Hemos de ser capaces de perder el miedo a conocerlo, tener el coraje de superar el pasado, liberarnos de rigideces y no obsesionarnos con el futuro

CIRCULAR Nº 21 – ENERO-FEBRERO 2016 (Carlos Deltell) ALIMENTACIÓN Y EMOCIONES (2ª PARTE) El cuerpo emocional tiene sus necesidades al igual que el cue

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CIRCULAR Nº 21 – ENERO-FEBRERO 2016 (Carlos Deltell) ALIMENTACIÓN Y EMOCIONES (2ª PARTE) El cuerpo emocional tiene sus necesidades al igual que el cuerpo físico tiene las suyas. No debemos tener miedo de conocer el cuerpo emocional, al que no podemos ver, pero sí sentir. Si está desequilibrado, influye alterando funciones físicas y mentales. Las emociones fluyen en y a través del cuerpo emocional, son energías en movimiento y ellas pueden ayudarnos en nuestra vida o pueden hundirnos. Estas emociones o flujos de energía emocional están en relación con nuestros pensamientos. Entonces, según que éstos sean positivos o negativos, espirituales o materialistas, nuestras emociones favorecerán nuestra salud holística o nos enfermarán. Las emociones también están condicionadas por la calidad de las vibraciones. Cada alimento que ingerimos, sea líquido o sólido, posee una determinada vibración y afectará determinados órganos de nuestro cuerpo físico. Si ingerimos un exceso de alcohol, nuestras emociones serán descontroladas, sentiremos desinhibición o una tendencia a evadirnos de todo. Si comemos un exceso de carne, es fácil sentir impaciencia, nerviosismo, tener actitudes distantes o incluso mal humor. Nuestro cuerpo emocional necesita alimentarse cada día, pero alimento emocional, no físico, así no debemos empeñarnos en suministrarle pasteles de chocolate ni dulces. El cuerpo emocional no tiene aparato digestivo, es un cuerpo vibracional. Cada persona debe conocer cómo alimentarlo: oír música que ayude nuestro equilibrio interior, pasear, disfrutar del canto de los pájaros, pintar, practicar yoga o meditación, ser conscientes de nuestra presencia en nuestra propia vida. Hemos de ser capaces de perder el miedo a conocerlo, tener el coraje de superar el pasado, liberarnos de rigideces y no obsesionarnos con el futuro. En la medicina china, con una experiencia milenaria de observación y comprobación, los diferentes órganos del cuerpo se clasifican según los grupos energéticos. Así cada órgano posee conexiones con diferentes emociones, que a la vez influyen en nuestra salud y son influenciadas por ella.

La alimentación influye en este entramado generando energías que inciden en nuestras emociones tanto como los hacen en los diferentes órganos. RELACIÓN Y DESEQUILIBRIOS ENTRE ÓRGANOS Y EMOCIONES Grupo formado por bazo, estómago y páncreas. Tendencia a digestiones difíciles, poca energía, sentirse víctima o incomprendido, excesivos apegos, excesiva relación con la comida, no disposición a pedir ayuda, falta de claridad mental. Entonces, debemos evitar ingerir azúcar refinado, miel, zumos tropicales, comidas con mucha grasa, fritos, leche y sus derivados, yogur de soja, vinagre, picantes, alcohol, café, té, bebidas gaseosas o azucaradas, horneados de harina, exceso de crudos y por supuesto proteínas cárnicas. En cambio, es muy conveniente consumir cereales integrales (arroz, mijo, avena, cebada, quinoa), legumbres y proteína vegetal pero cocinadas de manera lenta o como estofado corto, verduras dulces, redondas y de raíz cocinadas a fuego lento o al vapor, verduras de hoja verde (éstas sí, en cocción rápida), verduras y hortalizas de sabor dulce natural como batatas o boniatos (en cocción lenta), algas, frutos secos, infusiones (regaliz, hinojo, manzanilla, anís). Grupo formado por pulmones e intestino grueso. Tendencia a sufrir problemas de eliminación física, pero también dificultad en eliminar emociones y pensamientos negativos, a tener la espalda arqueada, a sentir tristeza, depresión, soledad, percibir frío, no les gusta hablar o bien hablan en voz baja, En estos casos debemos evitar las harinas, especialmente aquellas que sean blancas o refinadas, levaduras, horneados con harina (pan, galletas), aquellos alimentos que tengan un textura demasiado seca o dura, huevos, leche y todos sus derivados, yogur de soja, azúcar refinado, miel, zumos tropicales, cítricos, exceso de picantes, verduras solanáceas (patatas, berenjenas), bebidas de gas, alcohol, café. Es muy aconsejable consumir cereales integrales (arroz, cebada, avena, mijo, quinoa), verduras redondas y de raíz, verduras de hoja verde, alimentos con un toque picante moderado (berros, cebollinos, rabanitos, nabos, jengibre), usar las especies moderadamente (ajo, canela), algas, infusiones de tomillo o té de jengibre

Los estilos de cocción preferentes son estofados y salteados largos, también al horno, es decir, aquellos que son reforzantes y que calientan con polaridad. Grupo formado por riñones y vejiga Tendencia a vigilar la seguridad en exceso, crear un miedo excesivo a todo, inseguridad, indecisión, dolor de espalda especialmente en la parte baja, retención de líquidos, sistema linfático débil, huesos débiles, mala circulación sanguínea, sentirse abatido o con poco energía, fatiga crónica, ser friolero, cistitis. Evitar comidas y bebidas frías, helados, leche y todos sus derivados, yogur de soja, exceso de líquidos, ensaladas, comidas crudas, alimentos dulces (azúcar, miel), exceso de sal, sal cruda, solanáceas (patatas, berenjenas), vinagres, frutas tropicales, alcohol, zumos de fruta, especies. Consumir cereales integrales (arroz, alforfón, mijo, quinoa), legumbres (lentejas, azukis), cocinar con algas a fuego lento, verduras y hortalizas redondas y de raíz (cocinadas con estilos largos), condimentos salados con moderación. Los mejores estilos de cocción son los estofados, salteados largos, a presión, y en papillote, es decir, aquellos que calientan y refuerzan. Grupo formado por hígado y vesícula biliar Tendencia a la impaciencia, frustración, ira, rigidez, irritabilidad, ideas fijas, falta de adaptación, resentimiento, celos, a ser poco sensible, cierta terquedad, falta de creatividad. Es conveniente evitar grasas saturadas, aceites saturados, comida demasiado aceitosa, fritos, productos horneados de harina (pan, galletas, pasteles, especialmente de harina refinada), exceso de frutos secos, leche y sus derivados, yogur de soja, azúcar refinado, miel, estimulantes como el alcohol. Es conveniente consumir cereales integrales (arroz, cebada, quinoa), verduras en general (alcachofas, berros, rabanitos, de hojas verdes, incluso fermentadas como el chucrut), zumos de verduras, proteínas de origen vegetal, algas ligeras (dulse, wakame), espirulina, fruta local y de temporada.

Los estilos de cocción que mejor se aconsejan son los ligeros, con llama alta y hervido en poco tiempo, así generan una energía activa pero no pesada. Grupo formado por corazón e intestino delgado Tendencia a sufrir dolor en el pecho, en los hombros, presión sanguínea desequilibrada, alta o baja, problemas de circulación sanguínea, pulso irregular, pérdida de memoria, incluso olvidadizo, insomnio, a no estar nunca relajado, nervios, impulsos, tensión, rigidez en el cuello, cervicales y hombros, aftas bucales, varices, anemia, falta de autoestima. En estos casos debemos evitar carnes y embutidos, grasas, fritos, aceites saturados, leche y productos lácteos, yogur de soja, huevos, alimentos crudos, exceso de fruta, azúcares refinados, miel, exceso de especias, platos muy picantes, solanáceas (patatas, berenjenas), exceso de líquidos, alcohol o cualquier otro estimulante. En cambio es muy bueno consumir cereales integrales (arroz, cebada, avena, quinoa, mijo), proteínas vegetales, verduras verdes (en especial aquellas de sabor amargo), verduras de raíz y las redondas, fruta local, algas (especialmente dulse, wakame y nori) Los estilos de cocción más adecuados son en general los ligeros, pero referente a las verduras de raíz y redondas es mejor una cocción más larga para que nos dé un sabor más dulce de relajación. ALIMENTACIÓN Y ESTRÉS Hay alimentos que favorecen el nerviosismo, la impaciencia y el estrés. Comer carne favorece el nerviosismo, incluso la agresividad. Ingerir azúcar refinado nos proporciona una subida de adrenalina y una tendencia a la hiperactividad; pero este efecto es de ciclo corto, volvemos al estado inicial y necesitamos otra dosis de productos azucarados, al final nos sentimos apegados. Es como una ola que sube y baja. Nuestro cuerpo sufre altibajos, nada saludables. El alcohol afecta negativamente a nivel físico, mental y emocional. Alimentos que tienden a generar un exceso de producción de adrenalina: carnes y embutidos, productos con grasas saturadas, horneados con harina refinada (pan, bollería, pastelería, pizzas), leche y productos lácteos, chocolate, azúcares (de cualquier clase, refinado, moreno, de caña), miel, helados, golosinas, bebidas gaseosas azucaradas, café, alcohol.

Estos alimentos afectan a órganos como el hígado y la vesícula biliar, los cuales generan una tendencia hacia las emociones fuertes (agresividad, ira, impaciencia, hiperactividad). Además, dificultan el funcionamiento del bazo y el páncreas. También tienen una mala influencia sobre el cuerpo físico, creando una tendencia a la obesidad, presión arterial alta, arterias cada vez más obturadas, colesterol. Alimentos que generan producción de endorfinas, son aquellos que nos aportan una vibración moderada, es decir, un equilibrio energético, sin altibajos. Son: cereales integrales, proteínas vegetales, frutos secos, semillas, verduras y frutas locales de temporada, algas, condimentos naturales. Es recomendable cocinar manteniendo el sabor dulce natural de las verduras dulces. Nuestros tres cuerpos, el físico, el mental y el emocional, que actúan interrelacionados entre sí, nos lo agradecerán. Finalmente, señalar que el sistema nervioso, que es nuestro sistema de comunicación, también se ve afectado para mal con aquellos alimentos que generan desequilibrio emocional y estrés, y a su vez, se ve afectado para bien con aquellos alimentos que generan equilibrio y endorfinas. BIBLIOGRAFÍA BRADFORD, Montse; La Alimentación y las Emociones; Editorial Océano, Barcelona, 2011

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