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GLOBALIZACIÓN Y LITERATURA EN AMÉRICA CENTRAL: ESCRITORES Y EDITORIALES Magda Zavala A manera de prólogo Llegué a los estudios literarios por la literatura que se dice en voz alta, la que se hace saber a otros por la oralidad. Mi abuelo Laudencio González Prendas, nacido en fecha imprecisa en la última década del siglo XIX, era un excelente narrador de historias. Por él aprendí el arte verbal y el gusto por los juegos de lenguaje, cuando nos deleitaba con anécdotas y relatos salpicados de refranes en la pampa guanacasteca, lejana del Valle Central, en Costa Rica. La escuela y la Biblioteca Municipal de mi pueblo me enseñaron la escritura y el arte literario escrito, mientras que en la calle encontré una banda de lectores de revistas ilustradas y novelas del oeste (estadounidense), con los que integré una cofradía de solidaridad, a la que caracterizaba la lealtad en el canje y préstamo de estos libros. Con las amigas, conocí los textos de Corín Tellado, que luego fueron familiares en las revistas “femeninas”. Supe desde entonces las distancias y proximidades de las tres esferas1 de producción literaria. Globalización y cultura en América Central La globalización y el nuevo momento en la vida literaria mundial, actuando sobre el escenario de la posguerra o pospacificación en América Central2, cambia y 1
La teoría literaria de la escuela francesa ha reflexionado, principalmente, sobre dos esferas: la literatura del campo restringido o gran literatura, también llamada literatura culta, y la literatura del circuito amplio o literatura de masas (cfr. Bourdieu, 1995:214). Aunque también existe una larga tradición de estudios de literatura popular, hay pocos análisis sobre las relaciones entre las tres esferas de producción y circulación de lo literario. 2 En América Central de la posguerra, los sorpresivos cambios de la vida económica y política en la segunda mitad del S. XX, con su correlato en el plano de la cultura, la llamada “tercera revolución tecnológica” (Alvarez:2000:244), ha impactado el arte de diversas maneras, si bien se expresa sobre todo en los ámbitos de la tecnología de la información y la comunicación, el desarrollo de la biotecnología, la ingeniería genética y la robótica, entre otros. Nos corresponde ahora describir e interpretar los caminos mediante los cuales se manifiesta este nuevo momento de la vida social en América Central, y consecuentemente, identificar cómo se concibe y organiza la producción de lo literario este período. Es sabido que en el ámbito internacional al acabar la década de 1970 y durante la era Reagan/Bush colapsan los supuestos que habían sustentando los diferentes movimientos artísticos durante las etapas anteriores de la modernidad: la resistencia, automarginación y crítica del campo artístico frente al mercado. El mercado parece estar ganando el pulso que entrabaron hace tres siglos. La globalización llega (económica y discursivamente) a América Central cuando se sostenían guerras populares contra dictaduras ancestrales, contra al neocolonialismo que se expresaba por distintas vías (desde el asistencialismo, hasta las invasiones) y por el derecho a la autodeterminación. Estas guerras quedaron truncas por una “pacificación” muy discutible que eliminó los sujetos populares del escenario y dejó instalados los ejércitos y las cabezas políticas tradicionales en cada país. El corolario de toda esta situación es un desorden decepcionado en los sectores populares que se empobrecen, pierden derroteros, abonan la mendicidad y la delincuencia en las ciudades o se deciden por la migración
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trastoca esas evidencias. La literatura cibernetizada, o transmitida en soporte electrónico, crea otra esfera más, con un circuito específico de lectores. Habría que hablar ahora de cuatro esferas de transmisión de lo literario, cada una con su lógica, y de las interacciones entre ellas. En este marco, la dinámica de las editoriales metropolitanas y, sobre todo, de los consorcios, cobra presencia protagónica. Por su acción, el sitio desde donde se hace la literatura pierde importancia y hasta se transforma en una marca que hay que borrar. Los escritores ya no son más autoridades intelectuales, sino que se asemejan, de manera sorprendente, a las estrellas del espectáculo masivo, en una sociedad que se define cada vez más por someter la realidad a los espectáculos y por crear realidades espectaculares3, que se manifiestan en escenarios selectos unos, amplios otros. Si se ubica un lector en las vías cibernéticas, no importa donde viva; desde cualquier punto es testigo de múltiples espectáculos, preparados para cualquier observador con un perfil capaz de acceder a ellos y de descifrarlos. En América Central de la posguerra ha habido cambios sustanciales en el campo literario. Durante el período de conflicto, la ruptura ideológica determinó la existencia de campos literarios opuestos, con sus agentes e instituciones propios, dentro de una misma nación4. En la actualidad, ha habido movimientos importantes que procuran integrar un solo campo, olvidando las antiguas contradicciones; sin embargo, la identidad misma de un campo diferenciado ha perdido vigencia. Los escritores buscan menos ser reconocidos por sus pares en un país, o varios, de la región y cada vez más figurar a escala internacional, por lo menos en el circuito metropolitano que consume literatura en español. En el momento anterior, existían editoriales sensibles a la solidaridad y a los nuevos horizontes estéticos, con orientaciones culturales propositivas frente a los órganos oficiales de publicación del Estado. Algunas correspondían a instituciones culturales independientes y otras mezclaban fines comerciales con objetivos más amplios. Entre ellas podemos mencionar a la Editorial Oscar de León Palacios y Editorial Nueva narrativa, en Guatemala; a Guaymuras, en Honduras; Signo Editores en Nicaragua; Editorial signos de Panamá; Guayacán, en Costa Rica y Canoa Editores, en El Salvador. Paralelamente, se desarrollaba la importante labor de las editoriales universitarias y de EDUCA, lamentablemente en la actualidad casi extinta, que (hacia Costa Rica en el caso de los nicaragüenses y hacia los Estados Unidos, en toda América Central). Mientras, los sectores gobernantes muestran uno de sus peores momentos, en cuanto a que pierden capacidad de respuesta autónoma frente a los organismos internacionales y los países regentes de la globalización y se dedican, en mucho, a promover privatizaciones aceleradas e incautas. 3 “(...) el espectáculo moderno era ya, esencialmente: el dominio autocrático de la economía mercantil que había alcanzado un status de soberanía irresponsable y el conjunto de técnicas de gobierno que acompañan ese dominio” (Debord: 1999:14). 4 En ese período, todavía escasamente estudiado desde el punto de vista de la teoría de la institución literaria, derechas e izquierdas establecían cada cual su propio canon, sus instituciones de apoyo y sus redes de alianzas internacionales. En estas condiciones, los conflictos y la lucha por las posiciones eran prácticas cotidianas. Igualmente, el desarrollo de solidaridades y alianzas.
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ofrecían a un sector de los autores (principalmente, habitantes de sectores urbanos, cercanos a grupos de influencia, reconocidos o apoyados por autoridades culturales...) la posibilidad de publicar sus libros sin costo alguno, lo cual sigue, en cierta medida, vigente. Las editoriales ligadas a los Estados, antes y después del período de guerra, merecen un capítulo aparte, que está por escribirse. La Editorial Costa Rica, por ejemplo, tiene en sus manos la posibilidad de crear el canon literario del país, pero no cuenta con los criterios, las políticas y los procedimientos para garantizar la calidad de su selección. Así, los grupos de escritores formales e informales, y sobre todo estos últimos, gracias a influencias diversas, mantienen el control de la institución. Es claro que muchos autores deben recurrir a pequeñas editoriales para ver sus libros editados. Además, la publicación en una editorial del Estado tampoco es garantía de circulación ni de reconocimiento, dada la heterogeneidad cualitativa de los textos publicados y el escaso alcance de la distribución. Sin duda, habría que estudiar detenidamente la dinámica de las instituciones homólogas en la región, para dar cuenta del nexo entre las políticas de Estado y la vida literaria. Se podría saber entonces de qué sectores sociales, ideológicos y partidarios provienen los autores seleccionados por ellas, a qué grupos de influencia cultural pertenecen, qué líderes generacionales los protegen, cuáles instituciones privadas los patrocinan o impulsan y otros detalles necesarios para comprender apropiadamente sus posiciones en la vida literaria. Probablemente los resultados darían algunas sorpresas y varias comprobaciones previsibles. La globalización y los hechos literarios La internacionalización enfática de los mercados y el desarrollo de una tecnología informativa de largo alcance, permite una más amplia circulación de bienes, contradictoriamente, en un circuito selecto, pero de composición cultural heterogénea. Esta nueva dinámica de los bienes simbólicos alcanza al arte y la literatura de un modo tal, que acaba a escala planetaria con lo que se ha llamado “soberanía del arte”. Recordemos que “ autonomía y soberanía son dos notas que caracteriza al arte desde inicios de la modernidad”5, tal y como lo soñaron los románticos alemanes de Jena, al terminar el siglo XVIII, y por lo que lucharon grandes autores, como Flaubert y Baudelaire, con tanto ahínco y consecuencias estéticas. En este nuevo período de la cultura, cambian las necesidades y perspectivas de la vida literaria también en América Central, probablemente de manera similar a lo que ocurre en otras latitudes de América Latina y en los países con condiciones próximas en la vida cultural, política y económica. Ahora los mercados literarios metropolitanos 5 “
Dar un sentido soberano a la subversión estética de toda comprensión implica sobrepasar el estatuto marginal que hace de lo estético un simple modo de discurso entre otros. El arte se hace soberano cuando la experiencia de su negatividad revela también la negatividad que oculta lo que no es arte, sino discurso funcional”(Menke, 1997:193).
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promueven la selección del canon y de modelos estéticos representativos en las distintas artes, invirtiendo por primera vez, de manera evidente y celebrada, la 6 dinámica de consagración que ahora es de afuera del Estado nación hacia adentro. Esta evidencia golpea la autoestima colectiva y deja sin vigencia o disminuidas a las instituciones de consagración internas, que en lo literario son, como bien sabemos, editoriales y concursos locales, grupos de críticos nacionales, revistas, libreros, cenáculos y academias, entre otros. Éstos funcionaron, como les correspondía, hasta aproximadamente el primer quinquenio de la década de los años noventa. Al respecto, indica Óscar Alvarez, extendiendo la observación a América Latina: “El éxito literario ya no depende solamente de la calidad del texto, sino también de las técnicas de mercadeo y publicidad, así como de la capacidad “maquiavélica” del escritor y de sus promotores para capturar premios literarios, que se convierten en un medio de aumentar las ventas.(...) Si bien la crítica siempre fue el lado más débil de la literatura latinoamericana, ahora simplemente dejó de existir. Fue sustituida por la reseña periodística, el elogio, el ataque o la simple publicidad (Alvarez, 2000: 250)”. Aunque estos hechos parecen evidentes en la Centroamérica actual, no dudo que esté ocurriendo lo mismo o parecido, aunque tal vez más sutilmente, fuera de nuestras fronteras regionales. En este período, el mercado ha logrado vencer gran parte de la resistencia histórica que tuvieron los artistas y escritores en la modernidad. Indudablemente, las leyes de la economía predeterminan hoy de manera más directa los modelos de escritura, producción del libro y procesos de circulación de lo literario, que se acogen en parte a los moldes productivos de la literatura de los medios de comunicación masiva o literatura industrial, al decir de Bourdieu, y se desproblematiza en sus contenidos7. Para tener un lugar en la literatura de los países metropolitanos, y ya no en los campos literarios de cada país en particular, que parecerán ahora demasiado estrechos y sin interés para los autores, el (la) escritor (a) busca transformar su escritura o la proyección de su imagen, de acuerdo con las recomendaciones de los especialistas del mercadeo; asimismo, se preocupa por acudir a asesores que lo ayuden a identificar matrices temáticas y técnicas que le aseguren viabilidad en el mercado y acceso a premios internacionales. A la caza de oportunidades, un buen grupo de escritores parece deponer ideales, propósitos íntimos, necesidades sociales, dolores y denuncias, o asumir solo aquellos que cuentan con una recepción favorable de antemano. Es de suponer, por ejemplo, que está bien visto denunciar el machismo y la contaminación del medio 6
Costa Rica presenció, a fin de siglo XIX, una fuerte polémica entre nacionalistas y cosmopolitas, en la que parecen haber vencido los nacionalistas. Al acabar el siglo XX, sin duda los resultados serían diferentes, si consideramos la capacidad de respuesta de la clase política de los intelectuales ante el discurso neoliberal. 7 El libro de Laura Esquivel La ley del Amor(1995) y Afrodita(1998) de Isabel Allende nos ofrecen ejemplos paradigmáticos.
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ambiente, pero no así, mostrar al mundo el trasiego de órganos, la prostitución infantil, las contradicciones de una pacificación en que los acuerdos jamás terminan de llegar a real término, el etnocidio y el crecimiento desmesurado de la delincuencia, indicador de mayores desigualdades sociales. Por otra parte, para decepción de aquellos escritores que defienden el arte por el arte, tampoco la escritura de la vanguardia estética tiene oportunidad. Por lo tanto, es posible apreciar en el panorama literario del presente en la región sectores que tienden a separarse cada vez más, entre quienes producen una literatura de pretensión cosmopolita, de tendencia posmoderna u otra, en la perspectiva del mercado, y quienes restan valor a la difusión transnacionalizada y continúan creando una literatura de urgencia, que tiene ahora menos posibilidades de ver la luz editorial. Y hay quienes también siguen intentando la síntesis entre ambos, expectativas que tienen sobre todo los nuevos sujetos de la literatura regional. En este contexto, un sector importante del arte, y del campo artístico, renuncia a la marginalidad activa y denunciante que había marcado el período anterior y desea aprovechar las posibilidades individuales que ofrece el mundo internacionalizado. Esta tendencia se muestra claramente en las Artes Plásticas o Visuales y empieza a tener manifestaciones en lo literario. Globalización literaria En lo literario, la globalización se expresa de diversas maneras: en el lenguaje y los temas de la escritura; en los sujetos sociales que tienen ventaja y poder para aprovechar las nuevas alternativas de producción, en las instituciones promotoras y sus funciones, en los “habitus” y metas de los escritores, en los sitios desde donde se escribe, en el nexo cada vez más estrecho entre cibernética y literatura. Es posible reconocer en la literatura centroamericana de hoy, las siguientes tendencias que parecen ser formas de adecuación al nuevo momento: Eco o elusión del contexto. El mercado internacional requiere ciertos temas y repele otros. En concreto, le interesa la generalidad, a lo sumo, los universales humanos o las grandes reivindicaciones, y no así la especificidad cultural y la literatura de problematización. El individuo, visto de manera aislada y simple, también ofrece asuntos que caben en este marco, de ahí la búsqueda de autobiografías, biografías y memorias. En América Central, la literatura fuertemente politizada de las décadas de 1970 y 1980 quedó atrás hacia el fin del siglo XX, aunque sigue publicándose literatura testimonial. Todavía en los últimos años aparecen novelas de esta tendencia; por ejemplo, El misterio de San Andrés (1996) de Dante Liano; Milagro de la paz (1995) y Siglo de O(g)ro (1998), de Manlio Argueta, solo para mencionar algunas. También, resuenan muestras de poesía testimonial en El Salvador (José Roberto
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Cea), en Honduras (Roberto Sosa, José Antonio Funes) y Guatemala (Ana María Rodas, Francisco Morales Santos), entre otros. Es sabido que interesan a las empresas editoriales metropolitanas los escritores que representan, con su práctica en el campo literario y su escritura, las expectativas que el lector cosmopolita tiene sobre la literatura latinoamericana. En el caso de García Márquez, su correspondencia con el realismo mágico; en Jorge Amado el exotismo criollo y la exuberancia; en Vargas Llosa la ingeniería narrativa puesta al servicio de la novela histórica, tan cotizada en los medios de comunicación. En Centroamérica, se ha venido desarrollando una importante producción de literatura histórica. Luego de Asturias, no hubo un movimiento de realismo mágico importante, como sí lo ha habido de novela histórica, especialmente, en Nicaragua (Sergio Ramírez, Julio Valle Castillo, Ricardo Pasos...).En Costa Rica, destacan los textos de la escritora chilena radicada en Costa Rica, Tatiana Lobo, del dramaturgo Daniel Gallegos y de José León Sánchez. De manera simultánea, empiezan a quedar atrás los temas políticos del presente. Entre La mujer habitada (1998) y Sofía de los presagios (1992), de Gioconda Belli, existe una distancia significativa en el orden de la escritura y sus intenciones. Mientras la primera se asienta en los conflictos políticos del pasado remoto y los propios de la segunda mitad del siglo XX en Nicaragua, la segunda novela los ignora casi por completo. El tema político vuelve a cobrar vigencia cuando se le ve con distancia, en memorias y otros relatos autobiográficos, tal y como ocurre en El país bajo mi piel(2001) de Belli. Un salto cualitativo ha ocurrido.
Balance entre las tendencias estéticas. La dinámica de la vida cultural salvadoreña de hoy, según dicen sus escritores, enseña que las divergencias del pasado no terminaron al acabar el conflicto bélico. Posteriormente, mediante actividades literarias y otras, se ha rescatado en El Salvador el testimonio de colectividades deprimidas8. Es curioso que sea en ese mismo país en donde esté surgiendo una teorización contra o antitestimonial, como lo muestra Rafael Lara Martínez en el artículo “La tormenta entre las manos”, aparecido en la Revista Voces. Aparentemente, mucho quedó sin resolver en el terreno estético y no ha habido suficientes oportunidades de evaluar los avances de la literatura regional en este nuevo período. Algo similar sucede en Nicaragua, donde es claro el interés de los escritores jóvenes por evaluar la literatura del período sandinista y señalar sus distancias y cuestionamientos.
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“ ASTAC y el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJE), así como varias asociaciones de mujeres promueven concursos de testimonios con el propósito de grabar en la memoria del país lo que la historia oficial busca olvidar.”(Castrillo: 1997: 6). Los escritores que se encuentran en esta tarea asumen que la superación de la guerra no se da con un simple olvido colectivo, con la desmemoria, sino con la evaluación ponderada y ética de las causas que llevaron a la violencia política.
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Por otra parte, siguen teniendo vigencia en algunos países de la región los grupos conducidos por guías o maestros generacionales, claramente asociados con los partidos políticos y las instituciones culturales de los Estados. Estos núcleos mueven influencias importantes, capaces de construir y destruir escritores y definir modas estéticas.
Literatura de la nación en crisis Un fenómeno nuevo en la literatura centroamericana de la última década es la aparición de una literatura de repudio de la patria (por cierto, en ocasiones equiparada con la madre)9 que se manifiesta sobre todo en novela. Es el caso de El asco (1997) de Horacio Castellanos, El Emperador Tertuliano y la legión de los superlimpios (1991) de Rodolfo Arias y Mundicia (1991) de Rodrigo Soto. Estas novelas aparecieron por primera vez en pequeñas editoriales locales. Son parte de una serie de textos que se expresan en el período de la globalización y parecen responder, en cierta medida, a sus expectativas culturales, en lo relativo a la identificación de los individuos con una patria originaria. Crítica y espectáculo literario. La aparición de escritores estrellas, con una difusión espectacular, hace que los críticos cedan al espejismo y se ocupen casi exclusivamente de ellos. Queda en el olvido un amplio espectro de escritores, entre los que abundan los que corresponden a minorías étnicas, mujeres, grupos que reivindican opciones eróticas diversas, sectores alternativos y otros. De este modo, la crítica es también víctima y cómplice de las estrategias de publicidad literaria. Los estudios literarios se alejan así de la pretensión de cientificidad que la animó hace unas cuantas décadas. Lejos de buscar en la realidad las distintas series textuales, correspondientes a las distintas esferas al inicio mencionadas, y de proponer con rigurosidad, la delimitación de conjuntos de textos, de acuerdo con sus proximidades estéticas y otras, sin ceder a las exclusiones y olvidosvoluntarios e involuntarios-, la crítica parece simplemente avalar y refrendar la obra que le señalan las empresas y la publicidad literaria. En América Central pesan también las rencillas de aldea o los cobros políticos, que invisibilizan a algunos escritores. Los mismos escritores que escriben crítica olvidan de mencionar en sus repertorios a representantes de los grupos emergentes, como hace Sergio Ramírez en su artículo de la Librusa10, quien no recuerda mencionar entre los
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Es así claramente en Cruz de olvido(1999) de Carlos Cortés; había un antecedente de este hecho en Los compañeros(1976) de Marco Antonio Flores. 10 Http://www.librusa.com/entrevista_sergio_ramirez.htm
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novelistas de la actualidad a las escritoras, ni en poesía, la aparición de un fuerte movimiento poético en el área maya, en el que destaca Humberto Ak´abal11. Literatura y cibernética. La literatura cibernetizada empieza a aparecer en América Central, sobre todo con las experiencias que proponen los escritores centroamericanos que viven en los Estados Unidos. Para ellos, la posibilidad de una escritura virtual, con recursos de la alta tecnología fue más temprano una realidad accesible; no sucede del mismo modo para los escritores que producen desde la región. En la actualidad, empiezan a aparecer librerías virtuales y cada vez más escritores instalan su página web, con el propósito de vencer la invisibilización. El uso de las vías virtuales le permite al escritor aspirar a una circulación sin libro impreso a escala internacional. Sin embargo, el escaso desarrollo de la tecnología en América Central, presagia a esos escritores una recepción limitada entre los suyos, si solo usa esta vía, y una todavía poco predecible difusión en otras latitudes, en que su nombre es desconocido. Los hechos hasta aquí señalados llevan a los escritores a la aspiración de ocupar un lugar en la literatura mundial, lo que parece indicar que los campos literarios internos han dejado de ser un marco de referencia deseable para ellos. La presencia de consorcios editoriales en América Central es uno de los rasgos que más dinamizan el presente de la región y se convierte en el medio por el cual los escritores creen posible conquistar el mercado mundial. Consorcios editoriales y escritores. Quizás, el aspecto más relevante de la vida literaria mundial del nuevo período es la producción mercantil del escritor desde las empresas editoriales transnacionalizadas. Como nunca antes, las editoriales son condición de producción, reconocimiento y consagración de los escritores (as). Ellas concentran todo un amplio proceso que antes tenían en sus manos diversos sujetos sociales: los talleres literarios y la academia, los cenáculos, las editoriales locales y regionales y los críticos.
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“Hacia la última década y con el fin de las hostilidades bélicas en la región, la producción literaria se diversifica, acaban los enfrentamientos descalificadores de tendencias opuestas, aparece con fuerza una producción literaria de mujeres, especialmente identificada con los valores de la reivindicación de género; hace irrupción una literatura todavía muy minoritaria, que pregona la diversidad de opción sexual e, igualmente, otra sensible a la luchas por el medio ambiente. Un componente de relevancia es el surgimiento de la literatura de autor indígena en la zona maya. Con todo ello, se muestra el efecto de la corriente epocal de la posmodernidad y de las luchas sociales más recientes” (Zavala, 1999-2000: 9-10).
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Los consorcios editoriales, ubicados en circuitos geográficos y culturales específicos, siguen tácticas de reclutamiento de escritores bastante simples, pero muy eficientes. A mi entender, las principales son: -Construcción de escritores desde y por el mercado. Las empresas condicionan la escritura y la imagen del escritor para ser proyectada por los medios. Con ello, rápidamente, algunos personajes de los medios de comunicación llegan a ser escritores. Siguiendo este procedimiento, la empresa editorial recurre a periodistas, presentadores de televisión y otros personajes de los medios y los apoyan de diversas maneras, con el propósito de convertirlos en escritores famosos12. En Costa Rica, solo para citar un ejemplo, dos de los premios nacionales de novela de los últimos cinco años se otorgaron a escritores y periodistas que escribían su primera novela; además, en este mismo país, Alfaguara amparó la edición de las primeras novelas de dos periodistas, en un lapso no mayor a tres años. Estos hechos, y sobre todo, otros, la creación prácticamente “ex nihil” del escritor, a partir de personajes de los medios (el escándalo de la creación de escritores)13 parecen indicar que se trata de procesos donde se finge que se hace literatura, yendo mucho más allá de la pretensión tradicional de la literatura, la cual, mediante fingimientos, crea realidades (ficción, “ficticio”, fingere, fingir) (Marc, 2000: 30). Es decir, se estaría muy cerca de la falsificación.
-Atracción de autores famosos Los consorcios procuran mezclar ediciones de sus escritores orgánicos con publicación de autores consagrados14. Por ejemplo, Alfaguara publicó recientemente también una novela de Elena Poniatowska y ha publicado en Centroamérica textos de Sergio Ramírez. La atracción de escritores consagrados 12
Este es un mecanismo enfáticamente usado en los últimos quince años. Los consorcios editoriales identifican entre periodistas, presentadores de televisión, artistas de la farándula y otras afines, a aquellas personas que pueden tener un perfil atractivo para el gran consumo: por una vida escandalosa, por su opción sexual minoritaria, por su belleza física, por sus habilidades como comunicador (a), por su liderazgo cultural y los anima a escribir (novelas, sobre todo) con la promesa de editarlos. Estos autores potenciales, según se dice, cuentan con el apoyo de un equipo de redacción de la editorial, al servicio de sus requerimientos como principiante en el oficio. Las novelas, editadas lujosamente, tienen un lanzamiento ruidoso con repercusiones en varias capitales del circuito cultural que determina la lengua de su escritura. Estos textos tienen asegurada su difusión en las librerías y, quizás, en supermercados de todo el mundo. De esta manera, el escritor nace famoso, no requiere trayectoria, ni formación, ni consagración entre pares. La empresa editorial los construye famosos por su sello. 13 Un sonado ejemplo de la importancia que toma actualmente la producción en serie de escritores es el caso Ana Rosa Quintana y su novela Sabor a hiel, en España. 14 Isabel Allende, para citar solo un caso, hace un camino muy particular que la lleva del periodismo, a la literatura profesional, y de allí a la literatura “light”, y luego, al simple producto mercantil, al modo de los ensayos con apostillas que aparecen en Afrodita. Tanto García Márquez como Vargas Llosa, antiguos opositores ideológicos, terminan siendo próximos o aproximados por este contexto.
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dan “lustre” a la casa editora y garantizan la credibilidad de la empresa ante los conocedores. -Conversión de autores reconocidos en autores del circuito masivo. Este fenómeno ha sido común en los tiempos modernos. La relación de intercambio entre el circuito masivo y el restringido, aunque minoritaria, ha caracterizado toda la modernidad15 Los escritores de los consorcios y los escritores restantes. La presencia, como “deus ex machina”, de los consorcios editoriales en Centroamérica, empieza a ser importante en los primeros años de la década de los noventa. Desde entonces al presente, ha cambiado visiblemente la dinámica de los campos literarios nacionales y del regional. De formaciones divididas en sectores ideológicos expuestos, cada uno con instituciones y sistemas de reconocimiento propios, ligados internacionalmente con partidarios en América Latina y el mundo, han pasado a ser espacios ocupados por los consorcios, verdaderos agentes neocoloniales. Estos hacen apariciones temporales, en función de: - El lanzamiento de escritores y libros con su sello editorial. - La búsqueda de libros candidatos a edición. - La promoción de actividades literarias, en asociación con organismos del Estado. - La puesta en escena de sus escritores famosos, o desconocidos, en gira de promoción editorial. Esta situación implica que las transnacionales editoras actúan como verdaderos motores de la actividad literaria. Varios escritores ya trabajan en función de su potencial acceso al sello editorial. Como derivado de todo lo anterior, tenemos dos tipos de escritores: los que se promueven por las vías tradicionales, con grandes dificultades y tropiezos para el logro de reconocimiento, y los que llegan sin ninguna trayectoria, del anonimato a la cima. Los objetivos sociales del arte han quedado atrás. El mercado de influencias (personales, sociales, políticas, familiares, e incluso, religiosas…) es hoy más evidente que nunca. Los escritores saben que de su uso depende el éxito. Los consorcios pueden mover premios nacionales y regionales. Es sabido que la publicación con un sello editorial transnacionalizado garantiza, casi sin duda, el otorgamiento de premios y otros reconocimientos de parte del conjunto de instituciones literarias ligadas al Estado nacional. Como es visible, las condiciones 15
Sin embargo, el escritor que se propone mezclar las formas de uno y otro modelo, corre el peligro de que su escritura quede atrapada por las formas más simples, propias del campo masivo, sin ir más lejos. En América Latina, Manuel Puig logró una síntesis novedosa y atractiva, mientras que algunos de los llamados escritores “ light” quedan a veces más cerca del mercado que de la literatura.
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para la promoción y desarrollo de simbólicos están dadas.
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formas cuestionables de acceso a bienes
Mientras, la mayoría de los escritores están prácticamente condenados al anonimato. Las oportunidades editoriales abiertas por el Estado tienden a disminuir con la reducción neoliberal y los ajustes estructurales. Las editoriales locales no pueden competir con los consorcios, ni en la calidad de producción del texto, ni en capacidad de distribución y mercadeo. Entre la presencia local de los consorcios y la cibernética literaria, las pequeñas editoriales sufren un acorralamiento que preludia la desaparición. Y son las editoriales locales las que permiten la existencia del escritor independiente, el que no escribe ni para los consorcios, ni para los aparatos editoriales del Estado. En la relación entre las grandes empresas editoriales y del Estado nacional, el Estado parece perder protagonismo, pues en muchas ocasiones termina cediendo su espacio y preferencias, para apoyar los objetivos de las empresas; de lo contrario, la asociación tiene poca posibilidad de éxito. Resta una pregunta clave: ¿cuáles son los escritores locales que pueden llegar a los consorcios? Los que tienen una escritura más apta para la comercialización y los que cuentan con relaciones (posiciones en sitios de poder, contactos e influencias) para hacer llegar sus textos, con “valores” adicionales. Conclusiones La globalización se expresa en el ámbito literario, y de manera visible e inmediata en América Central, como cambio de las expectativas de edición y distribución de los escritores, que buscan los mercados metropolitanos. Por lo tanto, la llegada de las transnacionales de la edición adquiere una importancia especial. Este hecho ha cambiado la dinámica del campo literario y trae consecuencias a las relaciones del escritor con el proceso de escritura, al contacto entre los autores y de éstos con los organismos del Estado. Este período se caracteriza por la distorsión de las solidaridades ideológicas y gremiales entre los escritores. Las transnacionales de la edición crean escritores orgánicos y atraen a otros a su órbita. La distancia entre los que tienen este apoyo y los que no, es abismal en oportunidades. Los medios de comunicación masiva intervienen de manera evidente en la promoción de los escritores. La crítica académica aparece un tanto más disminuida y sin expectativas científicas claras. Por otra parte, las literaturas de América Central, tradicionalmente sensibles al contexto y a los conflictos que caracterizan a estas sociedades, empiezan a perder capacidad de anclaje y denuncia. Mientras las editoriales pequeñas, que han dado oportunidad a escritores independientes, pierden su espacio de manera acelerada. Vivimos todavía en una América Central en donde persisten sitios en los que no se sabe qué es una máquina computadora. Yo, que hace tiempo la uso para
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multiplicar la capacidad de hacer literatura y comunicarme con los amigos a distancia, la coloco a la par del metate auténtico precolombino, donde mi abuela Josefa Álvarez Morera afinaba la masa de maíz, y trato de no olvidar que la palabra tiene un aquí, un ahora y un porqué que prefiero inalienables. BIBLIOGRAFIA -
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Alvarez, Oscar. “Globalización y literatura”. ISTMICA 5-6, Heredia, Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional,1999-2000. Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona, Anagrama, 1995. Castrillo, Mario. “Consideraciones sobre la cultura nacional”. Ponencia al V Congreso Internacional de Literatura Centroamericana, San José, febrero de 1997. Debord, Guy. Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Barcelona, Anagrama,1999. Godzich, Wald. Teoría literaria y crítica de la cultura. Madrid, Cátedra, 1998. Menke, Christoph. La soberanía del arte. La experiencia estética según Adorno y Derrida. Madrid, Visor,1997. Petit, Marc. Elogio de la ficción. Madrid, Ediciones Espasa Calpe, 2000. Zavala, Magda. “La literatura centroamericana en el reciente fin de siglo”. ISTMICA 5-6, Heredia, Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional, 1999-2000.