había aprendido cuando reparaba el celular de su hermano, o de sus amigos, tenía una particular habilidad en ello. Al unir dos cables, se dio cuenta

Metamorfosis 2016 Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un gran celular
Author:  Gabriel Romero Paz

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Metamorfosis 2016 Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un gran celular pantalla plana. Estaba rodeado por una banda metálica que lo hacía sentir rígido. La parte trasera era de plástico. Dentro del aparato no conseguía moverse, podía mirar todo lo que había a su alrededor a través de la pantalla plana Full HD de 5.7 pulgadas, minúsculas piezas de metal rozaban su cuerpo, también pequeñísimos tornillos, y una batería interna recargable pesaba significativamente sobre su espalda. Una cámara trasera de 16 megapíxeles y una cámara frontal de 5 megapíxeles envolvían el resto de su cuerpo. “¿Qué me ha ocurrido?”, pensó. No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila. En una de las paredes había colgado un póster de Luciana Salazar desnuda. Y en otra, el póster de Divididos, su grupo de rock favorito. Por encima del escritorio, se encontraba su Tablet, una botella de agua y unos chocolates, desde que fumaba marihuana tenía mucha ansiedad por comer cosas dulces.

En la Tablet tenía toda la información que había estudiado de

memoria, de cada uno de los modelos de celular que ofrecía a sus clientes. También guardaba la lista de precios, y la foto de cada modelo de aparato que promocionaba. Gregor hacía poco había conseguido este trabajo como vendedor de celulares en el Call Center de Alberto, papá de Emilio, su mejor amigo. Con Emilio siempre fueron juntos al colegio, y a fútbol. Hasta que los padres de Gregor se separaron. En ese entonces abandonó sus estudios secundarios, pero eso no implicó cambio alguno en su relación. La mirada de Gregor se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso lo hacía sentir muy melancólico. Gregor empieza a desesperarse cuando se da cuenta que está atrapado en su celular. Por más que lo intentara no puede salir del aparato. Sentía que el aparato se lo había comido, y no sabía qué hacer. Tomó algunos cables que lo rodeaban como pudo, y los conectó, sabía mucho de armar y desarmar celulares, eso lo

había aprendido cuando reparaba el celular de su hermano, o de sus amigos, tenía una particular habilidad en ello. Al unir dos cables, se dio cuenta que podía ser escuchado, porque los conectó con un microchip, que funcionaba como micrófono. Empezó a pedir auxilio. Y cómo nadie acudía a ayudarlo, apretó un botón interno para subir el volumen. Si bien él podía oírse, porque el celular estaba en altavoz, cayó en la cuenta que nadie de los que estaban a su alredor se había percatado de lo que le estaba pasando. Su madre discutía por teléfono con su ex marido (padre de Gregor) por la cuota alimentaria, que aún no había depositado en el banco. Su medio hermano (hijo de su madre con su actual pareja), jugaba al Mine Craff en red, como siempre, aislado del mundo, con sus auriculares puestos, sólo escuchaba a sus amigos virtuales que jugaban con él en la red. El único que había advertido el sonido extraño que provenía de la habitación de Gregor, era Yoni, su perro, que no paraba de ladrar y rasgar la puerta. Yoni hacía 6 años que vivía con ellos, y si bien ya estaba viejo, ladraba con bastante potencia. Este caniche mini toy blanco, fue uno de los tantos regalos que le hizo Richard a la mamá de Gregor. Al principio su mamá lo llevaba a la peluquería canina, le hacía hacer ropa a medida, lo sacaba a pasear los domingos, lo perfumaba. Pero el entusiasmo por Yoni duró muy poco. Además de bañarlo, también había que darle de comer y sacarlo a hacer sus necesidades. Para todo eso la mamá de Gregor no disponía de ganas ni tiempo. Así que del perro se encargaba Rosa, la señora que limpiaba el departamento. Los fines de semana, Yoni la pasaba bastante mal, porque nadie se acordaba de que él era un ser vivo. Gregor miró el reloj que marcaba la hora, que nunca pasaba, parecía que el tiempo se había detenido. Eran las 10 hs. de la mañana, horario en el que su hermano va a inglés particular, y su madre a sus sesiones de electrodos y masajes reductores al spa. Después de divorciarse de Carlos, padre de Gregor, y ponerse de novia con Richard, 8 años menor, todas las mañanas había tomado el nuevo hábito de enchufar su cuerpo a estas máquinas con cablecitos y sopapitas, y se gastaba gran parte de lo que su ex le depositaba en cremas reductoras y anticelulíticas.

Gregor cayó en la cuenta de que ni su hermano, ni su mamá se iban a percatar de que él estaba encerrado en su habitación desde la noche, porque además de que cada uno vivía en su mundo, y tenían sus actividades y horarios, sabían que Gregor desde que había abandonado el colegio, dormía hasta tarde. Ni siquiera se levantaba para comer. En realidad no lo motivaba mucho el menú anticalorías que preparaba su mamá. La dieta del doctor Cormillot lo tenía harto, podrido, en la heladera sólo había botellas de agua, queso magro, yogurt descremado, y plantas de lechuga. “¿Qué pasaría – pensó – si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?” Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de ese lado. Envuelto por piezas duras y frías de metal, su pelo se enredaba en los múltiples cablecitos, y estaba tan apretado y tan rígido adentro del aparato que le era muy difícil descansar. Un fuerte silencio de repente inundó su habitación y la casa. Todos se habían ido. Su hermano a las clases de inglés y su mamá al spa, luego tenía clase de pilates. El único que quedaba en la casa era Yoni, que seguía rasgando la puerta de la habitación. Gregor sabía que su amigo Emilio, a las 14 hs. lo pasaría a buscar para ir juntos al Call center, como lo hacía todos los días. Ambos trabajaban de lunes a viernes 8 hs. de corrido, en distintos puestos, Emilio estaba junto a su padre y su socio, en la parte de gestión de la organización empresarial, y Gregor en atención al cliente. Este trabajo era muy estresante. Su tarea consistía en atender personas generalmente enojadas, irritadas, maleducadas, porque el producto que la empresa le había vendido no funcionaba. Gregor en un primer tiempo estuvo en la parte de ventas de aparatos celulares. Tenía que llamar todo el día a distintas personas y vender la mayor cantidad posible de aparatos. Si por semana no alcanzaba a vender 40 celulares corría el riesgo de pasar a otro sector, que era el de atención al cliente. Algunos de sus compañeros no llegaban a ese sector, porque directamente eran despedidos. Como Gregor era amigo de Emilio, y su

padre era uno de los dueños de la empresa, tenía algunos privilegios. Uno había sido conseguir el empleo a pesar de no tener los estudios completos, y otro había sido el de haber pasado del sector de ventas al sector de atención al cliente, porque el primer mes de empleo, no había podido alcanzar los objetivos propuestos. Estaba agotado. Cuando se iba a dormir, se ponía sus auriculares y escuchaba música tranqui, porque tenía la sensación de oír los reclamos de la gente, sus puteadas. Nunca pensó que sería tan difícil trabajar… La vida del adulto… Cuando Gregor pasó al sector de atención al cliente en el call center, la cosa empeoró. Trabajaba las mismas horas sin interrupción, sólo tenía media hora para almorzar e ir al baño. Todo el día recibía llamados de personas ofuscadas porque su aparato no funcionaba. A pesar de tener en cuenta las prácticas de relajación que le habían recomendado en el último curso de capacitación “El cliente es lo primero”, sentía que no podía más. Su jefe había pegado en cada cabina un papel con los consejos sugeridos en aquel curso. Gregor los leía cuando terminaba con alguna llamada que lo hacía sentir un trapo de piso. El papel decía: “Prácticas relajantes” -En el puesto de trabajo, inspirar despacio con la nariz y expirar lo más lentamente

posible por la boca. Repetir 3 veces en varias pausas al día. -Extender el brazo derecho hacia arriba tratando de llegar lo más alto posible, como si se quisiera tocar el techo con la punta de los dedos; bajar el brazo lentamente y repetir el ejercicio con el brazo izquierdo. Hacer el ejercicio hasta 3 veces. -Caminar. Si se traslada en colectivo a su lugar de trabajo, camine por lo menos 19 cuadras para tomar su medio de transporte, tanto a la ida cómo al regreso. Caminar es uno de los ejercicios que más ayudan a reducir el estrés, combatir el sedentarismo y permitir un mejor descanso nocturno -Si su tarea es atender a personas enojadas, irritadas y hasta maleducadas, tenga presente que ese cliente no sabe quién es usted aunque le haya dado su nombre. Su furia definitivamente no es con usted sino con la empresa. Es imprescindible no

redoblar la apuesta siendo aún más agresivo. -Deje que el cliente manifieste su molestia e intervenga cuándo haga silencio y usted sienta que espera una respuesta. -Haga abstracción de los malos humores de los demás y cuide su propia salud. Nadie puede hacerlo por usted. Mientras reflexionaba sobre todo esto con gran rapidez, sin poderse decidir a abandonar la cama- en este mismo instante el celular en el cual estaba inmerso empezó a sonar y vibrar, Gregor no podía parar de temblar y estaba ya aturdido. Era la alarma que había programado para despertarse e ir a trabajar. Siempre lo hacía unos minutos antes de las 14 hs. Logró mover su brazo y con el dedo meñique alcanzó y apretó el botón para apagar la alarma, estando dentro del aparato, fue impresionante el esfuerzo que tuvo que hacer. -¡Qué alivio sintió!... Se quedó quieto, y pensó que a las 13.45 Hs Emilio lo pasaría a buscar, como lo hacía todos los días. Suena el portero. Gregor seguía pensando que hacer. Sabía que con un golpe de puño podía romper la pantalla, pero corría el riesgo de cortarse con los vidrios, intentó golpear para los costados, logró romper el plástico y sacar el brazo, lo estiró, sentir el aire sobre su mano fue una linda sensación. Empezó a moverla lentamente, a estirar sus dedos, que habían estados encogidos durante tanto tiempo. Suena nuevamente el portero. Y al mismo tiempo empieza a sonar el celular. Gregor empezó a vibrar nuevamente, como si estaría dentro de una coctelera, y el sonido era insoportable. Sabía que Emilio llamaba, esa era su oportunidad para hablar y pedir auxilio. Su mano estaba tan hinchada que no actuó con la rapidez necesaria. No pudo atender la llamada. Pensó: ¡Emilio se ha ido, perdí mi oportunidad! Al instante llega un mensaje de audio de whats App. Logra apretar el botón para escuchar el audio. Escuchar la voz de Emilio lo tranquilizó, y sintió que su cuerpo se relajaba, sus pulsaciones bajaban.

Emilio dijo: “brother cuando salga del laburo te llamo o vuelvo a pasar, seguro estas durmiendo, anoche te dije que le aflojes al faso, te zafaste con lo que fumaste, hoy estas hecho mierda y mi viejo te quiere mucho pero ya faltaste varias veces. Voy a ver que verso le meto”. Gregor estaba paralizado, no se le ocurría que hacer. Había empezado a sentir ruidos, estos ya no provenían del aparato sino de su estómago. Ya habían pasado varias horas sin comer. Se imaginaba comiendo las albóndigas con salsa y arroz que le preparaba su abuela Clelia. Desde que ella faltó nunca más volvió a probar ese plato que tanto le gustaba. La recordó y sus ojos se llenaron de lágrimas, añoraba tanto esos momentos. Iban pasando imágenes en su cabeza, como fotografías de momentos vividos, su infancia, sus amigos, sus abuelos, cuando jugaba con su papá a la pelota los domingos, las caricias de su mamá. El celular volvió a sonar, esta vez el sonido no era de un mensaje, ni de la alarma del despertador, tampoco de una llamada, esta vez sonaba porque se le estaba acabando la batería. Gregor sabía que si nadie entraba a su habitación sería su fin, la ayuda debía llegar desde afuera porque su fuerza no era suficiente para la recarga. Mientras el reloj biológico corría, los mensajes de voz seguían llegando al aparato. Pero ya no podía oírlos. Lo inundó una gran soledad, se dio cuenta que tenía muchos contactos de whatsapp, de twitter, pero seguía estando solo. Pensó que sería bueno despedirse, cerró los ojos, los mejores momentos de su vida en libertad pasaban como imágenes de instagran donde la vida de todos parece ser tan bella… Hizo un último esfuerzo y se grabó cantando. Cantó y cantó hasta apagarse…

“Remontar el barrilete en esta tempestad sólo hará entender que ayer no es hoy que hoy es hoy y que no soy actor de lo que fui. Besos por celular las momias de este amor piden el actor de lo que fui. Remontar el barrilete en esta tempestad sólo hará entender que ayer no es hoy que hoy es hoy y que no soy …”

Divididos.

“Un espacio para reflexionar”… 1. ¿Cuáles son las características de la construcción de la subjetividad en red? 2. ¿Qué sucede con los vínculos en la actualidad? 3. ¿Qué pasa con los analistas que nacimos antes del impacto de la tecnología y las redes sociales?, ¿Cómo nos comunicamos con nuestros pacientes?, ¿En qué lugar quedó la palabra?, ¿Debemos replantearnos el encuadre? 4. ¿Cómo analista, que tipo de intervenciones consideras pertinentes, en el caso de jóvenes que están en una situación similar a la de Gregor?

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