Historia secreta o encubrimiento?

El oro de Moscú Por Carlos Echagüe ¿Historia secreta o encubrimiento? COMENTARIO SOBRE EL LIBRO DE ISIDORO GILBERT EL ORO DE MOSCÚ. Se ha reeditado

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El oro de Moscú Por Carlos Echagüe

¿Historia secreta o encubrimiento?

COMENTARIO SOBRE EL LIBRO DE ISIDORO GILBERT EL ORO DE MOSCÚ.

Se ha reeditado el libro El oro de Moscú de Isidoro Gilbert, quien hasta el colapso de la URSS fue el jefe en nuestro país de la TASS, la agencia estatal soviética de noticias. La anterior edición apareció en 1994. El autor se basa en su propia experiencia y en fuentes altamente situadas. Resultan notorios los aportes que le hicieron, entre otros protagonistas, ex altos jefes de inteligencia. Destaca que uno de sus informantes en Moscú fue el extinto (en 1995) general del KGB (hoy FSB) Vladimir Tolstikov, encargado del área de inteligencia para América Latina. Cita repetidamente a Kiva Maidanik, quien fue representante del PCUS en la Revista Internacional de los PPCC prosoviéticos que se editaba en Praga y elogia el “antidogmatismo” del KGB y la línea de los dirigentes cubanos. Maidanik es actualmente politólogo del Instituto de Economía Mundial de Moscú y fue un entusiasta gorbachoviano, cosa que Gilbert omite, llegando al colmo de comparar al jefe de la perestroika con el Che Guevara.(1) 1- “Entre las posiciones del Che y Gorbachov respecto a los valores del socialismo existe una gran afinidad espiritual y psicológica” decía Maidanik (Marta Harnecker: Perestroika- La revolución de las esperanzas, Bs. Aires, Dialéctica, 1988, pág.146).

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Política y Teoría

¿HISTORIA SECRETA O ENCUBRIMIENTO? En declaraciones a la revista Punto Crítico con motivo de publicarse la primera edición, Gilbert había puntualizado: “Yo pertenecía a una estructura ubicada muy por encima del PC local. Esta estructura se ocupaba directamente de las relaciones entre el Estado argentino y la Unión Soviética”.(2) Del libro surge claramente que el autor mantenía encuentros periódicos con el jefe del PC, Victorio Codovilla, y, a la vez, era un nexo entre éste y sus sucesores y la embajada soviética. Asimismo se encargaba de establecer vínculos y organizar reuniones de personalidades políticas y militares (de las tres fuerzas armadas) con dignatarios y representantes soviéticos. El subtítulo es prometedor: Historia secreta de la diplomacia, el comercio y la inteligencia soviética en la Argentina. Por sus actividades en las cercanías del poder, Gilbert tenía y tiene mucho para decir. Pero en lo sustancial no revela nada que los comunistas revolucionarios no hayamos investigado y denunciado desde décadas antes por la necesidad que nos iba planteando la propia lucha antigolpista, antidictatorial, antiimperialista y revolucionaria. Y lo que es aun más importante; el autor se esfuerza por velar el verdadero contenido, contenido imperialista, de las relaciones económicas y políticas que, desde los tiempos de Jruschiov y Brezhnev, practicaba la Unión Soviética con sus “países hermanos” y con los países del Tercer Mundo como el nuestro. Por ello mismo trata de encubrir la conversión de la principal red del aparato económico del PC en testaferro de la nueva burguesía que usurpó el poder en la Unión Soviética, así como el creciente peso que fue adquiriendo como grupo monopolista dentro de nuestro país en el bloque de las clases dominantes. Gilbert ignora en su libro que en 1991, semanas después del «misterioso suicidio del responsable de finanzas, Nicolás Kruchina, comenzarían a emerger más datos sobre las redes financieras del 234567-

PCUS y sus empresas amigas en el exterior, vinculadas a los partidos ‘hermanos’ de Francia, Portugal o Argentina»(3). En su edición del 3 de noviembre de 1991, el semanario Novedades de Moscú, que entonces aún se editaba también en español, informaba en su segunda página que en los últimos años el PCUS había trasferido al exterior 180 mil millones de dólares, había abierto 7.000 cuentas secretas en Europa y también disponía de cuentas secretas en América del Sur y el Cercano Oriente. En un proceso “muy complicado y muy peleado... todo parece indicar que el duro enfrentamiento entre Yeltsin y la cúpula del Parlamento en octubre de 1993, que finalizó con la victoria de Yeltsin, tuvo consecuencias importantes en el manejo de la ‘red de empresas amigas’ en el exterior”(4). En el año 2000, a raíz del escándalo del lavado de dinero, el fiscal principal Yuri Skurátov denunció que el Administrador del Kremlin, es decir el hombre que manejaba la caja del poder supremo ruso, entonces Pavel Borodin, administraba todos los bienes que la ex URSS y ahora Rusia poseían en el exterior, los cuales, subrayó Skurátov “son muchísimos”. Putin designó un nuevo administrador pero con igual función. El actual mandamás informó oficialmente que las inversiones rusas en el exterior ascienden a 138 mil millones de dólares(5). Obviamente este monto no incluye a los bienes manejados con testaferros o por la mafia (controlada por ex altos oficiales del KGB, del cual Putin llegó a ser jefe antes de asumir el cargo de primer ministro y luego de presidente). Gilbert pretende encubrir también que el trabajo secreto del PC en las fuerzas armadas y en el seno de las clases dominantes se puso al servicio de la penetración socialimperialista;.aunque menciona, al pasar, que los militares soviéticos entrenaban a cuadros del PC en materia específica y de inteligencia y “algunos de esos cuadros especiales estaban orgánicamente asimilados al Ejército Rojo o al KGB”(6). También al pasar hace referencia a que en el XVI Congreso del PC “salieron a luz vínculos de dirigentes intermedios con la inteligencia soviética, incluida la militar”(7).

Citado por Alejandro Guerrero en su comentario sobre el libro de Gilbert publicado en Prensa Obrera, órgano del PO, Nº 995, junio de 2007. Artículo de Luis Ignacio López en el libro Gorbachov - El golpe, Barcelona, Ediciones B SA, 1991, pág. 259. Carlos Echagüe: Argentina- Declinación de la soberanía y disputa interimperialista, Bs.Aires, 2004, Edit. Agora, pág. 464. La Nación, 10-6-2007, pág. 3. Isidoro Gilbert: El oro de Moscú, Bs. Aires, 2007, Edit. Sudamericana, pág.407. Idem, pág.399.

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EL CHE, MOSCÚ Y EL PCA Gilbert refiere que a poco del asesinato del Che Guevara en Bolivia, Rodolfo Ghioldi, uno de los principales líderes del PCA, escribió un artículo en Pravda (órgano oficial del PCUS) que contenía un párrafo directo contra el Che. Para que se publicara un tal tipo de artículo debía tener indudablemente el respaldo del Kremlin. Según le dijo Maidanik a Gilbert, “una semana después de las condolencias del Buró Político del PCUS, sale el artículo de Ghioldi y el PC de Cuba, ofendido, se niega a enviar una representación de la jerarquía que demandaban los fastos del 50º aniversario de la Revolución de 1917” (pág.70). Conocimos de cerca los alevosos ataques de la dirección del PC contra el Che y ello fue uno de los motivos centrales de la ruptura de la mayoría de la FJC (Federación Juvenil Comunista) con la dirigencia del PC.

“RUSIA AÚN PUEDE SER UN ALIADO ESTRATÉGICO” En la Rusia postsoviética Gilbert se asesoró y accedió a las fuentes informativas en las que se basó en buena parte su trabajo. Cuando éste apareció, la revista América Latina del Instituto de A. Latina de la Academia de Ciencias de Rusia lo exaltó y afirmó que “merece que este libro sea editado en ruso”(8). Lo que Gilbert dice y lo que silencia en su voluminoso libro se corresponde con las conveniencias del Estado ruso. En las conclusiones sostiene que “las bases objetivas” que impulsaron en el pasado las relaciones argentino-rusas “siguen estando vigentes. Rusia continuará necesitando productos primarios argentinos; si no cereales, podrán ser vinos, frutas, lanas, quebracho, aceites, como también una amplia gama de manufacturas de la industria liviana, tecnología en diversas áreas, etc. La Argentina no debería prescindir de la tecnología de punta rusa, en materia de satélites, cohetes

Otto Vargas, en el libro ¿Ha muerto el comunismo? - El maoísmo en la Argentina, recuerda que “la dirección de la FJC se enteró del tránsito de armas para las fuerzas contraguerrilleras que cercaban al Che, y algunos jóvenes le propusieron a la dirección del PC realizar acciones para impedir que este abastecimiento llegase a Bolivia. La dirección del PC rechazó esto totalmente y, al mismo tiempo, trabajó para impedir solidaridad concreta con la guerrilla” Es necesario reiterar esto, y podemos documentarlo en cualquier debate público, si es que Gilbert se anima a hacerlo, porque la dirigencia del PC se presenta desvergonzadamente como la abanderada del Che y porque Gilbert afirma en su libro (pág. 345) que lo dicho por el secretario general del PCR es mentira. ■

antigranizo, aeronáutica, marinería, pesca, hidroelectricidad, etc. La URSS consideró siempre su relación con la Argentina como un vínculo de Estado a Estado. De todos modos, ahora la desideologización de la política externa del sistema postsoviético eliminó un pretexto frecuente de los competidores económicos de Moscú en la Argentina”. Hace constar que “en la agenda de Moscú, desde tiempos lejanos, está el intento de convertirse en proveedor de armamento”(9). Gilbert destaca que Rusia es importante para nosotros por su lugar en el Grupo de los Ocho y la existencia de un mecanismo bilateral de consultas políticas anuales. Y reprocha a Kirchner que no acepte el ingreso de Rusia a la OMC (Organización Mundial de Comercio) y su categorización como economía de mercado, que, en cambio, le concedió a China en noviembre de 2004 cuando el presidente Hu Jintao visitó nuestro país(10). La idea central que sustenta el libro fue sintetizada por el autor en declaraciones que formuló a la revista Debate: “Rusia aún puede

8- El Instituto de A. Latina de la Academia de Ciencias se creó en abril de 1961 y continuó su actividad hasta ahora. Su director, Víctor Volski estuvo en varias oportunidades en Argentina y es el creador de la teoría revisionista del capitalismo dependiente. 9- Isidoro Gilbert: ob.cit., pág. 520. 10- Idem, pp.517- 520.

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Política y Teoría

ser un aliado estratégico para un salto de calidad en la industrialización nacional”(11). El libro destaca que las relaciones argentinorusas se remontan a 1885, siendo presidente el general Roca. Elogia la visión de Ionin, el ministro extraordinario y plenipotenciario enviado por el zar Alejandro III como embajador en nuestro país. Ionin planteó que dos factores relevantes explicaban la importancia de las relaciones entre Rusia y Argentina: 1) la ubicación argentina en los pasos interoceánicos entre el Atlántico y el Pacífico, “estratégica para la flota rusa”; 2) “Buenos Aires podía ser un centro de encuentro y aprovisionamiento para los marineros porque ya estaba instalada una significativa colonia rusa hacia la cual existían simpatías en los argentinos”(12). Por su parte, un columnista invitado de Clarín, Felipe de la Balze, economista y negociador internacional, en un artículo titulado “Es un buen momento para acercarnos a Rusia”, sostiene que “el desarrollo de una relación económica privilegiada entre la Argentina y Rusia es de particular interés para nuestro país”(13) (el destacado es del columnista).

LA DICTADURA FASCISTA DE 1976 Y LA URSS El citado Tolstikov le dijo a Gilbert que el KGB tenía razón de penetrar en “los círculos de derecha, los representantes de los cuales determinan la política del Estado”(14). Como todo imperialismo, el socialimperialismo ruso se asociaba y subordinaba a un sector de las clases dominantes nativas para disputar con sus rivales imperialistas el control de los resortes claves del Estado y de la economía. Gilbert acota: “Para el KGB – y esto parece ser innegable – era más útil un hombre de la derecha o con peso en organismos empresariales o de seguridad, que un conocido y probado militante del PC”. Cita a Tolstikov, quien le enfatizó: “Todo el mundo sabe que ni una sola revolución radical en América Latina (Cuba, Chile, Perú, Nicaragua) se realizó por iniciativa de la URSS, 111213141516-

ni con su participación. Incluso sus propios partidos comunistas no fueron sus iniciadores. Otra cosa es que los rusos empezaron a ayudar a esos países después de las revoluciones”(15). Efectivamente, el Kremlin ponía en primer lugar la “coexistencia pacífica” y no propiciaba la lucha revolucionaria. Lo que perseguía era instrumentar los procesos liberadores, montarse sobre ellos, aprovechando el odio antiyanqui de nuestros pueblos, el prestigio ganado por la Unión Soviética cuando era socialista y que llevó tiempo comprender el cambio de su naturaleza social, su degeneración en socialimperialista. En el libro su autor reproduce extensos pasajes de sus entrevistas con altos jefes del golpe y de la dictadura. El general Rogelio Villarreal, secretario general de la presidencia de Videla entre 1976 y 1978 le manifestó que “cuando comenzó la lucha contra la subversión, no teníamos al PCA (Partido Comunista Argentino) definido como enemigo. El PCA era una cuestión de política interna y eran las relaciones con la URSS. Además, si el PCA era legal, podíamos controlarlo mejor”. El general Viola, sucesor de Videla primero en la comandancia en jefe del ejército y en 1981 en la presidencia le dijo que “los poderosos intereses económicos que entonces teníamos con Rusia, que se constituía en nuestro principal comprador, llevaban a un tipo de relación”. Y Gilbert añade: “Con el tiempo, de todos modos, Viola vería a los soviéticos como ‘aliados’. Pero también al Partido Comunista”, citando otra frase del dictador: “Desde el punto de vista propagandístico, el PC era el principal aliado del Proceso, era el motor a la convocatoria cívico-militar”(16). Su canciller, Oscar Camilión (quien fue secretario privado de Roberto Noble, vicecanciller y embajador en Brasil bajo el gobierno de Frondizi, jefe de redacción de Clarín, dirigente del MID y ministro de defensa de Menem), le dijo que la URSS “necesitaba en América Latina socios insospechables para los EEUU y con quienes pudiese tener una relación orgánica. Ese Estado era la Argentina”. Gilbert agrega que “los historiadores postsoviéticos

Debate, 31 de mayo de 2007, pág.27. Isidoro Gilbert: ob. cit., pág.88. Clarín, 9 de septiembre de 2007. Ibídem, pág. 323. Ibídem, pp.317 y 324. Isidoro Gilbert: ob. cit., pp.399-400.

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Viola condecorando al general Braiko, jefe de la delegación militar soviética

comparten esa apreciación”(17). Pero Gilbert no habla de la intensa actividad golpista de los sectores prosoviéticos. Se limita a registrar algunos hechos puntuales. Que él tenía conocimiento que el golpe que se preparaba no tendría un sesgo antisoviético y desataría una gran represión pero no contra el PC. Que los agregados militares soviéticos en el país sabían de antes que se produciría el golpe y que podía ser muy represivo. Que las fuerzas armadas soviéticas creyeron en 1976, y mucho más después, que la Argentina iba a mantener su “neutralidad” (es decir, no se alinearía con EEUU) incluso bajo una “dictadura anticomunista”. Que un funcionario de la embajada de Alemania Oriental le dijo dos semanas antes del 24 de marzo que el PC “votó ayer por el golpe”. No menciona ni de paso la visita de Gorbachov a nuestro país en 1992. (Los comunistas revolucionarios hicimos una manifestación de repudio que tuvo importante repercusión). Para el último secretario general del PCUS y último presidente de la URSS la Argentina no era un país desconocido. Como recuerda Gilbert, antes 17- Idem, pág.458. 18- Ibidem, ,pp.451-52. 19- Clarín, 6 de diciembre de 1992.

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Política y Teoría

de 1985 Gorbachov era secretario del Comité Central (CC) encargado de las cuestiones de la agricultura y en tal función supervisaba las operaciones de compra de cereales a nuestro país. El Secretario de Comercio e Intereses Marítimos de Viola, Carlos García Martínez, durante la misión que encabezó a Moscú habló con Gorbachov en 1981. Éste estaba interesado en reunirse con el enviado de Viola porque Argentina “se había convertido para los soviéticos en una fuerza política interesante”. Y le “confesó en un momento determinado que a largo plazo la amenaza era China”. Además “lo sorprendió con esta afirmación:’Yo, antes que comunista, soy ruso”(18). Durante dicha visita a nuestro país, Gorbachov admitió en un reportaje el apoyo soviético a la dictadura: “Lo que sucedió en la Argentina de los años 70 es un ejemplo...de la guerra fría...Los Estados Unidos apoyaban algunos regímenes dictatoriales y esto era suficiente para que la Unión Soviética apoyara a otros. Era una política de bloques”(19). O sea, en la dictadura fascista los sectores inclinados a Moscú tenían fuerza como para que

LA SIDE Y EL KGB

“Uno de los secretos mejor guardados – escribe Gilbert – es el protocolo de colaboración entre el KBG y la Secretaría de Informaciones del Estado, SIDE, cuyos lineamientos comenzaron a concretarse en Moscú en noviembre de 1989, en ocasión de la visita que Carlos Saúl Menem hizo a la URSS para entrevistarse con Mijail Gorbachov”. El jefe de la SIDE era Hugo Anzorreguy y fue el primer jefe del espionaje argentino en tener en tal carácter relación oficial con el jefe de la inteligencia soviética. Luego del colapso de la URSS, el segundo de Anzorreguy, Gerardo Conte Grand (posteriormente viceministro del Interior), cerró el convenio con el entonces director de Inteligencia Exterior de la

la Argentina, declarándose “occidental y cristiana”, fuese funcional a los intereses y al dispositivo estratégico del Kremlin en cuestiones centrales, como asegurar el abastecimiento de granos a Rusia al invadir Afganistán, rompiendo el boicot cerealero impulsado por los yanquis, el conflicto del Beagle, las facilidades pesqueras y portuarias en el Atlántico Sur(20) y el proyecto del Paraná Medio. O las votaciones en las Naciones Unidas, donde, por lo general, la dictadura significativamente coincidía con la URSS. En su libro Gilbert dice que Moscú no figuraba como aliado y cliente comercial en el programa de los militares del 76. El Mercado Común Europeo absorbería la producción agrícola argentina. Y hubo hostilidad hacia la URSS los primeros años. Estas afirmaciones están en contradicción con lo que le dijeron en las entrevistas antes citadas. Están en contradicción con los hechos. Poco después del golpe Moscú y Buenos Aires acordaron ampliar las agregadurías militares de sus respectivas embajadas. Los convenios de Gelbard con la URSS, dirigidos a ir acoplando la economía

Federación Rusa presidida por Yeltsin, Eugenio Primakov (posteriormente canciller). Ese convenio establece la colaboración entre ambos servicios con la finalidad, entre otras, de “luchar contra el terrorismo”. Gilbert puntualiza: “Los métodos de la colaboración establecidos en este convenio secreto son el intercambio de información operativa y experiencias de trabajo, acciones conjuntas en caso necesario y coordinación de actividades, contempladas en el acuerdo. Los contactos de trabajo se mantienen regularmente por los funcionarios de los servicios especiales, en distintos niveles, de ambos países” (pp.342 a 344). ■

argentina a la de Rusia y su bloque, no habían sido ratificados durante el gobierno de Isabel Perón y fueron ratificados por la dictadura en 1977. En 1978 se firmó el acuerdo de consultas políticas periódicas entre ambas chancillerías. En 1979 se produjo el intercambio de delegaciones militares. La URSS se convirtió en el principal socio comercial de Argentina. No fue el fruto espontáneo, casual, de una situación de hecho, sino que fue el resultado de una decisión política del sector hegemónico de la dictadura, el de “las tres V” (Viola-Videla-Villarreal), “demócratas y realistas” según la prensa oficial soviética(21), en durísima lucha con otros sectores internos de la misma (Suárez Mason, Menéndez, Massera, etc.). Esto se expresó en diversos momentos, especialmente con el Caso Graiver a principios de 1977, la caída de Viola a fines de 1981 y su reemplazo por Galtieri y luego la caída de éste a mediados de 1982 y su sustitución por Bignone (afín al violovidelismo). No se afrontó el cierre del mercado yanquiyeuropeodiversificandolosmercados,sino

20- Alfonsín amplió los acuerdos pesqueros y afines con Moscú. Los soviéticos “formaron diversas empresas mixtas con capitales locales...Aeroflot abrió un vuelo semanal solamente para sus operaciones a larga distancia en la Argentina llevando y trayendo pescadores. Los buques factoría casi nunca regresaban a los puertos rusos porque su abastecimiento y reparación se hacían básicamente en la Argentina. La URSS tenía entonces la mayor flota pesquera y operaba en todo el mundo” (Isidoro Gilbert: ob.cit., pp.509-510) 21- Idem, pág. 432.

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que se lo reemplazó por la dependencia del mercadoruso.Larealizacióndelarentaterrateniente y las ganancias de los monopolios exportadores pasaronadependerenprimerlugardeesemercado. Tras las divisiones y choques internos en el frente dictatorial estaba la disputa interimperialista por el control de nuestro país. Gilbert, con el seudónimo de Ernesto Abel, había escrito entusiasmado en 1982: “Que la Argentina se haya convertido en el principal cliente de la URSS en América Latina y que esa tendencia tienda a desarrollarse impone más de una reflexión...Alienta a países de igual desarrollo a seguir el mismo camino (v.g. Brasil)...Golpea o perturba la estrategia global contra la URSS”(22). Calificó de progresista al comunicado conjunto de las dictaduras (Gilbert las llama gobiernos) de Viola y de Figueiredo (mayo de 1981) porque significaba “un revés para los planes estratégicos de Washington”(23). Gilbert enfatizaba entonces: “El intercambio argentino-soviético se ha convertido en un dato no sólo económico, sino político y de influencia en la ubicación internacional de la Argentina”. Y se felicitaba porque “el presidente Jorge R. Videla se negó a suscribir un documento de condena a la URSS durante su visita a Pekín (fue en 1980)”(24). Así y todo, el autor no deja de advertir “que mientras subsista la base de la influencia de los Estados Unidos y otros países imperialistas – en materia de inversiones o empréstitos – se mantienen las condiciones para una vuelta al pasado, disfrazada de cambio”(25).

OMISIONES GROSERAS Gilbert incurre en gruesas omisiones en su “historia secreta”. Se extiende sobre la guerra de las Malvinas y justifica la abstención de la URSS en el Consejo de Seguridad de la ONU (lo que junto con la abstención de China, permitió al imperialismo

inglés conseguir una resolución condenatoria de Argentina que dio luz verde a su guerra de agresión contra nuestro país). Silencia el hecho de que Moscú suspendió la compra de cereales durante todo el tiempo que duró el conflicto bélico. En un libro de 558 páginas Gilbert ignora por completo la existencia y la actividad de la Cámara de Comercio Argentino-Soviética, la quinta en importancia a nivel mundial y la primera en nuestro continente. Esa Cámara se constituyó a principios de los años 70 integrada por grandes terratenientes y firmas monopolistas, teniendo como columna vertebral a viejos testaferros e intermediarios de los soviéticos y del aparato económico del PC. El examen de los intereses terratenientes y de gran burguesía intermediaria que integraban esa Cámara revela el entrelazamiento de sectores muy importantes de las clases dominantes con los rusos(26). En la Comisión Directiva (1986) intervenían representantes de Bunge y Born, IMPSA (Pescarmona), Banco Credicoop, y la yanqui Cargill. Y entre los socios se contaban Nidera, Luis Dreyfus, Genaro García, Peñaflor, Banco Mercantil (Werthein), Ingeniería Tauro, SAFRA (Capozzolo) Tampoco habla Gilbert sobre el Consejo Empresario Argentino-Ruso actual, presidido por Carlos Bulgheroni, grupo Bridas(27), e integrado, entre otros, por Eduardo Eurnekian, Aeropuertos Argentinos 2000, vicepresidente primero; Amalia Lacroze de Fortabat, presidenta del grupo Fortabat, vicepresidenta segunda; Lilly Sielecky, Laboratorios Phoenix; Carlos Pedro Blaquier, Ledesma; Sergio Einaudi, Techint; Raúl Loeb, Nidera; Enrique Pescarmona, IMPSA;, Antonio Estrany y Gendre,presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP, Werthein); Molinos Río de la Plata, del grupo Pérez Companc; Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural; Ramón Vidal, presidente de la Fundación Argentina Rusa para el desarrollo de las Relaciones Culturales, Científicas y

22- Ernesto Abel: Pasado, presente y perspectivas de la política exterior argentina, en Anales Nº3, segundo semestre de 1982, Ediciones Centro de Estudios, pp.14-15. 23- Idem, pág.18. 24- Ibidem, pp.20 y 26. 25- Ibídem, pág. 27. 26- Ver Carlos Echagüe: El socialimperialismo ruso en la Argentina, Bs. Aires, 1984, Edit. Agora, pp.67-85. 27- Bridas posee el 40% de Pan American Energy, donde la British Petroleum controla el 60%. Alejandro Bulgheroni es el presidente de Pan American.

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Política y Teoría

En el centro, el general Lanusse quien en 1971 de convirtió en el jefe de la dictadura instalada en 1966

Comerciales; Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina. El presidente de honor de este Consejo es el embajador ruso Yuri Korchagin. Gilbert se empeña en presentar a Gelbard de distintas formas, buscando afanosamente de negar lo que ya hace mucho quedó en evidencia: su paso de sobresaliente “afiliado secreto” al PC a testaferro de los soviéticos. Silencia totalmente la investigación del Congreso sobre el contrato de Aluar que culminó en mayo de 1975 y el informe de la comisión bicameral aprobado prácticamente por unanimidad en ambas cámaras. La investigación demuestra que la gestación y la tramitación del contrato “tuvo una gestión irregular y defectuosa”. Esto se refiere a que la licitación de 1970 fue declarada desierta, considerándose insatisfactorias las tres propuestas. El entonces presidente por la dictadura militar, Levingston, decidió tratar directamente con el monopolio yanqui Kayser Aluminio. Dos días antes que Lanusse lo depusiera, Levingston ya había suscripto un decreto aprobatorio de un contrato con la Kayser. Pero no alcanzó a publicarse. Al asumir la presidencia, Lanusse lo anuló y ordenó tratar directamente con Aluar (Gelbard-

Madanes). Por tanto cabe preguntar: ¿hay alguna relación entre el derrocamiento de Levingston, su reemplazo por Lanusse y la decisión de a quién otorgarle el monopolio de la producción de un material crítico como el aluminio en Puerto Madryn, una zona estratégica sobre el Atlántico Sur?. Gilbert festeja que Lanusse “se proclamó como un gobierno de ‘centro-izquierda’, una terminología novísima en el frente interno castrense, que sólo podía ser acuñada por un caudillo proveniente de familia patricia”(28). Y omite lo principal: sin tener formalmente aún el cargo de ministro de economía, Gelbard y sus laderos pasaron con Lanusse a manejar resortes importantes del sector público de la economía (que abarcaba bancos, ferrocarriles, teléfonos, petróleo, gas, puertos, Junta Nacional de Granos, flota mercante, la principal empresa siderúrgica, etc.). Durante las tratativas con Aluar, la SIDE reiteró informes de 1961-62 de los que podía deducirse que Gelbard era un testaferro ruso, al tiempo que acompañaba un resumen de los vaciamientos y quiebras fraudulentas efectuadas por su grupo económico. El Estado Mayor Conjunto se opuso a la firma del contrato. Dieciocho organismos oficiales hicieron gruesos reparos.

28- Isidoro Gilbert: ob. cit., pág. 280.

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Lanusse mismo dijo en un momento que se trataba de conocidos vaciadores de empresas. Pero él y la Junta Militar igual suscribieron el contrato. Así se concedió el monopolio de la producción de aluminio en nuestro país a un grupo de empresarios que jamás habían actuado en el ramo, autotitulados “nacionales” pero en realidad personeros de la superpotencia imperialista que se presentaba como “socialista”. Esta opción la hizo una dictadura oligárquica y proimperialista contra la oferta del monopolio yanqui Kayser y contra la propuesta de Pralsa, constituida por empresarios argentinos dedicados a la elaboración del aluminio con participación tecnológica de Alusuisse. Gilbert sostiene que los rusos son grandes productores y exportadores de aluminio, que siempre trataron de venderle también a nuestro país y, por lo tanto, según él, Aluar no puede ser “una empresa de capitales rusos”(29). A Gilbert se le “escapa” el interés principal de Moscú en esta operación: la instalación de una gran planta industrial manejada por sus personeros sobre el único puerto de aguas profundas existente entonces en el Atlántico Sur, y se le “escapa” la estrecha relación con la Aeronáutica que conlleva la producción de aluminio. Por más hábil e inteligente que era Gelbard y por más importante que era el aparato económico del PC no podían lograr la anulación de un contrato con un monopolio yanqui de primera línea y la adjudicación directa de una concesión de semejante importancia estratégica y económica. Sólo era posible que un grupo empresario accediera a tamaño emprendimiento si contaba con el poderoso respaldo de una gran potencia con peso en el bloque de las clases dominantes. . La investigación del Congreso también demostró que “no está asegurado el poder de decisión nacional”. Esto se refiere a que el contrato se firmó entre el Estado y Fate. Pero Fate estaba controlada por Pecerré. Esta era una sociedad anónima y variable, con todas sus acciones al portador, que “podrán ser libremente cedidas entre los socios comanditarios entre sí o a terceros por mera tradición de los títulos representativos de las mismas, sin otra formalidad”(cláusula 29 del Contrato Social de Pecerré). José Gelbard y Manuel 29- Idem, pág.352. 30- Ibídem, pág. 281.

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Política y Teoría

Madanes se presentaron ante la Comisión Investigadora y declararon que entre ambos poseían la totalidad de las acciones. Pero la Comisión señaló que como establece la citada cláusula 29 ellos podían pasar sus acciones “a otros que, aunque argentinos y con domicilio en el país, sean en realidad representantes de capitales extranjeros”. Una forma elegante y elíptica de insinuar que los testaferros de capitales extranjeros eran Gelbard y Madanes mismos. PeCeRré (Para Cubrir Riesgos ¿o Para Cubrir Rusos?) Sociedad en Comandita por Acciones se constituyó. en 1966 mediante una escritura suscripta por Carlos Abelardo Garber “como socio comanditario por sí y en representación de terceros cuyos nombres se reserva”. Garber era apoderado de Matimport SA, constituida en 1963, representante de compañías estatales soviéticas que realizaban en nuestro país transacciones con YCF, distribuían camiones rusos y actuaba como coordinadora de Energomashexport. Resulta claro por su actuación pública y su historia “secreta” a qué interés extranjero servía Gelbard. Como ministro de economía dotado de grandes poderes lo principal de su labor fueron los convenios con Moscú y los países de su bloque. El objetivo en el plano económico era “asociar” a la Argentina a la URSS y en el plano estratégico abrirle de par en par el Atlántico Sur. Desde 1958 Gelbard tenía llegada directa a la jefatura máxima del Kremlin, siendo que, según el propio Gilbert, en tiempos de Jruschiov y de Brezhnev los máximos dirigentes del PCA no eran recibidos por el número uno del PCUS. Gilbert llega a decir que Gelbard “actuaba con los soviéticos más como aliado político que como intermediario de negocios” y subraya “su profundo afecto por la Unión Soviética y sus nexos orgánicos con el PCA”(30). No. Gelbard actuaba para los soviéticos, no con ellos. No era un aliado político sino que se convirtió en personero de sus intereses políticos y económicos. Esto es lo fundamental y corresponde a la degeneración de la URSS en socialimperialista. Tal es así que Gilbert mismo, al referirse a la relación de Montoneros con Moscú afirma sin ambigüedades que “el eje de la relación /de la conducción montonera/ con

Moscú, Mayo de 1974: José Gelbard (en el centro) y a su derecha el jefe del Kremlin Leonid Brezhnev

los soviéticos era Gelbard”(31). La investigación parlamentaria sobre el contrato Aluar demostró que “existe una notable e inadmisible desproporción de las prestaciones entre el Estado nacional y FATE SAICI“. Esto se refiere a que el Estado invirtió casi 410 millones de dólares mientras que el grupo que se quedó con el control hizo hasta 1975 una inversión efectiva de tan sólo 10,5 millones. Es decir, obtuvo el poder de decisión de un complejo constituido por la planta propiamente dicha, el puerto de aguas profundas y la central hidroeléctrica de Futaleufú con el irrisorio aporte (entre 1971 y 1975) del 2,2% de su valor económico. Como dijo un miembro de la Comisión Bicameral: son “condiciones que ningún imperialismo, de cualquier color, se atrevió a imponer a ningún Estado”. En setiembre de 1975, el Congreso estaba por decidir la expropiación de las acciones de Fate (Pecerré) en Aluar. Inclusive trascendió que la presidenta Isabel Perón -que ya un año antes había obtenido la renuncia de Gelbard como ministro de economía- envió una carta a los legisladores peronistas recomendando esa posición. Pero se ejercieron tremendas presiones en contra,

especialmente de altos jefes militares. El golpe del 24 de marzo de 1976 clausuró el Congreso, que en esos días iba a resolver esa expropiación. En los primeros meses de 1977, junto con el estallido del Caso Graiver, como consecuencia de una ofensiva de los sectores dictatoriales rivales de Videla-Viola, también se abrió un juicio contra Lanusse y otros altos jefes implicados en el caso Aluar. Estuvieron detenidos alrededor de un mes. A poco de iniciarse el juicio Videla decretó la intervención de Aluar con lo que ésta continuó operando sin modificaciones y se aventó el peligro de una expropiación de las acciones del grupo Gelbard-Madanes. El proceso siguió prolongándose, el juez Marquardt sufrió un accidente del cual escapó milagrosamente con vida. Las cosas se fueron diluyendo y finalmente se sobreseyó a los procesados. En agosto de 1983 la dictadura decretó el cese de la intervención.

EL GOBIERNO DE FRONDIZI El libro se refiere a las relaciones del PC con Moscú, a las negociaciones de Perón con los soviéticos en distintos períodos y recorre los vínculos ruso-argentinos desde 1885. Es imposible consi-

31- Ibídem, pág. 381.

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derar en los límites de un artículo los episodios y personajes que pueblan el voluminoso trabajo de Gilbert. Tocaré brevemente sólo una importante cuestión más. Gilbert afirma que “para la extrema derecha, el de Frondizi fue el gobierno que debía allanarle a los rusos el camino para el dominio de este país. Esa leyenda no se disipó totalmente y algún historiador maoísta creyó necesario insistir en ella en la década del 80. Como se verá en este trabajo, pocas veces un gobierno argentino generó tantas decepciones a los soviéticos como el del desarrollismo”(32). Frondizi tenía una prolongado trayectoria de militancia democrática, antiimperialista, de acciones conjuntas con los comunistas, y por eso desde 1932 era atacado por la derecha fascista. Estos son sus méritos y así lo dijimos. Frondizi se vanagloriaba de ser un profundo conocedor del marxismo, especialmente de las obras de Lenin. Gilbert recuerda que, a pedido suyo, Frondizi escribió un artículo para la TASS con motivo del centenario del nacimiento de Lenin, en 1970 “con términos de admiración”(33). Pero Frondizi y su núcleo más cercano se convirtieron en fervientes partidarios de las tesis revisionistas desde los años 40 y coincidieron entusiastamente con el 20º Congreso soviético. A poco de andar como presidente, Frondizi traicionó sus promesas electorales y todo lo que había postulado en su anterior actividad política. Esto le valió el repudio popular, la ruptura con Perón, la pérdida de amplios sectores juveniles de izquierda que apoyaron a la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente). A la vez, es una realidad, no una leyenda, que al amparo de la política frondicista y del peso de sus personeros y amigos en las esferas gubernamentales, los soviéticos avanzaron considerablemente en su penetración imperialista. Y es una realidad que la política exterior del gobierno de Frondizi, especialmente en el plano regional, era

funcional a la estrategia soviética. Frondizi llegó a la presidencia montándose sobre la resistencia obrera y popular contra la política represiva (intervención de los sindicatos, proscripción del peronismo y fusilamientos), hambreadora y entreguista de la “Libertadora”. Frondizi llegó a la Rosada aprovechando la agudización de las contradicciones internas de la “Libertadora”. Y llegó mediante un acuerdo electoral con el general Perón (en el exilio) y luego de haber dividido a la UCR (Unión Cívica Radical) a fines de 1956. Y se sentó en el sillón presidencial aceptando los condicionamientos que le impusieron los altos mandos gorilas de las Fuerzas Armadas, donde predominaban los sectores proyanquis.. “Acepté entonces el poder en forma condicionada” admitió Frondizi en su conocida carta del 27 de marzo de 1962. El propio Gilbert refiere que “apenas se conocieron los guarismos /de las elecciones que ganó/, Frondizi y su mano derecha, Rogelio Frigerio, dispusieron que viaje a Moscú, para conversar con el PCUS un hombre del entorno más íntimo del desarrollismo: Isidro J. Odena”. Y agrega: “El nombre de Odena era familiar para la inteligencia soviética”(34). El embajador argentino en Moscú desde 1956 era Emilio Donato del Carril, un hombre de Frondizi, a quien éste luego designó ministro de economía. Odena se reunió con el propio jefe del Kremlin, Nikita Jruschiov. Relató esta entrevista en un libro en el que reprocha a los PPCC latinoamericanos ser inconsecuentes en la aplicación de la política internacional soviética. Sostiene que en la URSS hay una nueva corriente del marxismo que entiende la coexistencia pacífica como estrategia, como “postulado integral (no sólo de las relaciones internacionales)” (35) . En una reafirmación de las tesis revisionistas de Browder(36), a las cuales en su tiempo también había adherido la dirigencia del PCA, Odena y Frigerio reivindican Yalta y los acuerdos soviético-

32- Ibídem, pág. 14. Gilbert puntualiza en llamada al final de su prólogo (pág. 24) que se refiere a mi libro El socialimperialismo ruso en la Argentina. 33- Isidoro Gilbert: ob. cit., pág. 284. 34- Ibídem, pág. 246. 35- Isidro J. Odena: Entrevista con el mundo en transición, Montevideo, 1963, Libreros Editores A. Monteverde y Cía. SA, pág. 40. 36- Earl Browder era el secretario general del PC norteamericano (expulsado en 1946) y confundió la alianza táctica de la Unión Soviética con EEUU e Inglaterra en la guerra antifascista con un cambio de la naturaleza de estas dos potencias imperialistas. Sostuvo que la alianza contra Hitler se transformaría luego de la guerra en un prolongada colaboración pacífica entre el socialismo y el capitalismo, que iniciaría una nueva era en el mundo, de evolución pacífica, de atenuación o cese de la lucha de clases, y de una paz estable por generaciones.

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norteamericanos como “el producto lógico y necesario de una concepción pragmática de la historia, fundada en una asociación leal y prácticamente realizable entre las dos más grandes potencias industriales de la época para transformar el mundo”(37). En 1968, Frondizi reiteraba que “el nudo de todo /su/ razonamiento consiste, justamente,.en considerar que existe un mundo bipolar que se mantendrá durante muchos años en un equilibrio inestable; que dentro de ese mundo no hay decisiones trascendentes que escapen al acuerdo de ambos polos en la distribución de áreas de influencia; que los factores internos operan en la misma dirección”(38). Y Frigerio escribía 14 años más tarde: “Las primeras elaboraciones de la doctrina desarrollista, en el grupo de redacción de la revista Qué en 1945 tuvieron lugar poco después de los encuentros de Teherán /1943/ y Yalta /1945/, donde los líderes de Estados Unidos, la Unión Soviética e Inglaterra sembraron el germen de lo que más tarde sería la coexistencia pacífica”(39). Frigerio exalta “el giro de Jruschiov en la Unión Soviética”(40). El día de la asunción de Frondizi, 1º. de mayo de 1958, el diario del PC La Hora tituló con letras de media página: El pueblo entró a la Casa Rosada. Pero no era así. Los seguidores de la línea de la coexistencia pacífica no expresaban los intereses populares y nacionales. Las transacciones entre el nuevo gobierno y los sectores proyanquis hegemónicos en el poder fueron sumamente inestables. Por momentos el frondofrigerismo tuvo que replegarse demasiado. Mostró estar dispuesto “a todas las transigencias” con tal de ganar tiempo para seguir acumulando fuerzas más lenta o más rápidamente según las circunstancias. La acumulación de fuerzas de los sectores prosoviéticos con la mira puesta en copar el poder se operó principalmente en tres planos: el de las Fuerzas Armadas, en otros resortes importantes del Estado y en la expansión de su

grupo económico. El socialimperialismo logró avanzar mediante diversas y complejas alianzas con sectores proeuropeos y con grupos yanquis partidarios de la distensión. Cuando Frondizi llegó a la Rosada se estaban produciendo cambios a nivel internacional. El gobierno frondicista utilizó a fondo las contradicciones entre los sectores duros y los partidarios de la coexistencia pacífica en la clase dominante norteamericana. En 1959 se realizó la cumbre Eisenhower-Jruschiov que dio lugar al “espíritu de Camp David”. En 1960 John F. Kennedy ganó la presidencia de Estados Unidos. Frondizi practicó una activa política exterior. Esta no era nacionalista tercermundista pues partía de respetar a Yalta y de subordinarse al entendimiento ruso-yanqui. “La política exterior fue considerada, por Frondizi, como uno de los asuntos que no eran negociables”(41). Frigerio, Odena, así como muchos otros ex militantes del PC “y declarados admiradores de la URSS” – para decirlo con palabras de Gilbertconformaron el núcleo dirigente del desarrollismo. Además, el PC tenía “afiliados secretos dentro de la UCRI”(42). El. ex secretario de organización del PC, Juan José Real, quien siguió en relación con Moscú después de ser expulsado del PC hasta su muerte en 1975, tenía una oficina en la Casa Rosada aunque no ocupaba ningún cargo. Era una especie de comisario político de Frondizi y Frigerio. Y fue el director de las escuelas de formación de cuadros del desarrollismo. Sectores gorilas proyanquis hostigaron al gobierno frondicista todo el tiempo, lo jaquearon y finalmente lo voltearon a fines de marzo de 1962, aunque había anulado las elecciones en las que triunfó el peronista Framini en la provincia de Buenos Aires. Frigerio atribuyó el derrocamiento de Frondizi no a los yanquis en general sino a “los monopolios mundiales opuestos a la política de paz, convivencia pacífica”(43). Gilbert refiere que el general Rauch, “repre-

37- Isidro J. Odena, ob. cit., pág. 64. 38- Rodolfo Pandolfi: Frondizi, por él mismo, Bs. Aires, 1968, Galerna, pp.50-51. R. Oandolfi era comentarista militar del diario El Mundo, editado por Haynes, del grupo Gelbard. 39- Rogelio Frigerio: Economía Política y Política Económica Nacional, Bs. Aires, 1982, Hachette, pág. 163. 40- Fanor Díaz: Conversaciones con Rogelio Frigerio, Bs. Aires, 1977, Hachette, pág. 23. 41- Rodolfo Pandolfi, ob. cit., pp.91-92. 42- Isidoro Gilbert, ob. cit., pág.250. 43- Ramón Prieto: De Perón 1955 a Perón 1973, Bs. Aires, Editorial Machaca Güemes, pág.143.

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sentante de la facción militar transitoriamente hegemónica estaba obsesionado por la ‘conspiración frigerio-marxista’”, que luego este caballito de batalla fue tomado por la revista Cabildo, del sector católico ultramontano y que más tarde, según él, lo retomaron los comunistas revolucionarios, los maoístas(44). Esta es una mentira desvergonzada. La lucha antiimperialista consecuente significa oponerse a todos los opresores de nuestra nación y nuestro pueblo. Como parte del combate liberador nosotros denunciamos no sólo a los pulpos yanquis y europeos sino también al grupo económico controlado por la superpotencia imperialista que de socialista y de marxista sólo le quedaba el nombre. Gilbert no dice que al derrocarse a Frondizi, el presidente de la Corte Suprema, Julio Oyhanarte, se adelantó a un sector de los golpistas triunfantes y ungió como presidente a Guido, presidente del Senado, afín al desarrollismo. Oyhanarte había sido líder de la juventud radical de izquierda, había adherido a la convocatoria al Congreso Mundial por la Paz que se efectuó en París en 1949 contra el chantaje nuclear yanqui y provenía de una familia con meritoria participación en la lucha antiimperialista y antioligárquica. Tiempo después Julio Oyhanarte integró el directorio de Proa SA, compañía importadora de productos soviéticos. En su libro remarca el retroceso de las relaciones argentino-soviéticas bajo el gobierno de facto del

44- Isidoro Gilbert, ob.cit., pp.261 y 285.

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pelele José María Guido. Gilbert no dice, en cambio, que Guido designó como ministro del interior a Rodolfo P. Martínez. Este conocido personaje político del sistema había integrado la Junta Consultiva de la “Libertadora” y fue el último ministro de defensa de Frondizi, antes de lo cual Integró el directorio de Editorial Haynes (Gelbard). Más tarde, Rodolfo P. Martínez fue director de Química Mebomar, la compañía intermediaria de las firmas estatales soviéticas dedicadas a la exportación de productos químicos y de instalaciones tecnológicas para fábricas del ramo. Química Mebomar presidió la Cámara ArgentinoSoviética desde su constitución. A pesar y en contra de las propias intenciones de Gilbert, el libro resulta objetivamente una “confesión de parte”. Aunque pretende descalificarnos, de hecho confirma lo que, desde 1972, como parte de nuestra lucha antiimperialista y revolucionaria, venimos analizando y denunciando los comunistas revolucionarios y por lo que tenemos mártires que han pagado con su vida. Otro tanto se puede decir de otro libro, El burgués maldito / La historia secreta de José Ber Gelbard, de María Seoane, publicado en 1998. En Política y Teoría Nº 39 (1998) publicamos un artículo sobre este libro de María Seoane: Gelbard: ¿burgués maldito o personero de una superpotencia?. ■

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