Story Transcript
HERBERT MOROTE
SUERTE PARA TODOS NOVELA
© El autor tiene todos los derechos de esta versión para Internet. Autorizada su reproducción parcial o total siempre y cuando se mencione esta fuente.
7
1
Frank Rosales sí dejó ese lunes por escrito. La sala de conferencias mantenía la usual penumbra que permitía destacar la proyecci6n de cuadros estadísticos. Frank los veía como edificios apiñados, altos y bajos, pizzas cortadas desigualmente y combinaci6n de líneas punteadas, unas para arriba y otras para abajo. Los tontos de siempre, con sus trajes oscuros, camisas blancas y corbatas insulsas, tomaban notas y parecían estar absortos en lo que Ray decía. El ligero zumbido del proyector era acompañado por oscilantes mandíbulas que masacraban chicles y los revivían paseándolos por todo el recinto bucal. La prohibici6n de fumar había creado un ambiente est6ril, pero siguen adictos, opinaba Frank Rosales. A media mañana, mientras el enano, como apodaba a Ray, seguía hablando con su acostumbrada elocuencia, Frank supo que era tiempo de fugarse mentalmente. Despu6s de descartar dibujar barquitos o escribir los nombres de ciudades que había visitado o de las mujeres con quien se había acostado, decidi6 hacer lo que más le entretenía: imitar a los locutores de su juventud v relatarse un partido de fútbol. En esta oportunidad escogi6 el clásico entre Universitario y Alianza Lima que pudiese haber ocurrido veinte o treinta años atrás. Estas habituales fugas le habían permitido mantener una postura atenta durante las aburridas reuniones de negocios, donde los ejecutivos hacían exposiciones interminables mostrando con detalle las cosas que iban bien y pasando por alto los problemas. Sin embargo, bastaba un cambio
7
de ritmo, tono, o el más sutil carraspeo del expositor para que Frank detectase que algo se ocultaba, entonces suspendía el partido y regresaba fresco a la discusión. Generalmente ganaba. El propósito de fuga de esta reunión era otro: evitaba alterarse con la perorata de Ray, quien, ayudado por diapositivas preparadas con el esmero que sólo los egresados de Harvard saben hacer, mostraba los riesgos financieros si la propuesta de Frank se llevase acabo. Lo que me encabrona, decía éste, es el rito jesuítico de su exposición: da dos palabras de aliento y treinta frases de advertencias. Frank hubiera preferido un ataque frontal, pero no era la costumbre en las reuniones del Comité Ejecutivo. Esperando el momento adecuado para intervenir, prefirió continuar la transmisión deportiva. Su equipo, la «U», jugaría sin pases laterales: Recibe la «lora» Gutiérrez, busca a quién pasar, ve a Lolín desmarcado, le envía el balón, éste corre por la izquierda, centra, su hermano Lolo cabecea y iGO0000L Barrigton!, el casimir de PuuuuuRA lana. Mejor, saca el negro Zegarra, la recibe Toto Terry.. No, la toma Challe... No, mejor, la para el «gato» Salinas y en dos trancazos cruza el campo enemigo... Ray, en su calidad de Director de Planeamiento Estratégico de Mediplast, estaba boicoteando la recomendación de comprar Hospital Care Inc. La razón era simplemente personal, no deseaba que el grupo de empresas, dirigidas por Frank, aumentase más su hegemonía dentro de la empresa. Hasta ese momento Jack, el Presidente del Directorio, no daba la menor señal de aprobación o rechazo, sus regordetes dedos alzaban la cuarta taza de café. La vejiga debe estar rebosando, calculó Frank, al observar discretamente que el respetable vientre comenzaba a menearse en el sillón. Ahora contraataca el Alianza por intermedio del nene Cubillas, peligro para la