Haciendo memoria: aportes para la reconstrucción colectiva del proceso de reorganización nacional en Goya, Corrientes.
Autoras: Analía Percíncula DNI: 31.108.649 Mail:
[email protected] Lucila Somma DNI: 32.286.632 Mail:
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Trabajo final presentado para la materia Análisis de las prácticas sociales genocidas, cátedra Feierstein, de la carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Mayo de 2010.
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Agradecemos a las/los ex profesoras/es del Instituto Estrada, ex alumnas/os, y al ME.DE.H.S en general, por brindarnos sus testimonios de manera abierta, calida y sincera durante nuestra estadía en Goya en marzo de 2008. A Natalia Buzzella, por su colaboración y sus sugerencias. Esperamos que este trabajo constituya un aporte hacía los procesos de reconstrucción de la memoria que con tanto ánimo y perseverancia llevan adelante los compañeros correntinos.
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INDICE
Introducción…………………………………………………………………………………...4 Un acercamiento al panorama político provincial………………………………………………...5 El Instituto Estrada………………………………………………………………………….....8 El proceso de construcción de autonomía y los vínculos de solidaridad………………………….11 La política educativa represiva a nivel nacional……………………………………………….....14 El secuestro, la delación y la lógica del terror…………………………………………………...16 Los efectos de la lógica concentracionaria: el terror en lo social……………………………..........21 Andando la reconstrucción de la memoria: Los primeros pasos………………………………......25 Andares que derrotan a los opresores: construyendo con otros………………………………….28 Las causas abiertas, el juicio y la condena: ¿una interpelación a la sociedad?............................................ 30 Algunas consideraciones a modo de cierre…………………………………………………........33 Referencias Bibliográficas……………………………………………………………………..35 Bibliografía general…………………………………………………………………………...36
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Introducción El presente trabajo se propone un acercamiento a la problemática de la reconstrucción colectiva del relato y la memoria sobre las prácticas sociales genocidas que se dieron durante la última dictadura militar argentina, a partir de la mirada retrospectiva que realiza un grupo de ex profesores/as y ex alumnos/as de un instituto terciario de la ciudad de Goya, provincia de Corrientes. Esta institución durante el Proceso de Reorganización Nacional fue identificada como el centro neurálgico de formación de intelectuales contrahegemónicos de la zona, constituyéndose como objetivo su desarticulación a fin de terminar con la “infiltración marxista” en el ámbito educativo. Como consecuencia, docentes y estudiantes fueron víctimas del secuestro, la detención en centros clandestinos y posteriormente en cárceles comunes bajo la denominación de presos políticos, y luego de su liberación sufrieron, como muchos otros, el proceso de libertad vigilada La zona goyana fue considerada el epicentro de la “subversión” en la provincia de Corrientes y sufrió la desaparición de 25 personas en una población de aproximadamente 68.000 habitantes según el Censo Nacional de 1970. Cabe resaltar, que se caracterizó de este modo ya que conjugaba varios fenómenos disruptivos en su historia reciente: la organización de pequeños productores tabacaleros en las Ligas Agrarias Correntinas, una renovación eclesial radical que se distanciaba de los vínculos con el poder más tradicional y optaba por los “oprimidos”, una puesta en cuestión del status quo desde el ámbito cultural y educativo y una sindicalización creciente entre los trabajadores de la educación. Nuestra perspectiva de análisis se ubica dentro de las líneas de estudio que entienden a esta última dictadura militar como un genocidio reorganizador cuyo objetivo central fue la transformación de las relaciones sociales hegemónicas a partir del aniquilamiento material y simbólico de aquellos cuerpos que encarnaban practicas basadas en “relaciones de reciprocidad” y que se constituían de ese modo como contestatarias, críticas y solidarias. Así, a partir de la instauración de una multiplicidad de mecanismos de delación y desconfianza, se buscó minar las mediaciones conjuntas y establecer, en cambio, relaciones unidireccionales con el poder (Feierstein, 2007). Por otra parte, otra característica constitutiva de este tipo de genocidio reorganizador es su carácter moderno, que se desprende de su relación intrínseca con los dos pilares de la modernidad: la racionalidad y el progreso.1 Su desarrollo evidencia cómo el proceso civilizador despoja de todo En este sentido, varios autores comprenden al genocidio llevado a cabo durante el nazismo como una práctica social articulada con la lógica de la modernidad y por lo tanto, con su desarrollo científico y tecnológico, político, y burocrático, 1
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análisis moral la utilización y despliegue de la violencia, liberando a toda acción racional de la interferencia de las normas éticas o de las inhibiciones morales. Se produce entonces, la tendencia a someter el uso de la violencia al cálculo racional (Bauman, 1997). En este marco, consideramos relevante el aporte del presente trabajo teniendo en cuenta el carácter incipiente de las investigaciones realizadas sobre las representaciones y evocaciones de las poblaciones rurales y de pequeños centros urbanos acerca de la violencia política y el terrorismo de Estado que sufrieron durante el proceso genocida argentino, pese a la importancia cuantitativa y cualitativa de la represión que experimentaron. Creemos que la reflexión teórica sobre los procesos de reconstrucción de la memoria adquiere relevancia política en la medida que permite dar cuenta de la eficacia o de los límites que operan en la realización simbólica del genocidio en el presente. Dado que analizamos el proceso que lleva a cabo un grupo, retomamos el concepto de memoria colectiva que elabora Halbwachs (2004), quien sostiene que los individuos no recuerdan solos, sino en grupos espacial y temporalmente situados que, mediante marcos específicos, otorgan sentido a sus experiencias. Para esta perspectiva, el pasado no puede ser recordado a voluntad y en su totalidad, sino que su evocación implica procesos de selección a partir de los intereses y valores del presente. Así, la memoria constituye un fenómeno plural, dada la multiplicidad de grupos sociales, fruto de la dinámica social y las luchas políticas. Es por esta razón, que trabajamos con una entrevista grupal realizada en el mes de marzo del 2008 a algunos/as ex estudiantes y ex profesoras del Instituto Superior del Profesorado José Manuel Estrada, y utilizamos como material de apoyo el documental Ahora y Siempre: acerca de los
desaparecidos en Corrientes de la Asociación Civil Integración Solidaria, realizado en 2006 y el libro recientemente publicado Dictadura Memoria y Verdad. Educación y represión en la ciudad de Goya (Marcón de Di Gregorio, Comp. 2009) del cual fueron extraídos fragmentos de relatos propios de las víctimas del proceso.
Un acercamiento al panorama político provincial La situación política en la zona correntina analizada estaba fuertemente marcada por la politización de los pequeños productores tabacaleros organizados en las Ligas Agrarias Correntinas lo que lleva a entender al exterminio a través de una racionalización económica y una organización burocrática y productiva (Bauman, 1997; Arendt, 1998)
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(LAC). Éstas nacieron oficialmente en enero de 1972 en una concentración de productores tabacaleros, cristalizando la formación y politización que venían experimentando las comunidades campesinas a partir del trabajo del Movimiento Rural2 (MR) desde la década anterior y en el marco de un movimiento liguista más amplio cuyo emergente pionero fueron las Ligas Agrarias Chaqueñas en 1970. A partir de entonces, en cada una de las provincias del Nordeste se fue gestando una organización con características similares, dando cuenta de un profundo cambio cultural, en el sentido antropológico del término. Estas experiencias de organización y de lucha entre los campesinos fueron generando un nuevo escenario social y un imaginario popular que reconstruyó el pasado y, desde ese plano, el presente y las esperanzas hacia el futuro. El proceso de puesta en
cuestión de la sociedad y el status quo que implicó el movimiento liguista involucró a muchos sectores comprometidos con el cambio social. En ese sentido, es importante remarcar que la labor pastoral de la Diócesis de Goya tuvo fundamental importancia en el desarrollo del proceso de cambio social, cultural, político, religioso, de la zona. Inaugurada en 1962, su primer Obispo fue Monseñor Alberto Devoto, un joven sacerdote participe del Concilio3 quien se comprometió fuertemente con sus postulados. De este modo, introdujo una fuerte ruptura con el grupo conservador local hasta entonces vinculado a la Iglesia, y fue orientando su labor pastoral cada vez más hacía el trabajo con los campesinos, los obreros, los “oprimidos”. Paralelamente propició en lo cultural y educativo una apertura hacía la filosofía existencialista, lo que constituyó una disrupción importante en el ámbito cultural local. La influencia en este aspecto se desarrolló tanto en el seno del Instituto Alberti, colegio secundario, como y fundamentalmente en el Instituto Superior de Profesorado J. M. Estrada, de nivel terciario, ambos dependientes del Obispado. En lo referente al ámbito rural, la influencia fue canalizada principalmente a través del Movimiento Rural4, que nació en 1963, cuyo trabajo constituyó una instancia primaria de formación
Para una aproximación al trabajo del Movimiento Rural y su relación con el surgimiento de las LAC ver Buzzella, Percíncula, Somma (2007). 3 El Concilio Vaticano II introdujo novedades sustanciales en todo el mundo católico, y en Latinoamérica posibilitó el surgimiento de un amplio movimiento social religioso. Argentina no quedó apartada de este proceso y también su clero y su laicado reconocen una renovación en la forma de pensar –y de hacer-. 4 Bajo la influencia del Concilio algunas de ramas de la estructura eclesial nacional se orientaron a la promoción humana en relación con la modernización del campo, y en esa línea el Movimiento Rural de Acción Católica trabajó en capacitaciones a jóvenes campesinos. Luego, con la Conferencia de Medellín4 como fuerza influyente, el movimiento promovió una evangelización desde el pueblo para superar las injusticias estructurales, nominándolas “pecado social”; y alentó a acompañar las luchas populares reivindicativas. Este pasaje al plano político no fue bien visto por la jerarquía de 2
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y organización de los pobladores de las zonas rurales. Las reuniones convocadas abrieron el camino a una nueva forma de relacionarse, inaugurando un espacio que compartían hombres y mujeres de diferentes edades, en el que se perseguía el trabajo grupal, el debate colectivo y la construcción del respeto por el par. Esta experiencia en el Movimiento Rural fue fundante en la conformación de las Ligas Agrarias Correntinas en 1972. Otro movimiento religioso que tuvo fuerte presencia en el campo político y cultural goyano fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).5 Muchos referentes del movimiento se trasladaron a Goya buscando un ambiente más cercano a sus postulados (por ejemplo el padre Ramondetti, secretario del movimiento), y trabajaron allí en las vicarías obreras, en la pastoral rural e incluso algunos fueron referentes de las Ligas Agrarias (como el caso del Padre Torres, asesor de las LAC en Santa Lucía). Por su parte, el panorama político institucional de la provincia estuvo dominado hasta la década del 70‟ por la alternancia en el poder de los referentes del Partido Autonomista y el Partido Liberal. Sin embargo, en aquellos años, con el fin de la proscripción peronista y su consecuente irrupción en el ámbito provincial, estos partidos conformaron el Pacto Autonomista Liberal, alianza a través de la cual buscaban seguir detentando la gobernación y los puestos claves de poder. Al mismo tiempo -como pasó en el resto del país-, el peronismo fue delineando internamente una corriente más conservadora y otra más contestaria. Para 1972-1973, al calor de la transición del gobierno dictatorial de Lanusse al gobierno democrático de Cámpora, se constituyeron en la provincia, con sus representantes en Goya, la Juventud Peronista (JP), la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), y la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Con la influencia de agrupaciones de izquierda, y más adelante, frente al accionar parapolicial de la “Triple A” y -entre los peronistas- la
la Iglesia y finalmente, en 1972, el MR es separado de Acción Católica por un decreto de la Conferencia Episcopal. (Moyano 1992). 5 Esta organización nace como opción político-religiosa y en ella confluyen sacerdotes cuya labor en lo social los llevó hasta el plano político, y cuyas inquietudes encontraron así un canal de expresión organizado y legítimo. El movimiento abre un nuevo panorama político en el país, donde un grupo que pertenece a la institución de la Iglesia va a legitimar el gobierno militar –gran parte de la dirigencia episcopal-, y otro va a denunciarlo –el MSTM-. A partir de 1970 la cúpula de la Iglesia va a cambiar su actitud de “tolerancia” y en consecuencia van a expresarse dos líneas para con el MSTM: una de diálogo y corrección de líneas, y otra de enfrentamiento y eliminación. En muchas diócesis y arquidiócesis se intenta una línea intermedia, que será el caso de la Diócesis de Goya. (Donatello, 2005).
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ruptura con el líder, algunos de sus militantes se volcaron a la opción armada de las “Formaciones Especiales” (Montoneros, ERP, FAR y FAP). Por otro lado, se sucedieron en esta etapa hechos que marcaron el antecedente del desarrollo político de la provincia. En principio el Correntinazo en mayo de 1969, precedente del Cordobazo y del Rosariazo, una movilización estudiantil contra el cierre del comedor universitario que contó con el apoyo de los estudiantes secundarios, la CGT, el Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo, y la población en general, y culminó con una fuerte represión en la que fue asesinado el joven estudiante de medicina Juan José Cabral. Esto desató la indignación generalizada de la población que se tradujo en movilizaciones y huelgas estudiantiles al interior de la provincia, de hecho se realizó una muy amplia en Goya, y también en las restantes provincias. Otro hito político fue el secuestro de Norma Morello en 1972, una joven maestra rural que formaba parte del Movimiento Rural y estaba vinculada a las nacientes LAC. Permaneció detenida clandestinamente durante 6 meses, en los que fue salvajemente torturada, interrogada sobre vínculos con la guerrilla en Tucumán, su viaje por América Central -le adjudicaban un paso por Cuba-, su relación con las LAC. La presión popular y la intensa labor del Obispado consiguieron liberarla, constituyendo ese día un acto político multitudinario. Ese mismo año también las LAC obtuvieron un hecho sin precedentes que sienta las bases de su accionar, la visita del presidente dictatorial Lanusse a la ciudad de Goya para dar respuesta a los reclamos de la organización. Finalmente, ya en el breve período democrático, es importante mencionar la desilusión generalizada de los sectores politizados para con el gobierno peronista provincial de Julio Romero que buscó cooptar a las LAC y siguió con las políticas conservadoras de sus antecesores en el gobierno.
El Instituto Estrada El Instituto Superior del Profesorado José Manuel Estrada inició su funcionamiento en abril de 1961, a raíz de la organización de la comunidad de Goya que necesitaba una instancia de formación terciaria para sus jóvenes, ya que hasta entonces era una practica muy extendida que los profesores a cargo de las cátedras de la educación media no contaran con títulos habilitantes. Recién
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en 1967 se logró la adscripción al régimen de Enseñanza Privada Nacional6, a partir del cual sus títulos adquirieron validez en todo el país. En ese momento también el Instituto pasó a depender del Obispado de Goya, a cargo de Monseñor Alberto Devoto, quién nombró como Rector del mismo al padre Rolando Camozzi Barrios. Se abrió así un nuevo panorama: por un lado, desde el plano institucional, el Instituto suministró títulos de Profesor de Enseñanza Media (especializados por departamento: de Castellano y Literatura; de Historia; de Filosofía y Ciencias de la Educación) convalidados a nivel nacional, y sus egresados contaron con un puntaje y credencial habilitante que les permitió ir tomando las cátedras en los diferentes colegios que hasta entonces habían estado en manos de maestros o de profesionales sin este título. Por el otro, al pasar a depender del Obispado la impronta de la enseñanza dio un vuelco radical: con un plantel de profesoras universitarias venidas de Santa Fe y Entre Ríos el nivel de contenidos se elevó al mismo tiempo que ellas introdujeron una nueva noción del proceso educativo a tono con las corrientes pedagógicas de la época, cuyo referente más importante fue Paulo Freire. El revisionismo histórico, la filosofía existencialista y un “humanismo cristiano”, impregnado del Concilio Vaticano II y los documentos de Medellín, fueron las líneas complementarias que iban forjándose espacio en los programas educativos del Instituto. Desde una perspectiva de la educación como práctica liberadora, que piensa al educando en términos de sujeto activo, creador, autodeterminado, busca su desarrollo integral en todos los aspectos, de conocimiento y acción en el mundo -en lo social-, fomenta el dialogo y la democratización del proceso de enseñanza/aprendizaje y persigue afirmar un espíritu critico y reflexivo (Camozzi Barrios en Marcón de Di Gregorio, Comp. 2009). En consonancia con esta perspectiva se lanzó un programa de “proyección cultural” constituido por charlas, cursos y seminarios sobre los más disímiles temas: actualización docente, revisionismo histórico, problematización en torno a las tecnologías modernas, la lengua guaraní, corrientes literarias, sindicalismo, etcétera. En el marco de este programa cultural fue invitado Alfredo Di Pacce, dirigente de la Central de Trabajadores Latinoamericanos, a dar un curso sobre sindicalismo. El mismo dio pie a la creación de una Escuela Sindical, experiencia a partir de la cual varios docentes (muchos de ellos egresados y/o estudiantes del Instituto Estrada) fundan el Sindicato El Instituto se adscribe a ese régimen, pero ello no implica que sea arancelado. Los sueldos de los profesores van a ser solventados por el Estado. 6
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Único de Trabajadores de la Educación de Goya (SUTEG) en el año 1973 con miras a la incorporación en la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), con el objetivo de formar un sindicato comprometido con la realidad social y laboral de la época. El Instituto Presbítero Alberti, de enseñanza secundaria, también dependiente del Obispado, funcionaba en horario diurno en el mismo edificio que el Estrada. Sus profesores eran mayoritariamente egresados de esa casa de estudios, y toda su perspectiva se fundaba en los mismos principios. Sus alumnos conformaron el Centro de Estudiantes más activo, crítico y politizado de la ciudad, y más tarde sus listas también cayeron en manos de la represión militar. Muchos alumnos del Instituto Estrada ejercían como maestros en las escuelas primarias tanto de la zona rural como de la ciudad, y a medida que se recibían iban tomando las cátedras de los colegios secundarios e inclusive del mismo Instituto. Es así que la formación que allí recibían, y consecuentemente su práctica educativa, se iba extendiendo a otros ámbitos, a otros colegios, a otros espacios. Por otra parte, los que trabajaban en la zona rural generalmente tenían vínculo con las Ligas Agrarias Correntinas. Otros formaban parte de la Pastoral Rural que también estaba en relación con dicha organización. Y varios de ellos eran militantes de la Juventud Peronista. En una comunidad urbana relativamente pequeña, con cercanía a la población rural, fue completamente factible que estudiantes y egresados del Estrada fueran parte de múltiples espacios. De ese modo, la practica, filosofía y política que allí aprehendían y construían la trasladaron a todos esos espacios de participación. Esto trajo en muchos aspectos, un conflicto real con el status quo instalado. Así ocurrió en lo competente a la carrera docente, ya que muchos profesores sin títulos habilitantes buscaban pactar con el gobierno de turno la titularidad de sus cátedras por decreto. Frente a esto, la conformación del gremio de los Trabajadores de la Educación significó una apuesta a la acción política de parte de los jóvenes profesores en la defensa de sus derechos sindicales. El Colegio Nacional Dr. Juan Eusebio Torrent fue un caso paradigmático de este proceso de puesta en cuestión del status quo. En 1971, asumían el rectorado y el vicerrectorado dos profesoras que habían pasado por el Instituto Estrada: María Nubia Mendíaz y Gladys Marcón de Di Gregorio. Por primera vez esos cargos eran ocupados por mujeres, y ellas introdujeron, a lo largo de
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esos años, un cambio en las formas, los contenidos y los objetivos de la enseñanza. Muchos docentes acompañaron ese proceso de cambio, pero otros, apegados a lo tradicional, no lo aceptaron.
El proceso de construcción de autonomía y los vínculos de solidaridad Como describíamos anteriormente el Instituto José Manuel Estrada comenzó a caracterizarse por su impronta humanista, cristiana, crítica y solidaria, que tenía como eje la promoción de una verdadera democratización de todos los sectores sociales. Msr. Devoto integró el cuerpo de profesores a través del dictado de su cátedra de Teología, la cual correspondía al último año de estudios de todas las carreras. Desde este espacio se comenzaron a tratar los documentos provenientes del Concilio y la Conferencia de Medellín, mostrando una Iglesia que abría sus puertas hacia el compromiso con los más humildes. Como dijimos más arriba, muchas estudiantes del Instituto eran a la vez maestras rurales, y fueron experimentando, a raíz del proceso educativo en el que se estaban formando, una apertura hacia la figura del otro, un sentimiento de solidaridad, pero también de igualdad con los pobladores campesinos. Así es que imprimieron un nuevo sentido a su práctica, generando un espacio desde donde construir el intercambio, la reciprocidad, pero también desde donde se cuestionó el orden imperante y se construyó autonomía. De este modo, lo que se puso en duda fue la cuestión de la igualdad: Si los hombres nacen natural y jurídicamente iguales ¿por qué su situación presente es desigual? Pregunta que se plantearon los y las docentes del Instituto, y fueron respondiendo no de manera individual sino colectiva.
Los estudiantes comenzamos a tener inquietudes, algunos ya éramos maestros y trabajábamos en el campo, y llevábamos con la gente todo esto nuevo que aprendíamos, a nuestro lugar de trabajo. Todo esto del dialogo, de las características que tenía nuestra mentalidad, de cómo estaba formada, que vivíamos en una sociedad feudal donde los terratenientes manejaban a los arrendatarios que eran campesinos, y ellos eran muy sumisos. Lo que nosotros comprobábamos desde nuestro trabajo como maestra rural, y lo analizábamos desde lo pedagógico. Empezamos a ver otra visión. Y empezaron a mirarnos también de una manera… como que éramos misional, el papa… pero era porque empezamos a cuestionar. (Nía, egresada y profesora del Estrada) De este modo, como dice Gramsci “el proceso de difusión de las concepciones nuevas
ocurren por razones políticas, o sea, sociales en última instancia ” (1997: 257) cuestión que 11
caracterizó toda esta etapa que comienza a gestarse en los años 60‟ pero que se radicaliza después de la salida de Onganía y que en el caso de Goya tiene su máxima expresión en la huelga de tabacaleros realizada en 1972 por las Ligas Agrarias. Las concepciones propias del mundo, aunque sean embrionarias, comienzan a manifestarse en la acción cuando ese grupo social, que en este caso es el campesinado, comienza a moverse como un conjunto orgánico y sus acciones son el resultado de una conducta independiente y autónoma. De este modo, cabe resaltar el rol que jugaron estas maestras “rebeldes” en la proliferación de la conciencia de ser parte de una fuerza hegemónica y la toma de una progresiva autoconciencia que necesita separase, independizarse y construir sus propios canales de organización contrahegemónica. Ya que no hay organización sin intelectuales que cumplan con la función de elaborar y difundir estas nuevas concepciones del mundo, que critique al “sentido común” y que fuerce un progreso intelectual en masa, en un principio para el pueblo la política no puede vivirse sino como una cuestión de fe. (Gramsci, 1997) Pero además, la escuela en el campo es el instrumento principal para formar nuevos intelectuales.
(…) a los niños se les iba enseñando qué eran la Ligas, a luchar por los derechos. Y ahí estaba el papel de la escuela. La escuela era la que iba concientizando, el papel de la educación era… Y da el lugar de la escuela para concientizar al campesinado, a los trabajadores. Nosotros nos metíamos a panfletear. Pero nosotros no éramos organizadores de las Ligas, y era desde la educación. Desde la escuela se trasladaba a la comunidad. (Gladys, maestra y estudiante del Estrada) En este sentido, esta nueva práctica no puede separarse de la conformación de lo que Piaget llama “relaciones de cooperación” en contraposición a las “relaciones de presión”. Si en un momento primaron este tipo de relaciones donde “la moral de la autoridad, que es la moral del deber y de la
obediencia, conduce, en el terreno de la justicia, a la confusión de lo que es justo con el contenido de la ley establecida y al reconocimiento de la sanción expiatoria.” A partir de la introducción de esta pedagogía de la liberación de la mano de Freire “la moral del respeto mutuo, que es la del bien (por
oposición al deber), y de la autonomía conduce, en el terreno de la justicia, al desarrollo de la igualdad, noción constitutiva de la justicia distributiva y de la reciprocidad”. (Piaget: 1984, 271 en Feierstein: 2007) Esta nueva mirada no sólo introdujo cambios en las relaciones sociales que forjaron estas maestras con sus alumnos, sino que de alguna manera se fueron extendiendo a todo el espectro social.
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Los valores de la reciprocidad tendieron a primar así en todos los espacios ocupados por la educación.
El Estrada me abre la cabeza. Ahí empecé a entender realmente la problemática del hombre de campo, la sentí propia porque yo la veía pero de una manera distante, no sé cómo explicarlo. Ahí el mundo se me abre, las ideas se me abren, quise participar. (Rosarito, estudiante del Estrada) (…) nosotros en ese momento lo veíamos como una cosa natural, nosotros éramos compañeros de los chicos del campo, era algo natural que vos acompañes esa movida, aparte que era algo, no se me parece hasta lógico creo estar ahí, y eso más o menos a nosotros nos empezó a abrir los ojos, es decir, algo está pasando, éramos chicos pero no éramos giles tampoco. (Juan, egresado del Instituto Alberti.) Tal es así que se dio una articulación cotidiana entre estos nuevos movimientos sociales que caracterizaron la etapa y la educación. Fue un ida y vuelta que permeó todos los espacios de la sociedad, corrió al individualismo para dar lugar a la práctica colectiva, que en algunos casos desembocó en la participación activa de la gente de la ciudad en organizaciones políticas como Juventud Peronista, en organizaciones sindicales como la CGT, o en organizaciones católicas como la Pastoral Juvenil o el Movimiento Rural de Acción Católica.
Nosotros veníamos con todas nuestras inquietudes más vale que estábamos muy metidos en todas las cosas sociales. Éramos como los boy scout, siempre listos. No, pero era el ambiente de efervescencia que había entre los jóvenes. Éramos como una colectividad, porque no formábamos una agrupación. Bueno, después nos organizamos en el sindicato, después formamos la JP, eso se fue derivando en organizaciones pero en un principio coincidíamos nomás. (…) Era integral la visión, no se reducía a dar clases en el aula, de ahí el compromiso con las Ligas, con la política. (Gladys) La participación en todos estos ámbitos fue impulsada sobre todo por esta juventud que se radicalizaba y cuestionaba el orden imperante desde todos los lugares. Una juventud que intervino políticamente, que sentó posición ante las injusticias, que se movilizó y se organizó con sus pares en centros de estudiantes, que buscó y forjó una sociedad más igualitaria. Y que también se caracterizó por la rebeldía y el compromiso.
Claro, pero fíjense cómo eran estudiantes secundarios y estaban ya metidos en todo un cuestionamiento al sistema ¿no?… Viene un abogado prestigioso de Corrientes a dar una conferencia sobre el tercer mundo en la municipalidad, y salen dos a discutirle. (…) Le empiezan a discutirle al 13
abogado famoso, que el tercer mundo no era esto que br, br, br… Y empiezan a debatir con un tono rebelde, ¿vos no sé si estuviste en esa conferencia? y la policía le corre a los dos, y se escapan. (Gladys) Por otro lado, este proceso de crítica también comenzó a desarrollarse en el ámbito sindical. Cansados del gremialismo clientelar, aliado a los sectores más conservadores, que en el ámbito docente se expresaba a través de la titularización de cargos en manos de profesores sin título habilitante - que lograron mantenerse en su puesto gracias a la gestión de este tipo de sindicatos-, contra el proceso abierto a partir de la instalación y promoción de los nuevos docentes graduados en el Instituto Estrada. Lo que desató un paro masivo de docentes al que el gobierno peronista, con el Ministerio de Educación a manos de Ivanissevich, respondió con una intimación a abandonar la medida de lucha pues su continuidad implicaría la expulsión. Así, estos jóvenes docentes resignificaron el contexto y lo vivieron como la oportunidad para crear un nuevo gremio que impulsara la formación políticogremial de los trabajadores y trabajadoras, que abriera la participación a las mujeres y que se comprometa con la realidad. (…) los docentes nos empezábamos a reunir, muchos que éramos a la vez alumnos del
Estrada. Y porqué no creábamos un gremio nuevo, un gremio que se conecte con la realidad, que analice los problemas que tenemos los docentes y busquemos formas para ir solucionándolos. Que también tiene que ver con la educación, pero con otra mirada y con ganas de hacer realmente, con avance y ganas de crecimiento. Y formamos el Gremio de Trabajadores de la Educación. (…) Bueno ese gremio era el que levantaba la voz de manera distinta, no se callaba como los otros. Preocupado por hacer gestiones diferentes, hacía aumentos, decidía, pedía aumentos y de manera frontal presentaba los problemas a las autoridades oficiales. (Nía)
La política educativa represiva a nivel nacional Durante el gobierno constitucional (1973–1975) es necesario diferenciar dos etapas. Por un lado, la gestión del Ministro Taiana en el gobierno de Cámpora, que se volcó a la reconstrucción de la universidad y su ligazón con lo social, tarea al poco tiempo trunca. Por otro lado, la gestión del Ministro Ivanissevich durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, más ligado a la derecha peronista y también a la iglesia tradicional, quien se dedicó a “depurar ideológicamente” a las universidades. En ese contexto, en diciembre de 1974 se intervino la Universidad del Comahue, y se 14
cerraron sus dos carreras de Ciencias Sociales. Por esa época comenzaron las cesantías de personal docente y no docente, bajo la Ley Orgánica 20.654/74, como también el accionar de la Triple A contra aquellos que no respondían a ese patrón “desideologizado”. En enero de 1976 se intervino la Universidad Nacional de La Plata, a raíz de lo cual cerraron sus facultades de Psicología, de Ciencias de la Educación y también la de Cine, en medio de secuestros, asesinatos y desapariciones a manos de la Triple A. Ya en el período dictatorial abierto en marzo de 1976 asume Ricardo Bruera al Ministerio de Educación y Cultura, bajo su gestión se dio vigencia a la Ley de Seguridad Nacional Nº 21260/76 que establecía cesantías docentes y prescindibilidad de 5 a 7 años para todos aquellos que se considerara que atentaban contra la seguridad nacional. En julio de 1977 es reemplazado por Juan José Catalán, quien continuó y agudizó estas prácticas. Llerena Amadeo posteriormente, estuvo a cargo hasta el fin de la dictadura, también se inscribió en esta línea para con la educación. Todas las universidades experimentaron el control, la depuración ideológica y el cierre de sus carreras “peligrosas” como también secuestros, desapariciones y/o muertes de sus referentes no concordantes con la política dictatorial. La Universidad de Rosario sufrió el cierre de sus carreras humanísticas y la Universidad de Luján fue intervenida por cuatro años hasta que finalmente la cerraron en 1980. La Operación Claridad, formidable operativo de inteligencia sobre agentes del ámbito cultural y educativo, se inició en 1976 y su infraestructura continuó funcionando hasta el final del gobierno de facto. Bajo la gestión de Bruera, se creó un organismo de inteligencia encubierto denominado Recursos Humanos, que utilizaba recursos del Ministerio de Educación, contaba con muchos colaboradores de la SIDE y se financiaba con fondos secretos. Esta operación estuvo a cargo del jefe de “Recursos Humanos”, coronel retirado Agustín Camilo Valladares, y un estado mayor del que participaban 3 representantes militares de cada fuerza y uno de Inteligencia. En el año 78‟ la infraestructura aumentó al agregarse una nueva cobertura, la “Asesoría de Comunicación Social”. En marzo de 1996 algunos documentos de la Operación Claridad se hicieron públicos (Cardoso, Ciancaglini, Seoane, 1996) a pesar de las múltiples indicaciones y recaudos que habían tomado los burócratas militares que ordenaban la eliminación de esos documentos de extrema confidencialidad. Esa publicación evidenció el terrible alcance del operativo de inteligencia, que producía en masa: listas negras, criterios altamente sofisticados de identificación de “posibles
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enemigos”, variadas técnicas de control e infiltración, resoluciones y decretos que constituían el sustrato jurídico sobre el que se asentaba la represión. En el marco de la Operación Claridad, en 1977 el Ministerio de Educación a través de la Resolución Nº 538 establecía la difusión del folleto Subversión en el ámbito educativo (Conozcamos
a nuestro enemigo) cuya lectura y comentario era obligatorio para profesores, maestros y directivos. Se trató de un documento cuidadosamente elaborado con el propósito de instruir a los docentes sobre toda forma de reconocer a un colega que estuviera atentando desde sus clases contra el “ser nacional”. Y fundamentalmente de convencerlos de que cada uno de ellos cumplía un rol substancial en la lucha contra “la agresión marxista internacional” ya que como educadores eran “custodios de la soberanía ideológica”. En síntesis, una incitación deliberada a la delación y al control sistemático sobre el par fundada en la lógica del enemigo interno: hasta una metodología de enseñanza podía ser instrumento de la “infiltración marxista” (Ministerio de Educación y Cultura, 1978). En el marco de una estructura educativa altamente controlada e intervenida por las fuerzas militares, todos sus aspectos tornaron a militarizarse: organización, currícula, normas de disciplina, convivencia institucional y orientaciones pedagógicas (Invernizzi y Gociol: 2002). Se apuntó a establecer una monoeducación y una monocultura, que fijara rígidamente las jerarquías y desalentara toda posibilidad de aprender a partir del disenso, se alentó así la sumisión y la falta de postura crítica.
El secuestro, la delación y la lógica del terror “En Goya, en 1976 se llevó adelante una represión muy violenta, una ciudad pequeña que no
estaba “levantada en armas”, pero en la que estaban sucediendo cosas intolerables para el poder hegemónico. Con certeza se puede decir que no fue una represión indiscriminada, estaba dirigida a todo aquello que cuestionara el status quo del Poder Económico y del Poder Cultural e Ideológico instalados. No podían correr el mínimo riesgo de perder el control. Los campesinos de las Ligas Agrarias, los “jóvenes indignados” y movilizados, el Instituto con sus cátedras, ponían en riesgo esa hegemonía detentada por años” (Fernández en Marcón de Di Gregorio Comp., 2009, 197) El miércoles 11 de agosto de 1976, efectivos del Ejército, Prefectura y Policía allanaron diversos domicilios particulares y establecimientos educativos de Goya. El Colegio Nacional Juan E. Torrent fue allanado e intervenido, y durante esa tarde, se llevaron detenidas a 9 profesoras –entre ellas a la rectora y la vicerrectora- de ese colegio y del Estrada. Días más tarde se sumaron las 16
detenciones de tres profesoras más, quedando otras en prisión domiciliaria o bajo libertad vigilada. Una semana después, el Obispo decidió cerrar el Instituto Estrada para evitar su intervención y que sigan deteniendo a sus estudiantes y profesores. Para entonces, el rector Camozzi Barrios había tomado el camino del exilio y la comunidad educativa toda se encontraba afectada por el clima de terror instalado.
Y así es que el Instituto, Msr. Devoto, los profesores, las profesoras, los alumnos, el padre Camozzi, empiezan a molestar y por lo tanto a ser perseguidos, criticados, etcétera. Cuando sucede el golpe del 24 de marzo del 76‟, más o menos en agosto, el 11 de agosto del 76‟ (…) Nos llevan de nuestras casas. Yo me había casado, tenía chicos, un bebé de 8 meses que estaba destetándole en ese entonces, y una nena de 2 años. (Nía) En los allanamientos secuestraron material bibliográfico por lo que la acusación fue de “infiltración ideológica” y por “utilizar la cátedra o su cargo para propagar ideas disociadoras entre estudiantes, mediante su prédica personal, proponiendo lecturas y/o trabajos de ideologías subversivas contrarias a nuestro ser nacional”.
Por supuesto se llevaron dos bolsas grandes con libros… era una cosa impresionante ver la ignorancia de esa gente, que cuando encontraba algún título raro en un libro, en algunos apuntes, lo veía como una prueba de lo subversivo. De hecho hay algunas anécdotas de algunos apuntes de la facultad de mi marido, de cuando había estudiado físico química en la facultad, que era odontólogo. Él había dibujado una calavera, cosa de estudiante en la facultad, y pegaron un grito y dicen: uy acá como si hubieran descubierto fórmulas de bombas. Fue terrorífico. Y así con todo, con los libros de historia, imagínense con los libros de Perón. (Nía) Como relata Feierstein la “subversión” se vuelve una definición a la vez clara porque se vincula a cualquier modo de cuestionamiento o crítica al orden imperante, pero también ambigua puesto que resulta difícil entender qué es lo que puede ser visto como crítico o contestatario por esta modalidad del poder. Así, cualquier pensamiento, práctica social o modo de relacionarse con los semejantes puede incluirla, lo que desata una lógica perversa entre una situación que se conoce, pero que aparece negada en su transcurrir (Feierstein, 2007). ¿Dónde está el límite de la persecución a este tipo de prácticas; es decir, dónde comienza y dónde termina una práctica que puede ser definida como subversiva? Queda claro, que para el Proceso de Reorganización Nacional lo peligroso resultaba el modo, los métodos con los cuales estas
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docentes educaban a sus alumnos. Estas formas de reciprocidad, de trabajo con el otro, de solidaridad y comunión pero también de cuestionamiento, de crítica de análisis de la realidad se fueron constituyendo como prácticas subversivas. En los documentos recuperados de la Operación Claridad se muestra de forma transparente la mirada que tenían las fuerzas armadas sobre la educación y sus actores: “(…) es conveniente acelerar la erradicación de ideólogos terroristas. La realidad del espectro
sectorial nos muestra que, si bien los activistas terroristas fueron eliminados, quedan aún, especialmente en los niveles terciario y secundario, los activistas ideológicos. " (Cardoso, Ciancaglini, Seoane, 1996). El objetivo de este genocidio reorganizador fue actuar específicamente sobre las relaciones sociales con el fin de clausurar aquellas relaciones contestatarias, críticas, solidarias que se presentan como mediaciones o resistencias frente al poder. La ruptura de este tipo de relaciones entre las personas constituyó el objetivo central de esta modalidad genocida que operó estructurando e imponiendo otro tipo de vínculos hegemónicos. Sin embargo, este poder no pudia realizar efectivamente la tarea sino contaba por un lado, con el mecanismo de construcción de un modelo negativizante del otro interno, que como decíamos antes puede ser el amigo, el vecino, el compañero, y que resulta peligroso pues atenta contra la vida de la sociedad (Feierstein, 2007). En términos del Proceso de Reorganización Nacional este otro negativo se expresaba en una ruptura con el ser nacional, los símbolos patrios y la cultura occidental y católica. Por el otro, el mismo proceso recurrió a la búsqueda de la delación “voluntaria” como práctica social para llevar, a través de estos procedimientos de estigmatización y terror, a la desarticulación y eliminación de determinadas relaciones y al control del reticulado social. Así, el señalar al otro descarriado, subversivo, peligroso, amenazante, comenzó a ser la técnica mayormente utilizada por el común de la sociedad para desprenderse de ese estigma que podemos llevar todos y no dejar duda de que uno forma parte del rebaño. Así, el aniquilamiento de las relaciones de cooperación y reciprocidad con el otro abrió la posibilidad a una relación sin mediación con el poder, lo que lleva a la configuración de un poder “individualizante”. Para Foucault el estado Occidental moderno ha integrado bajo una forma política nueva una antigua técnica del poder nacida en las instituciones cristianas: el Poder Pastoral, pues Dios es el pastor de su pueblo, y su labor se caracteriza por: 1. ejercer su poder sobre un rebaño más que sobre una tierra.
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2. reunir, guiar y conducir su rebaño. 3. asegurar la salud de su rebaño. 4. todo lo que hace el pastor, lo hace por el bien de su rebaño. El pastor debe estar dispuesto a sacrificarse por el rebaño, atendiendo no sólo al grupo sino a cada individuo en particular, y no puede ejercerse sin explorar la intimidad de las almas. “La
responsabilidad del pastor se extiende hasta los actos y los pensamientos más íntimos de cada uno de sus fieles, generando una especie de obscenidad en la que el examen de conciencia y la confesión, la vigilancia constante son los únicos garantes de una bondad que, entre el mérito y el pecado, entrelaza sus destinos. Cada oveja tiene con su pastor una relación personal de sumisión y obediencia, guiada por la renuncia de sí y la mortificación” (Rodriguez Magda, 2004, 182) De esta manera Foucault nos ayuda a pensar cómo se comportan estas relaciones individualizantes, donde es el Estado moderno el que se preocupa por la “salud espiritual” de su pueblo y enfrenta a este “otro subversivo” que atenta justamente contra los valores y la moral cristiana y occidental a través de la propagación de ideologías marxistas y ateas. Son las fuerzas armadas las que con el Proceso de Reorganización Nacional estaban dispuestas a sacrificarse en pos de su rebaño, pero donde además cada oveja a su vez, se enfrentaba a una relación confesional, constante y obscenamente abierto a la vigilancia. Por todo ello el reto consistía en configurar nuevas identidades que se atrevieran a desarrollar otros modelos de subjetividad. Se intentaba destruir a los sujetos en tanto para sí, para quitarles esa condición y escindirlos en sujetos en sí, sin capacidad de apropiarse de su misma experiencia y práctica. La lucha se desarrolló al interior de cada uno de los cuerpos de las víctimas, con el fin de despojarlos de la capacidad de control sobre el propio cuerpo, de su autodeterminación. Tenemos que entender también, la delación como un modo de supervivencia a la lógica del terror, el miedo y el disciplinamiento social. El delator llega a ser delator no sólo por convicción ideológica o por interés egoísta, sino también por el miedo a que todos podamos ser subversivos. La reciprocidad queda de este modo totalmente quebrada, dando lugar al individualismo más siniestro. El par pasa a ser el enemigo y el poder el aliado. (Feierstein, 2007)
(…) la gente que está cerca es la que hace la denuncia, o son más violentos que los jefes, capaz ¿no? A ver por qué es que se persigue a los docentes. Porque el Instituto, que era el primer Instituto terciario de la provincia, ¡el primero! Le daba al docente que salía de ahí un mayor puntaje entonces iba 19
desplazando a los docentes que en ese momento estaban trabajando en otros lugares. Porque así era, porque no tenían título docente. Los profesionales (…) eran gente sin conciencia política, eran vecinos viste. Pero con ciertos apellidos viste. Cómo a un Balestra va a venir a suplantar un Gauto, un cabecita negra viste. (José, egresado y docente del Estrada y del Alberti) Sin embargo, para el cuerpo de las fuerzas armadas en el poder la radicalización y subversión que se vivió en el ámbito educativo, cultural y científico fue de tal magnitud que con el mecanismo de la delación voluntaria no alcanzaba. En un memorándum del 23 de noviembre de 1976, que forma parte de los archivos recuperados sobre la Operación Claridad, que envió el primer ministro de educación del proceso Ricardo Bruera a Jorge Videla, éste declaraba: "el MCE necesita contar con
una partida de fondos secretos que permita afrontar los gastos que insume el pago de los servicios del personal técnico y la creación de toda la infraestructura de apoyo a la labor informativa (pago de informantes ocasionales) todo lo cual ha sido evaluado por la SIDE y propuesto a su Excelencia para su aprobación” (Cardoso, Ciancaglini, Seoane, 1996). De este modo, la infiltración de espías y grupos de tareas de inteligencia fue el complemento que sirvió como sentencia de estas docentes y que a la hora de la tortura se utilizó como uno de los mecanismos de tormento.
(…) quiero agregar que también después supimos que había docentes en las mismas escuelas que eran los que hacían las denuncias. Y en el Instituto por ejemplo, y en algunos colegios secundarios caían como paracaidistas. Yo tuve dos alumnos oyentes que después supimos que eran espías. En la tortura a mí me dicen y por qué vos preguntas por qué a los alumnos, que les pedía que expliquen el por qué, así los confundís, ¿así que vos sos la profesora de los por qués?… todo eso. Se burlaban y me lastimaban. El hacer pensar era pecado. (…) Muchas de las cosas que yo había dicho en mis clases aparecieron en mi tortura, o sea que esos alumnos paracaidistas oyentes eran espías. (Nía) Ahora bien, Feierstein postula que el genocidio reorganizador necesitó de la eliminación de la “otredad negativa”, es decir, que una parte importante de las víctimas fueran aniquiladas, para que sus muertes sirvieran de clausura para dichas relaciones sociales con respecto al conjunto, para que nadie más se atreviera a subvertir el orden hegemónico. Por su parte los sobrevivientes destacan un doble mandato de los genocidas hacia la sociedad: uno hacia los sobrevivientes de los campos para narrar el horror, como modo de aterrorizar, el segundo dirigido al conjunto social, bajo la consigna “desconfíen” (Feierstein, 2007). Y sin duda alguna, la desconfianza se instaló en el pueblo, primero como intento de autoprotección, luego como tendencia individualista. 20
(…) al poco tiempo de haber sido liberada yo, me encuentro en la calle con una compañera y me acerco muy contenta, y le digo: vamos a juntarnos a charlar, ella me dice no, no nos vamos a juntar, no vamos a charlar… Es como que yo no tomaba conciencia, yo como estaba encerrada no sabía un montón de cosas que estaban pasando afuera y así no tomaba conciencia del miedo que también había afuera… (Nía) Los mismos amigos no nos saludaban, era como si tuviéramos un mal contagioso. (Rosarito)
Los efectos de la lógica concentracionaria: el terror en lo social A partir del golpe de estado de 1976 el país quedó dividido en cinco zonas militares. Cada zona estaba a su vez dividida en subzonas. La zona 2, a cargo del II Cuerpo del Ejército, incluyó las subzonas 23 y 24, que correspondían al área del nordeste. La 23 incluía a Formosa, Chaco, el norte de Santa Fe, y las costas del Paraná de Corrientes y Misiones. Y la subzona 24 todo el centro de Corrientes y la costa del Uruguay de la Provincia. Los centros clandestinos en la provincia de Corrientes fueron: La Polaca (Paso de los libres); Destacamento militar de Santa Catalina (Corrientes capital); Matadero Municipal (Corrientes capital); Instituto Peletier (Corrientes capital); Regimiento N° 9 de Infantería (Corrientes capital); Destacamento de la Policía Provincial (Goya); Club Hípico (Goya).
En la división que hizo el ejército de la represión por zonas, subzonas y áreas, Goya tuvo una zona que es igual que la provincia de Formosa. O sea la misma dedicación militar que le dieron a Goya, una localidad de 80, 100 mil habitantes entonces, le dieron igual que a otra provincia, en la misma proporción. En zona 2, zonas 3 había la misma proporción. Eso te da la pauta de acá bueno porque pusieron milicos por todos lados, un cuerpo acá, un cuerpo allá, policía en todos lados. Y ellos decían que era el foco de la subversión. (Juan) Cabe resaltar que si bien la estructura represiva en Goya se centró básicamente en tres sectores: la educación, la militancia popular y campesina, y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo con todos sus eslabones; el objetivo fundamental resultaba la desarticulación de las Ligas Agrarias, puesto que fueron sus dirigentes los primeros en ser secuestrados (muchos de ellos figuran en las listas de desaparecidos) y sus sobrevivientes liberados recién con la vuelta de la democracia en 1983. Como describe Pilar Calveiro “los campos de concentración-exterminio se 21
crearon para desaparecer todo un espectro de la militancia política, sindical y social que impedía el asentamiento hegemónico del poder”. (2006, 134) En el caso del ámbito educativo, las nueve profesoras secuestradas fueron trasladas esa misma noche de su detención, el 11 de agosto de 1976, al destacamento de la policía provincial al que ellas mismas llamaron “La casa de los murciélagos” lugar que funcionaba como centro clandestino de detención (CCD). Unos años después van a identificar ese lugar por su cercanía al puerto de Goya. Días más tarde, el 17 de agosto, fueron nuevamente trasladas en horas de la noche hacia el segundo CCD de la ciudad, el Club Hípico, puesto que era el lugar donde se había montado la infraestructura necesaria para hacer funcionar una sala de tortura. Allí permanecieron y fueron expuestas a todo tipo de tormentos pero a la madrugada del día siguiente volvieron a “La casa de los murciélagos”. Estuvieron en el destacamento policial hasta el 20 de agosto, momento en el cual pasaron a estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y fueron “blanqueadas”. El eje de la descripción de la práctica concentracionaria pasa por lo que Bettelheim califica como “quiebre de la personalidad”. Las técnicas del campo buscaban quebrar a sus víctimas en tanto sujetos sociales, eliminar su capacidad de autodeterminación. El campo se propuso demostrar al conjunto social la capacidad de anular la autonomía individual y social, como modos no de clausurarlas al nivel del “muerto en vida”, sino de mantenerlas en el mínimo posible, siempre que garanticen la obediencia y la continuidad del orden. (Bettelheim 1973, en Feierstein, 2007)
Yo fui torturada, estaba toda lastimada, de distintas maneras, con golpes, con ahogos, con amenazas, permanentemente interrogada sobre gente, ellos con ganas de comprometer gente… sobre todo de la iglesia, de los profesores, de la CGT. (…) El lugar era horrible, no se cuantos días pasaron porque después de eso yo quedé muy choqueada y por el temor a ser violada intento suicidarme. Tenía miedo, me daba mucho asco y prefería que me golpearan todo lo posible pero que no me violaran y por otro lado también tenía miedo de no soportar el dolor y comprometer a gente… eso me aterrorizaba, me movilizaba un montón y dije bueno, acá yo me termino a mí misma antes de hacer daño a otros. (Nía) Si el secuestro implicó la anulación de la identidad (reemplazo de un nombre por un número), de la capacidad de percepción y de la movilidad (tabique), la primera práctica del dispositivo concentracionario la constituyó el tormento como modo de doblegar al cuerpo. Someter
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al cuerpo repetidamente al dolor como modo de desestructurar cualquier intento de persistencia de la propia identidad.
(…) A partir de ese momento que caímos entramos a conocer la denigración de la condición humana. Es decir, ahí es donde uno se siente totalmente ultrajado (Chichita, egresada y profesora del Estrada) Como consecuencia de la detención de estas profesoras, el allanamiento de sus casas y las instituciones educativas, sindicales (puesto que desarticulan todos los gremios pertenecientes a la CGT incluido el de los Trabajadores de la Educación), y parroquiales de la ciudad, el miedo y el terror ocuparon todos los espacios de la sociedad. La cercanía que existía entre estas docentes que cubrían todo el espectro educativo de la ciudad de Goya con el pueblo, sumado a la forma tan visible en que se desplegó la lógica del terror por parte de las fuerzas armadas, y a la amenazas que continuaban recibiendo una gran parte de los organizaciones sociales y políticas, se vivía un clima de desconfianza, sospecha, pánico a que los demás tengan el mismo destino.
El 11 de agosto de 1976 llego a la ciudad desde el campo y la encuentro sitiada. Todas las profesoras con los tapetes, los techos, los fusiles. Bueno ahí sí que me entró un dolor atroz, miedo, terror, y después me entero que todas las profesoras del Estrada habían sido detenidas, yo había visto 3 o 4 allanamientos. (…) Fue una conmoción, eso fue de terror, los días siguientes fueron de terror. Me llegaban mensajes de que me iban a detener a la madrugada, que me iban a detener. Yo iba en el colectivo y me decían la próxima vas a ser vos… y cada vez en el colectivo que viajábamos las docentes a la zona rural éramos cada vez se achicaba más, quedábamos dos o tres. (Rosarito) Irrumpen de una manera desastrosa, los vecinos después nos contaron que ese día no pudieron mandar a sus hijos a la escuela porque estaban muchísimos militares, todas las fuerzas del ejército, de la policía, cubriendo todas las puertas. Estaban en sus propias casas, en la casas de los vecinos porque nos apuntaban a nuestras casas. (Nía) “El terror infundido en la sociedad tuvo como objetivo político la ruptura de las identidades
que buscaban “trastocar una hegemonía no sólo política, sino fundamentalmente social y cultural ”” (Feierstein, 2007: 347) para someterlas y suprimirlas de la sociedad. Tal es así, que una semana después del secuestro de las profesoras, el Obispo de Goya decidió cerrar el Instituto José Manuel
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Estrada con el objetivo de preservar a los alumnos y alumnas de la institución a la vez que colaborar con todos los profesores y profesoras que debieron exiliarse para no ser perseguidos, como con aquellos que estaban sufriendo la prisión domiciliaria, o libertad vigilada.
Te digo todos estábamos con miedo, y cuando nos íbamos a clase nadie daba clase, si todos estábamos comentando lo que le paso a fulano, a mengano, que desapareció, que no vino, que… y que dijo que, que parece que, horrible, una cosa totalmente… y bueno (..) Yo me acuerdo de la clausura del profesorado, cuando Camozzi Barrios a nosotros no nos dijo específicamente que se iba de la Argentina , pero la noche anterior tuvo una reunión con nosotros que éramos alumnos, y realmente el tipo estaba destrozado, se le veía en la cara, se le notaba. Y bueno se despidió de nosotros, habremos estado 13 o 15 personas en esa reunión, los últimos alumnos que quedábamos, que lo habíamos acompañado y se despidió. (Pilo, estudiante del Estrada) Luego de pasar tres días en estos CCD, el 20 de agosto fueron trasladadas al Regimiento de Infantería de Goya, puestas a disposición del PEN y el 29 de agosto nuevamente trasladadas a la Alcaidía de Mujeres de Resistencia, donde permanecieron detenidas en carácter de presas políticas hasta el 23 de Diciembre de 1976 cuando fueron liberadas cuatro de ellas.
El 23 de diciembre fui liberada (…) en un acto, al que fueron convocados nuestros familiares. Después de un discurso apoteótico los exhortaron a cuidarnos, para evitar que volviéramos a caer en malos caminos de los cuales ellos nos terminaban de rescatar… y de este modo, nos entregaban en manos de nuestros seres queridos. No dejaba de ser una farsa más… (Chichita en Marcón de Di Gregorio Comp., 2009, 177) Al momento en que estas docentes salen de prisión fueron obligadas a firmar su cesantía del cargo docente y se les aplicó a todas ellas y muchas más que no habían sido secuestradas y/o detenidas la Ley de Prescindibilidad por razones políticas y gremiales y por no concordar con el sentimiento del “ser nacional”. De este modo, ya estaban “afuera” pero el dolor y sufrimiento subsistía. Privadas de dedicarse a la profesión que más amaban, sin salarios, y cargando con el estigma del “algo habrán hecho”, su reinserción a la sociedad fue muy dura, tal es así que algunas decidieron exiliarse en Francia, mediante una beca de estudios conseguida a través de Monseñor Devoto.
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La libertad recuperada no era tal, era una libertad entre comillas, pues continuaban siendo vigiladas, perseguidas, amenazadas. Pero además debían presentarse todos los meses al Regimiento o al Batallón 7 de Goya para dejar constancia de su presencia en la ciudad. Sin embargo, continuamente recibían citaciones inesperadas, interrogatorios, visitas a sus lugares de trabajo, evidencias continuas de que las seguían vigilando y controlando.
Como ser humano necesitaba trabajar, dedicarme a una actividad, para ello puse un pequeño kiosco con la ayuda de mi familia y amigos. Esta pequeña ocupación fue motivo de observación por parte de quienes me vigilaban. Recuerdo que una de las veces que debí presentarme ante ellos, en dependencias del Regimiento, me advirtieron que “tenían conocimiento de que en ese lugar (kiosco) hacía política”, una vez más, la tortura persistía. (Chichita, en Marcón de Di Gregorio, Comp. 2009, 178)
Privada de toda función pública en el país y sin salario, me dedique a la actividad privada. Continuó la vigilancia y los seguimientos en las madrugadas. Detenían camiones del ejército frente a mi casa, motores en marcha, puertas que se abrían y cerraban. Vivía temblando y rezando. Me enteré después de que a estas prácticas la llamaban Libertad Vigilada y Tortura Psicológica. (Rosarito, en Marcón de Di Gregorio, Comp. 2009, 210)
Andando la reconstrucción de la memoria: Los primeros pasos
“Fue una primavera muy bella, plena de promesas JUVENILES. Pero las flores nuevas fueron cortadas sin piedad. Los que sobrevivimos no volvimos a ser los mismos. Entre tanta tiniebla seguimos buscando la VERDAD, la MEMORIA, la JUSTICIA .” (Gladys, en Marcón de Di Gregorio, Comp. 2009, 205)
Los ex profesores y estudiantes del Estrada fueron andando estos 30 años de democracia esforzándose en reconstruir de manera colectiva la memoria sobre aquel sujeto político que fueron, buscando identificar las causas por las que los persiguieron, ahondando exhaustivamente en las explicaciones de sentido común, queriendo elaborar el trauma que vivieron de manera conjunta. En ese andar, se encontraron con otros compañeros que habían sido militantes de la JP o de las Ligas Agrarias Correntinas, muchos de los cuales recuperaron su libertad recién en 1983/84.
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Los primeros años fueron duros, de hecho hay pocos relatos en las entrevistas y testimonios sobre ese período. Vale aclarar que estos docentes hasta 1985 no recuperaron el derecho a ejercer su profesión en la provincia, y cuando comenzaron no se les reconoció la trayectoria forjada anteriormente, teniendo que empezar a foja cero, sin puntaje y sin antigüedad. La teoría de los dos demonios estaba instalada, y como bien dice el proverbio, “pueblo chico infierno grande”, cargaban el peso de haber sido identificados como “subversivos”. El régimen de “libertad vigilada” había marcado en ellos su poder de disciplinamiento, el miedo, y en algunos casos la complacencia de la población civil, habían reforzado su aislamiento. Era difícil comenzar a juntarse, recuperar la dimensión grupal de su identidad:
Eso de separarnos realmente surtió efecto, porque nosotros comenzamos a volver a juntarnos lentamente a partir de Malvinas. Que empezamos a reunirnos y a vernos, íbamos apareciendo fulano, mengano, y así. Como si hubiéramos revivido, como si hubiéramos salido de una tumba. Empezábamos a reunirnos y relacionarnos nuevamente porque estábamos totalmente aislados. (Pilo) Pero acá también se dio la presión de los civiles denunciando a los vecinos, a los profesores. Si vos lees la, el pedido que hacen los milicos cuando piden que abra un instituto terciario de historia un poco para lavar la imagen que teníamos del Estrada, es terrible. Es terrible porque dicen que, habla de que hay que matar a toda esa avanzada marxista, el diablo rojo. Y abren el San Martín como un reemplazo del escándalo que era para ellos el Estrada. No, fue terrible acá como se dio. (Juan) Cada uno tuvo que volver a la vida, a reconstruir su historia familiar fragmentada, volver a encontrar el camino en el vinculo con los hijos, con el/la esposo/a, algunos debieron asumir la desaparición del/la compañero/a, o de un hermano o hermana, hacerse cargo del hecho de que habían sobrevivido, volver a insertarse al mundo del trabajo, enfrentar los problemas económicos acuciantes habiendo sido, muchos de ellos, profesionales independientes económicamente. Algunos otros volvían de un largo y obligado exilio. Aquí queremos retomar los aportes de Calveiro (2006) en referencia a estos primeros momentos de recomposición al final de la dictadura, cuando el sobreviviente se siente de alguna manera culpable por haber sobrevivido. Se pregunta por qué sus compañeros no y él sí, qué debió haber hecho distinto, hay una incomodidad con asumir que está vivo y libre. Del mismo modo la sociedad le pedía esas explicaciones, el fantasma de la delación en los CCD estaba instalado, y funcionaba como mecanismo de defensa para ella misma, que como vimos antes, también fue victima
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del terror y de los efectos del dispositivo concentracionario, y buscaba de esta manera, trasladar la culpa que sentía a estos sobrevivientes debido a la incapacidad de elaborar lo que vivió. Para nosotros ahora es claro que: “El campo de concentración y las razones para entrar o salir
de él pertenecen por entero a la lógica concentracionaria de la que el sobreviviente es ajeno.” (Calveiro 2006: 159,160) Sin embargo, asumir esa cuestión fue una tarea difícil, nunca solitaria, que los sobrevivientes emprendieron mucho antes que la propia sociedad. Dando testimonio del horror le fueron poniendo palabras a lo que se pensaba innarrable, y así comenzó paso a paso la reconstrucción de la memoria. Pero en Corrientes, una de las provincias más conservadoras del país, donde el poder cívico y militar se había ligado en alto grado, el silencio generacional se instaló exitosamente y hasta bien entrada la década del 2000, no hubo lugar para hablar de qué había pasado durante el Proceso de Reorganización Nacional. En el ámbito educativo, los contenidos curriculares se limitaban a tratar el tema como un fenómeno externo, que había ocurrido en el plano nacional pero ajeno a la realidad local. La existencia de las Ligas Agrarias Correntinas, organización tan importante, fue silenciada sistemáticamente. Los jóvenes estudiantes no sabían de ella, y los campesinos no querían y/o no podían recordarla. La censura de hecho se mantuvo durante años en las instituciones educativas, en los medios, en el espacio público:
Pero siguió el tema, eh mucho tiempo siguió tema en los colegios. Yo me acuerdo que yo era profesor de la Técnica. No, todos los papelerios te pedían ahí. Incluso me agarró Castaño, que era el director, a mí yo estaba por dar Historia. Y me dice: mire doctor, me dice, si da Historia no hable de cualquier cosa porque los chicos no están capacitados. Hable de San Martín, Belgrano, pero no hable de cosas raras. (Juan) En términos de Feierstein (2007) la realización simbólica del genocidio reorganizador opera en este plano: borrar incluso la memoria de quienes fueron los sujetos aniquilados, qué practicas encarnaron, qué identidad tenían, qué hacían, solo queda una difusa conciencia del terror que les fue infligido. Esto mantiene su eficacia en el control: no hagamos nada porque no sabemos qué hicieron ellos pero sí sabemos lo que les hicieron. Y permite también una transferencia de responsabilidad de los perpetradores que descansa en el supuesto de que el poder siempre reacciona, naturalmente reacciona, por lo que la culpa sería de los que lo hicieron reaccionar. Se logra así la articulación entre un terror abstracto y una parálisis sociopolítica: no sabemos qué hacían, quiénes eran, qué querían.
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En este contexto, se puede instalar entre los sobrevivientes una lógica de fracaso: nos equivocamos, nada tuvo sentido, las muertes, las torturas, la prisión, fueron producto de nuestro error. Esto alimenta la parálisis sociopolítica de la sociedad entera. La construcción y apropiación de una lógica de la derrota es el desafío para frenar la realización simbólica del genocidio, poder pensar que sí tuvo sentido, que fue una derrota, no un fracaso, porque de una derrota se aprende y de allí le viene su sentido, su haber valido la pena el intento. Pensar en lógica de derrota requiere una articulación y elaboración del trauma de forma colectiva. Otra vez, ese fue un desafío que tomaron los sobrevivientes en pequeños grupos, una tarea de la cual la sociedad no se hizo eco. A nivel provincial, recién a partir de la política de derechos humanos de los dos últimos gobiernos nacionales (que impulsaron la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final en 2003, la declaración de asueto del 24 de marzo en 2007, entre otras) el tema comienza a recobrar espacio en el ámbito público. En el año 2008 el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia fue incluido en el Calendario Escolar de Corrientes, de modo que pasa a constituirse como acto escolar de celebración obligatoria. Se genera así un espacio que permite que en los colegios, programas radiales, centros culturales, etcétera, se busque contar con testimonios y reflexiones sobre el tema.
Andares que derrotan a los opresores: construyendo con otros En el andar de la reconstrucción de la memoria que llevan adelante los compañeros de Goya, queremos señalar algunos hechos importantes. En principio, en 1988, la participación de algunos de estos profesores en la conformación de SUTECO (Sindicato Único de Docentes Correntinos), con la aspiración a formar parte de la CTERA. Ello da cuenta de un elemento vital que permanece a pesar del arrasamiento que intentó la dictadura, y en ese sentido es una victoria, la idea de que construir con otros vale la pena:
Y bueno, nosotros tratamos de hacer también en el 88‟ acá en Corrientes después de la marcha blanca, surgió el SUTECO, parecido. El otro era SUTEG, Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación de Goya, este SUTECO Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación de Corrientes, y bueno surge en el 88‟ también en oposición a todos estos sindicatos que teníamos en Corrientes, la Asociación Correntina, y demás, tratando de estar en la CTERA. (Gladys)
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Otra reafirmación de su reconstitución como sujeto político colectivo fue la conformación de la organización Memoria, Derechos Humanos y Solidaridad (ME.DE.H.S) en 2005. La misma integra ex detenidos desaparecidos –ex militantes de las Ligas Agrarias, ex profesores y militantes del área de la educación, ex militantes de la JP, ex militantes de la CGT- que hoy continúan su militancia y lucha por los derechos humanos no solamente en la reconstitución de la memoria sino en los problemas actuales que afectan a las comunidades. También forman parte del ME.DE.H.S personas que no sufrieron la represión en aquellos años pero que están comprometidos con la militancia social. Resulta interesante señalar en este punto la vocación de organización que tienen estos compañeros, antaño nucleados en distintos sectores, como eran las LAC, el SUTEG, la CGT, la JP, la militancia más ligada a la iglesia, o de los partidos de izquierda, etcétera. Conforman el ME.DE.H.S, cuyo eje central son los derechos humanos, una categoría política amplia que permite cohabitar el espacio de militancia a pesar de las diferentes trayectorias personales y grupales. También consideramos
importante tener en cuenta la grabación y publicación del
documental Ahora y Siempre, acerca de los desaparecidos en Corrientes, realizado por la Asociación Civil Integración Solidaria, con sede en Corrientes Capital, presentado en el año 2006. El documental incluye testimonios de algunos ex detenidos desaparecidos de la zona de Goya como así también de todo el resto de la provincia. En ese sentido, para los testimoniantes convocados el proceso de grabación significó un espacio de repensar, analizar, encontrarse, alimentar y reafirmar los sentidos conjuntos. Por otra parte, el material sistematizado, hecho documental, constituyó un valioso recurso de difusión del tema con potencial llegada a jóvenes y demás sectores sociales.7 Finalmente, entre los acontecimientos que creemos relevantes en el proceso de reconstituirse como sujetos de memoria de estos ex detenidos desaparecidos, nos parece significativa la conformación de la Plaza de la Democracia y la Memoria Monseñor Alberto Devoto, inaugurada en marzo del 2007. En principio, porque constituye un reconocimiento institucional de parte del municipio de Goya hacia la militancia del ME.DE.H.S. y de todos aquellos comprometidos con el trabajo de recomponer los relatos sobre la represión. Y sobre todo, por el nombre que lleva la plaza, que vuelve a poner en primer plano el accionar del obispo muerto en 1984. Es un gesto que permite recuperar la memoria de Devoto desde su compromiso en la denuncia permanente de la ilegalidad y el terror que llevaban a cabo las fuerzas militares, desde su andar por las cárceles buscando a los presos Creemos que el proceso de difusión de este material, encarado con perseverante militancia por parte de Integración Solidaria, desata un sinfín de potencialidades de las que no podemos dar cuenta en este trabajo pero que sí era necesario nombrarlo. 7
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políticos, desde su nunca transar con los represores, desde su negarse a dar misas a las fuerzas militares.
Las causas abiertas, el juicio y la condena: ¿una interpelación a la sociedad? Nos parece interesante en este apartado realizar un primer acercamiento al proceso que se abre a partir del juicio por la “Causa RI9” realizado en 2008 en Corrientes. Consideramos que su realización implicó una “puesta en escena” de la situación para la sociedad local en su conjunto. Si bien entonces había tres causas abiertas en la provincia, fue el primer juicio a los represores, y hasta el momento, el único efectuado. La causa por violación a los derechos humanos en el CCD que funcionó en el Regimiento 9 de Infantería en la ciudad de Corrientes tuvo como carátula:
“Nicolaides Cristino, Demarchi Juan Carlos, Barreiro Rafael Julio Manuel, Losito Horacio, Píriz Roberto, Reynoso Raúl Alfredo p/sup. Asociación ilícita agravada en concurso real con los delitos de privación ilegal de la libertad agravada, abuso funcional, aplicación de severidades, vejaciones, apremios ilegales y aplicación de tormentos”.8 El juicio comenzó en febrero de 2008 y terminó en agosto del mismo año. El ex coronel Rafael Barreiro –que en 2004 cuando fuera detenido aun cumplía funciones de mando militar- fue sentenciado a cadena perpetua. El ex-capitán Juan Carlos De Marchi –ex presidente de la Sociedad Rural Correntina, actual miembro honorario, cuando fue procesado contó con una carta de apoyo de Luciano Miguens como Presidente de la SRA- le correspondió 25 años. El ex-coronel, Horacio Losito –que fuera agregado militar en la Embajada Argentina hasta el año 2003- también 25 años. Para el ex-oficial de Gendarmería Raúl Reynoso 18 años. Un absuelto, Carlos Piriz, ex suboficial para el cual la querella había pedido también 18 años. Este juicio constituyó un gran aporte a la reconstrucción de la memoria sobre el genocidio en Argentina, y en Corrientes en particular. Por varios motivos, en principio, para todos los condenados
Fue abierta en 1984 bajo el impulso de la Comisión Provincial de Derechos Humanos, y reabierta a partir de la anulación por parte del Congreso de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En noviembre de 2003 la familia de Vicente Víctor Ayala, desaparecido correntino, presentó una querella criminal. El día 24 de Marzo de 2004, los familiares de Rómulo Gregorio Artieda, desaparecido oriundo de Goya, presentaron querella criminal por la desaparición del mismo, ya que lograron acumular pruebas suficientes para determinar que fue visto con vida en el ex Regimiento 9. Posteriormente, el cuerpo de Artieda fue hallado por el Equipo Argentino de Antropología Forense en un cementerio de Empedrado (Corrientes), donde había sido enterrado como "NlN”. También se presentaron los familiares de Ramón Vargas quien desapareció en febrero de 1976 junto a Julio Barosi, Jorge Saravia Acuña y Orlando Diego Romero, y todos ellos, según testigos, estuvieron alojados en el ex Regimiento 9. 8
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se dictó cárcel común. Siguiendo, fue el primero del país donde se investigó en forma conjunta el funcionamiento de un centro clandestino de detención entre 1975 y 1983. Por último, se dio, en el transcurso de las audiencias, una contextualización de la represión ilegal muy enriquecedora, que contó con la presencia de Martín Almada - Premio Nóbel Alternativo de la Paz, investigador paraguayo de los funcionamientos e implicancias del Plan Cóndor-, y la periodista francesa Marie Monique Robin -autora del documental "Escuadrones de la muerte-La escuela francesa"-. Sin embargo, es necesario también reflexionar sobre algunos aspectos de su desarrollo que desenmascara las relaciones montadas al interior de la sociedad. Por una parte, dejó al descubierto, una vez más, la siniestra e impúdica trama del poder que une a civiles y militares, en las múltiples solicitadas de apoyo que realizó la alta sociedad correntina hacia los imputados y en el hecho de que el Vice Decano de la Facultad de Derecho de la UNNE (con sede en Corrientes), Jorge Buompadre, fue el abogado defensor del represor De Marchi. Por otra parte, el proceso se vivió como una cuestión ajena, a dirimirse entre dos bandos, por un lado los represores y sus allegados, por otro lado los familiares de las víctimas, las organizaciones de derechos humanos y los movimientos sociales que acompañaban el proceso. Esta no apropiación del juicio y sus implicancias puede ser sintomática de la dificultad que atraviesa una sociedad post genocida en la búsqueda de la reconstrucción de la memoria como proceso colectivo, no fragmentado y, sobre todo, no esquizofrénico. Retomamos aquí las tempranas pero no por ello menos fecundas reflexiones de Guillermo O‟Donell (1997), quién postula que durante la dictadura se dio un proceso de acentuación brutal de tendencias que ya estaban presentes en la sociedad argentina. No asumir y problematizar este carácter lleva a explicaciones esquizofrénicas sobre el alto grado de represión y autoritarismo ejercido a través del terror en el régimen dictatorial. El autor sostiene que hubo una sociedad que, en ese marco de ejercicio del terror, se patrulló a si misma, ejerció el poder autoritario en cada microespacio de lo social. Y eso lo pudimos ver en el caso de Goya aquí abordado, donde los mismos vecinos y compañeros de trabajo ejercían una inspección exhaustiva y detallada sobre cada cosa que hacían las docentes en sus clases y también fuera de ellas. O‟Donell nos plantea el desafío de revisar críticamente esa situación en relación con elementos que ya estaban presentes en la sociedad argentina desde mucho tiempo atrás, en una historia de sucesivos fracasos en la construcción democrática que no solo remite al espacio estatal y político sino sobre todo al ámbito de lo social. Podemos plantear entonces que es necesario un ejercicio de reflexión y problematización acerca de los factores y características del autoritarismo que 31
ya estaban presentes en la historia correntina en particular y de la argentina en general para 1976, y si es posible sostener que se potenciaron y de alguna manera “legitimaron” el alto grado al que se llega durante la dictadura. En la misma línea que O‟Donell, Pilar Calveiro (2006) nos dice que la dictadura es una hija incómoda pero legítima de esta sociedad, donde desde principios de siglo la conscripción obligatoria marcó en los cuerpos de toda la población masculina del país la prepotencia y la arbitrariedad del poder, haciendo carne la disciplina y la obediencia. Instalando el miedo al castigo por incumplimiento de una orden (o mero cuestionamiento), y diluyendo la responsabilidad a partir de la burocratización, la rutinización y la fragmentación de las tareas más atroces. Asumiendo este marco histórico social en el que se da el genocidio podemos apreciar las potencialidades del desarrollo y concreción del juicio por la causa RI9. La condena a aquellos que se creyeron y se mostraron omnipotentes, impunes, todopoderosos, implica un cuestionamiento muy fuerte a nivel de las representaciones sociales. Los sienta en el banquillo y eso ya es una evidencia del límite de su omnipotencia. A lo que se suma el carácter disruptor que tiene el juicio en una provincia de grandes terratenientes, históricamente expulsora de poblaciones rurales por la centralización agudizada de la propiedad de la tierra, donde juzgar y condenar al ex presidente de la Sociedad Rural Correntina se constituyó en un acto sin precedentes. Las otras dos causas abiertas aun siguen a la espera del juicio. La Causa La Polaca se abrió en el año 2004 en Paso de los Libres, denunciando el funcionamiento de un CCD cercano al puente fronterizo con Uruguayana (Brasil), donde se trabajaba en consonancia con Campo de Mayo, en el marco del Operativo Murciélago. Este operativo consistía en obligar a militantes detenidos clandestinamente a “marcar” a posibles compañeros cruzando la frontera hacia el país vecino. Hasta el momento la causa se encuentra sin resolución, con el agravante de que en mayo de 2009 se vio envuelta en denuncias acerca del acoso sufrido por periodistas locales que habían informado sobre los imputados en la misma.9 También en la ciudad de Goya, en 2005, se abrió otra causa, la conocida como Causa Panetta, que denuncia el funcionamiento de los tres CCD locales. En dicha causa el ME.DE.H.S se constituye como uno de los querellantes. Por la misma se encuentran detenidos algunos imputados pero aun no se realiza el juicio. Tras la denuncia del jefe de Destacamento de Inteligencia 123, un juez imputó a los periodistas que habían comentado el estado de la causa y los nombres de los imputados en ella en su programa de radio, ordenó su interrogatorio y el allanamiento de su lugar de trabajo. Se los acusó de publicar nombres de agentes de inteligencia. (Agencia Periodistica del Mercosur, 2009). 9
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Algunas consideraciones a modo de cierre Para 1976, la muerte y la tortura ya constituían prácticas de vieja trayectoria en las cárceles comunes argentinas. Pero es verdad que el “proceso” no implicó solamente una agudización de las prácticas vigentes, sino una nueva configuración donde la desaparición (que había comenzado en 1966, con carácter esporádico) aparece como eje de la lógica del terror (Calveiro 2006). Como describe Feierstein, el dispositivo concentracionario buscaba moldear al hombre “adaptado” “disciplinado”, que asumía de forma parcial o total los valores de los perpetradores (2007). Incluso como veíamos más arriba, en los relatos de las docentes sobre su salida de la cárcel, aparece fuertemente en el discurso de los perpetradores la idea de que las habían “salvado”, “recuperado”, “purificado”. Aquel que pasaba por el centro clandestino y no era aniquilado podía volver a vivir en sociedad, puesto que las fuerzas armadas se habían sacrificado por ellos, habían tomado a su cargo la responsabilidad de volver a ubicar a las ovejas que se había descarriado dentro del rebaño. La adaptación, además, fue un fenómeno que se buscaba trasladar desde dentro de la experiencia concentracionaria hacia el afuera, para que se reprodujera en todo el espectro social, como decíamos antes, a través de la incorporación de la delación voluntaria, la desconfianza, la lógica del terror. Su objetivo era: la anulación de la identidad contestataria y/o solidaria tanto en el sobreviviente como en todo el conjunto social y la introducción de una nueva subjetividad ligada al individualismo y la lógica de la competencia como modo de relacionarnos con el otro. La “reorganización nacional” en particular, y el neoliberalismo después, buscaba así que la sociedad estuviera atomizada en infinidad de reclamos individuales, de modo que fuera imposible dialogar entre sí, en multiplicidad de identidades (nacionales, étnicas, sexuales, ideológicas) encerradas en sí mismas, encapsuladas en su mero interés corporativo, donde la diferencia y la incompatibilidad fuera lo esperado. Buscaba generar sujetos incapaces de visibilizar al otro como par, y ni que hablar capaces de buscar espacios de comunión y reciprocidad. Esto se da en todos los espacios de la sociedad, pero específicamente en el ámbito político, fuertemente fragmentado, donde lo que se ha machacado fue la capacidad de asumir la posibilidad de acción colectiva, que implica reconocer al otro como un otro recíproco y actuar colectivamente con él, más allá de nuestra opinión individual (Feierstein, 2007). De este modo, no es casual que la
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organización y la reconstrucción de la memoria se debata primeramente en torno a los derechos humanos, aspecto en que hay coincidencias, y no desde lo político donde habría más fragmentación. Ahora bien, si como describen Calveiro (2006) y Feierstein (2007), aún en una situación concentracionaria, subsumido al arrasamiento subjetivo más profundo de las instituciones de control y disciplinamiento, existieron infinidad de pequeños gestos, caricias, guiños, que permitían la recomposición de la autoestima moral, de la propia subjetividad, a través de la organización de diálogos que resquebrajaban el silencio, palmadas que derrotaban a la soledad; en el “caldo social” también anidaron pequeños núcleos de solidaridad, con posibilidad de constituir nuevos polos de contrahegemonía con la vuelta de la democracia.
Una noche de noviembre dos de mis compañeras fueron retiradas, no sabíamos a donde las llevaban y menos aún que les harían. Durante el tiempo que permanecieron afuera, quedamos en oración permanente, rezando rosarios… Atentas a los ruidos, pues en estas situaciones se agudizaba la escucha… Hasta que por fin…, bien pasada la media noche se abrió la puerta de ingreso al pabellón y escuchamos sus pasos. (Chichita en Marcón de Di Gregorio Comp., 2009, 177) Y bueno después ya estuvimos 7 compañeras en una celda, en realidad sirvió para conocernos, querernos… ellos que quisieron separarnos y después de tantos años nosotras nos juntamos. (Nía) Aunque la reticulación disciplinaria (fragmentación y control permanente de los cuerpos) de la sociedad posterior al genocidio reorganizador resultó la contra cara necesaria del nuevo sistema político basado en la autonomía de los seres humanos; muchas veces, no alcanzó a contener la marea de autodeterminación de diversos sujetos sociales (Feierstein, 2007).
“Seguramente que más de uno en Goya habrá dicho „algo habrán hecho‟, y hoy les puedo decir a todos los que pensaron así o los que conocen ese lado de la historia: `sí, hicimos algo, lástima que no nos dejaron hacer más por la educación, por los jóvenes y por la sociedad goyana” (Raimbault en Marcón de Di Gregorio Comp., 2009:166)
Pero no nos quitaron nuestra manera de pensar, de creer… sí interrumpieron un proceso de cambio educativo importantísimo, eso sí, pero no mataron nuestros sueños ni nuestros ideales, nuestras convicciones están vigentes. (Nía)
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De este modo, celebramos la unión de todos estos compañeros de Goya -algunos víctimas directos de la lógica concentracionaria y otros que sufrieron el proceso de reorganización nacional pero por fuera de los aparatos construidos para la tortura y el aniquilamiento- en la organización de derechos humanos MEDEHS y para la publicación del libro Dictadura, Memoria y Verdad.
Educación y represión en la ciudad de Goya (2009). Creemos que son indicios de que el genocidio reorganizador no logró realizar de manera completamente exitosa su cometido, y que podemos encontrar hoy sujetos y grupos convencidos de la necesidad de transformar la sociedad, de la necesidad de construir con otros, y organizados para ello.
(…) las utopías son verdades prematuras… y la verdad es que a este mundo lo vamos a cambiar (Rosarito, en Marcón de Di Gregorio Comp., 2009, 211) Finalmente, queremos dejar abiertas algunas preguntas para indagaciones futuras que tienen que ver con las particularidades del caso abordado: cómo continua operando en la realización simbólica del genocidio la visibilidad que tuvo la práctica de la delación instalada con tanto éxito en la pequeña comunidad, qué diálogos continua obturando, de qué manera podrían tenderse puentes de comunicación entre las victimas más identificadas y el “caldo social”.
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Siguiendo el juicio a los represores en Corrientes (Crónicas desde la periferia). Blog spot disponible en URL http://siguiendoeljuicio.blogspot.com/
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