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t UADKRNOS HISPANOAMERICANOS MADRID JULIO - AGOSTO 1963 163-164 CUADERNOS H I S P A N O AMERI CANOS LA REVISTA que integra al MUNDO HI SPANI

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L T A J O MADRID DEPRESION INTERMEDIA i - ' L i L } 2903Y _ f I TAJO MADRID - DEPRESION INTERMEDIA 1. ENCUADRE GEOGRAFICO Y UEOLOt3IC

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1 9 8 3

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CUADERNOS HISPANOAMERICANOS Revista mensual de Cultura Hispánica Depósito legal: M. 3875/1958 ISSN: 0011-250 X

Presidente JOSE ANTONIO MARAVALL Director FELIX GRANDE

Jefe de Redacción BLAS MATAMORO Secretarla de Redacción MARIA ANTONIA JIMENEZ

397

Dirección. Administración y Secretaría: Instituto de Cooperación Iberoamericana Avda. de los Reyes Católicos, 4 (Ciudad Universitaria) Teléfono 244 06 00 MADRID

INDICE NUMERO 397 (JULIO 1983) ARTE Y PENSAMIENTO Págs. MERCEDES LOPEZ-BARALT: Tiempo y espacio en Mesoamérlca EUGENIO VIEJO: Cerbero JESUS DIAZ GARCIA: El sueño del gobernante JOSE LUIS SIERRA: Poesía actual de Guatemala JOSE CARLOS AREVALO: Meditación del toreo ARIEL FERRARO: Elegia para María, la de «El túnel»

5 44 51 81 101 113

NOTAS Y COMENTARIOS Sección de notas: FERNANDO GARCIA NUÑEZ: La poesía chicana en español ROBERT M. SCARI: Horacio Quiroga y los fenómenos parapsicológicos JORGE USCATESCU: San Francisco, transfiguración poética RODOLFO ALONSO: Vállelo en París: los años duros RAUL CHAVARRI: Dos notas de arte JOSE AGUSTÍN MAHIEU: Apuntes cinematográficos S AB AS MARTIN: Madrid 83: Tercer Festival Internacional de Teatro.

117 123 132 149 153 159 171

Sección bibliográfica: ISABEL DE ARMAS: El drama del intelectual liberal JULIA GARCIA-ALCAÑIZ YUSTE: Tres libros sobre la estética y la teoría española del arte en el siglo XVIII de Francisco José León Tello y Maria Virginia Sanz ENRIQUETA MORILLAS: Mario Vargas Llosa: La impúdica arcilla de la ficción SANTOS ALONSO: Los romances de Góngora MYRIAM NAJT: No son todos los que están ANGEL GOMEZ PEREZ: Richard Ford: Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa R. CESAR MONTESINOS: Francisco J. Satué: El círculo infinito BLAS MATAMORO: Entrelineas FRANCISCO J. SATUE: Notas breves

177 182 191 194 196 200 202 207 218

Cubierta:

Imp. FARESO. Paseo de la Dirección, 5. Madrid-»

E Ν S A M I E Ν Τ O

TIEMPO Y ESPACIO EN MESOAMERICA

A la memoria de José Pedro Roña.

1. INTRODUCCIÓN: PROPÓSITO Y MÉTODO El problema de la unidad ideológica mesoamericana ha sido motivo de reciente controversia. Definida como área cultural por Kirchhoff en 1943, Mesoamérica se bifurca en dos grandes tradiciones que comparten rasgos distintivos a nivel de ritos, panteón, sacrificios, complejo bélico, representaciones simbólicas y sistema calendàrio). Estas son la tradición urbana del antiguo México al noroeste, en el altiplano, y la tradición maya de las tierras bajas del sureste, nucleada en torno a centros ceremoniales dentro de un contexto rural. Según el modelo propuesto por Willey (1973), las culturas mesoamericanas precolombinas formaron parte de un gran todo cultural desde 2000 a.C. hasta los tiempos de la conquista española, y esta unidad —que nunca llegó a ser política— se manifestó más que nada a nivel ideológico. Remontándose al tronco común de la cultura olmeca, el sistema mesoamericano se orienta hacia una concepción teocrática en la que la vida igualitaria de las comunidades campesinas de agricultura de subsistencia cede ante el incremento del excedente, la especialización y el comercio. El poder religioso y el político se conjugan dentro de estados agrarios que sustentan el desarrollo de una élite sacerdotal improductiva. Durante esta llamada época clásica (siglos iv d.C.-ix d.C.) —caracterizada por las construcciones ceremoniales masivas, la complejidad del culto religioso y la diferenciación social entre consumidores y productores— los centros más influyentes en toda el área son Teotihuacán, Monte Albán y Peten. Entre 750 y 900 d.C. se sacuden los cimientos del régimen teocrático y surge el complejo de Tula, dando inicio al período militarista de la época posclásica, que durará hasta principios del siglo xvi. El uso de la irrigación da impulso a la jerarquización política, y las secuelas del militarismo: expansión y centralización, se suceden con rapidez. Hacia fines del siglo χ d.C. la in­ fluencia mexicana se deja sentir en el área mayance: Quetzalcóatl funda Mayapán y repuebla Chichén Itzá. En México el militarismo culmina con la fundación de la Triple Alianza (Tenochtitlan, Texcoco y Tlaco5

pan) en 1430, dentro de la cual los mexicas o aztecas impondrán su hegemonía hacia 1500. A través de la analogía etnohistórica —y pese a las protestas de Kubler (1970, 1973), quien invoca el principio de disyunción entre forma y sentido de Panofsky, según el cual los herederos de una cultura adaptan los moldes antiguos a sus nuevos significados— los principales estudiosos del área (Willey, Bernal, Coe, Nicholson, Caso, Thompson, León-Portilla) coinciden en defender la tesis de la unidad ideológica mesoamericana. El método idóneo para iluminar el problema es partir de la documentación etnohistórica del siglo xvi y proyectar las analogías hacia atrás en el tiempo (Willey, 1973). Siempre que se proceda con cuidado y no se fuerce la evidencia —existe la tentación de depender demasiado de los datos sobre el México central (aztecas) de principios del siglo xvi, por el evidente motivo de su abundancia (Nicholson, 1973)— el enfoque es fecundo. En este ensayo pretendemos auscultar una de las manifestaciones más singulares del área cultural mesoamericana dentro del ámbito ideológico, presente en sus dos grandes tradiciones: la maya y la mexicana. Nos referimos al concepto de tiempo espacializado o espacio temporalizado. Examinaremos una buena porción de las metáforas de esta noción cosmológica, tomadas de las cuatro fuentes principales del área: los códices indígenas prehispánicos, las crónicas coloniales escritas en castellano por españoles, mestizos e indios; los textos de lengua indígena transcritos en caracteres latinos durante la colonia, y las inscripciones en piedra de los monumentos arqueológicos. Otras cuatro fuentes proveerán un muestrario de metáforas correspondientes a tres períodos históricos: la época clásica —siglos iv a ix d.C. (los monumentos)—, la época posclásica —siglos χ a xv d.C. (los códices)— y la época colonial —siglos xvr y xvn (textos en la lengua indígena y crónicas en español)—. La insistencia con que esta categoría mítica se reitera a través de una riquísima gama de representaciones simbólicas que cruzan fronteras de tiempo y espacio dentro del área que nos ocupa le confiere un claro carácter de paradigma cultural, índice de la unidad ideológica de Mesoamérica. Comenzaremos con una breve descripción de las categorías temporales y espaciales compartidas por mayas y nahuas, para luego detenernos en la simbologia de la fusión de ambas nociones.

2,

E L TIEMPO Y SUS DIVISIONES

2.1. El calendario mágico de 260 días: el tonalpohualli azteca y el tzolkín maya.—La cuenta de los días —calendario ritual de mayas 6

(tzolkîn) y aztecas (tonalpohualli)— es una de las creaciones culturales más antiguas de Mesoamérica. Lo encontramos en uso por vez primera en la cultura de Monte Albán I (Oaxaca), varios siglos antes de la era cristiana; más tarde lo hicieron suyo los mayas, los zapotecas, los mixtecas, los totonacas, los huastecas, los teotihuacanos, los toltecas y los aztecas (Caso, 1970). Se trata de un calendario rotatorio de 260 días que no está dividido en meses. La sucesión de 260 días se forma anteponiendo los números del 1 al 13 a los veinte jeroglíficos de los días hasta que cada uno de los números ha sido antepuesto una vez a cada uno de los veinte nombres. Los veinte nombres de los días son los siguientes:

Tonal, pobualli azteca (Duran, 1967, I: 225) 1. cipactli 2. ehecatl 3. calli 4. cuetzpalli 5. coatí 6. miquiztli 7. mazatl 8. tochtli 9. atl 10. itzcuintli 11. ozomatli 12. malinalli 13. acati 14. ocelotl 15. cuauhtli 16. cozcauauhtli 17. ollin 18. tecpatl 19. quiahuitl 20. xohitl

Traducción de los signos aztecas cocodrilo viento casa lagartija culebra muerte venado conejo agua perro mono matorral caña tigre águila buitre sol, movimiento pedernal aguacero rosa, flor

Tzolkîn maya (Landa, 1959: 61) imix ik akbal kan chicchan cimi manik lamat muluc oc chuen eb ben ix men cib caban etznab cauac ahau

En tres de los casos la traducción de los nombres coincide: cipactli/ imix (cocodrilo), ehecatl/ik (viento) y miquiztli/cimi (muerte). La representación gráfica de la rotación del tonalpohualli la da Sahagún en los Códices matritenses. El tzolkîn o tonalpohualli están ajenos a todo intento de medición solar, siendo su función puramente ritual o divinatoria. 2.2. El calendario solar de 365 días: el xihuitl azteca y el haah maya.—El año civil de 365 días se medía con un calendario solar o agrícola: el xihuitl azteca y el haah maya. Este calendario se compone de 19 meses: 18 meses de 20 días cada uno y un mes adicional de 5 días nefastos (nemontemi para los aztecas y uayeh para los mayas). 7

Los días de los 18 meses se numeran anteponiendo los números del 0 al 19 a cada uno de los nombres de los meses:

Meses aztecas (Caso, 1971: 340-341) 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18.

Meses mayas (Landa, 1959: 72-102) pop uo zip zotz tzec xul yaxkin mol chen yax zac ceh mac kankin muán pax kayab cumhú

izcalli atlcahualo tlacaxipehualiztli tozoztontli hueytozoztli toxcatl etzalmaliztli tecuilhuitontli hucytecuilhuitl miccailhuitontli hueymiccailhuitl ochpaniztli pachtontli hueypachtli quecholli panquetzaliztli atemoztli tititl

2.3. La rueda calendárica: ciclos de 52 años computados por la combinación de los calendarios ritual y civil.—La descripción de cualquier día del calendario se lograba agregando al día del tzolkín o tonalpohualli la posición que ocupaba en el haab o xihuitl, de manera que en una fecha intervenían cuatro elementos: un numeral aportado por el ciclo de 260 días, el nombre del día, un numeral que indica la posición del día en el mes, y el nombre del mes. Así, por ejemplo, una fecha como 2 ik 0 pop. Para que 2 ik vuelva a 0 pop mediante la combinación de los calendarios ritual y civil han de transcurrir 52 años: 73 revoluciones del ciclo de 260 días y 52 del ciclo de 365 días (Morley, 1968, 251). Este período —que los aztecas llamaron el xihuitlmopilli o «atado de los años»— hoy se conoce como la rueda calendárica. En Mesoamérica sólo los mayas manejaron un período de tiempo mayor a éste. Dentro de la nombrada cuenta larga, que tenía como punto de partida la fecha mítica de 4 Ahau 8 Cumhú —posiblemente alusiva a la última creación del mundo: la de los hombres de maíz, y correspondiente a 3113 a.C. (León-Portilla, 1968, 19-20)—, los mayas computaban el tiempo según un sistema vigesimal que establecía nueve órdenes en base a la unidad de kinh (día):

8

20 18 20 20 20 20 20 20

kines uinales tunes katunes baktunes pictunes calabactunes kinchiltunes

1 1 1 1 1 1 1 1

uinal o 20 días. tun o 360 días. katún o 7.200 días. baktún o 144.000 días. pictún o 2.880.000 días. calabactún o 57.600.000 días. kinchiltún o 1.152.000.000 días. alautún o 23.040.000.000 días.

La alteración del tercer orden (el tun), que consta de 18 uinales en vez de 20, fue una variante introducida en aras del cálculo calendárico (Morley, 1968, 253). De manera que una expresión como 9.17.0.0.0.13 Ahau 18 Cumhú indica que han transcurrido —desde el punto de partida de la cronología maya— 9 baktunes, 17 katunes, 0 tunes, 0 uinales y 0 kines; y que, pasado esto, se ha llegado al día 13 Ahau en el tzolkín y 18 Cumhú en el haab. Los mayas tienen otros importantes logros en el terreno de la computación del tiempo, pero no es cosa que nos interese aquí. 2.4. Las eras cósmicas. Los cuatro soles mayas y los cinco soles aztecas.—Mayas y antiguos mexicanos compartieron la misma noción de tiempo cíclico, sometido a períodos de destrucción y regeneración. En el Popol Vuh de los quichés (edición de Recinos, 1952) las creaciones o eras cosmogónicas son cuatro: 1. Creación de los hombres de lodo. Se deshacen en el agua. Tepeu y Gucumatz —los dioses creadores— los destruyen (págs. 27-28). 2. Creación de los hombres de madera. No tienen entendimiento, no se acuerdan de los creadores. Un diluvio los aniquila (págs. 29-30). 3. Creación de los hombres de tzité y las mujeres de espadaña. No se acuerdan de los creadores. Cae una resina del cielo para anegarlos, una lluvia negra. Sus metates, ollar y animales se vuelven contra ellos. Sus descendientes son los monos (págs. 30-32). 4. Creación de los hombres de maíz: los padres de la actual humanidad (pág. 104).

De acuerdo a la Leyenda de los soles, de múltiples variantes (entre ellas, las citadas por Alva Ixtlilxóxhitl y por Motolinía en los capítulos de sus obras referentes a las edades del mundo y el origen de los indios, y la recogida en el famoso monumento calendárico de la Piedra del Sol), las creaciones de los aztecas son cinco. La versión más conocida es la del Manuscrito náhuatl de 1558, vertida al español por LeónPortilla: 1. Aquí está la relación oral de lo que se sabe acerca del modo cornohace ya mucho tiempo la tierra fue cimentada. 2. Una por una, he aquí sus varias fundamentaciones (edades). 3. En qué forma comenzó, en qué forma dio principio cada Sol hace 2513 años —así se sabe— hoy día 22 de mayo de 1558 años.

9

4. 5.

Este Sol, 4 tigre, duró 676 años. Los que en este primer Sol habitaron fueron comidos por ocelotes (tigres), al tiempo del Sol, 4 tigre. 6. Y lo que comían era nuestro sustento —7 grama— y vivieron 676 años. 7. Y el tiempo en que fueron comidos fue el año 13. 8. Con esto perecieron y acabo (todo) y fue cuando se destruyó el Sol. 9. Y su año era 1 caña; comenzaron a ser devorados en un día —4 tigre— y sólo con esto terminó y todos perecieron.

10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17.

18. 19. 20.

21. 22. 23. 24. 25. 26. 27.

Este Sol se llama 4 viento. Estos, que en segundo lugar habitaron en este segundo (Sol), fueron llevados por el viento al tiempo del Sol 4 viento y perecieron. Fueron arrebatados (por el viento) y se volvieron monos; sus casas, sus árboles, todo, fue arrebatado por el viento, y este Sol fue también llevado por el viento. Y lo que comían era nuestro sustento. 12 serpiente; el tiempo en que estuvieron viviendo fue 364 años. Así perecieron en un solo día llevados por el viento, en el signo 4 viento perecieron.

Su año era 1 pedernal. Este Sol 4 lluvia era el tercero. Los que vivieron en la tercera (edad) al tiempo del Sol 4 lluvia, también perecieron, llovió sobre ellos fuego y se volvieron guajolotes (pavos). Y también ardió el Sol, todas sus casas ardieron, y con esto vivieron 312 años. Así, perecieron, por un día entero llovió fuego. Y lo que comían era nuestro sustento. 7 pedernal; su año era 1 pedernal y su día 4 üuvia. Los que perecieron eran los (que se habían convertido en) guajolotes (pipiltin). Y así, ahora se llama a las crías de los guajolotes pipil-pipil.

28. 29.

Este Sol se llama 4 agua, el tiempo que duró el agua fue 52 años. Y éstos que vivieron en esta cuarta edad estuvieron en el tiempo del Sol 4 agua. 30. El tiempo que duró fue de 676 años. 31. Y cómo perecieron: fueron oprimidos por el agua y se volvieron peces. 32. Se vino abajo el ciclo en un solo día y perecieron. 33. Y lo que comían era nuestro sustento. 34. 4 flor; su año era 1 casa y su signo 4 agua. 35. Perecieron, todo monte pereció, 36. el agua estuvo extendida 52 años y con esto terminaron sus años.

10

37.

Este Sol, su nombre 4 movimiento, éste es nuestro Sol, en el que vivimos ahora. 38. Y aquí está su señal, como cayó en el fuego el Sol, en el fogón divino, allá en Teotihuacán. 39. Igualmente fue éste el Sol de nuestro príncipe, en Tula, o sea de Quetzalcóatl. 40. El Quinto Sol, 4 movimiento su signo, 41. se llama Sol de movimiento porque se mueve, sigue su camino. 42. Y como andan diciendo los viejos, en él habrá movimiento de tierra, habrá hambre y con esto pereceremos. (Citado por LEÓN-PORTILLA, 1974: 102-103.)

Según esta leyenda, el universo se concibe en términos de una lucha de fuerzas cósmicas que se turnan para regir los destinos del hombre ι y del mundo. La condición precaria del cosmos se hace evidente en los últimos versos, que anuncian el final del quinto sol —la presente humanidad— en un día 4 ollin. Principios numéricos. La numerologia sacra mesoamericana, que permea las expresiones más importantes del pensamiento de mayas y nahuas, está contenida esencialmente en el calendario ritual de 260 días. Los números clave son: 2, 4, 5, 13, 20 y 52, todos ellos múltiplos de 260. Caso (1971) apunta a la relevancia de cada uno dentro del tonalpohualli: el 2 —base del sistema vigesimal maya— divide el calendario mágico en períodos de 130 días, marcados en los códices divinatorios (tonalámatl) por huellas que destacan ciclos de 81 días (9 por 9) más 49 días (7 por 7); el 4 produce períodos de 65 días, que aparecen en los códices del grupo Borgia; el 5 da períodos de 52 días (cifra también relacionada al número de años en el «siglo» mesoamericano), y divide el tonalpohualli en cinco partes, lo que corresponde a la división del universo en cinco regiones: los cuatro puntos cardinales y el centro; el 13 produce períodos de 20 días, asociados a dioses; y el 20, períodos de 13 días o trecenas que se suceden continuamente dentro de este calendario. La importancia del 13 en ambas tradiciones culturales es fundamental: la presente humanidad comienza para los aztecas en un año 13 àcati y para los mayas en un 13 haktún. En el caso de estos últimos, el fin del cuarto sol ocurriría también en un 13 haktún. Como principio y fin el 13 tiene implicaciones de infinito para los mayas. Pero estas implicaciones se pueden hacer generales para toda Mesoamérica, pues el 13 es la cifra que se antepone a los signos de los días en una sucesión ininterrumpida dentro del calendario ritual. Multiplicado por 20, produce la vida: el tzolkín y el tonalpohualli, asociados al número de días del embarazo. Y multiplicado por 4 produce la rueda calendárica, equivalente a una generación. 11

3.

E L ESPACIO

La concepción mítica del espacio en Mesoamérica encarna en tres grandes categorías metafóricas: la forma de oficio fantástico, y las estructuras piramidal y cruciforme. La primera y la última son expresión del espacio en su dimensión horizontal, mientras que la segunda sugiere el plano vertical de la tierra. 3.1. El espacio en su dimensión vertical.—Mayas y aztecas concibieron el espacio vertical como una sucesión de planos: 13 cielos, la tierra al centro, y 9 niveles del inframundo. Una de las profecías del Chilatn Balam de Chumayel (Katún 11 Ahau) anuncia el desastre cósmico suscitado por la lucha de las deidades del inframundo con los dioses celestes: Cuando fue apresado Oxlahun ti ku, Trece-deidad, por obra de Bolón ti ku, Nueve-deidad; entonces será cuando bajen cuerdas y fuego y piedra y palo y sea el golpear con palo y piedra, cuando sea apresado Oxlahun ti ku, Trece-deidad... (Fragmento del texto citado por LEÓN-PORTII.I.A, 1968: 81-82.)

Nicholson (1971, 407) reconstruye —de los códices Vaticanus A y Telleriano-Remensis— la representación gráfica del espacio vertical en sus 13 niveles superiores y sus 9 niveles inferiores según los aztecas (figura 1).

12

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eGV^ÇoÇV^

X1U

sí^ypB S;I Pardo, 1972), 11; MARIANO FELICIANO FABRE: Horacio Quiroga, narrador americano (San Juan de Puerto Rico: Editorial CotdiUera, 1963), 44-5; PEDRO G. ORGAMBIDE: Horacio Quiroga. El hombre y su obra (Buenos Aires: Editorial Stilcograf, 1954), 24. 2

5

RODRÍGUEZ MONEGAL, 32-3;

86; RELA, 12. 4 RODRÍGUEZ: MONEGAL, 98-9; 5

44-9.

FABRE, 46.

Nosotros (segunda época), año II, tomo 2, núm. 11 (Buenos Aires, 1937). 241; RODRÍGUEZ

MONEGAL, 10; 6

RELA, 11-15; FABRE,

NoÉ JITRIK: Ensayos y estudios de literatura argentina (Buenos Aires: Editorial Galerna, 1970),

RELA, 15.

NICOLA'S BRATOSEVIOI: El estilo de Quiroga en sus cuentos (Madrid: Gredos, 1973), 58-9; IGNACIO B. ANZOATEGUI: Allá lejos y aqui mismo (Buenos Aires: Editorial Sudestada, 1968), 53. 7 EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA: «El hermano Quiroga [Cartas de Quiroga a Martínez Estrada]», Colección Ensayo y Testimonio (Montevideo: Editorial Arca, 1968), 103-4 (Carta del 11 de abril

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