el miedo. En esa etapa, la natación es fundamental para su formación física, psicológica y social: estimulará su desarrollo y el aprendizaje de la constancia y el trabajo en equipo. Entre 10 y 13 años pueden comenzar a entrenar más fuerte: es un buen momento para enseñarles técnicas. De ese modo, rendirán más en el entrenamiento e identi-
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Accesorios Lentes. Protegen los ojos de los efectos del agua, el cloro y el sol. Traje de baño. Especial para nadadores, debe ajustarse cómodamente, sin dificultar el movimiento. Gorro. De látex, silicón o tela, es un requisito indispensable para entrar en la piscina. Tabla. Para apoyarse y trabajar las patadas y distintos movimientos de piernas. Paletas. Se ajustan a las manos para practicar las brazadas, pulir la técnica y fortalecer las extremidades.
ficarán sus potencialidades. Además, la natación los ayudará a planificar su tiempo y contribuirá a su crecimiento físico. Adolescentes. Durante la adolescencia, la natación es una excelente forma de aprovechar el tiempo libre en compañía de amigos que practiquen la misma actividad. Alberto Mestre, nadador olímpico venezolano, agrega que es efectiva para alejar a los jóvenes de las malas compañías y hábitos nocivos (drogas, alcohol, cigarrillos), y les permite, si entrenan para un equipo, viajar y conocer distintas culturas. “Es la mejor edad para nadar porque ganan cuerpo, disciplina y conocimiento, y eso se traduce en una buena autoestima”, subraya el nadador. Adultos. En la madurez, la práctica de la natación como actividad aeróbica ayuda a mantener la condición física y contribuye a evitar las afecciones provocadas por el sedentarismo (obesidad, hipertensión, diabetes). El medio acuático proporciona, además, un ambiente relajante para compensar el estrés laboral y cotidiano.
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Adultos mayores. Bajo supervisión y orientación médica, las personas mayores de 60 años pueden beneficiarse de la natación: mantener el tono muscular, mejorar la postura corporal y favorecer la salud cardiovascular y respiratoria.
Cuestión de estilo La natación como deporte competitivo es una actividad de logros personales y de lucha contra el tiempo. En los niveles profesionales, si bien es cierto que el nadador compite con otros atletas, en términos prácticos, de acuerdo con Mestre, “lo hace contra un reloj. Uno siempre está tratando de bajar su marca. Ése es realmente el objetivo”. Dado el carácter individual de la competencia, la actitud del nadador siempre será entusiasta y positiva. “El buen nadador es perfeccionista, estudioso, disciplinado y constante”, agrega Mestre. Los nadadores profesionales trabajan en equipo con su entrenador, un nutricionista, un psicólogo, un médico y, en el caso de los estudiantes, con un tutor académico.
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Salud a resguardo Quien nada, con o sin objetivos competitivos, debe poner cuidado en áreas específicas del cuerpo: Los atletas se especializan en uno o varios de los cuatro estilos de natación, reglamentados por la normativa internacional, que se diferencian por la forma de nadar y la cadencia y posición del cuerpo en el agua. Crol o libre. Es el estilo más rápido. Se avanza con una acción alternativa de los brazos mientras las piernas realizan un movimiento de tijera, independiente de la brazada. Se respira inclinando la cabeza a un lado. Espalda. Es el estilo más atlético. Se avanza sobre la espalda con las piernas extendidas, dando brazadas hacia atrás. Exige simetría de movimientos para que el nadador se desplace en línea recta. Braza o pecho. Es el estilo más lento. Se practica con movimientos cortos, elásticos y rápidos que recuerdan el desplazamiento de la rana bajo el agua. Brazos y piernas se mueven simultánea y simétricamente. Mariposa. Es el más popular después del crol, se practica con un impulso corporal de cuerpo y brazos que asemeja el desplegar de unas alas. La patada es un movimiento descendente con los pies juntos.
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Piel. Para evitar la resequedad se debe aplicar crema humectante al concluir las prácticas, no antes de entrar en la piscina. Para el tratamiento de los hongos, se debe consultar al dermatólogo. Cabello. Se debe proteger con champú humectante y acondicionador, pues el agua y el cloro resecan la fibra capilar. Oídos. Para prevenir la otitis es imprescindible usar tapones y secarlos bien al terminar la sesión. Hombros. El llamado “hombro de nadador” es una lesión que
afecta a músculos y tendones debido al reiterado movimiento de brazada, que eleva esa parte del cuerpo por encima de la cabeza. El desarrollo de una buena técnica ayuda a prevenir esta patología.
F u e n t e s c o n s u lta d a s º Oscar Huen, entrenador de Natación del Colegio Emil Friedman, asesor de la Federación
Venezolana de Deportes Acuáticos (Feveda). º Alberto Mestre, atleta y nadador olímpico. º Lilia Núñez, médico fisiatra. Especialista en Medicina Deportiva. Metas Sports. º Natación. Recomendaciones efectivas para entrenar, hidratarse y alimentarse. Gatorade Sports Science Institute (GSSI), 2010. º La natación. Manual práctico. M. Berlioux. Editorial Hispano Europea, 1974. º La natación. Ciencia y técnica. James E. Counsilman. º www.efdeportes.com: revista digital. Buenos Aires (Argentina).
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